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A C A N T I L A D O

Pero Vaz de Caminha


Carta del descubrirme
de Brasil Wm
T R A D U C C IO N Y P R O L O G O DE ISABEL SOLER
El escribano Pero Vaz de Caminha,
nacido probablemente en Oporto a
mediados del siglo x v , murió en
combate en la indostánica ciudad
de Calicut en el año 15 0 0 . Formaba
parte de la segunda armada, una
gran expedición compuesta por tre­
ce naves y al mando de Pedro Alva­
res Cabral que el rey D. Manuel I de
Portugal mandó a la India tras el re­
greso de Vasco de Gama en 14 9 9 .
De formación humanística y con
cargos relevantes en la administra­
ción del Estado, se dirigía a Orien­
te; sin embargo, la contribución
de Caminha a la historia del viaje
oceánico renacentista no tiene tanto
que ver con Oriente, sino con Amé­
rica, ya que fue durante aquella tra­
vesía atlántica que las naves portu­
guesas descubrieron la brasileña
Terra da Vera Cruz. Cumpliendo sus
funciones notariales, el escribano
Caminha envió una larga carta al
rey D. Manuel en la que describía
con detalle el fascinante hallazgo.
PERO VAZ DE CAM1NHA

CARTA DEL
DESCUBRIMIENTO
DE B R A S I L
TRADUCCIÓN DHL P O R T U G U É S
Y P R Ó L O G O DI : I S A B U I . S OI . MR

11 A R (' D L O N A 2 0 0 8 A C A \ I I 1. A I) O
Carta de Pero Vaz de CMiniaba
rít u lo o r ig in a i.
a El-ReiD. Manuel sobre o achamcnlo do Brasil

Publicado por: C O N T E N ID O
A C A N T I L A O O

Quaderns Crema, S.A .U .

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© de la traducción y del prólogo, 2009 by Isabel Soler Quintana


9
© de la imagen de cu b ie rta , Musco Grao Vasco, Instituto
dos Musetas e da Conservado, I. P., photo by José Pcssoa
Bibliografía
© de esta edición, 2009 by Quaderns Crema, S.A.U. 82

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D E S C U B R IM IE N T O
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DEPÓSITO L E G A L : II, 2 . 0 2 6 - 2 0 0 9 89
En la cubierta, AJomgao dos Magos, de Vasco Fernandos

AUtiiAUEVi o k e ( jr á / ic a
Q 1 a o i-: K n s c R E M A Composición
R o m A N Y X - v A L i, s Impresión y encuadernación

p r im e r a e d ic ió n diciembre de 200S
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PRÓLOGO
Cuenta el erasmista Damiáo de Góis que en 1 513
y junto al Tajo lisboeta pudo admirar la peri­
cia de un grupo de indios brasileños que dispa­
raban flechas con sus arcos, «sin errar ningún
tiro», a unos pedazos de corteza que flotaban en
el río. Observador, como suele ser en sus cróni­
cas, añade que «los arcos son de palo brasil y las
flechas de cañas emplumadas y hueso de pesca­
do, tan fuertes que atraviesan con ellas una ta­
bla». Y lo más interesante es que los acompa­
ñaba «un hombre portugués que conocía su len­
gua, a través del cual el Rey hizo preguntar algu­
nas cosas».1 Por aquellas fechas Damiáo de Góis
era muy joven, apenas tenía once años, pero no
olvidaría la ciudad de su infancia, deslumbrante
de contenidos del mundo; la Lisboa del rey Ma-

«Dalgumas particularidades da terra de Santa Cruz,


e costumes da gente déla», en Damiáo de Góis, Crónica
do Relícíssinio Reí D. Manuel, Coimbra, Universidade de
Coimbra, 1949-1955, parte I. cap. LVI, pp. 131-132.

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nuel I de Portugal.12Su polémico relato sobre el Damiáo de Góis será muy preciso en su des­
reinado manuelino, Crónica do Felicíssim o R e i cripción del rinoceronte, tanto como Durero al
D. M a n u el , escrito cuando ya se hallaba afinca­ inmortalizarlo en su famosa xilografía, sin duda
do en su casa de la Costa do Gástelo tras décadas porque la ocasión lo merece, dada la espectacu-
de viajes por Europa como embajador de Portu­ laridad del evento y la rareza de los animales;
gal, no se imprimiría hasta 1567, y constituiría pero esa lucha que el rey Manuel quiso ver, y de
uno de los motivos de su largo encarcelamiento la que con facilidad salió victorioso el rinoceron­
en las mazmorras del Santo Oficio, y de su juicio te, también es el mejor ejemplo, junto al alarde
y posterior condena a cadena perpetua. Pero el de los indios brasileños con sus arcos y sus fle­
muchacho de principios de siglo fija en su me­ chas, de la condensada amalgama de realidades
moria las habilidades de los indios, igual que re­ del mundo que era ya la ciudad de Lisboa en ese
cordará (y posteriormente recogerá en su cróni­ inicio de la década, y que seguiría siendo duran­
ca) la exótica lucha, dos años después de aquella te el siglo entero.
exhibición de la destreza indígena, del famoso Gracias a la curiosidad de Góis sabemos que
rinoceronte del sultán gujarati, Muzafar II, y el en 1513 hay tupís-guaraníes o tupiniquines en Lis­
gran elefante del zoológico particular del rey." boa. incluso se deduce de sus palabras que ya ha
habido suficiente relación con los indígenas bra­
1 La describirá con orgullo en su Urbis Olisiponis
sileños en ese inicio de década como para que al­
Descriptio (Évora, Andrés de Burgos, 1554; Describan da
Cidade de Lisboa, ed. y trad. dejóse da Felicidade Al ves,
gunos portugueses sean capaces de comunicarse
Lisboa, Livros Horizonte, 1988), un librito que entrega­ con ellos en lengua tupí. De hecho, trece años
ba a sus invitados extranjeros para que se orientaran por después de haberse anunciado oficialmente su
la ciudad y no olvidasen visitar ninguno de sus lugares de descubrimiento, se encuentra en la ciudad por-
interés.
2 «De como el-rei quis ver por experiencia o que os
escritores antigos escrevem do odio natural que há entre ro cerrado, e o que cada urna delas fez», en Damiào de
os elefantes e os rinocerotas, para o que mandou em Lis­ Góis, Crònica do Felicissimo ReiD Manuel, parte IV, cap.
boa meter estas duas espantosas alimárias em um terrei- X VIII, pp. 49-55.

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tuguesa todo aquello que en un primer momento los muelles portugueses cinco mil troncos de
parece que puede ofrecer esa Terra da Vera Cruz palo brasil, además de algunos esclavos, nume­
que se ubica al otro lado del Atlántico: palo bra­ rosos papagayos y muchos monos. El tinte brasi­
sil, pájaros exóticos e indios con sus arcos y fle­ leño se comercializaba en toda Europa desde el
chas. Por esa época, el italiano Leonardo de Cha mercado lisboeta: y era tan apreciado que no
Masser— al servicio de la Signoria de Venecia y sorprende que, en 1512, en el mapa del cartógra­
acusado por la Corona portuguesa de espiona­ fo Jerónimo Marini, quedase fijado el nombre
je— 'ya ha escrito en su Rellazione que todos los definitivo de aquella nueva tierra de donde pro­
años el cristiano nuevo FernSo de Noronha trae cedía el preciado tinte: Brasil; del mismo modo
a Portugal veinte mil quintales de «brasil» y que que América había sido bautizada como tal en el
el rey le ha concedido el monopolio del produc­ planisferio que ilustraba la Cosmographia de Pto-
to durante diez años. Era éste un procedimiento lomeo publicada por el informado editor y geó­
común: la Corona concedía la explotación de grafo Martin Waldseemüller en 150 7.’
productos a particulares a cambio de la explora­ Como se cuenta en la Carta del descubrimien­
ción de tierras. Y así fue como, durante un siglo, to de Brasil, a principios de siglo, el 26 de abril
los meticulosos cartógrafos reales fueron dibu­ de 1500, el consejo reunido en la nave capitana
jando el mapa del Africa atlántica. En un solo
viaje, en 1 511, el mercader Noronha descargó en1
1 La edición de Waldseemüller coincide con el mo­
mento de gran divulgación de los viajes de Américo Ves-
1 Probablemente, el veneciano estuvo en Lisboa du pucio (la traducción latina del extraviado Mundus Novas
rante los años 1503 y 1505, para informarse, según cuenta es de 1504 y la carta a Piero Soderini, de 1505 o 1506 ).
en la introducción de su obra, de las actividades marítimas Quizás el éxito de esos relatos llevó a que el planisferio
del rey de Portugal en la India; por ese motivo fue encar­ de la Cosmographia ptolemaica se ilustrase con una ima
celado, aunque regresó a Venecia con su Rellazione alia gen del antiguo y reverenciado geógrafo mirando hacia
Serenissima Repubblica di Venezia sopra il commercio dei Oriente, y otra del nuevo navegante renacentista, Améri­
Portoghesi nell’India dopo la scoperta del Capo di Buona co, vuelto hacia unas todavía imprecisas tierras atlánticas
Speranza (1495-j$05), publicado en 1 506. llamadas por primera vez América.

O
de Pedro Alvares Cabral había decidido que no entre 1501 y 15 0 6 — una fecha extremadamen­
se mandaran indios a Lisboa como «muestra» de te prematura en relación con el primer contacto
los pobladores de aquellas tierras recién descu­ que los portugueses tuvieron con el continente
biertas por la armada portuguesa. Por suerte americano— el óleo sobre madera Adorando dos
para los indios (que nunca reciben ese nombre Magos, elaborado en el taller de Vasco Fernan­
del autor de la crónica), y sólo en esta ocasión, los des para decorar el retablo de la capilla principal
miembros del consejo reconocieron que no ser­ de la catedral de Viseu: el ya de por sí exótico rey
viría de nada enviarlos a Portugal como posible Baltasar fue sustituido por un igualmente exóti­
fuente de información, porque la experiencia de co indio tupí acicalado con un tocado de vistosas
otros viajes les había enseñado que los nativos plumas, parecidas a las que Caminha describe en
que se llevaban por la fuerza no dudan en «decir su carta al rey Manuel. Fue ésta la primera repre­
que hay allí de todo cuanto les preguntan». sentación occidental de un nativo brasileño.
Quizá no llegaron indios a Lisboa en esa nave Y asimismo sorprende el precoz y anónimo
de pertrechos, bajo el mando de Gaspar de he­ mapamundi que el italiano Alberto Cantino com­
mos, que Cabral mandó de regreso con la noticia; pró en Lisboa— por doce ducados— para el du­
aunque lo cierto es que en ningún momento el es­ que de Ferrara, fechado en 1502 y en el que, al
cribano Pero Vaz de Caminha dice en su carta al este del Atlántico, África aparece representada
rey Manuel que esos pajes que al parecer han en­ con un nivel de perfección incomparable para
trado al «servicio» de Simao de Miranda o de Ai­ la época, mientras que hacia el oeste se adivi­
res Gomes fueran devueltos a tierra cuando la ar­ na un buen pedazo del contorno americano en
mada partió nuevamente, camino de su destino el que se suman las informaciones geográficas
indostánico. Puede, en fin, que en 1500 no se des tanto portuguesas como castellanas: Brasil, las
arraigaran tupiniquínes de su hábitat natural; sin Antillas, Florida y Terranova. El anónimo car­
embargo, no deja de sorprender que sea datado tógrafo estaba, sin duda, muy bien informado
en 1502 sobre esas difusas tierras situadas a po­
‘ Véase ibídemp. 114 niente. Ese alto nivel de información geográfi­

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ca se confirma sobre todo al compararlo con Cuando se elaboró el C a n tin a , el mundo no
la contemporánea carta portulana de Juan de la estaba completo, pero el mapa portugués mos­
Cosa, fechada en 1500, la primera que represen­ traba más de un setenta por ciento de la redon­
ta los lentos avances colombinos por aguas cari­ dez de la Tierra;' todo esto en una época en ¡a que
beñas. Juan de la Cosa traza con claridad el con­ Cristóbal Colón no tenía la menor duda de haber
torno de las Antillas, del que tenía datos de pri­ llegado a Cipango, y Castilla se había repartido
mera mano por haber estado allí, acompañando con Portugal lo que Occidente intuía que era el
al mismo Cristóbal Colón en dos de sus viajes, planeta, como lo demuestra la rotundidad de la
pero la masa verde que se extiende al norte y al línea de Tordesillas que cruzaba el Atlántico de
sur del archipiélago caribeño denuncia su desin­ norte a sur en el mapamundi (y que obligó al car­
formación, sólo comparable con su propia igno tógrafo a desplazar Terranova hacia el este para
rancia respecto a los otros dos continentes que dejarla en territorio portugués, una práctica po­
completan el mapamundi: África, cada vez más lítico-cartográfica utilizada en la época para de­
imperfecta a medida que el cartógrafo descien­ finir y defender territorialidades). Probablemen­
de hacia Buena Esperanza (en contraste con la te, en 1502, once años antes de la demostración
representación casi real que ofrece el Cantina)-, de tiro con arco de la que hemos hablado, Cas­
y Asia, en la que, siguiendo el patrón de las car­ tilla había ya entendido que las orientales Indias
tas universales de la época, no aparece la China colombinas eran un Nuevo Mundo, pero lo cier­
continental.1 to es que tanto el Can tino como la carta de Juan
de la Cosa enseñan que, a principios del x v i , el
1 Ese dato es revelador del peso de la tradición en el mundo es muy diferente si se dibuja desde Espa-
dibujo del mundo, porque si Juan de la Cosa viajó con el
Almirante, entonces llegó a Extremo Oriente, al menos
así lo juró en la declaración que Colón hizo firmar a todos ' Luís Filipe F. R. Thomaz, «El Atlas Miller y la ideo­
sus hombres al volver. Pero el cartógrafo no dibujará esa logía del imperialismo manuelino», en Alfredo Pinhei-
China tan cubana y tan llena de oro que Colón cree haber ro Marques, Atlas Miller, Barcelona, M. Moleiro Editor,
descubierto en su segunda expedición en 1493. 2 0 0 6 , p. 2 1 9 .

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ña o desde Portugal. O enseñan lo mucho que nel aparece una Terra Brasilis llena de hombres
puede cambiar el mundo en dos años, porque desnudos ataviados con plumas que recogen ma­
increíblemente, dada la fecha, en el Cantino es dera, monos encaramados a altísimos árboles y
posible admirar un Oceanus Orientalis que to­ hermosos pájaros de plumaje exótico. Y no pa­
davía habrá de esperar más de una década para rece que dé más de sí esa tierra, o no dará más
que Vasco Núñez de Balboa lo nombre Mar del de sí hasta que cambien las cosas para los portu­
Sur sin imaginar su inmensidad. gueses en Oriente— o se compliquen más— , y la
En 1502 las Indias colombinas seguían sien­ Corona entienda que ha de encontrar una fuen­
do orientales; pero en ese año Vasco de Gama zar­ te de riqueza alternativa que compense o palie
paba por segunda vez de Lisboa hacia la India las dificultades político-económicas de la Carre­
y aseguraba definitivamente la ruta del Cabo, al ra del Cabo.
tiempo que Américo Vespucio regresaba a Por­ Sólo entonces, Brasil entrará realmente en la
tugal tras haber navegado, supuestamente, has­ escena económica de la historia del viaje oceáni­
ta el Río de la Plata y la Patagonia siguiendo la co portugués, casi tres décadas después de haber
costa brasileña. Y esa expedición vespuciana re­ sido descubierto, ya bajo otro reinado, el de D.
corre un buen pedazo de costa, y sus divulgadas Joao III, y otros criterios tanto expansivos como
cartas llenan ese espacio de contenidos. Sin em­ explotadores basados en una idea de territoria-
bargo, lo que ilustra el Cantino en el suspendi­ lización que ni siquiera se habría podido imagi­
do territorio americano son hermosos papaga­ nar en Asia. Pero lo que sí está claro en ese año
yos colorados como los que había mandado el 1500 es que Pero Vaz de Caminha no escribe su
capitán Pedro Alvares Cabral al rey Manuel dos carta al rey Manuel desde el Catay ni el Cipan-
años antes. Eso es lo que parece que hay en Bra­ go colombinos, ni siquiera llama «indios» a esos
sil, muchos loros; porque diecisiete años des­ indígenas tan desnudos que describe con tanto
pués, en el maravilloso y abigarrado compendio método, como sí había hecho el Almirante nada
de realidades del mundo que representa el Atlas más llegar a las cálidas aguas antillanas de 1492.
Miller de los cartógrafos Lopo Homem y los Rei- Caminha escribe consciente de haber llegado a

18 19
una tierra nueva y de grandes posibilidades que por eso Vasco de Gama partió hacia Oriente en
esa gran armada de trece naves (ya doce, porque 1497 por la peligrosa ruta del cabo africano.
una se pierde en el archipiélago de Cabo Verde, Y en ese sentido, también son difíciles de jus­
antes de cruzar el Atlántico) no tiene tiempo de tificar Jos largos nueve años que transcurren des­
comprobar porque su misión es otra, y de gran de que en 1488 Bartolomeu Dias consiguió do­
responsabilidad. blar el cabo de Buena Esperanza hasta que las
Es difícil entender por qué, tres años antes, cuatro naves de Vasco de Gama— un número
el recién coronado Manuel había elegido a Vas­ verdaderamente reducido si se piensa en la en­
co de Gama para dirigir la primera expedición vergadura de la empresa— zarpan de Lisboa. La
portuguesa a la India, pero no es descabellado Corona, el espíritu de Cruzada de la nobleza y
pensar que quisiese apartarlo de la Corte. Las las diversas iniciativas privadas portuguesas y de
tensas luchas facciosas tras la muerte del rey D. otras regiones de Europa dedicaron grandes es­
Joáo II, sin heredero legítimo, dieron a su primo fuerzos políticos, militares y económicos al nor­
y cuñado D. Manuel un derecho directo sobre te de Africa y a la costa atlántica del continente,
la Corona, aun estando en sexto lugar en el or­ y asimismo, la Corona sentía un enorme interés
den de sucesión, y a pesar de que su opción no por los mercados asiáticos de las especias, pero
había contado con la aquiescencia del anterior la ruta del Cabo generaba desconfianza entre los
monarca. Antes de morir, D. Joáo había intenta­ órganos con poder decisorio tanto en la época de
do por todos los medios que su hijo ilegítimo D. D. Joáo II como en la de su sucesor Manuel. Se
Jorge heredara el trono, y parece que Vasco de disponía de poca información, el viaje era muy
Gama, perteneciente a una familia de la baja no­ largo, muy costoso económicamente, y mucho
bleza y vinculada a la Orden de Santiago (cuyo más peligroso que las tradicionales rutas terres­
maestre era D. Jorge), era partidario suyo y, con­ tres hacia los mercados asiáticos por el este medi­
secuentemente, se oponía a D. Manuel.1Quizás terráneo.

1 Véase el exhaustivo estudio de Sanjay Subrabman- yarn, Vasco de (jama, Barcelona, Crítica, 1998, pp. 55-79.

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De hecho, D. Joao había intentado otras ru­ vierte ningún obstáculo entre Europa y Cipan-
tas marítimas; y así es como cabe interpretar la go,1 Tras el regreso de Bartolomeu Dias, la ruta
propuesta de Cristóbal Colón que en 1484 lúe del índico era una posibilidad, pero no era la
desestimada por la Junta de Matemáticos del única alternativa que barajaba el rey portugués,
rey: como uno más de los proyectos que duran­ que, por otro lado, fue el primero en enterarse del
te la década de 1480 se presentaron ante la co­ éxito de Cristóbal Colón en 1493, y hasta organi­
rona portuguesa. Ese mismo año, el madeiren zó una expedición, después abortada, para com­
se Fernáo Domingues do Arco había obtenido probar si eran ciertas las noticias del genovés.
el título de capitán para regresar a una tierra El caso es que, en julio de 1497, Vasco de
que decía haber descubierto hacia poniente; y Gama comandaba cuatro barcos hacia la India,
dos años después, otro madeirense, Joao Alon­ el Sao G a b rie l , el Sao R a fa el , el Bérrio y una nave
so do Estreito y el flamenco afincado en las Azo­ de pertrechos. Y consiguió regresar a Lisboa en
res Joao Dulmo eran autorizados a adentrarse agosto de 1499, sin haber entendido el complejo
en el Atlántico para explorar y poblar unas tie­ sistema político y mercantil, y asimismo religio­
rras que se identificaron con la medieval Isla de so, que allí encontró, aunque sí volvía con mucha
las Siete Ciudades, cuya búsqueda ya había sido información— alguna muy tergiversada, como
planteada diez años antes por Fernáo Teles de
Meneses.1
' El alemán, además, formaba parte de la Junta de
Quizás en esa ocasión no se encontraron las Matemáticos reales, y cuenta el cronista Antonio de He­
siete ciudades, pero en la expedición participó rrera en su Historia general de los hechos de los castellanas
el mercader y geógrafo alemán afincado en Por­ en las islas y tierra firme del mar océano (1601-1615) que
tugal Martin Behaim, v a su regreso, mandó con­ «esta opinión [la teoría colombina de una ruta atlántica
que lleve a Oriente] la confirmó Martín de Bohemia, por­
feccionar un globo terráqueo en el que no se ad­
tugués, su amigo, natural de la isla del lavai [Azores],
gran cosmografo» (ed. de Mariano Cuesta Domingo, Ma­
1 Ali redo Pinheiro Marques, Atlas Miller, Barcelona, drid, Universidad Complutense de Madrid, 1991, voi. I,
M. Moleiro Editor, 2006, p. 30. década I, cap. II, p. 262).

22 23
la de las multitudes de cristianos que poblaban A partir de ahí el rey Manuel entiende que
aquellas tierras— , y no sin un cierto sentimiento debe organizar una gran campaña de propagan­
de humillación por la mofa cortesana que habían da por toda Europa que ponga de manifiesto que
suscitado sus insignificantes presentes al samu- Portugal puede y va a construir un gran imperio
dri de Calicut, hecho que puso en evidencia la político, económico y cristiano. De hecho, antes
inferioridad de los portugueses ante el aparato de que Vasco de Gama desembarcara en Lisboa
gubernamental hindú, además de la poca tras­ ya había empezado la mitificación del viaje, cuyo
cendencia que tuvo esa primera visita de naves punto más álgido serán los casi nueve mil versos
portuguesas en la India. Dos meses antes de que que Luís Vaz de Camóes rima en Os Lusíadas , ya
Vasco de Gama desembarcara en Lisboa, había a finales de siglo y ya en plena crisis de la carre­
llegado el Bérrio de Nicolau Coelho con la noti­ ra marítima. Por eso, Manuel plantea el segun­
cia, y el rey Manuel se dio prisa en propagar la ha­ do viaje a la India como un proyecto a gran es­
zaña, porque la carta en la que informa a sus sue­ cala— a pesar de las muchas controversias y opi­
gros, los Reyes Católicos, está fechada el iz de niones contrarias en el Consejo— , al armar una
julio. Y tampoco tardará nada en arrogarse títu­ flota de trece naves (posiblemente, nueve naos,
los geográficos que demuestren su poder a par­ tres carabelas y una nave de mantenimientos) y
tir de ahora: verdaderamente inconsciente de la unos mil quinientos hombres entre tripulación,
realidad geográfica y antropológica que suscitan cargos técnicos y mandos, soldados, agentes co­
esos nombres, Manuel será rey «de Portugal, y merciales, un fe ito r y sus escribanos, que debían
de los Algarves de aquende y de allende del mar, quedarse allí junto con un vicario, ocho sacer­
señor de Guinea, y de la conquista, navegación y dotes seculares y ocho frailes franciscanos res­
comercio de Etiopía, Arabia, Persia y la India», ponsables de las futuras conversiones al cristia-
como recordará el cronista D. Joao de Barros en
su Prim eira Década da A sia.'1 os portugueses Jizeram no descobrimento e conquista dos
mares e térras do Oriente, Lisboa, Imprensa Nacional-Casa
1 Joao de Barros, Asia dejoam de Barros: dos jeitos que da Moeda, 1988, década 1, livro I, cap. I.

24 25
nismo, el físico y cosmógrafo Mestre Joao, los esta vez, el capitán general va a ser Pedro Alva­
intérpretes, los indios que Vasco de Gama había res de Convela, posteriormente llamado Cabraf,
traído consigo en su viaje de regreso y algunos natural de Belmonte, y como el propio Vasco de
degradados encargados de establecer primeros Gama, también perteneciente a la baja nobleza,
contactos. La expedición estaba financiada por aunque caballero de ía Orden de Cristo (de la
la Corona, pero con alta participación de capi­ que era maestre el rey D. Manuel). Con él, zarpa­
tal privado portugués e italiano; y esa gran flo­ rán hombres que llevaban consigo la experien­
ta no sólo había de demostrar ante Europa el cia del primer viaje: Nicolau 1 loelho, capitán del
poderío del rey, sino que tenía que hacer frente Bérrzo, que el año anterior había anunciado el re­
y dominar la numerosa e influyente comunidad greso de Vasco de Gama, y su piloto Pero Esco­
musulmana que controlaba las redes comercia­ bar (o Escolar), explorador de las costas guinea
les índicas, y que, según había contado Vasco ñas durante la década de los setenta; o Joao de
de Gama, se había mostrado visiblemente hostil Sá que también había participado en el viaje de
ante la presencia de los portugueses. Vasco de Gama como escribano del Sao Rafael.
A pesar de que en los apuntes de «las co­ Cabral hasta contaba con la ayuda de navegan­
sas necesarias para la armada» aparece una nota tes de la envergadura de Bartolomeu Dias, que
sobre los regimientos de Vasco de Gama— lo doce años antes había sido el primero en pasar el
cual lleva a pensar que iba a ser nombrado ca­ cabo de Buena Esperanza, al que, supuestamen­
pitán de la nueva expedición— y de Bartolomeu te, acompaña su hermano Diogo Dias, responsa­
Dias (que debía responsabilizarse de las carabe­ ble de la nave de provisiones en la expedición de
las destinadas al codiciado puerto de Sofala),' 1488, escribano de la Sao Gabriel en la de 1497,
y que en esta ocasión, separado de la armada ca-
«Rol das coisas necessárias para a armada a enviar á bralina, protagonizará una peligrosa aventura.'
India», en Os primaros 14 documentas relativos a Armada
de Pedro Alvares Cabra!, ed. de Joquim Romero Maga-
lhaes y Susana Miinch Miranda, Lisboa, CNCDP, 1999, 1 Véase la nota 2 de la página 120 de esta misma edi­
pp. 31-32. ción.

26
El lugarteniente es Sancho de Tovar, de origen res Cabral, quizás para subsanar el evidentemente
español y a cargo de la nao E l-R ei, una de las po­ desafortunado que Abel Fontoura da Costa dio a
cas de las que se conoce el nombre. Las fuentes la colección que editó en 1940, Os scte únicos do­
difieren en cuanto al número de capitanes de la cumentos de m,o o conservados em Lisboa referen­
armada; de hecho, el escribano Pero Vaz de Ca- tes a viagem de Pedro Alvares Cabral.' De entre
minha cita siete en su crónica: el capitán general todos ellos, sin duda el más fascinante es la Carta
Pedro Alvares Cabral, Nicolau Coelho, Sancho de Pero Vaz de Caminha a El-Rei Manuel, pero el
de Tovar, Simáo de Miranda de Azevedo (yerno resto constituye una insustituible fuente de infor­
del fe ito r Aires Correia), Aires Gomes da Silva, mación sobre el viaje, sus preparativos, su desa­
Bartolomeu Dias y Vasco de Ataíde. Es esta una rrollo y consecuencias. Por desgracia para la cul­
relación de mandos que otras fuentes completan tura occidental, la carta del escribano Caminha
con los nombres de Diogo Dias, Simáo de Pina, no empezó a ser divulgada hasta que el archive­
Luís Pires, Gaspar de Lentos, Pero de Ataíde ro de la Torre do Tombo de Lisboa, José de Se-
(que gobierna la Sao Pedro) y Nuno Leitáo da abra da Silva, mandó hacer una copia en 1773, y
Cunha. La mayoría, a excepción del veterano posteriormente, el padre Manuel Aires de Casal
Bartolomeu Dias y su supuesto hermano Diogo, la publicó por primera vez en la Corografía brazí-
pertenecían a importantes familias de antiguo lica, en 1817 y en Río de Janeiro .1 La Carta, que
linaje. Cuatro de ellos, Bartolomeu Dias, Aires
Gomes da Silva, Simáo de Pina y Luís Pires, de­ 0 .v primeiras 14 documentos relativos a Armada de
saparecieron en la tempestad que azotó las na­ Pedro Alvares Cabral, ed. dejoquim Romero Magalhaes y
ves en el Atlántico sur camino del cabo, una vez Susana Münch Miranda, Lisboa, CNCDP, 1999; Os scte
abandonadas las costas brasileñas. únicos documentos de isoo conservados em Lisboa referen­
De esa famosa expedición se han conserva­ tes a viagem Je Pedro Alvares Cabral, ed. de Abel Fontoura
da Costa, 1.isboa, Agencia Geral das Colonias, 1940.
do catorce documentos que en 1999 se reunieron
2 Corografía brazílica ou Rclapdo hislórico-geográfica
bajo el título, excesivamente largo, Os prim e iros do Remo do Brazil. Composta c dedicada a sua Magestade
14 documentos relativos á Arm ada de Pedro A lv a ­ Fidelissima por hutn presbítero secular do Grava Priorato

28 29
actualmente se encuentra en el Arquivo Nacional Y no hay duda de que el impresionismo y realis­
da Torre do Tombo de Lisboa (A.N.T.T. Gaveta mo caminhano debía de herir la sensibilidad de
XV, maço 8, n.° 2 Les una crónica diarística en sie­ este y de cualquier religioso, porque el escribano
te hojas manuscritas, cada una en cuatro páginas, relata sin artificio ni metáfora aquello que más le
con un total de veintisiete páginas de texto y una atrae y le sorprende de los indígenas brasileños:
más que contiene el destinatario. Aires de Casal sus cuerpos desnudos y su actitud ingenua y es­
publicó el texto mutilado y censurado, por con­ pontánea. Recoge, en definitiva, el modo de exis­
siderar impúdicas las prolijas alusiones y descrip­ tir de los indios en su espacio, a través de sus ges­
ciones de la desnudez de los sexos de las indias tu- tos, su caracterización corporal, su alimentación
piniquines y su falta de vergüenza en mostrarlos.' y refugio, y crea así un verdadero y precoz trata­
do antropológico— aunque no haya juicio cultu­
do Grato, Río de Janeiro, Impressáo Regia, 1817, vol. 1, pp. ral. y sobre todo, no haya preconcepto racial—
12-34. Manuel Aires de ( lasa! no recoge el nombre de Pero
Vaz de Caminha como autor de 1|: Carta.
' Durante la segunda mitad del siglo x ix y las pri­ tes a viagem de Pedro Alvares (labrad Lisboa, Agencia Ge-
meras décadas del x x se empezaron a editar versiones ral das Colonias, 1940) y Jaime Cortesáo (en A expedíalo
modernas de la Carta, y de entre ellas, las más destaca- de Pedro Alvares Cabra! e o descobrimento do Brasil. París,
bles corrieron a cargo de Francisco Adolfo de Varnha- Ailhiuc!; Lisboa, Bertrand, 1922, reed. Lisboa, Imprensa
gen (en Historia Geral do Brasil, Río de Janeiro, E. y 11. Nacional-Casa da Moeda, 1994; y A Carta de Pero Vaz de
Laemnnert, 1854-1857), Joao Ribeiro (en O fabordao: eró- Caminha, Río de Janeiro, Livros de Portugal, 1943. reed.
nica de vario assun/o, Río de Janeiro: París, H. Garnier, Lisboa, Imprensa Nacional-Casa da Moeda, 1994, estu­
1910; edición diplomática anotada, muy conservadora), dios muy minuciosos ahora ya discutidos y corregidos por
Carolina Micaëllis de Vasconcelos (versión actualizada y la historiografía posterior). La presente versión en caste­
anotada, muy divulgada pero con errores ya subsanados llano sigue la edición que Joaquina Romero Magalháes y
por la historiografía posterior, en Carlos Malheiro Dias, Susana Münch Miranda incluyen en Cis primemos T4 docu­
ed., Historia da colonizando portuguesa Jo Brasil, Oporto, mentos relativos á armada de Pedro Alvares Cabral (1999 )
Litografía Nacional, 1921-1924, vol. II), Antonio Baiáo y ha querido mantener la proximidad a la trascripción
(también actualizada, en A. Fontoura da Costa, Os seta portuguesa del original, aunque haciéndola legible para
mucos documentos de i$oo conservados cm Lisboa Kfiiren- un lector no habituado a textos quinientistas.

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que responde a la realidad concreta que acaba de posible que desapareciera una hipotética cróni­
descubrir y que, al mismo tiempo, le es totalmen­ ca en la que se describiera fielmente la realidad.
te desconocida y se le muestra exenta de paráme­ De septiembre a noviembre de 1499 está da­
tros interpretativos. tado el «Rol das coisas necessárias para a arma­
Pero Vaz de Caminha, hombre de corte, ca­ da a enviar a India»,1 una lista de dos folios en la
ballero de las casas de D. Alonso V, D. Joao II y que todavía no está decidido quién ocupará el
D. Manuel, era de formación humanística y es­ puesto de «segundo capitán», y donde se destaca
taba familiarizado con la cultura clásica. Des­ la importancia de elaborar las instrucciones del
empeñaba servicios funcionariales importan­ resto de los mandos, así como las del feitor y sus
tes, ocupaba una posición relevante en el Con­ escribanos, y de designar a maestres y pilotos. El
sejo de Oporto y era mestre da Balance da Mocda documento incluye «clérigos y frailes» además
de la ciudad, cargo equivalente a tesorero. En el de los necesarios «bizcochos y vinos y carnes y
año 1500, viajaba a la India para ejercer funcio­ pescados y lozas», sin olvidar los regalos y cartas
nes de escribano y de «contador de los negocios regias para los gobernantes de Calicut y de Ma-
portugueses» de la futura feitoria que la Coro­ lindi, a los que hay que añadir otros presentes
na pretendía establecer en Calicut; y quizá esa para otros posibles reyes y señores, y asimismo
responsabilidad le llevó a escribir una crónica recuerda la necesidad de llevar armas y municio-
rigurosamente detallada del descubrimiento de
la que llamó Berra da Vera Cruz. Cabe suponer
Os primeiros 14 documentos, pp. 31 -32. Fue publi­
que, cuando el 1 de mayo zarparon las naves de cado en As Clavetas do Torre do Tombo, Lisboa, Centro
Porto Seguro camino de su destino indostánico, de Estudos Históricos, 1975, vol. X I, y posteriormente,
Caminha siguiese escribiendo el relato de su ex­ Carlos Alberto Encarnado Gomes lo identificó como el
periencia marítima, pero murió siete meses des­ documento más antiguo referente a la armada de Pedro
pués, en diciembre, en el ataque musulmán a la Alvares ( ’.abral («Novos elementos para o estudo da via-
gem de 1 ;oo ao Brasil», en Anais do Clube Militar Naval,
frágil feitoria que los portugueses habían con­ vol. C X 1X, enero-marzo, 1989 ). Véase la nota introduc­
seguido afianzar en la cuidad hindú, y con él, es toria a Os primeiros 14 documentos, p. 26.

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nes para los bombarderos y cartas de marear en notificación oficial del cargo es del 15 de febrero
todos los navios. Y dado que, obviamente, una de 1 500. y en ella se otorga a Cabral poder abso­
empresa de esta envergadura, cuya finalidad es luto sobre cualquier miembro de la tripulación,
el comercio, necesita dinero, en diciembre el rey y se le reconocen méritos en servicios anteriores
Manuel manda una carta al secretario de los Re­ por los que se ha ganado la confianza del rey, aun­
yes Católicos, Miguel Pérez de Almazán, pidien­ que no se especifican esos servicios (que posible­
do con urgencia a los monarcas mil quinientos mente debieron de prestarse en campañas milita­
marcos de plata como provisión para el víale.' res en el norte de Africa, corno era común entre
La elección del capitán general debió de ser la nobleza y baja nobleza portuguesa) ni se desta­
discutida, porque en el primer párrafo de la «Mi- ca su experiencia en el mar.1 Parece al menos sor­
nuta» por la que se conceden poderes a Pedro Al­ prendente que el rey diera el mando absoluto de
vares Cabral aparece una señal de llamada junto a una flota de trece naves, la más importante hasta
su nombre que remite al margen izquierdo del fo­ aquel momento, a alguien que carecía délas más
lio, y allí se puede leer: «dom Vasco da Gama nos- mínimas nociones de navegación. Aunque tam­
so almirante da India e de nosso conselho».2 La poco era requisito en la Carrera de Indias que los
capitanes las tuvieran, porque ese saber y esa res­
1 Os primeiros 14 documentos, pp. 33-34. Fue publi ponsabilidad recaían en los pilotos. Sin embar­
cado por Fidel Fita en el Boletín de la Real Academia de la
go, y en comparación con Cabral, aunque ape­
Historia, 21, 1892.
2 «Minuta de urna carta regia concedendo poderes a nas se tiene información sobre la vida de Vasco
Pedro Alvares de Gouveia. nomeado capitáo-mor da ar de Gama antes de su viaje a la India, parece que
mada a enviar á India, para poder assentar paz e amizade podría haber tenido alguna experiencia de nave­
com um conjunto de potentados africanos e asiáticos», en gación— y si no era así, sin duda la adquirió en su
Os primeiros 14 documentos, p. 3 5. La editó Francisco Leí-
te de Faria en Pensou-se em Vasco da Cama para comandar
a armada que descobriu Brasil, 1ásboa, Centro de Estudos 1 «Carta regia de nomeayao de Pedro Alvares de
de Cartografía Amiga; Junta de Investigacóes Científicas Gouveia para capitáo-mor da armada a enviar á India»,
do Ultramar, 1978. en Os primeiros 14 documentos, pp. 37-38.

34 35
largo viaje de 14 9 7— , o al menos eso se despren­ yan en dicho paraje no les menguará tiempo con
de del contenido de un borrador conservado con ayuda de Dios con que salvar dicho cabo». El úl­
instrucciones náuticas que escribe para Alvares timo consejo lo dedica a las posibles naves per­
Cabra!.' Primero aconseja sobre cómo mantener didas en las costas sudafricanas antes de pasar el
las naves juntas o cómo han de actuar en caso de cabo, y ahí recomienda ir a la aguada de Sao Brás
perderse, y cómo hacer para que los pilotos de las (la actual bahía Mossel, al este del cabo de Bue­
diferentes naves entiendan las maniobras de la na Esperanza), punto necesario para que se reen­
capitana. Después, sugiere rumbos: recomienda cuentre la armada y para abastecerse de agua, y
navegar directamente a la isla de Santiago, en el así evitar desembarques hasta llegar a Mozambi­
archipiélago de Cabo Verde—y en el margen iz­ que «por salud de la gente y no tener en ella [en
quierdo del folio aparece anotado, y después ta­ la costa africana I qué hacer».1
chado, el consejo de dirigirse «a la isla de Sao Ni- También han llegado hasta la actualidad un
colau en caso de necesidad por la dolencia [epi­ fragmento de una primera versión y dos borra­
demia] de la isla de Santiago»— ; si una vez allí dores del regimiento real que debía cumplir Pe­
tienen agua suficiente para cuatro meses, deben dro Alvares Cabral.2 Y todos ellos hablan de Ca-
seguir hacia el sur, pero si tienen viento escaso,
1 Os primeiros 14 documentos, p. 41.
han de adentrarse en el océano (la llamada 1:al­
' «Fragmento de urna versáo primitiva do regimentó
ta grande o pelo largo siguiendo los alisios del su­ regio a conceder a Pedro Alvares Cabral para a viagem a
doeste) y bajar hasta la altura de Buena Esperan­ India», «Borrao de algunas lolhas do regimentó régio a
za para entonces virar al este. Y añade Vasco de conceder a Pedro Alvares Cabral para a viagem á India»,
Gama: «de ahí en adelante han de navegar según «Fragmento de urna versao posterior do regimentó régio a
les sirva el tiempo y más ganen, porque como va- conceder a Pedro Alvares Cabral para a viagem á India»,
«Borrao das instruyóos régias complementares ao regi­
mentó a conceder a Pedro Alvares Cabral». en Os primei­
‘ «Borrào da primeira folha das instruyòes de Vasco ros 14 documentos, pp. 43-73. Identificados por Alexandre
da Gama a entregar a Pedro Alvares ( labral para a viagem Lobato en «Dois novos fragmentos do Regimentó de Ca­
àfndia%en Os primeiros 14 documento*, pp. 39-41. bral para a Viagem da India em 1500», Studia, 25,1968.

36 37
licut y su samudri, de tratados de paz y amistad, productos portugueses, y en la que vivirán tam­
de trato de mercancías y de recabar información bién clérigos y frailes cuya misión será enseñar
sobre las comunidades cristianas que ha de ha­ la «fe y cómo en ella han de creer para salvarse»
ber allí. El rey pide que se reclame y rescate todo los nuevos convertidos .1Asimismo, el rey le pide
lo que Vasco de Gama perdió en su primer via­ a Cabral que ayude y proteja en todo momento
je; es decir, lo que en la India le fue robado o ex­ al Jeitor, y que lo deje con garantías de seguri­
traído, o no le fue permitido embarcar. En esta dad. Las palabras «paz» y «amistad» aparecen
ocasión, parece que Cabral no puede ser enga­ innumerables veces, así como constantes apos­
ñado o mal interpretado, porque, a diferencia tillas de buena voluntad y entendimiento, pero
de Vasco de Gama, lleva línguas , intérpretes na­ para que «las cosas grandes y pequeñas queden
tivos, los mismos que trajo Gama en su viaje de claras y ciertas como entre nosotros y él Leí rey
regreso para que informaran al rey y al Conse­ de Calicut] conviene», le pide a Cabral que in­
jo; entre ellos, el fascinante judío polaco Gaspar forme al samudri de cómo van a actuar los por­
da Gama. Le pide, no obstante, el rey a Cabral tugueses cuando se encuentren con naves musul­
que tome todo tipo de precauciones y exija ga­ manas (siempre en alta mar y nunca en los puer­
rantías; y que estudie el sistema de valores de los tos): lucharán por robarles las mercancías y todo
mercados indostánicos, el régimen de tasas por­ lo que lleven y les harán todo el daño que pue­
tuarias y el nivel de competitividad de los mer­ dan por ser tanta la enemistad y tan antigua y
caderes musulmanes, pero también le exige que por cumplir con aquello a lo que están obligados
imponga sus condiciones y regrese con las naves por Dios .2 Para terminar, añade el rey que, dada
cargadas de especias (hasta puede ampliar la ar­ la poca información de la que dispone sobre las
mada y comprar más barcos para volver con más costumbres de esas tierras y por la confianza que
mercancías). Ha de dejarle muy clara al samudri en él tiene, le otorga poder para actuar con ple-
la intención de establecer allí una fcito ria , regi­
da por Aires Correia y varios escribanos— entre 1 Os primaros 14 documentos, p. 52.
ellos, Pero Vaz de Caminha— . con mercancías y 2 Ibídem, p. 60.

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na libertad y como mejor le parezca, pero acon­ Un documento estremecedor es la carta del
sejado por el resto de los capitanes y por el pro­ rey Manuel al rey de Calicut, fechada el 1 de mar­
pio feitor. zo de 1500, y que Cabral debe entregar al llegar
Las órdenes que lleva Cabral son muy ex­ a destino. En ella se advierte mucho de la marea
plícitas y detalladas, demuestran que Manuel mesiánica que invade el reinado manuelino, im­
se había tomado muy en serio la empresa orien­ pulsada, entre muchas otras razones (la predes­
tal, y asimismo, prueban que tan poca informa­ tinación divina del rey, la inspiración francisca­
ción sobre las circunstancias político-económi­ na y joaquinita, la alegórica interpretación del
cas indostánicas no tenía. El celo del rey tam­ milenarismo tardomedieval, la buscada alianza
bién queda demostrado en los regimientos que con el supuestamente gran imperio cristiano del
atañen a los escribanos Gonzalo Gil y Pero Vaz Preste Juan y sobre todo, el espíritu de Cruza­
de Caminha y a Martim Neto y Alonso fum a­ da que ya en épocas anteriores había impulsado
do, en los que se les exige que, una vez estable­ el proyecto expansionista),' por la información
cidos, lleven los libros de cuentas de manera es­ sobre el mucho cristianismo que según Gaspar
crupulosa, anoten todo lo que se cargue en las da Gama hay en la India. El rey, de la mano de
naves que zarpen hacia Portugal y paguen los sa­ Duarte Galváo, secretario y consejero real y gran
larios anuales de todos los vinculados a la fcito­
mentes inéditos sobre Gonzalo Gil Barbosa, Pero Vaz de
ria. También se les informa de cómo deben ac­
Caminha, Martinho Neto e Afonso hurtado, escríbase da
tuar en caso de enfermedad o incapacidad, o in­ despesa e receita do feitor Aires Correia (1500)», en Actas
cluso en previsión de muerte.1 do Congresso Internacional Bartolomeu Dias e a sita Epoca,
Oporto, Universidad« do Porto; CNPCDP, 1989, vol. II.
' «Minuta do regimentó regio dado a Gonzalo Gil e a Para un desarrollo del tema, Luís Filipe F. R. Tho-
Pero Vaz de Caminha, escrivaes da despesa da feitoria de maz, «L’Idée imperial manuéline», en La Découverte, le
Aires Correia», «Minuta do regimentó regio dado a Mar­ Portugal et l'Europc, Actes du Colloque, París, 26, 27 et
tim Neto e a Afonso hurtado, escrivaes da receita da feito­ 28 de mai 1988, ed. de lean Aubin, París, Fundation Ca-
ria de Aires Correia», en Os primaros 14 documentos, pp. louste Gulbenkian; ( cutre Cultural Portugais, 1990, pp.
75-84. Publicados por Isaías da Rosa Pereira en sDocu- 35-103.

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artífice del discurso mesiánico manuelino, infor­ apenas se recoge información náutica del viaje.1
ma al samudri de que los portugueses han llega­ Médico y astrólogo, Mestre Joao ha sido iden­
do allí inspirados por el Espíritu Santo, y añade tificado con el español Juan Faras, cirujano del
que, desde esa perspectiva, si el soberano hindú rey Manuel, el primero en traducir al castellano
así «quisiera considerar la grandeza de la nove­ y en 1490 el manual geográfico De Situ Orbis del
dad y misterio de la ida de nuestras gentes y na­ geógrafo hispanorromano Pomponio Mela, muy
vios que fueron a vos y a esas vuestras tierras, en auge en la época, y que pocos años después el
[así] debéis hacer en esas partes de Oriente lo cosmógrafo y navegante Duarte Pacheco Perei-
que todos hacemos en estas de Poniente, don­ ra consultó para elaborar su célebre y enigmáti­
de elevamos muchas alabanzas al Señor porque co tratado cosmológico Esmeraldo de Situ Orbis.
en vuestros y nuestros días hizo tanta merced al Aunque tardíamente, porque no se dio a cono­
mundo para que no sólo por el oído sino por la cer hasta 1843, la carta de Mestre Joao ha pasa­
vista nos pudiésemos ver y conocer, y por con do a la historia por ser el primer documento que
versación juntarnos y casi avecindarnos, estan­ registra y dibuja la Cruz del Sur, referencia fun­
do las gentes de esas tierras y de estas tan aleja­ damental para la navegación renacentista ya que
das unas de otras desde el comienzo del mundo los pilotos, una vez superada la línea ecuatorial,
hasta ahora».1 Dios no quiso ni antes ni después, perdían la referencia de la Estrella Polar, y por
sino ahora, que Occidente llegase a Oriente, y tanto, la orientación. Mestre Joao reconoce que
asimismo dispuso que fueran Jos portugueses los no ha podido fijar el lugar exacto de ese conjunto
que cumplieran su voluntad. de estrellas, porque la nave en la que viaja es pe­
Hay dos aspectos muy interesantes de la queña y se mueve mucho y no confía en las altu-
«Carta de Mestre Joao a D. Manuel» (i de mayo
' «(iarta de Mestre Joao a D. Manuel», en Os prim a­
de 1500), muy breve, en castellano, y en la que
ros 14 documentos, pp. 91-93. Conservada en la Torre do
Tombo de 1dsboa no despertó ninguna atención hasta que
1 «Carta de D. Manuel ao reí de Calecute», en ( )s pri fue publicada en 1843, en la Revista do Instituto Histórico
meiros 14 documentos, pp. 85-86. e Onagra tico Brasilciro, por Francisco Adolfo Varnhagen.

42 43
ras que toma por no estar en tierra firme. De he­ tico, y más sí de vidas de santos se trataba: a Hy
cho, por el tono de la carta se intuye que hay dis­ Bressail, una «isla afortunada», había llegado
crepancias entre los pilotos respecto al cálculo san Brandán en el año 565, y a los ciento cin­
de latitudes en aguas atlánticas, sobre todo entre co años de edad, para encontrar un lugar tran­
Pero Escobar y el propio Mestre Joáo, aunque quilo que le permitiera dedicarse enteramente
lo más interesante— y que, asimismo, ha susci­ a Dios. También algunos pasajes del Esmeraldo
tado apasionadas teorías entre los historiadores de Situ Orbis interpretados por el historiador
del viaje portugués— es la referencia que ofrece Jaime Cortesáo colocaban a Pacheco Pereira en
el físico al rey Manuel para que pueda identifi­ territorio americano en fechas anteriores a las
car ese lugar novedoso al otro lado del océano cabralinas. Cuando en 1505 el rey Manuel en­
del que le está hablando: le aconseja que observe carga al cosmógrafo la redacción de un roteiro
el mapamundi de Pero Vaz Bisagudo. que describa el mundo conocido, Pacheco Pe­
A partir de esta afirmación tan concreta la reira ya lleva en su biografía una larga experien­
historiografía contemporánea ha dado en pen­ cia marítima por Africa y Oriente; interrumpe
sar que Brasil ya era conocido en Portugal con abruptamente la obra en 1508 y sólo ha llegado
anterioridad a 1500, puesto que esa tierra ya te­ a la actualidad a través de copias incompletas,
nía un mapa, aunque nunca haya sido encon­ pero en ella aparece un pasaje— con una cierta
trado. Sin embargo, la cartografía quinientista incongruencia gramatical que impide clarificar
conservada solía esparcir racimos de islas por el totalmente la información— en el que se afirma
Atlántico, y ahí están para demostrarlo el mapa que «la experiencia, que es madre de las cosas,
del genovés Andrea Bianco (1436), el del flo­ nos desengaña y de toda duda nos saca; y por
rentino Paolo Toscanelli (1474), gran inspira­ tanto, bienaventurado Príncipe, hemos sabido
dor del viaje colombino, o el propio globo de y visto cómo en el tercer año de vuestro reinado,
Martin Behaim (1484). Pero es que además de el año de Nuestro Señor mil cuatrocientos no­
la ciencia, el mito intervenía con fuerza en esa venta y ocho, donde Vuestra Alteza nos mandó
búsqueda por el mar tenebroso que era el Atlán­ descubrir la parte occidental, pasando más allá

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de la grandeza del mar océano, donde es halla­ del viaje de Cristóbal Colón (y si no del resulta­
da y navegada una tan grande tierra fírme, con do, al menos sí délo que el Almirante decía), por
muchas y grandes islas adyacentes».' lo que sería lícito pensar que esa negociación de
De hecho, la propia discusión de Tordesillas, la línea divisoria pretendiera asegurar tierras al
en la que participó Pacheco Pereira como exper­ otro lado del océano, en caso de que las hubie­
to navegante, ha llevado a aventurar la hipótesis ra, aunque en Tordesillas fuera muy aventura­
de un anterior conocimiento del continente por do formularlo, dado el lento progreso geográfi­
parte de Portugal, dada la insistencia portugue­ co del viaje colombino. La llamada política de si­
sa en mover la línea divisoria hacia poniente, y gilo, de la que el historiador Jaime Cortesáo fue
situarla a trescientas setenta leguas del archipié­ un firme defensor, todavía se encuentra hoy en
lago de Cabo Verde. Aunque quizás lo que pre­ debate abierto. Pero lo cierto es que ninguno de
tendía esa negociación era disponer de espacio los documentos conservados, ni los fragmentos
atlántico para dibujar la larga volt a grande que del regimiento real ni las instrucciones comple­
facilitaba a las naves el paso del Cabo, ya descu­ mentarias, llevan a pensar que formase parte de
bierto en épocas del Tratado. Sin embargo, ese la misión de la armada cabralina descubrir nue­
motivo no elimina la hipótesis de que realmen­ vas tierras en el Atlántico (o ampliar informa­
te en Portugal se conociera la existencia de tie­ ción sobre ellas) además de llegar a la India.
rras al otro lado del Atlántico, y que esa infor­ Asimismo, ese adverbio novamente que apa­
mación se mantuviera en secreto. Por otro lado, rece en la carta que el 29 de julio de 1501 envía
en caso de que realmente se ignorase la existen­ el rey Manuel a los Reyes Católicos para contar­
cia de tierras hacia el oeste, de lo que sí se tenía les el viaje cabralino no debe interpretarse por
noticia en la corte portuguesa era del resultado «otra vez» o «una vez más», sino como «por pri­
mera vez»: «[la flota] llegó a una tierra que nue­
' Duarte Pacheco Pereira, Esmeralda de Situ Orbis,
vamente descubrió a la cual puso el nombre de
Lisboa, Academia Portuguesa da Historia, 1988, livro I Santa Cruz, en la cual halló las gentes desnudas
cap. 2, p. 20. como en la primera inocencia, mansas y pacífi­

46 47
cas, la cual [tierra] parece que Nuestro Señor ta del rey Manuel y a la Relación d el Piloto A n ó ­
milagrosamente quiso que se hallase, porque es n im o , escrita por algún miembro de la armada
muy conveniente y necesaria para la navegación y posteriormente perdida, aunque recuperada
de la India, porque allí reparó [el capitán] sus en su traducción italiana e incluida en el P aesi
navios y tomó agua, y por el camino grande que nanam ente retrovati de Francazano da Montal-
tenía por andar no se detuvo para informarse bonddo (1507). La obra dei autor anónimo—
de las cosas de dicha tierra, solamente me en­ que más que un piloto debía de ser un escriba­
vió de allí un navio para notificarme cómo la ha­ no, dada la falta de iníormación náutica y cientí­
llara, y siguió su camino por la vía del cabo de fica del documento, y por el contrario, los datos
Buena Esperanza».1 Y ésa es toda la alusión que sobre pesos, monedas y orígenes territoriales de
el rey hace de la nueva tierra descubierta en su las mercancías que aparecen al final a modo de
larga carta a los Católicos; en contraste, dedica anexo— también fue conocida gracias a la ver­
largos párrafos a detallar todo lo que pasó des­ sión latina del N ovas O rbis de Grineo (1537) y a
pués con la flota hasta que consiguió regresar a la traducción italiana incluida en la muy divulga­
Portugal. De hecho, se sabe lo que real y lamen­ da D ella N avigatione et viaggi de Giovanni Bat-
tablemente pasó en ese viaje gracias a esta car­ tista Ramusio (1550-1559}.
Sin embargo, si hay indicios que apoyan la
1 «Carta del Rey D. Manuel de Portugal á los Reyes
casualidad del descubrimiento délas tierras bra­
Católicos», en Jaime Cortesáo, /I expedigáo Je Pedro Alva­
res Cabral e o Descobrimento do Brasil, p. 1 81 . La carta ha sileñas, también los hay que defienden la inten­
suscitado polémicas entre los historiadores, incluso se lle­ cionalidad del viaje cabralino. Durante siglos se
gó a considerar apócrifa; lo cierto es que el original no se aceptó la interpretación de los cronistas del siglo
ha conservado y existen tres versiones, en castellano, por­ x v i que explicaban el descubrimiento debido al
tugués e italiano, todas ellas de fechas próximas. Martín
alejamiento de las naves hacia el oeste para evi­
Fernández de Navarrete la incluyó en el tercer volumen
tar las calmas ecuatoriales o debido a un tempo­
de su Colección de los viajes y descubrimientos que hicie­
ron por mar los españoles desde fines del siglo .V V (Madrid, ral que las apartó de su ruta. Pero la aparición en
Imprenta Real, 1825-1937). el siglo x i x de tres documentos escritos por tres

48 49
miembros de la expedición lia Carta de Pero Yaz en segundo lugar, porque, tal como le ocurrió a
de C am inha , la Carta de M estre Jodo y la Relagáo la armada al cruzar el Atlántico desde Brasil ha­
do Piloto A nónim o) llevó a otras conjeturas.' Pa­ cía Buena Esperanza, el temporal hubiera dis­
rece que si realmente las naves se hubieran de­ persado las naves. La Carta de Vaz de Caminha
jado llevar por la corriente ecuatorial, hubiesen afirma que llegaron todas las naves juntas y que
avistado tierra quinientas millas más al norte de éstas fueron costeando hacia el norte ordena­
lo que lo hicieron, entre el cabo Sao Roque (50 das según su calado, de menor a mayor. Curio­
2 9 ’ S) y el de Sao Agostinho (8° 8’ S), por ser samente, en ese rumbo hasta supieron evitar los
la zona más oriental del continente, la que más numerosos bajos y arrecifes coralinos que carac­
penetra en el océano y a la que las naves más se terizan la zona costera: las peligrosas formacio­
acercaban en busca del alisio del sudoeste cami­ nes de las Timbebas (cerca de los 1 7 o 3 0 ’ S), de
no de Buena Esperanza. Parece también que en las Paredes (17o 45’ S) y de los Abrolhos (desde
esa época del año, marzo-abril-mayo, los vien­ los 17 a 54’ a los 18o 0 3’ S).1
tos soplan de sudeste, y a la altura de los 17° Otra hipótesis que se ha barajado para jus­
S— la latitud que tomó Mestre Joao en la bahía tificar la intencionalidad del viaje es la decisión
Cabrália fue ésa, y está fijada actualmente en 16" unilateral que tomó Cabral de acercarse a tierra
2 1 ’ S— soplan directamente del este, por lo que cuando disponía de viento favorable para sal­
son vientos que alejan las naves de la costa, en var el cabo africano y llegar a Malindi en agosto,
lugar de aproximarlas. La teoría déla tempestad objetivo principal del viaje para poder cruzar el
también pierde fuerza, en primer lugar porque Indico durante el monzón de verano. El capitán
ninguno de los tres documentos habla de ella, y hasta se permitió pasar en la bahía Cabrália una
semana larga. Y eso ha llevado a imaginar que

"• A mediados de! xix,Jo aq u im Norberto de Sousa e


Silva presentó en el Instituto Histórico e Geográfico Bra 1 Jorge Couto, «A ExpedRao Cabralina: Casualidade
sileiro su defensa de la intencionalidad del descubrimien­ versus Intencionalidade», en Océanos, 39, julio-septiem­
to cabralino, y desde entonces el debate continúa activo. bre, 1999, pp. 21-24.

50 51
una cosa eran las instrucciones oficiales que ha­ na portuguesa. Sin embargo, si el viaje de C o­
bía recibido Cabral (en las que no aparece nin­ lón había sido un golpe para D. Joao II, el de
guna referencia a la exploración de tierras atlán­ Vasco de Gama fue un duro revés para los Ca­
ticas), y otra, las confidenciales que podría haber tólicos, sobre todo porque el avance portugués
recibido, y de las que no se tiene noticia. Y esa en Oriente sí fue contundentemente rápido si
teoría, o esa conjetura, gana fuerza si se incluye se compara con el castellano en tierras ameri­
en el proceso de construcción del proyecto ma­ canas. La necesidad de dominar de los espacios
rítimo manuelino el viaje a América impulsado la vio clara Afonso de Albuquerque nada más
por la Corona castellana, del que en Portugal, llegar a la India en 1503, y a pesar de la hostili­
obviamente, se tenía información, la cual creaba dad musulmana, en pocos años consiguió con­
una considerable tensión. Si en 1498 y en su ter­ trolar los principales enclaves comerciales del
cer viaje Colón cree haber encontrado el paraíso Indico (lodos menos uno, Adén, la puerta del
terrenal en las costas de Venezuela, un año des­ mar Rojo): Ormuz, que cierra el golfo Pérsico,
pués las recorren Alonso de Ojeda y Juan de la en 150 7; la costa malabar indostánica, en 1510 y
Cosa, junto con Américo Vespucio; Vicente Yá- un año después, Malaca, el paso hacia Extremo
ñez Pinzón costea las Guayanas y Brasil hasta la Oriente y el Pacífico, lo cual daba acceso al gol­
desembocadura del Amazonas y Cristóbal G ue­ fo de Bengala, Insulindia, Indochina y el sur de
rra trafica con perlas en aguas caribeñas; el mis­ la China. Pero eso no lo sabía aún Manuel I en
mo año en el que zarpa Alvares Cabral de Lisboa, el año 1500, y quizá por ello en su carta infor­
Diego de Lepe llegará hasta el cabo Santo Agos- mativa sobre el viaje de Cabral a los reyes caste­
tinho mientras busca la desembocadura del O ri­ llanos pasa de puntillas sobre ese descubrimien­
noco y el reino de Paria. to de la tierra de Santa Cruz y apenas le dedica
Y éstos son los lentos viajes llamados anda­ unas líneas definiéndola como posible punto es­
luces o menores; lentos por el poco avance geo­ tratégico de abastecimiento para la larga ruta at­
gráfico, pero no por ello dejaban de ser inquie­ lántica hacia un Oriente todavía muy impreciso.
tantes para el proyecto ultramarino de la Coro­ Y es que, además, esa ruta era larga de verdad:

52 53
sólo en el Atlántico, significaba más de tres mil rra da Vera Cruz el 22 de abril de 1500, porque,
millas sin tocar tierra, unos cuatro meses de na­ por lo demás, esa expedición puede ser tildada
vegación en alta mar. Por eso no es descabella­ de estrepitoso fracaso en muchos de sus obje­
do pensar que una posible instrucción confiden­ tivos fundamentales. Para empezar, uno de los
cial para Cabral fuera buscar un puerto natural barcos, el de Vasco de Ataíde, se perdió antes
seguro, donde futuras flotas se pudieran abaste­ de adentrarse en mar abierto, en el archipiéla­
cer sin problemas de agua y madera, y suficien­ go de Cabo Verde; otro, una nave de pertrechos
temente apartado del radio de acción castellano capitaneada por Gaspar de Lemos, fue manda­
en aguas americanas.1 do de regreso a Portugal con la noticia del descu­
Lo cierto es que Cabral zarpó de Lisboa rum­ brimiento; en el mes de mayo naufragaron cua­
bo a la India en época propicia, el 9 de marzo, tro naves a causa de una tormenta mientras la
tanto para navegar por el Atlántico sur y pasar armada surcaba aguas del Atlántico sur cami­
el Cabo, como para evitar las calles inundadas no a Buena Esperanza, una de ellas capitaneada
de la indostánica Calicut debido a los monzo­ por el veterano Bartolomeu Dias; aún se perdió
nes. Llegó a Calicut seis meses después, en sep­ una más, mientras los portugueses subían por
tiembre. En cambio, tres años antes, Vasco de las costas africanas del Indico a la altura de Ma­
Gama partió en agosto y eso hizo muy peligro­ dagascar, al mando de Diogo Dias, aunque con­
so el viaje y muy incómodos los tres meses de siguió regresar a Portugal tras un viaje del que
estancia en la costa malabar. Pero quizá lo real­ sobrevivieron apenas ocho hombres. Así que de
mente importante de ese segundo viaje a la In­ trece naves, llegaron menos de la mitad a la In­
dia fuera el descubrimiento de la tierra del palo dia. Y en el viaje de regreso, una más, la de San­
brasil, que Cabral bautizó con el nombre de Te- cho de Tovar, el segundo en el mando, tuvo que
ser abandonada cerca de Malindi. Sólo por ese
' jorge Couto, «A Expedigáo Cabralina: Casualidade motivo, y dada la dificultad de construir y abas­
versus Intencionalidade», en Océanos. 39, julio-septiem­ tecer una armada de esa envergadura en aquella
bre, 1999, p. 2 7 . época, cabe pensar que Cabral no estuvo a la al-

54 55
tura de los deseos de D. Manuel. De hecho, esa cia los portugueses, sobre todo de los musulma­
experiencia marítima fue su única intervención nes; pero por su parte añadió una serie de actua­
en la historia del viaje oceánico portugués, y a su ciones y actitudes que, como mínimo, se pue­
regreso se retiró a la quinta do Rosàrio, en San- den considerar desafortunadas: a pesar de los
tarém, donde moriría en 1520. línguas, las dificultades de interpretación le lle­
Es cierto que ocupa un lugar ilustre en la his­ varon a creer que había acordado prioridad co­
toria por haber descubierto Brasil; pero eso, que mercial con el rajá, por lo que decidió apresar
fue realmente trascendente para Portugal y para un barco musulmán que salía cargado del puer­
el mundo en épocas posteriores, era un hecho to de Calicut. Eso enfureció a los mercaderes,
relativamente poco importante en aquel mo­ que atacaron la insegura fcitoria y en la reyerta
mento. Si Vasco de Gama se había sentido in­ murieron cincuenta y cuatro portugueses, entre
seguro en la India, a parte de herido en su amor ellos, el fcitar Aires Correia y su escribano Pero
propio por la burla He la espectacular corte hin­ Vaz de Caminha, autor déla carta en la que le ex­
dú ante sus insignificantes presentes— cosa di­ plica al rey Manuel cómo es esa hermosa Terra
fícil de aceptar para un hombre arrogante, in­ da Vera Cruz.
flexible y de muy mal carácter como parece que La venganza de Cabral parece más propia del
era— , el viaje de Pedro Alvares Cabral demues­ carácter cruel e irascible de Vasco de Gama: cap­
tra que la ignorancia es desencadenante de un turó diez barcos, bombardeó la ciudad y mató
cúmulo inacabable de errores. La finalidad de a unas quinientas personas. Tras el drástico en­
su expedición era establecer una ¡citoria en Ca­ frentamiento, era evidente que la primera de las
licut, crear sólidos lazos políticos y comerciales instrucciones reales que debía cumplir Cabral
entre Portugal y la India y contactar con los nu­ no se iba a llevar a cabo: las relaciones diplomá­
merosos pueblos cristianos que los informado­ ticas con el samudri eran ya sin duda inexisten­
res orientales que Gama trajo consigo afirmaban tes. Tampoco se iba a dejar en Calicut una fc i­
que había allí. Cabral se encontró con la crecien­ tan a portuguesa, porque, entre otros motivos,
te animadversión de los comerciantes locales ha­ el ¡citar estaba muerto. Y tampoco parece que

>6 57
el capitán dedicase mucho tiempo a contactar jador veneciano Domenico Pisani, informa que
con todos esos pueblos cristianos que, teórica­ una de las naves y parte de la carga que contenía
mente, atestaban las costas indostánicas; o qui­ pertenecían a Bartolo Florentino (o Bartolomeu
zá, finalmente se les abrieron los ojos a los por­ Florentina o Bartolomeu Marchioni, florenti­
tugueses y vieron lo que en realidad había y no no, según crónicas posteriores), rico banquero
lo que querían ver. Al menos, para el Piloto Anó­ y mercader con importantes negocios coordina­
nimo esa realidad es evidente: «el rey [es] idóla­ dos desde Lisboa sobre el azúcar madeirense, e
tra, aunque algunos pensaran que era cristiano; incluso sobre el oro de Mina, prohibido por la
pero esto procede de no haber sabido tanto de Corona para los extranjeros.1 Bartolomeo Mar­
sus usos como nosotros, que hemos negociado chioni será uno de los hombres más influyentes
bastante en Calicut».' Y a todo ese cúmulo de en la Carrera de Indias portuguesa y uno de los
realidades, circunstancias, actuaciones y errores más poderosos en el tráfico internacional de mer­
estratégicos hay que sumar la pérdida de la mi­ cancías entre Oriente y Occidente; y asimismo,
tad de la flota. muy respetado por el rey, tanto, que en la terce-
Se sabe cómo fue el viaje gracias al Piloto
Anónimo y a la carta de Manuel a los Reyes Ca­ comercio de piedras preciosas, con sede en Amberes y fi­
tólicos. Y se sabe de la rápida difusión de la no­ liales en Londres, Roma, Valladolid, Sevilla y Medina del
Campo. Llegaron a Lisboa interesados por el viaje de Vas­
ticia por las cartas de los agentes diplomáticos y
co de Gama, y obtuvieron de Manuel I el monopolio de la
comerciales italianos afincados en Lisboa. La de venta de especias portuguesas en los Países Bajos, negocio
uno de los financieros más importantes de la E u ­ que los llevaría a desarrollar operaciones financieras y de
ropa del momento, Giovanni Francesco Affai- bolsa a gran escala. Hasta 1528, el representante de la fa­
tadi,2 del 26 de junio de 1501 y dirigida al ernba- milia era Giovanni Francesco Affaitadi (o Joao Francisco
de la Faitada, como se le conocía en Portugal). Dicionário
de Historia dos Descobrimentos Portugueses, ed. de Luís de
' «Relayao do piloto Anónimo», en Jaime Cortesao, Albuquerque, Lisboa, Caminho, 1994, vol. I, pp. 21-22.
A expedíalo de Pedro Alvares Cabral, p. 158. ' «Carta de la Faitada», en Jaime Cortesao, A expe­
1 Los Affaitadi fueron los primeros en dedicarse al díalo de Pedro Alvares Cabral, p. 173.

58 59
ra de las expediciones a la India, la de Joào da yos» y añade que hay m uchos y de varios c o lo ­
Nova (en 1501, antes del regreso de Cabrai), tam­ res, y tam poco olvid a apu nta r que está poblada
bién le pertenece una de las naves y en ella viaja de hom bres desnudos y hermosos.1
un {citar propio que ha de establecerse privada­ Pero la carta verdaderam ente interesante,
mente en Cananor. Otro de los italianos mencio­ tanto p o r el to n o com o p o r el contenido, es la
nados en la carta de Affaitadi responde al nom­ que A m érico Vespucio manda a Lorenzo de M é -
bre de Girolamo Sernigi, otro gran privilegiado d ici desde Cabo Verde el 4 de ju lio de 1501: se
florentino con negocios atlánticos y con barco contunde el ita lia n o en algunos datos, pero el
propio en la flota de Cabrai (la A nnunciata). Ser­ texto está plagado de in form ació n geográfica—
nigi pasará además a la historia del viaje por apa­ casi obsesivo, recoge el nom bre de cada pue rto
recer sus cartas sobre la expedición de Vasco de desde la costa índica africana hasta la costa m a­
Gama en el Paesi nuovam ente retrovati de Fran­ labar, pasando p o r el m ar Rojo y el golfo Pérsi­
ciscano da Montalbondo (15 o 7 ) y posteriormen­ co— , así como cargado de datos m ercantiles con
te en el N avigationi et viagi de Ramusio (1550); y largas listas de productos m uy deseados y cotiza­
dada la amplísima difusión de estas obras, los dos en O ccidente. Pero quizá lo que más llam a
documentos constituyeron la primera fuente de la atención es lo que dice Vespucio de sí mismo,
información de que dispuso la cultura occiden­ en su característico tono entre soberbio y orgu­
tal sobre el primer contacto con la India.1 Sin em­ lloso: p rim e ro , apunta que «nuestro flo re n tin o
bargo, esta carta de Affaitadi no informa sobre de Lisboa» (Bartolom eo del G iocon do, tras el
esa nueva tierra descubierta al otro lado del que se encuentra el p ro p io M a rc h io n i) lo fue a
Atlántico. Sí lo hace el embajador Pisani, quien, buscar a Sevilla para que trabajara para él desde
en su carta del 27 de julio de 1501 a la Signoria Portugal, y ésa es la razón de que se encuentre
de Venecia, llama a esta tierra la «de los papaga­ en Cabo Verde. Añade que allí se ha cruzado con

1 Dicionáno Je Historic/ dos Descobrimentos Portu­ 1 «Carta de Pisani á Senhoria de Veneza». en Jaime
gueses, voi. II, pp. 983-984. Cortesao, A expedicáo Je Pedro Alvares Cabral, p. 177.

60 61
unas naves portuguesas que regresan de ]a India por las posteriores grandes crónicas de los via­
después de catorce meses de viaje y que de ellas jes oceánicos portugueses: la Historia do Desco-
ha obtenido la prolija información que remite al brimento e Conquista da India pelos Portugue­
Magnífico, sobre todo tras entrevistarse con el ses de Fernao Lopes de Castanheda (con impor­
judío Gaspar da Gama. Y no olvida citar ahí, en­ tantes diferencias entre la primera, 1551, y la se­
tre montañas de piedras preciosas y variedades gunda edición, 1554); las enaltecedoras Décadas
de especias, ni al Preste Juan, ni el oro de Sotala, da Asia de Joao de Barros (1552); la Crónica do
ni el santuario en Malipur del apóstol Tomás (al Pelicíssimo R ei D. Manuel de Damiáo de Góis
que Vespucio confunde con san Marcos), ni pre­ (1566), basada en las obras de los dos cronis­
guntar por la mítica Taprobana (de la que G as­ tas anteriores; las imaginativas Pendas da India
par da Gama no ha oído hablar) y hasta apun­ de Gaspar Correia (terminadas probablemente
ta la importancia de Malaca y de Sumatra, to­ en 1563, pero inéditas hasta 1858); el pequeño
davía muy desconocidas por los portugueses en Tratado dos Descobrimentos de Antonio Galváo
ese temprano 1501. Y tampoco olvida registrar el (1563); De Rebus Emmanuelis Gestis del obispo
descubrimiento en el viaje de ida de una tierra lle­ y latinista Jerónimo Osório (1572), obra pensa­
na de gente blanca y desnuda, que, según dice, él da como resumen de la crónica de Damiáo de
ya había descubierto antes para el rey de Castilla, Góis para divulgar las noticias de los viajes por­
pero que se encuentra más hacia levante.' tugueses por toda Europa. Ilustran estas obras
Si esas cartas privadas demuestran lo rápido los dibujos y notas manuscritas del códice Re-
que se empezó a difundir la noticia de la expe­ lagáo das armadas saldas do reino desde 1497 até
dición de Cabral, se advierte su trascendencia 1766 (c. 1366), cuya segunda página representa
a la armada cabralina.1 Quizá estos cronistas no
' «Carta de Américo Vespucio, escrita de Cabo Ver
de, a 4 dejunho de 1501, a Lourenyo de Pier Francisco 1 El relato más riguroso es el de Castanheda (i0Livro,
de Medicis», en jalme Cortesao, A expedigdo Je Pedro A l­ fechado el 6 de marzo de 1551), al que siguen el de Barros
vares Cabral, pp. 16 7-171. (Década Primeira, Livro V, caps. I a TX, publicada el 28

62 63
recogen explícitamente el fracaso de la misión pecto a la intencionalidad o casualidad del des­
cabralina, pero en el fondo la historia del viaje cubrimiento, sobre el que sólo se puede teorizar
ha enseñado que el episodio de Cabral en la In­ dado que no hay información de la época al res­
dia era un preludio de lo que iban a ser muchas pecto, aunque sí hay pruebas de expediciones en
de las actuaciones de los portugueses en Orien­ misión exploradora por el Atlántico, lo más so­
te. Y eso lo confirmará el propio Vasco de Gama bresaliente de la carta del escribano es ese otro
en su segundo viaje, en 1502-1503, cuyo cometi­ tan desnudo y falto de pudor, también espanta­
do era sembrar el terror y dominar el índico por dizo y curioso, que habita esas tierras avistadas
la fuerza, y no le asaltó ninguna duda a la hora por primera vez.
de ejecutarlo. Es bonito aceptar que por culpa del estruen­
Pero el viaje portugués a Oriente es una his­ do del mar Nicolau Coelho, enviado por Cabral
toria larga, compleja y plural de casi dos siglos. para establecer contacto, no pudiera entender­
La historia de la relación de Portugal con Bra­ se con los dieciocho o veinte nativos que se en­
sil se regirá por otro patrón y otros tem pos, pero contraban en la desembocadura del posterior­
sin duda se inicia con esa larga carta que el es­ mente llamado río do Frade, aunque sí pudieron
cribano Pero Vaz de Caminha manda al rey D. intercambiar caperuzas rojas por los espectacu­
Manuel en la nave de pertrechos que vuelve a lares tocados llenos de plumas de colores de los
Lisboa para dar la noticia del descubrimiento. amerindios. En ese instante privilegiado de des­
Al margen del largo debate historiográfico res­ cubrimiento mutuo, los portugueses no podían
imaginar que probablemente se trataba de tupi-
junio de t552) y el dei sobrio y preciso Damiao de Góis niquines, una de las ramas de las más de cuaren­
(ia parte, editada el 17 de julio de 1566); el más escueto ta familias lingüísticas que poblaban el territorio
es el de Osório, y el más imaginativo, como es propio en brasileño y derivada de la tupí-guaraní. El me­
él, es el de Gaspar Correia (Livro Primeiro). Todos ellos
dido y elegante escribano Caminha, sin arrebato
coinciden mayoritariamente entre sí, salvo Correia, que
se permite interpretar, modificar, añadir y omitir datos y
pero sin duda llevado por la fascinación, dedica
episodios. largas páginas a describir sus reacciones, su há­

65
bitat, sus costumbres, su indumentaria, sus tra­ camente, arquetípico y poblado de seres puros.
zos psicológicos y sociológicos, y sobre todo, su Un lugar extraordinario, generoso y placentero a
desnudez. Una desnudez que actúa como sinó­ los sentidos, un Incas am oenus en el que, sin em­
nimo de inocencia y pureza; y una desnudez que, bargo, el civilizado y renacentista recién llegado
junto a su curiosidad natural y su falta de des­ es un intruso, y en el que, asimismo, ese recién
confianza, los convierte en seres exentos de ca­ llegado tampoco pierde la oportunidad de mani­
pacidad para pecar, ni siquiera para obrar con festar su superioridad, por muy paradisíaco que
malicia. Una desnudez, en definitiva, paradig­ sea ese lugar, y aunque esa ostentación no deje
mática, tanto desde el punto de vista estético— mella en esos otros seres desnudos e ingenuos
el elogio de la belleza física de una de las indí­ que lo pueblan. Así se comportará Pedro Alva­
genas lo lleva a ponerla como modelo y ejemplo res Cabral al recibir a dos indígenas en la nave
digno de ser seguido por las mujeres portugue­ capitana, sentado en su gran silla, con una grue­
sas— como ético, dada la ayuda espontánea que sa cadena de oro sobre el pecho y rodeado de
brindan los amerindios a los portugueses o el in­ todos sus hombres; pero tan puros son estos se­
terés que les suscita la solemne ceremonia reli­ res edénicos que no reaccionan en modo alguno
giosa, en la que incluso hay uno, según Caminha, ante ese occidental lenguaje de símbolos. Apa­
que es capaz de comprender el Santo Sacrificio. rece así una actitud muy prometeicamente rena­
Aunque el escribano no aluda a ello directa­ centista, la de la presencia en los espacios prohi­
mente— y sí entienda que las condiciones de es bidos a la condición humana, o la de invasión del
tos otros encontrados los hagan obviamente sus­ espacio de Dios. Porque ese mundo encontrado
ceptibles de ser fácilmente cristianizados— , y a rápidamente provocará en el pensamiento occi­
pesar de que el texto no fue divulgado en la épo­ dental la hipótesis de crear mundos paradisía­
ca, su Carta a l rey D. M a n u el se incluye entre las cos que reproduzcan el primigenio creado por
muchas páginas que la cultura occidental ha de­ Dios. El Nuevo Mundo ofrece la posibilidad de
dicado a entender, situar y describir lo que debía empezar desde el origen a crear un mundo nuevo
de ser el paraíso: un lugar único, delimitado físi­ ordenado exclusivamente por el hombre desde

66 67
un utópico pensamiento ético-político que bus­ lo poblaba. Así, el negro o el cafre era más o me­
ca alcanzar una realidad perfecta. nos nocivo, diabólico o bestial según la intensi­
Y si el espacio inimaginado y recién descu­ dad del color de su piel, y ocupaba claramente
bierto da pie a la utopía, esos otros encontrados la mitad sur del gran continente africano. Pero
que describe Vaz de Caminha también vendrán el otro también era el infiel, el gran enemigo, el
a modificar otra imagen muy elaborada por el musulmán o el judío, y tanto la historia como los
pensamiento occidental a lo largo de siglos de viajes enseñaban que ese otro temido y odiado se
meditación. A principios del siglo x v y por mu­ podía encontrar en cualquier lugar del mundo
cho que ya sonase al eco de un mito asimila­ conocido, tanto en el exterior, en el espacio de
do por la propia cultura, cuando las naves por­ la otredad, como en el propio y del que se que­
tuguesas empezaron a descender por las costas ría expulsar. El progreso de los viajes marítimos
africanas del Atlántico, la noción de salvaje aún ofrecerá al pensamiento occidental una nueva
respondía a una ¡dea occidental aplicada a lo imagen del otro, el gentío, los pueblos idólatras
no-civilizado. La idea implicaba una percepción orientales, cuyas cosmogonías fueron realmen­
atemporal que en cada momento de la historia te difíciles de entender. El otro real era el negro,
había ido adquiriendo diferentes relieves y ma­ el hereje, el pagano y el politeísta, pero con ellos
tices, y asimismo, estaba dotada de una impor­ iba también el salvaje mítico, el no-civilizado y
tantísima carga psicológica. Paralelamente, a lo opuesto desde la Antigüedad al civilizado. Un
largo del tiempo, el pensamiento occidental ha­ salvaje que la mentalidad medieval había con­
bía ido creando un escenario, un lugar, que deli­ vertido en un ser desnudo, peludo, lascivo, pa­
mitaba el espacio de lo salvaje, el agres griego, el gano, que ya no era el bárbaro clásico, pero sí
eremos judeocristiano, la floresta medieval eran podía ser el extranjero, el inculto, el cruel, el fe­
los entornos naturales del homo sylvestris. Pero roz o el loco. En cualquier caso, alguien que sig­
los viajes medievales y del primer Renacimien­ nificaba una amenaza.1
to habían ido llenando de realidad ese espacio
abstracto y habían ido definiendo a ese otro que ! Véase un desarrollo del tema en Isabel Soler, E l

68 69
Pero con la llegada occidental al Nuevo Mun­ que tienen cuatro ojos, dos delante y dos detrás.
do, tanto a las Indias colombinas como a la Terra Son hombres pequeños de cuerpo y tuertes, y di­
da Vera Cruz cabralina, aparece un nuevo salva­ cen que son hombres que se comen a los hom­
je que rompe los esquemas del concepto tradi­ bres con los que tienen guerra, y que las vacas
cional.1 Sin embargo, por mucho que la eviden­ del rey llevan collares de oro grueso al cuello».1
cia demuestre lo contrario, esa realidad coha­ Pero la carta del escribano portugués demues­
bita con la sorpresa de que ésta no cumpla las tra que en ese nuevo mundo el salvaje, el indio,
expectativas, o al menos, no se asemeje mínima­ no es un híbrido ni una bestia, no es un ser pelu­
mente a ellas: Colón confesará en una carta a D. do ni feroz, no es sobrenatural. Aunque lleva los
Gabriel Sánchez que «Hasta aquí no he hallado labios perforados y el cuerpo pintado de rojo o
hombres monstrudos».1 Aunque lo monstruoso de negro, ese salvaje inimaginado es tímido pero
puede aparecer por cualquier parte del espacio curioso, receloso pero dócil, ingenuo pero cola­
ultramarino que recorren las naves portuguesas, borador y generoso, es silencioso y atento— Ca-
como confirma el propio rey D. Manuel en su minha apunta que hay que hablarle suavemente
carta de 1501 a los Reyes Católicos al hablar del para que no se asuste— , y además, tiene una ca­
oro de la africana Sofala: «Entre los hombres pacidad intelectual y una civilización propias y
que llevan el oro allí en las espaldas hay muchos formadas a partir de una tradición y unas creen­
cias que, obviamente y como ya se advierte en las
nudo y la esfera: el navegante como artífice del mundo mo­ palabras del propio Vaz de Caminha, serán des­
derno, Barcelona, Acantilado, 2003, pp. 433-459. critas y valoradas desde parámetros y referentes
1 Urs Bitterli, Los «salvajes» y los «civilizados». E l en­ occidentales. Por muy desconcertantes que sean
cuentro de Europa y Ultramar, México, Fondo de Cultura sus reacciones, son propias de la ignorancia ante
Económica, 1982, p. 156.
2 Cristóbal Colón, Primera epístola del Almirante
Cristóbal Colón, dando cuenta de su gran descubrimiento a 1 «Carta de! Rey D. Manuel de Portugal a los Reyes
D. Gabriel Sánchez, Valencia, Imprenta de D. José Maten Católicos», en Jaime Cortesao, A expedirán de Pedro A l­
Garín, 1858, pp. 16-17. vares Calmil, p. 186.

70 71
lo que ven, en este caso, las gigantescas naves contacto del año 1500. Los religiosos no desfa­
portuguesas y los barbudos hombres que viajan llecerán, pero a medida que vayan conociendo
en ellas. Y en igual medida son desconcertantes esa realidad y a sus habitantes admitirán que no
para esos indios las conductas de los recién lle­ es tan fácil sembrar ahí la semilla de la fe. Las
gados; y ahí sólo hay que pensar en el impacto obras posteriores, tanto de cronistas como de re­
que causa entre los tupiniquines la solemne ce­ ligiosos, mantendrán la retórica del paraíso y sus
lebración de la misa en el islote de la Coroa Ver- tópicos— porque es eso, pura retórica, pura me­
melha o el traslado y ornamentación de la gran táfora, aunque desprovista del misterio que de­
cruz de madera que Cabral ordena erigir cerca bería contener el discurso edénico— ,! pero acen­
de la desembocadura del río Mutari. Caminha tuarán los aspectos negativos, iniciando el proce­
los califica de gente bestial, pero no los compara so de desmitificación a medida que la experien­
a fieras, sino que los ve como pájaros esquivos, cia vaya desmintiendo el estereotipo. Ese «nuevo
«pardales de cebo» los llama. Adán» del que habla Caminha recuperará en las
La semana larga que Pero Vaz de Caminha cartas misioneras la antigua imagen lasciva del
dedica a observar y a apuntar metódicamente salvaje al ser acusado de polígamo o de libidino­
todas las reacciones y actitudes de los amerin­ so (sobre todo, las mujeres); y asimismo, a me­
dios le lleva a pensar que esa Terra da Vera Cruz dida que vayan conociéndolos, esos esforzados
es un gran espacio idóneamente preparado para padres llegarán a considerar la incapacidad inte­
ser evangelizado. Quizá fue ese el mismo ejerci­ lectual de los indios como resultado del descono­
cio que llevó a cabo el almirante Cristóbal Co­ cimiento absoluto de Dios. Al cronista Pero de
lón, pero él vio en La Española un inmenso mer­ Magalháes Gándavo pertenece una frase, des-
cado esclavista, como no se cansa de proponer en
sus cartas a los Reyes Católicos. Y sin renunciar
Un estudio fundamental, Sérgio Buarque da Ho
a la labor misionera, también llegarán a las con­ landa, Visao do Paraíso. Os motivos edénicos no descobri-
clusiones colombinas los portugueses, en épocas ntmto e colonizaban do Brasil, Sao Paulo, losé Olympio,
posteriores aunque no tan lejanas a ese primer 195X.

72 73
pues muy reproducida, de su Historia da Pro­ ra una práctica desconocida para Occidente, el
vincia de Santa Cruz (i 57 5) en la que deja clara la canibalismo de las tribus amerindias fue lo que
altura moral de los indios: «La lengua de los in­ más impactó a las mentalidades europeas. Con
dios de toda esta costa es una: carece de tres le­ las prácticas antropófagas, esos seres exentos
tras, esto es, no se halla en ella ni F, ni L, ni R, de pecado en ese espacio edénico donde el pen­
cosa digna de espanto, porque así no tienen Fe, samiento religioso occidental quería construir
ni Ley ni Rey; y de esta manera viven sin Justicia y su utopía recuperaron su antigua condición de
desordenadamente».12También el padre Manuel salvajes; era la prueba más palpable de su natu­
da Nóbrega parece decepcionado en su Diálogo raleza no humana. El buen salvaje que encon­
sobre a conversan do gentío ( 1 5 5 7 ) cuando excla­ traron las naves cabralinas será rápidamente de-
ma «este gentío no adora nada ni cree en nada, y monizado, y sus rituales caníbales constituirán
todo lo que le decís queda en nada»; y más ade­ la principal justificación que hallarán los occi­
lante no esconde su fobia hacia ellos al sentenciar dentales para aplicar sobre él la llamada guerra
«son perros en comerse y matarse y son cerdos en justa y la esclavitud. Confirma el paralelismo
los vicios y en la manera en que se tratan». entre el nuevo Adán y su imagen más demonía­
El pensamiento occidental pudo recuperar ca la carta de 1502 que Américo Vespucio man­
la tradicional imagen del salvaje cuando se em­ da a Lorenzo de Mèdici, y en la que, tras des
pezaron a conocer mejor algunas costumbres y cribir la belleza y exuberancia de una tierra que
rituales de los nativos. Porque, aunque no fue­ hace que uno se sienta cerca del paraíso, se ex­
playa con pormenores de los rituales antropó­
1 Pero de Magalhaes Gándavo, Tratado da Terra do fagos. Rituales que él no ha presenciado, aun­
Brasil. Historia da Provincia de Santa Cruz, Río dejaneiro. que sí ha visto «carne humana puesta al humo»,
Anuario do Brasil, 1 9 2 4 , p. 49.
pero esa falta de comprobación no le impide ta­
2 «Diálogo do Padre Nóbrega sobre a conversao do
gentío», en Manuel da Nóbrega, Cartas do Brasil. 1549-
char al nativo de «cosa bestial, ! porque] es cier­
i$6o, Belo Horizonte, Itatiaia; Sao Paulo, Universidade to que uno de ellos me confesó haber comi­
de Sao Paulo, 1988, pp. 229-230. do de la carne de más de doscientos cuerpos,

74 75
y esto lo tengo p o r cierto y baste».1 Parece que viajes y sobre todo, las cartas de los misioneros,
no a d v irtió esas tendencias nativas el escribano sumadas a esa crisis de la conciencia europea que
Vaz de Cam inha dos años antes (com o tam poco abate todo Occidente en los años tardorrenacen­
dedicó n i una línea a las muchas lágrim as que tistas y barrocos, reforzarán la imagen negativa
ve rtie ro n los dos degradados abandonados en del indígena, y su crueldad será aquello que m e­
la playa C abrália ese i de mayo en que zarpan jo r lo singularizará. De hecho, décadas después
las naves rum b o a la In d ia , y sí lo hará el P ilo ­ de las descripciones caminhanas, en 1557, cuan­
to A n ó n im o ). Pero es que quizá, entre los m u ­ do el edén ya estaba definitivam ente colonizado
chos m otivos que ju stifican esa im presión p o s i­ p o r ingenios de azúcar y barcos negreros, una de
tiva que muestra su carta, Cam inha pin ta un lu ­ las fuentes documentales sobre el canibalism o
gar tan edénico y tan lle n o de posibilidades p o r­ que más atrajo la curiosidad de los lectores oc­
que la razón ú ltim a de la epístola, y de la que el cidentales fue la m uy traducida (al latín, alemán,
le cto r tom a conciencia al final, es p e d ir la gracia holandés, flamenco, francés e inglés) experien­
real para su yerno Jorge de O sório, deportado cia del a rtille ro alemán Hans Staden: sus nueve
a la isla africana de Sao Tomé. Si el m u n d o en meses de cautiverio entre los antropófagos tu p i-
contrado es tan p e rfecto y tan lum inosam ente nambás hasta que un barco francés Jo rescató.
esperanzados quizá com o prem io del hallazgo L o más suculento para los lectores era la veraci­
el rey se muestre clemente y atienda la demanda dad del relato, porque Staden estuvo a p un to de
del escribano. Cosa que hizo, pero Cam inha no ser com ido y sobrevivió, veracidad que no se p o ­
llegó a saberlo nunca. día asegurar de los muchos textos existentes ya
E l buen salvaje coexiste desde el p rin c ip io sobre las novedades antropológicas brasileñas.
con el m al salvaje; son antitéticos y al m ism o E l títu lo es m uy largo— algo así com o Descrip­
tiem po, se com plem entan. Pero las crónicas de ción verdadera de un país de salvajes desnudos,
feroces 3? caníbales, situado en el nuevo mundo
1 Américo Vespucio, Caríen de viaje, ed. de Luciano América, desconocido en la tierra de Hessen, an­
Formisano, Madrid, Alianza, 1986, pp, 78-79. tes y después del nacimiento de Cristo, hasta que

76 77
hace dos años Hans Staden de Homberg, Hessen, llamarlos bárbaros con respecto a las reglas de
por su propia experiencia los conoció y ahora pu­ la razón, pero no con respecto a nosotros mis­
blica— , pero gracias a él queda claro que los in­ mos, que los superamos en toda suerte de barba­
dios siguen puramente desnudos, aunque han rie. Su guerra es enteramente noble Con­
vuelto a ser salvajes y feroces. temporánea a los Essais de Montaigne es la His-
Y aún faltan catorce años para que Michel de toire d'un voy age faict en la terre du Brésil (1578),
Montaigne use el tema del canibalismo para re­ que recoge la experiencia del calvinista Jean de
flexionar sobre las formas de conducta y la con­ Léry en la utópica Francia Antàrtica, y en ella
dición humana del ser supuestamente civiliza­ se menciona la costumbre antropofágica nativa
do que era el occidental de su época. Lo más como prueba del fracaso de la misión evangélica
inteligente de la reflexión de Montaigne no es católica, y asimismo, se emplea el término como
el análisis de las informaciones sobre el Nuevo metáfora de la extrema violencia, la intolerancia
Mundo y sus gentes, sino el lugar donde ese Nue­ y el fanatismo que abaten la Europa de los años
vo Mundo coloca al Viejo al comparar la barba­ setenta. La intensidad de las guerras en defen­
rie de los indígenas con la de los portugueses, y sa de determinadas actitudes morales y religio­
por extensión, la de los europeos: «Creo que hay sas estipula que las noticias sobre otras vidas y
más barbarie en comerse a un hombre vivo que otras formas de conducta cuestionen la excelen­
en comerlo muerto; en desgarrar, con tormen­ cia de ese antropocentrismo europeo tan culti­
tos y torturas, un cuerpo lleno aún de sensibili­ vado durante los siglos renacentistas.
dad, hacerlo asar cuidadosamente, hacer que lo Pero justo en ese inicio del siglo, ese primer
muerdan y maten perros y cerdos— como lo he­ texto que describe a los nativos tupís es pura
mos no sólo leído sino visto recientemente, no mirada hacía el otro encontrado en estado natu-
entre viejos enemigos sino entre vecinos y con­
ciudadanos, y, lo que es peor, bajo pretexto de «Los caníbales», en Michel de Montaigne, Los en­
piedad y religión— , que en asarlo y comerlo una sayos, ed. y trad. de Jordi Bayod Brau, Barcelona, Acanti­
vez muerto. [...] Así pues, podemos muy bien lado, 2007, pp. 286-287.

78 79
ral. No cabe en esa mirada intención coloniza­ como la obligación de construir desde sus obras
dora ni espíritu expansivo, sobre todo porque una imagen de los contenidos del mundo fiel a
la misión del viaje es otra y el tiempo apremia; las experiencias vividas.
pero por otro lado, parece que lo encontrado— ISA B E L SO L E R
los hombres y las mujeres, las playas, las palme­
ras, los papagayos— se vaya a romper o vaya a
desaparecer si se toca debido a la gran inocencia
que lo invade todo, y a la consecuente inexisten­
cia de maldad. Quizá se asemeja esa mirada a la
del muchacho Damiáo de Góis que en 1513 ad­
mira la pericia de los amerindios con sus flechas
en las aguas del Tajo. Las paradojas de la histo­
ria harán que ese futuro diplomático, humanista
y erasmista se erija, años después y entre los mu­
chos temas de sus escritos, en un claro analista
de otras etnias y otras culturas, tan distantes en­
tre ellas como lo están la etíope o la lapona1 de
la tupiniquín de Pero Vaz de Caminha. Une, sin
embargo, a ambos cronistas tanto la necesidad

1 Damiao de Góis, Fides, Religio, Moresque Aethio-


pum sub Imperio Preciosi loannis [Fe, religión y costum­
bres de los etíopes bajo el Preste Juan], Lovaina, Oficina de
Rutgerí Resci, 1540, cuyas primeras ediciones incluían la
epístola al papa Paulo III «Deplorado Lapinae Gentis»
[Súplica por los pueblos de Laponia], junto a la Lappiae
Descriplio [Descripción de Laponia].

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86 87
CARTA DEL
DESCUBRIMIENTO
DE B R A S I L
Señor,

Por bien que el capitán mayor de esta vuestra


flota y así los otros capitanes escriban a Vuestra
Alteza la nueva del hallazgo de esta vuestra tie­
rra nueva que ahora en esta navegación se ha ha­
llado, no dejaré tampoco de dar cuenta de eso
a Vuestra Alteza así como mejor pueda, aunque
para bien contar y hablar lo sepa hacer peor que
todos. Pero tome Vuestra Alteza mi ignorancia
por buena voluntad, la cual bien cierto crea que
ni por adornar ni por afear haya aquí de poner
más que aquello que vi y me pareció. Del mari­
naje y singladuras del camino no daré aquí cuen­
ta a Vuestra Alteza porque no lo sabré hacer y los
pilotos deben estar a ese cuidado, y por tanto,
Señor, de lo que he de hablar comienzo y digo.
Que la partida de Belém,1 como Vuestra Al-

1 Esta antigua feligresía de la aldea del Restelo ya es


en la actualidad un barrio de Lisboa. Desde allí partían y
Ruta de la flota de Pedro Alvares Cabral entre Lisboa y Brasil regresaban las naves de la Carrera de Indias, pasaban las
obligatorias cuarentenas y tramitaban la documentación
aduanera. El infante D. Henrique mandó construir una

90 91
teza sabe, fue el lunes 9 de marzo,' y el sábado 14 che siguiente, en Ja madrugada del lunes [23 de
de dicho mes, entre las ocho y las nueve horas, marzo], se perdió de la flota la nave de Vasco de
nos hallamos en las Canarias, más cerca de Gran Ataíde*1 sin que hubiera tiempo fuerte ni contra­
Canaria, y allí anduvimos todo aquel día en cal­ rio para poder perderse. Hizo el capitán sus dili­
ma avistándolas obra de tres o cuatro leguas,23y el gencias para hallarlo en unas y otras partes pero
domingo 22 de dicho mes, a las diez horas poco no apareció.
más o menos, avistamos las islas del Cabo Ver­ Y así seguimos nuestro camino por este mar
de, scilicet [esto es], la isla de Sao Nicolau' se­
gún dijo el piloto Pero Escolar.4 Y durante la no­
la Casa del Rey. Participó en el descubrimiento de Mina,
en el golfo de Guinea, en 1471, en una de las exploracio­
pequeña iglesia consagrada a la Virgen y tutelada por los nes de Fernáo Gomes, a quien había sido concedida la
frailes de la Orden de Cristo, donde los capitanes de las explotación comercial de una basta zona costera de Af ri­
flotas velaban las armas la noche antes de la partida. Poste­ ca durante cinco años a cambio de descubrir cien leguas
riormente, en 1502, el rey D. Manuel I hizo edificar allí el de costa por año. Se le atribuye el descubrimiento de Sao
imponente monasterio de los Jerónimos de Santa Maria de Tomé, Ano Bom y Príncipe; acompañó al navegante Dio-
Belém. go Cao al Congo y participó en la expedición de Vasco de
1 La flota tendría que haber zarpado el día 8 de mar Gama a la India, pilotando la nave Bérrio bajo el mando
zo, pero por falta de viento, se pospuso la partida un día. de Nicolau Coelho.
2 Una legua marina equivale a 5,5 kilómetros. ‘ Miembro de una importante familia noble, los Ataí­
3 Ha llegado a la actualidad la primera hoja del borra de, con experiencia de navegación en las costas canarias y
dor con instrucciones que Vasco de Gama escribió para guineanas desde 1445. En décadas posteriores los Ataíde
facilitar el viaje de Pedro Alvares Cabral a la India, y en desempeñarán cargos destacados en la administración del
ella aconseja ir a la isla de Santiago, pero, en el margen de Estado Portugués da India. Vasco de Ataíde capitaneaba
la hoja y tachado, se informa de una enfermedad o epide una de las naves de la armada de Cabral, y un hermano
mia en esta isla, por lo que recomienda ir a abastecerse de suyo, Pedro de Ataíde, gobernaba la Sao Pedro {una de las
agua a la de Sao Nicolau. pocas de las que se conoce el nombre). Este morirá en Mo­
4 Es el piloto más experimentado de toda la armada, zambique en el viaje de regreso de su segunda expedición
también conocido por Pero o Pedro Escobar, caballero de a la India, tras un naufragio en 1503.

92 93
de la rg o 1hasta el martes de octavas de Pascua,2 man rabo de asno.1Y el m iércoles p o r la mañana
que era 21 de a b ril, en que encontram os algu­ [22 de a b ril] encontramos aves a las que llam an
nas señales de tierra, siendo de dicha isla, según fura-buchos,2 y en este día a hora de vísperas’
decían los pilo to s, obra de seiscientas sesenta o avistamos tierra prim eram ente de un gran m on­
seiscientas setenta leguas, las cuales eran mucha te muy alto y redondo y de otras sierras más ba­
cantidad de hierbas largas a las que los m arean­ jas al sur y de tierra llana con grandes arboledas.
tes llam an sargazo y así otras que tam bién 11a- A tal m onte alto el capitán le puso el nom bre de
M onte Pascoal, y a la tierra, Terra da Vera C ruz.4
' Cuando el mar o el viento llegan por la aleta de la
nave, la parte que queda a ambos lados de la proa. Sin em­ ' Posiblemente se refiera a una planta medicinal,
bargo, el autor también podría querer decir «mar largo», equiseto mayor, también llamada cola de caballo o rabo
refiriéndose a las olas oceánicas, mucho más grandes y de lagarto, conocida por su efecto diurético y reminerali­
alargadas que las del Mediterráneo, o asimismo, anunciar zante y utilizada para contener hemorragias. Sin embar­
que la armada inicia la llamada volta grande o pelo lar­ go, lo más probable es que se trate de una angiosperma
go, el amplio arco en mar abierto para rodear los vientos marina de la familia potamogetonaceae, planta que crece
de norte y del este del Atlántico norte y evitar la extensa en las rocas, pero que puede desprenderse y flotar llevada
zona de calmas ecuatoriales, aprovechando la tuerte co­ por las corrientes. En el litoral del nordeste brasileño, en
rriente marina al oeste de las Canarias que alejaba los la playa Coroa Vermelha y en Santa Cruz de Cabrália se
barcos de la costa, pero permitía una navegación segura han encontrado especies. La armada debía de estar cerca
y rápida. de los 17" S, empujada por un viento del este que favorece
2 Los ocho días desde el Domingo de Resurrección la aproximación a tierra y obliga a llevar un rumbo próxi­
hasta el segundo domingo de Pascua. Para aprovechar mo al sudoeste cerrado sobre la costa.
tanto los vientos propicios atlánticos como el monzón del 2 O vira-bachos, debe de referirse a los llamados pá­
suroeste en el océano Indico, las naves solían partir de Lis­ jaros bobos o sulas, o a alcatraces.
boa no más tarde de mediados de marzo o principios de ? Entre las quince y las dieciocho horas.
abril para llegar en agosto o septiembre a la India. Este ca­ 4 La llamada «Costa dos Descobrimentos» se extien­
lendario obligaba a celebrar las liturgias de Semana Santa de aproximadamente desde la desembocadura del río
en alta mar durante el primer o segundo mes de viaje. La Cahy hasta la bahía Cabrália, y es un área de característi­
armada lleva veintinueve días de navegación atlántica. cas marcadamente diferentes respecto al resto de la zona

94 95
Mandó lanzar el plomo y hallaron veinticinco los navios pequeños por haber llegado primero.'
brazas ,1 y puesto el sol, obra de seis leguas de Allí lanzamos los bateles y esquifes, y ense­
tierra, lanzamos anclas en diecinueve brazas con guida fueron todos los capitanes de las naves a
fondeo limpio. Allí permanecimos toda aquella esta nave del capitán mayor, y allí hablaron y el
noche, y el jueves por la mañana hicimos vela y capitán mandó a tierra en el batel a Nicolau Co­
seguimos derechos a tierra, con los navios pe­ dito 1 para ver aquel río. Y en cuanto comenzó a
queños delante yendo por diecisiete, dieciséis,
quince, catorce, trece, doce, diez y nueve bra­
Eran tupiniquines, grupo tribal de la rama tupí inte­
zas hasta media legua de tierra donde todos lan­ grada en la familia tupí-guaraní originaria de la Amazonia.
zamos anclas frente a la boca de un río, ’ y llega­ La imprecisión de los documentos y la escasez de elemen­
ríamos a este fondeo a las diez horas poco más tos de origen indígena, además de la movilidad de los dife­
o menos. Y allí avistamos hombres que andaban rentes grupos autóctonos debido a los enfrentamientos en­
tre las diferentes tribus, dificultan su definición territorial.
por la playa, obra de siete u ocho, según dijeron
Sin embargo, cuando la armada de Cabial llegó a Santa
Cruz, tupís y guaraníes luchaban entre ellos por controlar
el litoral y ganar el dominio de una zona de abundante e
costera brasileña, definida por los sedimentos terciarios imprescindible alimento para la dieta proteínica aborigen
de la Formación Barreiras con terrazas o tableros costeros (pescado, tortugas, moluscos, crustáceos y sal).
y acantilados, y por posteriores arrecifes coralinos, playas 2 Ffabía sido el capitán del Bérrio, la más pequeña de
y zonas pantanosas o lagunares. Estas formaciones geoló­ las cuatro naves que constituían la expedición de Vasco
gicas originaron montes escarpados que sobresalen de la de Gama a la India en 1497. En ese viaje, como en éste, se
planicie de los tableros costeros; el monte Pascoal del que encargó de las misiones de reconocimiento: la aguada en
habla Caminha es uno de ellos. la isla de Santa Helena, el sondeo del canal de Mozambi­
' Unidad de medida de longitud náutica usada para que. Durante el regreso, debido a un temporal en Cabo
calcular la profundidad del agua. Equivale más o menos, a Verde, se separó del resto de las naves y fue el primero en
la longitud de dos brazos extendidos. Parece que la braza llegar a Lisboa y anunciar el éxito del viaje. Volvió a Orien­
portuguesa equivalía a unos 2,2 metros (la española, a 1,6 te con la armada de Cabral y en 150 5 regresó una vez más
metros). con Afonso v Francisco de Albuquerque (viaje en el que
1 Posteriormente recibirá el nombre de río do Frade. se constituirá el llamado Estado Portugués da ludia)-, mo-

97
ir para allá, acudieron a la playa hombres, aho­ manda a Vuestra Alteza. Y con esto se volvió a
ra dos, ahora tres, de manera que cuando el ba­ las naves, por ser tarde y no poder haber más ha­
tel llegó a la boca del río había allí dieciocho o bla entre ellos por causa del mar.
veinte hombres pardos, todos desnudos sin nin­ La noche siguiente sopló tanto sudeste con
guna cosa que les cubriera sus vergüenzas. Lle­ chubascos que hizo [que tuviéramos que] cazar*1
vaban arcos en las manos con sus flechas, venían las naves, especialmente la capitana. Y el vier­
todos directos hacia el batel y Nicolau Coelho nes por la mañana [24 de abril], a las ocho horas
les hizo señal de que depusieran los arcos y ellos poco más o menos, por consejo de los pilotos
los depusieron. Allí no pudo entre ellos haber mandó el capitán levar anclas y hacer vela, y fui­
habla ni entendimiento que aprovechase porque mos a lo largo de la costa con los bateles y esqui­
el mar quebraba en la costa; solamente les dio fes amarrados por la popa contra el norte para
un birrete rojo y una caperuza de lino que lleva­ ver si hallábamos algún abrigo y buen poso2 don­
ba en la cabeza y un sombrero negro. Y uno de de recogernos para tomar agua y leña, no porque
ellos le dio un sombrero de largas plumas de ave nos faltara, sino para orientarnos allí. Y cuando
con una copa pequeña de plumas rojas y pardas hicimos vela, habría ya en la playa asentados cer­
como de papagayo, y otro le dio un collar gran­ ca del río unos sesenta o setenta hombres que allí
de de menudas cuentas blancas que quieren pa­
recer de adorno,' piezas que creo que el capitán
quizás, en realidad sea un derivado de «alhaja» (alfaia, en
portugués), «cosa valiosa». Podría ser una deformación
rirá en un naufragio en el viaje de regreso capitaneando la de aljava, aljaveira, que en portugués moderno es algiheira
nave Fatal. («bolsillo»), cuya etimología árabe es al-haba, «utensilio
1 Caminha emplea la palabra aljaveira. Puede que se valioso».
refiera a las simientes de alguna planta no localizada en la 1 El viento obligó a garrar las naves: cejarlas arras­
actualidad con las que los indígenas confeccionaban colla­ trando el ancla, por haberse desprendido a causa del tem ­
res y adornos. O como apunta Jaime Cortesáo en la nota 13 poral.
de su edición de la Carta de Pero Yaz de Caminha, podría 1 Lugar donde descansar o detenerse con un buen
tratarse de aljófar, perlas pequeñas e irregulares. Aunque fondo para anclar las naves.

98 99
se fueron juntando poco a poco. Fuimos cos- seguida, ya de noche, al capitán, donde fueron
teando, y mandó el capitán a los navios peque­ recibidos con mucho placer y fiesta.
ños que fuesen más cerca de tierra, y que si ha­ Son de facciones pardas, como rojizas, de
llaban poso seguro para las naves, amainasen. buenos rostros y buenas narices bien hechas, an­
Y yendo por la costa obra de diez leguas desde dan desnudos sin ninguna cobertura ni estiman
donde levamos anclas, hallaron dichos navios en nada cubrir ni mostrar sus vergüenzas, y tie­
pequeños un arrecife con un puerto dentro muy nen respecto a eso tanta inocencia como en mos­
bueno y muy seguro con una entrada muy ancha,' trar el rostro. Llevaban los bezos de abajo agu­
y se metieron dentro y amainaron. Las naves jereados y metidos ahí sendos huesos blancos de
arribaron sobre ellos, y un poco antes de la pues­ largura de un palmo y de grosura de un huso de
ta de sol amainaron obra de una legua del arre­ algodón, agudo en la punta como un punzón.
cife y fondearon en once brazas. Y estando Afon- Los meten por la parte de dentro del bezo, y lo
so Lopes, nuestro piloto, en uno de aquellos na­ que queda entre el bezo y los dientes está hecho
vios pequeños por mandato del capitán, por ser como las torres del ajedrez, y de tal manera lo lle­
hombre vivo y diestro para eso, se metió en un van allí encajado que no les molesta ni les estor­
esquife para sondar el puerto por dentro y reco­ ba ni al hablar ni al comer ni al beber. Sus cabe­
gió de una almadía1 a dos de aquellos hombres llos son lisos, y van esquilados, de esquila alta,
de la tierra, mancebos y de buenos cuerpos, y más que una peineta de buena medida, y rapa­
uno de ellos llevaba un arco y seis o siete flechas. dos hasta por encima délas orejas. Y uno de ellos
En la playa andaban muchos con sus arcos y fle­ llevaba por debajo de la solapa,' de sien a sien y
chas, aunque de nada les sirvieron. Los llevó en­
Modo de peinar por el que parte del pelo cae sobre
la frente y parte sobre el resto déla cabeza. Caminha iden­
1 Las naves superan la barra de Buranhém y encuen­ tifica y asimila el corte de pelo indígena con el que era co­
tran el arrecife Coroa Vermelha, que protege la bahía Ca- mún en Occidente en aquella época tanto entre religiosos
brália. como entre laicos, llamado «a la taza», con la nuca afeitada
1 Canoa, balsa. y respetando la medida del pelo desde la coronilla hasta

IOO toi
hacia atrás, una especie ele cabellera de plumas de Miranda 1 y Nicolau Coelho y Aires Correia 2
amarillas de ave que sería de largura de un coto ,1 y nosotros que aquí en la nave íbamos con él es­
muy espesa y muy cerrada, que le cubría la nuca tábamos sentados en el suelo en esa alfombra.
y las orejas, la cual llevaba pegada a los cabellos, Se encendieron antorchas, y entraron y no hi-
pluma a pluma, con una textura blanda como de
cera, y no lo era ,23de manera que quedaba la ca­ vez en la India, Sancho de Tovar desempeñará un papel
bellera muy redonda y muy espesa y muy igual, destacado como militar, y en el viaje de regreso dirigirá la
escala y exploración de Sofala (importante núcleo comer­
que no hacía falta lavarla para que se levantase.
cial de oro en Mozambique), Zimbabue (la antigua Mo-
El capitán, cuando llegaron, estaba sentado nomotapa délas crónicas) y Madagascar (bautizada en ese
en una silla con una alfombra a los pies por es­ año 1500 como isla de Sao Lourenyo).
trado, y bien vestido, con un collar de oro muy 1 Simáo de Miranda de Azevedo, hidalgo de la Casa
grande en el cuello. Sancho de Tovar' y Simáo Real y yerno del feitor Aires Correia. Volverá a la India en
1512 al mando de una de ¡as naves de la armada de Jorge
de Meló, y morirá en Sofala en 1515.
las orejas. La «solapa» sería ese pelo suelto que cubre la 2 Feitor real, viaja en la armada con la misión de esta­
parte superior de la cabeza hasta la mitad del cráneo. blecer una /citoria en Calicut que represente los intereses
1 Medida lineal de medio palmo, aproximadamente comerciales y diplomáticos de los portugueses en la India
la formada por los cuatro dedos de la mano cerrada, sin y organice el aparato burocrático, militar y financiero ne­
contar el pulgar. cesario para mantener una presencia estable. Es una de
1 Los indios llevaban el pelo impregnado de resina las personalidades más importantes que integran la arma­
pistacia o de almáciga, que se obtiene del lentisco. da porque representa directamente al rey. Una vez en la
3 De origen español y huido a Portugal tras atentar India, sus primeras acciones tendrán cierto éxito, pero el
contra el juez que había mandando ajusticiar a su padre, desconcierto mercantil que supone la intervención portu­
Martín Fernández de Tovar, partidario de la causa de Ju a­ guesa, sobre todo entre las potentes comunidades musul­
na la Beltraneja frente a Isabel, se integrará en la corte de manas, desencadenará protestas y revueltas sociales que
D. Joao 11 (algunas de sus composiciones poéticas y musi­ culminan con el ataque a la feitoria, donde morirán Aíres
cales serán recogidas por García de Resende en el Cando- Correia y cuarenta portugueses más. Pero Vaz de Cami-
neiro Geral). El rey D. Manuel lo nombrará comandante nha es escribano o notario de Aires Correia, y parece que
de la flota de Cabral y responsable de la nave El-Rei. Una también fallecerá en la refriega.

102 103
cieron ningún ademán de cortesía ni de hablar­ unas cuentas blancas de rosario, señaló para que
le al capitán ni a nadie, pero uno de ellos puso se las diesen y le divirtieron mucho y se las puso
el ojo en el collar del capitán y empezó a señalar en el cuello y después se las sacó y se las enro­
con la mano hacia tierra y después hacia el co­ lló en el brazo y señalaba hacia tierra y [hacia]
llar, como diciéndonos que en tierra había oro; y las cuentas y el collar del capitán, como dicien­
también vio un candelabro de plata y así mismo do que darían oro por aquello. Esto lo tomába­
señalaba hacia tierra y después hacia el cande­ mos nosotros así porque lo deseábamos, pero si
labro como si hubiera también plata. Les mos­ él quería decir que se llevaría las cuentas además
traron un papagayo pardo que aquí tiene el ca­ del collar, esto no lo queríamos entender porque
pitán, lo cogieron con la mano y señalaron hacia no se lo habíamos de dar. Y después devolvió las
tierra como que los había allí; les mostraron un cuentas a quien se las había dado, y entonces se
carnero y no hicieron de él mención; les mostra­ estiraron así de espaldas en la alfombra a dormir
ron una gallina y casi tenían miedo de ella y no sin tener ninguna manera de cubrir sus vergüen­
la querían tocar con la mano y después la cogie­ zas, las cuales no eran circuncidadas y [tenían] el
ron como espantados. Les ofrecieron pan y pes­ vello bien rapado y afeitado. El capitán mandó
cado cocido, pasteles de almendras, miel e higos que les pusieran en las cabezas sendos cojines, y
secos, y no quisieron comer de aquello casi nada, el de la cabellera se preocupaba de no romperla,
y si probaban alguna cosa, la escupían ensegui­ y Ies pusieron un manto encima y ellos lo consin­
da. Les trajeron vino en una copa, y apenas po­ tieron y yacieron y durmieron.
ner la boca, no les gustó nada ni quisieron más. El sábado por la mañana [25 de abril] man­
Les trajeron agua en una alcarraza ,1 y tomando dó el capitán hacer vela y fuimos en busca de la
sendos sorbos, no Ja bebieron, solamente se la­ entrada, la cual era muy ancha y alta,' de seis a
varon las bocas y la escupieron. Vio uno de ellos siete brazas, y entraron todas las naves dentro y

' Vasija de arcilla que conserva f resco el liquido en el ' Honda, profunda. Caminha destaca la idoneidad
interior. natural de Porto Seguro.

1 04 IOS
fondearon en cinco o seis brazas, y este fondea­ Telo, al que llaman Alonso Ribeiro, para que an­
dero es tan grande y tan hermoso y tan seguro duviera con ellos y aprendiera su vivir y mane­
que pueden permanecer en él más de doscientos ras. Y a mí me mandó que fuera con Nicolau
navios y naos. Y en cuanto las naves quedaron Coelho.
posadas y fondeadas vinieron todos los capita­ Fuimos así rápidamente directos a la playa, y
nes a esta nave del capitán mayor, y desde aquí allí acudió enseguida obra de doscientos hom­
ordenó el capitán a Nicolau Coelho y a Bartolo- bres todos desnudos y con arcos y flechas en las
meu Días * 1que fuesen a tierra a llevar a aquellos manos. Aquellos que nosotros llevábamos les hi­
dos hombres y los dejasen ir con sus arcos y fle­ cieron señas de que se apartasen y depusieran los
chas, a los cuales mandó dar sendas camisas nue­ arcos, y ellos los depusieron pero no se aparta­
vas y sendas capuchas rojas y dos rosarios de ron demasiado. En cuanto bajaron sus arcos, sa­
cuentas blancas de hueso que ellos llevaban en lieron los que nosotros llevábamos y el mance­
los brazos y sendos cascabeles y sendas campa­ bo degradado con ellos, los cuales, así como sa­
nillas. Y envió con ellos para que se quedara allí lieron no se detuvieron, ni esperaba el uno por
a un mancebo degradado ,2 criado de D. Joao el otro sino a quien más corría. Y cruzaron un
río de agua dulce 1 que por ahí corre con mu­
' Escudero de la Casa Real y navegante de larga expe­ cha agua y íes llegaba por la braga ,2 y otros mu­
riencia por las costas occidentales africanas, fue quien en chos con ellos, y fueron así corriendo más allá del
1487 consiguió circunnavegar el continente y confirmarla
unión entre el Atlántico y el índico. Pasó el cabo, al que
llamó de las Tormentas, y siguió por la costa hasta el río de muerte a los que se les conmutaba la pena para que,
do Infante (hoy Great Fish River). No formó parte de la abandonados en tierras por explorar, establecieran los pe­
posterior expedición de Vasco de Gama, pero sí de la de ligrosos primeros contactos, aprendieran las lenguas nati­
Alvares Cabral, como capitán de una de las naves. Tras vas, recabaran información y actuaran de enlaces entre los
zarpar de las costas brasileñas rumbo a Sudáfrica, cuatro portugueses y las gentes de aquellos lugares a la llegada de
de las naves desaparecieron durante un fuerte temporal, y posteriores ilotas.
una de ellas era la de Bartolomeu Dias. 1 Río Buranhém.
2 Delincuentes condenados a la deportación o reos 2 Calzones.

106 1 07
río entre unas matas de palmas' donde estaban Muchos de ellos, o casi la mayor parte de
otros, y allí se detuvieron. Entretanto, el degra­ los que andaban por allí, llevaban aquellos pi­
dado se fue con un hombre que en cuanto salió cos de hueso en los bezos, y algunos que anda­
del batel lo agasajó y lo llevó hasta allá, pero en­ ban sin ellos traían los bezos perforados y en
seguida nos lo retornaron, y con él vinieron los los agujeros unos tapones de palo que parecían
que nos habíamos llevado, los cuales venían ya tapones de borracha;' y algunos de ellos traían
desnudos y sin las caperuzas. Entonces empeza­ tres de aquellos picos, scilicet , uno en el medio y
ron a llegar muchos. Se acercaban por la orilla otros dos en los extremos. Y allí andaban otros
del mar hacia los bateles hasta que ya no podían de ellos cuarteados a colores, scilicet , la mitad
más, y traían calabazas de agua, y cogían algunos de su propio color y la otra mitad de pintura ne­
barriles que llevábamos y los llenaban de agua y gra un poco azulada, y otros a cuadros como de
los traían a los bateles. No llegaban del todo a escaque." Allí andaban entre ellos tres o cuatro
la borda del batel, pero se acercaban y nos los mozas, bien mozas y bien gentiles, con cabellos
lanzaban con la mano y nosotros los cogíamos, muy negros y largos por las espaldas, y sus ver­
y nos pedían que les diésemos alguna cosa. Lle­ güenzas tan altas y tan cerraditas y tan limpias
vaba Nicolau Coelho cascabeles y manillas, y a de vello que, de lo mucho que las miramos, no
unos les daba un cascabel y a otros una manilla, teníamos ninguna vergüenza. Allí por entonces
de manera que con aquel ardid casi nos querían no hubo más habla ni entendimiento con ellos,
dar la mano. Nos ofrecían aquellos arcos y fle­ por su barbarie ser tamaña que no se entendía
chas a cambio de sombreros y caperuzas de lino ni se oía nadie.’ Les indicamos que se fueran, y
o por cualquier cosa que alguien les quisiera dar.
De ahí partieron aquellos dos mancebos y ya no 1 'Japones de bota de vino, odre de cuero.
2 A modo del tablero de ajedrez.
los volvimos a ver.1
3 Caminha usa el término berbería, aplicado en la
época a los bereberes, a los marroquíes o a los musulma­
1 Posiblemente se refiera a Attalea funifera Mart., es­ nes en general, entendido como «los que hablan a gritos o
pecie frecuente en las playas al sur de Bahía. vocean».

109
así lo hicieron y pasaron al otro lado del río. Y que ella no tenía, tan graciosa, que muchas mu­
salieron de los bateles tres o cuatro hombres de jeres de nuestra tierra, viéndole tales facciones,
los nuestros y llenaron no sé cuántos barriles de sentirían vergüenza por no tener la suya como la
agua que nosotros llevábamos, y volvimos a las de ella. Ninguno de ellos estaba circuncidado,
naves. Y mientras en eso estábamos, nos indi­ sino todos así, como nosotros.' Y con esto nos
caron que regresáramos. Lo hicimos y ellos nos volvimos, y ellos se fueron.
devolvieron al degradado y no quisieron que se Por la tarde salió el capitán mayor en su ba­
quedase con ellos, el cual llevaba una bacía pe­ tel con todos nosotros, y con los otros capitanes
queña y dos o tres caperuzas rojas para ofrecer de las naves en sus bateles, a holgar por la bahía,
al señor, si lo hubiese. No cuidaron de sacar­ frente a la playa. Pero nadie bajó a tierra, por no
le nada, y así lo mandaron con todo. Entonces quererlo el capitán que fuera alguien allí. Sola­
Bartolomeu Di as lo hizo volver otra vez para que mente bajó, con todos, a un islote grande2 que
les diese todo aquello, y él volvió y, ante nuestra está en la bahía y que en la bajamar queda muy
vista, entregó todo a aquel que lo había agasaja­ vacío ,3 pero que está cercado de agua por todas
do la primera vez; después regresó y nos lo tra­ partes, por lo que nadie puede ir hasta él si no
jimos. Éste que lo agasajó era ya de días1 y an­ es en barco o a nado. Allí holgamos él y noso­
daba todo por lozanía ,2 lleno de plumas pega­ tros durante una hora y media, y unos marine­
das por el cuerpo que parecía asaetado como un ros que por ahí andaban pescaron con un chin-
San Sebastián. Otros llevaban caperuzas de plu­
mas amarillas y otros rojas y otros verdes. Y una 1 Caminha se esmera en destacar una de las diferen­
de aquellas mozas estaba toda pintada de arri­ cias entre musulmanes, y al ricanos islamizados, y cristia­
ba abajo de aquella pintura; y ciertamente esta­ nos. Al no estar circuncidados, los indios no son infie­
les.
ba tan bien hecha y tan redonda, y su vergüenza,
2 Se trata de uno de los grandes islotes de la barrera
coralina Coroa Vermelha, en el extremo sur de la bahía
' Era de edad, ya era un hombre mayor. Cabrália.
2 Se exhibía con orgullo, altivez o vanidad. ! Descubierto.

no ni
chorro' pescado menudo, no mucho. Y enton­ rante la parte del Evangelio. Acabada la misa, se
ces nos volvimos a las naves ya bien de noche. desvistió el padre y se sentó en una silla alta, y
El domingo de Pascua por la mañana [26 de con todos nosotros sentados por la arena, pre­
abril] determinó el capitán ir a oír misa y plega­ dicó una solemne y provechosa prédica sobre la
ria a aquel islote, y ordenó a todos los capitanes historia del Evangelio, al final de la cual trató de
que se reunieran en los bateles y fueran con él, y nuestra llegada y del descubrimiento de esta tie­
así se hizo. Mandó armar en aquel islote un pa­ rra, confirmándose con la señal de la cruz, bajo
bellón, y dentro, levantar un altar muy bien arre­ cuya obediencia vinimos, lo que vino muy a pro­
glado. Allí con todos nosotros hizo decir misa, pósito y creó mucha devoción.
que fue dicha por el padre fray Henrique ,1 2 en Mientras estuvimos con la misa y la plegaria,
voz entonada, y oficiada con esa misma voz por habría en la playa tanta gente poco más o menos
los otros padres y sacerdotes que estaban todos como en el día anterior, con sus arcos y flechas,
allí, y según mi parecer, esta misa fue oída por los cuales andaban holgando y mirándonos, y se
todos con mucho placer y devoción. Allí estaba sentaron. Y después de acabada la misa, senta­
con el capitán el estandarte de Cristo con el que dos nosotros en oración, se levantaron muchos
zarpó de Belém, el cual estuvo siempre alto du­ de ellos y tañeron un cuerno o una bocina' y co­
menzaron a saltar y a danzar un rato. Y algunos
1 Red pequeña.
de ellos se metían en dos o tres almadías que allí
2 Fray Henrique de Soares, natural de Coímbra, con
fesor de D. Joao II, será embajador en Inglaterra, Castilla tenían, las cuales no están hechas como las que
y Roma, inquisidor general y obispo de Ceuta. Es respon­ yo he visto, [sino que eran] solamente tres tra­
sable en la armada de Cabral de los ocho franciscanos bes 2 atados juntos. Y allí se metían cuatro o cin­
destinados a las misiones en Oriente y tiene la orden de co o los que querían, sin alejarse casi nada de tie­
comisionar los conventos mendicantes que la Corona pre
rra, sólo hasta donde podían hacer pie.
tende edificar. Labor que no podrá cumplir por el tajante
enfrentamiento entre musulmanes y portugueses en Ca-
licut, donde cinco de los frailes morirán. Fray Henrique 1 Cuerno, cometa, o posiblemente, una caracola.
conseguirá salvar la vida y regresar a Portugal. ® Madero largo y grueso, viga.

112
Acabada la plegaria volvió el capitán con to­ ra era así [tan] roja que el agua no la comía ni la
dos a los bateles con nuestro estandarte en alto, deshacía, sino que cuando salía del agua era más
y embarcamos y fuimos todos hacia tierra para rojo. Salió un hombre del esquife de Bartolomeu
pasar por delante de donde ellos estaban; y por Dias y andaba entre ellos sin entender éstos que
mandato del capitán, iba Bartolomeu Dias de­ tuvieran que hacerle mal, sino que le daban cala­
lante en su esquife para devolverles un palo de bazas de agua y señalaban a los del esquife para
una almadía que el mar les había quitado, y todos que fueran a tierra. Con esto regresó Bartolo­
nosotros tras él obra de tiro de piedra .1Cuando meu Dias donde el capitán y nos volvimos a las
vieron el esquife de Bartolomeu Dias se acerca­ naves a comer, tañendo trompetas y gaitas, sin
ron enseguida todos al agua, metiéndose en ella darles más opresión ,1y ellos volvieron a sentarse
hasta donde más podían. Les hicieron señas de en la playa, y así por lo pronto se quedaron.
que depusieran los arcos, y muchos de ellos los En este islote donde fuimos a oír misa y plega­
iban enseguida a dejar en tierra, y otros no los ria se explaya mucho el agua y descubre mucha
deponían. Andaba ahí uno que les hablaba mu­ arena y muchos guijarros. Mientras estuvimos
cho a los otros para que se apartasen, pero no me allí, fueron algunos a buscar mariscos, y no los
parecía a mí que le tuvieran acatamiento o mie­ hallaron, pero hallaron algunos camarones grue­
do. Y este que así los andaba apartando llevaba sos y cortos, entre los que apareció un camarón
su arco y flechas y estaba pintado de pintura roja tan grande y grueso que nunca lo he visto tama­
por el pecho y las espaldas, por las ancas, muslos ño. También hallaron conchas de berberechos y
y piernas hasta abajo, y los vacíos 1de la barriga y almejas, pero no se toparon con ninguna pieza
el estómago eran de su propio color, y la pintu- entera.
Y en cuanto comimos, vinieron enseguida
todos los capitanes a esta nave por mandato del
' Distancia aproximada de unos cuatrocientos cin
capitán mayor, con los que se apartó, y yo en la
cuenta metros, recorridos por un proyectil lanzado por
una pieza de artillería llamada pedrero.
2 Espacios no pintados. Sin coaccionarlos o molestarlos por más tiempo.
compañía, para preguntar así a todos si nos pa­ hacer escándalo, sino todo lo más amansar y pa­
recía bien anunciar la nueva del hallazgo de esta cificar, y que solamente dejásemos aquí a los dos
tierra a Vuestra Alteza por el navio de los man­ degradados cuando de aquí partiésemos. Y así
tenimientos, para mandar descubrirla mejor y por mejor parecer a todos quedó determinado.
saber de ella más de lo que ahora nosotros po­ Acabado esto, dijo el capitán que fuésemos
dríamos saber por seguir nuestro viaje. Y en­ en los bateles a tierra para ver bien cómo era el
tre muchas hablas que del caso se hicieron, fue río, y también para que holgásemos. Fuimos to­
por todos o por la mayoría dicho que parecía dos con los bateles a tierra, armados y con el es­
muy bien, y en esto concluyeron. Y en cuanto la tandarte. Ellos andaban allí en la playa por la
conclusión fue tomada, preguntó además si se­ boca íiel río a la que íbamos, y antes de que lle­
ría bueno coger aquí por la fuerza a un par de gásemos. de la enseñanza que de antes tenían,
estos hombres para mandarlos a Vuestra Alte­ depusieron todos los arcos, y hacían señas de
za, y dejar aquí por ellos a otros dos de estos de­ que saliésemos. Y en cuanto los bateles pusie­
gradados. A esto acordaron que no era necesa­ ron las proas en tierra, pasaron todos al otro lado
rio tomar por la fuerza a los hombres, porque del río, el cual no es más ancho que un juego
era costumbre general de los que así llevaban del mancal.' Y en cuanto desembarcamos, algu­
por la fuerza a alguna parte decir que hay allí de nos de los nuestros pasaron enseguida el río y
todo cuanto les preguntan, y que mejor y mucha se mezclaron entre ellos, y algunos aguardaban
más información de la tierra darían dos de estos y otros se apartaban, pero era la cosa de mane­
hombres degradados que aquí dejasen de la que ra que todos andaban mezclados. Ellos ofrecían
ellos darían si se los llevasen, por ser gente que esos arcos con sus flechas por sombreros y cape­
nadie entiende ni ellos tan pronto aprenderían ruzas de lino y por cualquier cosa que les daban.
a hablar para saberlo [tan] bien decir como mu­ Cruzaron tantos de los nuestros y andaban así
cho mejor estos otros nos lo dirían cuando acá
Vuestra Alteza lo mande. Y que, por tanto, no Juego antiguo parecido a los bolos, cuya área cubría
curasen aquí de tomar por la fuerza a nadie ni un espacio aproximado de unos ocho metros.

116
[tan] mezclados con ellos, que ellos los esquiva­ tado de aquella pintura negra, y el resto todo de
ban y se apartaban y se alejaban de ellos hacia su propio color. Otra llevaba ambas rodillas con
arriba, donde otros estaban. Y entonces el ca­ las curvas así pintadas y también los tobillos, y
pitán hizo que dos hombres lo tomasen en bra­ sus vergüenzas tan desnudas y con tanta inocen­
zos y pasó el río e hizo volver a todos. La gen­ cia descubiertas, que no había ahí vergüenza al­
te que allí estaba no sería más que la acostum­ guna. También andaba ahí otra mujer moza con
brada; y cuando el capitán hizo volver a todos, un niño o niña en brazos atado al pecho con un
se le acercaron algunos de ellos, no por recono­ paño no sé de qué del que apenas le aparecían
cerlo como señor, que me parece que no entien­ las piernecitas, pero las piernas de la madre y el
den ni tomaban de eso conocimiento, sino por­ resto no llevaban paño alguno. Y después andu­
que nuestra gente pasaba ya al otro lado del río. vo el capitán hacia arriba a lo largo del río, que
Allí hablaban y traían muchos arcos y cuentas de corre siempre allegado a la playa, y allí esperó a
aquellas ya dichas, y rescataban1 por cualquier un viejo que llevaba en la mano una pala de al­
cosa, de tal manera que se llevaron de allí a las madía. Habló, estando el capitán con él ante to­
naves muchos arcos y flechas y cuentas. Y enton­ dos nosotros, sin que nunca nadie lo entendiera,
ces el capitán volvió a cruzar el río, y enseguida ni él a nosotros, cuantas cosas al hombre le pre­
acudieron muchos junto a él. Allí veríais [hom­ guntaba del oro, que nosotros deseábamos sa­
bres] galantes pintados de negro y rojo, y cuar­ ber si lo había en la tierra. Llevaba este viejo el
teados así [tanto] por los cuerpos como por las bezo tan agujereado que le cabría por el agujero
piernas, que ciertamente tenían buena aparien­ un gran dedo pulgar, y tenía metida en el aguje­
cia. También andaban entre ellos cuatro o cin­ ro una piedra verde ruin1 que cerraba por fue­
co mujeres mozas, así desnudas que no parecían ra ese agujero. Y el capitán se la hizo sacar y él
mal, entre las cuales andaba una con un muslo, no sé qué diablos decía e iba con ella a la boca
desde la rodilla hasta el anca, y la nalga todo pin­
Sin valor, despreciable. No se da cuenta Caminha de
1 Cambiar o trocar. que esta piedra representa un símbolo de autoridad.

118
del capitán para metérsela. Estuvimos sobre eso llevó consigo un gaitero nuestro con su gaita y se
riendo un poco, y entonces se enfadó el capitán y metió entre ellos a danzar tomándolos por las
dejó de hacerle caso, y uno de los nuestros le dio manos y ellos gozaban y reían y andaban con él
por la piedra un sombrero viejo, no porque ésta muy bien al son de la gaita. Después de que dan­
valiera alguna cosa, sino por muestra. Después zaran les hizo allí por el suelo muchas vueltas li­
se la entregó al capitán, creo que para mandarla, geras y saltos mortales, de los que ellos se espan­
con las otras cosas, a Vuestra Alteza. taban y reían y holgaban mucho. Y aunque con
Anduvimos por ahí viendo la ribera, la cual aquello Ies dio mucha confianza y los satisfizo,
es de mucha agua y muy buena. A lo largo de ella adoptaron de pronto esquivez como monteses y
hay muchas palmeras no muy altas, en las que se fueron hacia arriba.
hay muy buenos palmitos;' cogimos y comimos Y entonces el capitán cruzó el río con todos
muchos de ellos. Entonces volvió a bajar el capi­
tán hacia la boca del río donde desembarcamos,
separó del resto de la armada y se dio por perdida, pero
y más allá del río andaban muchos de ellos dan­
consiguió llegar a la somalí Mogadiscio tras navegar por
zando y holgando unos ante los otros sin coger­ la costa oriental de Madagascar (isla a la que llamó Sao
se de las manos, y lo hacían bien. Pasó entonces Lourenco). No consiguió llegar a la India pero lúe el pri­
más allá del río Diogo Dias, almojarife que fue de mer portugués en navegar por el mar Rojo; desde allí, el
Sacavém,12 que es hombre gracioso y de placer, y viaje de regreso a Lisboa fue muy duro, y apenas consi­
guieron sobrevivir ocho hombres. El cronista D. Joao de
Barros lo llama alternativamente Pedro y Diogo; y en ese
1 Euterpe edulis Mar/., conocida como palmitero o sentido, por lo común del nombre, cabe pensar que Ca-
palmito. minha puede estar refiriéndose a otro Diogo Dias, almo­
~ Diogo Dias, supuesto hermano de Bartolomeu Dias, jarife, funcionario real encargado de velar por las rentas
capitaneaba la carabela de las provisiones en el viaje de y derechos del rey, y ríe cobrar el almojarifazgo, impuesto
descubrimiento del cabo de Buena Esperanza (1488), fue que se pagaba por las mercancías que entraban o salían del
el escribano de la nave Sao Gabriel de la armada de Vasco reino o por el derecho a traficar entre puertos. Sacavém es
de Gama (1497) y en la de Alvares Cabral gobernó una de lina feligresía próxima a Lisboa, rica en vinos y cereales y
las naves. En el viaje desde Brasil hacia el Cabo, su nave se perteneciente en la época a la Casa de Bragampt.

120 121
nosotros y fuimos a lo largo de la playa, yendo pitán tuvo en las manos y a los que dio lo que
los bateles así cerca de tierra. Y fuimos hasta una ya dije nunca más aquí aparecieron, de lo que
laguna grande de agua dulce que está junto a la deduzco que son gente bestial y de poco saber,
playa, porque toda esta ribera del mar es panta­ y por eso son así de esquivos. A pesar de todo
nosa por encima y sale el agua por muchos luga­ esto, andan muy bien curados1 y muy limpios, y
res.12Y después de que pasásemos el río fueron en aquello me parece todavía más que son como
unos siete u ocho de ellos andando entre los ma­ aves o alimañas' monteses, a las que les hace el
rineros que se recogían en los bateles. Y se lle­ aire mejor pluma o mejor pelo que a las mansas,
varon de allí un tiburón que Bartolomeu Dias porque sus cuerpos están tan limpios y tan gor­
había matado, y lo sacó y lanzó a la playa. Bas­ dos’ y tan hermosos que no lo pueden estar más.
te decir que hasta aquí, como quiera que ellos se Y esto me hace presumir que no tienen casa ni
amansasen un poco, ya de una mano para otra moradas donde cobijarse y el aire en el que se
se esquivaban como pardales de cebo.1 Nadie crían los hace así, o nosotros hasta ahora aún no
osa hablarles duro para que no se asusten más, vimos casa alguna ni nada parecido. Mandó el
y todo pasa como quieren ellos para amansarlos capitán a aquel degradado Afonso Ribeiro para
bien. Al viejo con quien el capitán había habla­ que fuera otra vez con ellos, el cual se fue y an­
do, leste] le dio una caperuza roja, y con toda el duvo por allí un buen rato, y por la tarde regresó
habla que con él mantuvo y con la caperuza que porque lo hicieron ellos volver y no consintieron
le dio, en cuanto se despidió y empezó a pasar el que se quedara, y le dieron arcos y flechas y no
río, se fue recatando y no quiso volver más des­ le tomaron nada suyo, antes dijo él que uno de
de el otro lado a éste. Los otros dos que el ca­ ellos le cogió unas cuentas amarillas que llevaba
y huyó con ellas, y que se quejó y los demás fue-
1 Se trata de las llamadas «Térras Umidas», áreas inun­
dadas o saturadas por aguas superficiales o subterráneas,
donde el nivel freático domina la superficie del terreno y 1 Están muy sanos, son fuertes o curtidos.
donde crecen los típicos manglares o selva inundada. 2 Salvajes o seres irracionales.
2 Referencia a lo asustadizos que son los indígenas. ; Es decir, fuertes.

122 123
ron enseguida tras él y se las sacaron y se las de­ lias, que creo que el capitán ha de mandar como
volvieron, y entonces le mandaron regresar. Dijo muestra a Vuestra Alteza, y según decían estos
que no vio allí entre ellos más que unas chozas que allí fueron, estuvieron holgando con ellos.
de ramas verdes y heléchos como las de Entre- Este día los vimos más de cerca y más a nues­
douro y Minho.1 Y así nos volvimos a las naves tra voluntad, porque anduvimos todos casi mez­
ya casi de noche a dormir. clados. Y por allí andaban algunos cuarteados
El lunes después de comer [27 de abril] fui­ con aquellas pinturas, otros de mitad, y otros de
mos todos a tierra a repostar agua. Allí llegaron tal factura [que parecían] paños de corte,' y to­
entonces muchos, pero no tantos como las otras dos con los bezos agujereados y muchos con los
veces, y traían ya muy pocos arcos y estuvieron huesos en ellos y algunos sin los huesos. Algu­
así algo alejados de nosotros, y después poco a nos tenían unos erizos verdes de árboles que por
poco se mezclaron con nosotros y nos abrazaban el color parecían de castaño, aunque eran más
y holgaban, pero algunos de ellos nos esquiva­ pequeños y estaban llenos de unos granos rojos
ban enseguida. Ofrecían algunos arcos por hojas pequeños que chafándolos con los dedos hacían
de papel y por alguna caperuza vieja o por cual­ una pintura muy roja de la que ellos andaban
quier cosa. Y de tal manera esto aconteció que pintados, y cuanto más se la untaban, más rojos
unos veinte o treinta de los nuestros se fueron con quedaban.2Todos van rapados hasta por encima
ellos a donde otros muchos de ellos estaban con
mozas y mujeres, y trajeron de allí muchos arcos
' Tapices.
y tocados de plumas de ave verdes y otras amari- 2 Se trata de urucú o achiote (Bixa orellana L.), la
planta arborescente a la que Caminha dedica mayor aten­
' Regiones del norte de Portugal, que Caminha co­ ción, típica del bosque tropical húmedo. Sus frutos, en
noce bien por ser de Oporto. Hace uso del típico recurso cápsula erizada de pequeños aguijones (que al escribano
comparativo propio de este tipo de textos, para facilitar la le recuerdan las castañas), contienen unas semillas rojas
interpretación al lector, y en este caso compara las cons cuyo jugólos indígenas usaban contra las picadas de mos­
trucciones portuguesas con las ocas o casas comunitarias, quito, y como elemento ornamental por su persistencia
características de los poblados indígenas. como tinte o colorante. Actualmente se emplea como co-

1 24 125
de las orejas, y así las cejas y las pestañas. Traen la que habría nueve o diez, que decían que eran
todos las frentes, de sien a sien, pintadas de una tan largas cada una como esta nave capitana, y
pintura negra que parece una cinta negra ancha eran de madera y León] los flancos de tablas y
de dos dedos.*1 cubiertas de paja de razonable altura, y todas de
Y el capitán envió a aquel degradado Afon- una sola pieza sin ningún repartimiento. Tenían
so Ribeiro y a otros dos degradados a que estu­ dentro muchos puntales, y de puntal a puntal,
viesen entre ellos, y también a Diogo Dias por una red alta en la que dormían, atada por los ex­
ser hombre ledo2 con el que ellos holgaban, y a tremos a cada puntal, y debajo, para calentarse,
los degradados les mandó que se quedasen allí hacían sus fuegos. Y tenía cada casa dos puer­
aquella noche. Se fueron allá todos y anduvie­ tas pequeñas, una en un extremo y otra en el
ron entre ellos, y según dijeron, fueron bien una otro, y decían que en cada casa se recogían trein­
lengua y media hasta una población de casas en ta o cuarenta personas, y que así los encontra­
ron. Y que les daban de comer de aquella vian­
lorante para productos alimenticios y cosméticos, y para da que ellos tenían, scilicet, mucho ñame' y otras
la industria farmacéutica por sus propiedades astringen­
tes, antisépticas, antibacterianas', antioxidantes y cicatri­ ! Término de procedencia congoleña que responde a
zantes, entre otras. De sus ramas se obtiene una goma un tubérculo comestible de la familia de las dioscoreáceas
parecida a la goma arábiga, y su corte/a se usa para la de corteza muy oscura. En Portugal era conocido por los
cordelería. contactos con los pueblos de las costas guineanas, y por
1 El colorante negro posíblgtnentc lo obtenían del eso lo identifica Caminha, confundiéndolo con la yuca (o
fruto de la jagua (o C,atipa ameriema L¡k un árbol cadu- Manihot esculenta), un arbusto perenne de la familia délas
cifolio cuyas bayas rugosas contienen unas semillas blan­ euforbiáceas autóctono de Sudamérica. Su raíz constituye
cas que se oscurecen al secar. El fruto tiñe de negro la piel, una fuente de alimentación fundamental por su alto valor
v los indígenas se la untaban con la pulpa como repelente nutritivo en hidratos de carbono. Sin embargo, su jugo es
de insectos. Es un buen bactericida por su alto contenido tóxico, contiene cianuro, por eso los indígenas hervían las
en fenol, y también tiene propiedades astringentes, anti­ raíces (la fécula se gelatiniza y forma la llamada tapioca) y
inflamatorias y antianémicas. las dejaban secar para molerlas después y obtener harina
1 Alegre, simpático. (la llamada mandioca).

1 27
simientes que en la tierra hay y que ellos comen. Cuando llegamos, estaban en la playa obra de se­
Pero cuando se hizo tarde los hicieron volver a senta o setenta sin arcos y sin nada, en tanto que
todos enseguida y no quisieron que allí se que­ llegamos se acercaron enseguida hacia nosotros
dase nadie, e incluso, según dijeron, se querían sin asustarse, y después acudieron muchos, que
venir con ellos. Allí rescataron por cascabeles y serían bien unos doscientos, todos sin arcos, y se
otras cositas que llevaban de poco valor papa­ mezclaron tanto con nosotros que nos ayudaban
gayos rojos muy grandes y hermosos y dos ver­ a acarrear leña y a meterla en los bateles, y lucha­
des pequeños,' y caperuzas de plumas verdes y ban1 con los nuestros y mostraban mucho pla­
un paño de plumas de muchos colores a manera cer. Y mientras nosotros recogíamos la leña, dos
de tejidos asaz hermoso, según verá Vuestra A l­ carpinteros hacían una gran cruz de un palo que
teza todas estas cosas, porque el capitán os las para eso ayer se había cortado. Muchos de ellos
ha de mandar, según dice. Y con esto llegaron y venían a estarse allí con los carpinteros, y creo
nos volvimos a las naves. que lo hacían más por ver la herramienta de hie­
El martes [28 de abril] después de comer fui­ rro con la que la construían que por ver la cruz,
mos a tierra a dar guarda2 de leña y a lavar ropa. porque ellos no tienen nada que sea de hierro y
cortan sus maderas y palos con piedras hechas
' Jaime Cortesao entiende que se trata de araras (tér­ como cuñas metidas en un palo entre dos féru­
mino de origen tupí), aves pertenecientes a las psitacifor-
las muy bien atadas, de tal manera que [las pie­
mes, abundantes al sur de Bahía, que por su belleza y vis­
tosos colores fueron rápidamente reproducidas en docu­ dras] andan fuertes según decían los hombres
mentos cartográficos como el temprano y anónimo planis­ que ayer fueron a sus casas porque las vieron
ferio Cantinn (1502) y el espectacular Atlas Miller (1519) allá. Era ya la conversación de ellos con nosotros
elaborado por los cartógrafos Lopo Homem y Pedro y ju r­ tanta que casi nos estorbaban en lo que teníamos
ge Reinel. El historiador identifica la especie más pequeña
que hacer, Y el capitán mandó a dos degradados
que menciona Caminha como cuiubas o tuins, del género
Corpus, semejantes a periquitos pero más robustos.
y a Diogo Dias que se fueran a la aldea, y a otras
A proteger con las armas a los que recogen leña y
lavan ropa. 1 Competían.

128 129
si las hubiese de nuevas, y que en cualquier caso pero yo no las vi, aunque según los árboles son
no se volvieran a las naves a dormir aunque ellos muy muchos y grandes y de infinitas maneras, no
se lo mandasen, y así se fueron. dudo de que por esa floresta haya muchas aves.
Mientras andábamos en la floresta cortan­ Al anochecer nos volvimos a las naves con
do leña, atravesaban por aquellos árboles algu­ nuestra leña. Yo creo, Señor, que no di aún aquí
nos papagayos verdes y otros pardos,' grandes y cuenta a Vuestra Alteza de la hechura de sus ar­
pequeños, de manera que me parece que habrá cos y flechas: los arcos son negros y largos y las
muchos en esta tierra, aunque yo no vi más que flechas largas y sus hierros1 de cañas aguzadas,
nueve o diez. Otras aves entonces no vimos, so­ según Vuestra Alteza verá por algunos que creo
lamente algunas palomas bravas, y me parecie­ que el capitán a Ella’ ha de enviar.
ron mayores en buena cantidad que las de Por­ El miércoles [29 de abril] no fuimos a tierra
tugal . Algunos decían que habían visto tortol as, porque el capitán anduvo todo el día despejan­
do de mantenimientos la nave y mandando lle­
1 Dado que Brasil ostenta la mayor población de psi­ var a las naves todo lo que cada una podía trans­
tácidos del mundo es difícil saber de qué papagayo verde portar. Ellos acudían a la playa; muchos, según
habla Caminha, pero puede tratarse del más común en la vimos desde las naves, que serían obra de tres­
zona bahiana, ú Amazona aestiva. Respecto a la otra espe­ cientos, por lo que dijo Sancho de Tovar, que allí
cie citada, el término «pardo», tanto en portugués como
en castellano, responde a un color oscuro pero indefinido.
fue. Diogo Días y Afonso Ribeiro, el degrada-
Existen los llamados loros pardos africanos (Paradoxornis
unicolor), ya conocidos en Portugal por aquellas fechas, ! Se refiere a las puntas de las flechas, porque los tu-
por lo que quizás Caminha los está reconociendo en tie­ piniquins no conocían el hierro, según apunta Caminha
rras americanas. en el episodio referente al interés que suscitan entre los
2 Puede que se trate de la Columba piauuro, término indígenas las herramientas que los portugueses emplean
guaraní que significa «paloma amarga» y es endémica de para confeccionar la cruz.
Sudamérica. Paloma que, en efecto, es mayor que la Co­ 2 El escribano hace uso de la tercera persona, «Ella»,
lumba livia o paloma bravia, la especie que debía de co­ como fórmula de distanciamiento, subordinación y respe­
nocer Caminha. to, en sustitución de Vuestra Alteza.

I 3°
do, a los que el capitán mandó ayer que de cual­ tán salir de esta nave, llegó Sancho de Tovar con
quier manera allá durmiesen, volvieron ya de sus dos huéspedes, y por no haber él todavía co­
noche, por ellos no querer que alia durmiesen, mido, le pusieron manteles y le trajeron vianda y
y trajeron papagayos verdes y otras aves negras comió. Sentaron a los huéspedes en sendas sillas
casi corno cuervos, si no [fuera] porque tenían y de todo lo que les dieron comieron muy bien,
el pico blanco y el rabo corto,' Y cuando Sancho especialmente lacón cocido frío y arroz, y no les
de Tovar se volvía a la nave, algunos querían ir dieron vino por Sancho de Tovar decir que no
con él, pero no quiso sino a dos mancebos dis­ lo bebían bien. Acabada la comida, nos meti­
puestos y hombres de pro/' Los mandó esa no­ mos todos en el batel y ellos con nosotros. Un
che muy bien cuidar y tratar, y comieron toda la grumete le dio a uno de ellos un colmillo grande
vianda que les dieron, y mandó que les hicieran de puerco montés12bien retorcido, y en cuanto
la cama con sábanas según él dijo, y durmieron lo tomó se lo metió enseguida en el bezo, y por­
y holgaron aquella noche. Y así no hubo más en que no se le mantenía, le dieron un poco de cera
este día que para escribir sea. roja, y él la aderezó por detrás para que quedase
El jueves, a últimos de abril [30 de abril], co­ seguro y lo metió en el bezo así girado para arri­
mimos enseguida, casi por la mañana, y fuimos a ba, e iba tan contento con él como si llevase una
tierra a por más leña y agua. Y queriendo el capi­ gran joya. Y en cuanto llegamos a tierra, se fue
enseguida y no apareció más por allí.
1 El ¡apira o guaxe (Cacicas haemorrkoits) es muy co Cuando llegamos, andarían por la playa ocho
mún en la Amazonia, vive en grupos y forma colonias, es o diez de ellos, y de ahí a poco comenzaron a
negro, de pico verdoso y ojos azules, y tiene una mancha acercarse más, que me parece que vinieron ese
de plumas rojas en el lomo. día a la playa cuatrocientos o cuatrocientos cin­
2 Si los adjetivos se toman en sentido estricto, San­
cuenta. Algunos de ellos llevaban arcos y flechas,
cho de Tovar elige hombres que le puedan ser útiles, de
provecho. En sentido figurado, ya usado el término en la y todos los trocaron por caperuzas o por cual-
época, Tovar elige hombres gallardos o que considera dis­
tinguidos. 1 De jabalí.

133
quier cosa que les ciaban. Comían con nosotros M e parece gente de tal inocencia que, si los
de lo que les dábamos y algunos de ellos bebían entendiésemos y ellos a nosotros, enseguida se­
vino y otros no lo podían beber, aunque me pa­ rían cristianos, porque según parece, no tienen
rece que se avezaron a él y que lo bebieron con ni entienden ninguna creencia. Y por tanto, si
gusto. Acarreaban de esa leña cuanta podían con los degradados que aquí se han de quedar apren­
muy buena voluntad y la llevaban a los bateles, y den bien su habla y los entendieran, no dudo que
andaban ya más mansos y seguros entre nosotros ellos, según la santa intención de Vuestra A lte ­
de lo que nosotros andábamos entre ellos. za, se hagan cristianos y crean en nuestra san­
El capitán con algunos de nosotros anduvo ta fe, a la cual plazca a N u e stro Señor que los
un pedazo por aquella arboleda hasta una ribe­ traiga, po rq u e ciertam ente, esta gente es b ue­
ra grande y de mucha agua, que a nuestro pa­ na y de buena sencillez, y apenas se ha de in fu n ­
recer era esta misma que llega a la playa y de la d ir ligeram ente en ellos cualquier cuño que se
que tomamos agua. Allí nos quedamos un rato, les quiera dar, puesto que N uestro Señor les dio
bebiendo y holgando a lo largo de ella entre esa buenos cuerpos y buenos rostros com o a bue­
arboleda, que es tanta y tamaña y tan vasta y de nos hom bres, y creo que no fue sin causa que
tanto follaje que no se puede contar. Hay entre E l nos trajo aquí. P o r tanto, puesto que Vues­
ella muchas palmas de las que se cogen muchos tra Alteza tanto desea aum entar la santa fe cató­
y buenos palmitos. Cuando bajamos del batel, lica, debe pro cu ra r p o r su salvación, y placerá a
elijo el capitán que sería bueno ir derechos a la D ios que con poco trabajo así sea. Ellos no la ­
cruz que estaba apoyada en un árbol junto al río bran n i crían, n i hay aquí buey ni vaca n i cabra
para erguirla a la mañana siguiente, por ser vier­ n i oveja ni gallina ni ningún anim al acostum bra­
nes [i de mavoj, y que nos pusiéramos todos de do a v iv ir con los hom bres; ni comen nada que
rodillas y la besásemos para que vieran el acata­ no sea ese ñame, que aquí hay m ucho, y esa si­
miento que le teníamos, y así ¡o hicimos. Y a los m iente y frutos que la tie rra y los árboles de sí
diez o doce que allí estaban les señalaron que hi­ lanzan, y con eso andan tales, y tan fuertes y
cieran así y enseguida fueron todos a besarla. tan n u trid o s que nosotros no lo estamos ta n ­

>34 >35
to por mucho trigo y legumbres que comamos. tandarte y desembarcamos sobre el río contra el
Durante ese tiempo, allí anduvieron siempre sur, donde nos pareció que sería mejor clavar la
danzando y bailando con los nuestros, al son de cruz para que se viera mejor, y allí señaló el capi­
un tamboril de los nuestros, de manera que son tán dónde debían cavar para plantarla. Y mien­
mucho más nuestros amigos que nosotros de tras lo hacían, él con todos nosotros fuimos a por
ellos. Si alguien les señalaba si querían ir alas na­ la cruz al río, donde estaba. La trajimos de allí
ves, se mostraban prestos a eso, de tal manera con los religiosos y sacerdotes cantando delante
que si alguien los hubiera querido convidar to­ a manera de procesión. Estaban ya allí algunos
dos hubieran ido. Pero aquella noche no lleva­ de ellos, obra de setenta u ochenta, y cuando nos
mos a las naves más que a cuatro o cinco, scilicet, vieron llegar así, algunos de ellos se pusieron de­
el capitán .mayor, dos; Simáo de Miranda, uno que bajo de la cruz para ayudarnos. Pasamos el río
ya tenía como paje; y Aires Gomes,' otro, tam­ a lo largo de la playa, y fuimos a ponerla donde
bién paje. Uno de los que el capitán trajo era uno debía estar, que sería del río obra de dos tiros de
de los huéspedes que le trajeron la primera vez, ballesta.1 Mientras se andaba en esto, llegaron
cuando aquí llegamos, el cual vino hoy aquí ves­ cerca de ciento cincuenta o más.
tido con su camisa, y con él, un hermano suyo, los Asentada la cruz, con las armas y la divisa
cuales fueron esa noche muy bien agasajados, de Vuestra Alteza que primero le clavaron, ar­
tanto de vianda como de cama con colchones y maron un altar en su base. Allí dijo misa el pa­
sábanas, para amansarlos más. dre fray Henrique, la cual fue cantada y oficiada
Y hoy, que es viernes primer día de mayo,
luimos por la mañana a tierra con nuestro es- 1 La distancia recorrida por una flecha o un tiro de
ballesta era una medida de longitud común históricamen­
te y muy usual durante los siglos x v y x v i . Respondía
' Miembro de una importante familia, Aires Gomes a una distancia imprecisa, dependiente de los diferentes
da Silva capitanea una de las naves de la armada cabra- modelos del arma y según las épocas, pero probablemente
lina que naufragará durante la tempestad en el cruce del superaba los ciento cincuenta metros. En este caso, cabe
Atlántico camino de Buena Esperanza. calcular unos trescientos metros.

136 D7
por ésos ya dichos. Allí asistieron con nosotros el dedo el altar y después apuntó el dedo hacia
a ella obra de cincuenta o sesenta de ellos, arro­ el cielo, como si les dijese alguna cosa buena, y
dillados todos como nosotros, y cuando llegó el nosotros así lo tomamos.
Evangelio y nos levantamos todos en pie con las Acabada la misa, se sacó el padre la vesti­
manos alzadas, ellos se levantaron con nosotros menta de encima y se quedó con la alba,' y así
y alzaron las manos, estando así hasta que se aca­ se subió a una silla junto al altar, y allí nos pre­
bó, y entonces volvieron a sentarse como noso­ dicó sobre el Evangelio y los apóstoles, cuyo día
tros. Y cuando levantaron a Dios,' y nos pusimos era ,1tratando al final de la prédica de este prose­
de rodillas, ellos se pusieron todos así como no­ guimiento vuestro, tan santo y virtuoso que nos
sotros estábamos, con las manos levantadas, y en causó más devoción. Aquellos que asistieron a
tal manera sosegados que certifico a Vuestra A l­ la plegaria estaban, así como nosotros, mirándo­
teza que nos hizo mucha devoción. Estuvieron lo, y aquel que digo llamaba a unos que fuesen
así con nosotros hasta acabada la comunión, y allí, y algunos venían y otros se iban. Y acabada
después de la comunión comulgaron esos reli­ la plegaria, traía Nicolau Coelho muchas cruces
giosos y sacerdotes y el capitán con algunos de de estaño con crucifijos que le habían queda­
nosotros. Algunos de ellos, por el sol ser gran­ do del otro viaje ,3 y tuvieron por bien que cada
de 1y nosotros estar comulgando, se levantaron uno de ellos se colgase una del cuello. Por lo que
y otros se quedaron. Uno de ellos, un hombre de
cincuenta o cincuenta y cinco años, continuó allí
' Se sacó la sobrepelliz o la estola y la casulla, y se que­
con aquellos que se habían quedado, y mientras dó con la túnica talar blanca, símbolo de la pureza que el
nosotros estábamos así, juntaba a aquellos que hombre recibe a través del misterio pascual de Cristo. Cabe
se habían quedado y también llamaba a otros. Y entenderlo en el contexto escenográfico de la misa y de la
andando así entre ellos hablando, les señaló con aparente impresión que está causando entre los indios.
2 Fray Henrique dedica el sermón a la lestividad de
san Felipe y Santiago el Menor (1 de mayo).
' Momento de la consagración. 3 Referencia al viaje de Vasco de Gama, en 1497, en
2 Por el sol estar alto, cerca de mediodía. el que Nicolau Coelho había participado.

138 13 9
el padre Henrique se sentó junto a la cruz y allí, Y por eso, si alguien viniera, que no dejen de ha­
uno por uno, se las ataba con un cordón al cue­ cerlo clérigos para bautizarlos, porque ya enton­
llo, haciéndoselas primero besar y levantar las ces tendrán más conocimiento de nuestra fe por
manos. Vinieron muchos a eso, y las repartieron los dos degradados que aquí entre ellos quedan,
todas, que serían obra de cuarenta o cincuenta. los cuales hoy también comulgaron ambos. En­
Y acabado esto, era ya bien una hora después tre todos estos que hoy vinieron no vi más que
del mediodía, volvimos a las naves a comer, y el a una mujer moza, la cual estuvo siempre en la
capitán llevó consigo a aquel mismo que había misa y a la que dieron un paño con el que cubrir­
mostrado a los demás el altar y el cielo, y a un se y se lo pusieron alrededor del cuerpo, pero al
hermano suyo, al cual [al primero] le hizo mu­ sentarse no se acordaba de estirarlo para cubrir­
cha honra y le dio una camisa morisca, y al otro, se. Así, Señor, que la inocencia de esta gente es
una camisa de las otras .1 Y según a mí y a todos tal que la de Adán no sería mayor cuanto a ver­
nos pareció, a esta gente no les falta otra cosa güenza. Vea entonces Vuestra Alteza si quien en
para ser cristianos que entendernos, porque así tal inocencia vive se convertiría o no al enseñar­
tomaban aquello que nos veían hacer como no­ le lo que pertenece a su salvación. Acabado esto,
sotros mismos, por lo que nos pareció a todos fuimos así ante ellos a besar la cruz, nos despe­
que no tienen ninguna idolatría ni adoración. dimos y vinimos a comer.
Y bien creo que si Vuestra Alteza aquí manda­ Creo, Señor, que con estos dos degradados
se a quien entre ellos más demoradamente ande, se quedan también dos grumetes que esta noche
todos se tornarán al deseo de Vuestra Alteza. huyeron de la nave en un esquife a tierra, y que no
volvieron. Y creemos que se quedarán aquí, por­
1 IJna era larga, ancha y abotonada, adoptadas en la que por la mañana, si Dios quiere, partiremos.
época por los portugueses de la vestimenta musulmana Esta tierra, Señor, me parece que desde la
(hasta el propio rey Manuel las usaba). La otra camisa, más
punta más contra el sur que vimos hasta otra pun­
común, era corta y entallada. Cabral entrega la prenda
considerada más noble al tupiniquín que había mostrado ta que contra el norte está, y que nosotros desde
más interés durante el rito religioso de los portugueses. este puerto avistamos, será tamaña que habrá en

140
ella unas veinte o veinticinco leguas de costa. A ——-"O /
—yo. >punta de
SantoAntonio
lo largo del mar, tiene en algunas partes grandes
SantaCruz Cubrália •>¡' 25de
, abril
,
barreras,1 unas rojas y otras blancas, y la tierra
s v I 'í* .4. 24 deabril
por encima toda llana y muy llena de grandes ar­
" .~ j y ; \
boledas. De punta a punta es todo playa palma,1
muy lisa y muy hermosa. Por la vegetación nos Xí'ó/t
J'hío, f 0 a;i
pareció, vista desde el mar, muy grande, por­ "> V . S eg u ro /
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que extendiendo los ojos no podíamos ver sino Ai
aldeadeAjuda •! ■
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tierra y arboledas que nos parecían muy largas. /^
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Hasta ahora, no hemos podido saber si hay en M \ ■7A,sA

ella oro o plata o alguna cosa de metal o de hie­ . -A


rro, ni lo hemos visto, pero la tierra en sí es de
muy buenos aires, así fríos y templados como los L lV - Á A
de Entredouro y Minho, porque en este tiempo
j
:=r.
y
¿23/24 deabril
de ahora así los hallamos como los de allá. Las
aguas son muchas, infinitas, y en tal manera es
graciosa [esta tierra] que, queriéndola aprove­ 1 deabrí
char, se da en ella todo, por bien de las aguas que Caraíva
0 oo
tiene. Pero me parece que el mejor fruto que en / f o
ella se puede hacer será salvar a esta gente, y ésta j ^0 }/j) Monte Pascoat do Cot^- f V o V0
/ 0° S
/ o
' Término propio de los libros de ruta de la época ( ù
cuando describen los accidentes costeros; designa dificul­
o
$L>
tades geográficas para la navegación, costas escarpadas o
zonas de acantilados. Ruta de la flota de Pedro Alvares Cabral entre el río do Frade y
2 La playa es llana de punta a punta, como la palma la bahía Cabrália
de la mano.

142 143
debe ser la principal simiente que Vuestra Alte­ Beso las manos de Vuestra Alteza desde este
za en ella ha de lanzar. Y aunque bastaría si no Porto Seguro de vuestra isla de Vera Cruz, hoy,
fuese más que tener aquí esta posada para esta viernes, primer día de mayo de 1500.
navegación de Calicut, cuanto más disposición
P E R O VAZ D E C A M I N H A '
para que en ella se cumpliese y se hiciese lo que
Vuestra Alteza tanto desea, scilicet, el acrecen­
tamiento de nuestra santa fe.
Y de esta manera, Señor, doy aquí cuenta a
Vuestra Alteza de lo que en esta tierra vi, y si me
alargué un poco, Ella me perdone, que el deseo
que tenía de decíroslo todo me lo hizo poner así
menudamente. Y puesto que, Señor, es cierto que,
tanto por el cargo que ostento como por cualquier
otra cosa que fuera de vuestro servicio, Vuestra
Alteza ha de ser de mí muy bien servida, a Ella
pido que, por hacerme singular merced, mande
venir de la isla de Sao Tomé a Jorge de Osório, mi
yerno,1lo que de Ella recibiré en mucha merced.

1 Jorge de Osório, casado con Isabel de Caminha, hija


de Pero Vaz de Caminha, y con tres hijos, se encontraba
degradado en la isla africana de Sao Tomé por orden de
Manuel I, al haber agredido a Joao Lopes, abad de Santo servicios prestados, aunque el escribano nunca llegó a sa­
Esteban de Oldraes. No era la primera vez que había sido berlo.
condenado: en 1496 el monarca había perdonado sus ex­ 1 En el folio impar (fol. 15): «a el rey nuestro señor»;
torsiones violentas al abad de Rio Moínhos. El rey Manuel «carta de Pero Vaz de Caminha del descubrimiento de la
atendió la petición de Caminha en reconocimiento a los tierra nueva que hizo Pedro Alvares».

144 H 5
ESTA EDICIÓN,
P R I M E R A , DE « C A R T A D E L
D E S C U B R I M I E N T O DE B R A S I L » , DE
P E R O VAZ D E C A M I N H A , SE T E R M I N Ó
DE IM PRIM IR EN C A P E L L A D E S EN
EL MES DE D ICIEM BRE
D EL AÑO 2 0 0 8
Colección Cuadernos d e l A cantilado

i. Fe r n a n d o pessoa La hora del diablo ( 3. * e d i c i ó n )

í >: q u i n t o tulio cicerón Breviario de campaña


electoral (2.'* e d i c i ó n )

3. samj í í kl j o h n s o n Prefacio a Shakespeare


4. joseph roth E l busto ael Emperador ( 4 . a edición)

5. M a r i a n a alcoforado Cartas de la monja portuguesa


(3 M e d i c i ó n )

6. i. f.v tolstói Sonata a Kreutzer ( 3 / edición)

7. h .g . w e i .ls La puerta en el muro ( 2 .a edición)

8. joseph roth E l triunfo de la belleza ( 2 / edición)

9. m a r c o t u i .io c i c e r ó n El'sueño de Escipión


10. i t a i .o s v e v o La historia del buen viejo y la bella muchacha
i 1. ji&MS Ie u s e h i o nieremrerg Oculta filosofía. Razones de la
,música efl el hombre y la naturaleza
12. stefan zweig E l amor de Erika Eivald (2.* edic ión)

13. h .c . w e 1. l s E l país de los ciegos


14. ósip m a n d e l s t a m Coloquio sobre Dan te
15. martín de Ri QU E R Cervantes en Barcelona
16. joseph roth E l espejo ciego
1 7 . Ra f a e l A R G U L i . o L Breviario de la aurora
¡8. Eu g e n io trías Prefacio a Goethe
i g . Na ta lia g in z b u r g Antón Chéjov. Vida a través
de las letras ( 3 ed ición )

20. a r t h u r s c h n it z l e r E l teniente Gustl


21. d o m in g o r iv e r o Yo, a mi cuerpo
22. a d á m bo d o r La sección
23 . Ar is t ó t e l e s E l hombre de genio y la melancolía
(problema xxx)
24. isa a c b a s h e v is s in g e r La destrucción de Kreshev
25. c a r d e n a l m a z a r in o Breviario de los políticos
( 3 .a e d ic ió n )

26. g io r g io vasari Miguel Angel Buonarroti, florentino


(texto de iS'gn)
27. lev tolstói Confesión (2 .“ ed ición )

28. C H A T E A U B R I A N D A mor y Vejez


2 9. LEONID ANDRÉYEV Los espectros
30. péter hajnóczy La muerte salió cabalgando de Persia
3 1 . A N T O iN E com pagnon ¿Para qué sirve la literatura?
32. joseph roth jefe de estación Fallmerayer
33. st e f a n z w e ig Mendel el de los libros
Isabel Soler es profesora de literatu­
ra y cultura portuguesas de la Uni­
versität de Barcelona y especialista
en literatura de viajes del período re­
nacentista, al que ha dedicado di­
versos estudios, entre otros E l nudo
y la esfera: el navegante como a rtífi­
ce d el m undo moderno (Acantilado,
2. o o 3) y Los mares náufragos (Acan­
tilado, z o o 4).

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