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INTERVENCION DE TERCEROS
Concepto: Por vía de descarte, podemos decir que tercero es aquel que no asume
el carácter de parte en el momento de la traba de la litis. Dice Palacios que la
intervención de terceros tiene lugar cuando durante el desarrollo del proceso, ya
sea en forma espontánea o provocada, se incorporan a él personas distintas a las
partes originarias con el objeto de hacer valer derechos o intereses propios,
aunque vinculados a la causa o al objeto de la pretensión.
Dentro de la categoría de terceros participantes, debemos distinguir: los que
intervienen en el proceso sin interés propio y los que ostentan un interés en el
resultado del pleito (porque de alguna forma u otra va a influir en su derecho) y
que se llaman terceros interesados.
La normativa dispuesta en los arts. 431 y ss (ver última parte de este art) se aplica
a todos los casos de intervención de terceros, salvo lo dispuesto en otras leyes,
por ej art. 118 de la Ley 17418, los supuestos de tercerías de dominio y de mejor
derecho, o los de evicción.
Intervención voluntaria
La intervención es voluntaria cuando es el propio tercero el que determina su
inserción en la causa, porque le resulta conveniente a sus intereses, sin que medie
pedido de parte ni citación del Tribunal (art.432).
Oportunidad: Puede solicitar su inserción en cualquier etapa o instancia, sin que
se retroceda a etapas ya cumplidas, y estableciendo que el trámite seguido para
decidir el ingreso del tercero a la causa, no tiene efecto suspensivo. O sea que el
tercero recibe la causa en el estado en que se encuentra y en todos los casos
según la última parte del art. 432 in fine, tiene los mismos derechos y facultades
que las partes.
Trámite: debe sustanciarse por el trámite de los incidentes, por eso es redundante
que el art. 434 diga que deberá ofrecerse la prueba, ya que es condición de todo
Intervención obligada:
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La intervención es obligada (coactiva o forzosa) cuando el tercero decide
intervenir, no por propia iniciativa sino como respuesta a la citación del tribunal,
originado en un pedido de parte o dispuesto oficiosamente (art. 433).
Se ha dicho que “la intervención obligada o coactiva tiene lugar cuando, sea a
petición de cualquiera de las partes originarias, o de oficio, se dispone la
citación de un tercero para que participe en el proceso pendiente y la sentencia a
dictar en él pueda serle eventualmente opuesta.”(Angelina F. de de la Rua-
Cristina G. de la Vega de Opl. “Código Procesal Civil y Comercial. Tomo II, p.
798).
En cuanto al requisito exigido para la intervención coactiva de terceros, se
menciona el siguiente: “que el tercero llamado sea común a la controversia.
Palacio entiende que para que exista comunidad de controversia se requiere la
existencia de objeto y causa común entre el tercero llamado al juicio y uno de los
litigantes originales. Sin embargo la mayoría de la doctrina argentina sostiene un
criterio más flexible que permite asimilar el concepto de comunidad de
controversia a los supuestos en los que sólo uno de aquellos elementos sea
común entre el tercero llamado al juicio y una de las partes originarias.” (Cfr.
Manuel E. Rodríguez Juarez. María C. Enrico de Pittaro “Código Procesal Civil
y Comercial de la Provincia de Córdoba. Comentado y Concordado. P. 214).
En cuanto a la oportunidad para su citación el art. 433 establece que el actor debe
hacerlo en la demanda y el demandado al contestarla, por ende, superadas estas
etapas debe ser rechazada por extemporánea. En cuanto a la posibilidad de
citación por parte del actor, se ha dicho que sólo puede pedir la citación de los
que podrían ser sus litisconsortes, ya que desde el comienzo pudo dirigir su
demanda contra todos los partícipes de la relación.
Es requisito para la procedencia, que la controversia sea común al tercero, que no
se reduce al mero interés del tercero en la decisión del proceso principal, sino que
se requiere un ligamen más intenso, que llegue a la conexidad entre la pretensión
del tercero y la deducida por los contendientes en la causa (para la tendencia más
generosa por lo menos debe tener en común alguno de los elementos, estos es el
objeto o la causa).
En todos los casos el tercero debe ser citado de comparendo de acuerdo a las
reglas del art. 163, por los mismos medios previstos para las partes y con las
copias del art. 85 y bajo apercibimiento de rebeldía. Este apercibimiento obedece
a dos razones: 1) que se encuentra en la misma situación que las partes, y que
como el art. 435 establece que la sentencia será ejecutada en contra del tercero,
para garantizar su derecho de defensa, resulta apropiado la declaración de
rebeldía, su notificación al domicilio real (art. 144 inc.2) para asegurarse el
conocimiento del apercibimiento de su incomparecencia.
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El citado no puede oponerse a la citación, lo máximo que puede hacer al igual
que las partes es no concurrir al proceso, con las consiguientes consecuencias.
Efectos de la sentencia:
El tercero sólo podrá ser condenado y eventualmente ejecutado, cuando en la
causa se haya planteado, aunque sea en forma implícita, una pretensión en su
contra. O sea que depende de lo que persigue el tercero, intervención voluntaria,
o el citante, intervención coactiva, si se incorpora o no una nueva pretensión, del
tercero o contra él.
Además el tercero debe haber tenido oportunidad de debatir en el pleito su
situación jurídica sustancial propia, con suficientes oportunidades de alegación y
prueba sobre esos extremos. En general la condena será ejecutable, en supuestos
de intervención provocada, cuando el tercero hubiera podido ser demandado por
el actor y cuando es citado en garantía. Y si se trata de intervención voluntaria, en
las hipótesis del art. 432 inc. 2 y 3, porque en relación al inciso 1ª carece de
legitimación sustancial.
En referencia a lo espinoso de la cuestión se ha sostenido que: “Podríamos decir
que ‘el problema’ del alcance de la sentencia es la procedencia o improcedencia
de la condenación y ejecución del tercero. En este tema se encuentran dos teorías
bien identificadas y antagónicas. Aquella que sostiene que la expresión ‘lo
afectará como a los litigantes principales’, significa que la sentencia constituye
simplemente un antecedente favorable a la pretensión de regreso que se
interponga en contra del citado, pero en modo alguno implica la posibilidad de
ejecución en contra del tercero, y la otra que entiende que se puede ejecutar la
condena al tercero traído al proceso. Esta última, afirma que si el art. 96 del Cód.
Procesal de la nación estatuye que el fallo afectará al tercero como a los litigantes
principales, de que otro modo lo afectará sino extendiendo a él todos los efectos
prácticos de la decisión recaída en un proceso que ha participado.” (Ferrer
Germán Luis, “La intervención de terceros y el nuevo Código Procesal Civil y
Comercial de Córdoba”, LLCba 1996, pág. 657.). Dicho de otro modo, la
controversia se suscita alrededor de si se entiende que la citación del tercero tiene
como objetivo sólo el poner en conocimiento de éste la existencia del litigio para
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que ejerza los derechos que creyera le correspondan es equivalente o si se trata,
en cambio, de una acción dirijida en su contra. El citado autor, se pronuncia por
la segunda de las hipótesis enunciadas, pero con la necesaria salvedad que
requiere actuar con prudencia ante casos concretos en los que no se haya
garantizado el ejercicio del derecho de defensa del tercero citado.
En mi opinión, la norma en cuestión es aplicable sólo en los casos de
participación obligada o coactiva de un tercero, no cuando ha sido citada a los
fines de que tenga conocimiento de un juicio cuya resolución pueda afectarla en
el futuro. Sobre este punto, adhiero a la opinión doctrinaria que sostiene que la
condena al tercero no procede porque su intervención es una consecuencia de la
denuncia de la litis, en la que el tercero no asuma la calidad de parte demandada
y, en consecuencia, no se lo puede condenar. Palacio sostiene que “...la
intervención del tercero en el proceso se justifica en la conveniencia de evitar que
en la futura acción de regreso del citante, el tercero le oponga la excepción de
negligente defensa, afirmando que la eventual sentencia condenatoria, sólo
constituye un antecedente favorable de la futura acción regresiva, pero no se
puede ejecutar en contra del tercero” (Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación, explicado y anotado jurisprudencial y bibliográficamente, pág. 485). Dos
fallos plenarios de las Cámaras Civiles Nacionales reprodujeron los argumentos
del mencionado procesalista, agregando, en apoyo de la solución, que el principio
de congruencia se afecta si se condena a quien no fue demandado; y que la
citación del tercero no implica dirigir la acción en contra del tercero, sino que
simplemente anuncia que la hará valer en otro proceso. Razones de celeridad o
economía procesal invocadas para justificar la figura, no pueden prevalecer ante
la necesaria defensa en juicio constitucionalmente reconocida. Aquí lo principal
es que el tercero, para poder ser ejecutado, tiene que haber tenido en el pleito, la
posibilidad total y absoluta de defender el derecho que le asiste conforme la
relación sustancial conexa o vinculada con la que se debate en el juicio principal.
(cfr. C5CC “ORO NORMA GRACIELA Y OTROS C/ CARRERAS MIGUEL
ERNESTO Y OTRO – ORDINARIO – CUMPLIMIENTO – RESOLUCIÓN DE
CONTRATO – (EXPTE. 511779/36)”, Diario Jurídico del 30.06.05). En igual
sentido se ha expedido la jurisprudencia en una caso de citación de tercero en
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calidad de sujeto pasivo de una eventual pretensión regresiva (denuncia de
litigio) al decir “En consecuencia, la sentencia condnatoria dictada en contra del
demandado, sólo constituye un antecedente favorable a la fundabilidad de la
pretensión de regreso mencionada, pero ella no puede ser ejecutada en contra del
tercero, porque éste no reviste el carácter de parte demandada...” (cfr. CCSan
Francisco, Diario Jurídico del 26.12.05).