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En lo concerniente a la solución de estos modelos, se discutiran algunos casos
en los que es posible una solución analı́tica de los mismos (Cfr. Sección ??).
Para describir el medio y los distintos sistemas hidráulicos que se discutirán
se dan a continuación algunas definiciones: un acuı́fero es una formación geo-
lógica que i) contiene agua y que ii) permite una gran movilidad de esta bajo
condiciones normales. Por el contrario, un acuicludio es una formación que,
si bien contiene agua, la retiene, no permitiendo su movimiento: es el caso,
por ejemplo, de una capa de arcilla. Para cualquier uso práctico, estos se
consideran como fronteras impermeables. Un acuitardo es una capa mucho
menos permeable aún y es mucho más delgada: en general aparece separando
dos acuı́feros, entre los que permite cierto intercambio de fluido, por lo que
a veces también se denomina como una formación semi-permeable.
La porción del suelo constituida por sustancias sólidas, recibe el nombre de
matriz sólida o simplemente, matriz. El resto del volumen es el espacio o
volumen de poro, que será ocupado por una (agua) o dos fases (agua y aire)
de fluido. Está claro que sólo aquellos intersticios interconectados podrán
actuar como conductos de flujo; estos van desde grandes cavernas en las for-
maciones de calcitas (un tipo de rocas carbonáticas) hasta pequeños espacios
capilares en las que el agua se mantiene retenida mediante fuerzas adhesivas.
Los intersticios se dividen básicamente en dos grandes grupos: los originales,
propios del proceso geológico de la formación y los secundarios que compren-
den fisuras, junturas, etc, producto del trabajo experimentado por todas las
formaciones.
La formaciones subterráneas que contienen agua se clasifican en función de la
proporción relativa de volumen de poro ocupada por esta. Se distinguirán dos
regiones: las zonas saturada y la de aireación o no saturada. En la primera
solo hay presente una fase de fluido –la lı́quida– mientras que en la segunda
coexisten dos fases. En la Figura 1 se muestra esquemáticamente la situación.
AIREACION
ZONA DE
SISTEMA SUPERIOR
SISTEMA MEDIO
SISTEMA CAPILAR
SATURADA
RIO
ZONA
FRONTERA IMPERMEABLE
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El agua, por irrigación o precipitación se infiltra en el suelo, moviéndose ha-
cia abajo y acumulándose, mientras llena los intersticios de la matriz sólida.
En la Figura, distinguimos entre una zona saturada, confinada por debajo
por una barrera impermeable y por encima por una superficie freática. Ésta
es una superficie imaginaria que se encuentra a presión atmosférica. La zona
saturada se extiende un poco por encima de esta superficie, en una zona
que se denomina capilar, determinando un sistema capilar de agua que de-
penderá del tipo de suelo. Como regla, cerca de la superficie freática, casi
todo el volumen de poro está ocupado por agua, mientras que a medida que
subimos hacia la superficie, sólo los poros más pequeños –en los cuales las
fuerzas capilares son mayores– contendrán lı́quido. Queda claro entonces que
la superficie superior del sistema capilar puede ser sumamente irregular, de-
pendiendo del tipo de suelo. También, en la zona de aireación se distinguen
otros dos sistemas: el superior adyacente a la superficie del terreno es el que
las plantas de la superficien utilizan. En esta región, el movimiento del agua
es escencialmente vertical: descendente por la infiltración, ascendente por la
evapo-transpiración y luego de que ocurren precipitaciones, esta zona puede
estar saturada. Si no se agrega agua al sistema –por ejemplo lo que ocurre
después de un periodo de sequı́a– parte del agua queda atrapada en esta
región, la que es indicadora de la capacidad del campo.
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la complejidad de la geometrı́a involucrada hasta la dificultad para repre-
sentar apropiadamente las condiciones de contorno. Para evitar esto, se pre-
fiere recurrir a una descripción macroscópica: se describe el problema pero
a una escala mayor, en la que el problema matemático es formulable y las
cantidades fı́sicas involucradas son medibles. Conceptualmente, es el mismo
proceso por el cual el lı́quido y el gas de las fases fluidas son tratadas como
continuos: en esta aproximación, el medio poroso, en el que coexisten sólido,
lı́quido y gas ocupando cada fase una porción del AEV es reemplazado por
un medio ficticio, en el que cada fase es considerada como un continuo que
ocupa, simultáneamente con las demás, la totalidad del AEV. Ası́, en cada
AEV tenemos superpuestos tres medios continuos, que incluso pueden inter-
actuar entre si: en este contexto, podrán calcularse valores promedio (valores
macroscópicos como a veces se denominan) para cada AEV y asignarlos a
cualquier punto del espacio, independientemente que en el medio real se trate
de un punto en la matriz sólida o en el poro. Cubriendo el dominio de una
sucesión de AEVs, obtendremos campos asociados a las variables macroscópi-
cas, que resultarán funciones diferenciables de las coordenadas. Todo el de-
talle asociado a la configuración de la interface sólido–fluido, más el asociado
a la interacción entre las tres fases, entrará en el modelo macroscópico en
forma de coeficientes, los que deberán ser determinados experimentalmente.
Quedan por cierto algunas cuestiones por discutir: en Bear y Bachmal ([??])
se puede encontrar una extendida discusión sobre la caracterización de los
medios porosos, aunque aquı́ se incluirán solo los aspectos salientes que serán
utilizados en lo sucesivo.
Uno de los problemas que se introducen al utilizar AEVs es que los promedios
macroscópicos que se calculen estarán asociados a ellos, resultando en un tipo
de descripción lagrangiana. Esto impone limitaciones a la determinación ex-
perimental de los coeficientes. Para evitar esto se recurre a otro concepto, el
de volumen elemental representativo (REV): Los REVs son tales que asegu-
ran un valor constante –dentro de los errores admisibles– de los coeficientes
para un conjunto de AEVs, permitiendo también la mensurabilidad práctica
de los coeficientes.
Si indicamos por l la longitud caracterı́stica del REV y con d la longitud
caracterı́stica del poro, una condición que debe satisfacerse es que l >> d.
Asimismo, si D es la longitud caracterı́stica del dominio de interés, otra
condición que debe satisfacerse es que l << D. Estas dos condiciones tienen
un sentido estadı́stico y aseguran que los valores que se adopten para los
coeficientes no sufrirán de la aleatoriedad de la distribución de la fase sólida:
son las condiciones necesarias para que el modelo continuo del medio poroso
satisfaga la hipótesis ergódica. Como ejemplo de como se puede estimar el
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valor del REV, considérese una caracterı́stica geométrica del medio, como
la relación entre el volumen de poro y el volumen total (Uv (x)/U(x)) en un
REV centrado en x. Si se prueba con distintos REVs de tamaño creciente,
se observará un comportamiento como en la Figura 2:
DOMINIO DOMINIO DE MEDIO POROSO
DE EFECTOS
MICROSCOÓPICOS
ε POSIBLES
INHOMOGENIDADES
RANGO DE U DE GRAN ESCALA
0
U U
min max
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continuo, de modo que cada elemento de la materia se encuentra en equilib-
rio termodinámico y mecánico con los elementos vecinos. Si alguna de estas
variables de estado estuviera fuera de equilibrio, se podrı́a observar un in-
tercambio de las cantidades mecánicas y térmicas entre elementos contiguos
que siempre tenderı́a a llevar al continuo al estado de equilibrio, es decir, a
uniformizar la distribución de dicha variable de estado.
Esta tendencia a la uniformidad, postulada como principio rector de la ter-
modinámica (y asentada en el Segundo Principio), sólo requiere que las por-
ciones de continuo vecinas puedan interactuar. La naturaleza de esta inter-
acción depende de la estructura molecular y su efecto es el parámetro que se
está observando. Sin embargo desde la perspectiva de los medios continuos,
interesa que esta tendencia existe y que se puede modelar en forma indepen-
diente de la estructura microscópica.
De la observación de estos procesos de interacción, se puede descubrir un
intercambio o transporte de cierta cantidad, de manera que esta aumenta
en algunos elementos de continuo y disminuye en otros. El conjunto de es-
tos procesos de intercambio es conocido como fenómenos de transporte. Para
el modelado del flujo subterráneo, nos interesará el transporte de tres can-
tidades: masa, energı́a y cantidad de movimiento. Independientemente de
cuál sea la cantidad que se transporte, el mecanismo de intercambio presenta
algunas caracterı́sticas de orden general:
De estas observaciones, queda claro que existe una relación entre el transporte
neto y la distribución no uniforme de la intensidad asociada, representada
por el gradiente de la intensidad gradp(x, t).
Sea p(x, t) continua en <3 , de modo que el transporte de la cantidad asociada
a P , a través del área elemental δa orientada según n, en el instante t, pueda
escribirse como
f(x, t) · nδa (2)
donde f es el vector de flujo de la cantidad P . La idea es encontrar una
relación f = f(gradp(x, t)). Para esto se harán dos hipótesis que permitirán
simplificar el tratamiento, reduciéndolo a un transporte lineal:
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§ Para una variación de la intensidad p(x, t) lo suficientemente gradual,
no existen correlaciones de largo alcance, es decir, que p(x, t) sólo de-
penderá de las propiedades locales en el medio continuo y de los valores
locales de las demás variables de estado.
donde kij será un tensor de segundo orden. Si p(x, t) fuese un campo vectorial,
entonces la dependencia lineal serı́a de un tensor de cuarto orden, de la forma
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2.1. Ecuaciones de gobierno para el flujo
Las ecuaciones de flujo subterráneo se obtienen a partir de la ecuación de
continuidad y de la ley de Darcy. La primera es la expresión diferencial para
la conservación de la masa
∂ρ
+ div(ρV) = ρQρ , (5)
∂t
donde Qρ es una fuente de caudal. Es posible aún, transformar esta forma
en otra, expandiendo la divergencia del producto y obteniendo:
∂ρ
+ V · gradρ + ρdiv(V) = ρQρ . (6)
∂t
Los dos primeros términos son la variación total de la densidad DρDt
: en este
punto debe quedar claro que si bien el agua es incompresible, el flujo de agua
en el REV no lo es. Piénsese que es posible acomodar más agua en el volumen
mismo elemental simplemente desplazando el aire contenido en el mismo: el
efecto neto es un aumento en la densidad, pero por el incremento de la masa
de agua en el mismo volumen. Para dar una expresión de este cambio, se
recurre al coeficiente de almacenamiento S0 que por definición es el volumen
de agua que provoca un cambio unitario en la unidad de tiempo en la altura
piezométrica. De este modo:
Dρ ∂h
= ρS0 . (7)
Dt ∂t
La expresión resultante es:
∂h
S0 + divV = Qρ . (8)
∂t
La ley de Darcy establece que, en un medio poroso isotrópico, la velocidad
del flujo es proporcional al gradiente de la altura piezométrica, cambiada de
signo:
V = −kf gradh. (9)
La constante kf es la denominada permeabilidad. Para medios no isotrópicos,
la ley de Darcy puede generalizarse introduciendo el tensor de permeabilidad
V = −Kgradh. (10)
donde K es ahora un tensor de orden dos, representado por una matriz de d×d
en Rd . Esta formulación permite incorporar el hecho de que la dirección del
flujo dependerá de la estructura del medio. La ecuación 8 es una restricción
8
cinemática sobre el campo de altura piezométrica; la Ley de Darcy es la
condición dinámica. Si se reunen las dos, se obtiene la ecuación de gobierno
del flujo en un medio poroso:
∂h
S0 = div(Kgradh) + Qρ (11)
∂t
Esta expresión es válida para flujos tridimensionales. Pero en el caso de des-
cribir flujos regionales, basta con una descripción bidimensional de los mis-
mos: introduciendo m, el espesor del acuı́fero, se puede desde la integral de
volumen realizar un proceso de regularización, el que dará lugar a un campo
de velocidades, bidimensional, equivalente en su dinámica al tridimension-
al, obteniéndose la siguiente ecuación para la altura piezométrica del flujo
bidimensional:
∂h
S = div(mKgradh) + q. (12)
∂t
En esta indicamos por S, la versión regularizada del coeficiente de almace-
namiento. Otra forma de expresar la misma es introduciendo el tensor de
transmisividad T = mK. La misma ecuación se extiende al caso del acuı́fero
freático, si hacemos explı́cita la dependencia de T no solo con la posición
sino también con h = b + m, donde b es la superficie inferior impermeable
del acuı́fero:
∂h
S = div[(h − b)Kgradh] + q. (13)
∂t
Del mismo modo, en el caso de que el acuı́fero esté conectado con otro sistema
de agua subterránea o superficial con el que intercambia masa, habrá que
incorporar el intercambio a la ecuación de balance. Utilizando la ley de Dar-
cy, postularemos que el flujo entre el acuı́fero y el otro cuerpo de agua es
proporcional a la diferencia de altura piezométrica
P hj − h. Para n sistemas
interactuando, el flujo total intercambiado será j lk (hj − h): el factor lj es
el factor de filtrado del j − ésimo cuerpo con el acuı́fero, definido, para el
caso isotrópico como lj = kfj /dj , resultando:
∂h X
S = div(mKgradh) + lj (hj − h) + q. (14)
∂t j
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las de primer tipo o tipo Dirichlet, que prescribe los valores de la al-
tura piezométrica en la frontera. Puede demostrarse que para asegurar
la unicidad de la solución, la altura piezométrica debe especificarse en
al menos un punto del dominio, ya que de lo contrario y debido al tipo
de relación que define la ley de Darcy h solo podrá ser determinada a
menos de una constante aditiva.
las de tercer tipo o tipo Robin, que especifican una combinación lineal
para la altura piezométrica y el flujo en la frontera. Tı́picamente se
utilizan cuando hay intercambio de masa a través de la frontera con
un cuerpo de agua superficial del que se conoce la altura piezométrica:
por ejemplo, en el caso de un rı́o, adopta la forma T ∂h/∂n = l(hr − h),
donde hr es la altura piezométrica del rı́o y n la normal exterior positiva
a la frontera, en el rı́o.
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Item Modelo Fuente
p: freático
c: acuı́fero confinado
s: distribución espacial
t: distribución temporal
Distribuciones dentro
del dominio
elevación de la del s, p perfil geológico
superficie inferior
del acuı́fero b
permeabilidad K s, p ensayos de bombeo
transmisividad T s, c ensayos de bombeo
coeficiente de s, c ensayos de bombeo
almacenamiento S
porosidad efectiva e s, p ensayos de bombeo
recarga s, t datos meteorológicos
producción s, t
Filtrado de y hacia
cuerpos de agua
vecinos
elevación del lecho s mapas topográficos
elevación de la s, t datos hidrológicos
superficie libre
factores de filtrado lj s
Condiciones de
contorno
altura piezométrica s, t datos de campo
flujos s, t datos de campo
y meteorológicos
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donde N es la precipitación por unidad de tiempo, V la velocidad de evapo-
ración, R es el resbalamiento o runoff, es decir el agua que no llega a penetrar
el suelo sino que resbala o desliza sobre la superficie del suelo y SL es la ve-
locidad de percolación por unidad de área (Ref. figura 3).
N
precipitacion
R V
runoff evapotranspiracion
zona superior
no saturada
B
contenido de humedad
zona inferior
S no saturada
L
percolacion profunda
zona saturada
recarga
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La determinación de V tiene importantes consecuencias, no solo para el mo-
delado del flujo subterráneo sino también consecuencias económicas, ya que
este volumen de agua forma parte de la utilizada por las plantas. Existen
fundamentalmente cuatro metodologı́as para su determinación:
experimental: basada en mediciones de campo o en laboratorio, mediante
el uso de bateas de evaporación y lisimetros
sensores remotos: estos tienen ventajas y desventajas: son muy aptos para
estimar la evapo-transpiración sobre dominios extendidos y poveen
además registros históricos. Entre sus limitaciones está el volumen
de datos y el costo computacional de procesamiento. Un ejemplo de
estrategia para estimar la evapotranspiración es la denominada SE-
BAL(Surface Energy Balance Algorithm for Land). Toma como datos
la información provista por el satélite –básicamente la radiación en
distintas bandas– y la velocidad del viento y realiza un balance ter-
modinámico, obteniéndose de este la evapotranspiración. El sistema de
ecuaciones a resolver viene dado por:
Rn = (KD − KU ) + (LD − LU )
Rn = λE + H + G
H = H(∆T, cp , ρah , rah )
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la curva, representa exactamente el runoff. La situación es la que se
describe en la Figura 4.
0000000000
1111111111
tiempo (min)
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2.2.2. Identificación y calibración mediante ensayos de bombeo
Si se consideran las ecuaciones de flujo en el acuı́fero, S0 (o S) y K (o T ), son
parámetros que describen la respuesta intrı́nseca del sistema. Estos paráme-
tros deben determinarse experimentalmente y los ensayos de bombeo son la
forma más simple de hacerlo. En este tipo de ensayos, se bombea un caudal
constante Q, registrándose por ejemplo, la altura piezométrica a lo largo del
ensayo en distintos puntos del dominio. Al final del ensayo se dispone de n
m−úplas de datos, del tipo (ti , xi , hobs
i ). A partir de estos datos y mediante
el empleo de la ecuación de gobierno, se busca determinar un valor de S0 y K
–o de S y T – que minimice el error entre los valores de altura piezométrica
calculados hcalc en los puntos x donde se tomaron las mediciones y los medi-
dos. En sentido estadı́stico se busca minimizar el error cuadrático medio: si
denominamos por J (S0 , K) la función objetivo, el problema puede escribirse
como:
minimizar J (S0 , K)
donde J (S0 , K) = nk=1 (hobs calc 2
P
k − hk )
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3. Modelos regionales de transporte de
contaminantes
La polución del agua subterránea debida a actividades humanas tiene di-
versos orı́genes: por infiltración de aguas contaminadas desde un cuerpo de
agua superficial, desde tuberı́as con pérdidas o desde aguas estancadas. Otra
fuente de polución es la lluvia que arrastra e infiltra sustancias originalmente
depositadas en la superficie, como es el caso de pesticidas o fertilizantes. Lo
mismo ocurre con la filtración desde terrenos de relleno y depósitos de resi-
duos. Los contaminantes pueden entrar en el suelo disueltos en el agua que los
infiltra o no y el flujo de agua, ya sea la de infiltración o la subterránea provo-
ca el transporte de estos. Mientras que en la zona no saturada, el transporte
es escencialmente vertical entre la superficie del terreno y la zona saturada,
el transporte horizontal y de largo alcance ocurre sólo en la zona saturada,
donde el transporte es dominado por el flujo horizontal, que determina las
distancias caracterı́sticas y alcances de la contaminación.
En lo que sigue, se considera el transporte de la zona no saturada como una
fuente para el transporte en la zona saturada, limitando la discución a los
procesos en esta zona. Dependiendo de la concentración de contaminantes,
estos pueden influenciar el campo de flujo, en cuyo caso se dice que los con-
taminantes son hidrodinámicamente activos; en la discución, sólo se tendrán
en cuenta contaminantes hidrodinámicamente pasivos, es decir concentra-
ciones para las cuales el flujo inducido por densidad es totalmente despre-
ciable. Además, se restringe la discusión a modelos regionales, lo que nueva-
mente implica que la escala del transporte horizontal es mucho mayor que la
del vertical, en cuyo caso se puede considerar el flujo como escencialmente
bidimensional. Se mostrará que el transporte también podrá considerarse
un proceso bidimensional mediante la integración vertical de las concentra-
ciones. Cualquier modelo de transporte requiere como entrada el campo de
velocidades del flujo: o bien este es conocido o debe ser calculado a partir
de algún modelo cómo los de la Sección 2: estos modelos darán la función h
y mediante la ecuación de Darcy las correspondientes velocidades que serán
transformadas a velocidad de poro utilizando como factor de regularización
apropiado la porosidad efectiva.
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podremos escribir para la masa de contaminante N = MC y su concentración
especı́fica η = c:
Z I
DMC ∂ 3
= ρcdx + ρcV · nda (20)
Dt ∂t Ω ∂Ω
A los efectos prácticos, los balances que se efectúen deberán realizarse a es-
cala macroscópica, es decir para el caso del flujo de contaminantes, se deberán
calcular promedios sobre REVs, que contendrán un gran número de poros:
convendrá recordar que el factor para convertir entre el volumen de control
-geométrico- elegido y el volumen efectivamente ocupado por el fluido es la
porosidad efectiva. Para tomar estos promedios se descomponen la concen-
tración y la velocidad como suma de un valor medio macroscópico y una
variación local. Ası́
V = V + δV (24)
c = c + δc (25)
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Vale aclarar que si se expande la expresión, aparecen en las integrales, fac-
tores de la forma Vδc, cδV, δV y δc respectivamente. Estos se anulan en
el proceso de calcular los valores medios, en virtud que el promedio de la
variación local es nulo, según surge de la misma definición de variación local
y de la hipótesis de ergodicidad.
El segundo término del primer miembro es el término que representa el trans-
porte convectivo (o advectivo) debido al flujo medio y el tercero es el que tiene
en cuenta la dispersión del contaminante: representa la parte del flujo debida
a las irregularidades del campo de velocidades, las que son provocadas por
el perfil de velocidades dentro del poro, el curvado de las lı́neas de corrientes
alrededor de los granos y la sección variable de los poros; en el segundo miem-
bro están representados los mecanismos de difusión del contaminante debida
al flujo medio y el término fuente.
Si el volumen de control fuera muy grande, las inhomogeneidades en la
permea-bilidad del suelo provocarı́an variaciones. Y en el caso de modelos
regionales bidimensionales, la integración vertical en zonas que incluyan bol-
sones de arcilla, por ejemplo, contribuirán a estas mismas variaciones. Estos
tipos de dispersiones, que aparecen por efecto de utilizar grandes volumenes
que incluyen inhomogeneidades de la matriz sólida se clasifican como macro-
dispersiones.
El proceso de dispersión es bastante parecido en sus efectos a la difusión, de
modo que es práctica representarlo por un término difusivo, de la forma
δVδc = −Dgradc (27)
donde D es análogo al tensor de difusión y recibe el nombre de tensor de
dispersión. Nótese que la dispersión es siempre anisotrópica y de un orden de
magnitud mayor en la dirección del flujo. Otra cuestión que no debe perderse
de vista, es que la ecuación 27 tendrá validez siempre que las variaciones de
velocidad dentro del volumen de control sean aleatorias, en el sentido que
un trazador que lo atraviese, experimente todo el espectro de velocidades.
Finalmente, con esta representación de la dispersión, es posible escribir la
siguiente relación –en la que hemos descartado las barras que indican valores
medios–:
∂
Z I
3
ρcd x + ρcV · nda =
∂t Ω
Z Z∂Ω
= Sd3 x + (Dm + D)gradc · nda (28)
Ω ∂Ω
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volumen -recordando que el volumen encerrado por ∂Ω no está totalmente
ocupado por el fluido, de modo que se deberá integrar sobre Ω y no sobre
∀-, pasando todo al primer miembro, igualando a cero y exigiendo que la
integral sea nula para todo volumen que se elija, resulta
∂c
+ div{cV − (Dm + D)gradc} = S. (29)
∂t
Equivalentemente, se expresan las formas conservativa y convectiva de la
ecuación de transporte:
∂c
+ div(cV) = div{(Dm + D)grad c} + S (30)
∂t
∂c
+ V · grad c = div{(Dm + D)grad c} + S (31)
∂t
en la expresión 31 se utiliza el hecho de que el campo de velocidad del flujo
debe ser solenoidal en el medios porosos: divV = 0.
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3.2. Interacción del contaminante con el medio:
contaminates activos
Hasta aquı́ hemos considerado un trazador. No todos los contaminantes se
comportan como trazadores, puediendo sufrir dos tipos de procesos: o una
reacción que en general involucra un decaimiento o una absorción. La reacción
puede modelarse de diversos modos, siendo la reacción de primer orden la más
simple y que servirá para nuestro propósito: en este modelo, se asume que la
tasa de decaimiento en un instante dado es proporcional a la concentración
en dicho instante:
dc
= −λc (34)
dt
donde λ es la tasa de decaimiento, constante. Este tipo de modelo representa
una gran variedad de reacciones, incluso el decaimiento radiactivo.
En el caso en que el contaminante es absorbido (o desorbido de la matriz
sólida), el balance de concentración debe incluir no solo la masa disuelta
o transportada por el flujo sino además la que es absorbida y liberada. En
general la concentración de contaminantes en el flujo se mide como la masa de
contaminante por unidad de volumen de lı́quido, la concentración absorbida
ca se mide como masa de contaminante por unidad de masa de la matriz
sólida, seca. De modo que para comparar ambos sobre un volumen de control
será necesario un factor de renormalización: ası́ en un volumen de control, la
masa de contaminante será
∆M = c + (1 − )ρca (35)
ca = κc (37)
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forma de representar esta evolución es mediante la siguiente relación
∂{m(1 − )ρca } (1 − )ρ
= mα c − ca (38)
∂t
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4. Una aplicación:
solución analı́tica y numérica del transporte
inestacionario unidmensional
Como ejemplo de aplicación de lo expuesto, vamos a resolver el problema de
la inyección instantánea de un contaminante en un dominio unidimensional.
Este problema puede servir de modelo para estudiar el transporte en un
acuı́fero de extensión infinita y con un campo de velocidades constante, en
el cual se ubica un sistema de coordenadas, cuyo eje x − x coincide con la
dirección del vector velocidad, de modo que ~u = uı̌. En este caso, estamos
aceptando que
∂c ∂c
= =0 (42)
∂y ∂z
de modo que la ecuación de transporte toma la forma:
∂c u ∂c D ∂2c
+ = − λc , en R. (43)
∂t R ∂x R ∂x2
∆M
c(x, 0) = δ(x). (45)
mwR
Además de una condición inicial, este problema requiere dos condiciones de
contorno. Estas se obtienen de exigir que la solución en todo instante debe
permanecer acotada. La forma de lograr esto, es exigir que asintóticamente,
la distribución de contaminante tienda a cero:
22
Por sustitución es posible verificar que la solución del anterior problema viene
dada por:
(x − ut/R)2
∆M
c(x, t) = q exp − exp(−λt) (47)
2wm παL ut 4αL ut/R
R
23
Este esquema se implementa muy fácilmente en un programa. Por ejemplo,
en C, resulta:
24
Concetration distribution
0.2
t = 0.05
0.18 t = 0.10
0.16 t = 0.20
Concentration
0.14 t = 0.30
t = 0.40
0.12
0.1
0.08
0.06
0.04
0.02
0
-0.1 -0.05 0 0.05 0.1 0.15 0.2 0.25 0.3
x-x coordinate
Concentration
0.06 0.08
0.05
0.06
0.04
0.03 0.04
0.02
0.02
0.01
0 0
-0.1 -0.05 0 0.05 0.1 0.15 0.2 0.25 0.3 -0.1 -0.05 0 0.05 0.1 0.15 0.2 0.25 0.3
25
4.2. Otras cuestiones
Existen, por cierto otras cuestiones referentes a la elección e implementación
de los esquemas numéricos. Algunas son verdaderamente especializadas y re-
quieren más espacio que el de estas notas. Sin embargo y siendo las cuestiones
más importantes, se presentan brevemente para referencia, las siguientes cu-
atro cuestiones:
Up–Winding: esta es una modificación que suele resultar necesaria y que
consiste en descentrar la formulación de la aproximación espacial. Con-
ceptualmente, el valor de concentración en un punto de la partición del
dominio, se expresa como promedio pesado de los valores en puntos
vecinos de la partición. Ası́, eligiendo -por ejemplo- los valores de c en
xi−1 , en xi y en xi+1 para construir una aproximación centrada de la
ecuación de transporte, resulta en una expresión que pesa los valores de
ci−1 , ci y ci+1 con los factores γ1 +γ2 , γ3 −2γ1 y γ1 −γ2 , respectivamente
[Cfr. Ec. 50 ].
Cuando se calcula la masa de contaminantes transportada por la con-
vección, la concentración aparece combinada con la velocidad: esto in-
dica una dirección preferencial en el transporte, dada por la de la veloci-
dad [nótese que esta asimetrı́a no aparece en el caso difusivo-dispersivo].
Y una forma de introducir esta influencia desigual de los nodos vecinos
es pesarlos de manera diferente.
Consideremos entonces, las tres absisas xi−1 , xi y xi+1 , rodeadas de tres
subintervalos que no se superponen, dados por:
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Consistencia y Estabilidad: de los esquemas numéricos se esperan básica-
mente dos propiedades: consistencia y estabilidad. La primera es la que
nos asegura que, si se hace tender el tamaño de la grilla a cero, la solu-
ción aproximada del esquema tenderá a la solución exacta del prob-
lema diferencial. La segunda, asegura la robustez del esquema: esto
es, que si se introducen perturbaciones -podemos pensar en pequeñas
oscilaciones- estas se amortigüen hasta desaparecer. Para asegurar la
estabilidad en los esquemas vinculados al transporte de contaminantes,
existen diversas condiciones. Las más importantes son:
c(xi , τ ) = θcn+1
i + (1 − θ)cni . (55)
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Dispersión numérica: este es un efecto indeseado, pero a la vez inevitable
para el esquema planteado como hasta ahora. Para entender de que se
trata, expandamos en series la concentración c(x, t) alrededor de xi y
a instante fijo (t = ctte):
∂c 1 ∂2c
c(xi−1 ) = c(xi ) − ∆x + ∆x2 + · · · (56)
∂x 2 ∂x2
de modo que, reordenando podemos obtener
∂c c(xi ) − c(xi−1 ) u ∂ 2 c
u ∼u + ∆x2 . (57)
∂x ∆x 2 ∂x2
Esto quiere decir que en nuestra formulación estamos aproximando dos
términos:
c(xi ) − c(xi−1 ) ∂c u ∂ 2 c
u →u − 2
∆x2 (58)
∆x ∂x 2 ∂x
El término de la derivada segunda, es un término dispersivo que puede
sumarse a los efectos difusivo-dispersivos, con una dispersividad DN =
u∆x2 /2, de origen numérico, denominada dispersividad numérica y que
aparece debido al tipo de aproximación elegida. La forma de hacerla
despreciable es eligiendo el tamaño de la grilla de modo que la disper-
sión numérica sea despreciable frente a la del sistema. La condición se
expresa en términos del número de Péclet de la grilla, exigiendo que
tienda a cero:
u∆x
Pe = → 0. (59)
D
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