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Estoy en tu poder contra mi

voluntad
En este siguiente argumento hablaremos sobre la
censura en los medio de comunicación durante la última
dictadura militar, pero primero haremos un pequeña
introducción de cómo llegamos a la última dictadura.
Tras la muerte de Perón, la vicepresidente María Estela
Martínez de Perón asumió la primera magistratura argentina.
El debate ideológico que se había dado dentro del peronismo
tras el regreso de Perón al
poder, se había resuelto a
favor del sector de “derecha”
del movimiento, agravando la
crisis política. Este grupo,
liderado por el entonces
Ministro de Bienestar Social
y secretario de Perón, José
López Rega, acompañado
por los sectores más conservadores y tradicionales del
peronismo, avanzaron sobre las principales áreas del Estado.
El 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas a mano
de Jorge Rafael Videla
(ex presidente)
derrocaron al gobierno
constitucional de Isabel
Perón (ex presidenta y
viuda de Juan domingo
Perón). El nuevo
gobierno se auto tituló
“Proceso de
Reorganización
Nacional” y sus primeras medidas fueron el establecimiento
de la pena de muerte para quienes hirieran o mataran a
cualquier integrante de las fuerzas de seguridad, la “limpieza”
de la Corte Suprema de Justicia, el allanamiento y la
intervención de los sindicatos, la prohibición de toda actividad
política, la fuerte censura sobre los medios de comunicación y
el reemplazo del Congreso por la Comisión de Asesoramiento
Legislativo (CAL), también integrada por civiles y militares,
cuyas funciones nunca se precisaron detalladamente.
A poco de andar, sin embargo, quedó en evidencia qulas
Fuerzas Armadas habían asumido el poder político como
representantes de los intereses de los grandes grupos
económicos, quienes pusieron en marcha un plan que
terminaría por desmantelar el aparato productivo del país.
Las Fuerzas Armadas pusieron todos los resortes del
Estado al servicio de una represión sistemática y brutal contra
todo lo que arbitrariamente definían como el “enemigo
subversivo”. Los crímenes cometidos por los militares son hoy
denominados en el derecho internacional como “delito de lesa
humanidad”. Treinta mil desaparecidos, 400 niños robados y
un país destruido fue el saldo más grave de la ocupación
militar.
La prensa fue concebida como un sector estratégico
para quienes idearon, planearon y llevaron adelante la
dictadura cívico-militar. Fue así desde un principio y
centralmente por dos razones. En primer lugar, para ocultar
las atrocidades y los crímenes cometidos (si se ocultaban, se
garantizaban así evitar críticas y cuestionamientos). Y en
segundo lugar, para legitimar el golpe y la posterior dictadura,
convirtiéndose en una verdadera correa de transmisión, en
una pieza clave en la operatoria de propaganda militar.
Esta estrecha relación no fue producto del azar o puro
pragmatismo. Al contrario, hay razones para pensar que, aquí
también, hubo un plan sistemático en el que existió el control,
la manipulación, la censura, la represión (según una
investigación presentada en la Universidad de La Plata la
cantidad de trabajadores de prensa y reporteros gráficos
desaparecidos es de al menos 172) y la intervención estatal
en negocios empresariales.
El 24 de marzo de 1976, el autodenominado “Proceso de
Reorganización nacional” dio a conocer el comunicado Nº 19
mediante el cual indicaban que sería "reprimido con la pena
de reclusión por tiempo indeterminado el que por cualquier
medio difundiere, divulgare o propagare comunicados o
imágenes provenientes o atribuidas a asociaciones ilícitas o
personas o grupos notoriamente dedicados a actividades
subversivas o al terrorismo.” Por otro lado, también sería
castigado “con reclusión de hasta diez años, el que por
cualquier medio difundiere, divulgare o propagare noticias,
comunicados o imágenes, con el propósito de perturbar,
perjudicar o desprestigiar las actividades de la Fuerzas
Armadas, de Seguridad o Policiales”. Inmediatamente
después del golpe, el gobierno ideó un mecanismo de
censura: antes de pasar por la imprenta, los diarios deberían
enviar copias de prueba de su edición completa al gobierno
militar para ser aprobada. El mecanismo alargaba tanto el
proceso de edición e imprenta que duro apenas un día medio
y en su lugar se establecieron determinados principios y
criterios, resumidos en 14 máximas, que los medios deberían
obedecer.
En el marco de este clima, muchos de los grandes
medios gráficos fueron más allá de limitarse a cumplir
órdenes y respetar estas máximas. Se convirtieron
prácticamente en voceros de las Fuerzas Armadas en el
poder, replicando en sus páginas sus argumentos, visión, y
hasta el mismo vocabulario. Es imposible mencionar en una
sola nota la cantidad innumerable de ejemplos de la nefasta
campaña de propaganda llevada adelante por algunos diarios
y revistas.
Editorial Atlántida: farándula y política golpista
La campaña de prensa a favor de la dictadura militar
comenzó antes del 24 de marzo de 1976. Para los primeros
días de marzo, la mayoría de los medios gráficos comenzaron
a dedicar más espacio dentro de sus
ediciones a las noticias y temas que
tenían que ver con las Fuerzas
Armadas, sus integrantes, sus
actividades, etc.
Las revistas Somos, Gente y Para
Ti, pertenecientes al grupo editorial
Atlántida, son de las que más apoyaron
y difundieron la campaña pro dictadura,
inclusive antes del golpe.
Tapa revista Para Ti con Videla en la tapa (febrero, 1979)
En mayo de 1982, la revista
Gente anunció en tapa una de las
grandes mentiras de la dictadura
militar: “Seguimos ganando” en
referencia a la Guerra de Malvinas.
Menos de un mes después se
producía la rendición de las tropas
argentinas en Puerto Argentino.
Tapa revista Gente sobre la
Guerra de Malvinas (abril, 1982)

Clarín y La Nación: entre el apoyo y


los negocios
Clarín y La Nación eran dos
grandes medios gráficos y de
tradición cuando se produce el
golpe, el primero tenía 31 años de
existencia, mientras que el
segundo 106.
En el primer editorial de
Clarín al otro día del golpe se
afirmó que “se abre una etapa con
renacidas esperanzas” y que “la
acción de las Fuerzas Armadas se
ha caracterizado por una
ponderada decisión de la que ha
estado ausente la prepotencia
revanchista o la innecesaria utilización de la fuerza”.
Tapa del diario Clarín (24/3/1976)
En agosto Clarín se refirió a la relación existente entre la
prensa y los jefes de la dictadura militar. Se animó a afirmar
que “la prensa nacional no tiene dificultades con un gobierno
que persigue idénticos fines”.
Por su parte La Nación, no se quedó atrás. Al otro día
del golpe publicó un editorial que se llamó “La edad de la
razón” en la que criticaban al gobierno de Isabel Perón,
justificando la toma del poder por parte de las Fuerzas
Armadas, y alababan el proyecto económico del “Proceso”
Para finalizar la conclusión es:

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