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EL DÍA DE REPOSO: UNA PRUEBA PARA EL CREYENTE

TEXTO: Exodo 16:23-30; 20:8-11; Mateo 22:34-40.

INTRODUCCIÓN: Dios siempre se ha encargado de poner pruebas a los


creyentes. Por ejemplo, en una ocasión a Abraham, persona a quien Dios llamó para
iniciar la formación de una nación que sería su pueblo escogido de entre todas las
naciones del mundo, le puso una prueba bastante dura de cumplir, que consistió en
pedirle a Abraham que le sacrificará a su único hijo Isaac, un adolescente como de doce
años, hijo que Dios mismo le había prometido dar desde hace como 37 años atrás, y
que tardaron 25 años en esperar su nacimiento. Pero, en fin, un hombre obediente a
Dios tenía que cumplir con lo que le es requerido, por lo que habiendo preparado el
altar con piedras y leña encima, y habiendo levantado las manos con un cuchillo para
sacrificar al muchacho, el Ángel de Jehová (o sea, Dios mismo) le impidió a Abraham
que consumara el sacrificio. Dios, entonces, en ese momento le dijo a Abraham: “No
extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios,
por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” (Génesis 22:12). Fue hasta ese momento
que Abraham supo que pasó la prueba de temor a Dios.
El mensaje de esta ocasión lo fundamentaré en tres pasajes relacionados con el
guardar el día de reposo: Exodo 16:23-30, Exodo 20:8-11; y Mateo 22:34-40. En el
primer pasaje tenemos la historia cuando Dios les proporcionó a los Israelitas maná en
el desierto de Sin, en cual hubo instrucciones precisas para guardar el día de
reposo. En el segundo pasaje, tenemos el mandamiento que fue dado en el Monte
Sinaí en el cual les fue ordenado a los Israelitas “Acuérdate del día de reposo para
santificarlo”, mandamiento que junto con los primeros tres están enfocados en lo que
el hombre debe obedecer para con Dios. El contenido de estos primeros cuatro
mandamientos, son la norma esencial para que aprendamos a amarle, para que
vivamos en santidad delante de Él, y para que le rindamos el culto que solamente Él se
merece de manera directa, sincera, y oportuna. Y en el tercer pasaje que utilizaré
tenemos la historia cuando Jesús responde con toda precisión y sabiduría a los fariseos
de que los mandamientos en el cual se encuentra el de guardar el día de reposo forman
el primer y grande mandamiento que consiste en amar a Dios.
Basado en estos tres pasajes, no voy a predicar acerca del séptimo día que se
observó antes de la resurrección de Jesús, sino que toda aplicación que haré será
considerando el primer día de la semana que el cristianismo ha observado después de
la resurrección de Jesús; por lo que con esto en mente voy a compartirles que la
institución de un día de reposo por parte de Dios, y el guardar tal día por parte del
creyente, sirven como una prueba para evidenciar en parte las diversas actitudes del
creyente para con Dios. / ¿Qué diversas actitudes son puestas a prueba con el guardar
o no guardar el día de reposo? / En este mensaje les voy a compartir cinco actitudes
que son puestas a prueba al guardar o no guardar el día de reposo establecido por
Dios.

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La primera actitud que es puesta a prueba con el guardar o no guardar el día de
reposo, es:

I.- SI UNO ESTA DISPUESTO A OBEDECER A DIOS.


Sobre este asunto, leamos lo que ocurrió afortunadamente no con todos los israelitas
sino solamente “con algunos del pueblo”. En la historia del caso leemos que les fue
dicho: “Seis días lo recogeréis; mas el séptimo día es día de reposo; en él no se hallará. / Y
aconteció que algunos del pueblo salieron en el séptimo día a recoger, y no hallaron. / Y
Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis
leyes?” (Éxodo 16:26-28). Al respecto podemos observar dos cosas en este caso:
Primero, que “algunos del pueblo”, a pesar del mandato de que el séptimo día no debían
salir a recoger maná, simplemente decidieron hacer lo contrario; y segundo, que Dios
le expresó su molestia e inconformidad a Moisés por la actitud de estos hombres que
no pudieron pasar la prueba de obedecer el mandato de no salir a recoger
maná. Probablemente, eran glotones y su misma glotonería los llevó a la
desobediencia. Probablemente querían hacer negocio para venderles a los que no
recogieron para aquel día. En fin, lo que resalta es que el mandato sirvió para revelar
quién sí y quien no estaba dispuesto a obedecer a Dios.
Amados hermanos, yo creo que aunque en la actualidad el cristianismo ha tenido no
el séptimo día, sino el primer día de la semana, el día del Señor para santificarlo, esta
misma observación es igual de cierta. Quienes son capaces de despertar temprano, y
destinar este día para alabanza a Dios y actos de misericordia hacia el prójimo, pasan
la prueba demostrando que están dispuestos a obedecer a Dios; pero quienes tienen
en poca estima el Día del Señor, y con toda premeditación y negligencia no destinan
este día para la conmemoración de la resurrección de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo, poco o nada están demostrando en cuanto su obediencia a Dios.

La segunda actitud que es puesta a prueba con el guardar o no guardar el día de


reposo, es:

II.- SI UNO ES DISCIPLINADO EN LO PERSONAL Y EN LO FAMILIAR.


En cuanto a este asunto, observemos que la instrucción que se les dio a los israelitas,
fue: “…lo que habéis de cocer, cocedlo hoy, y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y todo lo
que os sobrare, guardadlo para mañana” (Éxodo 16:23). En la historia, podemos darnos
cuenta que la mayoría de la gente se esforzó en obedecer, pero quienes no lo hicieron,
solamente demostraron que no están desarrollando en su vida personal una disciplina
necesaria y suficiente para poder ser obedientes a Dios tal como otros si lo pueden
hacer. Y estoy seguro que esta desobediencia de estos “algunos”, no fue solamente
algo personal sino que mucho tiene que ver el desorden que tenían sus familias que los
llevó a cometer este desorden. Quizá no fueron responsables en recoger por
adelantado lo que necesitarían para comer el día de reposo; o quizá aprovechando que
había doble comida el sexto día, se lo comieron todo de una vez; pero cualquiera que
haya sido el caso, la falta de disciplina para obedecer a Dios estaba presente con ellos.
Amados hermanos, es evidente que mucha gente, incluyendo a cristianos, no valoran
la importancia de dedicar un día a la semana en compañía de otros creyentes para el
aprendizaje de la Palabra de Dios, la adoración a Dios, y el ocuparse en el nombre del
Señor para hacer un acto de misericordia hacia el prójimo para promoción de la obra
de Dios. La razón para no hacer todo esto es porque no tienen una vida disciplinada,
no haciendo lo que deben hacer durante la semana y lo dejan todo especialmente para
hacer en este día que bien puede ser utilizado para el servicio a Dios. Es más, hay
quienes hasta intencionalmente para el día del Señor, programan paseos a la playa,
irse al cine o a una feria, visitar solo socialmente a sus amigos y familiares, viajar a
alguna excursión, salir de compras, o simplemente quedarse en casa menos mal si
trabajando pero a veces solamente por ver una película, un partido de futbol, o un
evento especial. Todo lo anterior, solamente son algunas muestras de indisciplina que
tienen algunos creyentes que son un mal ejemplo para sus familias a quienes también
arrastran hacia la misma actitud para con Dios y su Iglesia.

Amados hermanos, la instrucción de Moisés a los israelitas cuando les dijo: “…lo que
habéis de cocer, cocedlo hoy, y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare,
guardadlo para mañana”, nos sugiere que deberíamos ser disciplinados en hacer todos
nuestros trabajos con anticipación desde el lunes hasta el sábado, o hasta el sábado
mismo, o hasta el mismo domingo muy en la mañana, para que no tengamos ningún
estorbo para servir al Señor junto con toda nuestra familia que es cristiana en un día
que desde la resurrección de Jesús ha sido el día dedicado a Dios para la iglesia
cristiana durante 1982 años.
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La tercera actitud que es puesta a prueba con el guardar o no guardar el día de


reposo, es:

III.- SI UNO VERDADERAMENTE CONFÍA EN DIOS.


Con respecto a este asunto de confiar en Dios, observemos lo que se dice de la
mayoría de la gente del pueblo: “Y ellos lo guardaron hasta la mañana, según lo que Moisés
había mandado, y no se agusanó, ni hedió. / Y dijo Moisés: Comedlo hoy, porque hoy es día
de reposo para Jehová; hoy no hallaréis en el campo” (Exodo 16:24,25). Durante los
primeros días del maná y de aquella primera semana que comenzaron a recogerlo, se
emocionaron demasiado que algunos recogían demasiado pensando que sería bueno
estar seguro de que habrá comida para el día siguiente, pero la historia nos dice
que: “algunos dejaron de ello para otro día, y crió gusanos, y hedió” (Exodo 16:20), pero
cuando el día sexto recogieron doble medida hasta para el séptimo día “según lo que
Moisés había mandado, (dice entonces del maná) y no se agusanó, ni hedió” (Exodo
16:24). Solamente había que confiar en que Dios les daría y hasta por anticipado, la
provisión necesaria que ellos dedicaran a la obediencia de guardar un día de reposo
para que recordaran y celebraran con toda la familia que Dios es el Creador que lo hizo
todo en seis días y reposó en el séptimo; y que el mismo Dios Creador los ha librado
de Egipto y les ha dado reposo de su labores de esclavos en Egipto. Ellos tenían que
aprender a confiar en que Dios les tendría lista una provisión para el día siguiente, y
que el día que dedicaran para reposar por orden de Dios también no serían
desamparados sino que también recibirán el pan de cada día sin tener nada de qué
preocuparse.
Amados hermanos, hoy también tenemos que mejorar nuestra confianza en
Dios. Ninguna persona que dedique su tiempo al servicio de Dios será defraudado
quedándose sin el pan de cada día. Dios trabaja por anticipado para proveernos el pan
de cada día, por eso cada día mientras trabajamos durante seis días debemos
mantenernos confiando en que él está proveyendo lo necesario hasta para el día que
dedicaremos exclusivamente para su servicio. Así que descansar el primer día de la
semana, el domingo, el día del Señor, es una evidencia de cuánto estamos confiando
en que Dios es el proveedor para nuestras necesidades durante los siete días de la
semana. Así que cuando no buscamos dedicar este día al Señor, algo está fallando,
o no amamos la resurrección de Jesús un primer día de la semana, o estamos cargados
de ambición para querer conseguir más de lo que Dios no ha preparado para nosotros,
o no estamos confiando verdaderamente en que Dios nos da lo necesario.

La cuarta actitud que es puesta a prueba con el guardar o no guardar el día de reposo,
es:

IV.- SI UNO ESTÁ DISPUESTO A DEPONER SU EGOISMO.


En el texto propio del cuarto mandamiento dice en cuanto a quiénes no deberían hacer
cosa alguna ese día: “…no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni
tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas” (Éxodo 20:10). Sin
embargo, cuando una persona piensa en sí mismo únicamente, es capaz de
desobedecer a Dios, y es capaz de someter a su propia familia, a otras personas, y
otras cosas que le pueda ser útil para su propio beneficio. Pero la persona que se
acuerda de que Dios le pide ese día para que Él sea servido, y le obedece, esta persona
pasa la prueba de someter sus propios intereses para dar paso a hacer ese día
totalmente la voluntad de Dios más que los demás día de la semana.
Amados hermanos, cuando vivíamos sin Cristo era evidente que vivíamos pensando
solamente en lo que nos interesa. Fuera de nosotros no nos interesaba nada más, sino
que éramos egoístas. Pero ahora que hemos venido a los pies de Cristo, como dice el
apóstol Pablo a los Gálatas, “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20),
entonces, los intereses que debemos tener deben ser los mismos intereses de Cristo,
deponiendo lo intereses egoístas que antes acostumbrábamos tener. El mismo apóstol
Pablo, nos cuenta cómo uno deja de centrarse en su propio yo, pues dice a los
Filipenses: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por
amor de Cristo. / Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia
del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo
por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:7,8). Para quienes en el día del Señor,
estábamos acostumbrados a sacar solamente provecho económico, recreativo, social,
familiar, etc… ahora que ya somos creyentes, guardar ese día para el Señor va a ser
la evidencia de que verdaderamente tenemos disposición de deponer el egoísmo que
nos caracterizaba, pues el reposo ordenaba “no hagas en él obra alguna”. Si ese día
tienes que perder alguna ganancia o todo por amor de Cristo, en fin, vale más conocer
de Cristo y ganar a Cristo.
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La quinta actitud que es puesta a prueba con el guardar o no guardar el día de reposo,
es:
V.- SI UNO VERDADERAMENTE AMA A DIOS.
En una ocasión casi al final del ministerio de Jesús, en el día conocido como martes
de controversia, los fariseos le preguntaron a Jesús diciéndole: “Maestro, ¿cuál es el gran
mandamiento en la ley?” (Mateo 22:36), a lo que el respondió no señalando un
mandamiento en particular sino diciendo que el conjunto de los primeros cuatro
mandamientos, entre los que se incluye el mandamiento de guardar el día de reposo,
que en sus propias palabras se resume en “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
y con toda tu alma, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande
mandamiento” (Mateo 22:37,38). Así que quien guardaba el día de reposo junto con los
demás mandamientos, estaba pasando la prueba de amar a Dios.
Amados hermanos, razón suficiente tenemos para amar a Dios. De acuerdo con el
apóstol Pablo a los Efesios, “nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que
fuésemos santos y sin mancha delante de él, / en amor habiéndonos predestinado para ser
adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad” (Efesios
1:4,5). Pero, no solamente nos escogió, no solamente nos predestinó, no solamente
nos adoptó sino que tuvo el costo de enviar a su Hijo Jesucristo para pagar bajo muerte
de cruz la penalidad por nuestros pecados. Como dice San Juan “él nos amó
primero” (1 Juan 4:19), por lo tanto, es muy apropiado que le demostremos que le
amamos por medio de nuestro servicio de adoración a él en compañía de otros
creyentes, por lo menos el primer día de la semana, pues a Dios hay que amarle todos
los 7 días de la semana.
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CONCLUSIÓN: Amados hermanos, guardar como pueblo de Dios un día para el Señor,
prueba qué tan dispuestos estamos a serle obedientes, prueba que tan disciplinados o
indisciplinados estamos con respecto a las cosas de Dios, prueba también hasta cuánto
estamos dispuestos a confiar verdaderamente en Dios, prueba que uno está dispuesto
a deponer su egoísmo, y prueba que una persona verdaderamente ama a Dios; por lo
que les invito a tener en importancia el asistir a los estudios bíblicos dominicales, al
aposento alto que celebramos por las mañanas dominicales, y al culto de adoración
dominical por la tarde. ¿Pasaremos las cinco pruebas sencillas que Dios nos ha
planteado hoy por medio de su Palabra? Nadie se pierda el dedicarse al servicio a Dios
cada domingo, incluso si tus trabajos terminan el viernes, usa el sábado y domingo para
el extendimiento de su evangelio; si tus trabajos terminan el sábado por la tarde, pues
comienza desde la noche del sábado.

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