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Conforme a la última perspectiva, los requisitos específicos para que una magnitud
sea calificada de coste serían los siguientes:
Consumo. La simple posesión de un factor productivo no implica coste. Se debe
sacrificar o consumir dicho input mediante su aplicación a un determinado proceso
industrial.
Consumo necesario. El consumo debe ser necesario para el desarrollo del proceso
productivo. Cualquier utilización innecesaria de inputs atendiendo a las condiciones
normales de la empresa para conferir valor añadido a la producción será
considerada despilfarro de recursos.
Se entiende por “objeto de coste” los productos y servicios prestados por la empresa,
los centros funcionales, los procesos, las actividades, etc. Cuando el objeto de coste
es el producto que fabrica la empresa se le denomina portador del coste.
Según este criterio, se distinguen los costes directos y los costes indirectos:
Costes directos
Son aquellos costes relacionados con un objeto de coste al que pueden asignarse de
forma cierta y económicamente asumible. Es decir, es posible calcular su medida
técnica y económica en condiciones de certeza. Por ejemplo, una empresa dedicada a
la fabricación en serie de mesas de pino, la madera consumida es coste directo de las
mesas que fabrica.
En esta situación no será necesario utilizar métodos subjetivos para repartir el coste
entre varios objetos de coste, en tanto existe una medida física de la cantidad de factor
consumida por cada objeto (producto, centro, actividad,…) y se asigna por su
consumo cierto.
Costes indirectos
Son aquellos costes relacionados con un objeto de coste al que no pueden asignarse
de forma cierta o económicamente asumible. Los costes indirectos son consumos de
factores vinculados a varios objetos en común y asignados a éstos mediante un
adecuado método de reparto. Es decir, se desconoce qué cantidad de factor ha
consumido cada producto, centro o proceso, ya que no existe una medida objetiva del
consumo. Por tanto, para estos casos la asignación (imputación) deberá realizarse
utilizando algún criterio de reparto o “clave de distribución” que deberá ser
representativa de la relación entre los factores consumidos y el objeto de coste y
operativa. Por ejemplo, los materiales auxiliares son costes indirectos respecto a los
productos fabricados, ya que no resulta económicamente rentable que la empresa
establezca procesos de toma de datos para controlar la medida individualizada de su
consumo.
Por tanto, para calificar un coste de directo o indirecto es preciso indicar siempre la
referencia relativa a su objeto de coste. Es decir, un coste no es directo o indirecto por
sí mismo ya que un mismo coste puede ser directo o indirecto en función del objeto de
coste considerado.
Además, el que un coste sea directo o indirecto depende del interés de la empresa en
el grado de control que desee ejercer sobre él. Es decir, para aquellos consumos que
tienen un mayor componente en el coste de producción serán medidos y controlados
(materia prima y mano de obra directa), pero si la empresa es altamente tecnológica le
interesará controlar de forma individualizada el coste de la amortización de los equipos
industriales.
Costes fijos
Costes variables
Costes cuyo consumo fluctúa ante cambios en el volumen de producción. Por ejemplo,
la materia prima consumida dependerá de las unidades fabricadas o las reparaciones
de la maquinaria dependerán de su participación en el proceso productivo. A su vez,
los costes variables se clasifican en:
Los costes semivariables poseen dos tramos, uno fijo independiente del volumen de
producción y otro variable. Por ejemplo, los costes por consumos de suministros
(energía, agua, teléfono, etc.) o la retribución a comerciales de la empresa.
Las cifras de coste no son únicas y exactas. Por este motivo existen una serie de
condicionantes que confieren a las cifras de coste un carácter relativo. Dicha
relatividad se refleja a través de:
1. Incertidumbre en la valoración de consumos (factores de coste). En numerosas
ocasiones, tanto la magnitud técnica como la económica del coste, no se pueden
calcular de forma objetiva. Por ejemplo, si se pretende calcular el consumo de
materias primas y éstas estuvieran valoradas a precios distintos, la magnitud
técnica del coste sí estará determinada objetivamente, sin embargo, la expresión
monetaria de dicho consumo o magnitud económica variará dependiendo del
criterio de valoración de las salidas de almacén que utiliza la empresa. En otras
ocasiones, ambas magnitudes se deben de determinar recurriendo a criterios
subjetivos (depreciación de los elementos de inmovilizado).
2. Incertidumbre en la imputación de costes. En este caso, el problema nace de la
existencia de costes indirectos cuya imputación a los objetos de costes (centros o
productos) se tendrá que realizar mediante la utilización de alguna variable de
referencia o clave de distribución.
3. Sujeto de coste. Ente que debe soportar el coste. Los costes serán diferentes para
sujetos de coste diferentes (el coste de una central nuclear no será igual para la
empresa que para la comunidad donde está ubicada).
4. Finalidad del coste. Según sea el fin al que se destinen los costes en la empresa
(para confeccionar presupuestos, establecer de una forma adecuada políticas de
préstamos o para analizar la eficiencia interna de la empresa, etc.) se utilizarán
diferentes conceptos de coste, de ahí la expresión “diferentes costes para
diferentes propósitos”.
Tras definir el coste según la perspectiva indicada, se establece una delimitación del
coste con otros conceptos afines tales como gasto económico, gasto contable,
inversión y pérdida. En este sentido, se concluye que si el gasto (contable) es
necesario para la producción sería calificado de coste. En este caso, mientras el coste
explícito se pone de manifiesto mediante una transacción (salida de activos), el coste
implícito no implicaría una entrada de activos ni transacción (coste de oportunidad).
tipologías. Para establecer una clasificación de los costes se utilizan diversos criterios,
entre ellos destacamos la Asignación mediata o inmediata al objeto de coste (costes
directos e indirectos), Comportamiento ante variaciones en el nivel de actividad (costes
fijos y variables), Momento de cálculo respecto al proceso productivo (costes históricos
y estándar) y Afectación temporal o cálculo del resultado (costes del producto y del
período).
Por último, se detallan los cuatro principales condicionantes que confieren relatividad a
las cifras de costes. En concreto, la incertidumbre en la valoración de consumos
(factores de coste), incertidumbre en la imputación de costes, sujeto de coste y
finalidad del coste.