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LOS SIETE DONES DEL ESPÍRITU

¿Cuantos dones existen?


La Iglesia identifica siete, un número que simbólicamente habla
de plenitud, integridad; son aquellos de los que aprendemos cuando nos
preparamos para el Sacramento de la Confirmación y que invocamos en la
antigua oración llamada "Secuencia del Espíritu Santo". Los dones del Espíritu
Santo son: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, conocimiento, piedad y
temor del Señor. Siete porque corresponde a siete exigencias y actividades de
la vida sobrenatural del alma. Siete porque se contraponen a los siete pecados
capitales, siete estados de vida que se oponen a siete estados de muerte.1
En el sínodo de Roma del año 382, bajo la presidencia del Papa Dámaso I se
trató de los dones aplicando la profecía de Isaías a Jesucristo: Se dijo:

Ante todo hay que tratar del Espíritu septiforme que descansa
en Cristo. Espíritu de sabiduría: Cristo virtud de Dios y sabiduría
de Dios (1Co 1, 24). Espíritu de entendimiento: Te daré
entendimiento y te instruiré en el camino por donde andarás (Sal
31, 8). Espíritu de consejo: Y se llamará su nombre ángel del
gran consejo (Is 9, 68). Espíritu de fortaleza: Virtud o fuerza de
Dios y sabiduría de Dios (1Co 1, 24). Espíritu de ciencia: Por la
eminencia de la ciencia de Cristo Jesús (Ef 3, 19). Espíritu de
verdad: Yo soy el camino, la vida y la verdad (Jn 14, 6). Espíritu
de temor (de Dios): El temor del Señor es principio de la
sabiduría (Sal 110, 10)2

El Papa León XIII en la encíclica Divinum illud munus (publicada en el año 1897)
afirma:

El justo que vive de la vida de la gracia y que opera mediante


las virtudes, como otras tantas facultades, tiene absoluta
necesidad de los siete dones, que más comúnmente son
llamados dones del Espíritu Santo. Mediante estos dones, el
espíritu del hombre queda elevado y apto para obedecer con
más facilidad y presteza a las inspiraciones e impulsos del
Espíritu Santo. Igualmente, estos dones son de tal eficacia, que
conducen al hombre al más alto grado de santidad; son tan
excelentes, que permanecerán íntegramente en el cielo, aunque
en grado más perfecto. Gracias a ellos es movida el alma y
conducida a la consecución de las bienaventuranzas

1
digital, Vida nueva. «Siete dones del Espíritu Santo.» 2012.
http://www.vidanuevadigital.com/archivo/siete-dones-del-espiritu-santo/.
2
EWTN. «Los dones del espíritu santo son 7 o 9.» s.f.
https://ewtn.com/v/experts/showmessage.asp?Pgnu=1&Pg=Forum24&recnu=4&number=655105.
evangélicas, esas flores que ve abrirse la primavera como
señales precursoras de la eterna beatitud.3

Santo Tomás enseña que todos los dones del Espíritu Santo están vinculados
entre sí, de tal modo que se potencian mutuamente: el don de fortaleza, por
ejemplo, ayuda al de consejo, y éste abre camino al don de ciencia, etc. Y a su
vez todos los dones están vinculados con la caridad teologal.

INTRODUCCIÓN

El Espíritu Santo constituye el alma, la sangre vital de la Iglesia y de cada


cristiano individual: es el amor de Dios que hace de nuestros corazones su lugar
de habitación y entra en comunión con nosotros. El Espíritu Santo permanece
con nosotros siempre, él está siempre dentro de nosotros, en nuestros
corazones. El Espíritu mismo es "el don de Dios" por excelencia (Jn 4:10), es un
don de Dios, y él a su vez comunica varios dones espirituales a quienes lo
reciben.4

DON DE LA SABIDURIA
El primer don del Espíritu Santo es la sabiduría. Pero no es una simplemente
sabiduría humana, la cual es fruto del conocimiento y la experiencia que va
obteniendo el hombre. En la Biblia se nos dice que Salomón, en el momento de
su coronación como Rey de Israel, había pedido el don de la sabiduría (véase 1
Reyes 3: 9). Y la sabiduría es poder ver cada cosa con los ojos de Dios.

La sabiduría es ver el mundo, ver las situaciones, las ocasiones, los problemas,
todo, con los ojos de Dios. Esta es la sabiduría. Algunas veces vemos las cosas
según nuestro gusto o según la situación de nuestro corazón, con amor o con
odio, con envidia... No, esto no es el ojo de Dios. La sabiduría es lo que obra el
Espíritu Santo en nosotros a fin de que veamos todas las cosas con los ojos de
Dios. Este es el don de la sabiduría.5
Todo esto proviene de esa relación intimidad que tenemos con Dios, cuanto
tenemos dicha relación el Espíritu Santo nos dota del don de la sabiduría
transfigurando nuestro corazón permitiéndole percibir toda su calidez y
predilección.

3
ibíd.
4
FRANCISCO, PAPA. «AUDIENCIA GENERAL.» 2014.
http://w2.vatican.va/content/francesco/en/audiences/2014/documents/papa-
francesco_20140409_udienza-generale.html.
5
ibíd.
El Espíritu Santo, entonces, hace sabio al cristiano. Esto no quiere decir que
tiene una respuesta para cada cosa, que lo sabe todo, sino en el sentido de
que «sabe» de Dios, sabe cómo actúa Dios, conoce cuándo una cosa es de Dios
y cuándo no es de Dios; tiene esta sabiduría que Dios da a nuestro corazón.6

Si una persona tuviese que oír dos proposiciones, una formada por la razón y
otra inspirada por Dios, podrá discernir entre ellas al momento, conociendo la
que viene de Dios por una cierta relación natural que tiene con su objeto. El
corazón del hombre sabio por lo tanto tiene el gusto y el sabor de Dios.

Este don es un regalo que Dios da a aquellos que se hacen dóciles al Espíritu
Santo, como sabemos el Espíritu Santo se encuentra dentro de nosotros; es por
eso, todos podemos aspirar a que este don enriquezca nuestra oración. Hay, sí,
una condición previa, la humildad de corazón, pues Dios se resiste a los
soberbios.

Porque a medida que un alma se va purificando, el espíritu va haciéndose cada


vez más fuerte:

Así como se encuentran personas tan malas que parece que no


sienten gusto más que en el mal y hacen el mal con jactancia y
por el solo placer de hacer el mal, según San Bernardo (l), lo
mismo hay almas tan buenas que no encuentran sabor más que
en el bien y no obran en todas cosas por ninguna otra
consideración que por hacer el bien.7
El bien y sólo el bien es el atractivo que las lleva a hacer el bien.
Este es el efecto propio de la sabiduría, que llena de tal manera el alma del gusto
del bien y del amor a la virtud, que por todo lo demás sólo siente desagrado. El
gusto del bien le es como natural.

San Bernardo expone admirablemente esta doctrina en uno de sus sermones


sobre el Cantar de los Cantares:

La sabiduría es el amor a la virtud, no es otra cosa que el sabor


del bien; cuando entra en un alma vence la malicia y destierra al
sabor del mal que ella había introducido, llenando el alma de las
delicias que el bien lleva siempre consigo. Cuando entra en el
alma, modera los sentimientos de la carne, purifica el
entendimiento, cura el gusto corrompido del corazón, da al alma
la perfecta salud que la pone en disposición de paladear el sabor
del bien y el de la sabiduría misma, que es de todos los bienes
el más excelente y dulce.8

6
ibíd.
7
Católica, Liturgia. «Don de Sabiduría.»https://trinidad.home.xs4all.nl/dones/sabiduria.html.
8
ibíd.
Si escuchamos al Espíritu Santo, Él nos enseña esta senda de la sabiduría, nos
regala la sabiduría que consiste en ver con los ojos de Dios, escuchar con los
oídos de Dios, amar con el corazón de Dios, juzgar las cosas con el juicio de
Dios. Esta es la sabiduría que nos regala el Espíritu Santo, y todos nosotros
podemos poseerla. Sólo tenemos que pedirla al Espíritu Santo.9

El vicio opuesto a la sabiduría es la locura; la sabiduría se refiere a gustar de


todas las cosas. La locura en cambio solo busca un placer temporal, no
encontrando satisfacción más que en esto, despreciando todo lo demás.
Ejemplo de sabiduría:

Pensad en una mamá, en su casa, con los niños, que cuando


uno hace una cosa el otro maquina otra, y la pobre mamá va de
una parte a otra, con los problemas de los niños. Y cuando las
madres se cansan y gritan a los niños, ¿eso es sabiduría? Gritar
a los niños —os pregunto— ¿es sabiduría? ¿Qué decís
vosotros: es sabiduría o no? ¡No! En cambio, cuando la mamá
toma al niño y le riñe dulcemente y le dice: «Esto no se hace,
por esto...», y le explica con mucha paciencia, ¿esto es
sabiduría de Dios? ¡Sí! Es lo que nos da el Espíritu Santo en la
vida10

DON DEL ENTENDIMIENTO

La compresión humana es la destreza intelectual con la que podemos estar más


o menos dotados. Más bien, es una gracia que solo el Espíritu Santo puede
infundir y que despierta en un cristiano la capacidad de ir más allá de la
apariencia externa de la realidad y explorar las profundidades de los
pensamientos de Dios y su plan de salvación.

El apóstol Pablo, describe acertadamente los efectos de este don:

"Lo que ningún ojo ha visto, ni oído oído, ni el corazón de el


hombre concebido, lo que Dios ha preparado para aquellos que
lo aman, Dios nos lo reveló por el Espíritu "11
Esto no significa que un cristiano pueda comprender todas las cosas y tener
pleno conocimiento de los designios de Dios. Sin embargo, este don nos permite
entender las cosas tal como Dios las entiende, con la mente de Dios. Porque uno
puede entender una situación con entendimiento humano, con prudencia, y esto

9
Ibíd, pag 2.
10
Ibíd, pag 2.
11
FRANCISCO, PAPA. «AUDIENCIA GENERAL.» 2014.
http://w2.vatican.va/content/francesco/en/audiences/2014/documents/papa-
francesco_20140430_udienza-generale.html
es bueno. Pero entender una situación en profundidad, tal como Dios lo entiende,
es el efecto de este regalo.

Jesús deseó enviarnos el Espíritu Santo para que podamos


tener este don, para que todos nosotros podamos entender las
cosas como Dios las entiende, con la mente de Dios. Es el don
con el que el Espíritu Santo nos introduce en la intimidad con
Dios y nos hace partícipes del plan de amor que él tiene para
nosotros.12
El don de la comprensión está estrechamente relacionado con la fe, creer en que
Dios cumplirá su promesa. “La fe es la virtud teologal por la que creemos en
Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos
propone, porque Él es la verdad misma. Por la fe "el hombre se entrega entera
y libremente a Dios".13
Comprender las enseñanzas de Jesús, comprender su Palabra, comprender el
Evangelio, comprender la Palabra de Dios. Uno puede leer el Evangelio y
entender algo, pero si leemos el Evangelio con este don del Espíritu Santo,
podemos comprender las profundidades de las palabras de Dios. Y este es un
gran regalo, un gran regalo al que todos tenemos que aspirar.
Ejemplo de entendimiento:

Después de presenciar la muerte en la Cruz y el entierro de


Jesús, dos de sus discípulos, desilusionados y desconsolados,
abandonan Jerusalén y regresan a su pueblo llamado
Emaús. Mientras están en camino, el Jesús resucitado se
acerca y comienza a hablar con ellos, pero sus ojos, velados por
la tristeza y la desesperación, son incapaces de
reconocerlo. Jesús camina con ellos, pero están tan tristes, en
una profunda desesperación, que no lo reconocen. Sin
embargo, cuando el Señor les explica las Escrituras para que
puedan entender que tuvo que sufrir y morir para luego
resucitar, sus mentes se abren y la esperanza se reaviva en sus
corazones.(Lc 24: 13-27). Y esto es lo que el Espíritu Santo hace
con nosotros: abre nuestras mentes, nos abre para comprender
mejor, para comprender mejor las cosas de Dios, las cosas
humanas, las situaciones, todas las cosas. El don de la
comprensión es importante para nuestra vida cristiana.14

12
Ibíd.
13
Ferreirós, Alejandro. «Don del entendimiento .» s.f.
http://www.autorescatolicos.org/misc02/alejandroferreiros16.pdf.
14
Ibíd, pag 4.
DON DEL CONSEJO
Otro regalo del Espíritu Santo es el don del consejo, a través de este don es Dios
mismo, a través de su espíritu, quien ilumina nuestro corazón para hacernos
entender la manera correcta de hablar y comportarse y la forma de seguirlo.
Este Don lo recibimos en nuestro corazón y es el Espíritu Santo quien guía
nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras intenciones según el
corazón de Dios; esto permite que nuestra que conciencia pueda hacer una
elección concreta en comunión con Dios, de acuerdo con la lógica de Jesús y su
Evangelio. De esta manera, el Espíritu nos hace crecer interiormente, nos hace
crecer positivamente, nos hace crecer en la comunidad y nos ayuda a no caer
en el egocentrismo y en nuestra forma de ver las cosas.

La condición esencial para preservar este regalo es la


oración. Sin embargo, la oración es tan importante. Orar con las
oraciones que todos aprendimos de niños, pero también orar
con nuestras propias palabras. Pedir al Señor: "Señor,
ayúdame, dame consejo, ¿qué debo hacer ahora?". Y a través
de la oración hacemos espacio para que el Espíritu venga y nos
ayude en ese momento, para que nos aconseje sobre lo que
todos debemos hacer.15
En esa intimidad con Dios, que se lleva a cabo a través de la oración, poco a
poco dejamos de lado nuestra propia manera de pensar, que a menudo es
dictada por nuestro propio interés, por nuestros prejuicios y por nuestras
ambiciones, y aprendemos en cambio a preguntarle al Señor que es lo que él
desea. De esta manera, el Espíritu crece y se desarrolla dentro de nosotros y
experimentamos cuán verdaderas son las palabras de Jesús.

Evangelio de Mateo: "no te preocupes por cómo hablas o lo que


has de decir; porque lo que has de decir te será dado en esa
hora; porque no eres tú quien habla, sino el espíritu de tu Padre
que habla por medio de ti "(10: 19-20).16
Como con todos los demás dones del Espíritu, el consejo también constituye un
tesoro para toda la comunidad cristiana. El Señor no solo nos habla en la
intimidad del corazón; también, nos dice que es un es un gran regalo poder
conocer hombres y mujeres de fe que, especialmente en las etapas más
complicadas e importantes de nuestras vidas, nos ayudan a traer luz a nuestro
corazón y reconocer la voluntad del Señor.

Un joven muy moderno, con aretes, tatuajes, todas estas cosas


... Y vino a decirme lo que le estaba sucediendo. Fue un
problema grande y difícil. Y él me dijo: "Le conté a mi madre todo

15
FRANCISCO, PAPA. «AUDIENCIA GENERAL.» 2014.
http://w2.vatican.va/content/francesco/en/audiences/2014/documents/papa-
francesco_20140507_udienza-generale.html
16
Ibíd.
esto y mi madre me dijo: ve a Nuestra Señora y ella te dirá lo
que debes hacer". Aquí hay una mujer que tuvo el don de un
abogado. Ella no sabía cómo ayudar a su hijo a salir de su
problema, pero indicó el camino correcto: ir a Nuestra Señora y
ella te lo dirá. Este es el regalo de un abogado. Esa mujer
humilde y simple le dio a su hijo el consejo más verdadero.17

DON DE LA FORTALEZA
El don de la fortaleza es una verdadera ayuda, nos da fuerza y también libera
nuestro corazón de la incertidumbre y de todos los temores que pueden
obstaculizarlo, para que la Palabra del Señor pueda llevarse a la práctica con
autenticidad y alegría.
También hay momentos difíciles y situaciones extremas en las que el don de la
fortaleza se manifiesta de una manera extraordinaria y ejemplar. Este es el caso
de quienes enfrentan situaciones particularmente duras y dolorosas que afectan
sus vidas y las de sus seres queridos.

Pensemos en esos hombres, en aquellas mujeres que tienen


una vida difícil, que luchan para alimentar a su familia, para
educar a sus hijos: hacen todo esto porque el espíritu de
fortaleza les está ayudando.18
El don de la fortaleza es lo que les permite continuar con sus deberes como
individuos, padres, madres, hermanos, hermanas, ciudadanos. Además, eso nos
llevara a pensar: si estas personas pueden hacerlo, ¿por qué no? por lo que le
pediremos al Señor que nos dé el don de la fortaleza.
No necesitamos pensar que el don de la fortaleza es necesario solo en algunas
ocasiones o en situaciones particulares. Este regalo debe constituir el tenor de
nuestra vida cristiana, en la rutina diaria ordinaria. Como dije, necesitamos ser
fuertes todos los días de nuestras vidas, para llevar adelante nuestra vida,
nuestra familia, nuestra fe.

Cuando enfrentamos la vida diaria, cuando surgen dificultades,


recordemos esto: "Todo lo puedo en el que me fortalece". El
Señor siempre nos fortalece, nunca deja que falte fuerza. El
Señor no nos prueba más allá de nuestras posibilidades. El
siempre está con nosotros. "Puedo hacer todas las cosas en él
que me fortalece".19

17
Ibíd., pag 5.
18
FRANCISCO, PAPA. «AUDIENCIA GENERAL.» 2014.
http://w2.vatican.va/content/francesco/en/audiences/2014/documents/papa-
francesco_20140514_udienza-generale.html
19
Ibíd.
Muchas veces nos podemos sentirnos tentados a ceder a la pereza o, lo que es
peor, al desaliento, especialmente cuando nos enfrentamos a las dificultades y
las pruebas de la vida. En estos casos pidamos al Espíritu Santo para que,
mediante el don de la fortaleza, levante nuestro corazón y comunique nuevas
fuerzas y entusiasmo a nuestra vida.

DON DEL CONOCIMIENTO


El conocimiento es la capacidad del hombre para aprender más y más sobre la
realidad que lo rodea y para descubrir las leyes que regulan la naturaleza y el
universo. Sin embargo, el conocimiento que proviene del Espíritu Santo no tiene
el límite que tiene el conocimiento humano; es un regalo especial, que nos lleva
a comprender, a través de la creación, la grandeza y el amor de Dios y su
profunda relación con cada criatura.
Cuando conocemos a través del Espíritu Santo, podemos contemplar
plenamente a Dios, así como la belleza de su creación y podemos darnos cuenta
de su gran amor hacia nosotros.

Es la sensación que experimentamos cuando admiramos una


obra de arte o cualquier maravilla que provenga del genio y la
creatividad del hombre: ante todo, el Espíritu nos lleva a alabar
al Señor desde lo más profundo de nuestro corazón y reconocer,
en todo lo que tenemos y en todo lo que somos, un regalo
invaluable de Dios y un signo de su infinito amor por nosotros.20
A los ojos de Dios, somos lo más hermoso, lo mejor, lo mejor de la creación:

El Libro de los Salmos. ¡El Señor nos favorece!21


El don del conocimiento nos pone en profunda armonía con el Creador y nos
permite participar en la claridad de su visión y su juicio. Y es en esta perspectiva
que logramos aceptar al hombre y la mujer como la cumbre de la creación, como
el cumplimiento de un plan de amor que está impresionado en cada uno de
nosotros y que nos permite reconocernos unos a otros como hermanos y
hermanas. Al mismo tiempo, el don del conocimiento nos ayuda a no caer en
actitudes de exceso o error.
Deberíamos pedir al Espíritu Santo el don del conocimiento para comprender
mejor que la creación es un regalo muy bello de Dios. Él ha hecho muchas cosas
buenas por lo que más le conviene: la persona humana.

DON DE LA PIEDAD

20
FRANCISCO, PAPA. «AUDIENCIA GENERAL.» 2014.
http://w2.vatican.va/content/francesco/en/audiences/2014/documents/papa-
francesco_20140521_udienza-generale.html
21
Ibid.
este don no debe identificarse con tener compasión por alguien, sentir lástima
por el prójimo; más bien, indica nuestra pertenencia a Dios y nuestra relación
profunda con Él, un vínculo que da sentido a nuestra vida y nos mantiene sanos,
en comunión con Él, incluso durante los momentos más difíciles y
atormentadores.
Es un vínculo que viene desde adentro. Es una relación vivida con el corazón :
es nuestra amistad con Dios, que Jesús nos otorgó, una amistad que cambia
nuestra vida y nos llena de pasión, de alegría. Por lo tanto, el don de la piedad
despierta en nosotros sobre todo la gratitud y la alabanza. Esta es, de hecho, la
razón y el significado más auténtico de nuestra adoración Cuando el Espíritu
Santo nos permite percibir la presencia del Señor y todo su amor por nosotros,
calienta el corazón y nos mueve de manera muy natural a la oración y la
celebración. La piedad, por lo tanto, es sinónimo del genuino espíritu religioso,
con confianza filial en Dios, con esa capacidad de orarle con el amor y la sencillez
que le pertenecen a los que son humildes de corazón.
Muchos piensan que ser piadoso es cerrar los ojos y pretender ser santo, sin
embargo, este no es el regalo de la piedad:

El don de la piedad significa ser verdaderamente capaz de


regocijarse con aquellos que se regocijan, de llorar con los que
lloran, de estar cerca de los que están solos o en angustia, de
corregir a los que están en error, de consolar a los afligidos, de
acoger y ayudar Aquellos que lo necesitan. El don de la piedad
está estrechamente ligado a la gentileza. El don de la piedad
que el Espíritu Santo nos da nos hace gentil, nos calma,
paciente, en paz con Dios22

DON DEL TEMOR A DIOS


No significa tener miedo de Dios: sabemos bien que Dios es Padre, que nos ama
y quiere nuestra salvación, y siempre perdona. El temor al Señor, en cambio, es
el don del Espíritu Santo por medio del cual se nos recuerda cuán pequeños
somos ante Dios y su amor.
Cuando el Espíritu Santo viene a morar en nuestros corazones, nos infunde
consuelo y paz, y nos lleva a la conciencia de cuán pequeños somos:

Nos hace sentir como niños en los brazos de nuestro padre. En


este sentido, entonces, comprendemos correctamente cómo el
miedo al Señor en nosotros adquiere la forma de docilidad,
gratitud y alabanza, llenando nuestros corazones de
esperanza. De hecho, con frecuencia no captamos el plan de
Dios, y nos damos cuenta de que no somos capaces de

22
FRANCISCO, PAPA. «AUDIENCIA GENERAL.» 2014.
http://w2.vatican.va/content/francesco/en/audiences/2014/documents/papa-
francesco_20140604_udienza-generale.html
asegurarnos la felicidad y la vida eterna. Sin embargo, es
precisamente al experimentar nuestras propias limitaciones y
nuestra pobreza.23
El temor al Señor nos permite ser conscientes de que todo viene de la gracia y
que nuestra verdadera fuerza radica únicamente en seguir al Señor Jesús y en
permitir que el Padre nos otorgue su bondad y su misericordia. El Espíritu Santo
abre corazones para que el perdón, la misericordia, la bondad y la caricia del
Padre puedan venir a nosotros, porque como hijos somos infinitamente amados.

Entonces somos guiados a seguir al Señor con humildad,


docilidad y obediencia. Esto, sin embargo, no es una actitud de
resignación, pasividad o arrepentimiento, sino uno de la
maravilla y la alegría de ser un niño que sabe que el Padre lo
sirve y lo ama, despierta en nosotros valor y fortaleza 24
Sin embargo, debemos cuidar, por el don de Dios, el regalo del temor al Señor
es también una "alarma" contra la obstinación del pecado. Cuando una persona
vive en maldad, cuando uno blasfema contra Dios, cuando uno explota a otros,
cuando los tiraniza, cuando vive solo por dinero, vanidad, poder u orgullo

Nadie puede llevárselas al otro lado: ni el dinero, el poder, la


vanidad ni el orgullo. ¡Nada! Solo podemos tomar el amor que
Dios Padre nos da, el abrazo de Dios, aceptado y recibido por
nosotros con amor. Y podemos tomar lo que hemos hecho por
otros

El Salmo 34 nos dice que recemos así: "Este pobre hombre lloró,
y el Señor lo escuchó, y lo salvó de todos sus problemas. El
ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen y los
libra 25

23
FRANCISCO, PAPA. «AUDIENCIA GENERAL.» 2014.
http://w2.vatican.va/content/francesco/en/audiences/2014/documents/papa-
francesco_20140611_udienza-generale.html
24
Ibíd, pag 9.
25
Ibíd, pag 9.

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