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El objetivo del tema propuesto versa sobre la búsqueda del hombre para la
trascendencia, la aceptación de la revelación de la trascendencia. Es necesario relacionar la
revelación de la trascendencia con la disposición voluntaria del hombre para recibirla
mediante la comunicación a través del lenguaje de las cifras que nos expone Karl Jaspers.
De este modo, Jaspers, autor que implementa el término cifra, hunde sus raíces en el
existencialismo alemán de la primera mitad del siglo XX. Es la época para hablar sobre el
existencialismo o la existencia, la cual se centra en una época de crisis, crisis ante el declive
del optimismo romántico del siglo XIX, es decir, hay una decaída filosófica a partir del
comienzo del siglo continuo, declive en sentido de las filosofías optimistas como el
positivismo marxismo e idealismo1 que hacían creer que tenían todos los principios de la
realidad, como decir que abarcan todo el conocimiento de la realidad y no hay fundamento
fuera de él que pudiera negar su veracidad.
El primer posible avistamiento verídico para poder hablar de trascendencia es, revisar
la existencia del hombre como posible receptor de la comunicación que recibiría por medio
de las cifras de la trascendencia.
1
Reale, Giovanni, y Darío Antiseri. Historia del pensamiento filosófico y científico. Del romanticismo hasta
hoy. Barcelona. Tomo III, Editorial Herder. 1988. P. 527.
el hombre singular, debe encontrar sentido de su existencia para poder auto realizarse,
entrando en juego tres puntos característicos del existencialismo, a saber:
La centralidad de la existencia como modo de ser del ente finito que es el hombre.
La trascendencia del ser (el mundo y/o Dios) con el cual se relaciona la existencia.
La posibilidad como modo de ser constitutivo de la existencia, y por lo tanto como
categoría insubstituible para el análisis de la existencia misma.2
2
Ibídem. P. 528.
3
Ibídem. Pág. 531.
Retrocediendo en el tiempo para entender el existencialismo Jasperiano, es necesario
hacer hincapié en quien es considerado el primer existencialista, Søren Kierkegaard, quien
postula que la existencia finita del individuo existente se caracteriza por la elección. Esto nos
remite a que dentro de la existencia del hombre hay una libertad para decidir la búsqueda a
la que tiende el hombre, en el caso de Jaspers para con la trascendencia, es el hombre quien
busca, quien decide, quien elige buscar la revelación de la trascendencia que la misma
trascendencia quiere comunicar por medio de cifras.
Por esto, Kierkegaard nos dice que la vida de fe es la que constituye la forma autentica
de la existencia finita, considerada como un encuentro entre el individuo y la individualidad
de Dios4. En la aceptación del hombre como existencia finita se descubre que en el abandono
de sí con tendencia hacia la trascendencia es donde encuentra la plenitud autentica de su
existencia limitada por la finitud.
Esta aceptación solo se da con el intermedio que revela la trascendencia que son las
cifras, el lenguaje por el cual la trascendencia se comunica con el hombre. Las cifras es el
4
Reale, Giovanni, y Darío Antiseri. Historia del pensamiento filosófico y científico. Del romanticismo hasta
hoy. Barcelona. Tomo III, Editorial Herder. 1988. P. 221.
5
Ibídem, 217.
término que expone Karl Jaspers para definir este lenguaje o modo en que la trascendencia
se revela al hombre, y por lo tanto él es el primero y único que habla de este modo de
comunicación de la trascendencia para con el hombre.
Entre los pocos autores que retoman la idea de Jaspers se encuentran en primer lugar
Gladys L. Portuondo Pajón quien nos dice que para Jaspers, “es notorio que no se pueda
filosofar sin convivir en la realidad del mundo, sin hacer algo” pues “el filosofar es praxis”
en la cual se asume la problematicidad de esa convivencia. Por cuanto el espíritu cognoscente
(racional) es un espíritu existente “no por virtud de cualquier lógica inmanente, sino por una
decisión personal y creadora”.6 Es decir, el hombre, como existencia, arrojado al mundo se
encuentra en esa realidad y necesita salir de si para poder convivir con lo exterior. Y al ser él
espíritu cognoscente se puede saber como creatura como existencia creada, en la posibilidad
de la trascendencia como creador.
Respecto del existencialismo Jasperiano nos dice que como base está la filosofía
existencial, la cual emerge desde la aspiración (invocación) a confrontar a la razón con la
existencia para poner de manifiesto el olvido de la condición existencial del espíritu
cognoscente por parte de la tradición racionalista.7
6
GLADYS L. Portuondo Pajón. LÓGOI. Revista de Filosofía. No. 10, 2006. Universidad Andrés Bello.
Caracas, Venezuela. P. 78.
En: http://revistasenlinea.saber.ucab.edu.ve/temas/index.php/logoi/article/view/590
7
La filosofía de la existencia es la ideación actual, en cada caso, de las posibilidades
del ser del hombre referido a la trascendencia, es decir, la interpretación ideal del hombre en
tanto que puede comunicarse con la trascendencia. En la existencia del hombre y en su finitud
se reconoce como limitado y necesitado de la trascendencia y es aquí cuando por su libre
elección busca a la trascendencia.
Desde un punto metafísico Kantiano Mario A. Presas nos dice que la metafísica
examina los diversos modos en que puedo esperar hacerme presente la trascendencia yo
puedo buscar a Dios.8
Según Mario A. Presas, el hombre es el ser englobante, pero es abarcado por el mundo
y la trascendencia.9 Es decir, el hombre en su finitud existencial se encuentra como vaciado,
siendo posibilidad de lo englobante, él, se ve englobado o abarcado por la trascendencia y
por el mundo. Jaspers va a definir a la trascendencia como sólo uno de los nombres con los
que se intenta circunscribir la experiencia de lo absoluto. Lo absoluto, Dios es lo que engloba
a la finitud de la existencia del hombre.
Respecto de las cifras nos dice que son el contacto de la existencia con la absoluta
realidad de la trascendencia, y esta trascendencia nos da como resultado la finitud del hombre
como limitación y tomando conciencia de no ser yo mismo el absoluto.
Con la teoría de las cifras reaparece en Jaspers, en otro nivel, su interpretación del
pensamiento de Kant. En la orientación del mundo, el hombre, en cuanto conciencia en
general convierte toda realidad en objeto de investigación; en tal sentido es la realidad
manifestación o fenómeno de algo que teóricamente subyace a dicha manifestación. Ahora
bien, ni la existencia en sentido estricto, ni la trascendencia, pueden ser objetos de
investigación. Pero considerados en el modo de pensar trasciende a la conciencia en general,
8
MARIO A. Presas. De las “ideas” a las “cifras” en la filosofía de Jaspers. Revista Diánoia, vol. 21, no. 21,
1975. P. 12. Disponible en:
https://www.google.com.mx/url?sa=t&source=web&rct=j&url=http%3A%2F%2Fdianoia.filosoficas.unam.m
x%2Ffiles%2F8413%2F6995%2F0324%2FDIA75_Presas.pdf&ved=0ahUKEwj32O3N5NDMAhUBxSYKH
ToeA_oQFggYMAA&usg=AFQjCNFb7hda9jEcPkw51mnSfEZ2KhtNvA&sig2=7Mi5v1R8jymQ7dGxMyen
uw
9
Ibídem, p. 23.
los mismos fenómenos delatan una nueva dimensión: son ahora símbolos, objetos que se
desvanecen ante la mirada metafísica.
El símbolo del que habla Jaspers encuentra una denominación más adecuada con la
noción de cifra, pues esta alude a la necesidad de su desciframiento por cada existencia
histórica. Pero aunque la apelación es inmediata y personal, Jaspers admite una cierta
estructuración de ese lenguaje inmediato de la trascendencia en un segundo lenguaje, donde
los contenidos aparentemente incomunicables se sedimentan en los mitos, las revelaciones
de un más allá, etc. Por último, el pensamiento puede remontar hasta el origen este lenguaje
mediato e intuitivo, aprehendiendo en la especulación metafísica aquello que es verdad es
incognoscible e inefable, pero que llega a ser un tercer lenguaje.10
“Religión y ciencia constituyen los dos ámbitos ante los que la filosofía se ve obligada a
definirse primariamente.
Tanto la ciencia como filosofía se sitúan, en opinión de Jaspers, mucho más allá del análisis
de la realidad empírica: son «orientaciones», en el sentido de procesos orientados. La
orientación científica es previa en tanto que objetiva el mundo. Sin la previa asimilación de
la ciencia ninguna filosofía puede aspirar a ser significativa. La filosofía no es una visión
sintética de los resultados de la ciencia, sino una visión problemática que muestra,
estrictamente, la imposibilidad de cualquier visión única o absoluta del mundo.
Con esto nos dice que las ciencias, el saber científico se encuentra definiendo la realidad del
mundo, sin tener apertura a la condición del conocimiento de las cifras, de lo que se
10
Ibídem, p. 29.
11
ALCOBERRO, Ramón. Karl Jaspers (1883 – 1969) una introducción. Online. Consultado el 09 de febrero
de 2016. Disponible en: www.alcoberro.info
encuentra más allá y que se revela en los símbolos, en el lenguaje de las cifras. Estas cifras
no son objetos de estudio de la ciencia, sino que se encuentra más allá de la posibilidad del
hombre para alcanzarla por su limitación, pero que se puede llegar a conocer por el hecho
de que la trascendencia revela ciertas cifras que se pueden conocer.
Con respecto al concepto que tiene Jaspers de fe, Josef Pieper nos dice que Jaspers
entiende la palabra «Fe» como un nombre imprescindible, que indica con exactitud lo
pensado por él. Y lo pensado es la «seguridad de la verdad, que no puedo demostrar como
conocimiento científico de cosas finitas». Se afirma, respecto de esta fe, que une al hombre
«con el fundamento del ser»: que constituye «la sustancia de una vida personal», «lo que
llena y mueve al hombre en su fundamento», «la base... de nuestro pensar» y «el origen
indispensable de todo verdadero filosofar». Es decir, que la fe que se tiene es hacia la
trascendencia quien comunica la verdad y por esto el hombre se siente satisfecho. La
búsqueda del fundamento es lo que da la plenitud al hombre para aceptar a la trascendencia
como verdad que se comunica en las cifras.
Si se pregunta lo que, según la opinión de Jaspers, se cree mediante tal fe, cuáles son
los contenidos que en ella son aceptados como reales y verdaderos, se obtiene por respuesta
algo así: «el pensamiento de un Dios»; «que existe lo incondicionado como fundamento de
la conducta»; «el no estar cerrado en sí mismo del mundo creado»; «el último y único refugio
en Dios»; que «el hombre puede vivir conducido por Dios»; que «la realidad del mundo tiene
un ser que desaparece entre Dios y la existencia». 12
12
PIEPER, Josef. Las virtudes fundamentales. 3ra Edición. Ediciones Rialp S. A. Madrid. 2010. P.338 y 339.
la fe sea fe, que reconoce expresamente la necesidad de la autoridad (lo que viene a
ser lo mismo que lo ya dicho): «incluso para el hombre que filosofa (tiene) que poseer
la autoridad en alguna parte la imprescindible primacía», «la fe filosófica, que no se
comprende a sí misma, exige en un punto determinado la autoridad
incomprensible».13
Dentro de una comparación muy efectiva que se puede encontrar con Karl Jaspers es
con Wilhelm Dilthey respecto de la concepción de mundo. Durante la contemporaneidad del
mundo, los filósofos han distinguido un acabamiento de lo que ya con anterioridad se venía
diciendo.
Dilthey habla sobre la visión religiosa del mundo como lo que une a Dios con el
hombre. Las ideas religiosas del mundo nacen de una relación vital peculiar del hombre. Más
allá de lo dominable, donde el hombre natural, como guerrero, cazador, cultivador y
aprovechador del suelo, produce alteraciones en el mundo exterior mediante acciones físicas
con fines racionales, se extiende la región de lo inaccesible a esa actividad, inasequible al
conocimiento.14
13
Ibídem, p.340.
14
WILHELM Dilthey. Teoría de las concepciones del mundo. Traducción del alemán y comentario de Julián
Marías. Madrid. Ediciones de la Revista de Occidente. 1974. P. 51 – 52.
pensamiento por medio de las cifras hacia la trascendencia y escuchamos su lenguaje,
que percibimos en su reciedumbre nunca plena, en tanto que nos aclaramos a nosotros
mismos. Lo que siempre es y lo que pasa, lo que nosotros mismos somos y lo que sea
la trascendencia todo esto aparece en el espejo de la conciencia en general15.
La necesidad de las cifras versa en que como formas históricas van descubriendo la
verdad de la realidad. Las cifras se tornan importantes porque se desvela la verdad de la
revelación que tiene la trascendencia para con el hombre por medio de la existencia.
Es necesario que las cifras se estudien por dos motivos primordiales, primero porque
nadie retoma la idea de cifras en el lenguaje de la trascendencia para la comunicación entre
la trascendencia y el hombre. Y segundo porque Jaspers no habla sobre la disposición que
tiene el hombre para la búsqueda de la trascendencia. Es decir, hay una revelación por parte
de la trascendencia, pero ¿realmente el hombre quiere o tiende hacia la búsqueda de la
revelación de la trascendencia? Y es ahí donde versa primordialmente la búsqueda de la
respuesta de esta pregunta.
15
KARL Jaspers. La fe filosófica ante la revelación. Madrid. Editorial Gredos, S. A. 1968. P. 151.
1. Las cifras.
En la realidad que nos interpela que muchas veces tenemos aun en la actualidad como
desconocida, nos sabemos limitados en cuanto al conocimiento de ciertas realidades que se
nos escapan a los sentidos. Prueba de ello se da desde la antigüedad con las cosmovisiones
referentes a lo trascendente y lo “intra-inmanente”16 con referencia a las realidades que no
se alcanzan a ver a simple vista. Sin embargo, a pesar de sabernos limitados
epistemológicamente, el hombre ha tenido la necesidad de buscar algo que sea mayor a él en
un sentido ontológico, un ser más perfecto que él.
El medio por el cual se da la comunicación varía según los contextos en los que se
emite el mensaje. En la relación “trascendencia – hombre” esta comunicación tiene un medio
16
Respecto de la trascendente, en las cosmovisiones desde la antigüedad se tiene la idea de un Ser sumamente
perfecto que esta fuera de mí, y el cual en diversas ocasiones se ha visto como lo incognoscible, ya que su
perfectibilidad lo hace inaccesible a nuestro conocimiento limitado. Por otro lado denomino intrainmanente a
las realidades que se encuentran más allá de lo que está a simple vista, por una parte, las realidades
incognoscibles por los sentidos, es decir las realidades propias de la metafísica, como la sustancia, la forma, la
esencia, etc., y por otro lado las que conocemos actualmente gracias a la ciencia, como el adn, los códigos
genéticos, la constitución química elemental de los objetos, etc.
al cual Karl Jaspers denomina Cifras (Chiffern)17, por el cual, escuchamos el lenguaje de la
trascendencia.
Las cifras juegan un papel de contrariedad como modo del lenguaje, en la impureza
de tratar a las cifras como realidades nos podemos ir en declive hacia la negación de la
trascendencia, cayendo así en el abismo de la nada, sin embargo, pueden también impulsar
existencialmente hacia lo alto21, hacia la trascendencia misma.
17
KARL Jaspers. La fe filosófica ante la revelación. Madrid. Editorial Gredos, S. A. 1968. P. 151. Más adelante
Jaspers nos va a decir que el termino Cifra significa “lenguaje”, lenguaje de la realidad, que sólo puede ser
escuchada de esta manera y a la que sólo es posible referirse así. Distinguiendo así el modo de la comunicación
que es cifra de símbolo, ya que símbolo es una representación de algo, aun cuando este algo sólo pueda hacerse
presente en el símbolo y de ningún otro modo. Aunque los símbolos pueden convertirse también en momentos
del lenguaje de las cifras.
18
JOSÉ Ferrater Mora. Diccionario de filosofía. Buenos Aires. Ed. sudamericana. P. 290.
19
KARL Jaspers. La fe filosófica ante la revelación. Madrid. Editorial Gredos, S. A. 1968. P.152.
20
Ibídem, P. 154.
21
Ibídem, P. 153.
Dentro de la concepción de Cifras hay una manifestación tripartita de estas, la cuales
requieren la una de la otra para su intelección, estas son fenómenos, signos y las cifras.
Las cifras se desarrollan juntas, ordenadas y con diferentes grados de acuerdo a los
signos en un lugar al que Jaspers denomina “el reino de cifras”.23 En este lugar se encuentran
las manifestaciones de las concepciones de mundo de las cifras determinándolas de acuerdo
a su multiplicidad y con sus categorías, de acuerdo con su historicidad.
Respecto del lenguaje de las cifras, las cifras giran en torno a su representación por el
lenguaje, y por lo tanto las cifras cesan cuando el lenguaje lo hace, pero en un sentido
pletórico24. Es decir, la representación de las cifras tiene un sentido del silencio en el lenguaje
en tanto que éste, no puede dar una definición completa de las cifras, de la trascendencia o
de lo infinito. En este sentido se busca dar representaciones como imágenes de lo que la
trascendencia comunica al hombre, reduciéndolo al lenguaje del hombre para que sea
comprensible a él y de este modo surgen las cifras en el reino de cifras, para poder, por medio
de las concepciones de mundo, dar una idea de la totalidad de la trascendencia a partir de las
partes reveladas por ella misma en cifras.
22
Ibídem, P. 155.
23
Ibìdem, P. 199.
24
Ibìdem, P. 200.
de la fe. En este sentido juegan un papel muy importante fe y existencia puesto que el hombre
que se sabe a sí mismo existente tiene consciencia de algo que es exterior a él. Este ser
trascendente que en muchas ocasiones se le llama Dios es lo que Jaspers denomina lo
abarcador o circunvalante25.
25
Karl, Jaspers. La filosofía, desde el punto de vista de la existencia. México. FCE, Fondo de cultura económica,
Colec. Breviarios. 1953. P. 31.
26
KARL Jaspers. La fe filosófica ante la revelación. Madrid. Editorial Gredos, S. A. 1968. P. 197.
27
KARL, Jaspers. La fe filosófica. Biblioteca de obras maestras del pensamiento. Ed, Losada. Buenos Aires.
1953. P. 15.
da una correlación existencial siendo el sujeto el punto de partida y el objeto el punto de
llegada, a saber el sujeto es el hombre y el objeto la trascendencia, y de igual modo el sujeto
es la trascendencia como punto de partida y el objeto el hombre como punto de llegada.
El lenguaje de las cifras tiene una triple separación que se denominan: lenguaje
inmediato de la trascendencia (primer lenguaje), la lengua que se generaliza en la transmisión
(segundo lenguaje) y lenguaje especulativo (tercer lenguaje).
28
KARL, Jaspers. Filosofía. Tomo II. Trad. Fernando Vela. Ediciones de la Universidad de Puerto Rico. Puerto
Rico. 1959. P. 497.
1. El lenguaje inmediato de la trascendencia.
29
Ibídem, P. 498.
2. La lengua que se generaliza en la transmisión.
3. Lenguaje especulativo.
En este tercer lenguaje las cifras sirven por analogía representativa de la trascendencia
puesto que después de leer a la trascendencia en el primer lenguaje, en este último se hace
una interpretación, no solo se sabe de la trascendencia inmanente, ni tampoco
30
Ibídem, P. 499 – 500.
31
Ibídem, P. 502.
consecuentemente se hace una imagen de ella, sino que analógicamente se interpreta como
las divinidades del mundo; es decir, la idea de la trascendencia se sabe como los distintos
dioses de las religiones en donde, como cifras, se interpreta la verdad de la trascendencia
pero sin abarcarla ya que esto último no se puede, y a esto último se le llama especulación.
Las cifras fundamentales de la divinidad son el Dios uno, el Dios personal y Dios se
hizo hombre32.
El Dios uno.
32
KARL Jaspers. La fe filosófica ante la revelación. Madrid. Editorial Gredos, S. A. 1968. P. 220.
hombre no son más que representaciones de una divinidad única que abarca a todos los modos
de cifras pero que ninguna la abarca a ella, es como la parte no es mayor que el todo.
El Dios personal.
El mandato que se encuentra en el antiguo testamento refiere dos cosas: que no debes
formarte ninguna imagen ni ninguna alegoría, sin embargo hay un derroche de imágenes y
alegorías del Dios personal. En la referencia del antiguo testamento, quiere el mandato evitar
posar la divinidad en un objeto, distinguiendo uno de otro. Las imágenes y alegorías hacen
referencia a las cifras como modo de pensar a la trascendencia.
33
Ibídem, P. 229, 230.
Las diversas representaciones de las religiones a través de la historia tales como los
signos, imágenes, manifestaciones, acciones o cultos de los dioses son el lenguaje del dios
personal y el dios uno que se vuelven lenguaje de comunicación entre el hombre y Dios.
La encarnación de Dios como cifra surge ante la necesidad que tiene el hombre de
satisfacer sus sentidos, es decir, en la experiencia en el mundo el hombre experimenta lo que
para él es verdadero. Por esto es que queriéndose identificar con la trascendencia necesita de
esta representación más sublime y divina.
La concepción cristiana y de otras religiones como lo hicieron los indios, los griegos
del dios uno, personal, hecho hombre, atrae a muchos, mientras que para otros es objeto de
escándalo y estupidez. Para los creyentes es la máxima revelación, en donde se da una
comunicación plenificada por la interrelación que hay entre la trascendencia y el hombre,
sabiéndose a sí mismo como los elegidos. Mientras que para otros muchos es objeto de
estupidez, en tanto que filosóficamente es absurdo, más aun tratándose de una fe que quiere
conmover, es decir, de sentimiento.
Cristo no puede llamarse cifra, ya que este salvador para los cristianos no es una parte
más del todo, sino que él mismo es el todo. Es decir, Dios se encuentra plenamente en la
corporeidad de Jesucristo. Por esto, ni Cristo, ni ninguna concepción de divinidad puede ser
considerada cifra, ya que en la tradición de la cifra, la divinidad es totalidad, no es solamente
una parte de una divinidad aún superior, incognoscible en su totalidad, sino que su cifra es la
divinidad misma en su totalidad.
Las tres cifras de las trascendencia realmente nos muestran históricamente las facetas más
universales de algo tan inconmensurable que no alcanza el intelecto para encasillar. Por lo
tanto, estos modos o medios nos acercan indirectamente a la plenitud de la trascendencia, y
de igual modo recíprocamente, la trascendencia se acerca al hombre por medios a los cuales
llamamos cifras.
2. El hombre como sujeto de la posible existencia.
Entonces, el hombre se sabe que es algo distinto del mundo, es decir, todo lo que está
fuera de mi no es yo, yo soy un sujeto en el mundo y aunque me enajene de mi propio yo para
hacerme objeto y poderme conocer, hay una parte de mí que sigue siendo yo, ese yo no puede
ser objetivado por mí, es decir, hay un ser-yo. Cabe decir de este modo que se encuentra una
dualidad del yo que parece ahondar en una escisión pero que de igual modo se encuentra
unida, a saber, que hay un ser-objeto y un ser-yo. En el yo se encuentran íntimamente
relacionadas estas dualidades, por un lado el ser-objeto cuando al salir de mi me veo como
un ser-en-el-mundo y que de igual modo los otros yo me pueden ver así, y por otro lado el
ser-yo que no puede conocerse por nadie.
El ser de las cosas no sabe de sí mismo; yo el sujeto pensante, sé de él. Si me imagino
este ser, como independiente de su ser objeto para un sujeto, es decir, no como manifestación
para otro, entonces lo llamo un ser-en-sí34. Esto es un ser que carece de su ser-objeto, siendo
únicamente ser-yo que evidentemente es incognoscible, porque si lo pudiera conocer
entonces no sería un ser-yo sino un ser-objeto.
La conciencia no es un ser como el ser de las cosas, sino que es un ser que se encuentra
dirigido intencionalmente hacia los objetos, es decir, la conciencia se refiere al ser de los
objetos directamente e intencionalmente, es decir, no llega a ellos por simple accidente, sino
que tiene la voluntad de dirigirse al objeto determinado. Esta conciencia es el saber del ser-
yo, que es intencionada hacia los objetos y hacia la conciencia misma.
Queda entonces aclarado que la dualidad entre ser-yo y ser-objeto están íntimamente
relacionadas como constitutivos del hombre. El ser del hombre como objetividad se da en la
cognoscibilidad del hombre como objeto de investigación, es decir, se conoce lo que se
aparece a la conciencia como lo fenoménico. Por otro lado el ser del hombre existencial que
es su ser-yo a la manera kantiana es lo nouménico del fenómeno, es decir, lo incognoscible,
34
KARL Jaspers. Filosofía. Tomo I. Traducción del alemán por Fernando Vela. Ediciones de la Universidad
de Puerto Rico. Revista de Occidente. Madrid. 1958. P, 3.
35
Ibídem, P, 4.
que no puede ser aprehendido por ninguna conciencia, ya que esto no se puede revelar como
un ser objetivo, sino que esta parte del ser se sabe como existente, mas no como cognoscible.
El hombre como posible existencia se da a partir del naufragio que sufre el ser cuando
por el ser-yo resulta este mismo incognoscible. Sin embargo, no es que todo esté perdido,
sino que dentro de los límites de la existencia empírica que es el ser debe buscarse la respuesta
de la existencia. Para descubrir la existencia y no quedarnos en el vacío de lo incognoscible
es necesario que se identifique el ser de otras formas, particularmente hay tres formas de
identificar el ser, a saber, el ser-yo como existencia empírica, como conciencia en general y
como posible existencia.
36
Ibídem, P, 12-13.
El segundo paso es la sustituibilidad, me pienso a mi como un ser-yo en general como
la subjetividad de todo objeto cognoscible, es decir, el yo como conciencia que conoce a los
objetos se encuentra en mí, soy yo el sujeto cognoscente del ser-objeto; soy yo existencia
que conoce a los objetos.
Por lo tanto mediante estos tres pasos me sé como conciencia en general hacia la cual
están dirigidos los objetos, y gracias a que los objetos son cognoscibles por la conciencia
entonces mi existencia se va revelando dejando de ser algo incognoscible. La conciencia en
general es un término que designa dos realidades distintas: el cogito cartesiano, que
conociendo objetos se conoce como cognoscente en su conocer, y las categorías kantianas.
Cabe decir entonces que la conciencia en general es el ser que conoce a los objetos
objetivados, por lo tanto ahí se salva la existencia puesto que lo que existe como conciencia
conoce el mundo.
Yo soy, por último, como posible «existencia», un ser que se refiere y relaciona con
su propia posibilidad, y como tal, no existe para ninguna conciencia en general. […] La
posible «existencia» es el movimiento que supera el ser-en-sí que en este círculo sólo actúa
negativamente como límite. La posible «existencia» acaso abre el camino que en el mundo
de los objetos está cerrado para una conciencia en general. Este filosofar, que para la
existencia empírica no es nada, para la conciencia en general una imaginación sin
fundamento, es para la posible «existencia» el camino a su mismidad y al verdadero ser.37 En
este sentido la posible existencia supera incluso a la conciencia en general, ya que la
conciencia queda reducida a una presentación de imágenes de objetos objetivados, mientras
37
Ibídem, P, 13-14.
que la posible existencia revela el camino hacia la mismidad, es decir, a volverse sobre sí,
pero no objetivando su ser, sino como existencia revelar su ser-yo.
La comunicación es parte fundamental del hombre en tanto que él es, según Jaspers,
comunicación39, es decir, que el hombre se constituye en tanto que, como posible existencia,
conoce los objetos, y siempre está relacionado con el mundo, de ahí que sea un ser-en-el-
mundo o un ser arrojado al mundo, como lo define el existencialismo en general.
Jaspers hace una clasificación dual de la comunicación, orientada en cada caso por
las situaciones básicas en que se verifica. Por un lado reconoce la comunicación en la
existencia empírica, o comunicación empírica, y por el otro la comunicación existencial40.
Con estas dos clasificaciones de la comunicación entramos en contacto con otras existencias
38
HERNÁN Villarino. Karl Jaspers. La comunicación como fundamento de la condición humana. Ed.
Mediterráneo. Santiago de Chile. 2009. P, 30.
39
Ibídem, P, 53.
40
Ibídem, P, 53.
como ser-objeto y ser-yo, en relación con ellas el ser humano se constituye como existencia
realizada.
41
Ibídem, P, 55.
Pero la comunicación existencial como ya se ha dicho anteriormente, se da con otros
hombres o con otras existencias en el sentido de ser-yo, ya que si se diera en el sentido de
ser-objeto, entonces sería una comunicación empírica y por lo tanto una comunicación
objetivada.
El hombre entonces que se sabe a sí mismo como una existencia que se constituye en
la comunicación con el otro, busca en el otro verdades que le satisfagan, pero para que pueda
darse la comunicación con los otros hombres es necesaria la libertad, ya que el hombre a
pesar de ser un hombre en comunicación, también puede decidir optar por una soledad que
le aparte de los otros hombres, aunque por ello sea considerado una nada. De igual modo en
su libertad tiene la apertura hacia la trascendencia.
El hombre es un ser que tiene una dualidad en la constitución de su ser, por un lado
es un ser como objeto de investigación, es decir, ser-objeto, y por otro lado como un ser libre
existencial, el ser-yo que se comunica con otros ser-yo.
42
Ibídem, P, 68.
Si estamos ciertos de nuestra libertad, pronto se da un segundo paso en la dirección
del aprehendernos a nosotros mismo: el hombre es el ser referido a Dios. No nos hemos
creado a nosotros mismos43. Esto quiere decir entonces que en la comunicación nos sabemos
libres, podemos decidir comunicarnos con otros o no. Somos conscientes de esta libertad en
tanto que sabemos que nos podemos conocer como ser-objeto y que tenemos conciencia de
un ser-yo.
Sin embargo el hombre no solamente se comunica con otros hombres que también
son ser-yo, sino que tiene una apertura hacia la trascendencia en tanto que sabe que no somos
creación propia, es decir, hay la idea de algo que es superior y más perfecto que nosotros.
Tenemos entonces la idea de la trascendencia y el hombre se refiere a ella en su búsqueda de
conocerla, es esto la búsqueda de la verdad, ya que lo que está fuera de mi genera la necesidad
de querer abarcarlo cognosciblemente.
Los hombres jamás somos bastantes para nosotros mismos. Pujamos por ir más allá,
y nos hacemos crecientemente nosotros mismos con la hondura de nuestra conciencia de
Dios, mediante la cual nos volvemos a la vez transparentes para nosotros mismos en nuestro
ser nada44. Entonces el hombre no da la totalidad de lo que el hombre busca. No es suficiente
la búsqueda de verdades con otros hombres en comunidad, comunidad que se da para
satisfacer los propios intereses, tal como la búsqueda de la verdad. El ser nada es darse como
un ser que no tiene la disposición de alcanzar las verdades hacia las que tiene tendencia
cuando se comunica, es decir, es una elección de la no comunicación. Contrariamente el
hombre que si tiene y acepta libremente comunicarse, tiende hacia la búsqueda de su
satisfacción y ahí encuentra la idea de Dios, la idea de lo más allá de mi ser-yo y que da la
satisfacción que refiere para alcanzar la plenitud de su existencia.
La dirección por la trascendencia es distinta de toda dirección por el mundo, pues sólo
hay una forma de dirección por Dios. Ésta tiene lugar por el camino de la libertad misma de
sí mismo cuando él mismo está abierto para todo lo que se acerca a él desde la tradición y el
mundo circundante45. La dirección del hombre hacia la trascendencia se da en la
43
KARL, Jaspers. La filosofía desde el punto de vista de la existencia. FCE. México. 2000. P, 64.
44
Ibídem, P, 65.
45
Ibídem, P, 68.
comunicación, no con el otro, sino con él mismo, es decir, en su ser-yo que es libre se da la
apertura del mensaje de la trascendencia hacia el hombre.
El acto religioso entonces se da primeramente como una disposición del hombre hacia
lo más allá de sí que desea conocer, es consciente puesto que sabe qué lo que quiere conocer
es algo desconocido y que le dará satisfacción, recibirá entonces un beneficio, y además es
libre puesto que en la comunicación el acepta el mensaje del otro que se comunica con él, sin
embargo esta comunicación con la trascendencia es diferente, pues se descubren verdades
que no son fáciles de aprehender por el entendimiento.
46
ADRIANO Alessi. Los caminos de lo sagrado. Ediciones Cristiandad. Madrid. 2004. P, 320.
47
Ibídem, P, 31.
48
Ibídem, P, 33.
con la trascendencia es en donde se ejecuta la totalidad mediante el mensaje de la revelación
de la trascendencia.
Ante todo esto el hombre sabe entonces que tiene frente a sí una verdad que le es
imposible abarcar, y por lo tanto, es abarcado por ella. Sin embargo, como el mensaje de la
trascendencia se da a partir de cifras, entonces el hombre se da cuenta de que en su limitación
cognoscitiva puede entender en su propio lenguaje el mensaje de la revelación de la
trascendencia entendido en cifras.