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SEMINARIO DE SEÑOR SAN JOSÉ DE LA

ARQUIDIÓCESIS DE GUADALAJARA

INSTITUTO DE TEOLOGÍA
“SAN CRISTÓBAL MAGALLANES”
AFILIADO A LA FACULTAD DE TEOLOGÍA DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD LATERANENSE

EXAMEN DE BACHILLERATO

MATERIA: TEOLOGÍA SACRAMENTARIA


EL BAUTISMO SACRAMENTO FUNDAMENTAL

EL BAUTISMO SACRAMENTO FUNDAMENTAL


I. El bautismo en los escritos del Nuevo Testamento.
1) San Pablo.
Líneas teológicas de fondo:
a) El bautismo supone el kerigma y la fe.
b) Debe ser conferido siempre en el nombre de Cristo, no se es solo lavado por los pecados, sino
que expresa una precisa relación con Cristo. Sintetizando con términos como “morir con”,
“resucitar con”, “revestirse de”, “ser en”.
c) Como efecto y expresión. Efecto-remisión de los pecados que comunica el ES. Expresión- de
luz con respecto a la oscuridad.
d) Como el sacramento que estructura a la Iglesia, Pablo lo entiende como el nuevo Pueblo de
Dios, un organismo bien articulado, ligado a Cristo como su cabeza.
Comunión con Cristo
Este es el punto de partida a Cristo:
a) Tiene como presupuesto la fe en Cristo muerto y resucitado
b) Por el bautismo participa de la obra salvífica de Cristo.
¿Cómo considera la comunión con Cristo?
1. El bautismo significa incorporación en la realidad de la muerte de Jesús (Rm 6, 3).
2. La muerte de Jesús, de algún modo, se representa en cada presentación bautismal. Por el
bautismo, el bautizado tiene una comunión íntima con Cristo crucificado.
3. El ser bautizados en la muerte de Cristo también indica participación con Él de su resurrección.
Obtener el fruto de la obra de la obra salvífica con Jesús, que nos ha dado muriendo sobre la cruz
y resurgiendo de entre los muertos. Al menos en este texto, no es muy claro Pablo en poner
“resucitar con”, porque su intención era la de exhortar al bautizado a vivir una vida santa en el
Espíritu Santo, en sintonía con la realidad de la resurrección.
4. Pablo entiende como comunión, ser liberados de la influencia del pecado. La unión con Cristo
es tan estrecha que no tiene sentido continuar viviendo en el pecado. No debemos ser los que
éramos, sino que debemos llegar a ser, delante de Cristo, hombres nuevos.
5. Estar unidos a Cristo, según Gal 3, 26-29, es estar revestido de Cristo. Esto significa:
+ Ser revestido por Cristo + Ser sellados por Cristo, consagrados.
+ Ser lavados por Cristo + Comunicación del Espíritu Santo
6. La relación entre la fe y el bautismo queda articulada en tres aspectos:
 La fe es una disposición que prepara para recibir el bautismo (Hch 8, 12; 18, 8).
 La fe como profundización (Rm 6, 3; 1 Cor 6, 11).
 La fe que robustece nuestra entrega a Dios.

2) El mandato dado por Cristo


Los apóstoles y sus colaboradores solamente cumplieron a la letra la misión que les diera el
Maestro: vayan y hagan discípulos míos a todos los pueblos (cf. Mt 28, 19-20; Mc 16, 15-16).
Desde la era post-pascual, para la primera comunidad cristiana era un punto de referencia el
bautismo. ¿Cuáles eran las líneas de fondo? ¿Cómo veían el bautismo los primeros cristianos?
1. Eran conscientes de la necesidad del bautismo en la comunidad cristiana.
A. Incluso la conversión de Pablo se ve coronada por el propio bautismo. Incluso, 1 Co 12, 13 en
ese texto ya se supone una comunidad bautizada.
B. Se habla en Rm 6, 3 de una pequeña comunidad de bautizados en Roma.
2. Además, los primeros cristianos pensaban que su bautismo no se confunde con ritos judíos de
purificación, ni con el bautismo de Juan.
3. El bautismo es administrado en el nombre y por el nombre de Jesucristo (Hch 2, 38; 8, 16; 19, 5;
10, 48). En 1 Co 1, 13-15 se ve obligado a recordar que han sido bautizados en el nombre de
Cristo. Para Pablo es claro que en el nombre de Jesucristo se resume toda la obra de la redención
y que esa salvación se confiere en el nombre de Cristo al bautizado.
A. En la Iglesia de los orígenes, el bautismo administrado en nombre de Jesús es uno de los
puntos fundamentales que distinguen a los otros ritos.
4. El bautismo en estos años ya supone el Cristo predicado y creído. Ésta es la conditio sine qua
non un hombre no puede ser admitido al bautismo. No tenemos ningún testimonio de que se haya
administrado el bautismo, sin una previa catequesis. La fe mueve al bautismo, y al mismo tiempo,
el bautismo sostiene la fe. La fe es principio del bautismo, y éste sostiene la fe.
5. El bautismo perdona los pecados y comunica al Espíritu Santo (Hch 2, 38). Éstos elementos:
conversión, fe, perdón, comunicación del Espíritu Santo; son el contenido constitutivo del
Bautismo.
3) Hechos de los Apóstoles
El bautismo es uno de los aspectos en que más insiste. Desde Pentecostés, y de las primeras
manifestaciones en la Iglesia, los que creen en la Palabra de los apóstoles reciben el bautismo
(Hch 2, 37-41). El bautismo es una práctica desde la Iglesia naciente. Después de estos
acontecimientos de Hch, después de cada anuncio y predicación, era muy común que concluyeran
con el bautismo. Por ejemplo, las predicaciones en Samaria, conversiones en masa casi anónimas
(Hch 18, 8), también se nos narran bautismo individuales (16, 38), o incluso la de mismo Pablo
(9, 18), o la de Cornelio (10, 47), Lidia (16, 14), el carcelero y los suyos (16, 19-33).

4) Perspectiva de Juan
Como lo hemos visto con san Pablo, se habla de una doctrina bautismal es Cristocéntrica.
No debemos olvidar las líneas teológicas de Juan. Tomamos en consideración, ante todo, el texto
de Jn 3, 1-15. En el v. 3 vemos que el hombre no puede ser renovado, sino solamente por Dios.
¿Qué entendía Jesús con renacer? Entendía como una acción de la gracia, venida de Dios,
operada en el hombre.
En el v. 5 precisa aún mejor el renacimiento de lo alto. Aquí el bautismo es concebido:
 como un renacimiento por el agua y el espíritu.
 como comunicación del Espíritu todavía en una concepción veterotestamentaria (es decir,
como el Espíritu de Dios que al final de los tiempos transformará nuestros corazones,
haciéndolos capaces de seguir hasta sus últimas consecuencias la voluntad de Dios, cf. Ez
11, 19; 36, 25; Is 44, 3; Jer 31, 33).
 Precisamente, para san Juan el bautismo es la perfecta purificación y transformación del
hombre como obra de Dios.
El evangelista Jn evidencia aún más que Pablo el carácter pneumatológico del bautismo.
Resumiendo, podemos decir:
1. el bautismo es la causa de nuestro renacimiento;
2. la redención de Cristo se cumple en la historia en el bautismo de cada uno de nosotros.
3. el testimonio del Espíritu Santo hace posible conocer al Hijo de Dios, como enviado del Padre.
4. se ve que el bautismo es el comienzo de la vida cristiana; el bautismo como el comienzo de la
misión del ES en el bautizado, todo esto fruto de la obra salvífica de Jesús.
Con todo lo anterior, queda suficientemente claro y fundamentado con la Iglesia
apostólica, que el bautismo ha sido instituido directamente por Cristo (Mt 18, 28).
Conclusión
Los textos de Mt 28, 19s y Mc 16, 15 expresan el mandato de ir a todas las naciones
bautizándolas en nombre de la Trinidad. Estos textos de tono misionero da a los apóstoles la tarea
de propagar el Evangelio de llevar la Buena Nueva a todo el mundo. Ambos textos son de una
época posterior a los escritos paulinos, lo cual se demuestra por:
1. Se recibe expresamente de Dios el mandato
2. Aparece la Trinidad
En los escritos del NT, este es el único texto (Mt 28, 19) donde aparece la fórmula trinitaria, ya
que en los testimonios precedentes se habla de un bautismo en nombre de Jesús.

II. Desarrollo histórico dogmático


1. Bautismo y profesión de fe trinitaria
a) Vista general del NT
Nos centraremos en el bautismo de Jesús en el carácter trinitario. Hasta lo que hemos
visto, el bautismo era realizado en el nombre de Jesús. Pero, para los cristianos no era extraño
entender que si Jesucristo es Hijo, la persona ya tenía la fe en Dios Padre (cf. Rm 1, 4), y
precisamente, aquel que el Padre ha enviado como último testigo, en su nombre es una persona
bautizada. Jesús es el que ha sido mandado por el Padre y el que ha resucitado de entre los
muertos por medio de la gloria del Padre. Incluso, para Pablo y los primeros cristianos estaban
muy concientes que Jesucristo era enviado por el Padre (Rm 15, 6; 2 Cor 11, 31, Ef 1, 3; Col 1, 3;
1 Cor 8, 6).
Otro punto decisivo en este desarrollo dogmático es cuando aparece la presencia del
Espíritu Santo. Para Pablo, Cristo ha sido exaltado por el Espíritu, presente y operante en la
comunidad. Son dos entidades distintas. Para él, no se accede al Espíritu sin Cristo, y a Cristo
sólo a través del Espíritu. Por tanto, el ES no es mismo que Hijo, ni tampoco el mismo que el
Padre. Para Pablo, el ES es quien en el hombre y en la Iglesia lleva a pleno cumplimiento cabal la
salvación operada por Cristo. Se trata de dos modos simplemente de interpretar una misma
realidad.

b) Evolución postbíblica
El testimonio más antiguo se nos da en la Didaché (s. I-II). El texto nos habla de los
ayunos que debía practicar el ministro y el que había de ser bautizado. Incluso nos da reglas
precisas del agua durante el rito. De norma, el agua debe ser corriente, pero, excepcionalmente se
podrá bautizar con otra agua. Puede ser fría, aunque no se excluye la caliente. Si no es posible el
bautismo por inmersión, se puede hacer por aspersión, 3 veces, en el nombre de las 3 divinas
personas.
A través de este documento sabemos que se bautizaba en el nombre de la Trinidad.
También aparecía en una forma primigenia y naciente de profesión de fe.
San Justino.
Tiene una concepción Cristológica del bautismo, pero éste debe ser rigurosamente trinitario. Esto
lo sabemos gracias a sus apologías, en diversas frases:
 El bautizado debe serlo en el nombre de Dios, Padre y Señor de todo el
mundo, y en el nombre de nuestro de salvador Jesucristo y del Espíritu Santo. El bautismo
para San Justino era entendido como lavado e iluminación.
 Quien recibe la iluminación es lavado en el nombre de Jesucristo que ha
sido crucificado bajo Poncio Pilato, y en el nombre del Espíritu Santo, que por medio de
los profetas se ha anunciado todo lo que se refiere a Jesús. Apo I, 61.
San Hipólito (+235-236)
Su mayor obra, la Traditio apostolica. En esta obra se nos ilustra acerca de las celebraciones
bautismales que se celebraban en la comunidad cristiana de Roma, al inicio del tercer siglo. En
aquel rito, se les hacían las siguientes preguntas: ¿Crees en Dios Padre omnipotente? ¿Crees en
Jesucristo, Hijo de Dios, que nació de María Virgen, fue crucificado bajo el poder de Poncio
Pilato, murió y resucitó al tercer día de entre los muertos, subió al cielo y está sentado a la
derecha del Padre y que vendrá a juzgar a vivos y muertos? ¿Crees en el Espíritu Santo presente
en la Iglesia Santa?
 También san Hipólito nos habla de la unción postbautismal que se concluía
con la siguiente oración: A ti el honor, Padre e Hijo con el Espíritu Santo, en la Santa
Iglesia, ahora y en la eternidad.
 La unción era acompañada por las siguientes palabras por el obispo: Yo te
unjo con el Santo Oleo en Dios Padre Omnipotente y en Jesucristo, y en el Espíritu Santo.
San Agustín
Su teología está bien articulada. Él hace resaltar que Cristo es el ministro del Sacramento. Pero
también sostiene que aquello que la Iglesia califica como sacramento de la Iglesia es aquella
acción de lavado de la fe de la Iglesia. Distingue entre bautismo validamente administrado, y el
que además produce frutos. El primero sería el de los herejes; mientras que el otro produce los
efectos en plenitud. Entonces, cuando un hereje se convierte y se bautiza, pasa a ser bautizado
con todos los frutos. San Agustín, por lo tanto, no prevé un segundo bautismo para los herejes,
porque éste es válido: la razón teológica es que junto con Él está el Dios Trinitario. Esta
distinción, con la que el bautismo marca al recién bautizado, no se pierde con el pecado mortal.
Dice, hablando de los herejes, que el desertor no pierde jamás esta insignia. Él lo aplicaba de
modo especial a los donatistas que se bautizan en el nombre de Cristo, y con él en la Trinidad.
Para Agustín, el bautismo de los herejes no debe confundirse con su herejía. El bautismo
correctamente administrado pertenece a Cristo y a su Iglesia. Por lo tanto, san Agustín distingue
entre bautismo válido y fructuoso, aunque siempre estuvo en contra de la irrepetibilidad de él. Él
entiende por fe bautismal, la fórmula de los sacramentos (forma sacramenti), es decir, la fe de
Iglesia y la fe que apropia el bautizado; y por fórmula entiende la palabra de fe eficaz en el
sacramento. De esto se desprende que:
1. el bautismo es dispensado válidamente donde quiere que sea, según la norma
eclesiástica;
2. Puede bautizar cualquier cristiano laico; siglos posteriores se plantearía la posibilidad
de que bautice un no cristiano;

En el siglo IV, todavía antes de que se definan los temas trinitarios existe ya una
concepción clara de que el bautismo debe ser en el nombre de las tres divinas personas.
El sínodo de Arles en el 314, los donatistas que sedeaban reingresar a la iglesia eran
reintegrados pidiéndoles la profesión de fe en las tres divinas personas es decir su bautismo
era considerado valido.
San Ambrosio de Milán
En el siglo IV, la concesión de que el bautismo debe ser trinitaria es mas clara aunque no
del todo, sin embargo el bautismo conferido en el nombre de Jesús es valido si en El se contienen
de manera implícita los nombres de las otras dos divinas personas. Que ha recibido el bautismo
en nombre de Jesucristo no debe ser rebautizado. Hasta este momento histórico, podemos decir
que hay diferentes posiciones:
1. El bautismo en el nombre de Jesús es valido Hugo de San Víctor y Pedro Lombardo
2. En el nombre de Jesús solo bautizaban los apóstoles por gozar de un privilegio
especial.
3. Este modo de bautizar en el nombre de Jesús, nunca tuvo validez alguna.

III. La disputa del bautismo de los herejes


Profundicemos acerca del conocimiento del bautismo viendo el bautismo de los herejes en
el siglo III que es cuando aparece el problema a partir de dos corrientes diferentes, en que si tenia
validez y que no la tenia. Para los cristianos de África el Bautismo no tenia validez por lo tanto
se tiene que repetir por:
1. Los herejes en cuanto pecadores y enemigos de Dios no poseen el Espíritu Santo ni la
gracia, por lo tanto el que bautiza no puede comunicar al Espíritu Santo ni la gracia a
otro.
2. Fuera de la Iglesia no hay salvación y Cristo ha confiado los sacramentos a los
apóstoles y ellos a sus sucesores.
3. Lo herejes no profesan la fe en el Dios Trinitario, no pueden ejercer el bautismo en el
nombre del Espíritu Según el mandato de Cristo, es mas se bautizan y no pronuncian
bien la formula bautismal.
El punto de partida es distinto, la validez del sacramento no esta en la validez del
sacramento. Sino en Cristo verdadero y propio ministro de sacramento, Roma trata el tema del
bautismo mucho mas objetivo. En el año 381 concilio I de Constantinopla se prohíbe rebautizar
al hereje que quiere. Regresar a la Iglesia DZ 1117 Ef. 4, 5 no depende la validez del bautismo
del ministro.

IV. Concilio de Trento


De modo particular dedica 14 cánones para hablar del Bautismo (Dz 1614-1627). El
canon I (Dz 1614) pone en evidencia que hay una distinción real, verdadera, auténtica del
bautismo de Cristo con aquel de Juan. Tanto así que el bautismo no se puede considerar como una
ceremonia; ni solamente son signos o símbolos. Son todo eso y más. Es decir, produce la
remisión de los pecados; produce la gracia.
De hecho, el Concilio de Florencia en su decreto para los armenios (Dz 1310), ya había
precisado que en los signos de la antigua alianza, aquel signo no contenía la gracia, pero sí
orientaba hacia ella, mientras los signos salvíficos de la nueva la contienen y la comunican.
El canon II pone en guardia el riesgo de banalizar el término símbolo en el bautismo.
El canon IV es un decreto para los armonios. En éste se aclara que aún el hereje puede
bautizar válidamente, siempre que tenga la intención de hacer aquello que la Iglesia quiere
realizar y se respete la forma que la Iglesia ha elegido para este sacramento.
El canon V resalta la necesidad del bautismo en orden a la salvación. En los cánones VI y
X Trento insiste en que el bautismo no sólo implica creer sino seguir los mandamientos de Dios;
implica seguir la ley íntegra de Cristo y también los decretos de la Iglesia.
El canon XV nos recuerda que el bautismo es único y se excluye la posibilidad de la
reiteración. Y en estos cánones se defiende la posibilidad del bautismo de los niños.

V. Incorporación a la Iglesia
a) Bautismo como sacramento fundamental
En los manuales neoescolásticos, el bautismo es considerado como un sacramento que
produce gracias marcadamente individualistas. De esto hablan en cuatro puntos:
1. La gracia de la justificación cancela la culpa original
2. El bautismo obtiene también la condonación de penas de los pecados temporales o
eternos.
3. Imprime el sacramento un signo indeleble.
4. El bautismo nos asemeja al Sumo Sacerdote Jesucristo, y nos hace participar de su
sacerdocio.
Sin embargo, hoy se pone mayor evidencia, en cambio, en el aspecto eclesiológico. La
razón fundamental es, según Rahner, antes de expresarse a través de los sacramentos, el
sacramento original que expresa y comunica la salvación, y de alguna manera congrega a la
Iglesia, es el bautismo. Pero también tiene dos razones bíblicas:
 AT. En el AT el sujeto de la salvación es el Pueblo de Dios, la gente, la ecclesia y
no un ser singular en cuanto tal. El individuo puede participar de la gracia en
cuanto miembro de este pueblo de la promesa, únicamente en cuanto este miembro
de la promesa. Entonces, el efecto primero del bautismo es la relación que se
establece con la Iglesia, y con Cristo, porque la Iglesia es cuerpo de Cristo.
 NT. En él no se conoce ningún testimonio de ningún ser en particular que haya
sido admitida a la Iglesia a través del Bautismo.
Gracias a los estudios de Rahner, Schmaus, Schneider, vemos su influencia en SC 69, LG
11. 31, AG 15. Rahner dice que “Dios con el bautismo gratifica al hombre y lo salva en su
individualidad porque está incorporado en la Iglesia. La pertenencia a la Iglesia es el primero e
inmediato efecto de la iniciación que hoy el cristiano recibe. El bautismo es la base de la
identidad cristiana. Quien no recibe el bautismo no puede recibir válidamente a ningún otro
sacramento ni ejercitar válidamente alguna otra autoridad”.
b) Bautismo e inserción en la Iglesia
La Iglesia no es simplemente una asociación de personas. No es un club social que se
realizan a sí mismas; si no que es el Pueblo de Dios que Cristo mismo ha convocado en el
Espíritu Santo, como bien lo dice LG 6: “La grey de Cristo no deja de ser guiada y nutrida por
Cristo mismo Buen Pastor y príncipe de los pastores, Ella ha sido plantada por el agricultor
celeste como viña electa porque Cristo es el que reúne y unifica al Pueblo de Dios en el Espíritu
Santo”. Por lo tanto, el Bautismo no es solamente el ingreso a la comunidad cristiana de un modo
pasivo, sino que somos realmente acogidos como miembros de la Iglesia.
Teniendo como trasfondo a 1 Cor 12, 13 decimos que la criatura humana no se hace así
mismo miembro de la Iglesia, sino que la Iglesia lo recibe. Por eso, dice Pablo, nosotros todo no
hemos sido bautizados para formar, sino un solo cuerpo; para formar una comunidad, una
congregación. Bajo esta perspectiva teológica, entendemos que aun los ministros ordinarios del
bautismo, son ministros y no dueños; y en último término, de Dios. El obispo, el sacerdote y el
diácono no dejan de ser ministros.
En caso de emergencia toda persona puede administrar el bautismo respetando la forma
prevista (CIC 861-863).
c) Bautismo y pertenencia a la única Iglesia
La incorporación que se actúa mediante el bautismo tiene como fin la única Iglesia. En 1
Cor 12-13 se dice que todos nosotros hemos sido bautizados en un solo espíritu para formar un
sólo cuerpo. En Gal 3, 28 señala la unidad de todos en Cristo Jesús. Bajo la perspectiva teológica
de LG 32, decimos que el bautismo es un sacramento que crea comunidad y comunión. Slink dice
que en cuanto bautizada una criatura no es más o vive de modo singular, sino que es miembro del
Pueblo que Dios une mediante el Espíritu Santo.
¿Cómo conciliar que el bautismo tenga el cometido de hacer comunidad y comunión con
la existencia de muchas iglesias? Precisamente este es el gran escándalo de los cristianos, pues
las múltiples Iglesias deforman la unidad que el bautismo constituye, mientras que el fin de todo
ecumenismo debe ser superar, paso a paso, tal deformación. De tal manera que los bautizados, en
las Iglesias que sean, se preocupen de trabajar ad intra, sino que se preocupen por trabajar ad
extra.
d) El bautismo e identidad eclesial
El bautismo que nos incorpora a la Iglesia debe hacer que el bautizado participe de la
entera misión de la Iglesia. En el bautismo, cada fiel debe ser habilitado para ser corresponsable
en la actividad misionera de la Iglesia (cf. LG 33). El apostolado de los bautizados no es un mero
servicio, sino que debe ser una obligación. El Concilio nos muestra claramente que la identidad
cristiana es definida por el bautismo. Cada bautizado es miembro activo y responsable de la
Iglesia.
Todo aquel que es bautizado y que cree, espera y ama participa responsable de la misión
salvífica de la Iglesia en su doble dimensión, al interno y al externo. (LG 30, 31. 33 AA 5. 9). El
laico, por su bautismo, está llamado a cooperar en la construcción de la Iglesia al interno y de
favorecer la misión de la Iglesia en el mundo entero: dos tareas ligadas indisolublemente.
2. Bautismo como elemento trinitario
La incorporación en la Iglesia implica un particular modo de vivir. Es el bautismo la
comunión con el Señor crucificado y resucitado. Esta incorporación bautismal a la comunidad
eclesial significa asumir en todo el modo de vivir de Cristo; tanto así de poder junto con Pablo en
Gal 2, 20 “Yo no soy quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí”. Este Cristo muerto y
resucitado es al que yo debo apegarme. (homoiuma= apegarme). Este Cristo está profundamente
ligado en la comunicación del Espíritu Santo. Jesucristo muerto y resucitado en íntima relación
con el ES, tanto así que el bautizado no tendría la capacidad de creer ni de decir la palabra Jesús,
si el Espíritu Santo no lo mueve. Igualmente, no se puede hacer oración si el Espíritu Santo no
nos mueve en esa gracia (Rm 8, 4). En la medida que el Espíritu Santo mueve el corazón y el
querer de los bautizados, se hacen capaces de percibir el amor de Dios y al prójimo que debe
animar constantemente el crecimiento de la Iglesia. El bautismo, por la fuerza de Cristo muerto y
resucitado, y por la fuerza del Espíritu Santo, la Iglesia nos acoge en el misterio trinitario.
4. El bautismo como justificación
El bautismo confiere, a quien lo recibe, 4 connotaciones:
1) Participación de la vida divina.
2) Nos hace criaturas nuevas. 4) Nos libera del pecado, de la culpa
personal y de la culpa original en el
3) Nos libra de la muerte.
infante.
Esta transformación la encontramos en Ef 2, 4-6. Algo similar encontramos en 2 Cor 5, 17. En
estas dos citas, podemos corroborar las 4 notas anteriores.
En el NT encontramos la idea del bautismo como justificación con las siguientes palabras:
+ Nueva criatura: Gal 3, 29. El bautizado es + Salvado: Rm 5, 9
titular de la herencia. + Justo: Rm 5, 9
+ La nueva criatura se hace hijo: + Quien ha logrado la victoria sobre la
+ Obra del ES: Rm 5,5 muerte: 1 Cor 15, 54
+ Rescatado: Rm 3, 24 + Al que se la ha perdonado la culpa: Ef 1, 7
+ Justificado: Rm 5, 9 + Al que se le ha librado de la esclavitud:
Heb 2, 15
+ Liberado: Rm 6, 18

4. Necesidad del Bautismo para la salvación


a) Dato bíblico
En la primera predicación de Pedro en Jerusalén, la fe y el bautismo íntimamente
enlazados, aparecen como las vías salvíficas que se abren para el cristiano (Hch 2, 38). En el v.
40 queda de manifiesto la fuerza de Pedro: con muchas otras palabras los exhortaba para que se
bautizaran. Esto quiere decir que para él, el bautismo era necesario para la salvación. Pero, esto
no quiere decir que el bautismo sea un camino exclusivo. En Hch 4, 12 queda claro que no hay
ningún otro nombre bajo el cielo por el cual nos podamos salvar.
San Juan, en 3, 5-18 nos dice que quien cree en él no es condenado, pero quien no cree ya
ha sido condenado, porque no ha creído en el hijo de Dios. En relación al bautismo, si uno no
renace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. En el mismo Jn 3, 8.
En Hch 4, 12 dice que no existe ningún otro nombre bajo el cielo por el cual podamos ser
salvados. En Jn 3, 18 afirma que quien cree en Cristo no está condenado, pues si uno ...
En Mc 16, 16 dice que quien crea y sea bautizado se salvará. El bautismo, por tanto, es el
sello de la fe en Cristo; es el instrumento que produce la salvación; el camino que conduce a la
salvación; pero no un sentido exclusivo. Para Mc, y análogamente para Pablo, la fe es precedida
por el anuncio y que ésta haga resurgir la fe. Si no hay predicación no hay fe, y si no hay fe no
hay posibilidad de adherirnos a la persona de Cristo. Por lo tanto, para el cristiano, y en
consecuencia para la Iglesia entera, la profesión de fe en el único redentor, junto con el bautismo,
ratifica nuestra adhesión, desde luego al Dios Uno y Trino, y en consecuencia a la Iglesia.
b) El Concilio Vaticano II
Para el Concilio, de modo particular en LG 14-16, AG 7, expresamente hablan de la
posibilidad de salvación de todos los hombres de buena voluntad, aunque no estén incorporados
formalmente en la Iglesia, a través de la fe en Cristo y del bautismo. LG 16: “Ni la Divina
Providencia niega los auxilios necesarios para la salvación a aquellos que sin culpa no han
llegado todavía al conocimiento explícito de Dios. Todo lo que hay de bueno y de verdadero en
ellos, la Iglesia lo ve como preparación al anuncio del Evangelio.”
Desde luego, GS 22, recuerda que la vocación última del hombre es aquella divina, es
decir, la santidad. Por eso dice que el Concilio que el Espíritu Santo da a todos la posibilidad de
entrar en contacto con Dios y de conocerlo. Para el Vaticano II, no hay ninguna contradicción en
el reconocimiento entre el único Redentor, Jesucristo, y al mismo tiempo, mostrar admiración y
consenso con otras religiones.

VI. Sacramento de la fe
Puede recibir el bautismo todo aquel que no lo haya recibido y se ponga en correcta
actitud de fe. Sin embargo, se prevén algunos límites (cf. 1 Cor 15, 29):
1) El destinatario debe ser una persona viva, pues ya él critica el bautismo por representación por
los difuntos. Testimonios históricos avalan cómo desde los primeros siglos de la Iglesia están en
contra de este abuso de representación. También, de modo particular se reprueba en el Concilio
III de Constantinopla del 397, al igual que Fulgencio de Ruspe.
Los sacramentos tienen sentido y valor cuando los recibimos en nuestra existencia peregrinante.
El bautismo de representación va en contra del carácter personal de los sacramentos no pueden
ser administrados o recibidos por representación. Hoy es practicado por los mormones.
2) “Puede recibir el bautismo quien no hay sido bautizado” Defiende la no reiteración.
3) El destinatario debe ser creyente. La Sagrada Escritura no conoce de ningún bautismo sin fe.
Si el que recibe el sacramento es un adulto, debe confesar su fe antes de recibir el signo
sacramental, y certificar, 1) confesar la fe; 2) certificar su disponibilidad de dejar que el Dios
Trino y Uno entre en su vida; 3) tener un estilo de vida conforme a Cristo. Estas tres
características necesarias para el bautismo nos la recuerdan Tertuliano, Ambrosio y Agustín. Por
estas tres razones ellos llamaban a este sacramento, como Sacramentum fidei.
Según Inocencio III (1198-1216) es una contradicción en la religión cristiana que se
pretenda recibir el bautismo sin antes estar adherido a Cristo por la fe (cf. DS 781). Para que el
bautismo sea válido, es necesaria la voluntad positiva de recibir este sacramento; y además, en el
bautismo de los adultos, para sea válido y fructuoso, es necesario la fe y la conversión para que se
traduzca en vida. Es la distinción entre la validez y el sacramento recibido fructuosamente.
Bautismo de los niños como signo de salvación
a) Datos históricos sobre la práctica y doctrina del bautismo de los niños.
El bautismo de los niños tiene una sólida tradición. Si recorremos la historia de los
dogmas, podemos constatar esta práctica desde el siglo II.
San Hipólito de Roma delinea la liturgia romana del segundo siglo. Tertuliano era uno de
los más grandes oponentes al bautismo de los niños. Era, pues, por lo tanto, una práctica dada y el
decía que el bautismo es tan grande y sublime que no se puede dar a un niño que no está en plena
capacidad de decisión. Orígenes se pregunta: ¿los niños deben ser bautizados para la remisión de
sus pecados? Pero, ¿cuáles pecados? Se basa en Job 14, 4 donde dice Job que ninguno es puro,
sino que todos estamos manchados; ninguno en toda su vida puede permanecer limpio ni siquiera
un día, entonces, el niño nacido, porque el bautismo, misteriosamente, significa la eliminación de
la mancha del nacimiento. Basado en Jn 3, 5, dice que si uno no nace del agua y el espíritu no
puede entrar en el reino de Dios.
Para Orígenes es una praxis eclesial, motivada del hecho que toda criatura humana tiene
necesidad de ser santificada. Aquí no vale distinción entre jóvenes y viejos, pues todos tienen
necesidad de la purificación que el sagrado lavado nos da.
San Agustín maneja la misma idea de Orígenes, con mayor fuerza. El niño es llevado a la
Iglesia, para que no deje esta vida sin el bautismo, y muera en el pecado, en el cual ha sido
generado. Según su óptica, los niños que mueren sin su bautismo no gozarán de la beatitud. Él no
concibe un cielo donde puedan entrar personas que en esta vida no hayan recibido el bautismo.

b) Argumentos de conveniencia
Contra aquellos que dicen que no se debe bautizar a los niños porque limitan su libertad,
se dice que: desde cuando un niño nace, no lo ha hecho por su propia libertad; el pequeño no
elige cómo ser formado. Los padres lo educan, y los padres cristianos deben introducir a sus hijos
en el mundo de los valores en que ellos viven; y por cuestión de salud.
c) Fundamentos teológicos:
1. El bautismo es un acto de gracia del Dios Trinitario. Se debe motivar al bautismo de
los infantes, porque debemos tener la certeza que Dios en el bautismo se muestra misericordioso,
incluso con los niños; se unen a Cristo, y se les libera del dominio del pecado, de la muerte y del
diablo; para llevarlos mediante el Espíritu Santo a una condición plena de hijo de Dios.
2. La fe como existencia vivida en comunión. Los padres de familia deben entender que el
niño ha sido recibido en una comunidad natural, y del mismo modo deben ser acogidos en una
comunidad de fe. La comunidad debe acoger en la comunión de vida sobrenatural al pequeño,
para que el Espíritu Santo habite en él. No se le puede negar la gracia de la comunidad cristiana.

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