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El libro publicado en 1925 nos habla de la vida y de la obra de Bach narrado por la que fue su

mujer, su segunda esposa, Ana Magdalena Bach. No es una autobiografía ya que su autora es
Esther Meynell, una musicóloga inglesa, pero como dicen en la nota aclaratoria es ‘ una
historia novelada y bastante bien documentada’.

El libro se divide en siete capítulos y cada uno de ellos tiene unas líneas de presentación que
resumen lo que en ellos se cuenta.

Capítulo I. De cómo el maestro de capilla Juan Sebastián Bach emergió, como San Jorge, de
los sonidos del órgano, y la solitaria oyente huyó, estremecida, de la iglesia; y de cómo la
joven Magdalena llegó a ser la esposa del prodigioso músico y le comprendió del todo
porque le amaba

El capítulo comienza con los recuerdos de Ana Magdalena sobre su marido que le despiertan la
visita de un antiguo discípulo del mismo que le sugiere que escriba una ‘crónica’ sobre su vida
con el músico. La idea le parece muy buena y sus recuerdos comienzan con su primer
encuentro, siendo ella niña y con ocasión de un viaje a Hamburgo con su padre. Ana entra en
la Iglesia de Santa Catalina a ver el órgano que en esos momentos tocaba Bach, que era el
director de orquesta del duque de Köthen. Al año siguiente Ana conoce a Bach que visita su
casa pues su familia también estaba relacionada con la música: su padre era trompetero y ella
misma cantaba. Al conocerse, ella queda enamorada del maestro de capilla y de su música, y
por lo que dice, igualmente le sucede a Bach que decide que se quiere casar con ella.

Tras la muerte de su mujer, Bach pide la mano de Ana y se casa con ella. Se llevan quince años
y Bach tenía cuatro hijos. Viven en Köthen al servicio del duque Leopoldo. Habla de Bach como
un perfeccionista, al que le gusta la vida en familia y que vive para la música, no quiere
admiradores y no busca la fama , sino la música por si misma. Ana le ama y admira
profundamente.

Capítulo II. De la juventud de Sebastián en Eisenach, Luneburgo y Arnstadt; de su primer


matrimonio en Mulhausen y de su vida en Weimar y en Köthen.

En este capítulo Ana nos habla del Bach anterior a su matrimonio para tener una visión
completa de su vida. Nació en Eisenach en 1685 en una familia de músicos desde su
tatarabuelo, el molinero Bach. La mayoría eran organistas y se reunían para interpretar
canzonettas juntos. En esa época conoció a Lutero y fue cantor del coro en la Iglesia. Al morir
sus padres, fue a vivir con su hermano mayor a Ohrdruf, dónde estudio casi a oscuras las obras
de autores famosos. A los quince años ya se ganaba la vida primero cantando y luego dando
lecciones de violín y tocando acompañamientos. Tocaba varios instrumentos aunque su
favorito era el órgano. Escuchó a otros músicos y estudió por su cuenta las composiciones
musicales.

Con dieciocho años, ya era organista en Amstadt y músico de la corte de Weimar. Tocaba,
componía, educaba a su familia y leía en latín obras de teología. Recorría grandes distancias
para escuchar a otros reconocidos organistas y estudiaba con ellos, pasando meses fuera de
casa como en Lübeck y los conciertos nocturnos del señor Busxtehude. Ana destaca su
virtuosismo con las manos y que según él, solo era producto del entusiasmo y del trabajo, nada
que destacar.

Tras algunos problemas en la Iglesia de Amstadt, con el cabildo y el coro, se traslada como
organista y profesor de música a la iglesia de San Blas de Mulhausen, momento en que se casa
con su prima María Bárbara Bach. Es la época dónde da clases a Martin Schubart, que vive con
ellos diez año, amplía su biblioteca musical. De allí, se traslada a Weimar como organista de la
corte y director de la orquesta de cámara, y tiene su primer hijo. Sigue tocando y
componiendo música religiosa, llegando a su madurez. Su música era reflejo de su sencilla
religiosidad y para ello la componía. Solo viajaba por Alemania para escuchar otros músicos o
tocar el órgano, al contrario por ejemplo que Hándel, que viajaba por toda Europa cosechando
éxitos y fama.

Posteriormente, se traslada de nuevo a Köthen donde será director de música de cámara y


abandona durante un tiempo la música sacra. En este tiempo, muere su esposa y queda con
cuatro hijos, tras la muerte de otros tres.

Capítulo III. De la religiosidad de Sebastián, de mi boda, del Cuadernito para clave, de la


perfección del movimiento de dedos, de la felicidad de padre y de maestro, del Clave bien
temperado y de la mujer golosa de fugas.

Para Bach, hombre reservado, la religión era algo personal. Era muy religioso y algo retraído,
pero su relación familiar era buena. Ana siempre habla de él con admiración en su papel de
esposa. Tras la boda con Ana, su trabajo en Köthen comienza a darle problemas por la falta
de apoyo del duque a la música. Compuso mucha música para instrumentos de cuerda, su
favorito para tocar era la viola , para clavicordio con los preludios y fugas de El Clave bien
temperado, ejemplo de contrapunto y voces, de fugas ‘frescas y alegres’ al gusto de Ana.

En 1772, Bach regala a Ana unas composiciones para clave, zarabandas, suites, partitas... para
que ella pueda progresar en la interpretación. Bach era un gran maestro, entusiasta y paciente
y no toleraba la falta de trabajo, las trampas. Primero enseñaba la posición de la mano y
dedos, todos los dedos. Para ello, componía pequeños ejercicios a propósito según cada
alumno y sus dificultades, como las Invenciones a dos y tres voces. Sus propios hijos,
Friedemann y Manuel fueron sus alumnos y grandes músicos.

Comienzan a nacer sus hijos con Ana, hasta trece, a los que Bach siempre trató bien y con
cariño. A la muerte del cantor de la Escuela de Santo Tomás en Leipzig, Bach se traslada allí.

Capítulo IV. De cómo Sebastián, al llegar a Leipzig, pasó con su novia-esposa en brazos el
umbral de la casa del cantor; de cómo llegó a ser el maestro del órgano y el célebre Bach; de
cómo compuso las cantatas y los motetes; de cómo, a pesar de ser cruelmente martirizado
en la escuela de canto, laboró infatigablemente en la paz de su hogar.

Una vez en Leipzig, firma como cantor un contrato con el Consejo de la ciudad, que aunque le
obligaba a permanecer en la ciudad, a enseñar latín y a perder parte de su libertad, le permitía
el resto del tiempo dedicarse a la música.
Bach sigue aumentando su fama y recibiendo visitas. Es feliz con su esposa, la ama y sigue
componiendo música para ella. En la familia tocan música juntos y la casa se llenaba e
instrumentos. Bach prefiere el clavicordio después del órgano y alaba su sensibilidad a la
presión en la tecla para obtener la sonoridad perfecta. Además de tocarlos, Bach conoce todos
los instrumentos e introduce mejoras en ellos, incluido el pianoforte de su amigo Silbermann
que ayuda a mejorar tras discutir varias veces con él en busca de la perfección.

La situación en la Escuela se vuelve difícil, tanto por los alumnos no instruidos que tiene que
aceptar como por la escasez de medios. Con la muerte del rector y la llegada de uno nuevo,
amigo de Bach, todo cambia y Bach se acomoda en su puesto.

Es nombrado director de la Asociación Musical de Telemann y sigue creciendo su fama como


interprete, compositor y maestro, enseñando a muchos futuros músicos como Goldberg,
Kimberger o los hermanos Kreb. Con muchos de ellos establecerá una relación personal. A
todos les enseñaba armonía, contrapunto, bajo cifrado, el arte de la fuga y todo ello con la
capacidad de componer mentalmente. Ana dice de él que ‘llevaba la música en la sangre y
tenía un conocimiento intuitivo de la vida del sonido’.

Capítulo V. De la vida y de la muerte de nuestros hijos, del orgullo de la ciudad por la fama
de Sebastián, y de sus viajes artísticos

En la familia de Ana y Sebastián, siguen naciendo niños y falleciendo otros lo que causa gran
dolor a pesar de la religiosidad de Bach. El maestro sigue en la Escuela de Santo Tomás y con
un nuevo cambio de rector vuelven los problemas con grandes disputas entre ambos dónde
también Ana nos hace ver la rectitud y testarudez del maestro.

A la vez, Bach fue compositor de la corte, toco en Dresde y recibió regalos y homenajes por su
trabajo. Por su casa pasaban músicos y cantantes, como el compositor Hasse y su esposa la
cantante Bordoni y viajaba con frecuencia a Dresde, donde era muy considerado, o a Kassel,
dónde le llamarón para probar los órganos reparados. También recibía en casa a los miembros
de su familia cuando lo necesitaban. Se dedicó también al ‘archivo de los Bach’, a recoger el
árbol genealógico de su familia y las composiciones de sus miembros. Su familia siempre fue
muy importante para él y Ana recuerda al maestro tocando con sus hijos mayores. Friedemann
fue también organista pero su carácter fue complicado, Manuel fue músico en la corte de
Prusia, Bernardo organista en Mulhausen y así algunos otros. Poco a poco casi todos se fueron
marchando del hogar, Catalina Dorotea y Godofredo. Ana vuelve a remarcar el carácter
profundamente religioso de Bach y su admiración por Lutero y sus obras.

Capítulo VI. Universalidad de la música de Bach: de las cantatas profanas a las Pasiones.

En este capítulo Ana habla más de la música del maestro, música para órgano, para cámara,
cantatas, misas, Pasiones, conciertos para violín, Oratorios, El Clave bien temperado, suites, ...
Nos habla de siempre se dejó guiar por su inspiración, por su genio y por su habilidad.

La mayor parte de su música es religiosa y el resto música de cámara, con algunas cantatas
profanas y divertidas, así como otras compuestas para la familia. Su música religiosa parecía
‘caer directamente del cielo’. Ana hace referencia a sus maravillosas sensaciones al escuchar
corales y composiciones a pesar de las veces que le escuchaba, y de todas ellas destaca las
hechas para órgano, la pastoral en fa, la canzona en re menor, la Tocata y fuga en re entre
otras.

Destaca también las Pasiones compuestas, la Pasión según San Mateo y la Pasión según San
Juan, ‘obras más grandes que ha producido jamás el espíritu humano’ compuestas desde su
alma religiosa y viviendo el sufrimiento de Cristo en persona. Solo así dice Ana que se puede
entender su belleza.

Capítulo VII. De la boda de nuestra hija, de la visita al rey de Prusia, de la Ofrenda musical y
el arte de la fuga, de las últimas aflicciones de Sebastián, de su muerte y del último grito de
su alma: «Ante tu trono me presento».

En 1749 Juan Cristobal Altnikol, discípulo de Bach, se casa con Isabel, hija de Bach. La familia
reunida celebra la boda, y Bach consigue una plaza de organista para Altnikol en Naumburg.
Bach tiene sesenta y cuatro años, su vista muy cansada y su gesto es serio, pero sigue siendo el
mismo de siempre, bondadoso con sus amigos y alejado del resto. Era muy famoso, no viajaba
pero recibía numerosas visitas. Viajó a Berlín a conocer al rey de Prusia, a cuyo servicio estaba
su hijo Manuel, y tuvo un gran éxito interpretando una fuga a seis voces sobre un tema de su
majestad, sobre el que a su vuelta compuso Ofrenda musical, dedicado al rey. Tras ella
compuso el Arte de la fuga, con una religiosidad marcada quizás por su edad avanzada y
cercanía a la muerte. La obra quedó inacabada. En esta obra empleó una serie de notas,
correspondientes a su apellido Bach, y que formaban una melodía.

Toda su vida trabajó para la música de sol a sol, a la luz de velas, perdiendo prácticamente su
vista. Sufrió una operación pero salió mal y quedo prácticamente ciego. Después de aquello ya
no recuperó la salud del todo y se acercó a la muerte, que según Ana siempre había tenido
presente en su obra y vida. Hasta el último momento, estuvo corrigiendo sus corales para
órgano. Muere en 1750 su cama, en presencia de su mujer e hijos que interpretan un coral.

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