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L A P E R S IS T E N C IA D E L A S A C T IT U D E S *
Jerrv A . F odor
S u e ñ o d e u n a n o c h e d e v e ra n o , a c to 3, e sc e n a 2 * *
E n tr a n D e m e tr io y H e rm ia .
D e m ¡O h! ¿ P o r q u é re c h a z á is a q u ie n o s a m a co n ta n t o a rd o r ? R e g a ñ a d
[a] q u ie n o s d e te s te , m a s n o [a] q u ie n os a d o ra .
ílerm ,: N o te h a g o s e n tir m á s q u e m is d e s d e n e s , c u a n d o p o d ría tr a ta r te
p e o r, p o rq u e te m o q u e m e h a s d a d o m o tiv o s p a ra m a ld e c irte . Si es v e rd a d
q u e h as m u e r to a L isa n d ro m ie n tra s se h a lla b a d o rm id o , aca b a, y a q u e tie
n e s un pie e n e l c rim e n , a c a b a d e h u n d irte e n él y m á ta m e ig u a lm e n te . N o
e s el sol m ás fiel al d ía q u e L is a n d r o a m í. ¿ P u e d o c re e r q u e h a y a a b a n
d o n a d o a H e rm ia d o rm id a ? A n te s c re e r ía q u e la T ie rra p u e d e a tra v e sa rs e
de p a r te a p a rte , y q u e la L u n a , p e n e tr a n d o a tra v é s d e su c e n tr o h a s ta los
a n típ o d a s, p o d ría v e n ir e n p le n o m e d io d ía a p e rtu rb a r los ra y o s d e su h e r
m a n o . Im p o s ib le e s q u e n o le h a y a s d a d o m u e r te . T u c a ra , fe ro z y sin ie s
tr a , e s , sin d u d a , la d e u n a se sin o .
‘Ceteris p a rib u s, un río con m ean d ro s e ro sio n a sus m árg e n es’ significa
algo así com o ‘U n río con m ean d ro s ero sio n a su m arg en en cu alq u ier
m undo nom ológicam ente posible en el que las idealizaciones operativas
de la geología sean satisfechas’. Q ue esto es, en g en eral, m ás fuerte que
‘P en cu alq u ier m u n d o d o n d e no n o -P ’, es in d u d ab le. D e m o d o q u e si,
com o parece, la psicología de sentido com ún se apoya en cláusulas cete
ris paribus, tam b ién lo hace la geología.
Hay, en to n ces, u n a sem ejanza o stensiva e n tre el m odo e n q u e las
generalizaciones im plícitas funcionan en la psicología de sentido com ún
y el m odo en q u e las generalizaciones explícitas funcionan en las c ien
cias especiales. P ero tal vez esta sem ejanza sea m eram ente superficial.
D o nald D av id so n es cé le b re p o r h a b e r arg u m e n tad o q u e las g en e rali
zaciones d e la ciencia real, a d iferencia de las que subyacen a las ex p li
ca cio n es en té rm in o s d e d ese o s y c re e n c ia s de s e n tid o co m ú n , son
“corregibles”. E n la ciencia real, y no en las ciencias intencionales, p o d e
m os (al m en o s e n principio) elim in ar las cláusulas ceteris paribus e n u
m eran d o las co n diciones bajo las cuales se supone q u e las g en eraliza
ciones valen.
S egún este c rite rio , sin em b arg o , la única ciencia real es la física
básica. P o rq u e no es v erd ad que podam os, aun en principio, especificar
las condiciones b ajo las cuales — digam os— las generalizaciones geoló
gicas valen, en tanto nos atengam os al vocabulario de la geología. O para
decirlo de un m o d o m enos form al: las causas de las excepciones de las
g en eralizaciones geológicas no son, típ icam en te, en sí m ism as eventos
geológicos. P ru e b e y vea: ‘U n río con m ean d ro s ero sio n a su m argen a
m enos que, p o r ejem plo, el clim a cam bie y el río se se q u e ’. P ero ‘clim a’
n o es un térm in o d e la geología, ni lo son ‘el m undo se term in e’, ‘alguien
c o n s tru y a u n d i q u e ’, y u n n ú m e ro in d e fin id o d e d e s c r ip to r e s
[descriptors] q u e se req u ieren p ara especificar el tipo de cosas que p u e
den salir m al. T odo lo que uno p u ed e decir con alguna utilid ad es: sí la
generalización d ejó d e valer, entonces, de alguna m an era, las idealiza
ciones o p erativ as no tien en q u e h a b e r sido satisfechas. P ero lo m ism o
sucede en la psicología d e sentido com ún: si no llegó cuando tenía in ten
ciones de llegar, en to n ce s algo d eb e d e h a b e r salido mal.
Las ex cep ciones a las generalizaciones d e u n a ciencia especial son
inexplicables, típ icam en te, desde el p u n to de vista (es decir, en el v o ca
bulario) de dicha ciencia. E sa es u n a de las cosas que la hace una ciencia
especial. P e ro p o r supuesto, puede ser posible, sin em bargo, explicar las
excepciones en el vocabulario de alguna otra ciencia. E n los casos m ás
fam iliares, u n o ‘b a ja ’ uno o dos niveles y usa el vocabulario de una cien
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2. L a p ro fu n d id a d de la teoría
3. Su indispensabilidad
1. Quizás haya leyes que relacionan los estados cerebrales de los organismos con sus
movimientos. Pero, quizá no las haya, puesto que parece posible que las conexiones lega
les valgan entre los estados deí cerebro y las acciones, y la clasificación de las acciones,
com o es usual, no coincida con la de los movim ientos. Quizás, esto es lo que se podría
predecir al reflexionar. R ealm ente, ¿podríam os esperar acaso que el mismo estado cere
bral que causa la preferencia de ‘m ono’ en los ejem plares [tokens] de 'm o n o ', sea el que
la causa en los casos de ‘m onopatín’? ¿Q ué decir de las preferencias de (la sucesión foné
tica) {em pedokliz lipt] cuando uno habla español y cuando uno habla alem án?
2. E l problem a con los argum entos trascendentales es, sin em bargo, que no es obvio
p o r qué una teoría no podría ser a la vez indispensable y falsa. N o desearía tener que
aceptar una deducción trascendental de las actitudes si el operacionalismo fuera el precio
que tengo que pagar p o r ella.
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E sto y sup o n iendo, en efecto , que (i)-(iii) son las p ro p ied ad es esen
ciales de las actitudes. Ello m e p arece intuitivam ente plausible; si no le
p arece a usted , dejém oslo ahí. R eñ ir acerca de intuiciones m e resulta
vulgar.
U n co m en tario acerca de estas condiciones.
(i) L a e v a lu a c ió n s e m á n tic a
L as creen cias son tipos d e cosas q u e son v erd ad eras o falsas, los
deseos son tipos de cosas q u e se fru stran o satisfacen, los p re sen tim ien
tos [ihunches] son tipos de cosas que resultan ser correctas o incorrectas,
y así sucesivam ente. S up o n d ré que lo q u e hace v erd ad era (/falsa) a una
creen cia es algo acerca d e su relación con el m undo no psicológico (y
no, p o r ejem plo, algo acerca de su relación con otras creencias, a m enos
q u e resulte ser una creencia acerca de creencias). E n consecuencia, decir
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3. Negar el compromiso etiológico de los estados m entales fue realm ente lo que trató
de hacer el conductismo; es lo que ‘los conductistas lógicos’ y los ‘eliminativistas’ tuvieron
en común. Así por ejem plu, sostener —com o Ryle hizo, más o m enos— que los estados
mentales son especies de disposiciones, es negarse a declarar causales, en un sentido lite
ral, a explicaciones psicológicas tales como "Él lo hizo con la intención de com placerla”
o “Su dolor d e cabeza le hizo q uejarse” , p ara no decir “El m ero pensar en dar una con
ferencia lo hizo enferm ar”. (Para la discusión véase Fodor, SSA.)
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com ún: la frecu en te sim ilaridad e n tre series d e pensam ientos y argu
m en to s. A q u í tenem os a S herlock H o lm es, al final de “T he S peckled
B a n d ” , h acien d o lo que sabe hacer:
m etida con las actitudes p ero que no reconozca algunas de las relaciones
causales e n tre creencias, deseos e intenciones conductuales (las “m áxi
m as” de los actos) que explican las teorías de la decisión. D e m odo sim i
lar, es difícil im aginar una psicolingílística (para el castellano) q u e a tri
b u y a c re e n c ia s , d e s e o s , in te n c io n e s c o m u n ic a tiv a s , e t c é t e r a a
h a b la n te s/o y e n te s, p e ro q u e n o im p liq u e una in fin id ad d e te o re m a s
sim ilares a éstos:
TRM
para creer— que es posible tener una psicología científica que reivindique
la explicación de creencias/deseos de sentido com ún. P ero aunque ésta
es mi tesis, n o m e p ro p o n g o d efen d erla en un plan o tan abstracto. Por-
que ya hay en esta área una teo ría (m ás o m enos) em pírica que, desde
mi pu n to de vista, es interpretable, razonablem ente, com o estando onto-
ló g icam en te c o m p ro m e tid a con las ac titu d e s, y q u e — n u e v a m e n te ,
desde mi p u n to d e vista— es m uy pro b ab le que sea ap ro x im ad am en te
v erd ad era. Si esto y en lo c o rre c to acerca de esa te o ría , ella es una re i
vindicación de las actitudes. M ás aún, puesto que es la única cosa de este
tipo en el am b ien te (es la única p ro p u esta p ara u n a psicología científica
de creencias/deseos que hay en el área), d efen d er los supuestos de sen
tido com ún acerca d e las actitudes y d efen d er esa teo ría resulta ser la
m ism a em p resa, exten sio n alm en te hablando.
Sea com o fuere, ésta es la estrategia que seguiré: argüiré que las cla
ses de objeciones que los filósofos han esgrim ido recien tem en te en con
tra de la explicación de creencias/deseos, no son (p a ra decirlo suave
m en te) co n clu yentes resp ecto de la m ejor teoría reiv in d icato ría de que
disponem os. P o r lo tan to , el re sto de este ca p ítu lo e sta rá d edicado a
esb o zar cóm o esa teo ría trata a las actitudes y p o r qué un enfoque tal
de las actitu d es parece tan p ro m eted o r. P u esto que este re la to es b a s
tan te bien conocido, tan to en círculos filosóficos com o psicológicos, m e
p ro p o n g o ser breve.
Lo que estoy v endiendo es la T eoría R ep resen tacio n al de la M ente
(en ad e la n te T R M ; para su discusión véase e n tre o tra s fuentes: Fodor,
PA; Fodor, L O T; F ield, M R ). En el corazón de la teo ría se en cu en tra la
p o stu lació n de un lenguaje del p en sam ien to : un co n ju n to infinito de
‘re p resen ta cio n es m e n tales’ q u e funcionan a la vez com o los ob jeto s
inm ediatos de las actitudes proposicionales y com o los dom inios de los
p rocesos m en tales. M ás precisam ente, la T R M es la conjunción de las
dos afirm aciones q u e siguen:
A firm a ció n 1 (la n atu ra leza d e las actitu d es proposicionales):
P ara to d o organism o O, y p a ra toda actitu d A hacia la p ro p o
sición P, existe una relación R ( ‘co m p u tac io n a l7 ’funcional’) y
u n a re p resen ta ció n m en tal R M tal que
R M significa que P, y
O tien e A si y sólo si O tiene R con R M .
(Luego v erem os q u e el bicondicional necesita se r m itigado un poco,
p ero no d e m an era q u e afecte en d em asía el esp íritu de la pro p u esta.)
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5. Sin em bargo, cualquier p ro p ied ad nóm ica de los símbolos ejem plares [tokerts]
—cualquier propiedad en virtud de cuya posesión satisfacen leyes causales— en principio
también lo haría. (Así, por ejemplo, la estructura sintáctica podría estar realizada por rela
ciones entre estados electromagnéticos más que por relaciones entre configuraciones; como
es el caso, ciertam ente, en las com putadoras reales,) Éste es el punto de la doctrina fun
ciona lista de que. en principio, uno puede hacer una mente a partir de casi cualquier cosa.
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6. Lo cual no significa negar que haya (¡ejem!) ciertas dificultades técnicas residuales.
(V éase, por ejem plo, la parte 4 de Fodor, M OM .) U na teoría de la racionalidad (esto es
una teoría de nuestra racionalidad) tiene que d ar cuenta, no m eram ente de la ‘coherencia
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p ara cada ejem plificación de esa relación, existe una ejem plifi
cación co rresp o n d ien te de una actitud proposicional.7
sem ántica' de los procesos de pensam iento en abstracto, sino de nuestra habilidad para
separar los tipos mismos de inferencias racionales que hacemos. (Tiene que dar cuenta,
por ejemplo, de nuestra habilidad para hacer ciencia.) U na teoría tal no estaría disponible
la próxima sem ana.
7. Porque no quiero preocuparm e por ta ontología de la m ente, he evitado enunciar
la T R M como una tesis de la identidad. P ero usted puede hacerlo si quiere.
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H e aq u í un caso to m ad o de D ennett:
La reivindicación vindicada
m ación d e esas rep resen ta cio n es — el m odiis p o nens, la regla del inglés
p ara la form ulación d e p reg u n tas, ‘M ueva su rein a a n te s’ o cu alq u iera
o tra cosa— no n ecesitan se r explícitas. P u ed en em erg er d e los p ro c ed i
m ientos de im plem entación explícitam ente rep resen tad o s, o de estru c
tu ras del hardw are, o de am bos. A grandes rasgos: de acu erd o con la
T R M , lo s p ro g r a m a s — q u e c o r r e s p o n d e n a las ‘le y e s d e l
p e n s a m ie n to ’— p u e d e n s e r e x p líc ita m e n te re p re s e n ta d o s , p e ro las
‘estru ctu ras d e d ato s’ [‘data structure’] — que co rresp o n d en a los c o n te
nidos de los p en sam ien to s— tienen que serlo.
D e tal m o d o , en el ejem plo de D e n n e tt acerca del ajedrez, la regla
‘M ueva an tes la reina’ puede o no estar expresada m ediante un sím bolo
‘m en tal’ (/ del lenguaje de p ro g ram a). E so d ep e n d e de cóm o o p e ra la
m áquina; esp ecíficam ente, d ep e n d e d e si consultar la regla es un paso
en las o p eracio n es d e la m áq u in a. C o n sid e ro que en la m áq u in a que
D e n n e tt tie n e en m e n te , no es un paso; tener el p en sa m ien to ‘M ejor
m ueva antes la rein a ’, n o constituye un episodio en la vida m ental d e esa
m á q u in a .8 P ero en to n ces, el co n ten id o intencional de ese pen sam ien to
no necesita estar explícitam ente representado para estar en consonancia
con q u e ‘no hay causación intencional sin re p resen tació n explícita’ sea
verdadero. P o r oposición, las representaciones del tab lero — los estados
posibles o reales del juego— sobre los cuales se definen las com putacio
nes d e la m áq u in a tienen q u e ser explícitos, p re cisam en te p o rq u e las
co m p u tacio n es d e la m áq u in a se definen so b re las re p resen ta cio n es.
Esas co m putaciones constituyen los ‘procesos m en tales’ de la m áquina,
p o r lo tan to , o son sucesiones causales de rep resen ta cio n es explícitas o
la teo ría rep resen ta cio n al del ju eg o de ajed rez es falsa respecto de la
m áquina. P ara decirlo brevem ente: restringir la atención al status de las
reglas y los p ro g ram as p u ed e h a c e r q u e parezca que la m etáfo ra del
co m p u tad o r es n eu tral respecto de la T R M . P ero cuando uno piensa en
la constitución de los procesos m entales, la conexión e n tre la idea de
que son co m p u tac io n a le s y la idea d e que hay un lenguaje de p e n sa
m iento, se to rn a evid en te de inm ediato.9
8. C om o D en n ett, estoy suponiendo a los fines del argum ento que la máquina tiene
pensam ientos y procesos mentales: nada depende de esto, ya que podríam os, por supues
to, haber tenido la misma discusión acerca de las personas.
9. A hora podem os ver qué cosa decir respecto del viejo chiste filosófico acerca de la
ley de Kepler. Lo que se alega es que la metodología intencionalista permite inferir de ‘La
conducta de x obedece a la regla r \ V es una regla que x se representa explícitamente’. Se
supone que la dificultad consiste en que esto perm ite inferir de ‘El movimiento de los pla
netas obedece a la ley de K epler’, alguna versión astronómica del lenguaje del pensamiento.
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R E F E R E N C IA S B IB LIO G R Á FIC A S