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Macuspana Tab.
Aquiles S. S/N
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La Ciudad de Dios
ABSTRAC
En este ensayo se expone porqué San Agustín de Hipona escribió su libro La Ciudad de Dios, y
los mensajes que él quería fueran comprendidos y realizados para llegar al lugar sagrado. Ya que
cuando cayó el imperio romano, nacieron nuevas creencias, religiones, ideas y formas de vida. Para
san Agustín estas formas de vida, tenían que ser comprendidas sobre el valor que le tenía Dios, si
Este documento tiene como objetivo comprender lo que significa pertenecer a la ciudad de Dios.
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Palabras clave:
DESARROLLO
La ciudad de Dios, basada en la caridad, es la ciudad de los justos, de los que anteponen el amor
por Dios y a los demás. La caridad servicio o esfuerzo para ayudar a los demás, preocuparse por
San Agustín nos enseña con mucha claridad la existencia de dos ciudades: la Ciudad de Dios y
la ciudad del mundo. El origen y el fin de la Ciudad de Dios es la Santísima Trinidad. La Ciudad
de Dios está conformada por la Ciudad celestial y la ciudad peregrina que son como un templo de
almas y de hombres, prefigurada por el Templo de Israel. Se trata de una comunidad o una sociedad
Una comunidad regida por el amor a Dios y al prójimo no puede darse nunca en esta vida. La
historia camina hacia su fin, que es la separación definitiva de las dos ciudades en el juicio final:
los ciudadanos del cielo gozarán de la paz de Dios, los egoístas serán apartados de esa felicidad
eterna.
San Agustín motivado por enseñar las verdades de fe que han sido olvidadas, no enseñadas u
opacadas por otras corrientes politeístas que habían dentro de la sociedad civil romana, redacta una
apología contra los incrédulos, en la cual se empieza afirmando que el amor de Dios a su creación
le llevó a tomar la decisión de prometer una ciudad muy especial, que trasciende los límites de lo
terreno para aquellos que emprendan el camino de obrar según sus mandatos, “la ciudad de Dios o
ciudad celeste”, ya que Dios que es justo, da a cada quien lo que se merece, según sus acciones.
Esta ciudad se encuentra en lo eterno, en lo inmutable, en aquello donde nada perece; esta ciudad
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ya había sido prometida dentro de las escrituras, más para alcanzarla dice San Agustín que
solamente el hombre bueno podrá llegar a ella, la persona es dotada de la capacidad de libertad, de
decidir cómo obrar en su realidad, porque el mismo Dios ha donado a los hombres este libre
albedrio que le da a cada uno la capacidad de actuar según su propia voluntad en “la ciudad terrena”,
del mismo modo, se hace la distinción de que Dios “hizo al hombre animal racional de alma y
cuerpo”, e incluso esta racionalidad nos permite conocer y distinguir lo mutable de lo inmutable.
Por este motivo, éste debe ser consciente de todas sus acciones, orientándolas a la búsqueda de la
verdadera felicidad que es Dios mismo, quien es el autor por excelencia de toda la creación.
San Agustín decía que “de las cosas temporales debemos usar, no gozar, para merecer gozar las
Si el hombre quiere ser partícipe de “la ciudad de Dios” cuando la vida abandone su cuerpo,
tiene que aprender a manejar su voluntad, aunque también para gozar de lo eterno aquí en la tierra,
no debe corromper su corazón, poniendo su felicidad en las cosas efímeras y pasajeras, como en el
en las cosas materiales de este mundo que no están ordenadas hacia Dios, sino que más bien, tiene
que fijar su mirada en los bienes celestiales, para así poder ir también gozando en la tierra de la paz
en el alma y en el cuerpo.
Es tarea del ser humano vivir “la doble ciudadanía por la cual el hombre puede ser miembro de
la ciudad de Dios, sin dejar de ordenar su vida temporal, dentro del marco de la sociedad civil y de
Por eso mientras la Ciudad de Dios alcanza la realización plena y la felicidad completa en el
Bibliografía
http://www.augustinus.it/spagnolo/cdd/cdd_19.htm
http://www.infocatolica.com/blog/concordia.php/1702080608-san-agustin-y-las-dos-
ciudade