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108 ENTRE LA GUERRA Y LA PAZ
1:iclo alguno. Vemos que hay países que de hecho han dejado
tic. c-ombatir. aunque formalmente el estado de guerra se man-
llc.iic: otros, por el contrario, mantienen una paz aparente en
I:I ~ I I C menudean las agresiones de una y otra parte. El Medio
( )i.ic.rilc ha sido y es un claro ejemplo.
te. Debemos pensar que hay otros pueblos y que para hacer la
guerra se requiere, cuando menos, el concurso de alguno de
ellos; o si se prefiere, para que no haya guerra ninguno debe
estar dispuesto a hacerla.
Pero aun así, los llamados pueblos pacíficos se han visto en-
vueltos en guerras interiores, porque elementos del propio pue-
blo han evidenciado y evidencian una manifiesta hostilidad. En
procura de un declamado "cambio" se provoca, mata y destni-
ye. La violencia para ciertas agrupaciones es s u idioma natural,
donde el acto terrorista es un anticipo de mayor terror.
Amar la paz no debe significar ignorar que la guerra como
acción humana sigue existiendo. Prolongados penodos de paz
no deberán relajar las defensas de una sociedad, la posibilidad
de que la paz se quiebre. externa e interna, siempre estará la-
tente. Cuanto más desprevenido nos encuentre, tanto más
graves las consecuencias. Desde un enfoque moral, la ingenui-
dad no es pecado, pero considerada a la luz de las responsabi-
lidades que gobierno y clase dirigente tienen para con el país.
es un crimen indisculpable. Además, pienso que debe reflexio-
narse, que así como se "hace la guerra" también "se hace la
paz", ésta no nos está regalada; la paz se hace cuando infundi-
mos respeto, cuando el Poder del Estado existe y es creíble.
En los últimos tiempos han ido tomando forma ciertas in-
tervenciones militares que se acomodan en el espacio que mc-
dia entre la guerra y la paz.
Me refiero a lo que los documentos del gobierno de los Esta-
dos Unidos denominan: peacernaking y pea~elceeping.~ Aml);is
variantes se apoyan en el respaldo jundico del Consejo dr Sta-
guridad de las Naciones Unidas y en la participación dc liir-r-
zas multinacionales, cuanto más banderas mejor. El dociimr.ii-
to sobre Estrategia de Seguridad Nacional emitido por In (::ilin
Blanca en enero de 1993, en la página siete conticnr el sl
guiente subtítulo: "Cómo podemos influir en el futuro".
En el expresa que la Guerra del Golfo y las sijiuicntcs crlsloi
otorgaron la oportunidad de convertir a las Nacionc.s I J i i 1 t l : i r
en el instrumento clave de la seguridad colectiva. 1 ~ )1CliI:itlíi.c
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Unidos a través de s u s capacidades drbcn rcforz;ir ;rl oi'f::iiil*i
mo a los efectos de prevenir conlliclos rlcsnrrollni~tlncipt.i . ~ t . l t i
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ROBERTO LUIS PERTUSIO 111