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1.

Flujo subterráneo en medios porosos


1.1. Introducción
El agua subterránea es una componente importante de todos los sistemas
hidráulicos, como recurso para la provisión de agua para uso doméstico, in-
dustrial y para la agricultura. La administración de este recurso implica de-
cisiones i) sobre el volumen de agua a ser extraı́do sobre una base anual, ii)
sobre dónde realizar perforaciones para su extracción o reposición artifical
y iii) sobre estrategias de control de las condiciones de dicho recurso. No
menos importante, implica decisiones sobre la calidad del agua, en cuyo caso
también estarán ligadas a la cantidad disponible. Estas cuestiones son im-
portantes, ya que en ciertos lugares del mundo y en virtud de la decreciente
disponibilidad del recurso, la calidad se ha ido deteriorando más allá de los
lı́mites antes aceptables. Además, en los últimos tiempos existe una preocu-
pación por los posibles alcances de la contaminación del agua subterránea con
sustancias peligrosas, infilitradas en el sistema desde depósitos de deshechos
industriales, derrames, o por el uso de pesticidas, herbicidas y fertilizantes y
por la cada vez mayor cantidad de repositorios nucleares ubicados en forma-
ciones geológicas profundas.
En todos los casos, administrar el recurso implica resolver un problema de
optimización: cumplir cierto objetivo sin violar algunas restricciones. Es evi-
dente que para la tarea, es necesario contar con una herramienta de predic-
ción para evaluar la respuesta del sistema ante varios escenarios posibles.
El saneamiento de un sistema de aguas subterráneas, requiere conocer las
trayectorias de trazadores y la respuesta del sistema ante las distintas ac-
ciones de limpieza planificadas; de igual modo, la planificación de cualquier
sistema de monitoreo o alerta, requiere conocer a priori y con cierta pre-
cisión el comportamiento del sistema a monitorear. Toda esta información
será provista por modelos que describan el comportamiento del sistema. El
uso del modelo implica dos etapas: su formulación y su resolución; en estas
notas nos concentraremos en la primera de ellas. El objetivo de estas notas
será:
§ describir los mecanismos que gobiernan el flujo de fluidos en un medio
poroso y el transporte de contaminantes,

§ construir modelos matemáticos para el flujo en el medio poroso, y para


el transporte de contamiantes,

§ plantear el problema de optimización para la administración del flujo


subterráneo,

1
En lo concerniente a la solución de estos modelos, se discutiran algunos casos
en los que es posible una solución analı́tica de los mismos (Cfr. Sección ??).
Para describir el medio y los distintos sistemas hidráulicos que se discutirán
se dan a continuación algunas definiciones: un acuı́fero es una formación geo-
lógica que i) contiene agua y que ii) permite una gran movilidad de esta bajo
condiciones normales. Por el contrario, un acuicludio es una formación que,
si bien contiene agua, la retiene, no permitiendo su movimiento: es el caso,
por ejemplo, de una capa de arcilla. Para cualquier uso práctico, estos se
consideran como fronteras impermeables. Un acuitardo es una capa mucho
menos permeable aún y es mucho más delgada: en general aparece separando
dos acuı́feros, entre los que permite cierto intercambio de fluido, por lo que
a veces también se denomina como una formación semi-permeable.
La porción del suelo constituida por sustancias sólidas, recibe el nombre de
matriz sólida o simplemente, matriz. El resto del volumen es el espacio o
volumen de poro, que será ocupado por una (agua) o dos fases (agua y aire)
de fluido. Está claro que sólo aquellos intersticios interconectados podrán
actuar como conductos de flujo; estos van desde grandes cavernas en las for-
maciones de calcitas (un tipo de rocas carbonáticas) hasta pequeños espacios
capilares en las que el agua se mantiene retenida mediante fuerzas adhesivas.
Los intersticios se dividen básicamente en dos grandes grupos: los originales,
propios del proceso geológico de la formación y los secundarios que compren-
den fisuras, junturas, etc, producto del trabajo experimentado por todas las
formaciones.
La formaciones subterráneas que contienen agua se clasifican en función de la
proporción relativa de volumen de poro ocupada por esta. Se distinguirán dos
regiones: las zonas saturada y la de aireación o no saturada. En la primera
solo hay presente una fase de fluido –la lı́quida– mientras que en la segunda
coexisten dos fases. En la Figura 1 se muestra esquemáticamente la situación.
AIREACION
ZONA DE

SISTEMA SUPERIOR

SISTEMA MEDIO

SISTEMA CAPILAR
SATURADA

RIO
ZONA

FRONTERA IMPERMEABLE

Figura 1: Zonas del flujo subteráneo

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El agua, por irrigación o precipitación se infiltra en el suelo, moviéndose ha-
cia abajo y acumulándose, mientras llena los intersticios de la matriz sólida.
En la Figura, distinguimos entre una zona saturada, confinada por debajo
por una barrera impermeable y por encima por una superficie freática. Ésta
es una superficie imaginaria que se encuentra a presión atmosférica. La zona
saturada se extiende un poco por encima de esta superficie, en una zona
que se denomina capilar, determinando un sistema capilar de agua que de-
penderá del tipo de suelo. Como regla, cerca de la superficie freática, casi
todo el volumen de poro está ocupado por agua, mientras que a medida que
subimos hacia la superficie, sólo los poros más pequeños –en los cuales las
fuerzas capilares son mayores– contendrán lı́quido. Queda claro entonces que
la superficie superior del sistema capilar puede ser sumamente irregular, de-
pendiendo del tipo de suelo. También, en la zona de aireación se distinguen
otros dos sistemas: el superior adyacente a la superficie del terreno es el que
las plantas de la superficien utilizan. En esta región, el movimiento del agua
es escencialmente vertical: descendente por la infiltración, ascendente por la
evapo-transpiración y luego de que ocurren precipitaciones, esta zona puede
estar saturada. Si no se agrega agua al sistema –por ejemplo lo que ocurre
después de un periodo de sequı́a– parte del agua queda atrapada en esta
región, la que es indicadora de la capacidad del campo.

1.2. Aproximación continua del medio poroso


De lo expuesto antes, es fácil imaginarse que la descripción detallada del
suelo no es una tarea sencilla. El acuı́fero ocupa un dominio constituido por
un medio poroso: tierra, arena, basaltos, granitos –usualmente fisurados– son
todos ejemplos de medios porosos, que como ya se dijo, exhiben en común el
estar contituidos por una matriz sólida y poros. Otra caracterı́stica común
es que la matriz sólida está distribuida en todo el dominio del acuı́fero, lo
que implica que, si se toman distintos volumenes en distintos lugares del
dominio, todos tendrán una fase sólida, a condición de que estos volúmenes
sean lo suficientemente grandes: por ahora basta pensar en que deben ser
más grandes que los poros más grandes. Uno de estos volumenes arbitrarios
recibe el nombre de volumen elemental arbitrario (AEV).
El agua del acuı́fero fluye por una compleja red de canales y poros. Este
flujo es limitado por la interface (microscópica) sólido–lı́quido: en principio
es posible describir el flujo a este nivel microscópico, considerando al fluido
como un continuo, y utilizando las ecuaciones de continuidad y Navier-Stokes
e imponiendo condiciones apropiadas en la interfase sólido–lı́quido. Este tipo
de enfoque resulta impráctico por una variedad de motivos que van desde

3
la complejidad de la geometrı́a involucrada hasta la dificultad para repre-
sentar apropiadamente las condiciones de contorno. Para evitar esto, se pre-
fiere recurrir a una descripción macroscópica: se describe el problema pero
a una escala mayor, en la que el problema matemático es formulable y las
cantidades fı́sicas involucradas son medibles. Conceptualmente, es el mismo
proceso por el cual el lı́quido y el gas de las fases fluidas son tratadas como
continuos: en esta aproximación, el medio poroso, en el que coexisten sólido,
lı́quido y gas ocupando cada fase una porción del AEV es reemplazado por
un medio ficticio, en el que cada fase es considerada como un continuo que
ocupa, simultáneamente con las demás, la totalidad del AEV. Ası́, en cada
AEV tenemos superpuestos tres medios continuos, que incluso pueden inter-
actuar entre si: en este contexto, podrán calcularse valores promedio (valores
macroscópicos como a veces se denominan) para cada AEV y asignarlos a
cualquier punto del espacio, independientemente que en el medio real se trate
de un punto en la matriz sólida o en el poro. Cubriendo el dominio de una
sucesión de AEVs, obtendremos campos asociados a las variables macroscópi-
cas, que resultarán funciones diferenciables de las coordenadas. Todo el de-
talle asociado a la configuración de la interface sólido–fluido, más el asociado
a la interacción entre las tres fases, entrará en el modelo macroscópico en
forma de coeficientes, los que deberán ser determinados experimentalmente.
Quedan por cierto algunas cuestiones por discutir: en Bear y Bachmal ([??])
se puede encontrar una extendida discusión sobre la caracterización de los
medios porosos, aunque aquı́ se incluirán solo los aspectos salientes que serán
utilizados en lo sucesivo.
Uno de los problemas que se introducen al utilizar AEVs es que los promedios
macroscópicos que se calculen estarán asociados a ellos, resultando en un tipo
de descripción lagrangiana. Esto impone limitaciones a la determinación ex-
perimental de los coeficientes. Para evitar esto se recurre a otro concepto, el
de volumen elemental representativo (REV): Los REVs son tales que asegu-
ran un valor constante –dentro de los errores admisibles– de los coeficientes
para un conjunto de AEVs, permitiendo también la mensurabilidad práctica
de los coeficientes.
Si indicamos por l la longitud caracterı́stica del REV y con d la longitud
caracterı́stica del poro, una condición que debe satisfacerse es que l >> d.
Asimismo, si D es la longitud caracterı́stica del dominio de interés, otra
condición que debe satisfacerse es que l << D. Estas dos condiciones tienen
un sentido estadı́stico y aseguran que los valores que se adopten para los
coeficientes no sufrirán de la aleatoriedad de la distribución de la fase sólida:
son las condiciones necesarias para que el modelo continuo del medio poroso
satisfaga la hipótesis ergódica. Como ejemplo de como se puede estimar el

4
valor del REV, considérese una caracterı́stica geométrica del medio, como
la relación entre el volumen de poro y el volumen total (Uv (x)/U(x)) en un
REV centrado en x. Si se prueba con distintos REVs de tamaño creciente,
se observará un comportamiento como en la Figura 2:
DOMINIO DOMINIO DE MEDIO POROSO
DE EFECTOS
MICROSCOÓPICOS

ε POSIBLES
INHOMOGENIDADES
RANGO DE U DE GRAN ESCALA
0

U U
min max

Figura 2: Definición de porosidad y del REV

La Figura describe la siguiente situación: si el REV es muy pequeño, el valor


que adoptará el cociente dependerá si el mismo está incluido en un poro o
en la matriz sólida, tomando ası́ los valores 0 o 1. A medida que empleamos
un REV de mayor tamaño, el valor comienza a fluctuar, debido a la dis-
tribución aleatoria de la matriz sólida. Sin embargo, a partir de cierto valor
de tamaño, las fluctuaciones se amortiguan y desaparecen virtualmente para
cierto valor Umin ; si se sigue incrementando el tamaño del REV, y por enci-
ma de otro valor, digamos Umax , podrá observarse algún tipo de tendencia
en el valor debido a inhomogeneidades de gran escala. El tamaño del REV,
U0 deberá adoptarse tal que Umin < U0 < Umax . Para un REV con dicha
longitud caracterı́stica, el cociente representará la porosidad, , en x.
Una vez determinado U0 , se lo utiliza para calcular los promedios macroscópi-
cos: dada una variable de estado φα para la fase α
1
Z
< φα (x, t) >= φα (x0 , t; x)dUα (x0 ) (1)
U0α U0α
donde U0α es el volumen de la fase α dentro de U0 y x0 es un punto del REV
centrado en x. Este tipo de promedio se denomina promedio intrı́nseco de
fase. En una forma análoga se define y determina el área elemental represen-
tativa (REA). En lo que sigue, asumimos que es posible la representación del
medio poroso como continuo, en el sentido expuesto.

1.3. Fenómenos de transporte


Los estados de equilibrio de la materia están caracterizados por la distribu-
ción espacial uniforme de cada una de las variables de estado del sistema

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continuo, de modo que cada elemento de la materia se encuentra en equilib-
rio termodinámico y mecánico con los elementos vecinos. Si alguna de estas
variables de estado estuviera fuera de equilibrio, se podrı́a observar un in-
tercambio de las cantidades mecánicas y térmicas entre elementos contiguos
que siempre tenderı́a a llevar al continuo al estado de equilibrio, es decir, a
uniformizar la distribución de dicha variable de estado.
Esta tendencia a la uniformidad, postulada como principio rector de la ter-
modinámica (y asentada en el Segundo Principio), sólo requiere que las por-
ciones de continuo vecinas puedan interactuar. La naturaleza de esta inter-
acción depende de la estructura molecular y su efecto es el parámetro que se
está observando. Sin embargo desde la perspectiva de los medios continuos,
interesa que esta tendencia existe y que se puede modelar en forma indepen-
diente de la estructura microscópica.
De la observación de estos procesos de interacción, se puede descubrir un
intercambio o transporte de cierta cantidad, de manera que esta aumenta
en algunos elementos de continuo y disminuye en otros. El conjunto de es-
tos procesos de intercambio es conocido como fenómenos de transporte. Para
el modelado del flujo subterráneo, nos interesará el transporte de tres can-
tidades: masa, energı́a y cantidad de movimiento. Independientemente de
cuál sea la cantidad que se transporte, el mecanismo de intercambio presenta
algunas caracterı́sticas de orden general:

§ el transporte neto de cierta cantidad P es nulo si una cierta cantidad


asociada p(x, t), que representa la intensidad local, está distribuida
espacialmente en forma uniforme, y

§ la dirección del transporte neto no-nulo a través de una superficie el-


emental en el continuo es tal que tiende a igualar el valor de p(x, t) a
ambos lados de dicha superficie elemental.

De estas observaciones, queda claro que existe una relación entre el transporte
neto y la distribución no uniforme de la intensidad asociada, representada
por el gradiente de la intensidad gradp(x, t).
Sea p(x, t) continua en <3 , de modo que el transporte de la cantidad asociada
a P , a través del área elemental δa orientada según n, en el instante t, pueda
escribirse como
f(x, t) · nδa (2)
donde f es el vector de flujo de la cantidad P . La idea es encontrar una
relación f = f(gradp(x, t)). Para esto se harán dos hipótesis que permitirán
simplificar el tratamiento, reduciéndolo a un transporte lineal:

6
§ Para una variación de la intensidad p(x, t) lo suficientemente gradual,
no existen correlaciones de largo alcance, es decir, que p(x, t) sólo de-
penderá de las propiedades locales en el medio continuo y de los valores
locales de las demás variables de estado.

§ Para valores de la intensidad p(x, t) lo suficientemente pequeños, el


flujo depende linealmente de las componentes de gradp(x, t).

Estas son las denominadas hipótesis de linealidad de Ficks; de ellas, si la


intensidad p(x, t) es un campo escalar, la última induce una afinidad entre
f(x, t) y gradp(x, t) de la forma

fi = kij pj (x, t), (3)

donde kij será un tensor de segundo orden. Si p(x, t) fuese un campo vectorial,
entonces la dependencia lineal serı́a de un tensor de cuarto orden, de la forma

fij = Cijklpkl (x, t). (4)

La prueba de validez de estas hipótesis es un asunto puramente experimental


y depende de qué cantidad se esté transportando y del rango de valores que
adopta gradp(x, t). Las distintas relaciones que se obtienen a partir de estas
hipótesis para los distintos transportes son las llamadas relaciones constitu-
tivas y son las que contienen las propiedades fı́sicas del medio.

2. Modelos regionales de flujo


Los modelos regionales de flujo describen el comportamiento de acuı́feros cuya
extensión horizontal es mucho mayor que su profundidad. Como se indicó en
la introducción, se pueden distinguir dos tipos de regiones donde tiene lugar
el flujo subterráneo: una no saturada y otra saturada. El flujo en la primera
es escencialmente vertical, mientras que en la segunda es donde se realiza la
mayor parte del flujo a escala regional. Se restringirá entonces la discusión a
la zona saturada, entendiéndose además que el flujo se realiza en un medio
poroso, dejando de lado el flujo en lechos fracturados. En la aproximación
regional, el flujo se asume horizontal, lo que implica la incorporación de la
hipótesis de Dupuit que indica que el operador ∂/∂z puede considerarse nulo.

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2.1. Ecuaciones de gobierno para el flujo
Las ecuaciones de flujo subterráneo se obtienen a partir de la ecuación de
continuidad y de la ley de Darcy. La primera es la expresión diferencial para
la conservación de la masa
∂ρ
+ div(ρV) = ρQρ , (5)
∂t
donde Qρ es una fuente de caudal. Es posible aún, transformar esta forma
en otra, expandiendo la divergencia del producto y obteniendo:
∂ρ
+ V · gradρ + ρdiv(V) = ρQρ . (6)
∂t
Los dos primeros términos son la variación total de la densidad DρDt
: en este
punto debe quedar claro que si bien el agua es incompresible, el flujo de agua
en el REV no lo es. Piénsese que es posible acomodar más agua en el volumen
mismo elemental simplemente desplazando el aire contenido en el mismo: el
efecto neto es un aumento en la densidad, pero por el incremento de la masa
de agua en el mismo volumen. Para dar una expresión de este cambio, se
recurre al coeficiente de almacenamiento S0 que por definición es el volumen
de agua que provoca un cambio unitario en la unidad de tiempo en la altura
piezométrica. De este modo:
Dρ ∂h
= ρS0 . (7)
Dt ∂t
La expresión resultante es:
∂h
S0 + divV = Qρ . (8)
∂t
La ley de Darcy establece que, en un medio poroso isotrópico, la velocidad
del flujo es proporcional al gradiente de la altura piezométrica, cambiada de
signo:
V = −kf gradh. (9)
La constante kf es la denominada permeabilidad. Para medios no isotrópicos,
la ley de Darcy puede generalizarse introduciendo el tensor de permeabilidad

V = −Kgradh. (10)

donde K es ahora un tensor de orden dos, representado por una matriz de d×d
en Rd . Esta formulación permite incorporar el hecho de que la dirección del
flujo dependerá de la estructura del medio. La ecuación 8 es una restricción

8
cinemática sobre el campo de altura piezométrica; la Ley de Darcy es la
condición dinámica. Si se reunen las dos, se obtiene la ecuación de gobierno
del flujo en un medio poroso:
∂h
S0 = div(Kgradh) + Qρ (11)
∂t
Esta expresión es válida para flujos tridimensionales. Pero en el caso de des-
cribir flujos regionales, basta con una descripción bidimensional de los mis-
mos: introduciendo m, el espesor del acuı́fero, se puede desde la integral de
volumen realizar un proceso de regularización, el que dará lugar a un campo
de velocidades, bidimensional, equivalente en su dinámica al tridimension-
al, obteniéndose la siguiente ecuación para la altura piezométrica del flujo
bidimensional:
∂h
S = div(mKgradh) + q. (12)
∂t
En esta indicamos por S, la versión regularizada del coeficiente de almace-
namiento. Otra forma de expresar la misma es introduciendo el tensor de
transmisividad T = mK. La misma ecuación se extiende al caso del acuı́fero
freático, si hacemos explı́cita la dependencia de T no solo con la posición
sino también con h = b + m, donde b es la superficie inferior impermeable
del acuı́fero:
∂h
S = div[(h − b)Kgradh] + q. (13)
∂t
Del mismo modo, en el caso de que el acuı́fero esté conectado con otro sistema
de agua subterránea o superficial con el que intercambia masa, habrá que
incorporar el intercambio a la ecuación de balance. Utilizando la ley de Dar-
cy, postularemos que el flujo entre el acuı́fero y el otro cuerpo de agua es
proporcional a la diferencia de altura piezométrica
P hj − h. Para n sistemas
interactuando, el flujo total intercambiado será j lk (hj − h): el factor lj es
el factor de filtrado del j − ésimo cuerpo con el acuı́fero, definido, para el
caso isotrópico como lj = kfj /dj , resultando:

∂h X
S = div(mKgradh) + lj (hj − h) + q. (14)
∂t j

Las ecuaciones del flujo definen un sistema de ecuaciones diferenciales en


derivadas parciales de tipo parabólico. En general serán necesarias condi-
ciones iniciales y de contorno para cerrar el problema y asegurar la exis-
tencia de la solución. Para este problema, las condiciones de contorno más
frecuentes son:

9
las de primer tipo o tipo Dirichlet, que prescribe los valores de la al-
tura piezométrica en la frontera. Puede demostrarse que para asegurar
la unicidad de la solución, la altura piezométrica debe especificarse en
al menos un punto del dominio, ya que de lo contrario y debido al tipo
de relación que define la ley de Darcy h solo podrá ser determinada a
menos de una constante aditiva.

las de segundo tipo o tipo Neumann, que especifica el flujo a través de


la frontera mediante la componente normal del gradiente de h. Si la
frontera es impermeable, la situación queda representada especificando
condiciones homogéneas de Neumann para dicha porción de la frontera.

las de tercer tipo o tipo Robin, que especifican una combinación lineal
para la altura piezométrica y el flujo en la frontera. Tı́picamente se
utilizan cuando hay intercambio de masa a través de la frontera con
un cuerpo de agua superficial del que se conoce la altura piezométrica:
por ejemplo, en el caso de un rı́o, adopta la forma T ∂h/∂n = l(hr − h),
donde hr es la altura piezométrica del rı́o y n la normal exterior positiva
a la frontera, en el rı́o.

2.2. Estimación de parámetros


Un problema a la hora de escribir el modelo para un caso particular es la
estimación de parámetros: esta es la etapa de determinación de los valores de
permeabilidad, transmisibidad, porosidad, etc., necesarios como datos. En el
Cuadro 1 se da una lista tentativa, aunque no completa, en la que se indican
además, en qué tipo de modelos es necesario el parámetro y posibles fuentes.

Existen muchas técnicas para la estimación de los parámetros que se in-


troducirán en los modelos. En lo que sigue y en virtud de ser operaciones
imprescindibles, se discutirá la estimación de la recarga y en la identificación
de parámetros y calibración a partir de los ensayos de bombeo.

2.2.1. Estimación de la recarga


Cuando se preparan los datos que definen el modelo, es desable poder hacerlo
a priori, es decir, independientemente del modelo. Un parámetro que puede
estimarse de este modo es la denominada recarga, que es la cantidad de agua
que resulta de balancear dos procesos: el de precipitación y el de evapo-trans-
piración. Los modelos y los métodos para realizar esta estimación pueden
ser muy sofisticados; sin embargo, en esta sección presentaremos un modelo
simple que da buenos resultados. Consideremos para ello una columna de

10
Item Modelo Fuente
p: freático
c: acuı́fero confinado
s: distribución espacial
t: distribución temporal
Distribuciones dentro
del dominio
elevación de la del s, p perfil geológico
superficie inferior
del acuı́fero b
permeabilidad K s, p ensayos de bombeo
transmisividad T s, c ensayos de bombeo
coeficiente de s, c ensayos de bombeo
almacenamiento S
porosidad efectiva e s, p ensayos de bombeo
recarga s, t datos meteorológicos
producción s, t
Filtrado de y hacia
cuerpos de agua
vecinos
elevación del lecho s mapas topográficos
elevación de la s, t datos hidrológicos
superficie libre
factores de filtrado lj s
Condiciones de
contorno
altura piezométrica s, t datos de campo
flujos s, t datos de campo
y meteorológicos

Cuadro 1: Parámetros necesarios para modelos de flujo subterráneo

suelo, la que consideraremos dividida en tres partes: una superior no saturada,


una media, también no saturada y la inferior, saturada (se desprecia el espesor
de la región de capilar). La porción superior se caracteriza por el hecho de
poder perder humedad por evaporación, mientras que la caracterı́stica de la
zona media es que cualquier aporte de agua será cedido a la porción saturada
como regarga. El espesor tı́pico de la zona superior es de aproximadamente
un metro y en ella se realiza el siguiente balance entre dos instantes t y t+∆t:

B(t + ∆t) = B(t) + (N − V − R − SL )∆t∆a (15)

11
donde N es la precipitación por unidad de tiempo, V la velocidad de evapo-
ración, R es el resbalamiento o runoff, es decir el agua que no llega a penetrar
el suelo sino que resbala o desliza sobre la superficie del suelo y SL es la ve-
locidad de percolación por unidad de área (Ref. figura 3).

N
precipitacion
R V
runoff evapotranspiracion

zona superior
no saturada
B
contenido de humedad

zona inferior
S no saturada
L
percolacion profunda

zona saturada

recarga

Figura 3: Estimación de la recarga: balance en la zona no saturada

B(t) es el contenido de humedad de la porción superior y tiene magnitud


de longitud. Para que haya una recarga positiva, es decir para que exista un
filtrado efectivo a las porción media, el valor de la cantidad N − V − R − SL
debe superar la capacidad de campo F . En nuestro modelo, hemos asumido
que, si este exeso se produce, percolará hacia la porción saturada:

0 si B(t) + (N − V − R)∆t∆A < 0,7
SL δt =
B(t) + (N − V − R)∆t∆A − F en cualquier otro caso
(16)
el valor de 0.7 que aparece en la fórmula anterior viene del hecho empı́rico que
el agua comienza a percolar antes de que el contenido de humedad alcance
el valor F , alrededor del 70 % de dicho valor.

12
La determinación de V tiene importantes consecuencias, no solo para el mo-
delado del flujo subterráneo sino también consecuencias económicas, ya que
este volumen de agua forma parte de la utilizada por las plantas. Existen
fundamentalmente cuatro metodologı́as para su determinación:
experimental: basada en mediciones de campo o en laboratorio, mediante
el uso de bateas de evaporación y lisimetros

métodos de correlación climática como los de Penman, de Bowen y la


correlación de torbellinos

modelos hidrológicos basados en el balance de agua en un volumen de


suelo

sensores remotos: estos tienen ventajas y desventajas: son muy aptos para
estimar la evapo-transpiración sobre dominios extendidos y poveen
además registros históricos. Entre sus limitaciones está el volumen
de datos y el costo computacional de procesamiento. Un ejemplo de
estrategia para estimar la evapotranspiración es la denominada SE-
BAL(Surface Energy Balance Algorithm for Land). Toma como datos
la información provista por el satélite –básicamente la radiación en
distintas bandas– y la velocidad del viento y realiza un balance ter-
modinámico, obteniéndose de este la evapotranspiración. El sistema de
ecuaciones a resolver viene dado por:

Rn = (KD − KU ) + (LD − LU )
Rn = λE + H + G
H = H(∆T, cp , ρah , rah )

Rn es la radiación neta, que se calcula a partir de Ki y Li con i = L, D


son respectivamente la radiación en la parte alta del espectro –visual y
ultravioleta cercano– y baja –infrarrojo, es decir la parte térmica–. λE
es la energı́a latente consumida en la evaporación y G es una cantidad
que se determina empı́ricamente, y es el calor absorbido por el suelo.
H es el calor sensible o albedo, para la que se debe usar una expresión
–una ecuación de estado– termodinámica.
Para determinar el runoff R, defı́nase R = RP + RN , donde RP es la
precipitación por lluvia y RN la correspondiente a nevadas. Existen
numerosas técnicas para determinar RP : como ejemplo de estas se pre-
senta la técnica del ı́ndice de infiltración. Data de 1946 y fue propuesta
por Cook: en este método se determina un ı́ndice o nivel φ que divide
el diagrama de intesidad de precipitación de manera que el área sobre

13
la curva, representa exactamente el runoff. La situación es la que se
describe en la Figura 4.

intensidad de la precipitacion (mm/h)


1111111111
0000000000
0000000000
1111111111
0000000000
1111111111
0000000000
1111111111
0000000000
1111111111 indice φ

0000000000
1111111111

30 60 90 120 150 180 210 240

tiempo (min)

Figura 4: Representación del ı́ndice φ

Este ı́ndice se determina a partir de una tormenta, midiéndose la can-


tidad de agua caı́da y el runoff, siendo φ la diferencia. El valor de φ
aumenta con la intensidad de la precipitación, pero luego de cierto um-
bral se mantiene más o menos constante.
Las nevadas son la segunda forma de precipitación después de la lluvia
y en algunas regiones, como en las montañosas, son la principal. Es
particularmente importante en aquellas locaciones en que puede acu-
mularse, funcionando entonces como reservorio, que actúa infiltrándose
en el suelo y resbalando con la llegada de la primavera. La acumulación
de nieve es relevada con bastante facilidad, aunque requiere ser relevada
en muchos puntos para tener una idea detallada de la distribución de los
espesores acumulados. Cuando la temperatura sube, la nieve comienza
a derretirse, aunque para que el agua derretida alcance el suelo y pueda
infiltrarse, es necesario un tiempo, ya que debe saturarse la capacitancia
de la masa de nieve. Este proceso ocurre a varios niveles: por intercam-
bio térmico con el medio ambiente –proceso termo-fluidodinámico–, por
absorción de radiación solar, por calentamiento del suelo y por acción
de la radiación de gran logintud de onda presente en la atmósfera. La
forma más simple de evaluar el flujo de nieve desde la superficie es me-
diante el empleo de un coeficiente de fusión, Cf y una expresión lineal,
del tipo:
RN = Cf (T − TB ) [LT −1 ] (17)
siendo TB la temperatura de referencia por sobre la cual se verifica la
fusión. Para Cf , los valores usualmente adoptados van de 0.015 a 0.2,
adoptándose un valor medio de 0.08, para temperaturas medidas en ◦ F.

14
2.2.2. Identificación y calibración mediante ensayos de bombeo
Si se consideran las ecuaciones de flujo en el acuı́fero, S0 (o S) y K (o T ), son
parámetros que describen la respuesta intrı́nseca del sistema. Estos paráme-
tros deben determinarse experimentalmente y los ensayos de bombeo son la
forma más simple de hacerlo. En este tipo de ensayos, se bombea un caudal
constante Q, registrándose por ejemplo, la altura piezométrica a lo largo del
ensayo en distintos puntos del dominio. Al final del ensayo se dispone de n
m−úplas de datos, del tipo (ti , xi , hobs
i ). A partir de estos datos y mediante
el empleo de la ecuación de gobierno, se busca determinar un valor de S0 y K
–o de S y T – que minimice el error entre los valores de altura piezométrica
calculados hcalc en los puntos x donde se tomaron las mediciones y los medi-
dos. En sentido estadı́stico se busca minimizar el error cuadrático medio: si
denominamos por J (S0 , K) la función objetivo, el problema puede escribirse
como:
minimizar J (S0 , K)
donde J (S0 , K) = nk=1 (hobs calc 2
P
k − hk )

Si se dispusiera de los valores hcalc


k este serı́a un problema de cuadrados
mı́nimos. Pero hcalc
k resulta de resolver el problema diferencial dado en la
ecuación 11. Se hace necesario entonces implementar un procedimiento ite-
rativo que permita a partir de un valor semilla o de prueba, determinar una
sucesión de aproximaciones a la solución del problema, convergente a la solu-
ción.
Una posible estrategia es el método de Newton-Raphson: si se expande J (S0 , K)
en series de potencia hasta el segundo orden,
J (S0 + ∆S0 , K + ∆K) = J (S0 , K) + (∆S0 , ∆K) · gradJ (S0 , K) +
1
+ (∆S0 , ∆K) · H(S0 , K) · (∆S0 , ∆K)T (18)
2
donde gradJ es el vector gradiente de J y H es la matriz hessiana de J .
Como se busca minimizar J la condición de extremo indica que gradJ = 0
cuando el argumento es el extremo, de modo que, al diferenciar la anterior
obtendremos:
0 = gradJ (S0 , K) + H(S0 , K) · (∆S0 , ∆K)T (19)
el que constituye un sistema de lineal de ecuaciones algebraicas. Habrá que
resolver este problema lineal, para obtener el vector (∆S0 , ∆K)T , con el que
se corrige el valor de prueba mediante la relación (S0new , K new ) = (S0 , K) +
(∆S0 , ∆K). El procedimiento se repite hasta que se obtiene un error por
debajo de una tolerancia prescripta.

15
3. Modelos regionales de transporte de
contaminantes
La polución del agua subterránea debida a actividades humanas tiene di-
versos orı́genes: por infiltración de aguas contaminadas desde un cuerpo de
agua superficial, desde tuberı́as con pérdidas o desde aguas estancadas. Otra
fuente de polución es la lluvia que arrastra e infiltra sustancias originalmente
depositadas en la superficie, como es el caso de pesticidas o fertilizantes. Lo
mismo ocurre con la filtración desde terrenos de relleno y depósitos de resi-
duos. Los contaminantes pueden entrar en el suelo disueltos en el agua que los
infiltra o no y el flujo de agua, ya sea la de infiltración o la subterránea provo-
ca el transporte de estos. Mientras que en la zona no saturada, el transporte
es escencialmente vertical entre la superficie del terreno y la zona saturada,
el transporte horizontal y de largo alcance ocurre sólo en la zona saturada,
donde el transporte es dominado por el flujo horizontal, que determina las
distancias caracterı́sticas y alcances de la contaminación.
En lo que sigue, se considera el transporte de la zona no saturada como una
fuente para el transporte en la zona saturada, limitando la discución a los
procesos en esta zona. Dependiendo de la concentración de contaminantes,
estos pueden influenciar el campo de flujo, en cuyo caso se dice que los con-
taminantes son hidrodinámicamente activos; en la discución, sólo se tendrán
en cuenta contaminantes hidrodinámicamente pasivos, es decir concentra-
ciones para las cuales el flujo inducido por densidad es totalmente despre-
ciable. Además, se restringe la discusión a modelos regionales, lo que nueva-
mente implica que la escala del transporte horizontal es mucho mayor que la
del vertical, en cuyo caso se puede considerar el flujo como escencialmente
bidimensional. Se mostrará que el transporte también podrá considerarse
un proceso bidimensional mediante la integración vertical de las concentra-
ciones. Cualquier modelo de transporte requiere como entrada el campo de
velocidades del flujo: o bien este es conocido o debe ser calculado a partir
de algún modelo cómo los de la Sección 2: estos modelos darán la función h
y mediante la ecuación de Darcy las correspondientes velocidades que serán
transformadas a velocidad de poro utilizando como factor de regularización
apropiado la porosidad efectiva.

3.1. Modelos regionales de transporte


Comenzaremos por estudiar el comportamiento de un trazador: esto es, una
sustancia hidrodinámicamente inactiva, que no es absorbida ni sufre trans-
formaciones quı́micas. Si recurrimos al Teorema del Transporte de Reynolds,

16
podremos escribir para la masa de contaminante N = MC y su concentración
especı́fica η = c:
Z  I
DMC ∂ 3
= ρcdx + ρcV · nda (20)
Dt ∂t Ω ∂Ω

Es necesario encontrar una expresión para el cambio total en la masa de


contaminante: para ello, observemos que existen dos mecanismos que con-
tribuyen al cambio en la masa: el aporte o consumo desde una fuente, o su
difusión. Con esto en mente, podremos escribir que:
DMC
Z I
3
= Sd x − j · nda. (21)
Dt Ω ∂Ω

El flujo difusivo de contaminantes a través de un área elemental puede mod-


elarse mediante un modelo de Ficks, proporcional al gradiente de la concen-
tración, cambiado de signo [Cfr. § 1.3]

j · nda = −Dm gradc · nda (22)

Reuniendo todas las expresiones parciales, obtenemos una expresión para el


balance de la masa de contaminante:
Z  I

Z I
3 3
ρcdx + ρcV · nda = Sd x + Dm gradc · nda (23)
∂t Ω ∂Ω Ω ∂Ω

A los efectos prácticos, los balances que se efectúen deberán realizarse a es-
cala macroscópica, es decir para el caso del flujo de contaminantes, se deberán
calcular promedios sobre REVs, que contendrán un gran número de poros:
convendrá recordar que el factor para convertir entre el volumen de control
-geométrico- elegido y el volumen efectivamente ocupado por el fluido es la
porosidad efectiva. Para tomar estos promedios se descomponen la concen-
tración y la velocidad como suma de un valor medio macroscópico y una
variación local. Ası́

V = V + δV (24)
c = c + δc (25)

Introduciendo las ecuaciones 24 y 25 en la 23, y tomando valores medios


sobre todas las integrales, se obtiene

Z I I
3
ρcd x + ρcV · nda + ρδcδV · nda =
∂t Ω ∂Ω ∂Ω
Z I
Sd3x + Dm gradc · nda (26)
Ω ∂Ω

17
Vale aclarar que si se expande la expresión, aparecen en las integrales, fac-
tores de la forma Vδc, cδV, δV y δc respectivamente. Estos se anulan en
el proceso de calcular los valores medios, en virtud que el promedio de la
variación local es nulo, según surge de la misma definición de variación local
y de la hipótesis de ergodicidad.
El segundo término del primer miembro es el término que representa el trans-
porte convectivo (o advectivo) debido al flujo medio y el tercero es el que tiene
en cuenta la dispersión del contaminante: representa la parte del flujo debida
a las irregularidades del campo de velocidades, las que son provocadas por
el perfil de velocidades dentro del poro, el curvado de las lı́neas de corrientes
alrededor de los granos y la sección variable de los poros; en el segundo miem-
bro están representados los mecanismos de difusión del contaminante debida
al flujo medio y el término fuente.
Si el volumen de control fuera muy grande, las inhomogeneidades en la
permea-bilidad del suelo provocarı́an variaciones. Y en el caso de modelos
regionales bidimensionales, la integración vertical en zonas que incluyan bol-
sones de arcilla, por ejemplo, contribuirán a estas mismas variaciones. Estos
tipos de dispersiones, que aparecen por efecto de utilizar grandes volumenes
que incluyen inhomogeneidades de la matriz sólida se clasifican como macro-
dispersiones.
El proceso de dispersión es bastante parecido en sus efectos a la difusión, de
modo que es práctica representarlo por un término difusivo, de la forma
δVδc = −Dgradc (27)
donde D es análogo al tensor de difusión y recibe el nombre de tensor de
dispersión. Nótese que la dispersión es siempre anisotrópica y de un orden de
magnitud mayor en la dirección del flujo. Otra cuestión que no debe perderse
de vista, es que la ecuación 27 tendrá validez siempre que las variaciones de
velocidad dentro del volumen de control sean aleatorias, en el sentido que
un trazador que lo atraviese, experimente todo el espectro de velocidades.
Finalmente, con esta representación de la dispersión, es posible escribir la
siguiente relación –en la que hemos descartado las barras que indican valores
medios–:

Z I
3
ρcd x + ρcV · nda =
∂t Ω
Z Z∂Ω
= Sd3 x + (Dm + D)gradc · nda (28)
Ω ∂Ω

Se puede obtener ahora una ecuación diferencial en derivadas parciales medi-


ante el teorema de Gauss: transformando la integral de superficie en una de

18
volumen -recordando que el volumen encerrado por ∂Ω no está totalmente
ocupado por el fluido, de modo que se deberá integrar sobre Ω y no sobre
∀-, pasando todo al primer miembro, igualando a cero y exigiendo que la
integral sea nula para todo volumen que se elija, resulta
∂c
+ div{cV − (Dm + D)gradc} = S. (29)
∂t
Equivalentemente, se expresan las formas conservativa y convectiva de la
ecuación de transporte:
∂c
+ div(cV) = div{(Dm + D)grad c} + S (30)
∂t
∂c
+ V · grad c = div{(Dm + D)grad c} + S (31)
∂t
en la expresión 31 se utiliza el hecho de que el campo de velocidad del flujo
debe ser solenoidal en el medios porosos: divV = 0.

Como hemos indicado más arriba, estamos interesados en la formulación


de modelos regionales de transporte. Estos son escencialmente bidimension-
ales, para lo cual es necesario escribir un modelo integrado en profundidad.
Para comenzar, designemos por m = a−b el espesor del acuı́fero y evaluemos
la cantidad de contaminante transportado dentro o fuera del mismo a través
de su superficie superior e inferior:
Z a Z a
j · ndA = jz dA = jz m = −Qcin (32)
b b

Este término deberá incorporarse al término fuente, S. cin es el valor de la


concentración que se incorpora por filtraciones o una concentración promedio
en el caso de que se bombee agua fuera del acuı́fero: esto es lo mismo que
postular que la concentración en la superficie superior del acuı́fero es aproxi-
madamente igual al promedio o que la extracción se hace desde un pozo per-
fecto. Para obtener las ecuaciones bidimensionales, procedemos como antes,
pero escri-biendo el elemento de volumen como dx3 = mdA, obteniéndose la
denominada ecuación de Bear:
∂mc
+ mdiv(cV) = mdiv{(Dm + D)gradc} + mS + Qci n (33)
∂t
En lo sucesivo, reuniremos bajo el signo S todos los términos fuente, es decir,
escribiremos mS + Qci n → S para resumir la escritura. Si en vez de repre-
sentar el espesor del acuı́fero por m, se define como m = h − b, esta expresión
es válida también para un acuı́fero freático.

19
3.2. Interacción del contaminante con el medio:
contaminates activos
Hasta aquı́ hemos considerado un trazador. No todos los contaminantes se
comportan como trazadores, puediendo sufrir dos tipos de procesos: o una
reacción que en general involucra un decaimiento o una absorción. La reacción
puede modelarse de diversos modos, siendo la reacción de primer orden la más
simple y que servirá para nuestro propósito: en este modelo, se asume que la
tasa de decaimiento en un instante dado es proporcional a la concentración
en dicho instante:
dc
= −λc (34)
dt
donde λ es la tasa de decaimiento, constante. Este tipo de modelo representa
una gran variedad de reacciones, incluso el decaimiento radiactivo.
En el caso en que el contaminante es absorbido (o desorbido de la matriz
sólida), el balance de concentración debe incluir no solo la masa disuelta
o transportada por el flujo sino además la que es absorbida y liberada. En
general la concentración de contaminantes en el flujo se mide como la masa de
contaminante por unidad de volumen de lı́quido, la concentración absorbida
ca se mide como masa de contaminante por unidad de masa de la matriz
sólida, seca. De modo que para comparar ambos sobre un volumen de control
será necesario un factor de renormalización: ası́ en un volumen de control, la
masa de contaminante será

∆M = c + (1 − )ρca (35)

donde ρ es la densidad de la matirz sólida. Incluyendo 34 y 35 en 33 y des-


preciando el efecto de la difusión molecular frente a la dispersión, obtenemos

∂{mc + m(1 − )ρca }


+mdiv(cV) = mdiv{Dgradc}−λ{mc+m(1−)ρca }+S
∂t
(36)
Es necesario proveer una ecuación de clausura para ca , es decir necesitamos
modelar de algún modo el proceso de absorción. Para ello hay que tener en
cuenta dos posibles condiciones del proceso: la primera es si las concentra-
ciones en la matriz sólida y en el fluido están en equilibrio, en cuyo caso es
posible utilizar la ley de Henry

ca = κc (37)

que indica que la concentración absorbida es proporcional a la del fluido, o


que las concentraciones no estén en equilibrio. Si no lo están, una posible

20
forma de representar esta evolución es mediante la siguiente relación
 
∂{m(1 − )ρca } (1 − )ρ
= mα c − ca (38)
∂t 

en la que nuevamente la tasa de cambio local de la concentración en la ma-


triz sólida es proporcional a la diferencia respecto de la concentración en el
lı́quido.

Para finalizar, debemos hacer incapié en una cuestión: hasta ahora, no


hemos distinguido demasiado precisamente entre la porosidad y la porosidad
efectiva. Pero el agua inmobilizada en la fracción de volumen representa-
da por ε −  también recibe y atrapa contaminantes por difusión: el efecto
de retención puede contemplarse como una absorción suplementaria fuera
de equilibrio. Escri-biendo el balance para las concentraciones en el lı́quido
inmóvil y en el móvil e incluyendo un término de intercambio, resulta:
∂m1 c1
+mdiv(c1 V) − mdiv{Dgradc1 } = m1 λc1 − α(c1 − c2 ) (39)
∂t
∂m2 c2
= m2 λc2 + α(c1 − c2 ) (40)
∂t
donde c1 y c2 son las concentraciones en el lı́quido móvil e inmóbil y 1 y
2 son las fracciones de espacio vacı́o ocupadas por las fases lı́quidas móvil e
inmovil respectivamente. El intercambio fuera de equilibrio de contaminantes
provoca el reflujo en las plumas de polución que se observa en el campo: sin
embargo en lo que sigue lo despreciaremos por no ser un efecto dominante.
Justifica esto, además que es indistinguible del efecto propio de la dispersión.
Asumiendo que sólo habrá absorción en equilibrio, introducimos la ecuación 37
en la ecuación 36
∂mRc
+ mdiv(cV) = mdiv(Dgradc) − λ{mRc} + S (41)
∂t
donde R = 1 + ρκ(1 − )/. Notemos que incluir la absorción lineal produce
un retardo en el proceso de transporte: esto se ve más fácilmente si se divide
ambos miembros de la ecuación anterior por mR. Siendo R adimensional,
la velocidad efectiva en el poro es V/R, con R > 1, actuando tanto sobre el
me-ca-nismo convectivo cuanto sobre el dispersivo. El coeficiente R recibe el
nombre de coeficiente de retardo.

21
4. Una aplicación:
solución analı́tica y numérica del transporte
inestacionario unidmensional
Como ejemplo de aplicación de lo expuesto, vamos a resolver el problema de
la inyección instantánea de un contaminante en un dominio unidimensional.
Este problema puede servir de modelo para estudiar el transporte en un
acuı́fero de extensión infinita y con un campo de velocidades constante, en
el cual se ubica un sistema de coordenadas, cuyo eje x − x coincide con la
dirección del vector velocidad, de modo que ~u = uı̌. En este caso, estamos
aceptando que
∂c ∂c
= =0 (42)
∂y ∂z
de modo que la ecuación de transporte toma la forma:

∂c u ∂c D ∂2c
+ = − λc , en R. (43)
∂t R ∂x R ∂x2

4.1. Solución analı́tica


La inyección del contaminante será incorporada al modelo como una condi-
ción inicial. Para simularla, recurriremos a la distribución de Dirac o función
impulso como se la denomina indistintamente y que se indica con el sı́mbolo
δ. Esta distribución es tal que:
Z ∞ Z ∞
δ(x)dx = 1 , δ(x − x0 )f (x)dx = f (x0 ) (44)
−∞ −∞

y pude ser empleada en la construcción de la condición inicial c(x, 0): si la


masa total de contaminante que se inyecta en el origen es ∆Mc , la correspon-
∆M
diente concentración será mwR y la condición inicial:

∆M
c(x, 0) = δ(x). (45)
mwR
Además de una condición inicial, este problema requiere dos condiciones de
contorno. Estas se obtienen de exigir que la solución en todo instante debe
permanecer acotada. La forma de lograr esto, es exigir que asintóticamente,
la distribución de contaminante tienda a cero:

c(±∞, t) = 0 ∀t. (46)

22
Por sustitución es posible verificar que la solución del anterior problema viene
dada por:
(x − ut/R)2
 
∆M
c(x, t) = q exp − exp(−λt) (47)
2wm παL ut 4αL ut/R
R

donde αL está relacionada con D. Esta solución tiene la propiedad de satis-


facer en todo instante la conservación de la masa de contaminante: si tenemos
en cuenta que la masa total de contaminante disminuye debido al efecto del
decaimiento, en el instante t, la masa de contaminante es ∆Mexp(−λt): en
efecto puede verse que:
Z ∞
wmc(x, t)dx = ∆Mexp(−λt). (48)
−∞

En general no es posible realizar esta integración en forma analı́tica de-


biéndose recurrir a algún esquema numéricos, como el que sigue: considérese
la siguiente aproximación de los operadores diferenciales por operadores en
diferencias, donde cni es una aproximación de c(xi , tn ):
∂c cn+1 − cni ∂c cn − cni−1
(xi , tn ) ∼ i , (xi , tn ) ∼ i+1 ,
∂t ∆t ∂x 2∆x
∂2c cni+1 − 2cni + ci−1
(x ,
i nt ) ∼ ,
∂x2 ∆x2
y que al ser reemplazadas en la ecuación diferencial 42 resulta:
cn+1
i − cni D cni+1 − 2cni + ci−1 u cni+1 − cni−1
= − − λcni . (49)
∆t R ∆x2 R 2∆x
Esta estrategia es la base del método de diferencias finitas, aunque puede
pensarse como un método de colocación, en el marco de la formulación en
residuos ponderados. Operando algebraicamente, es posible reducir la anterior
a la siguiente:
cn+1
i = (γ1 + γ2 )cni−1 + (γ3 − 2γ1)cni + (γ1 − γ2 )cni+1
D∆t u∆t (50)
γ1 = 2
, γ2 = , γ3 = 1 − λ∆t
R∆x 2R∆x
Esta expresión en diferencias, centrada en el espacio y hacia adelante en el
tiempo, tiene la siguiente propiedad:
Propiedades 1 Consideremos el caso en que no existe decaimiento, esto es
λ = 0. Si sumamos los coeficientes de la ecuación en diferencias, esta suma es
la unidad. En efecto, si hacemos (γ1 +γ2 )+(γ3 −2γ1 )+(γ1 −γ2 ) = γ3 = 1−λ∆t,
que con λ = 0 da la unidad.

23
Este esquema se implementa muy fácilmente en un programa. Por ejemplo,
en C, resulta:

// sample program: 1-D INJECTION SIMULATION


//
#include <stdio.h>
#include <math.h>
main()
{
int i, n;
FILE *salida;
// data
const float D = 0.005, R = 1,
const float u = 0.05,l = 0.005
// grid definition
const int N = 100, M = 520;
const float DeltaX = 0.01;
const float DeltaT = 0.001;
float c[N][M]; // variables
float g1, g2, g3, A1, A2, A3
// initial condition
for(i = 0; i < N; i++)
c[i][1] = 0.0;
c[10][1] = 1;
// pre-processing
g1 = (D * DeltaT) / (R * DeltaX*DeltaX);
g2 = (u * DeltaT) / (2 * R * DeltaX);
g3 = 1 - l * DeltaT;
A1 = g1 + g2;
A2 = g3 - 2 * g1;
A3 = g1 - g2;
// main loop
for(n = 1; n < M-1; n++)
{
c[0][n+1] = 0;
c[N-1][n+1] = c[0][n+1];
for(i = 1; i < N-1; i++)
c[i][n+1] = A1*c[i-1][n] + A2*c[i][n] + A3*c[i+1][n];
}
}

24
Concetration distribution
0.2
t = 0.05
0.18 t = 0.10
0.16 t = 0.20

Concentration
0.14 t = 0.30
t = 0.40
0.12
0.1
0.08
0.06
0.04
0.02
0
-0.1 -0.05 0 0.05 0.1 0.15 0.2 0.25 0.3
x-x coordinate

Figura 5: Distribución de la concentración para distintos instantes, R = 1

Concentration distribution Concentration distribution


0.09 0.12
R = 1.5 R = 1.5, t = 0.3
0.08 R = 1 R = 1, t = 0.2
0.1
0.07
Concentration

Concentration

0.06 0.08
0.05
0.06
0.04
0.03 0.04
0.02
0.02
0.01
0 0
-0.1 -0.05 0 0.05 0.1 0.15 0.2 0.25 0.3 -0.1 -0.05 0 0.05 0.1 0.15 0.2 0.25 0.3

Figura 6: Comparación del efecto del retardo en el transporte

Hemos fijado para el ejemplo anterior, un coeficiente de difusividad D de 0.05,


un coeficiente de retardo R de 1, un campo de velocidades cuyo módulo vale
0.05 y un coeficiente de decaimiento λ, representado por la variable l de
0.005. El resultado de la simulación para distintos instantes se representa en
la Figura 5: podemos ver el efecto de la difusión que ensancha la distrbución
original, tanto aguas arriba como aguas abajo, el efecto de la convección
que desplaza la posición del máximo de la distribución en la dirección de la
corriente, y el efecto del decaimineto, que disminuye el área bajo la curva.
Luego hemos cambiado el valor de R, el coeficiente de retardo de 1 a 1.5, para
poder apreciar el efecto: el resultado se muestra en la Figura 6, junto con el
resultado anterior para comparar el efecto. Vemos que la distribución es casi
idéntica si se toman las distribuciones para un instante 1.5 veces menor para
el caso retardado que para el sin retardo.

25
4.2. Otras cuestiones
Existen, por cierto otras cuestiones referentes a la elección e implementación
de los esquemas numéricos. Algunas son verdaderamente especializadas y re-
quieren más espacio que el de estas notas. Sin embargo y siendo las cuestiones
más importantes, se presentan brevemente para referencia, las siguientes cu-
atro cuestiones:
Up–Winding: esta es una modificación que suele resultar necesaria y que
consiste en descentrar la formulación de la aproximación espacial. Con-
ceptualmente, el valor de concentración en un punto de la partición del
dominio, se expresa como promedio pesado de los valores en puntos
vecinos de la partición. Ası́, eligiendo -por ejemplo- los valores de c en
xi−1 , en xi y en xi+1 para construir una aproximación centrada de la
ecuación de transporte, resulta en una expresión que pesa los valores de
ci−1 , ci y ci+1 con los factores γ1 +γ2 , γ3 −2γ1 y γ1 −γ2 , respectivamente
[Cfr. Ec. 50 ].
Cuando se calcula la masa de contaminantes transportada por la con-
vección, la concentración aparece combinada con la velocidad: esto in-
dica una dirección preferencial en el transporte, dada por la de la veloci-
dad [nótese que esta asimetrı́a no aparece en el caso difusivo-dispersivo].
Y una forma de introducir esta influencia desigual de los nodos vecinos
es pesarlos de manera diferente.
Consideremos entonces, las tres absisas xi−1 , xi y xi+1 , rodeadas de tres
subintervalos que no se superponen, dados por:

[xi−3/2 , xi−1/2 ] [xi−1/2 , xi+1/2 ] [xi+1/2 , xi+3/2 ]. (51)

Considerando -sin pérdida de generalidad- un acuı́fero de espesor con-


stante m, ancho w y porosidad , la masa de contaminante que entra a
la caja centrada en xi en el intervalo [tn , tn+1 ] vendrá dada por:

ui−1 (αci−1 + (1 − α)ci )wm∆t − ui(βci + (1 − β)ci+1)wm∆t (52)

donde α = 21 (1 + signo(ui−1)) y β = 12 (1 + signo(ui)). Si α = β = 0,5


recuperamos la formulación anterior, centrada.
Cómo regla, indiquemos que:

Lema 1 (up-winding) Si el transporte está dominado por convec-


ción, será ventajoso utilizar Up-Winding. Si por el contrario, está dom-
inado por efectos difusivo-dispersivos, será preferible la aproximación
centrada.

26
Consistencia y Estabilidad: de los esquemas numéricos se esperan básica-
mente dos propiedades: consistencia y estabilidad. La primera es la que
nos asegura que, si se hace tender el tamaño de la grilla a cero, la solu-
ción aproximada del esquema tenderá a la solución exacta del prob-
lema diferencial. La segunda, asegura la robustez del esquema: esto
es, que si se introducen perturbaciones -podemos pensar en pequeñas
oscilaciones- estas se amortigüen hasta desaparecer. Para asegurar la
estabilidad en los esquemas vinculados al transporte de contaminantes,
existen diversas condiciones. Las más importantes son:

el criterio de Courant, que exige que el número de Courant Co sea


menor que la unidad. Siendo:

∆tu
Co = < 1, (53)
∆x

la condición asegura que la cantidad de contaminante que aban-


dona cada subintervalo en el intervalo [t, t + ∆t] no excede la can-
tidad de contaminante allı́ presente,
el criterio de Neumann, que exige que el número de Neumann, N
sea menor que 0.5,
D∆t 1
N = ≤ (54)
∆x2 2
y asegura que los gradientes de concentración no puedan ser re-
vertidos sólo por efectos difusivos-dispersivos.

Formulaciones implı́citas: Una cuestión conectada a la estabilidad es el


hecho de que nuestro esquema es explı́to: esto resulta de nuestra elec-

ción de la aproximación del operador ∂t con una diferencia hacia ade-
lante. En general y siguiendo la idea del promedio pesado, es posible
aproximar c(xi , τ ), con tn ≤ τ ≤ tn+1 como:

c(xi , τ ) = θcn+1
i + (1 − θ)cni . (55)

Si θ = 0, se tratará de nuestro esquema explı́cito, mientras que si θ = 1,


se trata de un esquema implı́cito como resultarı́a de tomar diferencias
hacia atrás. Si, por ejemplo, adoptáramos el valor θ = 0,5, el esquema
es implı́cito y se denominará de Crank-Nicholson.

27
Dispersión numérica: este es un efecto indeseado, pero a la vez inevitable
para el esquema planteado como hasta ahora. Para entender de que se
trata, expandamos en series la concentración c(x, t) alrededor de xi y
a instante fijo (t = ctte):

∂c 1 ∂2c
c(xi−1 ) = c(xi ) − ∆x + ∆x2 + · · · (56)
∂x 2 ∂x2
de modo que, reordenando podemos obtener

∂c c(xi ) − c(xi−1 ) u ∂ 2 c
u ∼u + ∆x2 . (57)
∂x ∆x 2 ∂x2
Esto quiere decir que en nuestra formulación estamos aproximando dos
términos:
c(xi ) − c(xi−1 ) ∂c u ∂ 2 c
u →u − 2
∆x2 (58)
∆x ∂x 2 ∂x
El término de la derivada segunda, es un término dispersivo que puede
sumarse a los efectos difusivo-dispersivos, con una dispersividad DN =
u∆x2 /2, de origen numérico, denominada dispersividad numérica y que
aparece debido al tipo de aproximación elegida. La forma de hacerla
despreciable es eligiendo el tamaño de la grilla de modo que la disper-
sión numérica sea despreciable frente a la del sistema. La condición se
expresa en términos del número de Péclet de la grilla, exigiendo que
tienda a cero:
u∆x
Pe = → 0. (59)
D

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