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CÓMO SALIR DE LA CRISIS

La transformación del estilo de gestión, no es una labor de reconstrucción, ni de revisión. Hace falta una nueva estructura,
desde la base hasta la cúspide. La palabra adecuada podría ser mutación, aunque mutación implica espontaneidad
desordenada. La transformación debe tener lugar por medio de un esfuerzo dirigido. También es necesaria la
transformación de las relaciones del gobierno con las empresas.

El fracaso de la gestión para planificar el futuro y predecir problemas ha traído como consecuencia un despilfarro de mano
de obra, de materiales y de tiempo - máquina, todo lo cual incrementa el costo al fabricante y el precio que debe pagar el
comprador. El consumidor no siempre quiere subvencionar este despilfarro. El resultado inevitable es la pérdida de
mercado. La pérdida del mercado genera desempleo. La actuación de la dirección se debería medir por el potencial para
permanecer en el negocio, proteger la inversión y asegurar los dividendos futuros y los puestos de trabajo al mejorar el
producto y el servicio, y no por las utilidades mensuales.

Ya no resulta socialmente aceptable, lanzar a los empleados a engrosar la masa de desempleados. La pérdida del mercado,
y el desempleo resultante no están predeterminados. No son inevitables. Son consecuencia de la acción del hombre.

La causa fundamental de la enfermedad de las empresas y el consecuente desempleo es el fracaso de la dirección, que no
dirige. Aquel que no vende, no debe comprar.

Las causas que normalmente se mencionan del fracaso de una compañía son los costos de la puesta en marcha,
sobrepasar los costos, devaluación del exceso de existencias, la competencia, cualquier cosa excepto la causa real, simple
y llanamente la mala gestión.

¿Qué debe hacer la dirección? Obviamente la dirección tiene una nueva tarea. ¿Dónde pueden aprender los directores la
transformación necesaria?. El hecho es que la dirección no puede aprender solo por la experiencia lo que debe hacer para
mejorar la calidad, la productividad y la competitividad de la compañía.

La respuesta no está en que cada uno lo haga lo mejor que sepa. Primero es necesario que las personas conozcan lo que
deben hacer. Hacen falta unos cambios drásticos. El primer paso de la transformación es aprender como se debe cambiar,
esto es comprender y poner en práctica los 14 principios (Propuestos por el Dr. Deming) y poner remedio a las
enfermedades.

Cualquier directiva que busque la transformación tiene que comprometerse a largo plazo con el nuevo aprendizaje. Los
tímidos y timoratos, y los que esperan resultados rápidos, están condenados a la decepción.

La resolución de los problemas, grandes y pequeños, no detendrá la decadencia de la industria, ni tampoco lo conseguirá la
extensión del uso de computadoras, aparatos y robots. Los beneficios procedentes de la extensión masiva de nuevas
maquinarias, también constituyen una esperanza vana. La respuesta tampoco está en la extensión masiva de la enseñanza
de métodos estadísticos a los obreros, ni el lanzamiento al por mayor de los círculos de control de calidad. Todas estas
actividades ayudan, pero lo único que hacen es prolongar la vida del paciente; no pueden detener la decadencia. Solo la
transformación del estilo de dirigir, y de las relaciones del gobierno con las empresas, pueden detener la decadencia.

El trabajo de la dirección es inseparable del bienestar de la compañía. La movilidad, el estar un poquito aquí y otro poquito
allá, de los directores, yendo de una compañía a otra, es algo que la industria no puede permitirse más. La dirección debe
declarar una política para el futuro, permanecer en el negocio y proporcionar puestos de trabajo a su gente, y luego más
puestos de trabajo. La dirección debe comprender el diseño del producto y del servicio, la adquisición de materiales, los
problemas de producción, el control del proceso, y las barreras que privan al trabajador de su derecho de nacimiento, el
derecho de estar orgulloso de su trabajo.

Casi todos los días hay en este país conferencias sobre el tema de la productividad, relacionadas fundamentalmente con los
aparatos y las medidas de las mismas. Como dijo E. Conway, las medidas de la productividad son como las estadísticas de
accidentes. Nos dicen que hay un problema, pero no hacen nada para evitarlo. Lo que se trata es de mejorar la
productividad, no de medirla simplemente.

No se hace distinción entre empresas dedicadas a la fabricación y a empresas de servicios. Las empresas de servicios
incluyen los servicios gubernamentales, entre los cuales se encuentra la educación, las comunicaciones, etc. Todas las
empresas de fabricación y de servicios, están sujetas a los mismos principios de gestión.

Cualquier directivo necesita, para su transformación, unos pocos conocimientos científicos rudimentarios - en concreto,
sobre la naturaleza de las variaciones y sobre las definiciones operativas. Numerosos ejemplos ilustran el no distinguir las
dos clases de variación, las debidas a causas especiales y a las causas comunes y no entender las definiciones, acarrean
pérdidas y desmoralización.

El lector se apercibirá al hecho de que no solo el estilo de la gestión no es el adecuado para esta era económica, sino
también muchas leyes y reglamentos no llevan el paso, empujando a la industria por el camino de la decadencia, opuesto
al bienestar del pueblo. El miedo a la absorción de la empresa, junto con el énfasis puesto en las utilidades, hace fracasar
la constancia en el propósito. Sin el propósito constante de permanecer en el negocio por medio del suministro de
productos y servicios que tengan un mercado, habrán más bajas y desempleo.

Cuando valoramos la tarea que tenemos por delante, resulta obvio que nos queda un largo y espinoso camino - de
décadas.

La dependencia con la protección arancelaria y leyes para "comprar cosas nacionales", solo estimula la incompetencia.

No sería correcto dejar al lector con la impresión de que no se está poniendo ningún remedio. La realidad es que un cierto
número de compañías, están trabajando con estos principios. Ya se han registrado resultados sustanciales. Algunas
escuelas de negocios ofrecen cursos para transformar el estilo de gestión.

(Prefacio del libro "Calidad, Productividad y Competitividad, como salir de la crisis" por William E Deming, 1986, Ediciones
Díaz Santos S.A.)

Por la similitud que lo expuesto tiene con empresas nacionales, decidimos distribuir este artículo, el cual apunta hacia el
problema que padecen nuestros países. Esperamos que sea de ayuda para dar el cambio hacia la competitividad.

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