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En el presente ensayo propongo dar una respuesta a la pregunta ¿En qué sentido la
intersubjetividad es una intercorporeidad? Desde el texto “58 indicios sobre el cuerpo” de
Jean-Luc Nancy. Para ello me apoyaré principalmente en el Prefacio del texto, lugar donde
Nancy argumenta que la distinción hecha por Descartes entre res extensa – res cogitans
jamás tuvo como intención entenderlas “como dos cosas puestas la una junto a la otra”
(2010, p.9) sino más bien como dos sustancias en las que “no existe la menor dificultad
para pensarlas unidas” (p.9). Desde esa explicación de la ontología con la que Nancy
desarrollará los indicios, buscaré pensar que, en tanto la res cogitans o el pensamiento está
necesariamente anexado y diluido en la res extensa o cuerpo, y ese cuerpo es también un
cuerpo situado, un existente, la intersubjetividad se constituye necesariamente como una
relación entre cuerpos. Buscaré apoyarme todo lo posible en los indicios para darle un
mayor sentido a la explicación.
II.
III.
Con eso tenemos una comprensión basal de la argumentación de Nancy. Ahora, ¿cómo se
relaciona todo esto con nuestra interrogante?, para ello, pensemos la intersubjetividad,
desglosemos y entendamos a qué refiere la palabra. La “subjetividad” declara aquello que
empieza y termina, en primera instancia, en lo que engloba a un “sujeto”. Más la noción de
subjetividad implica los qualia que la distinguen del puro sujeto, lo que las cualidades
significan son aspectos de una experiencia individual y, por lo mismo, como noción
filosófica, es también aspectos de una experiencia en tanto situada, experiencia de algo. Lo
útil de esta noción es el de darnos la posibilidad de entender a un sujeto en tanto su
manifestación, y en tanto se manifiesta, podemos entenderlo, o intentar entenderlo como
aquello que es, que podemos interpretar que es, sus diferencias, su conjunto y, en definitiva,
sus distinciones y con ello todo lo que nos es indistinguible para una mente que la piensa
desde afuera, imposibilitada de ser ese sujeto mismo y conocerlo de alguna manera que no
sea la de un objeto para un sujeto. Por otra parte, el prefijo inter nos hace ir más allá. Ya no
se trata de querer señalar las cualidades propias de un sujeto en tanto su experiencia, sino
que el darse de un inter implica distintos sujetos, cualidades compartidas por una multitud
que puede abarcar a una en específica o a todas aquellas en conjunto. La intersubjetividad
podemos definirla como lo que se manifiesta o comprende de cualidades compartidas por
distintos sujetos y que en su colectividad expresan un fenómeno único que solo se comprende
una vez que estos sujetos son agrupados y entendidos, desde sus diferencias y su situación,
como conjunto. Ahora, ¿qué implica el cambio de subjetividad por corporeidad? Pensemos
nuevamente. Si la noción de subjetividad comprende las cualidades de un sujeto y su
experiencia, entonces la de corporeidad podríamos entenderla como aquella que engloba las
cualidades de una experiencia, pero ahora teniendo como predominante y significante al
cuerpo y no ya al sujeto (o, mejor dicho, no solamente al sujeto). Consiguientemente, el inter
de la corporeidad expresa aquello que, en tanto cuerpos identificados por cualidades
compartidas, expresan algo único que las distingue y les da razón de su propio ser desde la
relación vivida entre ellos. El paso de subjetividad a corporeidad lo podemos entender como
una necesidad (que también es un diferir con otros, con Husserl y la constitución del ego
trascendental) de explicar, de otra forma, las relaciones que se dan entre sujetos, pero en
tanto cuerpos, lo que significa una resignificación del campo ontológico y con ello
fenomenológico. De hecho, podríamos pensar que la noción de intercorporeidad entendida
desde Merleau-Ponty, es ella misma la expresión de esta re-significación pues, dentro de sus
implicancias, encontramos una primordial, y es que la relación entre individuos en el campo
fenomenológico ya no se da entre conciencias que se relacionan, como en segundo lugar, a
través de su percepción y carácter sensible con el mundo y los otros, sino que más bien estas
conciencias están de tal modo unidas y en su manifestación son de tal manera indistinguibles
que la prioridad explicativa para una fenomenología requiere de señalar al cuerpo en su
concepto clave.
Ahora, volvamos a Nancy. Si interpretamos el Prologo respecto a lo anteriormente dicho,
podemos entender que, por una parte, la propuesta de Nancy es una respuesta al debate de la
dualidad cartesiana, pero en ello también una expresión de su pensamiento como un pensar
de la intercorporeidad. Tal como nos señala en sus indicios, el cuerpo y el alma están de tal
modo conectados que “el cuerpo es el en sí del para sí” y “es también el en sí del para los
otros” (p.25, ind. 40). Con ello, se expresa desde su carácter ontológico más propio la
prioridad del cuerpo para una fenomenología (o, por lo menos, una explicación que podemos
entender como fenomenológica) por sobre una pura noción inteligible, de sujeto o conciencia
que en su inaccesibilidad demuestra una incomprensión, sobre todo, ausencia de lo que
requiere el método fenomenológico en el encuentro de individuos, su experiencia como
distintos, pero encontrados en sus cualidades. En el indicio 29 encontramos esto expresado
en su totalidad: “Un cuerpo, cuerpos: no puede haber un solo cuerpo, y el cuerpo lleva la
diferencia” (p.20). Así, como señala líneas después, el carácter de “contra” o “contrario” es
“la principal categoría del cuerpo” (p.20). La contrariedad solo se da cuando existe algo que
lo haga ser contrario pues, difícilmente podemos oponer una cosa si esta no se encuentra en
situación con otra. Y si bien podríamos pensar que esta categoría principal de diferencia
puede darse con uno mismo, para Nancy queda excluido, pues, al ser el cuerpo y el alma una
cosa y la misma, difícilmente podría haber una contrariedad que las defina con un carácter
“categorizador” entre ellas.
IV.
Entonces, ¿en qué sentido la intersubjetividad es una intercorporeidad desde los 58 indicios
sobre el cuerpo? Pienso en 2 claves explicativas. Por una parte, en respuesta a la discusión
de Descartes, la intersubjetividad es una intercorporeidad en tanto aquello que el sujeto es,
pensémoslo como alma, cogito, espíritu, mente o pensamiento se encuentra totalmente
extendido a través del cuerpo y no se manifiesta o entiende sino a través de este junto al otro.
Además, Nancy señala en el prólogo un hecho que no podemos dejar de lado para entender
la unión entre alma y cuerpo: “el cuerpo es extraño al espíritu sólo si esta extrañidad -y esta
extrañeza- se inscriben en el corazón de la intimidad egoica y le permite así relacionarse
consigo mismo al tiempo que se relaciona con el mundo (en verdad, estas dos relaciones son
indisociables)” (p.11). El permitir es consecuencia de la anterior explicación de Nancy en el
mismo prólogo, donde señala que la cosa pensante, para relacionarse consigo misma, requiere
de extenderse y con ello desviarse de sí misma para luego volver, pero este desviar no se da
sino a través de un afuera. El cogito requiere de salir de sí hacia el exterior para poder
entonces volver y tener sentido, más este ir y volver se da solamente a través de un cuerpo.
Así, la “unión sustancial” cartesiana presupone, para Nancy, la comprensión de un cuerpo
como condición de posibilidad de el cogito de realizarse como tal y existir.
Bibliografía: