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UNIDAD TEMÁTICA 1.

TIPOS CULTURALES

INTRODUCCIÓN

La comprensión del fenómeno de diversidad cultural y su vinculación con el


ámbito educativo implica definir primeramente los conceptos de cultura y diversidad.

Una cita conveniente para comenzar es la siguiente:

“Toda persona debe tener la posibilidad de expresarse, crear y difundir sus obras en la
lengua que desee y en particular en su lengua materna; toda persona tiene derecho a
una educación y una formación de calidad que respeten plenamente su identidad
cultural; toda persona debe tener la posibilidad de participar en la vida cultural que elija
y conformarse a las prácticas de su propia cultura, dentro de los límites que impone el
respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales” 1.

1. Definición de diferentes perspectivas del concepto de cultura. Su significado


e importancia.

Bajo el nombre de cultura se colocaron, en particular desde los siglos XVII y


XVIII en adelante, realidades muy diversas. Y si el lenguaje popular la utilizó
con matices diferentes, la filosofía exploraba otros, mientras que las ciencias
sociales comenzaban a plantear a su turno nuevas y diversas definiciones,
ciertamente muchas de ellas contradictorias.

Por un lado, se debe destacar la concepción relacionada con el saber


vulgar, que afirma que la cultura se sostiene en una "herencia social"; lo que
implicaría haber recibido, en un proceso de transmisión, un conjunto o bloque
de pautas y valores, que serán luego conservados en forma inmutable, se
enfatiza la idea de "reproducción". Y otras veces, en el uso cotidiano, cultura es
entendida como "modo de vida" y hay una primera aceptación que tales

1Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural – Art. 5


"modos" pueden ser distintos. Esto es un aspecto sobre el cual es necesario
reflexionar.

Desde otra mirada, surgía la perspectiva estética, que pretende afirmar


que la cultura es el conjunto de expresiones artísticas e intelectuales de los
ámbitos académicos o cultos. Según esta acepción, cultura implicaría un
conjunto de saberes y expresiones delimitadas por ciertas características
comunes y restringidas a algunos sectores de la sociedad, que son además
capaces de producirlos (artes plásticas, filosofía, literatura, cine, etc.). En estos
términos, una persona con cultura o culta sería entonces la que es capaz de
producir dichos bienes culturales, la que tiene un vasto conocimiento en algún
área humanista o artística, en contraposición a una persona inculta, con
escasos conocimientos, o bajo nivel educativo. En esta corriente se reconoce
también un uso vulgar de la palabra cultura, aunque existe un claro soporte en
la filosofía idealista alemana de fines del siglo XIX y principios del XX
(sostenida por ejemplo, por Herbert Spencer y Heinrich Rickert), que confunde
cultura con civilización. Pero de acuerdo con esta concepción de cultura y
civilización, por ejemplo, un trozo de mármol extraído de una cantera es un
objeto de civilización, resultado de un conjunto de técnicas que permiten
extraer ese material de la naturaleza y convertirlo en un producto de la
civilización. Pero ese mismo trozo de mármol, afirma Rickert, tallado por un
artista que le imprime el valor de belleza, lo convierte en obra de arte y lo
vuelve cultura.

Entonces, frente a estos usos cotidianos, vulgares o idealistas de cultura,


surgió un conjunto de usos científicos que se han caracterizado por separar la
cultura en oposición a otros referentes. Desde las miradas de las ciencias
sociales, no todos entienden lo mismo al referirse a la cultura. Dentro del
campo de la propia Antropología cultural y social, que es el área que más se
ha ocupado del concepto de la cultura, y de la Teoría antropológica. Se ha
dicho, por ejemplo, que incluye “el conjunto de lo creado por los hombres”; “la
totalidad de capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de
la sociedad”; “la organización de la experiencia compartida por una
comunidad”; “las formas estandarizadas de observar el mundo y de reflexionar
sobre él, de comprender las relaciones existentes entre las personas, los
objetos y los sucesos, de establecer preferencias y propósitos, de analizar
acciones y perseguir objetivos”. Y así se podría continuar “abrevando en este
bosque de definiciones” que ya por 1962 rondaba las trescientas 2.

En definitiva, el concepto de cultura no fue acuñado especialmente, ni


apareció de la noche a la mañana. Su sentido antropológico no es neutro y está
cargado de una historia. Además, en la actualidad, coexisten en él el uso social
y científico, significados diferentes aunque ligados entre sí.

Más allá de esta acotación general, se debe afirmar que existen


diferentes concepciones de cultura, y se plantean diversas interpretaciones y
conceptualizaciones, a menudo opuestas. En la base de estas concepciones es

2García Canclini (1981), p. 25.


dable aclarar por un lado, la complementariedad, y por otro, la incompatibilidad
que existe entre la noción de paradigmas y narrativas.

El paradigma es un ejemplo o modelo, aunque también puede utilizarse


como sinónimo de marco teórico. Alude a la explicación que acepta la
comunidad científica acerca de una porción del conocimiento. En principio,
hasta hace algunos años se pretendía hablar en ciencias sociales de
paradigmas científicos que organizaban el saber, por ejemplo aquellos referidos
al campo de la cultura. Había en ese sentido, una preocupación científica
dominante y la esperanza de que pudiera encontrarse el paradigma de
mayor capacidad explicativa.

A su turno, la narrativa, corresponde a todo tipo de relato que se efectúa


de algún proceso o concepto. Esta interpretación conocida como giro
lingüístico, hace énfasis en las características del relato, que se halla cargado
de ideología y responde a las propias especificidades y perspectivas de
aquellos que los sostienen. Así, en forma creciente, en la bibliografía sobre
estos temas, se oye hablar de narrativas, o discursos, y como tales, no neutros,
sino subjetivos y relativos, opuestos a los paradigmas que postulan que los
conocimientos son objetivos, y, por lo tanto, es posible preguntarse –tal como
señala Néstor García Canclini- cuáles son las narrativas que se encuentran al
abordar la noción de cultura3.

Ralph Linton, sostiene que la cultura es la:

“Herencia social de la humanidad” en un sentido amplio, aunque igualmente equivale a


la modalidad particular de la herencia social en un sentido más restringido, de la
sociedad o comunidad particular. En sí, la existencia de portadores colectivos, es
decir, sociedades y comunidades, o eventualmente pueblos y naciones, aquellos que
son posibles de discernir de acuerdo con sus comportamientos, plantea justamente la
existencia de una serie de pautas culturales que contribuyen a su organización y
existencia (a la vez que le sirven de soporte)4.

A su turno, Edward Burnett Tylor (1871) señala que se trata de un todo


complejo que incluye los conocimientos, las creencias, el arte, la moral, el
derecho, las costumbres y todas las otras capacidades y hábitos adquiridos por
el hombre como miembro de la sociedad.

Por su parte, Franz Boas (1930) incluye todas las manifestaciones de los
hábitos sociales en una comunidad, las reacciones del individuo en la medida
en que se ven afectadas por las costumbres del grupo en que vive y los
productos de las actividades humanas en la medida en que se ven
determinadas por dichas costumbres.

Claude Lévi-Strauss (1958) agrega que:

3Valiente (2011), p. 1.

4Tacca (1998), p. 88.


“(…) llamamos cultura a todo fragmento de humanidad o conjunto etnográfico
que desde el punto de vista de la investigación presenta por relaciones a otros conjuntos
de variaciones significativas. De hecho, el término cultura se emplea para reagrupar un
conjunto de variaciones significativas cuyos límites según prueba la experiencia
coinciden aproximadamente. El que esta coincidencia no sea nunca absoluta ni se
produzca jamás en todos los niveles al mismo tiempo no debe impedirnos el empleo de
la noción de cultura que es fundamental en antropología y posee el mismo valor
heurístico que el concepto de aislado en demografía que introduce la noción de
discontinuidad”

Finalmente, Michel Foucault (1981) sostiene:

“… me parece que se puede hablar de cultura con una cierta cantidad de condiciones.
En primer lugar, cuando tenemos un conjunto de valores que tienen entre sí un mínimo
de coordinación, subordinación y jerarquía. Se puede hablar de cultura cuando se
cumple una segunda condición, que sería que esos valores se dieran como universales
pero, a la vez, sólo accesibles para algunos. Tercera condición para que pueda hablarse
de cultura: para que los individuos puedan alcanzar esos valores, se requiere una serie
de conductas precisas y reguladas. Y más todavía: esfuerzos y sacrificios. En fin, hay
que poder consagrar la vida entera a esos valores para poder tener acceso a ellos. Por
último, cuarta condición para que pueda hablarse de cultura: que el acceso a esos
valores esté condicionado por procedimientos y técnicas más o menos regulados, que
hayan sido elaborados, convalidados, transmitidos, enseñados, y que también se
asocien a todo un conjunto de nociones, conceptos, teorías, etcétera: a todo un campo
de saber..."

Todavía podría citarse por su importancia para la humanidad la definición


propuesta por la UNESCO: “La cultura es el conjunto de rasgos distintivos
espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una
sociedad o a un grupo social, y que abarca, además de las artes y las letras,
los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores y las
creencias.”

De las perspectivas anteriores, se advierten tres características de la


definición de cultura: su generalidad (todos hablan, desde lo cotidiano a lo
académico acerca de la cultura); su centralidad (es el concepto central de la
antropología, y la clave del modelo antropológico clásico y la Teoría
antropológica); y su polisemia (los múltiples significados que encierra, desde el
todo a la parte del grupo social, grupo étnico o comunidad del que se trate) 5.

Por otra parte, aunque no se haga un análisis detallado de todos los


usos, como señala J. B. Thompson en Ideología y cultura moderna (1997), las
perspectivas antropológicas suelen abrevar en dos miradas opuestas: una
“concepción descriptiva” o una “concepción simbólica o socio-
semiótica”. Esta división implica una simplificación excesiva, pero resulta útil
para encontrar un enfoque integrador.

En primer lugar, la concepción descriptiva de la cultura puede


rastrearse hasta los escritos de los historiadores culturales del siglo XIX,
quienes estaban interesados en la descripción etnográfica de las sociedades
no europeas. Entre los más destacados se puede mencionar, por un lado, a
Gustav Klemm, quien trató de proporcionar una descripción sistemática y
5Neufeld (1998), p. 384.
amplia de “el desarrollo gradual de la humanidad”, al examinar las costumbres,
habilidades, artes-herramientas, armas, prácticas religiosas y así
sucesivamente, de pueblos y tribus de todo el mundo. Por el otro, el trabajo
pionero de Edward Burnet Tylor, para quien la cultura se puede considerar
como el conjunto interrelacionado de creencias, costumbres, leyes, formas de
conocimiento, etc., que adquieren los individuos como miembros de una
sociedad en particular y que se pueden estudiar de manera científica. Todas
esas creencias, costumbres, etc. conforman una “totalidad compleja” que es
característica de cierta sociedad y la distingue de otras que existen en tiempos
y lugares diferentes.

Entonces, la cultura se constituiría en el complejo de rasgos distintivos


espirituales, materiales, intelectuales y emocionales, que caracterizan a una
sociedad o grupo social. Se incluirían, todas las expresiones creativas
mencionadas en la concepción estética de cultura y se agregarían las
llamadas prácticas comunitarias y los bienes muebles e inmuebles, tales como
sitios, edificios, centros históricos de las ciudades, paisajes y obras de arte. El
término entendido desde esta perspectiva, incluye todo el conjunto de
expresiones particulares de un período o de un grupo humano que de alguna
forma u otra se encargan de otorgarle un sentido a la existencia de cada
persona.

La forma como se define la cultura de tal o cual grupo va a depender de


la perspectiva con la que se miren los distintos elementos constitutivos. Desde
de esta mirada, se identifica la cultura material, que consiste en bienes o
productos tangibles, y en cultura no material, o ideacional, que está
relacionada con la conducta, o el comportamiento (usos, técnicas, ideas). En
resumen, la concepción antropológica descriptiva de cultura puede entenderse
como: el conjunto de procesos, categorías y conocimientos a través de los
cuales cada persona organiza la heterogeneidad del mundo en el que habita,
dándole sentido a su existencia6.

A pesar del notable avance conceptual que sostiene la concepción


descriptiva, la propuesta adolece de dos grandes debilidades. Por un lado,
extrajo del concepto su énfasis humanista al convertir a la cultura en objeto
de ciencia. Por el otro, el procedimiento analítico propuesto resulta demasiado
descriptivo. De hecho, Taylor llegó afirmar que: “ (…) un primer paso para el
estudio de la civilización consiste en diseccionarla en detalles, y clasificar éstos
en los grupos adecuados". Según esta premisa, la mera recopilación de los
"detalles" permitiría el conocimiento de una cultura, y así sería posible
clasificarla en una graduación de más a menos civilizada. Premisa que hereda
de los darwinistas sociales, y que concibe el estudio antropológico como ligado
a las ciencias naturales, en vez de las ciencias sociales.

Basados en esta crítica, otros antropólogos prefirieron contemplar la


cultura como un fenómeno puramente mental consistente en las ideas que
comparte la gente sobre cómo se debe pensar o actuar. En este sentido, la
cultura se ha comparado con un programa de ordenador, con una especie de

6Valiente (2011), p. 3.
software que indica a las personas lo que tienen que hacer en una variedad de
circunstancias. No obstante, el inconveniente de abordar la cultura como un
programa mental en vez de considerarla dotada de aspectos conductuales,
proviene del hecho que los más acuciantes problemas sociales de nuestro
tiempo no están programados en absoluto. No obstante, aquí está el germen
de las concepciones socio-semióticas o simbólicas de cultura que se pueden
remontan a Leslie White, antropólogo estadounidense formado en la tradición
culturalista de Franz Boas. A pesar que en su libro, La ciencia de la cultura,
afirma en principio que la cultura es: "el nombre de un tipo preciso o clase de
fenómenos, es decir, las cosas y los sucesos que dependen del ejercicio de
una habilidad mental, exclusiva de la especie humana”, en el desarrollo de su
texto abandona la idea de la cultura como símbolos para orientarse hacia una
perspectiva ecológica.

Más allá de la Teoría antropológica clásica, el concepto de cultura, a


pesar de los cuestionamientos, sigue vigente y ocupa un lugar central en las
Ciencias Sociales, sin embargo desde una narrativa diferente, más cercana a
los giros epistemológicos surgidos durante el siglo XX.

Desde la antropología simbólica de Clifford Geertz, hasta el


estructuralismo francés lévi-straussiano, comparten la tesis que la cultura es
un sistema de símbolos, pero a diferencia de Lévi-Strauss, Geertz señala que
no es posible para los investigadores el conocimiento de sus contenidos. El
concepto que propugna Geertz es semiótico, cuando afirma que: “Al creer, tal
como Max Weber, que el hombre es un animal suspendido en tramas de
significación tejidas por él mismo, considero que la cultura se compone de
tales tramas y que el análisis de ésta no es, por lo tanto, una ciencia
experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de
significados”7. Para Geertz, el análisis de los fenómenos culturales es una
actividad muy distinta de la que implica la llamada “concepción descriptiva
de la cultura”; para dicho autor, el estudio de la cultura es una actividad más
parecida a la interpretación de un texto, que a la clasificación de la flora y la
fauna. Entonces lo que requiere, no es tanto la actividad de un analista que
busque clasificar y cuantificar, sino más bien la sensibilidad de un intérprete
que investigue para descifrar patrones de significado, discriminar entre distintos
matices de sentido y volver inteligible una forma de vida que ya es de por sí
significativa para quienes la viven 8.

Mario Margulis propone en el texto La cultura de la noche. Vida nocturna


de los jóvenes en Buenos Aires, un concepto de cultura alineado con el de
Geertz cuando resalta el plano de la significación, las significaciones
compartidas y el caudal simbólico, que se manifiestan en los mensajes y en
la acción, por medio de los cuales, los miembros de un grupo social piensan y
se representan a sí mismos, a su contexto social y al mundo que los rodea. La
cultura representa para el autor el conjunto interrelacionado de códigos de
significación, históricamente constituidos, compartidos por un grupo social, que

7Geertz (2004), p. 75.

8Geertz (1987), p. 14.


hacen posible la comunicación, la interacción. Así se puede se la puede
comprender como una producción de sentidos, esto es, el sentido que tienen
los fenómenos y eventos de la vida cotidiana para un grupo humano
determinado.

En otras palabras, la comunicación no reposa solamente en la palabra:


requiere del uso simultáneo y coordinado de distintos códigos, códigos
referidos al contexto social, al sentido y al uso del tiempo y del espacio, al
cuerpo, a la proximidad y lejanía entre los hablantes, al uso de los silencios,
etc. En sí, la cultura es una “jerarquía estratificada de estructuras
significativas”, y el análisis de la cultura consiste en desentrañar esas
estructuras de significación. En otras palabras, la cultura es la red o trama de
sentidos con que le se asigna significados a los fenómenos o eventos de la
vida cotidiana9.

Desde otra perspectiva, y de acuerdo con Néstor García Canclini, si el


término sociedad hace referencia a un grupo organizado de personas que
comparten un hábitat dependiendo unas de otras para su supervivencia y
bienestar, y se tiene en cuenta que la unidad de la sociedad es la familia
(tradicional o no) y que la base de la herencia (patrilineal o matrilineal,
endogámica o exogámica) define los vínculos internos de todo el conjunto.
Aunque esta definición resulta insuficiente para captar todo su significado, este
autor destaca que “la cultura no puede coincidir con la totalidad de la vida
social”10. En tal caso, habría una imbricación compleja e intensa entre lo
cultural y lo social. Dicho de otra manera, todas las prácticas sociales contienen
una dimensión cultural pero no todo en esas prácticas sociales representa la
cultura.

Cuando se afirma que la cultura es parte de todas las prácticas sociales,


pero no es equivalente a la totalidad de la sociedad, se logra distinguir entre
cultura y sociedad sin establecer una barrera que las separe, que las oponga
enteramente. Se concibe de esta manera un entrelazamiento y un artificio
metodológico para distinguir al a vez lo cultural de aquello que no lo es. Así, se
entiende por complejo sociocultural al vínculo que se establece entre
sociedad y cultura, en interacción continuas11.

De lo afirmado hasta aquí, se deduce que las culturas no son algo


estático, sino que son absolutamente dinámicas, mutables y cambiantes.
Además no existen como algo independiente de los individuos que componen
un grupo humano. Pero los límites entre una cultura y otra no se encuentran

9Margulis (1994), p. 102.

10García Canclini (1997), p. 72.

11Harris (2008), p. 16.


claramente definidos, las culturas otorgan sentido a la vida de las personas y
producen cambios y transformaciones en ellas.

Todos los seres humanos, vivan donde vivan, habitan en un mundo


multicultural y diverso, por lo tanto todos los individuos de un grupo desarrollan
competencias en varias culturas, ya que cada que cada persona tiene acceso
a más de una, que se caracteriza por el conjunto de conocimientos y patrones
de percepción, pensamiento y acción.

Un punto de vista novedoso e integral de la cultura corresponde a la


sociología, representada por Pierre Félix Bourdieu, cuando señala la distinción
entre bienes culturales (materiales y simbólicos), que incluyen la vestimenta,
los gestos, etc., y bienes culturales propiamente dichos, aquellos que se
relacionan directamente con la cosmovisión y la producción material, por
ejemplo, literatura, cine, mitología, música, etcétera.
Por un lado, define el habitus como la subjetividad socializada, es la
generación de prácticas que están limitadas por las condiciones sociales que
las soporta, la forma en que las estructuras sociales se graban en nuestro
cuerpo y nuestra mente, y forman las estructuras de nuestra subjetividad
(socialización). Por otro, explicita que el campo cultural es una red de
relaciones objetivas entre posiciones objetivamente definidas –en su existencia
y en las determinaciones que ellas imponen a sus ocupantes- por su situación
(situs) actual y potencial en la estructura de las distribuciones de las especies
de capital (o de poder).

Bolivia, es un interesante video, de Adrián Caetano, a partir del cual


ampliar las relaciones que se pueden establecer entre diferentes tipos culturales en
contacto en la coordenada tempo-espacial:
https://www.youtube.com/watch?v=Ob90_OIWRDA&list=PL9755647F1D7AF12A

Se sugiere consultar el texto acerca de la descripción densa de la


cultura desde la concepción socio-semiótica (Geertz, 1987), en la sección citas
textuales que se encuentra al final de la unidad l del Seminario 1.

2. Conceptos de identidad y diversidad cultural


La identidad es el conjunto de valores, conductas, pensamientos, ideologías,
etc., que son adquiridos mediante el proceso de socialización. Se considera aquello
que permite la afirmación del territorio, al poder valorar los rasgos que los hacen
únicos. Sin embargo, la diferenciación no debe ser la base del conflicto, sino más bien
del respeto a la diversidad. Es necesario comprender que cada comunidad tiene sus
expresiones, sus producciones, su relación con el entorno natural y su cultura. Las
apropiaciones subjetivas de la identidad y del mundo social son nada más que
aspectos diferentes del mismo proceso de internalización, mediatizados por los
mismos otros significantes. En otras palabras, la internalización involucra tres
elementos: realidad (objetiva), sociedad e identidad.

La identidad se configura en dos niveles distintos. Por un lado, se


encuentra la Identidad Individual, que tradicionalmente se ha definido como el
conjunto de atributos y características que permiten individualizar a las
personas, es decir, como todo aquello que hace que cada individuo sea uno
mismo y no otro. Este proceso se lleva a cabo en una dialéctica constante,
donde la persona identifica lo que la asemeja y lo que la diferencia de los otros,
fundamentándose en el pasado, en lo que constituyen las raíces de cada
persona y transformándose a lo largo de toda su existencia. Por otro lado,
existe la identidad social o cultural, que tiene que ver con lo que sucede en
su medioambiente, hace referencia a lo específico de cada grupo humano,
aquello que une a los que lo componen y diferenciándolo de otros. Es por eso,
que la identidad contiene la historia de la relación entre el individuo y su
sociedad y la forma particular de solución encontrada frente a sus problemas.
Se puede decir entonces, que se trata de una relación donde ambos niveles –
individual y social- se construyen y transforman en un proceso de continuo
desarrollo.

La identidad individual, se puede concebir a como el proceso de


definición del individuo frente a la heterogeneidad del mundo. Puede
construirse y determinarse al interior de una cultura o en referencia a diversos
mundos culturales, a los cuales todos tienen acceso y de los cuales se puede
“entrar o salir”, o sea “pertenecer o dejar de pertenecer” en la medida que se
decide ser parte o no de un grupo determinado. Existe un grado de afirmación
consciente en la construcción de la identidad, en la medida que cada individuo
está facultado para elegir los puntos de referencia en torno a los cuales
construirá el conjunto de significados de su existencia. Lo mismo sucede a nivel
grupal, cuando un conjunto de personas constituyen una comunidad específica.
Este proceso, ha sido a través del cual se han forjado las identidades
nacionales que posibilitaron la creación de los Estados Nación. Cada uno
comparte una bandera y un himno, que constituyen los símbolos nacionales,
una identidad geográfica, una lengua determinada, también puede existir una
religión común y un modelo económico y político, etc.

Pero más allá de las definiciones, el tema de la identidad es rico y


controvertido. Suele remitir a algo que se mantiene en el tiempo de manera
constante, que no se modifica. Pero aquí se debe comprender su significado
como construcción simbólica, es decir, que las características más íntimas
(valores, gustos musicales, relaciones, orientación vocacional, etc.) no resultan
absolutamente propias y originales, sino que son el resultado de un proceso
social y, en tal sentido, como afirma Lévi-Strauss, "la identidad es una especie
de lugar virtual, el cual nos resulta indispensable para referirnos y explicarnos
un cierto número de cosas, pero que no posee, en verdad, una existencia real".

Por otra parte, debe atenderse a la naturaleza bifronte y al carácter


dinámico de la identidad: es decir, se define por oposición a otras identidades.
Por lo tanto, intervienen en su definición dos grupos de conceptos
antropológicos claves: mismidad/pertenencia y otredad o
alteridad/exclusión. La identidad refiere así al grupo de pertenencia por
oposición a otros grupos.

Para profundizar el conocimiento sobre la otredad se le sugiere la


lectura del artículo, Construcción de la otredad en la filosofía contemporánea.
Rastreo de sus orígenes en Karl Marx y Friedrich Nietzsche.

http://www.unne.edu.ar/unnevieja/Web/cyt/cyt2006/02-Humanidades/2006-H-
032.pdf (1)

Atender la diversidad implica brindar igualdad de oportunidades a todos los


ciudadanos cualquiera sea el origen cultural, socio-económicas, religioso, etc. La idea
de igualdad de oportunidades implica brindar las mismas condiciones, civiles, sociales,
y educativas a cada uno de los ciudadanos, esto significa ofrecer posibilidades
equitativas a cada uno de los miembros de la sociedad para que se encuentre en
condiciones de elegir las distintas alternativas de vida, acorde con sus necesidades en
tanto sociales y culturales. Sales Cigues y García López (1997)12 describen que:

“La igualdad de oportunidades significa tener libertad real para poder elegir entre
distintas alternativas de vida; tener posibilidad efectiva de éxito escolar para todos los
grupos culturales, preservando la propia identidad y auto-respeto al tiempo que se
progresa sin renunciar a ellos; conseguir mejores condiciones de vida y mayor poder
político como bienes sociales que a su vez posibilitan las oportunidades educativas

12Cigues y García (1997), p. 36.


igualitarias”.

El debate al respecto es amplio y amerita un espacio particular, solo se


menciona que brindar igualdad de oportunidades, es una cuestión ligada a decisiones
políticas y en consecuencia el Sistema Educativo adoptará tratamientos bien distintos.

Se puede definir el concepto de igualdad como la equivalencia,


correspondencia o conformidad entre dos elementos o cosas. Se suele contraponer
con otros tres conceptos:

 Diferencia puede tener matices positivos o negativos y muestra que dos


cosas no son iguales, es decir, que no se corresponden.
 Diversidad suele tener matices positivos. Este concepto muestra que es
adecuado que en un determinado ámbito no todo sea igual, sino se
presente variedad.
 Desigualdad suele tener matices negativos pues denuncia situaciones
de injusticia. Por ejemplo, si se dice que en el mundo existe un reparto
de la riqueza desigual, se evidencia que algunas personas son
inmensamente ricas mientras que otras son enormemente pobres.

En particular, se entiende que el concepto de diversidad ha cobrado un interés


particular porque hoy se reconoce que las personas manifiestan de manera natural
intereses y necesidades individuales. La diversidad implica, en este sentido, el
reconocimiento de las diferencias individuales, que tienen que ver con distintos
aspectos que atraviesan al sujeto y que se relacionan con lo biológico, lo cultural, lo
social, lo familiar, lo afectivo, etc.

La Diversidad Cultural consiste en la pluralidad de culturas que


coexisten en el mundo; éstas tomadas como reagrupamientos que poseen
identidad y personalidad propias según los elementos particulares que las
definen, como ser idioma, religión, etnia, historia, etc. Implica por un lado, la
preservación y promoción de las culturas existentes y, por el otro el respeto
hacia otras culturas. Se refiere a la totalidad de comunidades culturales
existentes en el mundo. La diversidad cultural tiene su correlato en la
naturaleza en la concepción de biodiversidad que hace referencia a la variedad
de especies – animales y plantas- que habitan en una comunidad.

En un sentido más amplio, la diversidad cultural engloba la totalidad de


las comunidades culturales existentes y sus expresiones propias, refiere al
pluralismo cultural, al tomar en consideración los diferentes de puntos de vista
e ideas que tienen los sujetos cuando se relaciona e interactúan entre sí. En
este sentido, la diversidad cultural implica por una parte, la preservación y
la promoción de las culturas existentes y, por otra, la apertura a otras
culturas.

La diversidad cultural es uno de los pilares del desarrollo sostenible, está


relacionada con la identidad de las personas y las sociedades, con la
democracia como expresión de la libertad y con el acceso de los ciudadanos a
las obras de creación, especialmente a las que se producen en su región. Crea
las condiciones necesarias para un diálogo entre diferentes culturas y permite
así el enriquecimiento mutuo entre ellas.

Es posible distinguir dos opciones frente al reconocimiento de la


diversidad, ante el encuentro de culturas diferentes:

1) Frente a diversidad se puede establecer una jerarquía de las


diferencias, implica en la mayoría de los casos discriminación y
dominación. Las jerarquías conducen a prácticas discriminatorias que
se justifican por la ideología. De allí surge la idea que una religión o
una clase social o una etnia, es superior a otra. En esta situación, las
relaciones entre culturas se vuelven hostiles y destructivas.
2) Frente a la diversidad puede darse también la aceptación, el respeto y
un proceso de mutuo enriquecimiento. Para ello, lo primero que debe
promoverse es la capacidad de representar las diferencias, para luego
entrar en un proceso de aceptación del otro con su diferencia. Se
trata de reconocer todos sujeto tiene el mismo derecho a construir su
identidad y su conciencia.

Por lo tanto, hay que considerar la diversidad cultural como un hecho


social, un dato de la realidad frente a la cual se pueden acontecer dos
situaciones:

 Es una fuente de tensiones, de prejuicios, de discriminación y


exclusión social;
 Es una fuente potencial de creatividad y de innovación y, por
tanto, en una oportunidad de crecimiento y desarrollo humano.

En América Latina, la diversidad cultural siempre se hizo presente, desde


los primeros contactos entre los pobladores originarios del continente y de ellos
con los europeos a partir de la Conquista de América. Hoy en día la diversidad
cultural de América Latina se ha enriquecido con el aporte a la cultura
predominante, de la estética, la comida, las costumbres, la religión
provenientes de otras culturas.

La educación que toma en consideración la diversidad considera que el


proceso de enseñanza y de aprendizaje acontece entre personas y requiere establecer
dos puntos de partida:

1. Descubrir de manera explícita aquello que se tienen en común con los


demás y lo que nos distingue de ellos.
2. Negociar objetivos comunes, intereses y normas de comportamiento que
van a permitir lograr esos objetivos e intereses juntos, como grupo, sin
dejar de prestar atención y respeto a las diferencias.

La diversidad requiere poder entender e integrar lo diferente, implica ser


consciente que continuamente es necesario comprender al otro, otorgándole
un sentido a sus acciones, a partir de los sesgos inherentes de cada uno. La
diversidad cultural requiere entonces aceptar y reconocer los propios sesgos, el
origen diverso que constituye la forma de percibir el mundo y el ser capaz de
ver este mismo proceso en los demás. A partir de este reconocimiento se
deben establecer espacios de diálogo, donde se incluyan las diferencias y se
reconozca aquello que une, para poder generar objetivos comunes que
beneficien a todos e integren las diferentes formas de entender el entorno y
vivir la vida. En síntesis, es posible afirmar que la diversidad alude
necesariamente al reconocimiento de la heterogeneidad, donde cada sujeto es
distinto de otro pero al mismo tiempo guarda una relación de identidad por
pertenecer a la misma especie.

De acuerdo con la versión compleja definida por Dubroff (2001)13 la diversidad


forma parte del contexto social y es estructural a todo grupo humano, esto significa
que cada sujeto es en sí mismo distinto a otros y es porque se relaciona con otros que
se diferencia del resto. Es posible afirmar entonces, que es en la diversidad en donde
se reconocen las diferencias, y estas diferencias se ponen de manifiesto en el
interjuego entre lo individual y lo universal, es decir, en la interacción del individuo con
los otros, miembros de una sociedad.

Es oportuno retomar el concepto de diversidad para señalar que cada persona


es naturalmente diferente, entonces se puede afirmar que es algo inherente a la
sociedad y es con lo que se convive de manera cotidiana en la interacción social.
Siendo esto así se entiende que el ámbito educativo, debe poder reconocer estas
diferencias, sin que esto se convierta en algo negativo y amenazante, sino por el
contrario en una nueva situación de aprendizaje e intercambio.

3. Conceptos de raza y etnia. Comparación entre significaciones relativas a las


relaciones culturales

13Dubroff (2001), p. 15.


La comprensión del concepto de diversidad cultural, requiere del
abordaje de otros dos conceptos, que son los de raza y étnia. Su importancia
reside en ciertas implicancias políticas e ideológicas que los mismos han tenido
en la historia de América Latina, desde el proceso de Conquista y la trata de
esclavos hasta los movimientos de reivindicación que se llevan a cabo en la
actualidad. Esto tiene que ver con que los movimientos que pretenden la
dominación cultural, comparten algunos rasgos determinantes: se identifican a
sí mismos por su identidad cultural (sea ésta étnica, racial o religiosa) e
intentan imponer su ideología a través de métodos coercitivos que llegan
incluso al extermino. Estos movimientos se caracterizan por cuestiones como:
creer en la superioridad de su cultura, rechazan a los demás, intentan imponer
su ideología y crear una sociedad “pura”, a menudo recurren a la violencia para
conseguir sus objetivos, etc.

En esta corriente ideológica subyace una concepción estática de la


identidad y la cultura, donde se determinan de antemano los valores a defender
y las diferencias son concebidas como un ataque directo al statu quo. Un
ejemplo, los partidos europeos de extrema derecha. Existen varias
investigaciones donde se comprueba que, por un lado fomentan la xenofobia,
generan demandas para crear sociedades monoculturales, excluir a los
forasteros o extranjeros de las políticas de bienestar y dar pasó a un Estado
poderoso. Y por otro lado, también pueden atentar contra de los miembros de
su propia comunidad a través de la denigración y anulación de las opiniones
disidentes y el cuestionamiento de la integridad y la lealtad de quienes las
emiten.

Muchos de estos movimientos se basan en a ideas nacionalistas que se


construyen en torno a la idea de un Estado-Nación, concepto que a su vez se
suele vincular a la etnia o identidad étnica y en algunas ocasiones se encuentra
asociado en torno a concepto de raza. Este ejemplo, es muy interesante para
establecer las implicancias que pueden llegar a tener el uso de determinados
conceptos, los cuales son fruto de discursos políticos construidos para justificar
acciones o circunstancias determinadas sin un referente real que los sostenga.

a) La raza

El momento histórico en que se acuña la idea de raza se remonta a la


expansión colonizadora de Europa y la conquista de América. A partir de este
episodio, los pensadores europeos tomaron contacto con una enorme variedad
de personas y sociedades, culturas y religiones, desconocidas por ellos hasta
entonces.

Durante los siglos XVII y XVIII, se instaló en Europa esta idea de raza
como tipo, es decir que se utilizaron algunas características físicas como el
color de la piel, la forma de la cabeza o la altura, como criterios para distinguir
poblaciones y tipos. Se clasificaron a las poblaciones acorde a las
características físicas y esto se acompañó con un proceso de valoración. A
ciertos grupos humanos, se le otorgaron valoraciones inferiores y negativas y a
otras valoraciones positivas para justificar su superioridad.
Así como existen científicos que se encargan de distinguir y clasificar las
plantas y animales, otros clasificaron a los seres humanos en tipos diferentes, a
los que llamaron razas. Desde su mirada, los individuos diferentes en
apariencia, pero que entre sí presentaban caracteres físicos uniformes, quedan
incluidos dentro de una raza determinada. Los primeros científicos identificaron
cuatro grandes razas: la blanca (europea), la negra (africana), la roja
(americana) y la amarilla (asiática).

Posteriormente varios antropólogos y estudiosos propusieron distintas


clasificaciones basadas en combinaciones de caracteres y distinguieron
veintinueve razas. Con el tiempo, comenzó a quedar claro que el número es
variable y depende del criterio que se utiliza para clasificar a los seres
humanos. En la actualidad el concepto se encuentra prácticamente obsoleto.
Las implicancias simbólicas que dicho concepto tiene lo trascendieron con
creces, y si bien hace ya medio siglo que el término se ha puesto en cuestión,
ha prevalecido en el imaginario de muchas personas un estereotipo que deriva
en última instancia en las prácticas racistas.

Cuando se habla de raza en sentido biológico se pretende


avalar una clasificación de los grupos humanos basada en presuntas
diferencias, que establece desigualdades que implican relaciones de
inferioridad y de superioridad. La apelación a raza indica diferencias y
cualidades que pueden ser imaginarias -pero no por ello carentes de eficacia-,
que están centradas en el cuerpo o a cuyo conocimiento se accede a partir de
lo corporal. El cuerpo es el principal portador de los rasgos
“pretendidamente raciales”, y tales rasgos aluden a cualidades, defectos o
virtudes que se atribuyen al plano de lo natural. Se pretende que la
inferioridad o la superioridad que emana de tales rasgos físicos, es
natural, proviene de la naturaleza y que, en consecuencia, tendría que ver
con procesos sociales históricamente establecidos.

En la actualidad está clasificación no solo es discutible, sino que es


inexacta y falaz. Los científicos sospechaban desde hace tiempo (y lo han
confirmado exhaustivamente) que las categorías raciales reconocidas por la
sociedad no se reflejan en el plano genético. El concepto de raza ya no tiene
significado desde el punto de vista biológico y antropológico. La raza biológica
es una subespecie o subconjunto de la especie, es decir, una población natural
más o menos aislada (geográfica, ecológica o, incluso, genéticamente). Desde
este punto de vista, todos los humanos pertenecen a la única raza Homo
sapiens sapiens, al menos desde hace 35.000 a.C.

Craig Venter, uno de los principales científicos que ha estado a cargo del
estudio del genoma humano, señala que: “el concepto de raza es social, pero
no científico... Hay una sola raza, la humana”. Añade que: “las diferencias
externas observables corresponden a rasgos relacionados con la adaptación al
medio ambiente controlados por un número pequeñísimo de genes.”
Lo cierto es que, a partir del ADN no se puede separar a las personas
por razas y puede haber más diferencias entre dos personas de “la misma
raza” que entre dos personas “de raza diferente”. De hecho, según los
genetistas, la raza humana es joven y genéticamente uniforme; como ha
pasado tan poco tiempo desde su origen, se puede decir que “los humanos
somos gemelos virtualmente idénticos”.

b) Etnias, etnicidad y etnogénesis

Ante lo falaz del concepto de raza, ha surgido otro concepto que


identifica a las poblaciones humanas con sus elementos culturales, el de etnia,
proviene del término griego ethnos, y hace referencia a una agrupación natural
de individuos que comparten el mismo idioma y cultura. De una forma u otra, el
concepto de etnia ha venido a complementar al de nación. La etnicidad se ha
convertido en una forma de establecer los límites de una nación y de estrechar
los lazos de los miembros que la componen. En muchas ocasiones se
superponen sus significados y se usan indistintamente.

Es uno de los términos más complejos y debatidos en la actualidad.


Algunos señalan, que la identidad étnica es la versión no biológica de la
identidad racial, en donde se establece una actitud personal positiva de
integración con un grupo con el cual se comparten características
socioculturales y lingüísticas. Mientras que otros explicitan, que ésta se
construye principalmente en torno a la idea de un estado-nación. Asimismo
otros postulan, que ésta se utiliza simplemente para distinguir dos
comunidades culturalmente diferenciadas, que cohabitan y coexisten con
conciencia y necesidad constante de establecer parámetros diferenciadores.
Además se señala que es un concepto heredero del racismo (se habla incluso
de etnicismo) que se ha utilizado con fines políticos, donde se demarcan
diferencias culturales con criterios arbitrarios y se posibilitan que en su nombre
se comentan genocidios, atentados o cualquier clase de injusticia
discriminatoria.

Todas estas perspectivas tienen algo de razón, el concepto de etnia ha


venido a sustituir al de raza en un intento, o más bien en una necesidad
humana de establecer límites y demarcar fronteras. En este sentido, el
concepto etnia de alguna manera también hace referencia a aspectos visibles
que diferencian a un grupo humano de otro, tales como lengua, costumbres,
rasgos físicos, etc., aunque presenta un grado mayor de complejidad, al
establecer en su interior distinciones culturales y por lo tanto mucho más
específicas que otras formas de clasificación.

Las posiciones más críticas señalan que el concepto de etnia se liga a la


reivindicación territorial, al prestigio y poder, o, por el contrario, a la inmigración,
marginalidad, discriminación y pobreza. Su versión negativa o etnicista, es un
una corriente ligada a los procesos donde los grupos que se encuentran en el
poder intentan mantenerse en él apelando a divisiones imaginarias.
Se han visto entonces algunas formas de plantear el concepto de etnia,
posturas disímiles y en algunas ocasiones contrapuestas. Sin embargo se debe
aclarar algunos puntos convergentes entre ellas:

 Un grupo étnico es una comunidad que se identifica a sí misma como


tal, es decir, que es consciente de las características sociales, físicas
o culturales que lo diferencian de otro.
 Comparten un sentimiento de identidad o pertenencia.
 Se refieren a grupos que se encuentran en una posición de minoría o
desventaja frente a una sociedad mayor.
 Una etnia es un grupo que tiene conciencia política, es decir, que
establece mecanismos y acciones dirigidas a regular la vida social y
el devenir cultural o económico del grupo en cuestión.

Es posible que haya razones para criticar algunos de los usos de este
término, sin embargo, ayuda a esclarecer diferencias culturales que son
palpables en el mundo actual y que ha servido como referencia. Por ejemplo,
en los procesos reivindicatorios de los grupos indígenas que necesitan
establecerse, como un grupo, con una identidad definida y con conciencia
política ante la sociedad.

En cuanto a la antigüedad de las etnias, resulta una cuestión difícil,


porque las partes blandas y superficiales del cuerpo no se conservan y las
partes duras, que si se conservan, no son fiables como indicadores raciales
porque coinciden en su mayor parte. No obstante, los nuevos métodos de
recomposición anatómica han permitido identificar algunos rasgos étnicos. Pero
nuevamente, aquí, se cae en un análisis cuasi-racista al identificar supuestos
rasgos morfológicos identificados con las etnias.

El concepto central es el de etnogénesis, el origen de las etnias, y su


identificación con criterios culturales conspicuos. Se ha estudiado largamente
en lo concerniente a la identificación de los grupos germánicos e indoiranios
(indoeuropeos en general), aunque con resultados ambiguos. Por otra parte, el
análisis lingüístico que busca establecer filogenias en el origen de las lenguas,
no parece concordar en muchos casos con las evidencias morfológicas, o con
otros rasgos culturales identificados, como las producciones materiales.

4. Multiculturalidad. Pluriculturalidad. Interculturalidad

En el transcurso de la historia se identificaron diferentes perspectivas sobre


diversidad cultural. En particular, Sinisi (2000)14 hace un recorte interesante de los
distintos tipos de tratamientos del concepto de diversidad cultural, y esto servirá de
base para definir las perspectivas propuestas:

 Desde el punto de vista del Evolucionismo: La diversidad es vista en


relación a la evolución de la sociedad en términos de civilización. Esto

14Sinisi (2000), p. 7.
significa que cuanto más primitivas son las sociedades, más alejadas
del modelo hegemónico de civilización están. De esta manera la
escolarización permitiría que los sectores “más atrasados”, las otras
culturas, sean incluidos en la civilización y el progreso, se uniforma de
esta manera la diversidad cultural existente.
 Desde el punto de vista del Relativismo Cultural: El objetivo de esta
postura era eliminar el etnocentrismo que plantea la postura
evolucionista promoviendo el respeto por las culturas. Si bien esta
postura presenta un cuestionamiento a la anterior se encuentra
atrapada en su propio discurso, porque no ha podido resolver de qué
forma se producen los procesos de desigualdad entre las culturas,
permaneciendo, estas últimas, inmodificables ante cualquier tipo de
contacto cultural. En este reconocimiento cultural, la educación, adoptó
la utilización de conceptos tales como deficiencia cultural o diferencia
cultural donde las minorías han quedado atrapadas y segregadas en el
grupo de los deficientes culturales, y dan lugar a conflictos culturales
porque dan origen a dos grupos opuestos. Uno basado en códigos,
lenguajes y representaciones pertenecientes a las minorías y otro
formado por los representantes de la escuela y la cultura dominante.
 Desde el punto de vista del modelo del Reproductivismo Cultural:
Este modelo es elaborado por Bourdieu. Su propósito fue analizar a la
escuela dentro de un contexto más global, y desde una mirada ligada a
la cultura, las clases y la dominación. Esta postura reconoce la
existencia de un capital cultural previo que poseen las clases altas y por
el cual las personas provenientes de las mismas obtienen en la escuela
mejores resultados que cualquier otro grupo. De esta manera, los
grupos que tienen un rendimiento más bajo, están asociados a los
grupos de menor capital cultural provenientes de clases medias y bajas.
El planteo de Bourdieu sostiene que es en la escuela el lugar donde
puede legitimarse el capital cultural dominante.
 Desde el punto de vista del Multiculturalismo: Surge con el fin de
reconocer que en un mismo territorio pueden existir diferentes culturas.
De esta postura se desprende un importante material teórico que va a
determinar posicionamientos tanto ideológicos como políticos
divergentes, tales como: el multiculturalismo conservador y el
multiculturalismo liberal, entre otros. De acuerdo con las diferentes
posturas el tratamiento de la diversidad en educación será diferente.
 Desde el punto de vista del Pluriculturalismo: Esta postura pone el
acento en mantener las identidades de cada cultura, esto significa,
reconocerlas, respetarlas y resguardarlas. Para ello la educación debe
valorar y promover el desarrollo de las distintas culturas con el fin de
mantenerlas.
 Desde el punto de vista del Interculturalismo: Esta postura se
interesa por privilegiar la relación entre las culturas. Una propuesta
intercultural debería entonces privilegiar la convivencia de personas
pertenecientes a distintos grupos culturales, étnicos y sociales en la
escuela con el fin de poder intercambiar sus saberes culturales y
enriquecerse mutuamente.
Aun con los fenómenos multiculturales en expansión, las clases dominantes
tratan de imponer un monoculturalismo, que no es más que una nueva perspectiva
del monismo cultural o el asimilacionismo característicos de la Ilustración del siglo
XVIII. Esta modalidad está cargada de buenas intenciones pero también de prejuicios
etnocéntricos. A continuación, se resaltan entonces, los tres últimos aspectos
destacados:

El multiculturalismo que asume e impulsa la diferencia y la diversidad de las


culturas alternativas y subculturas. La multiculturalidad es un término principalmente
descriptivo. Típicamente se refiere a la multiplicidad de culturas que existen dentro de
un determinado espacio, sea local, regional, nacional o internacional, sin que
necesariamente tengan una relación entre ellas. Su uso mayor se da en el contexto de
países occidentales como los Estados Unidos, donde las minorías nacionales (negros
e indígenas) coexisten con varios grupos de inmigrantes. En esos contextos, el
multiculturalismo se entiende como un relativismo cultural; es decir, una separación o
segregación entre culturas sin aspecto relacional.

Catherine Walsh sostiene que: “ (…) el multiculturalismo es un término


descriptivo que da cuenta de una multiplicidad de culturas, reconoce diferencias,
especialmente culturales y étnicas y les asigna un espacio, sin que esto implique
ningún aspecto relacional ni cambio social, inclusive dentro de estados llamados
liberales”.

En esta misma línea de pensamiento, Giovanni Sartori, piensa que la


multiculturalidad “ (…) se inserta en un modelo de desarrollo socioeconómico que,
lejos de llevarnos a un clima de igualdad y de justicia, ha profundizado las
desigualdades existentes con todas sus secuelas; la violencia, el racismo, el sexismo,
el consumismo, la ideología del éxito personal, el individualismo y la insolidaridad”,

Igualmente hay pensadores que buscan en la multiculturalidad, su raíz


pluralista y orígenes marxistas, para retomar un enfoque alejado de la hegemonía y la
dominación de una cultura sobre otras, para volver a la multiculturalidad como el
espacio que “valora la diferencia en un contexto de equilibrio entre la libertad e
igualdad, reciprocidad y solidaridad”. Es la interacción entre identidades particulares, lo
que implica la necesidad de un mutuo reconocimiento de la diferencia sobre
pretensiones homogeneizantes.

Visualizar la relación entre culturas como algo fluido, movible y dialéctico, y


también ambivalente, contradictorio y conflictivo; sugiere que no hay fronteras rígidas
entre culturas o entre personas que pertenecen a distintos grupos culturales como que
tampoco hay culturas puras o estáticas, sino divisiones dinámicas y flexibles en las
cuales siempre hay huellas o vestigios de los “otros” en nosotros mismos.

La tensiones mencionada precedentemente llevan a interrogarse sobre lo


pluricultural, concepto que también se relaciona con el de relativismo cultural, como
ya se mencionó. Al respecto, Catherine Walsh establece una nueva diferenciación
entre lo multi y lo pluricultural. Lo pluricultural alude a la convivencia de varias
culturas que forman un todo nacional, distinguiéndose de la multiculturaridad, en tanto
lo plural puede evidenciarse también entre y dentro de las mismas culturas. Según
esta autora, la pluriculturalidad “sugiere una pluralidad histórica y actual, en la cual
varias culturas conviven en un espacio territorial y, juntas, hacen una totalidad
nacional”.

La pluriculturalidad es el referente más utilizado en América Latina, reflejo de


la necesidad de un concepto que represente la particularidad de la región donde
pueblos indígenas y pueblos negros han convivido por siglos con blancos-mestizos y
donde el mestizaje ha sido parte de la realidad, como también la resistencia cultural y,
recientemente, la revitalización de las diferencias.

A diferencia de la multiculturalidad, la pluriculturalidad sugiere una pluralidad


histórica y actual, en la cual varias culturas conviven en un espacio territorial y, juntas,
hacen una totalidad nacional.

Aunque la distinción entre lo multi- y lo pluri- es sutil y mínima, lo importante es


que el primero apunta a una colección de culturas singulares con formas de
organización social muchas veces yuxtapuestas, mientras que el segundo señala la
pluralidad entre y dentro de las culturas mismas. Es decir, la multiculturalidad
normalmente se refiere, en forma descriptiva, a la existencia de distintos grupos
culturales que, en la práctica social y política, permanecen separados, divididos y
opuestos, mientras que la pluriculturalidad indica una convivencia de culturas en el
mismo espacio territorial, aunque sin una profunda interrelación equitativa.

La tolerancia y el relativismo de las culturas que se asocia a este esquema


encuentran como punto de inflexión la negación de la universalidad de determinados
valores y la posibilidad de la integración creciente de los grupos sociales. Pero la
pluriculturalidad, reconoce la diferencia, permite que existan y coexistan otras y que
entre ellas se establezca una relación de convivencia a través de intercambios
simbólicos; sin embargo, hay que recordar que la relación marcada por una cultura
hegemónica que impone un modo de vida, no desaparece.

A diferencia del multiculturalismo, en el que la diversidad cultural se expresa en


su forma más radical, por separatismos, etnocentrismos, se presenta la
pluriculturalidad que en su forma liberal, se adecua con las actitudes de aceptación y
tolerancia. A ello se opone el espacio de la interculturalidad como constructora de un
puente de relación, una articulación social entre personas y grupos culturales
diferentes, de modo que el interculturalismo está alejado a la vez del etnocentrismo y
del relativismo cultural.

Ahora bien, en torno a la interculturalidad, se construyen conceptos y


categorías que hacen franca contraposición a la tradicional política de
homogeneización, negación y discriminación socio-cultural. Es así que, en la última
década, la noción de interculturalidad permite, desde varios ángulos y puntos de vista,
el desarrollo de una teoría intercultural que busca la transformación significativa de las
relaciones culturales.
La interculturalidad es inseparable de la cuestión de la identidad. El hecho de
relacionarse de manera simétrica con personas, saberes, sentidos y prácticas
culturales distintas, requiere un autoconocimiento de quién es uno, de las identidades
propias que se forman y destacan tanto lo propio como las diferencias.

La identidad propia no es algo que se puede elegir, sino algo que se tiene que
negociar socialmente con todos los otros significados e imágenes construidos como
conocimientos que el propio uso de la identidad activan (Hall, 1997). Es decir, uno se
identifica dentro del entorno familiar y cultural, requiere al mismo tiempo diferenciarse
de otros distintos, a partir de procesos de identificación, muchas veces inconscientes.
Pero hacer evidentes estos procesos es parte de la construcción de la
interculturalidad, de reconocer que hay una dialéctica entre la identidad y la alteridad,
la mismidad y la otredad, la pertenencia y la diferencia (Guerrero, 1999a).

Lo inter es lo que Homi Bhaba (1998) refiere como el espacio intermedio o el


“tercer espacio” donde dos o más culturas se encuentran, un espacio de traducción y
negociación en el cual cada una mantiene algo de sí, sin asimilarse a la otra. Esta
noción del tercer espacio es útil para entender las relaciones entre interculturalidad e
identidad, y unidad y diversidad, porque permite una forma de conceptualización.

La interculturalidad se expresa en los contactos cada vez más amplio entre


culturas, impulsados por la migración del campo a la ciudad y por los nuevos flujos de
imágenes e información de los medios de comunicación, las identidades culturales ya
son “fronterizas” y cambiantes; es decir, en el contacto y encuentro cultural, hay
elementos que no son ni lo uno ni lo otro, sino algo más que responde a los términos y
territorios de ambos.

Es evidente que la interculturalidad es un concepto que no evoca tan sólo las


relaciones entre culturas, por el contrario, surge de un reconocimiento de “las
asimetrías sociales, económicas, políticas y de poder de las condiciones
institucionales que limitan la posibilidad que el “otro” pueda ser considerado como
sujeto con identidad”. Es decir, se trata de una noción que evidencia una complejidad
de relaciones, negociaciones e intercambios culturales con la finalidad de hacer
recíprocos los conocimientos, saberes, prácticas y vivencias tendientes a fundar bases
de interacciones más equitativas.

La interculturalidad es distinta, en cuanto se refiere a complejas relaciones,


negociaciones e intercambios culturales, y busca desarrollar una interacción entre
personas, conocimientos y prácticas culturalmente diferentes; una interacción que
reconoce y que parte de las asimetrías sociales, económicas, políticas y de poder y de
las condiciones institucionales que limitan la posibilidad que el “otro” pueda ser
considerado como sujeto con identidad, diferencia y agencia la capacidad de actuar.

No se trata simplemente de reconocer, descubrir o tolerar al otro, o la diferencia


en sí, tal como algunas perspectivas basadas en el marco de liberalismo democrático
y multicultural lo sugieren. Tampoco se trata de esencializar identidades o entenderlas
como adscripciones étnicas inamovibles. Más bien, se trata de impulsar activamente
procesos de intercambio que, por medio de mediaciones sociales, políticas y
comunicativas, permitan construir espacios de encuentro, diálogo y asociación entre
seres y saberes, sentidos y prácticas distintas.

A diferencia de la pluriculturalidad, que es un hecho constatable, la


interculturalidad aún no existe, se trata de un proceso por alcanzar por medio de
prácticas y acciones sociales concretas y conscientes.

En el siguiente link pueden consultar más información acerca de relaciones


culturales, multiculturalismo e interculturalidad:
http://www.scielo.org.mx/pdf/cuicui/v17n48/v17n48a2.pdf (2)

Se sugiere consultar el texto acerca de la dicotomía entre lo extraño y


lo ajeno de Juan Mauricio Renold, en la sección citas textuales que se encuentra al
finalizar la unidad

5. Diversidad sexual y de género

Más allá de las palabras y las intenciones, educar en la diversidad no aparece


como algo tan fácil de lograr, por ello es importante tener presente algunas ideas
generales vinculadas con la orientación sexual y la identidad de género, que se
analizan a continuación.

Las formas de vivir, los hábitos de las personas y las formas de expresar la
sexualidad humana son infinitamente diversas porque toda persona siente el amor, el
placer y la afectividad de acuerdo con su propio contexto y realidad, sea individual o
social.

En el desarrollo de la sexualidad interactúan factores “biológicos, psicológicos,


sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y
espirituales” (OMS, 2006), por lo que las relaciones de amor o placer entre los seres
humanos son tan variadas como tantas personas existen en el mundo.

La sexualidad humana no supone exclusivamente la explicitación de los instintos


biológicos, ni tampoco es el fruto del aprendizaje social pasivo, sino que constituye el
resultado de la interacción cognitiva entre las personas y el medio ambiente. La
aceptación de este principio implica negar el predeterminismo biológico y, por lo tanto,
la existencia de un único patrón de desarrollo sexual considerado normal, así como el
aprendizaje por observación e imitación de los patrones de comportamiento definidos
culturalmente como sexuales. Las personas nacen capacitadas para manifestar una
gama ilimitada de comportamientos sexuales de los que la cultura selecciona aquellos
que considera normales, y trata de imponerlos a través de la educación, la moral, la
religión y la legislación vigente.

El elemento clave es la actividad cognitiva del individuo, es decir, la manera


en que cada persona considera su comportamiento, y si lo clasifica como sexual o no
sexual, o como necesario o reprimible. Como consecuencia, cada sujeto establece
conscientemente límites personales y en relación con los demás, de acuerdo a sus
creencias personales, preferencias y deseos que la educación sexual debe respetar en
un contexto de libertad. Esta interacción cognitiva supone la construcción de un
modelo explicativo de la sexualidad humana desde edades muy tempranas, que
globalmente pone en relación el comportamiento, las actitudes y las concepciones o
ideas explicativas así como los valores y las ideologías. Ello supone una construcción
individual de la sexualidad en el marco de cada cultura concreta, diferenciado o
próximo a las potencialidades biológicas y al modelo que la cultura propone. Se
caracteriza, siempre, por la aparición de un doble código de comportamiento privado -
público, el de las manifestaciones no aceptadas y el de las toleradas socialmente, lo
que se denomina respectivamente identidad de género y papel de género.

En esta unidad se abordan aspectos generales sobre la orientación sexual y la


identidad de género y el papel de género, es decir, se mencionan los distintos
conceptos sobre la sexualidad, así como los procesos de asumir la homosexualidad y
la transexualidad y las posturas científicas y médicas en torno a esas realidades. En la
actualidad se considera que las dimensiones principales de la sexualidad son:

 La delimitación del sexo biológico: Define el hecho de ser hombre o


mujer a partir de variadas condiciones anatómicas, fisiológicas y
psicológicas.
 La Identidad de género: Es la pertenencia a un sexo u otro, es decir,
sentirse hombre o mujer.
 El rol de género: Las dimensiones de la sexualidad dan cuenta de las
diversas formas de sentirla y vivirla. La manera como ello ocurre permite
(auto) identificar y (auto) conocer a los seres humanos como hombres o
mujeres, quienes pueden ser heterosexuales, homosexuales, bisexuales
o transexuales.

Es decir, en otras palabras, las dimensiones de la sexualidad, es el rol, la acción


o actitud asumida por una persona de acuerdo a factores sociales, culturales, políticos,
económicos, éticos o religiosos. Los roles de género pueden derivar en estereotipos o
discriminación, sí es que no se corresponden con las verdaderas capacidades e
intereses de las personas. Durante gran parte de la historia se ha pensado que el rol
de género de la mujer es ser ama de casa, mientras que al hombre se le ha
adjudicado la labor de proveedor. Lo mismo ocurre con la afirmación “sólo las mujeres
lloran y los hombres no”. Con el paso del tiempo ha quedado claro que muchos roles
de género no son exclusivos de un determinado sexo, sino que pueden ser
desempeñados con igualdad por ambos, aunque con diversas formas de expresión.

 Orientación sexual: Está determinada por el deseo natural, tanto sexual,


como amoroso y erótico; hacia otras personas.
 Conducta sexual: Son las prácticas e historias sexuales de las personas
que pueden ser siempre o en algún momento igual o distinto a su
orientación sexual y que se encuentran muy influidas por el contexto
social, político, cultural, religioso o económico donde se inserta el ser
humano.

Dos conceptos clave adicionales son la libertad y la autonomía.

La libertad se comprende como la capacidad de optar entre las diversas


alternativas posibles, lo cual requiere de información previa y objetiva sobre ellas. La
ausencia de conocimiento sobre sexualidad (por incapacidad o negación de los
adultos a brindarla) se convierte, entonces, en un atentado contra la libertad individual.
Obviamente la libertad no es absoluta. Incluso, a medida que el ser humano opta, él
mismo reduce el ámbito de su propia libertad, por cuanto la opción constituye un SI,
pero a la vez varios NO (a las alternativas no seleccionadas).

La autonomía es la ausencia de presión en la toma de decisiones. La presión


puede ser de varios tipos: física (violencia, agresión), psicológica (manipulación
afectiva, alienación) y social (rechazo social, ostracismo).

Así como no hay una libertad absoluta, tampoco existe una autonomía absoluta:
el ser humano, a lo largo de su existencia, tiene condicionamientos "reductores" de su
autonomía. Puede tener limitaciones físicas que le impidan cierto tipo de actividades;
una historia personal traumática que afecte su proceso decisorio; o la ubicación en un
sitio en el cual la presión social tenga importancia para sus objetivos laborales o
sociales.

Un prerrequisito para la autonomía es también la auto-estima. Una auto-estima


alta protege al individuo de presión y manipulación; por el contrario, si es baja lo hace
muy vulnerable a presiones y manipulaciones.
El conocimiento sexual implica el conocimiento de nosotras y nosotros mismos,
el conocimiento de las demás personas (identidad sexual; imagen corporal; diferencias
anatómico-genitales; ciclo de respuesta sexual; diferencias de género), y las
relaciones que se establecen entre ambos, en el marco de una organización social y
sexual concretas (afectividad; amor, matrimonio; preferencia sexual; heterosexualidad;
bisexualidad, homosexualidad; relaciones de poder).

Una primera característica es, pues, el hecho de que las personas se presenten
como sujetos y objetos del conocimiento. Así, el conocimiento sexual se referirá al uso
que se hace de esta información para explicar el mundo social circundante. De esta
manera, el conocimiento sexual implica la incorporación de una serie de dimensiones,
presentes en mayor o menor grado en todos los contenidos, de carácter cultural,
social, biológico, psicológico, afectivo y moral.

La conducta sexual puede ser igual o distinta a la orientación sexual. Ello


significa que una persona con orientación homosexual puede experimentar conductas
heterosexuales, mientras que otra con orientación heterosexual puede tener conductas
homosexuales. Generalmente la conducta sexual es distinta a la orientación sexual
cuando nace de la presión social o de la necesidad de exploración o curiosidad de las
personas. Por ejemplo, aún es común que muchos hombres o mujeres con
“orientación sexual homosexual” se casen o tengan relaciones con alguien del sexo
opuesto debido a la presión social y al temor a la discriminación. También es cada vez
más cotidiano que personas heterosexuales experimenten al menos una vez en su
vida alguna relación con alguien de su mismo sexo.

Sin embargo, sea cual sea la conducta sexual, de tipo coyuntural o permanente,
esta no altera, modifica o transforma la orientación sexual, es decir, no afecta el hecho
de ser y sentirse heterosexual u homosexual, aun cuando las prácticas sexuales
pueden ser total o parcialmente distintas al deseo natural.
La orientación sexual puede expresarse en el amor y el deseo hacia personas
de igual o distinto sexo y en función de ello adquiere diversas denominaciones.

En especial, conviene destacar dos aspectos relacionados con la orientación y


la conducta sexual por la problemática que pueden plantear en la comunidad
educativa.

La homosexualidad y la transexualidad existen desde el comienzo de la


humanidad y aunque sus expresiones se dan en todo el mundo, unas de las primeras
menciones se encuentran en la Grecia Antigua. En ese período la homosexualidad y la
transexualidad formaban parte de la vida cotidiana y de las historias míticas de los
filósofos y no eran consideradas un problema mayor, según variadas investigaciones.

Con el correr de los siglos y con la influencia del cristianismo el rechazo fue en
aumento y alcanzó uno de sus más altos niveles en el 309 D.C cuando el Consejo
Eclesiástico de Elvira (actualmente Granada de España) aprobó 37 leyes canónicas
referidas a la sexualidad. En dichas leyes, que se extendieron por toda Europa y luego
a América, cualquier expresión sexual que no tuviese por fin la procreación fue
considerada un pecado.

El siguiente link conduce a un interesante video sobre una investigación


acerca de los orígenes de la homosexualidad:
https://www.youtube.com/watch?v=sZxE0YlQknM

6. Análisis de las relaciones que se establecen con la identidad y sus aspectos


de unidad y diversidad

La interculturalidad no puede ser reducida a una simple mezcla, fusión o


combinación híbrida de elementos, tradiciones, características o prácticas
culturalmente distintas. Más específicamente, la interculturalidad representa procesos
(no productos o fines) dinámicos y de doble o múltiple dirección, repletos de creación y
de tensión y siempre en construcción; procesos enraizados en las brechas culturales
reales y actuales, brechas caracterizadas por asuntos de poder y por las grandes
desigualdades sociales, políticas y económicas que no permiten por un lado,
relacionarse equitativamente, y por el otro, desarrollar procesos que pretenden
construir y consolidar solidaridades y responsabilidades compartidas.

El reto más desafiante y prometedor de la interculturalidad: es no ocultar las


desigualdades, contradicciones y los conflictos de la sociedad o de los diversos grupos
sociales, sino trabajar en establecer una red de interacciones sociales con
reconocimiento pleno de derechos.

Al establecer distinciones sobre las diversas formas en que se llevan a cabo las
relaciones interculturales en la vida cotidiana, Albó (1999) argumenta que el principio
intercultural busca establecer una manera de “relacionarse de manera positiva y
creativa”, un enriquecimiento entre todos sin perder por ello la identidad cultural de los
interlocutores. Esta relación positiva implica un elemento personal y otro social que se
complementan y se exigen mutuamente. Es decir, mientras que los procesos de la
interculturalidad, a nivel personal, se enfocan en la necesidad de construir relaciones
entre iguales, a nivel social se enfocan en la necesidad de transformar las estructuras
de la sociedad y las instituciones que las soportan, haciéndolas sensibles a las
diferencias culturales y a la diversidad de prácticas culturales (educativas, jurídicas, de
medicina y salud, etc.) que están en pleno ejercicio.

En ese sentido, el foco problemático es como hacer evidente comprender la


interculturalidad en sus múltiples dimensiones, y esto requiere una discusión y análisis
profundo y amplio que parte de las realidades actuales de la sociedad.

Por otra parte, en el caso de la identidad de género, ésta alude a la percepción


subjetiva que un individuo tiene sobre sí mismo en cuanto a sentirse hombre o mujer;
éste puede considerarse el "sexo psicológico" o "sexo psíquico", y se constituye en
uno de los tres elementos de la identidad sexual, junto a la orientación sexual y el rol
de género. Sus articuladores son los que se llaman cánones vigentes de masculinidad
y femineidad, y se relaciona con el esquema ideo-afectivo de pertenencia a un sexo, y
se trata, por consiguiente, de la expresión individual del género.

Toda sociedad tiene un conjunto de esquemas de género, vale decir, una serie
de normas, prescripciones sociales o estereotipos culturales relacionados con el
género que sirven de base para la formación de una identidad social en relación con
otros miembros de esa sociedad y que, en consecuencia, dan origen a la identidad de
género.

La identidad de género es parte de una serie de círculos de pertenencia, a los


que el sujeto se adscribe a partir del reconocimiento que hace de sí y de los otros,
durante las interacciones que se suscitan en espacios y momentos específicos.

En el siguiente link se puede leer la Ley de Identidad de género, N° Ley


26.743:
http://www.ms.gba.gov.ar/sitios/tocoginecologia/files/2014/01/Ley-26.743-IDENTIDAD-
DE-GENERO.pdf (3)

En otras palabras, se puede decir que la identidad de género es la


conciencia de sentir pertenencia a un sexo u otro, es decir, sentirse hombre o mujer.
Es decir: Ella nació con un físico masculino, pero su identidad de género es femenina.
El nació con un físico femenino, pero su identidad de género es masculina.
Se calcula que por cada 11. 900 féminas existe una mujer transexual, mientras que por
cada 30.400 hombres uno es transexual masculino. La mayoría de las personas
transexuales son heterosexuales.
A partir de la lectura y análisis de la Ley de género responda los siguientes
interrogantes.
a. ¿Qué derechos otorga la misma?
b. ¿Cómo define género? Compare con lo leído en el módulo.
c. ¿A qué se refiere la norma cuando habla de trato digno?

Se sugiere consultar el texto acerca de la orientación sexual y la


identidad de género (OEA, 2012) en la sección citas textuales que se encuentra al
final de la unidad 1 del Seminario 1.

SÍNTESIS

La cultura se define como el complejo conjunto de rasgos distintivos espirituales,


materiales, intelectuales y emocionales que caracterizan a una sociedad o grupo
social.

Mientras que el concepto de igualdad hace referencia a la equivalencia,


correspondencia o conformidad entre dos elementos o cosas, y se contrapone a otros
tres conceptos: el concepto de diferencia, el concepto de diversidad y el concepto de
desigualdad.

El concepto de diferencia puede tener matices positivos o negativos y muestra


que dos cosas no son iguales, es decir, que no se corresponden. El de diversidad
suele tener matices positivos. Este concepto muestra que es bueno que en un
determinado ámbito no todo sea igual, sino que haya variedad. Finalmente, el
concepto de desigualdad suele tener matices negativos pues denuncia situaciones de
injusticia.

Se hace referencia a la igualdad, al derecho a la igualdad, que se entiende


como el que tienen todos los seres humanos a ser reconocidos como iguales ante la
ley. El principio de igualdad ante la ley establece que todos los seres humanos son
iguales ante la ley, sin que existan privilegios ni restricciones. En síntesis, el término
igualdad de derechos, se refiere a la igualdad entre los individuos.

La identidad se crea en dos niveles distintos: Por un lado se encuentra la


Identidad Individual, y por otro lado, la identidad social o cultural. Se entiende la
identidad como los puntos de encuentro entre los miembros de un grupo. Sin
diversidad, no se puede construir la identidad ya que ésta es un proceso de
identificación constante con los distintos elementos de la heterogeneidad cultural en la
que se habita, esta identificación sólo se puede realizar cuando se toma conciencia de
que existe otro distinto a uno.
La diversidad es concepto derivado del latín que implica falta de
semejanza, diferencia, variedad, heterogeneidad. La diversidad Cultural
consiste en la pluralidad de culturas que coexisten en el mundo; implica por un
lado, la preservación y promoción de las culturas existentes y, por el otro el
respeto hacia otras culturas. La diversidad cultural implica por una parte la
preservación y la promoción de las culturas existentes y, por otra, la apertura a
otras culturas.
La heterogeneidad cultural determina diferentes aproximaciones a la
otredad o alteridad. El etnocentrismo se define como una relación en la cual un
grupo cultural se considera superior a otro e intenta imponer su propia cultura.
El relativismo cultural implica un posicionamiento de respeto por la cosmovisión
del otro, aunque puedan vivenciarse como compartimentos estancos.
El multiculturalismo toma elementos de diversas culturas para construir
una cosmovisión compleja y múltiple ante un hecho socio-cultural. El
pluriculturalismo es el referente más utilizado en América Latina, reflejo de la
necesidad de un concepto que represente la particularidad de la región que dé
cuenta de los elementos y sujeto originarios y negros, que han convivido por
siglos con blancos-mestizos y donde el mestizaje ha sido parte de la realidad,
como también la resistencia cultural y, recientemente de la revitalización de las
diferencias.

Durante los siglos XVII y XVIII, se instaló en Europa la idea de raza como
tipo, es decir que se utilizaron algunas características físicas como el color de
la piel, la forma de la cabeza o la altura como criterios para distinguir
poblaciones y tipos. Pero el hecho de clasificar a las poblaciones acorde a las
características físicas fue acompañado con un proceso de valoración, es decir,
se les otorgaron a ciertos grupos humanos en algunos casos, valoraciones
inferiores y negativas y, en otros casos, se acompañaron de valoraciones
positivas afirmando la noción de superioridad. Así surge el racismo que
consiste en la desvalorización de una persona o de un conjunto de personas
sobre la base de criterios biológicos y físicos. Por otro lado, así como existe el
racimo, está la xenofobia, esta terminología se utiliza para hacer referencia al
miedo o rechazo que las personas tienen hacia otras que han llegado a su
territorio procedente del exterior y las consideran peligrosas por sus
diferencias.

La etnia es la versión no biológica de la identidad racial en donde se


establece una actitud personal positiva de integración con un grupo con el cual
se comparten características socioculturales y lingüísticas. Otros señalan que
ésta se construye principalmente en torno a la idea de un estado-nación.

El concepto de etnia ha venido a sustituir al de raza en un intento o


necesidad de establecer límites y demarcar fronteras. En este sentido la etnia
de alguna manera también hace referencia a aspectos visibles que diferencian
a un grupo humano de otro, tales como lengua, costumbres, rasgos físicos,
etc., aunque tiene un grado mayor de complejidad al establecer en su interior
distinciones culturales y por lo tanto mucho más específicas que otras formas
de clasificación. Del concepto de etnia, surge el etnocentrismo, que es actitud o
punto de vista por el que se analiza el mundo de acuerdo con los parámetros
de la cultura y el sistema de valores propios.
Las dimensiones de la sexualidad se definen como el resultado de la
interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales,
éticos, religiosos y espirituales. Aunque puede abarcar todos estos aspectos,
no es necesario que se experimenten ni se expresen simultáneamente, pero tal
diversidad de condicionantes confiere a la sexualidad de cada persona un
marcado carácter personal y específico que se manifiesta en lo que somos,
sentimos, pensamos y hacemos.
Lo biológico está definido por las cuestiones definidas por el sexo. El
sexo define el hecho de ser hombre o mujer a partir de variadas condiciones
anatómicas, fisiológicas y psicológicas.
Lo psicológico, se define por la identidad de género, que la misma
consiste en el sentido de pertenencia que cada persona tiene a un sexo
determinado, es decir, sentirse hombre o mujer.
La dimensión social y cultural aporta el rol de género, que tiene que ver
con los estereotipos, prejuicios y valores que la sociedad asigna a cada sexo, y
que a veces no se corresponden con las verdaderas capacidades e intereses
de las personas.
En referencia a la orientación sexual, está determinada por el deseo
natural, tanto sexual, como amoroso y erótico; hacia otras personas.
La conducta sexual, tiene que ver con las prácticas e historias sexuales de las
personas que pueden ser siempre o, en algún momento, iguales o distintas a su
orientación sexual y que se encuentran muy influidas por el contexto social, político,
cultural, religioso o económico donde se inserta el ser humano. La conducta sexual
puede ser igual o distinta a la orientación sexual. Ello significa que una persona con
orientación homosexual puede experimentar conductas heterosexuales, mientras que
otra con orientación heterosexual puede tener conductas homosexuales.
Generalmente la conducta sexual es distinta a la orientación sexual cuando nace de la
presión social o de la necesidad de exploración o curiosidad de las personas.
La identidad de género es la conciencia de sentir pertenencia a un sexo u otro,
es decir, sentirse hombre o mujer. Ella nació con un físico masculino, pero su identidad
de género es femenina El nació con un físico femenino, pero su identidad de género
es masculina.

AUTOEVALUACIÓN

Respondan a los siguientes interrogantes a modo de autoevaluación:

1. ¿Qué diferencias podría expresar entre los conceptos de cultura y diversi-


dad? ¿A qué se refiere la diversidad cultural?
2. ¿A qué se denomina cultura? ¿A qué se refieren las concepciones descripti-
vas y sociosemiótica de cultura?
3. Sobre la base de las diferentes definiciones de cultura analizadas en la uni-
dad, ¿cuáles son las regularidades que puede reconocer en ellas?
4. Enuncie diferencias entre las concepciones descriptivas y socio-semiótica
de cultura.
5. ¿Qué relación concreta se plantea entre diversidad cultural e interculturali-
dad?
6. ¿Qué diferencias puede postular entre cultura hegemónica, cultura subal-
terna y contracultura?
7. ¿Cuáles son los conceptos más importantes que surgen del pensamiento
de Bourdieu acerca de la cultura?
8. Explique cómo impactan la cultura y la diversidad en la construcción de
subjetividades.
9. Delimite los conceptos de orientación sexual, conducta sexual y diversidad
e identidad de género.

ACTIVIDADES DE REFLEXIÓN Y APLICACIÓN

1. Identifique las diferencias entre una concepción descriptiva, mental y


socio semiótica de la cultura y confeccione un cuadro comparativo.

2. Analice el siguiente texto y relaciónelo con los conceptos principales


trabajados en la unidad temática.

El campo cultural es una red de relaciones objetivas entre posiciones objetivamente


definidas –en su existencia y en las determinaciones que ellas imponen a sus
ocupantes- por su situación (situs) actual y potencial en la estructura de las
distribuciones de las especies de capital (o de poder).
Uno de los aspectos más atractivos del concepto de campo se encuentra
precisamente en su utilidad para mediar entre la estructura y la superestructura, así
como entre lo social y lo individual. Ha contribuido, por ejemplo, a evitar el
deductivismo mecánico empleado en tantos análisis sociológicos del arte y la
literatura. En efecto, no es posible deducir del carácter general del modo de
producción el sentido de una obra particular: tienen poco valor explicativo afirmaciones
tales como que el arte es mercancía o está sometido a las leyes del sistema capitalista
mientras no se precisen las formas específicas que esas leyes adoptan para producir
novelas o películas, de acuerdo con los medios y relaciones de producción de cada
campo. Por omitir estas mediaciones, los sociólogos de la cultura son vistos a veces
como incapaces de percibir lo peculiar del arte.
El campo es base de:

 La existencia de un capital común (conocimientos, habilidades, poder, etc.). Por


tanto se produce:
 La lucha por su apropiación. Las personas con un interés común se movilizan
para lograr sus objetivos. Por eso:
 Los campos son dinámicos (no estáticos). Producen una jerarquización entre
quienes detentan el capital y aquellos que aspiran a tenerlo.
 Existen dos niveles de análisis posibles (sincrónico y diacrónico).

En consecuencia, los campos son las distintas configuraciones de clases o relaciones


sociales, donde se unen para relacionarse. Bourdieu lo explica como si fuera una red,
donde las relaciones son necesarias. Estas relaciones con su respectiva razón de ser
y también con su estatus social posibilitan que se relacionen de tal o cual manera.
Para situar a los individuos con más claridad en los campos, Bourdieu propone que se
situé a los individuos en un mapa. Estas posiciones de los individuos funcionan con
parejas de oposiciones, por ejemplo, pobre/rico, valiente/cobarde. Así podemos
analizar las diferencias en los individuos, según el campo en el que se encuentren, con
más facilidad.
Al mismo tiempo que organiza la distribución de los bienes materiales y simbólicos,
la sociedad conforma en los grupos y los individuos la relación subjetiva con ellos, las
aspiraciones, la conciencia de lo que cada uno puede apropiarse. En esta
estructuración de la vida cotidiana se arraiga la hegemonía: no tanto en un conjunto de
ideas "alienadas" sobre la dependencia o la inferioridad de los sectores populares
como en una interiorización muda de la desigualdad social, bajo la forma de
disposiciones inconscientes, inscritas en el propio cuerpo, en el ordenamiento del
tiempo y el espacio, en la conciencia de lo posible y de lo inalcanzable.
Sin embargo, las prácticas no son meras ejecuciones del habitus producido por la
educación familiar y escolar, por la interiorización de reglas sociales. En las prácticas
se actualizan, se vuelven acto, las disposiciones del habitus que han encontrado
condiciones propicias para ejercerse. Existe, por tanto, una interacción dialéctica entre
la estructura de las disposiciones y los obstáculos y oportunidades de la situación
presente15.

CITAS TEXTUALES

Clifford Geertz (1998). La interpretación de las culturas

“Para definir la cultura, resulta interesante el concepto de Gilbert Ryle, de descripción


densa, un esfuerzo intelectual y especulación elaborada que explica los significados, a
partir de otra descripción superficial, que en realidad representa el símbolo mismo.
Ryle se refiere a la existencia de una cultura en la cual el acto de guiñar el ojo tiene
cierta significación (piensen que no todos los pueblos guiñan el ojo con alguna
finalidad). En el caso de nuestra sociedad, existen varias razones por las que un
individuo puede guiñar el ojo como gesto de complicidad, seducción, tic nervioso, seña
en un juego de naipes, como imitación de un guiño o parodia del mismo, etc. Ahora
viene lo importante: “incluso en un gesto tan sencillo como guiñar un ojo, si alguien no
pertenece a la cultura en la que los significados mencionados poseen reconocimiento,
le será muy difícil comprender la diferencia entre un guiño de seducción de la parodia
de un guiño”.
En este contexto nadie comprendería una cultura, nadie de aproximaría al
conocimiento de un pueblo por el modo de guiñar un ojo. La cuestión central entre lo
que Ryle llama la "descripción superficial" de lo que está naciendo el que ensaya ante
el espejo (remedador, guiñador, dueño de un tic...), es decir, "contrayendo rápidamente
el ojo derecho" y la "descripción densa" de lo que está haciendo ("practicando una
burla a un amigo al simular una señal con el fin de engañar a un inocente y hacerle
creer que está en marcha una conspiración") define el objeto de la etnografía: una
jerarquía estratificada de estructuras significativas atendiendo a las cuales se
producen, se perciben y se interpretan los tics, los guiños, los guiños fingidos, las

15Bourdieu (2002), pp. 85-87


parodias, los ensayos de parodias y sin las cuales no existiría16. En síntesis, el análisis
consiste pues en desentrañar las estructuras de significación -lo que Ryle llamó
códigos establecidos, expresión un tanto equívoca, pues hace que la empresa se
parezca demasiado a la tarea del empleado que descifra, cuando más bien se
asemeja a la del crítico literario- y en determinar su campo social y su alcance”.

Juan Mauricio Renold (2008). Antropología social. Relecturas y


ensayos.

“Ahora bien, la experiencia en Antropología, es nuestra inserción de sujetos sociales


en un todo en el que está ya hecha la síntesis que busca laboriosamente en nuestra
inteligencia, ya que vivimos en la unidad de una sola vida todos los sistemas que
constituyen nuestra cultura. Puede obtenerse algún conocimiento de esta síntesis que
somos nosotros. Y lo que es más: el mecanismo de nuestro ser social puede ser
desecho y rehecho por el viaje, igual que podemos aprender a hablar otras lenguas.
Esa es una segunda vía hacia lo universal: ya no lo universal “en salerizo”, de un
método estrictamente objetivo, sino como un universal lateral cuya adquisición
hacemos por la experiencia etnológica incesante puesta a prueba de uno mismo por el
otro y del otro por uno mismo. Se trata de construir un sistema de referencias general
en el que puedan encontrar cabida el punto de vista del indígena, el punto de vista del
civilizado y los errores de uno a propósito del otro, de constituir una experiencia
ampliada que se convierta en principio accesible a hombres de otro país y de otra
época. La Etnología no es una especialidad definida por un objeto particular, las
“sociedades primitivas” es una manera de pensar, la que se impone cuando el objeto
es “otro”, y exige que nos transformemos nosotros mismos. Así, nos convertimos a
nuestra vez en los etnólogos de nuestra propia sociedad si tomamos distancia
respecto a ella. Desde hace algunas decenas de años en que la sociedad americana
está menos segura de sí misma, abre a los etnólogos la puerta de los servicios
estatales y los Estados Mayores. Singular método: se trata de aprender a ver como
extraño lo que es nuestro, y como nuestro lo que nos era extraño (Merleau Ponty,
1973)”17.

OEA. (2012). Orientación Sexual, Identidad de Género y Expresión


de Género: algunos términos y estándares relevantes.

Sexo: En un sentido estricto, el término “sexo” se refiere “a las diferencias


16Geertz (1987), p. 14.

17Renold (2008), p. 20.


biológicas entre el hombre y la mujer”, a sus características fisiológicas, a “la suma de
las características biológicas que define el espectro de los humanos personas como
mujeres y hombres” o a “la construcción biológica que se refiere a las características
genéticas, hormonales, anatómicas y fisiológicas sobre cuya base una persona es
clasificada como macho o hembra al nacer”.
Personas intersex: Desde la perspectiva del sexo, además de los hombres y las
mujeres, se entiende que se alude también a las personas intersex. En la doctrina se
ha definido la intersexualidad como “todas aquellas situaciones en las que el cuerpo
sexuado de un individuo varía respecto al standard de corporalidad femenina o
masculina culturalmente vigente”.
Género: La diferencia entre sexo y género radica en que el primero se concibe
como un dato biológico y el segundo como una construcción social.
El Comité de Naciones Unidas que monitorea el cumplimiento con la Convención
sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW,
por sus siglas en inglés, en adelante el “Comité CEDAW”) ha establecido que el
término “sexo” se refiere a las diferencias biológicas entre el hombre y la mujer,
mientras que el término “género” se refiere a las identidades, las funciones y los
atributos construidos socialmente de la mujer y el hombre y al significado social y
cultural que se atribuye a esas diferencias biológicas.
La orientación sexual: La orientación sexual de una persona es independiente
del sexo biológico o de la identidad de género. Se ha definido como “la capacidad de
cada persona de sentir una profunda atracción emocional, afectiva y sexual por
personas de un género diferente al suyo, o de su mismo género, o de más de un
género, así como a la capacidad mantener relaciones íntimas y sexuales con estas
personas”.
La identidad de género: La identidad de género es la vivencia interna e
individual del género tal como cada persona la siente profundamente, la cual podría
corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la
vivencia personal del cuerpo (que podría involucrar la modificación de la apariencia o
la función corporal a través de medios médicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre
que la misma sea libremente escogida) y otras expresiones de género, incluyendo la
vestimenta, el modo de hablar y los modales. Dentro de la categoría identidad de
género se incluye generalmente la categoría transgenerismo o trans.
La expresión de género: La expresión de género ha sido definida como “la
manifestación externa de los rasgos culturales que permiten identificar a una persona
como masculina o femenina conforme a los patrones considerados propios de cada
género por una determinada sociedad en un momento histórico determinado”. En una
parte de la doctrina se ha considerado que la expresión de género se encuentra
subsumida dentro de la categoría identidad de género. Recientemente, sin embargo,
se ha comenzado a establecer la diferencia entre identidad de género y expresión de
género, incluyéndose específicamente ésta última en distintas leyes. (p. 3-7)

BIBLIOGRAFÍA DE LA UNIDAD TEMÁTICA

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