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Los sesgos cognitivos son fenómenos psicológicos, normalmente involuntarios, que dificultan el

procesamiento de la información y pueden acarrear equivocaciones de distinto grado en la toma


de decisiones. Estos patrones de pensamiento pueden conducir a errores sistemáticos como los
siguientes:

Sesgos cognitivos en la toma de decisiones


Sesgo de Confirmacion
El sesgo de confirmación es la tendencia a dar un mayor valor a las ideas u opiniones que
confirman nuestras propias ideas u opiniones. En muchos casos el sesgo de confirmación lleva a
ignorar completamente las ideas contrarias a las propias, haciendo que sólo tengamos un punto
de vista.
Ejemplos de sesgo de confirmación
Un ejemplo de sesgo de confirmación en el que pueden caer los inversores es buscar opiniones
en prensa, blogs y foros que confirmen sus ideas de inversión, ignorando los comentarios
que opinan de forma diferente.
Otro ejemplo puede ser el de analizar los resultados de la compañía de forma especialmente
optimista. Por ejemplo, pensar que la compañía evoluciona bien sólo por aumentar sus ventas, a
pesar del aumento de su endeudamiento y la caída de sus beneficios y sus flujos de caja.
Sesgo de autoridad:
es la tendencia a ver los consejos de los expertos (o los que así se autodenominan) como si fueran
verdades indiscutibles.2 También se produce este sesgo cuando se obedece a la autoridad (en el
amplio sentido del término), incluso en aquello que moral o racionalmente carece de sentido.
Pensamiento de grupo:
este sesgo se produce cuando un grupo de personas toma una decisión por consenso, pero hay
personas que no están de acuerdo, aunque evitan expresar sus objeciones. Las causas para no
expresar las discrepancias pueden ser muy variadas, pero suelen tener su raíz en el miedo (a la
autoridad, a la crítica, al rechazo social, a equivocarse...).
Efecto halo:
Este sesgo cognitivo aparece cuando una persona se deja deslumbrar por un hecho particular que
le lleva a deducir las características de otros hechos en principio no relacionados. Así, por
ejemplo, una única cualidad de una persona (belleza) puede ofrecer una impresión positiva que
lleve a pensar que esa persona también es inteligente (aunque resulta evidente que no existe
correlación entre belleza e inteligencia). En el mundo del marketing se utiliza con frecuencia el
efecto halo para influir en la mente de los consumidores, lo que puede dificultar la toma de
decisiones racional
Disonancia cognitiva:
en ocasiones, lo que una persona se propone y la decisión que toma no coinciden. Suele tratarse
de un auto engaño o incoherencia, como, por ejemplo, cuando alguien se equivoca al comprar un
producto, pero ante sus amistades habla bien de las prestaciones de ese objeto por miedo a
reconocer el error y ser ridiculizado por haberlo comprado. El hecho de mantener al mismo tiempo
dos pensamientos que están en conflicto puede mermar la capacidad de una persona para tomar
decisiones adecuadas.
ERRORES EN LA TOMA DE DECISIONES
Los errores toma decisiones son algo común. La decisiones implica, en un primer momento,
elegir entre dos opciones, decidir o no decidir. Si decidimos estamos asumiendo la
responsabilidad de nuestros actos y si no decidimos, aunque queramos algo, eludimos esa
responsabilidad.
La decisión o no de aceptarla viene determinada por nuestro enfoque mental ya que normalmente
se decide para alcanzar el éxito y se evita la decision cuando queremos eludir el fracaso.

La toma de decisiones es una de las más importantes y difíciles tareas que enfrenta a diario todo
gerente en una empresa, pues de la efectividad y oportunidad con que se tomen las
determinaciones que requiere la compañía, depende su avance, crecimiento y permanencia en el
mercado.

Una persona aprende a tomar decisiones en la medida en que, a lo largo de la vida, se enfrente a
situaciones en las que se vea forzado a escoger entre 2 o más alternativas distintas. Cuando se es
joven, se es arriesgado y se decide con rapidez, pero en la medida en que pasan los años, los
individuos tienden a ser más cautos y deciden teniendo en consideración un mayor número de
factores. Si desde las primeras etapas de la vida laboral, a los colaboradores se les anima a tomar
decisiones y se les da un margen adecuado para equivocarse, la empresa estará formando
directivos con capacidad decisoria.

Quien solo empieza a tomar decisiones en una etapa ya avanzada de la vida, por lo general se
torna temeroso y pospone las determinaciones, desacelerando la dinámica de la empresa. De
acuerdo con este planteamiento, el primer error que comenten las empresas, en la formación de
sus cuadros de reemplazos, es concentrar el poder decisorio en solo una o dos personas, pues
releva a las demás de la trascendental responsabilidad de decidir y asumir las consecuencias de
las determinaciones adoptadas, porque a decidir, solo se aprende decidiendo. Aquí otros errores
frecuentes:

Decidir sin tener la información suficiente


Para tener certeza de que la decisión que se está adoptando es la más adecuada, es necesario
recaudar la mayor cantidad de información posible. La premura del tiempo o una excesiva
confianza en la intuición, pueden llevar a un gerente a obviar el análisis de la información
disponible o decidir sin contar con el soporte suficiente en datos y cifras, arriesgándose a tomar
determinaciones que puedan resultar inconveniente para la organización.

No escuchar a los colaboradores


Antes de decidir, es importante dejarse asesorar y escuchar las opiniones de expertos y
colaboradores, manteniendo la objetividad, especialmente cuando se exponen argumentos
contrarios a los propios. Casarse desde un primer momento con una determinada alternativa,
desestimar sin análisis otras propuestas o volverse “sordo y ciego” ante las señales de peligro que
emiten los empleados más cercanos, puede llevar a un gerente a cometer serios errores.
Tomar la opción más obvia
El camino más fácil siempre será el de decidirse por la alternativa más lógica, dejando de lado la
exploración de otras opciones más arriesgadas e innovadoras, que pudieran generar mejores
resultados. Por eso, es importante analizar con mente positiva, cada una de las alternativas
propuestas e ir descartando las que definitivamente no son viables, hasta llegar a la solución o
alternativa más adecuada.

Tomar decisiones en caliente


La presión, la ansiedad, el enfado y la ira, nunca serán buenos consejeros a la hora de decidir; por
lo general quienes toman determinaciones dominados por estos estados de ánimo, cometen
costosos errores, cuyas consecuencias típicas son el pago de indemnizaciones, pérdidas de
mercado, malas inversiones y la pérdida de imagen personal, entre otras. Por lo general una mala
decisión tomada en calienta, lleva a la persona a tener que aceptar el error y posteriormente a tener
que ofrecer disculpas.

Adoptar posturas inamovibles


Cuando un gerente, en compañía de su equipo, estudia las diferentes alternativas de solución a un
determinado problema, es importante no perder de vista que el objetivo que se persigue es el
desarrollo, crecimiento y buen funcionamiento de la empresa, para así poder dejar de lado
intereses personales, el deseo de sobresalir o de que se adopte una propuesta propia, cuando
existen mejores alternativas. La objetividad y el desprendimiento son básicos para poder tomar la
decisión correcta.

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