Professional Documents
Culture Documents
Antes del desayuno: Un vaso de agua tibia con jugo de limón. Ejercicios de estiramiento.
Desayuno: tazón de cereal integral con leche desnatada o yogurt, fruta picada y nueces. Café o
té.
Comida: Verduras salteadas con pechuga de pollo y 1/2 taza de arroz integral. De postre una
porción de fruta.
A media tarde: Una tostada integral con una cucharada de miel o mantequilla de maní.
Antes de la cena: Un vaso de agua con jugo de limón. Caminar de 15 minutos a media hora.
Cena: Caldo de verduras, una porción de carne en salsa. Si quedan ganas de postre, fruta o
yogurt.
Sin embargo, si has intentado perder peso con anterioridad, te habrás dado cuenta de
que un simple régimen no basta para lograr tus metas a largo plazo. Aquí es donde entra
la idea de nutrición con un enfoque holístico.
Esta palabra, proveniente del griego "holos" (todo), hace referencia a un enfoque
centrado en la persona y que abarca varios aspectos: físico, psicológico, emocional
y espiritual.
En este sentido, la alimentación holística no es solo una dieta, sino un estilo de vida
que busca mejorar la salud de la persona desde sus gustos y necesidades
particulares. Se trata de reaprender a comer, comprendiendo los mecanismos
emocionales que nos han llevado a subir de peso.
Por último, esta dieta funciona porque también integra el ejercicio como parte de tu
nueva vida. Los griegos decían "mente sana en cuerpo sano" , y este principio sigue
vigente hasta ahora. Para recuperar la salud, es necesario mover el cuerpo con
actividades adaptadas a nuestra edad y nivel físico. Yoga, pilates, zumba, spinning,
crossfit o simplemente salir a caminar son solo algunas ideas de ejercicio que puedes
hacer para acelerar tu metabolismo, despejar tu mente y producir endorfinas.
Incluye 5 raciones diarias de frutas y vegetales frescos, que nos aportan nutrientes,
fibras y agua. También proteínas de buena calidad como carne magra, lácteos, huevos
y leguminosas. Harinas completas y grasas saludables vienen a completar el plato,
pero en menor cantidad. A lo largo de la dieta aprendemos a elegir alimentos buenos
para nosotros, y notamos que nuestro apetito empieza a disminuir, en parte porque
nuestros niveles de insulina se mantienen estables.
Los malos hábitos aparecen con el tiempo, basados en un sistema de premio y castigo.
¿Qué alimentos elijo cuando quiero darme un premio? ¿Qué cosas como cuando
me quiero castigar por frustración, enojo o impotencia? ¿Cuáles emociones estoy
asociando a los postres y la comida chatarra? Trabajar con estas preguntas nos ayuda
a expresar nuestras verdaderas emociones y detectar nuestros propios mecanismos de
defensa.
Durante este proceso se recomienda también que asistas a terapia o busques un grupo de
apoyo, que te ayudará a aceptarte y transformar tus sentimientos negativos en
experiencias positivas. También es el momento de deshacernos de todo aquello que no
necesitamos en nuestra vida: hábitos, alimentos, objetos y personas destructivas.