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“El concepto de Salud de la OMS”- Alicia Stolkiner (Teórico y práctico)

-Caracterización de la OMS. Creación de la OMS. Objetivo. Fuente de financiamiento

La OMS fue una institución que tuvo una fuerte presencia en la cuestión de la salud a nivel mundial, prácticamente
desde la segunda guerra mundial hasta la década del 80. Desde finales de los 80, este rol hegemónico que desempeñaba
en relación a la salud es reemplazado por el Banco Mundial.

La Organización Mundial de la Salud es un organismo de Naciones Unidas, un organismo creado después de la SGM, en
la conciencia de que se necesitaría un ámbito supranacional, por encima de las naciones, de negociación e intercambio
entre los países del mundo, en la perspectiva de que en este lugar fuera evitable la repetición de una experiencia como
fue esa guerra. Europa quedó devastada y el mundo quedo dividido en una geopolítica absolutamente nueva.

La OMS forma parte de una cantidad de cuerpos que van a surgir al amparo de la ONU y su objetivo fue crear un espacio
en que los distintos países que constituían las Naciones Unidas pudieran concretar acciones mancomunadas para
mejorar la salud de la población mundial, ponerse de acuerdo con estrategias comunes.

Fue creada por un grupo de médicos que aspiran a incluir la salud como objetivo dentro de la ONU. Para que esto
funcionara, cada uno de los países del mundo debía poner una cuota y después, conjuntamente, hacer programas que
son para beneficio de la salud mundial. El aporte de cada país era proporcional a su economía.

Los objetivos de una organización como esta: acciones mancomunadas y redistribución de recursos, tenía la idea de que
los países ricos colaboren con los países pobres.

-Definición de salud de la OMS ¿Por qué es una “definición política”?

La salud es un estado de completo bienestar físico, psíquico y social, y no solo la ausencia de enfermedad.

La OMS también es una constructora de discursos y propuestas, y este era el discurso fundante de la propuesta de la
OMS. Se trata de una definición política porque cual era la situación en la que había quedado básicamente Occidente
después de la segunda guerra; una nueva definición y distribución de la hegemonía, una parte del mundo dominada por
una nueva forma de organización social, que era el socialismo; una Europa devastada con fuerte probabilidad de que el
equilibrio entre capitalismo y socialismo se desequilibrara desde adentro. Esto era asi, porque una buena parte de los
países que resistieron la ocupación nazi quedaron en la pobreza extrema. Allí el nuevo objetivo: reconstruir Alemania,
porque era un país fuerte y poderoso, sumido en la desgracia, se podía convertir en peligroso.

Era una definición tendiente a señalar la función del estado y la sociedad en el cuidado colectivo de la salud: “Salud es
Estado de Bienestar, o sea el modelo de estado que se proponía para el desarrollo, especialmente de los países
europeos”. No se está hablando de la definición de un estado subjetivo, se trata de una definición de condiciones de
vida. Sobre el margen de esta definición se va a plantear la problemática de la salud, no como atención de la
enfermedad sino como políticas sanitarias, enmarcadas en estrategias preventivas. Se trataba de un enunciado de
principios y político destinado a ligar la salud a la responsabilidad de los Estados que, mancomunadamente, debían
promover su desarrollo.

-Críticas a la definición de salud de la OMS

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Desde el campo del pensamiento crítico en medicina social, se va a cuestionar que se plantee que la salud es un estado.
Más que salud como estado a recuperar, plantean la salud como un proceso. Como una dinámica permanente. Desde el
campo del psicoanálisis, le han hecho una feroz crítica a esto de homologar salud con completo bienestar. El bienestar lo
ven como subjetivo. Es inherente a la condición humana que haya un cierto malestar, necesario como para mantener el
movimiento de la vida. La satisfacción absoluta no existe. Se debe reconocer que hay una tensión entre lo biológico y lo
humano, que siempre hay algo que no puede ser alcanzado y esto es inherente a la naturaleza humana y al sujeto.

Otra critica que se hace desde los estudios de salud del trabajador: sentirse bien en una situación deteriorante no es
indicador de salud. A veces el malestar es un indicador de salud. El bienestar en determinada condiciones no es
indicador de salud sino de enfermedad.

- ¿En qué aspectos esta definición es progresiva?

Es una definición política que nace en la posguerra, ligada a plantear la salud no como ausencia de enfermedad sino
como presencia de aquellas condiciones necesarias para vivir a gusto. O sea, reactualiza una definición positiva y plantea
la responsabilidad de los pueblos y sus gobiernos en su conjunto. Es progresiva con respecto a las ideas hegemónicas
que había en salud en ese periodo. Con respecto a la idea de que la enfermedad es un problema individual y biológico.

Plantear una salud que no es solo cuestión física o biológica sino también psíquica y social inaugura una época en la cual
la hegemonía del pensamiento biológico individual en la explicación del proceso salud/enfermedad, empieza a ser
cuestionada. Esta misma definición de la OMS implica la necesidad de definir el campo de las problemáticas en salud
desde la lógica de más de una disciplina (interdisciplina): porque está diciendo desde lo físico, lo psíquico y lo social.

“Conceptualizando la Salud Mental en las practicas: consideraciones desde el pensamiento


de la medicina social/salud colectiva latinoamericanas”- Stolkiner y Gomez (Teórico y
práctico)
- Las autoras se proponen analizar los conceptos como parte de las prácticas y cuestionar la necesidad de una definición
de salud mental. Mencione las razones por las cuales adoptan esta posición.

No intentaremos arribar o proponer una definición de salud mental sino cuestionar incluso su necesidad, oponiéndonos
a su ontologización y/o su generalización, para adentrarnos en el análisis de los conceptos que forman parte de las
prácticas.

Cuando en nuestro campo se debate sobre el concepto de salud mental suele considerarse que la complejidad, o el
obstáculo epistemológico, residen en la cuestión de lo “mental”, desconociendo que lo enmarcan profundos debates
sobre la noción misma de salud. Éstos han sido de particular riqueza en el pensamiento médico-social/ salud colectiva
latinoamericanos.

El campo de la Salud Mental es un subcampo dentro del de la Salud en general, pero que se ha configurado como el
espacio paradigmático del límite a la concepción biologista-individual de la enfermedad y se ha diferenciado como tal
por mantener formas institucionales específicas que develan, más claramente que en el campo de la Salud en general, la
imbricación entre mandatos sociales de orden y propuestas curativas. Como lo afirmamos en alguna oportunidad: el
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éxito del campo de la Salud Mental sería su desaparición para incorporarse en prácticas sociales de salud-enfermedad-
cuidado en las que la dimensión social y subjetiva haya sido restituida.

Por otro lado, renunciaremos a la idea de que, en primer lugar, se enuncia el concepto y de tal enunciación, luego,
devienen sus “aplicaciones”. La producción de nociones, teorías y/o discursos es inherente a las prácticas sociales y sólo
por razones metódicas es disociable de ellas.

- Describa el escenario socio-histórico en el cual surgen y se desarrollan el pensamiento médico-social/salud colectiva


latinoamericanos.

Habiendo afirmado que no es posible separar el pensamiento de las condiciones de su producción y que, dentro de ello,
no es dado escindirlo de sujetos y movimientos o fuerzas sociales, haremos una breve introducción al recorrido del
pensamiento médico-social/salud colectiva latinoamericanos.

Esta corriente ha adquirido formas institucionales diversas, ha sido sustento de la implementación de políticas y ha
funcionado como una red informal de personas, núcleos académicos y movimientos. Sus límites y fronteras no son
nítidos, salvo en algunos postulados centrales. Desarrollada desde los 70, ha tenido también cambios y transformaciones
conceptuales. Se constituyó en el tumultuoso período que va desde la crisis global de esa época hasta la actual. Se fue
generando en el transcurso de una transformación global de la economía y la geopolítica mundial. Coincidió, a nivel
mundial, con la crisis de eficacia de la Salud Pública tradicional por su imposibilidad de dar respuesta a los problemas
que se generaban en los colectivos humanos, con la mercantilización extrema de la salud y con el avance y reformulación
de la medicalización de la vida.

No estamos hablando de una “escuela” de tipo académico sino de una corriente con diferencias y tendencias internas en
proceso constante de construcción conceptual y práctica. Su configuración ha sido atravesada por tendencias
contemporáneas en la producción de pensamiento.

Las distintas herramientas teóricas han confluido con una interlocución crítica constante con los discursos y propuestas
de algunos organismos internacionales, tal el caso de la OMS/OPS.

Lo anterior da cuenta de que la corriente médico-social/salud colectiva amalgamó de manera sincrética o crítica muchos
autores y postulados de Europa, Estados Unidos y de los discursos sobre la salud de la OMS/OPS.

- ¿Cuál fue el sentido inicial de la Medicina Social? ¿En qué paradigma se inscribió la salud pública y la medicina
preventiva?

La entrada en América Latina de la Medicina Preventiva y de la Salud Pública como parte de la propuesta desarrollista,
influyó en la aparición de la Medicina Social Latinoamericana. La introducción a principios de los 60 de las “ciencias
sociales asociadas a la salud”, bajo el impulso de algunos organismos internacionales confluyó con un período de crisis,
movilización social y movimientos revolucionarios, generándose las condiciones para una crítica cultural a los
paradigmas hegemónicos, que incluyó una revisión de las ciencias sociales utilizadas por la Salud Pública y el
Preventivismo de orientación fundamentalmente positivista o estructural funcionalista. Estas fueron consideradas
insuficientes para dar cuenta de la problemática de América Latina.

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-¿Por qué motivos se produce la ruptura y diferenciación de la Medicina Social Latinoamericana con respecto a la salud
pública y la medicina preventiva?

En tal escenario se produjo la ruptura y diferenciación de la Medicina Social con respecto a la Salud Pública y la Medicina
Preventiva. Esta ruptura no se dirigía a generar un nuevo campo disciplinario, sino a establecer un núcleo de principios
sobre los cuales podría elaborarse un cuerpo o marco teórico central con aportes de distintos campos disciplinarios. Ya
se planteaba la necesidad de relacionar el concepto de salud con los modos de producción y las formaciones
socioeconómicas, así como la relación entre la conceptualización de salud y la organización de las acciones en salud.

-Diferencie el enfoque teórico-metodológico de la Salud pública y la Medicina Social

A diferencia de la Salud Pública que construye la población a partir de la suma de características de individuos, la
Medicina Social considera a la población y a las instituciones sociales como totalidades cuyas características trascienden
las de los individuos que las componen. Por lo tanto, define los problemas y desarrolla sus investigaciones a través de
unidades de análisis sociales e individuales, pero con un encuadre teórico-metodológico colectivo.

-¿Qué posición tomó la corriente de pensamiento medicina social/salud colectiva latinoamericana durante los 90?
¿Cuáles fueron sus argumentos?

Durante los 90, con el advenimiento de las reformas neoliberales, esta corriente de pensamiento se centró en su análisis
crítico y en la generación de propuestas que revirtieran el proceso de mercantilización de la salud y la profundización de
la inequidad. Se incorporaron también aportes de los debates de las ciencias sociales del período y de nuevos actores
sociales. Los derechos de ciudadanía, la cuestión del Estado y políticas sociales, las categorías de género o de
pertenencia cultural-étnica, las problemáticas de la subjetividad, los debates sobre crisis y nuevos paradigmas en el
campo del conocimiento científico, así como nuevos objetos complejos como la violencia, se incorporaron a los discursos
y estudios del campo. Los enlaces de estas corrientes con la salud mental fueron múltiples. De hecho, la tendencia ha
sido a la configuración de discursos compartidos y prácticas integradoras.

Si algo caracteriza la producción del pensamiento médico-social/salud colectiva latinoamericanos es la confluencia entre
densidad teórica y eficacia pragmática, la articulación entre producción académica rigurosa, práctica política y
herramientas de gestión. La raíz de su pensamiento está en esta particular configuración del campo.

Se revisaron críticamente los modelos de pensamiento causalistas lineales como los dualistas dicotómicos incorporando
la idea de proceso como posibilidad de dar cuenta de la complejidad del fenómeno.

-Pese a la crítica posterior, ¿qué aportes consideran las autoras que hizo al campo de la salud la definición de salud de la
OMS?

Merece el reconocimiento de haber planteado una definición “positiva” de la salud que no la equiparaba a la simple
negatividad de la enfermedad, haber señalado que en ella intervenían componentes “sociales” y “psíquicos”, y haber
abierto las puertas a que, en 1978, la Declaración de Alma-Ata la completara al considerarla un derecho humano
fundamental, que requiere de la intervención de muchos otros sectores sociales y económicos, además del de salud.

-Mencione las características del Modelo Médico Hegemónico

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Este modelo tendría como características estructurales el biologismo, la concepción evolucionista-positivista y la
ahistoricidad, asocialidad e individualismo de su delimitación de objeto, centrada en la enfermedad. También eran sus
características la mercantilización, su adhesión a la racionalidad científica como criterio de exclusión de otras prácticas, la
medicalización progresiva de crecientes esferas de la vida cotidiana y la relación asimétrica de poder entre sus actores
(profesionalpaciente, tecnócrata salubrista-población)

-¿A qué se refieren las autoras con la noción de fisura de la eficacia simbólica de la medicina?

Eduardo Menéndez denominaría “Modelo Médico Hegemónico” y posteriormente “bio-medicina”. Entre los 40 y los 50
la medicina científica occidental había demostrado su capacidad curativa al enfrentar con éxito las enfermedades
infecciosas con antibióticos, quimioterapias y vacunas, generando así una “eficacia simbólica” soporte representacional
de su hegemonía.

- Mencione las críticas de la medicina social/salud colectiva latinoamericana a la concepción de salud inherente a las
prácticas hegemónicas.

Este es el modelo que comienza a ser cuestionado en la década del 60 ante la “crisis de la medicina”, cuyas raíces se ligan
con los orígenes mismos de la medicina moderna, pero que se evidenció ya en la segunda mitad del siglo XX por la
manifestación de dos fenómenos contradictorios: el avance tecnológico en la lucha contra las enfermedades y el
estancamiento simultáneo de sus beneficios posibles en las poblaciones. A nivel de la Salud Pública se la suele
mencionar como la “triple crisis del modelo”: crisis de costo, de eficacia y de accesibilidad. Su “eficacia simbólica”
comenzó a fisurarse ante el reconocimiento de los efectos iatrogénicos o los daños que acompañaban el progreso de las
ciencias médicas, a lo que habría que agregar una crisis de legitimidad porque desde la perspectiva de los sujetos, los
servicios de salud, públicos o privados, con raras excepciones, resultaban adecuados para resolver los problemas de
salud tanto en el plano singular como en el colectivo. Probablemente esta crisis fuera el correlato en el campo de la
medicina del resquebrajamiento de la confianza en la ciencia y en el progreso indefinido basado en ella.

- ¿Por qué utilizan el término proceso salud-enfermedad- cuidado?

Desde sus inicios, el pensamiento médico-social/salud colectiva latinoamericano problematizó la concepción de salud (y
por ende de enfermedad) inherente a las prácticas hegemónicas. Comenzó cuestionando las categorías sociales
utilizadas hasta el momento para incorporar “lo social” y, simultáneamente dejó de considerar la salud-enfermedad
como estados antagónicos, para poner en el centro de la conceptualización el proceso de producción-reproducción
social como matriz del fenómeno, también dinámico y procesual, de la salud-enfermedad. Lo específicamente nuevo que
ha surgido de la problematización de la salud-enfermedad en cuanto proceso social, es plantear el nexo bio-psíquico
como la expresión concreta de la corporeidad humana del proceso histórico en un momento determinado. De esta
manera, también se rompía con la reducción biologista y con la dualidad individuo-sociedad, considerados ya no objetos
diversos sino niveles de análisis distintos de un fenómeno de alta complejidad.

En este esquema el concepto de “reproducción de la conciencia y la conducta”, planteado en sus inicios, fue
reemplazado por el de “subjetividad” abriendo el debate sobre esta categoría y, simultáneamente, eliminando la
dicotomía mente-cuerpo.

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Los diversos modos de respuesta social a la enfermedad también fueron incorporados como parte inherente al proceso
mismo. Se rompió con la idea de una historia “natural” de la enfermedad planteando que era imposible abordar el curso
de los proceso de salud-enfermedad sin reconocer que las formas instituidas de “respuesta social” eran también fuerzas
productoras del mismo en sus dimensiones concretas y simbólicas. Inicialmente se utilizó el término “proceso de salud-
enfermedad-atención” más recientemente reemplazado por “salud-enfermedad-cuidado”. El "cuidado" tendría una
connotación mucho más amplia e integral que la "atención”, al denotar relaciones horizontales, simétricas y
participativas y al quitarle la centralidad auto-asignada a las instituciones y agentes del campo de la Salud, reconociendo
que buena parte de las acciones de salud suceden en las vidas cotidianas y en las prácticas de los conjuntos sociales y los
sujetos, a lo que E. Menéndez denomina “auto-atención”.

- ¿Cómo se comprende el derecho a la salud desde la corriente de pensamiento médico-social/salud colectiva y la


posición liberal extrema?

La idea de “derecho a la salud” se comprende en el marco de una integralidad de derechos y una conceptualización
procesual de la salud-enfermedad-cuidado. Así, el derecho a la salud se incorpora en un marco en el que la salud tiene
afinidad con la tranquilidad de la vida cotidiana, producto de la garantía efectiva de los principales derechos, en especial
del derecho a la vida, y con tener satisfechas necesidades fundamentales mediante el acceso a las oportunidades y
servicios socialmente construidos.

El pensamiento médico social/ salud colectiva en sus prácticas, sostuvo permanentemente la defensa de la salud como
área que debía preservarse de su sometimiento a las leyes de mercado, analizando las formas en que el proceso de
mercantilización antagonizaba con la vigencia de derechos sociales universales.

-Explique los postulados y consecuencias de los derechos civiles y políticos individuales y los de los derechos
económicos, sociales y culturales y los derechos colectivos y difusos

El discurso de los Derechos Humanos no es unívoco. La Declaración Universal de los Derechos Humanos en la posguerra
(1949) se produjo en un mundo bipolar donde antagonizaban dos modelos de organización societal y se convirtió en uno
de los recursos discursivos del bloque capitalista occidental en su accionar político y militar. De sus dos polos posibles -el
uno con eje central en los derechos civiles y políticos individuales y el otro en los derechos colectivos y sociales- se
sostuvo como discurso fundamental el primero.

Sucede que en la misma raíz de la conceptualización de Derechos Humanos subyacen concepciones distintas y
potencialmente contradictorias. Una de ellas se construye sobre una concepción “universal” abstracta de lo humano, su
sujeto sería el individuo capaz de ejercer la libertad por medio de la razón y cuya autonomía debiera ser resguardada
básicamente de la injerencia de los gobiernos y de los posibles daños a su integridad y propiedad por parte de los
semejantes. En su origen, esta conceptualización de derechos generó por su propia necesidad las “excepciones”.
Formaba parte de las ideas de aquellos que constituyeron el mundo moderno y conllevaba la posibilidad de la exclusión
de algunas “formas humanas”, a pesar del discurso de la universalidad. Quedaron así exceptuados los “distintos” que no
respondían al modelo de occidental, varón, adulto y burgués-propietario que gestó la idea . Agregaríamos que los
“locos”, privados de la razón necesaria para el ejercicio de la libertad fueron parte de las excepciones, junto con las
mujeres, los niños, los pueblos colonizados, los asistidos por la lógica filantrópica y los diversos en general. Pero el
constructo “derechos humanos” tuvo en su desarrollo otras derivaciones, vinculadas a las transformaciones sociales de

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los well-fare y, básicamente, a la forma en que le imprimieron nuevos actores con prácticas tendientes a incorporar a los
originalmente excluidos y a modificar las definiciones subyacentes de sujeto.

Si bien es discutible la idea de “generaciones de derechos”, hay un cierto consenso en considerar los derechos
“económicos, sociales y culturales” como una segunda generación, producida básicamente en el marco del conflicto
entre capital y trabajo, y en agregar una tercera generación de derechos “colectivos y difusos” entre los que figuran,
inclusive, los de las generaciones futuras a recibir un ambiente habitable. En estos dos últimos su sujeto ya no es el
individuo sino los colectivos humanos. Hablar hoy de derechos humanos trasciende su manifestación como orden
jurídico, para ubicarlos en el lugar de una “idea-fuerza” capaz de convocar la potencia de actores o agentes en el devenir
social.

Finalmente, resulta necesario señalar que un debate inclusivo sobre los derechos humanos debería sostenerse en
diálogos necesarios entre distintas culturas a fin de no transformar sus enunciados en una “universalización” cultural
occidental dominante.

- ¿A qué se refieren las autoras con el antagonismo central de nuestra época?

Todos estos enunciados de derechos han sido objeto de sucesivos acuerdos y declaraciones internacionales, y a la vez
han sido violados de manera masiva. Podríamos afirmar que en ello se manifiesta de manera concreta el antagonismo
central de nuestra época entre objetivación y subjetivación, producido en un movimiento en el que prácticamente todos
los componentes indispensables para la vida, la naturaleza y los seres humanos vivos inclusive, adquieren “condición
mercantil”, siendo subordinados a la lógica de la acumulación.

En el pensamiento médico social/salud colectiva, el reconocimiento del derecho a la salud se basa en una concepción
compleja del proceso de salud-enfermedad-cuidado y requiere de una política de integralidad de derechos, en la que se
fundamentan sistemas de acceso universal.

Dado que la salud concierne directamente la preservación de la vida y el desarrollo de capacidades humanas se puede
además sostener que es una necesidad humana básica en sentido estricto. Por ello, todo ser humano debería tener
derecho a la satisfacción óptima de esta necesidad; derecho que sólo puede ser garantizado mediante la acción pública,
particularmente en las sociedades marcadas por profundas desigualdades, como lo son las latinoamericanas. Incluye
también el derecho a la no medicalización de la vida. La medicalización es inherente a la mercantilización de la salud y
una faceta de la biopolítica

-Explique con sus palabras la definición de biopoder de Michael Foucault citada en el texto por las autoras, y articúlelo
con las prácticas en salud

Michel Foucault introduce la categoría biopoder como “el conjunto de mecanismos por medio de los cuales aquello que,
en la especie humana, constituye sus rasgos biológicos fundamentales podrá ser parte de una política, una estrategia
política, una estrategia general de poder”. Este concepto excede en mucho las prácticas médicas y abarca la concepción
misma de lo social: “la censura fundamental que divide el ámbito biopolítico es la existente entre pueblo y población,
que consiste en hacer surgir en el seno mismo del pueblo una población, es decir, en transformar un cuerpo
esencialmente político en un cuerpo esencialmente biológico”. La biopolítica es simultáneamente un dispositivo
configurador de lo social, de los cuerpos y de la subjetividad.

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-Explique la siguiente afirmación “Los postulados sobre salud-enfermedad- cuidado de la corriente de pensamiento
médico-social/salud colectiva llevan indefectiblemente a desplazar el eje de las prácticas de la enfermedad al sujeto y a
cuestionar la práctica médica centrada en las patologías individuales”. (Pag. 64)

Existen dos tendencias: el enunciado “enfermedad genética” y la creación de una nueva categoría de los enfermos “los
pre-sintomáticos”. En el primer caso, la genética es seleccionada como la causa primordial, desdibujando todos los
factores que confluyen con ella. En el segundo, no se aspira al diagnóstico temprano de una enfermedad existente sino
que se propone una terapéutica actual para una enfermedad que el sujeto podría llegar a tener. Finalmente, los procesos
inherentes a la vida misma son nominados como enfermedades y frecuentemente sometidos a cura farmacológica.

En oposición a esto, el pensamiento medico social/salud colectiva, pone en escena la vida y la subjetividad en el sentido
social y singular. Los postulados sobre salud-enfermedad-cuidado de la corriente médico social/salud colectiva llevan
indefectiblemente a desplazar el eje de las prácticas de la enfermedad al sujeto y a cuestionar la práctica médica
centrada en las patologías individuales. Se propone, entonces, una práctica integral que incorpora la dimensión
subjetiva, histórica y social tanto en el abordaje de poblaciones como de sujetos singulares. Práctica que se desplaza de
la “ontología de la enfermedad” al sujeto, produciendo una “clínica ampliada” que requiere de nuevos modos de gestión
del trabajo en salud: horizontalización y articulación entre especialización e interdisciplinareidad.

-¿Cuáles son las practicas que formularon las políticas de salud mental, nacidas en la posguerra, como alternativas al
modelo asilar-manicomial?

Las políticas en Salud Mental, nacidas en la posguerra en el marco de los Estados de bienestar, generaron formas de
atención ambulatoria y comunitaria como alternativa o modernización del modelo asilar-manicomial que fueron
tomadas como referencia en América Latina. También lo son los postulados de la OMS/OPS cuyo énfasis en los modelos
comunitarios de salud mental comenzó en la segunda mitad del siglo XX y que han acentuado su abogacía por las
reformas desde principios del siglo XXI. Sucede que en el campo de la Salud Mental persisten en el siglo XXI formas
institucionales de respuesta a la problemática de la locura propias del siglo XIX: las instituciones asilares manicomiales.
Éstas coexisten con las formas actuales del proceso de medicalización extrema de la época, a veces en el mismo
establecimiento.

-¿Cuáles son las características de los dispositivos clásicos de salud mental?

Del abordaje de la conceptualización del proceso de salud-enfermedad-cuidado de esta corriente se deriva la


imposibilidad de aislar la salud mental de la salud en general, salvo por finalidades operativas o de acción. La
persistencia del campo de la Salud Mental se justifica por la particularidad jurídica de sus dispositivos que habilitan para
denegar derechos en nombre de la “enfermedad”, y bajo el supuesto de “peligrosidad”, que se desplaza de los síntomas
al sujeto, transformando lo que serían momentos del proceso que requieren cuidados particulares en una característica
“intrínseca” de la persona. Tampoco las prácticas generales de salud pueden seguir centradas en la suposición de que
atienden “cuerpos biológicos” cuando se trata de sujetos en situaciones de padecimiento. No existe, desde esta lógica,
una “enfermedad mental” como tampoco una “enfermedad orgánica”. Todos los procesos vitales, que incluyen el
enfermar y el morir, se construyen con la amalgama de determinaciones genéricas pese a su singularidad, e implican la
dimensión subjetiva y orgánica indisolublemente.. El desplazamiento del eje de la enfermedad al sujeto, en esta
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corriente, es el que ha llevado a introducir el concepto de “sufrimiento psíquico” o “padecimiento subjetivo” en la
epidemiología y en las prácticas.

- ¿Cuáles son las características de una clínica ampliada en salud mental?

Una clínica ampliada no implica una negación de las especialidades, pero sí su incorporación en procesos de trabajo en
salud horizontales, integradores e interdisciplinarios.

-¿Cuáles son las posibilidades que habilitan la tendencia a la objetivación y a la subjetivación en el campo de la salud
mental?

El conflicto entre objetivación y subjetivación está planteado al interior de la especialidad. Ésta enfrenta el desafío de
tener dos caminos posibles: reducirse a intermediaria entre la industria psicofarmacológica y los usuarios/población o
recuperar su potencia en actos médicos en donde el vínculo intersubjetivo sea su herramienta fundamental, y en ello se
fundamente la prescripción y la eficacia terapéutica del fármaco, concebido como parte de una estrategia ampliada de
cuidado.

- ¿En qué aspectos el enfoque de derechos en el campo de la salud mental resulta central para las prácticas
transformadoras que buscan destituir la objetivación de la modernidad?

El enfoque de derechos es central a las prácticas transformadoras en Salud Mental destinadas a destituir una de las
formas paradigmáticas de objetivación de la modernidad. Su particular desarrollo en América Latina ha llevado a que
movimientos y organizaciones que tienen como idea fuerza los derechos humanos se constituyan en nuevos actores del
campo. A su vez, sus modos de acción han promovido la aparición de otros actores, tal el caso de las organizaciones de
familiares y usuarios. Son quizás estos nuevos actores, los indispensables para modificar la tendencia fuertemente
corporativa de los actores tradicionales del campo, y modificar su resistencia a las transformaciones. Así mismo, el
enfoque de derechos no implica solamente un nuevo ordenamiento jurídico, constituye un elemento nodal en los
aspectos técnicos y de gestión, y liga indefectiblemente con la ética en la clínica singular.

“Del cuerpo subjetivo a la localización cerebral”- Caponi (Teórico)

Es el sufrimiento, y no las mediciones normativas o los desvíos del patrón, lo que establece el estado de enfermedad.

Cuando hablamos de salud no podemos evitar las referencias al dolor o al placer y de ese modo, estamos introduciendo,
sutilmente, eso que Canguilhem denominó cuerpo subjetivo. Si consideramos este elemento, no podremos dejar de
hablar en primera persona allí donde el discurso médico se obstina en hablar en tercera persona. Canguilhem, insiste en
privilegiar el sufrimiento individual, y esto permite una nueva perspectiva de análisis sobre ese concepto complejo y
ambiguo que es el de salud mental.

Nos proponemos realizar una relectura de los textos que Canguilhem dedicada al concepto de salud, a partir de una
perspectiva epistemológica. Analizamos de qué modo se articulan los conceptos y saberes referidos a ese conjunto de
capacidades mentales y morales a partir de las cuales nos reconocemos como individuos.

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Ante el limitado espacio que el saber médico dedica a la comprensión de los sufrimientos individuales, crece la
preocupación por medir, cuantificar y localizar lesiones en ese órgano privilegiado que es nuestro cerebro, para construir
explicaciones causales para los más diversos desvíos de conducta, estados de angustia, dificultades de aprendizaje o
sentimientos de fracaso. Esa red explicativa, basada en datos cuantitativos y observaciones de nuestras conexiones
neuronales, pretende ser curativa, preventiva y maximizadora de capacidades individuales.

LOS LÍMITES DE LA SALUD MENTAL

Desde el inicio, Canguilhem anuncia su ambición de pensar al concepto de salud desde una perspectiva ajena a la
validación científica. Un concepto de salud que no puede ser abordado desde una perspectiva poblacional, pues se
refiere a individuos concretos situados en contextos sociales específicos. Se trata de un concepto de salud que es
eminentemente social y al mismo tiempo ajeno a toda reducción a parámetros científicos preestablecidos. Es un
concepto que, operando una inversión de las dualidades platónicas, prefiere reivindicar la doxa sobre la episteme, la
opinión bien fundada y el entendimiento de la propia subjetividad sobre los cálculos de normalidad y desvío.

Sin embargo, la asociación salud-normalidad parece ser el soporte de la definición más corriente y más utilizada por los
profesionales del área de salud. Allí, el punto de partida para definir la salud y la enfermedad son los valores patrones de
las funciones consideradas normales. Cualquier desvío o alteración en esos patrones, independientemente de una
vinculación con las capacidades o el sufrimiento de los individuos, instalará una alarma que deberá ser investigada como
indicativa de una situación de riesgo o de un estado patológico. Para Canguilhem el recurso a las medias estadísticas o a
los valores frecuentes puede resultar un auxilio, posibilitando una información complementaria. Pero, no debemos
reducir la salud a parámetros de normalidad y desvíos estadísticos.

Para Canguilhem, no es posible imaginar que la vida se desarrolle en la soledad del organismo individual ni que podamos
alcanzar un saber por la comparación entre organismos. Solo puede afirmarse de un ser vivo que es normal si se lo
vincula con su medio, si se consideran las soluciones morfológicas, funcionales, vitales a partir de las cuales responde a
las demandas que su medio le impone. No es la fuga de los intervalos normales lo que indica el momento en que se
inicia una enfermedad, sino las dificultades que el organismo encuentra para dar respuestas a las exigencias que su
entorno social le impone. Y es, justamente la consideración de ese sufrimiento, de ese sentimiento de impotencia
individual que se escapa a las medias estadísticas. Debemos renunciar a una teoría puramente cuantitativa de la
enfermedad. Escuchemos al enfermo.

Canguilhem tomó como punto de partida para analizar el concepto de Kant: Kant sugiere que la salud es un objeto ajeno
al campo del saber objetivo, y es a partir de ese enunciado que Canguilhem puede sustentar su tesis de que "no hay
ciencia de la salud". La salud –dirá– "no es un concepto científico, es un concepto vulgar (doxa). Esto no quiere decir
trivial sino simplemente común, al alcance de todos".

Pero el cuerpo subjetivo no se opone al saber científico, uno no representa la negación del otro. Los conocimientos que
toman al cuerpo como objeto son aliados y no enemigos de una comprensión más amplia del concepto de salud. Cabe al
saber médico sugerir los mejores artificios para mantener nuestra salud. Un buen médico será, entonces, aquel que
pueda auxiliarnos en la tarea de dar un sentido, que para mí no es evidente, a ese conjunto de síntomas que de manera
solitaria no consigo descifrar. Será aquel que acepte ser un traductor, más que un conocedor.

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Miller dirá que, en esa referencia, Canguilhem aproxima las figuras del médico y la del psicoanalista. Destacando que
existe un elemento de transferencia cuando el individuo es escuchado, cuando el médico se transforma en un lector de
síntomas, independientemente de ser ellos orgánicos o psíquicos.

ERRORES E INFIDELIDADES

Quizá la mayor riqueza del análisis de Canguilhem radique en su insistencia en tomar como punto de partida los
síntomas. El concepto de salud deberá integrar las variaciones y las anomalías, deberá atender a las particularidades de
aquello que para unos y otros implica salud y enfermedad.Pensar a la salud a partir de variaciones y de anomalías
implica negarse a aceptar un concepto que se pretenda de valor universal, y consecuentemente, implica negarse a
considerar a la enfermedad en términos de no-valor o contra-valor. Desde esta perspectiva, la salud puede ser pensada
como la posibilidad de caer enfermo y de poder recuperarse, como "una guía reguladora de las posibilidades de acción"

Para Canguilhem, lo que caracteriza a los organismos es su prodigalidad, un cierto exceso de cada uno de nuestros
órganos, que nos permite garantizar cierto margen de seguridad por encima del desempeño normal. Pero, si por un lado
el concepto de salud se refiere a las funciones orgánicas, por otro lado, debe referirse también al "cuerpo subjetivo". Es
a partir de esa singularidad que debe ser pensado el ser vivo.

Es esa polaridad dinámica con el medio lo que define un ser vivo como individual e irrepetible: la flexibilidad de una
norma que se transforma en relación a las condiciones individuales, entonces es claro que el límite entre lo normal y lo
patológico se hace impreciso.

Esta imprecisión que se refiere a las fronteras estadísticas que separan a varios individuos considerados
simultáneamente, es en cambio "perfectamente precisa para un único y mismo individuo considerado sucesivamente".
La salud, por su parte, implica una dimensión de la existencia esencialmente creativa, implica la capacidad de reinventar
ese conjunto de capacidades y poderes necesarios para enfrentar las agresiones a las que inevitablemente estamos
expuestos. Y será una tarea para cada uno de nosotros –con el auxilio de esos exégetas o lectores de síntomas, médicos,
psicólogos o psicoanalistas–, definir el momento en que se inicia una patología. No existe universal de la salud como una
verdad del cuerpo, el único universal de la salud es su carácter social.

Miller opone a la afirmación de Canguilhem "la salud es la verdad del cuerpo", otra definición que considera más
apropiada: "la enfermedad es la verdad del hombre". Esa proposición que Miller entiende como antinómica, puede ser
pensada como complementaria si observamos que, para Canguilhem, todo interrogante debe iniciarse observando los
desvíos, los fracasos y las anomalías. Para Miller: la enfermedad es la verdad del hombre, o en términos más precisos, el
síntoma es la verdad del hombre. Esa es una perspectiva que se impone cuando no tomamos como punto de partida lo
físico, lo somático, sino lo psíquico o lo mental. En el universo mental siempre hay algo demás, o algo que es demasiado
poco, o algo que está fuera de lugar.

Cabe recordar que para Canguilhem la búsqueda de la salud perfecta, como la búsqueda de la completa felicidad, no
solo es una tarea inútil, sino que está siempre próxima a las intervenciones autoritarias de los higienistas. Por esa razón,
es preciso pensar en un concepto de salud que sea capaz de integrar a nuestras vidas los fracasos, los sufrimientos, los
desvíos.

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LA LOCALIZACIÓN CEREBRAL DE LOS COMPORTAMIENTOS

Cuando hacemos referencia a la salud, debemos integrar ese elemento, ajeno a toda cientificidad, que es el cuerpo
subjetivo, pues él nos permite comprender de qué modo ese individuo se vincula con su medio, de qué modo construye
respuestas a los desafíos que su existencia le impone. Solo en esa polaridad individuo-medio será posible demarcar las
fronteras que, para cada uno de nosotros, separa la salud de la enfermedad.

Más allá de las innúmeras dificultades y fragilidades epistemológicas que la frenología presentaba, al intentar reducir
todo el conocimiento sobre las facultades humanas a la craneología, es decir a la observación y comparación de cráneos
para deducir las características anatómicas del cerebro, siempre se presentó como un instrumento científico para
resolver problemas prácticos.

En palabras de Canguilhem: destaco, nuevamente, la rapidez con la cual el supuesto conocimiento de las funciones del
cerebro fue colonizado por técnicas de intervención, como si el desarrollo teórico hubiera sido congénitamente
provocado por un interés práctico.

SINAPSIS, MÁQUINAS Y FÁRMACOS

Canguilhem no restringe sus críticas a la búsqueda de la localización cerebral de pensamientos y comportamientos


propia de los estudios neuropsiquiátricos, muestra cómo esa pasión localizacionista atravesó saberes y discursos. Todas
las tentativas de encontrar en la localización cerebral el lugar de los procesos psíquicos, todos los esfuerzos por entender
a las representaciones como inscriptas en las células nerviosas fracasaron radicalmente.

Pierre Janet enunciara en 1923: fue exagerado vincular a la psicología con el estudio del cerebro. Lo que llamamos
pensamiento, los fenómenos psicológicos, no son la función de ningún órgano en particular. El cerebro no es más que un
conjunto de conmutadores, un conjunto de aparatos que pone en movimiento los músculos por excitación. Lo que
llamamos idea, lo que denominamos fenómenos de psicología, es una conducta de conjunto, el individuo tomado como
un todo. Pensar no es la función de ningún órgano en particular. Pensamos con todo: no debemos separar uno del otro.
La psicología es la ciencia del hombre por entero: no es la ciencia del cerebro.

Para Canguilhem, los esfuerzos dedicados desde Gall a localizar en el cerebro los comportamientos y pensamientos
padecen de las mismas dificultades que se repiten en la engañadora analogía entre cerebro y computador. La analogía
con el pensamiento resulta imposible, pues, las facultades cognitivas y morales son irreductibles al cálculo.

El conocimiento humano no es solo capaz de autoreflexividad sino también capaz de simulación, capaz de hacer un uso
social del lenguaje basado en sistemas de significaciones que adquieren sentido en el interior de un ambiente humano
particular. Solo en la interacción del individuo con su medio el lenguaje adquiere significados precisos o ambiguos.
Pensar es vivir en una red de sentidos, es vivir en relación a otros, y esto no es idéntico a establecer relaciones entre
datos, como lo hacen las máquinas. La palabra remite al pensamiento y este a un sujeto que está en un medio que es el
suyo. Un medio que le presenta desafíos a enfrentar, que lo vincula con su historia y su memoria pasada, que le ofrece
expectativas y posibilidades. Un sujeto con voluntad y capacidad reflexiva para juzgar. El pensamiento no es una función
puramente cerebral, no es ni un producto biológico, ni es una interacción mecánica; es, fundamentalmente, capacidad
de invención, creación de nuevos modos de interactuar con el mundo.Si es necesario incluir al entorno social en ese
triángulo que articula pensamiento, cerebro y medio externo. De ese modo, queda en evidencia que no es el simple
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reconocimiento de la interacción individuo-medio, sino también el modo como se establece esa relación lo que debe ser
considerado cuando hablamos de salud.

Canguilhem manifestaba ciertas esperanzas en los psicotrópicos para controlar sufrimientos, criticaba las denuncias de la
anti-psiquiatría, consideraba necesario reconocer que los fármacos pueden, en ciertos casos, aliviar o atenuar problemas
metabólicos por su acción sobre los neurotransmisores. Pero también señalaba que ya era posible prever excesos en la
vulgarización de los potenciales beneficios de los psicotrópicos.

La débil línea que separa sufrimientos normales de patologías y competencias cognitivas de déficits de atención, es lo
que ha permitido la ampliación de la prescripción y el uso de psicotrópicos a niveles antes inimaginables.

PARA CONCLUIR

La idea de normalidad como frecuencia estadística y de patología como desvío de medias preestablecidas, obstaculiza el
entendimiento de la complejidad del concepto de salud. Canguilhem considera necesario integrar a la salud a esa
dimensión excluida al asociar salud y normalidad, que es la del cuerpo subjetivo. Consideramos las dificultades implícitas
en una definición de salud mental que tome como referencia esquemas universales de normalidad y patología. Esas
dificultades se refieren tanto al sueño imposible de alcanzar un estado de salud mental ideal, esto es una vida sin
sufrimientos ni fracasos, como a la reducción de nuestra identidad y de nuestra historia a medias estadísticas, a datos
cuantitativos y objetivos.

La salud mental tomada desde una perspectiva que se pretenda exclusivamente científica, significa que tenderán a
desoír los relatos referidos a sufrimientos concretos de individuos concretos, que deben enfrentar determinados
desafíos y dificultades, que poseen una historia de vida, proyectos y sueños que no pueden ser cuantificados ni medidos.

Por otro lado, el concepto vulgar de salud, que Canguilhem aproxima a una visión filosófica, estará obligado a tomar
como punto de partida la interacción del individuo con su medio, a saber oír el relato de las estrategias, dificultades y
soluciones encontradas para dar respuesta a los desafíos impuestos. Esto es, no podrá desconsiderar las múltiples redes
que nos articulan con nuestro pasado, con nuestro presente y con nuestro futuro, el modo como cada uno de nosotros
ha elegido construirse como sujeto moral de sus acciones, así como las dificultades y sufrimientos que a cada uno le
cabe enfrentar. Una reivindicación del ejercicio del pensamiento como algo que exige "la conciencia de sí en la presencia
del mundo". Esa conciencia de sí no puede ser medida, ni calculada, ni localizada con parámetros universales pues es lo
que nos constituye como sujetos irrepetibles.

El discurso científico es, para Canguilhem, un auxilio indispensable para la construcción de nuestra subjetividad. Como ya
dijimos, el conocimiento del cuerpo subjetivo no se opone al saber científico. Los saberes que se refieren al cuerpo como
objeto deben ser aliados de una comprensión más amplia del concepto de salud. Lo que no es aceptable es pretender
derivar de supuestas localizaciones de funciones cerebrales estados patológicos o normales, sufrimientos aceptables o
inaceptables, dificultades sociales o intelectuales universalizables.

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Comprender a la salud mental como la capacidad de dar respuesta a las infidelidades y dificultades que el medio nos
impone y no como el resultado de medias estadísticas, cálculos y mediciones.

“Estructura y proceso en la conceptualización de la enfermedad”-Uribe (Teórico y práctico)

-Dos corrientes de la Medicina Social

Podemos diferenciar dos corrientes en el campo de la medicina social: una acepta el concepto de salud y el de
enfermedad, en cuanto a definición básica y conjunto de diagnósticos y que ha venido trabajando por el lado de ampliar
o modificar la explicación de la enfermedad, apoyándose en los factores sociales y su influencia determinante en la
conformación de los perfiles de morbilidad a nivel de grupos sociales definidos por su inserción en el modo de
producción. La otra, ha venido cuestionando tanto el concepto de salud tradicional como el de enfermedad resultante
de aquel y las implicaciones que ambos tienen en la explicación de la enfermedad y en la práctica médica, concepción
causal y del tratamiento de las enfermedades de acuerdo a dicha explicación.

-Propósitos del texto enunciados por el autor

Hay una búsqueda por superar la unicausalidad e incluso la multicausalidad como simple conjunto de causas aisladas. El
propósito es demostrar cómo es posible superar el esquema de que lo social es externo a lo biológico, que el modo de
producción es algo externo a lo grupal y a lo individual y llegar a trabajar desde la perspectiva que lo social hace parte de
lo individual, de lo biológico y que el modo de producción se expresa también en los niveles grupal e individual.

Conceptualización de salud de la OMS: ¿Por qué no es un concepto inocuo? ¿cuál es la pregunta que se hace el autor en
relación al mismo?

El concepto de salud: la crítica al concepto de salud, formulado por la O.M.S. sigue vigente en cuanto a la generalidad del
término, su ahistoricidad o transhistoricidad y sus implicaciones ideológicas. A pesar de que la crítica parece ser
fundamentada y compartida, el concepto sigue vigente, sigue siendo utilizado aún por quienes lo critican. La explicación
que dan para seguirlo utilizando se basa en la idea de que es un concepto idealista pero un tanto ingenuo, inocuo, más
bien útil o aceptable en la medida en que postula una meta humanística.

Buena parte de mi trabajo se ha centrado en buscar una explicación a tal vigencia, y en la búsqueda de una alternativa al
concepto de salud, partiendo de la base de que no es ni ingenuo ni inocuo sino que por el contrario, tiene repercusiones
en las actuales limitaciones de la medicina vigente y en parte las explica y sobre todo, impide o ha impedido la búsqueda
de explicaciones diferentes a la enfermedad y la búsqueda de nuevos modelos, de nuevos esquemas para combatirla
tanto en el plano social como individual. Conceptualizar la enfermedad como algo diferente a la simple pérdida de salud,
para repensar los actuales esquemas de tratamiento y los mismos sistemas de prestación de servicios de salud.

La vigencia del concepto de salud: ¿Por qué un concepto al cuál se le han hecho críticas razonadas y progresivamente
compartidas, sigue vigente y parece ser imprescindible en la historia y la actualidad del pensamiento médico? La primera

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respuesta, se refiere a que ningún concepto permanece en un cuerpo teórico si no tiene validez. Por esta razón, pasó a
ser más importante para mí, en intento por comprender la vigencia del concepto que el ahondar en su crítica.

Una fuente explicatoria proviene de la vigencia histórica de las interpretaciones teleológicas del mundo, entendidas.

Desde esta perspectiva, el concepto de salud, resulta claramente teleológico en la medida en que participa tanto en la
concepción de origen definido, como de la de final. La premisa de que el hombre fue creado a imagen y semejanza del
ser perfecto, para vivir en un paraíso, apoya una concepción de salud como ausencia de enfermedad y como estado
original y natural del hombre. Planteada la salud como meta y ésta como ausencia de enfermedad, permite pensar en
una sociedad sin enfermedad y vislumbrar lo que pudiera ser la gloria celestial como destino final del hombre.

Resulta que no estábamos ante un concepto biológico o médico sino que estábamos en presencia de un concepto que
en lo médico y lo biológico, es la expresión de una concepción global del mundo, la concepción idealista, teleológica y
cristiana occidental.

Modelos de explicación de la enfermedad:

- Unicausalidad externa: Conceptualización. ¿Qué es lo que este modelo no puede explicar? Pasaje a la multicausalidad
externa

El concepto teleológico de salud como base de la explicación unicausal y externa de la enfermedad: está impregnado y
dando piso a una explicación de la enfermedad a una teoría de la causalidad y aun tipo específico de tratamiento.
Efectivamente, la idea de la enfermedad, como pérdida del estado original, propio del hombre, natural a él, conlleva a
una externalidad de la causa y a un origen determinado y ojalá único de ella. En otras palabras, es la fuente misma de la
idea de unicausalidad externa, que ha acompañado al pensamiento médico dominante. Esto explica en parte el papel
protagónico de la medicina, se constituían en unos permanentes negadores de esa concepción metafísica del mundo.

El concepto de salud, la fisiología y la patología: de acuerdo a estos planteamientos, surge una idea de lo fisiológico
como lo original, lo perfecto y lo único, lo invariante o su expresión estadística, lo más común y consecuentemente una
idea de lo patológico como la negación de lo anterior, en términos estadísticos, aquello que se aleja de lo más común,
como el error. Esta concepción de la enfermedad no encuentra sin embargo piso en el desarrollo del pensamiento
médico. Así pues, la fisiología no es el estudio de una condición preestablecida y estática sino que ha sido el producto de
la comprensión del organismo en sus manifestaciones concretas. Se construye una fisiología que admite la posibilidad de
varias fisiologías, de varios tipos de desarrollo del cuerpo humano, en las que alejarse del promedio no es
necesariamente una patología sino eventualmente una forma diferente de adaptación o una forma cambiante de ella.
No busca la fisiología original, sino que se modifica permanentemente el concepto de lo fisiológico, en la medida en que
se avanza en la comprensión de la vida y de la enfermedad.

La unicausalidad externa como explicación vigente de la enfermedad: lejos de lo que piensan los médicos, en el sentido
de que ellos saben y los pacientes no, lo que ocurre en realidad es que ambos tienen la misma explicación sobre la
enfermedad, sólo que con lenguaje. En el fondo los pacientes no acuden a los médicos por no saber o por saber
diferente, sino precisamente porque de alguna manera comparten una explicación común, la unicausalidad externa. Los

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pacientes piensan que los culpables de la enfermedad son ellos, por “de malas” o por “malos” y los médicos piensan que
el culpable es un microorganismo pero al fin y al cabo hay un culpable.

El desarrollo de la medicina se concentra lógicamente en la curación y en la reparación. Los tratamientos antibióticos al


mismo tiempo que el desarrollo de la cirugía para reparar el daño. A pesar de estos éxitos innegables, la práctica social
de la medicina comienza a mostrar sus limitaciones e incongruencias, en la medida en que no puede solucionar una
serie de problemas y crea otros.

La iatrogenia y los costos de la medicina, al lado de la persistencia de la mayoría de las patologías y la aparición de otras,
han obligado a desarrollar una crítica alerta en relación a los tratamientos, las drogas y los procedimientos quirúrgicos, y
a volver a pensar en la explicación de la causalidad de la enfermedad, a cuestionar el modelo indiscutido y a dar cabida,
a modelos explicativos alternativos.

- Multicausalidad externa: Diversos modelos que mantienen la unicausalidad externa. “Estilos de vida”: dos acepciones.
Evolución del concepto de “causa”

Los modelos explicativos actuales y la vigencia de la unicausalidad externa: el énfasis del desarrollo médico ha estado
por el lado de la reparación, esto no significa que haya habido una ausencia de modelos explicatorios de la enfermedad.
Nos vamos a detener en una revisión de dichos modelos, mostrando como hipótesis, que ellos se mueven dentro de un
marco de unicausalidad externa, pero también, cómo su evolución y un eventual acercamiento con otras corrientes y
con nuevas y mejores explicaciones acerca de la enfermedad y su tratamiento.

El problema de clasificación y el diagnóstico: un elemento común a todos estos modelos es el supuesto de que el
diagnóstico es unívoco, claro y preciso, vale decir, que existe en una taxonomía confiable acerca de la clasificación de la
enfermedad. En la actualidad se ha hecho pedazos la clasificación de las enfermedades, en la medida en que dentro de
cada diagnóstico, se han ido estableciendo variantes de tal especificidad que llegan a constituirse en enfermedades
aparte. Por otro lado la aparición de nuevas y complejas entidades, por fuera de los esquemas tradicionales, de tal
manera que hoy existen menos diagnósticos en el sentido estricto de la conformación de una entidad nosológica
específica, y cada vez más síndromes, entendidos como el conjunto de síntomas y signos de aparición conjunta y
consistente, pero cuya relación fisiopatológica es aún insuficiente o se desconoce.

Los modelos explicativos propiamente tales: el modelo unicausal se puede expresaren términos de que X produce Y. La
metodología de la investigación de corte funcionalista y su aplicación en la epidemiología, ha desarrollado técnicas y
procedimientos para establecer la constancia de las asociaciones, su fuerza, su exhaustividad, su exclusividad, su
antecedencia y su especificidad, su dosis de respuesta, con sus respectivos criterios de verificación experimental, hasta
llegar a establecer la buscada y esquiva unicausalidad. Esta explicación ha tenido limitaciones serias cuando se trata de
dar una explicación global y completa de una entidad determinada, en la medida en que se ha podido demostrar que,
ningún microorganismo u otra noxa, son suficientes para explicar la aparición de una enfermedad y mucho menos si lo
que se pretende es establecer las razones por las que aparece en determinado sitio, época o grupo étnico, geográfico o
socioeconómico. Esta insuficiencia ha obligado al establecimiento de categorías tales como la causalidad proximal o
inmediata y causalidad distal o mediata, esta última en la que se reconoce claramente la imposibilidad de explicaciones
unicausales, dando paso así a la teoría de la multicausalidad, como modelo explicativo alternativo.

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De todas maneras, el reconocimiento de la participación de estos factores ambientales y condicionantes en la
explicación de la enfermedad, ha abierto las puertas a los discursos ecológicos y sociológicos, estableciendo de alguna
manera una jerarquización que supera la simple idea de multicausalidad. El camino que proponemos, es encontrar la
forma de articulación de lo biológico y lo social.

Encontramos una progresiva incapacidad explicativa de los modelos epidemiológicos clásicos y una progresiva apretura,
inicialmente hacia una multicausalidad en abstracto y posteriormente, hacia la aceptación de otras causas y con ellas, de
otros discursos. El discurso socioeconómico y político ha hecho su irrupción con el aporte de la sociología en un principio
y últimamente, del materialismo histórico y el materialismo dialéctico. Los aportes desde estas perspectivas han
contribuido a mejorar nuestro nivel de comprensión de la enfermedad en el contexto de unas condiciones de vida,
históricamente determinadas a través de la vinculación a las formas de producción y reproducción social, pero se ha
tropezado con dificultades no sólo teóricas sino metodológicas, reflejadas en un cierto grado de generalidad de las
proposiciones y un divorcio entre los distintos niveles de complejidad del objeto estudiado.

Evolución del pensamiento funcionalista para superar sus propias limitaciones: la idea simple de multicausalidad ha
hecho crisis porque conduce al relativismo acrítico y a la negación misma de la ciencia y ha venido evolucionando hacia
variantes apoyadas en la teoría de sistemas y el concepto de estructura desde el punto de vista funcionalista.

Multicausalidad y accidentes: sin embargo, la idea de multicausalidad sigue teniendo presencia activa en los modelos
explicativos basados en la idea de azar y particularmente en el concepto de accidente. No es pues la causa de la
enfermedad el “ser malo” o recibir una agresión de “un malo”, persona o microorganismo, sino el ser “de malas”.

Hoy es perfectamente posible saber las causas de los “accidentes”. Insistir en que lo que ocurre se debe al azar, o a
causas desconocidas, decir que es un “accidente” es una mentira, sino que como tal, adquiere una intencionalidad
encubridora de las causas o razones que ya se conocen y que nos permiten afirmar que esos eventos son predecibles y
por lo tanto prevenibles.

-Estructuras causales dinámicas: Definición

Estructuras, sistemas y procesos: los desarrollos actuales alrededor de la idea de estructura, en el campo funcionalista,
con las contribuciones totalizantes a partir del materialismo dialéctico, son un terreno propicio para lograr avances
importantes en el futuro inmediato. A lo anterior debemos agregar el hecho de la evolución del concepto de causa,
como algo activo y determinante en sí mismo, hacia el concepto de factor de riesgo como un elemento pasivo, el cual
sólo adquiere la connotación causal o mejor determinante, en su articulación con otros factores en una estructura
determinada.

La transformación de este concepto a los elementos señalados, tales como la dilución de la multicausalidad, la aparición
del concepto de estructura y más recientemente a la constatación de que las enfermedades no son estáticas ni en sus
manifestaciones ni en sus determinaciones, es decir, a que los objetos a estudiar son procesos cambiantes. Es esta la
razón por la cual algunos hemos venido hablando de estructuras causales dinámicas. Esta conceptualización ha de
permitirnos mejorar nuestra comprensión de la enfermedad, superando el inmediatismo unicausal, pero también

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mejorando y especificando el papel de lo socioeconómico y lo político en su necesaria articulación con los niveles
grupales e individuales.

Los perfiles de morbilidad: trabajar el concepto de estructura causal, como un conjunto de elementos relacionados entre
sí, cuya capacidad de expresarse como enfermedad depende de los factores propiamente tales, pero también de la
forma como ellos se relacionan entre sí, podemos entender que para actuar sobre una enfermedad no solamente puede
ser útil la supresión de un factor específico como lo hacemos ahora sino que puede trabajarse en la modificación de las
relaciones entre este factor específico y los demás, lo cual abre un amplio campo de posibilidades a nivel preventivo e
incluso curativo.

Al constatar estas posibilidades, aparecen también las dificultades para hacerlas realidad. Estas provienen de dos
fuentes. La primera tiene que ver con el concepto de estructura dinámica, de proceso. La segunda proviene de la misma
complejidad de la estructura, en lo cual hay además de diversos factores, un problema de medición de las relaciones y
sobre todo una diversidad de niveles de análisis, entendida como factores de riesgo contextuales, de nivel
socioeconómico o cultural.

-Papel del paciente en el proceso salud-enfermedad- atención

Se ha reubicado el papel del paciente, como un ciudadano activo con derechos y deberes y por lo tanto con posibilidad
de conocer los procesos que lo afectan, participar en su tratamiento y colaborar en la organización de los servicios. La
enfermedad como parte de la vida reivindica el derecho de los limitados y apunta hacia un financiamiento colectivo para
la atención de las concreciones individuales del proceso de vivir y enfermar. La responsabilidad sobre la prevención y la
curación no recaen en un individuo, el médico, sino que necesariamente deben ser asumidas por equipos de diferentes
disciplinas y diferente complejidad, por diferentes sectores de la sociedad y por la comunidad misma, o mejor por la
organización social en su conjunto.

Se ha avanzado a pesar de las limitaciones y dificultades y eso es lo que nos anima a seguir trabajando en una dirección
que busca colocar al hombre en el puesto que le corresponde en la organización de la sociedad.

“Modelos de atención de los padecimientos: de exclusiones teóricas y articulaciones


practicas”- Menéndez (Práctico)

¿A qué llama el autor “modelos de atención”?

Cuando desde una perspectiva antropológica hablamos de modelos de atención, nos referimos no sólo a las actividades
de tipo biomédico, sino a todas aquellas que tienen que ver con la atención de los padecimientos en términos
intencionales, es decir que buscan prevenir, dar tratamiento, controlar, aliviar y/o curar un padecimiento determinado.

¿Con qué se relacionan las distintas formas de atención?

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En primer lugar asumimos que en las sociedades latinoamericanas actuales existen muy diferentes formas de atención a
la enfermedad que suelen utilizar diversas técnicas diagnósticas, diferentes indicadores para la detección del problema,
asi como variadas formas de tratamiento e inclusive diferentes criterios de curación. Cuando nos referimos a estas
formas de atención las pensamos en términos de reconocer su existencia.

Las diversas formas de atención que actualmente operan en una sociedad determinada tienen que ver con las
condiciones religiosas, étnicas, económico/políticas, técnicas y científicas que habrían dado lugar al desarrollo de formas
antagónicas o por lo menos fuertemente diferenciadas especialmente entre la biomedicina y la mayoría de las otras
formas de atención. Si bien dichas diferencias existen, generalmente las mismas tienden a ser registradas y analizadas
por los investigadores a través de las representaciones sociales e ideológicas, y mucho menos en el nivel de las prácticas
sociales, es decir de las actividades desarrolladas con respecto a los padecimientos por los grupos que usan las diversas
formas de atención, lo cual refuerza una concepción dominante de antagonismos más que de articulaciones
transaccionales entre las diferentes formas de atención.

¿A qué llama “pluralismo médico”?

Lo que domina en las sociedades actuales, es lo que se conoce como pluralismo médico, término que refiere a que en
nuestras sociedades la mayoría de la población utiliza potencialmente varias formas de atención no sólo para diferentes
problemas, sino para un mismo problema de salud.

¿Cómo explica el autor el incremento de las medicinas alternativas?

En las sociedades latinoamericanas, y especialmente en las sociedades capitalistas más desarrolladas se estarían
incrementando actualmente las denominadas medicinas alternativas o paralelas. Para dar un ejemplo; se suele decir que
el desarrollo de ciertas medicinas alternativas es debido en gran medida al tipo de relación médico/paciente que ha ido
configurando e imponiendo la biomedicina, el cual excluye, niega o subordina la palabra del paciente. Si bien esta
afirmación es en parte correcta, debe subrayarse que varias de las medicinas alternativas y de las denominadas
"tradicionales" se caracterizan por ser tan asimétricas en términos técnicos o excluyentes de la palabra del paciente
como la biomedicina. Para varias de estas medicinas la asimetría es condición necesaria para ejercer la ocupación de
atender los padecimientos y por lo tanto de "curar".

El incremento constante de las denominadas medicinas alternativas y la recuperación de formas de la medicina popular
no constituyen sólo reacciones contra la biomedicina. Intervienen una pluralidad de factores incluyendo la industria
químico/farmaceútica, que constituye uno de los pilares de la intervención y expansión biomédica. En cada sociedad los
diferentes grupos utilizan formas específicas de atención tradicionales/populares, pero la mayoría de las mismas están
dejando de ser patrimonio exclusivo de determinados sectores sociales, económicos o étnicos.

¿Respecto a qué actúan las distintas formas de atención? ¿Qué pasa con la promoción de la Salud?

Estos y otros procesos han impulsado una constante diversidad de las formas de atención a la enfermedad, que por
supuesto adquiere una dinámica y diferenciación específica en cada contexto. Lo real es que la casi totalidad de las
actividades de las diversas formas de atención actúan básicamente respecto de los padecimientos y enfermedades y no

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sobre la promoción de salud. Y esto no sólo porque lo proponen e impulsan los curadores, sino porque lo solicitan los
sujetos y grupos sociales, ya que éstos demandan acciones sobre sus padeceres más que sobre su salud.

¿Por qué propone estudiar los conjuntos sociales? ¿A qué llama carrera del enfermo?

La identificación y descripción de las formas de atención la iniciamos a través de lo que hacen y usan los sujetos y grupos
sociales para atender sus padecimientos. En términos metodológicos iniciamos la descripción a través de los sujetos y los
conjuntos sociales porque a partir de los mismos, especialmente de la trayectoria de la "carrera del enfermo" o "carrera
del paciente" podemos identificar todas o, por lo menos, la mayoría de las formas de atención que intervienen en un
contexto determinado. Pero además, a través de los conjuntos sociales podemos observar el uso articulado de las
diferentes formas que usa cada grupo y no los usos excluyentes. Además es a través de las perspectivas y de los usos de
los diferentes actores significativos que podemos detectar la variedad de articulaciones que estos realizan respecto de
las diferentes formas de atención que potencialmente pueden utilizar en un contexto determinado, porque la mayoría
de esas articulaciones se generan a través de las acciones que los sujetos y grupos realizan para poder reducir o
solucionar sus problemas.

Si el sector salud quiere conocer y/o implementar el sistema de atención real que utilizan los sujetos y conjuntos
sociales, debería identificar, describir y analizar las diferentes formas de atención que los conjuntos sociales manejan
respecto de la variedad de padeceres reales e imaginarios que reconocen como afectando su salud. Este es el punto de
partida para establecer la existencia de los padeceres y de las formas de atención que los grupos no sólo reconocen sino
que sobre todo utilizan.

Este tipo de aproximación contribuiría a producir una epidemiologia de los comportamientos respecto del proceso s/e/a
(salud/enfermedad/atención), que posibilitaría comprender la racionalidad de las acciones desarrolladas por los sujetos
y grupos sociales, asi como también la racionalidad de los diferentes tipos de curadores, lo cual permitiría desarrollar
estrategias que articulen dichas racionalidades.

¿Cuáles son las distintas formas de atención que utilizan los grupos sociales en Latinoamérica?

Procesos sociales, económicos y culturales posibilitan el desarrollo de diferentes formas de atención a partir de las
necesidades y posibilidades de los diferentes conjuntos sociales. Las carencias económicas, la existencia de
enfermedades incurables o todavía no curables, así como la búsqueda de soluciones a pesares existenciales conducen a
la búsqueda y frecuente creación o resignificación de formas de atención. Frente a determinadas formas de alcoholismo
para las cuales la biomedicina tiene una eficacia limitada, los propios conjuntos sociales desarrollaron grupos de
autoayuda como Alcohólicos Anónimos (AA), forma de atención que evidencia la mayor eficacia comparativa con
cualquier otro tipo de atención específica respecto de este problema.

En diferentes contextos latinoamericanos, nos encontramos con que los mismos utilizarían potencialmente las siguientes
formas de atención:

a) De tipo biomédica referidas a médicos del primer nivel de atención y del nivel de especialidades para padecimientos
físicos y mentales que la biomedicina reconoce como enfermedades. Estas se expresan a través de instituciones oficiales

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y privadas. Dentro de esta deben reconocerse la medicina naturista, la balneoterapia o la homeopatía, asi como la
quiropracia. Aquí también deben incluirse las diferentes formas de psicoterapia individual, grupal y comunitaria gestadas
por lo menos en parte desde la biomedicina.

b) De tipo "popular" y "tradicional" expresadas también a través de curadores especializados como brujos, curanderos,
espiritualistas, etc. Aquí debe incluirse el papel curativo de ciertos santos o figuras religiosas tanto cristianas como de
otros cultos.

c) Alternativas, paralelas o new age que incluyen a sanadores, bioenergéticos, nuevas religiones curativas de tipo
comunitario, etc.

d) Devenidas de otras tradiciones médicas académicas: acupuntura etc.

e) Centradas en la autoayuda: Alcohólicos Anónimos etc., cuya característica básica radica en que están organizadas y
orientadas por las personas que padecen o co/padecen algún tipo de problema.

¿Cuáles son los dos niveles en los que operan las relaciones entre las diversas formas de atención?

Esta clasificación de las formas de atención, que podría ampliarse y/o modificarse, no supone que las consideremos
como formas estáticas y aisladas cada una en si misma, dado que asumimos la existencia de un proceso dinámico entre
las actividades devenidas de diferentes formas de atención; es decir que las mismas no funcionan siempre
excluyentemente sino también a través de relaciones entre dos o más formas de atención. Dicha dinámica opera en por
lo menos dos niveles, el que refiere a las relaciones establecidas entre las diversas formas de atención a través de uno de
los diferentes operadores de las mismas. Por lo cual se genera algún tipo de articulación entre diferentes formas de
atención, inclusive entre algunas que en determinados momentos aparecían como antagónicas. El otro nivel refiere a la
integración de dos o más formas de atención por sujetos y grupos que tienen algún padecimiento.

¿Por qué el autor sostiene que son los grupos sociales los que organizan las formas de atención en autoatención?

Son las actividades impulsadas por los sujetos y grupos sociales las que generan la mayoría de las articulaciones entre las
diversas formas de atención a través de sus usos, y superando frecuentemente la supuesta o real diferencia o
incompatibilidad que puede existir entre las mismas, dado que dichas incompatibilidades y diferencias son
secundarizadas por la búsqueda de una solución pragmática a sus problemas. Lo cual no niega que haya diferencias
significativas y hasta incompatibilidades entre las diferentes formas de pensar y actuar sobre el proceso s/e/a, pero
dichas diferencias deben ser observadas siempre en las prácticas sociales y técnicas, dado que es a través de ellas que
podremos evidenciar las diferencias, pero también el uso articulado de, por lo menos, una parte de las mismas. Dichas
articulaciones se desarrollan a través de diferentes dinámicas transaccionales dentro de relaciones de
hegemonía/subalternidad.

Este proceso complejo, dinámico y diferenciado podemos observarlo y detectarlo de conjunto sobre todo si lo
registramos a través de las acciones de los grupos sociales. Desde las diferentes formas de atención, y especialmente
desde el saber e instituciones biomédicas, sólo se tenderá a reconocer algunas de las formas de atención, y no las más

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diversas y a veces impensables actividades curativas o sanadoras. Pero además tiende a generarse una visión
estigmatizada y excluyente de por lo menos algunas formas de atención, colocando el eje de la eficacia, de la eficiencia y
de la legitimidad exclusivamente sobre el propio quehacer y no sobre el conjunto de las formas de atención.

Si el eje lo colocamos en los diferentes conjuntos sociales no sólo registraremos todas o por lo menos la mayoría de las
formas de atención que se usan realmente, sino que no tendremos una visión unilateral de las formas de atención que
pretenden su exclusividad a través de lo científico, de lo religioso o de lo étnico, dado que las registramos a través de los
diferentes puntos de vista que operan en una comunidad y que incluyen no sólo las perspectivas de la población
estratificada, sino la de los diferentes tipos de curadores. Pero el aspecto central, es que los sujetos y grupos sociales
constituyen el agente que no sólo usa las diferentes formas de atención, que las sintetiza, articula, mezcla o yuxtapone,
sino que es el agente que reconstituye y organiza una parte de estas formas de atención en actividades de
"autoatención", dado que la autoatención constituye no sólo la forma de atención más constante sino el principal núcleo
de articulación práctica de las diferentes formas de atención, la mayoría de las cuales no puede funcionar
completamente sino se articula con el proceso de autoatención.

Un análisis integral de las formas de atención que operan en un contexto determinado supondría obtener el perfil
epidemiológico de los padecimientos dominantes y sus formas de atención en una comunidad determinada, según son
formulados por los diferentes curadores y por los conjuntos sociales. Esta información nos daría algo así como un
diagnóstico de situación sobre como atiende la gente realmente sus padeceres, incluida la articulación de las diferentes
formas de atención generadas por la población. Durante la carrera del enfermo, los sujetos demandan inicialmente un
tipo de atención en función del diagnóstico presuntivo que manejan y de otros factores como la accesibilidad física y
económica a las diferentes formas de atención que operan en su contexto de vida, pero si dicha atención no resulta
eficaz la reemplazan rápidamente por la atención de otro tipo de curador, implicando este cambio una transformación
en el diagnóstico y tratamiento. Los indicadores diagnósticos que los grupos manejan posibilitan una articulación
práctico/ideológica entre las diferentes formas de atención estableciendo una conexión entre las mismas a través de la
carrera del enfermo.

Este tipo de aproximación epidemiológica posibilitaría además observar cuales son las formas de atención más usadas y
las que tienen mayor eficacia para abatir, controlar o disminuir determinados daños en términos reales o imaginarios. Al
igual que también podríamos registrar cuales son los factores de tipo económico, técnico e ideológico que se oponen o
facilitan la articulación de las diferentes formas de atención, a través de las prácticas cotidianas de los conjuntos sociales.

¿Cómo caracteriza la expansión de la biomedicina? Mencionar los dos niveles: actividades profesionales y medicalización

La biomedicina en tanto institución y proceso social se caracteriza por su constante aunque intermitente modificación y
cambio y no por su inmovilidad, y cuando señalo esto no me refiero sólo a cambios técnicos y científicos, sino a cambios
en sus formas dominantes de organizarse e intervenir no sólo técnica sino económica, social y profesionalmente.

Desde esta perspectiva frente a situaciones de conflicto y/o de cambio o – si se pretende – de crisis, la biomedicina hasta
ahora ha encontrado siempre "soluciones" que siguen asegurando su expansión, y donde reiteradamente el eje de su
impulso y justificación está centrado en la biologización de su enfoque profesional y técnico. La biomedicina sigue
depositando sus expectativas en el desarrollo de una investigación biomédica que da lugar al surgimiento de

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explicaciones biológicas de los principales padecimientos y de soluciones basadas en la producción de fármacos
específicos, así como incide en la constante biologización de las representaciones sociales del proceso s/e/a.

Más allá de críticas y crisis, lo que observamos es una continua expansión de la biomedicina que afecta su relación con
las otras formas de atención. Dicha expansión se caracteriza por un proceso de continuidad/discontinuidad, donde la
continuidad está dada por el constante aunque intermitente proceso de expansión basado en la investigación biomédica,
en la producción farmacológica y en la medicalización no sólo de padeceres sino de comportamientos; y la
discontinuidad por las orientaciones críticas surgidas al interior y fuera de la propia biomedicina, así como por las
actividades y representaciones impulsadas por las otras formas de atención y especialmente por las prácticas de los
diferentes conjuntos sociales.

Este proceso de expansión se da básicamente en dos niveles: por una parte a través de las actividades profesionales que
se realizan y que refiere a los niveles de cobertura de atención alcanzados, al número de profesionales, al número de
camas de hospitalización, al número de partos atendidos institucionalmente, al número de cesáreas, a la cobertura de
inmunización comparados con los indicadores de las otras formas de atención. Estas tendencias han sido y son
estudiadas para posibilitar la planificación de los recursos, para elevar la calidad de los servicios o para reducir costos,
pero también pueden ser utilizadas como indicador que puede evidenciar el desplazamiento o suplantación de otras
formas de atención por la biomedicina, o viceversa.

Pero además la expansión opera a través de lo que se denomina proceso de medicalización, es decir un proceso que
implica convertir en enfermedad toda una serie de episodios vitales que son parte de los comportamientos de la vida
cotidiana de los sujetos, y que pasan a ser explicados y tratados como enfermedades cuando previamente sólo eran
aconteceres ciudadanos. Este proceso implica no sólo que los sujetos y grupos vayan asumiendo dichos aconteceres
ciudadanos en términos de enfermedad y no de lo que tradicionalmente han sido, es decir conflictos y padeceres, sino
que pasen a explicarlos y atenderlos, en gran medida a través de técnicas y concepciones biomédicas. Esta
medicalización supone no sólo convertir en problema de salud determinadas situaciones cotidianas, sino convertir en
problema quirúrgico la situación de parto a través de la generalización de la cesárea. Lo que las investigaciones y
reflexiones actuales han cuestionado es la visión omnipotente y unilateral con que eran estos procesos, según la cual la
biomedicina podía imponer casi sin modificaciones y oposiciones sus maneras de explicar y atender los padeceres, y sin
tomar en cuenta las resignificaciones, reacciones y acciones de los sujetos y grupos sobre los cuales actuaba.

¿Cómo definiría al Modelo Médico Hegemónico (MMH)? ¿Cuáles son sus principales características? Explique
biologisismo, relación médico-paciente, ahistoricidad, aculturalidad, identificación con la racionalidad científica

Es como construcción metodológica que considero que las principales características del MMH (modelo medico
hegemónico) son las siguientes: biologismo, a-sociabilidad, a-historicidad, a-culturalismo, individualismo, eficacia
pragmática, orientación curativa, relación médico/paciente asimétrica y subordinada, exclusión del saber del paciente,
profesionalización formalizada, identificación ideológica con la racionalidad científica, la salud/enfermedad como
mercancía, tendencia a la medicalización de los problemas, tendencia a la escisión entre teoría y práctica.

El rasgo estructural dominante de la biomedicina es el biologicismo por lo menos a nivel ideológico/técnico, dado que es
el factor que no sólo refiere a la fundamentación científica del diagnóstico y del tratamiento, sino que constituyen el

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principal criterio de diferenciación con las otras formas de atención. Si bien el saber biomédico, especialmente en
algunas de sus especialidades y orientaciones, toma en cuenta los niveles psicológicos y sociales de los padecimientos, la
biomedicina en cuanto institución tiende a subordinarlos o excluirlos respecto de la dimensión biológica. La dimensión
biológica es el núcleo de la formación profesional del médico. El aprendizaje se hace a partir de contenidos biológicos,
donde los procesos sociales, culturales y psicológicos son anecdóticos, y donde no hay información sistemática sobre
otras formas de atención. Es de la investigación biológica, bioquímica, genética que la biomedicina extrae sus principales
explicaciones y sobre todo sus principales instrumentos de curación.

Al señalar el peso del biologicismo no ignoro obviamente sus aportes; ni tampoco niego el uso por parte del personal de
salud de relaciones personales, incluida la dimensión psicológica, no sólo en la relación afectiva con el paciente sino en
la estrategia curativa y hasta diagnóstica, pero estas habilidades personales aparecen como secundarias.

El biologicismo inherente a la ideología médica es uno de los principales factores de exclusión funcional de los procesos
y factores históricos, sociales y culturales respecto del proceso salud/enfermedad y de las otras formas de atención
consideradas por la biomedicina como formas culturales, y en consecuencia excluidas. Pero un aspecto importante a
recordar, es que el médico no tiene formación profesional sobre los factores y procesos sociales y culturales que inciden
en el desarrollo y mantenimiento de los padecimientos; incluye estos aspectos, si es que le interesa, a través de sus
posibilidades y habilidades personales y no de una formación técnica específica. El factor más decisivo es observar si el
personal de salud considera estos factores como importantes de manejar a nivel de su acto médico, y de ser importantes
¿cómo los utilizaría para contribuir a aliviar, controlar o curar el padecimiento? Y frente a este interrogante debemos
reconocer que la mayoría de los médicos dejan de lado dichos aspectos; una cosa es reconocer que la situación de
extrema pobreza y marginalidad incide en la desnutrición, y otra poder operar con dichos factores en la intervención
clínica. Si bien el personal médico puede asumir la importancia de factores como la extrema pobreza en el desarrollo y
mantenimiento de problemas de salud, a nivel técnico e institucional su manejo de estos aspectos es limitado.

Diferentes tendencias de la psicología, de la sociología, de la antropología y de la misma biomedicina vienen señalando


la importancia de la relación médico/paciente, para el diagnóstico y para el tratamiento, y en consecuencia la necesidad
de mejorarla, de hacerla más simétrica, de incluir no sólo la palabra del paciente sino sus referencias socioculturales,
dado que las mismas tienden a ser excluidas por la mayoría de los médicos. De allí que parte del mejoramiento de la
calidad de los servicios médicos está depositada justamente en la modificación de aspectos de la consulta. De esto son
conscientes gran parte de los médicos, y reiteradamente se propone la necesidad de mejorar dicha relación, incluyendo
dar más tiempo a la palabra del paciente. Vienen proponiendo la necesidad de que el médico no sólo posibilite que el
paciente narre su enfermedad, sino que el facultativo aprenda a decodificar cultural y medicamente el significado de
dichas narrativas.

Dicha propuesta opera más en el plano de la reflexión teórica y de las experiencias universitarias que en el plano de los
servicios de salud, los cuales suelen orientarse en un sentido inverso de lo recomendado por los que analizan y
reflexionan sobre la relación médico/paciente y su papel dentro de los servicios de salud oficiales y/o privados.
Encontramos que pese a reconocer las criticas señaladas respecto de las características dominantes en la relación
médico/paciente y la necesidad de revertir la orientación de los servicios, lo que se desarrolla en los hechos es una
tendencia a reducir cada vez más el tiempo de la relación médico/paciente y especialmente el tiempo dado a la palabra
del paciente. Es decir se potencian la tendencia histórica de la biomedicina para establecer una relación asimétrica y las
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dinámicas institucionales actuales que tienden a reforzar dicha orientación de la biomedicina más allá de los discursos y
reflexiones de los científicos sociales y de las propias autoridades sanitarias.

La relación médico/paciente se caracteriza por reducir cada vez más la palabra del paciente, pero también por reducir
cada vez más la palabra del propio médico. Ya no se realizan historias clínicas en el primer nivel de atención o han sido
reducidas a enumerar algunos datos económico/demográficos y algunas características del tratamiento consignándose
muy escasa información de tipo diagnóstica y de evolución del padecimiento, etc. La anamnesis médica casi ha
desaparecido pese al reconocimiento técnico de su utilidad. Algunas tendencias actuales de la biomedicina, que
desarrollan aspectos contrarios o divergentes a los que la propia biomedicina y también las ciencias sociales consideran
como óptimos en términos de la calidad de la atención.

Por lo tanto observamos la reducción del tiempo de la relación médico/paciente a través de la propia trayectoria
histórica de la biomedicina, trayectoria que además indicaría que el médico ha ido abdicando de su propia posibilidad de
detectar y analizar síntomas respecto de los padecimientos al referirlos cada vez más a indicadores objetivos.
Actualmente la posibilidad de establecer diagnósticos y tratamientos no se depositan en el análisis de los síntomas, en
los signos producidos por los diferentes tipos de análisis, es decir por pruebas objetivas, lo cual ha tenido consecuencias
no sólo para la relación médico/paciente sino para la identificación profesional del médico consigo mismo. Subrayo
nuevamente que no niego ni rechazo la importancia de contar con indicadores diagnósticos objetivos, sino que estoy
analizando las implicaciones que el desarrollo de determinados procesos pueden tener para la biomedicina y para la
relación médico/paciente, las cuales no pueden ser observadas sino se incluye la dimensión histórica, que sin embargo
aparece excluida frecuentemente de la reflexión y de la acción médica.

Desde la perspectiva que estamos desarrollando la inclusión de la dimensión histórica posibilitaría observar los
beneficios de la prescripción de determinados fármacos para el abatimiento o control de determinados padecimientos,
pero también los efectos negativos de los mismos, tanto en términos de un uso inmediato que evidencia una
determinada eficacia, como en términos de un uso prolongado que evidencia que dicha eficacia es momentánea, o que
su aplicación podría generar más problemas que los de su no utilización. Una simple y no demasiado profunda
indagación histórica posibilitaría observar que algunas formas incorrectas de utilizar los antibióticos, los pacientes lo
aprendieron del personal de salud. La aplicación de la dimensión histórica posibilitaría observar la gran cantidad de
éxitos farmacológicos generados desde la biomedicina, pero también la cantidad de usos incorrectos que la población
aprendió directa o indirectamente de la intervención médica. La exclusión de la dimensión histórica porque dicha
exclusión cumple varias funciones, entre ellas la omisión de los efectos negativos no sólo de la prescripción médica, sino
de su notoria influencia en el uso de la automedicación por la población.

Tal vez los aspectos más excluídos por la biomedicina son los que corresponden al campo cultural; si bien el personal de
salud suele hablar de la significación de la pobreza, del nivel de ingresos, de la calidad de la vivienda o del acceso al agua
potable como factores que inciden en el proceso salud/enfermedad/atención (proceso s/e/a), sobre todo en los últimos
años ha disminuido no tanto el reconocimiento sino la inclusión de los factores religiosos o de las creencias populares
respecto del proceso s/e/a por parte de la biomedicina. Mientras hace unos cuarenta o cincuenta años, reparaba en la
importancia de los factores culturales generalmente como mecanismos negativos o como procesos que indicaban
determinadas tendencias patologizantes en un grupo social determinado, dichos factores han sido cada vez más
excluidos. En las décadas de los 40', 50' y 60', ciertas creencias culturales podían oponerse a la expansión biomédica,
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idea que opera en la actualidad por ejemplo respecto de los programas de planificación familiar o respecto del uso de
protecciones en las relaciones sexuales, pero mientras en dichas décadas se pensaba como modificar culturalmente los
saberes populares, actualmente se piensa a través de qué mecanismos administrativos y médicos puede generarse esta
modificación. Es decir que el equipo de salud y/o el de desarrollo social más que actuar sobre las condiciones culturales
opera a través de acciones médicas o de estimulación económica.

La dimensión cultural es cada vez menos utilizada, aunque debe subrayarse que los que más suelen tomarse en cuenta
son los procesos sociales y no los culturales.

El sentido fuerte de cómo la biomedicina utilizó y utiliza la dimensión cultural es de tipo negativo, es decir se observa
sobre todo como dichos factores favorecen el desarrollo de padecimientos o se oponen a prácticas biomédicas que
podrían abatirlos, pero no se incluyen las formas de atención "culturales" que podrían ser utilizadas favorablemente para
abatir los daños. Es a través de tomar en cuenta los procesos y factores culturales, que podemos observar la existencia
de otras formas de atención de la enfermedad, cuyas principales diferencias radican no sólo en el tipo de técnicas
utilizadas sino en el sentido y significado cultural con que se las utiliza.

Nos referiremos a los criterios a través de los cuales la biomedicina se diferencia de la mayoría de las otras formas de
atención. Si bien hay varios indicadores, el decisivo es el que refiere dicha diferenciación a principios de racionalidad
científica, expresados sobre todo a través de la dimensión biológica. Y es en este rasgo donde se sintetizan a través de la
autoidentificación profesional con "la ciencia", la exclusión de las otras formas identificadas justamente con criterios no
científicos y con la dimensión cultural. El criterio decisivo refiere a la racionalidad científico/técnica.

El conjunto de estas y otras características del MMH, tiende a establecer una relación de hegemonía/subalternidad de la
biomedicina respecto de las otras formas de atención no biomédicas, de tal manera que tiende a excluirlas, ignorarlas o
a estigmatizarlas aunque también a una aceptación critica o inclusive a una apropiación o a un uso complementario
sobre todo de ciertas técnicas, pero siempre con carácter subordinado.

Aclaro que no niego la importancia de la investigación biomédica, ni los aportes de la farmacología, ni la capacidad de
detección diagnóstica a través de pruebas e indicadores objetivos, si no que lo que me interesa señalar es que éstas y
otras características e instrumentos contribuyen a excluir, negar o secundarizar las otras formas de atención no
biomédicas a través de criterios que sólo refieren a la dimensión científica del proceso s/e/a.

¿A qué se refiere el autor por autoatención?

Estas afirmaciones que sustento a través de nuestras propias investigaciones y de estudios parten de considerar la
autoatención, de observarla como proceso, lo cual se diferencia de las investigaciones generadas desde la biomedicina
que la consideran como una entidad en sí y sólo referida a actividades muy específicas, lo cual conduce a un notorio
subregistro de las actividades de autoatención y a no captar su papel constante y frecuentemente decisivo en el proceso
de articulación de las diferentes formas de atención.

La autoatención constituye una de las actividades básicas del proceso salud/enfermedad/ atención, siendo la actividad
nuclear y sintetizadora desarrollada por los grupos sociales respecto de dicho proceso. La autoatención constituye una

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actividad constante aunque intermitente desarrollada a partir de los propios sujetos y grupos en forma autónoma o
teniendo como referencia secundaria o decisiva a las otras formas de atención.

Por autoatención nos referimos a las representaciones y prácticas que la población utiliza a nivel de sujeto y grupo social
para diagnosticar, explicar, atender, controlar, aliviar, aguantar, curar, solucionar o prevenir los procesos que afectan su
salud en términos reales o imaginarios, sin la intervención central, directa e intencional de curadores profesionales, de
tal manera que la autoatención implica decidir la autoprescripción y el uso de un tratamiento en forma autónoma o
relativamente autónoma. Es decir que la autoatención refiere a las representaciones y prácticas que manejan los sujetos
y grupos respecto de sus padeceres, incluyendo las inducidas, prescriptas o propuestas por curadores, pero que en
función de cada proceso específico, de las condiciones sociales o de la situación de los sujetos conduce a que una parte
de dicho proceso de prescripción y uso se autonomice.

Nivel amplio y nivel restringido de la autoatención

Pero la autoatención puede ser pensada en dos niveles, uno amplio y otro restringido; el primer nivel refiere a todas las
formas de autoatención que se requieren para asegurar la reproducción biosocial de los sujetos y grupos a nivel de los
microgrupos y especialmente del grupo doméstico. Formas que son utilizadas a partir de los objetivos y normas
establecidos por la propia cultura del grupo. Desde esta perspectiva podemos incluir no sólo la atención y prevención de
los padecimientos, sino las actividades de preparación y distribución de alimentos, el aseo del hogar, del medio
ambiente inmediato y del cuerpo, la obtención y uso de agua. Son parte de la autoatención el aprendizaje de la relación
con la muerte en los diferentes términos prescriptos por cada cultura, que pueden incluir el cuidado del sujeto
moribundo, el ayudar a morir, o el manejo del cadáver en función del sistema de creencias. La autoatención refiere a
microgrupos y especialmente a aquellos que más inciden en los procesos de reproducción biosocial y que incluyen sobre
todo al grupo doméstico, pero también al grupo de trabajo, al grupo de adolescentes, etc.

La definición restringida refiere a las representaciones y prácticas aplicadas intencionalmente al proceso s/e/a. Debemos
asumir que este corte opera como un mecanismo de ordenamiento de la realidad, y que en consecuencia dicho corte
excluye determinados hechos. El corte metodológico posibilita concentrarnos justamente en la autoatención de tipo
restringida, pues es la que nos interesa analizar, pero a partir de asumir que en los procesos concretos aparecerán
incluidos aspectos de la autoatención ampliada.

Diferencia entre autoatención y automedicación. Caracteristicas de la automedicación

La autoatención suele ser confundida o identificada por la biomedicina exclusivamente con la automedicación, es decir
con la decisión más o menos autónoma de utilizar determinados fármacos para tratar determinados padecimientos sin
intervención directa y/o inmediata del médico o del personal de salud habilitado para ello. La automedicación sólo es
parte de la autoatención, y el haber reducido la autoatención a automedicación es justamente un efecto del saber
biomédico. En consecuencia debe subrayarse que la automedicación no refiere sólo a la decisión de utilizar
determinados tipos de fármacos desarrollados por la industria químico farmaceútica (IQF), sino a todas las sustancias y
para algunos autores actividades de muy diferente tipo que son decididas y usadas por los sujetos y microgrupos con
autonomía relativa para actuar respecto de sus padeceres o para estimular determinados comportamientos. La
biomedicina casi sólo piensa la automedicación a través de los fármacos producidos por la IQF, pero si bien ésta es

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actualmente la forma más extendida de automedicación en numerosos grupos sociales, no por ello la automedicación
refiere exclusivamente a éstos, sino que forma parte de las diferentes actividades de autoatención.

Explique autocuidado

Otro término que se utiliza como equivalente de autoatención es el de "autocuidado", por autocuidado se suelen
entender las acciones desarrolladas por los individuos para prevenir el desarrollo de ciertos padecimientos y para
favorecer ciertos aspectos de salud positiva. El uso de este concepto por el sector salud es marcadamente individualista,
y se diferencia del de autoatención cuyo carácter es básicamente grupal y social, el concepto de autocuidado constituye
una variante del de autoatención impulsado a través de determinadas ideologías no sólo técnicas sino sociales. En
consecuencia las actividades de automedicación y autocuidado son parte del proceso de autoatención, pero no son
equivalentes ya que autoatención constituye el concepto y proceso más inclusivo.

El autocuidado tendría implicaciones básicamente preventivas o de potencializar la salud en términos de la denominada


"salud positiva", y la autoatención referiría a acciones de tipo asistencial; tanto la autoatención como el autocuidado
pueden desarrollar ambos tipos de actividades, y la diferencia radica en el énfasis en lo individual impulsado por las
políticas de autocuidado, mientras el concepto de autoatención refiere a la concepción de salud colectiva.

Explique la relación contradictoria entre biomedicina y autoatención

La biomedicina desarrolla sus críticas y oposiciones respecto de la autoatención casi exclusivamente en términos de
automedicación. El personal de salud considera casi unánimemente que la automedicación es negativa o perniciosa; que
es producto de la falta de educación o de la ignorancia, y tiende a identificarla como el comportamiento de los estratos
sociales más bajos. Dicha evaluación surge generalmente de la propia experiencia clínica pero no de investigaciones
sistemáticas.

La visión unilateralmente negativa de la biomedicina hacia la automedicación, asi como la noción de que la misma se ha
incrementado; lo cual contrasta con las numerosas actividades de autoatención que ha impulsado el sector salud. Para
nosotros la biomedicina ha desarrollado una relación contradictoria y escotomizante respecto del proceso de
autoatención, dado que por una parte lo cuestiona en términos de automedicación, mientras por otra impulsa
constantemente actividades de autocuidado y de otras formas de autoatención.

Consideramos a la autoatención como un proceso estructural, constante aunque en continuo proceso de modificación.
El caracter estructural de la autoatención, que implica que la misma se constituye como un proceso necesario en toda
cultura a través de las acciones de los pequeños grupos para contribuir a asegurar el proceso de reproducción biosocial.

Explique a que se refiere el autor cuando menciona los saberes de los sujetos y los microgrupos

Todo pequeño grupo, y en particular el grupo doméstico se caracteriza por la frecuencia, recurrencia y continuidad de
episodios de enfermedades, padeceres, daños y/o problemas que afectan la salud de uno o más miembros de dichos
microgrupos. La mayoría de estos episodios son leves, agudos y transitorios, y pueden hallar solución o por lo menos
alivio a través de las acciones de los miembros del grupo. Junto a estos padecimientos siempre han existido

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enfermedades crónicas que para que no se traduzcan en muerte prematura requieren que el sujeto y su microgrupo se
constituyan en partes activas del proceso de atención, dado que sobre todo para algunos padecimientos la autoatención
es decisiva.

El núcleo de la existencia y continuidad de la autoatención refiere a la frecuencia de padeceres agudos de muy diferente
tipo, a la existencia e incremento de enfermedades crónicas físicas y mentales, a la búsqueda de estimulaciones con
diferentes objetivos, de tal manera que toda sociedad necesita desarrollar saberes específicos a nivel de los grupos
donde emergen estos padecimientos o estos objetivos de vida, estableciendo inclusive una división del trabajo
especialmente en el grupo familiar donde la mujer en su rol de esposa/madre es la que se hace cargo del proceso s/e/a
de los miembros del grupo. La mujer en dicho rol será la encargada de diagnosticar el padecimiento, de manejar por lo
tanto indicadores diagnósticos, de establecer una evaluación de la gravedad o levedad del mismo; tendrá alguna noción
de la evolución de los padeceres. Será ella la que implemente los primeros tratamientos, asi como decidirá por su cuenta
o de acuerdo con otros miembros del grupos familiar la demanda de atención, que puede inciar por la consulta con
personas de su inmediato espacio social, y continuar con el tipo de curador considerado más adecuado, y cuya consulta
dependerá de los recursos económicos y culturales del grupo.

La autoatención casi siempre es la primera actividad que el microgrupo realiza respecto de los padeceres detectados, y
esa actividad no incluye inicialmente ningun curador profesional. Es a partir de lo que acontece en la autoatención y por
supuesto en la evolución del padecimiento, asi como en función de las condiciones sociales y culturales ya señaladas,
que el sujeto y su microgrupo deciden consultar o no a curadores profesionales de una de las formas de atención que
reconocen y aceptan. La decisión de ir a consultar a un curador profesional, y una parte de las actividades que se realizan
luego de la consulta constituyen tambien parte del proceso de autoatención. Luego de la primera consulta puede
decidirse la consulta inmediata o postergada con otro curador del mismo tipo o de otra forma de atención, y esta
decision, al igual que lo que ocurre luego de la consulta también son parte de este proceso.

La decisión de consultar curadores profesionales se hace desde determinados saberes y determinadas experiencias que
van a incidir en el tratamiento y en la relación curador/paciente. El sujeto y su grupo pueden consultar uno o más
curadores y servicios, pero siempre a partir del núcleo de autoatención. De allí que la autoatención no debe ser pensada
como un acto que los sujetos y grupos desarrollan aislada y autónomamente, sino como un proceso transaccional entre
éstos y las diferentes formas de atención que operan como sus referentes. Más aun será el sujeto y su grupo los que a
través de la carrera del enfermo articulen, a partir de las características de cada grupo y de cada padecer, las diferentes
formas de atención pero en función de esta experiencia. Es el proceso de autoatención el que articula las formas
existentes, más allá de que éstas tengan interacciones directas entre sí. La mayoría de las formas de atención, incluida la
biomédica, permanece frecuentemente ignorante de una carrera del enfermo que articula diferentes formas y hasta
sistemas de atención con el objetivo de hallar una solución a sus problemas. Esto es en gran medida debido a que la
realidad social es pensada y analizada como acto y no como proceso; la autoatención es potencialmente siempre parte
de un proceso que incluye no sólo los actos de los sujetos y microgrupos, sino de los diferentes curadores que
intervienen en dicho proceso. La tendencia a-relacional que ha dominado el estudio del proceso salud/enfermedad/
atención tiende a colocar el acento sobre cada actor en sí, en lugar de colocarlo sobre el proceso relacional que incluye
todos los actores significativos que intervienen en el mismo.

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Un aspecto decisivo es que la autoatención se constituye estructuralmente no sólo por las razones señaladas, sino
porque implica la acción más racional, en términos culturales, de estrategia de supervivencia e inclusive de
costo/beneficio no sólo ecónómicos, sino de tiempo por parte del grupo, en la medida que asumamos en toda su
envergadura la incidencia y significación que tienen para su vida cotidiana la frecuencia y recurrencia de los diferentes
tipos de padeceres que amenazan real o imaginariamente a los sujetos y microgrupos.

Es decir que hay toda una serie de padeceres que el sujeto experimenta y autoatiende de alguna manera a través de
cada día. Respecto de estos padeceres, puede no hacer nada, o sólo hablarlo con alguien, dejando que el trascurso del
tiempo lo solucione, lo cual también es parte de las acciones de autoatención. Todos estos padeceres son atendidos y
solucionados a través de la autoatención, a menos que se agraven o que su reiteración y/o continuidad preocupe al
sujeto y su grupo.

El conjunto de estas acciones supone la existencia de un saber respecto del proceso s/e/a dentro de los microgrupos y
especialmente de los grupos domésticos, que se ejercita constantemente a través de diferentes tipos de padeceres, y es
a partir de este saber que se establecen las relaciones transaccionales con las otras formas de atención. Cuando un
sujeto va al médico, va generalmente con un diagnóstico provisional del padecimiento por el cual recurre a dicho
curador. Y lo que subrayo es la existencia de esta actividad diagnóstica ejercida por el propio sujeto y su microgrupo.

Pero la autoatención y la automedicación no refieren sólo a la intervención sobre los padeceres, son sustancias y
acciones que no sólo posibilitarían salir de la angustia, de la depresión o del dolor, sino que permitirían ciertos
rendimientos y goces. Desde esta perspectiva las diferentes formas de adicción pueden ser consideradas parte del
proceso de autoatención. Tratan de obtener determinados beneficios físicos y mentales a través de correr de ir día por
medio al gimnasio, de beber entre tres y cuatro litros de agua diario, de practicar yoga o de realizar ciertos ejercicios zen.

La automedicación refiere no sólo al consumo autónomo de asprinas, antibióticos o psicotrópicos en calidad de


fármacos, sino que refiere al consumo de anabólicos, de infusiones de boldo o del consumo de alcohol. Será la
intencionalidad con que se utilice cualquiera de estas sustancias las que le de el carácter de automedicación.

¿Por qué plantea que la autoatención es un mecanismo potencial de micropoder?

Hay una intensa y constante relación entre las actividades biomédicas y las de autoatención a partir de procesos
impulsados sobre todo por las necesidades, objetivos y/o deseos de los sujetos y grupos. Debe asumirse que la
biomedicina constituye actualmente una de las principales fuentes, según algunos autores la principal, de las actividades
de autoatención.

Es decir que por un lado la biomedicina y el sector salud cuestionan la automedicación, y por otro impulsan, favorecen,
incluyen o aceptan formas de autoatención, incluidos ciertos tipos de automedicación. En consecuencia domina en la
biomedicina una especie de escotomización respecto del proceso de autoatención, en términos de escindir la
autoatención considerada "buena" de la "mala", no asumiendo que ambas son parte de un mismo proceso, y que tienen
los mismos objetivos desde las decisiones y acciones de los grupos sociales. Esta manera de pensar la autoatención por
el SS contribuye por una parte a seguir responsabilizando a la "víctima" de los problemas que la aquejan, pero en este

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caso la responsabiliza negativamente de las soluciones que ha ideado a través de las diferentes formas de
autoatenderse.

El sector salud debe asumir que la autoatención no sólo es la principal forma de atención desarrollada por los propios
conjuntos sociales, sino que es a través de ella que los sujetos y grupos se relacionan con las otras formas de atención,
incluída la biomedicina. Es a través de la autoatención que los sujetos se apropian de las otras formas y las relacionan, y
es en este proceso que se generan consecuencias negativas y positivas para la salud.

Pero la autoatención no implica sólo la posibilidad de consecuencias negativas o positivas para la salud, sino que es el
medio a través del cual los sujetos y sus grupos evidencian su capacidad de acción, de creatividad, de encontrar
soluciones, y en consecuencia es un mecanismo potencial de afianzamiento de ciertos micropoderes, así como de la
validez de sus propios saberes.

¿Cuál es la propuesta con la que el autor finaliza el texto?

El peso decisivo de la autoatención, el SS debería tratar intencionalmente de utilizarla, no sólo por su potencial eficacia,
sino porque dicha forma de atención puede ser prohibida pero no eliminada.

La autoatención constituye el primer nivel real de atención. La autoatención evidencia que si bien los sujetos y grupos se
equivocan, usan incorrectamente los medicamentos, etc., también evidencia que los mismos aprenden, modifican,
resignifican sus prácticas, y que una parte de esa automedicación ha sido decisiva para abatir o controlar determinados
padecimientos, por una apropiación y uso que evidencia en la propia experiencia del sujeto y su grupo que el fármaco
consumido es eficaz o por lo menos más eficaz que otros productos.

El proceso de autoatención evidencia no sólo que la gente se apropia y aprende, sino que el SS, el personal de salud, el
médico enseñan a autoatenderse más allá de la intencionalidad de hacerlo. Los sujetos y grupos aprenden
constantemente el uso de indicadores diagnósticos y de fármacos a través de la relación médico/paciente.

En consecuencia el SS debería impulsar intencionalmente la articulación entre los servicios de salud y el proceso de
autoatención, de tal manera que se constituyera en parte central de sus estrategias. Pero conjuntamente sigue
manteniendo una crítica a determinadas formas de autoatención, y sigue estigmatizando la automedicación. Lo que
nosotros proponemos no es eliminar la crítica, sino fundamentarla; pero lo más importante para nosotros es tratar de
mejorar los comportamientos de autoatención, que los conjunto sociales casi inevitablemente desarrollarán a través de
una reorientación de las acciones de educación para la salud. El SS debería enseñar a automedicarse bien a la población
y no sólo a "autocuidarse", lo cual implica el desarrollo de una relación médico/paciente más simétrica y
complementaria. Para ello deberían modificarse varias prácticas y representaciones profesionales e institucionales, y en
particular que el sector salud y el personal de salud asumieran que la autoatención no es un proceso aislado u opuesto al
quehacer médico, sino que es parte integral del proceso s/e/a que incluye a ambos. En consecuencia debería abandonar
una actitud escotomizante de la realidad, a partir de impulsar un saber relacional de la misma.

Proponemos la inclusión protagónica de los grupos y sujetos sociales a través de la autoatención, pero articulada con los
servicios de salud biomédicos y con las otras formas de atención, lo cual implica incluir la responsabilidad económica y

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social del Estado tanto respecto de los servicios de salud como hacia los grupos y sujetos, pero con el objetivo de
impulsar la articulación intencional de un proceso que hasta ahora está básicamente depositado en los sujetos y grupos
sociales, así como para incrementar la eficacia del mismo y de ser posible reforzar la capacidad y autonomía de dichos
grupos sin abdicar de la responsabilidad del Estado.

Determinados conceptos, procesos y sujetos sociales pueden ser apropiados y/o utilizados por tendencias
técnico/ideológicas que sostienen concepciones muy diversas, que impulsan propuestas diferentes y hasta opuestas
entre sí. Frente a ello, debemos producir un análisis teórico y práctico que aclare la especificidad, orientación y dinámica
de las diferentes propuestas. El papel de la biomedicina, de la autoatención o de la herbolaria no se define a priori en
función de las características de cada saber tomado en forma aislada, sino a través de las consecuencias de sus saberes
en las condiciones de salud y de vida de los conjuntos sociales estratificados.

“Derechos humanos y derecho a la salud en América Latina: la doble faz de una idea
potente”- Stolkiner (Práctico)

Los derechos humanos en su proceso de globalización o mundialización, vuelven a ocupar un lugar preponderante en los
documentos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en el enfoque de los gobiernos. Esta revitalización de los
derechos humanos es contemporánea a la deslegitimación discursiva del neoliberalismo. También acompaña la
existencia de gobiernos con propuestas críticas al modelo hegemónico de los años 90. En este proceso coexisten, por un
lado, las tendencias a la configuración de sociedades más justas, y por otro la búsqueda de un nuevo discurso de
legitimación del poder ante la pérdida de consenso del discurso neoliberal. La doble faceta de la incorporación política
de los derechos humanos obliga a analizar con detenimiento en qué discursos y propuestas se inscriben.

Se trata de un proceso necesario porque el constructo “derechos humanos” entraña, en sí, en su origen y en su
potencialidad, una paradoja que permite situarlo tanto del lado de las políticas transformadoras como de las de
dominación.

Comenzaré por explicitar algunas preguntas y objetivos que guían esta presentación. Las preguntas son: ¿En qué
esquemas de producción de sentido y en qué proyectos posibles se inscribe hoy el enfoque de derechos humanos? ¿Qué
lugar ocupan o pueden ocupar los derechos humanos como idea fuerza en los movimientos sociales y populares? ¿Cómo
se relacionan con el debate sobre el derecho a la salud?

Para aproximarme a algunas respuestas me propongo analizar críticamente la categoría “derechos humanos” y
enmarcar en ello “derecho a la salud”. También es un objetivo de esta presentación historizar brevemente y
problematizar la evolución de las prácticas de derechos humanos en América Latina y analizar los obstáculos y
potencialidades de garantía del derecho a la salud en el escenario latinoamericano de la primera década del siglo XXI.

El ejercicio pleno de los derechos humanos es una idea-fuerza que puede sostener prácticas antagónicas con el proceso
de objetivación universal inherente a la fase actual del capitalismo. Pero también el discurso de los derechos humanos
reaparece en algunas propuestas como construcción de una nueva configuración de sentido para legitimar el poder. Con
este carácter paradójico debe ser abordado el objeto.

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Luces y sombras de un objeto paradójico: los derechos humanos: los derechos humanos son un producto de una
determinada configuración histórica en el que se reflejan las condiciones de poder en que se gestaron: el campo de
representaciones de la modernidad occidental. Se desarrollaron en distintos momentos históricos e incluyen
concepciones potencialmente antagónicas. Es cuestionable que la existencia de generaciones de derechos sea una
evolución sin cortes y rupturas, dado que suponen un cambio de concepciones implícitas.

En el inicio, los derechos civiles individuales de cumplimiento negativo contenían las ideas de aquéllos que
constituyeron el mundo moderno y, por ello, la potencialidad de la exclusión de algunas “formas humanas”. Es así que
quedaron muchas veces exceptuados los “distintos” que no respondían al modelo de occidental, varón, adulto y
burgués. También la idea de derechos individuales obstaculizó el desarrollo de conceptos de derechos colectivos o de
comunidad.

La noción tiene un claro origen ligado a la instalación del capitalismo y un doble eje en la cuestión de la libertad y de la
dignidad humana. Alrededor del concepto de libertad como autonomía del sujeto con respecto la comunidad y,
básicamente, al estado, se fundamenta el pensamiento del liberalismo, centrado en el individuo y en un concepto
esencialista de libertad. Desde otro enfoque se trata de la forma jurídica de una voluntad de lo colectivo. Al respecto,
dice Michel Foucault: tenemos dos concepciones absolutamente heterogéneas de la libertad, una concebida a partir de
los derechos del hombre, y otra percibida sobre la base de la independencia de los gobernados que tienen un origen
histórico diferente y conllevan una heterogeneidad.

Con respecto al concepto de dignidad humana se abre también una doble vía: la esencialista, que se fundamenta en un
concepto universal de lo humano y la que plantea la diversidad de concepciones de la dignidad humana y, a la vez,
reivindica los derechos humanos como una praxis y una idea fuerza que puede extenderse de manera emancipatoria y
cosmopolita. Existe, también, un debate en la bioética actual que considera prescindible el concepto de dignidad
humana y lo subsume a la autonomía de los individuos.

Boaventura de Souza Campos cuestiona la idea de universalidad y plantea que los derechos humanos pueden ser
concebidos como un localismo globalizado o, por lo contrario, como una forma de cosmopolitanismo. Afirma, deben ser
reconceptualizados como multiculturales y, a la vez, superar el enfoque relativista.

El antagonismo central de nuestra época: la tensión entre la tendencia a la “objetivación” y la tendencia a la


“subjetivación”. Se trata de ese curioso efecto estructural por el cual las relaciones sociales aparecen como “relaciones
propias de cosas entre personas y relaciones sociales entre las cosas. Se trata de que lo que se intercambia es siempre e
inevitablemente tiempo de vida.

El fenómeno de la objetivación se extiende más allá de la intercambiabilidad concreta de cada caso para transformarse
en prácticas desubjetivantes que anulan el sujeto de derecho, por eso, lo antagónico de la objetivación es la vigencia
efectiva de los derechos. El paradigma de la objetivación, la metáfora de toda objetivación, es la anulación del sujeto en
los dispositivos del Terror de Estado, que se materializa en el campo de concentración.

Kant también define la dignidad como la no intercambiabilidad mercantil. Las cosas –dice Kant– tienen precio, pero el
hombre, en cambio, tiene dignidad. Lo que tiene precio es intercambiable, puede ser mercancía, servir de medio para
otros fines. La dignidad del hombre implica, por el contrario, que todo ser humano sea fin en sí mismo, insustituible,

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nunca intercambiable ni tomado como objeto o cosa, como instrumento o mercancía. La dignidad, su límite es el de la
objetivación y que se viola la dignidad cuando aquello que se liga a la vida adquiere “condición mercantil”.

En la bioética actual hay una corriente que plantea la inutilidad del concepto de dignidad y reivindica exclusivamente el
de autonomía, entendida como libertad del individuo en la toma de decisiones.

En el corazón de las prácticas en salud se corporiza el antagonismo entre objetivación y subjetivación.

El debate sobre el derecho a la salud: incluye autores radicalmente liberales que niegan su existencia, otros que lo
reducen a un mínimo “posible”. Como contraparte, están las posiciones que pugnan por sistemas universales de acceso
gratuito. Actualmente, plantean la necesidad de evitar los excesos e “imperfecciones” del mercado de la salud e instalar
criterios de “justicia”. En muchos casos se fija un tope de derechos mínimos indeclinables. Boaventura de Souza Campos
denomina “derechos humanos de baja intensidad” a las propuestas que tratan de limitar la ampliación de derechos
humanos o de su concepción.

El reconocimiento del derecho a la salud basado en una concepción compleja del proceso de saludenfermedad-cuidado,
requiere de una política de integralidad de derechos, también incluye el derecho a la no medicalización de la vida.

Foucault sitúa el nacimiento del “derecho a la salud” en la implementación del Plan Beveridge, afirma que con éste la
salud entró en el campo de la macroeconomía y que el derecho a mantenerla y restaurarla se convirtió en cuestión de
estado, generando una nueva “moral del cuerpo”. Permite reconocer que la categoría “derecho a la salud” nace con los
modelos de estados sociales y tiene una doble faz al incluir una política de los cuerpos.

Algunas de las propuestas actuales de reforma en salud proponen la universalización de las prestaciones médicas
básicas, sin cuestionar radicalmente el modelo y el paradigma implícito. Resultan así funcionales a la “medicalización
indefinida” y coherentes con la aspiración de la industria químico farmacéutica.

El escenario de derechos y salud en América Latina: es importante señalar que el Terror de Estado no es cualquier
forma de violencia política, es la anulación del derecho en el espacio mismo que debiera garantizarlo, y es una forma
extrema de disciplinamiento social, cuyo paradigma es el campo de concentración y la desaparición forzada de personas,
dispositivos destinados a operar sobre toda la sociedad.

La medicina social latinoamericana, como praxis, establece una articulación profunda con las praxis de derechos
humanos emancipatorias. Cada práctica en salud debe propender a la subjetivación. Esto va desde las acciones
singulares cotidianas de relación de los profesionales y el equipo de salud con las personas, hasta la formulación e
implementación de políticas.

“Ley Nacional de Salud Mental” (Práctico)


Capítulo 1- Derechos y garantías: la ley tiene por objeto asegurar el derecho a la proteccion de salud mental de todas las
personas y el pleno goce de los derechos humanos de aquellas con padecimiento mental que se encuentran en el
terreno nacional.

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Capítulo 2- Definición: la presente ley se reconoce a la salud mental como un proeso determinado por componentes
históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una
dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona.

Se debe partir de la presunción de capacidad de todas las personas. En ningún caso puede hacerse diagnóstico en el
campo de la salud mental sobre la base exclusiva de: a) Status político, socioeconómico, pertenencia a un grupo cultural,
racial o religioso. b) Demandas familiares, laborales, falta de conformidad o adecuación con valores morales, sociales,
culturales, políticos o creencias religiosas prevalecientes en la comunidad donde vive la persona. c) Elección o identidad
sexual. d) La mera existencia de antecedentes de tratamiento u hospitalización.

Las adicciones deben ser abordadas como parte integrante de las políticas de salud mental. Las personas con uso
problemático de drogas, tienen todos los derechos y garantías que se establecen en la presente ley en su relación con los
servicios de salud.

La existencia de diagnóstico en el campo de la salud mental no autoriza en ningún caso a presumir riesgo de daño o
incapacidad, lo que sólo puede deducirse a partir de una evaluación interdisciplinaria de cada situación particular en un
momento determinado.

Capítulo 3-Ámbitos de aplicación: los servicios y efectores de salud públicos y privados, cualquiera sea la forma jurídica
que tengan, deben adecuarse a los principios establecidos en la presente ley.

Capítulo 4-Derechos de las personas con padecimiento mental: el Estado reconoce a las personas con padecimiento
mental los siguientes derechos:

a) Derecho a recibir atención sanitaria y social integral y humanizada, a partir del acceso gratuito, iguitario y equitativo a
las prestaciones e insumos necesarios, con el objeto de asegurar la recuperación y preservación de su salud. b) Derecho
a conocer y preservar su identidad, sus grupos de pertenencia, su genealogía y su historia. c) Derecho a recibir una
atención basada en fundamentos científicos ajustados a principios éticos. d) Derecho a recibir tratamiento y a ser
tratado con la alternativa terapéutica más conveniente, que menos restrinja sus derechos y libertades, promoviendo la
integración familiar, laboral y comunitaria. e) Derecho a ser acompañado antes, durante y luego del tratamiento por sus
familiares, otros afectos o a quien la persona con padecimiento mental designe. f) Derecho a recibir o rechazar asistencia
o auxilio espiritual o religioso. g) Derecho del asistido, su abogado, un familiar o allegado que éste designe, a acceder a
sus antecedentes familiares, fichas e historias clínicas. h) Derecho a que en el caso de internación involuntaria o
voluntaria prolongada, las condiciones de la misma sean supervisadas periódicamente por el órgano de revisión. i)
Derecho a no ser identificado ni discriminado por un padecimiento mental actual o pasado. j) Derecho a ser informado
de manera adecuada y comprensible de los derechos que lo asisten, y de todo lo inherente a su salud y tratamiento. k)
Derecho a poder tomar decisiones relacionadas con su atención y su tratamiento dentro de sus posibilidades. l) Derecho
a recibir un tratamiento personalizado en un ambiente apto con resguardo de su intimidad, siendo reconocido siempre
como sujeto de derecho, con el pleno respeto de su vida privada y libertad de comunicación. m) Derecho a no ser objeto
de investigaciones clínicas ni tratamientos experimentales sin un consentimiento fehaciente. n) Derecho a que el
padecimiento mental no sea considerado un estado inmodificable. o) Derecho a no ser sometido a trabajos forzados. p)
Derecho a recibir una justa compensación por su tarea en caso de participar de actividades encuadradas como
laborterapia o trabajos comunitarios, que impliquen producción de objetos, obras o servicios que luego sean
comercializados.
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“Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad”- (Práctico)

PREÁMBULO

Reafirmando la universalidad, indivisibilidad, interdependencia e interrelación de todos los derechos humanos y


libertades fundamentales, así como la necesidad de garantizar que las personas con discapacidad los ejerzan
plenamente y sin discriminación. Reconociendo que la discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la
interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación
plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás. En la promoción, la formulación y la
evaluación de normas, planes, programas y medidas a nivel nacional, regional e internacional destinados a dar una
mayor igualdad de oportunidades a las personas con discapacidad. Reconociendo también que la discriminación contra
cualquier persona por razón de su discapacidad constituye una vulneración de la dignidad y el valor inherentes del ser
humano. Reconociendo además la diversidad de las personas con discapacidad. Reconociendo la necesidad de promover
y proteger los derechos humanos de todas las personas con discapacidad. Las personas con discapacidad siguen
encontrando barreras para participar en igualdad de condiciones con las demás en la vida social y que se siguen
vulnerando sus derechos humanos en todas las partes del mundo. Reconociendo la importancia de la cooperación
internacional para mejorar las condiciones de vida de las personas con discapacidad en todos los países. Reconociendo
el valor de las contribuciones que realizan y pueden realizar las personas con discapacidad al bienestar general y a la
diversidad de sus comunidades, y que la promoción del pleno goce de los derechos humanos y las libertades
fundamentales por las personas con discapacidad y de su plena participación tendrán como resultado un mayor sentido
de pertenencia de estas personas y avances significativos en el desarrollo económico, social y humano de la sociedad y
en la erradicación de la pobreza. Reconociendo la importancia que para las personas con discapacidad reviste su
autonomía e independencia individual, incluida la libertad de tomar sus propias decisiones. Deben tener la oportunidad
de participar activamente en los procesos de adopción de -3- decisiones sobre políticas y programas. Preocupados por la
difícil situación en que se encuentran las personas con discapacidad que son víctimas de múltiples o agravadas formas
de discriminación por motivos de raza, color, sexo etc. Reconociendo que las mujeres y las niñas con discapacidad suelen
estar expuestas a un riesgo mayor, dentro y fuera del hogar, de violencia, lesiones o abuso etc. conociendo también que
los niños y las niñas con discapacidad deben gozar plenamente de todos los derechos humanos y las libertades
fundamentales en igualdad de condiciones con los demás niños y niñas. La necesidad de incorporar una perspectiva de
género en todas las actividades destinadas a promover el pleno goce de los derechos humanos y las libertades
fundamentales por las personas con discapacidad. La mayoría de las personas con discapacidad viven en condiciones de
pobreza y reconociendo, a este respecto, la necesidad fundamental de mitigar los efectos negativos de la pobreza en las
personas con discapacidad. Para lograr la plena protección de las personas con discapacidad, en particular durante los
conflictos armados y la ocupación extranjera, es indispensable que se den condiciones de paz y seguridad basadas en el
pleno respeto de los propósitos. Reconociendo la importancia de la accesibilidad al entorno físico, social, económico y
cultural, a la salud y la educación y a la información y las comunicaciones. Las personas tienen la responsabilidad de
procurar, por todos los medios, que se promuevan y respeten los derechos. La familia es la unidad colectiva natural y
fundamental de la sociedad y tiene derecho a recibir protección de ésta y del Estado, y de que las personas con
discapacidad y sus familiares deben recibir la protección y la asistencia necesarias para que las familias puedan
contribuir a que las personas con discapacidad gocen de sus derechos plenamente y en igualdad de condiciones. Para
promover y proteger los derechos y la dignidad de las personas con discapacidad contribuirá significativamente a paliar

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la profunda desventaja social de las personas con discapacidad y promoverá su participación, con igualdad de
oportunidades, en los ámbitos civil, político, económico, social y cultural, tanto en los países en desarrollo como en los
desarrollados.

ARTÍCULO 1: el propósito de la presente Convención es promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de
igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad, y
promover el respeto de su dignidad inherente. Las personas con discapacidad incluyen a aquellas que tengan
deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan
impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás.

ARTÍCULO 2: por “discriminación por motivos de discapacidad” se entenderá cualquier distinción, exclusión o restricción
por motivos de discapacidad que tenga el propósito o el efecto de obstaculizar o dejar sin efecto el reconocimiento, goce
o ejercicio, en igualdad de condiciones, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales en los ámbitos
político, económico, social, cultural, civil o de otro tipo. Incluye todas las formas de discriminación, entre ellas, la
denegación de ajustes razonables.

ARTÍCULO 3: los principios de la presente Convención serán:

a) El respeto de la dignidad inherente, la autonomía individual, incluida la libertad de tomar las


propias decisiones, y la independencia de las personas; b) La no discriminación; c) La participación
e inclusión plenas y efectivas en la sociedad; d) El respeto por la diferencia y la aceptación de las
personas con discapacidad como parte de la diversidad y la condición humanas; e) La igualdad de
oportunidades; f) La accesibilidad; g) La igualdad entre el hombre y la mujer; h) El respeto a la
evolución de las facultades de los niños y las niñas con discapacidad y de su derecho a preservar su
identidad.

ARTÍCULO 4: 1. Los Estados Partes se comprometen a asegurar y promover el pleno ejercicio de todos los derechos
humanos y las libertades fundamentales de las personas con discapacidad sin discriminación alguna por motivos de
discapacidad. Se comprometen a:

a) Adoptar todas las medidas legislativas, administrativas y de otra índole que sean pertinentes para hacer efectivos los
derechos; b) Tomar todas las medidas pertinentes, incluidas medidas legislativas, para modificar o derogar leyes,
reglamentos, costumbres y prácticas existentes que constituyan discriminación contra las personas con discapacidad; c)
Tener en cuenta, en todas las políticas y todos los programas, la protección y promoción de los derechos humanos de las
personas con discapacidad; d) Abstenerse de actos o prácticas que sean incompatibles; e) Tomar todas las medidas
pertinentes para que ninguna persona, organización o empresa privada discrimine por motivos de discapacidad; f)
Emprender o promover la investigación y el desarrollo de bienes, servicios, equipo e instalaciones de diseño universal,
que requieran la menor adaptación posible y el menor costo para satisfacer las necesidades específicas de las personas
con discapacidad, promover su disponibilidad y uso; g) Emprender o promover la investigación y el desarrollo, y
promover la disponibilidad y el uso de nuevas tecnologías, incluidas las tecnologías de la información y las
comunicaciones, ayudas para la movilidad; h) Proporcionar información que sea accesible para las personas con

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discapacidad sobre ayudas a la movilidad, dispositivos técnicos y tecnologías de apoyo; i) Promover la formación de los
profesionales y el personal que trabajan con personas con discapacidad respecto de los derechos.

2. Con respecto a los derechos económicos, sociales y culturales, los Estados Partes se comprometen a adoptar medidas
hasta el máximo de sus recursos disponibles y, cuando sea necesario, en el marco de la cooperación internacional, para
lograr, de manera progresiva, el pleno ejercicio de estos derechos.

3. Los Estados Partes celebrarán consultas estrechas y colaborarán activamente con las personas con discapacidad.

4. No se restringirán ni derogarán ninguno de los derechos humanos y las libertades fundamentales.

ARTÍCULO 5:

1. Los Estados Partes reconocen que todas las personas son iguales ante la ley y en virtud de ella y que tienen derecho a
igual protección legal y a beneficiarse de la ley en igual medida sin discriminación alguna.

2. Los Estados Partes prohibirán toda discriminación por motivos de discapacidad y garantizarán a todas las personas con
discapacidad protección legal igual y efectiva contra la discriminación por cualquier motivo.

3. No se considerarán discriminatorias las medidas específicas que sean necesarias para acelerar o lograr la igualdad de
hecho de las personas con discapacidad.

ARTÍCULO 6:

1. Los Estados Partes reconocen que las mujeres y niñas con discapacidad están sujetas a múltiples formas de
discriminación y, a ese respecto, adoptarán medidas para asegurar que puedan disfrutar plenamente y en igualdad de
condiciones de todos los derechos humanos y libertades fundamentales.

2. Los Estados Partes tomarán todas las medidas pertinentes para asegurar el pleno desarrollo, adelanto y potenciación
de la mujer, con el propósito de garantizarle el ejercicio y goce de los derechos humanos y las libertades fundamentales
establecidos.

ARTÍCULO 7:

1. Los Estados Partes tomarán todas las medidas necesarias para asegurar que todos los niños y las niñas con
discapacidad gocen plenamente de todos los derechos humanos y libertades fundamentales en igualdad de condiciones
con los demás niños y niñas.

2. Los Estados Partes garantizarán que los niños y las niñas con discapacidad tengan derecho a expresar su opinión
libremente sobre todas las cuestiones que les afecten, opinión que recibirá la debida consideración teniendo en cuenta
su edad y madurez, en igualdad de condiciones con los demás niños y niñas.

ARTÍCULO 8:
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1. Los Estados Partes se comprometen a adoptar medidas inmediatas, efectivas y pertinentes para:

a) Sensibilizar a la sociedad, incluso a nivel familiar, para que tome mayor conciencia respecto de las personas con
discapacidad y fomentar el respeto de los derechos y la dignidad de estas personas; b) Luchar contra los estereotipos, los
prejuicios y las prácticas nocivas respecto de las personas con discapacidad, incluidos los que se basan en el género o la
edad, en todos los ámbitos de la vida; c) Promover la toma de conciencia respecto de las capacidades y aportaciones de
las personas con discapacidad.

2. Las medidas a este fin incluyen: a) Poner en marcha y mantener campañas efectivas de sensibilización pública
destinadas a:

i) Fomentar actitudes receptivas respecto de los derechos de las personas con discapacidad; ii) Promover percepciones
positivas y una mayor conciencia social respecto de las personas con discapacidad; iii) Promover el reconocimiento de las
capacidades, los méritos y las habilidades de las personas con discapacidad y de sus aportaciones en relación con el
lugar de trabajo y el mercado laboral; b) Fomentar en todos los niveles del sistema educativo, incluso entre todos los
niños y las niñas desde una edad temprana, una actitud de respeto de los derechos de las personas con discapacidad; c)
Alentar a todos los órganos de los medios de comunicación a que difundan una imagen de las personas con discapacidad
que sea compatible con el propósito de la presente Convención; d) Promover programas de formación sobre
sensibilización que tengan en cuenta a las personas con discapacidad y los derechos de estas personas.

ARTÍCULO 9:

1. A fin de que las personas con discapacidad puedan vivir en forma independiente y participar plenamente en todos los
aspectos de la vida, los Estados Partes adoptarán medidas pertinentes para asegurar el acceso de las personas con
discapacidad, al entorno físico, el transporte, la información y las comunicaciones, incluidos los sistemas y las
tecnologías de la información y las comunicaciones, y a otros servicios e instalaciones. Estas medidas, que incluirán la
identificación y eliminación de obstáculos y barreras de acceso, se aplicarán, entre otras cosas, a:

a) Los edificios, las vías públicas, el transporte y otras instalaciones exteriores e interiores como escuelas, viviendas,
instalaciones médicas y lugares de trabajo; b) Los servicios de información, comunicaciones y de otro tipo, incluidos los
servicios electrónicos y de emergencia.

2. Los Estados Partes también adoptarán las medidas pertinentes para: a) Desarrollar, promulgar y supervisar la
aplicación de normas mínimas y directrices sobre la accesibilidad de las instalaciones y los servicios abiertos al público o
de uso público; b) Asegurar que las entidades privadas que proporcionan instalaciones y servicios abiertos al público o
de uso público tengan en cuenta todos los aspectos de su accesibilidad para las personas con discapacidad; c) Ofrecer
formación a todas las personas involucradas en los problemas de accesibilidad a que se enfrentan las personas con
discapacidad; d) Dotar a los edificios y otras instalaciones abiertas al público de señalización en Braille y en formatos de
fácil lectura y comprensión; -11- e) Ofrecer formas de asistencia humana o animal e intermediarios, incluidos guías,
lectores e intérpretes profesionales de la lengua de señas, para facilitar el acceso a edificios y otras instalaciones abiertas
al público; f) Promover otras formas adecuadas de asistencia y apoyo a las personas con discapacidad para asegurar su
acceso a la información; g) Promover el acceso de las personas con discapacidad a los nuevos sistemas y tecnologías de

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la información y las comunicaciones, incluida Internet; h) Promover el diseño, el desarrollo, la producción y la
distribución de sistemas y tecnologías de la información y las comunicaciones accesibles en una etapa temprana, a fin de
que estos sistemas y tecnologías sean accesibles al menor costo.

ARTÍCULO 10- Derecho a la vida: Los Estados Partes reafirman el derecho inherente a la vida de todos los seres humanos
y adoptarán todas las medidas necesarias para garantizar el goce efectivo de ese derecho por las personas con
discapacidad en igualdad de condiciones con las demás.

ARTÍCULO 11: Situaciones de riesgo y emergencias humanitarias. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas
necesarias para garantizar la seguridad y la protección de las personas con discapacidad en situaciones de riesgo,
incluidas situaciones de conflicto armado, emergencias humanitarias y desastres naturales.

ARTÍCULO 12

1. Los Estados Partes reafirman que las personas con discapacidad tienen derecho en todas partes al reconocimiento de
su personalidad jurídica.

2. Los Estados Partes reconocerán que las personas con discapacidad tienen capacidad jurídica en igualdad de
condiciones con las demás en todos los aspectos de la vida.

3. Los Estados Partes adoptarán las medidas pertinentes para proporcionar acceso a las personas con discapacidad al
apoyo que puedan necesitar en el ejercicio de su capacidad jurídica.

4. Los Estados Partes asegurarán que en todas las medidas relativas al ejercicio de la capacidad jurídica se proporcionen
salvaguardias adecuadas y efectivas para impedir los abusos de conformidad con el derecho internacional en materia de
derechos humanos. Esas salvaguardias asegurarán que las medidas relativas al ejercicio de la capacidad jurídica respeten
los derechos, la voluntad y las preferencias de la persona, que no haya conflicto de intereses ni influencia indebida.

5. los Estados Partes tomarán todas las medidas que sean pertinentes y efectivas para garantizar el derecho de las
personas con discapacidad, en igualdad de condiciones con las demás, a ser propietarias y heredar bienes, controlar sus
propios asuntos económicos y tener acceso en igualdad de condiciones a préstamos bancarios, hipotecas y otras
modalidades de crédito financiero, y velarán por que las personas con discapacidad no sean privadas de sus bienes de
manera arbitraria.

ARTÍCULO 13

1. Los Estados Partes asegurarán que las personas con discapacidad tengan acceso a la justicia en igualdad de
condiciones con las demás, incluida la declaración como testigos, en todos los procedimientos judiciales, con inclusión
de la etapa de investigación y otras etapas preliminares.

2. Los Estados Partes promoverán la capacitación adecuada de los que trabajan en la administración de justicia, incluido
el personal policial y penitenciario.

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ARTÍCULO 14

1. Los Estados Partes asegurarán que las personas con discapacidad, en igualdad de condiciones con las demás: a)
Disfruten del derecho a la libertad y seguridad de la persona; b) No se vean privadas de su libertad ilegal o
arbitrariamente y que cualquier privación de libertad sea de conformidad con la ley, y que la existencia de una
discapacidad no justifique en ningún caso una privación de la libertad.

ARTÍCULO 15

1. Ninguna persona será sometida a tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. En particular,
nadie será sometido a experimentos médicos o científicos sin su libre consentimiento.

2. Los Estados Partes tomarán todas las medidas de carácter legislativo, administrativo, judicial o de otra índole que
sean efectivas para evitar que las personas con discapacidad, en igualdad de condiciones con las demás, sean sometidas
a torturas u otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.

ARTÍCULO 16

1. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas contra todas las formas de explotación, violencia y abuso, incluidos
los aspectos relacionados con el género.

2. Los Estados Partes también adoptarán todas las medidas pertinentes para impedir cualquier forma de explotación,
violencia y abuso asegurando, entre otras cosas, que existan formas adecuadas de asistencia y apoyo que tengan en
cuenta el género y la edad para las personas con discapacidad y sus familiares y cuidadores, incluso proporcionando
información y educación sobre la manera de prevenir, reconocer y denunciar los casos de explotación, violencia y abuso.

3. A fin de impedir que se produzcan casos de explotación, violencia y abuso, los Estados Partes asegurarán que todos los
servicios y programas diseñados para servir a las personas con discapacidad sean supervisados efectivamente por
autoridades independientes.

4. Los Estados Partes tomarán todas las medidas pertinentes para promover la recuperación física, cognitiva y
psicológica, la rehabilitación y la reintegración social de las personas con discapacidad que sean víctimas de cualquier
forma de explotación, violencia o abuso, incluso mediante la prestación de servicios de protección.

5. Los Estados Partes adoptarán legislación y políticas efectivas, incluidas legislación y políticas centradas en la mujer y
en la infancia, para asegurar que los casos de explotación, violencia y abuso contra personas con discapacidad sean
detectados, investigados y, en su caso, juzgados.

ARTÍCULO 17: toda persona con discapacidad tiene derecho a que se respete su integridad física y mental en igualdad de
condiciones con las demás.

ARTÍCULO 18

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Los Estados Partes reconocerán el derecho de las personas con discapacidad a la libertad de desplazamiento, a la
libertad para elegir su residencia y a una nacionalidad, en igualdad de condiciones con las demás, incluso asegurando
que las personas con discapacidad:

a) Tengan derecho a adquirir y cambiar una nacionalidad y a no ser privadas de la suya de manera arbitraria o por
motivos de discapacidad; b) No sean privadas, por motivos de discapacidad, de su capacidad para obtener, poseer y
utilizar documentación relativa a su nacionalidad u otra documentación de identificación, o para utilizar procedimientos
pertinentes, como el procedimiento de inmigración, que puedan ser necesarios para facilitar el ejercicio del derecho a la
libertad de desplazamiento; c) Tengan libertad para salir de cualquier país, incluido el propio; d) No se vean privadas,
arbitrariamente o por motivos de discapacidad, del derecho a entrar en su propio país.

2. Los niños y las niñas con discapacidad serán inscritos inmediatamente después de su nacimiento y tendrán desde el
nacimiento derecho a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y ser
atendidos por ellos.

ARTÍCULO 19

Los Estados Partes en la presente Convención reconocen el derecho en igualdad de condiciones de todas las personas
con discapacidad a vivir en la comunidad, con opciones iguales a las de las demás, y adoptarán medidas efectivas y
pertinentes para facilitar el pleno goce de este derecho por las personas con discapacidad y su plena inclusión y
participación en la comunidad, asegurando en especial que:

a) Las personas con discapacidad tengan la oportunidad de elegir su lugar de residencia y dónde y con quién
vivir, en igualdad de condiciones con las demás, y no se vean obligadas a vivir con arreglo a un sistema de vida
específico; b) Las personas con discapacidad tengan acceso a una variedad de servicios de asistencia domiciliaria,
residencial y otros servicios de apoyo de la comunidad, incluida la asistencia personal que sea necesaria para facilitar su
existencia y su inclusión en la comunidad y para evitar su aislamiento o separación de ésta; c) Las instalaciones y los
servicios comunitarios para la población en general estén a disposición, en igualdad de condiciones, de las personas con
discapacidad y tengan en cuenta sus necesidades.

ARTÍCULO 20

Los Estados Partes adoptarán medidas efectivas para asegurar que las personas con discapacidad gocen de movilidad
personal con la mayor independencia posible, entre ellas: a) Facilitar la movilidad personal de las personas con
discapacidad en la forma y en el momento que deseen a un costo asequible; b) Facilitar el acceso de las personas con
discapacidad a formas de asistencia humana o animal e intermediarios, tecnologías de apoyo, dispositivos técnicos y
ayudas para la movilidad de calidad, incluso poniéndolos a su disposición a un costo asequible; c) Ofrecer a las personas
con discapacidad y al personal especializado que trabaje con estas personas capacitación en habilidades relacionadas
con la movilidad.

ARTÍCULO 21

42
Los Estados Partes adoptarán todas las medidas pertinentes para que las personas con discapacidad puedan ejercer el
derecho a la libertad de expresión y opinión, incluida la libertad de recabar, recibir y facilitar información e ideas, entre
ellas: a) Facilitar a las personas con discapacidad información dirigida al público en general, de manera oportuna y sin
costo adicional, en formatos accesibles y con las tecnologías adecuadas a los diferentes tipos de discapacidad; b) Aceptar
y facilitar la utilización de la lengua de señas, el Braille, los modos, medios, y formatos aumentativos y alternativos de
comunicación y todos los demás modos, medios y formatos de comunicación accesibles que elijan las personas con
discapacidad en sus relaciones oficiales; c) Alentar a las entidades privadas que presten servicios al público en general,
incluso mediante Internet, a que proporcionen información y servicios en formatos que las personas con discapacidad
puedan utilizar y a los que tengan acceso; d) Alentar a los medios de comunicación, incluidos los que suministran
información a través de Internet, a que hagan que sus servicios sean accesibles para las personas con discapacidad; e)
Reconocer y promover la utilización de lenguas de señas.

ARTÍCULO 22

1. Ninguna persona con discapacidad, independientemente de cuál sea su lugar de residencia o su modalidad de
convivencia, será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada, familia, hogar, correspondencia o
cualquier otro tipo de comunicación, o de agresiones ilícitas contra su honor y su reputación. Las personas con
discapacidad tendrán derecho a ser protegidas por la ley frente a dichas injerencias o agresiones.

2. Los Estados Partes protegerán la privacidad de la información personal y relativa a la salud y a la rehabilitación de las
personas con discapacidad en igualdad de condiciones con las demás.

ARTÍCULO 23

1. Los Estados Partes tomarán medidas efectivas y pertinentes para poner fin a la discriminación contra las personas con
discapacidad en todas las cuestiones relacionadas con el matrimonio, la familia, la paternidad y las relaciones
personales, a fin de asegurar que:

a) Se reconozca el derecho de todas las personas con discapacidad en edad de contraer matrimonio, a casarse y fundar
una familia sobre la base del consentimiento libre y pleno de los futuros cónyuges; b) Se respete el derecho de las
personas con discapacidad a decidir libremente y de manera responsable el número de hijos que quieren tener y el
tiempo que debe transcurrir entre un nacimiento y otro, y a tener acceso a información, educación sobre reproducción y
planificación familiar apropiados para su edad, y se ofrezcan los medios necesarios que les permitan ejercer esos
derechos; c) Las personas con discapacidad, incluidos los niños y las niñas, mantengan su fertilidad, en igualdad de
condiciones con las demás.

2. Los Estados Partes garantizarán los derechos y obligaciones de las personas con discapacidad en lo que respecta a la
custodia, la tutela, la guarda, la adopción de niños o instituciones similares.

3. Los Estados Partes asegurarán que los niños y las niñas con discapacidad tengan los mismos derechos con respecto a
la vida en familia. Para hacer efectivos estos derechos, y a fin de prevenir la ocultación, el abandono, la negligencia y la

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segregación de los niños y las niñas con discapacidad, los Estados Partes velarán por que se proporcione con anticipación
información, servicios y apoyo.

4. Los Estados Partes asegurarán que los niños y las niñas no sean separados de sus padres contra su voluntad. En ningún
caso se separará a un menor de sus padres en razón de una discapacidad del menor, de ambos padres o de uno de ellos.

5. Los Estados Partes harán todo lo posible, cuando la familia inmediata no pueda cuidar de un niño con discapacidad,
por proporcionar atención alternativa dentro de la familia extensa.

ARTÍCULO 24

1. Los Estados Partes reconocen el derecho de las personas con discapacidad a la educación. Los Estados Partes
asegurarán un sistema de educación inclusivo a todos los niveles:

a) Desarrollar plenamente el potencial humano y el sentido de la dignidad y la autoestima y reforzar el respeto por los
derechos humanos, las libertades fundamentales y la diversidad humana; b) Desarrollar al máximo la personalidad, los
talentos y la creatividad de las personas con discapacidad, así como sus aptitudes mentales y físicas; c) Hacer posible que
las personas con discapacidad participen de manera efectiva en una sociedad libre.

2. Al hacer efectivo este derecho, los Estados Partes asegurarán que:

a) Las personas con discapacidad no queden excluidas del sistema general de educación por motivos de discapacidad, y
que los niños y las niñas con discapacidad no queden excluidos de la enseñanza primaria gratuita y obligatoria ni de la
enseñanza secundaria por motivos de discapacidad; b) Las personas con discapacidad puedan acceder a una educación
primaria y secundaria inclusiva, de calidad y gratuita, en igualdad de condiciones con las demás, en la comunidad en que
vivan; c) Se hagan ajustes razonables en función de las necesidades individuales; d) Se preste el apoyo necesario a las
personas con discapacidad, en el marco del sistema general de educación, para facilitar su formación efectiva; e) Se
faciliten medidas de apoyo personalizadas y efectivas en entornos que fomenten al máximo el desarrollo académico y
social, de conformidad con el objetivo de la plena inclusión.

3. Los Estados Partes brindarán a las personas con discapacidad la posibilidad de aprender habilidades para la vida y
desarrollo social. A este fin, los Estados Partes adoptarán las medidas pertinentes, entre ellas:

a) Facilitar el aprendizaje del Braille, la escritura alternativa, otros modos, medios y formatos de comunicación
aumentativos o alternativos y -20- habilidades de orientación y de movilidad, así como la tutoría y el apoyo entre pares;
b) Facilitar el aprendizaje de la lengua de señas y la promoción de la identidad lingüística de las personas sordas; c)
Asegurar que la educación de las personas, y en particular los niños y las niñas ciegos, sordos o sordociegos se imparta
en los lenguajes y los modos y medios de comunicación más apropiados.

4. Los Estados Partes adoptarán las medidas pertinentes para emplear a maestros, incluidos maestros con discapacidad,
que estén cualificados y para formar a profesionales y personal que trabajen en todos los niveles educativos. Esa
formación incluirá la toma de conciencia sobre la discapacidad y el uso de modos, medios y formatos de comunicación

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aumentativos y alternativos apropiados, y de técnicas y materiales educativos para apoyar a las personas con
discapacidad.

5. Los Estados Partes asegurarán que las personas con discapacidad tengan acceso general a la educación superior, la
formación profesional, la educación para adultos y el aprendizaje durante toda la vida sin discriminación y en igualdad
de condiciones con las demás.

ARTÍCULO 25: los Estados Partes reconocen que las personas con discapacidad tienen derecho a gozar del más alto nivel
posible de salud sin discriminación por motivos de discapacidad. Proorcionaran:

a) Proporcionarán a las personas con discapacidad programas y atención de la salud gratuitos o a precios asequibles de
la misma variedad y calidad que a las demás personas, incluso en el ámbito de la salud sexual y reproductiva, y
programas de salud pública dirigidos a la población; b) Proporcionarán los servicios de salud que necesiten las personas
con discapacidad específicamente como consecuencia de su discapacidad, incluidas la pronta detección e intervención,
cuando proceda, y servicios destinados a prevenir y reducir al máximo la aparición de nuevas discapacidades, incluidos
los niños y las niñas y las personas mayores; c) Proporcionarán esos servicios lo más cerca posible de las comunidades de
las personas con discapacidad, incluso en las zonas rurales; d) Exigirán a los profesionales de la salud que presten a las
personas con discapacidad atención de la misma calidad que a las demás personas sobre la base de un consentimiento
libre e informado, entre otras formas mediante la sensibilización respecto de los derechos humanos, la dignidad, la
autonomía y las necesidades de las personas con discapacidad a través de la capacitación y la promulgación de normas
éticas; e) Prohibirán la discriminación contra las personas con discapacidad en la prestación de seguros de salud y de
vida cuando éstos estén permitidos en la legislación nacional, y velarán por que esos seguros se presten de manera justa
y razonable; f) Impedirán que se nieguen, de manera discriminatoria, servicios de salud o de atención de la salud o
alimentos sólidos o líquidos por motivos de discapacidad.

ARTÍCULO 26

1. Los Estados Partes adoptarán medidas para que las personas con discapacidad puedan lograr y mantener la máxima
independencia, capacidad física, mental, social y vocacional, y la inclusión y participación plena en todos los aspectos de
la vida. A tal fin, los Estados Partes organizarán, intensificarán y ampliarán servicios y programas generales de
habilitación y rehabilitación, forma que esos servicios y programas:

a) Comiencen en la etapa más temprana posible y se basen en una evaluación multidisciplinar de las necesidades y
capacidades de la persona; b) Apoyen la participación e inclusión en la comunidad y en todos los aspectos de la
sociedad, sean voluntarios y estén a disposición.

2. Los Estados Partes promoverán el desarrollo de formación inicial y continua para los profesionales y el personal.

3. Los Estados Partes promoverán la disponibilidad, el conocimiento y el uso de tecnologías de apoyo.

ARTÍCULO 27

45
1. Los Estados Partes reconocen el derecho de las personas con discapacidad a trabajar, en igualdad de condiciones con
las demás; ello incluye el derecho a tener la oportunidad de ganarse la vida mediante un trabajo libremente elegido o
aceptado en un mercado y un entorno laborales que sean abiertos, inclusivos y accesibles a las personas con
discapacidad, adoptando medidas pertinentes, entre ellas:

a) Prohibir la discriminación por motivos de discapacidad con respecto a todas las cuestiones relativas a cualquier forma
de empleo, incluidas las condiciones de selección, contratación y empleo, la continuidad en el empleo, la promoción
profesional y unas condiciones de trabajo seguras y saludables; b) Proteger los derechos de las personas con
discapacidad, en igualdad de condiciones con las demás, a condiciones de trabajo justas y favorables, y en particular a
igualdad de oportunidades y de remuneración por trabajo de igual valor, a condiciones de trabajo seguras y saludables,
incluida la protección contra el acoso, y a la reparación por agravios sufridos; c) Asegurar que las personas con
discapacidad puedan ejercer sus derechos laborales y sindicales, en igualdad de condiciones con las demás; d) Permitir
que las personas con discapacidad tengan acceso efectivo a programas generales de orientación técnica y vocacional,
servicios de colocación y formación profesional y continua; e) Alentar las oportunidades de empleo y la promoción
profesional de las personas con discapacidad en el mercado laboral, y apoyarlas para la búsqueda, obtención,
mantenimiento del empleo y retorno al mismo; f) Promover oportunidades empresariales, de empleo por cuenta propia,
de constitución de cooperativas y de inicio de empresas propias; g) Emplear a personas con discapacidad en el sector
público; h) Promover el empleo de personas con discapacidad en el sector privado mediante políticas y medidas
pertinentes; j) Promover la adquisición por las personas con discapacidad de experiencia laboral en el mercado de
trabajo abierto; k) Promover programas de rehabilitación vocacional y profesional, mantenimiento del empleo y
reincorporación al trabajo dirigidos a personas con discapacidad.

2. Los Estados Partes asegurarán que las personas con discapacidad no sean sometidas a esclavitud ni servidumbre y que
estén protegidas, en igualdad de condiciones con las demás, contra el trabajo forzoso u obligatorio.

ARTÍCULO 28

1. Los Estados Partes reconocen el derecho de las personas con discapacidad a un nivel de vida adecuado para ellas y sus
familias, lo cual incluye alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a la mejora continua de sus condiciones de vida.

2. Los Estados Partes reconocen el derecho de las personas con discapacidad a la protección social.

a) Asegurar el acceso en condiciones de igualdad de las personas con discapacidad a servicios de agua potable y su
acceso a servicios, dispositivos y asistencia de otra índole adecuados a precios asequibles para atender las necesidades
relacionadas con su discapacidad; b) Asegurar el acceso de las personas con discapacidad, en particular las mujeres y
niñas y las personas mayores con discapacidad, a programas de protección social y estrategias de reducción de la
pobreza; c) Asegurar el acceso de las personas con discapacidad y de sus familias que vivan en situaciones de pobreza a
asistencia del Estado para sufragar gastos relacionados con su discapacidad, incluidos capacitación, asesoramiento,
asistencia financiera y servicios de cuidados temporales adecuados; d) Asegurar el acceso de las personas con
discapacidad a programas de vivienda pública; e) Asegurar el acceso en igualdad de condiciones de las personas con
discapacidad a programas y beneficios de jubilación.

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ARTÍCULO 29

Los Estados Partes garantizarán a las personas con discapacidad los derechos políticos y la posibilidad de gozar de ellos
en igualdad de condiciones con las demás y se comprometerán a: a) Asegurar que las personas con discapacidad puedan
participar plena y efectivamente en la vida política y pública, incluidos el derecho y la posibilidad de las personas con
discapacidad a votar y ser elegidas, entre otras formas mediante: i) La garantía de que los procedimientos, instalaciones
y materiales electorales sean adecuados, accesibles y fáciles de entender y utilizar; ii) La protección del derecho de las
personas con discapacidad a emitir su voto en secreto en elecciones y referéndum públicos sin intimidación, y a
presentarse efectivamente como candidatas en las elecciones, ejercer cargos y desempeñar cualquier función pública a
todos los niveles de gobierno, facilitando el uso de nuevas tecnologías y tecnologías de apoyo cuando proceda; iii) La
garantía de la libre expresión de la voluntad de las personas con discapacidad como electores y a este fin, cuando sea
necesario y a petición de ellas, permitir que una persona de su elección les preste asistencia para votar; b) Promover
activamente un entorno en el que las personas con discapacidad puedan participar plena y efectivamente en la dirección
de los asuntos públicos, sin discriminación y en igualdad de condiciones con las demás, y fomentar su participación en
los asuntos públicos y, entre otras cosas: i) Su participación en organizaciones y asociaciones no gubernamentales
relacionadas con la vida pública y política del país, incluidas las actividades y la administración de los partidos políticos;
ii) La constitución de organizaciones de personas con discapacidad que representen a estas personas a nivel
internacional, nacional, regional y local, y su incorporación a dichas organizaciones.

ARTÍCULO 30

a) Tengan acceso a material cultural en formatos accesibles; b) Tengan acceso a programas de televisión, películas, teatro
y otras actividades culturales en formatos accesibles; c) Tengan acceso a lugares en donde se ofrezcan representaciones
o servicios culturales tales como teatros, museos, cines, bibliotecas y servicios turísticos y, en la medida de lo posible,
tengan acceso a monumentos y lugares de importancia cultural nacional.

2. Los Estados Partes adoptarán las medidas pertinentes para que las personas con discapacidad puedan desarrollar y
utilizar su potencial creativo, artístico e intelectual, no sólo en su propio beneficio sino también para el enriquecimiento
de la sociedad.

3. Los Estados Partes tomarán todas las medidas pertinentes, de conformidad con el derecho internacional, a fin de
asegurar que las leyes de protección de los derechos de propiedad intelectual no constituyan una barrera excesiva o
discriminatoria para el acceso de las personas con discapacidad a materiales culturales.

4. Las personas con discapacidad tendrán derecho, en igualdad de condiciones con las demás, al reconocimiento y el
apoyo de su identidad cultural y lingüística específica, incluidas la lengua de señas y la cultura de los sordos.

5. A fin de que las personas con discapacidad puedan participar en igualdad de condiciones con las demás en
actividades recreativas, de esparcimiento y deportivas, los Estados Partes adoptarán las medidas pertinentes para: a)
Alentar y promover la participación, en la mayor medida posible, de las personas con discapacidad en las actividades
deportivas generales a todos los niveles; b) Asegurar que las personas con discapacidad tengan la oportunidad de
organizar y desarrollar actividades deportivas y recreativas específicas para dichas personas y de participar en dichas

47
actividades y, a ese fin, alentar a que se les ofrezca, en igualdad de condiciones con las demás, instrucción, formación y
recursos adecuados; c) Asegurar que las personas con discapacidad tengan acceso a instalaciones deportivas, recreativas
y turísticas; d) Asegurar que los niños y las niñas con discapacidad tengan igual acceso con los demás niños y niñas a la
participación en actividades lúdicas, recreativas, de esparcimiento y deportivas, incluidas las que se realicen dentro del
sistema escolar; e) Asegurar que las personas con discapacidad tengan acceso a los servicios de quienes participan en la
organización de actividades recreativas, turísticas, de esparcimiento y deportivas.

ARTÍCULO 31

1. Los Estados Partes recopilarán información adecuada, incluidos datos estadísticos y de investigación, que les permita
formular y aplicar políticas, se deberá: a) Respetar las garantías legales establecidas, incluida la legislación sobre
protección de datos, a fin de asegurar la confidencialidad y el respeto de la privacidad de las personas con discapacidad;
b) Cumplir las normas aceptadas internacionalmente para proteger los derechos humanos y las libertades
fundamentales, así como los principios éticos en la recopilación y el uso de estadísticas.

2. La información recopilada de conformidad con el presente artículo se desglosará, en su caso, y se utilizará como
ayuda, así como para identificar y eliminar las barreras con que se enfrentan las personas con discapacidad en el
ejercicio de sus derechos.

3. Los Estados Partes asumirán la responsabilidad de difundir estas estadísticas y asegurar que sean accesibles para las
personas con discapacidad y otras personas.

ARTÍCULO 32

1. Los Estados Partes reconocen la importancia de la cooperación internacional y su promoción. Entre esas medidas
cabría incluir: a) Velar por que la cooperación internacional, incluidos los programas de desarrollo internacionales, sea
inclusiva y accesible para las personas con discapacidad; b) Facilitar y apoyar el fomento de la capacidad, incluso
mediante el intercambio y la distribución de información, experiencias, programas de formación y prácticas
recomendadas; c) Facilitar la cooperación en la investigación y el acceso a conocimientos científicos y técnicos; d)
Proporcionar, según corresponda, asistencia apropiada, técnica y económica, incluso facilitando el acceso a tecnologías
accesibles y de asistencia y compartiendo esas tecnologías, y mediante su transferencia.

ARTÍCULO 33

1. Los Estados Partes, de conformidad con su sistema organizativo, designarán uno o más organismos gubernamentales.

2. Los Estados Partes, de conformidad con sus sistemas jurídicos y administrativos, mantendrán, reforzarán, designarán
o establecerán, a nivel nacional, un marco, que constará de uno o varios mecanismos independientes, para promover,
proteger y supervisar la aplicación de la presente Convención.

3. La sociedad civil, y en particular las personas con discapacidad y las organizaciones que las representan, estarán
integradas y participarán plenamente en todos los niveles del proceso de seguimiento.

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ARTÍCULO 34: se creará un Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.

ARTÍCULO 35: Los Estados Partes presentarán al Comité, por conducto del Secretario General de las Naciones Unidas, un
informe exhaustivo sobre las medidas que hayan adoptado para cumplir sus obligaciones conforme a la presente
Convención y sobre los progresos realizados. En los informes se podrán indicar factores y dificultades que afecten al
grado de cumplimiento de las obligaciones.

ARTÍCULO 36: el Comité considerará todos los informes, hará las sugerencias y las recomendaciones que estime
oportunas respecto a ellos y se las remitirá al Estado Parte de que se trate.

ARTÍCULO 37: los Estados Partes cooperarán con el Comité y ayudarán a sus miembros a cumplir su mandato.

ARTÍCULO 38: el Comité podrá invitar también a los organismos especializados y a otros órganos competentes que
considere apropiados a que proporcionen asesoramiento especializado sobre la aplicación de la Convención en los
ámbitos que entren dentro de sus respectivos mandatos. El Comité consultará con otros órganos pertinentes instituidos
en virtud de tratados internacionales de derechos humanos

ARTÍCULO 39: el Comité informará cada dos años a la Asamblea General y al Consejo Económico y Social sobre sus
actividades y podrá hacer sugerencias y recomendaciones de carácter general basadas en el examen de los informes y
datos recibidos.

ARTÍCULO 40: los Estados Partes se reunirán periódicamente en una Conferencia de los Estados Partes, a fin de
considerar todo asunto relativo a la aplicación de la presente Convención.

ARTÍCULO 41: El Secretario General de las Naciones Unidas será el depositario de la presente Convención.

ARTÍCULO 43: la Convención estará abierta a la adhesión de cualquier Estado u organización regional de integración que
no la haya firmado.

ARTÍCULO 44: por “organización regional de integración” se entenderá una organización constituida por Estados
soberanos de una región determinada a la que sus Estados miembros hayan transferido competencia respecto de las
cuestiones regidas por la presente Convención. Esas organizaciones declararán, en sus instrumentos de confirmación
oficial o adhesión, su grado de competencia con respecto a las cuestiones regidas por la presente Convención.

“Declaración de Caracas”- (Práctico)

Reunidos en la conferencia Regional para la Reestructuraci6n de la Atenci6n Psiquiátrica dentro de los Sistemas Locales
de Salud.

1. Que la atenci6n psiquiátrica convencional no permite alcanzar los objetivos compatibles con una atenci6n
comunitaria, descentralizada, participativa, integral, continua y preventiva.

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2. Que el hospital psiquiátrico, como única modalidad asistencial, obstaculiza el logro de los objetivos antes
mencionados al: a) aislar al enfermo de su medio, generando de esa manera mayor discapacidad social, b) crear
condiciones desfavorables que ponen en peligro los derechos humanos y civiles del enfermo, C) requerir la mayor parte
de los recursos financieros y humanos, d) impartir una enseñanza insuficientemente vinculada con las necesidades de
salud mental de las poblaciones, de los servicios de salud y otros sectores.

Declaran:

1. Que la reestructuración de la atención psiquiátrica permite la promoción de modelos alternativos centrados en la


comunidad y dentro da sus redes sociales.

2. Que la reestructuración de la atención psiquiátrica implica la revisión critica del papel hegemónico y centralizador del
hospital psiquiátrico en la prestación de servicios.

3. Que los recursos, cuidados y tratamiento provistos deben: a) salvaguardar la dignidad personal y los derechos
humanos y civiles, b) estar basado en criterios racionales y técnicamente adecuados. c) propender a la permanencia del
enfermo en su medio comunitario.

4. Que las legislaciones de los países deben ajustarse de manera que: a) aseguren el respeto de los derechos humanos y
civiles de los enfermos mentales, b) promuevan la organizaci6n de servicios comunitarios de salud mental que
garanticen su cumplimiento.

5. El servicio de salud comunitaria y propicia la internación psiquiátrica en los hospitales generales, de acuerdo con los
principios rectores que fundamentan esta reestructuración.

6. Desarrollar en los países programas que promuevan la reestructuración, y al monitoreo y defensa de los derechos
humanos de los enfermos mentales de acuerdo a las legislaciones nacionales y los compromisos internacionales
respectivos.

“De la epidemiologia psiquiátrica a la epidemiologia en salud mental: el sufrimiento


psicomo como categoría clave”- Augsburger

El presente artículo busca analizar los criterios y las categorías utilizados para el diagnóstico y clasificación de los
problemas de salud mental, considerando que los mismos constituyen un componente imprescindible en el que se funda
la investigación epidemiológica. Se analizan para ello en primer lugar las limitaciones de las taxonomías vigentes a nivel
internacional poniendo el énfasis el cuestionamiento de la noción de enfermedad mental. En segundo lugar se describen
algunas de las transformaciones sociales que atraviesan y configuran los problemas actuales del campo de la salud
mental, proponiendo la categoría de sufrimiento psíquico como indicador con mayor capacidad comprensiva para la
reelaboración del objeto de la epidemiología en salud mental.

Los trastornos mentales se encuentran entre los más graves de todas las clases de enfermedades debido a su alta
prevalencia, a su cronicidad, a la prematurez de su aparición en la vida de las personas, y a la severidad de las
50
incapacidades que producen. Sin embargo, la gravedad del diagnóstico epidemiológico formulado en el plano
internacional no parece acompañado por un desarrollo teórico metodológico oportuno. La epidemiología psiquiátrica
emerge como un campo de conocimiento claramente maltratado y retardatario.

El presente artículo propone identificar y describir el problema como también avanzar en propuestas tendientes a su
superación. Los procesos de clasificación de los problemas mentales son un componente imprescindible en el que debe
fundarse la investigación epidemiológica en salud mental, por lo que las categorías o lógicas con que se agrupan aquellos
deben ser sensibles y adecuadas a los problemas actuales que presenta la salud mental de los individuos y las
poblaciones. En este sentido, las transformaciones y crisis que atraviesan tanto la vida en sociedad como las condiciones
de vida en el ámbito familiar son espacios de generación de situaciones críticas que pueden contribuir a la generación de
padecimiento psíquico, por consiguiente deben construirse categorías que las describan adecuadamente, sin
considerarlas necesariamente en términos de patologías.

Por otra parte, la coexistencia de diversos marcos conceptuales para comprender y explicar la génesis del sufrimiento
psíquico y de la enfermedad mental, ubica el diseño de las herramientas diagnósticas y la definición de lógicas o criterios
de clasificación de los problemas de salud mental como un campo de amplias controversias teóricas y técnicas. El
establecimiento y la utilización de las taxonomías vigentes a nivel internacional está estrechamente ligado a las
posibilidades y límites de desenvolvimiento de la epidemiología en salud mental, y a la producción de información
epidemiológica en los contextos locales.

El proceso de clasificación de las enfermedades mentales es un componente necesario en el que debe fundarse la
investigación epidemiológica en el campo de la salud mental. Una clasificación de enfermedades se define como un
sistema de categorías a las cuales se asignan entidades mórbidas de acuerdo con criterios preestablecidos. El propósito
que le da origen es permitir el registro sistemático, el análisis, la interpretación y la comparación de los datos de
morbilidad y mortalidad recolectados en diferentes regiones o países, y en distintos momentos históricos.

En el dominio específico de los problemas de salud mental las normatizaciones existentes con mayor desarrollo y
difusión se organizan sobre una descripción taxonómica de las enfermedades mentales con base en la nosografía
psiquiátrica.

En ambas taxonomías la categoría central que organiza el proceso clasificatorio es la de “trastorno mental”. Su definición
alude a un sindrome o patrón comportamental o psicológico de significación clínica que aparece asociado a un malestar
(dolor), a una discapacidad (deterioro en una o más áreas de funcionamiento) o a un riesgo significativamente
aumentado de morir o de sufrir dolor, discapacidad o pérdida de libertad. Además este sindrome o padrón no debe ser
meramente una respuesta cultural aceptada a un acontecimiento particular. Debe considerarse como la manifestación
individual de una disfunción comportamental, psicológica o biológica. Ni el comportamiento desviado ni los conflictos
entre el individuo y la sociedad son considerados trastornos mentales. La multiplicidad de significados con los que el
trastorno mental se ha comprendido: malestar, descontrol, limitación, incapacidad, patrón sindrómico, etiología o
desviación estadística. Cada uno de ellos puede ser un indicador útil para un tipo de trastorno mental, pero ninguno
equivale al concepto. También sus redactores sostienen que la distinción entre trastornos “mentales” y “físicos” es
desafortunada, pero no ha conseguido reemplazarse por una más adecuada. Estas dificultades por ellos señaladas se

51
ubican como un punto clave en la tarea de problematizar las categorías utilizadas para describir y clasificar los problemas
de salud mental.

A lo largo del tiempo se han formado diversas ideas y nociones acerca de la salud y de la enfermedad mental, también se
han construido explicaciones heterogéneas sobre las formas en que las mismas se generan. Los grupos sociales han
consensuado y sistematizado modalidades propias de conocimiento sobre la enfermedad y la salud configurando un
conjunto de nociones y representaciones sobre esos objetos. Esos conocimientos y nociones, propios de un momento
histórico particular, organizan tanto un saber popular, resultado de prácticas cotidianas, como un cuerpo teórico y
conceptual entramado en prácticas profesionales específicas. En este marco, el campo de la producción científica de los
objetos designados como salud y enfermedad acumula desarrollos muchas veces contradictorios y antagónicos. Los
obstáculos teóricos que parecen estar presentándose conducen a que diversos autores coincidan en señalar lo
dificultoso que resulta avanzar sobre una conceptualización de la salud y de la enfermedad y destacan la multivocidad de
significaciones que le son asignadas.

Las dificultades para avanzar en una conceptualización precisa sobre la enfermedad, son los aportes de M. Grmek.
Adoptando una perspectiva epistemológica echa luz sobre lo infructuoso de los esfuerzos realizados acentuando en qué
medida el sustantivo enfermedad y la adjetivación de lo patológico son a la vez términos vagos e imprecisos. Destaca la
confusión entre la enfermedad vivida y su conceptualización médica, así como las dificultades para diferenciar entre la
enfermedad como categoría abstracta distinta de la salud y las enfermedades como eventos específicos recortados del
conjunto de procesos patológicos. En el campo específico de la salud mental precisar la categoría de enfermedad y
producir un ordenamiento clasificatorio sobre ella presenta algunas dificultades adicionales.

La positividad con que operan los criterios médicos para designar una enfermedad no siempre es posible en este otro
campo. Los problemas de orden psíquico o mental no se ajustan al modelo de razonamiento causal que la clínica asume
para definir los fenómenos patológicos, ni se encuadran dentro de la racionalidad de la semiología que relaciona con un
significado uní- voco síntomas y signos a un evento patológico. El modelo médico de la enfermedad ha basado
históricamente su mayor desarrollo en los modelos explicativos de causalidad etiológica. Sin embargo, las tentativas de
ordenamiento a través de la construcción de un sistema clasificatorio van a presentar dificultades en la medida que no
consigan delimitar satisfactoriamente los mecanismos etiológicos. De este modo, en los criterios de definición de las
enfermedades van a superponerse mecanismos etiológicos, manifestaciones clínicas, localizaciones anató- micas o
alteraciones bioquímicas. Por otra parte, es relevante analizar cómo la perspectiva nosográfica clásica, que ha trabajado
con un criterio de enfermedad objetivo, considerando como tal solo aquello que se puede ver y comprobar porque
produce señales y síntomas, constituye un obstáculo. Produciendo esa delimitación objetiva de la enfermedad queda
ausente la dimensión subjetiva de quien la padece.

G. Berlinguer. Este autor formula un agudo cuestionamiento a este paradigma y propone superar la perspectiva
“objetiva” de existencia de enfermedades sin sujetos a partir de abordar el punto de vista del enfermo. Cómo la
enfermedad es vivida y afrontada, qué consecuencias tiene para el sujeto y qué comportamientos suscita en los otros. La
recuperación por él propuesta de considerar la dimensión subjetiva de la enfermedad tiene por antecedente la
distinción realizada entre illness y disease.

52
A partir de allí la producción en lengua inglesa va a reservar el término disease para la conceptualización que de la
enfermedad hacen los médicos, mientras que el término illness pasará a designar la experiencia directa del enfermo, la
vivencia de la enfermedad. Sobre la base de estos elementos, y tendiendo a destacar la dimensión subjetiva que
constituye el proceso mismo de enfermar y su reconocimiento, es que se ubica el concepto de sufrimiento psíquico,
como categoría diferenciada de la enfermedad. En el campo de la salud mental la posibilidad de trabajar (intervenir) con
la noción de malestar o sufrimiento encuentra apoyo en varios autores.

Emiliano Galende es uno de ellos, quien sostiene que los eventos actuales que afectan la salud mental no pueden ser
descriptos solo con un conjunto de entidades patológicas definidas. Junto a la persistencia de las patologías llamadas
clásicas fundamentalmente las psicosis, emergen nuevas formas de expresión del sufrimiento psíquico. Un conjunto de
nuevos problemas subjetivos que no pueden resolverse ensanchando las clasificaciones nosográficas.

Sobre la base de considerar que la producción de subjetividad está enmarcada en condiciones históricas y culturales
concretas, este autor postula la necesidad de comprender el sufrimiento psíquico en función de las cuestiones atinentes
al ser y a la existencia, y no según el modelo médico de enfermedad mental.

Desde otra perspectiva, la psicoanalista M. Burin propone problematizar la noción de salud-enfermedad. En función del
análisis de las problemáticas de la salud mental sostiene que el modelo clásico de concebir la salud y la enfermedad, de
distinguir entre lo normal y lo patológico, no permite analizar el impacto que las condiciones de vida de las mujeres
producen sobre los modos particulares de enfermar. Introduce entonces un tercer término, el de malestar, como una
noción intermedia, a medias subjetiva y objetiva, externa e interna a la vez, que no refrenda la separación entre sano y
enfermo, entre lo normal y lo patológico. El malestar es analizado en términos de conflicto y descripto como una
situación contradictoria, incompatible entre sí, que puede ser registrado por el sujeto tanto en forma consciente como
inconsciente. En este último caso el sujeto percibe la tensión o la ansiedad pero no conoce ni discrimina los términos
que producen el conflicto. Según esta autora, el malestar debe considerarse como un hecho social, buscando sus
orígenes en las leyes culturales que imponen condiciones opresivas a las mujeres.

Por otro lado, la distinción que propone entre malestar y enfermedad permite atender asimismo a las consecuencias
sociales que produce una designación. El proceso de etiquetamiento que la enfermedad produce (diagnóstico) le
confiere un destino dentro del conjunto social, y ese destino desliga el sufrimiento del proceso que le dio origen.

Desde la perspectiva del psicoanálisis, Freud va a utilizar la noción de sufrimiento para describir las situaciones que
conspiran para que los hombres alcancen la felicidad. Los seres humanos aspiran a la felicidad, quieren llegar a ser
felices, no quieren dejar de serlo. Sin embargo, tal fin no se presenta fácilmente accesible. Freud cultura sostiene que el
sufrimiento amenaza a los hombres desde tres sitios diferentes: desde el propio cuerpo, sujeto a la decadencia y finitud,
desde el mundo exterior, desde las fuerzas de la naturaleza que pueden ser destructoras e implacables, y desde los
vínculos con otros seres humanos. Afirma que esta última fuente de sufrimiento es quizás la más dolorosa. Así, los
espacios de pertenencia social, la integración a una comunidad de intereses y afectos con los otros, quedan signados por
la paradoja de ser simultáneamente proveedores de garantías y seguridad a la par que centro de producción de dolor y
sufrimiento.

53
Las demandas actuales que recepciona el campo de la salud mental pueden ser incluidas en tres grupos diferentes.Las
de aquellos que se desmarcan de los comportamientos sociales aceptados (drogadictos, psicóticos, etc.); los que por
distintas razones fracasan en sus condiciones o capacidad adaptativa a los requerimientos del medio social en que viven
(neurosis, depresiones, discapacitados mentales, etc.) y, por último, las de aquellos con mayor riesgo de enfermar en
función de su pertenencia a un grupo etáreo o al atravesamiento de un ciclo vital (niños, adolescentes, ancianos, etc.).
Estos conjuntos de demandas pueden incluirse en el campo de las experiencias del sufrimiento humano y requieren ser
pensadas en el seno de las relaciones sociales en que se generan, sin necesidad de ser traducidas a la lógica de procesos
patológicos. Proponer en el terreno de investigación epidemiológica la distinción entre sufrimiento y patología y la
priorización del concepto de sufrimiento permite otorgarle visibilidad y reconocimiento a situaciones de afectación de la
salud mental que han permanecido opacadas.

Esta distinción evita considerar los conflictos que devienen de la vida cotidiana y de las interrelaciones sociales, en
términos de patologías. Las condiciones concretas en que se generan los padecimientos le otorgan a estos un carácter
procesual e histórico que no queda expresado en las clasificaciones mórbidas; y cuya utilización conduce a una
patologización de las situaciones cotidianas. La emergencia del sufrimiento psíquico no conduce necesariamente a la
enfermedad, puede tanto precederla, como ser divergente de ella. Por otro lado, el sufrimiento permite incorporar la
dimensión subjetiva del padecimiento, perspectiva sin duda ausente en la nosografía clásica. La percepción y
enunciación de malestar por parte de un sujeto puede no estar acompañada de signos o síntomas discernibles por
terceros. El avance del conocimiento sobre el cuerpo humano y de sus formas de reparación no puede sustituir la
percepción y expresión de un sufrimiento que remite al plano de la constitución desiderativa de los sujetos así como a
sus procesos de constitución cultural y social.

Para profundizar en la comprensión de las formas actuales que adquiere el padecimiento subjetivo es necesario observar
la realidad, interrogando las nuevas formas culturales que presenta y los cambios profundos que trae aparejadas en los
modos de relacionarse y vincularse socialmente. Las transformaciones sociales y la impronta con que ellas marcan las
nuevas modalidades de conformación de la subjetividad, son una vía legítima para aprehender tanto las perspectivas
actuales como futuras que atañen a la salud mental a su conservación y a su deterioro. Indagar en torno a la subjetividad
consiste, en interrogar los sentidos, las significaciones, y los valores éticos y morales que se producen en una
determinada cultura, los modos como los sujetos se apropian de ella y la orientación que efectúan sobre sus acciones
prácticas. “No existe una subjetividad que pueda aislarse de la cultura y de la vida social, ni tampoco existe una cultura
que pueda aislarse de la subjetividad que la sostiene. Esta mutua determinación —en verdad mutua protección— debe
ser nuestro punto de arranque, ya que la subjetividad es cultura singularizada tanto como la cultura es subjetividad
(objetivada en los productos de la cultura, las formas de intercambio y las relaciones sociales concretas que la sostienen,
pero también en las significaciones y los sentidos que organizan la producción cultural).

En el proceso de construcción de un sujeto se requiere de un extenso pasaje que va desde las formas más generales de
la especie y la cultura, intermediadas por formaciones institucionales socio-históricas, hasta la apropiación y
reconstrcción singular hecha por cada ser humano. La familia, la escuela y el trabajo se presentan como instituciones
fundantes de la subjetividad y productoras de relaciones sociales concretas. Las violentas transformaciones que ellas
están atravesando dejan su impronta en la subjetividad y ubica a estas instituciones como el escenario donde el
sufrimiento humano se hace presente. La familia, la escuela y el trabajo no constituyen, en el plano de los problemas de
salud mental, un contexto o paisaje externo al surgimiento de los conflictos, sino que, por el contrario, se presentan
54
como el ámbito social en el que se gestan y despliegan los mismos. Los procesos de producción de subjetividad están
internamente ligados a ellos en forma tal que no podemos pensar en instituciones sin sujetos ni en sujetos sin
instituciones.

Freud enfatiza los mecanismos que empujan a los seres humanos a reunirse y a formar comunidades e instituciones, que
imponiéndose a las aspiraciones de satisfacción pulsional inmediata del individuo, les proporcionan un ordenamiento
social que brinda seguridad para todos. La función de las instituciones sociales como reguladoras de las relaciones y
productoras de subjetividad. Estos tres espacios sociales se hallan hoy en profunda crisis. Del análisis de las
transformaciones que los afectan se hacen visibles las nuevas formas del malestar que atraviesan a los grupos humanos.

La familia, como reservorio de los vínculos sociales más íntimos y como espacio de cuidado, socialización y protección de
los seres humanos, ofrece un ámbito de contención y sostén social. La pertenencia familiar otorga al individuo una
historia, lo incluye en una genealogía que opera como soporte de la constitución identitaria. Sin embargo, diversos
estudios e información actuales estarían indicando mutaciones que tienden a la fragilización del vínculo familiar.

Si por un lado la crisis de la familia tradicional, una mayor libertad de las mujeres a partir de una redistribución del poder
y de las funciones; por otro, se instituye un proceso de labilización y fragilización de los vínculos. Al interior de la familia
mutan las formas de relación y se desvanecen las referencias entre generaciones y entre los sexos. Las formas
tradicionales tienden a alterarse describiendo situaciones de ausencia de uno de los padres, generalmente el hombre,
de hijos repartidos en dos hogares, o conviviendo con nuevos cónyuges de sus padres y cada vez más de la mujer
asumiendo una doble ocupación, dentro y fuera del hogar. Situaciones estas que estarían contribuyendo a fragilizar los
lazos sociales que se establecen en su interior.

Diversas investigaciones epidemiológicas han alertado sobre la correlación existente entre una red de sociabilidad
primaria pobre y el incremento de la morbilidad. A mayor aislamiento social, por ejemplo gente soltera, viuda o con
pocos amigos hay una mayor prevalencia de enfermedades orgánicas, de accidentes o de problemas de salud mental.

El trabajo, como actividad propiamente humana, cumple una función central en las posibilidades de producción y de
reproducción social. Pero también cumple, al igual que la familia, una función central en el ser humano puesto que se
trata de una dimensión constitutiva de su subjetividad e interviene en la producción y regulación de su economía
psíquica. Es Freud quien va a destacar el importante papel que cumple el trabajo en la economía psíquica al señalar
cómo incorpora sólidamente al sujeto a la realidad y a la comunidad humana.

El valor que el trabajo conlleva no es solo el que resulta de su posibilidad de transformarse en dinero, para permitir la
cobertura y satisfacción de las necesidades del sujeto y de su grupo familiar. El trabajo consigue, en la trama subjetiva,
desplazar sobre sí, como objeto, y sobre los otros sujetos con los que se establece relación, un buen caudal de
componentes libidinales, que de lo contrario resuelven su destino contribuyendo a la formación de síntomas neuróticos.

Tanto la constitución de la identidad como también la construcción de significados sobre la existencia singular y social,
están dadas por medio del trabajo. Si tanto el desempeño de una tarea valorizada, como el establecimiento de lazos de
solidaridad gremial permiten sublimar tendencias instintuales y producir satisfacción, por el contrario, las condiciones
crecientes de explotación, enajenación e incertidumbre, imprimen un quiebre en la subjetividad.

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Las condiciones de producción y emergencia del sufrimiento psíquico son heterogéneas y desiguales según la inserción
laboral de cada grupo social. El desempleo coyuntural o crónico, la permanente amenaza a la pérdida del trabajo, la
desprotección gremial y laboral, favoreciendo la fractura de los vínculos grupales e institucionales, instalan
problemáticas subjetivas singulares y colectivas.

La última década ha estado marcada en nuestro país por una profunda transformación del mercado de trabajo. Como
consecuencia de ello y a pesar del crecimiento, una proporción cada vez mayor de la población queda excluida de los
beneficios y postergada en la distribución de la riqueza.

Una investigación realizada en centros de atención psicológica o psiquiátrica ambulatoria en la ciudad de Buenos Aires,
encuentra que las depresiones constituyen el motivo de consulta más frecuente entre los hombres adultos. Indagando
sobre sus elementos explicativos encuentra la temática del trabajo como la fuente de mayor conflicto o preocupación.

Según información del INDEC una de cada dos personas en edad de trabajar, busca activamente empleo, porque está
desocupada o subocupada o bien porque sus ingresos son insuficientes. La misma fuente indica que el 37,5% de los
asalariados trabaja “en negro”. Es decir condiciones precarias que significan no contar con aportes jubilatorios, cobertura
de salud ni derecho a indemnización en caso de ser despedido.

Estudios epidemiológicos realizados por Miguel Matrajt plantean claramente la relación entre las depresiones
(neuróticas o psicóticas), o el consumo de alcohol, drogas o psicofármacos con el derrumbe del proyecto existencial. Y
para este autor el derrumbe del proyecto existencial está indisolublemente ligado a la falta de posibilidades sociales de
realizarlo por marginación social en general y por marginación del mercado de trabajo en particular. En esa misma
dirección M. Echeverría ha demostrado cómo los problemas psicológicos tienden a aumentar entre quienes pertenecen
a empresas deprimidas y entre los desempleados. Los cuadros psiquiátricos francos y el alcoholismo aparecen
aumentados entre los desocupados y su situación es descripta como desintegrada y precaria tanto objetiva como
subjetivamente. La vinculación entre “historias de trabajo” y sufrimiento psíquico no se agota en el análisis o la
oposición entre quienes están afuera o adentro, entre los integrados y los excluidos.

La exclusión no es un estado sino que es un proceso que involucra a la sociedad de manera global y al conjunto de
transformaciones que la atraviesan. Son estas transformaciones las que producen, como uno de sus efectos más
perversos, la exclusión social. Sin embargo, restringirse solo a esta sería simplificar el problema.

La precarización del trabajo y van configurando un nuevo mapa social que incrementa las desigualdades estructurales y
le superpone un núcleo de desigualdades dinámicas que son, en el lenguaje de los economistas, intracategoriales. Las
situaciones diferentes, respecto al empleo o al desempleo dentro de un mismo grupo social, tiene efectos persistentes.
La descalificación social y laboral puede ser vivida de una manera particularmente penosa en quienes han conocido y
tenido una inserción diferente. Estas desigualdades no producen solo el descenso del ingreso o las diferencias
económicas, sino que producen una ruptura de los espacios de pertenencia, una sensación de victimización que
perturba la representación que se tiene de sí mismo. Se fragilizan los espacios de referencia y pertenencia social y no es
posible construir nuevos espacios ya que se mantienen las pautas culturales y valorativas de aquel primer grupo de
pertenencia. El resultado de estas rupturas o quiebres de la trayectoria laboral configura situaciones difíciles de aceptar

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y mucho más difíciles de tramitar psíquicamente por cada individuo ya que ponen en crisis no solo su nivel de vida sino
su identidad.

La tercera institución nodal para comprender los problemas actuales del campo de la salud mental es la escuela, un
agente privilegiado de socialización. El proceso de socialización es comprendido como un momento de la relación que el
hombre mantiene con la realidad que le es externa. Indica esa dinámica mediante la cual la realidad se internaliza en los
sujetos, esto es, se vuelve realidad subjetiva. La escuela disciplina, es decir, conforma valores e impone hábitos y
normativas que regulan y contienen las conductas humanas transformándolas en conductas normalizadas. Instaura un
orden disciplinador, limita y frena los impulsos y las pasiones individuales permitiendo reconocer(se) en un espacio
colectivo y de regulación de las relaciones sociales. En el proceso de socialización, referenciada como la formación de un
“ser social” pueden distinguirse dos momentos, uno de socialización primaria y otro de socialización secundaria. La
socialización primaria, que abarca los primeros años de vida, queda en manos fundamentalmente de la familia, mientras
que la segunda transcurre básicamente en la institución escolar.

Las funciones de la escuela son instrucción y educación. Mientras la primera tiene que ver con el desarrollo de
habilidades y la adquisición de conocimientos e información, se reserva para la segunda el proceso de transmisión de
valores y actitudes vinculadas a la formación integral de los individuos en tanto sujetos sociales dotados de identidad y
autonomía. Estas dos funciones encuentran hoy severos escollos para realizarse. Las condiciones de deterioro en que se
llevan adelante las prácticas escolares, el desgaste institucional y profesional que atraviesa la educación pública en el
país en los últimos 20 años, han contribuido grandemente a conformar un estado de situación que mina las posibilidades
efectivas de instruir y formar. El llamado fracaso escolar constituye hoy un indicador elocuente de esa crisis, en la
medida que hace evidente la ineficacia de la institución. El “fracaso escolar” se presenta como noción abarcadora de un
conjunto de problemas diferenciados: ingreso tardío, repitencia, deserción, bajo rendimiento escolar, egreso tardío y
problemas de aprendizaje en general. Aun cuando diversos autores coinciden en afirmar que los factores que
contribuyen a la producción del fracaso escolar son de diferentes órdenes, describiéndolos como familiares, sociales,
culturales, pedagógicos, cognitivos, institucionales, etc., la mayor parte de las investigaciones y de las prácticas que se
realizan sobre rendimiento y fracaso escolar han comprendido el fenómeno como atribuible a causas individuales. Una
perspectiva de comprensión, explicación y abordaje de los problemas educativos centrada en el individuo que invisibiliza
el proceso de producción y condicionamiento social de esos problemas. La individualización opaca las raíces
institucionales, sociales, culturales y económicas en las que el problema se genera y contribuye a responsabilizar al
sujeto al estigmatizarlo con una aseveración diagnóstica.

El fracaso en la escolarización de los niños produce diversas consecuencias. En primer lugar se puede señalar el déficit
que resulta en la competencia cognitiva, tanto en el pensar como en el hacer. En segundo lugar, hay un deterioro de la
inserción social individual, que empobrece asimismo las perspectivas de sus inserciones futuras. Y en tercer lugar, ese
deterioro de la inserción social repercute en el desarrollo de los grupos de pertenencia, al reproducir las diferencias
sociales de sus familias de origen.

La distribución de los problemas de aprendizaje en la infancia muestra profundas diferencias entre los niños que solo
pueden ser explicadas en función de las situaciones de heterogeneidad que caracterizan a la organización social. Un
conjunto de investigaciones tendientes a hacer visible estas desigualdades señalan la relación existente entre problemas

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de aprendizaje y déficit nutricionales, fracaso escolar y estimulación del ambiente familiar y sobre todo como los
problemas y déficit cognitivos en la infancia se ligarán a las vicisitudes de la salud mental del adulto.

Las concepciones dominantes de la enfermedad mental como afecciones intrapsíquicas y con manifestaciones de
naturaleza individual, llevan a que los procedimientos diagnósticos se focalicen exclusivamente en los individuos,
destacándose el compromiso singular por sobre elementos de índole familiar, social, relacional. Tanto los métodos
clásicos de diagnóstico psiquiátrico como los test de medición de la inteligencia o las entrevistas psiquiátricas
estandarizadas son instrumentos de evaluación de las consecuencias o manifestaciones de una enfermedad con una
modalidad de aplicación a nivel individual. El proceso de construcción diagnóstica se ordena alrededor de la tarea de
conjunción y diferenciación de signos clínicos con la posibilidad de encuadrarlo en una clasificación o taxonomía
preestabecida. La elaboración del diagnóstico, en esta perspectiva, se incluye dentro de una comprensión “objetiva” de
las ciencias, a partir de la ubicación de la medicina y de las ciencias de la salud en el seno de las ciencias naturales. La
lógica dicotómica enfermo-no enfermo de aplicación decisoria en los procedimientos clínicos para identificar y decidir
procedimientos terapéuticos o de prescripción de medicamentos, encuentra falencias para posibilitar una descripción
adecuada de los fenómenos de salud en el ámbito poblacional. Al presentarse como una situación estática no posibilita
la comprensión de las diversas etapas del fenómeno ni consecuentemente del espectro de intervenciones necesarias.

La psiquiatría, las formas de elaboración del diagnóstico y los modelos taxonómicos establecidos son traspasados en
bloque al ámbito de la epidemiología. Así la construcción y selección del propio objeto de la epidemiología, es la más
clara expresión del estrecho lazo que une la clínica y la epidemiología. Para Almeida Filho (1992) el objeto de
conocimiento definido originariamente por vía de la clínica médica es trasladado practicamente sin mediaciones de un
campo al otro, siendo definido como la enfermedad, en cuanto entidad nosográfica establecida por la taxonomía
médica. El planteo de la construcción de una epidemiología de la salud mental que permita superar cuestiones
conceptuales y metodológicas que hoy son críticas en el terreno de la epidemiología psiquiátrica, significa interrogar y
redefinir la asignación de su objeto de estudio.

Cuando la epidemiología utiliza un objeto de estudio definido desde otra disciplina, la clínica psiquiátrica, y traslada para
sí la categoría de enfermedad mental, se apropia de un concepto que está social y científicamente impugnado y sobre el
que existen profundos desacuerdos teóricos.

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM) reconoce en forma explícita que no existe una
definición que especifique adecuadamente los límites del concepto que allí se utiliza. Sostiene que el término “trastorno
mental”, carece de una definición operacional constante que englobe todas las posibilidades. Los trastornos mentales
son definidos mediante una gran variedad de conceptos: malestar, descontrol, limitación, incapacidad, etiología, patrón
sindrómico, desviación estadística, etc. Cada uno de ellos puede ser un indicador útil para un tipo de trastorno mental,
pero ninguno equivale al concepto y cada caso requiere de una definición distinta.

Henri Ey sostiene que la preocupación de los psiquiatras por “curar a los enfermos” les ha restado tiempo a la
observación y a la discusión sobre la naturaleza de los trastornos, y que “las teorías” han pasado a un segundo plano de
sus preocupaciones.

58
P. Bercherie, la clínica psiquiátrica en su faz descriptiva, ha conseguido realizar un inventario exhaustivo de los diferentes
trastornos o problemas psíquicos, pero esa riqueza descriptiva contrasta con las dificultades e insatisfacciones que en la
faz conceptual refieren a la naturaleza misma de la perturbación. En el plano epistemológico se trata de la sumisión del
objeto teórico a un objeto empírico, de una confusión entre estos dos niveles de indagación científica que produce como
consecuencia una falta de precisión de las cualidades del objeto de trabajo. Renunciando a la elaboración de un
concepto propio sobre los procesos de salud-enfermedad mental la epidemiología en salud mental se impone límites,
renuncia a su independencia en la producción de nuevos conocimientos, al incremento de su capacidad comprensiva y
explicativa sobre los problemas de salud mental de los grupos humanos.

Algunos elementos abonan la dirección en que está orientada la reflexión: - El reconocimiento de que el objeto de la
epidemiología se trata de un objeto que debe ser lógicamente construido y no apenas extraído del conjunto de
fenómenos empíricos. - El reconocimiento de que los procesos de salud-enfermedad mental presentan un carácter
subjetivo que no puede ser eludido ni suprimido para su estudio. - El reconocimiento de su condición de objeto social e
históricamente determinado, sujeto por tanto a las transformaciones de las designaciones y significaciones
culturalmente construidas. Avanzar entonces en el desarrollo de esta epidemiología requiere descentrarla de las
entidades psicopatológicas formuladas sobre exhaustivas combinaciones y descripciones de signos y síntomas. La
epidemiología clásica, que ha trabajado con categorías nosográficas basadas en estudios individuales, ha desconocido
las nuevas formas de producción de los padecimientos psíquicos. La dimensión colectiva de los problemas de salud-
enfermedad requiere hoy de un nuevo orden de explicación que conduzca a revisar las entidades patológicas
establecidas. Sería, sin duda, más acertado comenzar a pensar las consecuencias teóricas e ideológicas de trabajar sobre
un nuevo paradigma de bien y mal-vivir.

Se presentan en este campo múltiples hechos que indicando sufrimiento o malestar, no pueden encuadrarse en la
categoría de enfermedad. Los umbrales de percepción y tolerancia subjetiva y social del dolor psíquico no son
estandarizables. En el campo epidemiológico, establecer la categoría de sufrimiento y distinguirla de la patología
permite, por un lado, acentuar la perspectiva genética del primero, haciendo visibles las relaciones que lo ligan con las
condiciones objetivas de vida y con las vicisitudes de la vida cotidiana de los sujetos. La vida cotidiana como el espacio
concreto de generación de las posibilidades diferenciales de bien y malestar que atraviesan a los hombres y que se
articulan con los procesos de salud y enfermedad.

Por otro lado, el concepto de sufrimiento permite incorporar la dimensión subjetiva del sufriente, dimensión que está
claramente ausente en la perspectiva nosográfica clásica. La percepción y enunciación de malestar por parte de un
sujeto puede no estar acompañada de signos y síntomas objetivables por terceros, y no por ello carece de valor.
Asumiendo esta nueva categoría de sufrimiento, la epidemiología “desnaturaliza” su objeto. Supera la concepción
ontológica de la enfermedad mental que le fue impuesta y se abre teórica y conceptualmente a los aportes que pueden
provenirle desde las ciencias sociales. Se trata de un movimiento que la sitúa mucho más cerca de reconocer, como
señala E. Galende, que el objeto de la salud mental es un objeto social e histórico. En la medida que la epidemiología en
salud mental pueda definir y precisar un nuevo objeto de estudio, tendrá que repensar y construir nuevas modalidades
clasificatorias, que resulten superadoras de aquellas organizadas en torno a entidades mórbidas. Las clasificaciones son
resultado de los modos con que se percibe, se distingue y se organiza un sector determinado de la realidad. Se trata de
un trabajo de abstracción de los fenómenos que se presentan que son sistemáticamente distribuidos por el pensamiento
según algunas de sus propiedades o atributos, operando al mismo tiempo la existencia de esa clasificación como
59
organizadora del pensamiento y de la visión que se tiene sobre la realidad. Es decir que la forma como se clasifican los
eventos tiene una implicación fundamental sobre el modo como se representan y se interviene sobre ellos. “Las
clasificaciones son producto resultante de la forma en que agrupamos los fenómenos que nos circundan y reflejan el
entendimiento de sus semejanzas y de sus diferencias. Las clasificaciones son siempre construidas sobre dos
presupuestos básicos. Las similaridades (metáforas) o las contigüidades, asociaciones o genealogías”.

La idea de que las enfermedades, incluidas las enfermedades mentales, son eventos de naturaleza individual y ahistórica
y que pueden ser definidas en forma neutra y objetiva ha cristalizado sistemas clasificatorios volviéndolos
incuestionables. Ahora, si se comprende que el sufrimiento humano es un problema socialmente producido, en
contextos culturales y socio históricos definidos y no un problema biológico, se torna necesariamente crítica la mirada
sobre los sistemas clasificatorios que no contemplan las dimensiones sociales, culturales o institucionales.

Si se ha ganado en la comprensión de la determinación social y cultural de la enfermedad y el sufrimiento psíquico, si se


han acumulado importantes conocimientos sobre las heterogéneas significaciones con que los individuos y las
sociedades perciben sus problemas de salud mental, la epidemiología debe desarrollar nuevas lógicas clasificatorias que
se apropien de los avances conceptuales sobre la salud mental.

“... a través de nuevas metáforas y nuevas metonimias debe expresarse nuestro entendimiento de los procesos de
salud-enfermedad, que además de los sistemas de referencia biológica desarrollen nuevos indicadores que tengan la
capacidad de medir dimensiones hasta ahora no mensurables del proceso salud-enfermedad”.

La epidemiología, que continúa siendo adjetivada como psiquiátrica, parece refractaria a la comprensión del carácter
social de la salud mental. Habiendo tomado de la psiquiatría la noción de enfermedad mental continúa trabajando con
ella como si esta fuera un existente previo, sin poner en relación el padecimiento mental con la vida social y las
condiciones de vida. Proponer entonces la distinción entre la epidemiología psiquiátrica y una nueva epidemiología en
salud mental no conduce a una sutileza semántica sino a mostrar el punto ciego en torno a la visualización y la capacidad
explicativa de las formas actuales que adquieren los procesos de salud enfermedad mental. Un nuevo paradigma
epidemiológico para la salud mental debe tender a introducir medidas de salud positivas de las poblaciones así como
ampliar la comprensión del papel central de los factores culturales, sociales e institucionales en la producción de la salud
mental.

“Medicalización de la vida, sufrimiento subjetivo y prácticas en salud mental”


El objetivo de este trabajo es reflexionar sobre la relación entre el proceso actual de medicalización de la vida y la
producción de sufrimiento psíquico. Sucede que el fenómeno de la medicalización es un analizador privilegiado de la
articulación entre lo económico, lo institucional y la vida cotidiana en los procesos de producción de subjetividad, e
igualmente en los procesos vitales de salud/enfermedad/cuidado. La hipótesis en la cual fundamos esta articulación es
que el antagonismo central de nuestra época entre objetivación y subjetivación, aparece en las prácticas en salud de
manera singular, a través del proceso de medicalización o biomedicalización.

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Al abordar el tema con la categoría “sufrimiento psíquico” desestimamos ocuparnos exclusivamente de las así llamadas
“enfermedades mentales” para adentrarnos en las diversas maneras en que el dolor forma parte de los procesos vitales
y en los efectos que pueden derivar de su reducción a la psicopatología.

El proceso de medicalización y la hegemonía discursiva

La hegemonía discursiva se trata de un canon de reglas que forma parte de los dispositivos de control social. La
presencia hegemónica del discurso médico en la vida colectiva y en las vidas singulares cotidianas de los sujetos forma
parte del proceso de medicalización. En la actualidad el motor de la medicalización es la incorporación de la vida y la
salud al proceso mercantil, lo que se denomina “mercantilización de la salud”. Dos grandes fuerzas corporativas globales
son actores mundiales de este proceso: las aseguradoras que forman parte de la acumulación financiera de capitales
sociales y las industrias de aparatología y farmacología médica. Las aseguradoras aumentan su ganancia en la medida en
que el uso, o sea el gasto en salud, disminuya, por ello son propugnadoras de “prácticas masivas preventivas” y abonan
una cultura en la cual la salud se transforma en la nueva moral de la época, su nueva utopía, una cultura de búsqueda de
la salud perfecta en la que se estructuran prácticas cotidianas y “estilos de vida”. En función de ello, ya no se recurre a la
medicina y a los medicamentos solamente ante una situación vivida como enfermedad sino para “prevenir” riesgos,
ampliar los límites corporales y reducir cualquier forma de malestar. La medicación tampoco es necesariamente
propuesta por un médico tratante sino que forma parte de las “elecciones” vitales de los sujetos.

La propaganda se dirige a lo que en salud se denomina “gasto de bolsillo” y a la incorporación del consumo de fármacos
en el estilo de vida. No hay, probablemente, una indicación directa del laboratorio a los publicistas acerca de “transmitir
este mensaje”, simplemente ellos operan con los límites de la hegemonía discursiva. La naturaleza misma de las
industrias de aparatología y farmacología requiere que el consumo aumente. La expansión de este mercado se
acompaña de un discurso neo-biologista que se construye ideologizando los notables avances de la biología, la
farmacología y la genética y opera reduciendo la complejidad del proceso de salud–enfermedad- cuidado a una sola de
sus dimensiones, a eso se suma la utilización clínica del concepto epidemiológico de riesgo para finalizar en un proceso
que ha sido denominado “creación de enfermedades”.

La “creación de enfermedades” involucra a actores diversos. La complejidad de actores, implica además de las
corporaciones a unidades de investigación, médicos y especialistas, empresas de marketing, periodismo científico de
divulgación general y la promoción de organizaciones de usuarios, apoyadas financieramente por la industria
correspondiente. Así, se aísla o define un problema, se lo nomina como “enfermedad” o “síndrome” y se lo reduce a su
dimensión individual biológica, a la par que se seleccionan algunas de sus características como “sintomatología”, a la cual
se ofrece respuesta específica preferentemente medicamentosa y, eventualmente, acciones preventivas. Al hacerlo,
simultáneamente se generan prácticas e identidades. Una vez instalada la “enfermedad” se apela a los estados y/o a los
sistemas de seguro para que sea incluida dentro de las coberturas.

En desamparo, quedan quienes padecen las llamadas “enfermedades huérfanas”, que pese a su gravedad y cronicidad
son de tan baja prevalencia que no resultan rentables a las industrias (no configuran mercado) y están fuera de
cobertura de los seguros, dado que su escaso número impide a las personas y sus familias constituirse en actores
significativos de reclamo.

Como en otros campos, en el de la salud el mercado no demuestra ser el mejor distribuidor de servicios y bienes. “La
medicalización implica la expansión del diagnóstico y tratamiento médico de situaciones previamente no consideradas
61
problemas de salud. La biomedicalización, por su parte, supone la internalización de la necesidad de autocontrol y
vigilancia por parte de los individuos mismos, no requiriendo necesariamente la intervención médica. No se trata,
solamente, de definir, detectar y tratar procesos mórbidos, sino de estar alerta de potenciales riesgos e indicios que
pueden derivar en una patología”.

Sucede que el proceso de medicalización es el modo en que se manifiesta en este campo el antagonismo central de
nuestra época, la tensión entre la tendencia hegemónica a la objetivación y la tendencia a la subjetivación, esta última
sostenida por actores y sujetos que desarrollan prácticas de ampliación de derechos, que ponen en escena lo
irreductible de la vida.

En esta fase histórica, el paradigma mercantil se ha impuesto como vector civilizatorio de la modernización neoliberal.
Como núcleo está el fenómeno de fetichización propio de lo mercantil: hacer aparecer como relaciones entre cosas lo
que son relaciones entre personas, concomitante al proceso de objetivación. El discurso medicalizante es un
componente habilitador del proceso por el cual todos los aspectos relevantes para la vida, e inclusive la vida misma
adquieren condición mercantil, o sea condición de “cosa”. Ya no se trata sólo de “gobernar” los cuerpos sino de
incorporarlos definitivamente en la producción de valor. Las instituciones de salud, las prácticas en salud, en las que
hegemoniza el paradigma medicalizante son productoras de subjetividad y, simultáneamente, de padecimiento
subjetivo.

Medicalización, subjetividad y sufrimiento subjetivo, y algunas reflexiones sobre el psicoanálisis

La relación entre subjetividad y objetivación está situada en el nudo del análisis de las formas actuales de producción de
subjetividad, se trata de un antagonismo central.

La medicina moderna ha sido uno de los dispositivos de construcción disciplinar del individuo y, a su vez, lo ha incluido
en su propia construcción al reconocerlo como su objeto. Sucede que lo singular no hace dupla con lo genérico sino que
lo particulariza, lo concreta, y que el cuerpo aparece necesariamente como social y subjetivo aún en su dimensión
biológica. Desontologizar el concepto de sujeto y a diferenciarlo radicalmente del de individuo. En ellas el sujeto y la
subjetividad adquieren condición de proceso o devenir constante, y se abre a una gama de diversidades. Está contenida
una idea de potencia e innovación, que se aleja de la idea del sujeto como predeterminación o repetición absoluta
(sujeción).

El campo de las prácticas médicas hegemónicas puede ser considerado un conjunto de dispositivos en los cuales se
concreta el “cuerpo a cuerpo”. Detengámonos un momento para señalar que este análisis no significa proponer una
alternativa anti-medicina, analizar críticamente el proceso de medicalización indefinida no significa renunciar al saber
médico sino someterlo a la arqueología y a la crítica, dado que la medicina no debe ser rechazada ni aceptada como tal.
No es necesario negar la eficacia pragmática que este campo tuvo en relación a algunas dimensiones de los procesos de
salud-enfermedad-cuidado. En nuestra época la medicalización es un subrogado de la mercantilización indefinida de la
vida. Se trata entonces, de no medicalizar sin renunciar por ello a herramientas y conocimientos producidos por el
hombre y la cultura, que pueden formar parte de una intervención eficaz sobre el padecimiento. En las prácticas
cotidianas, en los episodios microsociales del campo de la salud, es posible encontrar las formas más extremas de
objetivación. Una de ellas es, como ya lo explicamos, la expropiación de momentos vitales por las prácticas médicas, aún
de aquellos que no son claramente definidos como enfermedades.

62
La seducción (y la validez científica) de las tecnologías que se dedican a eliminar el sufrimiento, a mejorar la existencia,
son las mismas que ahora acompañan de cerca, por ejemplo, todas las etapas de un embarazo (determinar cuándo va a
nacer el bebe) o con la muerte ocurre lo mismo. Si la respuesta es un fármaco, se comienza a construir un modelo de
respuesta al malestar que se enlaza al uso de una droga para suprimirlo e introduce al individuo en la lógica del
consumo.

Otro de los mecanismos es la dupla normalización-patologización ya que se plantea la utopía de vivir con “malestar
cero” y por ende, una serie de padecimientos subjetivos que forman parte de las vicisitudes de la vida son considerados
suprimibles médicamente a partir de incorporarlos a la patología. En un segundo movimiento, todo dolor o malestar de
una persona que ha sido encuadrada en una categoría psicopatológica queda subsumido a ello y termina definiendo algo
del orden del ser.

La complejidad de la producción de sufrimiento, dolor o malestar, y a la imposibilidad de reducirlo a una objetivación


nosográfica. Así, la introducción del concepto de sufrimiento subjetivo permite ampliar el campo de comprensión de las
problemáticas, descentrándolas de la ontologización psicopatologizante. Sucede que la objetivación es probablemente
un determinante fundamental en todas las formas de producción de sufrimiento psíquico de la época y es,
simultáneamente, un componente de las prácticas en salud. Todo acto en salud invoca una intervención disciplinaria o
técnica, potencialmente objetivante. Requiere de prácticas en salud integrales que incorporen la dimensión subjetiva,
histórica y social tanto en el abordaje de poblaciones como de sujetos singulares. Prácticas que se desplazan de la
“ontología de la enfermedad” al sujeto, produciendo una “clínica ampliada” y que requieren de nuevos modos de
gestión del trabajo en salud: horizontalización y articulación entre especialización e interdisciplinareidad. Se trata de
prácticas en las cuales el componente de objetivación inherente a toda intervención disciplinar queda subordinado al
reconocimiento del otro como sujeto con capacidad de innovación y como sujeto de derechos.

Como vemos, el proceso de medicalización-mercantilización-objetivación se plantea en cada acto en salud, en una


tensión irreductible. Es en función de ello que hemos propuesto reiteradamente que el éxito del campo de la salud
mental sería su desaparición, en cuanto campo específico, en el marco de prácticas integrales. Lejos de tratarse de una
subordinación a la dimensión biológica de la enfermedad, se dirige a la reincorporación de la dimensión subjetiva en
todas las prácticas en salud. La objetivación se concreta por un triple movimiento: individualizar el proceso de salud-
enfermedad-cuidado, reducir el padecimiento psíquico a la psicopatología y ontologizar luego el cuadro psicopatológico.

“Las formas de transitar la adolescencia hoy, y la salud/salud mental: actores y escenarios”


La complejidad del proceso de salud-enfermedad-cuidado: salud mental es un término que define un campo de prácticas
sociales pero no un tipo particular de salud- enfermedad. Se trata de un subcampo dentro del de la salud, que se define
por las instituciones y los actores que lo configuran, y también por las formas particulares de producción de sentido que
le son propias. Uno de esos sentidos que las instituciones mismas recrean es el de salud-enfermedad mental y una serie
de discursos y prácticas consecuentes. La salud es un fenómeno complejo que debe ser comprendido como un proceso y
no como un estado. En ese proceso intercatúan y devienen corporeidades y subjetividades configuradas en la trama
social. Se trata básicamente de dimensiones de análisis que se utilizan para la comprensión del fenómeno y que no
deben ser ontologizadas. El sujeto no es algo que pueda ser alcanzado directamente como una realidad sustancial
presente en alguna parte; por el contrario, es aquello que resulta del encuentro cuerpo a cuerpo con los dispositivos en

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los cuales ha sido puesto en juego. La historia de los hombres no es quizás otra cosa que el incesante cuerpo a cuerpo
con los dispositivos que ellos mismos han producido: antes que ninguno el lenguaje.

Los dispositivos sociales configuran también los cuerpos, y es difícil hoy pretender pensar una salud humana donde lo
biológico pueda ser comprendido sin considerar las formas en que se gestiona la vida en general. A su vez, entre los
dispositivos están las instituciones mismas de salud. Las formas y las prácticas generales de cuidado. Por eso la
denominación que preferimos es proceso de salud-enfermedad-cuidado. No se forma parte de un grupo para lograr
exclusivamente objetivos individuales, sino para conjugar los individuales en una acción colectiva. Pero, en muchos
casos, la efectividad del cuidado deviene de una acción colectiva dirigida a visibilizar socialmente la problemática.

El método de abordaje del problema: para abordar este problema complejo hemos desarrollado una estrategia
metodológica que consiste en articular interdisciplinariamente dimensiones y niveles de análisis. Las dimensiones de
análisis, que deben ser comprendidas como un recurso metodológico, y no como parcelas de la realidad, nos llevan a
analizar la articulación entre lo económico, lo institucional y la vida cotidiana en la configuración del proceso de salud-
enfermedad-cuidado.

La dimensión económica refiere a la forma o al modo de producción. No sólo lo que se produce y cómo, sino en qué
marco de relaciones y clases se da el proceso de apropiación-distribución, en qué forma la mercantilización configura los
lazos sociales, son preguntas que se ligan a lo económico y a su vez nos remiten a la siguiente dimensión de la que
resulta inseparable. La dimensión institucional refiere a la forma particular que adquieren determinadas relaciones
sociales en circunstancias históricas particulares. Finalmente, la vida cotidiana, es la forma en que se particulariza lo
genérico social, constituida por los procesos comunes de producción y reproducción de las vidas singulares. La vida
cotidiana implica un determinado ordenamiento del tiempo y el espacio, de los objetos y las relaciones que se resuelve
singularmente con la materia de lo genérico. En ella se materializa el “cuerpo a cuerpo”. Los niveles de análisis, consiste
en diferenciar metódicamente un nivel macro, un nivel meso y uno de procesos básicos en el cual se centra el estudio.
Una institución produce y reproduce, eventualmente transforma, representaciones de sus actores que, a su vez, los
constituyen.

Los adolescentes hoy: actores o analizadores? El que probablemente sea el mayor estigma de los jóvenes: el supuesto
de peligro y la idea de riesgo. No obstante, quiero resaltar el anclaje singular que estas personas tienen en la cultura y en
la juridicidad, porque no se las termina de considerar un niños/as pero tampoco adultos/as. Su particularidad es que se
trata jurídicamente de “menores” que sin embargo tienen la fuerza y la capacidad de reproducción de un adulto. Sucede
que los adolescentes comparten con los niños el lugar de excepción en materia de derechos y las institucionales
específicas en su vinculación con la tutela del estado.

Es imposible hablar de “la adolescencia” en una sociedad cuya segmentación y fragmentación ha generado notables
diferencias en las formas de vivir y resolver la cotidianeidad, en el cuidado de los cuerpos y en el acceso a los recursos
materiales y simbólicos. Aspectos de la forma en que este estadio de la vida se transita en los sectores sociales: la
fragilidad de la vida, el desamparo de la sociedad, la violencia que implica y lo temprano que se definen funciones que,
en otros sectores sociales, son cada vez más tardíos. También se transparenta, una serie de representaciones que caen
sobre los jóvenes de los sectores sociales más pobres.

Entonces lo económico no sólo determina a quienes quedan en situación de carencia, sino que estructura la forma
misma de pensarse y pensar a los otros y a la relación con los otros. Lo económico entra básicamente afectando a los
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jóvenes de manera directa no solo en la condición de vida de amplios sectores de la población, sino también en la
construcción de esta idea de éxito que es inherente al modelo de sujeto. El riesgo de “perder” o “fracasar” está instalado
en los sectores medios en el interior del modelo de crianza familiar. En una edad en que el ensayo y error son
indispensables en la construcción del presente y el futuro, el error aparece como la posible caída a un precipicio del que
no se vuelve. A la vez, la lógica de mercado avanza sobre los adolescentes instituyéndolos como consumidores,
proponiendo modelos de cuerpo, de placer centrado en los objetos, de satisfacción rápida e inmediata.
Permanentemente se busca la captura de su deseo y su identidad en imágenes de cuerpos y consumos específicos en el
logro de ese “ser”. La contracara de esto es la permanente consideración de la juventud como riesgo y en riesgo.

Sumemos que las formas institucionales están en transformación rapidísima, en crisis y reacomodación. La complejidad
de las formas societales hace que toda modificación aparentemente parcial tenga efectos inesperados sobre aspectos
que no estaban contenidos en sus objetivos.. Todas las transformaciones institucionales tienen dos facetas: una de
cambio y una de fragilización y degradación. La adolescencia en sí, como grupo diferenciado que se reconoce por signos
culturales se constituye también en ese período. Se dice adolescencia y se remite directamente a encasillamientos
patológicos, una fasceta más de la medicalización y psicopatologización de la vida.

A los profesionales que trabajamos en salud/salud mental nos cuesta reconocerlos como sujetos y no recurrir a
herramientas etiquetantes o al horror ante las crisis. Con frecuencia pretendemos solucionar con medicamentos o
formas terapéuticas estandarizadas problemas de compleja configuración, o problemas que no lo son para ellos sino
para nuestra mirada. Mientras tanto, los jóvenes, a veces hacen estallar las representaciones o ponen en escena lo que
la sociedad invisibiliza. Nos exasperan y desafían nuestra comprensión. Debemos poder adentrarnos en sus formas
actuales de padecimiento subjetivo para pensar cómo encararlas incluyéndolos como actores de los programas y
procesos que los tienen como destinatarios.

En todos los casos se trata de promover vínculos en que el otro sea reconocido como persona, en los que haya una
instancia tercera normativa regulando las relaciones y permitiendo la palabra. Ellos y los padres, educadores y adultos en
general están, estamos, fuertemente determinados por la tendencia a objetivar y se trata antagonizar con ella
generando espacios de intersubjetividad. En algún texto anterior he afirmado que los niños y los adolescentes son
analizadores privilegiados de las instituciones. Sus actos develan y ponen en el discurso social aspectos naturalizados o
invisibilizados. Al entrar una generación nueva en escena entra necesariamente una nueva mirada sobre los hechos
cotidianos y suceden actos que iluminan de otra manera los instituidos sociales.

Todo nuestro esfuerzo en salud mental debe estar dirigido a favorecer su pase de analizadores a actores. No debemos
tratar de adaptarlos a modelos preconcebidos, sino facilitar los dispositivos para que construyan sus modelos. No se
trata de atenderlos, educarlos o curarlos, sino de trabajar conjuntamente con ellos en esos procesos. Esto se favorece a
través de formas institucionales que se sostengan en la lógica de la garantía de derechos. Se trata de trabajar
conjuntamente para que no sea la sociedad la que habla de ellos sino que ellos hablen en y a la sociedad. Para terminar
quisiera sostener que la adolescencia es un derecho. En una época en que la vida se ha prolongado potencialmente
tanto, se torna indispensable preservar este período que se caracteriza por la búsqueda, el ensayo y el aprendizaje por
error.

“Subjetividades de la época y prácticas en salud mental”

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La problemática traída por los usuarios tanto como las vicisitudes institucionales del sector y las variaciones en los
principios y formas organizativas del sistema de salud constituyen un escenario donde lo genérico, lo particular y lo
singular se articulan en cada discurso y en cada acción.

Hemos mantenido una línea que intenta articular dimensiones macro, meso y microsociales de análisis, tratando
metódicamente de rastrear las tranformaciones en lo económico, lo institucional y la vida cotidiana como vía de
comprensión de la producción subjetiva. Estas transformaciones son vistas como simultáneas e interactuantes. También
nos enfrentamos a la dificultad de analizar procesos, movimientos permanentes y, por ende, de diagnosticar tendencias
más que estados. Definimos sujeto como un ser común y potente que se forma en el proceso histórico. Ser común,
porque está compuesto de las necesidades comunes de la producción y de la reproducción de la vida. Ser potente,
puesto que rompe continuamente estas necesidades para determinar innovación, para producir lo nuevo y el excedente
de vida. El sujeto es un proceso de composición y recomposición continua de deseos y actos cognoscitivos que
constituyen la potencia de la reapropiación de la vida.

Se produjo una acelerada transformación del mundo en el marco de lo que algunos denominan tercera fase en el
proceso de internacionalización de los mercados. Fase en la que se trató de imponer la lógica de mercado como
principio básico de organización de las sociedades y se subordinó la lógica productiva a la rentabilidad financiera.
Vivimos en un mundo cautivo, desarraigado y transformado por el colosal proceso económico y técnico-científico del
desarrollo del capitalismo. Si la humanidad ha de tener un futuro, no será prolongando el pasado o el presente. Si
intentamos construir el tercer milenio sobre estas bases, fracasaremos. En cada acto de salud, en cada contacto
institucional se reafirma, construye o deconstruye una concepción sobre sus actores que, a su vez, los produce. Es esta
potencialidad transformadora.

SUPUESTOS, REPRESENTACIONES Y SUJETOS: La nueva configuración afecta a unos por privación y a otros por terror. El
“nuevo país” es un escenario de inestabilidad e imprevisibilidad, donde los lugares se redefinen y las identidades se ven
cuestionadas. Hay un antagonismo central que atraviesa todas las formas institucionales: la tensión indialectizable entre
tendencia a la “objetivación” y a la “subjetivación”. La lógica de mercado tiende necesariamente a la objetivación de los
otros no sólo porque, en sus casos extremos, los transforma a ellos mismos en mercancía (tráfico de personas, compra
venta de órganos vivos, etc.) sino porque naturaliza o legitima que la optimización de la ganancia puede consumir vidas.
Esto sería así porque “lo mercantil” postularía una sociabillidad mínima centrada en el intercambio entre equivalentes y
del cual se excluiría todo significado sustancial a las acciones individuales y colectivas. Es este el modelo de subjetividad
que algunos autores denominan el “individuo posmoderno”: el individuo es esta simple apariencia, sin que sea
necesario ni conveniente postular, por detrás de tal presencia fugaz, ninguna subjetividad sustancial o identidad
constitutiva y el consumo, imposible de satisfacer pero que no reconoce más obstáculos que los que pueden imponer las
circunstancias aleatorias en que se despliega la función socializante de los mercantil.

Se trata de la relación entre subjetividad y ejercicio de la ciudadanía. Este es el polo del antagonismo que hemos llamado
tendencia a la subjetivación. También, dado que el mercado excluye grupos completos, resurgen, en contraste con el
“individuo posmoderno”, fuertes identidades de tradición, religiosas o étnicas e inclusive estéticas. La sociedad actual
destruye rigurosamente los supuestos o representaciones de progreso y de seguridad, fragmenta las identidades al
tornar inestables y transitorias las inserciones en el mundo del trabajo y pulveriza cualquier fantasía de previsión de
futuro. El horizonte temido es la exclusión. La exclusión, el “fantasma” de “quedar afuera”, impregna a la sociedad.
Quizás sólo están libres de este temor los que “formaron” el grupo y los que ya definitivamente han “quedado afuera” y
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“renuncian” a él. Estos últimos buscan nuevas formas societales, nuevas representaciones de soporte de la
cotidianeidad.

La oferta de la prolongación indefinida de la vida, la eliminación de la vejez y de la enfermedad se transforman en


“mercancías” limitadas para aquellos que tienen acceso y no un logro para la especie. Para el resto, queda la búsqueda
de otros. Este proceso se ha desencadenado al aumentar las barreras de accesibilidad de los servicios estatales de salud,
o sea al modificarse la relación con el estado y la sociedad.

Hay resistencia en la capacidad de rescatar la felicidad en los vínculos humanos aún en situaciones de carencia. Hay
resistencia en todas las nuevas formas de solidaridad que se despliegan a contrapelo de las tendencias hegemónicas,
tanto en las manifestaciones inorgánicas del descontento como en las grietas donde los que quedan afuera se organizan
para que su palabra sea socialmente escuchada. En esta tensión entre fragmentación y reagrupamiento, disolución y
reconstitución de identidades colectivas, síntomas que adquieren una dimensión social ante la lectura epidemiológica y
multiplicidad de discursos, se desenvuelven nuestras prácticas actuales.

No se puede hablar de “una” subjetividad actual y que ya no es posible reducir las formas de padecimiento subjetivo al
registro conceptual psicopatológico. No obstante la tendencia a la objetivación se manifiesta de múltiples maneras en el
campo de las prácticas en salud mental. La más evidente es el resurgimiento del biologismo. El increíble avance de las
neurociencias, de la psicofarmacología y de la genética es transformado en una ideología objetivante que reduciría los
padecimientos a disfunciones orgánicas individuales. Pero también esta tendencia actúa, de manera menos evidente, en
prácticas que objetivan al descontextuar y negar la historicidad de las narrativas singulares, reduciendo los sujetos a
estructuras abstractas intemporales. Estas representaciones operan en los agentes a partir de su ubicación en las
instituciones.

Es imposible trabajar en la linea de la subjetivación sin revisar y actuar sobre las condiciones de objetivación que recaen
sobre uno mismo. Dicho de otra manera se impone un primer paso que es reconocer cual es nuestra ubicación como
actores. Una aproximación reflexiva implica reconocerse en la posición que se ocupa en un determinado campo,
posición que no es neutral, no es externa y no deja de producir efectos.

En los primeros niveles de atención es donde se están produciendo ,por momentos, las acciones más innovadoras, los
más notables destellos de creatividad. Falta que estas acciones sistematicen los saberes que producen y encuentren las
vías para sostenerse en condiciones de extrema adversidad. Es en ese nivel de la asistencia donde la complejidad de la
problemática difícilmente resiste ser fragmentada disciplinariamente y donde los actores difícilmente pueden negar su
calidad de tales.

Cuando la realidad aparece supuestamente como comprensible y previsible, los sujetos vuelcan sobre si mismos la
reflexión sobre su padecimiento. Cuando la realidad y los otros requieren del máximo de atención para garantizar la
sobrevivencia, el malestar subjetivo sólo suscita la necesidad de eliminarlo o deshecharlo para concentrarse en el afuera
amenazador, limitando las posibilidades de elaboración. Hay una fase ineludible del proceso de resignificación y
religamiento que pasa por el diálogo, la concreción de estrategias colectivas y la construcción de discursos alternativos,
esta fase sólo es posible en el lazo social. Trabajar como operadores de esos procesos, hacerlo interdisciplinariamente e
inclusive incorporando saberes no disciplinarios se impone como una de las estrategias actuales en el campo de la salud
mental.

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“Importancia de la articulación interdisciplinaria para el desarrollo de metodologías
transdisciplinarias”
Resulta alarmante ver la aprehensión superficial de ciertos conceptos y su rápida inclusión en un discurso
aparentemente "nuevo", sin que se articule con una práctica concomitante, coherente, de verdadera transformación.

La aproximación interdisciplinaria surge ante la demanda social, ante las situaciones de problemas cada vez más
complejos y por la evolución interna de las ciencias. Esta orientación interdisciplinaria puede favorecer la integración y
producción de conocimientos. Nuestra propuesta es: partir de los problemas, no de las disciplinas dadas. Desde esta
perspectiva, la colaboración interdisciplinaria es básica a través de la convergencia de problemas. Consideramos que "los
problemas" no tienen fronteras disciplinarias y que los límites de cada disciplina no están fijos y determinados para
siempre. La interdisciplinareidad deja de ser un lujo o un producto ocasional para convertirse en la condición misma del
progreso. La orientación interdisciplinaria surge de una concepción constructivista de la realidad, siendo ésta
considerada como una totalidad estructurada pero a la vez estructurante. Desde esta visión, la interdisciplina reconoce
que la realidad no es algo obvio, unívoco y simple que se puede comprender fácilmente, sino que es contradictoria. En
este sentido la interdisciplina se basa en la complejidad y unidad de la realidad, por un lado, y en la división del trabajo
científico necesario para la evolución de la ciencia, por otro.

La interdisciplinareidad incluye intercambios disciplinarios que producen enriquecimiento mutuo y transformación. Estos
intercambios disciplinarios implican además interacción, cooperación y circularidad entre las distintas disciplinas a través
de la reciprocidad entre esas áreas, con intercambio de instrumentos, métodos, técnicas, etc. Esta propuesta de
aproximación interdisciplinaria requiere que se lleve a cabo desde la especificidad de cada disciplina, con el criterio de
división del trabajo anteriormente mencionado. En este sentido deben estructurarse coordinadamente la pluralidad de
dimensiones implicadas en la unidad de la situación problema.

La interdisciplina sólo puede implementarse cuando los que la realizan son expertos en su propia disciplina. Lo
fundamental es mantener la identidad y especificidad disciplinaria; sólo entonces se podrán establecer enlaces y
relaciones.

En la articulación interdisciplinaria cada disciplina es importante en su función, en su individualidad. Cuando cada


disciplina está nítidamente identificada y estructurada, podemos recién orientamos a la interdisciplina. El principio de la
articulación disciplinaria se basa en las correspondencias estructurales, en las intersecciones y en los vínculos
interdisciplinarios . La integración no se realiza exclusivamente a nivel de las disciplinas, sino a través de los miembros
del equipo de trabajo, que en grupos heterogéneos aportan prácticas convergentes. Es por ello que la cooperación
orgánica entre los miembros del equipo es básica. Existen además otros prerrequisitos complementarios para que la
interdisciplina sea tal. Estos en líneas generales son:

1) Trabajo en equipo: formación de actitudes cooperativas en el grupo. 2. Intencionalidad: que la relación entre las
disciplinas sea provocada. El encuentro fortuito entre disciplinas no es interdisciplina. 3. Flexibilidad: que exista apertura
en cuanto a búsqueda de modelos, métodos de trabajo, técnicas; sin actitudes dogmáticas, con reconocimiento de
divergencias y disponibilidad para el diálogo. 4. Cooperación recurrente: que haya continuidad en la cooperación entre
las disciplinas para lograr cohesión del equipo. Una cooperación ocasional no es interdisciplina 5. Reciprocidad: está
dada por la interacción entre las disciplinas.

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Con estos requisitos básicos asegurados nos ubicamos en el nivel máximo de las relaciones interdiciplinarias, que es el
de la integración sistémica. En este nivel de articulación interdisciplinaria, cada disciplina es importante en su función, en
su individualidad. El sistema funciona si cada disciplina desempeña su función individualmente pero no
independientemente. Esta integración sistémica nos lleva a la orientación transdisciplinaria.

La transdisciplinareidad es una aproximación metodológica que compatibiliza la unidad y diversidad de la ciencia. (Ver
cuadro)
La transdiciplinareidad supone un sistema total que integra las distintas disciplinas a través de un marco conceptual
común. La aproximación transdisciplinaria situaría estas conexiones en el interior de un sistema total sin fronteras
estables entre las disciplinas. Esto nos brinda un intento de explicación científica totalizadora de la realidad. Estas partes
interactuantes funcionan de manera individual y, a la vez conjunta, en base a un principio de organización. Pero el
sistema no evoluciona de manera continua sino a grandes saltos.El estructuralismo constructivista es una concepción de
evolución de sistemas. Lo fundamental en el sistema es la estructura. Las estructuras como el conjunto de relaciones
dentro de un sistema organizado que se mantiene en condiciones estacionarias mediante procesos dinámicos de
regulación. El estudio de las estructuras del sistema no excluye la historicidad sino que la explica. El nudo central del
análisis de la dinámica de los sistemas es el estudio de los 'procesos.

Para concluir, queremos señalar dos grandes riesgos que percibimos en la aproximación a la tarea. Vimos al comienzo
aquellos riesgos referentes a la especialización absoluta con su consecuencia de aislamiento del desarrollo científico del
contexto social. Pero podemos caer en un segundo riesgo que es el de la generalización excesiva y la falta de
profundidad. Pensamos que este segundo riesgo puede evitarse con la integración activa del equipo interdisciplinario de
trabajo desde el inicio. Este consenso no es de naturaleza estática ya que puede haber muchas discusiones entre
investigadores que realizan experimentos sobre un mismo problema, pero lo común es la actitud de verificación. De esta
manera conjunta se procurará conciliar unidad-diversidad y especialidad-universalidad a través de las interrelaciones de
diferenciación e integración de las disciplinas, como así también a través de las discusiones divergencias, críticas y
consensos del equipo de trabajo. Lo fundamental, entonces, será salir del aislacionismo aún vigente y abocarnos al
trabajo en equipo, sin "saberes absolutos", sino en la búsqueda constante de modelos teóricos que permitan resolver los
problemas que la realidad plantea.

“Interdisciplina y salud mental”-Stolkiner

La existencia de un movimiento o tendencia que iba de la ciencia poseedora de un objeto y un método, a los campos
conceptuales articulados en prácticas sociales alrededor de situaciones problemáticas. Es de este movimiento de lo que
hablamos cuando hablamos de interdisciplina. En su base está la transformación de las formas de representar el
pensamiento científico y su relación con las prácticas. En ese mismo contexto se produjeron simultáneamente cambios
en las formas de representarse la salud y la enfermedad, lo “mental” y el bordaje de sus patologías. Para esa época (80),
definía la salud mental como un campo de prácticas sociales y señalaba la necesidad de comprender la historicidad de la
configuración del mismo, que no era reducible al de la psiquiatría y su nacimiento político, analizado por Foucault.
También decía que la existencia de este campo tenía un núcleo duro que lo justificaba: el fenómeno de las instituciones
asilares manicomiales y la objetivación desubjetivante del paciente. La definición compleja del proceso de
salud/enfermedad/ atención mostraba la imposibilidad de diferenciar enfermedades “mentales” de biológicas” y la
indeclinable necesidad de incorporar la dimensión social en su análisis. A partir de ello, era posible afirmar que el éxito

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del campo de la salud mental sería su extinción para quedar incorporado en prácticas integrales de salud. Por esa causa
he afirmado, en más de una oportunidad, que la función del psicólogo en las prácticas en salud no es ocuparse de los
problemas o patologías “mentales”, sino de la dimensión subjetiva del proceso de salud- enfermedad-atención.

Debo recordar que, pese a no ser novedosa, la propuesta de la interdisciplina encontraba resistencias notables en los
profesionales de nuestro campo. Durante el retorno a las formas democráticas de gobierno la entrada del discurso de la
Atención Primaria de la Salud impulsaba a trabajar desde una lógica no medicalizante y a incorporar actores no
convencionales en las prácticas. Valga como ejemplo de esto las temáticas abordadas en las Jornadas de Atención
Primaria de la Salud organizadas por la CONAMER en ese período. En estas circunstancias, se reabría el abordaje de las
problemáticas de padecimiento subjetivo desde una definición de problema multidimensional que llevaba a estrategias
no reductibles al exclusivo enfoque terapéutico y/o psicofarmacológico individual.

Mientras el abordaje interdisciplinario requiere de un contexto donde la tendencia sea a la integración, la década del 90
se caracterizó básicamente por la desagregación y fragmentación institucional. La interdisciplina requiere de un trabajo
sostenido y constante. Se requiere de una actitud de “cooperación recurrente”. Si la lógica hegemónica es de
competencia individual o de competencia de mercado entre profesiones y corporaciones, las condiciones de desarrollo
del accionar interdisciplinario encuentran obstáculos importantes. También lo encuentran si el trabajo sostenido en
equipo se enfrenta a condiciones de empleo inestables de sus miembros o a exigencias de rendimiento individualmente
evaluadas. Es necesario recordar que el trabajo interdisciplinario es un trabajo grupal. La articulación entre imaginario
social e imaginario grupal y la dimensión institucional en que se plantea la actividad son productoras de la misma,
trabajan en ella.

La “mercantilización” del sistema de salud y la inclusión de la lógica y los principios de la economía neoclásica en el
campo sanitario, motorizó formas de cuantificación de la productividad de los agentes del sistema que generalmente no
se compadecían con el objetivo de la práctica y puso en el centro de la escena la evaluación de costo efectividad. La
resistencia “teórica” de los profesionales del campo de la salud mental ante lo interdisciplinario había cedido, para ser
reemplazada por una mayor aceptación en el discurso, acompañada de una baja capacidad de concretarlo en hechos.
Simultáneamente la profundización de las brechas de inequidad, la pauperización y el incremento del desempleo
impactaban en los servicios de salud incrementando y complejizando la demanda. La necesidad de actuar
mancomunadamente se imponía por los hechos y resultaba particularmente evidente en el primer nivel de atención. El
aumento de las barreras de acceso a los servicios tensionaba particularmente el primer nivel y deterioraba sus vínculos.
Si bien durante ese período, se careció de una política nacional de salud mental, algunas provincias desarrollaron
propuestas alternativas al modelo asilar que indefectiblemente requerían de enfoques interdisciplinarios. También hubo
servicios y experiencias puntuales que lograban articulaciones exitosas. Pero el contexto general no era favorable al
desarrollo de prácticas de equipo en el área, más allá de la existencia de un discurso que las promovía. La crisis del 2001
fue el corolario de ese proceso y conjugó el deterioro de las condiciones de vida de más de la mitad de la población, con
una fuerte aparición de nuevos actores y formas de participación social ante la emergencia. La modificación del
escenario se acompaña de nuevas representaciones y nuevos actores. En ese punto estamos ahora. Las políticas en salud
vigentes incluyen una mayor direccionalidad del estado y el retorno del discurso de la Atención Primaria de la Salud. En
relación a la salud mental se remoza el propósito de buscar formas de asistencia y promoción en comunidad, se vuelve
sobre los postulados de la atención en equipos. En el contexto macro de la mundialización existe, en relación a salud
mental, un tensionamiento de antagonismos. En un extremo se renueva un biologismo duro que tiende a encontrar en

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lo genético y lo orgánico la raíz de todo padecimiento subjetivo como causa fundamental, se trata de un reduccionismo
extremo al servicio de invisibilizar las determinantes subjetivas y sociales. Por esta vía la atención se centra en la
terapéutica individual y la prescripción psicofarmacológica. Por otro lado desde lo teórico y desde las prácticas
cotidianas se torna insostenible pensar en una comprensión y un abordaje unidimensional de los problemas. El primer
polo del antagonismo representa claramente actores poderosos que van desde la industria farmacológica hasta
corporaciones profesionales. El segundo probablemente se liga a la inorgánica resistencia de lo social y se manifiesta
también en algunas propuestas de reforma de los sistemas enunciadas por organismos internacionales.

Hablar de interdisciplina significa situarse necesariamente en un paradigma pos positivista. Reconocer una contraseña
que agrupa a quienes adhieren a una epistemología que no homologa el objeto del conocimiento al objeto real, que
reconoce la historicidad y por lo tanto la relatividad de la construcción de los saberes disciplinarios, que no supone
relaciones lineales de causalidad y que antepone la comprensión de la complejidad a la búsqueda de las partículas
aisladas. La interdisciplinareidad es un posicionamiento. Ese posicionamiento obliga básicamente a reconocer la
incompletud de las herramientas de cada disciplina. La actividad interdisciplinaria se inscribe en la acción cooperativa de
los sujetos, requiere de ello. También podemos decir que hay puntos de confluencia entre el enfoque interdisciplinario y
las estrategias cualitativas de investigación. El central está en la relación sujeto-objeto de conocimiento. Reconocer que
no existe un constructo teórico sin sujeto implica una relativización del concepto de objetividad que incluye dentro de la
producción misma de conocimientos la dimensión ética y política de los mismos.

Los espacios posibles de articulación interdisciplinaria: en el debate actual sobre lo interdisciplinario, se superponen con
una cierta yuxtaposición dos tipos de prácticas: la de la investigación interdisciplinaria y la de la configuración de equipos
interdisciplinarios asistenciales. Esta yuxtaposición es esperable dado que la diferencia es de énfasis en cuanto al
producto. En el caso de la investigación el énfasis es la producción de conocimientos. En el caso de los equipos
asistenciales el énfasis está en la acción. Nadie, no obstante, podría separar de manera absoluta la investigación de su
efecto en las prácticas y nadie podría suponer que el desarrollo de acciones no produzca, o deba producir,
simultánemente conocimientos. De esta afirmación se deduce que los espacios de la práctica interdisciplinaria en salud
mental son el ámbito académico e investigativo, y el de las diversas acciones, programas e instituciones de salud. En el
primer punto de esta exposición me he detenido en los obstáculos que las formas institucionales del sector salud suelen
constituir para el abordaje por problemas y en las posibilidades que abre la profundización de estrategias de atención de
Atención primaria de la Salud comprendida como reordenamiento de los postulados del sector no como puerta de
entrada.
Las instituciones universitarias: en ellas la investigación interdisciplinaria comienza a construir espacios a contrapelo de
una tendencia académica que pugna por fortalecer compartimentos y superespecializaciones como sostén de la pugna
de poder de sus agentes. La investigación interdisciplinaria requiere de un particular esfuerzo metódico de articulación:
entre cuerpos teóricos, entre niveles de análisis y entre dimensiones temporales, e incorpora actores no convencionales
al proceso de investigación. El otro espacio de prácticas interdisciplinarias es el de equipos y programas de salud/salud
mental.

Interdisciplina o Interpráctica Profesional: los contextos institucionales en que se desenvuelven no son académicos y
pregnan fuertemente sus prácticas. Para contemplar problemas y requerimientos específicos preferiría diferenciar los
equipos que se insertan en Servicios Hospitalarios de aquellos que se desenvuelven en prácticas comunitarias. En estos
últimos es cada vez más frecuente que algunos de sus miembros no sean profesionales o no representen una disciplina

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científica sino otro tipo de saber (saberes no-disciplinarios). La primera tarea de construcción inter-saberes que desafían
estos equipos es, obviamente, la formulación del programa a desarrollar y de sus objetivos. La base de la misma es la
definición del problema y de sus actores. El marco referencial común implica acuerdos básicos ideológicos: cual es el tipo
de relación que se intenta construir entre equipo asistencial y “beneficiarios” del mismo. Los márgenes de autonomía
del equipo en sus definiciones, dependerán del marco institucional y de los planes en los que se inscribe, además de las
complicadas tramas burocráticas en las que suelen encontrarse atrapados. Al estar demasiado cerca de las demandas y
necesidades sociales, y demasiado lejos de los ámbitos destinados a la reflexión; la temporalidad de estos equipos suele
carecer de dispositivos específicos en los cuales conceptualizar rigurosamente sus prácticas. Estos dispositivos son los
espacios necesarios para pasar de la sustentación pragmática o intuitiva a la explicitación de los distintos saberes en
interjuego, resulta indispensable que los constituyan e institucionalicen. Uno de los pasos para sistematizar los
conocimientos producidos en las prácticas es Incorporar herramientas de investigación. Buena parte del propósito de la
Investigación en Sistemas y Servicios de Salud es realizar un enlace entre los investigadores académicos y los actores del
sector salud, fructífero para ambas partes.

En el espacio hospitalario y de atención de mayor complejidad lo esperable sería pasar de la “interconsulta” a la


integración de acciones de salud mental en los servicios, con el objetivo de revertir la desobjetivación de las prácticas
tradicionales. Este proceso puede venir de la mano de la modificación posible de la institución hospitalaria desde una
agrupación de servicios por órgano a patología a una red de prestaciones por cuidados progresivos que tenga como
figura central al sujeto de la atención. Debemos reconocer que el núcleo de las prácticas interprofesionales es el
abordaje interdisciplinario. Sucede que en ellas se conjugan otros problemas: todo grupo humano pone en juego la
cuestión del poder. En los equipos de salud lo interdisciplinario se manifiesta cuando la distribución de funciones y la
importancia relativa de cada saber se define en relación al problema y no por el peso o tradición de cada profesión.
Suelen ser equipos con coordinaciones flexibles y no con jefaturas asignadas según profesión. Resulta generalmente
necesario para constituirlo un “operador de interfase” un agente que comprenda horizontalmente el lenguaje de las
distintas disciplinas en juego y opere como traductor. Uno de los beneficios del accionar interdisciplinario o
interprofesional, cuando se logra, es que la acción cooperativa reemplaza el derroche de energía puesto en juego en los
procesos de rivalidad y competencia entre pares, indirectamente podría favorecer el configurarnos como actores del
sector.

“De interdisciplinas e indisciplinas”-Stolkiner

En nuestra opinión, la interdisciplinariedad y las diversas vertientes que apuntan lo transdiciplinario son emergentes de
un momento en el cual los paradigmas positivistas de las ciencias se fisuran, pero las alternativas aparecen en forma
marginal, fragmentaria, utópica. Es cuestionar la posibilidad de la existencia de un Saber Racional preconstruido a la
acción, neutro, desprovisto de ideologías y de mitos, reverenciable, desapasionado. La ciencia se equivoca. Con esta
sencilla frase dispara al corazón de uno de los mitos en los cuales se ha sostenido nuestra cultura: el mito del Progreso
fundado en la Ciencia Positiva. Aquel que nos prometió el bienestar a cambio de aceptar mansamente que el saber es
una cuestión de especialistas, de técnicos. Creemos necesario señalar que el positivismo nos legó explícitamente una
propuesta de Sociedad en la cual se le asigna a la Ciencia el lugar de Razón de Poder. A una Ciencia positiva, que
conjuntamente con su nacimiento construyó sus objetos y delimitó sus fronteras. En ese proceso se velaron los
determinantes de sus orígenes.No se debe confundir la capacidad de producir efectos esperables con la confirmación de
la Verdad.
72
Hay disciplinas, sin embargo, que bosquejan otras posibilidades. El sujeto y el objeto de conocimiento se construyen en
la acción, sostiene el constructivismo, se llega a lo concreto por el camino de lo abstracto, interviene el materialismo
dialéctico. Nos place, a veces, hablar de pensamientos o prácticas no-positivistas, sin que esto signifique plantearse
homogeneidades inexistentes. Hay que ser capaz de cuestionar la existencia misma de las disciplinas tal cual aparecen.
Cuestionar no significa negar, se trata de no dar por natural e inmutable una categorización de las Ciencias que surgió
ante una demanda social determinada, y quizá, es inútil para otra. La interdisciplina nace, para ser exactos, de la
incontrolable indisciplina de los problemas que se nos presentan actualmente. De la dificultad de encasillarlos. Los
problemas no se presentan como objetos, sino como demandas complejas y difusas que dan lugar a prácticas sociales
inervadas de contradicciones e imbricadas con cuerpos conceptuales diversos. Por último sostenemos la necesidad de
ser indisciplinado frente a las disciplinas. Creemos que hoy sólo se puede desarrollar la ciencia (con minúscula) con una
actitud irreverente ante la Ciencia (con mayúscula). La irreverencia no es en rechazo o la negación, es simplemente el no
reverenciar.

“Interdisciplinariedad y sistemas complejos” Rolando García


Problemáticas complejas: Están involucrados el medio físico biológico, la producción, la tecnología, la organización social,
la economía. Tales situaciones se caracterizan por la confluencia de múltiples procesos cuyas interrelaciones constituyen
la estructura de un sistema que funciona como totalidad organizada, al cual llamamos sistemas complejos.
Además de la heterogeneidad de los elementos (o subsistemas) la característica determinante de un Sist. Complejo es
la interdefinibilidad y mutua dependencia de las funciones que cumplen dichos elementos dentro del Sist. Total.
Esta teoría platea que la alteración en un sector se propaga a través del conjunto de relaciones que definen la estructura
del sistema y, en situaciones críticas genera una reorganización total. Las nuevas relaciones – y la nueva estructura que
de allí emerge – implican tanto modificaciones de los elementos, como del funcionamiento del sistema total. Las
interacciones entre la totalidad y las partes las no pueden analizarse fraccionando el sistema en un conjunto de áreas
parciales que correspondan al dominio disciplinario década uno de los elementos. Allí situamos la diferencia entre
multidisciplina e interdisciplina.
La “investigación interdisciplinaria” se llama al tipo de estudio que requiere un sistema complejo.
Se define el objeto de estudio y luego el modo de estudiarlo. Ese es el punto de partida
Interdisciplinariedad: La yuxtaposición de especialistas NO es inter sino multi o pluri.
Alcances y limitaciones de nuestra propuesta:
· No toda investigación es interdisciplinaria
· La palabra “complejo”, asociada a “sistema”, tiene un significado que difiere de aquel que podemos asignarle en
expresiones como “substancia compleja” u otras de gran variedad.
· Cuando afirmamos que la investigación interdisciplinaria es el tipo de estudio requerido por un sistema complejo, esto
no excluye estudios parciales de alguno de sus elementos o de alguna de sus funciones.
· Un estudio integrado de un sistema complejo, donde esté en juego el funcionamiento de la totalidad del sistema sólo
puede ser obra de un equipo con marcos epistémicos, conceptuales y metodológicos compartidos.

Interdisciplinariedad
1º Enfoque: La búsqueda de formas de organización que hagan posible el trabajo interdisciplinario surge, como reacción
contra la excesiva especialización que prevalece en el desarrollo de la ciencia contemporánea. Tal especialización
conduce a una fragmentación de los problemas de la realidad. Se parcializa el estudio hasta perder contacto con el
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problema original, el investigador adquiere una perspectiva de los problemas que toma imposible realizar el trabajo de
síntesis necesario para interpretar una realidad compleja. Sin embargo, se trata de un problema mal formulado. No toda
investigación es interdisciplinaria, ni todo profesional necesita ocuparse de interdisciplina.
2º Enfoque: Las distintas disciplinas se han ido definiendo y han establecido fronteras arbitrarias, dejando de lado
problemas que cubren dominios de dos o más disciplinas sin pertenecer íntegramente a ninguna de ellas. Esto ha
conducido a establecer “puentes” entre las diversas disciplinas. Pero este camino por si mismo, tampoco conduce
necesariamente a la interdisciplinariedad.
3º Enfoque: Otra dora de abordar la interdisiplina ha constituido en un intento de formar “generalistas”. Se supone que e
generalista tiene una cultura uy amplia, sin ser especialista en ninguna disciplina. Se piensa que esta especialmente
dotado para abordar problemas complejos y efectuar síntesis superadoras de espacialismo estrecho. Este enfoque
presenta seri dificultades:
- Problema de cómo formar tales generalistas
- Difícilmente surgen buenos investigadores
4º Enfoque: Formación de equipos pluri-disciplinarios. No hay personas disciplinarias. La única forma de abordar tales
estudios es a través de grupos de trabj integraos por representantes de diversas disciplinas. La interdisciplinariedad solo
se da en un equipo, y un trabajo interdisciplinario es siempre el resultado de un quipo pluridisciplinario. Insuficiencia: No
produce la interdisciplinariedad, que es una forma de trabajo, un cierto tipo de actividad. Los grupos multi- disciplinarios
no hay producido nada mas que conjuntos de trabajos…especializados.
No negamos que el trabajo interdisciplinario requiera un equipo de trabajo constituido por especialistas de diverso
origen. Esta es una condición necesaria, pero no suficiente.

Reformulación: No se trata de encontrar respuestas mas adecuadas a preguntas bien formuladas, sino que debemos
poner en tela de juicio las preguntas mismas que han servido para definir los alcances del problema. La reformulación de
las preguntas, en la propuesta que aquí se presentará, no tomara como punto de partida las interrelaciones entre
disciplinas, sino el análisis de las interrelaciones que se dan en un sistema complejo entre los procesos que determinan
su funcionamiento. La inter-disiplinariedad surgirá como un subproducto de dicho análisis.

Característica del estudio de un sistema complejo:


La metodología de trabajo interdisciplinario responde a la necesidad de lograr una síntesis integradora de los elementos
de análisis provenientes de tres fuentes:
Objeto de estudio: sistema complejo. Punto de partida, reconocer que hay problemáticas complejas determinadas por la
confluencia de múltiples factores que interactúan y no son aislables y no pueden explicarse sumando enfoques parciales.
El carácter de complejo esta dado por las interrelaciones entre los componentes cuyas funciones dentro del sistema no
son independientes. . El Conj. de relaciones constituye la estructura, que da al sistema la forma de organización que la
hace funcionar como una totalidad. Sistemas: dos caract fundamentales:
1. Propiedades del sistema: la vulnerabilidad, y las condiciones de estabilidad son propiedades estructurales del sistema
en su conjunto.
2. Evolución del sistema: responde a una dinámica que difiere de las dinámicas propias de sus componentes.
Marco conceptual: desde el cual se aborda el objeto de estudio, bagaje teórico desde cuya perspectiva los investigadores
identifican, seleccionan y organizan los datos de la realidad que se proponen estudiar. La interdisciplinariedad comienza

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desde la formulación de los problemas, antes de los estudios disciplinarios, se prolonga un largo proceso y acompaña a
los propios estudios disciplinarios hasta el término mismo de la investigación.
Estudios disciplinarios: corresponde a aspectos o “recortes” de esa realidad compleja, visualizados desde una disciplina
especifica. El problema no reside en que e fragmente la realidad, sino en la manera de hacerlo. La posición que
adoptamos conduce a una concepción unificada, no reduccionista, de la investigación científica compatible con la
pluralidad de las ciencias, metodología de trabajo interdisciplinario. La “construcción” del sistema e la construcción de
sucesivos modelos que representen la realidad que se quiere estudiar.

El objetivo es llegar a una interpretación sistémica de la problemática original que presenta el objeto de estudio. A partir
de allí, será posible lograr u diagnóstico integrado, que provea las bases para proponer acciones concretas y políticas
generales alternativas que permitan influir sobre la evolución del sistema. Un sistema esta caracterizado por su
estructura, estará definido solamente cuando e haya identificado un numero suficiente de relacione entre cierto
conjunto de elementos, que permitan vincularlos con referencia al funcionamiento del conjunto como totalidad.

Metodologías en el estudio del sistema complejo: Objetivos de estudio: obtener un diagnostico del funcionamiento del
sistema, y poder actuar sobre el sistema, detener la enfermedad y curar al paciente en el caso de la medicina por
ejemplo.
Diagnostico: Los sistemas complejos se comportan como totalidades compuestas de subsistemas. Funcionamiento del
sistema llamamos a las actividades del sistema como un todo y función a la contribución de cada elemento al
funcionamiento del sistema.
La interdisciplinariedad comienza desde la formulación misma de los problemas. Es un proceso y no un acto
En el proceso hay fases de integración y diferenciación.

Hipótesis de trabajo con la cual se inicia una investigación sistémica: Dado un conjunto de preguntas referentes a
situaciones complejas del sector de la realidad que se objeto de estudio puede definirse en sistema, en términos de
ciertos elementos e interacciones entre ellos, cuya estructura sea la que corresponda al tipo de funcionamiento que se
desea explicar y que responda a las preguntas iniciales.
Las relaciones que determinan la estructura del sistema deben plantearse desde el inicio y se continúan elaborando y
replanteando a través de toda la investigación. Insistimos en concebir la investigación interdisciplinaria como un proceso
que debería incluir “fases”:
1) Reconocimiento general de los problemas que se procura interpretar y para os cuales se intenta encontrar solución.
Formación de las preguntas de base.
2) Análisis de estudios anteriores realizados sobre aspectos diversos de dicha problemática
3) Identificación de elementos y relaciones para caracterizar un sistema que involucre la problemática referida en 1 y 2.
4) Planteo de hipótesis de trabajo que permitirían explicar el comportamiento del sistema.
5) Identificación de la problemática a investigar en cada subsistema para verificar o refutar las hipótesis sobre sus
funciones dentro del sistema. Planificación de trabajos sobre temas especializados que requieren estudios en
profundidad.
6) Investigaciones disciplinarias de los problemas referidos en 5. en el contexto de las relaciones entre los dominios, de
los subsistemas establecidas en el punto 3.

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7) Primera integración de los resultados obtenidos en 6, lo cual conduce a redefinir el sistema formulado en 3, e incluso
a reformular las preguntas iniciales.
8) Repetición de las fases 5 y 6, en relación con a nueva definición del sistema
9) Segunda integración de resultados y nueva redefinición del sistema
10) Repetición sucesiva de las fases 8 y 9, hasta llegar a una explicación coherente que dé cuenta de todos los hechos
observados y responda a las preguntas que han ido surgiendo en el proceso descripto.

6, 8, 10: FASES DE DIFENCIACION. Predomina la investigación disciplinaria


7 9: FASES DE INGEGRACION. Es necesario que los miembros dl equipo engan la capacidad de descentración necesaria
para comprender y apreciar los problema planteados a su propio dominio desde los otros dominios, y percibir aquellos
problemas de su dominio que se prolongan en los otros, y formularlos adecuadamente a quienes e especializan en estos
últimos.

Tesis central: Los objetivos de una investigación interdisciplinaria se logran a través del juego dialéctico en las fases de
diferenciación e integración que tienen lugar en el proceso que conduce a la definición y estudio de un sistema complejo.
Marco epistémico: Preguntas que se plantea el investigador frente a lo que se propone estudiar. Representa cierta
concepción del mundo. Es a partir de un análisis epistemológico que es posible poner al descubierto las raíces
ideológicas de teorías científicas que se presentan como “conocimiento objetivo” de la realidad. En el estudio
interdisciplinario, la articulación entre las disciplinas comienza en el mismo punto de partida de la investigación, a través
de un marco epistémico común. Gracias a ello puede lograrse un estudio sistémico que conduce a un diagnostico
integrado y a una formulación compartida de políticas alternativas.
El marco epistémico esta orientado por una normatividad extradisiplinaria de contenido social. La aplicación de una
norma es un hecho que es un objeto legítimo de análisis como cualquier otro hecho económico o social.
Así como el inter” del trabajo interdisciplinario lo hemos situado en los procesos del sistema a estudiar, el “inter” de la
articulación interdisciplinaria lo situado en el marco epistémico que guía la formulación inicial de los problemas.
Un sistema complejo funciona como una totalidad. Los procesos que allí tienen lugar están determinados por la
interacción de elementos o subsistemas que pertenecen a dominios disciplinarios diversos y cuya contribución a cada
proceso no es enteramente separable de las tras contribuciones. Esta consideración adquiere fundamental importancia
cuando se estudia la evolución del sistema como tal, por cuanto la dinámica de la totalidad no es deducible de la
dinámica de los elementos considerados aisladamente. Es necesario considerar varios niveles de acción en la formación
de profesionales e investigadores en el campo de la problemática ambiental:
Nivel epistémico: Condiciona el marco ideológico dentro del cual se inscribe a “racionalidad ambiental”. La discusión de
esta temática debe formar parte de la formación de profesionales e investigadores, en todos os niveles y todas las
disciplinas involucradas en las temáticas que hemos considerado.
Nivel disciplinario: en donde se inscriben los análisis.
Nivel sistémico: Estudio y practica de la investigación de sistemas complejos. Debería formar parte de programas de
postgrado desarrollados sobre la base de proyectos concretos de investigación interdisciplinaria.

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