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Venecia, 29th of november

Hoy, fue un día más raro de lo normal, empecé como es de costumbre preparando el desayuno
para el amo Fortunato. Él se levanta muy temprano, así que no debía demorarme en
prepararlo. Cuando de repente, el sonido del timbre me aturdió de sorpresa. No es muy
común que personas vengan a visitarlo tan temprano y menos sin haber avisado por carta, a
pesar de ello, la persona era un amigo muy allegado a él, el conde Maximilien. Él nunca me
inspiró mucha confianza, su cara simplemente me trae malos recuerdos, como cuando me
humilló en frente del amo, por no haberle traído “a tiempo” su copa de Bardolino. En fin, se
sentaron en la gran sala de invitados, que justo queda unida a la cocina a través de una
pequeña puerta de madera. Desde allí pude escuchar algo que a mi parecer era muy gracioso.
Maximilien le comentó al amo Fortunato que su amigo Montressor había realizado una fiesta
privada en la que había anunciado un festín de Chardonnay, un vino que, según había
escuchado del amo, era muy fino y raro de hallar. Sin embargo, el conde, riéndose a
carcajadas, dijo que aquello que presentó no sabía en lo absoluto a un original Chardonnay, y
se lo hizo saber a Montressor de una manera humillante a como acostumbraba, él pensó que
se trataba de una broma, pero cuando de repente en gran multitud los invitados empezaron a
irse de aquel lugar, su cara empezó a tornarse molesta; también mencionó que antes de
retirarse oyó a Montressor susurrar cabizbajo: “Esto es un gran insulto”. El conde terminó la
charla diciendo que haber ido fue una pérdida de tiempo y que nunca volvería a ir a otra de las
fiestas de Montressor. Una vez que terminaron su desayuno, salieron y el amo no regresaría
hasta la noche. Cuando volvió, se sentó en su trono, y en uno de sus tantos monólogos de
melancolía, mencionó algo que parecía encajar en el puzzle, él dijo: “¿Cómo no pude notarlo?,
debí de haberme negado a ayudarlo. Tal vez, no soy tan bueno como pensaba, pero mientras
nadie lo sepa, aquí estoy y sigo siendo mejor que Luchesi. O talvez los que están equivocados
son ellos. Sí, eso es”. Me di cuenta que el amo había metido la pata, sólo espero que ese tal
Montressor no sea tan rencoroso.

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