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Libros de Almudena Grandes en Tusquets Editores ANDANZAS Te llamaré Viernes Malena es un nombre de tango Las edades de Luli FABULA Las edades de Luli Te llamaré Viernes ALMUDENA GRANDES MODELOS DE MUJER Malena, una vida hervida (Relato parcialmente autobiogréfico) 5 de imine de 1988 Enel fondo, el placer de flr no supers al A cana, Severs protibide comet como ‘Ge lo of, faba nacido toda una idol {Ba une pasn del come, con norms ct ies se atari del que bln lve hint chando folie no sino el placer fe order um nispero oun rio de wr Cente Revere, Hl af de ir Aquella vez ya no quiso sentarse con elegancia, ya no. Se desplomé encima de la silla con todo su peso y dejé escapar un sonoro suspiro. Desenroscé el capuchén de la estilogrifica con un gesto de cansan- cio y traz6 una rayita azul sobre [2 piel de su mano izquierda, junto a la base del dedo pulgar, para com- probar que estaba bien cargada, sometiéndose por ti- tima vez, pens6, a esa absurda mania infantil de la {que no habia logrado desembarazarse jamés. Centré correctamente la hoja de papel ilustrada con una de las mis célebres Alicias de John Tenniel ~el dltimo regalo de Aleister-, y se dijo que tal vez fuera mis sensato escribir una carta semejante en un folio blanco de papel vulgar, pero rechaz6 pronto tal hi- potesis. Al fin y al cabo, una fiesta de no cumpleaiios parecia el preludio ideal para un mensaje de despe- dida como el suyo. Eché una ojeada con el rabillo del ojo al hombre que roncaba estruendosamente en su propia cama, y equiparé la voluminosa silueta que se adivinaba bajo las sfbanas al peso muerto de un Viejo boxeador sonado, irrecuperable ya, fofo ¢ im- bécil. Suspiré de nuevo y comenzé a escribir: B Seftor Juez: Yor Magdalna Heméndee Rodrig, eae ie deg eps de 46 es de cat nla po tein dea fades ea y meni, Be de dhe bay, 7 de mo de 1990, uitare valuntariament te iad qu a no Hee ning et pre No hacia ni tres meses que lo habia encontrado de nuevo, cuando ya no esperaba volver a vetle jax més, cuando ya se habia convencido a si misma de haber logo olvidar, cuando ya cas le daa ‘gual, justo entonces, en aquel preciso momento, Caihombe babadee estoy iis que Sanne mente calvo, se abalanz6 sobre ella en una fiesta cortindole Ta respiracién con un asfiiante abra- 26, llendndole la cara de babas que olian a puro Canario, besindola con tanta torpeza que el clip de uno de sus pendientes se desprendié y cayé al suelo, donde alguien lo pisé sin querer para partilo lmpamente po smite, Mans, sy yo, And {no te alegras de verme..? Ella crey6 que el suelo oes as pis lena eu tenor una vocecita cada vez mas débil luchaba con denuedo, sin provecho, por alentar la ltima esperanza, un aliento de amargura susurando que no, gue n0 po- dia ser, que tenfa que ser un error, otro Andrés " aquiza, pero él no, el suyo no, no podia ser Andrés, de ninguna manera Era Andrés, naturalmente, Cuando consiguié de- tener la hiimeda avalancha que, mis que recompen- farla, fa castigaba cruelmente por tantos afos de tespera, consiguié ya reconocer en aquel rostro abo- fargado y envilecido por la edad ~tan implacable Siempre con la gente estpida-, algunos leves matices del enloquecedor adolescente al que nunca jamés hax ‘bia dejado de amar. Ahi, ocultos por una desagrada ble marafia entrecana, estaban los labios finisimos, apenas sugeridos, que ella habia querido interpretar Sempre como la tcitainsinuacién de un amante per ido y expert los labios cuya sola vision fuera antes capaz de desenicadenar una incontrolable sucesién de GRealofiis, calientes y helados a un tiempo, en el Sacto centro de su columna vertebral. Y ahi estaba también todo lo demas, las delicadas ojeras —aue se habian convertido en una bolsa, encima de otra bol- Sa encima de otra bolsa-, la babillaafilada ~ahora Fechoncha génesis de una blanda papada-, las enor des y huesudas manos de dedos argos ~pero hincha- ddos ya como percebes norteafricanos~ y el cuerpo, cl frag y adorable cuerpo de antafio, el objeto tinico de un deseo espeso y oscuro como la sangre, dolo~ foso, total, cebado en soledad durante casi treinta hos para disolverse ahora, en un instante, ante la vr Sién de ese grueso embutido mal cocido que resul- taba ser Andrés, después de todo. ‘Coquete6 con él toda la noche, sin embargo, lan- 6 sonoma Rastaees- een Tes zAndose con determinacién a la reconquista de cual- quier guifio, cualquier brillo, cualquier clavo ar diendo del que suspender siquiera la punta de una ufla para desde alli recuperar el vértigo perdido. No hhall6 nada de su eterno amor en él, pero acepts a cambio-una oferta sordida, de puro vulgar —épor qué no me invites a tu case, y nos tomamos la toma em la cama, porque creyé debérselo a si misma, a su tra- cionada memoria. Pero fue todo un desastre. No sdlo result6 nulamente pérfido y desoladoramente inex- petto, sino que, ademés, apenas se comporté como tun amante. Se limité a desplomarse sobre su cuerpo sin haber llegado a desnudarse del todo, y esperé todo el tiempo que hizo falta a que ella compren- diera que carecia de cualquier intencién de conjugar el participio activo. Luego sonrié satisfecho, tosié un par de veces, y se durmis, Para ella no fue tan fil concilir el suefio. Sen- tada en la cama, fumando un pitillo detrés de otro, sentia que le ardian los rfioncs, todos sus misculos doloridos, exhaustos por el esfuerzo de propulsar rt- ‘micamente hacia arriba, sin apenas ayuda, la grosera alegoria de hombre ala que ahora, por obra del més injusto destino, parecia abocada su vida. Habla vi- Vido esperando a Andrés y por fin lo tenia dur- miendo a su lado, roncando como un hipopétamo enfermo de asma. El futuro no parecia muy hala- sileno, Tratando de olvidarlo, de vez en cuando se tumbaba, ablandabs la almohada, se ponia de perfil, luego de frente, probaba el lado contrario y se sen~ 76 taba otra vez, para encender el pensiltimo pitillo, de- Sesperada, Hasta que una soars imind su roto tin instante antes de animar su cuerpo. Completa~ fente desnuda y sudorosa, se levant® de la cama de un salto, Ilego hasta el bao y, en lugar de elegir Sélo un pulsador, como tantas otras veces, oprimio de un manotazo los tre interruptores que regulaban fotos tantos focos halégenos, feroces, la intratable dfuminacidn cenital del espejo. Mantuvo los ojos bien abiertos todo el tiempo, ya no habla motivo para mie fae en la penumbra, avorecida por escasa ly a feral y el parpadeo de unas pestaias indecisas, Ahora trecestaba todo 10 contrario, ¥ més que verse bie, verse destruida, Decidié que era asi precisamente Como estaba. Tenfa delante el cuerpo fofo, afioso, de Gna mujer de cuarenta y seis aios, los pechos caidos, fd vientre dilatado, venas varicosas en las piernas y ‘aderas a punto de derrumbarse. Su sonrise se amplié hhasta adquirir las proporciones de una mueca forzada mientras su mano derecha se cerraba en clare, y eh tonces lo dijo bien claro, en vor alta, mafiana vuelvo a comer. 4 de comer a ls quince aos, ésabe usted? A los in pel aimee, grb ei svete necesario para ir tirando, verdura bervida, carne Terie, pescado bervido, vida hrvida...¥ todo por amor wey triste, lo imbles que podenos Ukge « sr srnjeres, per esque aguella lard, yo no 16s usted lo em n tenders poo aqucl tarde, upon a le ote, 90 cea que me morta, que me morta de pena, 9 deasco,y de gana de Andrés ian Una botella de color miel, que apenas quince mi- nuios antes habla contenido un ito de cetveza Ma. hou, daba vueltas y vueltas sobre el piso de cemento, sin rozarsiquiera los pies de la veintena de adolescen- tes bronceados que, sentados en el suelo, formando ‘un corto, la miraban sin pestaficar, en sus rostros Bian a que alguien se habia dejado un bisturi en el interior de su estémago, de modo que él ingres6 de ‘nuevo, y ella se volc6 en el estudio con la esperanza de reencontrarle por fin al terminar la carrera. La he- ida de Andés se infect6 contra todo pronéstica, for Yando una nueva hospitalizacién, la tercera. Malena Jndaba preparando ya los finales de quinto cuando 4 se marché de Ceuta disparado, con el alta clinica fen la mano, jurando no poner nunca jamas 1a punta dde un pie en tierra africana, pero no volvi6, tampoco ntonces volvi6, Su padre, que era notario, le pags fin viaje al Caribe, necesitaba unas vacaciones. Ella también, asi que se fue a Roma con el resto de su promocion, a festejar su flamante licenciatura ‘Una tarde, a la hora de comer, mientras sus des- preocupadios compaferos se inflaban de ctechin cal Prtsos deliciosos Salamis que se comen cocidos~ en tun restaurante piamontés del Quirinal, ella se senté fen una terraza, ante la fachada de Santa Maria Magy fore, que juzgiba un escenario adecuadamente se- 87 vero, y pidi un té sin a sin azicar para consumir el sobre de preparado proteinico granulado con aspecto de polen que constituira su tnica ingesta de aliment Saal la: rion Te ace un home mo reno de unos veinticinco atios, con los labios tan f- nos, a narz tan grande, las manos tan huesudes, que Cie aajuic sn dada un sbor enc map Bato con sala apridule de cies como minimo, arecia romano, pero era escocés. Se llamaba Aleister. tango gia comia ina cont con un guifio, idonde esté un buen pastel dec Moved dae oman eer Pres me ca on ‘ 983 ele me. Ca camo dvds ro os mire ue agar Gabe pe se bain ed ceo ees a pi ym casé com Aleister. Total, me dij, teniendo en cuenta bo asquerosa que es la comida que gust, no ay a tener sachs prima. Ko ama oo ites men cana ng nen at te “fb lt sin jue a veces legué a pensar que lo bacia sélo i ficarme, porque, bay que ver, pon faatcnae Pe ge a Y pese a todo, a la vuelta de Re whe ta de Roma empez6 una buena paca para Malena, Encontr6 trabajo en ells atorio de una multinacional de comidas prepara 88 das y emprendi6 una ardiente correspondencia con su novio, que desde ali, en Aberdeen, parecia confit, mar au exquisito sabor, Pero la clave de su serenidad fesidia en un hallazgo muy distinto, porque fue en- fences, después de tantas aproximaciones frustra- das, tentativas erréneas y descorazonadores fracasos, cuando Malena encontsd por fin lo que andaba bus: ‘ando, todo un recurso para sobrevivir. ‘Una tarde, cuando sacaba de la nevera un bote de Jeche condensada con expresién compungida y Ia in- tencign de preparar Ia merienda de su padre, uno de sus hermanos pequefios tropez con ella y estuvo 2 punto de tirafla al suelo. Al intentar recuperar ¢l Equilibrio, Malena metié sin querer un dedo hasta eT nudillo en la dulce crema blanca, fra y suave, es pesa, y experiment6 una sensacin delicioss, El sabor Fre la leche condensada, I iltima dosis devorada 2 frurtadilas y sin remordimientos, conquistd en un instante su memoria, inundando su boca de placer. Desconcertada, se lev6 el bote a su cuarto y probé con toda la mano, la introdujo entre las paredes de fata hasta la museca, y Iuego la extrajo lentamente, para ver como las gotas se desprendian de la punta Be sus dedos y se zambullian en el interior, con un Sordo gorgoteo. Repitié esta altima acciGn varias ve- tes y después, tomando precaticiones pata no man- Chavee, levant® la mano empapada y se embadurné completamente la cara, Permanecié asf mucho tiem- po, respirando, sintiendo, dsfrutando del placer pro- fibido hasta que Ia piel le empez6 a tirar, como 89 cuando leis pate na mail, Ss ad cone con agua fria_y sontié. Aquella noché end, no tenia hambre. Sn gi cen, no tenis abe cambio sre om var Die gatonees Malena efor por empl tido del gusto 5 cor Timers fie ect le octane ita, un pros se eras et pes de lo anes dimples hun las manos en una cacerola lena de ensala hasta los 2 nsaladilla rusa— hasta iis baroess samen compltanerte Nonade 4 alfombrada de espaguetis tibios con mucha mateguill,Dspus, can Almere ie en Madrid y empezd a comportarse de aqulla manera a desconsiea ssntendasemprcen ena al mismo restaurante, donde él slit devo- Bie Malad me aoe cca eae ‘a, omarendo adem on cla ‘a per miso, la sempiterna ensalada verde que soli ‘ir miso a sem erde que solia pedir con i nope cate ne ars sata de ser urea en a Habana pot buna evolucionano que le habla impueto unt ica condena de diez aos y ocho meves de cael Pox compa es fp de dans Cobanos fn destino a Miami, Fae Milagros quien se lo conte por teléfono. oe ~Pues nada, hija, q i hija, que por lo visto a Andrés se le tonto no, quiero decir més tonto, y él venga 90 darle el cofazo, que si no sabes como te deseo, ave iosstate conmigo y te sacaré de aqui que SCS sits lo otro, que slo de ses aly ela nada, aro, sal vista del pesca, s imito a esperar ana CPO ct dad, y una tarde Te dijo: mira, galleguito, ¢8 t© vaca noche a la playa tal, 2 tantos Kalémetros, Y Te Gi ito te encontrarés con un montén de Eni funto a una barca Té s6lo tienes que acerca decie Mige was de mi pare, y cobraies Te misma cantidad Fee ee oi todos ellos. Cuando lo tengas, ven 2 bar de ine estare esperando detris de las dunat, dev ca ardendo de pasin.» Total, que lo dems © Felpuedes imaginat. Lo que sali de detis dees du 1 Pea polici de fronters, ye final yate lo sabes ona la sombra, nada, un poco cro que Ic be dic aia ov a chico, sobre todo porque no TBS a echarlo, claro esti. Tag vez cuando colg6 el tléfono no lord Dee cide dmplemente, csarse con Aleister. Luego fi 9 qneberay sacd un paquete alargado, envuelt e F ate plata, s¢ ence con él en el custo Se bao pac eubsig la cabeza con un gor de plisine Des YS sola ante el espa, abr por fin su bod Fit Ps ie a dos grandes mora de cebella.Aplas cof la mano derecha, opsimiendo con Iss °° 1 ar coe dedos el pelo de tripa asta que este for varios sitios, dejando al descubierto fa S00 Pot ents amalgama de sangre y torino que se Unt POE aoe cara, Unos segundos después, s quit la Boss J repiis el proceso con Ia otra mora, Ue deshizo 1 esta vez con ccicsmente a conti oee a popiopelo, ado atenido sobre su propio pe Un dimintopedazo de gas blancs Lech pia cio ono de pons Lo mio sonrien, 9 extn loco cern, deb a brenden propia ae lle de vistas los cmbutds de cae de cdo, Agus Iminuoe ins tarde, mina dacs decd gue ede inaugura Ia ex del olfato. Yast he En fn, que mi matrimonio. meena tl Lal il oncom, mar may en orn ans ex Gri ne pine sae boy ee, tam dei,» al fi ca fiz. Como tenn cst de pcr mac a : ids i nari yea ait endo me sab o ye at pera ba a Fo de ona ewe, gt tempeh ale edad, etd Fi mr. 0 by Bes ‘Geek end ac re yam ha, pel ate or tes pena 9 td sab «a pets del me pl? Po ge oot sel dc fies cam engi, oe de mal r basta que empezs a saber a portidge de le se- ‘mana anterior, luego to sa eri, 9 eo ‘aguel atague de deido rico y 92 oe a raz de Ja enfermedad de Aleister, aquela seribl esis que ella no pod olvidar jams, so °° redo, tes, inv, los ojo fuera de as orb vide is manos deslando sudor, ls venas 2 Pore de fexplotar, cuando la gula de Malena cconquisté el sen explo ido, Todo empezd aquella noche, 1a we ge fabs con alme}as,¥ dos Klos de solomillo ae ey al arb, y una ambulancia ¥ 1a inereduli- each aed de guaria al revisar ls cits 0¢ los, Sad is de rgencia, que ordend repetr wna v2 7 aaa oer, antes de convencerse del todos ¥ cf tra ofr poneior, mil calorias dias, un, eto de tae janea a la plancha cada quince das; Boe Aemmetk| principio ella se puso muy comtenlas QD clas Appeal regimen. de_ Aleister salvar sy, MECT creer. gUE oo se equivocaba de medio 2 medio POE Ge, sélo entonces lo comprendiS POF fin, su ma ue oe nia estado enamorado de lla, amet si iniea razon que logra hacer soporte a dicta ce aeigaamiento, Malena lo sabia muy. biet ‘Aleister no la amaba. Por 650 se ‘volvié triste, Bri5, Neer yeacitarno,y finalmente, ineapez de SOPOT fas medias tintas, se hizo venetaianos adoptando el fégimen que le conduc, lets, mas inexorable ete, ala més irrevocable impotenci ng manana, mientras él se preparab Ut enaalada, Malena descubsié un ruido craieres ple cas indudablemente alimenticio. Se se="2 Y gqueds absorta contemplando 2 ‘matido, que €OF 3 taba un manojo de rabsnitos rojos en finismas Li minas trnsparentes. Aquella tarde, cuando se quedé sola en casa, siguié l plan previamente trazado y co- ciné una gran cazuela de higado encebollado, muy especiado, para hundir después la cara en su interior, aspirando el delicioso olor del guiso con Ia cabeza cubierta por una toalla, no fers a desperdicarse ni tuna pizca del aroma, pero luego, cuando hubo co- mido un pedacito de came y tirado el resto a la bax sua, no se resistié a escoger un cuchillo afilado para probar con una lombarda bien fies. Sus ofdos se le- naron entonces de un magnifico sonido capaz de al- canzar su paladar, una sensacién gute leg a hacerse familiar, porque en los dias suceivos repitiS cl ex perimento con diversos materiale, y aprecié sobre todo la sonora muerte de los merengues ecién coci dos, los pescados a a sl, y el cochinillo asado bajo una gruesa capa de grasa dorada, definitivamente ire sistible al quebrarse Pensaba en Andrés sélo de ver en cwando, y con el paso de los aos, absorbida por sus propionpro- blemas y a penosa taea de convive con Aleister, per dié la cuenta de su cautiverio. Mientras tanto, la crueldad de su cuerpo para con su apetito aumentaba progresivamente, y cada vez le costaba més trabajo ‘mantener la linea comiendo comida de verdad, as que se acostumbrd cai sin darse cuenta, a ingeri ex clusivamente las porquerias ditéticas que venden en Jas farmacias, baidos que saben a polvos de tlco, sopas que saben a polvos de taleo, chocolstnas que 4 saben a polvos de taleo, galletas que saben a polvos de talco... En compensacin, fecuentaba vicios cada vez mis perversos, que casi siempre requerian el cuarto de baiio como escenario, porque eran vicios Sucios en sentido literal. Su favorito era deraamar muy espacio una gran jarra llena de salsa de chocolate Caliente sobre sus ingles, mientras permanecia recos- tada en la bafera con las piernas abiertas, contemplan- do cémo dos pequefios riachuelos marrones, fluidos y brillantes, esbalaban sobre su piel, contagiando su ‘ientre de calor, como cuando Aleister todavia sabia a magret de pato. Y ella s6lo queria recuperar aquel sabor, zecuperar a Aleister, no matarle, como sugitié él al expirar sino todo lo contrario, devolverle un poco a Ia vida, por eso volvié a montar la barbacoa y le regalé un kilo de chuletones de Avila, él se puso muy contento, se le iluminé la cata, sonrela como un nifio satisfecho, cs tu cumpleaios, le animé ella, vamos, que un dia es un dia, no va a volver a pasarte nada... Sus palabras resultaton proféticas, porque no volvié a. pasarle nada pero nada de nada, en efecto, se qued6 tieso justo después del postre. Malena no le Horé mucho, pero tampoco llegé a inquietarse por la noticia que Milagros le deslizé en el oido durante el entiero, un instante después de que ella lanzara el primer pufado de tierra sobre la caja. Esto si que es gordo, tia, pero bien gordo, en serio, la muerte de la birria esta de escocés al lado de a movida que ha organizado Andresito en Miami es 95 un juego de nifios, pero de nifios muy, muy peque- fos, en eros Biguate que ta ves, nada mle de sembarcar en Estados Unidos, lo que se le ha cruzado esun lat, como lo oye un maromo de un metro fochenta, ya ves ti, a estas alturas, sies que, de ver: dad lode mi cusado noes nowmal, Malena, hija, que now Una crisis de orientacién sexual que tuvo en fa clr pot Io wo, ata con tina y ocho afios ¥ tiene dudas, si seré gilipolas, fo que yo te diga. Tol, que lo mismo que ea La Habana, ves te deseo, que site necesito, que si eres el primer hom- bre de mi vida, que sino me aceptas me mataré. Y el otro pues nada, lo mismo que la cubana, que hay que ver, parece mentira que existan racstas en este mundo existiendo Andrés... Toma este paquetito, ca- rif le dijo, métetelo en el bolsllo y levalo esta no- che 2 tal esquina de tal avenida con tal avenida, donde te estard esperando un sefior pelirrojo que te soltaré un montén de pasta en cuanto que se lo en- teegues, Cuando tengas las pelas, ven a buscarme, que estaré en casa esperindote y haciendo pesas s6lo th Te imagnas lo que pasd verdad? La poli, Ber gada Especial de Narcéticos. Y nada, medio kilo de hreroina levaba en el paquetito el amor de tu vida, tuna tonteria. Le han caido otos diez afos de trabajos foreados en un penal de Wiconsin par irvendo la Ast que me quedé vinda com treinta y cinco ats y un 96 ipazo, eso sh, pero ya me contard para qué me ba seroido (ado esto, Porque wo dejé nunca de esperar a Andrés mi cuando me enteré de [0 del mulato aguel ~Perry, se la- mabe, ya ve usted, qué borterada de nombre mi nance, 1 qu, sencilamente, no pude, no consegul enamorarme de ftv, mi siquiera después de encontrarme con el chico del supermercado, Vicente, que la habia conocido siendo todavia un nifio, cuando acompafaba a su madre en la caja los fines de semana, la miraba con la misma expresi6n que habria adoptado si ella se le hubiera aparecido omo la Virgen Maria levitando sobre una nube. Ma- Tena repitié su oferta, Zseguro que no te apetece gt nnarte cinco mil pesetas? El movid entonces la cabeza afirmativamente, de arriba abajo, en un gesto auto- ‘mitico, como si alguien hubiera pulsado un resorte al margen de su voluntad. Entonces,siéntate y come, sentencié ella, ocupando una de las cabeceras de la mesa engalanada, repleta de fuentes de comida recién hhecha, El muchacho, diecisiete aos, laco, guapo de ‘cara, previsible sabor a cacahuetes pelados y tostados on menos sal de la debida, la miré con cara de miedo antes de sentarse y empezar a comer, @Tengo {gue acabarmelo todo2, pregunté a la media hora, ras haber engullido una ensalada mixta, un cocido com- pleto, medio pollo asado y dos torsijas. Ella, que mas- ticabs lentamente una rebanada de pan integral tos- tado, le sonrié abiertamente, y negé con la cabeza. 7 Estaba abita. Verle comer, estar simplemente abt, mi- indole, la habia saciado més profundamente de lo que esperaba, Se acercé a él y le alargé el billete. Mu- chas gracias, dijo, verte comer me ha hecho mucho bien. 2No tengo que hacer nada més?, pregunt6 él, incrédulo, No, nada més. Si quieres, podemos repetir el viernes. ‘Volvié el viernes, y el lunes, yel miércoles, y Ma- {ena se acostumbré comer por su boca tres dias a la semana, a alimentarse a través de él, y a divertirse haciéndoto, tanto que Hlegé tun momento en que su- primié sus propias comidas —diversas variedades s6- lidas, Iiquidas y gaseosas de polvos dé talco comes- tibles, y se limit6 a quedarse inmévil, mirindole solamente, la bapbilla apoyada sobre los puiios, los codos hincados en la mesa, los labios entreabiertos en una honesta sonrisa de’satisfaccién. Vicente se sorprendié mucho por ese cambio de actitud, ella se dio cuenta de que la miraba raro otra vez eintuyé su miedo, ¢Qué te pasa?, le pregunté un dia, cuando la tensiGn se estiraba en el aire, y él contesté con un gesto, nada, pero ella insistié y obtuvo la verdad. No se ofenda, por favor, asi empezé, prométame que no se va a ofender, eo lo primero, porque por nada del mundo querria yo que se enfadara conmigo... Es ue, murmuré por fin, ttubeando, yo creia que usted se masturbaba mientras me vela.comer, ésabe..? Ya sé que suena rarisimo, pero hay gente tan rara por ahi, y a mf esas cosas me dan igual, se lo juro, yo ‘eco que cada uno.es libre de hacer lo que quiera... 98 Total, que ya me habia hecho a la idea, y ahora... ahora, como la veo todo el tiempo con las manos encima de la mesa, pues no sé, es que ahora ya si que .no la entiendo... No importa, le contesté Malena con dulzura, yo te pago para que comas delante de mi, no para que me comprendas, Total que agus estoy, con.charentay seis aos, l bom ‘re més tonto del mundo en la cama, y un papelito blanco que me ba dado el médico esta misma tarde y en el que dice, poco més 0 menos, que me.cambid el metabolismo ‘hace 4 montén de aos y por eso, aunque levo tes meses comiendo como wna crda, no be engordado mds que tres ‘los. £Qut le parece? Bonito, ino? Toda la vida suftiendo (Para eso, por 650 30 me mato, ser juee, 30 esta mis- ima noche me mato, yo_ya no aguanto mds, por mis muer- 10s 5 lo juro que me mato. En ese momento, Andrés se despert6 y se quedé mirindola. iQué buena siesta, isabes, gordita?, ex- -clamé como todo saludo. Luego eructé un par de-ve- ‘ces y le pregunt6 cémo le habia idoven la clinica. Malena contest6 vagamente que bien,.no tenfa ganas de darle explicaciones a-ese memo, porque'lo del mé- dco habia sido sencillamente horrible. Y eso que en realidad ella se esperaba algo peor, alguna enferme- dad mortal, un céncer, cualquier cosa, porque no se lo explicaba, no alcanzaba a comprender qué habia 9 pasado en los itimos tiempos: Desde su reenciientro con Andrés comfa de todo, © mejor dicho, de todo 1, s6lo alimentos hipercaléricos en enormes canti- dades, pero no habja’engordado apenas, dos kilos y novecientos sesenta gramos, cabia en la misma ropa, todo segufa igual, era increible. Y entonces e1 médico Je habia salido con aquello del cambio metabélico, y ella se habia echado 2 lorar como una cria, porque ahora ni vengare de Andes, ni de ell misma po- ‘Mientras él se duchaba, Malena firmié la carta la metié en un sobre;la guard6 enun cajért, y pospuso vagamente su muerte para aquella mista noche, sin concretar una hora determinada, cuando volvieran de 1a fiesta de Milagros estaria bien, en cualquier mo- ‘mento, daba igualyal fin y-al cabo no era tan com- plicado, una soguita enganchada en la limpara, un saltito y adiés. Entré en el baio,-ahora siempre po- tentemente:iluminado, y se arregls con esmero, re- conando que aquélla seria su dltima apazicidn en po- ‘lice: La yetdadeé.que se‘ encontré muy atractiva, y eso de fastisidydz-qui: Andrés se quedara ‘pasmado yeletdijera aqiello —iestés guaptimal~ al verla apare- ‘ceroton su westido fatgo de lentejuelas azul marino y lpela:recogi e'parecié ain peor, la mas initante contritiedad,a'lg que puede enfeertase una inmi- ‘nentessuicdl, L8s pitopos se multiplicaron: cuando legéearla:festa.que, en justa compensacién, result6 sin embargo un cofiazo insoportable. Mientras An- drésesperaba tumo junto a la mesa de billa, ella se 100 dispuso a saquear el buffet que, dicho sea de paso, encontsé desconsoladoramente pobre para ser el dik timo-, y yale quedaba poco para acabar con él ‘cuando una delicada vor masculina susurré a sus es paldas una frase familiar, qué suerte, poder comer de todo y no engordar... Malena sé volvié lentamente para encontrar la exacta réplica del Andrés que atin amaba y jamés poseeria, un adolescente de cuerpo frigil y adorable, cuyos labios finisimos, apenas su- geridos, sostenian la técita insinuacién de un amante pérfido y expérto, una promesa que basté para desa- tar una incontrolable sucesin de escalofros, calien- tes y helados a un tiempo,’en el centro exacto de su columna, vertebral. Iba completamente vestido de blanco, igual que el otro- Andrés, el Andrés perdido de aquella tarde de besos y de lagrimas, la botella ma- rn girando sin parar sobre un suelo de cemento. Tii tienes que ser Andresito, el hijo mayor de Mi- lagrés, el que estaba estudiando en Inglaterra, iver dad?, ‘murmuré en voz baja, mientras sus piernas temblaban como si fueran columnas de gelatina, El mismo, afirmé él, y ti erés Malena, la novia de mi tio, {no? Ella también asinti6, y le cogié del brazo para llevirselo a un rincén, sinti¢ndose apenas rozar ctsuelo, su cuérpo disueltorpor la emocién, una som- bra tenue, ligera como un fantasma, Estuvieron jun- tos toda la noche. Ella apenas habl6. El le conté muchas cosas, acababa de llegar, no iria.a la univer- sidad, sino a la escuela de Arte Dramitico, querta sex actor, no encontraba trabajo, no podia'comer porque 108 fenfa una gran tendencia a engordar y en el cine nunca triunfan los gordos, ademds necesitaba sentirse en forma, no, no tenia novia; bueno, en realidad, no le gustaban las chicas... Malena lo escuché todo sin pestafiar, a Malena todo le daba-lo mismo, ella slo le miraba y sonrefa, e tocaba y sonrela, hacta muchos aihos que no estaba tan ‘contenta. La verdad es que. ‘me aburro bastante, dijo-él al final-a modo de con: clusién. Blla medité un instante, le miré por el 1a billo del ojo, baié la vista, dudé otra vez, volvié a vacilar, le miré de nuevo, se decidié al fin. éTe ape- tece hacer und.locura?, pregunt6 con vor. ronca, los ojos brillantes. El estaba perplejo, no-aceité a con= festan ¢A ti te gusta pecar?,insistié ella al cabo de un instante, aferrindole-fuertemente por el brazo. Final- mente, Ladmitié que'si,.que le gustaba. Entonces:Malena le arastré:hastarla calle, le me+ 16 en el cochevy le lle a:sw/ propia. cas, sin dete nerse a contéstar ni una sola de sus preguntas. Abrié 4a puerta y, tras sugerirle;que se-meticra en el batiory, se-desnudara, ‘parzsinggmando, tiempo, se encert6 en. la cotina y acié.cl cotigeladot, que siesde hacfa tees mesed estaba siempre leno de platas cocinédas,istos ppara-servir tras una brevisima estancia en el micron: das. Unos minutos después, se eunié com su invix tadg en el baiio, transportando una bandeja llena de recipientes cubiertos con papel de plata que a duras penas consiguié depositat sobre el.lavabo: Andresita, estaba sentadoven una esquina de la bafiera, comple- tamente vestido atin, y desconcertado también por 102 | | | ae eee completo. {Qué.me vas a hacer?;preguntd, con voz de susto, ya te he dicho que no me gustan las chicas. Yo no soy una chica, imbécil, contest6 ella, soy... lo ‘que.se dice una mujer madura; y s6lo voy a darte de comer, asi que desnidate y métete‘en‘la batiera, va- mos, : ‘Malena también se desnud6. Se puso un gran ba- bero de plistico} f6 otro al cuello de Andis, y a horeajadas sobre él, empez6 con unos pimientos del piquillo ellenos de merluza, aver, caifio, abre la bo- quita para ‘mamé.. Partia la suave piel roja con’ el canto del tenedot, maniobraba convdelicadeza para cisartar en sus pyias tin pedacito de'verdura con la ‘correspondiente porcién de relleno y; empapindolo cen [a salsa, lo introducia por fin en su boca, abierta, limpiando a continuacién los labios tersos'con la puhta'de una servlleta para repetir la operacién des- pués de ofiecerle un sorbo de vino. Ella no comia, no lo necesitiba, tenia bastante con mirarle, con be berse su sonrisa. El estaba cada vex mas relajado.y ‘mis'congestionado al mismo tiempo, su cara progre- sivamente sudorosa, sus mejillas progresivamente en cendidas mientras engullia todo lo que ella ponia’en ‘su boca, un pastel de espértagos con’ mayonesa, una taza de gazpacho, una quiche loraine, un poco'de lu- bina al horno, unas gambas con gabardina todavia ‘alientes, un diminuto chorizo fiito envuelto en uha punta,de pan, una pechuga fria de pollo asado; unas albéndigas de cordero con mucha salsay tantacqut resbalé desde las comisuras de sus labios part man- 103 char su pecho mis alld del babero, pero todo daba igual, l comia, era feliz, y ella recobré en un instante Ta lucider, y decidi6 que no se matarfa nunca, que no se suicidaria amas, que lo primero que iba a hacer cra abandonir sin dolor a Andrés, y que después apu- raria la vida hasta el final mientras siguiera teniendo dientes, y absorta en Sits pensamientos, permitié que tuna cuchara lena de salsa, destinada a acompafiar a lun trocito de venado dentro de la boca de su hués- ped, caycra sobre el cuerpo de éste, que fa apéinas la miraba porque no podia mirala, los pérpados entor- -nados, ios labios hinchados, a piel de-las mejillas I vida, casi transpasente, agotada por el esfuerzo, yrle pidié perdén por su'torpeza,'pero-él no contest, y fue exitonces, mientras giraba el torso hacia:fuera para intentar rellenar la cuchara con una nueva dasisde salsa de grosellas, cuando su vientre se llené descalor, y ella miré Jecbandeja,con jos de estupor purisimo porque lz'salsa de chocolate estaba alli, intacta, no hhabfan Hlegado a los:postres todavia, pero su cuer- po.ardia; ardia de placer.y ardia por. dentro, y en aquelsinstante comprehdi6. Mird a-Andresito, que ‘basculaba.nperceptiblemente;umuerto.de.cansancio, da piel de su estémago tifante, [a'mandibula, desen- ‘zdjada, a harsigasaspunto.de,reventar, las piernas flo- fits, movigndose sinsembargo, hacia alla, dentro de tila, s6lo, entonces, cuanto ain podia pensar, se preguntd a qué sabria'su inesperada,amante; qué de- Jisiose:sabor-tendrla, y mientras sedecidiaa tomar ta iniciatva, cabalgindole apaciblemente, con la deli- 108 —— ‘cadeza precisa para no poner en peligro su vida, se {nclind sobre su rostro y le bes6, y a pesar de que el festin verdadero no habia hecho nada més que co- menzar, fue incapaz de hallar dentro de su boca un sabor distinto al de la saliva. 105

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