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Ensayo La Ciudad de Dios

Maritza de la Cruz Diaz

Lic. en Comercio y Finanzas Internacionales – Edificio A

Universidad Popular de la Chontalpa

Macuspana Tab.

Aquiles S. S/N

8120112898

Marit_za198@outlook.es

Mtro. Jorge Ramos Pérez


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La Ciudad de Dios

ABSTRAC

En este ensayo se expone porqué San Agustín de Hipona escribió su libro La Ciudad de Dios, y

los mensajes que él quería fueran comprendidos y realizados para llegar al lugar sagrado. Ya que

cuando cayó el imperio romano, nacieron nuevas creencias, religiones, ideas y formas de vida. Para

san Agustín estas formas de vida, tenían que ser comprendidas sobre el valor que le tenía Dios, si

eran permitidas o no.

Este documento tiene como objetivo comprender lo que significa pertenecer a la ciudad de Dios.
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Palabras clave:

DESARROLLO

La ciudad de Dios, basada en la caridad, es la ciudad de los justos, de los que anteponen el amor

por Dios y a los demás. La caridad servicio o esfuerzo para ayudar a los demás, preocuparse por

sus necesidades materiales y espirituales. Favorecen la paz, el respeto y facilidad de ponerse de

acuerdo con el prójimo. (Augustino.it, s.f.)

San Agustín nos enseña con mucha claridad la existencia de dos ciudades: la Ciudad de Dios y

la ciudad del mundo. El origen y el fin de la Ciudad de Dios es la Santísima Trinidad. La Ciudad

de Dios está conformada por la Ciudad celestial y la ciudad peregrina que son como un templo de

almas y de hombres, prefigurada por el Templo de Israel. Se trata de una comunidad o una sociedad

santa unida por la caridad.

Una comunidad regida por el amor a Dios y al prójimo no puede darse nunca en esta vida. La

historia camina hacia su fin, que es la separación definitiva de las dos ciudades en el juicio final:

los ciudadanos del cielo gozarán de la paz de Dios, los egoístas serán apartados de esa felicidad

eterna.

San Agustín motivado por enseñar las verdades de fe que han sido olvidadas, no enseñadas u

opacadas por otras corrientes politeístas que habían dentro de la sociedad civil romana, redacta una

apología contra los incrédulos, en la cual se empieza afirmando que el amor de Dios a su creación

le llevó a tomar la decisión de prometer una ciudad muy especial, que trasciende los límites de lo

terreno para aquellos que emprendan el camino de obrar según sus mandatos, “la ciudad de Dios o

ciudad celeste”, ya que Dios que es justo, da a cada quien lo que se merece, según sus acciones.

Esta ciudad se encuentra en lo eterno, en lo inmutable, en aquello donde nada perece; esta ciudad
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ya había sido prometida dentro de las escrituras, más para alcanzarla dice San Agustín que

solamente el hombre bueno podrá llegar a ella, la persona es dotada de la capacidad de libertad, de

decidir cómo obrar en su realidad, porque el mismo Dios ha donado a los hombres este libre

albedrio que le da a cada uno la capacidad de actuar según su propia voluntad en “la ciudad terrena”,

del mismo modo, se hace la distinción de que Dios “hizo al hombre animal racional de alma y

cuerpo”, e incluso esta racionalidad nos permite conocer y distinguir lo mutable de lo inmutable.

Por este motivo, éste debe ser consciente de todas sus acciones, orientándolas a la búsqueda de la

verdadera felicidad que es Dios mismo, quien es el autor por excelencia de toda la creación.

San Agustín decía que “de las cosas temporales debemos usar, no gozar, para merecer gozar las

eternas”. (LibrosCristianos, s.f.)

Si el hombre quiere ser partícipe de “la ciudad de Dios” cuando la vida abandone su cuerpo,

tiene que aprender a manejar su voluntad, aunque también para gozar de lo eterno aquí en la tierra,

no debe corromper su corazón, poniendo su felicidad en las cosas efímeras y pasajeras, como en el

dinero, el poder, el exceso en el comer y en el beber, la concupiscencia, la avaricia, o simplemente

en las cosas materiales de este mundo que no están ordenadas hacia Dios, sino que más bien, tiene

que fijar su mirada en los bienes celestiales, para así poder ir también gozando en la tierra de la paz

en el alma y en el cuerpo.

Es tarea del ser humano vivir “la doble ciudadanía por la cual el hombre puede ser miembro de

la ciudad de Dios, sin dejar de ordenar su vida temporal, dentro del marco de la sociedad civil y de

acuerdo con sus normas.

Por eso mientras la Ciudad de Dios alcanza la realización plena y la felicidad completa en el

Amor de Dios, la ciudad mundana está condenada a la frustración. (Infocatolica.com, s.f.)


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Bibliografía

Augustino.it. (s.f.). http://www.augustinus.it/spagnolo/cdd/cdd_19.htm. Obtenido de

http://www.augustinus.it/spagnolo/cdd/cdd_19.htm

Infocatolica.com. (s.f.). http://www.infocatolica.com/blog/concordia.php/1702080608-san-

agustin-y-las-dos-ciudade. Obtenido de infocatolica:

http://www.infocatolica.com/blog/concordia.php/1702080608-san-agustin-y-las-dos-

ciudade

LibrosCristianos. (s.f.). https://www.youtube.com/watch?v=OakZJKeX_rY.

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