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FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS


SOCIALES
SEDE MÉXICO

Maestría en Población y Desarrollo

La contaminación del aire en la Zona Metropolitana de la Ciudad


de México en 2002. Percepciones sociales sobre un riesgo
ambiental

Alfonso Camargo Caballero

Director: Dr. José Luis Lezama

Seminario de tesis: Población y Medio Ambiente


Tesis para optar al grado de Maestro en Población y Desarrollo
Novena Promoción, 2010-2012
México, D.F., Noviembre, 2012

________________________
*Para cursar este posgrado se contó con una beca otorgada por el Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología (CONACYT).
ii  
 

A Lucio y Catarí por si llegaran a venir

A Dios, que me esperó tanto tiempo


iii  
 

Contenido  
AGRADECIMIENTOS.......................................................................................................................... iv  
RESUMEN .............................................................................................................................................. v  
ABSTRACT ............................................................................................................................................ v  
INTRODUCCIÓN................................................................................................................................... 1  
Justificación......................................................................................................................................... 5  

Fuentes de información ....................................................................................................................... 7  

Objetivos.............................................................................................................................................. 9  

Hipótesis ............................................................................................................................................ 10  

Primera hipótesis ........................................................................................................................... 10  


Segunda Hipótesis ......................................................................................................................... 11  
Tercera Hipótesis........................................................................................................................... 12  
CAPÍTULO 1. Principales perspectivas en el estudio de las percepciones sociales acerca de riesgos
ambientales ............................................................................................................................................ 13  
Percepciones sociales y medioambiente........................................................................................... 13  

Clasificación de los estudios a partir de las disciplinas que los produjeron.................................. 14  


Clasificación de los estudios a partir de su concepción de las percepciones sociales................... 18  
CAPITULO 2. Realidad y percepciones: una disputa por la verdad..................................................... 20  
CAPÍTULO 3. Las estimaciones de la contaminación atmosférica en la ZMCM ................................ 30  
La Zona Metropolitana de la Ciudad de México............................................................................... 31  

La calidad del aire en la ZMCM........................................................................................................ 34  

La contaminación del aire desde que la Ciudad de México fuera la más sucia del mundo .............. 39  

CAPÍTULO 4. Percepciones sociales acerca de la calidad del aire en la ZMCM en 2002................... 46  


Descripción de la encuesta “Percepción y comunicación de riesgos ambientales en grandes
ciudades: el caso de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México” ............................................ 46  

Descripción de la base de datos......................................................................................................... 48  

Evidencias para corroborar la primera hipótesis ............................................................................... 53  

El discurso ambiental que transformó la calidad del aire en un riesgo y en un problema político57  
Evidencias para corroborar la segunda hipótesis............................................................................... 65  

¿Percibir es suficiente para actuar? Evidencias para corroborar el primer aspecto de la segunda
hipótesis......................................................................................................................................... 65  
¿Las brechas entre estimaciones y percepciones inciden en que las personas actúen? Evidencias
para corroborar el segundo aspecto de la segunda hipótesis ......................................................... 70  
Evidencias para corroborar la tercera hipótesis................................................................................. 72  

Evidencias a cerca del factor intermedio experiencia personal y cotidiana ................................. 73  


Evidencias acerca del factor intermedio información ................................................................... 77  
CONCLUSIONES................................................................................................................................. 89  
Bibliografía............................................................................................................................................ 95  
iv  
 

AGRADECIMIENTOS  

Ser ingrato es vil, es injusto. Entonces, G R A C I A S a:


Mis profesores en la FLACSO. Sobre todo a Marisol (porque logró que me gustaran las
matemáticas); el profesor Alegría merece un Tláloc como el de Paseo de la Reforma porque no sé
cómo logró enseñarme algo de estadística. Cecilia Gayet por incitarme a terminar y ser tan persuasiva,
por estar al pendiente. Mención especial para el doctor Virgilio Partida por darme una segunda
oportunidad y, de paso, enseñarme muchas cosas de esas que importan y que no están en los libros. Al
Dr. Lezama por la paciencia y el aliento, fue un buen guía. A mis lectores por su tiempo y
comentarios.
Marty (alias Maestra Martha Estrada). Por los ataques terroristas y los helados, por la ternura
y los abrazos, por las clases de mate, por las charlas…Xo (alias Maestra Xóchitl Hernández) por ser
hincha del Madrid, por el cariño, los desencuentros y el perdón. Flaca (alias Maestra Mariana Alcoba),
por ser taaan señorita en medio de tanto bárbaro y de todos modos hablarnos, por tu risa y los
niomos!! Parce (alias Maestro Diego Olarte), por la buena onda, por el fútbol, por las
mujeres…parece brindis, ¿no? El Don (alias Darth Vader) por tener tantos midiclorians, por ser la
neta! A Hanna (alias Han) por la lindura.
Copo, Myrna y Aura. Por haberme querido hasta que no pudieron más. Iván, Cach, Bastián,
Inés y Pach. Por compartir la música, el flat y por ser mis amigos.

Chicha (alias Maestro Eric Barrón). Por enseñarme que las computadoras no muerden, por
ser un hincha de verdad aunque sea de los Pumas, por las risas, por confiar en mí, por aceptar “La
conjura de los necios” que te regalé hace dos años y que estoy seguro no lees todavía, por escuchar,
por no ser un agachado. Por ser mi amigo.
Annie G (alias Maestra Ana Torres). Por ver Annie Hall, por leer Bartleby, por escuchar a
Susana San Juan, la Sexta de Mahler y el Requiem de Mozart, por la esperanza, por el miedo, por no
ser una agachada, por ser mi mejor amiga. Beso de “Xin-todavía cantamos”.
Ponzo (alias Ponzo). Por darme un hogar, por beber conmigo en mi cueva, por tu risa que
inunda el mundo, por tu fuerza contagiosa, por la música, por ser mi mejor amiga. ¡Estrujos!

Poli, por el sonido y la furia, por los sueños, por salvar mi vida y darme la noticia de que
tengo un corazón que es tuyo a cambio de un campito.

Antoñito, por ser el depósito de mis esperanzas, por ser un hombre bueno.

A mi madre, por la vida y por enseñarme el valor para vivirla. Por la danza, por el esfuerzo,
por las sonrisas y las malas palabras, por los abrazos y los besos, por cuidarme, por amarme…yo no
puedo amarte más y sé que no podría amarte menos.

A mi padre, por la vida y por enseñarme que sin amor no tengo nada. Por la música, por los
libros, por la libertad, por la esperanza, por mostrarme lo importante, por presentarme a Wolfgang,
por enseñarme a confiar en Dios…vivir ha valido la pena porque te conocí y entonces, te amé ¿qué
otra cosa podía hacer?
v  
 

RESUMEN  

Los temas ambientales han sido estudiados sobre todo en su parte técnica
medible. Aquí se analizará la relación que existe entre las estimaciones
científicas de la calidad del aire (estimaciones) en la Zona Metropolitana de
la Ciudad de México (ZMCM) y las percepciones sociales respecto del
fenómeno de la contaminación atmosférica en esa megaciudad
(percepciones). Esto durante el año 2002. El análisis se emprende desde la
perspectiva del constructivismo social y con la intención general de conocer
algunos de los aspectos más importantes del funcionamiento de las
percepciones.

Palabras Clave:

Estimaciones, Percepciones, Medioambiente, Contaminación,


Constructivismo, Discurso.

ABSTRACT  

Environmental issues had been studied traditionally in their technical


aspects. This research is focused in the relations between scientific
estimations about air quality (estimations) and social perceptions about air
pollution (perceptions) in Mexico City during 2002. The analysis was done
under social constructivism. The aim is discover some of the most relevant
aspects of how perceptions woks.

Keywords:

Estimations, Perceptions, Environmental, Pollution, Constructivism,


Discourse.
1  
 

INTRODUCCIÓN  

In interiore homine habitat veritas

–San Agustín, De vera religione

En esta tesis se trata el tema de las percepciones sociales acerca de la


calidad del aire en la megalópolis de la Ciudad de México en el año 2002.
Este ha sido un aspecto de los estudios ambientales tradicionalmente
desatendido –y algunas ocasiones francamente despreciado– por las
autoridades y los órganos gubernamentales, pero también por la comunidad
científica.
En esta investigación se analizará la relación que existe entre las
estimaciones científicas de la calidad del aire (en adelante me referiré a ellas
únicamente como estimaciones) en la Zona Metropolitana de la Ciudad de
México (en adelante ZMCM) y las percepciones sociales respecto del
fenómeno de la contaminación atmosférica en esa megaciudad (en adelante
me referiré a ellas únicamente como percepciones). El análisis se emprende
desde la perspectiva del constructivismo social y con la intención general de
conocer algunos de los aspectos más importantes del funcionamiento de las
percepciones.
Hay muchos factores que median la relación entre estimaciones y
percepciones, algunos de los cuales son: “la densidad de población; grado
de industrialización; nivel de prosperidad, burocracia y seguridad; las reglas
de la democracia” (Beck 1995, 125). Además, está la información que recibe
la población, la historia ecológica del lugar, la experiencia personal y
cotidiana de la contaminación atmosférica, entre otros. En esta tesis
seleccioné únicamente dos: información y experiencia personal y cotidiana
del riesgo ambiental (en este caso contaminación atmosférica).1 La
justificación para seleccionar estos dos, de entre todos los factores
mediadores, estriba en la importancia que cada uno tiene en la mayoría de

1
Véase Esquema 1.
2  
 

los estudios. La información suele pensarse como el factor mediador más


importante. Es muy común encontrar afirmaciones en el sentido de que “el
paso esencial para adquirir conciencia ciudadana es tener acceso a la
información en forma transparente y sistemática. Sólo así será posible
acercar la percepción pública con la realidad técnica de un problema tan
importante como es la contaminación del aire” (Bárcena 2003, 18). En el
capítulo 4 se retomará la crítica que hace Maarten Hajer frente a este tipo de
posicionamientos que convierten a la información en una variable capaz de
explicarlo casi todo. Por su parte, la experiencia personal y cotidiana suele
identificarse, en los estudios de corte positivista, como la “principal fuente de
conciencia de la contaminación del aire” (Catalán Vázquez y Jarillo Soto,
Paradigmas de investigación aplicados al estudio de la percepción pública
de la contaminación del aire 2010, 169) y en los estudios que se adscriben al
paradigma constructivista se piensa que “en la percepción del riesgo por
contaminación del aire influyen las experiencias cotidianas”(Catalán
Vázquez y Jarillo Soto, Paradigmas de investigación aplicados al estudio de
la percepción pública de la contaminación del aire 2010, 171). Así,
información y experiencia personal y cotidiana se seleccionaron en esta tesis
porque se han tenido, en la mayoría de los estudios, como los factores
mediadores más importantes.
A pesar de que algunos de los hallazgos de esta tesis pudieran
utilizarse en otros trabajos debido a una coincidencia de intereses de
investigación, debo aclarar el afán de especificidad en mi investigación. Lo
que se diga respecto de las percepciones sociales acerca del medio
ambiente en general, y de la contaminación atmosférica en particular, hace
referencia únicamente a la situación de la ZMCM en el año 2002. El año de
estudio es 2002 porque es el año para el cual tengo datos acerca de las
percepciones y de las estimaciones.
Antes de comenzar conviene aclarar algunas nociones preliminares
que subyacen en esta investigación.
Primera. Parto del supuesto que los problemas ambientales no existen
en sí mismos, es decir, independientemente del mundo social. No basta con
describir y conocer una situación ambiental. No basta con definirla como un
problema ambiental. No basta con elaborar un diagnóstico al respecto. Todos
3  
 

estos esfuerzos son necesarios, pero insuficientes si se hacen desde una


perspectiva “realista” como la llama Hajer. “Un acercamiento realista asume
equivocadamente que el medioambiente que se discute en las políticas
ambientales es equivalente al medioambiente allá afuera”(Hajer 2005, 16).2
Segunda. Estudiar las percepciones sociales tiene sentido en la
medida en que se relacionen e incorporen en las políticas públicas. Con esta
convicción, recurro al enfoque de la gobernanza, en el cual se asume que “la
dirección de la sociedad trasciende la acción gubernamental, puesto que los
gobiernos […] tuvieron que integrar a su deliberación y acción a agentes
económicos y sociales independientes cuyas acciones además no se apegan
a lógicas políticas”(Aguilar Villanueva 2008, 84). La gobernanza “en sentido
descriptivo alude a la mayor capacidad de decisión e influencia que los
actores no gubernamentales […] han adquirido en el procesamiento de los
asuntos públicos, en la definición de la orientación e instrumental de las
políticas públicas y los servicios públicos, y da cuenta de que han surgido
nuevas formas de asociación y coordinación del gobierno con las
organizaciones privadas y sociales en la implementación de las políticas y la
prestación de servicios”(Serna de la Garza 2010, 35).
Tercera. Me sumo a la perspectiva del constructivismo social, la cual
plantea que “lo real no consiste en algo ontológicamente sólido y unívoco,
sino, por el contrario, en una construcción de conciencia, tanto individual
como colectiva” (Villanueva 2011, 142). Por lo tanto, los problemas
ambientales, y las percepciones sociales que de ellos se tienen, son
constructos sociales en los cuales se imbrican distintas y muy complejas
relaciones de poder. La percepción es entendida aquí como una construcción
social y no como un fenómeno atribuible exclusivamente a la psicología
individual del sujeto o a sus referencias sensoriales. Ni la percepción ni la
conciencia ambiental son consecuencia directa de la magnitud del
daño/riesgo ambiental. La relación entre percepción y conciencia ambiental,
por un lado, y magnitud del daño/riesgo, por el otro, está mediada por tres
grandes elementos cuando menos:

2
En el segundo capítulo se aborda este asunto.
4  
 

• Normas culturales y disposición cultural para percibir (Beck 1995).


• Un proceso de selección cultural de los riesgos (Douglas y Wildavsky
1982).
• La existencia de un discurso político/ambiental (Hajer 2005).
Debido a que ocuparse de estos tres elementos del constructivismo social,
requeriría más tiempo del que se tiene para la realización de una tesis de
maestría, esta investigación se avoca únicamente a lo relacionado con el
tercer elemento: el discurso político/ambiental.
Elegir la tradición intelectual que nos conviene, no es fácil. Justificar
dicha elección es aún más complicado porque se elige con base en gustos y
facilidades y, estos, de ninguna manera constituyen un argumento para
justificar científicamente nada. Alejandro Rossi diría que con la “familia
intelectual” se comparten “afinidades y aversiones, temas, estilos, mañas”
(Rossi 1996, 28). Podría decirse que, al final, es un asunto de comodidad.
Cuarta. En este estudio se distingue entre calidad del aire y
contaminación del aire. La primera es una situación ambiental que se
convierte –mediante un discurso ambiental específico– primero en un riesgo
ambiental y, eventualmente, en un problema político conocido como
contaminación del aire.
5  
 

Esquema 1. Planteamiento general de esta tesis

Realidad
(inasible)

Estimaciones del Percepciones sociales


daño/riesgo acerca de la
contaminación

Factores mediadores que inciden en la


existencia de brechas entre estimaciones y
percepciones (1.Información y 2. Experiencia
personal y cotidiana de la contaminación)

Justificación  

Los temas ambientales han sido estudiados sobre todo en su parte técnica
medible. Sin embargo, en el último cuarto del siglo XX desde la filosofía, la
sociología, la psicología y la antropología se realizaron esfuerzos
encaminados a tomar en cuenta las percepciones sociales de la
contaminación. Frente a la pregunta de por qué es importante realizar
estudios que se avoquen a las percepciones sociales acerca de la
contaminación del aire, hay cuando menos dos niveles de respuesta.
El primero, más sencillo pero no menos persuasivo, tiene que ver con
la falta de estudios. “En América Latina la investigación sobre estos temas ha
6  
 

sido muy limitada, a pesar de que en la región se ubican ciudades con


graves problemas de contaminación del aire como Ciudad de México, Sao
Paulo y Río de Janeiro” (Catalán Vázquez, Estudio de la percepción pública
de la contaminación del aire y sus riesgos para la salud: perspectivas
teóricas y metodológicas 2006, 29).
El segundo, está relacionado con la utilidad de dichos estudios.
Existen perspectivas teóricas que justifican la pertinencia de estudiar las
percepciones sociales acerca del medioambiente; prácticamente todas
comparten el supuesto general de que “investigar la percepción pública de la
contaminación es relevante debido a que […] la percepción determina juicios,
decisiones y conductas, y conduce a acciones con consecuencias reales”
(Catalán Vázquez, Estudio de la percepción pública de la contaminación del
aire y sus riesgos para la salud: perspectivas teóricas y metodológicas 2006,
28). De acuerdo con Lezama,
la perspectiva social en el análisis de la contaminación atmosférica se
traduce en la entrada en escena de la dimensión subjetiva como un
factor explicativo, así como de los elementos de poder que subyacen
en todo orden social. Se trata […] de diferenciar la presencia física de
los problemas ambientales de su valoración, percepción, construcción
social y política (Lezama, La gestión ambiental metropolitana: el caso
de la contaminación del aire en el Valle de México 2006, 519).

Además, el estudio de las percepciones tiene una relación directa con


las políticas públicas que se encargan de manejar y regular la contaminación.
Las percepciones son relevantes en el entendido de que las políticas
públicas que requiere la Zona Metropolitana de la Ciudad de México para
gestionar la calidad del aire deben tomar en cuenta no sólo las estimaciones
científicas. Desde una postura oficial, la importancia de las percepciones y
sus vínculos con la esfera de la política pública son reconocidos cuando se
afirma que es necesario “entender la percepción y la cognición de los
habitantes de la ZMVM acerca de la contaminación del aire, [porque esto]
permitirá comprender por qué se comportan como lo hacen, para diseñar
estrategias de comunicación y participación social activa que permitan la
7  
 

conservación y mejora ambiental” (Gobierno del Distrito Federal, Secretaría


de Salud-DF, Secretaría de Medio Ambiente-DF, OPS 2002, 3).
Suele pensarse que las percepciones no deben entrar en juego al
momento de elaborar y aplicar una política pública ambiental porque se
piensa que carecen de rigor (sólo porque no tienen la pretensión de ser
objetivas) y que difícilmente están sistematizadas; entonces, se concluye que
no son científicas.
Lo cierto es que la contaminación atmosférica persiste a través de los
años pese a los esfuerzos gubernamentales, esto sugiere “que la dimensión
social no fue incorporada de manera satisfactoria” en los programas para
mejorar la calidad del aire. Suscribo la opinión de Lezama cuando afirma que
Los programas gubernamentales ven el proceso de diagnóstico y de
planteamiento de soluciones para enfrentar la contaminación
atmosférica como problema predominantemente técnico, o bajo una
perspectiva donde la contaminación aparece sin actores sociales,
como problema constreñido a las acciones y reacciones químicas y no
como uno que además implica acciones y reacciones entre agentes
sociales y políticos (Lezama, La construcción social y política del
medio ambiente 2004, 76).

El punto central es “la posibilidad de trascender el simple ámbito de la


existencia fenoménica de los problemas ambientales y pasar a uno de mayor
eficacia explicativa, como aquel relacionado con la ideología, los intereses
materiales y las relaciones de poder en los que se enmarcan algunos
problemas como la contaminación” (Lezama, La construcción ideológica y
política de la contaminación del aire: consideraciones para el caso de la
Ciudad de México 1996, 32).

Fuentes  de  información  

Los datos para las percepciones proceden de tres fuentes. La principal es la


encuesta Percepción y comunicación de riesgos ambientales en grandes
ciudades: el caso de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México que
8  
 

realizó el Maestro Javier Urbina en el departamento de Psicología Ambiental


de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México
dentro del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e innovación
Tecnológica, PAPIIT IN308301, 2002. Las evidencias relativas a las
estimaciones proceden de esta encuesta.
La segunda fuente es una investigación que se realizó en el año 2000
al concluir el Programa para mejorar la calidad del aire de la Zona
Metropolitana del Valle de México (PROAIRE). En esa investigación se
realizó una encuesta para conocer la percepción social acerca de la
contaminación atmosférica. La realizaron el Gobierno del Distrito Federal, la
Secretaría de Salud, el Grupo de Estudio Entorno Comportamiento (GRECO)
y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y formó parte del
proyecto Ecosistema urbano y salud de los habitantes de la Zona
Metropolitana del Valle de México (ECOURS); la financió el Centro
Internacional de Investigaciones para el Desarrollo de Canadá (CIID).
La tercera fuente es una encuesta realizada en 1998 sobre percepción
de la contaminación del aire en el Distrito Federal, financiada por el Instituto
Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) y cuyos resultados se
publicaron en un artículo (Catalán Vázquez, Rojas Campos y Pérez Neriá, La
percepción que tiene la población adulta del Distrito Federal sobre la
contaminación del aire. Estudio descriptivo 2001).
Los datos para las estimaciones proceden de tres fuentes. La primera
es el estudio de 2002 coordinado por Luisa Molina y Mario Molina (Molina y
Molina coords 2005). En dicho estudio los autores hacen referencia al Área
Metropolitana de la Ciudad de México (AMCM), la cual coincide casi por
completo con la ZMCM que yo estudio en esta tesis –la única diferencia es
un municipio del estado de Hidalgo– (Molina y Molina coords 2005, 62).
La segunda fuente para las estimaciones consiste en las estadísticas
ambientales del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática
para el año 2002(INEGI 2005).
La tercera fuente es el Inventario de emisiones del año 2002 que
contiene “las estimaciones de las toneladas de partículas menores a 10 µm
(PM10), partículas menores a 2.5 µm (PM2.5), bióxido de azufre (SO2),
monóxido de carbono (CO), óxidos de nitrógeno (NOX), compuestos
9  
 

orgánicos totales (COT), compuestos orgánicos volátiles (COV), metano


(CH4) y amoniaco (NH3), que se generaron en la Zona Metropolitana del
Valle de México durante el año 2002” (Secretaría de Medio Ambiente del
Gobierno del Distrito Federal 2002, 35).

Objetivos  

El objetivo general de las investigaciones que se realizan desde el enfoque


del constructivismo social debe ser “Iluminar cómo ciertas percepciones
dominantes de un problema son construidas y cómo el proceso político de
toma de decisión ocurre en este contexto de, y a través de, discursos
esencialmente fragmentados y contradictorios, dentro y fuera del dominio
ambiental” (Hajer 2005, 15). Un objetivo tan ambicioso, excede los alcances
de esta tesis, sin embargo –y visto el estado de abandono en que se
encuentra el estudio de las percepciones sociales en México–, me parece
válido tener el modesto propósito de conocer, a manera de aproximación, las
percepciones en la ZMCM en el año 2002 y sugerir explicaciones acerca de
la forma en que fueron construidas. Dicho propósito se desarrollará en tres
objetivos específicos.
I. Conocer si las estimaciones y las percepciones son consistentes. Esto
es, saber si las percepciones se comportan acorde con las
estimaciones o si por el contrario existen brechas entre ambas. Si
existieran brechas, los hallazgos de esta investigación apuntarían en
el mismo sentido que el de la mayoría de los resultados en otros
estudios.
II. Saber si el hecho de percibir es suficiente para que las personas se
muevan a la acción y en caso de que entre percepciones y
estimaciones existieran brechas, saber si eso incide en la existencia o
no de algún comportamiento ciudadano proactivo en materia de
descontaminación del aire.
III. Conocer si los factores mediadores seleccionados (información y
experiencia personal y cotidiana) contribuyen o no a explicar
percepciones.
10  
 

Hipótesis  

La inexistencia de una fuente de información que se adecuara exactamente a


las preguntas y objetivos de investigación de esta tesis, así como la
imposibilidad formal e institucional de construir información propia fueron
circunstancias determinantes al momento de interpretar las evidencias
disponibles. Debido a que las preguntas de la encuesta Percepción y
comunicación de riesgos ambientales que utilicé para obtener evidencias, no
coinciden exactamente con las preguntas de investigación en esta tesis, ni
responden a la misma intención ni a los mismos objetivos, es necesario
advertir que esas evidencias ni lo que se infiere a partir de ellas es
contundente. Aclaro esto para matizarlas interpretaciones, los resultados y
las conclusiones.

Primera  hipótesis  

De acuerdo con la mayoría de los estudios acerca de percepciones sociales


en temas ambientales, existen brechas entre estimaciones y percepciones,
es decir, el comportamiento de ambas no es consistente. En la mayoría de
los estudios se acepta que existe “una brecha importante entre los niveles de
contaminación del aire medidos por las estaciones de monitoreo en la Zona
Metropolitana del Valle de México y la percepción pública de la misma”
(Catalán Vázquez, Estudio de la percepción pública de la contaminación del
aire y sus riesgos para la salud: perspectivas teóricas y metodológicas 2006,
34).
En esta tesis se espera que existan brechas entre estimaciones y
percepciones. La comprobación de esta hipótesis se hará contrastando los
datos de las distintas estimaciones con los de las percepciones. Las
estimaciones muestran –a pesar de algunas discrepancias en los números–
que en la ZMCM, hubo una disminución significativa en la cantidad de
algunos contaminantes a partir de la década de 1990. La calidad del aire
11  
 

mejoró significativamente entre 1990 y 2002 en la ZMCM. Por lo tanto, desde


una visión “realista”, se supondría que las percepciones acerca de la calidad
del aire serían favorables, es decir, que estarían en consonancia con las
tendencias mostradas por las estimaciones en esos años. En otras palabras,
que las personas percibirían la evidente mejoría en la calidad del aire en la
ZMCM. Sin embargo, en esta tesis me opongo a la visión “realista” e intento
mostrar, en esta primera hipótesis, que las percepciones no son consistentes
con las estimaciones.
La explicación de esta hipótesis consiste en argumentar que las
percepciones del año 2002 a las que tuve acceso fueron construidas a partir
de un discurso político/ambiental concretado en acciones específicas, la
cuales duraron al menos 15 años, desde mediados de la década de 1980
hasta el año 2000.Se deduce que esas percepciones difícilmente hubieran
ido en sentido contrario a las estimaciones sin la existencia del discurso
político/ambiental al cual me refiero. En síntesis, se propone que las brechas
entre estimaciones y percepciones no responden a lo evidente del problema
en cuestión (sea cual sea), sino al discurso político/ambiental que creó un
problema y que lo interpretó y lo comunicó de manera específica.

Segunda  Hipótesis  

La segunda hipótesis es que las percepciones no determinan la acción, es


decir, se espera que el comportamiento de las personas sea prácticamente el
mismo sin importar si hay brechas entre estimaciones y percepciones. Se
sostiene que percibir no es suficiente para modificar las prácticas, ni que un
problema percibido garantice algún tipo de movilización social o bien, algún
comportamiento ciudadano proactivo en materia de descontaminación del
aire. Por otra parte, se espera que las percepciones influyan positivamente
en el nivel de concientización acerca del problema de la contaminación del
aire.
12  
 

Tercera  Hipótesis  

Se espera que los dos factores mediadores de la relación entre estimaciones


y percepciones seleccionados en esta tesis (información y experiencia
personal y cotidiana) contribuyan a explicar las percepciones. Si se utiliza
una explicación en donde existan factores intermedios para saber por qué las
percepciones son cómo son (inconsistentes o no con las estimaciones) en la
ZMCM, se espera que ambos factores sean explicativos de las percepciones.

Esta tesis está organizada en cuatro capítulos. En el primer capítulo


se presenta una síntesis de los diversos paradigmas y enfoques desde los
cuales se han estudiado las percepciones sociales en general y las
percepciones sociales acerca de temas ambientales en particular. El
segundo capítulo consiste en una breve discusión teórica acerca de la
naturaleza de las percepciones, enfatizando la perspectiva constructivista y
su oposición a las perspectivas de corte positivistas a las cuales Ulrich Beck
llama naturalistas. En el tercer capítulo se presentan las estimaciones de la
contaminación atmosférica en la ZMCM en 2002 que servirán como
referencia para saber si las percepciones son consistentes o no. En el cuarto
capítulo se presentan las percepciones de la contaminación atmosférica. En
ese capítulo se verá, a la luz de los hallazgos, si se satisfacen las tres
hipótesis propuestas. Un apartado final serán las conclusiones.

 
13  
 

CAPÍTULO   1.   Principales   perspectivas   en   el   estudio   de   las  


percepciones  sociales  acerca  de  riesgos  ambientales  

Existen dos acercamientos principales al tema de las percepciones sociales.


El primero tiene su origen en 1922 cuando el periodista estadounidense
Walter Lippman publicó su obra Opinión pública. Este texto proponía que
existe la posibilidad de que las percepciones y la realidad no tuvieran
correspondencia debido a la falta de información adecuada. En esta
perspectiva –que pervive hasta hoy– subyace un maniqueísmo insalvable
entre la realidad objetiva y la percepción subjetiva. La ciencia –en su
modalidad más empirista–, es la única vía que tiene el ser humano para
describir, conocer, entender y eventualmente modificar la realidad objetiva.
El segundo acercamiento se opone a la interpretación que han hecho
Lippman y sus seguidores. Propone que las percepciones individuales
constituyen la opinión pública como un fenómeno colectivo que
necesariamente refleja e incluso afecta las realidades objetivas que la rodean
(Page y Shapiro 1992). Page y Shapiro proponen que “las opiniones se
desarrollan y cambian de una forma razonable, respondiendo a las
circunstancias y a la nueva información” (Feres y Lagos dirs 2010, 18). Yo
me adscribo a la corriente de quienes plantean que las percepciones
necesariamente reflejan la realidad, aún cuando no haya coincidencia
aparente entre ambas.
En ambos casos, el centro de los estudios y de buena parte de los
debates teóricos, metodológicos, e incluso políticos, ha sido la relación nada
sencilla entre la realidad y las percepciones. No ahondo más en estos
debates porque el segundo capítulo de esta tesis está avocado a tales
discusiones.

Percepciones  sociales    y  medioambiente  

El primer estudio que se abocó a la investigación sistemática acerca de las


percepciones sociales de la contaminación atmosférica fue el de Barker en
1976 (Barker 1976). Desde entonces, las publicaciones que estudian las
14  
 

percepciones sociales acerca de los riesgos ambientales se han


incrementado y han logrado constituir un abanico más o menos diverso de
perspectivas teóricas, cada cual con la metodología y las técnicas
correspondientes. Sin embargo, existe un gran obstáculo al cual se debe
enfrentar cualquier estudio que pretenda vincular realidad(o reflejos de ella) y
percepciones: la mayoría de los datos utilizados para aproximarse al
conocimiento de la parte relacionada con las percepciones, es de naturaleza
más bien fragmentaria. Es decir, los datos que se utilizan para estudiar
percepciones, generalmente fueron recolectados para cumplir con propósitos
diferentes, no son datos obtenidos ex profeso para estudiar el tema de
percepciones.
Hablando específicamente del corpus de estudios que se ocupan de
las percepciones sociales acerca del medioambiente, yo propongo dos tipos
de clasificación a partir de dos criterios.
Para la primera clasificación de los estudios, el criterio de
diferenciación es el de las disciplinas que los produjeron. Para la segunda
clasificación, el criterio de diferenciación es la forma en que cada escuela o
corriente concibe las percepciones sociales de la contaminación del aire. En
esta segunda clasificación sigo el estudio de Catalán Vázquez y Jarillo Soto
del año 2010.

Clasificación  de  los  estudios  a  partir  de  las  disciplinas  que  los  produjeron  

Se distinguen principalmente dos grupos de estudios: los estudios


psicológicos elaborados por psicólogos y, por el otro, los estudios
socioculturales generalmente elaborados por sociólogos.

• Los estudios desde la psicología cuantitativa

Estos estudios siguen el “modelo del déficit del entendimiento público de la


ciencia, el cual propone que las percepciones populares sobre la
contaminación del aire divergen de las que emiten los expertos debido a la
15  
 

ignorancia pública de los aspectos técnicos o científicos” (Catalán Vázquez,


Estudio de la percepción pública de la contaminación del aire y sus riesgos
para la salud: perspectivas teóricas y metodológicas 2006, 30). Las
divergencias se atribuyen exclusivamente, o casi, a la desinformación o a la
mala información o a la insuficiente información. Esto responde a que se
entiende al individuo como una unidad separada de su entorno y entonces se
busca establecer relaciones de causa-efecto “mediante un sistema asociativo
orientado a la predicción y control de la conducta y los procesos psicológicos
en relación con la contaminación del aire” (Catalán Vázquez, Estudio de la
percepción pública de la contaminación del aire y sus riesgos para la salud:
perspectivas teóricas y metodológicas 2006, 30). El propósito de esta
perspectiva consiste en obtener medidas cuantitativas de la percepción del
riesgo ante la contaminación del aire, para esto utilizan encuestas con
muestras representativas que aspiran a ser replicables y los resultados
pretenden se generalizados. Utilizan técnicas cuantitativas como
cuestionarios, escalas de actitud y pruebas psicológicas y echan mano de las
técnicas estadísticas.

Perspectiva Psicológica
Abordaje teórico - Psicología cuantitativa
- Abordajes derivados de la psicología ambiental
- Se considera a la persona y al entorno como
unidades separadas con interacciones entre
ellas
- Las unidades de análisis son la persona y el
entorno
- El objetivo es la medición y predicción de
procesos psicológicos en relación con la
contaminación el aire mediante la búsqueda de
relaciones causa-efecto entre variables
ambientales y personales
Abordaje metodológico - Encuestas con muestras poblacionales
representativas que buscan la replicabilidad de
16  
 

los estudios y la generalización de los


resultados
- Técnicas cuantitativas como cuestionarios,
escalas de actitud y pruebas psicológicas
- Técnicas estadísticas para predecir la respuesta
social ante la contaminación del aire
Fuente: (Catalán Vázquez, Estudio de la percepción pública de la
contaminación del aire y sus riesgos para la salud: perspectivas teóricas y
metodológicas 2006, 30)

• Los estudios socioculturales

Esta perspectiva reconoce el papel central que tienen el discurso, la política y


la cultura en la definición de las actitudes hacia el medioambiente. Bikerstaff
los llamó estudios socioculturales (Bikerstaff 2004) porque “se asume que el
entendimiento público y las conductas en relación con la contaminación del
aire no pueden ser explicados únicamente por la psicología individual o
mediante una realidad objetiva, sino que las percepciones y la respuesta al
riesgo de la contaminación están formadas en el contexto de amplios
factores sociales, culturales y políticos, donde el conocimiento local y la
experiencia cotidiana desempeñan un papel fundamental” (Catalán Vázquez,
Estudio de la percepción pública de la contaminación del aire y sus riesgos
para la salud: perspectivas teóricas y metodológicas 2006, 31). Esta idea
procede de la sociología del conocimiento propuesta por Karl Mannheim
quien relaciona el conocimiento con “las circunstancias sociales como
factores influyentes en el proceso del entendimiento del mundo […] Estas
diferencias en las percepciones y la comprensión de los problemas están
relacionadas con las condiciones sociales en las que vive la gente” (Lezama,
La construcción social y política del medio ambiente 2004, 66). De acuerdo
con Bikerstaff el asunto consiste en que “la percepción del riesgo es
multidimensional y está influida por complejos procesos sociales, políticos y
culturales. El abismo entre las percepciones de los expertos y del resto de la
población no puede ser definida simplemente como una función de error o
ignorancia de parte de la gente común sino que se explica por asuntos como
17  
 

el poder, los valores, la confianza y el lugar” (Bikerstaff 2004, 835-836). El


enfoque teórico de estos estudios es el constructivismo social o
“construccionismo social, enfoque que permite entender cómo los
conocimientos, percepciones, actitudes, creencias, valores y
comportamientos vinculados con el ambiente y sus problemas dependen de
la cultura, la historia, la política, el contexto social y la experiencia cotidiana”
(Catalán Vázquez, Estudio de la percepción pública de la contaminación del
aire y sus riesgos para la salud: perspectivas teóricas y metodológicas 2006,
31).
En el plano metodológico, estos estudios utilizan métodos cualitativos
pues su intención es aprehender los procesos mediante los cuales se
construyen las percepciones acerca de un tema cualquiera. Se utilizan
entonces, grupos focales y/o entrevistas a profundidad.

Perspectiva Sociocultural
Abordaje teórico - Construccionismo social
- Abordajes derivados de la antropología,
sociología y geografía
- Los conocimientos, percepciones, actitudes,
creencias, valores y comportamientos en
relación con el ambiente están mediados por la
cultura, historia, política, contexto social y
experiencia cotidiana
- Los objetivos son: describir, interpretar, entender
y comprender las múltiples construcciones
humanas que sostienen las visiones sobre la
contaminación del aire
18  
 

Abordaje metodológico Técnicas cualitativas como grupos focales y


entrevistas de profundidad que permiten explorar
los procesos sociales a través de los cuales los
individuos, que tienen el carácter de sujetos, no de
objetos, construyen sus pensamientos y sus ideas
acerca de la contaminación.
Fuente: (Catalán Vázquez, Estudio de la percepción pública de la
contaminación del aire y sus riesgos para la salud: perspectivas teóricas y
metodológicas 2006, 31).
Los estudios que se ocupan de las percepciones sociales de la
contaminación del aire suelen estar organizados en torno a cuatro áreas: 1)
¿qué tan consientes son los individuos y los grupos sociales de la
contaminación atmosférica?, 2) los consensos y acuerdos entre quienes son
expertos en el tema y quienes no lo son, 3) “la concordancia entre
mediciones físicas de la calidad del aire y la percepción pública de las
mismas” y 4) la percepción pública relacionada con las características
sociales, políticas y económicas de quienes perciben (Catalán Vázquez,
Estudio de la percepción pública de la contaminación del aire y sus riesgos
para la salud: perspectivas teóricas y metodológicas 2006, 29). Podría
decirse que, de manera general, esta tesis se inscribe en el área número tres
señalada por Catalán.

Clasificación  de  los  estudios  a  partir  de  su  concepción  de  las  percepciones  
sociales  

Otra forma de clasificar a los estudios que se ocupan de las percepciones de


tema ambiental, es a partir de la forma en que conciben la percepción. La
clasificación de Catalán y Jarillo-Soto me parece muy atinada porque
muestra de forma sintética los rasgos más característicos de los cuatro
paradigmas en que ellos agrupan las investigaciones acerca de las
percepciones sociales de tema ambiental.
19  
 

Dimensiones
Paradigma
Ontológica Epistemológica Metodológica
Positivista Existe una realidad El investigador y el La experimentación,
objetiva, externa, objeto de la manipulación de
real, aprehensible y investigación son dos variables, la
conducida por leyes entidades verificación de
y mecanismos autónomas: el hipótesis y las
naturales inmutables investigador estudia técnicas cuantitativas
el objeto sin influirlo o son la mejor forma
ser influido por él. El para descubrir el
conocimiento es libre mundo.
de valores y ajeno al
contexto social en el
que se produce.
Postpositivista La realidad es Los resultados son La metodología
aprehensible, pero considerados experimental y la
de manera probablemente manipulación de
imperfecta y sólo de verdaderos, siempre variables son de
forma probabilística. sujetos a falsación. importancia
significativa.
Teoría crítica La realidad moldeada El investigador y el La metodología es
por factores sociales, objeto investigado dialógica y dialéctica;
políticos, culturales, están el ideal es la
económicos, étnicos interactivamente emancipación y
y de género. vinculados, por lo promueve métodos
que los resultados de participativos. Intenta
la investigación son dirigir la investigación
mediados por los hacia fines
valores. socialmente
significativos.
Constructivista La realidad es La relación entre el Mediante técnicas
aprehensible en investigador y el hermenéuticas se
forma de múltiples e objeto investigado es interpretan las
intangibles transaccional y construcciones
constructos subjetivista; por ello individuales, que son
mentales, sociales y el conocimiento es extraídas y refinadas
experiencialmente siempre una mediante la
construidos, de construcción interacción entre y en
naturaleza local y humana, y nunca medio del
específica, libre de valores. investigador y sus
dependientes de respondientes.
personas o de
grupos.
Fuente: (Catalán Vázquez y Jarillo Soto, Paradigmas de investigación
aplicados al estudio de la percepción pública de la contaminación del aire
2010, 167)
20  
 

CAPITULO   2.   Realidad   y   percepciones:   una   disputa   por   la  


verdad  

La realidad y las percepciones guardan una relación profunda que se ha


presentado casi siempre de manera dicotómica, como si fueran categorías
antagónicas, irreconciliables. Esta relación no es gratuita sino que es
generada por la entrada en juego de una tercera categoría: la verdad.
Realidad y percepciones tendrían que verse las caras muy poco si no
estuviera en disputa la verdad. Es debido a la verdad, que realidad y
percepciones dialogan todo el tiempo.
En un principio se impone hablar un poco de gramática. La realidad
suele escribirse en singular y las percepciones suelen escribirse en plural.
Esto no es un detalle menor ni meramente casual, en realidad es de gran
importancia porque expresa –mediante un hecho gramatical– una
concepción filosófica, sociológica, histórica y psicológica de la verdad y de lo
que el ser humano puede hacer con ella.
El hecho de que el mundo sensible, digamos el que se aprehende
sensorialmente, sea pensado en singular supone que hay una única
realidad. Si esa realidad es única, se sigue que no existe ninguna otra
realidad alternativa frente a ella. Lo cual a su vez supone que esa única
realidad es necesariamente verdadera. Sin embargo (y puesto que la verdad
no puede ser cualidad de más de un sólo hecho a la vez porque de lo
contrario sería relativa y dejaría de ser verdad para convertirse en opinión y
pasaría del campo de la epistemología al de la ética), atendiendo con más
cuidado, es posible notar que la asunción de que sólo exista una realidad
(por lo tanto necesariamente verdadera) a la cual se le debe nombrar en
singular porque es única, no significa la imposibilidad de la existencia de
realidades alternativas, sino (y esto es quizá lo más importante) de
realidades verdaderas. Nombrar en singular al mundo sensible implica que
se asume que esa realidad, y ninguna otra, es la verdadera. Así, todo lo que
disienta o contradiga –incluso en algún pequeño aspecto–, a esa única
realidad verdadera, es contundentemente falso, incorrecto, incompleto,
21  
 

defectuoso, insuficiente y, entonces, no merece mayor atención. Todo esto


deriva en que esa única realidad verdadera existe con anterioridad al hecho
humano de nombrarla. Y, entonces, para poder nombrarla se requiere
únicamente descubrirla y describirla. Después, y en caso de que así se
quiera, habrá que entenderla y explicarla para poder dominarla y modificarla.
Nombrar en singular al mundo que se aprehende de manera sensorial
implica, finalmente, que se piensa al ser humano como descubridor de la
realidad verdadera y, entonces, su máxima aspiración es la modificación de
esa realidad, o bien, la adecuación a ella.
Las percepciones, en cambio, suelen nombrarse en plural y esto
refleja dos de sus características fundamentales, las cuales están
íntimamente relacionadas. La primera es que cada individuo tiene una
percepción particular y, entonces, percibir es una acción individual que, sin
embargo, es construida socialmente y, por lo tanto, la percepción de una
persona no es exclusiva ni excluyente. La segunda deriva de la anterior y
consiste en que toda percepción es subjetiva y, entonces, no hay corrección
o incorrección al hablar de percepciones porque ninguna es la única
verdadera; es decir, no se tiene un referente al cual se pueda tomar por
verdadero y a partir del cual se pueda afirmar la falsedad de los demás. Son
percepciones en plural porque son muchas y muy diversas, porque a pesar
de ser un fenómeno individual se formaron socialmente en contextos y con
significados diferentes. Entonces, la relación entre realidad y percepciones
está fuertemente determinada por la verdad y lo que de ella se piense y se
crea. Ahora conviene decir algo acerca de la distinción entre la realidad y el
conocimiento de la realidad.
La religión, la ciencia, la filosofía, la magia, la política, son sistemas
cognoscitivos formados no para conocer, sino para conocer la verdad. Cada
uno de estos se acerca a la realidad y la mayor aspiración de todos ellos es
aprehenderla de la mejor manera posible, además de intentar abarcar lo
más que se pueda de ella.
La ciencia, que es el sistema cognoscitivo que interesa en esta tesis,
aspira a aprehender esa realidad única y verdadera a partir de herramientas
epistemológicas y ontológicas particulares. Objetividad y precisión han sido
los pilares epistemológicos de la ciencia moderna desde que Descartes
22  
 

publicó El discurso del método. El empecinamiento de los pensadores por


lograr que sus disciplinas fueran una ciencia basada en dichos pilares,
alcanzó su momento más álgido con el positivismo y la pretendida
objetividad que se lograba con los datos, la información, las evidencias
exactas y pertinentes. Desde finales del siglo XIX, entonces, la ciencia ideal
estaba delineada: debía ser factual, no imaginaria, no reivindicativa, en
pocas palabras, no subjetiva. Que fuera factual y precisa suponía que sería
real, no ficticia y, entonces, los humanos podrían por primera vez en la
historia conocer la verdad porque descubrirían y describirían la realidad y de
esa manera se alejarían de las supersticiones (Douglas y Vildavsky 1982). A
partir del siglo XVIII la ciencia logró –de la misma manera en que la religión
lo había hecho siglos antes– construir una única realidad que monopolizó la
verdad. De tal manera que la única realidad verdadera fue la realidad de la
ciencia, digamos la científica. Entonces, las demás realidades se
convirtieron en falsas y cayeron en el descrédito de la superstición en el peor
de los casos o de la mala información/desinformación en el mejor de los
casos.
Hoy en día, a pesar de que es claro y está más o menos difundida la
noción de que la ciencia no es –a la manera en que la concibieron Descartes
o Comte– la solución a las penas humanas, perece que “lo científico [aún]
está en la cúspide de la dignidad del quehacer intelectual”(Muriá 2005-2006,
23). Esta noción objetivista de la verdad –deudora y promotora de una
ciencia entendida fundamentalmente como sistema de hallazgos empíricos–
tiene aún mucho poder y está fuertemente validada en el ámbito no sólo
científico, sino cultural y social en general (en esta tesis se muestra algo de
este prestigio social que tiene lo científico). La postura que se asume en esta
tesis es contraria a estas ideas.
Pienso que certidumbre, veracidad y verdad no son lo mismo. La
verdad es una categoría subjetiva, por lo tanto, construida e
irremediablemente mutable. Está formada a partir del grado de certidumbre
que se tiene acerca de un fenómeno cualquiera –humano o no, real o ficticio,
existente o inexistente– que se ha consensuado como veraz en una época
determinada. La verdad entendida como consenso se opone a la
verdad/realidad.
23  
 

Así, es posible ver que, por un lado, está la verdad/realidad la cual es


descubierta y descrita por la ciencia/objetiva. En esta perspectiva las
modificaciones a la verdad no son propiamente modificaciones sino
correcciones a la verdad/realidad que había sido descubierta y descrita de
manera equivocada o insuficiente. En esta verdad/realidad, la facultad
fundamental es la mímesis, la ciencia no crea nada y la cualidad imaginativa
es denostada como la responsable de crear mitos o supersticiones que no
son verdad. Es fundamentalmente apologética y funciona a través de
paradigmas, es decir, un saber nuevo cancela a un saber anterior. Su
historicidad es tal, sólo en relación con la mayor exactitud de los hallazgos.
Cuando una realidad ha sido descubierta en sus aspectos fundamentales,
esas verdades descubiertas pierden la cualidad de ser históricas. Lo que
seduce en la ciencia moderna –empirista y mimética– es la precisión, la
exactitud de su descripciones y diagnósticos. Entre más mimética sea la
ciencia, más perfecta es (Villanueva 2011, 154-160).
En el otro lado está la verdad/consenso. Ésta, es construida y
validada por la política, la historia, la ciencia, la filosofía, la religión, etcétera.
Aquí, las modificaciones a la verdad son más bien negociaciones en las que
intervienen diversos intereses no necesariamente científicos. En esta
verdad/consenso, la facultad fundamental es la poiesis y la ciencia es una de
las muchas retóricas que crean la verdad. La verdad obtenida como
resultado de una investigación científica nunca es un fin en sí misma, sino
que es condición para lograr finalidades que exceden la búsqueda ideal de
la verdad, finalidades relacionadas con intereses en los campos de la
política, la economía, la religión, la moral, etcétera.
En este punto, hay que decir algo acerca de la imposibilidad de
aprehender la realidad tal cual está dada en el mundo sensible. Kant
distinguía entre la Ding ansich (la cosa en sí) y lo que nosotros pensamos
acerca de ella; Lacan distinguía entre lo real y la realidad. “Ambas
distinciones se basan en la idea de que lo que conocemos está enmarcado
por experiencias, lenguajes, imágenes e incluso fantasías” (Hajer 2005, 17).
Lo real para Lacan es un mundo en el que el ser humano no tiene injerencia,
existe independientemente de él y le es externo. La realidad, en cambio, “es
siempre particular y depende del marco específico del sujeto o de discursos
24  
 

específicos en el tiempo y el espacio que guían nuestras percepciones”


(Hajer 2005, 17).
Es cierto que el ideal de todo lenguaje discursivo es la transmutación
de la realidad en pensamiento “con la menor pérdida posible” (Ortega y
Gasset 1971, 72). Para lograr esto “debería estar constituido de
significaciones invariables y objetivas”, no debería tener palabras
egocéntricas –como las llamaba Russell– ni ocasionales –como las
denominaba Husserl– (Villoro 2006, 15), en resumidas cuentas: omitir la
perspectiva de quien observa, es decir, aprehender el hecho. Ésta es la más
importante aspiración del lenguaje en las ciencias, a pesar de que su
realización es imposible. La razón estriba precisamente en que los
científicos tienen siempre alguna pretensión cuando construyen e interpretan
la información. La información nunca es neutral. Cuando Ortega y Gasset
propuso que “verdad es lo que ahora es verdad” (Ortega y Gasset 1971, 25)
no se refería a la realidad imperfectamente descubierta a la espera de que
se le descubra mejor y más exactamente, sino más bien al hecho de que lo
asumido como verdad es un hecho social e histórico. Las verdades caducan,
independientemente de su falsedad o su realidad, porque los discursos que
las construyeron dejaron de ser vigentes. Durante milenios la teoría
geocéntrica de Ptolomeo fue verdad, aunque era falsa. Después la teoría
heliocéntrica de Copérnico fue verdad, aunque no del todo cierta. Hoy la
teoría del Big Bang es verdad porque está vigente, no porque sea cierta.
Los problemas y los riesgos ambientales no son la excepción en este
sentido. No están dados en el mundo, sino que son construidos desde la
academia, desde la política, desde las ideologías, desde las militancias,
etcétera. Un riesgo o un problema, antes de serlo, se encontraba en
situación de normalidad, sin embargo, por distintas razones se movió de la
situación de normalidad a una de anormalidad –dicha transformación puede
ser paulatina o repentina– y sólo hasta que esa anormalidad se diagnostica
como una situación riesgosa puede convertirse, eventualmente, en un
problema político.
Así, problemas y riesgos no existen en la realidad de manera
independiente a los seres humanos que lidian con esa situación
cotidianamente. Más bien, hasta que esa situación es percibida como
25  
 

anormal, y por lo tanto indeseable, poco a poco comienza a convertirse en


algo difícilmente aceptable o soportable. Esa situación que ahora es anormal
e indeseable –que antes no lo era– está en vías de convertirse en un
problema o riesgo pero aún es necesario que se socialice suficientemente
para que surja como un problema social o un riesgo socialmente percibido y
aceptado. Algunos autores como, Daniel Yankelovich, incluso han propuesto
que “la opinión pública se forma en etapas, que incluyen cómo un tema llega
a ser tema de opinión pública y de qué manera las personas van
consensuando visiones sobre él. La opinión pública es un proceso en el cual
la persona se introduce con su bagaje de valores y experiencias” (Feres y
Lagos dirs 2010, 18).
Visto todo lo anterior quiero concluir declarando que el riesgo real no
es el que existe, sino el percibido. Así, no es suficiente con que la realidad,
es decir, “el estado de las cosas” (Feres y Lagos dirs 2010) reflejado por los
distintos registros que se puedan hacer de la realidad objetiva, tenga una
condición anormal, sino que esa realidad debe estar vinculada con la forma
subjetiva en que las poblaciones la perciben. La vinculación de los datos
subjetivos y objetivos comenzó en la década de 1960 (Almond y Verba
1963) y ha tenido un largo recorrido hasta llegar al día de hoy en que se
acepta, en lo general, la opinión de Merleau-Ponty acerca de que “la
existencia humana nunca puede hacer abstracción de sí para acceder a una
verdad desnuda” (Merleau-Ponty 2008, 72).

Ahora bien, de qué manera se forman los riesgos ambientales en las


percepciones sociales. Si bien es cierto que la percepción está relacionada
directamente con los estímulos y la información recibida por el individuo, hay
que decir que ni la información ni los estímulos son imparciales.
Puesto que la percepción es un flujo informativo constante, es
fundamental entender la intencionalidad y dirección de la información y los
estímulos. Según la Enciclopedia Universal Sopena, la percepción es "la
sensación interior resultante de una impresión material, hecha por los
sentidos". En todo caso, percibir es un proceso cognoscitivo, una forma de
conocer el mundo. Para Ulric Neisser, la percepción "constituye el punto
donde la cognición y la realidad se encuentran; es la actividad cognoscitiva
26  
 

más elemental, a partir de la cual emergen todas las demás"(Neisser 1976).


De acuerdo con este autor “la percepción es un proceso activo-constructivo
en el que el perceptor, antes de procesar la nueva información y con los
datos archivados en su conciencia, construye un esquema informativo
anticipatorio, que le permite contrastar el estímulo y aceptarlo o rechazarlo
según se adecue o no a lo propuesto por el esquema apoyándose en el
aprendizaje” (Fernández s.f.).

Esquema 2. Ciclo Perceptual de Neisser

2. De la forma en que el
individuo busque la información
dependerá lo que encuentre

1. A partir de lo que el 3. Dependiendo de la forma


individuo sabe, dependerá la en que el individuo reciba la
información que buscará información cambiara su
conocimiento

Fuente: elaboración propia.

La información y los estímulos que reciben los individuos influyen


fuertemente en su percepción y en el grado de conciencia que puedan tener
respecto de algún riesgo ambiental. Para Mary Douglas la contaminación
ambiental “es un asunto de lugar” (Hajer 2005, 18). Es decir que, un
fenómeno físico tiene significados distintos e incluso puede no representar
un problema en una sociedad determinada. “El significado que le damos a
un fenómeno físico depende de nuestras preocupaciones culturales
específicas” (Hajer 2005, 18). Entonces, ¿cómo se construye ese
significado?
Maarten Hajer propone que los conflictos ambientales han cambiado
de signo. No son más un asunto sobre el mundo ambiental en sí mismo y la
información empírica a través de la cual lo conocemos, sino sobre la
interpretación de toda esa información. Propone que el nuevo
conflicto/dilema ambiental “no debería ser conceptualizado como el conflicto
acerca un problema predefinido e inequívoco con actores competentes a
27  
 

favor o en contra, sino que debe ser visto como una batalla continua y
compleja acerca de la definición y el significado del propio problema
ambiental” (Hajer 2005, 14-15).
La política entonces, echando mano de la ciencia, construye el
problema, lo define en sus aspectos fundamentales y operativos y propone
las soluciones posibles. “La política ambiental es sólo parcialmente un asunto
de actuar o no actuar, se ha convertido de manera creciente en un conflicto
de interpretación en el cual un complejo grupo de actores puede participar en
un debate en el que los términos del discurso ambiental están establecidos”
(Hajer 2005, 15). Incluso después de haber definido el problema, resta saber
“qué aspectos del problema se incluyen y cuáles se quedan afuera” (Hajer
2005, 23). Siguiendo este planteamiento, “la construcción discursiva de la
realidad, se convierte entonces, en un terreno importante de poder” (Hajer
2005, 21).
Hajer propone que es a través de la construcción y posicionamiento en
la sociedad de ciertos temas emblema o emblemáticos como se puede
afectar la percepción social. La hegemonía de un tema (un emblema)

en el discurso ambiental no debe ser vista como el resultado de un


proceso lineal, progresivo y neutral [es decir, libre de valores] para
convencer a ciertos actores sociales acerca de la importancia del
tema, sino como una lucha entre varias coaliciones políticas no
convencionales, cada una de las cuales está formada por científicos,
políticos activistas […] las cuales, además, tienen vínculos con
canales de televisión específicos, revistas y diarios e incluso
celebridades. Estas llamadas coaliciones de discurso, de alguna
manera desarrollan y mantienen un discurso particular, una forma
particular de hablar y pensar la política ambiental […] Lo que une a
estas coaliciones y les da su poder político es el hecho de que sus
actores se reúnen en torno a un argumento específico (Hajer 2005,
12-13).

Claro que el argumento al que se refiere Hajer no es consistente a la


manera de un silogismo; de hecho, contiene postulados que pueden ser
contradictorios entre ellos, o bien, posicionamientos y declaraciones que, si
28  
 

bien no son contradictorias, tampoco forman un cuerpo compacto de


intereses y puntos de vista. Esto ocurre, precisamente, porque el discurso
político/ambiental mediante el cual se construye un tema emblemático es
elaborado por una coalición ecléctica de actores sociales cuyo único punto
en común es que tienen interés en ese tema. Sin embargo, las razones de su
interés en el tema o los motivos que los hacen participar en esa coalición
específica pueden ser completamente distintos, incluso contrarios.
Entonces, estas coaliciones echan mano en primer lugar, de la ciencia
para validar los postulados y las exigencias de su discurso político/ambiental
y, en segundo lugar, de los medios de comunicación masiva y de sus
recursos retóricos para crear un tema emblemático en las percepciones.
Convierten una realidad ambiental en un problema político para el cual,
además, tienen al menos, una solución prediseñada. La ciencia, como
gremio, juega un papel fundamental en todo este sistema de poder, ya que

es un grupo limitado de expertos quienes definen los problemas


clave, quienes determinan la urgencia de un problema frente a otros
posibles problemas y quienes implícitamente suelen conceptualizar
las soluciones a los problemas que ellos mismos pusieron en la
agenda. Los hombres comunes, que dependen de la percepción
sensorial y la experiencia cotidiana, están totalmente descalificados.
Se han convertido en dependientes y ahora sólo pueden ser
educados” (Hajer 2005, 10).

De aquí la enorme importancia que se atribuye a la información como


factor mediador fundamental entre estimaciones y percepciones.
Así las cosas, se ejerce poder sobre las personas de una manera tan
sutil que quienes son objeto de ese poder difícilmente se dan cuenta. En este
punto es posible utilizar la noción de Pierre Bourdieu de violencia simbólica.
Para él, violencia simbólica es “esa coerción que se instituye por mediación
de una adhesión que el dominado no puede evitar otorgar al dominante (y,
por lo tanto, a la dominación) cuándo sólo dispone para pensarlo y pensarse
o, mejor aún, para pensar su relación con él, de instrumentos de
conocimiento que comparte con él y que, al no ser más que la forma
29  
 

incorporada de la estructura de la relación de dominación, hacen que ésta se


presente como natural”(Bourdieu, Meditaciones Pascalianas 1999, 224-225).
Dirá después, para clarificar el concepto, que “la violencia simbólica es, para
expresarme de la manera más sencilla posible, aquella forma de violencia
que se ejerce sobre un agente social con la anuencia de éste […] En
términos más estrictos, los agentes sociales son agentes conscientes que,
aunque estén sometidos a determinismos, contribuyen a producir la eficacia
de aquello que los determina, en la medida en que ellos estructuran lo que
los determina” (Bourdieu y Wacquant, Respuestas. Por una Antropología
reflexiva 1995, 120).
La violencia simbólica ocurre contra en el individuo cuando se induce
su percepción para que surja un riesgo o un problema ambiental. La
validación final es afirmar que cuando las percepciones de los individuos no
coinciden con las estimaciones científicas o con las pretensiones de las
distintas formas de poder, es porque no tienen suficiente información (en
calidad ni en cantidad). De últimas, la formula es sencilla: la ciencia descubre
y describe la realidad, si alguien no lo percibe así, es porque no quiere o no
puede verla. El prestigio de la ciencia empirista es enorme y se acude a la
opinión de expertos técnicos y científicos de distintas disciplinas para
diagnosticar la situación. Después, ese diagnóstico se convierte en una
herramienta de poder que puede o no utilizarse políticamente para el diseño
de políticas públicas.
Entonces, la ciencia-gremio que monopolizó la única realidad
verdadera y los actores sociales instaurados en las estructuras de poder
político, económico, religioso e ideológico, que comparten un interés por
alguna situación ambiental, transforman esa situación en un problema
político mediante la elaboración de un discurso político/ambiental
(socializado a través de los medios masivos de comunicación) en el cual el
elemento retórico principal es convertir en riesgosa esa realidad ambiental;
si la coalición no elabora un discurso capaz de introducir el elemento riesgo
en esa realidad ambiental, entonces, esa realidad ambiental nunca podrá
construirse en un problema político.
30  
 

CAPÍTULO  3.  Las  estimaciones  de  la  contaminación  atmosférica  


en  la  ZMCM  

En este tercer capítulo se presentan los datos acerca de la contaminación


atmosférica en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. Las
estimaciones que servirán para contrastar las evidencias relativas a las
percepciones del cuarto capítulo.

Definiendo  contaminación  

La contaminación como proceso mediante el cual los organismos desechan


toxinas, forma parte de los ciclos vitales de los organismos. Cualquier
organismo vivo al satisfacer las necesidades más elementales para su
supervivencia, genera residuos, desperdicios y, por lo tanto, contamina. En
esta tesis sólo interesa la contaminación atmosférica atribuible a actividades
humanas.
De acuerdo con Holdgate, el término contaminación se debe utilizar
únicamente para aquella que es provocada por la actividad humana y “que
consiste en la introducción en el medio ambiente de sustancias o energía
capaces de representar peligro para la vida humana, daños para las fuentes
de sustento y para los sistemas ecológicos, daños a las estructuras o
amenidades o interferencias a los usos legítimos del medio ambiente”
(Lezama, La construcción ideológica y política de la contaminación del aire:
consideraciones para el caso de la Ciudad de México 1996, 32). Hay una
corriente de pensamiento que propone que la contaminación no es
provocada directamente por las sustancias, sino más bien por la magnitud
con que dichas sustancias son expulsadas, extraídas o utilizadas (Kormondy
1989).
La contaminación como producto de la actividad humana no es de
ningún modo un fenómeno exclusivamente relacionado con la sociedad
posterior a la Segunda Guerra Mundial, pero el incremento en la dimensión
de la contaminación es notorio a partir de entonces. De hecho, el texto de G.
P. Marsh titulado El hombre y la naturaleza o la geografía física modificada
31  
 

por el hombre que fue originalmente publicado en 1864 fue uno de los
primeros escritos en la época posterior a la Revolución industrial que
denunció la enorme capacidad que tiene la especie humana de afectar la
naturaleza. “La novedad fundamental de la época moderna en relación con la
contaminación, radica en las dimensiones de las fuerzas movilizadas y la
magnitud del impacto de su acción destructora” (Lezama, La construcción
ideológica y política de la contaminación del aire: consideraciones para el
caso de la Ciudad de México 1996, 33). Trayendo este argumento a la
actualidad, Eugene Stoermer y Paul Crutzen han llamado a la época actual
Antrhopocene, para enfatizar la capacidad de afectación que tienen
actualmente las acciones de las sociedades humanas en la totalidad del
mundo natural.
La contaminación que interesa en esta tesis es la contaminación
atmosférica, es decir, “la presencia en el aire de toda materia o energía en
cualquiera de sus estados físicos y formas, que al incorporarse o actuar en la
atmósfera altera o modifica su composición y condición natural” (SEDUE
1989, 1).

La  Zona  Metropolitana  de  la  Ciudad  de  México  

El espacio en el que me enfoco para este texto no es el Distrito Federal ni la


Ciudad de México, sino la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, la
cual está conformada por las 16 delegaciones del Distrito Federal y 40
municipios conturbados del Estado de México(Salazar Cruz 2008, 60).3Ésta
es la delimitación del área de estudio de la encuesta Percepción y
comunicación de riesgos ambientales, 2002 (la cual es la fuente principal
para el estudio de las percepciones ambientales en esta tesis) y
prácticamente coincide con el Área Metropolitana de la Ciudad de México
(AMCM) que utilizan Luisa Molina y Mario Molina en su estudio, el cual es la
fuente principal para las estimaciones. Para efectos de estudios

3
A pesar de que en el texto se dice que la ZMCM consta de 16 delegaciones y 41
municipios conurbados, en el mapa de la página 82, la ZMCM tiene un municipio menos, es
decir, 16 delegaciones y 40 municipios.
32  
 

metropolitanos la ZMCM ha ido ganando relevancia con el correr de los años


por su pertinencia en algunos temas como el transporte público y la política
vial, tal como lo evidencia el hecho de que sea la delimitación político-
administrativa de la Encuesta Origen-Destino de 2007(Navarro Benítez
2010).
Se debe tener cuidado de no confundir a la ZMCM con la Zona
Metropolitana del Valle de México (ZMVM). El Programa de Ordenación de la
Zona Metropolitana del Valle de México (POZMVM) aprobado en 1998 por
los gobiernos Federal, del Estado de México y del Distrito Federal, propuso
una delimitación para la ZMVM, la cual fue ratificada en 2004 por un grupo
conformado por la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), el Consejo
Nacional de Población (CONAPO) y el Instituto Nacional de Estadística,
Geografía e Informática (INEGI). La delimitación de la ZMVM abarca,
entonces, al conjunto de los 58 municipios del Estado de México, las 16
delegaciones del Distrito Federal y un municipio del estado de
Hidalgo.(CONAPO, INEGI, SEDESOL 2005). Además, “la ZMVM constituye
un concepto relativamente nuevo que parece más bien referirse a una
delimitación basada en la geografía física” (Ibarra y Lezama 2008, 110). Por
todo lo anterior, queda claro que la ZMCM y la ZMVM no hacen referencia al
mismo espacio y, entonces, es importante evitar utilizarlas indistintamente.
El tema de la contaminación atmosférica en la ZMCM suele ser
incluido en un proceso mayor y es el que se refiere a la metropolización que
ha experimentado el Distrito Federal. El fenómeno de metropolización es
“una manifestación clara del paso de una economía agrícola a otra de
carácter urbano y es una expresión de la creciente interdependencia entre
los centros urbanos y sus zonas periféricas” (Unikel 1976, 116). El Consejo
Nacional de Población propuso que, entre 1940 y 1980, México “pasó de ser
una sociedad eminentemente rural (en 1940, sólo 20 de cada 100 mexicanos
vivían en localidades de más de 15 000 habitantes) a ser una sociedad
predominantemente urbana (para 1980, 53 de cada 100 mexicanos vivían en
localidades de 15 000 habitantes)” (Martínez Hernández 2008, 25). Los
fenómenos de urbanización y metropolización acelerada y, generalmente
caótica, no son privativos de México. “Durante el periodo 1960-1990, 94% del
incremento de la población total de América Latina, que alcanzó a 230
33  
 

millones de personas, se registró en las zonas urbanas” (CEPAL 1991, 50). Es


posible periodizar el proceso de metropolización en cuatro etapas de acuerdo
con Ibarra y Lezama.
1. Primera etapa. Crecimiento del núcleo central, 1900-1930.
2. Segunda etapa. Expansión periférica, 1930-1950.
3. Tercera etapa. Dinámica metropolitana, 1950-1980.
4. Cuarta etapa. Ibarra y Lezama no se refieren a ella con ningún nombre
ni la periodizan. Pero no es descabellado proponer que ésta etapa va de
1980 a 2010, poco más o menos (véase mapa 1 y cuadro 1) (Ibarra y
Lezama 2008, 112-113).
El centralismo exacerbado, derivó en la concentración de población,
servicios e infraestructura en la ZMCM sobre todo en la segunda mitad del
siglo XX y esto a su vez, ha generado una problemática ambiental que en
ciertos momentos ha sido francamente crítica.

Cuadro 1.
Crecimiento poblacional en la Ciudad de México, DF, AMCM y Edo de Méx

Fuente: (Molina y Molina coords 2005, 93)


34  
 

Mapa. 1 Crecimiento de la superficie urbanizada en el AMCM

Fuentes: (Molina y Molina coords 2005, lamina 2).

La  calidad  del  aire  en  la  ZMCM  

Las ciudades, o por mejor decir, el medio ambiente urbano es “el máximo
grado de intervención humana sobre los ecosistemas naturales […] esta
intervención humana sistemática se ha expresado en forma de
desequilibrios, pérdida de formas de vida, agotamiento de recursos y
contaminación” (Lezama, La gestión ambiental metropolitana: el caso de la
contaminación del aire en el Valle de México 2006, 517).
La ZMCM no es la excepción al hecho de que las acciones
relacionadas con la forma de vida cotidiana en los centros urbanos tienen
efectos que, si bien pueden ser remotos en el espacio o en el tiempo,
eventualmente serán experimentados por alguna población (Hurtubia 1980).
Existen, al menos, cuatro escenarios posibles para el padecimiento de los
efectos de la contaminación ambiental: a) que los experimente en el presente
35  
 

la misma población que los produjo; b) que los experimente en el futuro la


misma población que los produjo; c) que los experimente en el presente una
población distinta de aquella que los produjo y, finalmente, d) que los
experimente en el futuro una población distinta de aquella que los produjo.
En 1992 el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
(PNUMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicaron un informe
acerca de la contaminación atmosférica en las grandes ciudades del
mundo(Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente/Organización
Mundial de la Salud 1992).De los centros urbanos con 10 millones de
personas o más “la Ciudad de México tenía la peor contaminación total del
aire y estaba clasificada como una ciudad con graves problemas de bióxido
de azufre, material particulado, monóxido de carbono y ozono, además de
contaminación entre moderada y severa por plomo y óxidos de nitrógeno”
(Molina y Molina coords 2005, 27).
Casi una década después del informe pionero del PNUMA/OMS, en
un estudio del Banco Mundial del 2001 (véase cuadro 2) (Banco Mundial
2001), la Ciudad de México aún era una de las ciudades más contaminada
del mundo “donde sus residentes están expuestos diariamente a niveles de
contaminación muy superiores a las normas internacionales” (Catalán
Vázquez, Estudio de la percepción pública de la contaminación del aire y sus
riesgos para la salud: perspectivas teóricas y metodológicas 2006, 34).
La contaminación atmosférica en la ZMCM es resultado de
características naturales y antropogénicas. En el grupo de las primeras, de
acuerdo con la Secretaría del Medio Ambiente del Gobierno del Distrito
Federal:
La cuenca de México se considera una unidad atmosférica. Situada a 2 mil
240 metros sobre el nivel del mar, la ciudad de México y su zona
metropolitana disponen de un 23% menos de oxígeno comparadas con
localidades costeras; esto afecta la eficiencia de los procesos de combustión
y otros que requieren de este elemento para su óptima operación.
Por otra parte, los vientos dominantes se direccionan de noreste a
suroeste, encontrándose con la cadena montañosa que cierra la cuenca por
el sur; de tal forma que las corrientes aéreas se detienen en esa zona, junto
con los contaminantes que arrastran o se forman en el trayecto. Además,
36  
 

persiste una condición anticiclónica de la micro atmósfera de la cuenca; esta


característica provoca que los vientos sean muy débiles la mayor parte del
tiempo y, por lo tanto, se presenta una ventilación pobre. Ambas
características impiden una circulación óptima de los vientos, generando en
la atmósfera condiciones para una alta concentración de gases
contaminantes.
Aunque en los años recientes ha mejorado la calidad del aire, las
condiciones atmosféricas de la cuenca de México y la complejidad de las
necesidades de transporte en la Ciudad de México, ocasionan que la
reducción de los contaminantes no tenga el ritmo deseado.(Secretaría de
Medio Ambiente-Gobierno del Distrito Federal s.f.).

Cuadro 2
Calidad del aire en las megaciudades del mundo de acuerdo con el informe
del Banco Mundial de 2001

Fuente: (Molina y Molina coords 2005, 28).

Además, el altiplano está rodeado por cordilleras montañosas al este,


sur y oeste. De lo anterior se desprende que las características topográficas
y meteorológicas de la cuenca de México hacen que la población y las
37  
 

autoridades de la ZMCM tengan, por decirlo de manera coloquial, menos


oportunidad para contaminar el aire que aquellas poblaciones que viven en
megaciudades costeras como Los Ángeles, Tokio o Nueva York.
Por otra parte, las características antropogénicas que intervienen en la
contaminación atmosférica de la ZMCM están relacionadas con las
emisiones. Las emisiones se han dividido en cuatro categorías dependiendo
del tipo de fuentes que las originan: “fuentes puntuales (grandes industrias,
como alimentos y bebidas, textil, química), fuentes de área (industria
pequeña, hogar y el rubro de servicios), fuentes móviles (vehículos de
combustión, autos, autobuses, etcétera) y fuentes naturales (vegetación y
suelos)” (Lezama, La contaminación del aire 2010, 131).
Los contaminantes criterio. El nombre oficial es contaminante
atmosférico criterio. El término proviene de la Agencia de Protección
Ambiental de Estados Unidos (US-EPA). Son aquellos que “afectan el
bienestar y la salud humana y que cuentan con criterios para establecer o
revisar límites máximos permisibles […] además de ser precursores del smog
[en torno a ellos] las autoridades ambientales y sanitarias federales
establecen normas oficiales mexicanas (NOM) de salud ambiental o
concentraciones máximas permitidas en determinados intervalos”(Lezama,
La contaminación del aire 2010, 120). Los contaminantes criterio son:
partículas suspendidas (PM 2.5 y PM 10), Ozono (O3), Óxidos de Nitrógeno
(NOx), Monóxido de Carbono (CO) y Bióxido de Azufre (SO2) (Lezama, La
contaminación del aire 2010, 121-131).
Los contaminantes criterio y las fuentes a las cuales se atribuyen sus
emisiones son importantes porque constituyen la base para la elaboración
de los Inventarios de emisiones, los cuales son un “instrumento estratégico
básico para la gestión de la calidad del aire”. Actualmente los Inventarios
contienen “además de la cuantificación desagregada de las emisiones por
tipo de fuente, categoría o subsector, la variación temporal y espacial de las
emisiones contaminantes generados en la ZMVM”(Secretaría de Medio
Ambiente del Gobierno del Distrito Federal 2002, 9).
38  
 

Cuadro 3

Fuente: Elaboración propia a partir de (Secretaría de Medio Ambiente-Gobierno del Distrito


Federal 2010).
39  
 

La  contaminación  del  aire  desde  que  la  Ciudad  de  México  fuera  
la  más  sucia  del  mundo  

En 1992 la Ciudad de México era la más contaminada del mundo. Sin


embargo, desde la segunda mitad de la década de 1980 se implementaron
planes y acciones encaminados a mejorar la calidad del aire en la Ciudad.
Las estimaciones de los inventarios de emisiones y, en general, los datos
recopilados por las distintas instancias gubernamentales e incluso privadas
coinciden en mostrar una disminución muy significativa en los contaminantes
arrojados a la atmósfera en la ZMCM.
La mejora más notable proviene de la eliminación del plomo en la gasolina,
gracias a lo cual el plomo en la atmósfera y en la sangre humana ha
disminuido en forma cuantificable. Los valores de las mediciones
ambientales de SO2 disminuyeron también abruptamente en el decenio de
1990, debido a una reducción en el contenido de azufre en el diesel y el
combustible pesado y al cierre de la refinería 18 de Marzo que estaba
ubicada en la cuenca. Las concentraciones de monóxido de carbono han
disminuido también en tanto que ahora se exigen convertidores catalíticos
para los autos nuevos, y han mejorado la inspección y el mantenimiento de
los automóviles (Molina y Molina coords 2005, 64).

El panorama entonces, era el siguiente: las emisiones de monóxido de


carbono (CO), bióxido de azufre (SO2) y plomo (Pb) disminuyeron
considerablemente, pero el ozono (O3), óxidos de nitrógeno (NOx) y material
particulado (PM) han mejorado en muy poco.
40  
 

El asunto del ozono (O3) es particularmente grave ya que, como se


aprecia en el cuadro 4, se rebasan permanentemente las Normas Oficiales
Mexicanas. En general, puede decirse que la calidad del aire en la ZMCM ha
mejorado de manera sostenida desde la década de 1990 hasta el día de hoy.
En el cuadro 5 es posible apreciar que para el año 2002 también se cumple
esta tendencia.
41  
 

Cuadro 4.Distribución de concentraciones máximas diarias de ozono de la


Zona Metropolitana del Valle de México. Serie anual de 1990-2002

Fuente:(INEGI 2005, 173).

Cuadro 5.

Fuente: (Secretaría de Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal 2002, 144). La
ZMVM considerada en ese Inventario incluye las 16 delegaciones del D.F. y sólo 18
municipios del EdoMex.

Otro dato que indica la mejoría en la calidad del aire en la Ciudad de


México es la frecuencia y la intensidad de las inversiones térmicas. En la
Gráfica 1 se muestra la disminución de la frecuencia de las inversiones
térmicas en el periodo 1992-2001. En la gráfica 2 se muestra la disminución
en la intensidad de las mismas.
42  
 

Gráfica 1. Número de días con inversión térmica en la ZMVM, 1992-2001

Fuente: (INEGI 2005, 147).

Gráfica 2. Intensidad de las inversiones térmicas en la ZMVM, 1992-2001

Fuente:(INEGI 2005, 147).

La  contaminación  atribuible  a  fuentes  móviles    

De acuerdo con la información contenida en el cuadro 3 de este capítulo, la


contaminación atribuible a fuentes móviles resulta tan significativa que este
tipo de fuentes merecen una mención especial debido a la magnitud con que
impactan en la calidad del aire.
43  
 

La necesidad de trasladarse de un lugar a otro se ha transformado en


una demanda primordial de los habitantes de un conglomerado urbano de las
dimensiones de la ZMCM. El concepto de movilidad se refiere “al conjunto de
desplazamientos de la población sobre el territorio”(Negrete Salas 2008,
294). La movilidad cotidiana intrametropolitana de la ZMCM, se refiere a los
desplazamientos que se realizan diariamente en la ZMCM.
Valentín Ibarra y José Luis Lezama afirman que “65% de los
contaminantes emitidos a la atmósfera fueron generados por las fuentes
móviles”(Ibarra y Lezama 2008, 113). Ese 65% es producido por todos los
vehículos automotores que circulan cotidianamente en la ZMCM. La cifra
exacta del número de vehículos es difícil de calcular, incluso las autoridades
tienen números contradictorios entre una dependencia y otra. De acuerdo
con la Secretaría del Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal, en
2002 la flota vehicular que circulaba en la ZMCM era de 3 598 709, mientras
que en 1998 (cuatro años antes) sólo en el Distrito Federal la flota era de 3
925 253 de acuerdo con el Anuario de Transporte y Vialidad de la Ciudad de
México, 1998-1999(Ibarra y Lezama 2008, 172 y 174).
En materia de la contaminación atmosférica provocada por fuentes
móviles de transporte cotidiano intrametropolitano, “a pesar de que hay una
Comisión Metropolitana de Transporte (COMETRAVI) y un Programa de
Transporte Metropolitano, la gestión […] se sigue realizando de manera
separada entre el Distrito Federal y los municipios conurbados del Estado de
México” (Salazar Cruz 2008, 70).
44  
 

Gráfica 3.Tendencias en la motorización en el Distrito Federal 1940-2000

Fuente: (INEGI 2005, 320).

Más allá de la discrepancia en las cifras, lo importante es la


distribución proporcional del tipo de vehículos. Para los datos de 2002,
75.4% del total de la flota vehicular correspondía a autos particulares. Esto
brinda una idea muy persuasiva de que los altos niveles de contaminación
atmosférica en la ZMCM pueden explicarse, en una medida importante, por
el número de automóviles particulares que circulan diariamente.

Cuadro 6. Contribución del transporte al total de emisiones en 1998 en


el AMCM

Fuente: (Molina y Molina coords 2005, 314).


Otro dato fundamental es conocer qué tan útiles son esos automóviles
particulares en la movilidad de la población de la ZMCM. La participación de
45  
 

los automóviles particulares en la distribución de viajes/persona por día fue


de 18.98% en el año 2000. Esto significa que de 100% de viajes cotidianos
realizados en la ZMCM, únicamente 18.98% se realizaron en automóvil
particular. Si se cruza este dato con el del porcentaje de autos particulares
en la flota vehicular, el panorama es bastante claro. El automóvil particular es
un medio de transporte muy poco útil para la ZMCM porque a pesar de que
los autos representan cuando menos 75% de todos los vehículos
automotores, apenas cubren 18.9% de las necesidades de transporte y
aportan 65% de los contaminantes atmosféricos.
Entonces, el automóvil particular es una forma de movilidad cotidiana
intrametropolitana poco eficiente, pero su utilización es la más difundida
entre las distintas formas de transporte y, además, va en aumento. El índice
de motorización (número de vehículos automotor no colectivos, es decir,
particulares, por cada mil habitantes) ha aumentado dramáticamente entre
1940 (27.3) y 1990 (168); en 1999, según información del INEGI, el índice
era de 308 (ver gráfica 3). Nada hace suponer que haya disminuido de 1999
a 2010; ni siquiera que se haya mantenido estable. Así, “lo que se observa
[…] a diferencia de ciudades como París o Londres en donde se privilegia el
transporte eléctrico masivo, es que el continuo deterioro del transporte
público ha contribuido a que el automóvil privado se convierta en una
necesidad que se satisface una vez superado un presupuesto familiar
mínimo que permita la adquisición de un vehículo” (Ibarra y Lezama 2008,
170).
Es prácticamente un consenso entre quienes se han dedicado a
estudiar este tipo de problemáticas que “la movilización de las personas y
bienes en la Ciudad de México debe descansar más intensivamente en el
transporte público que en el uso del transporte privado” (Islas Rivera 2000,
32).
Hasta aquí lo relacionado con las estimaciones en la ZMCM en 2002.
Las cuales muestran que de manera general la calidad del aire en la ZMCM
mejoró notablemente entre 1990 y 2002. En el siguiente capítulo se
presentan los datos correspondientes a las percepciones.
46  
 

CAPÍTULO   4.   Percepciones   sociales   acerca   de   la   calidad   del   aire  


en  la  ZMCM  en  2002  

Este capítulo constituye el análisis de las percepciones y se muestran los


resultados obtenidos en esta investigación a partir de la encuesta Percepción
y comunicación de riesgos ambientales en grandes ciudades: el caso de la
Zona Metropolitana de la Ciudad de México.

Descripción   de   la   encuesta   “Percepción   y   comunicación   de  


riesgos   ambientales   en   grandes   ciudades:   el   caso   de   la   Zona  
Metropolitana  de  la  Ciudad  de  México”  

Su realización y levantamiento estuvo a cargo del Maestro Javier Urbina de


la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México
(en adelante, UNAM) con la colaboración de la Facultad de Arquitectura de la
UNAM y la Facultad de Estudios Profesionales de Iztacala en 2002. Fue un
“estudio sobre la percepción de riesgos ambientales que tienen los
habitantes de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México”.
El objetivo de la encuesta fue “conocer la opinión [del encuestado]
sobre los riesgos ambientales que […] percibe”.
Existen muchas definiciones de riesgo ambiental, en esta tesis se
utiliza la que fue propuesta en esta encuesta. Dicho equipo entendió como
riesgos ambientales todas “las situaciones y factores relacionados con el
ambiente natural o construido que pueden causar daños a la salud física o
mental de las personas, o afectar sus bienes materiales”.
Para esta encuesta se elaboró un cuestionario de auto aplicación con
cinco módulos o baterías.
El primer módulo es “Datos Generales”. La información de este
módulo sirvió para generar variables de control que ayudaron a la
conformación de grupos con determinado perfil sociodemográfico.
El segundo módulo es “Percepción de riesgos ambientales en la
ZMCM”. En esta sección se pidió a los encuestados que calificaran el nivel
de riesgo percibido acerca de algún factor ambiental, es decir, el “grado en el
47  
 

que algún factor o situación del entorno físico de la ZMCM puede causar
daño a las salud física o mental de las personas o afectar sus bienes”.
También se les pidió que evaluaran la frecuencia con que se presenta ese
factor ambiental.
El tercer módulo es “Afrontamiento de riesgos ambientales”. Los 57
riesgos ambientales del segundo módulo, se agruparon aquí en torno a seis
tipos de factores:
- Factores Hidrológicos y Meteorológicos
- Factores Geológicos
- Factores Físico-Químicos
- Factores Sanitarios
- Factores Socio-organizativos
- Factores Urbano-arquitectónicos
Se le pidió a los encuestados que jerarquizaran los factores
ambientales –agrupados en un tipo de factores– del más riesgoso al menos
riesgoso tanto en la ZMCM como en la zona donde vivían. Posteriormente,
se preguntó por la forma en que se previene el factor que se eligió como el
más riesgoso, si el encuestado o algún miembro de su familia lo ha sufrido, la
frecuencia con que ocurre y quién es responsable por la prevención de ese
riesgo.
El cuarto módulo es “Información y comunicación de riesgos
ambientales”. En este módulo se le preguntó al encuestado su opinión
acerca de qué tan informado cree que está. Se le preguntó acerca de la
credibilidad que le asigna a la información que recibe, si la conoce, si le hace
caso y si le entiende.
El quinto módulo es “Preguntas finales”. Las preguntas de esta batería
constituyen un mosaico amplio de intereses. Incluye preguntas
socioeconómicas, pero también de experiencia cotidiana en ciertos factores
riesgosos, etcétera.
La encuesta se aplicó a personas expertas en temas ambientales a
quienes se les nombró como “expertos” y a personas comunes denominados
“no expertos”.
48  
 

Descripción  de  la  base  de  datos  

La aplicación de la encuesta a “expertos” y “no expertos” generó dos bases


de datos; fueron capturadas por separado y la base de datos de “no
expertos” es la que se usó en esta investigación. El tamaño de muestra de la
base de “no expertos” –ya no se aclarará que es la de “no expertos” porque
es la única a la que me referiré en adelante– es de 1859 casos u
observaciones. Los datos fueron procesados con el paquete estadístico
SPSS versión 19.
A continuación se presentan tablas resultado del análisis exploratorio
de la base de datos, en particular, las relativas al primer módulo “Datos
Generales”.
Debido a que la encuesta busca conocer las percepciones
ambientales en la ZMCM, se realizaron entrevistas en el Estado de México y
en el Distrito Federal. En la tabla 1 se observa que 65% de los entrevistados
viven en el Distrito Federal y 34.5% viven en el Estado de México.

Tabla 1. Lugar de residencia de los entrevistados


Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Válidos DF 1210 65.1 65.5 65.5
EdoMex 636 34.2 34.5 100.0
Total 1846 99.3 100.0

Perdidos 0 3 .2

Sistema 10 .5

Total 13 .7

Total 1859 100.0

Como se dijo en el capítulo 3, la ZMCM incluye 16 delegaciones del


Distrito Federal y 40 municipios del Estado de México. Sin embargo, la
encuesta no incluyó todos los municipios de la ZMCM, sólo incluyo veintiuno
de ellos. En la Tabla 2 se aprecia la distribución de los entrevistados por
delegación y municipio.
49  
 
Tabla 2. Delegación o municipio de residencia

Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado

Válidos Alvaro Obregón 65 3.5 3.5 3.5

Azcapotzalco 88 4.7 4.7 8.2


Benito Juárez 42 2.3 2.3 10.5

Coyoacán 173 9.3 9.3 19.8


Cuajimalpa 13 .7 .7 20.5
Cuauhtémoc 86 4.6 4.6 25.1
Gustavo A. Madero 80 4.3 4.3 29.4

Iztacalco 54 2.9 2.9 32.3

Iztapalapa 238 12.8 12.8 45.1

Magdalena Contreras 39 2.1 2.1 47.2


Miguel Hidalgo 64 3.4 3.4 50.7
Milpa Alta 56 3.0 3.0 53.7
Tláhuac 25 1.3 1.3 55.0

Tlalpan 129 6.9 6.9 62.0


Venustiano Carranza 37 2.0 2.0 64.0

Xochimilco 34 1.8 1.8 65.8


Atenco 1 .1 .1 65.8

Atizapán de Zaragoza 26 1.4 1.4 67.2

Chalco 27 1.5 1.5 68.7


Chicoloapan 3 .2 .2 68.9

Chimalhuacán 10 .5 .5 69.4

Coacalco 25 1.3 1.3 70.7


Cuautitlán 7 .4 .4 71.1

Cuautitlán Izcalli 35 1.9 1.9 73.0


Ecatepec 202 10.9 10.9 83.9
Huixquilucan 6 .3 .3 84.2

Ixtapaluca 14 .8 .8 84.9
La Paz 3 .2 .2 85.1
Melchor Ocampo 1 .1 .1 85.2
Naucalpan 27 1.5 1.5 86.6

Nezahualcóyotl 140 7.5 7.5 94.1

Nicolás Romero 15 .8 .8 94.9


Teoloyucan 1 .1 .1 95.0

Tepotzotlán 6 .3 .3 95.3
Tlalnepantla 65 3.5 3.5 98.8
Tultepec 1 .1 .1 98.9

Tultitlán 21 1.1 1.1 100.0

Total 1859 100.0 100.0


50  
 

En la Tabla 3 se muestra la composición por sexo de los


entrevistados; 54.7% son mujeres.

Tabla 3. Sexo de los entrevistados


Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Válidos Masculino 843 45.3 45.3 45.3
Femenino 1016 54.7 54.7 100.0
Total 1859 100.0 100.0

La encuesta contempló a personas con edades que van desde 17


hasta 72 años. Debido a que el rango de edades es muy amplio se decidió
crear una nueva variable que clasificara en grupos quinquenales a los
entrevistados. Esto con la intención de facilitar el manejo de la información
cuando se utilice la variable “edad” en el análisis. En la Tabla 4 aparecen las
edades en grupos quinquenales. El grupo de entrevistados es una población
joven puesto que la media está por debajo de los 29 años. El grupo 20-24
años es el acumula el mayor número de entrevistados con 396 y el grupo 60
y más, es el que acumula menos con 38.

Tabla 4. Grupos quinquenales


Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Válidos 17-19 años 247 13.3 13.3 13.3
20-24 años 396 21.3 21.3 34.6
25-29 años 324 17.4 17.4 52.0
30-34 años 210 11.3 11.3 63.3
35-39 años 164 8.8 8.8 72.1
40-44 años 177 9.5 9.5 81.7
45-49 años 149 8.0 8.0 89.7
50-54 años 101 5.4 5.4 95.1
55-59 años 53 2.9 2.9 98.0
60 y más 38 2.0 2.0 100.0
Total 1859 100.0 100.0
51  
 

En la Tabla 5 se muestra que la encuesta se realizó en una población


con niveles altos de escolaridad; 40.3% de los entrevistados tienen, cuando
menos, el grado de licenciatura. Si se incluye bachillerato, cerca de 70% de
los entrevistados concluyeron, al menos, la educación media superior.

Tabla 5. Nivel máximo de estudios


Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Válidos Primaria 142 7.6 7.6 7.6
Secundaria o carrera 421 22.6 22.6 30.3
técnica
Bachillerato 545 29.3 29.3 59.6
Licenciatura 653 35.1 35.1 94.7
Especialización p maestría 92 4.9 4.9 99.7
Doctorado 6 .3 .3 100.0
Total 1859 100.0 100.0

En la Tabla 6 se muestran las ocupaciones de los entrevistados. A


pesar de que las ocupaciones son diversas, hay tres grupos que sobresalen
del resto. Las ocupaciones de empleado, estudiante, ama de casa y
profesional independiente acumulan 80.9% del total de la muestra. Llama la
atención el hecho de que únicamente 0.9% de los entrevistados declaró ser
desempleado.

Tabla 6. Ocupación

Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Válidos Estudiante 464 25.0 25.3 25.3

Ama de casa 259 13.9 14.1 39.4

Profesional 195 10.5 10.6 50.0


independiente
Obrero 25 1.3 1.4 51.3

Empleado 586 31.5 31.9 83.2

Conductores 15 .8 .8 84.1

Comerciante 102 5.5 5.6 89.6

Jubilado 24 1.3 1.3 90.9


52  
 

Desempleado 16 .9 .9 91.8

Docente 81 4.4 4.4 96.2

Técnico 57 3.1 3.1 99.3

Otros 13 .7 .7 100.0

Total 1837 98.8 100.0

Perdidos 0 1 .1

Sistema 21 1.1

Total 22 1.2

Total 1859 100.0

De acuerdo con lo señalado en el capítulo 3, esta encuesta confirma


que el medio de transporte más utilizado en la ZMCM es el transporte
colectivo vehicular (microbús, camión RTP, trolebús, etcétera). En la Tabla 7
se muestra que el automóvil particular es más utilizado que el metro como
opción para desplazarse en la Zona.

Tabla 7. Medio de transporte que utilizan para desplazarse


Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Válidos Auto particular 445 23.9 23.9 23.9
Taxi 46 2.5 2.5 26.4
Colectivo 1024 55.1 55.1 81.5
Metro 336 18.1 18.1 99.6
Bicicleta 7 .4 .4 99.9
Otros 1 .1 .1 100.0
Total 1859 100.0 100.0

Hasta aquí lo correspondiente a la descripción general de la encuesta


y la base de datos.
53  
 

Evidencias  para  corroborar  la  primera  hipótesis  

La primera hipótesis de esta tesis consiste en proponer que en el año 2002


en la ZMCM las percepciones no eran consistentes con las estimaciones.
Los datos de donde se obtuvieron las evidencias para corroborar la primera
hipótesis provienen del segundo modulo de la encuesta.
La primera evidencia para sustentar esta hipótesis se encuentra en la
Tabla 8 de este capítulo, la cual presenta los resultados de una comparación
de medias del segundo módulo de la Encuesta. A los encuestados se les
pidió que dijeran que tan riesgoso les parecía un factor ambiental cualquiera
y qué tan frecuente era la ocurrencia de ese factor. La escala de las
respuestas va del 1 al 5, donde 1 indica que el factor ambiental no es un
riesgo, o bien, que su ocurrencia es muy poco frecuente y 5 indica que el
factor es sumamente riesgoso o sumamente frecuente. Se le pidió a los
encuestados que hicieran esta calificación para 57 riesgos ambientales. En la
Tabla 8 los riesgos están ordenados del considerado mayor al que se
consideró menor. El número en la columna “Nivel de riesgo” indica la media
de los valores que cada persona asignó al factor ambiental sobre el cual se
le preguntó.
El resultado es que el factor ambiental “Contaminación del aire
(esmog)” tiene una media de 4.78 en nivel de riesgo y de 4.69 en nivel de
frecuencia, siendo así, el fenómeno ambiental percibido como más riesgoso
y el de mayor ocurrencia. En segundo lugar está al fenómeno ambiental
“Contaminación del agua” que tiene también un valor de 4.78 en nivel de
riesgo, pero un valor de 4.12 en nivel de frecuencia.
Lo anterior indica que las personas en el año 2002 percibían que la
contaminación del aire era el fenómeno ambiental más riesgoso en la ZMCM
a pesar de que, como muestran las estimaciones, la calidad del aire en
realidad mejoró notablemente entre 1990 y 2002 y la frecuencia e intensidad
de las inversiones térmicas disminuyó considerablemente (ver páginas 41-44
de esta tesis). Cierto que el hecho de que la calidad del aire hubiera
mejorado en esos años, no significa que dejara de ser riesgosa ni que fuera
óptima. Si embargo, llama la atención el hecho de que mejoras tan
significativas en la calidad del aire en la ZMCM entre 1990 y 2002 no
54  
 

encontraran eco en las percepciones. En mi opinión, no es descabellado


interpretar estos datos para sugerir que existe una brecha entre lo que las
estimaciones muestran y lo que percibía la gente.

Tabla 8. Nivel de riesgo y frecuencia de riesgo percibidos en la ZMCM en


2002 (ordenados de mayor a menor)

Fenómeno Ambiental Nivel de riesgo Nivel de frecuencia


Contaminación del aire (esmog) 4.78 4.69
Contaminación del agua 4.78 4.12
Explosiones de gaseras 4.63 2.43
Temblores 4.61 2.82
Tiraderos de basura al aire libre 4.61 4.12
Explosiones de gasolinerías 4.60 2.14
Instalaciones de gas 4.56 3.34
improvisadas en la calle
Desecho clandestino de residuos 4.53 3.29
peligrosos
Escasez de agua 4.52 3.82
Instalaciones eléctricas 4.49 3.70
improvisadas en la calle
Incendios 4.49 3.03
Desgajamientos y deslaves 4.43 3.03
Construcciones dañadas en su 4.43 3.33
estructura
Accidentes de tránsito 4.41 4.29
Basura en calles, parques o 4.41 4.60
baldíos
Concentración de materiales 4.39 2.91
peligrosos
Drenaje deficiente 4.38 3.97
Contaminación del suelo 4.38 4.09
Inundaciones 4.37 3.32
Transporte de materiales 4.34 3.89
peligrosos
Depósitos de combustible 4.34 3.48
Radiaciones solares 4.34 3.79
Fuentes de alta tensión (cables, 4.34 3.23
torres)
Exceso de población 4.33 4.40
Erupción del Popocatépetl 4.33 2.20
Tránsito vehicular intenso 4.20 4.44
Redes subterráneas de gas 4.18 3.20
Inversiones térmicas 4.15 3.20
Desbordamiento de ríos y 4.14 2.65
canales
Proliferación de animales nocivos 4.13 3.29
55  
 

Hundimientos y grietas del suelo 4.11 2.86


Asentamientos irregulares 4.08 3.77
Rotura de diques, bordos y 4.06 2.16
presas
Lluvias torrenciales 4.04 2.74
Suelos blandos o acuosos 4.03 2.97
Uso de insecticidas 4.02 3.45
Falta de áreas verdes 3.98 3.83
Sitios de alta concentración de 3.97 4.26
personas
Zonas industriales 3.97 3.53
Ruido de autos, camiones, motos 3.90 4.32
y aviones
Tormentas eléctricas 3.87 2.29
Zonas de vendedores ambulantes 3.85 4.33
Enjambres de abejas africanas 3.83 2.09
Uso de transporte público de 3.83 4.43
pasajeros
Anuncios espectaculares 3.83 3.79
Contaminación visual 3.80 3.76
Ruido de fábricas, indústrias o 3.76 3.71
comercios
Estaciones de transbordo de 3.74 3.14
basura
Vientos muy fuertes 3.61 2.57
Cenizas volcánicas 3.56 1.95
Edificios altos 3.53 3.10
Radiaciones de antenas 3.47 3.40
teléfonos celulares
Tolvaneras 3.46 2.52
Ruido de obras en construcción 3.45 3.19
Granizadas 3.43 2.19
Heladas o nevadas 3.32 1.70
Altas temperaturas 3.18 2.71

La segunda evidencia para sustentar la hipótesis de la existencia de


brechas entre estimaciones y percepciones en la ZMCM en 2002, está en la
Tabla 9 de este capítulo. Allí se presentan los resultados de un análisis de
las respuestas a la pregunta 2.58 de la encuesta, en la cual se le pidió a los
encuestados que de un repertorio de 57 fenómenos ambientales escogieran
únicamente aquellos 5 fenómenos que consideraran los de mayor riesgo. La
escala va del Riesgo 1 al Riesgo 5, siendo el Riesgo 1 el más riesgoso y el 5
el menos riesgoso.
56  
 

En la Tabla 9 se presentan los tres fenómenos más mencionados en


cada riesgo. Así, en el Riesgo 1 (el más riesgoso) el fenómeno que se eligió
más veces fue Contaminación del aire (esmog) con 389 personas, en
segundo lugar esta Accidentes de tránsito elegido por 283 personas y en
tercer lugar Contaminación del agua con 221 selecciones. Esto quiere decir
que el fenómeno ambiental que se seleccionó más veces como el fenómeno
más riesgoso fue Contaminación del aire (esmog). Además, dicho fenómeno
ambiental aparece como el segundo más seleccionado para ser el Riesgo 2,
el primero más seleccionado para ser el Riesgo 3, el primero más
seleccionado para ser el Riesgo 4 y el cuarto más seleccionado para ser el
Riesgo 5. Si se suman las personas que seleccionaron Contaminación del
aire (esmog), independientemente del Riesgo en el que se le haya colocado,
se encuentra que para 1051 personas la Contaminación del aire (esmog) es
un riesgo ambiental. Esto indica que es el fenómeno ambiental que más
consenso logró, puesto que 56.53% de los encuestados percibe la calidad
del aire como un riesgo ambiental. En segundo lugar, alejado 14%, está el
fenómeno ambiental Contaminación del agua que fue seleccionada por 779
personas en total, equivalente a 41.90% de los encuestados.
Una vez más, estos datos sugieren que la mejora significativa en la
calidad del aire en la ZMCM en la década anterior a la realización de la
encuesta no impactó en las percepciones.

Tabla 9. Principales riesgos ambientales percibidos en la ZMCM


Variable Fenómeno Núm. de Porcentaje
ambiental personas
Riesgo 1 (el más Contaminación 389 21
riesgoso) del aire (esmog)
Accidentes de 283 15.3
tránsito
Contaminación 221 11.9
del agua
Riesgo 2 Contaminación 274 14.8
del agua
Contaminación 269 14.5
del aire (esmog)
Escasez de agua 162 8.7
Riesgo 3 Contaminación 192 10.4
del aire (esmog)
57  
 

Escasez de agua 140 7.6


Contaminación 137 7.4
del agua
Riesgo 4 Contaminación 127 6.9
del aire (esmog)
Basura en 102 5.5
parques, calles o
baldíos
Escasez de 96 5.2
agua/Exceso de
población
Riesgo 5 (el Temblores 153 8.3
menos riesgoso) Escasez de agua 98 5.3
Accidentes de 85 4.6
tránsito
Contaminación 74 4
del aire (esmog)

El  discurso  ambiental  que  transformó  la  calidad  del  aire  en  un  
riesgo  y  en  un  problema  político    

Lo anterior muestra que a pesar de que la calidad del aire en la ZMCM en


2002 había mejorado notablemente durante la década de 1990, la población
percibía que la calidad del aire era tan mala que representaba no sólo una
riesgo sino además, el mayor riesgo ambiental en la Zona. Esta discrepancia
entre lo mostrado por las estimaciones y lo que la población percibía, es
resultado de una construcción social. Se logró a partir de un discurso
ambiental que transformó la calidad del aire en una situación riesgosa
creando de esa manera el problema de la contaminación del aire. Discurso
es definido por Hajer como “un ensamble específico de ideas, conceptos y
categorizaciones que son producidas, reproducidas y transformadas en un
conjunto particular de prácticas y a través del cual se otorga significado alas
realidades físicas y sociales” (Hajer 2005, 44).
A continuación se presentan algunos de los momentos más
significativos en dicho discurso.
Como resultado de la metropolización, la ZMCM presenta el
inconveniente de que se extiende sobre dos áreas administrativas: el Distrito
58  
 

Federal y el Estado de México. Este hecho no sólo implica la enorme


dificultad de hacer coincidir marcos legales e institucionales distintos sino
que, además, debido a que la cultura política y la cultura cívica de ambas
demarcaciones son diferentes, los esfuerzos para crear políticas unificadas
deben ser enormes. Las diferencias institucionales y jurisdiccionales entre el
Estado de México y el Distrito Federal son un obstáculo que hasta el día de
hoy no ha sido posible superar. Se ha intentado, con relativo éxito y muy
lento avance, articular políticas públicas sectoriales y regionales, a fin de
lograr un trabajo coordinado intersectorial y entre diferentes jurisdicciones
locales y federales.
A finales de la década de 1950 surgió el primer trabajo de
investigación que se ocupaba del tema de la calidad del aire en la Ciudad de
México, del deterioro que sufría y de los posibles efectos sobre la salud de
sus habitantes (Bravo y Viniegra 1958).
“En los años sesenta se instalaron las primeras estaciones de
medición de la contaminación del aire, se realizaron los primeros inventarios
de emisiones y comenzó un intento por recopilar sistemáticamente datos
sobre SO2 y concentraciones de partículas suspendidas totales (PST)”
(Molina y Molina coords 2005, 68).
El primer esfuerzo institucional abocado a lidiar con la contaminación
del aire en la ZMCM fue la aprobación de la Ley Federal para la Prevención y
Control de la Contaminación Ambiental en 1971. Esta ley puede ser vista
como consecuencia de la aprobación en Estados Unidos de la Federal Clean
Air Act en 1970. Después se creó la Subsecretaría de Mejoramiento del
Ambiente la cual fue la primera dependencia dedicada exclusivamente a la
temática de la contaminación del aire. Aquí las fuentes discrepan acerca del
año de su creación. De acuerdo con Molina (Molina y Molina coords 2005,
68), fue en el sexenio de López Portillo (1976-1982) cuando se creó dicha
Subsecretaría. Sin embargo, en el Inventario de emisiones 2002 se dice que
ya en 1972 la Subsecretaría estaba en operación (Secretaría de Medio
Ambiente del Gobierno del Distrito Federal 2002, 13). Se creó también la
Comisión Intersecretarial de Saneamiento Ambiental, cuya finalidad era
aplicar la Ley Federal de 1971.
59  
 

Un segundo momento en la legislación ambiental ocurrió en 1982


cuando se aprobó la Ley Federal de Protección al Ambiente. La
responsabilidad de hacer cumplir esta ley recaía en la Secretaría de
Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE). Se incluyo un sistema de monitoreo
de la calidad del aire en 1984. La Comisión Nacional de Ecología (CONADE)
se creó en 1985 para “definir las prioridades en materia ambiental y para
coordinar las diferentes instituciones involucradas en las acciones
ambientales”, aunque trabajó hasta 1988 (Molina y Molina coords 2005, 69).
El primer inventario de emisiones se recopiló durante la década de
1970 y el primer programa para gestionar la calidad del aire es de 1979, el
denominado Programa Coordinado para Mejorar la Calidad del Aire en el
Valle de México. Sin embargo, “el primer inventario de emisiones más
detallado para la ZMVM se realizó en el año de 1988, mismo que sirvió de
referencia al desarrollo del Programa Integral para el Control de la
Contaminación Atmosférica (PICCA)” (Secretaría de Medio Ambiente del
Gobierno del Distrito Federal 2002, 14).
Debido a que las acciones tomadas para reducir la contaminación
atmosférica habían dado muy pocos resultados hasta mediados de la
década de 1980, el 14 de febrero de 1986 el presidente de la república dio a
conocer el Decreto de las 21 medidas para reducir las emisiones y la
contaminación ambiental; un año después, se conocieron las “100 acciones
necesarias contra la contaminación”.
Es necesario mencionar que existe un marco regulatorio para proteger
la salud de los ciudadanos contra los efectos del deterioro ambiental. La Ley
General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente de 1988
(LGEEPA) señala que “la calidad del aire debe ser satisfactoria en todos los
asentamientos humanos y regiones del país. Asimismo, la Ley General de
Salud establece que las autoridades sanitarias deberán proponer las normas
necesarias que regulen los niveles de contaminantes ambientales y tomar
medidas para proteger la salud humana ante riesgos asociados a la
contaminación” (Secretaría de Medio Ambiente-Gobierno del Distrito Federal
2010, 18).
60  
 

En ese periodo (la segunda mitad de la década de 1980) se aplicaron


diversas medidas importantes por su repercusión en el mejoramiento de la
calidad del aire. Algunas particularmente importantes fueron:
• El Programa “Hoy no circula”, implementado por el Gobierno del
Distrito Federal en 1989. El objetivo era que 20% del parque
vehicular privado no circulara un día a la semana de acuerdo
con el último dígito de su placa. Lo que sucedió después fue
que “se extendió a transporte público, después el doble no
circula y luego se hizo la calcomanía doble cero, para los
vehículos nuevos; que en realidad fue un acuerdo con la
Asociación Mexicana de la Industria Automotriz, AMIA, para
negociar o facilitar una entrada más veloz de vehículos con
mejores sistemas de reducción de emisiones”(Rojas Bracho
s.f.).
• El Programa de Verificación Vehicular se volvió obligatorio en
1988.
• Se redujo el contenido de plomo de las gasolinas vendidas en
la ZMCM de 0.66 a 0.26 cm3 por litro en 1986.
• Se desarrolló el primer plan de contingencia, que reducía las
actividades de las industrias en los días con altos niveles de
contaminación.
En 1990 se puso en marcha el Programa Integral Contra la
Contaminación del Aire (PICCA); duró hasta 1995. En 1992 se creó la
Comisión Metropolitana para Prevención y Control de la Contaminación
Ambiental cuya finalidad era la de coordinar los esfuerzos de todas las
instituciones involucradas en el PICCA.
En 1994 se incrementó aún más la burocracia dedicada al tema
ambiental con la creación de dependencias como la Secretaría de Medio
Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (SEMARNAP) a nivel federal; la
Secretaría de Ecología en el Estado de México y la Secretaría del Medio
Ambiente en el D.F.
El Programa para mejorar la calidad del aire en el Valle de México
(PROAIRE) sustituyó al PICCA. “Éste fue el primer programa que subrayó la
importancia de la salud, aportando datos de vigilancia epidemiológica y
61  
 

relacionando materiales particulados y mortalidad” (Molina y Molina coords


2005, 71).Después se extendió el Programa para Mejorar la Calidad del aire
de la Zona Metropolitana del Valle de México 2002-2010 (PROAIRE 2002-
2010) (Secretaría de Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal 2002,
15). En opinión de Lorena Rojas

El Primer programa para la calidad del aire fue el PICCA, fue el primer
esfuerzo para evaluar cuáles eran las fuentes y qué se tenía que hacer.
Tiene la virtud de ser el primero pero con algunas deficiencias. La creación
de la Comisión Ambiental Metropolitana (CAM) dio el marco institucional
para hacer esfuerzos y concretar acuerdos entre las instituciones, con la
industria, y con las mafias de transporte que hay en la Ciudad de México.
Fue una comisión que tuvo un poder de convocatoria muy importante, un
poder de negociación de sus cabezas [Fue] un parteaguas en la gestión de
la calidad del aire del Valle de México. En 1995 se crea el primer PROAIRE,
de 1995-2000 con la virtud de que se reconoce por primera vez
públicamente y de forma institucional que una mala calidad del aire puede
tener efectos en la salud […] La virtud del PROAIRE 1995 es que las
autoridades tienen un consenso de que algo tenemos que hacer […]
Cuando lo comparamos con las normas de otros países vemos que lo
hemos hecho bien pero que lo podríamos hacer mejor. Tenemos un rezago
con respeto a las normas de Estados Unidos que son las que están en la
parte de arriba del cuadro. Lo que Estados Unidos logró en 1994 nosotros lo
logramos en 2001 (Rojas Bracho s.f.).

El 17 de septiembre de 1996, se publicó en el Diario Oficial de la


Federación, el Acuerdo por el que se creó la Comisión Ambiental
Metropolitana (CAM), que sustituía a la Comisión para la Prevención y
Control de la Contaminación Ambiental en la Zona Metropolitana del Valle de
México. El objetivo de la CAM era “definir, coordinar y dar seguimiento, en
forma concurrente a las políticas, programas, proyectos y acciones en
materia de protección al ambiente, y de preservación y restauración del
equilibrio ecológico en el territorio del Distrito Federal y su zona conurbada”
(Secretaría de Medio Ambiente-Gobierno del Distrito Federal s.f.). En la
creación de la CAM se consideraba que La Zona Metropolitana de la Ciudad
62  
 

de México incluía 16 de legaciones del Distrito Federal y 27 municipios del


Edo. Mex. De acuerdo con el Mapa 2, para el Distrito Federal las
delegaciones son: 01_Azcapotzalco; 02_Miguel Hidalgo; 03_Gustavo A.
Madero; 04_Benito Juárez; 05_Cuauhtémoc; 06_Iztacalco; 07_Venustiano
Carranza; 08_Álvaro Obregón; 09_Coyoacán; 10_Cuajimalpa;
11_Magdalena Contreras; 12_Tlalpan; 13_Iztapalapa; 14_Milpa Alta;
15_Tláhuac; 16_Xochimilco. Para el Edo. Mex. Los municipios son:
I_Zumpango; II_Jaltenco; III_Teoloyucan; IV_Tepotzotlán; V_Nextlalpan;
VI_M. Ocampo; VII_Tecamac; VIII_NicolásRomero; IX_Cuautitlán Izcalli;
X_Cuautitlán; XI_Tultepec; XII_Atizapán de Zaragoza; XIII_Tlalnepantla;
XIV_Tultitlan; XV_Coacalco; XVI_Ecatepec; XVII_Acolman; XVIII_Atenco;
XIX_Naucalpan; XX_Huixquilucan; XXI_Nezahualcóyotl;
XXII_Chimalhuacan; XXIII_Texcoco; XXIV_Chicoloapan; XXV_Ixtapaluca;
XXVI_La Paz; XXVII_Chalco.

Mapa 2. Zona Metropolitana de la Ciudad de México en 1996

La afirmación naturalista-positivista de que “una creciente destrucción


[ambiental] nos obliga a poner atención” (Beck 1995, 123), supone que existe
una relación de causalidad directa y proporcional entre la dimensión del daño
63  
 

ambiental y el nivel de conciencia ambiental. Si el daño aumenta, habrá más


conciencia ambiental. Si el daño disminuye, habrá menos conciencia
ambiental. Es decir, en esa visión, la magnitud del daño/riesgo ambiental y el
nivel de conciencia que la sociedad tenga al respecto, se comportan de
manera similar y siempre en el mismo sentido debido, sobre todo, a que la
primera prácticamente determina al segundo (ver Esquema 3).

ESQUEMA 3. Relación naturalista-positivista entre daño y conciencia

Dimensión del daño


ambiental
≈ Nivel de conciencia
ambiental

La crítica de Ulrich Beck a dichos posicionamientos es que esa


relación de causalidad no siempre ocurre así. Para Beck, “no es el daño el
que fuerza la protesta, por el contrario, el daño y la protesta parecen ser
independientes” (Beck 1995, 124).
Esta tesis parece confirmar la crítica que hace Beck al naturalismo-
positivismo, ya que, en el caso de la ZMCM en 2002, la calidad del aire
mejoró y, sin embargo, las percepciones al respecto no reflejan dicha
mejoría. El nivel de daño disminuyó pero las percepciones no lo muestran.
De esto se deriva la imposibilidad de explicar las brechas entre estimaciones
y percepciones a partir de la relación causal simple propuesta por el
naturalismo-positivismo.
64  
 

ESQUEMA 4. Relación constructivista entre daño y conciencia

Dimensión del daño


ambiental
≈ Nivel de conciencia
ambiental

 Normas culturales y disposición


cultural para percibir
 Selección cultural de los riesgos
 Discurso político/ambiental

En el Esquema 4 se muestra la explicación constructivista, según la


cual, la dimensión del daño no determina el nivel de conciencia. Esa relación
está mediada por, al menos, tres elementos:
• Normas culturales y la disposición cultural para percibir (Beck 1995).
• Un proceso de selección cultural de los riesgos (Douglas y Wildavsky
1982).
• La existencia de un discurso político/ambiental (Hajer 2005).

Se ha dicho desde el principio que en esta tesis, el interés se centra en el


discurso político/ambiental. “El discurso ambiental tiende a ser dominado por
emblemas específicos: temas que dominan la percepción del dilema
ecológico en un periodo específico […] La importancia política de los
emblemas en el discurso ambiental es que movilizan las tendencias dentro y
fuera del debate ambiental”(Hajer 2005, 19-20). Analizando con detenimiento
los resultados a la luz del contexto mediático y discursivo de los años previos
a la realización de la encuesta Percepción y comunicación de riesgos
ambientales en 2002, las brechas entre percepciones y estimaciones pueden
explicarse como resultado de un discurso político/ambiental con aplicaciones
concretas que comenzaron a implementarse a mediados de la década de
1980, que se materializaron con el PICCA de 1990-94 y que alcanzaron su
punto más alto alrededor del año 2000 con la conclusión del primer
PROAIRE 1995-2000. La década de 1990 fue definitivamente dominada por
el tema de la calidad y de la contaminación del aire. El discurso de esa
década se realizó a través de los medios gubernamentales de propaganda
65  
 

del Distrito Federal, sobre todo, y del Estado de México, pero también se
echó mano de medios masivos de comunicación concesionados. El discurso
–cuyo argumento principal era que el aire en la ZMCM era muy deficiente y
dañino para la salud de la población y que era urgente mejorar su calidad–
definía una situación ambiental (la calidad del aire) como riesgosa y,
entonces, la transformó en un problema político (la contaminación del aire),
en un emblema diría Hajer.

Evidencias  para  corroborar  la  segunda  hipótesis  

La segunda hipótesis consiste en mostrar dos aspectos relacionados entre sí.


El primero, que las percepciones no son suficientes para mover a la acción.
El segundo, que la existencia de brechas entre percepciones y estimaciones
no tiene incidencia en que las personas tengan o no un comportamiento
ciudadano proactivo para involucrarse de manera más directa en los distintos
aspectos que abarca el problema de la contaminación del aire.

¿Percibir  es  suficiente  para  actuar?  Evidencias  para  corroborar  el  primer  aspecto  
de  la  segunda  hipótesis  

Para mostrar el primer aspecto de esta hipótesis, las evidencias se


encontraron en el tercer módulo de la Encuesta ya que en los Factores
Sanitarios se incluyó Contaminación del aire (esmog). Después de
jerarquizar varios riesgos en la ZMCM y en la zona donde viven, se les pidió
a los encuestados que calificaran algunas afirmaciones en relación al que
habían elegido como el riesgo principal en la zona donde viven. Para esta
hipótesis, únicamente se toman en cuenta las personas que eligieron
Contaminación del aire (esmog) como riesgo principal en la zona donde
viven, esto es, un total de 557 personas. Las afirmaciones de esta sección
que se utilizan para corroborar la segunda hipótesis son: “La responsabilidad
de prevenir los daños que la ocurrencia de este riesgo pudiera causarle, es
de: el gobierno, los expertos, usted y su familia, todos los anteriores” y
“Usted ha hecho algo para prevenir los daños que la ocurrencia de este
66  
 

riesgo pudiera causar a su familia o a usted mismo”.Los resultados de la


primera afirmación se presentan en la Tabla 10 y los de la segunda
afirmación en la Tabla 11. Ambas tablas pretenden mostrar el primer aspecto
de la segunda hipótesis.
En la Tabla 10 se aprecia que 86 personas (15.5%) afirmaron que la
responsabilidad de la prevención de los daños que el riesgo puede causar es
del gobierno; 39 personas (7%) dijeron que era responsabilidad de los
expertos; 11 personas (2%) afirmaron que era responsabilidad de ellos y sus
familias; 418 personas (75.2%) respondieron que era responsabilidad de
todos los anteriores, es decir, gobierno, expertos y ciudadanía; 1 persona
(0.2%) respondió que era responsabilidad del gobierno y los expertos y;
finalmente, 1 persona (0.2%) respondió que era responsabilidad del gobierno
y ciudadanía.
Las 418 personas (75.2%) que contestaron que la responsabilidad de
prevenir ese riesgo ambiental es compartida por gobierno, expertos y
ciudadanía, no son ajenas a la responsabilidad que les corresponde en la
prevención del riesgo contaminación del aire (esmog). Esto indica que a la
mayoría de las personas su percepción del riesgo les ayuda a incrementar su
consciencia al respecto. El hecho de que perciban un riesgo posibilita la
concientización. De estos datos anteriores podría decirse, que del 100% que
percibe Contaminación del aire (esmog) como el riesgo más importante en su
zona de residencia, 75% tiene algún grado, aunque sea mínimo, de
conciencia.
Sin embargo, en la Tabla 11 se aprecia que de ese mismo grupo de
personas –quienes eligieron Contaminación del aire (esmog) como riesgo
principal en la zona donde viven, 557 personas– 136 personas (24.4%)
declararon estar totalmente de acuerdo en que alguna vez han hecho algo
para prevenir los daños que la contaminación del aire puede hacer a su
familia o a ellos mismos; 166 personas (29.8%) afirmaron estar de acuerdo;
105 personas (18.9%) ni acuerdo ni en desacuerdo; 61 personas (11%) en
desacuerdo y; finalmente, 89 personas (16%) totalmente en desacuerdo. Si
se suman las personas que alguna vez han emprendido alguna acción
proactiva relacionada con la contaminación del aire, se tiene que 302
personas (54.2%) han hecho algo en relación con el problema. Hay que decir
67  
 

además, que muy probablemente de ese 50% que declaró sí haber actuado
alguna vez, un porcentaje significativo habrá mentido debido al efecto de
deseabilidad social. Lo cual hace que ese 50% sea, cuando menos,
cuestionable.
Todo lo anterior indica que del 100% que perciben contaminación del
aire (esmog) como riesgo principal en la zona donde habitan, 75.2% tienen
algún grado de conciencia y 54.2% han hecho algo al respecto. Entonces, es
posible decir que la percepción del riesgo contaminación del aire (esmog)
incide de manera clara en la concientización de las personas, aunque esa
afirmación no puede hacerse de manera tan contundente en relación con sus
prácticas. De acuerdo con la evidencia presentada aquí, el hecho de que los
ciudadanos perciban el riesgo no es determinante para moverlos a la acción.
68  
 

TABLA 10
69  
 

TABLA 11
70  
 
¿Las   brechas   entre   estimaciones   y   percepciones   inciden   en   que   las   personas   actúen?   Evidencias  
para  corroborar  el  segundo  aspecto  de  la  segunda  hipótesis  

Para mostrar el segundo aspecto de esta hipótesis –que las brechas entre
percepciones y estimaciones no inciden en que las personas tengan o no un
comportamiento ciudadano proactivo– se utiliza la variable “Participación en
grupos ambientales”, como variable proxy. Los resultados de esta variable
proxy para los 1859 encuestados se presentan en la Tabla 12. Únicamente
4.5% de los encuestados ha participado alguna vez en grupos ambientales.

Tabla 12. Participación en grupos ambientales

Porcentaje
Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido acumulado
Válidos Sí 84 4.5 4.5 4.5

No 1775 95.5 95.5 100.0


Total 1859 100.0 100.0

Se decidió ver el comportamiento en relación con su participación en


grupos ambientales, tanto de las 1051 personas que habían mencionado la
Contaminación del aire (esmog) como un riesgo ambiental en la pregunta
2.58 –independientemente de si lo habían considerado como el mayor–,
como el de las 808 personas que no lo consideraban un riesgo. Esto con la
intención de conocer si existe un comportamiento diferenciado entre los
ciudadanos que perciben la calidad del aire como un riesgo y quienes no lo
hacen.
En la Tabla 13 se muestra que, en relación con la acción proactiva,
sólo 48 (4.6%) de quienes consideraron el esmog como riesgo –es decir, que
presentan brechas entre sus percepciones y las estimaciones– han
participado en grupos ambientales, mientras que 36 (4.5%) de quienes no
consideraron el esmog como riesgo –es decir, que no presentan brechas
entre sus percepciones y las estimaciones– han participado en ellos. Se
muestra también que 1003 personas (95.4%) con brechas entre sus
percepciones y las estimaciones no han participado en grupos ambientales,
71  
 

mientras que 772 personas (95.5%) sin brechas entre sus percepciones y las
estimaciones no han participado en grupos ambientales.
La diferencia entre participar y no hacerlo, a partir de percibir un
riesgo, es prácticamente inexistente (0.1%). Por lo tanto, puede decirse que
la existencia de brechas no incide en que los ciudadanos tengan un
comportamiento medioambiental proactivo.

TABLA 13

¿Por qué percibir no fue suficiente para suscitar la acción en el caso


que se estudia en esta tesis? De acuerdo con Hajer, “el significado que le
damos a los fenómenos físicos depende de nuestras preocupaciones
culturales específicas” (Hajer 2005, 18). En esta afirmación se puede
encontrar una posible respuesta. Las personas que perciben la
contaminación del aire como riesgo en la zona donde viven, son conscientes
en un porcentaje alto (75%) de que el problema no depende sólo de la acción
aislada de los actores sociales (gobierno, expertos y ciudadanía en general),
sin embargo, el significado que atribuyen a ese riesgo percibido refleja las
preocupaciones culturales específicas, digamos más arraigadas. Con los
datos presentados y a partir de la afirmación de Hajer, es posible aventurarse
72  
 

a sugerir que, si bien el discurso político/ambiental elaborado en la ZMCM


desde la década de 1980 bastó para construir percepciones que diferían del
sentido de las estimaciones, dicho discurso no fue suficiente para incorporar
la contaminación del aire en el repertorio de las “preocupaciones culturales
específicas” de la población.
Además, el hecho de que prácticamente no existe diferencia entre
percibir o no el riesgo contaminación del aire, para que las personas
participen en grupos ambientales, es una evidencia más que apunta en el
sentido de que percibir no es suficiente para mover a las personas a la
acción. Lo que es innegable es que percibir es fundamental para
concientizar, pero una vez adquirida cierta conciencia ambiental acerca de
algún riesgo específico aún es necesario incorporar dicho riesgo en las
“preocupaciones culturales específicas”. El proceso mediante el cual un
riesgo percibido acerca del que se tiene cierto grado, aunque sea mínimo, de
concientización, se incorpora a las “preocupaciones culturales específicas”,
rebasa por completo el interés de esta tesis. Lo más que se puede decir
ahora es que, sin dicho proceso de incorporación, la acción ciudadana
parece ser inalcanzable.

Evidencias  para  corroborar  la  tercera  hipótesis  

La tercera hipótesis consiste en mostrar que los factores intermedios ayudan


a explicar las percepciones. Los factores intermedios que se seleccionaron
para esta tesis fueron información y experiencia personal y cotidiana. Los
datos que constituyen la evidencia para corroborar la tercera hipótesis se
encuentran en el tercer módulo de la Encuesta en lo que se refiere al factor
intermedio experiencia personal y cotidiana; y en el cuarto módulo para el
factor intermedio información.
73  
 

Evidencias  a  cerca  del  factor  intermedio  experiencia  personal  y  cotidiana  

La experiencia personal y cotidiana conforma una variable de suma


importancia tanto en los estudios de corte positivista que la consideran la
“principal fuente de conciencia de la contaminación del aire” (Catalán
Vázquez y Jarillo Soto, Paradigmas de investigación aplicados al estudio de
la percepción pública de la contaminación del aire 2010, 169), como en los
estudios de corte constructivista, más sociológicos, en los cuales no se le
otorga un papel tan determinante, pero sí importante.
En la pregunta 3.16 se le pidió a los encuestados que ordenaran una
lista de ocho riesgos ambientales agrupados bajo el nombre genérico de
Factores Sanitarios, asignando el número 1 al riesgo que consideraban
mayor y de allí hasta llegar al número 8 que representaba el menor riesgo.
Las opciones de factores sanitarios son: basura en calles, parques o baldíos;
contaminación del suelo; contaminación del agua; contaminación del aire
(esmog); estaciones de trasbordo de basura; enjambres de abejas africanas;
proliferación de animales nocivos y; tiraderos de basura. Se les pidió que
hicieran esto para la Zona Metropolitana en su conjunto y también para la
zona en donde habitaban. La Tabla 14 presenta el factor seleccionado como
el mayor riesgo en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. El riesgo
sanitario mencionado más veces fue contaminación del aire (esmog). Fue
mencionado por 831 personas (44.7%).

TABLA 14
74  
 

En la Tabla 15 se muestra el factor seleccionado como el mayor riesgo


en la zona donde vive el encuestado. El riesgo sanitario mencionado más
veces fue basura en calles, parques o baldíos por 606 personas (32.6%), el
factor contaminación del aire (esmog) fue el segundo más seleccionado con
557 personas (30%).

TABLA 15

Lo primero que hay que decir acerca de las Tablas 14 y 15 es


referente al neighbourhood halo effect (en adelante NHE), el cual es “un
fenómeno mediante el cual los sujetos de investigación perciben menos
contaminación en su ambiente inmediato en comparación con otras áreas,
niegan la existencia de la contaminación del aire como problema en su lugar
de residencia o manifiestan una falta de voluntad para atribuir altos niveles
de contaminación a su área residencial”(Catalán Vázquez, Estudio de la
percepción pública de la contaminación del aire y sus riesgos para la salud:
perspectivas teóricas y metodológicas 2006, 32).
El NHE se comprueba aquí en dos aspectos. El primero es que
cuando las personas declaran respecto de la ZMCM, las menciones al mayor
riesgo sanitario fueron 831 y cuando la hicieron para la zona donde viven, las
menciones fueron únicamente 606; es decir, casi 30% menos menciones
considerando un factor cualquiera como el riesgo mayor. El segundo aspecto
75  
 

es que si se toma en cuenta únicamente el riesgo contaminación del aire


(esmog) –que es el interés de esta tesis– las menciones de dicho riesgo para
la ZMCM son 831, mientras que las menciones para el mismo riesgo pero en
la zona habitacional del encuestado son 557, es decir 33% menos. Es claro,
entonces, que el NHE existió en la ZMCM en 2002. Las personas tienden a
considerar la calidad del aire en su zona habitacional como menos mala en
relación con la calidad del aire en el resto de la ZMCM.
Ahora bien, para conocer si el factor intermedio experiencia personal y
cotidiana ayuda a explicar las percepciones, se propone lo siguiente. De las
557 personas que eligieron contaminación del aire (esmog) como el riesgo
sanitario más riesgoso en su zona de residencia, hay que saber cuántas de
ellas tienen esa percepción debido al factor experiencia. Para esto, se utiliza
la afirmación “Usted o su familia ha sufrido daños graves por este riesgo”.
Las opciones de respuesta a esta afirmación son: totalmente de acuerdo, de
acuerdo, ni de acuerdo ni en desacuerdo, en desacuerdo y totalmente en
desacuerdo. La Tabla 16 muestra los resultados. Se pierden dos casos,
quedando sólo 555.

TABLA 16
76  
 

Los resultados de ese cruce indican que 133 personas estuvieron


totalmente de acuerdo con la afirmación y 166 estuvieron de acuerdo. De
todos los que eligieron contaminación del aire (esmog) como el riesgo
sanitario más riesgoso en su zona de residencia, un total de 299 personas,
que representan 53.9%, han experimentado efectos directos de ese
fenómeno ambiental. Es posible atribuir la respuesta de ese 53.9% al factor
experiencia personal y cotidiana. Entonces, se concluye que la experiencia sí
ayuda a explicar las percepciones.
No obstante lo anterior, surge un aspecto que no está del todo claro.
Las estimaciones muestran que la calidad del aire mejoró en la ZMCM
durante la década de 1990 y que para 2002 incluso era, digamos, aceptable.
También existe evidencia que señala que las personas perciben que
continúan experimentando “daños graves” por la contaminación del aire
(esmog).Si la calidad del aire mejoró, se esperaría que las personas ya no
experimentaran “daños graves” en su salud debido a dicho fenómeno
ambiental. Lo experimentado por las personas tendría que ir en el sentido de
lo mostrado por las estimaciones y, por lo tanto, ir en contra de las
percepciones. Pero esto no ocurrió. La explicación que propongo es que el
discurso político/ambiental que hubo en la ZMCM durante las décadas de
1980 y 1990 fue tan insistente y persuasivo que incluso logró modificar el
significado de todo aquello que las personas experimentaban en su salud. Se
atribuía al emblema de la contaminación del aire experiencias sintomáticas
que quizá no le correspondían pero que, después de haber sido construidas
discursivamente, se le asignaban sin más. “El rol dominante de los
emblemas en el discurso ambiental indica qué temas singulares determinan
la percepción pública de una realidad mucho más compleja […] la
construcción discursiva de la realidad entonces se convierte en un importante
reino de poder”(Hajer 2005, 21).
En el Esquema 3 se muestra lo que, de acuerdo con las estimaciones,
se esperaría de los dos factores mediadores. En síntesis: que en la
experiencia personal y cotidiana se reflejara la mejoría en la calidad del aire
en la ZMCM y que, por lo tanto, apoyara lo que indican las estimaciones;
mientras que la información, ayudara a explicar –vía el discurso
77  
 

político/ambiental– el hecho de que las percepciones tengan un sentido


distinto de las estimaciones.

ESQUEMA 5. Comportamiento esperado de los factores mediadores

Realidad
(inasible)

del
Estimaciones Percepciones sociales
daño/riesgo acerca de la
contaminación

Factores mediadores

 
experiencia información
  personal y
cotidiana
 

Evidencias  acerca  del  factor  intermedio  información  

Visto que el factor experiencia personal y cotidiana ayuda a explicar las


percepciones, sólo resta conocer lo relacionado con el otro factor mediador:
la información. En la mayoría de los estudios acerca de percepciones
sociales referentes al medioambiente, la información ─y su funcionalidad─ se
entiende como la variable capaz de explicar todo; se le asigna un poder
explicativo enorme. Si existen brechas entre percepciones y estimaciones se
dice, por lo general, que es debido a que las personas no tienen información
o la información de que disponen es incorrecta; si no existen brechas entre
percepciones y estimaciones es gracias a la información; si las personas
tienen un comportamiento proactivo en relación con el tema de interés es
78  
 

porque la información es suficientemente buena y ha sido socializada de


manera adecuada, y así podría seguir un largo y reiterativo etcétera.
Lo cierto es que hoy día se entiende que todos los temas relativos a
las percepciones sociales suelen ser mucho más complejos y que
difícilmente se agota su complejidad con una explicación basada, casi por
completo, en la variable información. El poder enorme que adquirió la
información como factor explicativo de todo, se debe en gran medida al
significado que tuvo la ciencia en la mentalidad de la sociedad occidental del
siglo XX. Para los hombres modernos, la información que es capaz de
explicarlo todo, no es la información que proviene de la religión, ni de la
magia, ni de la filosofía, ni de la cultura popular porque todas esas fuentes de
información tienen poco rigor, lo cual deriva en que sean más o menos
supersticiosas. Para las sociedades modernas, obsesionadas con el
empirismo positivista, la información que cuenta es la información científica.
Esta manera de pensar el mundo se ha extendido a los estudios de las
percepciones acerca del medioambiente. En esta tesis he tratado de explicar
las percepciones y su relación con las estimaciones a partir de otra forma de
pensamiento fundamentada en el constructivismo social. Sin embargo,
pienso que sería un grave error caer en el extremo de suponer que la
información no posee poder explicativo alguno. Por esto, es necesario
conocer cuál es su relación con las percepciones.
La evidencia para mostrar la relación que el factor intermedio
información tiene con las percepciones, se encuentra en el cuarto módulo de
la Encuesta, titulado “Información y comunicación de riesgos ambientales”.
En la Tabla 17 se muestran los resultados a la pregunta 4.1 en la que se les
pedía a los encuestados que dijeran “¿qué tan informado se siente usted
acerca de los riesgos ambientales de la Zona Metropolitana?” Las opciones
de respuesta son: muy bien informado, bien informado, medianamente
informado, mal informado, totalmente desinformado. El porcentaje más alto
(50%) respondió sentirse “medianamente informado” al respecto. Después
agrupando las respuestas de “muy bien informado” y “bien informado”, el
32.7% se considera informado. Agrupando las respuestas de “mal informado”
y “totalmente desinformado”, 17% se considera con una cantidad o una
calidad de la información insuficiente.
79  
 

TABLA 17

Es importante resaltar al 50% de personas que eligieron la opción


“medianamente informado” porque esto indica que la mayoría de las
personas encuestadas no tenían claro si estaban informados o no. Es decir,
tienen incertidumbre acerca de la cantidad y calidad de información que
poseen. Por esa razón eligen una respuesta que no los compromete. Esta
incertidumbre acerca de la pregunta “¿estoy bien informado?” parece ser el
rasgo más característico de la evidencia relacionada con la información en
esta Encuesta.
También en el cuarto módulo se les pidió a los encuestados que
evaluaran una lista de 21 afirmaciones relacionadas con los distintos tipos de
comunicaciones y notificaciones que se emiten en materia ambiental,
señalando si “se les entiende”, “se les tiene confianza” y “se les hace caso”.
Las opciones para cada una de estas posibilidades: “siempre”, “a veces” y
“nunca”. Yo seleccione únicamente dos tipos de comunicaciones: los avisos
de contingencia ambiental (Hoy no circula) y los reportes sobre la calidad del
aire (IMECA’s).
En la Tabla 18 se presentan los resultados acerca de qué tanto se les
entiende a los avisos de contingencia ambiental (Hoy no circula). En la Tabla
19 se presentan los resultados acerca de qué tanta confianza se les tiene. En
la Tabla 20 se presentan los resultados acerca de la frecuencia con que se
les hace caso a dichos avisos.
80  
 

TABLA 18

TABLA 19

TABLA 20
81  
 

La gran mayoría de las personas encuestadas entienden “siempre” a


los avisos de contingencia ambiental (hoy no circula). Un total de 1341 que
representan 74.8% respondieron así. En lo referente a la confianza, el
número de personas que confían “siempre” en esos anuncios disminuye a
1050 personas que representan 58.9%. Por último, las personas que
“siempre” hacen caso de dichos anuncios, únicamente son 909 que
representan 50.8%.
Es claro que los avisos de contingencia ambiental (hoy no circula)eran
suficientemente claros porque la mayoría de las personas los entendía e
incluso gozaban de una confiabilidad muy alta entre la población, ya que si
suman las personas que “siempre” o “a veces” confía en ellos son 1609
personas que representan 90.3%. El problema parece ser una vez más que
ese entendimiento y esa confianza no se traduce como uno esperaría en
prácticas o acciones concretas. Si se compara el 74.8% de quienes
entienden “siempre” contra el 50.8% de quienes hacen caso “siempre” a los
avisos de contingencia ambiental (hoy no circula), se nota que existe una
diferencia significativa entre el entendimiento de una información y lo
persuasiva que puede llegar a ser en la práctica. Hay que agregar, además,
que los avisos de contingencia ambiental (hoy no circula), muy
probablemente sean las notificaciones ambientales más conocidas,
entendidas y obedecidas puesto que su incumplimiento implica una sanción
administrativa que se traduce en una multa.
En la Tabla 21 se presentan los resultados acerca de qué tanto se les
entiende a los reportes sobre la calidad del aire (IMECA’s). En la Tabla 22 se
presentan los resultados acerca de qué tanta confianza se les tiene. En la
Tabla 23 se presentan los resultados acerca de la frecuencia con que se les
hace caso a dichos reportes.
En este tipo de notificaciones ambientales el panorama es menos
alentador. Únicamente 685 personas (42%) entienden “siempre” los reportes
de los Índices Metropolitanos de la Calidad del Aire, sólo 551 personas
(33.8%) les tiene confianza “siempre” y apenas 293 personas (18%) les hace
caso “siempre”.
82  
 

TABLA 21

TABLA 22

TABLA 23
83  
 

Es claro que el IMECA tiene mayores problemas de comunicación y


de confiabilidad y, por lo tanto, una menor capacidad de persuasión social
que los avisos de contingencia ambiental (Hoy no circula). Lo paradójico es
que el IMECA es el indicador más confiable a partir del cual se toman
muchas de las decisiones relacionadas con la gestión ambiental en la
ZMCM, entre otras cosas, porque arroja datos todos los días del año. Lo
cierto es que las personas encuestadas no lo entienden o lo entienden mal,
de allí se deriva la poca confianza que tienen en la información que produce
y la casi nula incidencia que esa información tiene en su vida diaria.
Cierto que desoír la información del IMECA no acarreaba sanción
alguna en 2002, pero aún así los porcentajes son muy bajos en comparación
con los que se obtuvieron para los avisos de contingencia ambiental (Hoy no
circula). En mi opinión, el argumento de la coacción no explica por sí solo las
diferencias tan grandes. Pienso que la explicación debe incluir la forma en
que se da la información, así como las personas o instituciones que la
producen y la divulgan, la socializan.
En consonancia con lo anterior, en la Tabla 24 se presentan lo
resultados a la pregunta “¿Cómo preferiría que le dieran información sobre
los riesgos ambientales?” Lo que se muestra allí es lo que las personas
seleccionaron como su primera opción de respuesta. La preferencia por
recibir información “con lenguaje sencillo e ilustraciones como dibujos o
fotos” fue elegida por 1126 personas que representan 60.6%, seguida por la
opción “con lenguaje sencillo” elegida por 536 personas que representan
28.9%. Si se suman, resulta que 1662 personas (89.5%) preferirían el
lenguaje sencillo sobre el lenguaje científico aún cuando tuviera ilustraciones
o dibujos. Llama la atención, la naturaleza dicotómica de la pregunta puesto
que a pesar de que hay cinco opciones de respuesta, en realidad, implican
sólo dos opciones “lenguaje científico” o “lenguaje sencillo”; el hecho de
agregar ilustraciones o dibujos sólo hace más asimilable la información de
cada uno de estos lenguajes. En la pregunta implícitamente está la creencia
de que el lenguaje científico es complicado y, más aún, de que las personas,
en general, no lo entenderían.
En consonancia con lo mostrado en la Tabla 24, la Tabla 25 muestra
que el medio de difusión por el cual las personas preferirían ser informadas
84  
 

es la televisión, elegida por 1065 personas (57.4%), seguida de la radio por


257 personas (13.8%). Estos resultados siguen en la línea de mostrar que
las personas desean sencillez en la comunicación de la información acerca
de los riesgos ambientales.

TABLA 24

TABLA 25
85  
 

En la Tabla 26 se muestran los resultados que indican las instituciones


más confiables para comunicar riesgos ambientales. Es aquí donde
comienza a ser inconsistente lo que las personas encuestadas responden.
La opción más confiable fue “instituciones educativas de nivel superior”, es
decir, universidades e institutos o centros de investigación con 585 personas
(31.5%), seguida por “organismos gubernamentales de atención de
emergencia” con 453 personas (24.4%) y, en tercer lugar, “instituciones
educativas de nivel medio superior”, es decir, preparatorias, bachilleres,
vocacionales, etcétera con 217 personas (11.7%). Que el segundo lugar lo
ocupen los organismos que se encargan de atender las situaciones de
emergencia tiene evidente sentido, pero que las instituciones educativas de
nivel superior ocupen el primer lugar debe resultar, cuando menos,
interesante. No es de esperarse que las personas encuestadas asociaran las
universidades y centros de investigación con lenguaje sencillo y accesible.
Entonces, vista la tendencia clarísima de preferir la sencillez y la
accesibilidad, ¿por qué confiar en las instituciones de educación superior
para dar información sobre riesgos ambientales?

TABLA 26
86  
 

El panorama contradictorio se consolida con los datos presentados en


las últimas dos tablas. En la Tabla 27 se le preguntó a los encuestados a
quiénes les entenderían mejor las explicaciones o recomendaciones sobre
riesgos ambientales. La respuesta “médicos, científicos, investigadores,
técnicos”, fue elegida por 608 personas (32.8%), seguida por “maestros y
educadoras” elegida por 404 personas (21.8%). Otra vez, las personas
encuestadas asumen que entenderán mejor si los riesgos ambientales les
son explicados por “médicos, científicos, investigadores, técnicos”, es decir,
por personas que trabajan en “instituciones educativas de nivel superior”.
Cabría preguntarse si lo del “lenguaje sencillo” con material gráfico explicado
por televisión es consistente con que las explicaciones las realicen científicos
expertos de universidades o centros de investigación.
Llama la atención, además, la poca confianza que se tiene en
“periodistas y reporteros” (8.7%) y en “políticos y autoridades” (0.5%). Sobre
todo, teniendo en cuenta que son estos dos grupos los encargados, por lo
general, de explicar y comunicar los riesgos ambientales a la ciudadanía.

TABLA 27
87  
 

La Tabla 28 es similar a la Tabla 26 sólo que en lugar de instituciones


pregunta por personas y confirma lo expuesto hasta aquí. Se les pregunto a
los encuestados ¿a quiénes les tendría más confianza? La opción más
seleccionada, una vez más, fue “médicos, científicos, investigadores,
técnicos” con 842 menciones (45.4%), seguida de “maestros y educadoras”
con 356 personas (19.2%). Una vez más, “políticos y autoridades” tiene el
porcentaje más bajo de confiabilidad (0.5%) y “periodistas y reporteros” es el
tercero más bajo (5.6%).

TABLA 28

Lo que se puede concluir del factor mediador información y su relación


con las percepciones es que la información per se, no ayuda a explicar las
percepciones; se requiere que los detalles en la información sean los
adecuados para que la información incida en las percepciones. Se muestra
que no es un asunto de cantidad de información, ni de calidad de la misma,
sino más bien es un asunto del prestigio que posea quienes la producen y la
socializan, pero también de qué manera lo hacen y a través de qué medios
de comunicación.
Hay que decir que las personas encuestadas no tienen claro si están
bien informadas o no. Saben que quieren información digerible, sencilla y
88  
 

accesible. Saben que no confían en las personas y las instituciones que


difunden la información. Creen que la comunidad científica y académica es
confiable. Parecería, entonces, que puestos a elegir entre la sencillez en la
información para hacerla digerible por un lado y la credibilidad que le
atribuyen a la comunidad científica por el otro, elegirían la segunda opción
porque, además, creen que a dicha comunidad le entenderían mejor.
89  
 

CONCLUSIONES  

“Termino sin concluir”, esta expresión de Ramón Xirau aplica perfectamente


en esta ocasión (Rossi 1996, 52). A partir de los datos disponibles y de la
interpretación que hice de ellos, no puedo concluir nada con certeza
científica, contundente. Las fuentes de información no me dieron la evidencia
precisa que requería para satisfacer mis preguntas. Lo sabía desde el
principio y en varios momentos se me sugirió cambiar las preguntas para que
se adaptaran a lo que la información me permitía, pero no lo hice. No me
arrepiento de esa necedad porque creo que las preguntas deben ser
formuladas independientemente de la posibilidad de obtener respuestas.
Estoy convencido de que lo posible no debe condicionar las preguntas ni los
intereses de investigación.
He dicho ya que éste es un estudio de aproximación en un campo
prácticamente olvidado. Es una tesis que no anduvo a ciegas pero sí a
tientas, un viaje de reconocimiento, de exploración si se quiere. No anduve
con adivinanzas pero sí con incertidumbres. Utilicé nociones que soy incapaz
de definir (percepción, experiencia cotidiana, discurso ambiental, recursos
retóricos, etcétera) pero me sentí con derecho de aludir a ellas para
acercarme un poco y darle al lector un idea de lo que yo entiendo cuando las
utilizo.
Esta tesis no está en el reino de la ciencia empirista y mimética, no se
debe esperar que en ella aparezcan evidencias incontrovertibles. La culpa no
es de la información sino de mi interpretación. Lo que llamamos información
no es más que un conjunto de fragmentos de una realidad absolutamente
inasible desde cualquier punto de vista, excepto desde la imaginación. Es el
acto de interpretar esos fragmentos lo que le da sentido a un argumento, al
conocimiento en general, no sólo científico. Entonces, interpreté la
información y construí evidencias con las cuales sugiero, no demuestro y,
entonces, no son pruebas sino indicios. Los indicios permiten conjeturar; las
pruebas, afirmar. En mi favor debo decir que esto no implica deficiencia en el
rigor de la manufactura; aunque sí, empecinamiento en el tema, la
perspectiva y las preguntas.
90  
 

Con esto en mente, se impone hacer una recapitulación:


• En el primer capítulo se hizo una revisión general de las principales
perspectivas y acercamientos teórico-metodológicos de las
investigaciones que se ocupan de las percepciones sociales acerca
del medioambiente.
• En el segundo capítulo se encuentra la discusión teórica sobre las
percepciones acerca del medioambiente y se establece que la postura
que se sigue en esta investigación es el constructivismo social. Es
desde ese cristal, a partir del cual se interpretaron las evidencias
resultantes.
• En el tercer capítulo se presentaron las evidencias respectivas a las
estimaciones. Se mostró que la calidad del aire en 2002 en la ZMCM
mejoró notablemente en comparación con 1992 en que, de acuerdo
con un informe de Naciones Unidas, la Ciudad de México era la
ciudad con la “peor calidad total del aire” en el mundo.
• En el cuarto capítulo se presentaron las evidencias respectivas a las
percepciones. En primer lugar, se mostró que las percepciones de la
ciudadanía en la ZMCM en 2002 no se correspondían con la mejoría
en la calidad del aire mostrada por las estimaciones. En segundo
lugar, se mostró, en dos aspectos, que percibir no es suficiente para
generar comportamientos proactivos relacionados con el medio
ambiente, es decir, generar acción entre la ciudadanía. En tercer
lugar, se analizaron e interpretaron evidencias relacionadas con los
factores mediadores información y experiencia personal y cotidiana
para conocer en qué forma se relacionan con las percepciones.

A partir del planteamiento general de esta investigación y de las nociones


preliminares, se propusieron tres objetivos correspondientes con tres
hipótesis; a continuación, el balance.
1. El primer objetivo era “conocer si las estimaciones y las percepciones
son consistentes”.En la primera hipótesis se esperaba la existencia de
brechas y se debía sugerir, entonces, una explicación desde el
constructivismo social. Se mostró la existencia de brechas entre
91  
 

estimaciones y percepciones. La explicación que se propuso, consistió


en proponer la existencia de un discurso político/ambiental elaborado
y aplicado desde mediados de la década de 1980 en la ZMCM, el cual
convirtió la calidad del aire en una situación de riesgo y,
eventualmente, en un problema político: el de la contaminación del
aire.
La propuesta de explicar las brechas entre estimaciones y
percepciones a partir de un discurso tiene su origen en lo que se dijo
en el segundo capítulo, acerca de que la verdad está formada a partir
del grado de certidumbre que se tiene acerca de un fenómeno
cualquiera –humano o no, real o ficticio, existente o inexistente– que
se ha consensuado como veraz en una época determinada. En esta
tesis se dijo que, la verdad se entiende como consenso en oposición a
la verdad/realidad. La verdad/consenso es construida y validada por la
política, la historia, la ciencia, la filosofía, la religión, etcétera. En ella,
las modificaciones a la verdad son más bien negociaciones en las que
intervienen diversos intereses no necesariamente científicos. En esa
verdad/consenso, la facultad fundamental es la poiesis y la ciencia es
una de las muchas retóricas que crean la verdad. Precisamente por
eso se propone la explicación del discurso político/ambiental como
generador de dicho consenso. Esa verdad/consenso puede
identificarse con la noción que propone Lacan para realidad como algo
que es “siempre particular y depende del marco específico del sujeto o
de discursos específicos en el tiempo y el espacio que guían nuestras
percepciones” (Hajer 2005, 17). Por esta razón, la historicidad de la
verdad/consenso, remite a que lo asumido como verdad es un hecho
social e histórico. Las verdades caducan, independientemente de su
falsedad o su realidad, porque los discursos que las construyeron
dejaron de ser vigentes (Ortega y Gasset 1971).
La explicación del riesgo como una construcción a partir de un
discurso político/ambiental tiene sentido desde la perspectiva
constructivista de Hajer, en la cual, la construcción discursiva de la
realidad es reino de poder (Hajer 2005).
92  
 

En el caso de la calidad del aire convertida en contaminación


del aire en la ZMCM en 2002, el discurso político/ambiental al que me
he referido le dio no sólo visibilidad al fenómeno físico, sino vigencia al
riesgo ambiental. Por esto, es posible explicar por qué, a pesar de que
la situación real de la calidad del aire en la ZMCM había mejorado,
esas mejorías no tuvieron eco en las percepciones.

2. El segundo objetivo era “saber si el hecho de percibir es suficiente


para que las personas se muevan a la acción”. En la segunda
hipótesis se esperaba que las percepciones no determinaran la
acción. Se mostró que percibir no es suficiente para que las personas
modifiquen sus prácticas. Al mismo tiempo, se encontró que las
percepciones desempeñan una función sumamente importante en la
concientización. Para interpretar el hecho de que percibir no sea
suficiente se recurrió a Marteen Hajer y su noción de “preocupaciones
culturales específicas”(Hajer 2005, 18).De acuerdo con esa noción, se
puede explicar que el discurso político/ambiental que se implementó
en la ZMCM no fue suficiente para incorporar la contaminación del aire
en el repertorio de las “preocupaciones culturales específicas” de la
población hasta el 2002. Esto puede cambiar y no es descabellado
esperar que los actores sociales que implementaron el discurso
político/ambiental del que se ha hablado aquí, seguirán ejerciendo sus
distintas capacidades de poder con miras a que la contaminación del
aire se vuelva una de las “preocupaciones culturales específicas” de
los habitantes de la Zona. Esto permitiría la existencia de acción social
reivindicativa o acciones proactivas en favor de mejorar la calidad del
aire.

3. El tercer objetivo consistía en “conocer si los factores mediadores


seleccionados (información y experiencia personal y cotidiana)
contribuyen o no a explicar percepciones”. En la hipótesis
correspondiente se esperaba que ambos factores contribuyeran a
explicar las percepciones. En lo referente a la experiencia personal y
cotidiana se mostró que sí ayuda a explicar las percepciones.
93  
 

Además, se comprobó la existencia del NHE en la ZMCM en 2002.


Por otro lado, en lo referente a la información, la evidencia obtenida no
es del todo concluyente para afirmar si dicho factor es explicativo de
las percepciones. A pesar de esto, se encontró que la información
tiene sutilezas que resultan fundamentales para que sea de utilidad.
Dichas sutilezas deben tomarse en cuenta no sólo al momento de
decidir la estrategia de comunicación social respecto de algún riesgo
ambiental, sino incluso desde antes, al momento de producir los
datos.
Quedó claro que “lo científico [aún] está en la cúspide de la
dignidad del quehacer intelectual” (Muriá 2005-2006, 23). La ciencia
tiene aún mucho poder y está fuertemente validada en el ámbito no
sólo científico, sino cultural y social en general. La noción de coalición
de discurso de Hajer puede verse comprobada en el hecho de que el
discurso político/ambiental mediante el cual se construyó el tema
emblemático de la contaminación del aire en la década de 1990 fue
elaborado por una coalición ecléctica de actores sociales que “está
formada por científicos, políticos activistas [y que además tiene]
vínculos con canales de televisión específicos, revistas y diarios e
incluso celebridades” (Hajer 2005, 12-13).

Debo reconocer que ésta es una tesis heterodoxa en su aspecto


metodológico porque escapa a una clasificación como las muchas que
existen al respecto (Catalán Vázquez y Jarillo Soto, Paradigmas de
investigación aplicados al estudio de la percepción pública de la
contaminación del aire 2010). Las razones estriban en los problemas
prácticos que hubo que resolver: la falta de tiempo institucional y la falta de
conocimiento personal. Utilizar técnicas hermenéuticas para interpretar
evidencias obtenidas dialógicamente como resultado de la interacción entre
el investigador y el investigado, hubiera sido lo más consistente con el
constructivismo social, el cual es la postura teórica de esta investigación. Sin
embargo, hacer eso era sumamente complicado debido a que dichas
técnicas requieren formación y entrenamiento que no poseo. Podía
aprenderlo, pero requería tiempo que no tenía.
94  
 

Los pendientes incluyen en primer lugar, construir información


adecuada para responder preguntas como las que me he planteado aquí.
Después, corroborar lo que se ha sugerido en esta tesis, o bien, mostrar que
este no es el camino; construir información periódica para poder comparar
las percepciones en el tiempo, así como obtener el mismo tipo de
información de lugares diferentes, también con el afán comparativo; elaborar
encuestas desde la perspectiva constructivista porque las pocas que existen
están construidas desde la perspectiva positivista; etcétera.

Al inicio de esta tesis se mostró la desatención que reciben en el


sector público y académico las percepciones sociales acerca del
medioambiente. La dificultad para encontrar datos, una base de datos, fue
muestra clara de que este tema en particular está, si no abandonado, al
menos gravemente desatendido y, por qué no decirlo, desprestigiado. No se
producen datos sistemáticamente al respecto. En las publicaciones
científicas y académicas más prestigiadas acerca de la contaminación
ambiental en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, el tema de las
percepciones sociales no está incluido o es francamente marginal, casi
anecdótico (en el texto de Molina, por ejemplo, no hay un solo capítulo al
respecto).
Por todo eso, fue complicado defender el tema, validarlo y justificar su
pertinencia. Una vez hecho eso, conseguir los datos para construir
evidencias fue una tarea desgastante y varias veces se consideró la
posibilidad de abandonar el tema debido a la falta de datos. Encontrar la
Encuesta del Maestro Urbina fue uno hecho salvífico.
En fin, el mayor de los logros de un estudio de aproximación consiste
en mover a otros a que se interesen por el tema. Deseo sinceramente que
las explicaciones, las evidencias y los argumentos que mostré en esta tesis
sirvan para suscitar controversia y sean rebatidos o mejorados o
comprobados porque eso significará que hubo al menos alguno a quien logré
convencer de la importancia de pensar e investigar las percepciones sociales
acerca del medioambiente.
95  
 

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