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MISA RITUAL

BENDICIÓN DE UNA IGLESIA


MONICIÓN DE ENTRADA:

Monitor: Hoy, nos hemos reunido llenos de gozo y alegría


para ofrecer a Dios esta nueva iglesia;
roguémosle humildemente
que en este lugar de su morada
sea lugar de encuentro con Él
y viviendo la fe como pueblo congregado en su nombre
se digne acompañarnos con su gracia y bendición.
Nos ponemos de pie y cantamos.

CANTO DE ENTRADA:

RITOS INICIALES

P. La gracia de nuestro señor Jesucristo,


El amor del Padre
Y la comunión del Espíritu Santo
Esté con todos ustedes.

Todos: Y con tu espíritu.

RITO PENITENCIAL:

P. Hermanos: antes de celebras nuestros misterios reconozcamos


nuestros pecados.

Todos: Yo confieso ante Dios todo poderos


y ante ustedes hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos,
que interceden por mí ante Dios, nuestro Señor.
P. Dios todo poderoso tenga misericordia de nosotros, perdone
nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

Todos: Amén.

GLORIA.

ORACIÓN COLECTA:

Oremos:
Dios todo poderoso y eterno,
Derrama tu gracia sobre este lugar de oración,
Y socorre a cuánto en él invocan tu nombre;
Que la fuerza de tu palabra
Y la eficacia de tus sacramentos
Fortalezcan el corazón de los fieles
Que aquí se congregan.
El que contigo vive y reina
en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios,
por los siglos de los siglos.

Todos: Amén
LITURGIA DE LA PALABRA:

MONICIÓN A LAS LECTURAS:

La palabra de Dios nos habla de la presentación de Jesús en el templo


y nos invita a preparar nuestras vidas para acoger al mensajero,
escuchar su Palabra y como templos vivos del Espíritu Santo,
ofrecernos a Él como ofrenda agradable, de tal manera que, también
nosotros podamos decir que hemos visto al Salvador, al Rey de la
Gloria.

Lectura del libro de Malaquías 3,1-4

Así dice el Señor: «Mirad, yo envío a mi mensajero, para que prepare


el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien
vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis.
Miradlo entrar –dice el Señor de los ejércitos–. ¿Quién podrá resistir
el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un
fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un
fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos
de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces
agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días
pasados, como en los años antiguos.» Palabra de Dios

Salmo 23

R/. El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria.

¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas:


va a entrar el Rey de la gloria. R/.

¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso;


el Señor, héroe de la guerra. R/.

¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas:


va a entrar el Rey de la gloria. R/.

¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos.


Él es el Rey de la gloria. R/.

Lectura de la carta a los Hebreos 2,14-18

Los hijos de una familia son todos de la misma carne y sangre, y de


nuestra carne y sangre participó también Jesús; así, muriendo,
aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó
a todos los que por miedo a la muerte pasaban la vida entera como
esclavos. Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los
ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser
sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar
así los pecados del pueblo. Como él ha pasado por la prueba del
dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella. Palabra de Dios

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 2,22-40

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los


padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de
acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón
será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la
ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en
Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que
aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él.
Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte
antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al
templo.

Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo
previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios
diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo
irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has
presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está
puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una
bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones.
Y a ti, una espada te traspasará el alma.» Había también una profetisa,
Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana;
de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los
ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a
Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba
gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la
liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía
la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El
niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la
gracia de Dios lo acompañaba. Palabra del Señor

HOMILÍA:

BENDICIÓN Y ASPERSIÓN DEL AGUA:

Queridos hermanos, al dedicar a Dios nuestro Señor esta casa, supliquémosle


que bendiga esta agua, creatura suya, con la cual seremos rociados, en señal
de penitencia y en recuerdo del bautismo. Que el mismo Señor nos ayude
con su gracia, para que, dóciles al Espíritu Santo que hemos recibido,
permanezcamos fieles en su Iglesia.

Todos oran en silencio. Luego el Obispo continúa:


Dios Padre nuestro, fuente de luz y de vida,
que tanto amas a los hombres
que no sólo los alimentas con solicitud paternal,
sino que los purificas del pecado con el rocío de la caridad
y los guías constantemente hacia Cristo, su Cabeza;
y así has querido, en tu designio misericordioso,
que los pecadores, al sumergirse en el baño bautismal,
mueran con Cristo y resuciten inocentes,
sean hechos miembros suyos y coherederos del premio eterno;
santifica con tu bendición + esta agua, creatura tuya,
para que, rociada sobre nosotros,
sea señal del bautismo,
por el cual, lavados en Cristo,
lleguemos a ser templos de tu Espíritu;
concédenos a nosotros
y a cuantos en esta Iglesia celebrarán los divinos misterios
llegar a la celestial Jerusalén.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
AMEN.

ORACIÓN DE DEDICACIÓN:

Oh Dios, santificador y guía de tu Iglesia, celebramos tu nombre con


alabanzas jubilosas, porque en este día tú pueblo quiere dedicarte,
para siempre con rito solemne, esta casa de oración, en la cual te
honra con amor, se instruye con tu palabra y se alimenta con tus
sacramentos. Este edificio hace vislumbrar el misterio de la Iglesia, a
la que Cristo santifico con su sangre, para presentarla ante sí como
Esposa llena de gloria, como Virgen excelsa por la integridad de la fe,
y Madre fecunda por el poder del espíritu. Es la Iglesia santa, la viña
elegida de Dios, cuyos sarmientos llenan el mundo entero, cuyos
renuevos, adheridos al tronco, son atraídos hacia lo alto, al reino de
los cielos. Es la Iglesia feliz, la morada de Dios con los hombres, el
templo santo, construido con piedras vivas, sobre el cimiento de los
apóstoles, con Cristo Jesús como suprema piedra angular. Es la
Iglesia excelsa, la ciudad colocada sobre la cima de la montaña,
accesible a todos, y a todos patente, en la cual brilla perenne la
antorcha del Cordero y resuena agradecido el cántico de los
bienaventurados. Te suplicamos, pues, Padre Santo, que te dignes
impregnar con santificación celestial esta Iglesia y este altar, para que
sean siempre lugar santo y una mesa siempre lista para el sacrificio
de Cristo. Que en este lugar el torrente de tu gracia lave las manchas
de los hombres, para que tus hijos, Padre, muertos al pecado,
renazcan a la vida nueva. Que tus fieles, reunidos junto a este altar,
celebren el memorial de la Pascua y se fortalezcan con la Palabra y el
Cuerpo de Cristo. Que resuene aquí la alabanza jubilosa que
armoniza las voces de los ángeles y de los hombres, y que suba hasta
ti la plegaria por la salvación del mundo. Que los pobres encuentren
aquí misericordia, los oprimidos alcancen la verdadera libertad, y
todos los hombres sientan la dignidad de ser hijos tuyos, hasta que
lleguen, gozosos, a la Jerusalén Celestial.

Peticiones:

Por el Papa Francisco, los Obispos, Sacerdotes y Diáconos para que


sean piedras vivas y que con su testimonio lleven el Evangelio con las
gracias y dones que Dios les ha concedido como Buena Noticia a todo
el mundo. Oremos al Señor.

Por los gobernantes de nuestro país y los del mundo entero, para que,
viviendo los mandamientos del Señor, se preocupen por los más
necesitados. Oremos al Señor.

Te pedimos Señor, para que viviendo tus mandamientos seamos


piedras vivas donde reine la fraternidad, el amor y la paz. Oremos al
Señor.

Te pedimos Señor, por cada uno de nosotros aquí reunidos, para que
acogiendo al Señor, el Rey de la gloria, podamos ser testigos de su
amor y misericordia que se derrama en este templo. Oremos al Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS:

Que te sean gratos, Señor,


los dones que tu Iglesia te presenta llena de alegría y,
por medio del sacrificio eucarístico que vamos a ofrecerte,
reunidos en tu templo santo,
ayuda a tu pueblo a participar de la eterna salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén
LITURGIA EUCARÍSTICA

PLEGARIA EUCARÍSTICA:

V. El Señor esté con Ustedes.


R. Y con tu Espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,


Nuestro deber y salvación
Darte gracias
Siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todo poderoso y eterno,
Por Cristo, Señor nuestros.

Porque en esta casa visible que hemos construido,


donde reúnes y proteges sin cesar
a esta familia que hacia ti peregrina,
manifiestas y realizas de manera admirable
el misterio de tu comunión con nosotros.

En este lugar, Señor,


tú vas edificando aquel templo que somos nosotros,
y así la Iglesia, extendida por toda la tierra,
crece unida, como Cuerpo de Cristo,
hasta llegar a ser la nueva Jerusalén celestial,
verdadera visión de paz.

Por eso, Señor,


Te celebramos en el templo de tu gloria,
Y con todos los ángeles
Te bendecimos y te glorificamos, diciendo:

Canto:
CP. Santo eres en verdad, Padre,
y con razón te alaban todas tus criaturas,
ya que, por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo,
das vida y santificas todo,
y congregas a tu pueblo sin cesar,
para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha
desde donde sale el sol hasta el ocaso.

CC. Por eso, Padre, te suplicamos


que santifiques por el mismo Espíritu
estos dones que hemos separado para ti,

de manera que se conviertan


en el Cuerpo y + la Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,

Porque él mismo,
la noche en que iba a ser entregado,

tomó pan,
y dando gracias te bendijo,
lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL,


PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES.

Del mismo modo, acabada la cena,


tomó el cáliz,
dando gracias te bendijo,
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

TOMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL,


PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA
POR USTEDES Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.

CP. Éste es el Sacramento de nuestra fe.

todos: Anunciamos tu muerte,


proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!

CC. Así, Padre,


al celebrar ahora el memorial
de la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección y ascensión al cielo,
mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.

Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia,


y reconoce en ella la Víctima
por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
y llenos de su Espíritu Santo,
formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

C1. Que él nos transforme en ofrenda permanente,


para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos:
con María, la Virgen Madre de Dios,
los apóstoles y los mártires,
(san N.: Santo del día o patrono)
y todos los santos,
por cuya intercesión
confiamos obtener siempre tu ayuda.

C2. Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación


traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa N.,
a nuestro Obispo N.
al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo
redimido por ti.

Atiende los deseos y súplicas de esta familia


que has congregado en tu presencia.

Reúne en torno a ti, Padre misericordioso,


a todos tus hijos dispersos por el mundo.
+ A nuestros hermanos difuntos
y a cuantos murieron en tu amistad
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria,

por Cristo, Señor nuestro,


por quien concedes al mundo todos los bienes.

CP. Por Cristo, con él y en él,


a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.

Todos: Amén.

RITO DE COMUNIÓN

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina


enseñanza, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;


perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Líbranos de todos los males Señor
y concédenos la paz en nuestros días,
para que ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libre de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la venida
de nuestro Señor Jesucristo

todos: Tuyo es el reino,


tuyo el poder y la gloria por siempre Señor

P. Señor Jesucristo,
que dijiste a tus apóstoles:
“Mi paz os dejo mi paz os doy”,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia,
y conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Todos: Amén.

P. La paz del Señor esté con todos vosotros

Todos. Y con tu espíritu

P. Daos fraternalmente la paz

Todos: Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo


ten piedad de nosotros
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo
ten piedad de nosotros
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo
danos la paz
P. Este es Jesús el Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
dichosos los llamados a la mesa de Señor.

Todos: Señor no soy digno de que entres en mi casa


pero una Palabra tuya bastará para Salvarme.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN:

Danos, Señor, un profundo conocimiento de ti


Por medio de los sacramentos que hemos recibido,
Para que te adoremos sin cesar en el templo
Y nos alegremos en tu presencia con los santos.
Por Jesucristo nuestros Señor.

BENDICIÓN Y DESPEDIDA

P. El Señor esté con ustedes

Todos: Y con tu espíritu

Diác. Inclinen su cabeza para recibir la bendición

P. Dios, Señor del cielo y de la tierra,


que los ha congregado
para la bendición de esta casa,
los haga abundar en bendiciones celestiales.

Todos: Amén

P. Ya que quiso reunir en su Hijo


a todos sus hijos dispersos por el mundo,
haga de ustedes templo suyo
y morada del Espíritu Santo.

Todos: Amén
P.
De modo que, felizmente purificados,
Dios habite en ustedes
y posean con todos los Santos
la herencia de la eterna felicidad.

Todos: Amén
P.
Los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo  y Espíritu Santo.

Todos: Amén

P. Podemos ir en paz.

Todos: demos gracias a Dios.

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