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Mitosy cuentos
y cuentos
del Totonacapan y de la Huasteca Poblana
En náhuatl, tepehua,
otomí, totonaco y español
“Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso
para fines distintos a los establecidos en el programa”.
Introd uc ci ón / 7
Náhu atl / 1 3
17 - Tzitzimitl / La Tzitzimitl - 20
23 - Kehni chinantlalkeh ni Las Balsas / Fundación de la co-
munidad de Las Balsas - 24
25 - Kostombreh / El costumbre - 25
27 - Elotlamanah / La fiesta del elote - 28
31 - Xantolo / Todos Santos - 31
33 - Ne tecolotl / El tecolote - 33
35 - Ne cuatochin / El conejo - 35
37 - Tenantzitzimitl / La abuela malvada - 37
39 - Ne tamaltin / Los tamales - 39
Tepeh ua / 4 1
43 - Kuxkux / Kuxkux - 43
45 - Lapanak yu lay ixjalaj’alha’asmat’a chux an jatapakxat
tani tanajuncha / El hombre que podía escuchar lo que dicen
todos los animales - 47
49 - Mo’xnu yu ixtawk’ay laka pusantoj
/ El tecolote que llegaba al altar del curandero - 50
53 - Pumatam lapanak yu ixkajiy ixkumpaj
/ El hombre que envidiaba a su compadre - 54
Otomí / 5 7
61 - Rá kwento ra dänhyëi / El cuento del flojo - 65
71 - Ra kwento ra dinsjwa ‘ne ra min’yo
/ El cuento del conejo y el coyote - 73
75 - Rá kwento ra dänhyëi ‘ne ra pada
/ El cuento del flojo y el zopilote - 76
79 - Rá kwento a ran ‘yohu mi yäwi ra zïthu
/ El cuento del hombre que hablaba con el diablo - 80
Toto naco / 8 3
85 - Aktsiní’ / Aktsini - 85
87 - Papa’, staku’ chu chichiní’ / La luna, el Sol y las estrellas - 87
89 - Kiwiqolo’ / El dueño del monte - 89
91 - Xa lhquitit chixkú chu Waya’ / El señor flojo y el gavilán - 93
Introducción
Introduc ció n
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Troncos y familias lingüísticas
Huasteca y Totonacapan poblano
Tronco Familias Lenguas
Yutonahua Nahua 1. Náhuatl
Otomangue Otopame 2. Otomí
Aislada Totonaco-tepehua 3. Totonaco
4. Tepehua
Indoeuropeo Romance 5. Español
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Sin embargo, las lenguas originarias son menospreciadas llamán-
dolas “dialectos”, porque sus hablantes viven en comunidades con
bajos niveles de bienestar social. En realidad, es mejor referirse
a ellas como “lenguas originarias” porque sus hablantes poblaron
estas tierras primero, antes de la conquista española.
Si bien las lenguas originarias de esta región comparten pala-
bras prestadas, también les son comunes aspectos culturales, como
la gastronomía (por ejemplo, el patzcal), la música (el huapango),
las ceremonias (Todos Santos, Fiesta del elote, la Fiesta del agua),
las danzas (los voladores, cuetzales, etcétera) y, por supuesto, algu-
nos temas de la tradición oral con sus variantes regionales, locales
y léxicas. Como lo veremos en las narraciones de la tradición oral,
el náhuatl de la Huasteca poblana cuenta con variantes dialectales,
por mencionar sólo dos: la de la comunidad de Las Balsas, muni-
cipio de Metlaltoyuca, y la de Huauchinango. Lo mismo sucede
con el totonaco, que tiene sus variantes. Incluso los hablantes ma-
nifiestan que en ocasiones no reconocen muchas palabras de uno
y otro lugar.
En esta región la gente adulta, los jóvenes, e incluso los niños,
cuentan o platican a los demás las historias que han escuchado de
sus padres o abuelos. Por eso les llamamos de “tradición oral”, por-
que han sido contados, platicados, narrados, relatados, de genera-
ción en generación, sin haberlos tomado de escritos o aprendidos
de libros antiguos. En consecuencia, estos relatos, de gran belleza
narrativa, incluyen parte de la historia de sus pueblos en cuanto a
lo acontecido en cierto tiempo. Otros cuentos narran su cosmo-
visión sobre la creación del universo y la explicación de todo lo
que hay en la Tierra; algunos son imaginarios o mitológicos, pues
tratan también sobre el paso de algún santo, de las peripecias entre
un conejo y un coyote, de la plática que tuvo un zopilote con un
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hombre, o de cómo dos muchachos compitieron para ser el Sol
y la luna. Las narraciones, pues, son parte de la identidad de los
pueblos.
Algunas historias tienen muchos años de creadas y su origen
puede ser remitido a la época prehispánica. Un ejemplo es el mito
de la tzitzimitl, conocida en totonaco como laqotzas; en tepehua
como tist’ak’anit’aku’, y en algunos pueblos otomíes como Äxkä’yo,
que trata de una abuela malvada que chupaba las cabezas de los
niños, quienes morían, hasta que la atraparon y la metieron en un
temazcal para quemarla, pero sus cenizas se convirtieron en mos-
quitos, y otros animales, para seguir chupando sangre. Se conocen
variantes de esta historia en la mayoría de las lenguas originarias
del centro y sur de México. Incluso existen dibujos de este perso-
naje en algunos códices y libros antiguos.
La pequeña muestra del repertorio de la tradición oral que
presentamos en este libro, integra relatos grabados originalmente
en las cuatro lenguas originarias: náhuatl, otomí, totonaco y tepe-
hua. Posteriormente fueron transcritos con el alfabeto que regu-
larmente se utiliza en las comunidades; finalmente se hizo el traba-
jo de traducción, aunque no de manera literal, sino a través de una
“traducción idiomática”, es decir, se pasó a una versión que hiciera
posible su lectura, pero con el mayor apego posible al original.
Agradezco ampliamente a quienes contribuyeron en el proyec-
to, contándonos sus cuentos e historias. A don José Cruz Martínez
y a doña María Hernández, de Las Balsas, Francisco Z. Mena; a mi
compadre Antonio Alonso de Alseseca, Huauchinango; a don José
Mendoza Tolentino y a don Juan Vargas Rodríguez, de Ixtololoya
y el Pozo, municipio de Pantepec. A doña Edelina Márquez López
y Gulmaro Ríos, de Pisaflores (Ixhuatlán de Madero, Veracruz) A
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Pedro Pérez Luna, y a su señor padre, Bonifacio Pérez Méndez (†
q. e. p. d.); así como a Mateo de Luna Dorantes, todos ellos de la
comunidad de Putaxcat, Huehuetla, Puebla, quienes me recibieron
en su casa, me contaron numerosos relatos: xamaqan tachuwin; y
me comprometieron a difundirlos entre los jóvenes. Es por esta
razón que en este libro incluyo los mitos y cuentos de los totonacos
de Huehuetla, Puebla (región del Totonacapan poblano).
La ardua labor de transcripción y traducción fue realizada
con el apoyo de mis exalumnos Pedro Pérez Luna, René Esteban
Trinidad y Merardo Martínez, de la Universidad Intercultural del
Estado de Puebla (uiep), y de la sede regional Huasteca de la Di-
rección de la Universidad Veracruzana Intercultural, de la Univer-
sidad Veracruzana (uv-duvi Huasteca), con quienes discutí sobre
la importancia del desarrollo y revitalización de las lenguas ori-
ginarias, a través de la difusión y talleres de tradición oral. Tam-
bién hablamos sobre tópicos relacionados a la labor de traducción
y retro-traducción, así como de la importancia de la escritura en
lenguas originarias.
En el proyecto también participaron Gulmaro Ríos y Cornelio
Santiago. Algunas observaciones del náhuatl de la comunidad de
Las Balsas, fueron amablemente señaladas por Victoriano de la
Cruz. La revisión de la transcripción de los textos otomíes estuvo
a cargo de Noel Pérez. No obstante, y como es usual, los errores de
transcripción y/o traducción, incluso inconsistencias de las nor-
mas ortográficas (si es que existen y que pudieran ser señaladas),
son absoluta responsabilidad mía. Finalmente, quiero agradecer a
Coral Rojas Serrano por sus dibujos y por la ilustración de la por-
tada. Igualmente, agradezco al Programa de Estímulo a la Crea-
ción y Desarrollo Artístico de Puebla por apoyar la elicitación de
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los textos, y a la Comisión para el Desarrollo de Ios Pueblos Indí-
genas, por el apoyo para su publicación.
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Náhuatl
Náhuat l
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que quedó registrada en los papeles producidos por la Iglesia y la
administración colonial.
Por otra parte, hasta la fecha no ha habido un acuerdo en cómo
escribir el idioma mexicano o náhuatl. En este texto, y de acuerdo
con las variantes, utilizamos dos ortografías para diferenciarlas: la
ortografía de Las Balsas es reconocible porque utiliza la grafía k en
todo lugar, por ejemplo en la palabra kolotl, “alacrán”; tlaxkali, “tor-
tilla”; esta variante también utiliza una consonante fricativa glotal
que se escribe en los textos con una h, por ejemplo: elotlamanah,
“fiesta del elote”, no es una “h muda”. También se utiliza la grafía w,
para facilitar la pronunciación de muchas palabras que llevan este
sonido, por ejemplo: tiokuawitl, “árbol de cedro”. La x representa
ese sonido que no está en español, ejemplo, en la palabra xochitl,
“flor”. Los dígrafos tl, tz y ku representan un solo sonido, ejemplos:
metztli, “luna”; matzohtli, “piña”; kuachikowitl, “cesto”.
Por otra parte, en la ortografía del náhuatl de Alseseca, Huau-
chinango, utilizamos el alfabeto llamado de tradición “latina”, y es
el que utilizaron los frailes para escribirlo; se reconoce porque el
sonido /k/ se representa como qu, antes de las vocales e e i, y se
utiliza la c antes de a, o y u. Igualmente, los dígrafos tz y tl son un
solo sonido. La x, igual que en el náhuatl de Las Balsas, representa
al sonido como cuando se pronuncia la palabra xihuitl, “año”. El
saltillo que en la región de Huauchinango se pronuncia como una
pequeña detención de la voz, se representa con una h, como en la
palabra ahmo, “no”; es muy característico de esta región y siempre
ocurre antes de una consonante. El nombre náhuatl de este sonido
es ihyotzecolistli. El sonido que los lingüistas representan con /w/,
en la ortografía del texto de Alseseca es con hu, por ejemplo: hue-
hhueyac, “muy largo”, donde la segunda h es el saltillo y las otras
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dos son “mudas”. Todos las demás consonantes y vocales se pro-
nuncian como en español.
El primer mito que presentamos fue relatado por don Anto-
nio Alonso, de la comunidad de Alseseca, Huauchinango, Puebla,
como ya lo mencionamos, se trata del mito de la tzitzimitl, refiere
a una abuela que chupaba la sangre de los niños hasta enfermarlos.
En esta versión la gente urde un plan para atraparla y quemarla en
un temazcal. Pero de las cenizas de la tzitzimitl nacieron todos los
insectos que pican.
Posteriormente presentamos los textos históricos de la funda-
ción de la comunidad de Las Balsas, Metlaltoyuca, y las fiestas que
antiguamente se realizaban, como el elotlamanah y el chicomexo-
chitl, que fueron relatados por don José Cruz Martínez. Por otra
parte, doña María Hernández nos relató algunas creencias mitoló-
gicas sobre el conejo en la luna, el tecolote, y una versión diferente
de la tzitzimitl.
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Tzitzimitl
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Pero in tletl ocatca miyac tlexoxtli, mach quinilhuia: “!Calaqui-
can¡”. “Orita ticalaquisque tehhuantin”.
Oquinhuicaque tlatet temascalco. Oyahque motemaque
in tzitzimitl sihuatl huan in tlacatl. Huan después… pero tlacatl
oquichihuiliaque mal quinequiaya quiatemisque in cocone. Oqui-
chiuhqui hueyi temascali para quitensacuas para yacuil maquisa
tzitzimitl. Ocalajque después ocalajque ome tzitzimitl, tlacatl huan
sihuatl. Huan oquitentzac tlacatl oquincalaquili candado. Después
yacmo yacuil otlatlapouh sihuatl, hueno yec oquitzac.
Después oquincoyoni in tlacatl cani quitlialiliani atl para quit-
lalilitas atl. Mota tel cani ca temascali cani yauh tlexoxtli motlalilia
atl. Para hueno, para cachi mahuaquiza tletl.
Mach después opeuh tzahtzitinemi sihuatl huan tlacatl. Mach
quiitohua:
—“!Nechquixtica, nechquixtica yacmo xicohua tletl!”.
Después cachi tlacatl quitlatemitia quitlalilia miac cohuitl.
Quitlalilia atl para maquisa tlepotoctli. Después mach ompa mo-
cueptinemique hasta campa yomijque tzitzimime.
Despues tlacatl cachi quitlalilia cohuitl para matlatlacan mach
neli otlalahque inon cristianos. Inon tzizimimeh. Despues mach
quiitohua in tlacatl mach quiilhuia in sihuatl:
—Xohue ticochi ma ompa yeca. A ver tlen oc quichihuasque.
Mach neli oyaque cochi ic mostla otlanes mach quiilhuiya isi-
huau:
—Axan chotiquinmita ompayesque o tlen inon. Cox ompais
imincuerpo o tlen inon.
Ahmo, si lo que quittahque mochi tleconextli, moche tle co-
nextli huan este mach quilhuia isihuau.
—Nechmaca se tzotzocolli, ya ne quixpan tictlalisque temo
tzotzocolli, para tictlalisque miyac tleconnextli.
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Oquis miyac tlexonextle mach oquitemictihque se tzotzocolli
hueyi san se tzotzocolli hueyi. Oquitemitihque oquitentzac pero
bien oquitentzac.
“Axan manictemo aqui quitohuetzos mach oquitemo se tlacatl
este aquí cualli moaltia”. Después mach quiitohua:
—Ahmo ticnequi tictlanis se totominton nimitzmacas lo de
semo semanapa
Mach quiitohua:
—Queme pero tlen inon nicchihuas, ahmo tlatlamantli.
Mach quiitohua tlacatl:
—Ahmo. Nimitzmacas se tequitl, san xia tohuetzo se tzotzo-
colli huan tleconextle. Huan nimitzmacas tomin semo semanapa
tlaxtlahuili.
Mach quiitohua: “Hueno”. Oya ihuan ipatron oquimacac se
tzotzocolli hueyi huan ocuicac huehca, ocuicac huehca. Quicho-
lolti pero hasta inac se atentli hueyi después mach quiitohua tlacatl:
“Tlen inon hasta nextlaxtlahuitica miyac”. Pos san inin tzotzoco-
lli yeh mahualani ma quitohuetzohuani, pero tla ma niquitta tlen
inon quipiyas.
Mach quitentlapohua tzotzocolli pero mach ayacmo tleco-
nextli muchi sasayoli tlen tecua huehhueyi. Mach oquitlami en-
qui muchi sasayoli pero muchi inon sasayoli tlen inon tecua. Des-
pués in tlacatl “!Híjole¡” Mach quiitohua huan yacmo quimati tlen
quichihuas in tlacatl. Omopantohuetzo ipan atentli open maltia,
maltia san ompa omoca yacuil oquis. Mach yeh omocuep inon
tlen tiquilhuia in “sapo”.
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La Tzitzimitl
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—Solamente viene a chupar la sangre a los niños, chupa la san-
gre de sus cabezas, entonces los niños se mueren.
Después el señor le dijo a su mujer:
—Ahora vamos a poner el temazcal.
La tzitzimitl estaba bizca, no veía bien. Entonces le pusieron el
temazcal, pero con mucha leña. Y allí la mujer del señor le dijo a
la tzitzimitl:
—Honorable ancianita, ahora usted no va a despiojar, ahora
nos bañaremos porque puse el temazcal.
Después dicen que llegó un señor, el compañero de la tzitzi-
mitl, que también era tzitzimitl. Buscaba a su mujer, pero les quería
hacer la maldad, quería despiojar a los niños. Lo invitaron también
a entrar al temazcal:
—¡Qué bueno que vinieron! Ahora nos bañaremos en el te-
mazcal. Entren, ahora allá vamos.
Pero el fuego ardía con muchas brasas. Los llevaron adentro
del temazcal. Fueron a bañarse los tzitzimitl, la ancianita y su com-
pañero. Pero el hombre los encerró con candado. Después ya no
pudo abrir la anciana, estaba bien cerrado. El señor hizo un hoyo
donde echaron agua y le dijo a su mujer:
—Vea usted donde está el temazcal, allí donde van las brasas se
le echa agua para que salga más lumbre y vapor caliente.
Después los tzitzimime empezaron a gritar y decían:
—¡Sáquenme, sáquenme, ya no aguanto la lumbre!
Después el hombre puso más leña y llenó allí donde se pone la
lumbre. Le echó agua para que saliera más vapor. Allí se revolca-
ron los tzitzimime hasta que se les acabó el aire y murieron.
Después el hombre puso más leña para que se quemaran, y en
verdad se quemaron esos cristianos. Después el hombre le dijo a
su mujer:
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—Vamos a dormir, allá que estén. A ver si ahora van a hacer
otra vez maldades.
Dicen que en verdad fueron a dormir y amaneciendo, al otro
día, le dijo a su mujer:
—Ahora vamos a ver si están o qué fue lo que pasó. ¿Estarán
sus cuerpos o qué pasó con ellos?
¡No! Si lo que vieron fue ceniza, mucha ceniza. Y entonces le
dijo a su mujer:
—Dame una olla grande para poner la ceniza que voy a ba-
rrer..
Salió mucha ceniza, llenaron una olla grande, solamente una
gran olla. La cerraron, pero bien cerrada. “Ahora buscaré quién
tirará las cenizas”, según dijo. Buscó a un hombre que nadaba muy
bien y le preguntó:
—¿Quieres ganar un dinerito? Te voy a dar lo de una semana.
Según el hombre le respondió:
—Sí, ¿pero qué es lo que voy a hacer? No vayan a ser travesu-
ras.
—Te voy a pagar lo de una semana de trabajo.
Y que respondió: “Bueno”. Se fue luego de que su patrón le dio
una olla grande para llevarla lejos, muy lejos, hasta la orilla de un
río grande. Después se preguntó: “¿qué cosa es esto?, me están pa-
gando mucho. Pues solamente es esta olla grande, él podría venir
a tirarlo, pero voy a ver qué es lo que tiene”.
Abrió la olla, pero ya no tenía cenizas, sino moscas grandes
que pican. Se vinieron hacia él, lo acabaron de picar. ¡Híjole! Dicen
que el hombre ya no sabía qué hacer. Se aventó en el río y empezó
a nadar. Nadó y nadó y allí se quedó, no pudo salir. Dicen que se
convirtió en lo que ahora conocemos como “sapo”.
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Kehni chinantlalkeh ni Las Balsas
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Fundación de la comunidad de Las Balsas
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Kostombreh
El costumbre
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gente dedicada a la biblia que están tratando de que estas costum-
bres ya no se realicen, porque dicen que es puro gasto.
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Elotlamanah
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mihtotiah, tlatzotzonah, tlatoponiah weyi kuetehmeh, pitzakuete-
hmeh, quien sabe tlan axnopeka no waliyayah, waliaya se totlayi
chikahtok kiihliyayah Beto, ne Colatlan se ome o eyi weltah ki-
chiwako kostombreh. Yehyektzin kostombreh kichiwayayah, ki-
kotonkeh pampa naman puro ixtlamatinih wan sampa kalahkeya
nisekin religionistas ya ke kalaktokeh para kikotonasneki, ma ayok
tlen onkah yon se tlatzotzonali para ken ni Todos Santos.
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La fiesta del elote
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que era un señor llamado Beto, de Colatlán, vino como dos o tres
veces a realizar “el costumbre”. Era bonito la realización del cos-
tumbre, pero ahora se dejó de hacer porque ya hay más gente que
no es náhuatl. Además de que hay personas religiosas y ellos quie-
ren que todo eso se pierda, incluso ya no quieren que haya música
en Todos Santos.
30
Xantolo
Todos Santos
31
Ne tecolotl
El tecolote
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que se acerca, a lo mejor tú no, será aquel, o aquel otro, ya entre
tantos uno no sabe a quién le va a tocar.
34
Ne cuatochin
El conejo
35
Tenantzitzimitl
La abuela malvada
Estaba una señora mala, quien llamaba a los niños y a los señores
diciéndoles:
—Ya vinieron. Vengan, pasen adentro.
Los llamaba, les daba de comer, los engordaba y después los
mataba para comérselos. La gente se andaban revolcando adentro
de su casa como si fueran puercos, ya no se podían ni levantar
de tanto que habían comido. Cuentan que después la mataron y
dieron sus cenizas a un señor para que las fuera a tirar al mar. El
señor, sin embargo, no tiró las cenizas al mar sino ahí, donde no
había nada, por eso hoy hay muchas avispas, abejas, abejorros. An-
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tes se comían mucho entre ellos, puede que no hubiera animales,
como los puercos, guajolotes, vacas, pollos.
Ne tamaltin
Los tamales
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—Tú come, tú come, que tu hijo está durmiendo.
Cuando la señora va a buscar a su hijo no lo encuentra, porque
su suegra ya lo había hecho tamales.
Por eso dicen que sí, antes la gente se comía. Por eso no llega-
ban a ser muchos. No como ahora, ya no nos comemos y somos
muchos. Por eso a Dios no le gustó cómo era la gente en ese tiem-
po y la desapareció con el diluvio.
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Tepehua
Te pe hua
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no solamente por el grupo reducido de hablantes adultos, sino
porque ya no hay una transmisión intergeneracional de esta len-
gua originaria.
Presentamos aquí los cuentos de la variante que se habla en
Progreso de Allende, Huauchinango y La Pahua, o sea, de la va-
riante lhichiwin. Las consonantes de esta variante que son dife-
rentes en español, son la lh, como en la palabra lhisan, “guitarra”;
la ts, que se pronuncia como un solo sonido en tsaw, “quelite”; la
x que se pronuncia como cuando hacemos el sonido para callar a
alguien (sh), ejemplo: xkan, “agua”. La w se utiliza en ciertas pala-
bras, como en tsaw, “quelite”, o wilhchan, “sol”. También el lhichi-
win utiliza el saltillo (‘) con muchas consonantes, por ejemplo: ch’,
ch’un, “zopilote”; k’, k’iw, “árbol”; p›, p›in, “chile”, etcétera.
En cuanto a los textos, fueron contados por la narradora tepe-
hua doña Edelina Márquez López, de aproximadamente 80 años
de edad y originaria de Pisaflores. El primer relato narra el mito
del muchacho que canta como el “kuxkux” (ave pequeña parecida
al tecolote); el siguiente cuenta la historia del hombre que tenía el
don de entender el lenguaje de los animales; el tercero es la historia
del tecolote y el curandero; y finalmente presentamos el cuento del
compadre envidioso.
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Kuxkux
Kuxkux
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—¿No se dieron cuenta de lo que pasó anoche? Cantaban y
tocaban música.
Entonces la mamá de la muchacha le contestó:
—¿¡Cuándo!? ¿Qué cosa?
El muchacho respondió que la noche anterior. La mamá de la
muchacha dijo:
—¡Ah! Es cierto, sí escuchamos el ruido. Sonaba parecido a
cuando golpean un metate.
El muchacho bajó la cara y la mirada, pues le dio mucha ver-
güenza. Platican que esa es la razón por la que hasta el día de hoy
escuchamos cantar a un pajarito parecido a un pequeño búho que
dice: cux, cux, cux. Dicen que es el muchacho que canta. Este paja-
rito1 hasta el día de hoy canta cuando llega la temporada para rozar
o tumbar el monte para hacer la milpa. El canto del muchacho dice
“voy a rozar, voy a moler, voy a leñar”.
1
Parece ser que esta ave es el tecolotito o mochuelo (fam. Glaucidium)
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Lapanak yu lay ixjalaj’alha’asmat’a chux an jatapakxat tani ta-
najuncha
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jatapakxat wa yu jant’u k’is xamat’i k’at’i’un t’ach’a an k’aja’alha’as-
mat’a’a wa lay t’a kalat’i ma juniy.
Walh ma milh la’atam wilhchan akxni an lapanak ma ta’alh
tianquis ali an ixt’iwi’, an ixt’iwi ma ixp’ulay ma ixpu’anta la’atam
yewa chi an lapanak ma ixpu’anta la’atam potro, walh an lapanak
ma wa cachichicha ts’i’in wa xliyu li ma oxi ja’alha’asmatlhi tacha
ixtalajuniy an yewa ali an potro, pus an ixt’iwi ma tala’asp’itlhi ma
sawalhcha ixtalh’aman mu ma ixnajun li sna yuchacha lhits’i’in
u ma sna wa xamaticha ixa’alapalay t’aku an lapanak, ma p’ascha
ilhisakmikan tuchini lhits’i’incha an lapanak. An papa ma najun
li jantu tu’u lhits’i’in. Wa chuncha ma sawalhcha ixta’oxila’alhiya
an lapanak, ma wachunchacha aklatsukulh. Walh ma milh la’atam
wilhchan tan ma ix’alin k’atan ma la’ts’ilh la’atam aya puyux, tan
ma najun an pullux:
—¿Lapanak uxint’i ikla’ts’inan li wa sawalhch’a t’a’oxila’alhiy,
t’asuch’a lay? Ma najun.
Pus an lapanak ma jun’olhi tani yu putapasaycha. Wa chuncha
an pullux ma juniy:
—¡Ah bueno! Yucha wa lasi kats’awalalh alini xak’uch’u,
chaway akxni chunchacha ka’ilhtupalam amint’iwi akxni sawalh-
cha aj’aymapalani li jant’u uniya t’uch’ini lhits’i’incha kalaps laps
ayna’a’a chuncha yu kasa’ lhikilhunan, mu chuxi xt’a’ni’o’oy tisun-
cha ts’an’aniya ma juniy.
Pus an lapanak ma chunchacha ilhtulh, ma ts’awalalhi an ix-
problema pus ma akxnicha yu p’ulhnajcha latina’kalh.
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El hombre que podía escuchar lo que dicen todos los animales
47
le preguntó a su marido el porqué de la carcajada. La mujer pen-
saba que se reía de ella porque tal vez el hombre andaba con otra
mujer.
Platican que a menudo la mujer no dejaba de preguntar por
qué la risa y siempre se enojaba. Pero el hombre decía que no era
nada. De ahí el hombre empezó a andar muy triste y preocupado
porque que no podía ser feliz con lo que le sucedía. Resulta que un
día pasó por donde había una fiesta y vio un gallo grande. El gallo
le dijo al hombre:
—Oye señor te veo muy preocupado y triste, ¿qué es lo que te
sucede?
Entonces el hombre le contó todo lo que le sucedía. El gallo le
respondió:
—¡Ah bueno! Esto tiene solución. Ahora, cuando tu mujer te
vuelva a regañar por no decirle por qué te ríes, dale unos cuartazos
y verás que así se resolverá tu problema. Pero es que a ella todo le
cumples, no le falta nada, ¿qué más quiere?
Y resulta que cuando la mujer nuevamente volvió a molestar al
marido, el hombre hizo lo que dijo el gallo. Platican que es cierto,
que sí funcionó, y que de ahí en adelante ya nunca le volvieron a
preguntar al hombre por qué se reía. Dicen que esa fue la primera
vez que hubo unos cuartazos.
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Mo’xnu yu ixtawk’ay laka pusantoj
49
wa las sawalhi k’ixix la’ap’uncho’olh. Akxni ma oxicha la’ap’un-
cho’olh an mo’xnu ma najun:
—Mu wa laycha li jantucha ali xakmilh, pero wa sawalhcha
xakimala’achakanachalh, an laka la’nini xakminachalh, ak’ima-
la’mixinini li sawalhcha ja’s xakmawayan ma najuni an mo’xnu’. —
Chaway ikti’ancho’oycho —Ma nawpalay.
Pus ma laksnij laksnijcha ancho’olh, ma laksnij laksnijcha
ta’akatampaxa’ancho’olhi an laka lajk’iw ma chunchacha lay pu-
cha’ancho’olh tan ixmintachalh a mo’xnu’.
50
El curandero le respondió al tecolote:
—Pero, ¿cómo puedo regresarte tu ropa?, no puedo. ¿Acaso
puedo pegar tus plumas con algún pegamento?
—¡Imposible! —le contestó.
Entonces el curandero regresó a su milpa invitando a un ami-
go. Estando allá platicaron acerca de lo que hacía el tecolote. En-
tonces el amigo le dijo al curandero:
—Es verdad que te molesta, pero no le quieres dar muerte. Hay
una solución. Busca un bejuco llamado “diente de perro”, y con eso
golpeas al tecolote. Verás que pronto le saldrán plumas para que se
vaya volando.
Entonces el curandero hizo lo que le dijo su amigo. Platican
que sí resultó. No tardó tiempo cuando el tecolote se volvió a llenar
de plumas. Después de esto el tecolote le dijo al curandero:
—Señor curandero, yo no quisiera venir más, pero yo era en-
viado, a mí me mandaban. Yo venía del infierno. Discúlpame que
te moleste, ahora ya me voy a regresar, quédate en paz.
Platican que el tecolote regresó a su lugar, poco a poco, volan-
do de árbol en árbol, hasta que llegó a su destino.
51
Pumatam lapanak yu ixkajiy ixkumpaj
53
mu ma puts’ista chi ma warr ta’aj’ajulh. Ma chuncha puma’nilh an
ixkumpaj an tichiyucha lapanak ma wa xliyu wa ixkajiy mu yucha
ma sawalhcha oxi ixtawlht’ajun.
54
había llevado a escondidas y se la puso sentado frente a la fogata. Y
resulta que cuando el compadre dormía, se despertó al ver a aquél
que estaba sentado con la máscara. Se asustó mucho, se levantó
como pudo y se echó a correr sin rumbo. El compadre espantado
en la plena oscuridad se desbarrancó y murió. El compadre envi-
dioso así terminó con su compadre. Lo envidiaba porque estaba
prosperando muy bien.
55
Otomí
Ot omí
57
bilingües, provenientes del Valle del Mezquital, Hidalgo, que la-
boran en las escuelas de las comunidades otomíes de la Huasteca
poblana, han querido generalizar y difundir su gentilicio para to-
dos los grupos otomíes; por eso a veces oímos en los pueblos de
nuestra región el término hñähñú.
El idioma yuhú es uno de los más complejos de México. Es un
idioma tonal. Cuando se habla en esta lengua el cambio de tono
en una palabra puede modificar el significado. Por otra parte, a
diferencia del español, que sólo tiene cinco vocales, el yuhú tiene
13. Esta complejidad ha vuelto un poco difícil su escritura, pues no
hay grafías para representar las vocales que no están en español.
Por lo que en el alfabeto otomí se ha optado por subrayar o marcar
con otros diacríticos las vocales diferentes del español. Por ejem-
plo, las diéresis en una vocal (dos puntitos) indican que es nasal,
señalando los dos orificios de la nariz por donde sale el aire, ejem-
plo: ïtï, “borracho”. Las vocales diferentes del español se subrayan
en la ortografía que optamos; la e es una vocal abierta que se pro-
nuncia entre la a y la e, un ejemplo lo tenemos en la palabra fehni,
“mentira”. La a se pronuncia entre la a y la o, ejemplo: a, “pulga”. La
o se pronuncia entre la o y la e, ejemplo: oni, “pollo”. La u se pro-
nuncia poniendo los labios para pronunciar i, pero pronunciamos
u, sin redondear los labios, ejemplo: ju, “frijol”. Las consonantes
diferentes del español son el saltillo (‘), ejemplo: ‘yo, “tallo”; la th,
que se pronuncia con un poco de aire (aspirada), ejemplo: thai,
“rayo de luz”; y la ts, que es un sólo sonido, ejemplo: tsähwa, “garza
blanca”. La h, en esta ortografía, no es “muda”, es parecida a la “j”
del español, ejemplo: ëhë, “viene”. Para no complicar la escritura,
los otomíes han decidido no marcar los tonos en la palabra, aun-
que en algunos pueblos sí los escriben.
58
El primer cuento es una historia de un hombre flojo, en otras
versiones lleva por nombre “los tres hermanos” o “Juan Oso”: Re-
lata las peripecias entre tres hermanos y su competencia por ser
los mejores. Tal vez es un relato de origen europeo, quizá intro-
ducido por los frailes conquistadores para las arengas moralistas.
El siguiente relato es la historia del coyote y el conejo, este cuento
está muy difundido en todo México: La permanente rivalidad en-
tre los dos da como resultado que el conejo siempre logra engañar
al tonto coyote. Presentamos, posterioremente, el cuento del flo-
jo y el zopilote, quienes acuerdan cambiarse de papel. Finalmen-
te presentamos el cuento del hombre que hablaba con el diablo.
Los textos fueron recogidos en los pueblos otomíes de Ixtololoya
y Acalmancillo, del municipio de Pantepec, y fueron contados por
don José Mendoza Tolentino y Antonio Basilio Tolentino.
59
Rá kwento ra dänhyëi
61
‘Ne nu’bu ra yo ‘bot’ï di ja ‘a zi dänhyëi buya, ‘bexke bi zurpa rá
xi’ba ‘a rá t’ïxü ‘ä ra ndo rey. ‘Ne nu’ä ra ndo rey bi ‘yëmbuya:
—Age’ï ga ot’ä ma mbehä ya ‘bu, bi ‘yembi, bi ‘yorba n’da ra
ngopa, ‘ne ëmme bin johya.
‘Ne nu’u yo n’yohu a zi dänhyëi bi nkwe u ‘ne bin ts’eya, bi zön
yo fehni ‘ne bi ‘yëmp’a ra ndo rey:
—Nu’ä nim ‘behä ima ba hä’ä n’da ra nfo’ye bi obu ja ra dädäde-
he ge xotho ra k’axt’i, ‘ne di un’na ni t’ïxü.
Nu’ä ra ndo rey buya bi zo’na rán ‘behä, ‘ne bi ‘yëmbi:
—¿Jwänni gim ma ge bí on’da ra nfo’ye ge ra k’axt’i bu ja ra dä-
dädehe? ¿Hwä gi mba küa häi gi un’na ma t’ïxü gö ‘na?
‘Ne bi ‘yen’a zi dänhyëi buya:
—Pe himma jwänni ä, hinte di mangö nyo.
‘Ne nu ra ndo rey bi ‘yem buya:
—Nu’bu ma juänni bí o bu ran fo’ye gi ma, di ndegö gi mba bá
häï nu’bu hin’na, gi tü.
‘Ne bi mba ‘a zi dänhyëi buya bä häi pu ja ra ndendädehe, ëmme
i tu rá mbui ‘ne izoni. Nu’u yo ts’ufo ge xi ‘wïmbuya, bi ‘yën’u:
—¿Hanja ge gi zoni?
Nu’ä zi dänhyëi bi yembi:
—Di zongö, ëmme i tü ma mbui nange ra fehni bi ts’öngi. Bi
t’ëngi da ma ba häkä n’da ran fo’ye bi obu ja ra dädädehe ge ra
k’axt’i, ‘ne ga un’na ma xitsu.
‘Ne nu’u yo ts’ufo xi ‘wïmbuya, bi ‘yën ‘u:
—Pe odi tü ni mbui, mate ga ‘yor kähe, mate ga o’t’ahe. Nugöhe
ba häköhe ä ra nfo’ye gi ma.
‘Ne bi mba u yo ts’ufo buya bá hä ‘a ra nfo’ye, ‘ne bi un’na zi
dänhyëi. Nu’ä zi dänhyëi buya bi hyäxä ra nfo’ye ‘ne bi un’na ra ndo
rey. ‘Nenu ‘u yo n’yohu buya bin ‘yëmp’u:
62
—¿Pe ha go án zö ba hä’ä ran fo’ye ä buya, ‘bepu i jap’a? ‘Ne xo
bi zömba man ‘da ra fehni, ‘ne bi ‘yëmp’ä ra ndo rey:
—Nu’a ni m’behä ima ge n’da xüitho di nhät’uhni ä ra xitsu, ‘ne
ya di ‘bupu ra ‘were gi thex’bu ni xüdi.
Nu ra ndo rey buya bi zon’na zi dänhyëi, ‘ne bi ‘yëmbi:
—¿Hama jwänni ga ma ge n’da xüitho di nhät’uhni a ni xit-
su, ge ya di thexö ra t’u were ni xüdi? Nu’bu nhabu, di ndegö di
‘bukwa ra ‘were ni xüdi, ‘ne nu’bu hin’na, ya di xi’i ge gi tü.
‘Ne ëmme bi dü ra mbui a zi dänhyëi buya, ‘ne bi mba bu ra
nde hnini bi zombu. Nu’a ra oyü ‘bu mi nu i zon’ä zi dänhyëi, bi
‘yëmbi:
—¿Hanja ge gi zoni?
‘Ne nu’ä zi dänhyëi bi ‘yëna:
—Di zongö getho bi ts’öngo n’da ra fehni, t’ëngi damage n’da
xüitho din hät’uhni a ma xitsu, ‘ne ya di thex ra ‘were a ra ndo rey
‘bu ni xüdi, nu’bu hin’na da mba nthogi. ‘Ne nuya hindi padi ‘be’ä
ga ot’e.
‘Ne nu’a ra oyü bi yëmbuya:
—Pe odi tuni mbui, mate gä, ‘yorke mate ga o’t’e e. Ni mba
kämba n’da ra m’bebo a ni xitsu, ‘ne ba otyo bopo detünza, ‘ne
nugö ga mba ba hongö n’da ra ‘huere gi pan t’a ra m’bebo bä kä, ‘ne
gi hyäspa’ä ra ndo rey da dets’i.
‘Ne bi mba’ä zi dänhyëi buya b kämba ra m’bebo a rá xitsu, ‘ne
bi ot yo ‘bopo detunza.
Nu’ä ra oyü buya ba hä n’da ra ‘were bi un’na ra zi dänhyëi, ‘ne
bi mbant’a ra m’bebo. ‘Ne bi hyäxpuya bi un’na ra ndo rey ‘bu mi
hyätsi. ‘Ne nu’u yo n’yohu ‘ä zi dänhyëi ëmme bi hyonya thoho, ‘ne
bi n’yëmp’u:
—¿Pe hage di jap’a? ¡xoge hingi tsö ga tapö hu’ä! Nu’u yon
‘yohu bi ‘yëmp’a ra ndo rey:
63
—Iman’ä ni m’beha ge mada ge’ä da ‘yoxmade ran dospi, pe
hindi nzo’na.
‘Ne nu’ä ra ndo rey bi ‘yëmbuya:
—¿Hamajwänni ts’u buya ge hindi nzo’ä?
‘Ne bi ts’on’na zi dänhyëi buya, ‘ne bi t’ënmbi:
—¿Hamajwäni gi ma ge hingi nzo madage’ä go ‘yox made ra
ndospi?
Pe nu’ä zi dänhyëi bi ‘yëna:
—Himma jwänni a, pe hinte di mangö.
Nu’ä ra ndo rey buya bi manda di üdi n’da ndospi. Ne nu’a zi
dänhyëi buya hingi pädi ‘beä dä ‘yot’e, ‘ne ëmme i tu ra mbui.
Nu’ä ra däfani ‘bu mi ntimhmi a zi dänhyëi bi ‘yembuya:
—¿Hanja i tü ni mbui?
‘Ne nu’ä zi dänhyëi bi ‘yembuya:
—Nugo ëmme i tü ma mbui nange n’da ra fehni bi siki.
Nu’ u götho yo fehni xo siki, götho xtä pommanho, pe nuya,
ëmme xon hëi ‘be’ä i sikya. Nuya t’ëngi da ma ge hinte gä ja mada
ge’ä oxmade ra ndospi.
‘Ne nu’ä ra däfani bi ‘yëmbuya:
—Mate gä yorke, mate ga o’t’e ‘e.
Nuya gi hyäxki, ‘ne nugö ëmme gan tikö ge’bu go bi zit’ma
xönthe gö ni pahni. ‘Ne bi mbu’di tihi a ra däfani buya, ëmme ge
di föspu ge’bu go mi hi dyo xön the. ‘Ne ëmme bi zit’yo xönthe ra
pahni’ä zi dänhyëi. Nu’bu mi zopu ja ra ndospi buya bi sifi dä ‘yox-
pu ä zi dänhyëi. Pe hinbi nzo getho ya mi k’ayo xönthe rá pahni.
‘Ne nu’u yo n’yohu a zi dänhyëi nu’bu mi nu ge’ä ya, himbi nzo, bi
‘yemp’u buya:
—¿’Be’ä gä ‘yot’e ge’ä hinga nzo?
‘Ne nu’ä zi dänhyëi buya bi ‘yëmp’u yo n’yohu:
—Anu’ä dä ot’ö, dä nhigö ra tsibi.
64
‘Ne nu’u yo n’yohu buya bi mba bä nhi ra tsibi, ‘ne mba bi ‘yox-
pu ja ra ndospi, ‘ne ‘bexke bi nzobu ‘u.
Hace tiempo existió un hombre flojo. Un día, junto con sus herma-
nos, fue invitado a una fiesta donde habría juegos y competencias;
esta fiesta fue organizada por el rey del lugar. El flojo no llevó su
itacate para el camino, pero sus hermanos llevaron pan; por lo que
al flojo le cargaron los panes y se fueron a la fiesta. Cuando pasa-
ron por la orilla del mar, el flojo vio que saltaban uno pececitos en
el agua, y les dijo:
—¡Ay pececitos, pobres de ustedes, tal vez tienen hambre!—
Sacó pan y les dio pedacitos a los pececitos, y siguió adelante.
Al atardecer un ave “tapa-camino” iba adelante del flojo tapán-
dole el camino, por lo que el flojo le dijo:
—¡Pobrecito de ti pájaro “tapacamino”, tal vez tienes ham-
bre!— Entonces sacó pan y se lo dio en pedacitos y siguió adelante.
Después vio un venado que estaba en la orilla de camino, co-
miendo un poco de pasto seco. Y el flojo le dijo:
—¡Pobrecito de ti venadito, estás comiendo pasto seco!— En-
tonces sacó un pan y le dio pedacitos para mitigar el hambre del
venado.
Cuando llegaron a la casa del rey ya estaba la fiesta. El rey
anunció:
—¡Hoy va a haber una competencia! Aquel que logre tocar el
pecho de mi hija montado a caballo, se casará con ella.
65
Todos montaron los caballos y compitieron en la carrera, pero
ninguno de ellos logró ganar. El último en competir fue el flojo, y
sus hermanos comentaron:
— Es imposible que gane, pues nosotros no ganamos.
Y cuando iba en la segunda vuelta el flojo tocó el pecho de la
hija del rey. Entonces el rey se dirigió a él, diciéndole:
—Eres tú el que se va a casar con mi hija.
Se puso muy contento y le organizó una gran fiesta. Los her-
manos del flojo se enojaron y sintieron mucha envidia, por lo que
fueron con mentiras con el rey:
—Dice tu yerno que en el fondo del mar hay un anillo de oro y
que él lo va a sacar para dárselo a tu hija.
Entonces el rey llamó a su yerno y le dijo:
—¿Es verdad lo que dices, que hay un anillo de oro en el mar y
que vas a sacarlo para entregarlo a mi hija?
El flojo le contestó:
—¡Eso no es cierto yo no dije nada!
El rey le dijo amenazador:
—¡Si es verdad que existe ese anillo quiero que vayas a sacarlo,
porque si es mentira te mueres!
El flojo, muy tristemente, fue y se sentó en la orilla del mar y
lloró, pero los pececitos a los que les había dado de comer lo vieron
y le preguntaron:
—¿Por qué lloras?
—Estoy muy triste por la mentira que inventaron, por eso llo-
ro. Dicen que dije que voy a sacar un anillo de oro que está en el
fondo del mar para dárselo a mi esposa, y cuando el rey se enteró
me dijo que lo vaya a sacar, porque si no lo saco va a matarme.—
Les contestó el flojo.
Los pececitos lo animaron y le dijeron:
66
—Pero no estés triste, tú nos diste una gran ayuda y ahora no-
sotros te ayudaremos, iremos a sacar el anillo.
Entonces los pececitos fueron a sacar el anillo y se lo dieron al
flojo, quien se lo llevó al rey.
Sus hermanos se dijeron:
—Pero, ¿cómo es posible que haya sacado el anillo, cómo lo
habrá hecho?
Y otra vez le inventaron una mentira y le dijeron al rey:
—Dice tu yerno que en una noche va a embarazar a tu hija y
que mañana estará cargando el niño.
Entonces el rey llamó al flojo y le dijo:
—¿Es verdad lo que dijiste, que en una noche se va a embara-
zar mi hija y que mañana ya estaré cargando el niño? Si es así quie-
ro que el bebé esté aquí mañana, pero si no es cierto te vas a morir.
Entonces el flojo se puso muy triste y llorando se fue a sentar
en la orilla del mar. Cuando el tapacamino lo vio que estaba llo-
rando, le preguntó:
—¿Por qué lloras?
—Lloro porque me inventaron una mentira, dicen que yo dije
que en una noche se va a embarazar mi esposa y que mañana su
padre, el rey, estará cargando el niño, porque si no me va a matar
¡Ahora no sé qué voy a hacer!— Le contestó el flojo.
El tapacamino le dijo:
—Pero no estés triste, tú me diste una gran ayuda y yo te voy
a ayudar. Ve a traer un fondo de tu esposa y le untas la resina del
árbol “sangre de grado”, yo buscaré un bebé para que lo envuelvas
con el fondo, para que se lo lleves al rey y lo cargue.
Entonces el flojo fue a traer el fondo de su esposa y le vertió la
resina del árbol “sangre de grado”, mientras el pájaro tapacamino
trajo un bebé y se lo dio al flojo, quien lo envolvió con el fondo y
67
al amanecer lo llevó al rey. Los hermanos del flojo quedaron muy
sorprendidos y se dijeron entre ellos:
—Pero, ¿cómo es que lo hizo? ¡Nunca podemos ganarle!
Pero otra vez los hermanos del flojo le inventaron una mentira,
le informaron al rey:
—Tu yerno dice que no se va a quemar si se posa en medio del
fuego.
El rey les contestó:
— ¿Será cierto que no se va a quemar?
Entonces el rey mandó a traer al flojo y le dijo:
—¿Es cierto que no te vas a quemar aunque te acuestes en me-
dio del fuego?
—Eso no es cierto yo no dije nada.— Contestó el flojo.
Entonces el rey ordenó que se hiciera una gran hoguera. El
flojo no sabía qué hacer y se puso nuevamente muy triste. Cuando
el venado vio al flojo, le preguntó:
—¿Por qué estás triste?
—Estoy muy triste por la mentira que me han inventado, de
todas he salido librado, pero ahora es muy difícil. Dicen que me
acostaré en medio del fuego sin quemarme. —Contestó el flojo.
El venado le respondió:
—Tú me ofreciste una gran ayuda y ahora yo te ayudaré. Me
vas a montar y yo voy a correr hasta que quede muy sudado y que
se empape tu ropa de mi sudor.
El venado comenzó a correr, dando muchas vueltas, hasta que
se quedó bañado en sudor. La ropa del flojo quedó empapada del
sudor del venado. Cuando llegó donde estaba la hoguera, le orde-
naron que se acostara ahí, pero no se quemó porque la ropa estaba
mojada del sudor del venado. Entonces, cuando sus hermanos se
dieron cuenta que no se había quemado, le preguntaron:
68
—¿Qué fue lo que hiciste, porqué no te quemaste?
Entonces el flojo les contestó a sus hermanos:
—¡Oh, lo que hice fue bañarme en petróleo!
Entonces fueron a bañarse de petróleo y se acostaron en el fue-
go y allí ardieron hasta quemarse. Así termina la historia del flojo.
69
Ra kwento ra dinsjwa ‘ne ra min’yo
N’dandi, n’da ra min’yo bi din’a n’da ra dinsjwa ‘ne mi nde xtän za.
‘Ne bi ‘yën’ä ra dinsjwa:
—Pe nu’bu gim bëni gi tsagi dami ‘dakän t’ëdi ‘be ga nhigats’i
‘bu ngetho ëmme dä ‘yathï gö.
‘Ne bi ‘yën ‘ä ra min’yo buya:
—Da zö’bu.
‘Ne xo bi ‘yën’ä ra dinsjwa.
—Pe dami ‘böt’i ‘bu di hyambu, götho dä nhi gö ts’u.
‘Ne zö mi ‘böt’ä ra min’yo buya, jatete thoho i ‘da’ä ra dinsjwa.
‘Ne zö mi ‘böt’ä ra min’yo ya xi mba’ä ra dinsjwa. ‘Ne n’da ra pa
buya nu ra min’yo xo bin timmi a ra dinsjwa ‘ne bi ‘yëmbi:
—Ya gä hyoka n’dandi, pe nuya gehma gä tsa ‘äya.
‘Ne nubuya ëmme ba thoni bu ndospi ge mi pa nthurpa n’da ra
hwähi ‘ne pe di k’ehni yo t’o i zo.
‘Ne nu’ä ra dinsjwa buya bi ‘yëmp’a ra min’yo:
—Dami ‘dagi ga min’yo, ha hingi ode ba k’exni wa yo boshna,
ngetho nu’bu hingi ‘dagi ga tuwi wa.
‘Ne bi ‘da’ä ra min’yo buya, ‘ne’ä ra dinsjwa bi ‘dagi. ‘Ne xon n’da
ra pa buya bi din’a ra dinsjwa ge mi hüpu ra ndui ra t’oho ge mi di
nhëni. ‘Ne bi ‘yën ‘a ra min’yo buya:
—Hai hüpu gä dinsjwa. Ya na yondi gin di mpommi, pe nuya
genhya hingi mpommi, gehma ga tsa’äya.
‘Ne nu’ä ra dinsjwa bi ‘yëmbuya:
—Hage gä min’yo, hagi ëmbi ndetho di huköwa, hin’na. Nura
ra t’oho hokwa i nde da xot’na. Ja nange’ä dami ‘dagi nu’bu hin’na
‘da tuwi wa ‘bu bi xot’na ra t’oho.
‘Ne nu’ä ra dinsjwa ëmme bin johya.
71
El cuento del conejo y el coyote
72
Entonces, cuando se volteó el coyote, el conejo se escapó sin
hacer ruido. Cuando el coyote volteó a mirarlo, el conejo ya se
había huido.
Otro día el coyote se volvió a encontrar con el conejo y lo ame-
nazó diciéndole:
—¡Una vez ya me engañaste, pero ahora sí te voy a comer!
Pero en el campo había mucho fuego, pues se estaba queman-
do una milpa y se oían como truenos las varas que se quemaban;
por lo que el conejo le dijo al coyote:
—¡Huye! ¿Acaso no oyes el ruido de las balas que vienen hacia
acá? Si nos quedamos aquí, moriremos.
Entonces los dos salieron corriendo del lugar.
Otro día, nuevamente, el coyote encontró al conejo que estaba
descansando al pie de la montaña, y le dijo:
—¡Conejo! ¿Estás allí sentado? Ya van dos veces que te salvas,
pero ahora va a ser diferente. ¡Te voy a comer!
El conejo le contestó:
—¡Coyote! ¿Tú crees que estoy aquí nomás sentado? ¡No, este
cerro se va a derrumbar, por eso lo estoy sosteniendo para que no
se derrumbe. Huye para no morir aplastados cuando el cerro se
derrumbe!
Entonces el coyote salió corriendo y el conejo se salvó y se
puso muy contento.
73
Rá kwento ra dänhyëi ‘ne ra pada
75
‘Ne ge’ä bi ‘yot’u buya, ‘ne bi pärpa ra he’ä. Zi dänhyëi a zi pada.
Nu’bu mi zombu ra ngu zi dan hyëi ‘ä zi pada, ‘bu min de buya bi
hyuxpu ga ra nthüts’i, ‘ne ëmme i oxtha thoho getho hingi padi da
hyüdi. ‘Ne nu’ä ra xitsu bi ‘yëna:
— ¿’Be gidi ja geya, ëmme gi oxthatho hingi tsö gi hyüdi?
‘Ne nu’ä zi pada bi ‘yëmbuya:
—Nugö ëmme xtá humbö ná mpa ya, jana ngabu hingi tsö ga
hyükö, getho ëmme dä yögi.
‘Nu’ä ra xitsu bi nbähä ge ëmme xo nhe’t’e, ‘ne bi ‘yëmbi.
— ¿’Be’ä gidi ja ëmme ge xo nxä’e?
‘Ne bi ‘yën’ä zi pada:
—Nugö ëmme xtá ogö yo xä paxi, ja nange›ä ëmme xo nxä gö.
‘Ne nu’ä zi dänhyëi ëmme i ‘yo i honi ‘be da zi ge ëmme di
tuman thühü. ‘Ne bi hyandi bi fun ‘a n’da ra ‘bifi bu yatho, ‘ne bi
njohya buya, ‘ne bi ‘yëna:
—Ä nuya bi funnu n’da ra ‘bifi ya, m’batho ja ‘be’ä bi janu ya.
‘Ne bi mba buya bi wëntho bu ja ra ndospi. Pege n’da ra hwähi
‘a mi pa nt’üdi, ‘ne ja bi dübu ‹ä zi dänhyëi buya. ‘Ne nu’bu xo mi
tho’yo pa buya, ‘ne ‘a zi pada bi dü getho himmi nzäi da zi ü götho
mi tsi ‘a zi dänhyëi ‘na.
76
El zopilote le respondió:
—Es verdad lo que dices, yo no trabajo, nomás me paseo bus-
cando comida.
El flojo sintió envidia y le propuso al zopilote:
—¿No te gustaría que cambiáramos de papel? Yo me convierto
en el zopilote y en humano te convertirás.
El zopilote le respondió:
—Pero, ¿acaso comerías lo que estoy comiendo? Puesto que mi
alimento son los animales muertos, como las vacas y los caballos,
todo tipo de animal muerto es mi alimento. Esa es la causa por la
que me paso todos los días buscando dónde hay comida. Si veo un
lugar donde sale una humareda, quiere decir que es ahí donde hay
comida. Si estás dispuesto a comer todo lo que yo como, sí estoy
dispuesto a que nos cambiemos de lugar.
Entonces el flojo le respondió afirmativamente:
—Si, voy a comer todo.— Y le dio instrucciones al zopilote.—
Cuando llegues a mi casa, en las tardes te lavas las manos y te vas
a sentar a comer en la mesa. Al día siguiente vas a venir a trabajar,
ya ves cómo hay mucho trabajo, y si te preguntan: “¿Por qué hueles
muy mal?” Tú les vas a responder que había muchas hierbas apes-
tosas en el lugar donde estás trabajando.
Y así hicieron, se cambiaron de lugar y de aspecto. Cuando se
hizo de tarde el zopilote llegó a la casa del flojo, se lavó las manos
y se sentó a comer, pero no se podía sentar en la silla, se caía de
espalda, porque no sabía cómo sentarse. Su esposa le preguntó:
—¿Por qué te caes de espalda?
El zopilote le respondió:
—Hoy he trabajado muy duro, por eso no puedo sentarme,
porque estoy muy cansado.
Su esposa percibía que olía mal y le preguntó:
77
—¿Qué tienes que apestas mucho?
Su marido, que en realidad era el zopilote, le respondió:
—He trabajado donde hay hierba apestosa, por eso hiedo mal.
El hombre flojo, ahora como zopilote, andaba volando buscan-
do qué comer porque tenía mucha hambre. De lejos percibió una
estela de humo y se puso bien contento, se dijo: “Veo ese humo, allí
hay algo”. Se fue directamente a un fuego, pero era una milpa que
se estaba quemando. Allí se quemó el flojo. Días después también
el zopilote se murió porque no estaba acostumbrado a comer lo
que comía el flojo.
78
Rá kwento a ran ‘yohu mi yäwi ra zïthu
79
El cuento del hombre que hablaba con el diablo
Hace tiempo existió un hombre que hablaba con el diablo los días
martes y viernes. Un día el diablo le dijo al hombre:
—Si vas a invocarme hazme una ofrenda de pollo negro, en-
ciende una vela de cebo y en la orilla de la cama de tu esposa vas a
poner una jícara, y yo la llenaré de dinero.
Así hizo el hombre y se hizo muy rico. Tuvo muchas tierras,
ganados y muchos caballos. Pero cuando murió su sepulcro se
quebró y la gente se dio cuenta de que estaba vacío, no estaba el
cadáver.
80
Al otro día, cuando sus amigos iban por el camino al tianguis
del pueblo, vieron al diablo que iba montado en su caballo y jalaba
con cadena al señor que había muerto, quien alcanzó decirle a uno
de sus amigos:
—Diles a mis hijos que tiren el dinero que está en el tapanco,
porque yo sufro mucho, esa es la causa de mi sufrimiento.
El amigo le respondió:
—Pero tus hijos no me van a creer lo que me has dicho.
El señor que hablaba con el diablo le contestó:
—Llévate mi pañuelo para que lo enseñes y te crean.
Le dio su pañuelo, con el que le habían tapado la cara cuando
murió, pero no le creyeron, sino hasta que señaló dónde estaba el
dinero que tenían guardado en el tapanco.
81
Totonaco
Totonac o
83
y cortas), y 19 consonates. Las que son diferentes al español son el
saltillo (‘), ts, q, lh, h y x. Las vocales largas, en los textos de esta
antología, se señalan dobles, ejemplo: kaakiwin, “monte”. Es nece-
sario mencionar también que la q se pronuncia más atrás que la k,
en la úvula, ejemplo: qawasa’, “niño”. La lh es una l sorda y se pro-
nuncia poniendo la punta de la lengua como si quisiéramos decir
una ele (l), pero sólo saliendo el aire, ejemplo: lhtawat, “hierba”; la
x es el sonido para pronunciar: xanat, “flor”; mientras que la j es
una aspiración suave, menos fuerte que la j del español.
Los relatos de Huehuetla fueron contados por don Bonifa-
cio Pérez Méndez (†) y Mateo de Luna Dorantes, de la comunidad
de Putaxcat. El primero se refiere al mito de Aktsiní, “El dueño
del agua”. En esta versión, Aktsiní se enfrenta en un combate con
Matanku (Estrella de la mañana), y logra derrotarlo. Mientras que
en la tierra se producen torrenciales lluvias, a Matanku lo llevan
de regreso al cielo, ayudado por 12 ángeles, y es cuando deja de
llover y la gente puede sembrar. La segunda narración integra al-
gunas creencias sobre el Sol, la luna y las estrellas. El tercer relato
trata sobre Kiwiqolo’, “El dueño del monte”; y el último es sobre el
intercambio de papeles entre el flojo y el gavilán.
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Aktsiní’
Aktsini’
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Si le dicen enloquecerá y producirá un diluvio. Él necesita ayu-
dantes quienes le sirvan, y son los que se ahogan, es decir, se apo-
dera de los espíritus de los que mueren ahogados.
Cuando Aktsini’ estaba luchando con Matanku [estrella de la
mañana], le aventaba fuego en el momento en que Matanku res-
plandecía. Por las mañanas, cuando Matanku resplandecía, es
cuando Aktsini’ lo molestaba porque emite [fuego].
Aktsini’ derrotó a Matanku y lo bajó [del cielo], pero cayó en
el lugar donde estaba Aktsini’. Cuando Matanku recobra fuerzas
empieza a ganarle a Aktsini’, lo estaba matando, lo tenía bien de-
rrotado.
Matanku fue llevado de regreso al cielo por 12 ángeles del
trueno. Ya no se daban nada de cultivos, llovía mucho, aunque tra-
bajara uno en su tierra, no se daba nada de la cosecha.
Si sembraban maíz no se daba nada, porque estaba lloviendo
mucho, fue cuando Aktsini’ había derrotado a Matankú, es por eso
que no paraba de llover. Cuando los ángeles del trueno se llevaron
a Matanku al cielo, empezó a disminuir la lluvia, nuevamente la
cosecha se empezó a dar. Eso que platico es lo que cuentan los
antepasados.
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Papa’, staku’ chu chichiní’
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Si hubiera pasado a mayores, en este momento nosotros no
existiríamos, porque las piedras iban a recobrar vida y todos se-
ríamos devorados por piedras que recobran vida. Por ejemplo, las
estrellas, cuando bajan desde el cielo, quiere decir que las piedras
reviven, nos damos cuenta en las piedras, que dentro se ven como
oxidadas, con manchas. Si estas piedras no son golpeadas por las
estrellas, pueden recobrar vida, convirtiéndose en animales feroces.
De esta manera, existe un orden de mando en todas partes,
tanto como en el cielo, como en la tierra; en los cielos tenemos a
alguien quien nos protege por las noches.
Como se dice, si todo fuera obscuro, estaríamos en el abismo,
nuestra existencia no tardaría porque las piedras recobrarían vida.
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Kiwiqolo’
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pum, pum, tumbando los árboles. De pronto se escuchó que cayó
el árbol, y el señor llegó hasta donde se escuchaba que tumbaban
los árboles y pensó: “¿Quien estará tumbando árboles?”. El señor
le habló al kiwiqoló’, pero cuando le habló ya no se encontraba, no
se dejó ver más, el señor pensó: “¿Quién será al que le hablé?, de
repente ya no lo vi, ya no está”.
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Xa lhquitit chixkú chu Waya’
Uyma xla waya’ wan xa’ tachuwin. Tima chixkú kskujma, mat ni-
lay chu kskúja ka xtawilay mana maqstum Nataxtuyacha. Kaxman
anta’ lakanit, tanikú naliminikan xchuu. Xmawimaka, wa’ xmawi-
maka, ni tu xlipuwan, pii ayná tastunuy, akxni’ kunchú mat nataya’
akxni’ nalichanikan xchuu na tsuku skuja, nanchu wayan natawi-
lay kxpuway.
Akxni’ naminacha xmawina’, natawilaparay kachuna. chali,
chali chuna xtlaway,nipartu skujma, xalán chu tima talaqpalilh,
aykilhnilh chu uyma waya’ wani:
—¿Tulitasalawka tinu?, tasalawka, tutlawapat, kitkawa’ waya’
¡Uta! xakpulaqachipaqolh taqalhin, xakchipaqolh kanichipaputu-
na.
Mat wan chu waya:
—Parxlikana, natlawaya kmaxkiyán kilhaqat, mat wanikán
chixkú. —Tlan mat wan chixkú, maqlhtinalh klhaqat waya’ chu
wanikán:
—Parni tilaqalhiya, niti talaqxwilaqoy kilhaqat, kmaxkiyan,
—Tlan maqlhtinalh pus mat wanchu alh, qosli.
—Kum xlikana, nila’ chipakan maski nachipaputuna, nilay
mat wat xanchu uyma’ waya’
A pustlan, nachu nakan,
¡Uta! mat xlanchu lay, kitanuma, kxtampinin kalhtukunin, an,
an, xlanchu lay, pumpulu laqtlaqamilh chu uyma’ xpaqa, kstajan
paks kay sulawa tlawalh, par nitu chipalh, ni’stantum.
—Xlikana kana wana nila chipakán, taqalhin, kmaxkiparayan
milhaqat mat wan chixkú:
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—Parnalh ktimaqlhtin, chunyachu pii kapit, lakum waya’ xli-
pan, wix kalatapa mat wanikán uyma’ chixkú, nalhtu kmaqlhti-
man.
Wanchu tima chixkú tichi kskujma wanchu waya’ xlipan lauku,
wanchu uyma waya’ xwanit latamalh katutsu wanchu tsukulh sku-
ja. ¡Uta! mat tsukulh skuja, chali, chali xan kaakiwin, lanka tsukulh
tlaway takuxtu. Aymat wani xpuskat, wanti chi xpuskat uyma’
chixkú:
—Chu pii nitna kskuja nayma, lakuntla tlawa chu lantla
kkimawitilayan, luu ninima skujpat.
Mat wanikán chu.
—A, chu pii xanqalhi kskujma. Parnixkatsiy puskat pii nalhwa
xalh kitit xchixkú. Axkni’ maqlhtaqska, nayma chu nachan kaqot-
nun kawayntitanchu, namaxkikan taxtikat anta’ matchu natawilay
kxakpun xtaxtikat, natsukuy chu wayán, parni kamat katitiyalh,
kamat xtujway xanchu.
—Lakuntla nayma wayana’ chu pii xapulh nitna xwayana’, mat
wanikán chu
—Pii lutna mat wan.
Ninchú natsiswan, katapatanchu aykmamilh mimputama mat
nawanikán
—Tlan, paxtakatsinilh uku naktamay, xwilinikan xakxtikat
wata kaxlaktawilay xakxtikat, tukunchu, anilhtatapat, pii klhtata-
ma mat nawanchu.
Lanchiyu chuna uyma lanit, wa xa’lhkitit chixkú xlipan waya’
litaxtulh. Chu wanti waya’ xwanit xlipan chixkú.
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El señor flojo y el gavilán
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Y el gavilán respondió:
—¿De verdad lo harías? Te entrego mis plumas.
Él solamente contestó:
—Está bien.
Inmediatamente recibió las plumas del gavilán y él entregó el
suyo, pero el gavilán le dijo:
—Pero no las vayas a maltratar ni desplumarlas. Te entrego
mis plumas.
El señor le respondió:
—Está bien.— Y las recibió. Pues el señor se convirtió en gavi-
lán y se fue volando.
Pero el gavilán, quien pasó a ser señor, le grito diciendo:
—Si en verdad crees atrapar las aves, para mí no es fácil, aun-
que quisieras atraparlos.
Fue la última indicación que le dijeron al señor que ya estaba
convertido en gavilán. Y él contestó:
—Pues voy a intentarlo.
El señor quien pasó a ser gavilán, emocionado se fue volando,
llegaba a meterse en los montes donde había muchas espinas, iba
y regresaba, se divertía mucho. Pero no se dio cuenta de que se
desplumó todo, quebró las alas y la cola, se quedó con poquitas
plumas, pero no atrapó nada.
—De veras era cierto lo que me decías, no se puede atrapar a
las aves, te voy a devolver tus plumas.— Es lo que dijo el señor al
gavilán.
El gavilán, quien pasó a ser señor, le respondió:
—Pero ya no te las voy a recibir, ahora vete para siempre como
un gavilán, así vas a andar, ya no te las voy a recibir.
Ahora, quien anteriormente era el señor, fue siempre gavilán, y
el que anteriormente era gavilán, se quedó en la tierra para traba-
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jarla, pero él empezó a trabajar mucho, diario iba al rancho, empe-
zó a labrar la tierra de una manera sorprendente y muchísimo. De
repente le dice su señora:
—Pero si no trabajabas tanto como ahora. ¿Cómo le hiciste? Si
cuando venía a dejarte tu itacate me daba cuenta de que nomás no
avanzabas.
El señor respondió inmediatamente:
—Ah, pero yo siempre he trabajado.
Pero la señora no sabía que quien trabajaba ya no era su ma-
rido flojo. La señora se dio cuenta poco después, cuando el señor
llegaba por las tardes y le daba de cenar, le ofrecía un banco y él no
se sentaba, sino que se subía sobre el banco y empezaba a comer,
no tomaba las tortillas con las manos sino que las picoteaba.
—Pero, ¿por qué es que comes así?, antes no comías de esa
forma.
—Es que así es la forma de comer.
La señora se sorprendía mucho por el comportamiento de su
nuevo esposo. Cuando llegaba la noche, le decía:
—Ya duérmete, ya extendí tu cama.
Y él respondía
—Gracias, ahorita me acuesto.
Le colocaba su almohada, pero lo que él hacía era sentarse so-
bre la almohada, y le decía la señora:
—¿Qué haces que no te vas a dormir?
Es así de como sucedió que el señor flojo se convirtió para
siempre en gavilán y el que era gavilán se convirtió en señor.
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Mitos y cuentos
del Totonacapan y de la Huasteca Poblana
En náhuatl, tepehua,
otomí, totonaco y español
compilado por Guillermo Garrido Cruz, se terminó de imprimir el 20 de febrero de
2015 en los talleres de El Errante Editor S.A. de C.V., privada Emiliano Zapata 5947,
San Baltazar Campeche, C.P. 72550, Puebla, Pue.