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AFRICA EN EL SIGLO XVI

1. Los estados del norte y el Imperio otomano


2. El ocaso de los imperios subsaharianos: Ghana, Mali, Songhai, Bornu y Benín
3. El reino del Preste Juan
4. Los portugueses en Angola, el Congo y el país de Zanj
5. El reino del Monomotapa.
1. LOS ESTADOS DEL NORTE Y EL IMPERIO OTOMANO
Al comienzo de los tiempos modernos, el continente africano aparece caracterizado, de modo genérico, por sus
inmensos espacios, su geografía hostil (predominio de los desiertos y las selvas), sus recursos limitados, su población
escasa y dispersa
 La agricultura se desarrolla en suelos pobres y con técnicas primitivas: desconocimiento de la rotación de
cultivos, falta de abonos, falta de integración con la ganadería, predominio de la roza y por tanto del nomadismo
agrícola, escasa variedad de las cosechas (dátil de los oasis, mijo de las sabanas).
 La industria no supera el nivel artesanal (textil, madera, cuero, metal), mientras el comercio florece en extensas
áreas, singularmente en el Mediterráneo y el Índico y en las grandes rutas caravaneras transaharianas, por
donde se envían al norte la sal, el oro y los esclavos, a cambio de las armas y las manufacturas.
 Finalmente, muchas regiones se contentan con la ganadería nómada, la caza y la pesca en los grandes ríos.
 En cualquier caso, la vida ha progresado en un continente que la geografía y la historia dividen en una serie de
regiones de personalidad bien marcada y definida.

Al norte, se extiende la franja del África blanca y musulmana de Egipto a Marruecos.


 Separada por el desierto del Sahara, viene después la franja del Sudán, el centro de gravedad de las principales
civilizaciones de raza negra, la mayoría también islamizada: los estados de Mali, Songhai y Bornú ocupan la
sabana entre el río Níger y el Chad, mientras otros, como Benín, ocupan ya el borde selvático situado más al sur,
en la zona de Guinea, dejando muy al este, aislado, el reino cristiano de Etiopía.
 El África ecuatorial se reparte entre diversos estados bantúes situados al sur del río Congo, en los actuales
territorios de Congo y Angola.
 El África oriental se distribuye entre el litoral, el dominio de la civilización comercial del país de Zanj (bantúes,
más árabes, persas, indios y malayos), y el interior, donde florece el estado del Monomotapa (entre el Zambeze
y el Limpopo, en las actuales Zambia y Zimbabwe)
 Finalmente, otros pueblos menos evolucionados (bosquimanos y hotentotes) nos llevan hasta el extremo
meridional.

Si el África blanca (con la excepción del Marruecos saadí) cae bajo la influencia del nuevo poder musulmán del
Mediterráneo, el Imperio Otomano que se apodera del Egipto de los sultanes mamelucos (mamluk) y afirma su
soberanía sobre Trípoli Túnez y Argel (convertidas en provincias turcas y en repúblicas corsarias), el África negra,
donde varias formaciones estatales mantienen un cierto nivel de desarrollo económico, político y cultural, va a sufrir
las consecuencias de la llegada de los europeos, que darán un espectacular impulso y una nueva orientación a la
trata de esclavos, iniciando el dramático proceso que arruinará las estructuras tradicionales y vaciará el continente
de una parte considerable de su población durante los siguientes tres siglos
 Mientras Europa se expande y los imperios asiáticos se consolidan, los tiempos modernos constituyen uno de los
periodos más oscuros de la historia africana.

El norte de África experimenta ante todo la influencia de la consolidación del poderoso Imperio Otomano.
 Egipto, cuyos soberanos han fracasado en su intento de alejar a los portugueses de la costa oriental africana
(batalla de Diu, 1509), perderá su independencia a manos de Selim I (1517).
 Por su parte, las ciudades mediterráneas, después de hacer frente a la presión española (que ocupa Trípoli en
1510, Túnez en 1535 y fracasa ante Argel en 1541) y de otras varias vicisitudes, entran en la órbita otomana y se
convierten en provincias administradas por gobernadores turcos: Trípoli desde 1551, Túnez desde 1574 y Argel
desde 1587, aunque en este caso la vinculación había sido anterior y más estrecha que en los demás.

Argel se convierte en el más poderoso de estos estados corsarios bajo la égida de los hermanos Barbarroja y de sus
sucesores.

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 Dotada de una numerosa flota, confiada en el apoyo turco, engrandecida con la conquista de su traspaís, la
ciudad, con sus casi cien mil habitantes a finales de siglo, pasa a ser una próspera república corsaria y un activo
mercado para la cera, el cuero, el coral, los dátiles, las armas y los tejidos, pero sobre todo para los esclavos, que
se destinan al Imperio Otomano o al rescate por sus allegados, gestionado por las oficinas establecidas por los
mercedarios o los trinitarios.
 Túnez, por su parte, cuya dinastía hafsí había intentado guardar las distancias respecto de los dos rivales en
presencia sin conseguirlo, será administrada por un gobernador turco con el concurso de un consejo de jefes de
la milicia, que desde 1590 serán sustituidos por los jefes de la marina, los cuales propiciarán una nueva época de
prosperidad, que se prolongará durante buena parte del siglo siguiente.

Marruecos, finalmente, mantiene su independencia, pese a la presión de los portugueses (establecidos en Ceuta
desde 1415, en Arzila y Tánger desde 1471 y en Agadir o Santa Cruz do Cabo de Aguer desde 1505 hasta 1541),
consigue un nuevo esplendor de la mano de una dinastía de jerifes (sharif, es decir, descendientes de Mahoma por la
vía de Fátima y Alí) hasaníes, los saadíes, originaria del Sus, una de las muchas dinastías guerreras y religiosas
surgidas del sur, que logran frenar la decadencia, se dotan de una cierta organización política, e incluso promueven
un tímido renacer cultural (1554-1659), que ha dejado algunos notables monumentos como el mausoleo de sus
príncipes en Marrakech.
 Tras la batalla de los «tres reyes» en Alcazarquivir llega al poder Ahmad al-Mansur, que apoyado en el ejército y
los monopolios que alimentan su hacienda consigue una tregua con España para mantenerse al margen del
conflicto hispano-otomano y emprende una ambiciosa campaña de conquista contra el reino de Songhai (con su
capital, Gao), que le vale un espléndido botín en oro y, sobre todo, en esclavos.

2. EL OCASO DE LOS IMPERIOS SUBSAHARIANOS: GHANA, MALI, SONGHAI, BORNÚ Y BENÍN


El África sudanesa, apoyada en una elemental agricultura de subsistencia y, sobre todo, en su posición estratégica
en la desembocadura meridional de las grandes rutas caravaneras transaharianas y en la proximidad de las minas de
oro guineanas, de las minas de sal subsaharianas y de los estados proveedores de esclavos, consigue constituir una
serie de formaciones estatales, que se sucederán en la hegemonía de la región durante varios siglos.
 A comienzos de los tiempos modernos, el imperio de Ghana pertenece ya al recuerdo, mientras su sucesor, el
imperio de Mali (estado negro mandé o mandingo, bautizado así por los árabes, islamizado y bajo la autoridad
del clan keita) ha entrado en una profunda decadencia de la que ya no se recuperará, pese a su supervivencia
hasta la segunda mitad del siglo XVII.
 En este momento, los reyes de Portugal envían embajadas a sus soberanos (Mamadú I y Mamadú II), pero no
pueden impedir el posterior saqueo y práctica destrucción de la capital (que debía contar todavía con casi 30.000
habitantes) a manos de los songhai (1542-1546).

Su sucesor como potencia hegemónica es el estado Songhai, también de raza negra pero refractario a la
islamización, establecido en el curso medio del Níger, con capitalidad en Gao, y con una tradición monárquica e
independiente encarnada en la dinastía de los sonni.
 Sonni Alí (1468-1492) se revelaría como el primer gran conquistador conocido de raza negra: ocuparía
sucesivamente las ciudades de Timbuktú y Jenné, mantendría a raya a los tuareg y haría frente a la silenciosa y
por el momento pacífica invasión desde el sur de los pastores peuls o fulani.
 Uno de sus generales, Askia Muhammad (que era mandé o mandingo y musulmán) fundaría una nueva dinastía y
convertiría a Songhai en un estado moderno, dividiendo el territorio en provincias, manteniendo un ejército
permanente (que le permitiría extenderse hacia Mali y hacia Kanem) y patrocinando el florecimiento cultural de
ciudades como Jenné y Timbuktú, que alcanzaría su momento de máximo esplendor, con sus casi 40.000
habitantes y con su escuela de medicina y sus cursos de gramática árabe y de exégesis, teología y derecho
coránicos impartidos en torno a la mezquita Sankorey (cuyo edificio de barro apisonado y característico perfil se
ha conservado hasta nuestros días), y donde Mahmud Katí escribiría su Tarikh al-Fattach (o «Crónica del
Buscador») y Saadí alTimbuktí, su Tarikh as-Sudan (o «Crónica del Sudán»), que siguen siendo las fuentes
principales para conocer la historia del período.

Aposentado en la ruta que desde Gao enlazaba con Trípoli, el estado songhai controlaba las minas de sal
subsaharianas (Ijil, Taghaza y Tandeni), el oro del legendario yacimiento de Bambuk (en Guinea, en el alto valle de

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Faleme) y los esclavos que debían garantizar el trabajo en las minas de sal, o servir como producto de intercambio
junto con el metal precioso
 Su riqueza, como ya vimos, le atrajo la invasión de los marroquíes de Ahmad al-Mansur, que con un ejército de
4.000 hombres equipado con lonas (para las tiendas), cañones y pólvora de Inglaterra ocupó Gao y Timbuktú,
aunque sólo para saber que las minas de oro estaban mucho más al sur, en un territorio demasiado lejano para
aventurarse
 En cualquier caso, el fin del imperio Songhai significa también el fin de los grandes estados centralizados de
origen mandingo.

Más al este florece un nuevo estado sudanés, establecido en torno al lago Chad e islamizado desde el siglo XI: es el
estado llamado primero de Kanem (por su origen geográfico), pero más tarde de Bornú, tras haber abandonado ya
en el siglo XIV su primitivo asentamiento y haberse establecido en la otra orilla del lago
 La prosperidad de Bornú aparece estrechamente ligada (como en los demás casos) a su estratégica situación,
equidistante de Trípoli y el Mediterráneo (de donde sus relaciones con los otomanos), de Egipto, de los estados
sudaneses del oeste y de las reservas de esclavos del sur.
 También su edad de oro coincide con el siglo XVI, gracias a una serie de gobernantes enérgicos, entre los que
debe destacarse a Idris Alawma (1571-1603), que reorganiza su ejército (pidiendo a Túnez armas de fuego e
instructores), establece una administración centralizada y extiende su autoridad desde el Kanem reconquistado
hasta el macizo del Tibesti y los oasis del Kawar.
 A su muerte, Bornú es el único estado superviviente del África sudanesa.

Al sur de la sabana (el espacio de Ghana, Mali, Songhai y Bornú), ya en la región de la selva tropical, habitan los
yoruba, de religión animista y cultura evolucionada, el único pueblo negro cuya formación política tuvo una base
esencialmente urbana, fundando la primera gran ciudad negra del continente, Ibadán.
 Fundación suya es también la ciudad de Ifé, sede del oní o jefe religioso, ciudad santa, por oposición a Oyo,
capital política, sede del alafín o jefe temporal
 En el siglo XVI, la hegemonía de la región está en manos del pequeño reino de Benín, creado por un príncipe
procedente de Ifé, que sigue siendo la ciudad sagrada.
 Será su rey (oba) Okpame el que reciba la visita de los portugueses, que le hacen entrega de las primeras armas
de fuego y las primeras semillas de coco.
 Benín hereda también la tradición artística de Ifé (famosa por sus espléndidas cabezas de bronce, terracota y
piedra de estilo naturalista), especialmente su sabiduría en la fundición del bronce, que le permitió desarrollar
una escultura deslumbrante: miles de retratos (entre ellos los de los oba) y placas con escenas de la vida
cotidiana (incluyendo las inspiradas por la llegada de los portugueses), que constituyen sin duda una de las
cumbres del arte africano de todos los tiempos
3. EL REINO DEL PRESTE JUAN
Finalmente, en extremo oriental del Sudán, en altas mesetas fértiles y templadas abiertas a las costas del Índico, se
hallaba establecido el antiguo reino de Etiopía, poblado por grupos de habla semítica y gobernado por una dinastía
originaria de la región de Amara, que había procedido en el siglo XIII a la restauración del estado de la reina de Saba.
 El estado «salomónida», con capitalidad en Shoa, era la expresión política de un nacionalismo cultural de base
religiosa: el cristianismo copto ortodoxo, que defendía el monofisismo (es decir, la única naturaleza divina de
Cristo), tenían en Lalibela su ciudad sagrada (llena de iglesias excavadas en la roca y pintadas al fresco) y
practicaban la liturgia según el rito de Alejandría, cuyo patriarca nombraba al abuna o metropolitano etíope.
Desde finales SXV Etiopía había pasado a inscribirse involuntariamente en el tablero del ajedrez jugado por las
grandes potencias musulmanas y cristianas, para quienes el soberano (negus, Rey de Reyes y León de Judá)
era Preste Juan, en cualquier caso un monarca cristiano a la espalda de los estados islámicos del Mediterráneo
 La gran amenaza a la que hubo de hacer frente el rey Lebna Dengel (1508-1540) fue la invasión musulmana
llevada a cabo por el imam de Adal, Ahmad ibn Ibrahim al-Gazí, llamado «el Zurdo», que sólo pudo ser detenida,
ya en tiempo de su sucesor, Galawedos (1540-1559), gracias a la acción de un contingente portugués de 400
hombres desembarcado en Masawa (enero 1541) al mando de Cristóvâo da Gama, quien obtuvo una gran
victoria sobre los musulmanes (abril 1541), antes de ser vencido y muerto en un segundo encuentro en que el
imam tuvo a su lado a un contingente de soldados enviados por el sultán otomano (agosto 1542)
 El ejército etíope y sus aliados portugueses pudieron mantener una guerrilla permanente que finalmente
sorprendió y dio muerte al general musulmán (febrero 1543) alejando provisionalmente el peligro del reino
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Sus sucesores hubieron de enfrentarse a otras varias amenazas.
 En primer lugar, la presión de la flota turca del Índico, alejada tras sus derrotas de 1578 y 1589
 En segundo lugar, el proselitismo religioso de los portugueses, que finalmente habían acabado por descubrir que
el Preste Juan era en realidad un hereje monofisita y que en consecuencia trataron de convertir al catolicismo al
rey Galawdenos, aunque sin obtener el éxito deseado.
 El pueblo de los oromos o gallas, que había iniciado su evolución hacia la agricultura y el sedentarismo y se había
cristianizado, avanza desde el sur e invade lenta y pacíficamente las mesetas etiópicas, llegando a convertirse en
la etnia dominante del reino, aunque sin contestar el predominio de la dinastía amárica.
 El siglo XVI se cierra para Etiopía en medio de dificultades pero con mejores perspectivas que al comienzo, tal
como refleja la continuidad de su arte religioso de iglesias, conventos e ilustración de libros sagrados.
4. LOS PORTUGUESES EN ANGOLA, EL CONGO Y EL PAÍS DE ZANJ
Los portugueses, en su largo periplo por la costa occidental africana, fueron naturalmente entrando en contacto con
los estados constituidos en las diversas regiones donde tocaban sus barcos.
 Las relaciones se limitaron en muchos casos a los tratos que se consideraron necesarios para garantizarse el
acceso al tráfico de oro, marfil o malagueta, o para servirse de ellos como intermediarios para la obtención de
esclavos procedentes de las razzias emprendidas contra otras etnias limítrofes.
 Tan sólo en algunos casos, los lazos tendieron a hacerse más estrechos o la presencia portuguesa más acuciante.
 Así, sabemos que los reyes de Portugal enviaron embajadas a algunos soberanos de Mali (por entonces un
estado sumido en una decadencia irreversible) y que los exploradores lusitanos visitaron con asiduidad el
territorio de Benín, manteniendo conversaciones con sus reyes y propiciando de paso que sus imágenes
quedasen incorporadas a las placas de bronce que los artistas locales habían llevado a su máxima plenitud.
Sin embargo, la debilidad demográfica portuguesa y los objetivos comerciales prioritarios actuaron como freno de
cualquier tentación colonizadora por parte de los exploradores, salvo en un contado número de casos
 En la fase del reconocimiento de las costas occidentales, es decir, a todo lo largo del siglo XV, el único
experimento llevado a cabo fuera de la norma habitual de comportamiento fue el realizado en el reino del Congo
 Más tarde, con la llegada a las costas orientales, su intervención no se limitó al inevitable enfrentamiento con los
sultanes de las poblaciones de la costa, sino que protagonizaron también otros dos intentos de penetración al
interior, en Etiopía y en el reino del Monomotapa
A la llegada de los portugueses a la región, los primitivos pobladores del África central (pigmeos y bosquimanos)
habían sido desplazados por una serie de pueblos bantúes (raza negra, pero término que implica comunidad
lingüística y no étnica) y hamitas o etíopes, que habían ocupado, quizás por su superioridad de pueblos «herreros», o
sea conocedores de las técnicas del hierro, la orilla izquierda del valle del río Congo y la región de la actual Angola y,
más al este y al sur, el área comprendida entre el Zambeze y el Limpopo.
 En litoral atlántico estaba establecido un estado bantú que, dividido en varias provincias, era gobernado desde
su capital de Mbanza (más tarde rebautizada como San Salvador) por un monarca electivo (o manicongo), bajo
cuya autoridad los bakongos desarrollaban una vida de cazadores, «herreros» y guerreros, junto a otros pueblos
ganaderos (criadores de bueyes y ovejas) y agricultores (cultivadores de mijo, sorgo y ñame)
Pues bien, en 1482, el ya citado explorador portugués Diogo Câo tendría la oportunidad de entrevistarse con Nzinga
Nkuwa, un nieto del manicongo, con consecuencias inesperadas para el futuro del territorio.
 Así, los portugueses iniciarían un experimento de colonización original tras el bautizo primero de aquel príncipe
una vez en el trono y, después, de su sucesor, Nzinga Mbemba, que adoptaría el nombre de Afonso I (1506-
1543), se comportaría como un rey ilustrado empeñado en la modernización de su reino y en la colaboración con
los lusitanos y fundaría una dinastía cristiana con tal convencimiento que Mbanza llegaría a contar con diez
iglesias y a ser conocida como «la ciudad de las campanas»
 La experiencia no resistiría, sin embargo, la prueba de la muerte del «apóstol del Congo», que ya había tenido
ocasiones de sentirse agraviado por la actitud codiciosa e insolente de los portugueses.
 La fundación en la costa de la colonia de Angola (1575), centrada en la fortaleza enclavada en la isla de Luanda
(1576), sería el detonante para el desarrollo de la trata de esclavos en la región, incluido el reino del Congo, que
sufriría sus perniciosos efectos desde comienzos del siglo siguiente.
A la llegada de los portugueses, la costa del África oriental (desde el sur de Somalia y a todo lo largo de las actuales
Kenia y Tanzania hasta Mozambique) era el dominio de una refinada civilización, una civilización mestiza, fruto del
cruce de gentes de raza negra con inmigrantes árabes, persas, indios y malayos, que hablaban el swahili, una lengua
bantú que desde el siglo XVI al menos se escribía con caracteres árabes.

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 Llamada desde tiempos históricos tierra de Zanj (es decir, tierra de negros) por los árabes, su prosperidad,
basada en el activo comercio en el espacio del Índico, se revelaba en sus ciudades de bellas casas de piedra con
azoteas y puertas de madera tallada, de jardines y huertas, de bazares rebosantes de telas, de oro, de marfil y de
todas las artesanías (madera, alfombras, platería), y en sus habitantes lujosamente vestidos con ligeros trajes de
algodón y seda de vistosos colores
 Aparece constituida por verdaderas ciudades-estado (como Mogadishu o Mogadiscio, Brava, Lamu, Pate,
Malindi, Pemba, Zanzíbar, Kilwa —con 4.000 habitantes—, Mombasa —con 10.000—, Mozambique o Sofala),
gobernadas en su mayor parte por dirigentes musulmanes (jeques o shayks) llamados por su origen shirazíes, tal
vez procedentes de Persia o del Golfo Pérsico.
Este espacio sería sometido y organizado a lo largo del siglo XVI por los portugueses, que se beneficiarían de las
deficientes condiciones defensivas del rosario de ciudades-estados para imponer su voluntad a los soberanos locales
 Instalados primero en Sofala (1505), los portugueses saquean ese mismo año Kilwa y Mombasa y Brava al año
siguiente (1506), al tiempo que someten Lamu y Pate, dejando prácticamente libre sólo a Mogadiscio al norte
 Las ciudades pasarán una tras otra a convertirse en factorías lusitanas (Malindi, Kilwa, Sofala, Mozambique y
Mombasa con el famoso Fuerte Jesús construido en 1592-1593, la fortaleza más poderosa de la región y pieza
central del dominio de los portugueses, que imponen una guarnición permanente), pero el comercio pierde el
esplendor de épocas pretéritas, mientras la resistencia de una sociedad rica y evolucionada late subterránea a la
espera del primer síntoma de debilidad de los nuevos conquistadores.
5. EL REINO DEL MONOMOTAPA
Del mismo modo, cuando los portugueses se instalan en Sofala (1505), en la costa oriental africana, se enteran de la
existencia de un soberano que reina en la orilla meridional del río Zambeze llamado el Monomotapa (es decir,
mwenemutapa, el «señor de las minas»), a quien se deben los suministros de oro, marfil y hierro que reciben las
poblaciones de la costa
 El reino, también bantú, conectado con las minas de Zimbabwe y de Mapungubwe, debía tener un cierto nivel
de desarrollo, atestiguado por los cultivos en terraza, canales de riego, caminos, pozos, fortalezas, cementerios,
etc., así como también un régimen político medianamente evolucionado, que contemplaba el derecho de
primogenitura, la poligamia real y un imponente ceremonial. Sin embargo, este relativo esplendor estaba
amenazado por sus vasallos de Cangamira (que ya habían ocupado la fortaleza de Zimbabwe), antes de que se
concretase la presión portuguesa, exigiendo la firma de tratados comerciales, la conversión al cristianismo y la
subordinación política
Los portugueses, partiendo de Sofala, fundaron aguas arriba del Zambeze, dos establecimientos, Sena y Tete
 En 1550, António Gaiado llegaba a la región y conseguía convertirse en consejero del mwenemutapa en la ciudad
de Manika, obteniendo el título de «capitán de las puertas» (se sobreentiende de las puertas por donde salía el
oro) del propio virrey de Goa
 En la década siguiente, la subida al trono del rey Don Sebastián impulsaría una política aún más activa con la
vista puesta en la extracción del oro
 Como consecuencia, Francisco Barreto, un antiguo gobernador de Goa, mediante unas capitulaciones suscritas
en Almeirim (marzo 1569), sería puesto al mando de la expedición que debía emprender la «conquista de
Monomotapa», justificada por la muerte del jesuita Gonçalo da Siveira en la corte de Negomo Mupunzagutu
(marzo 1561), pero la incursión de su ejército de setecientos hombres no llegó más allá del puesto de Sena (fines
1571), desde donde se entablaron algunas negociaciones con el soberano africano y algunas escaramuzas con
sus aliados hasta la muerte del jefe de la fuerza expedicionaria (mayo 1573).
 Enseguida se puso en marcha una segunda tentativa a cargo de Vasco Fernandes Homem, que también
abandonó la empresa abrumado por el rigor del clima, la resistencia local y los escasos resultados obtenidos de
la explotación del oro en el curso de los ríos y de la exploración del territorio en busca de yacimientos
alternativos de oro o plata (1574-1577)
 Habría que esperar al siglo siguiente para reemprender la implantación en el interior del África oriental.
De esta forma, los tres intentos de penetración (reinos del Congo, Monomotapa y Etiopía) acabaron en sendos
fracasos, de tal modo que antes de terminar el siglo XVI se podía decir que la intervención portuguesa en el interior
de África había concluido, salvo para el reino del Preste Juan, como después veremos.
 A partir de este momento, el imperio lusitano en el continente mantiene la estructura característica de su
expansión: un rosario de factorías destinadas a garantizar el tráfico de una limitada serie de artículos (oro,
esclavos, malagueta, marfil y goma), primero en exclusiva y más tarde en concurrencia con los nuevos
competidores europeos que invaden la región: los holandeses, los ingleses y los franceses.
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