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LA MEDIDA DE COERCION EN LA REPUBLICA DOMINICANA

Medida De Coerción

Las medidas de coerción o cautelares son instrumentos procesales que se imponen


durante el curso de un proceso penal, con el objeto de restringir el ejercicio de los
derechos personales o patrimoniales del imputado o de terceras personas.

Estas medidas son cautelares porque tienden a evitar los peligros de obstaculización del
proceso y buscan asegurar el efectivo cumplimiento de la posible condena. Si luego de
comprobada la culpabilidad del imputado en juicio, éste pudiera sustraerse al
cumplimiento de la sanción; la justicia se vería burlada y la sociedad perdería la
confianza en el Derecho.

Las medidas de coerción pueden ser de carácter personal (sobre la persona) y de


carácter real (sobres los bienes de la persona). Las medidas de coerción o cautelares de
carácter personal tienen como finalidad asegurar la presencia del imputado en el juicio y
evitar que obstaculice la averiguación de la verdad.

Las medidas de coerción o cautelares de carácter real tienen como finalidad garantizar
la reparación del daño y el pago de costas (pagos del proceso) o multas. Las medidas de
coerción o cautelares sobre bienes sujetos a confiscación o decomiso tienen como
finalidad asegurar que dichos bienes queden a efectos de prueba en el proceso.

ARTICULO 222. Del Código Procesal Penal. Toda persona tiene derecho a la libertad
y a la seguridad personal. Las medidas de coerción tienen carácter excepcional y solo
pueden ser impuestas mediante resolución judicial motivada y escrita, por el tiempo
absolutamente indispensable y a los fines de asegurar la presencia del imputado en el
procedimiento.

La resolución judicial que impone una medida de coerción o la rechace es revocable o


reformable en cualquier estado del procedimiento. En todo caso, el juez puede proceder
de oficio cuando favorezca la libertad del imputado.
ARTICULO 226.- Medidas. A. solicitud del ministerio público o del querellante, y en
la forma, bajo las condiciones y por el tiempo que se explica en este código, el juez
puede imponer a1 imputado, después de escuchar sus razones, las siguientes medidas de
coerción:

1)La presentación de una garantía económica suficiente;

2)La prohibición de salir sin autorización del país, de la localidad en la cual reside o del
ambit0 territorial que fije el juez;

3)La obligación de someterse a1 cuidado o vigilancia de una persona o institución


determinada, que informa regularmente a1 juez;

4)La obligación de presentarse periódicamente ante el juez o ante la autoridad que el


designe;

5)La colocación de localizadores electrónicos, sin que pueda mediar violencia o lesión a
la dignidad o integridad física del imputado;

6)El arresto domiciliario, en su propio domicilio o en custodia de otra persona, sin


vigilancia alguna o con la que el juez disponga;

7)La prisión preventiva

El juez Ortega Polanco, auxiliándose en el Código Penal, define


la medida de coerción como una restricción del ejercicio de los derechos a la libertad o
a la propiedad, dispuesta por un juez competente, cuyo carácter es temporal y
excepcional y que su propósito es asegurar la presencia del imputado en el
procedimiento, así como la protección y defensa de la víctima.

LA PRISIÓN PREVENTIVA

Es la medida más frecuente en la República Dominicana, y quizás la más conocida.


Consiste en la privación temporal de la libertad por orden judicial previa a la decisión
sobre el fondo del proceso, cuyos propósitos son evitar la fuga del imputado y proteger
los intereses de la víctima y la sociedad. El juez Ortega Polanco señala que de acuerdo
al artículo 234 del Código, esa medida procede solo cuando no se puede evitar
razonablemente la fuga del imputado a través de la imposición de otras medidas menos
gravosas.

Hasta el año 2004, la prisión preventiva era la única disposición que equivalía a lo que
hoy son las medidas de coerción en la República Dominicana, situación que no les
dejaba otra opción a los jueces que enviar a los acusados a las cárceles, provocando el
congestionamiento de esos recintos de reclusión.

A partir de ese año, se introducen modificaciones al Código Procesal Penal que incluyen
siete medidas de coerción, pero se mantiene la prisión preventiva como la más socorrida
de ellas, situación que, lejos de resolver el problema del congestionamiento de las
cárceles, lo agrava.

la frecuencia con que se recurre a la prisión preventiva como medida de coerción


contraviene al propio Código Procesal Penal Dominicano, que establece en el artículo
226 que la misma solo debe ser aplicada “cuando no pueda evitarse razonablemente la
fuga del imputado mediante la imposición de una o varias de aquellas que resulten
menos gravosas para su persona”.

De acuerdo a las últimas estadísticas presentadas por las autoridades en la República


Dominicana hay cerca de 27 mil personas en las cárceles de las cuales, según el
abogado Cándido Simón, el 64% están de manera preventiva.

Los expertos coincidieron al señalar que esta disposición es la preferida por los jueces,
aunque tienen opiniones encontradas en torno a las posibles razones por las que los
magistrados ordenan el envío a la cárcel de los acusados.

Para Simón, los jueces optan por la prisión preventiva en la mayoría de las decisiones
judiciales, por temor a posibles represalias que pueda asumir el Consejo del Poder
Judicial en su contra.

“El Consejo del Poder Judicial, cuando un juez dispone la libertad de un caso notorio, lo
humilla, lo suspende y anuncia públicamente que lo pusieron en investigación, y eso le
genera un conflicto emocional, social y familiar”, agrega.

Simón reveló que el 64% de los casi 27 mil presos del país están en calidad de
preventivos, y afirmó que esa situación tiene a los jueces aterrorizados. “De manera que
la falta de dependencia funcional de los jueces es el terror que le tienen al Consejo
Nacional de la Magistratura cuando ponen en libertad a una persona de un caso
notorio”.

“Aquí existe una cultura que entiende que si se abre un proceso judicial contra alguien,
necesariamente el imputado tiene que caer preso, y no necesariamente es así. En los
países desarrollados, el ciudadano se queda en libertad y se queda realizando sus
actividades cotidianas, produciendo dinero para pagar su defensa y asistiendo a las
audiencias”, dice Enrique García.

ARRESTO DOMICILIARIO

Esta medida consiste en la restricción de la libertad de tránsito del imputado,


obligándole a permanecer en su propio domicilio o en el de otra persona, bajo la
custodia de esta, la misma pude ser sin vigilancia o bajo vigilancia impuesta por el juez.

En virtud de su naturaleza, la figura procesal del arresto domiciliario se adoptará tanto


en lo concerniente al supuesto del riesgo de fuga, como en el supuesto del riesgo de
alteración de prueba, y que en la mayoría de los casos, si se busca que la medida sea real
y efectivamente eficaz, se hará menester establecer la respectiva vigilancia, a los fines
de garantizar la efectividad del arresto y prevenir que el imputado pueda incumplir la
disposición del arresto domiciliario, saliendo libremente en ausencia de previa
autorización de las autoridades encargadas de regular y darle seguimiento al arresto en
cuestión.

Es por todo esto que se hace ineludible, pensar en la necesidad que tiene el juez de
visualizar estos elementos para imponer esta medida de coerción personal, ante la
posibilidad de que en la República Dominicana no tenga la misma eficacia que la que
han tenido otros Estados, en virtud de la ausencia o inexistencia de organismos
competentes que cuiden por el fiel control y cumplimiento a cabalidad, en toda la
extensión de lo estatuido por el Tribunal.

Esta medida cautelar ha sido objeto de un sin número de críticas por parte de la sociedad
civil y otros sectores de la vida nacional, algunas referentes a la dificultad de garantizar
su fiel cumplimiento, ya que en cada caso hay que asignarle al imputado en cuestión, un
oficial de la Policía Judicial particular, que debe custodiar la casa del procesado a los
fines de someterlo a una vigilancia permanente, para así evitar que se viole el
cumplimiento de esta disposición, y a la postre ese oficial tal vez producto de sus
necesidades económicas, termina siendo cómplice del primero.

IMPEDIMENTO DE SALIDA

Bajo esta medida el imputado no podrá salir del país, de la localidad en que reside o del
ámbito territorial sin la previa autorización del juez.

COLOCACIÓN DE LOCALIZADORES ELECTRÓNICOS

Esta medida consiste en la colocación de un localizador electrónico de manera fija en el


cuerpo del imputado, para de esa manera poder monitorearlo. El uso del dispositivo
permite captar, transmitir y aprovechar la información.

A pesar de su efectividad y de que no tienen costo alguno para el Estado, los tribunales
emiten pocas sentencias ordenando la colocación de localizadores electrónicos para
evitar los “acercamientos victimarios” que afectan principalmente a mujeres objeto de
violencia por parte de hombres.

Se trata de un novedoso sistema que opera mediante ley y que permite ver en tiempo
real los movimientos y ubicación de las personas que los utilizan.

CUIDADO O VIGILANCIA EXTRAJUDICIAL Y CONTROL JUDICIAL


PERIÓDICO

Se obliga al imputado a someterse al cuidado o vigilancia de una persona o institución


determinada que informará regularmente al juez.

PRESENTACIÓN DE UNA GARANTÍA ECONÓMICA

En este sentido, la garantía económica es una fianza. El imputado u otra persona puede
presentar dicha garantía en las siguientes modalidades; depósito de dinero o valores;
entrega de bienes, otorgamiento de prendas, muebles o hipotecas, sobre bienes libres de
gravámenes; así como una póliza con cargo a una empresa de seguros o fianza solidaria
de una o más personas con solvencia.

PRESENTACION PERIODICA
FINALIDAD DE LAS MEDIDAS DE COERCIÓN

La finalidad de las medidas de coerción a la luz del Código Procesal Penal no es otra
que “asegurar la presencia del imputado en el procedimiento”, finalidad ésta
propiamente cautelar, que pudiera implicar formas de coerción rígidas sobre la persona
del imputado Art. 222 del Código Procesal Penal Dominicano.

Las Medidas de Coerción han sido definidas por el tratadista Cuéllar Cruz como
"aquellas que pueden adoptarse motivadamente por el órgano jurisdiccional (tribunal),
contra un presunto responsable de un hecho delictivo al estimarse dos aspectos
esenciales: por una parte, la existencia de una imputación basada en la constatación
objetiva de un hecho típico y en la probabilidad razonable de quien sea su autor; y por
otra, en la fundada responsabilidad de ocultación personal o patrimonial del imputado
en el curso del procedimiento penal, teniendo como finalidad única y legítima el
garantizar los efectos penales y civiles de una futura sentencia condenatoria.".

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