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Pensamiento: Ciertos objetos mencionados en la Biblia tienen valor simbólico. Por ejemplo, un cordero,
una copa, un cordón rojo, y otros objetos. Blanco es el color de pureza y la paloma es un símbolo. Lea de esta
ave y su significado particular. “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos
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le fueron abiertos, y (Juan Bautista) vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él
(Jesús)” Mateo 3:16.
Un símbolo es la representación perceptible de una realidad. Ciertos rasgos del símbolo llevan al
observador a asociarlos a la realidad produciendo un aprecio por las características sugeridas. La paloma es
usada como símbolo para representar al Espíritu Santo. Se usa para hacernos entender su carácter y su actividad.
La paloma es asociada con pureza. Noé abrió la ventana del arca y envió un cuervo que nunca volvió pues
hallaba carne muerta para comer. También mandó una paloma para ver si las aguas se habían retirado, pero ésta
volvió por no hallar donde pisar. Era ave limpia y no comía de la inmundicia. Por eso, volvió al arca. Siete días
más tarde Noé le envió otra vez y esta vez trajo “una hoja de olivo en el pico; y entendió Noé que las aguas se
habían retirado de sobre la tierra” (Génesis 8:12). Otros siete días más tarde, fue enviada otra vez y nunca
volvió indicando que habían encontrado comida limpia de que alimentarse. Fue el comienzo de un nuevo día en
la historia de la raza humana.
El símbolo de la paloma que vino sobre Jesús cuando fue bautizado fue la señal que el Espíritu Santo
descendió sobre el Único en el mundo en que no hubo pecado. Jesús era totalmente limpio y con su perfección
en el poder del Espíritu Santo trajo la salvación por gracia. El emblema de la paloma como símbolo del Espíritu
Santo también sugiere limpieza, inocencia, integridad y lo que es moralmente completo. ¿Qué es lo dijo
Salomón al referirse a su esposa? “Mas una es la paloma mía, la perfecta mía; Es la única de su madre, La
escogida de la que la dio a luz” Cantares 6:9. La paloma no hace daño y el Señor Jesús nos llama a ser
“sencillos como palomas” (Mateo 10:16). Así era Él en su ministerio.
Juan Bautista dio testimonio del evento, “diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y
PERMANECIÓ SOBRE ÉL” (Juan 1:32). ¿Ha visto una paloma posarse sobre un ser humano y quedarse? Lo
que pasó a Jesús no fue ningún accidente sino una señal ex profeso de parte de Espíritu Santo para identificar a
Jesús de Nazaret como el Mesías. Juan dijo: “Yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios”
(v.35). Por cierto, la llegada del Espíritu Santo fue el cumplimiento de la profecía en Isaías 11, “Saldrá una vara
del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de
sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová”
(vv.1-2). En todo su ministerio público, Jesús se mantuvo en comunión con el Espíritu. En su muerte en la cruz,
fue “mediante el Espíritu eterno (que) se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios” (Hebreos 9:14). No hubo
cambio en el carácter de Jesús y su perfección es la que dio valor a la obra que realizó a nuestro favor.
Citas: Génesis 8:8- 12. Envió también de sí una paloma, para ver si las aguas se habían retirado de sobre la
faz de la tierra. Y no halló la paloma donde sentar la planta de su pie, y volvió a él al arca, porque las aguas
estaban aún sobre la faz de toda la tierra. Entonces él extendió su mano, y tomándola, la hizo entrar consigo en
el arca. Esperó aún otros siete días, y volvió a enviar la paloma fuera del arca. Y la paloma volvió a él a la hora
de la tarde; y he aquí que traía una hoja de olivo en el pico; y entendió Noé que las aguas se habían retirado de
sobre la tierra. Y esperó aún otros siete días, y envió la paloma, la cual no volvió ya más a él.
Cantares 1:15. He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; He aquí eres bella; tus ojos son como palomas.
Texto: San Juan Cap. 1, versículo 32. También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía
del cielo como paloma, y permaneció sobre él.
Comentario del texto: Aquí el evangelista parece dar por sentado que los lectores ya conocen los
Sinópticos, pues en éstos la ocasión en que el Espíritu Santo descendió sobre Jesús en forma de paloma está
claramente relatada (Mt. 3:13–17; Mr. 1:9, 10; Lc. 3:21, 22) y no simplemente sobre entendido como en el
versículo 33. Por ello, el escritor del cuarto Evangelio omite informar a sus lectores con claridad que este
acontecimiento tuvo lugar cuando Jesús fue bautizado.
Para el significado de los verbos dar testimonio y ver, véase respectivamente la explicación de 1:7 y de 1:14.
Lc. 3:22 arroja luz sobre varios de los términos que hallamos en Jn. 1:32–34. Así, haciendo una comparación,
descubrimos que lo que Juan vio fue el Espíritu Santo. Por supuesto, el Espíritu mismo no tiene cuerpo y no se
puede ver con los ojos físicos. Pero se nos dice abiertamente que la tercera Persona de la Trinidad se manifestó
al Bautista bajo el simbolismo de una paloma. Lo que se vio físicamente fue una forma corpórea como una
paloma, como también explica Lc. 3:22. No se sabe exactamente por qué Dios escogió una paloma para
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representar al Espíritu Santo. Algunos comentaristas señalan la pureza, la mansedumbre y la gracia de la
paloma, propiedades éstas que, en grado infinito, caracterizan al Espíritu. Es posible que esta explicación sea
correcta. Juan observó que aquella forma corporal reposó (por unos momentos) sobre Jesús; es decir, no
desapareció inmediatamente. Basándonos en pasajes tales como 3:34; Lc. 4:18 y siguientes; e Is. 61:1 y
siguientes, podemos decir lo que Juan vio fue la manifestación visible del ungimiento de Jesús por el Espíritu
Santo. Este ungimiento, como indican las referencias, incluye dos elementos: a. que Dios ordenó al Mediador
para su obra específica, y b. que el Mediador fue capacitado de cumplirla.
Nota: este comentario del Versic. 33. Y yo no le conocía. El Bautista repite que anteriormente no tenía
conocimiento de Jesús en su función del Mesías (véase versículo 31). De ahí que su testimonio sea aun más
valioso, pues le fue dado de lo alto, y se apoyaba en una revelación sobrenatural. Mas el que me envió a
bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien vieres descender el Espíritu, y que reposa sobre él, éste es
el que bautiza con el Espíritu Santo. Juan cita las palabras de su divino Señor. Para una explicación en cuanto
al bautismo con agua en contraposición al bautismo con el Espíritu Santo.
1er Titulo:
Amor (Romanos 5.5. Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.). Pureza Romanos 1:3 y 4. acerca de su Hijo, nuestro Señor
Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el
Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos,)(Es la cualidad de puro, es aquel o aquello que
está libre y salvo de toda liga de pecado, que está exento de imperfecciones morales.)
b. por medio del Espíritu Santo derrama Su amor en su corazón, y lo adopta como hija o hijo propio.
Pero la comparación debe ser llevada un paso más allá, ya que aun la adopción humana no es en realidad
una ilustración adecuada de la adopción divina. En la adopción humana los padres desearían transmitir algo de
su propia carácter o espíritu al niño adoptado. A veces esto sucede hasta cierto punto; otras veces nada de ello
sucede. Pero cuando Dios adopta, él también planta su propio Espíritu en el corazón del adoptado,
transformándole a él o ella en su propia imagen (Ro. 8:15).
Citas: Romanos 15:30. Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu,
que me ayudéis orando por mí a Dios.
Gálatas 5:22-23. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
Pues bien, si la obra de impartir vida se le atribuye al Espíritu Santo, ¿no es lógico que aquí en Ro. 1:4 se le
atribuya también a él la renovación de la vida—la resurrección de Cristo?
Pablo concluye este sumario de nombres de Aquel que es corazón y centro del “evangelio de Dios” (v. 1)
añadiendo: “Jesucristo nuestro Señor”. Este muy significativo título demuestra lo que Aquel a quien se describe
significa para el apóstol: en realidad, para la iglesia en general y para la de Roma en particular. Nótese: “De
Dios Hijo” (vv. 3, 4a) “… nuestro Señor” (v. 4b). Obsérvese también la combinación del nombre personal,
Jesús = Salvador, con el nombre oficial Cristo = el Ungido. La adoración: Señor (Dueño, Gobernante,
Proveedor) es colocada a la par con la apropiación: nuestro Señor. Es por medio de “Jesucristo nuestro Señor”
que el verdadero evangelio llega a su culminación. Aparte de él la salvación es imposible. Con él como nuestro
soberano gozosamente reconocido, objeto de nuestra confianza y amor, la condenación es impensable. Véase
Ro. 8:1.
Cantares 5:2. Yo dormía, pero mi corazón velaba. Es la voz de mi amado que llama: Ábreme, hermana mía,
amiga mía, paloma mía, perfecta mía, Porque mi cabeza está llena de rocío, Mis cabellos de las gotas de la
noche.
Cantares 6:9. Mas una es la paloma mía, la perfecta mía; Es la única de su madre, La escogida de la que la
dio a luz. La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada; Las reinas y las concubinas, y la alabaron.
2° Titulo:
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Paz (Salmo 55:6); Mansedumbre (Gálatas 6:1); y Humildad (San Mateo 10:16).
Comentario:
Salmo 55:6. Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría.
El salmista quiere escapar de la prueba (vv. 6); quiere estar solo. En la batalla contra la maldad el siervo de
Dios tiene que confrontar muchos vientos tempestuosos; preferiría huir.
Gálatas 6:1. Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales,
restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
Mostrad este amor a todos: En contraposición a la rudeza (5:26), el apóstol coloca la mansedumbre. Y dice:
1. Hermanos, aun si alguien es sorprendido en alguna transgresión, vosotros que sois espirituales restauradle
con un espíritu de mansedumbre … Digamos que aquí tenemos a una persona que, sin haber planeado
deliberadamente efectuar una mala obra o embarcarse en un rumbo extraviado, “es sorprendido en una
transgresión”. Aun antes de darse cuenta total de la naturaleza éticamente reprensible o injuriosa del acto, ya lo
ha cometido. Fue “sorprendido”. Entonces se presenta la pregunta, ¿Cómo debe tratarse dicho caso? La
respuesta es que los miembros de la iglesia que son más consistentes en seguir los impulsos del Espíritu (5:16,
18, 25), deben, en un espíritu de dulzura o mansedumbre (cf. 5:23), restaurar al que cometió la falta. La palabra
restaurar significa arreglar, esto es, hacer que algo o alguien vuelva a su posición anterior de integridad o
pureza. De este modo se usa para la reparación de redes (Mt. 4:21; Mr. 1:19) y para el proceso de perfeccionar
el carácter humano (2 Co. 13:11 “perfeccionados”). Cf. Lc. 6:40; 1 Ts. 3:10. La idea principal aquí es con toda
seguridad la siguiente: “La acción a seguir respecto al transgresor debe ser positiva, no negativa. No le dañéis,
sino que ayudadle. Tratadle como os gustaría ser tratados si estuvieseis en su lugar”. Continúa: mirando
constantemente a ti mismo—nótese el cambio del plural (“vosotros que sois espirituales, etc.”) al singular—no
sea que tú también seas tentado. La rudeza o la jactancia no le queda bien a la persona que en cualquier
momento pueda ser tentada también. En lugar de ser santurrón y arrogante, cada uno debe orar según lo que
dice pasajes como Mt. 6:14; 26:41; Mr. 14:38; Lc. 22:40. La persona que piensa que está firme debe cuidar
mucho más de sí mismo, no sea que caiga (1 Co. 10:12, 13).
Nótese cómo Pablo mismo practicaba lo que enseñaba. ¿No era cierto que muchos de los Gálatas habían
errado, y no poco sino seriamente? Con todo, aunque él no los perdonó (1:6;3:1ss; 4:11; 5:7), ¿acaso no los
trató tiernamente (4:12ss, 19, 20)? Este capítulo comienza con una palabra cariñosa, “hermanos”,
San Mateo 10:16.He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como
serpientes, y sencillos como palomas.
Fijaos bien, os estoy enviando como ovejas en medio de lobos. Cf. Lc. 10:3. Enviarlos como “ovejas” (Jn.
10:11, 14, 27, 28) es maravilloso, pero “en medio de lobos” o “entre lobos”, malignos y destructores, equivale a
peligro. Véase sobre 9:36; cf. Ez. 22:27; Sof. 3:3 y Hch. 20:29. Sin embargo, hay un consuelo en el anuncio de
que él, Jesús mismo, es quien los envía. El debe tener su sabio propósito: a. que ellos puedan proclamar allí el
evangelio del reino; b. que al hacerlo puedan reunir las “ovejas” de entre la misma gente que ahora todavía se
llaman “lobos”; c. que de ese modo la fe de los apóstoles sea fortalecida; y d. que todo esto pueda redundar a la
gloria de Dios. Además, el hecho de que él mismo los está enviando significa que está profundamente envuelto
en el ministerio de ellos, porque la frase “Yo os envío” significa “yo mismo os estoy comisionando para que
seáis mis apóstoles, esto es, mis representantes oficiales,443 así que yo estaré trabajando a través de vosotros”.
Esto ciertamente implica protección. Venga lo que venga, están bajo su cuidado amoroso. Si no fuera por esto,
estarían indefensos, porque, ¿qué pueden hacer las ovejas cuando están en medio de lobos?
Sin embargo, al extender este maravilloso cuidado, Jesús no los exime de su responsabilidad personal. Así
prosigue: Por lo tanto, sed sagaces como las serpientes, inocentes como las palomas. En cuanto al primero, aquí
se considera a la serpiente como la encarnación misma de la perspicacia o astucia intelectual (Gn. 3:1). La
cautela y la prudencia de las serpientes se había hecho proverbial. La sagacidad que aquí se recomienda como
cualidad humana incluye el poder captar la naturaleza de lo que a uno lo rodea, trátese de personas o de cosas,
circunspección, sentido común santificado, sabiduría para hacer lo que corresponde en el momento y lugar
oportunos y del modo correcto, un esfuerzo serio para descubrir siempre el mejor medio para lograr las metas
más elevadas, una búsqueda ferviente y honesta de una respuesta a preguntas tales como: “¿Qué aspecto tendrá
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‘al final’ esta palabra o esta acción mía?” “Cómo afectará mi propio futuro, el de mi prójimo, la gloria de
Dios?” “¿Es éste el mejor modo de enfrentar el problema o hay otro modo que es mejor?” Véase Ef. 5:15.
Esta sagacidad nunca incluye un compromiso con el mal. Jesús enseña que es deber del hombre no
solamente ser sagaz como las serpientes, sino también inocente (irreprensible, cf. Fil. 2:15) como las palomas.
En cuanto a las palomas, véase sobre Mt. 3:16; cf. Cnt. 5:2 “paloma mía, perfecta mía”.
Un ejemplo excelente de persona que muestra esta combinación de sagacidad e inocencia es el apóstol
Pablo, como lo señalan abundantemente sus epístolas y el libro de Hechos. En verdad, él es “todas las cosas a
todos los hombres” (1 Co. 9:22), escogiendo cuidadosamente el método adecuado para cada ocasión distinta.
Por ejemplo, véase Hch. 17:22–31 en contraste con Hch. 13:16–41. Es verdaderamente “astuto”. Lo que hace
en Hch. 23:6–8 puede ser considerado “ingenioso”. Sin embargo, es inocente (Hch. 24:16) y exhorta a sus
lectores también a que se aparten de toda forma de mal (1 Ts. 5:22) y que vivan vidas llenas de bondad positiva
(1 Ts. 5:14, 15).
Entre otros en quienes se combinan estas dos características—astucia e inocencia—están: David, en su
relación con el envidioso rey Saúl, quien lo persigue (1 S. 24 y 26); Mardoqueo, en su reacción hacia el
arrogante Amán (Est. 3:2–4; 4:12–14); y Abigail, “mujer prudente y sabia”, en sus tratos con su esposo necio
Nabal (1 S. 25:3).
3er Titulo:
Comentario de Santiago 4.5. Debo tomar 5-6 para mayor comprensión. ¿O pensáis que las Escrituras
dicen en vano que el espíritu que él hace vivir en nosotros tiende hacia la envidia, 6. pero que él nos da una
gracia mejor? Por eso dice la Escritura: “Dios se opone a los soberbios pero da gracia a los humildes”.
Santiago va a las Escrituras para probar lo que acaba de decir. El deja que Dios hable para establecer la
verdad del asunto. Pero hay una dificultad, y es que de las dos referencias que Santiago cita, sólo podemos
identificar la segunda (Pr. 3:34). No tenemos ninguna referencia bíblica clara para la cita en el versículo quinto.
Es más, este texto en particular es uno de los más desconcertantes de toda la epístola y ocupa un lugar entre los
pasajes más difíciles del Nuevo Testamento. Este pasaje no sólo desconcierta al lector porque se refiere a un
pasaje de las Escrituras que no podemos ubicar en el Antiguo Testamento. También se presta a numerosas
traducciones del texto. Finalmente, aunque por cierto no en menor medida, estamos interesados en el
significado exacto de la cita.
a. Origen. El hecho de que no logremos ubicar el origen de esta cita no debe sorprendernos. En otros
pasajes del Nuevo Testamento encontramos citas similares que no tienen origen preciso en las Escrituras. Una
sola mención bastará: Mateo escribe acerca del regreso de José, María y Jesús a Nazaret y dice: “Así se
cumplió lo dicho por los profetas: ‘éste será llamado Nazareno’ ” (2:23). Sin embargo, el Antiguo Testamento
no da ninguna pista acerca del origen de esta profecía.
Los expertos han hecho muchas sugerencias acerca de la fuente de la cita del versículo 5. Uno de ellos
sugiere que las palabras vienen de una combinación de textos (Gn. 6:3; 8:21; Ex. 20:3, 5) que habían adoptado
una formulación característica. Otro piensa que la cita ha sido tomada de un pasaje de la Septuaginta con el
cuál ya no contamos. Aún otro opina que las palabras citadas provienen de un libro apócrifo. Y hay un cuarto
que sostiene que la expresión las Escrituras dicen que está en el versículo 5 tiene que ver con la cita del
Antiguo Testamento que encontramos en el versículo 6. Miremos por donde miremos en búsqueda de una
respuesta a este tema del origen, el resultado es siempre el mismo: no sabemos.
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b. Traducciones. Dado que los manuscritos antiguos carecen de signos de puntuación, los traductores deben
determinar si una oración es una afirmación o una pregunta. He aquí una traducción que formula el pasaje
como pregunta: “¿O pensáis que la Escritura habla en vano? El espíritu, que hizo su morada en nosotros, nos
anhela celosamente. Pero él nos da más gracia porque dice: ‘Dios se opone al soberbio, pero concede gracia al
humilde’ ”. Sin embargo, esta traducción ocasiona más preguntas de las que contesta. En primer lugar, ¿a qué
pasaje de las Escrituras se refiere Santiago cuando dice: “Las Escrituras dicen.”? En segundo lugar, ¿cómo se
relaciona la afirmación el Espíritu … nos anhela celosamente con la pregunta anterior? Y en tercer lugar,
¿cuáles son las razones para no adoptar la fórmula habitual las Escrituras dicen que se usa normalmente al
introducir citas?
Otro problema es la traducción de la palabra espíritu. ¿Se refiere esta palabra al espíritu humano o al
Espíritu Santo? Si entendemos que la palabra se refiere al Espíritu Santo, nos encontramos con “la dificultad
adicional de que en ninguna otra parte de su epístola se refiere Santiago a este Espíritu”. Si Santiago hubiese
estado pensando en el Espíritu Santo, hubiésemos esperado que también se refiriese al Espíritu Santo en los
versículos precedentes y posteriores. No hace tal cosa. La mayoría de las versiones, por consiguiente, utilizan la
traducción espíritu.
Y queda todavía un problema. ¿Debería la parte final del versículo 5 ser traducida “que el espíritu que él
hace vivir en nosotros tiende hacia la envidia” o “que Dios celosamente anhela el espíritu que ha hecho vivir en
nosotros” (como consta en la nota al pie de la versión al inglés NIV)? En otras palabras, ¿tomamos el término
espíritu como sujeto o como objeto del verbo principal? O es el sujeto (“el espíritu tiende hacia la envidia”) o
es el objeto (“Dios anhela el espíritu”).
La clave para entender la cita se encuentra en el término envidia (NIV). En el griego, esta palabra específica
aparece en “los catálogos de vicios”. En el Nuevo Testamento describe la vida asociada con el mundo irredento
(Ro. 1:29; Gá. 5:21; 1 Ti. 6:4; Tit. 3:3; 1 P. 2:1). Esta palabra, entonces, siempre tiene una connotación
negativa en la literatura griega y en el Nuevo Testamento. Debido a que el espíritu del hombre tiende hacia la
corrupción, llegamos a la conclusión de que el término espíritu es el sujeto, y no el objeto del verbo principal
(“el espíritu que [Dios] hizo vivir en nosotros tiende hacia la envidia). El pensamiento del versículo 5 es por
consiguiente una continuación del texto precedente que advierte en contra de la amistad con el mundo.
c. Significado. El teólogo alemán del Siglo XVI Zacarías Ursino se preguntaba si podía cumplir con lo que
Dios le pedía. Llegó a esta conclusión: “No. Tengo una tendencia natural a odiar a Dios y a mi prójimo”. El
espíritu del hombre anhela los placeres de este mundo y busca perversamente su amistad.
¿Es qué entonces no hay esperanzas? ¡Ciertamente que sí! Nótese el contraste establecido por medio del
adversativo pero en la próxima oración (v.6). “Pero [Dios] nos da una gracia mayor”. Dios viene hacia nosotros,
en el amor redentor de su Hijo, que está lleno de gracia. “De la plenitud de su gracia hemos todos recibido una
bendición tras otra”, escribe Juan en el prólogo de su Evangelio (1:16).
Santiago ratifica lo que quiere decir con otra cita. Esta vez sabemos que las palabras provienen del libro de
Proverbios. “El [Dios] se mofa de los orgullosos burladores, pero da gracia al humilde” (3:34). Y puede ser que
estas palabras hayan circulado en la iglesia primitiva como dicho proverbial, puesto que el apóstol Pedro
también cita este texto (1 P. 5:5). Esta cita por sí misma resume la diferencia que hay entre la persona cuyo
corazón está lleno de orgullo y la persona que vive humildemente en dependencia total de Dios.
Dios odia “los ojos orgullosos” (Pr. 6:17) y detesta a aquellos que tienen un corazón orgulloso (Pr. 16:5). El
orgullo ocasiona reyertas (Pr. 13:10) y lleva a la destrucción (Pr. 16:18). “Dado que Dios resiste al soberbio, el
creyente debe aprender a odiar el orgullo y a revestirse de humildad”. Dios, sin embargo, estimará a la persona
“que es humilde y de espíritu contrito” (Is. 66:2).
Citas : Isaías 38:14. Como la grulla y como la golondrina me quejaba; gemía como la paloma; alzaba en
alto mis ojos. Jehová, violencia padezco; fortaléceme.
Isaías 59.11. Gruñimos como osos todos nosotros, y gemimos lastimeramente como palomas; esperamos
justicia, y no la hay; salvación, y se alejó de nosotros.
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