2.xxx.

9-15
2.749. x-x de
demes
abrildede2010
2011
PLIEGO

At il magnam fuga.
Pa velia volestem
EL DIACONADO PERMANENTE
magnam
FIRMA
Mn. Joan Jové Camí
Cargo
Director del Secretariado para el Diaconado permanente
de la Diócesis de Lleida

Medio siglo después de que el Concilio Vaticano II restableciera

el diaconado permanente en la praxis de la Iglesia, su presencia
en muchas diócesis sigue siendo todavía hoy casi testimonial.
Las páginas de este Pliego nos invitan a descubrir brevemente
sus raíces bíblicas, su papel en los diferentes períodos
Pit volorep
de la historia, udipsanis quunt
su dimensión dipsam
teológica asitatqui
y espiritual o su lugar
inctum velic toreperi accum vitempo sanimil
en la pastoral. Ojalá que esta lectura –acompañada
ipsumdiáconos
del testimonio de cuatro qui voluptis
permanentes– nos ayude
a responder algunos interrogantes en torno a una figura
cuyo ministerio de servicio reivindica un mayor protagonismo
en nuestras comunidades cristianas.
 PLIEGO
Signos de Cristo servidor
I. INTRODUCCIÓN
Cuando en la Iglesia se habla
de diáconos permanentes, se está
apuntando –tal como indica el Concilio
vaticano II en la constitución Lumen
Gentium, n. 29– a aquellos “varones
de edad madura, aunque estén casados,
y también a jóvenes idóneos, para
quienes debe mantenerse firme
la ley del celibato” a quienes se les
ha conferido el primer grado
del sacramento del orden, de manera
“que reciben la imposición de las manos
‘no en orden al sacerdocio, sino en
orden al ministerio’”, es decir, para que
ejerzan “el diaconado como grado propio
y permanente de la Jerarquía”.
El diaconado, que durante muchos
siglos había desparecido en la praxis
de la Iglesia, fue restablecido en el
Concilio vaticano II. Pero, de hecho, en
la mayoría de las diócesis no ha tenido
una acogida excesivamente entusiasta.
Después de 50 años, aún hay diócesis
que no lo tienen y, en la mayoría,
son pocos los diáconos –llamados
“permanentes”–. Incluso en alguna se
ha hecho una pausa para repensar el
sitio que pastoralmente les corresponde.
La restauración del diaconado
como grado propio de la jerarquía
ha suscitado toda una serie
de interrogantes:
i.
ii.
iii.
iv.
v.
vi.
vii.
¿Por qué restaurar este diaconado
cuando, en la práctica, lo que puede
hacer un diácono lo puede hacer
un laico?
¿Qué añade la ordenación diaconal
al laico?
¿no hay el peligro de que la
ordenación diaconal sea un obstáculo a
la promoción de los ministerios laicales?
¿no se habrá recuperado el
diaconado permanente solo por la falta
de sacerdotes?
Para responder a todas estas
preguntas, hay que empezar haciendo
una afirmación: el diaconado es un
sacramento. Ahí está su identidad. otra
cosa será el lugar que pastoralmente
le pertenece. Lo que hace un diácono
no es idéntico a lo que hace un laico;
al menos, en el orden de la gracia.
Lo característico del diácono es ser
signo de Cristo-servidor. Así como
lo característico del obispo y del
sacerdote es ser signo de Cristo-pastor.
El diaconado llega hoy, pues, no como
suplencia a la falta de sacerdotes, ni
como amenaza a los ministerios laicales.
Son la teología y la historia las que
nos podrán ayudar a descubrir cuál es la
identidad del diácono y cuál debe ser su
lugar en nuestra pastoral. no hemos de
pensar en reproducir una copia exacta
de lo que fue el diaconado primitivo, ya
que las circunstancias son diferentes.
intRoDuCCiÓn
BiBliA
HistoRiA
teologÍA
esPiRituAliDAD
PAstoRAl
ConClusiÓn
Las necesidades concretas que
plantean las comunidades cristianas
y las respuestas que el Espíritu va
sugiriendo nos han de llevar a descubrir
el sitio del diaconado actualmente.
Pero no es posible saber cómo ha de ser
el diaconado hoy en día sin tener un
conocimiento profundo de cuál ha sido
su historia y cuál es su identidad.
II. BIBLIA
“Los doce apóstoles reunieron a
todos los creyentes y les dijeron: ‘no
está bien que nosotros dejemos de
anunciar el mensaje de Dios para
dedicarnos a la administración. Por eso,
hermanos, buscad entre vosotros siete
hombres de confianza, entendidos y
llenos del Espíritu Santo, para que les
encarguemos de estos trabajos. Todos
estuvieron de acuerdo, y escogieron
a Esteban, Felipe, Prócoro, Nicanor,
Timón, Pármenas y Nicolás. Luego
les presentaron a los apóstoles y les
impusieron las manos” (Hch 6, 2-6).
Como se ve, ya desde el inicio de la
Iglesia fueron instituidos diáconos
(“servidores”) para ayudar a los
apóstoles, especialmente en la caridad y
en la organización de la comunidad.
En el nuevo Testamento, la palabra
“diácono” incluye siempre la realidad
de un servicio especial encomendado a
través de la imposición de las manos.
En la primera carta a Timoteo, el
apóstol Pablo le recomienda que tenga
sumo cuidado en la selección y en
la vida de los diáconos: “Asimismo,
los diáconos deben ser hombres
respetables, que nunca falten a su
palabra ni sean dados a emborracharse
ni a desear ganancias deshonestas.
Deben apegarse a la verdad revelada
en la cual creemos y mantener limpia
la conciencia. Primero, deberán ser
sometidos a una pruebas, y después, si
son irreprochables, podrán servir como
diáconos… Porque los diáconos que
realizan bien su trabajo se ganan un
lugar de honor, y con mayor confianza
podrán hablar de su fe en Cristo Jesús”
(1 Tim 3, 8).
III. HISTORIA
Siglos I-II:
El diaconado como un ministerio
diferente del episcopado y del
presbiterado ya aparece en los
primeros escritos cristianos (La Didajé,
Tertuliano). San Ignacio de Antioquía
dirá: “Diáconos de los misterios de
Jesucristo… no sois vosotros ministros
de comidas y bebidas, sino servidores
de la Iglesia de Dios”.
Se puede afirmar:
1. Que los diáconos en la Iglesia
primitiva ejercen funciones en los tres
campos de la actividad ministerial:
la Palabra, la liturgia y la caridad.
2. Que forman parte del equipo rector,
que junto con el obispo y el presbiterio
tienen la misión de salvaguardar y
proveer la unidad y la paz en la Iglesia.
Siglo III:
“La tradición apostólica” y la
Didascalia Apostolorum nos muestran la
realidad de los diáconos en este siglo.

HUMILDAD PARA SERVIR MÁS Y MEJOR

JOSEP VICENT FORNER CALPE
diácono de la diócesis de lleida coherencia con la intención de los apóstoles cuando instituyeron
a los siete diáconos (cf. Hch 6, 3-4); es decir, intento servir y
preparar a la comunidad cristiana para que esté bien dispuesta a
Soy Josep Vicent Forner, diácono de la Dió- acoger la predicación de sus pastores y, a su vez, hacer lo posible
cesis de Lleida y miembro del Seminario del para que estos –el obispo y sus presbíteros– puedan dedicarse a
Pueblo de Dios (SPD) –asociación de fi eles la oración y a aquello que les es propio y no tengan que ocuparse
que ofrece una escuela de vida y formación laical al servicio de de tareas que corresponden a los demás como miembros vivos y
la Iglesia local–. Fui ordenado por el obispo monseñor Francesc comprometidos del Pueblo de Dios.
Xavier Ciuraneta el 4 de junio de 2006, he estado al servicio de También tengo muy presentes las palabras de monseñor Ciuraneta
las parroquias del arciprestazgo de la Ribagorza y, desde el año en la homilía de mi ordenación: “Si queremos entender la identidad
2009, ejerzo como secretario particular del obispo monseñor Joan y misión del diácono, no lo tenemos que ver como un presbítero
piris y como delegado diocesano de Pastoral Vocacional, además rebajado o como un laico promocionado, sino como un signo-persona
de formar parte de la Delegación de Jóvenes y del equipo pastoral a través del cual Cristo se manifi esta y nos invita a todos a la sublime
del Colegio Episcopal. vocación de servir a Dios y a los hombres”. Por eso, yo destacaría
Empecé a conocer el diaconado cuando a los 18 años entré a que lo fundamental no es qué puedo o no puedo hacer desde el
formarme en el SPD, un original seminario laical en el que, en la diaconado, sino cómo debo ejercer este servicio en relación con
relación de caridad entre hombres y mujeres, crecen y maduran el obispo, los presbíteros y el resto de la asamblea cristiana para
todas las vocaciones del Pueblo de Dios. Tras el proceso de forma- que la Iglesia, en su riqueza de ministerios ordenados y laicales,
ción, hice el compromiso como miembro interno –célibe en vida dé testimonio de Cristo por la unidad en el amor.
comunitaria– de esta comunidad, la cual quiere contribuir a que Esto me pide una actitud constante de oración, vigilia y disponi-
los cristianos descubran su consagración bautismal, la vocación bilidad para descubrir lo que el otro necesita y dar la respuesta
a la unidad en torno al obispo y su misión en la Iglesia diocesana. evangélica que la caridad fraterna exige, desde la sencillez, la
Precisamente, la disponibilidad al servicio de la Iglesia particular me humanidad de los pequeños detalles y el trabajo bien hecho;
llevó, en el año 2004, al Pont de Suert (Diócesis de Lleida), donde pero, sobre todo, con la humildad para reconocer mis errores y
cinco miembros de nuestra asociación (dos sacerdotes, dos laicas debilidades y aprender de ello, para servir más y mejor.
y yo) atendíamos la pastoral de la comarca de la Alta Ribagorza.
Aunque todo lo llevábamos en equipo, yo me dedicaba de forma
especial a las clases de Religión en el instituto y a coordinar la
catequesis de niños y jóvenes, la formación de adultos, la liturgia
y Cáritas. No es que yo quisiera ser diácono, me encontraba “có-
modo” como laico entregado a la misión, pero monseñor Ciuraneta,
en diálogo con el SPD, vio signos de vocación al diaconado. Yo lo
acogí como voluntad de Dios y fui ordenado.
Por mi parte, en los cinco años de ministerio, tanto en el arci-
prestazgo de la Ribagorza como en el servicio a monseñor Piris
y a las delegaciones diocesanas, he procurado y procuro vivir en
 PLIEGO
La espiritualidad específica del diácono
es el servicio: “Haceos conscientes
de la grandeza de vuestra diaconía como
el Señor dice en el Evangelio: ‘Quien
de vosotros quiera ser primero entre
vosotros que sea vuestro servidor como
el Hijo del Hombre, que no vino a ser
servido sino a servir’. También vosotros
debéis hacer lo mismo” (Didascalia).
También en este siglo los diáconos
ejercen su actividad en los tres ámbitos
del ministerio pastoral: la Palabra,
la liturgia y la caridad.
Siglos IV-VII:
A medida que se van creando las
parroquias rurales, se va imponiendo
casi como un axioma que no tiene
que haber ninguna parroquia sin su
diácono. no obstante, los documentos
de la época aún sitúan al diácono en
relación al obispo. Pero la realidad de
las parroquias rurales va dando paso
a que el diácono no se considere tanto
en relación al obispo cuanto como
ayudante de los párrocos.
La historia nos narra algunos
conflictos entre párrocos y diáconos. En
Roma, y en otros lugares, los diáconos
querían equipararse en dignidad a los ministerio de la caridad, pero cada vez
párrocos incluso en la celebración de más existe la tendencia a centrarse solo
la Eucaristía. El Concilio de nicea (325) en el culto.
tiene que recordar a los diáconos que
son inferiores a los presbíteros y deben Siglos VIII-XII:
ocupar el lugar que les corresponde. Durante este período, el servicio
El diácono prepara a los catecúmenos, que dispensan los diáconos a las
proclama el Evangelio, guarda el orden comunidades casi era imperceptible.
en las celebraciones, se ocupa del Pedro, el cantor, se queja de que

UN GRAN REGALO DE DIOS

LUIS ÁNGEL MURGA GUTIÉRREZ confi rmar, poder hacer una visita a las personas mayores que
diácono permanente están solas en esos pueblos… Esas son las principales tareas que
de la diócesis de santander yo puedo realizar durante los fi nes de semana, pues diariamente
me debo a mi puesto de trabajo, el que sustenta mi familia. En
Soy luis ángel murga Gutiérrez, diácono perma- defi nitiva, es una ayuda al sacerdote para poder atender al mayor
nente de la Diócesis de Santander desde el 12 número de fi eles.
de octubre de 2009. Estoy casado y soy padre También animo dos grupos de Lectura Creyente, donde trabajamos
de tres hijos. En la actualidad presto mis servicios como diácono el conocimiento de la Palabra de Dios. Soy catequista de un grupo
en dos unidades pastorales de pueblos cercanos a Reinosa, mi de jóvenes que se preparan para la confi rmación. Además, tengo
ciudad natal y donde tengo mi ocupación laboral. celebraciones de la Palabra todos los domingos y algún sábado, y
Hace ya unos días, me pidieron que escribiera acerca de mi diaco- si coincide algún bautizo, alguna boda y algún entierro, pues son
nado permanente, pero tenía un evento tan importante que no he las labores que puede ejercer un diácono.
tenido mucho tiempo: nuestro hijo mayor, luis ángel, se ordenaba Me siento contento con este servicio, porque, aunque ya llevo
diácono temporal, pues si Dios quiere será ordenado sacerdote el bastantes años haciendo la celebración de la Palabra, en algunos
año que viene. Lo hago ahora, que ya ha sido ordenado. Fue el Día de los pueblos, el estar ordenado diácono me habilita para esas
de San José, el Día del Padre, y ¡qué mejor regalo para un padre otras tareas que antes no podía realizar, con lo cual el sacerdote
que su propio hijo siga sus propios pasos en lo que respecta a la fe! está algo más liberado y se pueden atender más poblaciones.
Fue una celebración muy emotiva para mí y para nuestra familia, el Aunque suponga un gran esfuerzo, pues hay compaginar trabajo,
poder ponerle a mi hijo los ornamentos propios del diácono (estola familia y servir a la Iglesia, y el tiempo libre es escaso. Hay veces
cruzada y dalmática) y el abrazo de diácono a diácono. Eso es algo que acabas agotado, pero te queda buen sabor de boca cuando,
inenarrable. Así que ahora que estoy más tranquilo, aunque sigue después de visitar a alguna persona de algún pueblo, ves que la
la emoción de ese Día del Padre y ese gran regalo, voy a centrarme has hecho feliz, que necesitaba que la escuches, que la acompa-
en lo que supone para mí ser diácono permanente. ñes, que pueda comulgar, que pueda oír la Palabra de Dios… Todo
Se trata de un gran regalo de Dios, es –como su nombre indica– un eso me ayuda a realizarme como cristiano, como fi el seguidor de
servicio a la Iglesia, es poder atender una serie de pueblos que Jesucristo, que entregó su vida por el bien de todos, así que yo
no tienen presencia sacerdotal. El poder servir a la Iglesia, ante intento entregar mi tiempo libre.
tantas necesidades que hay, es para mí un gran honor, pues como En muchas de estas tareas, también cuento con mi mujer, que me
he dicho al principio estoy en dos unidades pastorales que abarcan acompaña en muchísimas ocasiones; y así, gracias a ella, podemos
unos cuantos pueblos cerca de Reinosa y que, con la escasez de abarcar algún compromiso con las familias, atender a las que vienen
sacerdotes que hay, no tendrían nada más que una celebración al a pedir el bautismo o el matrimonio, darlas algunas catequesis o
mes algunos; otros, todavía menos. Pero ya no es tanto la celebra- incluso acompañarlas posteriormente.
ción como el poder atender y llevar la comunión a los enfermos, Como se ve, esta es la tarea de un diácono permanente, llena de
que los jóvenes puedan tener una catequesis para que se puedan servicios, pero todo sea por el amor a Cristo y a su Iglesia.
sean ordenados incluso niños pequeños.
El diaconado se convertirá en una etapa
necesaria para llegar al sacerdocio.
Siglos XIII-XX:
En el Concilio de Trento (1545-1563),
se oirán algunas voces de crítica que
hablan de ministerios “sin uso” que
son “solo un nombre”, y pedirán su
restauración. El Concilio se hizo eco de
esta petición y elaboró un decreto para
dar sentido a este ministerio, pero tal
documento quedó en letra muerta. La
situación continuó siendo la misma.
El Derecho Canónico de 1918 casi no
significó ningún cambio. El diácono
podía predicar, exponer el Santísimo,
bautizar y dar la comunión por causa
grave.
La restauración del diaconado
No se puede afirmar que la Iglesia
haya renunciado nunca a esta
restauración, pero de hecho no se ha
llevado a cabo hasta estos últimos
cincuenta años. Comienza a surgir la
idea en Alemania, en la década de los
40 del siglo pasado, para responder a
la escasez de sacerdotes. En el año 1957,
el papa Pío XII consideró que la idea
no estaba lo suficientemente pensada
ni madurada.
Sería el Concilio Vaticano II, en el año
1964, en la constitución sobre la Iglesia,
el que autorizó el restablecimiento del
diaconado permanente: “En el grado
inferior de la Jerarquía están los diáconos
que reciben la imposición de las manos
no en orden al sacerdocio sino en orden
al ministerio. Así, confortados con
la gracia sacramental, en comunión
al obispo y su presbiterio, sirven al
pueblo de Dios en el ministerio de la
liturgia, de la palabra y de la caridad
[…]. Teniendo en cuenta que, según la
disciplina actualmente vigente en la
Iglesia latina, en muchas regiones no
hay quien fácilmente desempeñe estas
funciones, tan necesarias en la vida de la
Iglesia, se podrá restablecer en adelante
el diaconado como grado propio y
permanente en la Jerarquía” (LG, n. 29).
IV. TEOLOGÍA
El diácono NO ES:
Un monaguillo cualificado ni un
sacristán reubicado.
EL DIACONADO EN
LAS DIÓCESIS ESPAÑOLAS
Cuadro estadístico
de los diáconos permanentes
(Julio 2010)
DIÓCESIS
Albacete 7
Alcalá de Henares 4
Alicante 4
Almería 2
Astorga 1
Ávila 2
Barcelona 38
Bilbao 3
Cádiz y Ceuta 13
Córdoba 3
Coria-Cáceres 2
Cuenca 1
Getafe 6
Girona 6
Granada 2
Huelva 16
Jaca 2
Jerez de la Frontera 17
León 1
Lleida 6
Madrid 20
Málaga 15
Mallorca 7
Menorca 2
Orihuela-Alicante 6
Osma-Soria 1
Palencia 1
Pamplona-Tudela 2
Salamanca 4
Sant Feliu de Llobregat 17
Santander 3
Santiago de Compostela 4
Segorbe-Castellón 3
Sevilla 39
Solsona 4
Tarragona 5
Tenerife 4
Terrassa 7
Tortosa 2
Tui-Vigo 3
Urgell 1
Valencia 10
Valladolid 8
Vic 7
Vitoria 3
TOTAL DIÁCONOS 314
Un sacerdote rebajado o medio cura.
Un laico promocionado para
acaparar el trabajo apostólico
de los laicos.
Una solución funcional de
emergencia a la falta de sacerdotes.
Un hombre ordenado
exclusivamente al servicio del altar.
El diácono ES:
Un servidor de la comunidad,
haciendo posible que el apóstol
se dedique a lo que le es propio
(Hch, 6, 3-4).
Ordenado y vinculado directamente
al ministerio episcopal, al servicio
del Pueblo de Dios.
Sacramento de Cristo servidor.
Diaconía de la Palabra,
de la liturgia y de la caridad
Como hemos dicho, en el siglo III
los diáconos ya ejercían su servicio
en estos tres ámbitos, y así lo recoge la
constitución Lumen Gentium, n. 29.
Ministerio de la Palabra
Según el rito actual de la ordenación
de diácono, el primer aspecto del
ministerio diaconal es el ministerio
de la Palabra. Después de invocar
al Espíritu Santo y de imponer al
candidato la estola y la dalmática,
“ornamentos del diácono”, el obispo
le entrega los Santos Evangelios con
estas palabras: “Recibe el Evangelio
de Cristo, del cual has sido constituido
mensajero; cree lo que lees, enseña lo
que crees, y practica lo que enseñas”.
Estas palabras son muy parecidas a
las que se dicen en la consagración de
un nuevo obispo. Hay un paralelismo
entre los dos ritos de ordenación,
el episcopal y el del diácono. En los
dos se confiere el Espíritu Santo para
predicar el Evangelio. No es una
coincidencia casual. Aquí se muestra la
unidad del sacramento apostólico. Las
ordenaciones episcopales, sacerdotales
y diaconales de rito bizantino utilizan
idéntico texto consagratorio, cambiando
la palabra obispo, sacerdote o diácono
según convenga.
El diácono, en virtud de la ordenación,
se convierte en mensajero, pregonero
del Evangelio. El talante propio de
la actividad diaconal, en virtud del
sacramento, no es el modo laical,
 PLIEGO
tampoco el sacerdotal. Es el modo
diaconal. Es decir, servidor en Cristo-
sirviente. De aquí se deriva la necesidad
de una formación espiritual, teológica
y pastoral.
Ministerio de la liturgia
Por esto, las acciones y actuaciones del
diácono dentro de la liturgia son partes
integrantes, y no simples adornos.
El diácono es responsable en la asamblea
del culto, de servir bien, haciendo todo
y solo aquello que le corresponde.
Se trata, por tanto, de servir sin
presidir. Algunas personas tienen
la tendencia a circunscribir la función
litúrgica del diácono a los sacramentos
del bautismo y del matrimonio, y a otras
funciones que el diácono “puede” hacer,
olvidándose de que el oficio que define
al diácono es servir, y servir sin presidir.
El diácono es un “facilitador”, tanto
dentro como fuera de la liturgia. Dice la
introducción de la edición española de
la ordenación general del Misal Romano:
“El verdadero maestro o director de la
celebración tiene que ser un ministro
que tenga función dentro de la misma,
es decir, el diácono, el cual no puede
quedarse en figura decorativa y en
un simple acompañante del celebrante
principal”.
Al ocupar su lugar en la nueva liturgia,
el diácono tendrá que ejercer su oficio y
solamente el suyo. Por esto, el diácono
tendrá que conocer bien su ministerio.
no sirve de nada reclamar sin saber
lo que se reclama. También lo que se
aplica al diácono se puede decir del
celebrante y de otros ministros. Aún hay
celebrantes que parece que no entienden
la presencia litúrgica del diácono
que sirve sin presidir. Para algunos,
el diácono sería como “un angelito
glorificado” (hacer de adorno).
Hace falta que todos (comunidad,
sacerdotes y diáconos) sean instruidos en
relación a la identidad del diácono y de su
función. En la mente de muchos existe un
salto del laicado al presbiterado. Se habla
mucho de ministerios laicales. El diácono
es un “llamado” por Dios a un ministerio
propio.
Ministerio de la caridad
Hay quien reduce el diaconado
al ministerio de la caridad,
circunscribiendo este ministerio
simplemente a la acción social.
ÚTIL, AGRADECIDO Ciertamente, existen diáconos con este
carisma, pero el diaconado no se puede
Y COMPROMETIDO reducir solo a la acción social. Hay
ENRIQUE diáconos que han sido formados para
BORREGO la acción social y se les ha inculcado
DE LOS RÍOS que el resto es de segunda o tercera
Diácono categoría. Pensar de este modo sería un
permanente error, ya que el ministerio de la Palabra
de la Diócesis y la liturgia van unidos al ministerio
de Huelva de la caridad.
Pero la caridad entendida como
Cuando hace unos años fui ordenado, no expresión del amor de Dios. Desde
me podía imaginar la satisfacción que la situación presentada en Hechos 6, se
me iba a proporcionar ser incluido en el ve al diácono llamado a este ministerio:
Orden de los Diáconos Permanentes de la la administración de la caridad.
Diócesis de Huelva. Para mí y mi familia San Lorenzo es el mártir de la caridad y
fue, y es, una gracia concedida por el patrono de los diáconos, dedicado de una
amor del Padre, a quien me afano en co- manera especial a este oficio del amor
rresponder. A pesar de la incomprensión hacia los pobres, a los que reconocía
de algún clérigo que, posiblemente, no como el tesoro más grande de la Iglesia.
conoce sufi cientemente bien o rechaza La Iglesia tiene que tener siempre un
el rol del diácono permanente, que de lugar preferencial en su corazón para los
todo hay. pobres y los necesitados; en su corazón
La experiencia que tengo a lo largo de y en sus hechos. El encuentro con Dios
todos estos años es desde la práctica del que es amor lleva necesariamente al
servicio a la parroquia, Pueblo de Dios, encuentro amoroso con el prójimo. Este
en donde ejerzo mi ministerio, ayudando oficio, que el orden episcopal confía
y colaborando con el párroco en aquellos al diácono de forma especial, es un
ministerios para los que fui ordenado: la derecho y un deber para el diácono.
liturgia, la Palabra y la caridad. Aunque la sociedad moderna
Personalmente, me siento útil a la Igle- terminara con la pobreza del mundo,
sia diocesana en el contacto directo con siempre existirán otras necesidades
aquellas personas, muchas en estos úl- materiales, espirituales, sociales,
timos tiempos de crisis, paro, escasez, culturales… y, por tanto, siempre habrá
soledad, angustias y necesidades de toda lugar para la caridad y el amor, y allí
clase, que se acercan a nosotros en de- estaría el diácono.
manda de auxilio y/o ayuda de cualquier Hay que recordar que el modelo
género. Son muchas personas las que último del diácono es solo Jesucristo.
se acercan solo para hablar, con mucha Jesucristo sirviente del Padre y redentor
necesidad de compañía, de ser oídas y de la humanidad.
escuchadas en su problema personal, En definitiva, estamos ante un
en lo que sienten y sufren, buscando ministerio triple: la diaconía de la
comprensión y, desde mi condición de caridad es inseparable de la diaconía de
hombre casado y creyente, buscan orien- la Palabra y de la diaconía de la liturgia,
tación familiar y consejo que les haga dado que tienen el mismo origen,
soportable su situación particular, en Cristo servidor.
ocasiones, grave.
También me siento agradecido y com-
prometido, como cristiano y creyente
convencido, con el deber de ser testigo
de mi opción en el seguimiento del Naza-
reno, y corresponderle, en la medida de
mis posibilidades y de mis limitaciones
humanas, pero honestamente, al amor
y la ternura de Dios hacia mí y hacia mi
familia.
 Por consiguiente, la clave de la
UNA VIDA PLENA DE SERVICIO vida en el Espíritu del diácono es la
experiencia del servicio en la línea
FERNANDO ARANAZ ZUZA profética (diaconía de la Palabra),
diácono adjunto a la Capellanía del Centro penitenciario litúrgica (diaconía eucarística y de
diócesis de pamplona-tudela plegaria) y caritativa y administrativa
(diaconía de la caridad), que nace de
las palabras de Jesús: “Yo no he venido
El diaconado es para mí un gran don que he recibido de Dios y que ha a ser servido, sino a servir”(Mt 20, 28).
cambiado mi óptica de la vida. Aporta una dimensión nueva a mi fa- El diaconado debe ser vivido no solo
milia desde mi papel de esposo, padre y diácono. Dios me permite ver como una tarea a realizar, sino, sobre
a los presos con los ojos de la fe. Siento que vivo una vida plena con el sentido propio de la todo, como expresión ministerial de la
imitación a Cristo servidor de todos, que vino no a ser servido sino a servir. Me siento afor- humanidad de Jesús, que lava los pies a
tunado por poder dar testimonio de mi alegría y esperanza a los hombres y mujeres que des- sus discípulos, como signo de una faceta
de la cárcel viven desesperanzados en uno de los rincones más grises de nuestra sociedad. esencial del amor enamorado de Dios: el
Nunca pensé que podría recibir de Dios tanto siendo yo tan poco, y eso sin pensar en servicio desde el último lugar.
lo que nos espera si lo amamos. La santificación del diácono, pues,
El diaconado es el gran desconocido de nuestra Iglesia: solo 300 diáconos en nuestro consistirá en ser un servidor humilde,
país, dejando sus vidas con una apretada agenda de familia, trabajo y ministerio entre paciente y generoso de la comunidad,
los más pobres. La sociedad está necesitada de personas que con su compromiso de mostrando siempre su fidelidad a Dios
vida testimonien que Cristo está vivo y que y a la Iglesia, a todos los hombres y
nos ama a todos con locura. Los diáconos mujeres, de manera muy especial a los
tenemos la ventaja de que, siendo clérigos, más necesitados y a los que más sufren.
estamos muy cercanos a los laicos, ya que Así, el diácono vive su vocación
trabajamos en la vida civil, somos padres cristiana en el servicio y la
y esposos. Considero que es un lujo poder disponibilidad para hacerse presente
estar cercano y alegrarme y sufrir con quie- allá donde el obispo y la comunidad
nes menos tienen y más sufren en nuestra le necesite; siempre respetando las
sociedad. Mi vida solo cobra sentido en la circunstancias de su vida, trabajo,
medida en que soy capaz de imitar al Cristo matrimonio, etc.
que comía con los pecadores y prostitutas, Tal como vemos en el relato de la
oraba a Dios Padre y partía y compartía su institución del diaconado, en el libro de
pan con todos. los Hechos de los Apóstoles, el diácono
es como un puente, como una bisagra
entre el obispo (sucesor del apóstol)
También conviene aclarar y recalcar y la comunidad cristiana. Sirviendo
que hay carismas especiales, y que unos a la comunidad, hace posible que el
diáconos pueden estar dotados más pastor pueda dedicarse a aquello que le
para un carisma que para otro. Esto que es la espiritualidad bautismal de la es propio: acompañar a la comunidad
es natural y propio de la naturaleza Iglesia, que se concreta según la vida, el desde la oración y la predicación
humana. Pero no se ha de entender carisma y la misión específica de cada de la Palabra de Dios.
como si la Iglesia tuviese que ordenar uno de los bautizados. Asimismo, el diácono prepara al
diáconos predicadores, o diáconos Por ello, todo lo que afirmaremos Pueblo de Dios para acoger el ministerio
liturgistas, o diáconos responsables de en este punto en relación al diácono del obispo y de sus presbíteros, al
la caridad. Estos oficios o ministerios puede ser aplicado a todo cristiano y, sin tiempo que ayuda a estos a sintonizar
no se excluyen mutuamente. Antes embargo, pone de manifiesto algunos con las inquietudes de los fieles.
bien, son como círculos concéntricos aspectos de la vida espiritual que el Pablo VI hablaba del diaconado “como
alrededor de Cristo, y que cada diácono diácono está llamado a profundizar de intérprete de las necesidades y anhelos
ha de intentar ejercer de acuerdo una manera especial, en razón del don de las comunidades cristianas”
con sus cualidades, pero siempre recibido en la ordenación y de la misión (Ad Pascendum).
han de ser signos de Cristo-servidor. de servicio que, en virtud de ella, se le Con ello, el diácono promueve de
encomienda en la Iglesia. una manera particular el sentido
V. ESPIRITUALIDAD La espiritualidad del diácono, por comunitario del Pueblo de Dios.
tanto, nace del ser sacramental, en dos También podemos decir que la
Hablar de espiritualidad diaconal, o sentidos: se fundamenta en la gracia espiritualidad diaconal sería, en cierto
sacerdotal, o laical, o… es una manera del sacramento del orden y se orienta modo, la de Juan el Bautista: preparar
de describir matices diferentes a la misión de ser signo sacramental los caminos del Señor, trabajar para
de la única espiritualidad cristiana, de Cristo servidor. que se den los elementos necesarios
 PLIEGO
para el encuentro entre Cristo-Esposo
(representado por el ministerio
sacerdotal) y la Iglesia-Esposa
(la comunidad cristiana concreta).
VI. PASTORAL
Así como la espiritualidad del diácono
radica en el ser, la pastoral radica en
el obrar, fruto de su vivencia espiritual.
Por tanto, el ser y el obrar han de ir
siempre unidos.
El diaconado ha estado tanto tiempo
ausente de la pastoral de la Iglesia,
que hoy nos resulta difícil encontrar
su lugar en dicha pastoral.
Pero cabe señalar que, entre los
Padres de la Iglesia, san Ignacio de
Antioquía no podía imaginarse una
Iglesia particular sin obispo, presbítero
y diácono, y subraya que el ministerio
del diácono es el “ministerio
de Jesucristo”.
“Estad de acuerdo, Obispos y diáconos,
y pastoread el pueblo con diligencia y
armonía, porque vosotros dos tenéis que
ser un solo cuerpo, padre e hijo, pues
representáis la imagen de la divinidad
(…). El diácono debe ser el oído y la boca,
y el corazón y el alma del Obispo, ya
que, estando ellos dos de acuerdo, de su
concordia depende la paz de la Iglesia”
(Didascalia Apostolorum II, 44, 2.4).
La historia nos recuerda que no
podemos vaciar de contenido las
funciones del diácono. Esta fue la causa
principal de la extinción del diaconado
como ministerio autónomo. El diácono
no es un laico ni un sacerdote. Él tiene
su vocación propia y su lugar en la
pastoral diocesana
Para clarificar mejor este punto,
podríamos partir de estos principios:
1. Todo bautizado está llamado
a la santidad y a ser testigo de Cristo en
el mundo.
2. Dentro del Pueblo de Dios hay
diferentes misiones, cada una con
su carisma propio.
3. Algunos de entre los bautizados
son llamados a trabajar dentro de la
comunidad cristiana para construir las
condiciones necesarias a fin de que, tanto
los laicos como el sacerdote, puedan
dedicarse a aquello que les es propio.
Por eso, es función específica del
diácono cuidar el ambiente y todo lo
necesario para que la comunidad esté
cada vez más en condiciones para
escuchar la Palabra, celebrar la fe y
vivirla más profundamente.
El diácono se pone a disposición
del obispo para ser sus brazos en todo
lo que corresponda a un servicio
en la comunidad. Allí donde se necesite
un servicio, allí estará el diácono
El ámbito propio del laico es el
mundo, aunque algunos tendrán que
estar presentes en la edificación de
la comunidad. El ámbito propio del
diácono es la comunidad. Aunque
algunos de ellos, en razón de su trabajo
y vida familiar, están muy presentes
en la sociedad construyendo el Reino.
Dos son los escollos que hemos
de evitar:
Que el diácono no acapare,
en el servicio a la comunidad, lo que es
propio de los ministerios laicales.
Que se queden en meros servidores
del altar, mutilando la amplitud
de su ministerio.
Como ya hemos apuntado, la acción
pastoral originaria del diácono está
descrita en la cita de los Hechos de
los Apóstoles (6, 1-7) y la ratifica la
constitución Lumen Gentium, afirmando
que el diácono debe “ocuparse, en
nombre de la Jerarquía, en oficios de
caridad y de administración, y en obras
de ayuda social; dirigir legítimamente,
en nombre del párroco y del obispo,
las comunidades cristianas dispersas;
promover y apoyar las actividades
apostólicas de los laicos” (LG, n. 22).
Las mencionadas funciones del
diácono comprenden las siguientes
áreas pastorales:
Área de la Palabra: anuncio
del Evangelio, enseñanza, catequesis,
comunicación social y preparación
a los sacramentos.
Área de la Liturgia: preparar el
altar, proclamar el Evangelio, predicar,
distribuir la comunión, presidir la
celebración del bautismo, matrimonio y
exequias, actos eucarísticos y asambleas
dominicales en ausencia del sacerdote,
oración litúrgica y otros ejercicios
de piedad.
Área del servicio: acción caritativa,
pastoral de enfermos, de familias,
de jóvenes, de niños…, secretaría y
administración económica, animación
de comunidades, etc.
Resulta evidente que la pastoral
diaconal adquiere connotaciones
diversas en cuanto a su vivencia
espiritual y a su dedicación se refiere,
según sea un diácono casado, viudo,
célibe o de vida consagrada.
A modo de ejemplo, entre otras,
estas podrían ser algunas de las
tareas pastorales propias del diácono:
ser responsable de un área pastoral
parroquial, arciprestal o diocesana
(Cáritas, liturgia, catequesis…); formar
parte de un equipo pastoral; asumir
la responsabilidad de la liturgia
en la parroquia; acompañar a grupos
de formación…
Pero es importante recordar que, sea
cual fuere la tarea a realizar, el diácono
la lleva a término como presencia
sacramental de Cristo servidor,
y aquí radica su especificidad;
una especificidad que tiene sentido en
cuanto signo y testimonio de la vocación
al servicio de amor propia de todo
bautizado.
VII. CONCLUSIÓN
Terminamos. Hemos querido
presentar de una manera sencilla los
diferentes aspectos del diaconado, pues
estamos convencidos de que muchos
cristianos los desconocen.
La recuperación del diaconado es
algo nuevo para nuestras comunidades.
No ha entrado como algo normal en la
vivencia comunitaria de la fe. Habrá
que dar tiempo al tiempo, pero, a la vez,
hacer una buena catequesis sobre este
sacramento, compartir las experiencias
que cada diócesis vaya realizando, y,
sobre todo, pedir a Jesucristo, pastor
de su Iglesia que, a través de su
Espíritu, nos guíe e ilumine para que
todos –laicos, religiosos, diáconos y
sacerdotes–, junto a nuestros obispos,
sepamos ser testigos del Resucitado
en nuestra sociedad ejerciendo cada
cual la misión encomendada desde
el don recibido.