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El Federalismo y el

sistema impositivo
argentino

Derecho
Constitucional

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Relación federalismo y sistema federal


Como vemos toda la cuestión federal está estrechamente vinculada el
régimen financiero de la constitución y su aplicación en la política real, ya
que el desarrollo armonioso de todo el territorio nacional dependerá en
principio de la organización de sus instituciones así como de los recursos
disponibles para la concreción de políticas públicas.
Desde marzo del año 2008, al desatarse el conflicto con el sector
agropecuario, este tema se ha puesto en el tapete del debate actual. La
Nación percibe los ingresos aduaneros que devienen de la exportación de
materiales agrícola-ganaderos que al incrementarse disminuye impuestos
internos, siendo los externos exclusivos de la Nación y los
internos susceptibles de coparticipación.

Nos parece muy ilustrativo acompañar parte del debate sobre la llamada
Resolución Nº125 de Aduana que fue debatida luego en el Congreso de la
Nación y derogada por el desempate del Vicepresidente de la Nación Dr.
Julio Cleto Cobos. Acompañamos un trabajo publicado en La Ley. Titulado
Retenciones a la Exportaciones, que se publicó en Suplemento Especial.
Abril de 2008.

Retenciones, federalismo, república y derechos


fundamentales
María Angélica Gelli

1. Breve noticia acerca del sistema impositivo argentino. Retenciones y


razonabilidad

A fin de cumplir con los objetivos del preámbulo de la Constitución


Nacional sintetizados en el de promover el bienestar general, de atender,
en especial, a las funciones indelegables del Estado - en sentido estricto,
educación, justicia, salud, seguridad-; y de programar el desarrollo de las
políticas públicas previstas en la cláusula para el progreso establecida en el
Art, 75, inc. 18 y 19 de la Ley Suprema, el Estado federal requiere percibir
tributos pues, como resulta obvio, el cumplimiento de esas obligaciones
genera una serie de “gastos”.

Dado que la República Argentina es un Estado federal, son las provincias


quienes delegan en aquél una serie de atribuciones, se reservan otras para
sí mismas y comparten las que se denominan facultades concurrentes. La
materia tributaria no escapa a ese principio en consecuencia del cual las
atribuciones delegadas deben interpretarse de modo riguroso y
estrecho. Al firmar el común pacto de unión en 1853, las provincias
argentinas establecieron, también, el federalismo fiscal en base al cual
gastaba quien producía y en la medida de lo producido. Por eso se
reservaron una serie de tributos destinados a satisfacer sus propias
necesidades y favorecer el desarrollo local no sólo en materia económica.
No obstante, delegaron en el Estado federal determinados recursos
acerca de cuya previsión trata el art. 4 de la Constitución Nacional,
incluyendo a las “contribuciones”, caracterizadas en los Arts. 16, 17 y 75,
inc. 2 de la Ley Suprema.
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El Art. 4º, en lo que aquí interesa, dispone que “el gobierno federal provee
a los gastos de la Nación con los fondos del Tesoro nacional, formado del
producto de los derechos de importación y exportación…”; el Art. 16
establece que “…la igualdad es la base del 2 impuesto y las cargas públicas”
y, el Art. 17, principia por declarar que la propiedad es inviolable y que
“sólo el Congreso impone las contribuciones que se expresan en el Art. 4º”.
Estas dos últimas normas consagran los principios de igualdad y legalidad
tributaria, sustantivos en el sistema argentino, a los que se suman los
principios de razonabilidad y proporción que extienden la prohibición de
confiscar en materia penal, a la carga tributaria, ya que el Art. 28 establece
que “los principios, derechos y garantías reconocidos en los anteriores
artículos, no podrán ser alterados por las leyes que reglamentan su
ejercicio”.

Esas disposiciones configuran un sistema interrelacionado de normas en el


que deben incluirse directa o indirectamente otras disposiciones
constitucionales referidas a funciones y competencias otorgadas o
prohibidas a los poderes públicos, como, por ejemplo, la prohibición de
establecer aduanas interiores (Art.9º). Por otro lado, en resguardo del
principio de legalidad tributaria –o de reserva de ley- la Constitución
prohíbe expresamente al Poder Ejecutivo dictar decretos de necesidad y
urgencia en materia tributaria (Art. 99, inc. 3º). También, de acuerdo
a la interpretación armónica de sendas disposiciones constitucionales,
surge la prohibición al presidente de la Nación de promulgar parcialmente
proyectos de ley en materia tributaria, que produzca, como efecto, la
creación de impuestos, o la de emitir decretos delegados que establezcan
tributos o, decisiones administrativas de ese tenor, emitidas por el jefe de
Gabinete de Ministros.

El Poder Legislativo, en uso de sus facultades tributarias, tiene un amplio


margen discrecional para elegir el tipo de impuestos, los objetos y
actividades imponibles y aun las alícuotas respectivas, respetando el
sistema de distribución de competencias tributarias entre la Nación y los
estados locales y los principios constitucionales de la tributación, a los que
me he referido. En cambio, el Poder Ejecutivo no está atribuido para crear
tributos, rige a su respecto una prohibición absoluta que alcanza a los
subterfugios que se pretendan instrumentar

1) Puede verse, en este mismo Suplemento, el análisis de los


principios de la tributación, con cita de abundante jurisprudencia de
la Corte Suprema, en SPISSO, Rodolfo R. –Las retenciones a la
exportación y la violación de los principios de reserva de ley,
igualdad, no confiscatoriedad y seguridad jurídica-. Según lo
interpreto, este último principio está directamente relacionado con
el de reserva de ley y, éste con el de la división de poderes. Ello así,
pues la sanción de una ley asegura en mayor medida la
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previsibilidad y la permanencia de los criterios pues resulta más


dificultosa –y más visible- su modificación.

2) Conf. Art. 80 de la Constitución Nacional. Cfr. Famyl


S.A.c/Estado Nacional s/acción de amparo”, Fallos323:2266
(2000).

3) Conf. Art. 76 de la Constitución Nacional. Cfr. “Video Club Dreams


c/Instituto Nacional de Cinematografía”, Fallos318: 1154 (1995). En
el caso, la Corte Suprema reiteró el carácter absoluto del principio
de legalidad tributaria y “SELCRO S.A. c/Jefatura de Gabinete de
Ministros. Decisión Administrativa 55/00 s/amparo”. C.S. S. 365.
XXXVII (2003), respectivamente.

Debe decirse, además, que a pesar de las críticas doctrinarias al respecto y


a las objeciones que desde los principios económicos de la Constitución
podrían formularse, la Corte Suprema ha reconocido que los tributos,
además de su propósito esencial de allegar fondos al tesoro público, son un
valioso instrumento de regulación de la economía, complemento necesario
del principio constitucional que prevé atender al bienestar general. El
Tribunal determinó que las cuestiones de política económica son privativas
de los otros poderes del Estado, reiterando los límites de la revisión judicial
en aquella materia. En ese sentido afirmó que “no le compete a [la Corte]
considerar la bondad de un sistema fiscal para buscar los tributos que
necesita el erario público y decidir si uno es más conveniente que otro; sólo
le corresponde declarar si repugna o no a los principios y garantías
contenidos en la Constitución Nacional…que el Poder Judicial no tiene por
función clasificar los sistemas económicos y rentísticos según su
conveniencia y eficacia, sino simplemente la de pronunciarse sobre su
conformidad con los arts. 4 y 67, inc. 2º, de la Constitución Nacional
(modificado por el hoy art. 75, inc. 2º)”.

2. La Resolución 125/2008 ME.

En ese contexto normativo constitucional, y a partir de los principios de la


tributación, es que debe de examinarse, en primer lugar, el sistema de
retenciones a las exportaciones agropecuarias.

Según se ha señalado, este tributo se aplicó de modo ocasional hasta que


en 1967 se sancionó la ley 17.198, que los estableció de modo
permanente, criterio luego incorporado al Código Aduanero 7 dictado
mediante la ley 22.415.

El 11 de marzo de 2008, el Ministerio de Economía de la Nación emitió la


Resolución
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125/2008 por medio de la cual transformó las retenciones fijas, que ya se


tributaban, en móviles de acuerdo a las mudanzas en el precio
internacional. De resulta de ello, la alícuota para la soja llegaba al 44,1 % y
para el girasol al 39,1 %.

En los considerandos de la Resolución 125/2008 ME, se hizo mérito en a) el


aumento significativo de los precios internacionales de cereales y
oleaginosas, con una elevada volatilidad en sus tasas de variación
interanual y b) los eventuales efectos negativos de ello “sobre el conjunto
de la economía a través de mayores precios internos, menor equidad
distributiva y una creciente incertidumbre en lo que respecta a las
decisiones de inversión del sector agropecuario”.

Como se advierte, no hay ninguna mención a necesidades fiscales y, en


consecuencia, tampoco a requerimientos internos o externos que
apremien al Estado y le lleven a aumentar la carga impositiva del sector.

Una lectura rápida de las consideraciones y fundamentos normativos de la


Resolución

125/2008 ME, depararía la sorpresa de que no se hace mención a la


delegación por emergencia pública de facultades legislativas, a fin de
justificar la sanción de la norma.

Pero aquellas consideraciones comienzan por la cita del Decreto 509/2007


de Modificación de la Nomenclatura Común del MERCOSUR y Arancel
Externo Común, dictado, éste, en ejercicio de las facultades conferidas por
el Art. 99, inc. 1 [decretos autónomos]; inc. 2 [decretos reglamentarios],
por el Código Aduanero y por el Art. 6º de la ley de Emergencia Pública
25.561, modificado por la ley 26.217.

Ahora bien, con una técnica legislativa que deja muchas dudas y exhibe una
vez más la emergencia jurídica que padece el país, la ley 26.204 prorrogó
hasta el 31/12/2007 la vigencia de la ley 25.561 y de las normas que
establecieron las emergencias alimentaria, sanitaria, ocupacional y los
programas Jefas y Jefes de Hogar. A su vez, la ley 26.204 fue prorrogada
hasta el 31/12/2008 por la ley 26.339. Sin embargo, de la lectura del Art. 6º
de la ley 25.561, sus modificatorias y prórrogas indicadas, no surge que el
Poder Legislativo hubiera delegado en el Poder Ejecutivo las facultades que
éste ejerció mediante la Resolución 215/2008 ME. Por cierto, aunque se
hubiera delegado esa facultad, tal delegación sería inconstitucional por
violación del principio de reserva de ley. Si, en cambio, la resolución
hubiera sido dictada en ejercicio delegado por el presidente de la Nación
de sus facultades reglamentarias, la norma tampoco pasaría el examen de
constitucionalidad, esta vez, por exceso reglamentario.
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3. Federalismo político, coparticipación y solidaridad interregional

La Constitución argentina establece el principio federal de conservación de


todo el poder no delegado al gobierno central por parte de las provincias,
en el Art. 121. En concordancia con los Arts. 1º y 5º de la Constitución
Nacional y 122 al 127 de esa norma, las provincias son autónomas, dictan
su Constitución, eligen a sus autoridades y ejercen las atribuciones
reservadas y concurrentes. El sistema establece el federalismo político.
Hasta 1994, la Constitución disponía, también, un federalismo tributario,
aunque, debe decirse, las leyes de coparticipación, limitaban en mucho a
éste último y eran inconstitucionales.

Después de la reforma constitucional de 1994, los lineamientos del sistema


tributario argentino fueron establecidos en el Art. 75, inc. 2 de la
Constitución Nacional. No obstante, en virtud de esta norma y en sentido
estricto, los poderes fiscales delegados en el gobierno central, o reservados
por las provincias, no cambiaron de titular, pues las contribuciones
indirectas se mantuvieron como impuestos concurrentes entre la Nación y
las provincias, y las directas sólo por excepción podrían ser aplicadas por el
Estado federal.

En consecuencia, los impuestos a las importaciones y exportaciones


establecidos en el Art. 4º de la Constitución Nacional, se mantienen
federales y, por tanto, no integran la coparticipación. A pesar de ello, el
Art. 75, inc. 2, produjo una modificación sustantiva, pues el gasto
efectuado por cada jurisdicción tiene sólo una relación indirecta con lo
tributado de fuente local. Dicho en otros términos, ha desaparecido de la
Constitución Nacional el principio en virtud del cual gastaba quien
recaudaba, sustituido, éste, por criterios de solidaridad y equidad para el
desarrollo igualitario de las provincias, calidad de vida e igualdad de
oportunidades en todo el territorio nacional.

Acerca de los tributos indirectos y directos la reforma constitucional de


1994 dispuso que fueren coparticipables, salvo la parte o el total de los que
tengan asignación específica. Con ello no hizo más que confirmar
constitucionalmente una práctica ya reiterada en el país.

El sistema de coparticipación fiscal se sostiene en los principios de


concertación; solidaridad; equidad; automaticidad y funcionalidad. Los
principios de solidaridad y equidad que deben presidir la distribución de la
masa coparticipable pueden llevar a una discriminación inversa a fin de
favorecer a los entes locales con mayores dificultades, lo que restringiría la
aplicación de la equidad para ayudar el desarrollo de la justicia social. Se
trata, en definitiva de decisiones políticas que no deben ser partidarias.

Aunque la nueva ley de coparticipación federal de impuestos debía


dictarse antes de la finalización de 1996, mandato constitucional que no
se cumplió al momento en que esto escribo, no cabe duda que son los
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gobernadores de provincias y los senadores en representación de ellas,


quienes deben, al menos, velar por el cumplimiento del Art. 75, inc. 2, y
bloquear toda política pública que lo distorsionen, directa o
indirectamente, como por ejemplo, la que disponga incrementos de
tributos no coparticipables que disminuyan, en los hechos, los que sí lo son
y se distribuyen.

El deber es, si cabe, más notorio en los gobernadores de provincias. En


efecto, el Art. 128 de la Constitución Nacional dispone que ellos “son
agentes naturales del Gobierno federal para hacer cumplir la Constitución y
las leyes de la Nación”. Esta norma, escueta, dice mucho. En primer lugar,
son agentes del “gobierno federal” -que por disposición de la Constitución
está integrado por todos sus poderes y no sólo por el presidente de la
Nación desde luego, en el ámbito de sus respectivas competencias y, en
segundo término, que lo son para hacer cumplir la Constitución, entre
cuyas normas están los Arts. 17, 75, inc. 2., 76 y 99, inc. 3º, entre otros.

El silencio de los gobernadores de provincias ante el incremento de


tributos no coparticipables constituye una nuestra más del neounitarismo
que, de hecho, se ha instalado en el país. Conf. FRÍAS, Pedro J. –El
Federalismo en la Reforma Constitucional- La Ley 1994-D-1122.

4. La república y los derechos fundamentales

La república clásica se define como un sistema político de división y control


del poder. Las otras notas que la caracterizan son la publicidad de los actos
de gobierno, la responsabilidad de los funcionarios, la periodicidad de los
cargos electivos, la igualdad de todos ante la ley y la razonabilidad en
las decisiones políticas, ligada, ésta, a la responsabilidad de los funcionarios
públicos por las medidas que dispongan. De todas esas notas, la división
del poder constituye un medio de aseguramiento de los derechos, de
resguardo contra la arbitrariedad, siempre latente cuando se concentra la
decisión política en una o pocas personas.

La Constitución argentina consagra tres tipos de división del poder. En lo


que aquí interesa, la clásica, entre los poderes legislativo, ejecutivo y
judicial -desde 1994, debe agregarse el Ministerio Público, según lo
interpreto- y la federal, de base territorial entre el Estado federal y los
Estados locales: provincias, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y
municipios.

Esa división entre los órganos de poder, implica atribuciones propias y


exclusivas de ellos y cooperación compartida entre todos y, sobre todo,
prohibiciones específicas para reforzar los derechos y libertades
personales. En este sentido pueden enunciarse las prohibiciones al Poder
Ejecutivo en matera legislativa y en matera jurisdiccional.
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La violación del principio de división de poderes puede provenir de


cualquiera de ellos. Sin embargo, la concentración del poder se ha dado en
el Poder Ejecutivo, sobre todo a partir de los instrumentos normativos de
emergencia, en especial y en lo aquí referido, por los decretos delegados y
las facultades que ejercen los funcionarios en quienes el ejecutivo, a su vez,
delega atribuciones.

Aunque de la normativa indicada en el punto 2 de esta nota no surge con


claridad si la Resolución 125/2008 ME es una aplicación de facultades
reglamentarias, o delegadas en virtud de la emergencia pública declarada
por la ley 25.561, conviene tener presente que, si lo fue por ésta, la
resolución mencionada no tiene sostén constitucional. Huelga decir, que si
no lo fue, en ninguna otra hipótesis sería constitucional.

En efecto, el Art. 76 de la Constitución Nacional dispuso, en lo que respecta


al problema aquí examinado que "se prohíbe la delegación legislativa en el
Poder Ejecutivo, salvo en materias determinadas de administración o de
emergencia pública, con plazo fijado para su ejercicio y dentro de las bases
de la delegación que el Congreso establezca”.

La Constitución Nacional establece, también, la división entre el poder


constituyente y los poderes constituidos. Arts. 76, 80, 99,inc.3, y 109 C.N.

La norma requiere el cumplimiento de dos condiciones: que se establezcan


las bases de delegación y que exista emergencia pública. En consecuencia,
el Art. 76 desestima la delegación impropia en la que la voluntad del
Congreso esté expresada de modo general, impreciso o en un bloque de
legalidad o programa de gobierno -disperso y de amplio alcance- tal como
el que admitió la Corte Suprema en el caso “Cocchia”, fallo emitido antes
de la reforma constitucional.

A más de ello, si se examinan los motivos alegados para incorporar a la


Constitución una delegación legislativa acotada, se advertirá que
constituye la consecuencia directa de los objetivos declarados en la
reforma constitucional de 1994, en punto a "generar un nuevo equilibrio
en el funcionamiento de los tres órganos clásicos del poder del Estado -
Legislativo, Ejecutivo y Judicial- [para lograr] la atenuación del sistema
presidencialista, el fortalecimiento del rol del Congreso y la mayor
independencia del Poder Judicial".

Por otro lado, el Art. 76 dejó sin efecto la doctrina de la Corte Suprema que
admitía la delegación impropia en el presidente de la Nación y en los
órganos administrativos que le están subordinados. Ello así, por
interpretación concordante con los artículos 87 -El Poder Ejecutivo será
desempeñado por un ciudadano con el título de Presidente de la Nación- y
100, inc. 12 que atribuye al Jefe de Gabinete de Ministros, el refrendar
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los decretos que ejercen facultades delegadas por el Congreso. Como es


sabido, sólo el presidente de la Nación dicta decretos.

Resulta claro que establecer o aumentar un tributo no constituye una


materia determinada de administración, tal como la que habilita el Art. 76.
Ni puede delegarse esa materia por mandato del Art. 17 de la Constitución
pues “sólo el Congreso impone las contribuciones que se expresan en el
Art. 4º”. Ni puede sostenerse, razonablemente y en base a las
declaraciones gubernamentales, que persiste la emergencia pública, dados
los índices de crecimiento y superávit gemelos públicamente enunciados,
salvo que esos índices no se correspondan con la realidad. Por otra parte,
en la Resolución 125/2008, no se hace referencia alguna a necesidades
imperiosas del fisco que deban satisfacerse mediante el aumento de las
retenciones al agro. He aquí una inconsistencia notoria. En cuanto a los
motivos aducidos en la resolución mencionada, los problemas de la
equidad distributiva se resuelven, en buena medida, con el control de la
inflación que constituye un impuesto ciertamente inequitativo, en especial
para los asalariados. Si, por otro lado, se pretendió brindar seguridad a las
decisiones de inversión del sector afectado, no se comprende cómo ello
puede suceder con el establecimiento de una alícuota móvil que excede
con creces, al momento de dictarse la resolución, el 33 % admitido por la
Corte Suprema, como tope, para no constituirse en confiscatorio.

Cfr. “Cocchia, Jorge D. c/Estado Nacional y otro”, Fallos 1316: 2624 (1993).

He examinado los problemas de la delegación legislativa en GELLI, María


Angélica –Constitución de la Nación Argentina. Comentada y concordada-
Tercera edición ampliada y actualizada. 3ª reimpresión. Buenos Aires,
2007. Pág. 739/55.

Conf. Exposición de GARCÍA LEMA, uno de los miembros informantes del


despacho de mayoría.

18 Reunión - 3ª Sesión Ordinaria, 27 de julio de 1994. Diario de Sesiones de


la Convención Constituyente. Pág. 2210/11.

5. La garantía judicial efectiva en el conflicto social. El “talón de Aquiles”


de la legitimación

La protección jurisdiccional de los derechos es una garantía que emana de


la Constitución Nacional y del Art. 8. 1 de la Convención Americana de
Derechos Humanos, con jerarquía constitucional desde 1994. El Art. 43 de
la Constitución, además, reconoce la acción de amparo a toda persona
afectada en sus derechos, por actos u omisiones de autoridades públicas,
con ilegalidad manifiesta.
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Pero la acción de amparo tiene su “talón de Aquiles”. El descrédito de las


cuestiones políticas no judiciales, como límite al control jurisdiccional de
los desbordes del poder político, ha dado paso a una más estricta exigencia
de la legitimación para demandar, por parte de los tribunales. De ello da
cuenta el rechazo in límine del amparo promovido contra la Resolución
125/2008, en base a considerar que, en el caso, se procuraba la declaración
general y directa de inconstitucionalidad de las normas o actos de otros
poderes y no se perseguía la determinación de un derecho debatido entre
“partes adversas”.

No obstante, no es este el único escollo que deben de sortear eventuales


amparos. También se han justificado rechazos en base a la necesidad de
mayor debate y prueba que no resulte posible mediante esa vía.

No obstante, de lo que se trata es de perfilar el agravio concreto. Y, en este


sentido, estimo que además de los contribuyentes específicos, las
provincias se ven afectadas –siquiera en forma refleja- porque el aumento
de tributos no coparticipables deriva en mengua de sus propios recursos
para satisfacer necesidades apremiantes en materia de desarrollo y
equidad, hacia adentro de los Estados locales.

6. Conclusiones

La Corte Suprema en su actual composición consideró razonable un tope


que implicar una reducción de hasta el 33 % de la base salarial, pero
no más, pues, de ser mayor sería confiscatoria y, por ente, violatoria
también del art. 17 de la Constitución Nacional. Cfr. Conf. consid. 11 de
“Vizzoti, Carlos Alberto c/AMSA S.A.” C.S. 14 de septiembre de 2004. En
Suplemento Especial del Diario La Ley –La limitación a base salarial de la
indemnización por despido- Buenos Aires, 17 de Septiembre de 2004.

18 Cfr. “Asociación Dirigentes de Empresa en Dto 2752/91 –Mº de


Economía –Resol. 125, 126 y 148/08 s/Amparo”.Juzg. Nac. Contencioso
Administrativo Federal Nº 9. (28-3-2008).

19 Acerca de la crítica a este impedimento, puede verse DANIELE, Mabel


(Directora) –Amparo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires- Librería
editora platense. La Plata, 2008. Análisis de la ley 2145 CABA. Pág. 496 y ss.

La Resolución 125/2008 ME, produjo un paro agrario que duró 21 días e


incluyó cortes de rutas y caminos, en uso de una modalidad que viene
incrementándose de modo inquietante en el país, en el último lustro. Esa
modalidad, a más de la afectación de otros derechos constitucionales
igualmente legítimos que el de peticionar -de hacerse oír por las
autoridades por medio de la visibilidad y la contundencia del reclamo-
implica una desconfianza del recurso a las vías institucionales para la
remediar los conflictos sociales. Y eso, la debilidad de los causes
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institucionales, añade mayor desasosiego y precariedad en la solución de


los problemas.

La Resolución 125/2008 luce inconstitucional por d los varios motivos que


se enunciaron en los párrafos anteriores. Y ello aún cuando se la
modifique parcialmente a fin de contemplar la situación de lo que se ha
dicho, constituye el 80 % de los productores en cuyas manos está el 20 %
de la producción agropecuaria, tal como se ha anunciado por el gobierno.

Sea como fuere, finalmente, la solución de este problema, considero


ineludible que el Congreso recupere en plenitud sus facultades
tributarias. Sin embargo, aunque ello resulta condición necesaria para
restaurar el principio de reserva de ley, debe, además, estarse al respeto
del Art. 75, in. 2. y de todos los principios constitucionales de la tributación.
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Referencias en Bibliografía
Compendio de Derecho Constitucional. Germán Bidart Campos. Editorial
EIDAR – 2003 Capítulo IV.

Compendio de Derecho Constitucional. Germán Bidart Campos. Editorial


EIDAR – 2003 – Capítulo V.

Elementos de Derecho Constitucional Tomo 1 Segunda Parte – Teoría de


la Constitución Capítulo. IX Elementos Constitucionales del Estado
Argentino A) Territorio: 1) El Territorio Argentino, 2) El Territorio Federal,
3) El Territorio de las Provincias, 4) Cuestiones Territoriales

Tomo 2 Capítulo XVI Poder Provincial Capítulo XVII Competencia de los


Gobiernos Federal y Provinciales, Capítulo XVIII Poder Municipal.- Tomo 1
Segunda Parte – Capítulo VIII – Punto B) Régimen Político.

Compendio de Derecho Constitucional. Germán Bidart Campos. Editorial


EIDAR – 2003 – Capítulo XVIII

Elementos de Derecho Constitucional Tomo 1 Parte Segunda – Estatuto


del Poder Derecho Constitucional Argentino. Capítulo VIII Sistema
constitucional Argentino La Argentina Como Estado IX Elementos
Constitucionales del Estado Argentino A) Territorio: 1) El Territorio
Argentino, 2) El Territorio Federal, 3)El Territorio de las Provincias, 4)
Cuestiones Territoriales . B) La Población

Tomo 2 Capítulo XVI Poder Provincial Capítulo XVII Competencia de los


Gobiernos Federal y Provinciales, Capítulo XVIII Poder Municipal.- Tomo 1
Segunda Parte – Capítulo VIII – Punto B) Régimen Político.

Elementos de Derecho Constitucional Tomo 2 Segunda Parte – Capítulo


XVII Competencias de los Gobiernos Federal y Provinciales Punto F)
Competencias en Materia Presupuestaria, Tributaria, Económica y
Comercial

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