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“Siempre decimos que los niños son el futuro de la nación, pero si no podemos
garantizar la seguridad de ese futuro, ¿qué nos deparará este?”, dijo Huo Xiaoling,
de 37 años, quien trabaja en mercadotecnia al este de China y tiene una hija de 1
año que recibió una vacuna fabricada por Changchung Changsheng.
Huo dijo que ya no comprará vacunas hechas en China porque no puede confiar en
que los funcionarios hagan una limpieza de la industria.
El lunes, Xi batalló para contener el enojo público por el escándalo, que constituye
la tercera crisis relacionada con vacunas desde 2010. En una declaración que hizo
ese mismo día mientras estaba de visita en Ruanda, calificó los sucesos de “terribles
e impactantes” y dijo que el gobierno “investigará hasta llegar al fondo del asunto”.
Aun así, muchos padres se mostraron escépticos hacia la respuesta
gubernamental. Para la tarde del lunes, una etiqueta en referencia al escándalo
tenía decenas de millones de vistas en Weibo, una popular plataforma social.
Una imagen que circula en línea muestra una captura de pantalla de un artículo
noticioso que presenta una promesa hecha por el primer ministro Li Keqiang el
domingo de “acabar de manera definitiva con todos los actos ilegales y criminales
que ponen en peligro la seguridad de la vida de las personas”.
Junto a ella aparece una declaración similar que Li ofreció después de otro
escándalo sobre vacunas en 2016, lo que sugiere que el gobierno no ha hecho nada
para abordar el problema.
“Se requieren años para construir la confianza y un solo escándalo para perderla”.
Los analistas dijeron que una mayor regulación de la industria farmacéutica china
probablemente dañaría las ganancias y llevaría a más consumidores chinos a elegir
vacunas hechas en el extranjero. Las acciones de los fabricantes de vacunas y
empresas de biotecnología chinos cayeron marcadamente el lunes.
A los expertos en salud pública les preocupa que el escándalo pueda empujar a las
familias chinas a optar por no vacunar a sus hijos, aunque la ley lo requiera. El
gobierno ha señalado que los niños que recibieron las vacunas defectuosas deben
ser llevados a un hospital para recibir una nueva inmunización.
“Se requieren años para construir la confianza y un solo escándalo para perderla”,
dijo Ashish K. Jha, director del Instituto de Salud Global de Harvard.
Los medios noticiosos chinos también advirtieron sobre los peligros de renunciar a
las vacunas.
Tras un escándalo similar ocurrido en 2016, ocasionado por cerca de dos millones
de vacunas almacenadas de manera inadecuada que se vendieron por todo el país,
muchos padres expresaron su preocupación acerca de la confiabilidad de las
vacunas, señalando su renuencia a poner en riesgo a sus hijos con nuevas
inmunizaciones.
A medida que las noticias sobre el escándalo se extendieron por las redes sociales,
muchos padres se apresuraron a revisar los registros de vacunación de sus hijos.
Zhang Zhiqian, de 32 años, dijo que su hija de 3 años había recibido vacunas hechas
por Changchun Changsheng en 2015. Mencionó que quiere ser parte de las
investigaciones gubernamentales porque ha perdido la fe en que los funcionarios
regulen la industria.