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Lección
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Colosenses 3:23, 2 Corintios 12:9, 10, Romanos 12:11; Recibiréis Poder, pág. 347
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Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de
3 3 Ninguno que milita se enreda en los negocios de
Jesucristo.
la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.
No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si
alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne,
los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene
del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos;
pero el que hace la voluntad de Dios permanece para
siempre.
La guerra contra nosotros mismos es la batalla más grande
que jamás se haya reñido. El rendirse a sí mismo, entregando
todo a la voluntad de Dios, requiere una lucha; más para que
el alma sea renovada en santidad, debe someterse antes a
ABNEGACIÓN Y PERSEVERANCIA
Dios.
Al consagrarnos a Dios, debemos necesariamente abandonar
todo aquello que nos separaría de Él. Por esto dice el
Salvador: ‘Así, pues, cada uno de vosotros que no renuncia a
todo cuanto posee, no puede ser mi discípulo.’ Debemos
renunciar a todo lo que aleje de Dios nuestro corazón. Las
riquezas son el ídolo de muchos. El amor al dinero y el deseo
de acumular fortunas constituyen la cadena de oro que los
tiene sujetos a Satanás. Otros adoran la reputación y los
honores del mundo. Una vida de comodidad egoísta, libre de
responsabilidad, es el ídolo de otros. Pero estos lazos de
servidumbre deben romperse. No podemos consagrar una
parte de nuestro corazón al Señor, y la otra al mundo. No
somos hijos de Dios a menos que lo seamos enteramente.
2 Corintios 9:6, 1 Corintios 15:58, Eclesiastés 11:6; Lecciones Prácticas del Gran Maestro, pág. 38,
El Deseado de Todas las Gentes, pág. 233
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¿Quién es sabio y entendido entre
6 vosotros? Muestre por la buena conducta
sus obras en sabia mansedumbre. Pero la
sabiduría que es de lo alto es
primeramente pura, después pacífica,
amable, benigna, llena de misericordia y
de buenos frutos, sin incertidumbre ni
hipocresía. El fruto de justicia se siembra
en paz para aquellos que hacen la paz.
Vestíos, pues, como escogidos de Dios,
santos y amados, de entrañable
misericordia, de benignidad, de humildad,
de mansedumbre, de paciencia.
TERNURA, GENTILEZA Y BONDAD
Deuteronomio 31:6, 8, 2 Samuel 22:29-31; Profetas y Reyes, pág. 120, Obreros Evangélicos, pág. 40