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Los cometas de la calle

Han de custodiar la noche entera escaleras


como un mandato divino señalado por la luz,
o la falta de ella, porque de día es la cruz
buscar hogar en la plaza; una serie de quimeras

Quizás sea la ventura o dicha infinita y completa


alcanzada por aquel que ladre más a cualquiera
que no provenga de las tierras de esa acera,
no es nada personal, es el deber del cometa

que deambula por las calles con sus pares,


arropado por las eventuales caricias de las
manos ocupadamente chilenas. Las parcelas
delimitadas según antigüedad y avatares,

el instinto más agresivo que el día anterior,


delatan que ese corpulento alguna vez
fue cachorro, hoy día guardián de peluda tez,
por lo que tierno sigue el sin-cariño, en su interior

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