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E n ri q u e Marroquín

La c o n tr a c u lt u ra
como p ro te s ta

Cuadernos de Joaquín Mortiz


E.M._. CONTRACULTURA COMO PROTESTA

. "I
. 1
CUADERNOS DE JOAQUÍN MORTIZ ~•
ENRIQUE MARROQUÍN

La contracultura
como protesta
, ,
ANALISIS DE UN FENOMENO JUVENIL

MÉXICO, 197 5
Prime ra e clii~n. julio de 1975
D. R . © !itoria l Joaqu ín Mouiz, S. A.
Tabílsco l. ( México 7, D . F.


PRóLOGO
Este libro representa uno de los primeros intentos, en
nuestro país, para dar luz a un fenómeno tan complejo
cuya cercanía, en el plano temporal, ha imp·edido que se
le observe con la perspectiva y la objetividad necesarias.
El fenómeno connota la revisión de algunas concepciones
del mundo para ofrecer la posibilidad de cambios sus-
tanciales que modificarán la actitud que el ser humano
tiene hacia el mundo que lo rodea y hacia su propio uni-
verso interno. Las tesis en si no son nuevas, pues nada hay
nuevo bajo la luz del sol, pero si es novedosa la agrupación
de semejantes ideas en un fin concreto: la transformación
esencial del ser humano, aquello que Enrique Marroquín
ha denominado como "cambio cultural".
Esta revisión de valores, me parece, es algo que apenas se
inicia, y quizá por ello correspondió a ciertos jóvenes ser los
abanderados, los heraldos de las transformaciones que han
de v.enir. El que las ideas que Enrique Marroqu{n desglosa,
y trata de analizar, fueran sustentadas por los jóvenes no es
casual: los jóvenes enfrentan la tarea monumental de par-
tir de la inconsciencia., de los actos guiados por impulsos,
para adquirir la riqueza de la conciencia, para domeñar
la irracionalidad ciega y obtener la responsabilidad en
cada uno de sus actos, para ganar la cert"eza, o al menos
la convicción, de que el camino que eligen en la vida
corresponde a las necesidades concretas del contexto irre-
petible en que se hallan.
Por esa razón no me parece extraño) sino incluso nece-
sario, que los albores de una nueva era se manifestasen
inicialmente, con toda la confusión y toda la algarabía
que ello implica, en quienes apenas están "descubriendo
el mundo" y que aún tienen por delante la tarea de cimentar
su. existencia ya sea bajo los moldeJ y los patrones estable-
cidos o bajo una concepción revolucionaria.
Todo lo anterior, pienso, debe de resultar mU)1 discuti-
ble) si es que no francamente inaceptable, cuando se con-
sidera que las. actitudes y las ideas -dispersas y caóticas-
de los "jipis", o "jipitecas" como les llama Enrique Ma-
Noquin, sean las que entrañen ese cambio sustancial para
1

7
toda la huma nidad . Ésta es una p,,-oposición difici l, que
tiene ante sí un verda dero océan o de ideas preco't'lrcebidas,
de criter ios emoc ional es y de, como ya he tratad o de estipu -
lar, una evide nte falta de perspectiV'a histór ica para anali-
zarse debid amen te.
Sin embargo~ de algún punto se debe de partir . M~
parece incue.,;_;tionable que el fenóm eno de los jipis -me-
xican os o no- es algo much o m,ás comp lejo que el de una
simpl e "mod a", o de una actitu d pasaj era o manip ulada .
Ha'Y much as razon es para considerar lo anter ior. Prim fro
que nada, el hecho de que el sector juven il de la sociei lad
-o una parte de él- haya irrurn pido con fuerza inneg able
hasta. hacer se prese nte en la vida social de nuest ros paí-
ses. Anter iorme nte, los jóven es de casi todas las época s
rep,re sentab an grupo s despr ovisto s de ideas ,propias;, que
sólo se dedic aban a dejars e guiar por las mane ras que el
·"mun do adu,.lto,, establ ecía, según sus intere ses. En la dé-
cada de los años sesen ta result ó innegable;, y de allí la
difusi ón hasta adqui rir la conno tación de una "moda ".,
que algun os jóven es no se. halla ban dispu eMos a acept ar
acríti came nte los linea mient os que se les prese ntaba n, sino
que emple aron una gran canti dad de energ ía para pre-
senta, · punto s de vista distin tos, que aunq ue se manif estara n
de una mane ra caótica, result aban digno s de consi derac ión.
En la décad a de los años sesen ta los jóven es llama ron
la atenc ión de toda la socied ad media nte dos forma s, tra-
dicion ales, de lucha : una, políti ca; otra, moral . En la ,pri-
mera, los jóven es insist ieron , con una gran pasió n, en la
neces idad irreve rsible de llevar a cabo camb ios prof un~
dos, revolu ciona rios: de camb iar hasta la 'raíz la orga-
nizac ión de_ los sistem as políti co-ec onóm ico-so ciales que he•
mos padec ido para evitar la explo tació n del homb re por
el homb re y para empe zar a estab lecer las bases de socieda-
des más propi ciator ias, más huma nas. En la segun da, los
jóven es insist ieron , hasta hacer paten te7 que la organ izació n
viciada., anqui losad a, de los regím enes sociales tiene su
base dentr o del ser huma no mism o: que la tende ncia tan
agudi zada, hacia la autod estruc ción, hacia la pérdi da esen-
cial de valore s, hacia la conce pción del mund o como un
infier no de falta de comu nicac ión y de intere ses mezq ui-
nos tambi én tiene que niodif icarse desde su. raíz, para que
las relaci ones huma nas se aireen y para que pueda existi r

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una manera de vivir mediante la cual la vida se disfrute
y el hombre llegue a su plenitud, a disponer del mdximo
de sus potencialidades, y la vida misma no se desperdicie.
Ambas actitudes revolucionarias de los jóvenes -que
podrían considerarse como "externa" e "interna"- resul-
taron saludables para toda persona que estuviera dispuesta
a analizar esas proposiciones sin prejuicios, con una mente
abierta. Ambas, también, de ninguna fo-rma eran origina-
les: sus antecedentes datan de muchos siglos, pero quizás
hasta nuestros días se hicieron tan patentes en. un plano
más colectivo y mds i'ndividttal, y por ello mds suscep-
tible de modificar la totalidad de condición humana.
Creo que a los "jipis" correspondió la "revolución inter-
na'': el ªcambio culturalu a que alude el autor. Este sector
de jóvenes recurrió a viejas tesis filosóficas., religiosas,
esotéricas., y a actitudes también mu.y antiguas., para pro-
testar ante hábitos tan arraigados que continuaban., y con~
tinúan, moviéndose sin que nos demos cuenta. Natural-
mente, toda esa serie de ideas y de conductas se dieron sin
orden ni concierto, respondieron a "impulsos irrefrenables"'
que los mismos jóvenes se hallaban incapacitados para ana-
lizar debidamente. Esto, por desgracia, no podfa ser de
otra manera, y ésa es la razón por la cual, me parece, el fe•
nómeno de los jipis haya motivado tantas reacciones, las mds
sumamente emocionales y apasionadas. A un alud de ideas
caóticas correspondieron respuestas igualmente caóticas.
Tengo la impresión -y de ninguna manera la certeza-
de que ésa no es la manera apropiada de encarar un
problema .. .i'.-fe parece que ante un fenómeno complejo que
se presenta sin orden se debe de proceder ordenadamente;
de una forma tal que resulte complementaria: ante un
fenómeno "irracional" ha.y que anteponer la razón, ante
una profusión apasionada hay que ofrecer la serenidad, y
ante algo caótico, revuelto, se debe proceder como cuando
uno se topa con hilos enmarañados )', con una paciencia
y una perseverancia invencibles, se procede a apartar y a
seleccionar., a extraer hilo tras hilo hasta formar madejas.
Creo que este libro de Enrique Marroquín se ha pro~
puesto una tarea de ese tipo. Tengo la impresión de que,
aparte de que hay una gran cantidad de· p7oposiciones
polémicas y discutibles, de apreciaciones que aún requieren
reflexión y enriquec,imiento, si es que no la réplica total,
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el autor de este libro se propuso ofrece-r puntos de partida ,
bases sobre las cuales el fenóme no juvenil de los jipis sea
observa do y meditad o. No dudo que, en lo esencial, la
actitud de Marroq uín ha sido muy se-ria y por ello muy
saludable: evitó, hasta donde pudo, la simpatí a o la anti-
patia, hizo a un lado .la posibili dad seduct'ora de alejar el
tema por consideraf'lo intrasc endente o por concebi rlo co1no
imposib le de enfrenta rse hasta di.sponer de mejores ele•
mentas de juicio. No quiso, tampoc o, suscribirse a las fuen-
tes más cercanas, las de la experie ncia persona l y las de
los medios masivos de comuni cación, sino que con una
gran laborio sidad también partió de estudio s filosóficos,
algunos de ellos clásicos, para formar su punto de 1,ista y,
asi, hacer patente la importa ncia que concede a todo este
fenóme no que, creo, rebasa los ámbito s '~juveniles".
Un terna como éste, la necesid ad de cambio s cultural es
para comple mentar los cambio s político s y económicos,
de ningun a manera puede abarcarse en un solo libro, y
mucho menos agotarse con los vehícul os filosóficos de un
solo autor. La.s bases que este libro ofrece, esos puntos de
partida , también tienen la virtud de p ermitirn os ahonda r
en ellos y de invitarn os a encarar la necesid ad de modi-
ficar, hasta la transfor mación total, nuestro s criterios mora-
les. Así como sectores cada vez más grandes de todas las
sociedades han empezado a ser conscie ntes de la necesid ad
de la revoluc ión política económ ica, igualme nte es im-
prescin dible conside rar si esa revoluc ión podrá ser posible
con los "sistem as'' morales , individ uales, que ahora nos
dom inan con la misma dictadu ra férrea de los j1eores fas-
cismos.. Tambié n hay fascismo s interno s que requier en la
revolución, la lucha constan te e insorbo rnable. No puede
haber un orden justo en la socieda d si no existe su equi-
valente en el individ uo, y por eso los jipis profntsieron:
rw siempre se puede tener lo que uno quiere, pero si se
intenta , se podrá tener lo que uno necesii'a.
Un tema como éste subraya la posibili dad de fundir
ambas formas de lucha, de comple1nentarla.s en una ·rela-
ción dinámic a, dialécti ca; esto, me parece, es emf>ezar a
introdu cirnos en el futuro más esencial. Por eso espero
que este intento sean · bienven ido.
José Agustín, mayo, 1975

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INTRODUCCiúN

"¡El hippie ha muerto!'' -gritan tranquilas muchas con-


ciencias. Los "chavos" que un día "piraron" de sus casas,
llenos de ilusiones fantásticas, están tratando ahora de
reincorporarse al "sistema " que tanto criticaron. ¿Ha que-
dado todo como antes?
El cabello largo, con toda su rica significación, se
está imponiendo en nuestra sociedad, pese a la represión
de que todavía es objeto, acaso como una manifestación
exterior de que las cosas están cambiando. La moda pop,
de origen, está. revolucionando al vestir masculino, que
hasta ahora había sido sobrio. Tal vez no se trate de una
simple moda pasajera, sino de un nuevo estilo, que puede
configurar toda una época. El rock, rechazado como inau-
dible hace algunos años, ha terminado por posesionarse
de nuestro modo habitual de vivir. Hoy día es apreciado
por altas personalidades del medio musical, }" algunos
de sus exponentes más representativos pertenecen ya a la
historia de la música. El uso de la marihuana se extiende
a todos los sectores, pese a los esfuerzos de la policía.
Una nueva droga, consumida socialmente por un buen
sector de la población (sobre todo si se trata de gente
joven con influencia en el campo del arte y de los medios
de comunicación), implicará indudables transformaciones
en la conducta y en nuestros valores culturales.
Se ha escrito mucho sobre el movimiento hippie. Sobre
todo en un plan periodístico, de curiosidad folklórica.
Pese a ello ha pasado desapercibida su profunda signifi-
cación: hay una nueva forma de ver la vida entre los
jóvenes de esta generación.
La maravillosa "década de los sesenta" fue el momento en
que la juventud "se soltó la greña". El movimiento hippie
y las revueltas estudiantiles fueron los fenómenos que más
la caracterizaron. En ambos casos se expresa la irrupción
de la juventud en la vida pública, que exige ser tomada
en cuenta como factor de cambio. Nos encontramos, en la
actualidad, atravesando un momento histórico de gran l ..,

trascendencia, pues se están gestando grandes transforma-


ciones en lo político,,. lo social, lo económico y lo cultural,

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todo ello íntimamente relacionado. Las revueltas estudian•
tites fueron signo de que la conciencia social y política
ha ;u1mentado. En cambio, no hemos tomado suficiente-
mente en cuenta la maravillosa transformación cultural,
a la cual la nue·va generación del pelo largo ha sido tan
sensible.
Desde esta perspectiva de cambio cultural se enfoca el
presente libro. El aumento del consumo de la droga en-
tre la juventud puede ser efecto de las transformaciones
socioculturales para las que el joven no estaba preparado.
Pero igualmente la droga puede ser considerada como un
factor de cambio, en el contexto de determinado marco
cultural. Al menos, la subcultura hippiei contestataria de
los valores occidentales hasta el punto de considerarse
. como contracultura, puede ser estudiada como una viven-
cia profética de la nueva cultura en gestación.
La primera parte de este libro puede coincidir con mu-
chos reportajes periodísticos ya inactuales. De todos modos
se imponía una descripción breve de este fenómeno so-
cial, en especial dentro del marco de la realidad mexicana.
Entre nosotros se creyó que el hippismo fue tan sólo un
movimiento de reacción contra el desarrollismo tecnocrá-
tico y deshumanizador del primer mundo, y, por lo tanto,
ajeno a nuestra idiosincrasia. Se acusó a nuestros "xipi-
tecas" ele ser blanco fácil del colonialismo cultural, como
ejemplo del borreguismo imitativo de la cultura domi-
nante. En buena medida así fue: la droga, el libertinaje
sexual y cierto misticismo escapista nos son importados
para sofocar la incipiente toma de conciencia que la ju-
ventud va adquiriendo. Sin embargo, no se tuvo en cuenta
que el hippismo norteamericano fue, ante todo, un movi-
miento de reacción oontra los valores culturales vigentes,
mismos que rigen en nuestro país: en :México vivimos
bajo la misma superestructura ideológica que en Norte-
américa, agravada además por nuestra situación <le domi-
nados y de colonizados. Por lo tanto, no es extraño que
haya sido también posible un movimiento de disidencia
cultural similar aunque no idéntico al de nuestros veci-
nos. Nuestros "xipitecas", o sea el hippismo mexicano,
crearon una subcultura propia con matices originales, que
aquí se trata de interpretar.
En esta primera parte, además, he creído necesario aña-
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dir un capítulo sobre la droga, a pesar de que las conclu-
siones deben ser ya de todos conocidas. La segunda parte,
en cambio, pretende ser una reflexión crítica pensante
sobre este fenómeno. Los muchachos vivieron en su ma-
yoría inconscientemente un mito colectivo. Sin embargo,
coincidieron con McLuhan en detectar una nueva forma
de comunicación entre los hombres, que conduciría a una
transformación de los valores culturales. Esto los hizo
visionarios del futuro. No importa que en última instan-
cia haya sido un movimiento burgués, efímero y destinado
al fracaso. También los fracasos pueden ilustrar la ruta
posible a seguir. Ahora que "el sueño ha terminado"
-como cantara John Lennon- podemos percibir su men-
saje con objetividad. Tal vez entonces descubramos que
ya no somos los mismos; que algo ha sucedido en nosotros
desde que ellos aparecieron. Dejemos, si se quiere, la pala-
bra "hippie" como una estorbosa etiqueta prefabricada.
Prestemos más bien atención a las mentes más lúcidas y
representativas del movimiento y aprendamos humilde-
mente de ellas. Esto fue lo que traté de hacer, cuando
circunstancias fortuitas me permitieron convivir con las
"tribus" xipitecas más representativas, aprovechando las
facilidades para el conocimiento humano que se le brin-
dan al sacerdote. Aparte de las implicaciones pastorales
que planteaba una epidemia de drogadicción, comprendí
su riqueza significativa, y los tuve como un verdadero
"signo de los tiempos", como llama la teología actual a los
acontecimientos que· de alguna manera nos marcan la
marcha de la historia: tal vez la vuelta a una vida más
natural y sencilla sea la única vía posible de supervi-
vencia -supuesta la transformación sodopolítica- ante
las fuertes crisis que se avecinan en la industria, la sobre-
población y la carencia de alimentos. La reconquista del
ocio creativo, de la conciencia trascendental, de la liber-
tad interi~:>r, en un clima de alegría, de paz y de amor.
El retorno del espíritu mistérico y la liberación de esas
potencias que el racionalismo imperante ha dado en llamar
"inferiores", podrán ser otros tantos logros de la nueva
cultura en gestación.
Réstame, por último, recordar a todos los muchachos
1
•onderos" que conocí, y a quienes debo, en definitiva,
estos descubrimientos.

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PRil\.fERA PARTE

LA PROTESTA
CAPÍTULO I: UN POCO DE IIISTORIA

Al terminar la segunda Guerra l\.'Iundial se desmorona todo


el residuo de optimismo decimonónico. Alen1ania, en es-
pecial, despierta consternada de su ilusión de grandeza.
Spengler escribe sobre la decadencia de la fabulosa cultura
occidental, mientras que Heidegger hace revivir la angus•
tia en el campo filosófico. El dolor y las tragedias de la
guerra atrajeron el interés del hombre hacia sí mismo. Y
entonces se vuelve a formular la antigua pregunta ya ol-
vidada: "¿para qué vivimos?"; "¿vale la pena vivir en un
mundo como éste?,.. Se derrumban todos los ídolos que el
hombre del siglo pasado había forjado para vivir en la se-
guridad: el Progreso, la Ciencia, el Estado, la Raza, la
Religión, la Patria ... Ya no queda sino el ho1nbre angus•
tiado, que va soportándose a sí mis1no, mientras espera
su muerte llevando a cuestas el peso de su libertad.
Esta conciencia que brotaba aquí y allá dio lugar al
existencialismo, ultima corriente filosófica que engendrara
Occidente y que, curiosamente, sería su propia negación.
Su repudio a la razón y a los solemnes tratados <le las uni-
versidades fósiles hizo que las ideas heideggerianas bajaran
al mundo de las cavas parisinas, con los sartreanos de Saint-
Germain-des-Pres. Así surgió una nueva bohemia, profunda
y liberal, que trata de ver la vida en la forma originaria.
Su filosofía queda plasmada en novelas, autobiografías,
dramas teatrales ... Es decir, en todo lo que pusiera énfa•
sis en lo concreto y no se alineara en una abstracción
conceptual... Y los nuevos filósofos se dejan crecer la
barba y el bigote, descuidan su persona, desprecian al res-
to del mundo, y se ponen a fumar hashish. La náusea,
ejemplo de novela fenomenol6gica, podría ser interpre-
tada en la actualidad como típicamente sicodélica.

La burguesía norteamericana se estremecía ante lo in-


explicable: si los Estados U nidos han llegado a un nivel
de abundancia y confort, si la TV nos est~í diciendo que
tocio está _bien, ¿por qué los jóvenes se dedican a la delin-
cuencia absurda, sin causa? Sicólogos y sociólogos harán
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tediosas indag acion es, de las cuale s los prota gonis tas de
A.mor sin barre ras se ríen cínic amen te. Esos delito s no
son motiv ados ni por la pasió n, ni por la ira, ni por la
necesidad: ¿será n debid os al tedio , a la rebel día ante una
sociedad absur da? Lo que impu lsa a estos "rebe ldes sin
causa " no seran , desde luego, causa s ordin arias. Se trata
más bien de delito s espiri tuales , filosóficos. Es el estad o
al que cond ujo la visión monó tona del huma nism o racio•
nalist a. Hay much o de la místí ca del Marq ués de Sade
en aquel much acho a quien se le escuchó musi tar despu és
de habe r apuñ alado a su comp añero hasta mata rlo: "Gra -
cias, querí a ver qué se siente ." Es un esfuerzo desesperado,
apasi onad o y trágic o por sentir se homb re y no esa má-
quina autóm ata y discip linad a que produ ce el "siste ma".
La opini ón públi ca se escandaliza de ese rechazo a todos
los valores. No comp rendi eron que lejos de ello, se per-
cibe una nostalgia anhe lante de valores, en un mund o
que los ha perdi do.
Aunq ue la viole ncia juven il y el pandi lleris mo delic-
tuoso conti núan hasta hoy, en grupo s tales como los moto -
ciclistas fascistoides de los "Hell 's Ange ls" (Nacido_s para
perder) o las lucha s selváticas de los bajos fondo s neo-
)'Orquinos, los más conscientes del "und ergro und" pront o
se diero n cuent a de que la viole ncia tamb ién era "squa re".
Enton ces se diero n deses perad amen te a vivir, a busca r
sensaciones inten sas, en las que exper imen tasen que aún
estab an vivos y que aún eran capaces de vivir.
Suele acont ecer que los movi mien tos sociales europ eos
llegu en a América con cierto retras o; modificados, ade-
más, por el diver so conte xto cultu ral. Esto suced erá con
la bohem ia existe nciali sta. Y así como en los 40 de la
postg uerra surgi ó la llama da · "lost gener ation ", nace en
los 50 la "beat gener ation ": pequ eños grupo s "subt errá-
neos" de jóven es "loco s de vivir, loco, de habla r, locos de
ser salvados", en los tiemp os en que el "sueñ o amer icano "
comienza a desva necerse. Hace n el amor librem ente con
algun a chica de color, trasu dan en las impro visac iones del
jazz, viven en sucios cuart uchos , acud en a las drogas, hu 4

yend o de un mund o asqueroso, para adent rarse en la


explo ració n del yo intern o. Jóven es que decid en descu -
brir la Amér ica ignor ada : los gueto s negro s y las reservas
indias. Viaja n en avent ón de aquí para allá, ton el meno r
18
pretexto, y van a leer a sus amigos de la costa opuesta
sus últimas poesías dactilografiadas. Buscan las emociones
del momento presente, que el burgués sacrifica en aras
del futuro o de los traumas metafísicos ("Anoche tuve
un viaje fantástico, ¿sabes? sabía el porqué ... ").
En aquellos tiempos, Elvis Presley, "cantando como
negro", se vuelve el mito más generalizado de una juven-
tud que comienza a despertar y que se asoma en el
mundo tenebroso de sus hermanos de color. Sin embargo,
la rebeldía simbolizada por Elvis resulta m·eramente emo-
tiva. Su imagen publicitaria presenta al tipo del confor-
mista, que posee una lujosa residencia tipo mexicano,
que se declara partidario del servicio militar y que vive
conservadoramente con su legítima esposa ... En esos mis-
mos años, allá por 1957, para hablar con precisión, la
crítica literaria se sacude con la aparición de una novela
excepcional: On the Road, de Jack Kerouac. En ella,
como en sus novelas anteriores (p. ej., Los subterráneos,
prohibida durante un buen tiempo), el autor narra la
vida de estos jóvenes, escandalizando a las pulcras con-
ciencias de la burguesía. Fue el mismo Kerouac quien le
puso nombre a su generación: la generación "beat".
Poner un nombre es tarea dificil. Cuando el nombre es
acertado se configura, por el mismo hecho, un movimiento
definido. 1\.fucho se discute sobre el verdadero significado
de la palabra "beat", tomada de la jerga jazzística, en la
ambivalencia propia del caló, puede significar la "gene-
ración golpeada" (del golpe de la batería: se trataría de
la generación del ritmo). Clellon Holmes dirá a este
respecto: "Quien haya sobrevivido a una guerra, cual-
quier tipo de guerra, sabe que ser 'beat' no significa.
tanto estar muerto de cansancio cuanto tener los nervios
a flor de piel; no tanto estar llenos hasta, cuanto sentirse
vacíos. 'Beat' describe un estado de ánimo despojado de
toda superestructura, sensible a las vicisitudes del mundo
externo, pero insufrible de la banalidad. Ser 'beat' sig-
nifica estar calado hasta los huesos de la personalidad,
ver las cosas desde lo profundo, ser existencialista en el
sentido de Kierkegaard, más que en el de Sartre."1

1 The Beats, antología a cargo de Seymour Krim, 1960; Trad. italiana,


por Ed. Lerici, Milán, 1966.

19
El mismo Keroua c ha dicho: ''No somos bohemi os, re-
cuérden lo, 'beat' significa beato, significa golpead o. Se le
advierte , se le advierte en un 'beat', en el jazz (el autén-
tico jazz frío, o en un visceral número de rock)."
Otro guía de la generac ión "beat" será Allen Ginsher g.
En 1956 publica Howl (Aullido ). donde se exalta la locu-
ra, el sexo y la droga. Lleno de angusti a existenc ial,
protesta contra los vicios de la sociedad establecida. Hijo
de una militan te comuni sta medio loca, es interna do en
un manico mio, donde conoce a Carl Solomon, quien le
inicia en esta forma de ver la vida.
Parecie ra que estos muchachos, hastiados de la vida,
han perdido el interés por todo. Esto es totalme nte enga-
ñoso. Si hay algo que salta inmedia tamente a la vista en
ellos es precisam ente la búsque da desenfr enada de algo.
Persona lmente guardo algunos recuerd os del tiempo en
que pude convivi r con algunos de ellos.
En cierta ocasión, en un albergu e, mt abordó una
beatnik italiana, pregun tándom e mi parecer sobre ellos.
Le dije que me parecía interesa nte, y ella se enfadó pen-
sando que los tenía como objeto de estudio. "l\íe parece
que ustedes están buscand o algo sin saber exactam ente
qué cosa sea", insistí, y ella estuvo de acuerdo. "¿Qué
hacer si lo que pensába mos que era la felicida d se des-
cubre como un engaño? " Y mantuv imos una sabrosa plá-
tica sobre el sentido de la vida. l\íe confesó que pasaba
las noches en vela pensand o en todo esto.
En la misma. novela On the Road, ya citada, aparece un
diálogo igualme nte característico:
"-Debe mos correr, sin detener nos, hasta llegar.
-¿Y dónde vamos, hombre ?
-No lo sé, pero debemo s irnos."
¿Qué es precisam ente lo que ellos buscan? En una entre-
vista que le hiciero n a Keroua c se le formuló esta misma
pregun ta y él rápidam ente respondió: " A Dios. Quiero
que Dios me muestre su rostro." Dice Keroua c que la
"'beat generat ion" se caracteriza por una profund a religio-
sidad. Cualqu iera que les haya tratado de cerca verá
que esto es cierto. Jóvenes profund os, que sienten en su
vida misma la decaden cia del materia lismo occiden tal y
que, inconfo rmes, buscan otra forma de •ida. No serán
20
satisfechos, sino de la infinitud de Dios. Santidad o Jo.
cura; pero nunca mediocridad.

Por aquel tiempo, Rusia acababa de lanzar su primer


Sputnik. La generación "beat" lo tomó como su símbolo,
y se volvió "beatnik". Ahora le ha dado por correr kiló~
metros. Países y más países. Pero en lo íntimo, los "beat•
niks" son verdaderos aventureros del viaje interior. Y así
fue como estos nómadas taciturnos, de vestiduras oscuras
y aceitosas adornadas con leyendas satíricas, habiéndose
dejado crecer el pelo, pisan suelo europeo, y traen los
escritos de Bun·oughs o de Walt Whitman, la poesía
de Ginsberg o el primer disco de Bob Dylan ... Allí en-
cuentran los restos del existencialismo francés ... Y en las
principales capitales europeas se forman núcleos de gente
desprejuiciada, amable y solidaria. Si el recién llegado
necesita dinero, son capaces de dejarle su mismo suéter.
El :English Garden de lvlunich o Trafalgar Square de Lon-
dres o Trinita dei Monti de Roma o las riberas del
Pont Neuf de París sirven de marco a estos grupos, que
hacen escala para proseguir su viaje. Un viejo saco mari-
nero guarda todos sus recuerdos: escasas provisiones, nove-
la~ filosóficas, algunas cuartillas escritas por ellos mismos,
tal vez una guitarra y alguna prenda de vestir.
La gente los mira con curiosidad, desprecio y envidia.
Algunos conocen medio mundo y hablan varias lenguas.
Se les denominará en términos locales: con ligeras varian-
tes características serán los "teddyboys" ingleses, los "blous-
sons noirs" franceses, los "hooligans" polacos, los ''stiliaks"
rusos. Personalmente, pude ver en la misma Checoslo-
vaquia, antes de la invasión rusa, el pelo largo y los
:mismos blue-jeans pintarrajeados. En Amsterdam, el mo·
vimiento tuvo una línea más política: los "provos" lle-
garon a tener un representante en el parlamento, de pelo
largo y pies descalzos. Propugnaban cierta clase de anar-
quía. Comenzaron a identificarse por símbolos: la man•
zana, la bicicleta blanca (iban contra los autos y pedían
bicicletas públicas, que la policfa se encargaría de distri.
huir en los lugares más necesitados), y de ellos salió el
conocido símbolo de la paz.
Dos años después de iniciado el movimiento, su primer
21
congreso decidió darlo por terminado. Su recelo hacia
cualquier tipo de organización hizo que se infiltrara entre
ellos gran cantidad de elementos espurios, que los des-
prestigiaron.
Permítaseme de nuevo evocar algunos recuerdos per-
sonales de mis entrevistas con ellos en aquellas viejas
callejas europeas. ya entonces pintarrajeadas con inscrip-
ciones antiamericanas alusivas a Vietnam: "Yo no supe
lo que era la libertad", me decía un muchacho norte-
americano que venía de Japón, "hasta que estuve en la
cárcel y leía el periódico acercándolo a las rejas para
poder ver. La policía no tiene derecho a perseguirnos,
pues no hacemos mal a nadie."
En un campa.mento beatnik, un gigantón alemán can-
taba. con la sacrosanta música del himno de su país, una
serie de graciosas obscenidades. Me llamó la atención la
ausencia de todo espíritu nacionalista. En torno a la ho-
guera, nos encontrábamos jóvenes de varios, países. Entre
ellos un judío y dos árabes compartían su amistad, mien-
tras sus respectivos países estaban en guerra. En Londres,
los sótanos de una iglesia luterana servían de dormitorio
diurno. Aquí fue donde conocí por primera vez a un mu-
chacho drogado. Se había inyectado. Recuerdo que sentí
una fuerte compasión hacia él. Al atardecer, todos iban
a un cafetucho donde se daba albergue toda la noche.
La música la hadan los propios parroquianos para ganarse
su café. Después todos dormitábamos. En un viejo toca-
discos se escuchaba una pieza de los Rolling Stones,
recientemente aparecida, Satisfaction, que representaba el
sentir de esos muchachos; la letra decía más o menos así:
"Cuando voy manejando mi auto, y el locutor sale en la
radio dándome una y otra vez cierta información inútil,
que supone debe encender mi imaginación: ¡no encuentro
satisfacción! Y cuando estoy mirando la TV, y el hombre
me viene a decir qué tan blancos deben estar mis calzon-
cillos ... No puede ser un hombre, pues no fuma de los
mismos cigarros que yo: ¡no encuentro satisfacción! Cuan-
do estoy viajando alrededor del mundo, y estoy tratando
de ligarme alguna chava que me dice: 'Vale más que re-
greses la próxima semana, pues estoy en mi mes', ¡no
encuentro satisfacción!"
Estos muchachos no pasarían de ser uná curiosa nota
22
Iolklórica de interés turístic o a no ser porque algo había
pasado en Londres. Hada muy poco tiempo que la prensa
se había ocupad o de una batalla campal en una playa
inglesa, entre dos pandill as rivales: los Mods y los Rockers.,
que agrupab an varios miles. Las chavas Mods usaban
minifal da mientra s que las Rockers, pantalo nes de cuero.
La minifal da se extiend e a todo el mundo con gran rapi•
dez. Ahora la prensa se ocupa nuevam ente de los chavos
ingleses: cuatro muchac hos melenu dos hacen su aparició n
en público , desatan do la histeria general. Pronto no ha-
brá hogar que no tenga un disco suyo. La "beat genera•
tion" había ganado los medios de comuni cación social.
Los Beatles, desde ahora., encabezarán el paso del movi-
miento.
En efecto, el rock había nacido cuando los negros norte-
americanos tomaro n conciencia de su explota ción y deci-
dieron rebelarse para reclama r su derecho a particip ar en
la vida americana. :Esa fue su música y parecía ligada
indisolu blemen te a su raza y cultura . Elvis demost ró que
también podía ser cantada por los blancos y entonces los
muchac hitos blancos se van identifi cando poco a poco con
este género de música y comienzan también ellos a rebe-
larse, exigiendo tímidas reivindicaciones pequeñ oburgu e-
sas. De todos modos, el rock no había salido aún de las
fronteras de su país de origen, sino hasta los Beatles,
quienes lo proclam aron en Inglate rra, cuando los blancos
americanos usaban aún el pelo corto estilo "flap-tap,, y
escucha ban las tibias melodía s de un Sinatra o un Bobby
Solo.
Los Beatles, después de asimila r el genuino rock ame-
ricano, se pusiero n a crear y pronto se convirt ieron en los
guías espiritu ales de todo un movimi ento mundia l. El
Sargent o Pimien ta será la apoteosis de los alucinógenos,
en forma críptica; y los viajes a Oriente del cuartet o
traerán la influen cia india al movimiento. Cada disco es
una consigna para la nueva generación. Cuando alcance n
su madure z, decidir án separar se para prosegu ir cada cual su
propio camino. Su ejemplo desatar á toda una pléyade de
rocanro1eros blan~os en la tradicio nal Inglate rra: se trata
de "la ola inglesa".
La "ola inglesa•• recorrió todo el mundo, encontr ando
s_impati zantes y seguidores. Pero era obvio que en los
23
Estad os Unido s habrí a de produ cir algo origin al. Entre
tanto, algo había pasad o allí, donde cada año camb ia la
fisonomía ambie ntal: Luthe r King había estado hacie ndo
que los negro s tomar an más conci encia de sus derechos
civiles. Ya comienzan a unírseles varios jóvenes blancos.
Se ha descu bierto la "no violen cia'', es decir, el espíri tu
de paz y amor. Joan Báez despi erta la conciencia con su
canto ; y un joven cito judío de apelli do Zimm erman acaba
de estrem ecer el pasivismo de la joven burgu esía blanc a:
las canciones de Bob Dylan dan un vuelc o total al inci•
piente movim iento musical. La •·prot esta'' se filtra en el
rock, expre sando lo que la n ue,·a gener ación sentía sin
saberlo. Y la música negra se acerca al "west ern" blanc o ...
L·a juven tud se va politi zando rápid amen te: rebeli ones es-
tudian tiles en las universidades; Berkeley, Jerry Rubin ,
una juven tud sin fronteras, identi ficada con el pelo largo
y el rock, consciente de sí, desea gritar lo que por tanto
tiemp o ha callad o: sus anhel os por un mund o nuevo .
Los tacitu rnos beatn iks, que prote staba n por la podre~
<lumbre del "siste ma en uno de sus viajes por México
1
',

-segú n narrac ión de Kero uac- encon traron la marih uana


y se sienta n a fumar la en San Francisco. En el argot de
los beatn iks, tomad o a su vez de los sórdid os barrio s negros,
llama ban "to be. hip" al que está arriba , que se adent ra
en el ambie nte, que se las sabe . todas. Es el "hips ter", el
"macizo", el duro, conoc edor del mund o de la heroí na ...
los hipste rs blanc os eran, para enton ces, un grupo sólida-
mente unido . Vistos como consp irador es, como miem bros
de una socied ad secret a esotérica, que no se consti tuye
para subve rtir el orden social sino que lo elude para vivir
una cierta filosofía impop ular, como los cristianos primi •
tivos. Ahora , ellos ven llegar a los much achito s clase me•
dia, que se escap an de papá y mamá , sonrie ntes y bonda -
dosos, vestidos de colores, con flores en su pelo, que se
las van a "trona r,, predic ando la nueva era de paz y amor.
Les llama n con simpa tía y un ligero aire despectivo, los
"hipp ies". Son los peque ñines, los recién llegad os.
Mient ras que los beatn iks viajab an por el mund o exte•
rior, busca ndo un camb io interi or. los hippi es de ahora se
adent ran en su mund o interi or, preten diend o así camb iar
al mund o exteri or, ya insufr ible. A los beatn iks, amarg ados,
mugrosos, de ropa oscura, les tocó la denu.n éia de los vi-
24
dos. Ahora, a los hippies , alegres y coloridos, les tocará
el anunci o de algo nuevo. Y así, los barrios de Haight y
de Ashbur y, en San Francis co, como el Greenw ich Vi-
llage de Nueva York, empiez an a verse poblad os por jóve-
nes de aparien cia exótica , anticon vencio nales, que viven
los contrav alores de la cultura americ ana. Llegan miles de
ellos, proven ientes de todo el país, prófug os de su familia
y clas·e social. Están dispues tos a formar una nueva nación
en donde la única ley sería la de dejar vivir a los demás
la vida que ellos mismo s eligiera n. Donov an pudo cantar:
''Es toda una genera ción. . . de niños con flores en su
pelo". Se calcula que en el 67 serían alreded or de unos
200 000. l\:Iuchos de ellos, natural mente, no preten dían
vivir estable mente así. Deseab an pasar solame nte una tem-
porada en esta "exciti ng life".2 Los conjun tos "under -
ground" se multip lican. Póster:s, tiendas de chuche rías exó-
ticas, entre las que sobresa len accesorios para el fumado r
de hashish ; boutiq ues de modas origina les, discotecas con
luz negra, restaur antes vegetar ianos. . . Llegan los predi-
cadores orienta les; yoga y gurús; túnicas e incienso ...
Timoth y Leary se proclam a Gran Sacerd ote de la nueva
religió n del ácido ... esoteria, astrología, reunio nes multi-
tudinar ias en los parque s. Allí se e.anta, se hace el amor,
, se regalan flores a la policía , se fuma marihu ana. Los
"diggers" reparte n comida gratis, que llega de remoto s
lugares del país. El comien zo de la era de Acuari o; los
festivales gigante s de rock: Woods tock reúne a medio mi-
llón de jóvenes profetas; I-lai'f hace su aparici ón en los
teatros . Se impon e el rock ácido; la nueva moda, el pelo
largo, las artesan ías hippies. El espírit u pacifis ta va ganan-
do adepto s contra el belicism o del Pentág ono respecto a
Vietna m... En Berkel ey el movimiento se politiza y se
hace "Yippi e", "la revoluc ión más chistos a propici ada por
la burg~e síat para que sus hijos se divirtie ran de acuerd o
a la era espacia l".a ·
Natura lmente pronto comen zarán los problem as: toda

• Aparte de reportaj es periodísticos o testimonios personales, pue~


de leerse una buena descripc ión del movimie nto en San Francisco
en el libro de Margare t Randall : Los h.ippitts, expresión de una
crisis, Siglo XXI, México, 1968.
• Parmeni des García Saldafia: En la ruta de la onda, Ed. Dió-
genes, México, 1973.
25
esta multi tud tiene necesidades para sobrevivir, por pre-
cario que se desee su género de vida. 1\-Iuchos de ellos
viven del diner o que les envía n de casa. En la famil ia
norte amer icana -más desin tegra da que la nues tra- es fre-
cuent e que los hijos no vivan con sus padre s. tstos son
conscientes de la oblig ación de mant ener a sus hijos mien -
tras son meno res de edad, cualq uiera que sea la vida
que ellos elijan . Les envía n su mens ualid ad, hasta que el
gobie rno modi ficó las leyes para que no mant uvies en a
los hijos que no traba jasen o estud iasen . Entonces, algun os
se pusie ron a traba jar, otros trafic an para subsistir. Esta
pobla ción joven, desocupada, vivie ndo en su mund o de
fanta sía, explo tando a los turist as con sus chucherías,
pront o siente las consecuencias de la desnu trició n y el
hacin amien to. Hay enfermedades, hamb re, brote s de vio-
lencia . Nace n sus prime ros niños. El gobie rno se preoc upa
y pone centr os de rehab ilitac ión para drogadictos. El 8 de
agost o de 1969, el mund o se estremece: en Lps Angeles,
Sharo n Tate y cuatr o comp añero s fuero n asesinados por
Char les Mans on y su grupo . Un homi cidio ritua l, filosófico.
El 15 de julio de 1970, la polic ía detie ne a Stanley Baker,
otro hippi e, quien se comió el coraz ón del chofer que le
dio avent ón. Llega n a los barri os híppi es negros pand i-
lleros de los subur bios y vagab undo s corrientes. Hay desi-
lusió n. El "siste ma" comercia con ellos. Ahor a, para ser
hippi e vistoso, tal como lo exige n los medios publi citari os,
se tendr á que comp rar en los bazares una canti dad de cosi-
llas. Lo que comenzó con prete nsion es revol ucion arias
contr a la sociedad de consumo, termi na por ser instru -
ment o de las grand es empr esas disqu eras, de la indus tria
de la moda y del pode r en la mass-media. Los hippi es
más autén ticos huye n de la ciuda d a las comu nas de
las mont añas. Haigh t-Ash bury pierd e su efíme ro esplendor.
Ahor a, dos calles polvorientas, con cafés cerrados, qued an
como tesúgos. Hay que volve r a viaja r, como los beatniks.
Ahor a, ]a meta es más lejan a: India es el paraí so. Se for-
man comu nidad es hippi es en Orien te. Pero es difícil llegar
hasta allá. :México resul ta tenta dor: cercano, barat o, exó-
tico, salvaje y legen daria ment e alucin ógeno .
Y enton ces un nuevo turism o comi enza a vi~itarnos. Sin
cáma ras fotográficas) ni divisas, ni tamp oco con aquel -aire
de ofensiva autos uficie ncia al que estáb amos habit uados .
26
Vienen precisamente a los sitios más abandonados, a des-
cubrir un México que los mismos mexicanos ignoramos.
Vienen humilde mente a aprende r de nuestros indígenas.
Se instalan algún tiempo en la sierra oaxaquefia o en las
costas del Pacífico e influirá n poco a poco en los chavos
nativos que ya han comenzado a "'agarrar la onda''.

27
CAP ITU LO 11: LOS XIP ITE CAS MEX ICA NOS

Desde nuest ros antep asado s aztecas, desap areci eron las lar-
gas cabel leras negra s, brillosas, lacias y gruesas de la raza
de bronc e. I-Ioy las volvemos a ver entre mestizos, con un
"yask i" al cuell o, traíd o de la sierra. ¿Fue el fenóm eno
hipp ie en lvléxico un movi mien to snob , de impo rtació n,
indicador de la pene traci ón cultu ral que estamos sufrie n-
do? ¿O por el contr ario, bajo el mime tismo de signos
exter iores , se ence rraba un genu ino movi mien to de rebe-
lión cultu ral?
Es parte de nues tro desti no geográfico e histó rico el
tener punt os de conv ergen cia con los Estad os Unid os:
toda zona front eriza es lugar natur al de acult uraci ón; las
fonn as sociales y polít icas norte amer icana s, proµ ucto del
liber alism o clásico, fuero n deter mina ntes en nues tra Inde-
pend encia , la Refo rma, e inclusive en la Cons tituci ón.
Nuestra cultu ra urba na correspon de a los mismos patro nes
cultu rales occidentales, y, por lo tanto , ya tenem os los ,mis-
mos p1·oblen1as ecológicos y las mism as contr adicc iones
de cualq uier país tecni ficad o· aunq ue sea en grado me-
nor y comp licad os por la situa ción de depe nden cia. De
aquí se deriv an dos conclusiones impo rtant es:
Estamos sufri endo una trem enda colon izaci ón cultu ral:
la publi cidad , el cine y la TV, las histo rietas cómicas, etc.,
nos presi onan a acep tar el "ame rican way of life'', y, con-
secue ntem ente, a apoy ar el sistem a capit alista . Com o el
francés entre las oliga rquía s del porfi riato , en la actua lidad
es · signo de statu s social habl ar corre ctam ente el inglé s
y posee r rasgos de la cultu ra domi nante .
Por esta razón nuest ros "juni ors" fuero n a "aliv ianar se"
al otro lado y traje ron sus discos impo rtado s, pósters, pi-
pas exóticas, LSD, meda llone s de San Francisco, etc.: para
demo strar a sus cama radas que estab an muy "in".
Por otro lado, si nues tro desar rollo tecno lógic o es con~
ducid o por las mism as ideas-guía, caren tes de una filosofía
huma nista y aboc adas hacia la explo tació n, no será extra fio
que prov oque n la mism a prote sta y reacc ión en una ju-
ventu d deseosa de camb io. La acusación hech a á nuest ros
28
xipiteca s de ser agentes de colonización cultura l no percibe
que el movimi ento hippie, en su forma más auténtic a y
originar ia, fue precisam ente un movimi ento descolo nizador .
Los hippies pqsiero n en crisis los valores de la. propia
cultura occiden tal. Desean do descubr ir su índivid ualidad ,
estereot ipada por tabúes y corivencionalismos sociales, tra-
tan de ver la vida con los ojos ingenuo s de los niños y
los primitiv os. En una búsque da "descol onizado ra" van
a redescu brir el modo de vivir de los negros y de los
indios america nos. De modo semejante, nuestro s xipiteca s
explora n el México perdido : bellos lugares olvidad os, cos-
tumbres indígen as, la esoteria de Quetzal cóatl. .. Se rom-
pe el etnocen trismo occiden tal y se busca la integrac ión
de la nueva cultura cósmica de la que hablaba ya nuestro
Vasconcelos.
Un context o sociocu ltural diverso tuvo que dar una
signific ación propia al movimi ento. El hippie "gabach o'•
reaccio na contra una socieda d de consum o alienad a en
product os superflu os. En cambio , México es un país sub-
desarro llado, con múltipl es carencias. Nuestro s xipiteca s,
desertor es de la burguesía, pudiero n denunc iar a sus fa-
milias la forma de vida de una gran mayoría ele mexicanos
a quienes ellos explota n. Si no trabajan , no será tanto
, porque no quieran colabor ar con la alienaci ón del trabajo
del ,;sistem a", sino por la obligad a desocup ación urbana
crecient e día a día. Usan huarach es porque miles de mexi-
canos no pueden compra r zapatos ; no comen carne por
amor al vegetar ianismo , y con ello denunc ian a los millo-
nes de seres que no pueden comerla aunque quisiera n.
No se bañan, no tanto por protesta a la manía burgues a
de limpiez a, sino porque sus habitaci ones, como las de
la mayoría de los mexican os, carecen de un eficient e ser-
vicio de agua corrient e. Viven apiñado s en comuna s, des-
cubrien do una nueva forma comuni taria de vida, como
millone s de familias mexican as que tienen que apiñars e
en cuartuc hos miserab les ... En muchos de ellos la de-
nuncia fue inconsc iente: al salir de sus casas se vieron
precisad os a vivir como pobres. Pero como no eran pobres
auténtic os, raciona lizaron . sus carencia s revistié ndolas de
poesía. Conserv an su ideolog ía pequeño -burgue sa, con la
cual se engaña n a sí mismos y a otros meneste rosos, ense-
ñando que aunque es bueno ser rico, no es malo ser pobre
29
si ae sabe acrlo. La frustración no viene tanto con la po.
breza en sí, sino que la causa la publicid ad al provocar
deseos e.le vivir como otros que tienen de lo que carecemos.
Los signos exteriore s pueden ser los mismos. La situa•
ción diversa evocará interpreta ciones diversas. Lo vemos
también en el llamado "símbolo de la pazt•. En los Estados
U nidos fue el símbolo de los pacifistas que se opo~ían a
la guerra del Vietnam. Ellos, que tanto aman la vida,
son enviados contra su voluntad a Oriente -el Oriente
admirad o- a matar o a ser muertos. La objeción de con•
ciencia resulta subversiva y este símbolo es, ante todo,
político. En cambio aquí la oposici6n a la violencia es
instrume ntalizada por la derecha, para condenar los bro•
tes tenorista s y guerriller os de quienes se oponen de
esta forma al "sistema" y a su violencia institucio nalizada.
El signo de la paz (el "piz.an•lof") es postizo, signo de
pertenen cia a "la onda.. y publicida d comercia l. Si dijimos
que el genuino movimie nto hippie fue descolpnizador,
al haber sido instrume ntalizado por el "sistema" y al per•
der su autentici dad se volvió francame nte colonizad or por
parte de la cultura dominan te. En sus últimos pósters,
por ejemplo, ya no traen más mens~je que aceptar el modo
de vivir american o. ·
La acusación de "colonial ismo cultural" hacia nuestros
xipitecas se escuchó principal mente con ocasión de Aván•
daro y con ocasión del rock. Cuando nuestro festival, hubo
varios lamentos porque ondearon banderas norteame rica-
nas. Quisiera fijarme en este detalle. La · bandera es un
símbolo, y como todo símbolo el significad o es conven-
cional. A un militante de izquierda , esta bandera le re-
cuerda el imperiali smo; pero para un hippie comsmopolita,
esta bandera va unida al rock y a la maravillo sa juventud
norteame ricana.
Como en tiempos de la "ola inglesa", cuando la bandera
británica decoraba las camisetas de la juventud mundial,
los hippies "gabacho s" supieron hacer de su bandera un
objeto pop. Esto no lo hubieran podido hacer nuestros
xipitecas . En México tenemos un respeto idolátrico a la
bandera. En una sociedad primitiva como la nuestra, el ma-
yor crimen social, según el Dr. Fromm, es "profana r" la
bandera, puesto que no es otra cosa que la violación de los
símbolos del clan. El apego tribal al suelo, a separarse de
80
la madre. En Avándaro se puso sobre los colores patrios
el símbolo de la paz, sustituyendo a la belicosa águila az.
teca. Esto provocó desgarradura de vestimentas, porque
esta juventud no respetaba nuestras tradiciones. Lo que
realmente sucedía era que la nueva generación las arreha•
taba al monopolio oficial. Ya que el xipiteca no puede
ponerse unos pantalones con los colores patrios, decorará
los suyos con los de una bandera extranjera.
En cuanto al rock, los jóvenes de todo el mundo lo
adoptaron como himno de su generación. Permítaseme de
nuevo, a este propósito, traer otro recuerdo de mi estancia
en el extranjero. Tenía compañeros de los más diversos
países. Se organizó una convivencia en la que cada país
presentaría cantos de su tierra. Aquello estaba medio
muerto. Entonces alguien tomó su guitarra y se le ocurrió
. tocar una pieza de los Beatles. Todos unidos por un mismo
sentimiento se unieron y formaron una sola voz. Esto nos
lleva a revisar la noción misma de folklore. La música
"folk" es aquella con la que el pueblo en determinado
momento de su historia se siente identificado, Nuestra po•
blación urbana joven se siente más próxima al rock que
a los mariachis, a John Lennon más que a Agustín Lata o
l\ilanzanero. El rock electrónico es simplemente la música
de nuestra era electrónica.
En la actualidad. cuando Latinoamérica está redescu•
briendo su propia identidad, se está dando un resurgir del
folklore. En estos momentos de nacionalismo descoloniza•
doren lo político y en lo económico, una buena parte de la
población, la más inquieta políticamente, mira hacia el sur
más que hacia el norte. Prefiere la música tradicional y
recela del rock, proveniente de la cultura dominante. Pero
para ser populista no se precisa volver al corrido. Hoy en
día, los jóvenes de los suburbios proletarios que asisten a
los CCH, y que representan tal vez el elemento más inte•
resante de la juventud actual, no miran hacia allí. Ellos
se identifican con el rock electrónico.
Aparentemente esto puede interpretarse como una ma-
nifestación más del colonialismo cultural. Pero el rock
es música de disidentes en nuestra actual cultura urbana.
Nacido de la rebeldía negra, el rock expresa los anhelos
de reinvindicaciones de la juventud rebelde actual. Se pre•
cisa, desde luego, una polítización de nuestros rocanro-
31
lcros, y que comp ongan en españ ol, explo rando los filones
de nuest ra músic a tropic al así como de la indíge na (en su
mome nto oport uno volveré sobre el tema) . Se precis a, igual-
mente , que los jóven es politiz ados comp ongan sus cancio nes
de protes ta a ritmo de rock latino ; que nuestr os músicos
suban de nivel cultur al y se insert en en la realid ad del
país, prefir iendo , inclusive, contin uar en la cland estini dad
y no vende rse al "sistem a", como lo han venid o h aciend o,
pues decidi damen te no se puede n canta r banal idade s en
autén tico rock. Yo bien creo que cuand o tengam os nuestr o
propi o rock mexic ano, o su equiv alente, lejos de ver au-
mentado el colon ialism o cultur al, será signo de que estare-
mos en plena tr ansfor mació n polític a.

Hace ya tiemp o que la marih uana era conoc ida en nuest ra


patria. Fue precis ament e duran te la Revol ución , aquel in~
tenso movim iento popul ar, cuand o se difund ió por la Repú-
blica: el batall ón iba pasan do por lugare s desconocidos, de
difícil acceso , donde se cultiv aba la "yerb a", traída de Fili
4

pinas a media dos del siglo p asado en los barcos que ne-
gaban a Acapu lco, para ser emple ada como cáñam o. En el
frente , las soldad eras -las "marí as"- acomp añaba n siem-
pre a sus "juan es." Entre ellas, tal vez estaba "la cucara-
cha", vieja reumá tica con dificu ltades p ara camin ar "por-
que no tiene, porque le falta, marih uana que fumar ". Allá,
tal vez, una "marí a" que se llama ba Juana era el "cone cte".
Se introd ujo en la capita l y su u so se exten dió entre el
lumpen urban o: los soldados de la tropa, los policías, los
encarcelados, el hamp a, los cargadores, cilindreros y bole-
rítos de princi pios de siglo. Las invest igaciones del Dr.
Segur a l\:Iillán, han registr ado algun as piezas de nuestr o
folklore, que la citan:

Ahí viene el diablo m ayor


con sus siete mil herma nos
dice que se va a llevar
a todos los marihu anos . . .

Por aquí pasó, por aquí p asaba


la marfü uanita •
que se las tronaba
con Doña Juanita ...

O aquella otra, grabada hace poco por Osear Chávez:

Marihua na tuvo un hijito


que le pusieron San Expedito ,
como era abogado de los de San tan a,
porque era Sansón
para la m arihuana .

Marihua na, ya no puedo


ni levantar la cabeza,
con los ojos rete colorado s
y la boca reseca, reseca . ..

De estos primero s ..grifos", los modern os xi pitecas t9-


marán la mayor parte de su argot, el rito de fumarla~ y ese
espíritu de comuni dad que da toda droga. Conocí a
1

1\figuel, un viejo carpinte ro, que un día me confesó: "wiire,


padreci to, le voy a decir la verdad: yo ya cumplí mis bodas
de plata con Dofia Juanita ." t.I recuerd a los viejos bue-
nos tiempos, cuando se podía "forjar" tranqui lamente en
la banque ta, sin temor a la "tira", se consegu ían "carruj os
choncho s" de a sólo diez "varos" , de los que salía una
buena docena de "pitos'', "de los de antes". Cuando apare-
cieron los primero s chavos de greña -dice- había mucha
unión. El clásico silbido absorbe nte y si el melenu do traía
una "hacha" te invitab a a darse "las tres".
1 A. Jiménez, en su Antología de la picardía mexicana (Fraseo-
logla desfigurada, popula'i )> del hampa), Costa Amic, 49 Ed,
Pág. 206; da una serie de nombres por los que se conoda
antaño la marihuan a: "Morisqu eta, clorofila, b clula, chipiturc a,
giifa, de la buena, coliflor tostada, cola d e zorra, cola de borrego,
doña Diabla, aracata, doradilla , jerez seco, grilla, chora, fina es-
meralda, mastuerzo, moravia, mota, orégano, orégano chino, moto~
cideta, sahumeri o, t.ostada, Juana, dofta Juanita, Mary o Marijuan a,
La gris, motivosa, suprema verde de mejorana , suprema verde de
clorofina, yesca, trueno verde, zacate inglés, Rosamar ía, soñadora ,
cola de león, hojas de alpiste japonés, motor de chorro, nalga de
ángel, dama de la ardiente cabellera , señora Viniegra o Juanita
Sala.zar Viniegra." Hoy en día, tendría que aumenta r la lista con
otra buena porción de nombres.
Tam bién en los Estad os Unid os el lump en negro tenía
la heroí na y otras drogas. La guerr a, prod ucto del capit a-
lismo , empo brece a la clase medi a. Hay desoc upaci ón y
tal vez sea neces ario descender. Es preci so forja r un mito
para hace r más lleva dero este paso. La desoc upaci ón es
expo rtada a los paíse s colonizados y tamb ién nuest ros pe-
queñ oburg ueses comi enzan a desce nder. Al conectarse con
el lump en, encu entra n la droga, mien tras que los mar-
gina<los son despo seído s de ella y debe rán recur rir al
tíner , al ceme nto o a las "past as".
Com o todo lo que nos llega de Estad os Unid os, la "ond a"
hipp ie nos fue impo rtada por las clases elevadas; mal
asimi lada, como suele suceder. Amp arado s con credencia-
les del Parti do, ofrec en tranq uilam ente a sus amist ades,
en exóti cas pipas de agua : "¿Qu ieres de la de Acap ulco, o
prefi eres la super -splim de Isla l\fuje res?" Van a come r
sus lechugas veget arian as a la Zona Rosa, habla ndo del
"karm a". Tien en buen os apara tos musicales, buen a colec-
ción de discos. Su medi o, libera l, toler a el cabel lo largo,
bien cuida do en las costosas peluq uería s para cabal leros .
Trab ajan, hace n el amor según las pastu ras del Kamasutra.
Por supu esto que no piens an separ arse del "siste ma", y
aplac an su senti mien to de culpa bilid ad burgu esa adqu iri-
do en la Univ ersid ad, parti cipan do en cualq uier movi-
mien to vang uardi sta que prop one una vida más libera l.
De ellos pron to desce ndier on las nuev as ideas a su
elem ento natur al, la clase medi a. El paso se dio hacia el
68, año que recor dará por much o tiemp o la gene ració n
prese nte. Fue enton ces cuan do la juven tud tomó conci encia
de su pode r, salió a la calle, y sintió efíme rame nte su
fuerza. Desil usion ada después de Tlate loko , comenzó a
intere sarse por este movi mien to pacif ista, fascin ante y me-
nos pelig roso. Estos jóven es prov enían de famil ias burgu e-
sas tradic ional istas. La pequ eña burg uesía es la clase social
más repri mida , cultu ralm ente habla ndo: los prole tarios ,
en conta cto más íntim o con la vida, gozan de mayo r es-
ponta neida d, y los "juni ors" del Pedre gal han recib ido una
educa ción más libera l. .tste será, por lo tanto , el terre no
más abon ado para que surja la reacc ión cultu ral del hippi s-
mo. Educ ados en colegios católicos, entre rígid os conv en-
ciona lismo s y mi tos de "gen te decen te", de padre s antic o-
muni stas, con trabajo monó tono y medi ocre... Serán ellos
quienes percibirán mejor la opresión de los tabúes sociales.
Los muchachos abjuran de su clase, a la que repudian
como "fresa". "Fresas" y "anderos", diametralmente op ues-
tos, tuvieron el mismo origen, y en su clase cristaliza el
cambio cultural.

Para la configuración del mito xipiteca, importarán nues-


tras peculiares drogas alucinógenas. Fernando Benítez, en
sendos libros, nos abrió el mundo cultural del peyote y
de los hongos alucinógenos.2 Los huicholes, en su pere-
grinación a las mesetas de Viricota, por los desiertos de San
Luis Potosí, buscan el cactus sagrado. Recorren unos 400 ki-
lómetros casi en ayunas visitando los lugares sagrados. Los
primeros peyotes encontrados son ofrecidos a la divinidad,
y luego entran en comunión con ella, viendo con sus ojos
alucinados las transformaciones del peyote en su dios.
Venado. peyote y maíz forman la trinidad inseparable en
la cultura huichol. como se puede apreciar en alguno de los
bellos cuadros que confeccionan.8
De modo similar está el hongo presente en los cantos
chamanes de los indígenas de la sierra mazateca. Huautla
de Jiménez, descubierta por Gordon Wasson en 1953 y di-
vulgada por Gutierre Tibón y Fernando Benítez, pronto
se convirtió en lugar sagrado, mitológico y centro de pere-
grinación xipiteca. Ya Aldous Huxley hacía refer·encia
a estas comarcas de vegetación exótica y de fuertes irra-
diaciones magnéticas. tste es el lugar de María Sabina, la
célebre sacerdotisa, y de los hongos, con la psylocybe, de
especie única. "Lugar de las Águilas", como se conoce a

i La tierra mágica del peyote, Ed. Era, México, 1969; Los hongo5
alucinantes, Ed. Era, México, 1970.
3 Tratando de encontrar un posible origen de esta trilogía toté-

mica, se encuentra otro similar traída por Lévi-Strauss en su libro


Pensamiento salvaje. Se trata de los osagos americanos quienes
tienen también como trinidad totémica al maíz, el bisonte y cierta
flor denominada "blazing-star", El autor la explica de esta forma:
la tribu va a cazar bisontes, hasta que en las llanuras comienza a
florecer la "blazing-star", lo cual quiere decir que el maíz ya debe
estar pronto para la cosecha, y que, por lo tanto, }'ª es tiempo
de regresar a la aldea. Tal vez, de modo similar, los antiguos
huicholes cazaban el venado, hasta hallar los primeros peyotes, que
les servían de sefíal para l'egresar a la cosecha del maíz.

35
~ste poblado construido sobre las nubes y con sus casitas
legenllarias.
Llegan los primeros xipitecas a cmner del hongo y en-
contrarse consigo mismos y con Dios. Se forjan en lo recio
de la sierra, pasando frío y hambre. Los lugareños, en un
principio, les reciben con curiosidad amable. Les permi-
ten hospedarse en sus jacales, guían sus "viajes", toleran
sus locuras, les venden información y comida. A cambio
de esto, reciben unos cuantos centavos, y los consejos o
Tecuerdos de estos sencillos visitantes capitalinos que se
sienten iluminados. La vida en la sierra era sencilla y comu-
nitaria. El espíritu de compañerismo, aun entre extraños,
hacía más idílico aquel lugar. Bañarse desnudos en Puen-
te de Fierro, en ese riachuelo virgen aún de latas o papele8;
labrar las suaves piedrecillas del arroyo para afiadirlas al
típico "yaski", especie de camándula que -los padrinos
regalan a sus ahijados en este lugar. Los "chavos,. se col-
garán el "yaski" al cuello o lo regalarán a su "chava"
como "souvenir" de la sierra. Hoy día, perdida· su signifi-
cación, se les puede conseguir por un par de pesos en la
Zona Rosa.
Hacia principios del 69, Huautla tuvo su apogeo. Mu-
chas "tribus", cada cual con su onda, extranjeros, algunos ·
ídolos del rock, riquillos en sus coches, o proletarios. Mu-
chos de ellos se sentían gurús y trataban de iniciar a los
demás. Un muchacho con dinero y medio loco se creía
4
Cristo y vivía en una comuna con sus doce ' apóstoles",
quienes seguramente le seguían más por los "viajes•' que les
proporcionaba que por sus ens~ñanzas. La represión se
dejó se.ntir. Las oligarquías se alarmaron al enterarse de que
sus hijos se habían ido a drogar a aquel lugar. Enviaron
a los federales. Deportaron a los extranjeros y bajaron a
cerca de 200 xipitecas. Quedó orden de aprehensión para
cualquier muchacho que circulara por ahí; también se or-
denó que en la cárcel se les cortase el cabe11o y se les pusiese
a trabajar. Entonces la cárcel de Teotitlán se volvió un
lugar turístico. Sus muros se llenaron de signos de la
paz y leyendas sicodélicas. Los presos mazatecos, que
aún no hablan castellano, se dedicaron a tallar en madera
honguitos o signos de ]a paz, para venderlos a estos visi-
tantes de tres días. Los lugareños cambiaron de actitud
hacia estos turistas que les dejaban poco dinero y que
36
ya se hacían molestos. Ahora ellos mismos los delatan al
ejército, o los procurarán "transar". En los parajes de
la sierra, sobrevivirán solamente pequeñas hordas de aven-
turerillos rapados, que a cambio de un poco de comida,
algún "viajecito" o alguna prenda de vestir, pondrán a
disposición de los que lleguen su habilidad para subsis-
tir en la sierra, su conocimiento sobre "conectes", escon-
drijos o costumbres del ejército. Los xipitecas, entonces
se dirigirán a otros lugares por ellos conocidos: la playa
de Cipolite, donde pueden bañarse desnudos sin pro-
blemas; San José del Pacífico, Palenque. . . • donde tam-
bién hay hongos alucinógenos y son lugares agrestes y
escondi<los.

Las fuertes vivencias de Huautla, los hongos y la perse-


cución misma, unieron 1nucho a estos muchachos. Cuando
el ejéTdto los bajó, muchos de ellos llevaban bajo el
brazo un libro: El Evangelio Espiritual de Jesús el Cristo,
un apócrifo de cierto heresiarca cabalista, editado en 1\-léxi-
co por la Sociedad de la Vida Impersonal. Este evangelio
habla de la era de Acuario y de astrología. Las sectas esoté-
ricas, los teósofos y ocultistas decadentes, vieron en el
movimiento grandes oportunidades de proselitismo, y se
dedicaron a predicar la era de Acuario. Se pone de moda
la astrología y los horóscopos.
Por aquel entonces, los astrónomos predicen un eclipse
de sol en l\Iéxico. La fecha: 7 de mar:zo del 70, en la
que aparece dos veces el número cabalístico, atrajo la aten•
ción de los hippies de todo el mundo, como una señal
del cielo. ¿Será -como dijeron nuestros ocultistas- que en
la era de Acuario los "chakras" del Tibet se trasladan a
l\'féxico, y que nuestro país sería el centro espiritual
del mundo? Además, el eclipse tendría su centro en la
alucinógena Oaxac.a. Se trataba de un tiempo sagrado, y
todas las tribus -en uno de esos movimientos masivos que
nadie sabe cómo se inician- van a congregarse allá. Pocos
irán a !vliahuatlán, pues rehuyen a los turistas "cuadra-
dos". Van apoderándose de montículos, playas y lugares
comarcanos. Para ellos el eclipse no será tanto un curioso
fenómeno de la naturaleza, sino una señal del cielo, simi-
lar a las constelaciones zodiacales, que refuerza ]a nueva
37
era acuariana. Se va a rendir culto al Dios de cielo y
tierra. Esta juventud ansiosa de nuevos ritos cósmicos se
prepara para la ocasión. Un grupo de hippies "gaba-
chos" mandó acuñar pectorales conmemorativos que recor-
daban el pasado eclipse de Oaxaca, hará unos 400 años,
según los grabados que nos han llegado. El sol se oscurece,
los gallos cantan, las aves vuelan a su nido, un denso
sentimiento mistérico envuelve a la naturaleza entera.
Aquí, alguna chava embarazada expone su vientre des-
nudo a Jos misteriosos efluvios solares implorando bendi-
ciones para su hijo acuariano; allá, una tribu, de rodillas,
ora ofreciendo copa! a Dios; más allá, un grupo desnudo
hace una danza cósmica viajando en peyote ... l\feditando
en esta juventud que tiene verdadera sed de Dios, me
vienen a mente las palabras bíblicas: "Cuando veis una
nube que se levanta en el occidente, al ·momento deds:
'¡Va a llover!' y así sucede. Y cuando sopla el sur, de-
cís: 'jViene bochorno!' y así sucede. ¡Hipócritas! ¡Sabéis
explorar el aspecto del cielo y la tierra! ¿cómo no explo-
ráis, pues, este tiempo?" (Luc., 12, 54ss.) Aunque una
estrella marcó el nacimiento de Jesús, y ,un eclipse su
muerte, no debemos ser fáciles en buscar significados eso-
téricos a los fenómenos naturales. Tenemos otros "signos"
a los que debemos prestar la atención: los fenómenos
sociales tales como el de nuestros xipitecas.

Esta vez el tip no me llegó primeramente por conducto


de los "chavos". Una dama con conexiones políticas me
informó que se pensaba hacer una manifestación en el
"parque hundido". Recuerdo este parque, pues de chico
iba allí a jugar, cuando todavía en el lago se bañaban los
chiquillos y se podía ir a juntar piñas para las decoracio-
nes de Navidad. Todavía no se convertía en "parque ar-
queológico", y se pensaba entonces en él para sede xipiteca,
algo así como el "English Garden" de M unich, o, por lo
menos, lo que sería un poco más tarde la glorieta de
Insurgentes. En las suaves colinas, bajo un sol de atarde-
cer, se habían congregado poco menos de dos centenares
de "niños de las flores." No faltaban los gr..andes "profe-
tas.,, oradores de este mítin: Horacio Barbaroja, con bas-
tón pastoril ("Nosotros. en un rato que estamos aquí, miren
SS
cómo hemos llenado de basura, ¿qué será de la humanidad
en estos 2 000 años desde que se fue Jesucristo'?"); Darío,
el joven artista ("Tenemos también que leer libros; a
Marx, a Lenin, a los demás ... "); Gagarín, con su gui-
tarra¡ Juan, con dos gruesos ramos de flores; en fin, todo
mundo fue dando con tranquilidad 1nensajes de an1or y de
paz. Entonces apareció la "tira", con gran despliegue de
luerza, y rodeó al grupo con la orden de dispersión. Hubo
un momento de expectativa. No hace mucho que pasara
el 68, cuando las luchas entre estudiantes y granaderos.
Ahora, esta minoría sentía su derecho a reunirse y mani-
festarse, y quería también sus heroísmos; pero por otro
lado, ya conocían bastante la represión. Gurús y oradores
convencieron a la policía de que antes de retirarse los
dejaran juntar la basura, para lo cual ya se iba preparado
con grandes sacos. La petición dejó un poco desconcerta-
dos a los guardianes del orden, y accedieron. Unos chavos
se pusieron entonces a regalar flores a los "tiras", que deci-
didan1ente ya no sabían qué hacer. Los "chavos.. , se disper-
saban juntando la basura. Entonces Enrique entonó el
lema beatleano entonces en boga: "Ali together", y las
..liras" marcaban '"one, two, three, four ... can't you have
a little more ... " Poco a poco volvieron a congregarse
desfilando por Insurgentes dando flores a los automovi-
listas y cantando. Pudieron llegar hasta el monumento
de la Independencia, donde los atacó un pelotón de gra-
naderos, esta vez usando la fuerza. Gritos, golpes, unos
se refugiaron en una mueblería, "apafiaron dos que tres .....
después de las rebeliones estudiantiles, la juventud xipi-
teca tuvo también su mitin, su manifestación y su con-
sabida represión callejera.

En la filosofía hippie norteamericana, la expresión .. drop•


out" se volvió categoría. Acuñada por el Dr. Timothy
Leary, indica el acto de desvinculación del "sistema",
para conectarse con la forma hippje de vida ("drop-out;
turn-on; tune-in"). Implicaba, por supuesto, dejar la fa-
milia; pero se extiende a mucho más: un compromiso
de no-colaboración con el "sistema", abandonar su clase
social, escuela, trabajo y toda forma usquare'• de vida.
Probablemente la idea se tomó de los "drop•out" forzosos

39
de las escuelas: los rechazados de la escolaridad por falta de
capacidades. lV[ uchos de los hippies, en cambio, poseen bri-
llantes cualidades intelectuales; pero desean voluntaria-
mente seguir otra ruta.
En lVIéxico, la cosa no tenía tantas complicaciones. Se
trataba, simplemente, de "pirar de casa". aunque esto
fuese aquí mJs difícil que en los Estados Unidos, lugar
donde se calcula que un millón de chicos abandona pre-
maturamente el hogar ca.da año. Las desavenencias gene-
racionales no han tardado en hacer su aparición: los rígidos
criterios convencionales en algunos padres, víctimas de la
frustración y de las represiones, se dejan sentir sobre los
chicos que empiezan a tomar conciencia de una nueva
forma de vida. Tal vez la cosa comenzó con el pelo largo,
lleno de simbolismo en los comienzos (recordemos a aquel
muchacho inglés que se suicidó porque su padre le cortó
la cabellera mientras dormía). Las discusiones continúan.
Ahora se trata de la música "esc.andalosa". de }as "fachas".
etc ... En el fondo de todo esto está el nerviosismo, pro-
ducto del temor de que el hijo "haya contraído algún
vicio" (es decir, que fume marihuana). Acaso se haya
notado la sustracción de algún dinerillo u objeto de poco
valor. Luego siguieron las ideas exóticas. Ahora ya se ha-
bla de religión; pero no en el sentido ortodoxo. Es hasta
este momento cuando los padres recuerdan su propia reli-
gión olvidada para preocuparse más por la ortodoxia del
muchacho ("mi hijo ya no va a misa"). Las críticas au-
mentan ("esos amigos raros que tiene lo están extra-
viando"). El chico es paciente, dulce; pero hay algo que
no va bien. Ha descuidado sus estudio~. Probablemente
no pueda seguir. ltl 1nismo protesta porque en clase sólo
le enseñan tonterías y dice que se le trata de domesticar.
Hasta cierto punto sus críticas pueden tener validez, pero
en el fondo se ve que se trata de simples racionaliza-
ciones. Abandona la escuela, y entonces se le trata de
conseguir un traba jo. El cabello resulta una fuerte clificul~
tad. Una vez conseguido aumentan las críticas a la enaje-
nación laboral. No quiere seguir el camino de su padre,
esclavo de un trabajo rutinario sólo aceptado como fuente
de remuneración económica. Lo que él desea es una acti-
vidad en la que pueda realizarse. ..
Ahora se le critica porque no quiere trabajar; pero él

40
tiene ahora proble mas mucho más import antes que ése:
se trata de descub rir nada menos el por qué se trabaja y
por qué se vive. lnteno gantes existenciales: ¿quién es él
mismo?, ¿qué es lo que realme nte desea en la vida? Sus
padres "no lo dejan ser", y le quiere n impon er formas
conven cionale s de vida: entrar a la univer sidad, enamo rar•
se y fornica r si se quiere -siemp re y cuando se haga con
discreción-, no cohabi tar hasta habers e recibid o y pasada
determ inada ceremo nia social con tintes religiosos. Luego ,
procre ar hijos -no demas iados- , que recomi encen el mis.
1no ciclo rutina rio de vida. l!.l ya no está dispue sto a ello.
Piensa en nuevas posibil idades, aunqu e la explica ción ú lti~
ma es que la droga ha enerva do su volunt ad y lo ha
sumer gido en la abulia .
El chico se empeñ a ahora en vivir los contra valore s <le
su familia . Sus padres ya no lo pueden tolerar . Infam ia
para la familia , mal ejemp lo para los herman os. Ya se
habrá escapa do algunos días a la sierra, con poco dinero ,
pues no tiene preten siones. Los p adres (ahora ya saben
de cierto que se droga) se sienten culpab les. El mucha cho
termin a por dejar el hogar.
Yo he sido testigo de mucho s drama s familia res seme-
jantes. A veces han recurr ido ~ mí alguna s de estas ma-
dres afligid as. Es increíb le las tonterí as en las que pueden
incurr ir: una mujer de clase humild e, a quien su mismo
hijo Je confesó que se drogab ~, lo llevó como castigo a su
pueblo de origen -en las afuera s de la capita l-; le quitó
pantal ones y · zapato s para que no se fuera con sus ami-
gos ... Luego se quejab a de que su hijo huyera . O aquell a
otra -émul a de los protag onistas de la pelícu la "Joe" -
que puso un detecti ve privado para que siguier a a su hija,
y se lanzab a por las buhard illas hasta encont rarla. Otra
más le pidió ella misma a su hijo un "ácido " para poder
acerca rse a él y saber lo que se siente. Un padre "com•
prensiv o., le procur a él mismo la droga "para que no re-
curra a los trafica ntes". Los padres de un niño bien no
se explic aron por qué les arrojó a la cara las llaves de un
auto nuevo que le regala ron a condic ión de que se dejase
tratar por un siquiat ra. Otras recurr en a la política del
avestru z: en una fiestec ita de cumple años, pasan en charo-
las "pasta s" y ponch e de peyote. La mamá y la tía esta-
ban presen tes muy sonrien tes. Ahí no pasaba nada. El
41
alarmismo de los padres lo complica todo, y es aprove-
drndo por algunos policías para sus chantajes.
Hay que saber dar la importancia real a hechos que
a veces no son otra cosa que experiencias juveniles de
f:ic:il solución. Yo recomiendo, a los padres que me visitan,
mucha serenidad, que se procuren una información sufi-
ciente y objetiva sobre la droga y, sobre todo, mucha
autenticidad: carecen de autoridad ante el chico los pa-
dres que critican su amoralismo sexual; pero que, al mismo
tiempo, no han sabido integrar ellos mismos su vida amo-
rosa en una forma correcta. Critican ahora el exotismo
religioso, pero ellos tampoco cumplen con los deberes de
su propia religión. Tal vez tengan razón cuando recrimi-
nan al hijo que no es el camino para ser "él mismo", 1a
vestimenta estrafalaria y su conducta antisocial; pero tam-
poco ellos se interesan por el chico por sí mismo. sino
que les preocupa más lo que los vecinos y parientes pue-
dan decir. y que su conducta es una infamia para la
familia.
También será bueno que no se dejen chantajear por el
hijo. Los muchachos saben explotar favorablemente su
situación de "chicos problema". Es natural que los padres
no quieren que su hijo se vaya de casa, sobre todo porque
en la mayoría de los casos hay razones para ver que no
están maduros para la separación. Sin embargo, a veces
este paso puede ser acertado habida cuenta de otras cir-
cunstancias, y muchos de ellos están dispuestos a empren-
der una aventura y demostrarse a sí mismos lo que son
capaces de hacer.
Unos pocos escaparon a escondidas, como la chica aque-
lla de la canción de los Beatles: "She's leaving home".
La mayor parte lo hizo con el beneplácito de sus padres.
Se fueron a vivir en comunidad, en cuartuchos de azotea
reservados a la servidumbre en las colonias burguesas. Las
dificultades con los vecinos pronto los harán emigrar hacia
las afueras, donde la gente es más tolerante. Trataron de
abrirse camino en las artesanías y en el arte: poco a poco
se va formando un estilo de manufactura xipiteca, en ar~
tkulos de piel o de chaquira. Igualmente se ha ido crean-
do un estilo propio de música andera, con la que la
"chaviza" se ha ido identificando, y que ha surgido de
estos muchachos. ..

42
, allá
Dur ante la prim era etap a de la histo ria del rock
eros
por los 50, lvféxico tuvo un buen núm ero de rocanrol
de las
que supi eron asimi1ar crea tivam ente las trad ucciones
gráf icas
"rol as" más conocidas. Aho ra, las emp resas disco
rien cia.
vier on un públ ico fácil con quie n repe tir la expe
ione s
Bast aba t_raduc ir -bas tant e mal por cier to- las canc
erica no
de los prin1eros pues tos del "hit para rle" nort eam
y hace rlas grab ar por algú n conj unto comercia
lém, para
ginal-
tene r un éxit o aseg urad o. Pero , por fortu na, mar
más au-
men te a ellos se gest aba un mov imie nto de rock
teca s
ténti co. Com enza ndo por simp le mim etism o, los xipi
ubri r
van apre ndie ndo las piez as del rock. Lleg an a desc
necesi-
el "fee ling ", y van mejo rand o. Desgracia dam ente,
t''. Pero
tan apar atos costosos, inaccesibles para los "dro p-ou
mu-
poco a poco se va form ando un nuev o mov imie nto
r pro~
sical, sobr e todo cuan do los grup os de Tiju ana, mejo
vistos, se trasl adan a la capi tal.
to
Por su situa ción , Tiju ana resu lta un encl ave. Pun
lo lati-
fron teriz o entr e las dos Américas, entr e lo sajó n y
"sou nd
no, es un tram polí n favo rabl e desde el cual el
dónd e
latin o" de nues tros mí1sicos atra viese la fron tera , y
ncia en
mús icos ugabachos" sin posi bilid ades de com pete
postes
su país pued an colarse para triun far aquí . Y en los
se van
y pare des de las colo nias prol etari as de la capi tal,
, en lo-
anun cian do las ''tar dead as.. dom ingo tras dom ingo
', desde
cales impr ovis ados , llam ados en leng uaje "and ero'
Has ta
Parm énid es Garc ía Sald aña, los "hoy os funk ies".
casas
ahor a, el rock "chi cano " se toca ba en fiestecitas de
"ond a"
parti cu1a res de fami lias b urguesas ; pero ahor a la
habí a pasa do a la juve ntud prol etari a.
ó a
Com o he dich o ante s, el mov imie nto ond ero entr
s lo
1\léxico por el snob ismo de nues tros "jun iors". Ello
la cual
pasa ron a los jóve nes de la pequ eña burg uesí a, de
drog a
salie ron los xipi tecas más auté ntico s. Por fin la
el lum-
llegó al sitio que siem pre le habí a corr espo ndid o:
ron la
pen prol etar io de los barr ios popu lares . Con ocie
iles,
mot a; pero el ácid o y otro s aluc inóg enos les eran difíc
vía se
así que le "lleg aron a las past as" cuan do éstas toda
em-
pod ían cons egui r en las farm acia s con facil idad . Sin
r y ce•
barg o, su drog a prop ia fuer on los inha lant es: tíne
ades
men to flexo. Cua lqui era que tran site por las ciud
ciu-
perd idas o Jos "bar rios. mise ria" de nues tra flam ante
43
<lad; cualqui era que frecuen te las· miserab les vecinda des
de nuestro México viejo, encontr ará gran cantida d de bol-
sas de plástico con residuo s pegajosos, amarill entos, tira-
das por las azoteas. La drogadi cción se ha extendi do. Ya
se calcula un buen 15% de jóvenes que la practica n. Sólo
que se perdió el mito xipiteca . ¿O será que la droga en el
proleta rio preocu pa menos?
Los nuevos protago nistas anderos se centran en el rock.
Confec cionan ellos mismos su propia vestime nta: un cha~
leco puesto directa mente sobre su torso moreno ; algún
signo de la paz, sin signific ado preciso, los "blue jeans"
cor tados acá, pintarr ajeados allá, la greña larga. Ellos son
los que frecuen tan los "hoyos funkies.,, destrarn pándose ,
alterna ndo con las "tortita s aliviana das". En estos locales,
sin siJlas, al reventó n, poca ventilac ión, vapor humano ,
algún "hornaz o" disimul ado, la música, a todo volume n,
sintiénd ose en el abdome n, el cuerpo abando nado en énte-
ra libertad , esponta neidad, gritos, desinhi bición, impun-
tualida d, "halcon es sicodélicos'.' armado s · de garrote s que
in-ump en para provoca r, para que luego la policía clausur e
el local; pandill eros a la entrada que quitan el dinero a la
chaviza, taloneo , ''groupi es'' mexica nas .. ,r Así se va fra-
guando el "rock chicano ".
Sin facilidades de grabaci ón, sin ingenie ros técnicos que
realicen un trabajo decente , sin equipo suficien te. Proble-
mas con Espectácu1os, con la censura , con los organiz adores.
Excesiva compet encia, escasa prepara ción, carenci a de loca-
les. . . Pero vamos adelant e. Nadie aprecia el esfuerz o
de nuestro~ músicos. Entreta nto, la chaviza se interesa m ás
y más. r,.,ruchos de nuestro s jóvenes proletarios, con su
guitarr a vieja, aborda n la Escuela N acional de 1\-Iúsica. So-
brecup o que hace que · surja la Escuela Libre de 1\-túsica.
Esperan zas para un movim iento totalme nte autócto no que
respond a a las ·e xigenci as del ror.k, sin comercialismos.
Entre tanto, en Guadal ajara, cierto grupo con influen -
cias logra ganar la radio local. Su éxito alienta a las casas
grabado ras, que por fin descubr ieron a un nuevo filón.
To.do se precipi ta ahora, y se decide el experim ento. Esto
será, ante todo, Avánda ro.


En el movim iento ondero mundia l, los festivales de rock
44
son mome ntos trascendentes. Woodstock, Altam ont, Louis-
ville, son ya lugare s sagrados, centro s ritual es de la nueva
genera ción. Parmé nides Gard a Salda ña dirá que los festi-
vales son "el últim o refugi o para contener la paran oia y la
esquiz ofreni a en que había termin ado la 'flowe r genera -
tion' ",
Tamb ién aquí, Ayánd aro marcó el clíma x del movim ien-
to onder o mexic ano, al tiemp o que el inicio de su brusco
descenso. Resul ta sintom ática la indife rencia, si no hostili-
dad, con que este festival fue acogido por la prensa 1 los
intele ctuale s y la opinió n públic a en gener al. Cerca de
200 000 jóvene s congregados, dejado s en entera liberta d,
prácti camen te sin vigila ncia, y con nuevas droga s que cir-
cularí an librem ente, serían sin lugar a dudas un magní fico
campo exper iment al para estudi ar las aspira ciones de esta
gener ación "cabe llo largo" . Sin embar go, para reseña r
este impor tante evento , los grand es diario s envia ron a sus
report eros de nota roja, en vez de utiliza r a sus mejor es
eleme ntos, a sociólogos, antrop ólogo s y sicólogos. ¡El escán-
dalo asfixió a la herme néutic a!
Avánd aro manif estó las nueva s rutas del movim iento on•
dero. Los viejos xipite cas no se entusi asmar on demasia-
do por el concie rto. Los pocos que asistie ron pensa ndo
encon trar a sus amigos de la sierra llegaron con su chava
y sus hijito s y se instal aron lejos de la plataf orma, en
refugi os de ramas constr uidos con deten imien to No faltaro n
los "junio rs" de las Loma s o del Pedre gal, llega.dos en
sus musta ngs a la hora del concie rto, dispue stos a alboro tar
o a destra mparse. Había tambi én unive1·sitaríos, tal vez
miem bros de comités de lucha, no muy adent rados en esta
"onda", preoc upado s p or el enfoq ue político del evento .
Hubo predic adores religiosos, muchachos "fresa " que -ve•
nían a curios ear, etc. Pero la mayor ía de ]os asistentes, los
nuevo s protag onista s del movim iento ander o, fueron mu-
chach itos moren os, entre los ·16 y los 19 años, estudi antes
de "voca s" o "prep as", hijos de buróc ratas, obrero s o peque •
ños comer ciante s, es decir, la baja clase media de colonias
prolet arias. Venía n en grupo s de cinco o más, casi sin di-
nero, y con un impro visado atuen do pop reduc ido a lo
esencial. ~Iulti tud hetero génea , partid arios ya sea de la
mota, ya sea del alcoho l. Junto a l "¡aliv iánate1 maest ro,
15
no te azotes!", se podía escuchar el prosaic o "¡ órale, ca-
brón, no mames l"4
Ya sabemos que en toda congreg ación multitu dinaria se
disminu ye la individ ualidad · propia de cada particip ante,
en una identifi cación con el alma colectiv a de la turba.
Igualm ente, la droga sicoactiva disminu ye las frontera s de
la propia individ ualidad , para proyect arla en la totalida d
de lo existen te. A todo esto habrá que añadir otros factores
unitivo s secunda rios, tales como la filosofía hippie, ten-
diente al panteís mo monista ) el condici onamie nto publici-
tario de ,voodstock como signo del pacifismo y convivia-
lidad, la unión nacida de la persecu ción: la droga consu-
mida fuera de la ley por esta minorí a -una gran minorí a-
con pretens iones de conocer algo que los demás ignoran ;
los slogans de los altavoces, el lugar bello y libre. . . todo
esto junto provocó una experie ncia única de unión y soli-
daridad experim entada solame nte por los asistentes.
En los tiempo s en que vivimos, cuando la p_olarización
de las clases sociales se acentúa más, la cultura "pop"
trajo cierto acercam iento en los patrone s cultura les de los
diversos estratos de la poblaci ón. Sabemo s que en cual~
quier socieda d domina la ideolog ía de la clase domina nte.
Pero en estos momen tos en que la ideolog ía burgue sa está
siendo sometid a a crisis por los elemen tos revoluc ionario s,
un grupo de muchac hos deserta de su propia clase y trata
d e vivir precisa mente los contra.valores de la cultura en la
que fue educad o. Aunqu e esto sólo se haya llevado a cabo
hasta cier to punto, puede explica r cómo la subcult ura ges-
tada entre ellos, aparent emente coloniz ante, fue recibid a
por los n1ur.hachos proleta rios. H asta ahora era normal
que las clases altas fuesen las que impusi eran la moda
y las ideas. Ahora son los ricos los que imitan a los
"drop out" margin ados y se acercan al mundo del hampa,
que ha sido el inundo natural del rock y de la droga.
Hay en el hombre dos instinto s poderosos, ambos re~
primido s por la civilización occiden tal: el instinto agre-
sivo y el erótico. Tal vez la violenc ia no sea natural al

' Un estudio sociológico de ]os asistentes, aunque condicio nado por


predisposiciones políticas : Avándaro: aliviane o movido., Ed. Extem-
poráneo9 , México, 1971. Un buen reportaje gráfico: "Nosotro s", edi-
tado por Humber to Rubalca ba y el número extraord inario de
Piedra Rodante . •
46
hombre, sino consecue ncia de la explotaci ón. El 10 de ju-
nio estaba aún reciente, 4'cuando los estudiant es trataron
de protestar contra formas de opresión fueron rudamen te
reprimido s. Gran aparato policiaco impedirá nuevas ma-
nifestacio nes. Ahora, sin embargo, se permite una gran
multitud sin vigilancia. El orden estuvo a cargo de los
mismos asistentes . A los más "acelerad os" se les daba el
gafete que los responsab ilizaría. Los organizad ores confia-
ban en su público, aunque en ciertos momento s se les
notó temor: si Avándar o podía ser nuestro Woodsto ck,
1
también podría convertir se en un Altamon t. Sin embargo.
no se lamentó casi ningún brote de violencia . Esto también
es digno de estudio: ¿será que la ausencia de provocac ión
la hacía inútil, y que la policía provoca más violencia
que la que trata de evitar? ¿Revelar á esto algo a propó-
sito de las consecuencias sociales de la marihua na com-
paradas con las del alcohol? ¿Habrá sido simple reflejo
de la apolitiza ción ondera? ¿O acaso el sistema de con-
trol de la educació n tradicion al se revela contrapro du-
cente? ...
Los adictos a la marihuan a y drogas similares viven en
continuo sobresalto : h ay que cuidarse de la "tira", de los
padres, y hasta de los compañe ros que pueden ser posibles
"madrina s". En Avándaro fue la primera ocasión en que
no existía este temor. Ahora se sentían en una especie
de mitin político en pro de la droga. Su número les daba
fuerza. Los abusos mismos demostra rán que la represión
no es la forma mejor de combatir la drogadic ción, como
diré más tarde.
Avándar o fue una catarsis colectiva ante situacion es de
represión . Somos fáciles en interpret ar según propios pre-
juicios actos que para otros tienen diverso significado.
Las mentes moralista s se escandali zaron por los "desnu-
dos" de Avándaro , y se precipita ron en condenar esta
"orgía lujuriosa ". Hubo libertina je; pero más que morbo,
los baños en el río, o cerca del campo de golf, fue simple
gusto por lo "natural" y lo espontán eo. Anticipán dose a
los "streakin gs" recientes, no faltó quien se desnudas e so-
bre las torres, mientras bailaba. El público apenas le

• Concierto organizado por los Rolling Stones, que terminó en


violencia. Un grupo de los Hell's Angels mató a golpes a uu negro.

47
prestó atención . 1-iás bien era esto un signo de desinhi-
bición. ¿Exhibicionis1no? Desde luego, como la muchach ita
que hizo el famoso "streap tease", pero no más de lo que
puede acontece r cotidiana mente en nuestros centros noc-
turnos.
El hombre moderno ha reprimid o el espíritu numénic o
y lo dionisiac o, relegánd olo al inconscie nte. Sabemos la
atracción de la juventud ondera por elemento s tribales.
Las tribus primitiva s se solían reunir a danzar en torno
a la hoguera, bajo la luna, ayudado s por ciertas drogas.
Tenían sus purificac iones sexuales colectivas, con sentido
sacro. Las analogía s encontra das en Avándar o saltan a la
vista. Se había pensado que fuera en luna llena, pero
el festival tuvo que retrasars e por el futbol femenino ,
otra enajenac ión que podía hacer sombra a ésta. Pero
hubo cantos de exorcism o a 1a lluvia; danzas al ritmo mo-
nótono de un tam-tam electróni co, y hasta ritos cósmicos
y misterioso, como aquél mientras precisam ente el Ritual
tocaba su "Satanás ". Se rumoreó que cerca de 3 000 enca-
pu chados se arrodilla ron al paso de un ataúd.e
Se criticó bastante la infiltraci ón norteam ericana en el
festival, como pudo verse en la gigantesc a Coca-cola, la
bandera o los cantos en inglés. Ya hablé .de esto an terior-
mente. No debemos confund ir la cultura dominan te de la
burguesí a nortean1 ericana con patrones surgidos de la con~
tracultur a "undergr ound". Cierto que el imperial ismo fue
promoto r, y en esa misma medida hubo instrume nfalizaci ón.
Muchas fallas de organiza ción se debieron a Ia pretensió n
de importar festivales sin tener en cuenta nuestra pecu~
liar situación . A \\Toodstock. acudiero n hippies de la bur-
guesía norteame ricana, con suficient es dólares en los bol-
sillos, muchos de los cuales ya habían cumplid o los 30
años, y poseían sentido de orden. Aquí las cosas eran de
otro modo, y las motivaci ones también. Pero el pueblo
dejado a su espontan eidad hizo que surgieran manifest a-
ciones nacionali stas: ondeó la bandera mexican a con el
. signo de paz, hubo penachos tricolores, y una vivencia de
nuestra raza. Recuerd o una fotografí a aparecid a en Pie·dra
Rodante, la publicac ión ondera mexican a: un verdader o
indio, de tórax moreno y larga cabellera , sobre un caballo.

e "Atlándaro . .. ", op. cit., págs. 215-220. •


48
Esto fue Avándaro. Aquí los "voladores.. de Papantla y las
danzas autóctonas con su ritmo peculiar hubieran tenido
su contexto natu1·al. Recordamos los festivales aztecas en
las explanadas cercanas a las pirá1nidest en las que miles
de asistentes danzaban y cantaban, tal vez con algo de
pulque dentro.
No confundamos. Una congregación multitudinaria de
jóvenes "onderos.. pudo ser significativa; pero allí, en su
apoteosis, encontró la muerte el movímien to. Un festival
de tal magnitud sólo fue posible gracias a fuertes inver•
siones, fuera del alcance de los interesados. El capital vio
posibilidades de pingües ganancias, y mercantilizó esta
disidencia, destruyéndola en cuanto tal. .Los organizadores
arriesgaron más de un millón de pesos, según dijeron. La
idea vino del Sr. Justino Compián, vicepresidente de la
l\tfaccan Ericsson Stamton, la más grande compañía pu•
blicitaria del mundo. No era precisamente amor al movi-
miento-Jo que movió todo esto. Se haría buen negocio con
las solas entradas. A los músicos se les explotó descarada,
mente. Sólo se pagó $3 000 a cada grupo, es decir, menos
de lo que cobran en cualquier tardeada. La Coca-cola,
las cervecerías, los alimentos, lucraron lo suyo. Las casas
de automóviles pensaron la carrera como parte de su pu-
blicidad, aunque esto último fallase. En el evento. igual•
mente, estaban interesadas las casas discográficas, la indus-
tria de la moda, revistas .... La 'TV pagaría fuertes sumas
por la concesión de un video. Se haría película, disco,
qué sé yo qué más. Desde luego, los grandes traficantes
de droga vieron una posibilidad publicitaria y salida de
mercado. 1:sta fue la ambivalencia del movimiento: por
un lado, el rock es el himno de las reivindicaciones de la
nueva generación; por otro, es el negocio más fabuloso
existente en la actualidad. El "sistema" aprovechando
a sus demoledores. Es la última e irónica verdad.
Juntamente con esto, la instrumentalización política. En
las circunstancias por las que atraviesa l\féxico, un festival
así hubiese sido del todo imposible ele no tener una segu-
ridad moral de que sería benéfico para fines políticos.
El escándalo trató de "quen1ar" al gobernador del estado
(expresamente para este propósito aparecib la revista
Azul,_ que ún¡camente publicó este número); uno de los
patrocinadores, cierto potentado de la TV y de a u tomo•
49
trices, tampoco salió bien parado. Las pugnas interburgue-
sas son naturales dentro del sistema actual; pero es las-
timoso que se pretenda instrumentalizar a los muchachos
para este fin. La derecha piensa en una maniobra de
Moscú (revista Impacto); mientras que la izquierda, por
su parte, juzgó a Avándaro como una estrategia guberna-
mental para desviar la atención del 10 de junio (artículos
en Siempre y ¿Por qué?). Al régimen -según ellos- le
interesaría que la juventud se drogase. Si persigue por
un lado la droga, por otro la fomentaría. En nuestro país,
donde todo son rumores y conjeturas, no estamos ciertos
de nada. Pero también es cierto que somo~ fáciles en
atribuir a fuerzas crípticas y poderosas la marcha de la
historia: el judaísmo, la masonería, los jesuitas, los comu-
nistas, la CIA. . . Pero me parece que el fe,stival se explica
por sí mismo: todo el mundo "ondero,. lo anhelaba; es-
taba exigiéndolo. Cualquiera podía darse cuenta de ello.
Así pues, la burguesía lo aprovechó con facjlidad. Los
asistentes tal vez de alguna forma eran conscientes de
esto; mas no les importó. Tuvieron su festival. . . y así
fueron vencidos: un movimiento surgido como rechazo a
la sociedad de consumo, pero adicto a la droga -es decir,
un producto que exige ser consumido más allá-, lle-
vaba en sí los gérmenes de su contradicción. Pero junto
con todo esto, había algo más que no se tuvo en cuenta:
dentro de este movimiento se gestaba cierto cambio cul-
tural que también fue sofocado.

Después de Avándaro, la represión. El aquelarre de


la prensa. Crónicas morbosas sensacionalistas; quejas de la
blandura del gobierno al permitir este Sodoma y Gomorra.
Luego, las represalias: suspensión de locutores; se prohibe
la pub1icación de Piedra Rodante, la revista más represen-
tativa del movimiento; boicot a los grupos chicanos, sus•
pensión de permisos para las "tardeadas" dominicales,
trabas a barbas y melenas ... La droga es pretexto para
la represión de auténticas manifestaciones culturales sur-
gidas del pueblo joven. Recordamos lo sucedido con Al•
fredo Elías Calles cuando la suspensión del permiso de
representación de la obra Hair en Acapulco (1969)i o el
cierre de la discoteca "zonrosada" de Sergto Villagrán

50
(1970). Ahora se comprende: amplia promoción del festi-
val, escándalo por consigna y luego la represión. Ilusos
y perjudicados, los xipitecas no sabrán sobrevivir. El sueño
ha terminado.
CAPITULO III. HERMENt.U'rICA DE LA
APARIENCIA

Recientemente se ha dado por estudiar los fenómenos socia-


les a nivel sicoanalítico. Es ésta una forma fructuosa
<le colaboración interdisciplinaria. Hay ciertas ideas-guía
que configuran una época, y es interesante ver cómo de-
trás de dichas ideas se encuentran n1óviles más o 1nenos
preconscientes.
Freud, el primero en intentar este estudio, descubre en
},falestar en la cultura que para emprender la tarea ci-
vilizadora fue precisa la represión de nuestros instintos.
Hay cierto pesimismo detrás de nuestro sorprendente pro-
greso; una especie de fatalidad original, que tal vez corres-
ponda a la maldición del mito bíblico del paraíso. Adán,
al probar el fruto del conocimiento del mal~ rompió su vin-
culación primaria y esencial con la naturaleza. Desde enton-
ces queda la añoranza de recobrar ese paraíso perdido, que
el hombre vinculará con el seno n1aterno. Retornar a un
estado feliz de p1ena identificación con el propio medio,
donde se encontraría pródigamente la satisfacción de nues-
tras necesidades. Existen tendencias necrofílicas en nuestro
progreso, que es preciso hacer conscientes si no queremos
ser dcstrui<los. Ya veremos esto con más detención en
otro lugar.
Frente a esto, los hippies recrean el mito rousseauniano
del buen salva_je. Al resultar fallidas las ilusiones deciino-
nónicas de la felicidad por el progreso, habrá que aspirar
a retornar a la naturaleza, es decir, a la regresión n1aterna.
La sicología profunda ha descubierto que cuando nos en-
contramos ante aspectos de la realidad que nos son contra-
rios, con los cuales no desean1os enfrentarnos, nuestro in-
consciente disfraza la situación con argumentos que parecen
sensatos, poniendo todo el aparato de la lógica a disposi-
ción de nuestras neurosis, y así nos autoengañamos. A esto
se le llama racionalización. Pues bien, e~to ha operado
en buena parte en el fenómeno que estudian10s: así la
droga no parece peligrosa, sino que "abre las puertas
al mundo interiorº y conecta con otra dimensión de vida; el
debilitamiento de la voluntad ocasionado por el constnno,
52
se disfraza por las teorías fatalistas orientales; la impotencia
ante las responsabilidades de escuela y trabajo, se vuelven
críticas. a estas instituciones; la precariedad de la vida a la
que quedaron reducidos,. se revistió de poesía hacia encan-
tos de la vida sencilla, comunitaria, vegetariana... Esto
no obsta para que sus críticas tengan buena parte de vali-
det. Su actitud de búsqueda, el poner la mente virgen
para la percepción, y el contacto directo con la vida, hizo
que ellos fuesen de los primeros en percibir el cambio
cultural.
Hubo mucho de rebeldía en el fenómeno hippie. El
mismo consumo de marihuana, que después analizaremos
mejor, ha sido interpretado en este sentido. Héctor Azar
vio, en la actitud de los primeros xipitecas, un ejemplo
de parricidio: conectada esta droga, hasta hace poco, con
el hampa y la gente .. baja", el chico trata de vengarse de
las represiones filicidas de su clase, castigando a sus padres
en lo que más les duele. El hecho de que la droga esté
fuera de la ley, aumenta su atractivo, pues al fumarla
el chico siente realizar un acto de autoafirmación. Pero
donde aparece clara la actitud rebelde, será en lo que
precisamente caracteriza la apariencia xipiteca:

Ella me pregunta porqué soy sólo un muchacho gr~


ñudo.
Estoy mechudo al mediodía y por la noche. ¡Greñat
Esto es un espanto.
Tengo pelo en lo alto y en lo bajo
no me preguntes el porqué, no lo sé.
Déjalo volar en la brisa y trepar en los árboles
i\fi pelo es como el que usó Jesús.
Aleluya, yo lo adoro.
Aleluya, María amó a su hijo. ¿Por qué mi madre no
me ama?
Pelo, pelo, pelo, pelo ...
Ondéalo, muéstralo hasta donde Dios quiera hacerlo
crecer.
De la rock-opera Hair, 1968

En nuestros días, el cabello largo posee rica significa-


ción. I1nágenes históricas de profetas y santones, de ju-
glares y aventureros, reencarnan en las caras profundas de
la joven generación. Resulta curioso comprender los as-

..r.,.- ::,
'>
pectos inconscientes ocultos detrás de este simbolismo. Ar-
mando Batallas escribió recientemente un artículo lleno
de interés.1 En él se hace mención al libro del Dr. Charles
Berg, The Unconscious Significante of Hair. Se trata de
estudiar el simbolismo del cabello largo a niveles cada vez
más profundos. A primera vista el pelo largo simboliza
lo femenino, y el corto, lo masculino. Al menos esto es
cierto en nuestra cultura y en tiempos relativamente re-
cientes. Por esta razón -dice Batalla- cuando algunos
hombres rudos y de poca cultura encuentran a algún joven
de cabello largo, reaccionan según la ecuación "pelo
largo = mujer". Si la presunta mujer 1·esult? ser hombre,
se sentirán culpables de homosexualidad (por otra ecua-
ción elemental: ver = desear). Bromas a este propósito
fueron frecuentes al principio del movimiento.
Dicen los antropólogos que en sociedades cerradas o pri-
mitivas algún detalle sin importancia en sí mismo pero
que es innovador en aquella cultura es revestido de un
carácter moral, resulta como un atentado contra la socie..
dad misma, y se le suele castigar con el ostracismo. Así
ha sucedido a propósito del pelo. Yo mismo tuve oportu-
nidad de ver en algunos pueblos del sur de Estados Uni-
dos, tradicionalmente racistas, letreros en que se prohibía
el ingreso a muchachos de pelo largo, en lugares donde
hasta hace poco se 1es vedaba a los negros. Un joven que,
en estas circunstancias, decidía usar su cabellera larga,
desafiaba los convencionalismos imperantes, adoptando por
este mismo hecho una actitud rebelde.
Dice la sicología que cuando un símbolo es estudiado
a un nivel más profundo~ se descubre que con frecuencia
altera el significado más inmediato. Según esto, el signi-
ficado secundario del pelo será ahora más bien lo mascu-
lino ("ser hombre de pelo en pecho"). Por esto, los ado-
lecentes se rasuran antes de tiempo, y las mujeres bigotu-
das son vistas como hombrunas. El pelo significará la
rebeldía: los beatniks comenzaron a dejarse crecer el pelo,
como protesta contra el "sistemaH; los guerrilleros de
Sierra l\llaestra se dejan la barba. Cuando la invasión nazi
a Francia en 1940, el ejército hitleriano -cuidadosamente
rasurado- se topó con rebeldes de cabellera hirsuta. Para
1 "Los Tres Pelos del Diablo", aparecido en la re\'ista Eclipse~
enero de 1972.

54
solidariza rse con ellos, en las ciudades, se introdujo la
moda de la barba. El papa Gregorio Magno ordenó rasu-
rarse a los sacerdote s por la misma época en que se impone
el celibato obligatori o. El concilio de Tolosa en 1119 ame-
naza con excomun ión al clérigo que se deje crecer cabello
o barba ...
Y todavía podemos ahondar más. El simbolism o terciario
correspon<le a algo muy elementa l y profundo de nuestro
inconscie nte. Para el autor, el · pelo a · este nivel tendría
cierta relación con el complejo freudiano de culpabili dad
anal, asociado al excremen to que uno retira cada día. :f:sta
es la razón por la que nos sentimos incómodo s el día que
no nos rasuramo s, y por ello también, se tacha a barbu-
dos y melenudo s de "sucios" y "cochinos ." l\t1ás aún, la
connotac ión sexual no puede faltar a este respecto. Tal
vez esto explique por qué las mujeres para entrar en los
templos tenían que cubrir púdicame nte su cabeza, como
acontece todavía en Oriente. En el hombre, el pelo largo
tiene significac ión fálica. La persona de autoridad ve en
su subordinado peludo a un rival sexual, y responderá
con la represión , intentand o castrarlo. El 1·elato bíblico de
Sansón es interpreta do por algunos como castració n (San-
són tenía su fuerza masculin a en la cabellera) . Observem os
con Piazza cómo en los sitios donde hay mayor represión
es donde se usa el cabello más corto: hospicios , asilos,
cárceles, seminario s . . . y la sociedad industria l contem-
poránea; En muchas religiones existe la tonsura; algunas
religiosas también se rapaban: ¿será signo de voluntari a
aufoinmo lación?, ¿no revelará ciertas formas de vivencia
del voto de castidad, confundi do con la represión cas-
trante? La represión continúa cortando cabelleras : los
militares en Chile, como antes en Grecia, comenzar on ra-
pando. En el l\.1éxico preolímpi co, cuando Tlatelolc o, se
hicieron "razzias" en la Zona Rosa para pelar greñudos ;
en Tránsito, aduciend o argument os muy poro convenien -
tes, se niega la licencia a melenudo s y barbones, según La
Prensa del 2 de mayo de 1972; la policía de ciertas ciuda-
des rapa a los detenidos aun por simple sospecha; en
varias escuelas no se admite a los alumnos más que con el
cabello sumamen te corto, a discreción del director; .se nie-
ga el puesto de trabajo inclusive a obreros y aún manda-
deros: no se les admite la entrada en restauran tes y hoteles
55
oaxaqueños. Hoy en día, se va llegando a mayor toleran~
da, sobre todo si el "melenudo" pertenece a la burguesía.
Pero quienes se rebelan contra una situación represiva,
siguen dejándose crecer a lo menos las patillas.

Las chicas que comenzaron a vestir minifalda estaban mo-


vidas por la misma actitud rebelde y encontraron las mis•
mas críticas que los hombres con su pelo largo. La ropa,
según :McLuhan, es prolongación de la piel, y la usamos
en primer lugar para defendernos del frío. Pero su fun-
ción rebasa lo meramente utilitario: aparte de cubrir el
pudm· sexual, la usamos como adorno, como signo de dife-
renciación sexual, de pertenencia a determinado status, y
hasta para expresar nuestras ideas (como la austera ropa
de los puritanos ingleses reflejaba sus rígidas conviccio-
nes). Por esto, la moda afecta al hombre entero, y un
cambio radical en el vestir seguramente indica ,modifica-
ciones profundas en los patrones culturales.2 Por ello es
natural que el fenómeno hippie, dada su amplitud, haya
influido decididamente en el vestir de nuestros contempo-
ráneos. Es probable que más que una simple moda pasa-
jera, se trate de un nuevo estilo cultural de vida.
La impecable camisa hlanca, el traje cuadrado de color
oscuro, y sobre todo la corbata, han caracterizado a la
gente "decente'' y las ataduras convencionales de la hur-
gue.sía. Los hippies, exiliados de su clase y en contraposi-
ción a ella, adoptan los desteñidos "jeans", huaraches y
jorongos, aunque siempre dejan un toque extravagante
que los separa de los verdaderos pobres. Comúnmente la
moda la imponen las clases elevadas, bajando posterior-
mente al pueblo con materiales más corrientes. Aquí suce-
derá a la inversa. Ahora, cuando ser burgués comienza
a resultar incómodo, son los automarginados urbanos y
su forma bohemia de viua quienes ejercen atracción ...
Y los jóvenes económicamente pudientes tuvieron que
comprar en las boutiques ropa higiénicamente sucia, cami-
setas artificialmente desteñidas y las revistas publican
fórmulas para decolorar los pantalones recién comprados.
Antes del advenimiento de la civilización occidental la
1
Cf.: René Koning, Sociología de la moda, Ed. Carlos Lohlé, Bue-
no! Aires-México, 1968. ..

56
ropa identificaba al individuo. Cada cual poseía su atuen-
do característico, sobre todo si se trataba de personajes de
cierta importancia. Hoy día, en nuestra cultura del ano-
nimato, la ropa se hace en serie. Por cierto esta manera
de vestir proviene de los hábitos monacales sacados de los
conventos por las ideas calvinistas. l\IcLuhan considera
que la ropa en serie es producto de la invención de la
imprenta y sus caracteres repetitivos, y esta forma de
producción está guiada sobre todo por actitudes mercan-
tilista s. Antes, la nieta, al llegar a la mayoría de edad,
heredaba el vestido de la abuela. Ahora, en nuestra socie-
dad del "desperdicio", la moda se comercializa, ejerce fuerte
tiranía v, cambia varias veces al año.
Es contra este uniformismo burgués que el hippie re-
clama su derecho a la propia individualidad. Él mismo
confeccionará su atuendo cortando aquí, pintando allá y
dando vuelo a su fantasía creadora. En la moda pop de
Carnaby Street se admite totlo: uniformes antiguos, vesti-
dos charlcston, túnicas orientales, huipiles mexicanos, blu-
sas exóticas. . . en fin, ahora ya se puede uno poner
cualquier cosa y vestir como se quiera. La misma abun-
dancia de la industria textil. en su pretensión de hacer
consumir más y más, condujo hacia la desaparición de la
moda en cuanto imposición.
Es curioso que en el reino animal el macho, con ele-
gantes plumajes o melena, resulte siempre más atractivo
que la hembra. También fueron los hombres, en épocas
pasadas, quienes eran los portadores de la moda. Fue sola-
mente a partir del absolutismo español y posteriormente
con la Reforma, cuando se optó por un puritanismo en
la moda masculina. Con la actual generación, el hombre
recobra los colores. Hoy nos vestimos en formas y colores
increíbles hace apenas un par de décadas. El unisex se
impone en tiempos de mayor libertad sexual. El movi-
miento de liberación femenina y el gusto por lo natural
afecta a la moda femenina. Las "chavas,. onderas repu-
dian pintarse, usar brassiere y prefieren los pantalones.
Un aura de fantasía sicodélica y originalidad envuelve
toda la moda actual. De las comuna!, rurales (reminiscen-
cia de los antiguos cuáqueros que colonizaron la inhóspita
Norteamerica), vino la efímera moda de la maxifalda.
Pero no pudo lograr desbancar a la revolucionaria mini-
57
falda, ¿por qué?
Apare nteme nte la ropa defien de el pudor ; en realid ad
juega con el "cubri r y dejar en descub ierto". La moda
femen ina provoc a la excita ción de los hombr es descub rien-
do cierta parte de su cuerpo . Cuand o ya nos hemos habi-
tuado a ello, despla za la atenci ón hacia otra parte. Así,
duran te cierto tiempo se trató del busto, como en la época
del Imper io en Franci a y de los Estuar do en Inglat erra;
otras veces fue la grupa, como en la Inglat erra victori ana;
y el bikini atrae la atenci ón hacia el abdom en. Cada cam-
bio del centro de atracc ión sexual va seguid o de cierto
escánd alo, lo cual demue stra hasta qué punto la excita ción
es condic ionada cultur almen te. Ahora bien, en la actuali -
dad, la parte del cuerpo a la que se trata de hacer dirigir
nuestr a atenci ón es el muslo, sea por la minifa lda como
por los pantal ones "acam panad os" de la moda unisex .
La minifa lda no fue sólo subir la falda unos centím etros,
sino que cambi ó la direcc ión sexual. Por esto pienso que
esta moda aún durará cierto tiempo .ª

l,Tno de los elemen tos más impor tantes que caracte rizan
a la genera ción del cabell o largo ha sido la modifi cación
del lengua je. Hoy día, la public idad, la demag ogia de
quiene s quiere n ganars e a la juvent ud, y hasta la litera-
tura, recurr en al "calich e" juveni l. La juvent ud por vez
prime ra irrump e en el mundo de los adulto s con nueva
forma de ver la vida. Esto reperc utirá necesa riamen te1 en
el lengua_je. José Agust ín escribió en cierta ocasió n: ' Los
hippie s. . . sostuv ieron muy esotéri camen te, que el nombr e
de las cosas encier ra la esenci a de las cosas; por lo- tanto,
si hay una nueva visión de la realida d, hay que empez ar
por nombr ar las cosas.'' Y en esto coinci de con l\.1arcuse,
quien escribió a su vez: "A la nueva sensib ilidad que se va
forman do, corres ponde un lengua je nuevo que expres e los
valores cultur ales en gestac ión." El lengua je iría indica n-
do, según esto. el grado en que se vayan desarr olland o
relacio nes sociales cualita tivame nte diferen tes, pues "la
ruptur a con el contin uum de la domin ación debe ser tam-
bién una ruptur a con el vocab ulario de la domin ación" .
• Dr. Clifford Allen: "Significado Sexual de la Ropa". en la re-
vista Luz, o·c tubre de 1967, N. Y.

58
fenó men o de
Sabemos que el mov imi ento hip pie fue un
que se expre-
disi den cia cult ura l y por tant o era preciso
el cam po del
sara com o tal. Al ope rar este fenó men o en
coin cidi ó con
arte (el rock como exp resi ón con test atar ia),
ito del poe ta:
lo que Ben jam in Pér et afir mar a a pro pós
lucionar~os,
"Se alza con tra todos, incl uye ndo a los revo
tica . arbi tra-
que situ ánd ose en el terr eno de la sola polí
imi ento cultu-
riam ente aisl ada así del con jun to del mov
logr o de la
ral, prec oniz a la sum isió n de la cult ura al
revo luci ón social" .4
iend en con
Tod as las min oría s étni cas del mu ndo def
prin cipa lme nte
veh eme ncia su dialecto, ya que es lo que
y es par te
les da el sen tim ient o de per tene ncia a su raza
los gob iern os
de su mod o de ver la vida . Por esta razó n,
úni ca la de
cen tral ista s pro cur arán imp one r como leng ua
cua lqu ier otra
los dom inad ores . Igu alm ente sucede con
su pro pio len-
min oría mar gin ada . Tra tará de des arro llar
a la policía.
gua je (argot, slang, caló, etc.). par a bur lar
de los barr ios
Par a Par mén ides Gar cía Sald aña , el leng ua je
fío a las bue-
bajo s "es escudo y puñ al; afre nta, reto , desa
umb res pro hi-
nas cos tum bres y defe nsa, par ape to de cost
ave ntu ra, de
bidas. Dif eren cia un mu ndo que vive en la
. Marcuse, por
otro que nieg a tod a pos ibil idad de vivirla"
es des arro llan
su par te, a{irma que "los gru pos sub cult ural
las inofensivas
su pro pio leng uaje, saca ndo de su con text o
ndo las par a
pala bras de la com unic ació n coti dian a y usá
tabú s por el
des igna r obje tos o acti vida des con vert idas en
gran par te del
sistema establecido". Esto sucede con una
voc abu lari o xip itec a reci bido del amb ient e
de la droga:
rnazo"', etc ...
"via je'', "áci do" , "ca rtón ", "qu ema r'\ "ho
par a el hom-
Tod a acti vida d verdade ram ente imp orta nte
el vocabu-
bre forj a su pro pio vocabu lari o: así tenemos
ado con el
lari o de la fábrica, por ejern plo, o el rela cion
ción . Así tam-
maíz (sie mbr a y cosecha), . o con la ·pro stitu
é", se lim pia
bién sucede con la dro ga: la "ye rba " o el "caf
o" o "joi n" se
de ''cocos", par a pod er "for jarl o". El "pit
"qu ema " a] "ati zars e'', "rol ánd olo " entr e los "grifos" has ta
"da rle mat e" a la ' bac ha,. ...
4

fos" mex ica-


Apa rte de la her enc ia de los anti guo s "gri
ucc ione s "ap o•
nos, el "cal iche " xip itec a se nut re de trad
ación, Cua dern os de
• Herb ert Marcuse, Un ensayo sobre la liber
J oaqu ín Mortiz, México, 1969, pp. 39-42.
59
chadas" del hippismo "gabacho", que a su vez las toma•
ron de otras minorías urbanas tales como los guetos
negros, ambientes de jazz, el "Gay Power". . . Es decir,
de las minorías rebeldes reprimidas por el sistema y que
se defienden ocultándose en su lenguaje.
La represión también llega al caló. La Secretaría de
Educación Pública acusó al lenguaje ondero <le algunas
publicaciones juveniles tachándolo de "obsceno". Para mí
la obscenidad es una invención clasista de la burguesía.
No hay palabras en sí mismas "malas", sino que pasan
por tales las expresiones de las clases proscritas referidas
a instintos vitales agresivos o eróticos. La gente explotada
no tiene que fingir la supuesta "decencia", ni el hipócrita
culteranismo de quienes por ambición se ven precisados
a mantener cierta imagen elitista. ~l pueblo está en con-
tacto con la vida misma, sin mediatizaciones. Su lenguaje,
por lo tanto, será más vivo, no mediatizado por las acade-
mias de la lengua. Los xipitecas, al automarginarse, se
ponen en contacto con el pueblo y reciben su lenguaje,
modificándolo a su vez, "pues -continúa José Agustín-
la gente pobre vive aún enajenada, mientras que la acti-
tud de estos jóvenes es más profunda y esencial".ts
Otra fuente del caló es la cárcel. José Agustín pudo
percibirlo experiencialmente con su lucidez característica:
"En la cárcel se encuentran los desclasados, los desadap-
tados, 1a gente que no ha podido integrarse a la sociedad."
Ellos modifican el lenguaje para hacer más patente su
"alejamiento" de los demás. En la actualidad, por cau~a
de la marihuana y de los movimientos estudiantiles, se está
arrestando a una cantidad de jóvenes, quienes están cam-
biando la fisonomía de la cárcel. Ahora la decoración de
la crujía "F", la de las drogas, es más bien sicodélica; la
_música que se oye es el rock, los talleres son de piel y
chaquira. El caló se va forjando en aquel lugar de inte-
gración popular.
Por último, ha sido en el arte, particularmente la litera-
tura y el rock, donde ha influido más el lenguaje ondero.
Ha habido ya entre nosotros, manifestaciones literarias que
11
Para un vocabulario completo de caló, y un análisis filosófico
del lenguaje ondero, remito al utículo de José Agustín al que he
hecho referencia, aparecido en Revista de Revistas bt\jo el titulo
"Causas y Efectos del Caló Juvenil."

60
han sabido captar este lengua je en lo que tiene de
profun do.

Los primer os mucha chos que dejaro n crecer su cabelle ra


abjura ron de su clase social burgue sa para proleta rizarse .
¿Fue legítim a esa proleta rizació n? Ser verdad eramen te po-
bre no es tan to carecer ele bienes, sino asumir los verda-
deros interes es de la clase proleta ria, ¿Basta ría con vivir
en ruptur a con los valores de la ideolog ía domin ante, al
menos en grupos disiden tes, para realiza r la revolu ción
cultura l desead a? Los hippie s así lo pensar on.
Al dejar sus comod idades burgue sas descub rieron la be-
lleza ele la vida sencilla, pese a las raciona lizacio nes indi-
cadas, y demos traron que la felicid ad no está en las cosas
sino en uno mismo. Hay en esto, desde luego, una buena
pun.:iú n de roman ticismo de clase; pero no olvidem os que
hay entre los pobres las misma s ambici ones que entre la
burgue sía. sólo que vividas en la frustra ción. Esto es fruto
del colonia lismo ideológ ico que los enajen a al propag ar
determ inado género de vida a través de la televis ión -pre-
sente hasta en los hogare s más misera bles-, la pul:>lici-
dad, las telenovelas, diversi ones, re-vistillas, etc. Compa -
rada con una casa pobre, una comun a hippie quizás tenga
menos cosas: conoce mos la gran cantid ad de chuche rías
corrien tes apiñad as sobre los mueble s de los hogare s
proleta rios, las horribl es estamp as de calend ario, los
mueble s inútile s compr ados a plazos, etc. . . F.n cambio ,
los hippie s confec cionan ellos mismo s su ropa, hacen sus
propio s mueble s, prescin den de cosas estorbo sas y saben
arregla r con gusto su pequeñ o cuarto .
La pobrez a, ademá s, es una catego ría que no siempr e
guarda relació n con la privaci ón de bienes materi ales.
Luis XV en Versalles era rico, a pesar de vivir con menos
comod idades que cualqu ier pequeñ o buTgués de nuestro s
días. Ser rico es tener porque los demás no tienen. Ser
rico es, además, vivir aislado , tras de rejas y murall as,
como en las casas del Pedreg al, en su coche para él solo, o
en las escuelas gueto para los hijos. En cambio , el pobre
es solidar io de los de su clase. Ser pobre es compa rtir.
Quizás en última instanc ia, lo que caracte riza al pohre
frente al burgué s es la falta de segurid ad. No tiene apoyo
61
para solucionar sus dificultades. Y ahora podemos perci-
bir que la seguridad no sólo abarca el campo de lo eco-
nómico, sino también lo espiritual. El tipo "fresa" vive
seguro en su andamiaje ideológico y en una visión de la
vida en el que todo tiene su explicación y sentido. Es el
burgués de lo espiritual. Frente a ellos están los buscado-
res, los aventureros del espíritu. Recordamos a Herman
Hesse; su Demián, juntamente con El lobo estepario y
Siddharta, resulta literatura obligada de la joven genera-
ción. Hesse se adelantó a su tiempo y presenta modelos
de buscadores espirituales. Como sus personajes, los xipi-
tccas ponen en crisis toda su forma de ver la vida. No
sólo han abandonado físicamente su hogar, sino que se
desconectan de toda la seguridad espiritual en la que
fueron educados.
Esto nos recuerda el concepto bíblico de pobreza. Tam-
bién aquí la pobreza no se reduce a lo económico, sino
que es una categoría espiritual. Se trata de una disposi-
ción interior que pone su confianza en Dios, 'y no en el
poderío material. Así, los llamados "anawin", "los pobres
de Yahvé" están en situación de búsqueda y salen a la
aridez del desierto en espera del Salvador. El desierto nos
simboliza el vado. Los "pobres del espíritu" se sienten
miserables. necesitados de socorro, en contraposición a la
riqueza espiritual de los fariseos, quienes viven satisfechos
en su religión oficial. También nosotros pudimos creer,
dentro de la institución eclesiástica, que la fe era un sol
esplendoroso que todo lo ilumina. Hoy nos damos cuenta
que más bien es un puntito luminoso que guía en la oscu-
ridad. La seguridad dogmatizadora es enemiga de la fe en
Cristo. También nosotros tenemos que seguir buscando que
el Señor nos muestre su rostro. Tenemos que descubrir
nuestra forma concreta de vivir el Evangelio, y éste no es
ningún libro de recetas de cocina. La Iglesia de hoy en
día rompe con estructuras multiseculares que · le servían
de apoyo, vuelve a la inseguridad (que es prerrequisito
para la conversión), deja el triunfalismo, y reconoce que
no sabe. Está en situación de búsqueda, preguntando a
todos los hermanos "si por ventura víeron a Aquél que
más quiere", en la noche oscura de nuestro tiempo actual.
Recordemos a los beatniks: "Queremos que Dios nos
muestre su rostro." Esta generación es de aventureros espi-

62
sino a
ritua les. No adm ira a Nap oleó n o a Ben ito Juárez.
seosos
Bud a, a Cris to, a Jung . Se les pued e criti car de fanta
esta
idealistas; pero no de insinceros. lnclu si ve tal vez
part e
mism a actit ud de búsq ueda espi ritua l expl ique en
otro
su cons umo de la drog a. Pero esto ya será obje to de
capí tulo .

65
CAPIT ULO IV: LA REVOL UCiúN
SICOD f.LICA

El movimie nto hippie nace y se configur a con el redes-


cubrimie nto de los alucinóg enos. Todo su fantasios o es-
plendor (en pósters, vestuario, música, etc ... ) ha sido,
de hecho, una buena publicid ad en favor de la droga.
Algunos bien intencion ados pensaban en serio que 1a ma•
yoría de la població n american a debería tener su experien -
cia sicodélica con vistas a la transform ación de dicha
sociedad enajenad a. Consecu entemen te, vino una verdade-
ra invasión de todo tipo de droga, hasta el punto que la
comisión de las Naciones Unidas, en su informe presen-
tado en el 22º periodo de sesiones, dio la voz de alarma
consider ándolo un problem a soda!. Algunas estadístic as
realizada s en países más desarroll ados dan cifras .exorbita n-
tes: en Canadá, el consumo de marihua na aumentó de
1968 a 1970 en un 273~), el de LSD en un 327% y el de los
opiáceos en un 215%. lJna encuesta realizada en los High
Schools del área de San Francisco , Cal., reveló que el
35% de los varones, y el 22.3% de las muchach as de la
alta clase media, fumaban marihua na. El número de
muertes por sobredosis de heroína en la ciudad de Nueva
York aumentó un 700% entre 1966 y 1969. El Comitee
on Problems of Drug Depende nce, de la National Academy
of Science, determin ó que la causa número uno de muertes
entre los jóvenes, en 1971, fueron los narcótico s, para la
misma ciudad de Nueva York.1
Todo esto pudo hacer pensar, al referirlo a nuestra pa-
tria, que nosotros teníamos este mismo problem a y sin
querer trasladat nos a nuestro suelo las dimensio nes y ca-
racterísti cas que poseía en otras partes. Carecem os de estu-
dios epidemio lógicos suficientes, difíciles por estar fuera
ele la ley el objeto de investiga ción; pero podemos darnos
una idea por los estudios efectuad os por el Dr. Velasco
Fernánde z.2 Concluye , con bastante certeza. que en l\1éxico
1
Gaceta Médica de México, Vol. 102, No. 5, mayo de 1972, pp.
893-397: "Características del problema de la farmacodependencia en
México."
• Analiza en el estudio arriba mencionado una mues1ta represen-

64
habíamos exagerado el problema: que la fármacodepen-
dencia tiene entre nosotros menores porporciones de lo
que se creyó a primera vista. Tal vez el consumo de
marihuana alcance, de todos modos, un buen 10~~, con-
tando entre esta cifra a algunos consumidores ocasionales,
que no deben ser considerados como dependientes.
No sólo las cantidades fueron menores en nuestra pa-
tria. También el tipo de droga es de menor peligrosidad.
En los Estados Unidos, el verdadero problema son las
drogas heroicas. Las tropas enviadas a Vietnam reciente-
mente tuvieron ocasión de obtener a un precio sumarnente
bajo heroína de muy buena calidad. Igualmente, el con-
texto fue diferente. Allá, por ejemplo, el LSD se volvió
mito por la propaganda de Timothy Leary.
Los hippies norteamericanos hicieron uso primordial
de drogas sintéticas. :tstas tienen otro inconveniente más
respecto de las naturales, y es que en 1a mayoría de los
casos son confeccionados por laboratorios clandestinos, por
estudiantes de pocos escrúpulos, y no se sabe con certeza la
cantidad empleada. 3 En cambio, nuestros xipitecas tuvie-
ron, en general, bastante recelo por todo tipo de droga
química, incluyendo las "pastas" (o sea, medicamentos de
venta legal), pues su filosofía fue netamente naturista.
Este primer grupo de consumidores, quienes posiblemente
deban ser considerados los más significativos de entre
los jóvenes drogadictos, se acercaron más al mundo mágico
o religioso de los huicholes, mazatecos o yakis, entre quie-
nes se encontraban los alucinógenos y cuya venta, hasta
hace poco, era considerada legal.

tativa entre el 1% de los alumnos de preparatoria, encuc5ta bajo


la dirección del Dr. Ramón de la Fuente; otra muestra aplicada
a una institución educativa, conducida por el Centro de Orienta-
ción Sicológica que dirige el Dr. Lafarga. }' otra muestra más apli-
cada en un distrito sanitario, 3 300 casos, por 1a Dirección de Salud
Mental, además de una encuesta aplicada en una fábrica por el
Instituto Nacional de Neurología.
3 En un muestreo realizado por los barrios de Haight-Ashbury.

San Francisco, de doce pastillas recogidas en venta callejera. supues•


tamente conteniendo 250 microgramos de ácido lisérgico cada una,
sólo una lo tenía realmente y en cantidad menor a la anunciada.
La mayoría estaba compuesta por STP o anfetaminas, lo cual resulta .
aún más perjudicial.
Testimonio de los Drs. Norman-Dishotsky, Loghman, Mogar ... en
Rev. Science. Vol. 172 No. 3, 982, pág. 431 s11.

65
Nuestros xipitecas, a semejanza de sus más auténticos
colegas --gabachos", acudieron a la droga por creerla de
provecho personal. Estaban seguros que consumiéndola au-
mentaba su conciencia, encontraban a su Dios, y no se
perjudicaban grandemente. Se acercaron a ella buscando
su liberación, antes de descubrir que estaban sometidos
a una nueva esclavitud. Junto a ellos podemos colocar a
algunos jóvenes estudiantes, quienes perseguían el vanguar-
dismo cultural de la nueva generación norteamericana:
su música, sus manifestaciones artísticas, sus nuevas ideas.
La droga era una nueva exploración sicológica del propio
subconsciente o del inconsciente colectivo. También ellos
buscaron en la droga algo positivo.
Pero hubo también otro tipo de consumidores más peli-
grosos: pandilleros y bohemios se abocan a la droga pre-
cipitándose en un fatal camino ltacia la degeneración. La
droga estropeó el idealismo hippie. Las "comunas" se con-
virtieron en asociaciones de adictos que vivían en la sucie-
dad, promiscuidad y pereza. La poliadicción, los· chantajes,
el tráfico, la prostitución. . . es el desenlace.

Pepe es un muchacho yucateco, que dejó la droga al des-


cubrir la Biblia. No tiene dinero, ni sitio donde dormir.
Me relata lo siguiente:
" ... Estos días me he ido a dormir con otros 'chavos' a
una casa abandonada. Pero no quiero estar allá, no me
gusta el ambiente. Todas las noches se ponen a respirar
'flexo'. Tengo miedo de que algún día nos caiga la 'tira' y
nos apañe a todanos. Anoche pasó algo muy 'grueso•:
Una 'chava' se puso bien loca, parece que con cemento.
Decía que tenía un mal espíritu y nos pedía que se lo
expulsáramos. Allá estaba un 'vato' que se cree medio pro-
feta, y se puso a exorcizarla. t l\'Iuy 'gruesa'! También es-
taba otra chava embarazada. Ella estaba como fuera de la
realidad,· y con los dedos se movía los labios balbuceando
sonidos: 'bub-bub-bub'. La chava 'endemoniada' comenzó
a gritar que el niño que llevaba la otra era el demonio.
Otro cuate egoísta gritaba: 'jijas de ..• ' No podíamos cal•
maria. Luego ella me miró y me dijo: 'Tú eres diferente.
ayúdame: Yo me encomendé a Jesús ... H
Los sitios predilectos de reunión de estos• muchachos
66
son los lugares bellos y apartados, donde la vigilancia
policiaca no sea muy rígida y donde se pueda conseguir
cerca algún tipo de droga. Desgraciadamente, después
de llegados los primeros exploradores, estos lugares son
invadidos por quienes buscan sólo el "destrampe". Refe.
riré una conversación. captada en Cipolite:
" ... Lo tuvimos que abandonar. Pero luego volvíamos
a él pues nos daba miedo dejarlo solo. También nos daba
miedo estar con él, temíamos que nos echara bronca, o
algo parecido. También -agarra la onda- le venían a de•
cir: 'Mira, éstos son los hongos' y él 'presta• y agarra a
puños. Luego venía otro vato: 'mira aquí hay hongos',
más y más. ¡Sabe qué tanto se metió! Se ponía a gritar:
'Soy el diablo', y se metía con todo el mundo. Agarró un
pedo que no lo soltaba. Se empinaba las cervezas sostc•
niéndolas con sólo la boca, y cuando se vaciaban, las estre.
Haba contra cualquier cosa ... "
También en Cipolite, un 'gabacho' que quería ayunar
40 días como Cristo, 'viajando' todo el tiempo en ácido,
se puso loco. En la playa agarró un perro, y lo descuar-
tizaba con sus propias manos. El perro chillaba y le mor•
día las manos. Se había reunido bastante gente, pero na-
die se atrevía a hacer nada, hasta que llegó la policía.
Otros muchachos descubrieron la droga en forma acci•
dental, y se aficionaron a ella por razones diríamos "esté•
ticas", deslumbrados por el mundo fantaseoso que les abría.
Es el espíritu mistérico del que se enamoró Gustavo, un
muchachito de clase media, quien nos relata su caso:
"Ya desde chico me gustaban los olores. Me gustaba oler
gasolina, etc. . . Yo pintaba, y un día descubrí que oliendo
tíner se modificaba mi percepción. Descubrí que era buen
'viaje'. No sabía que otros lo hadan así. Humedecía mi pa•
ñ uelo, y me ponía a oler. Mi madre comenzaba a darse
cuenta y decía que no pasase tanto tiempo pintando. Des•
cubrí que el efecto era mayor estando a oscuras, y me
metía debajo de las cobijas. Una vez me puse muy ner-
vioso, ya no podía tapar el frasco, y no me animaba a
quitarme las cobijas por temor a ser descubierto. Mi cora•
1.ón latía con violencia, ya que había aspirado demasiado.
Tenía miedo, cuando entonces, una mano surgió de la
oscuridad y tocó mi corazón. tste se calmó de repente.
Pensé que había sido Dios".
67
"Había descubierto que concentrando la atención se ob:-
tenían mejores visiones. En cierta ocasión, me concentré
para visualizar una pantalla, que no tardó en aparecer.
En ella surgieron figuras góticas, y una puerta, de la cua1
salia una lengüita metálica. Yo pensaba que había descu-
bierto una puerta hacia lo desconocido. Se abrió un fonÓ•
grafo, de esos antiguos, con manivela. Yo me metía dentro
de la trompa como deslizando mi cuerpo. De pronto, como
un remolino azul, me llevaba violentamente. En el reino-
lino se formaban ojos y labios de mujer, que me miraban,
y me gritaban, una vocinglería... Visualicé una mari•
posa gigante. Tenía como cuernitos y una larga cola que
se perdía. En la parte correspondiente a las alas, dos puntos
luminosos. La mariposa gigante se ponía ante mis ojos,
moviéndose un poco hacia los lados, como pases hipnó•
ticos. Apareció una línea de figuritas algo extrañas. Yo
estaba desnudo, acostado en un sarcófago egipcio. De re-
pente, me cubrieron con una malla verde. Apareció esta
neblina azul, de color muy vivo. Yo olía muy ·penetrante
esta neblina, y una vocinglería, risas, gritos de 111uchedum-
bre ... Y descubrí una multitud de negros pelones, medio
rojizos, que adoraban un ídolo gigantesco de ojos mongo•
loides, puesto sobre un pedestal. Yo me rebelaba a adorar
a ese dios falso. Entonces lo· desafié: 'Si eres el verdadero
Dios, te quiero ver cara a c.:ara', y me encontré ante su
enorme carota."
Las alucinaciones son proyecciones de nuestro subcons-
ciente y por tanto susceptibles de ser interpretadas simbó·
licamente, como sucede con los sueños. Buscar el propio
yo ha sido la motivación por la que un corto número de
muchachos acudieron también a las drogas. He aquí un
ejemplo de ello:
"A los pocos minutos de haber .to111ado los hongos, cerré
los ojos contra el sol, y visualicé figuras geométricas móvi-
les y brillantes, principalmente de co]or naranja. Parecían
danzar. Un foco luminoso en el centro. Aparecieron dos
columnas dóricas, con sendas enredaderas melálicas, como
oro, que las rodeaban en espiral. Sentía una presencia,
y las columnas se volvieron gigantescas piernas de mujer.
Yo estaba en medio. lvle volví hacia arriba, para visualizar
la vagina, y entonces, giré mi cuerpo hacia abajo, impul-
sándome para penetrar dentro de ella. Impulsaba física•
68
mente mi cuerpo, como una penetración sexual, al tiem-
po que cubría mis ojos con la almohada y, habiendo oscu-
reciclo, las alucinaciones cambiaron, inclusive de color.
Ahora era una gruta bajo tierra. Color azul y verde. Una
especie de 'n1ina, en la que trabajaban hombres de pelo
largo y torso desnudo y sudoroso. En las paredes había
raíces que me recordaron a colas de largartijas y a serpien-
tes. La serpiente -pensaba- es un animal mítico por
vivir bajo tierra. Yo sabía que el simbolismo d-e estas alu-
cinaciones era que estaba en el seno de la gran l\tladre
Naturaleza. De la tierra nacemo!i'., y a la tierra habremos de
volver. Entonces quise nacer, y abrí los ojos. Estaba en
la playa, junto al mar. El espectáculo que apareció ante
mí fue magnífico: reflejos plateados del sol sobre el
mar. El viento soplaba en verdadera sinfonía. Las olas
chocaban contra las rocas bajo los ardientes rayos so-
lares. 'Los cuatro elementos en pugna', pensé. Todo for-
maba una perfecta unidad. 1.V{e sentía unido al Todo, al
haberme engendrado la Gran tv'Iadre y nacer de nuevo ... "
Aquí hay material sicoanalítico (volver al seno de la
madre, volver a nacer); pero llama también la atención
la típica experiencia sicodélica: el sentir el mundo como
un todo, la contemplacié>n del ser en su totalidad, tal
como ha sido analizada por Aldous Huxley o Timothy
Leary. Sin ánimo de hacer antología, he expuesto algunos
casos en los que se ven diversas actitudes hacia la droga. 4
Con esto ya tocamos las motivaciones que pueden explicar
el por qué de su consumo.
¿Por qué en determinado momento de nuestra historia
los jóvenes de las clases superiores comenzaron a hacer
uso de los alucinógenos? ¿Habrá sido tan sólo una manipu-
lación de intereses ocultos? ¿O existirá alguna relación en-
tre este fenómeno y la actual situación sociocultural? En
la segunda parte de este libro plantearé cómo la droga-
dicción juvenil es síntoma y efecto de las enfermedades,
del "sistema" y al mismo tiempo, factor de cambio cul-
tural. Por ahora nos quedaremos más en la superficie; es
decir, estudiaremos las causas a escala individual.
Si preguntamos a un muchacho por qué fumó el pri-
mer cigarrillo de marihuana, probablemente nos respon-
' Puede leerse toda una antología de alucinaciones con LSD en el
libro de Master,Huston: "LSD o la Experiencia Sicodélica.''

69
derá que fue por curiosidad. Este tipo de droga es algo
nuevo, reservado a una minoría. Hay en el hombre un
deseo profundo y laudable de exploración. La droga po-
drá convertir al chico en un aventurero, en un Magallanes
de la interioridad. Por otra parte, estaba la publicidad. Los
Beatles terminaban cantando en I'm the Walrus: "Every-
body smokes pot"; hay varias alusiones en Sargcrit
Pepper, en cuya portada aparece inclusive una plantita
de marihuana. Esto es sólo un ejemplo de lo que podemos
ver en los pósters y prensa "underground." Había con-
ciencia que relacionaba la droga al vanguardismo cultu-
ral y a cambios sociales. Quienes se oponían a ello, eran
los "fresa'', es decir, los representantes de los valores ca-
ducos. Quienes la fumaban, en cambio, eran los que "esta-
ban en la onda", es decir, quienes percibían la realidad
de determinada manera, que eran moralmente más libera-
les, políticamente contestatarios, amantes de la paz y del
amor, y que conocían secretos de sensualidad. ,La droga
se relaciona a toda una orquesta de los sentidos: luces y
colores. música, olor a incienso, almohadas y cierta liber-
tad sexual. La publicidad mitificó estas drogas y sobreva-
loró sus efectos. Cierto que el precio podía parecer dema-
siado a los principiantes, pero se tranquilizaron al denunciar
el alarmismo seudocientífico de algunos médicos, quienes
pretendían ingenuamente asustar para impedir el consu-
mo. Frente a ellos estaban también los testimonios de
otros médicos, aparentemente mejor informados, que de-
cían que no había daños comprobados por el consumo
de marihuana, y que era más peligroso el alcohol o el
mismo tabaco.
El muchacho, pues, ha roto el tabú y comienza a expe-
rimentar por sí mismo. Ahora descubre los delicados mati-
ces escondidos en una simple nube, o la sinfonía que hay
detrás de una melodía cualquiera. Siente aumentar su
"feeling" en la música que realiza. y la inspiración en su
pintura, aunque es probable que se desilusione cuando pase
el efecto, tal vez comience a adentrarse en consideraciones
sobre la propia persona, por más que la objetividad del
juicio y el sentido crítico se vean afectados por intromi-
siones de la fantasía. Percibe con mayor claridad la~ enaje-
naciones del medio que le rodea, y se va aficionando por
razones, diríamos, filosóficas. Cree, sinceramente, que la

70
droga Je proporciona cierta utilidad.
No sólo los muchachos han pensado que la droga puede
dar beneficios reales. Algunos científicos creen también
que se puede usar productivamente. Por ejemplo, James
R. Parsons, célebre sociólogo de la Universidad de Califor-
nia, sustentó hace poco una importante conferencia ante
la Asociación Histórica Americana, en la que defendía
que este tipo de drogas, utilizadas por hombres responsa-
bles y de firme mentalidad, podrían ser una ayuda para
estudiar el pasado histórico. A manera de ejemplos propo-
nía entender la China primitiva, por su gusto por el
platillo exótico de patas de oso, o entender el imperio
mongol del siglo XIII por la conciencia de colmena de
las abejas.
Aldous Huxley es también partidario de la posibilidad
de usos positivos para este tipo de drogas. En Las puertas
de la percepción analiza su viaje con mezcalina como con-
tribución a la epistemología. En la sociedad ideal de "La
isla", se suministraban hongos alucinógenos para el me-
jor equilibrio síquico y religioso, aunque en el supercivili-
zado "Mundo feliz .. , la droga -el soma-, cumplía una
función enajenante.
Timothy Leary, antes de desacreditarse científicamente,
fue apologista del LSD para provocar experiencias mís-
ticas y mejorar así la sicología mediocre del norteameri-
cano de hoy. Y en México también tuvimos a nuestro
Dr. Salvador Roquet, quien mantiene intercambios con
el Dr. Albert Hoffman -descubridor del LSD- para estu-
diar posibles aplicaciones siquiátricas y terapéuticas de
estas drogas.
En fin, tal vez pudiese ser que la hun1anidad encuentre
posibles usos provechosos de estas substancias. De momento
no hay nada seguro. De todos modos, vemos que ha habido
casos en que se las ha buscado con fines experimentales,
obteniendo, a veces, algunos beneficios.
í.sa no es, desde luego, la postura de la 1nayoría de los
muchachos. f\.Iuchos la consumen simplemente porque les
gusta, por moda, por presiones ambientales" por aventure•
rismo o por snobs. l\.fás interesantes serán los móviles no
conscientes que influyen en la habituación.
Ya hicimos referencia anteriormente a la actitud parri•
cida de quienes se drogan para castigar a sus padres en
71
lo que u1ás les duele. Ésta es la venganza ante su iucom-
presión.5 Un buen número de consumidores, ante la im-
posibilidad de entablar una comunicación auténtica con
sus padres, o hacer frente a sus problemas, lo hacen en
una actitud escapista. Ha sido observada con frecuencia
la correlación entre la fármacodependencia y la desinte-
gración familiar. 6 La droga es aprovechada para chanta-
jear emotivamente a los padres llamándoles así Ja atención
y siendo de este modo objeto de sus preocupaciones.
Feigel H. C. 7 encuentra además del conflicto genera-
cional, actitudes masoquistas y de tendencia a la muerte.
Yo recuerdo la frase de un muchacho: "l\fo vov; a Huautla
a comer el bonche de hongos, para que truene de una
vez y me quede forever." Un fatalismo, fruto de senti-
mientos <le culpa, unido a deseos de probar sensaciones
intensas y tendencias suicidas. Es sabido de varios casos
de suicidio llevados a cabo en medio de "viajes" con LSD.
La muerte es la experiencia subjetiva más intensa y fas•
cinante, por tanto es tentación para los aventureros de la
subjetividad. Adem{1s, desde Jimmy Hendrix, Janis Joplin
y .Jim ~-lorrison, la muerte por droga se ha mitificado.
En ::.v.t:éxico, el Dr. Césarman se hace cargo de aquellos
que llegaron a la droga para sentirse integrados a un
grupo, en momentos en que nuestros valores culturales
tradicionales parecen desbaratarse, ocasionando un brutal
problema de identidad entre los jóvenes, ya que los va10-
1·es culturales tradicionales parecen desbaratarse ocasio-
nando un brutal problema de identidad en los jóvenes,
ya que los valores de los p:1drcs no son válidos, el ch.ico
intentará afirmar su personalidad con sus compañeros. Al
estar prohibidas las drogas, realiza un acto de autoa[irma-
ción, a la vez que de rebeldía, contra la autoridad que
las prohibe.
El sentirse parte de un grupo coherente, unido, ante per-
seguidores comunes. con valores propios, da un sentido
de estabilidad no encontrado en el hogar. Feigcl cree que
en estos muchachos, la marihuana no pasa de ser un

~ En diciembre de 1969, Héctor A:r.ar escribió en el suplemento


Cultural de El Heraldo un artkulo sobre esto.
6
Campillo-La liuentc. Art. cit., Gaceta Medica de Mt;xico, Vol.
103, No. 5, mayo 1972, pp. 389-390, cuadro 5. ..
~ "Tecnager Drug Abuse". Clin. Pediatr. 8: 123, 1969.

72
capricho pasajero, aunque con posibles consecuencias.
En otros más, la marihuana o este tipo de droga ha
entrado a la propia sicología, ya problemática, y encuen-
tra en ella la forma de solucionar aparentem.ente las ten-
dencias neuróticas. Se cae así en la dependencia síquica,
creyendo encontrar ayuda en la droga. Concluyendo, mu-
chos jóvenes al consumir la droga creyeron obtener algún
beneficio. En muchos casos hay que darles la razón y
reconocer que así ha sido. Pero, ¿a qué precio?
Tal vez sea necesario reseñar lo que conocemos actual-
mente sobre los daños producidos ·por las drogas más
comunes dentro de la "onda" en l\léxico.

Al descubrir la marihuana, los muchachos percibieron


que existía un desconocimiento casi total entre los adul-
tos. Prejuicios en que no la distinguían respecto de la
heroína en su peligrosidad y creencias <le que conducía
al crimen o a la locura. Inclusive entre quienes se supo-
nía n1ejor información cundió el alarmismo seudocientí-
fico. Para ilustrar ]o dicho, baste citar las declaraciones
del Dr. José Pisanty, jefe del departamento de fisiología
de la Facultad de l\,ledicina de la Universidad de Nuevo
León:
" ... Los daños se presentan desde el· primer cigarrillo
de n1arihuana que consume un joven, aunque posterior-
mente logre abandonar su consumo y no sienta un efecto
aparente. Independientemente de otros efectos nocivos cau-
sados por fumar la droga, como son las inclinaciones
delictivas, la marihuana afecta las células nerviosas y el
cerebro, y estos efectos son tanto o más difíciles de curar
como los causados por la heroína y morfina". (El Heraldo
de 1lJéxico, 15 de febrero de 1972.)
Declaraciones de este estilo producen exactamente el
efecto contrario al deseado: desprestigian a la ciencia mé~
dica. El conocimiento que en Occidente se ha tenido acerca
de la m;:irihuana ha atravesado diversas etapas. En primer
lugar su descubrimiento tuvo valor más bien folklórico,
de exóticas costumbres orientales. 1\'.Iarco Polo habla de
la terrorífica secta de los "hassassins", a quienes el "has~
hish"' era suministrado por el "viejo de la montaña",
Hasan-I~Sabbah, para inmolar a los sujetos que no eran

73
de su agrado. Tal vez desde entonces, derivadas de los
'•hassassins", vino la palabra ..asesino·', y se vinculó la
planta a tendencias criminales.
A mediados del siglo x1x, un grupo de literatos bohe-
mios la descubrió en Europa, cuando era sustancia legal
encontrada en las farmacias. Se formó el famoso club de
los hashishins, que se reunía en el Barrio Latino de París.
De este club salieron escritos literarios de gran valor,
como el célebre libro de Baudelaire, Los paraísos artifi-
ciales, o las descripciones de Teófilo Gauthier. Estos autores
sacrifican en aras de sus pintorescas narraciones literarias
no poco de objetividad científica, exagerando sus efectos
o dramatizando sus daños; sin embargo, sus conclusiones
merecen ser tenidas en cuenta aun hoy.
Unos años más tarde volvió a surgir la inquietud, esta
vez desde el punto de vista farmacológico. Mencionaremos
especialmente a Pascual Brotteaux y Shneider. Por último,
la atención derivó hacia sus efectos sociales. En .los Estados
Unidos, la yerba, consumida por negros y marginados
urbanos, gozaba de bastante mala fama, y se tenía la idea
de que conducía al crimen. 8 Sin embargo, había discre-
pancias, y no faltaban quienes defendían su uso legal. La
atención derivó entonces hacia Egipto o la India, lugares
donde esta droga es legal. Existían estudios como el de
Carlson, o un informe de la Oficina Central sobre narco-
traficantes en Egipto, muy exagerado; pero en la actuali-
dad hay pocos que estén de acuerdo con ellos. Fue enton-
ces cuando se realizó una importante investigación encar-
gada por el célebre alcalde de Nueva York, Fiorello La
Guardia, a la Academia de Medicina de Nueva York. En
1944, la comisión publicó el informe. Sus resultados, orien-
tados hacia su uso social, concluían que esa droga no
conduce directamente al deterioro mental o físico, no pro-
duce adicción, ni se registraron muertes atribuibles direc-
tamente a su uso, ni conduce a una conducta delictiva.
Este informe, pese a su seriedad, ocasionó enconados ata•
ques y pronto fue relegado al olvido. Nadie se volvió a
ocupar de esta droga sino hasta la década de los sesenta
en la que vuelve a llamar la atención. Ahora la burguesía
8
Robert S. de Ropp. Las drogas y la mente, Comwiñfa Editorial
Continental, México. 1960, pp. 59-97.

74
se alarma más, puesto que ya no se trata de los negros
de los barrios bajos, a quienes a lo más hay que temer
su peligrosidad, sino que ahora son sus propios hijos.
Los jóvenes la consumen más y más. Ahora ellos tienen
también una palabra que decir, a pesar de que no se les
quiera tomar en cuenta.
Paralelamente al aumento epidemiológico, creció tam-
bién la investigación seria. Ahora los libros sobre el tema
son tan abundantes que ya casi ni los mismos especialistas
pueden mantenerse al corriente. La prestigiada revista
Science publicó en 1971 un estudio titulado: "l\{arihuana.
Tres años después" .9 En este tiempo se ha logrado aislar
el sintético trans-tetra-hydrocannabino (THC), con lo cual
se ha logrado una cuantificación más precisa de la droga,
importante para efectos farmacológicos. Además, se estu-
diaron los efectos fisiológicos, los cambios perceptivos y
síquicos, se usaron diversos tipos de tests sicométricos y bio-
químicos y, por último, se compararon estos resultados con
diversos homólogos de THC y con las descripciones de suje-
tos de la calle. Podemos decir que será muy poco lo que
quede por estudiar. Tal vez falte aún una comprobación
más exacta de los efectos que el consumo habitual produce
a largo plazo en los adictos. Se van encontrando algunos
testimonios recientes que parecen confirn1ar que el uso
prolongado de esta droga produce lesiones cerebrales. El
estudio concluye a propósito de ]os efectos sicológicos en-
tre habituados:
" ... Lo que es más perturbador son los reportes de efec-
tos sutiles en la personalidad asociados con el uso prolon-
gado de la droga: disminución del deseo de trabajo, pér-
dida de motivación, pérdida de las funciones intelectuales
.y de juicio. Se puede argüir que individuos con tales
manifestaciones pudieron desenvolverlas sin el uso de la
droga; pero la evidencia ostensible no sigue a esta aserción.
En vista de que muchos usuarios de esta droga se reclutan
entre segmentos de nuestra juventud más favorecidos con

• Leo E. Hollister, 2 de abril de 1972. Vol. 172 pp. 21-28. Tres


. entidades diferentes realizaron este tipo de investigaciones en los
Estados Unidos: Los Veteranos de Administración de Hospitales de
Palo Alto; el Centro de Investigaciones sobre Adicción de Estados
Unidos, y el servido de Hospital de Salud Pública de Lexington,
Kentuck.y.
75
la inteligencia y oportunidades, la pérdida futura de un
gran número de ellos para la sociedad productiva puede
ser una consecuencia social considerable."
A conclusiones similares han llegado en 1\'Iéxico los doc-
tores Ramón de La Fuente y Campillo Serrano en su estu-
<lio ya aludido anteriormente. Después de estudiar 33
casos, observan en 12 de ellos cambios <le personalidad
caracterizados por apatía de interés en el estudio y en el
logro de objetivos a largo plazo; abandono personal y apa-
gamiento de la afectividad y del impulso a la comunica-
ción, todo esto relacionado al uso prolongado de mari-
huana. Los doctores concluyen:
"Si bien la marihuana, usada en dosis bajas, es una
droga euforizante y tranquilizante de efectos moderados,
sus potencialidades patogénicas no son, a la luz de nuestra
experiencia, desdeñables. Es m_uy posible que la mayor
parte de los jóvenes usuarios no sufran, por serlo, conse-
cuencias graves, pero nos inclinamos a pensar que la
marihuana, a diferencia de lo que opinan sus campeones,
es además un agente productor de sicosis tóxicas benignas,
capaz de inducir en algunos de sus usuarios crónicos cam-
bios persistentes en la personalidad, en direccicln a la
pa~ividad y el autismo."
Se escucha con frecuencia que el uso <le la marihuana
es puerta para drogas más fuertes. 10 Sín embargo, recien-
temente, el Comité Nacional contra el Uso de la 1\tfari-
huana y Abuso de Estupefacientes de los Estados Unidos
declaró que esta droga ni conduce a la comisión de delitos,
ni es paso hacia drogas más fuertes. 11 Aunque especial-
mente en los centros urbanos del norte de Estados Unidos
se ha observado que el u~o de opiáceos se relaciona a un
uso anterior de marihuana, sin embargo, éstos forman úni-
camente un pequeño porcentaje entre los consumidores
de marihuana, cuya mayor parte no siguió esta progresión.
Queda en claro, no obstante, que el uso de cualquier droga
aumenta la posibilidad de uso de otras más.

10
En el folleto publicado por Centro de Rehabilitación Juvenil,
leemos lo siguiente: " ... Hay que comidernr (a la marihuana) con
mucho la más peligrosa de (las drogas) conocida, por constituir
la puerta que se abre hada otras de mayor importancia:'.
n Excélsior, 14 de febrero ele 1972.

76
Se dice que el LSD afecta a los genes hei-editarios. Los
doctores Pinkney y Habenich, de la sociedad Internacio-
nal de Temperancia, en su estancia en l'viéxico, hicieron
a la prensa esta alarmista declaración: "Todo aquel que
haya hecho un 'víaje' -en la alfon1bra mágica del LSD-
a la dimensión flotante, jamás tendrá hijos normales."
Como he dicho, tales experiencias en bocas de científi-
cos, además de ser inexactas, abaten a quien tiene el
problema y, por ese fatalismo masoquista, hará uso mayor
<le la droga. El vulgo puede dar respuestas categóricas a
los problemas; pero la verdadera ciencia debe contentarse
muchas veces con dar sólo porcentajes.
Así, recientemente, los Drs. NoTma, Dishotsky, Laogh-
man y Mogar condujeron una investigación para investigar
los posibles daños genéticos del LSD. 12 Hicieron varios
experimentos con animales cuyo ciclo reproductivo fuese
suficientemente corto para observarlo. Se observaron mu-
taciones o rupturas cromosómicas en ratones, moscas, leu-
cocitos de sangre, y en un 23.4-% de consumidores. Conclu-
yeron que el LSD puro (no de venta callejera), en canti-
dades moderadas, no produce un daño perceptible. Es un
mutógeno débil, efectivo sólo en al tas dosis.
Aparte de los daños genéticos, es opinión común entre
Jos médicos, que el ácido lisérgico y alucinógenos similares
pueden ocasionar trastornos sicóticos: Jos llamados "malos
via_jes", en algunos casos, cuando ya preexistían disposi-
ciones malignas. A veces un solo viaje fue suficiente para
desatar la perturbación; otras, se presentan en forma ines-
perada después de cierto número de ellos.
Los inhalantes o volátiles, tales como el tíner o cemento
flexo, que según el Tribunal para Jvienores, ocupa ya la
mayor parte de ]os casos que allí acuden por abuso de
droga, producen -según criterio común- lesiones orgánicas
o deterioro de neuronas, es decir, daños irreparables. En
cuanto a las anfetaminas y barbitúricos, conocidos vulgar-
mente como Hpastas", incluyendo los "diablitos'', aparte de
sicosis esquizofreniformes comunes a otras drogas; produce
hiperactividad física o mental, ideas de grandiosidad, y mo-

1.a Science, Vol. 172, No. 3982, pp. 431-1971.

77
dificaciones en la personalidad como hostilidad, suspicacia
o antagonismo.
A propósito de las conclusiones expuestas como modifi-
caciones a la personalidad se me ocurre preguntar: ¿hasta
qué punto tales modificaciones son causadas exclusiva-
mente por la droga o hasta dónde no influye la suges-
tión ambiental? ¿Hasta qué punto la desadaptación a los
valores imperantes es síntoma de trastorno síquico o más
bien de salud en medio de una sociedad enferma? Cam-
pillo-La 1'~uente, por ejemplo, a propósito de los daños
del LSD, aluden como rasgos patológicos congénitos a la
ingestión de la droga. factores tales como '"repudio de los
valores convencionales, pérdida de interés en el logro de
metas lucrativas, ideas seudomfsticas, tendencias regresivas
a la vida nómada y naturista" ... es decir, cambio de valo-
res culturales correspondiente al mito xipiteca. Por cierto,
no nos extraña que en la terapia para "rehabilitar" al
chico supuestamente enfermo influyan patrones_ culturales
y tendencias políticas de los médicos encargados. lgual-
mente, en vez de "perseguir la droga" (supuesto que esta
forma sea la adecuada para tratar un problema tan com•
piejo), se reprime la cultura juvenil y sus manifestaciones
como el rock, el pelo largo o el caló de las revistas ju-
veniles.
Citamos un párrafo del folleto publicado por el Centro
de Trabajo Juvenil, que patrocinan las Damas Publicistas:
"Se han señalado los múltiples factores que proponen a
las reformas del status social, jurídico y económico, cuyo
instrumento predilecto -las víctimas precisamente de los
teóricos de los movimientos radicales y la economía del
crimen- son los núcleos juveniles. . . Se pretende ampliar
el número de esas víctimas y la maniobra empezó en nues-
tro país hace algunos afios. Se ataca y altera el núcleo
familiar, y se culpa a los padres, a los métodos de enseñanza,
a los maestros, etc ... , con lo que se facilita la ruptura
con los antiguos controles morales y los patrones socio•
culturales establecidos. Por ello, desgraciadamente. se pro•
mueven el alcoholismo, el uso de drogas, la pornografía y
la promiscuidad sexual. Se propagan también determina•
das ideas o seudofilosofías que pretenden la revolución
ideológica, inclusive en los altos niveles intelectuales (uni-
versitarios y eclesiásticos, por ejemplo), con ta tesis de

78
que hay que destruir los sistemas vigentes o integrar un
nuevo tipo de organización humana, a pretexto de los
errores cometidos por la generación adulta."
Son los celosos defensores del "orden" establecido preo-
cupados por estos disidentes, "desadaptados sociales", a
quienes tratan de "rehabilitar" por los daños infligidos
por la droga, reduciéndolos al sistema de valores vigente.
Ellos ven en la droga una conspiración izquierdista para
desviar a la juventud; mientras que los izquierdistas creen
en una maniobra de la derecha. A veces se piensa enton-
ces, en las increíbles intrigas de la mafia, con el "Padri-
no" y demás. Por lo tanto, diré algo sobre el tráfico y la
contraofensiva policiaca.
Si usted viajara, por ejemplo, a Egipto o algún otro
país árabe y se encontrara a un cortés anfitrión, probable-
mente le invite a su fumadero particular a darse un "to-
que" de hashish, y se mostrará escandalizado de que en
Occidente el alcohol se anuncie inclusive por TV. Mahoma
prohibió el alcohol, pero no dijo nada acerca del opio.
Como se ve, el problema de la droga no debe ser tratado
exclusivamente desde el ángulo legal. por más que éste
también sea necesario. Recordemos el tiempo en que el
alcohol estaba prohibido en Norteamérica, cuando la lla-
mada "ley seca", que precisamente coincidió con el tiempo
del gangsterismo. Ahora nuevamente se ventila la cues-
tión de la legalidad a propósito de la marihuana.
Se dice que cuando una ley se quebranta por un buen
número de la población en forma habitual, resulta inope-
rante y prácticamente deja de regir dado que no puede
ya controlarse su cumplimiento. Desde luego que habría
que ver a qué tipo de leyes se refiere.
En la actualidad, es más fácil conseguir un "toque" que
un taxi. Los boleritos de la Merced dan a sus clientes
boleadas de $ 50, y los muchachos de ciertas preparato•
rias compran tortas "especiales" de $ 30, en las que se
incluye la "mercancía". En algunos sectores de la joven
burguesía el consumo de marihuana se ve normal. Las fa-
mosas operaciones antidrogas de la frontera han sido hu- ,
millantes para México, y la organización del crimen recurre
a medidas cada vez más ingeniosas para burlar la vigilancia
policiaca. Por ello es perferible la educación juvenil que
las medidas coercitivas, las cuales muchas veces se prestan
79
a chantajes de agentes corruptos, o son pretexto para la
represión de eventos culturales. Una larga temporada de
cárcel para un consumidor ocasional produce más nial
que bien.
.Este problema se aplica inclusive respecto de la heroína.
Se calcula que en Estados Unidos habrá unos 6 millones
de adictos a esta terrible droga. La heroína llega a Estados
Unidos por <los procedencias distintas, con sus respectivas
rutas. La primera tiene su punto <le origen en Turquía,
donde el cultivo del opio es legal para fines médicos. De
allí el tráfico clandestino va a Europa, donde se refina y
convierte en heroína, paTa ser introducida a los Estados
Unidos por varias rutas. Recientemente ha sido América
del Sur la preferida por los traficantes organizados a escala
mundial. La segunda vía parte del llamado "Triángulo de
Oro", lugar donde se juntan las fronteras de Birmania,
Laos y Tailandia. Esta ruta sigu~ hacia los Estados Unidos
por vía de Bangkok, Saigón, las Filipinas y Hong-Kong.13
La absurda guerra de Vietnam, aparte de lo.s d~sequilibrios
económicos y políticos que trajo para Norteamérica, im-
plicó un considerable aumento de la drogadicción. El 30
por ciento de los combatientes norteamericanos resultaron
adictos a la heroína, y la guerra misma facilitó la opera-
ción de tráfico. Parece ser que las organizaciones políticas
del mis1nísimo presidente de Vietnam de Sur, Nguyen van
Thieu, del expresidente Nguyen Cao Ky y del primer
ministro Tran van Khiem lo favorecen. 14 La revista Ram-
parts, llega a implicar en el tráfico a personas allegadas
al presidente N ixon, o que le ayudaron a llegar a la
presidencia.
Es apasionante la criminología de la droga, y no extraña,
dadas las pingües ganancias que de ella se obtiene. No
es de extrañarse que se llegue a la misma corrupción de
los funcionarios. La lucha aumenta, los controles se ha-
13
Interesante reportaje a Myles J. Ambrose. Director de Aduanas
de Estados Unidos, en Excelsior, 18 de febrero de 1972. "El presidente
Nixon -dice el articulista- solicitó al congreso 155 millones de
dólares para la campaf'i.a antidroga en 1971." Para el tráfico de heroí-
na. en Sudamérica, el reportaje de Nathan Adams, aparecido en
Selecciones del Readers Digest, junio 1973.
u Declaraciones de Alfred '\\r, McCoy, inYestigador de la Universi-
dad de Yak, quien pasó 18 meses en el lugu. Excélsior, 3 de junio
de 1972. •

80
cen más fuertes y posiblemente el tráfico se logre dis-
minuir.
Algo semejante puede aparecer respecto a la marihuana.
No nos llama la atención saber que hay corrupción entre
los agentes y funcionarios de l\'1éxico, en noticias que de
vez en cuando se logran filtrar en nuestros periódicos:
Lewis Walt, ex comandante de la Marina de los Estados
Unidos en Vietnam del Sur, reveló ante el Congreso que
1
' existe una amplia corrupción y complicidad con los tra-

ficantes en los niveles oficiales inferiores mexicanos" _us


Se ha dado el ca~o que agentes de la policía judicial fede-
ral protejan a los narcotraficantes, como sucedió en Puerto
Vallarta. 16 Se queman unos campos, y se protegen otros.
Probablemente no existan en nuestra patria grandes con-
sorcios clandestinos estilo "Cosa Nostra", pero sí es verdad
que mientras los grandes traficantes y sembradores quedan
impunes, se castiga a pequeños revendedores usuarios.17
Ya he dicho varias veces, que se recurre a la represión
de la cultura "ondera" con pretexto de la droga. La prensa
sensacionalista se presta al juego, alarmando a la opinión
pública y fomentando recelo hacia el pelo largo en gene-
ral.16 El problema de la drogadicción debe ser tratado
más como una enfermedad social que como cuestión cri-
minológica, y se debe ayudar al muchacho, sin patcrnalis•
mos, a realizar maduramente los valores en los que él cree,
haciendo que renazca su confianza. Es laudable la labor de
la dependencia de SaJud l\1ental de la Secretaría de Salu-
bridad y Asistencia. Según el ínforme de 1972. se atendieron
en dicho año 87 000 consultas médicas en diversos hos•
pitales; 23 000 tratamientos y se han hecho encuestas e
investigaciones.
11
Excélsior, 14 de septiembre de 1972.
11
Excélsior, 8 de febrero de 1972.
ir Durante el periodo de la actual administración del presidente
Echeverría, hasta septiembre de · 1972, se llevaban arrestadas 2 700
personas, según datos del Sr. Walt arriba citado.
18
Para citar un caso, leímos en el titular mayor de La Prensa, el
II de noviembre de 1971: "Transmiten los· hippies una hepatitis
mortal". Se trataba de un CongTeso de Gastroentcrología, en el que
se afirmó: " ... la transmisión de enfermedades por el uso indiscri•
minado de jeringas hipodérmicas, al inyectarse heroína por vía
venosa, y por la promiscuidad sexual en que vi ven ••. ". Algo fuera
de lugar en México, pero que pt'edispone a la gente contra ellos.

81
l\fás importante es la labor preventiva. Que se dé infor.
mación objetiva a los muchachos, sin alarmismos ni exa-
geraciones, y dejar que ellos tomen sus propias decisiones.
Ya no es posible controlar desde fuera, y lo prohibido a
veces ejerce más fascinación o favorece la represión en
otros aspectos culturales. Por estas razones no faltan quie-
nes opinen que se debería legalizar la marihuana.
Desde luego que dicha legalización no sería una venta
libre o incontrolada. Se trata de substancias peligrosas
que requieren regularización. También el alcohol es una
de estas drogas, y sería de desear que se contro1íue más
su venta y publicidad'. Tal vez los efectos sociales del
alcohol fuesen inclusive peores que los de la marihuana,
puesto que produce agresividad.19 Inclusive el tabaco es
también peligroso. El Dr. Césarman dijo en cierta ocasión:
"Más personas mueren por enfermedades como el cáncer,
esclerosis y padecimientos·· de los bronquios entre consu~
midores de tabaco, que de cualquier tipo de droga. Entre
éstas, la que menos trastornos neurológicos produce es la
marihuana".2 º Se trata más bien de hacer su consumo un
poco "menos ilegal", como distingue el Dr. Leo Hollister,
ya citado. Igualmente partidario de esto, en los Estados
Unidos, es el Comité Nacional contra el Uso de la Mari-
huana y Abuso contra Estupefacientes, organismo que reco·
mienda se eliminen todas las leyes que vayan contra el
uso de la marihuana en forma privada. También en l\fé•
xico hay una tesis jurídica según la cual se debería per-
mitir a sujetos que se confiesen "adictos", portar la can•
tidad necesaria para su consumo diario.
Estas reformas legales se proponen una actitud más hu-
mana hacia los jóvenes consumidores. Sin embargo, existen
también argumentos importantes contra dicha legalización.
En primer lugar, la droga nos está viniendo de los países
del primer mundo en los momentos en que la juventud
comienza a cobrar conciencia política, lo cual es muy
significativo. En caso de legalizarse la marihuana, pronto
se verían sembrados muchos campos que ahora se em-
plean para la producción de alimentos. Hoy, cuando la
111
El Dr. T. Weil comprobó que sujetos que habían ingerido alcohol
cometen más errores en el manejo de automóvil que aquéllos que
fumaron marihuana: Science, primavera de 1968. ..
10 Excélsior, U de mayo de 1972.

82
tierra di5ponible para el cultivo está escaseando, no debe-
ría permitirse su empleo para producir sustancias que en
realidad enervan la voluntad y la conciencia humanas (in•
cluyendo el tabaco o el alcohol). Además, de legalizarse,
correspondería al gobierno la licencia y el control de la
producción, distribución y venta, lo cual es más difícil
aún que el alcohol, pues cualquiera puede tener una
planta en su casa. Por último, concediendo que la mari-
huana tenga menores consecuencias sociales o acaso nocivas
que el alcohol, la experiencia dice que la nueva droga
no sustituye a la tradicional, sino que se añade a las ya
aceptadas.
Sea cual fuere la actitud más conveniente a seguir, que-
da de todos modos claro que el asunto debería tratarse.
más que en forma criminológica, deide un enfoque edu-
cacional y que de ninguna manera esto pueda ser pretexto
para sofocar movimientos culturales. Se está gestando una
nueva forma de ver la vida y la juventud de cabello largo,
acaso con ayuda de la droga. pudo percibir los primeros
signos. A nosotros nos toca, de forma consciente y respon•
sable, estudiar también los signos a los que nos han abierto
los profetas xipitecas y tratar con eficiencia de encaminar-
nos hacia la nueva cultura.

8!
SEGUNDA PARTE

LA CONTRACULTURA
CAPITULO I: DROGA Y CAl\,IBIO
CULTURAL

El momento que nos ha tocado vivir se caracteriza por


ser uno de crisis y cambios profundos. Latinoamérica, en
especial, está siendo sacudida por transformaciones socia-
les, económicas y políticas. La toma de conciencia va en
aumento, sobre todo en el mundo universitario, e inclu-
sive en algunos sectores de la iglesia católica, que está
explorando las ricas vetas de la reciente "teología de la
liberación." Sin embargo. nuestros países occidentales están
pasando por otra transformación igualmente profunda y
radical a la que se le suele prestar una atención mucho
menor, pese a ser tal vez más compleja y totalizadora:
el cambio cultural.
Pero todos estos aspectos se encuentran interrelaciona-
dos, y descuidar uno de ellos equivale a perder de vista
la totalidad. Necesitamos prestar mucho mayor atención
a los movimientos de disidencia cultural, y aplicar los tér-
minos revolucionarios al ámbito de la cultura. Por des~
cuidar esto, el activista preocupado por liberar a las
clases proletarias no percibe al nuevo proletario cultural
que se encuentra en su propia casa: su hijo de pelo lar-
go, que escucha a los Beatles y trata de ser feliz ya ahora,
aunque no se den aún las condiciones sociales que supon-
dríamos adecuadas. Nuestro activista sigue esperando que
la industrialización, supuesto el cambio de estructuras,
resolverá los problemas de pobreza del mundo y no se
da cuenta de que éste es un sueño decimonónico y un
valor cultural ya trasnochado. ¿Hasta qué punto es posible
la transposición de la lucha de clases a la lucha de genera-
ciones? ¿Fue el hippismo un fenómeno efímero de la bur-
guesía o más bien un intento desesperado por sobrevivir
en los momentos de agonía cultural?
Ya la mayor parte de los estudiosos de la antropología
cultural o filosofía de la cultura entienden por "cultura"
la herencia social de los miembros de una sociedad deter-
minada. Tullio Tentori la define como "la disposición
para afrontar la realidad, disposición que se constituye en
los individuos en cuanto miembros de una sociedad his-
87
tóricamente determinada.y determinándose". Por lo tanto,
serán objetos culturales no sólo las cacerolas y los jarros.
sino también una sinfonía de Beethoven, las fantasías, las
creencia5, las prácticas rituales, la forma de constitución
de la familia, los símbolos, valores, ideologías, máquinas,
forma de preparar la comida, el lenguaje, la manera como
se transmiten los conocimientos, y todo lo demás.
La antropología cultural pone de relieve las diferencias
entre las distintas sociedades. Pensamos por ejemplo que
nuestras instituciones familiares o nuestra organización
social son las "naturales" al hombre, hasta que nos damos
cuenta de que en otras épocas o lugares ha sido posible la
vida social con otra organización familiar o civil del todo
diversa. Pero lo más importante es saber que pese a las
diferencias existen formas de vida que se van descubriendo
como esenciales al hombre, en medio de la diversidad.
Por tanto, contra lo que solía pensar d vulgo, una per-
sona cu1ta no será sólo la que sabe apreciar a Picasso, va
a Bellas Artes o habla francés, sino cualquier· persona, en
cualquier lugar. Debemos oponernos al mito burgués que
presupone que únicamente en nuestras escuelas se dé la
transmisión de la cultura, y con mayor razón, al etnocen-
trismo occidental, según el cual sólo son "cultos" los
valores occidentales, dejando para los demás la despectiva
calificación de "primitivos". Para reconocer la pluralidad
de culturas, debemos estudiar desde dentro a cada una de
ellas, sin la pretensión de compararlas teniendo como mar-
co ..objetivon de referencia los valores de nuestra cultura
occidental. Solamente con esa actitud comprensiva y humil•
de podremos aceptar con serenidad que nuestra propia cul-
tura está en decadencia y que tenemos que aprender de las
culturas que despreciamos. Occidente siempre ha sido im-
perialista desde su nacimiento con los romanos. Y no sólo
me refiero al imperialismo político y económico, sino al
imperialismo cultural, mucho más sutil y refinado. Este
etnocentrismo ha hecho, por ejemplo, que la iglesia "cat6-
lica't (es decir, •~universal") identificase los valores del
cristianismo con los valores de nuestra cultura europea,
haciendo labor de colonización cultural cuando ha ido
a predicar el evangelio. Esto mismo se ve en todas nuestras
instituciones: el concurso de Miss universo se guía por los
cánones de belleza de la raza blanca; las olimpiadas se
88
basan en el prinop10 compet1t1vo occidental; la tecnolo-
gía o la·~ ciencias corresponden a la. "weltanschaung" oc-
cidental, ·etc ...
Todas las culturas están en constante cambio, y se in-
fluyen entre sí. Es lo que los sociólogos conocen como
"aculturación". En estos casos, los elementos de la nueva
cultura son recibidos al principio con desconfianza y re-
celo, mientras que la clase social más dinámica de la
cultura en cuestión pronto los adoptará como signo de
status social, introduciéndose así poco a poco. Aunque cam-
biando de signo, preexiste el contexto. Ese mismo elemento
transformará otras pautas de comportamiento, símbolos e
inclusive las mismas instituciones. Esto lo podemos ver,
por ejemplo, en la moda o en el arte. Cuántas veces todo
un nuevo estilo de vida comenzó en un simple cambio en
el modo de vestir o en el ritmo musical.
Ese mismo cambio dentro del seno de una cultura nos
prueba que éstas tienen un ciclo de vida: como todo ser
viviente, nacent crecen y terminan por morir. Spengler fue
uno de los primeros en estudiarlas de esta forma. Ana•
lizó la historia como una interacción de culturas y previó
la decadencia de nuestra propia cultura.1
Por último, habremos de notar lo siguiente: aunque
exíste una gran variedad de culturas, éstas pueden ser
distinguidas según su respectivo elemento formal en tres
estadios históricos dentro del mismo proceso evolutivo.
Comte distingue el estadio mágico, el estadio metafísico y
el científico o positivista. El estadio mágico corresponde-
ría a todas las culturas animistas que solemos denominar
"primitivas"; el estadio metafísico, a las grandes culturas
antiguas y las actuales orientales; la última etapa corres-
ponderá a la moderna cultura occidental, sobre todo a
partir del Renacimiento.

Culturas animistas

Desde los trabajos de Mircea Eliade y de Lévi-Strauss, han


sido ya suficientemente conocidas las culturas animistas.
Sin pretensiones de una caracterización completa podría-
1 Oswald Spengler: La decadencia de Occidente, Espasa-Calpe,
Argentina, 1952.

89
mos intentar una somera descripción destacando ,-princi-
palmente lo que convenga más al tema. Contra 1~ que se
podría pensar, estas culturas no son más simples que la
nuestra, sino por el contrario mucho más. complejas.
El elemento formal, es decir, el factor unificativo de es-
tas culturas, es su actitud sacra ante el mundo. Dent1·0
de la naturaleza, se separarán ciertos elementos, objetos,
lugares o tiempos especiales, que serán lo "sagrado", con-
trapuesto a lo demás, tenido entonces como "profano".
Los fenómenos naturales no son comprendidos como tales,
sino que se pensará a la naturaleza como viva -el ani-
mismo-, y como campo de lucha entre demonios y fuerzas.
Se hará uso de la magia, mediante ritos que -según la
ley de la homología- no serán sino repeticiones del mismo
ritmo natural de los fenómenos. Así, para pedir lluvia, el
hechicero rociará con agua desde un árbol, los cantos, simu-
larán los truenos y el ritmo de las danzas recordará el
ritmo natural de las estaciones y los ciclos vitales.
El hombre vive inmerso en el cosmos, y apenas se per-
cibe como diverso de la naturaleza. tsta, a su vez, es tenida
como totalidad. Igualmente se da una inmersión en la
colectividad: el individuo no tiene conciencia de sí o de
su diversidad; sólo existe como miembro del clan. La
tribu, dentro del totemismo, es pensada igualmente como
un todo o unidad. Por tanto, las relaciones tribales serán
marcadas por una rígida jerarquía, descansando sobre los
lazos de la misma sangre.
En este tipo de culturas, la razón lógica no se encuen-
tra sino incipientemente desarrollada.2 Los hombres se ri-
gen por los instintos. Están cercanos al inconsciente, sobre
todo en la forma denominada por los sicoanalistas "in-
consciente colectivo." En muchos casos se trata de un pen-
samiento presimbólico y es aquí donde ]a sexualidad tiene
una función peculiar, más exrensa que el simple ámbito
reproductivo. Sujeta sólo por los tabús, en el sentido estric-
. to del término, la contención no es debida a motivaciones
moralistas, sino religiosas. Así, tenemos las purificaciones
sexuales colectivas para casos de defunción, los ritos de
iniciación sexual y otras prácticas similares. Sin constric-
• Para Lévi-Strauss estas culturas poseen cierta lógica, basada en
lo concreto, según las apariencias sensibles. Cf.: Pensamiento salvaje,
op., cit. •

90
dones moralis tas o racionales, se liberan las llamada s
fuerzas "inferio res" en forma de proyección dionisiaca.
Es el espíritu orgiástico, de evasión de lo individ ual para
sumerg irse más y más en el todo. Esto lo favorecerá la
danza. el ritmo, y sobre todo, ciertas drogas.
Philipp e de Felice ha puesto de manifie sto en su libro
Poisons sacrés, ivresses divines, la constan te de las drogas
en las religion es animistas. Es digna de mencio narse aque.
lla práctica en que el hechice ro bebe el ácido en un cráneo
humano , y luego orina. El ácido, que ha perman ecido in-
alterado , es bebido entonce s por el resto de la tribu en
la orina del hechicero, y todos entran así en ese estado
alucina torio, percibie ndo semiconscientemente la unidad
tribal y cósmica. a la que da origen la introxic ación con
este tipo de droga. Tambié n podemo s citar el caso mexi-
cano de los huicholes, )' el lugar que entre ellos ocupa
el peyote. La droga es centro de su religión , y una especie
de sacrame nto para entrar en comuni ón con lo divino. La
peregrin ación, peniten cial y fantaseosa, a través del de-
sierto potosin o hacia las mesetas de Viricota , para la recolec-
ción de los primero s peyotes: las alucina ciones -a las cua~
les atribuy en un valor real-, que les hacen percibfr las
diversas transfor macion es de su dios.
En el número 9 de la revista "underg round'' Oracle de
los Angeles apareci ó un artículo de Allan D. Coult, doctor
en antropo logía y en filosofía, titulado "Sexo, Religió n
y LSD". En el paganismo, según el autor, el dios Pan, dios
de las pastura s, hombre y bestia, es el dios de la vida
salvaje y está inmerso en la naturale za. Se da continu idad
entre lo vegetal ·y lo animal: los sacrificios de animale s se
emplea n para que la sangre fertilece los vegetales. No
se adora a deidade s abstractas, sino que el poder del creci•
miento viene de la fecundi dad misma de la naturale za.
Existe unidad entre lo fálico y la religión vegetal. Cuando
el grano muere, se entriste cen; y se alegran con la resurrec-
ción, al brotar de la yerba.
La deidad del paganis mo es un dios matern o -la Ma.
dre Tierra y el matriar cado- y pertene ce al reino vegetal.
Con la domesticación de los animale s y la aparició n de la
,religió n judeocr istiana, se cambia de signo. Ahora es el Dios
Padre, el Cielo y el patriarc ado. El animal no resucita , como
aparent emente sucede con las plantas , simplem ente muere.
91
Si el hom bre resu cita , será sólo su espí ritu. De
aqu í cier ta
tens ión dial éctica entr e la natu rale za y espí ritu,
hast a re-
cob rar la plen a unid ad con la resu rrec ción de la
carn e.
Según Wil hem Reic h, en el orgasmo el hom bre
sale de
sí mismo y se sum erge en el cosmos. Se disuelve
n las fron -
teras de la pers ona y la separación "mo ral" entr e
el den tro
y el fuera. En el orgasmo el hom bre obti ene
una sensación
de bea titu d sim ilar a la religiosa o al Nirv ana.
Lo que
acon tece es que en Occ iden te hem os perd ido la
capa cida d
de orgasmo com plet o -no s dice - y sólo nos con
tent amo s
con tene r e-yaculaciones.
Esto mism o es lo que sucede, a juic io de nue stro
artic u-
lista part idar io de los alucinógenos, con el LSD
. Tam bién
aqu í se da una dism inuc ión de las fron tera s de
la prop ia
pers ona lida d; dism inuc ión de las tensiones que,
segú n
Reic h, obst acul izan el orga smo verd ader o. Com o
en las reli-
giones "nat ural es", se proc ura saca r de la natu rale
za todo
el goce posible, en luga r de la dico tom ía entr e "car
ne" y es-
píri tu de algu nas· manifestaciones sup uest ame nte
cristianas.
Por estas inte resa ntes descripciones, pese a su disc
utib i-
Iidad, nos dam os cue nta de que la rela ción exis
te entr e _
las relig iones sacras animistas, las drogas y el
sexo. To-
das ellas son form as dionisiacas de evasión, en cult
uras en
don de no se da aún conciencia neta men te indi vidu
al, sino
imm ersi ón en la trib u, en el todo, y un anh elo
de part i-
cipa r cósmicamente de todo ritm o natu ral.
Para Mar shal l I\-fcL uha n lo que caracteriza form
alm ente
a una cult ura dete rmi nad a es su form a prep ond
eran te de
comunicación. El alfa beto dará orig en al desa rrol
lo de la
vista, es decir, a la razó n lógica. Las cult uras prea
lfabéticas,
como las que trata mos , se rela cion an de form
a -audio-
tácti l, lo cual abre al inconsciente colectivo, com
o hem os
visto. "En las cult uras triba les la exp erie ncia vien
e arre -
glad a por una vida de los sentidos, dom inan tem
ente aud i-
tiva, que repr ime los valores visuales . .. Las cult
uras ora-
les acci onan y reac cion an a un mis mo tiem po."
Nosotros,
occidentales, hem os .rep rimi do nue stra s emociones,
esto ha
sido el precio de la civilización:
1
' La inst rucc ión crea
tipos de pers onas muc ho más sen-
cillas que las que se form an en la com plej a tela
raña de
las sociedades triba les y oral es ordi nari as, pue sto
que el
hom bre frag men tado crea el mun do occidentfll
homoge-
92
neizado, mientras que las sociedades orales están consti-
tuidas por personas diferenciadas, no por sus habilidades
o aptitudes especializadas, ni por señales visibles, sino por
sus mezclas emocionales únicas. El mundo interior del
hombre oral es una maraña de emociones y sentimientos
complejos que el hombre occidental hace ya mucho tiempo
que ha desgastado o reprimido dentro de sí. en interés
de lo eficiente y lo práctico...3

Culturas Metafísicas

El aun1ento de población en la. tribu va requiriendo or-


ganizaciones sociales más complejas y comienza la división
del trabajo; con ella, una clase dirigente, que paulatina-
mente se separará de la masa buscando su control Aparece
la escritura ideogramática, la cual conserva aún buena
parte de las emociones, puesto que aún no se llega al racio~
nalismo visual del alfabeto fonético. Con la escritura se
desarrollan otras facultades humanas y surge un nuevo tipo
de cultura. Es la etapa evolutiva que Comte describe
como pensamiento metafísico, propio de Oriente y las
antiguas culturas. Es un hecho que, mientras Oriente se
ocddentaliza, Occidente está orientalizándose: tal vez can-
sados de tanto materialismo racionalista pronto veamos
un cierto resurgir espiritual.
Estas culturas, si no fueron "técnicas" en cuanto sabe•
mos, 4 sí fueron más humanistas que la nuestra. Las gran-
des corrientes filosóficas, místicas y religiosas de este tiem-
po destacaron los valores personalistas; insistieron en la
lucha individual contra el mal, el dominio de 1as propias
pasiones mediante la práctica de la virtud, y el hombre se
desarrolló a elevadas alturas.
Las antiguas culturas egipcia y babilónica, las más
antiguas entre las conocidas, desarrollaron una antiquí-
sima ciencia esotérica, patrimonio de sacerdotes, y oculta-
ron a los profanos sus descubrimientos sobre los secretos
11McLuhan, Marshall, La Comprensión de los Medios como Exten-
siones del Hombre, Ed. Diana, Barcelona, 1969, pp. 78-79, ....
' :Bergier y Pauwels en El retorno de los brujos piensan que existie-
ron en la antigüedad culturas altamente tecnificadas y, por ello
mismo, más simples que la nuestra.

93
del mundo hallado s por la incipie nte ciencia, median te
símbol os críptic os sólo revelad os a los iniciados, transm i.
tidos a través de los siglos hasta las actuale s secta.s teosóficas
que preten den vincula rse a ellas.
Podem os conoce r el espírit u de estas cultura s estudia n•
do un poco del budism o Zen, tan en boga entre los xipi•
tecas . .En cierta ocasión pregun taron a un maestr o Zen cómo
sintetiz aría el secreto de su sabidu ría. El maestr o respon•
díó: "Cuan do comas, come; cuando duermas, duerm e."
"Buen o -replic ó el discíp ulo-, eso lo hace todo el mun•
do." "No -repus o el maestr o-, la mayor ía de los hom•
b1·es cuando comen piensa n, y cuando duerm en, sueñan ."
Este breve koan ilustra el secreto del Zen: hacer lo
que se está hacien do, presen ciándo se cada momen to como
el más import ante de la vida. El arquer o Zen, al dispara r,
se hará él mismo el blanco , el arco y la flecha; se com-
penetr a con todo lo real. El occide ntal concede gran im-
portan cia al fruto de sus acciones y Jlega .a olvida r la
acción misma . El Bhagav ad-Git a predic ará la renunc ia
al fruto de las acciones, para simple mente "ser". La ac-
ción del hombr e es fruto de su ser~ consecuencia de lo
que somos; pero a nosotro s nos preocu pa lo que hacem os,
lo que produc imos, más que lo que somos. El Zen trata
de siJenciar todo el "ruido " que llevam os en nuestro inte•
rior, formad o sobre todo por concep tualiza ciones raciona •
listas y desarro lla nuestr a capaci dad de escucha: estar
atentos a la vida, viviend o el p resente con toda plenitu d,
manten iéndon os en la dimens ión mistéri ca de la existen cia
y dejand o a un lado las preocu pacion es que obstac ulizan
la felicida d. El hombre "civiliz ado" ha olvidad o las ac-
ciones más natura les: cómo comer debida mente, cómo
respira r, cómo camina r: olvidam os nuestro s contac tos con
la natural eza, el sol, el aire y el agua. El Yoga, antigu a
ciencia orienta l, será un buen medio para reapre nder todo
esto en nuestr a vida de cultos animal es domésticos.
Tal vez el elemen to formal de estas cultura s metafí .
sicas sea la concie ncia trascen dental: la idea del Absolu to.
la mística, el mister io del Ser, la metafís ica, el arte esen-
cial. .. Para Heidegger. esta concie ncia es lo que carac•
teriza al hombre, "pasto r del ser", y consec uentem ente, el
"centin ela de la nada" . El hombr e debe manten erse en esta
concie ncia para no enajen arse en la banali dád de lo coti•
94
diano; el ir y venir curioseando todo, metido en los veinte
mil problemillas de cada día. Todo ese lote bruto de
ser estaría ahí, inútil, si no hubiese un hombre en quien
esto tomase conciencia. Mantener esa conciencia ha sido
el principal trabajo de las culturas metafísicas.
Oriente ha sido soñador. De aquí el opio, el hashish,
la meditación trascendental y las largas letanías de los
monasterios de lamas tibetanos. El panteísmo es la religión
inmanente de quienes perciben la unidad del todo, y des-
cansan en la inmutabilidad del Ser, en medio del tráfago
banal de las cosas de este mundo. La única tarea del
hombre sobre la tierra será irse purificando del "kar-
ma", del "ego", es decir, el sentimiento de la propia
individualidad, para sumergirse en este todo, que no es
otra cosa que Dios mismo. La impasividad ante los sufri-
mientos aparentes, la creencia en un fatalismo, un destino
irrevocable escrito en las estrellas, pues la vida es apa-
riencia, y lo único verdadero es la inmutabilidad de Dios.
Hay que irse purificando de todo esto en sucesivas re-
encarnaciones hasta llegar a la plena identidad con el
Absoluto. :tsta es la tarea mística, la vida interior, el con-
trol de las pasiones.
Sin embargo, esta conciencia trascendental se ha ido
perdiendo en Occidente. Más aún, esta pérdida es lo que
ha caracterizado a la cultura occidental.

La Cultura Occidental

Heidegger afirmará que la cultura occidental se inició con


el olvido del Ser. De acuerdo a los primeros testimonios
que tenemos de la filosofía occidental se ha dado desde
Parménides un desplazamiento de la consideración del
Ser en su totalidad, hacia. las consideraciones de los entes
particulares y concretos. Esto es Occidente: analizar las
cosas por separado, comprenderlas, manejarlas, utilizar-
las, y con ello poder llegar inclusive hasta la luna. Ante
una flor, por ejemplo, el oriental se retirará para poder
contemplarla. Se hará la flor misma. En cambio el oc-
cidental, la arrancará para analizarla.is Por eso Occidente

11 Este ejemplo se encuentra en sendos comentarios a poesías orien-

95
ha sido la cultu ra de la cienc ia físico -mat emática y
su
aplic ación a la técnica mod erna .
:tsta ha sido la razón .formal de la cultu ra occid ental
y resul ta fácil de expli car. El hom bre posee dos facul tadei
ai
cognoscitivas un tanto diversas o, si se quie re, dos form
h
de conocer: la prim era es la inteligencia libre, q ue es
facu ltad del abso luto, la que abre las puertas a la con
cienc ia trasc ende ntal, lo cual expli cába mos, es lo qm
cons tituy e prop iamente al hom bre. Pero si uno se man
tiene en la cont empl ación pura , simp leme nte se paral iza
ría su acció n y no podr ía subsi stir. Para su supervivenci;
el hom bre ha tenid o que desa rroll ar otra facul tad,
1,
razón lógica.6 El obje to de la razó n lógica son los ente
concretos, que ella man eja saca ndo conc lusio nes de pre
misas dada s. Con ella, el hom bre pued e man ejar las situa
ciones conc retas y desar rolla r así el senti do de lo úti
y lo práctico. Emit iend o juicios racio nales y sensa tos, e
-
hom bre pued e valer se muy bien en el mun do; pero corr(
el pelig ro de · perd er la dime nsión de la total idad , del sen
tido de la vida y con ello caer en la enaje nació n.
E:
hom bre se sume rgirá ento nces en la bana lidad de lo coti-
dian o, curio seán dolo todo, man ipula ndo, palab rean do,
en
cant ando, fabri cand o, utilizand o ... como recor damo s
rá-
los análi sis exist encia les sobre la enaje nació n contempo
n ea en Ser y tiem po. Esto preci same nte es lo que acon teció
a nh 1el comp lexiv o en nuestra cultu ra occid ental . El pen-
-
sami ento de lo abso luto se ha ido perd iend o, Los meta

físicos inten taron prese rvarl o, hasta que la filoso fía deca
en palab rería de conceptos; igua lmen te los místicos, me-
y
dian te rígid as prác ticas ascéticas, dura s vigil ias, ayun os
oraci ones ; pero la oración igual ment e pasó de mod a, y los
-
mismos clérigos nos volcamos en efici entes empr esas apos
,
tólicas, alocados por el vérti go de la acció n occidental
os
a burri dos por tanto s rezos rutin arios. Tal vez los últim
,
en perd er esta conc ienci a hayí,ln sido los artis tas esenciales
como un Van Gog.h o un Wag ner.
Ze n y sico-
tales y occidentales sobre la flor, en el libro Budis mo
anális is, de From m-Su zuki, FCE, México, 1969.
nálisis de
1
From m utiliz a estos nomb res en sentid o inverso (Sicoa
la sociedad,· comemporánea) ; pero he queri do mant ene
¡ esta nomen•
clatur a de Huxle y (Las puertas de la perce pción ), que concuerda
mejor con el pensa mient o tradicional escolá stico.
Occidente ha sido la cultura de la razón lógica. Esta
facultad ha mantenido una verdadera dictadura, reprimien-
do a las llamadas "potencias inferiores" que caracterizaban,
como vimos, a las culturas .animistas, y contraponiéndose
igualmente a la inteligencia libre, propia de las culturas
metafísicas.
Contra lo que se piensa comúnmente, la razón lógica
tiene una función eliminativa más que aumentativa. Algo
así como lo que Nietzsche pensaba acerca de la memoria.7
La función primaria de la memoria, según él, no es recor-
dar, sino precisamente olvidar. Nos volveríamos locos si
recordásemos todo lo que alguna vez hemos pensado o
percibido. Para preservar su misma salud mental, el hom-
bre desarrolló la facultad de olvidar la mayor parte de
sus·. percepciones y así sobrevivir. De modo semejante, no
podríamos resistir si nos mantuviésemos todo el tiempo
desde el pensamiento de la totalidad en la inteligencia libre.
Por esto, nuestra percepción es selectiva: percibimos lo
que nos con,dene. La razón lógica es la facultad que par-
cializa lo real, que marca límites y distinciones un tanto
arbitrarios a las cosas. Gracias a ello podemos ganar el
mundo, aunque sea al elevado precio de perder el alma,
es decir, 1a visión mística del Ser. Son precisamente los
instantes privilegiados los que nos hacen recordar esa in-
tuición primigenia de la realidad, y ésta será la labor nunca
acabada de la mística, la metafísica o el arte.
Es cierto que es posible también la enajenación orienta-
lista, es decir, quedarse en la contemplación pura de las
esencias, indiferentes a las transformaciones necesarias de
nuestro planeta. Pero Occidente se enajenó huyendo de la
conciencia trascendental, y así pudo desarrollar las cien-
cias exactas y la técnica.
Pero ahora cabría preguntarnos cuál fue precisamente
el hecho que dio origen a este fenómeno. ¿Cuándo y por
qué nació esta cultura representativa de un estadio nece-
sario y fatal para el desenvolvimiento histórico de todo
el mundo?
i\.1cLuhan será quien mejor responda a estos interrogan-
tes. Como se recordará, para él, lo que configura a las cul-
., Genealogla de la moral, trad. francesa, Gallirnard, París, 1964.
"La faute, la Mauvaise Conscience et ce qui lcur rcsscmble", II diser-
tación, No. I, pp. 73-77.

97
tur as es su for ma de com uni cac ión . Los
me dio s de com uni -
cación imp ort an má s que el me nsa je que
tran smi ten . 1\:Iejor
aún , eUos mis mo s son el me nsa je, y por
lo tan to, un me dio
nue vo intr odu ce cam bio s en tod a la
est ruc tur a cul tur al.
Seg ún esto, Oc cid ent e deb e· su con figu
rac ión al alfa bet o
fon étic o fen icio intr odu cid o y apl ica
do por los rom ano s.
La esc ritu ra fon étic a es la esc ritu ra util
itar ia por excelen-
cia, pue s con me nos de 30 caracteres,
fáciles de esc ribi r y
ráp ido s de leer , se pue de dec ir abs
olu tam ent e tod o en
for ma rac ion al. Sin em bar go, este gén
ero de escritura dej a
esc apa r tod a apr oxi ma ció n afe ctiv a ant
e lo rea l. La escri-
tur a ide ogr am átic a pro pia de las
cul tur as orie nta les, de
rasgos difí cile s y de mu ltit ud de car
acte res, con serv a me-
jor dic ha con viv enc ia pue sto que hab
la má s a la intu ició n
y a la inte lige nci a libr e que a la
raz ón. Los rom ano s,
gra cias a la esc ritu ra y a las car rete ras
, mu tua me nte inf lu-
yentes, log rar on el dom inio del mu ndo
. En efecto, la es-
crit ura fon étic a, util itar ia y fun cio nal
, fac ilita la com uni -
cac ión nec esa ria par a la mo vili zac ión
de las tropas. Gra cia s
a ello fue posible el imp erio (Oc cid ent
e siem pre ha sid o
imp eria list a).
Los car acte res simples y rep etit ivo s
del alfa bet o ence-
rra ban en ello s mismos la inv enc ión
de la imp ren ta, y fue
este des cub rim ien to, en el que tan to ha
ins isti do Mc Luh an,
lo que pos ibil itó el des arro llo ulte rio
r de la cul tur a oc-
cid ent al. Lo rep etit ivo de los signos de
la imp ren ta rec uer-
da la fab rica ció n en serie de la ind ust
ria con tem por áne a.
Ni siq uie ra pod em os sospechar has ta
dón de nos ha con-
figu rad o este inv ent o. Co n la imp ren
ta se per dió la aut o•
rid ad del ma estr o, ma nte nid a aún
en las uni ver sid ade s
·medievales ("m agi ster dix it") , cua ndo
la ens eña nza era
aún aud itiv a en bue na par te: los cop
ista s ela bor aba n pre-
ciosos ma nus crit os que el ma estr o "le
ía" y com ent aba (de
aqu í las "lec cio nes " de cla se) . Per o con
la imp ren ta, cua l-
qui er alu mn o pod ía aho ra ten er sus
pro pio s textos. La
letr a imp res a, m::is vis ual , le abr ía las
pue rtas del pro pio
juic io crít ico y rac ion al. Por esta raz
ón, la imp ren ta dio
pie al ind ivid ual ism o. El sigl o XVI fue
el siglo del Ren a-
cim ien to, de los nac ion alis mo s, de la
ind ivid ual ida d y de
la imp ren ta. El me die vo no adm itía el
cul to a la persona~
lida d. El arte rom áni co de los fro nta
les de los alta res era
anó nim o, así com o las cat edr ale s gót
ica s o les me lism as
98
,lcl canto gregoriano. En cambio, en el Renacimiento los
al'tistas comienzan a firmar sus obras. El individualismo
es un carácter propio de la cultura occidental.
El priiner libro impreso fue la Biblia, por esta razón
no nos extraña que la pérdida de la autoridad y el indivi-
dualismo, abiertos por la imprenta, diesen origen al libre
examen de los textos sagrados y con ello al protestan•
t i.smo.
La ética protestante influyó notablemente en la caracte-
ri1.ación del moderno Occidente: el individualismo, el sen-
tido de organización, la frugalidad, el ahorro, el aprecio a
la libertad, etc. . . nacen, precisamente, apoyándose en la
incipiente burguesía, mientras el catolicismo se quedaba
anclado en la época feudal. Max Weber ha estudiado esta
ética en su relación con el capitalismo. Definen al capita•
Jismo inicial los principios de libre competencia, supervi-
vencia de los mejor adaptados y su fuerte organización.
Esto también caracterizará a nuestra cultura.
Con el protestantismo, lo que antes se tenía por codicia
es visto ahora como partiendo de la voluntad de Dios y
repercutiendo en bien de todos. Ahora, la salvación indi•
vidual vendrá con el trabajo. Todo esto será 1o que se ha
denominado: "el sueño americano_,.
La revolución industrial no tardó. en aparecer. Era la
última consecuencia lógica de esta cultura. El rápido des-
arrollo de la técnica, aplicada a la producción; la acumu•
ladón de capitales y en fin, la explotación. La evolución
de nuestra cultura ha seguido un curso determinista y
ahora comienzan a aflorar las contradicciones. ~1arx puso
de relieve las contradicciones del sistema capitalista, desti•
nado a su autodestrucción. El marxismo, última etapa del
pensamiento occidental, se va convirtiendo en la filosofía
imperante. Pero la liberación ·que propugna habrá de ser
de todo el hombre íntegro, pues en todo él afecta la opre-
sión. Del capitalismo industrial al imperialismo interna•
cional; de Ja economía a la cultura y a la modificación
de todos los valores existentes. Y esto ya se está fraguando
sin que se perciba con claridad.
En Estados Unidos, vanguardia de la industrialización,
mientras que en teoría se sigue hablando en conformidad
al "sueño americano_,, en la práctica éste va siendo ne-
gado: se exaltan los valores individuales, pero la organi-
99
zaci ón extr ema.. con vier te al indi vidu o en una
piez a mái
de la máq uina social; se hab la de aho rro y
frug alid ad
pero toda la econ omí a ame rica na se basa en
el prin cipi e
con trar io: la soci edad de cons umo ; se hab la
de trab aje
tenaz, mie ntra s que todo el mun do, prin cipa lme
nte los jó
venes, pers igue n aum enta r el tiem po del ocio.8
La orga ni
zación traj o consigo una con cent raci ón de pod
er y u1
aum ento de la buro crac ia. Se regu lan toda s las
rela cion e
del indi vidu o, se con trol an hast a sus gust os más
insignifi
cantes, hast a la mín ima past illa de mascar que
da con trc
lada en algu na máq uina com puta dora . La
técnica, cad;
vei más pod eros a, con tam ina la atm ósfe ra y todo
esto pre
duc e un mal esta r difu so en las men tes jóvenes.
Los hom
bres sigu en vivi end o enaj enad os, defe ndie ndo uno
s valo re
que ya son inop eran tes, guiá ndo se por convenci
onalismo
artificiosos y cost umb res anacrónicas. Tod o este
desech<
cult ural de expl otac ione s, enaj enac ión y cont
roles es le
que la . nue va gen erac ión dio por llam ar el
"establish
men t", es deci r, el "sistema". ·
Y exis te· una razó n de fond o que exp lica
todo esto
Dec íam os que lo que dio orig en a la conf igur
ació n de h
cult ura occi den tal, es deci r al pred omi nio de
la razó r
lógi ca sobr e la inte lige ncia libre , ha sido el alfa
beto foné•
tico y posteriormente la letr a impresa. Esto con dujo
a la
técnica mod erna . Aho ra bien , la técn ica llegó
a descubri r
la elec trici dad y con ella una nue va form a de
comunica-
ción. Los mod erno s medios de com unic ació n:
radio, cine
y tele visi ón; la faci lida d de desp laza mie ntos
por los rápi -
dos med ios de tran spor te hace que se vaya perd
iend o la
form a de com unic ació n visu al pro pia de la letr
a imp resa
y que se reco bre la com unic ació n aud iotá ctil
prop ia de
las cult uras prim itiva s. Es el reto rno a lo trib
al en el que
la razó n lógi ca perd er.á su hege mon ía. Fre ud
afirmó que
toda nue stra civilización se ha desa rrol lado a
costa del
sacrificio de la. espo ntan eida d de las pote ncia
s inferiores.
Lleg a el tiem po en que este sacr ifici o ya no será
tan nece-
sario. Si, segú n l\fcL uha n, cada med io de com
unicación
es prol ong ació n de algu no de nues tros sent idos
· (las 11an-
'
8 '
Cf.: Why te Jr. Will iam H., El Hom bre Orga
FCE , 1961. nit.ación, Méxi co,
.
1961.
8
Cf.: Why te Jr. ~Villiam H., El Hom bre Organizaciati, FCE,
México,
100
1;1, son prolongación de nuestros pies; la ropa, prolonga-
e i(1n de nuestra piel, etc.), la electricidad será prolongación
tlt~ nuestro sistema nervioso central. La electricidad está
ahriendo a una nueva forma de comunicación no visual
y por lo tanto, está ocasionando una verdadera revolución
eulLural. La era del libro va llegando a su término. La ins-
r it 11ción educativa está en entredicho. Una nueva cultura
• c>~1nopolita, sin los trasnochados nacionalismos del siglo
xv1, una cultura universal, cósmica, una nueva fonna de
\·ivir está en gestación.

Droga, religión y cultura se involucran para su mayor com-


prensión. La religión base de Occidente ha sido la judeo-
ni stiana, y la droga caracterizante de nuestra cultura es
el alr.ohol. En la l3iblia se nos narra cómo Noé des-
cubrió el vino y ya desde entonces está la hostilidad entre
Israel e Ismael, entre árabes y judíos, entre la cultura del
alcohol y la del opio. A la naciente comunidad cristiana
se le prescribió el pan sacrificial, que debería de ser ázimo,
es decir, sin levadura. ¿No sería, entre otras cosas, porque
los judíos en tiempos de las deportaciones a las antiguas
culturas crípticas de Egipto y Babilonia conocieron los
banquetes mistéricos en los que se ingerían ciertas levadu-
ras . y fermentos alucinógenos?
Pero el alcohol no es, con todo, la única droga que te-
nc1nos. En cierta ocasión en que realizaba un breve viaje
por avión, a la hora del lunch pasó la azafata preguntán-
donos qué deseábamos beber. Luego nos sirvieron una
bandeja conteniendo una taza de café, un vaso de cocacola,
un paquete de cigarrillos y un ligero sandwich.· El ejemplo
habla por sí solo y nos llama apenas la atención,· puesto
que esto forma parte de nuestros hábitos culturales. Para
dar un poco de acción en diálogos monótonos, Hollywood
introdujo el bar en las casas. Nosotros no podemos ape-
nas entablar relaciones sociales sin beber, fumar o tomar
al menos una taza de café. Toda droga configura una cul-
tura. Cualquiera puede ver, por ejemplo, la correlación
existente entre los arabescos repetitivos de la cultura mu-
sulmana y el opio; los cuadros huicholes y el peyote; las
danzas tribales y los peculiares brebajes ... Por eso no nos
extrañemos si la introducción de estas nuevas drogas trae

101
modificaciones cult ura les.
En tiem pos mu y recientes, una bue na por ción
de la ju-
ven tud occ iden tal con sum ió alucinógenos,
gestándose así
un fen 6me no social que la pre nsa den om inó
como "hip pis-
mo ". Se form ó ento nce s una sub cul tura rep
rim ida por la
cul tura oficial, per o que term inó por afectar
nuestros va-
lores, intr odu cien do una nue va man era de vivi
r. La droga,
prim eram ente , "de scon ectó " a la nue va gen
erac ión de fa
cul tura occ iden tal en decadencia, la cua l
fue rechazada
com o "fre sa" y nos abr ió al mu ndo de cult ura
s ante rior es.
no par a pro mov er un reto rno imp osib le, sino
par a red es
cub rir valores olv idad os cua ndo creí amos que
los vigente,
era n los úni cos esenciales o superiores. Ade
más, la drog<:
dio un ade lan to pro féti co had a la nue va cul
tura en ges-
taci ón.
Raf ael Llo pis en el pró log o a un aut or tan
sicodélicc
com o H. P. Lov ecra ft 8 dice que el aum ent
o de la toxico-
man ía en nue stro s día s se deb e en bue na par
te a razonef
epistemológicas. Nos recu erd a que el pro gres
o del conoci-
mie nto hum ano consistió en una dife renc iaci
ón cad a ve,
más níti da ent re el yo y el no yo, ent re suje
to y obj eto,
ent re con cien cia y cosmos. .El prim itiv o
carece de la
conciencia del yo y vive ena jen ado en el
cosmos sintién-
dose una uni dad con él. El cosmos se antr
opo mor fiza , al
tiem po que se da una apr opi ació n del cosm
os por par te
del yo. Por esto, es pro pia de estas cult ura
s, com o vimos
arri ba, la mag ia; es decir, trat ar de mov er al
mu ndo por las
pro pias emociones. Per o aun que la base de
la mag ia sea
erró nea , va pos ibil itan do un apr end izaj e por
tant eo y así
se va c·o noc iend o al mu ndo y las rela cion es
objetivas ent re
las cosas. Se va per fila ndo la sep arac ión ent
re el yo y el
no yo. Par ece ría lógico que a n1edida que
la con duc ta
obj etiv a y raci ona l vay a en aum ento , la mag ia
fuese desapa-
reci end o; per o no sucede así en estas cult ura
s, y la razó n
es por que la mag ia, adetnás de la fun ción
dicha, ejer ce
un alivio en el suje to ang usti ado que la real
iza. tste es un
efecto mer ame nte sub jeti vo, por lo que poc
o a poco, a
med ida que el pen sam ient o raci ona l y obj
etiv o va te-
nie ndo éxit os y va apr ove cha ndo más a 1a
colectividad, se
va rep rim ien do el pen sam ient o mág ico de
la sociedad. Se
8
Viajes al otro mun do (Ciclo de .Avrm tura
s Onf ricas d e Ran dolp h
Carter), Alianza-Edit oria l, Mad rid, 197 l.

102
olvida la eficacia subjetiva de la magia, y que todos tene-
mos necesidad subjetiva de lo numinoso, aunque ya no
ucan1os en la realidad objetiva de las leyendas de brujas.
Naturalmente, con lo que se dice aquí, no se propugna
hacer retornar la magia al campo de lo objetivo, donde la
1;11.ón lógica tiene plena validez. Por el contrario, se
1rata n1ás bien de objetivar más al mundo y <le permitir
una subjetivación mayor del yo. Pero esto no lo entiende
el racionalismo mecanicista adialéctico que niega por igual
la eficacia subjetiva y objetiva de la magia. Se ejercerá
entonces una fuerte represión a la magia en bloque y a
todo lo que no sea ciencia empírica. La única facultad de
]a actividad humana que continuará preservando la di-
mensión de la fantaseoso será la estética, Huna magia que
se debe puramente subjetiva", ineficaz para mover al
mundo, pero capaz de modificar el yo.
Llopis aplica esto al consumo actual de las drogas. lVf u-
dios viajes iniciáticos de la antigüedad se realizaban con
ayuda de drogas alucinbgenas. 9 Nuestra sociedad indus-
trial, junto con los avances fabulosos de la técnica, re-
prime la vivencia de lo numinoso y descuida el conocimien-
to y manejo del propio yo. Pero existe en nosotros una
necesidad de vivir experiencias numinosas, manifestada
cuando evitamos la censura impuesta por la lógica, en los
relatos fantásticos, por más que nadie crea en los númenes
del mundo subterráneo. Esto es lo que Jung llamaba los
arquetipos del inconsciente colectivo.10
Existe un cierto parentesco entre las ideas del niño,
del loco, del primitivo, de los sueños, o de ciertas drogas.
Los hippies acudirán a ellas para evadir el mundo cua•
drado del racionalismo ambiental y sumergirse en las fan-
tasias del pensa1niento mítico. No creen, desde luego, salvo
raras excepciones, en la realidad objetiva de sus alucina~
dones. Tratan más bien de dejar en libertad la expresión
de estos arquetipos como lo que son. La liberación de lo
irracional y fantaseoso, tal como lo hace el surrealismo,
11 Se han señalado analogías entre un viaje de LSD con los viajes
a "otro mundo", e11 decir, ritos de morir y renacer, como el Bardo
Thodol o el libro Tibetano de los Muertos.
10 "El sustrato síquico de los hombres es común a todos ellos
en todas las épocas, y pervh·e en las capas más íntimas de nuestro
inconsciente".

103
el sicoanálisis, o el ''reali smo fan tástico" de Bergi er. Sev,
en búsqu eda de lo primi tivo, hasúa dos de los "bene ficios '
de la dviliz ación . Vuelv e la cultu ra animi sta, aunq ue cor
signo diver so.
Anun cio d el festival de rock de 1\1iami, 1969: "A todé
-la nación Wood stock : Se convoca a todas las tribus ;
celeb rar los ritos del princ ipio de la prima vera y fin de
invie rno . .. " El rock es recon quista del r itmo originari<
orgás mico ritual ; los festivales son encue ntros tribal es
Huau tla es pereg rinac ión al lugar sagra do; Charl es Man
son realiz a un asesin ato ritual de culto satán ico . . . En la
mont añas de San Luis Potosí se tiene anual ment e un:
reuni ón de brujo s, para concentrarse y llena r la tien;
de buena s vibra ciones; una reuni ón mayo r se tuvo er
julio de 1972 cerca de Aspen, Color ado, cuand o una muJ
titud de comu nas hippi es e "hijo s del sol" se congregaro1
para este fin. Recue1·do un diálog o, entre xi pitecas a quie
nes yo consi derab a sanos y produ ctívos . Con toda natu
ralida d me dicen : ''Díce n que en Marte toda 1a gente de
plane ta se pone a medi tar junta un día al año. ¿Te ima
ginas qué energ ía se· despe dirá? ... " En Woodstock, urn
much acha desnu da se lanza a una hogu era, como sacrificic
ritual . Podrí amos conti nuar los ejemp los, pero no tiene
caso . ..

Occidente no sólo ha reprimi<lo lo numénico, lo irraci o•


nal o lo infrar racíon al, corno se le quier a llama r. Tamb ién
ha reprim ido, y acaso con mayo r fuer1.a, lo supra rracio nal,
es decir, 1a místic a y la metafísica. El ateísm o mate rialist a
niega la realid ad objet iva de todo lo que no sea verifi cado
con los sentid os o sus prolo ngaci ones (instr umen tos de me-
dición ). La droga ha traído un retor no a la conciencia
trascendent al.
Ya decíamos que la razón lógica se desar rolló para fines
de autosubsistencia, y que su funci ón es más bien restri c-
tiva, es decir, impide la consi derac ión de ¡a totali dad
para centr ar nuest ra atenc ión en las co.sas concretas. Ahor a
bien, las droga s alucin ógena s opera n dismi nuyendo la ra-
ción de azúcar al cereb ro y conse cuent emen te, dismi nuyen
la funci ón restri ctiva de la razón lógica, dan-tlo más mar-
104
11,c·11 a la intelige ncia libre, o sea, la conciencia trascen-
11
i lc11 tal.
Bajo los efectos de estas drogasJ se llega inclusiv e a per-
tlC'r las frontera s de la propia individ ualidad , y se siente
11110 inmerso en el Todo. Tal vez esto guarde relación con
•·1 oriental ismo hippie; el sincreti smo panteíst a con su prin-
<ipio "Todos somos Uno'\ el retorno de la meditac ión
t rnscendental, el Yoga, el vegetar ianismo , el pensam iento
llimbólico, la astrología, etc. . . . Aparen temente el retorno
<le las cultura s orienta les es m ás bien superfic ial: túnicas, in-
cienso, libros exóticos, postura s. . . Pero en realidad pude
rompro bar una presenc ia del pensam iento metafís ico como
taJ. En conversaciones de sobremesa, el tema recaía frecuen-
Lemente en cuestion es metafísicas: el problem a de lo uno
y lo múltipl e, el concept o de particip ación, del ser, del
panteísmo, etc ... Una coyuntu ra aprovechada por gurús o
misione ros budista s para hacer proselitismo, haciend o con~
cesiones eclécticas al espíritu occiden tal Pero los hippies
recha1.an cualqui er tipo de religión instituc ionaliza da. Pre-
firieron las sectas esotéricas, de filiación masóni ca y bas-
tan te oportun istas. En los Estados Unidos tuvo relativo
éxito Timoth y Leary y su sincretismo religioso centrad o
en el ácido.
Es privileg io de los iniciado res de cualqui er movimi ento
el conserv ar fresca la intuició n origina ria antes de que ésta
pierda significado al asimilar se a las pautas tradicio nales
de compor tamient o. Esto fue precisam ente lo que aconte--
cic'> a los primero s xipitecas que redescu brieron las nuevas
drogas y las hicieron su propio signo, gestánd ose así una
subcult ura exótica y profétic a en medio de la decaden te
cultura tradicional. Pugnar on por u na .nueva forma de
vida que ellos desearo n para todo el mundo y que era más
Uberal, pacífica y feliz. Un arte nuevo, nuevas ideas reli 4

giosas y sociales, un h ombre nuevo, nuevas relacion es fa-


miliares , nueva moda, nueva concepción ante el trabajo,
en fin, como analizaremos en los siguien tes capítulo s, su
forma de vida afectó todos los element os cultural es, aun-
que el rechazo radical de la cultura tradicio nal, así como
la represió n hostil por parte del mundo adulto, hiciero n
que dicha subcult ura no fuese sino un movimíento efímero
11
Huxley, op. cit. pp. 24 y ss.
105
o un ex ot is m o co st um br
is ta denti-o de l m is m o cu
cu ltu ra im pe ra nt e. ad ro de l
Pe ro au n se di o un paso
más. La s pa ut as qu e gu
in st in tiv am en te a estos ia ro
pr im er os hi pp ie s en la
dó n de su cu ltu ra , las configur;
sacaron pr ec is am en te ne
valores de la cu ltu ra oc ga nd o 1,
ci de nt al , o m ej or di ch o,
los an tiv al or es de la id vi vi en d
eo lo gí a do m in an te . La
de este m od o se co nv irt subcultu1
ió en co nt ra cu ltu ra , co m
m in ar ía St ua rt H al l. 12 o la dem
D o it! ·(¡Hazlo!) su st en
J er ry R ub in en su fam
oso líb r
ta un a tesis to ta lm en te
y pr op on e la lu ch a ge su bv er sh
ne ra ci on al : "L os ad ul to
lle na do de pr oh ib ic io ne s te ha
s qu e tú ha s lle ga do a
na tu ra le s. T e dicen: 'H ve r com
az di ne ro , tra ba ja , es tu di
ni qu es , no te dr og ue s'. Pe a, no fo:
ro tú haz pr ec is am en te lo
ad ul to s te pr oh ib en , y qu e le
no ha ga s lo qu e ellos te
da n. N o creas a na di e re co m ie ,
m ay or de 30 años." Y
de la re vo lu ci ón de Berk el te ór ic
eley ha ce su de cl ar ac ió n
"¡ Fu ck A m er ic al ", "Elvis de guerra
m at ó a Ei se nh ow er ", se
ba el "S ue ño A m er ic an o" derrurr.
, "R om pe la nave, y sa
Fu er a de la escuela y de l a viviI
l tra ba jo , m at a a pa pá
qu e no sa be n qu e ha y y m am á
ge nt e m ur ie nd o en V ie
hi pp ie s se ha n vu el to "Y tn am ". Lo
ippies".
St ua rt H al l di ce qu e lo
s hi pp ie s fu er on ''u n isl
significados desviacionist ot e dt
as en el m ar de su pr op
da d" , y da un a ta bl a de ia socie-
valores oc ci de nt al es co m
co n los an tiv al or es hi pp pa ra do !
ie s:

EN FR EN TA ~f IE N TO
D E V A LO RE S
CO NV EN CI ON AL
HI PP IE .

op ul en to
pr iv ile gi ad o po br e
des{ avorecido
bl an co
in di o
ur ba no -in du st ria l
sofisticado pa st or al ur ba no -a rc ád ic o
ex pe rim en ta do si m pl e
"n ai f"
ad ul to
ni ño
ho m br e/ m uj er
ju ve nt ud
12
Los Hippies, una contracultura, Ed . Cu ad
cc lon a, 1970. ern os An ag ram a, Ba r-
..
106
mascu lino femen ino
genita l "polim orfo perve rso"
trabaj o juego
dolor place r
poster gación de las lo inmed iato. El ahora
gratif icacio nes existe ncial
tenso relaja do
lógica lineal lógica metaf órica, ana-
lógica
palab ra image n
poder amor
indivi dualis ta comu nitari o
fuerza flor
orden ado espon táneo
rutina rio anárq uico
instru menta l expre sivo
limpi o desas trado
socied ad ser (indiv iduo)
cuerp o mente
razón intuic ión
objeti vo perso nal

Se trata de la terrib le oposi ción marca da en la pelícu la


Joe. ?v[ás que lucha gener aciona l, es pugna de dos modo s
de ver la vida. Aunq ue la visión globa l hippi e no sea
coher ente ni integr ada, tampo co es ese embro llo amorf o
que apare ce a simpl e vista.
El hippis mo fue visto como protes ta y diside ncia de
Jos valore s cultur ales de la socied ad de consu mo. Pero
la droga , por el hecho de habitu ar, es decir, obliga r a con-
sumir , refuer za por un lado estos mism os valores. Este es
el contra sentid o. Por lo tanto, los hippie s son un produ cto
de la socied ad de consu mo que sólo existe n en la me-
dida de su protes ta contr a la socied ad que los posib ilita y
usufru ctúa. Stuar t Hall cita a Peter Bergi er: ºEl no recono-
cimie nto y las contra defini cione s de las norma s sociales
son siemp re poten cialm ente revolu ciona rias"; pero se pre-
gunta en qué sentid o lo serán, pues la rebeli ón perso nal
puede ser adapt ativa al sistem a. "Tod a socied ad tiene sus
áreas de diside ncia tolera da, sus rebeld es excénu·icos que
castiga, sus locos permi tidos. " Y pasa a dar las condi ciones
107
pa ra qu e es ta pr ot es ta
.
c1onan.a:
pu ed a ser ef ec tiv am en
te revolu-

a) Las co nt ra de fin ic io ne
s de be n es ta r localizad
ra iz ad as so ci al m en te (lo as y en-
s su bu ni ve rs os re qu ie re
dades; las co nt ra de fin ic n su bsocie-
ío ne s de la re al id ad re
frasociedades); qu ie re n con-

b) La s co nt ra de fin ic io
ne s de be n es ta r ce nt ra
tu ad as : de be n de sa fia r lm en te si-
al sistema de va lo re s en
claves de te ns ió n y vi los pu nt os
olencia; de be n pr es en
fr on ta ci ón a lo s se nt id ta r un a con-
os y valores no rm at iv os
ce nt ra le s;
e) D eb en of re ce r form
as de oposiciones y de
qu e co nd uz ca n a un a sa fil ia ci ón
re be lió n social, m ás bi
di vi du al ; en qu e in -

d) Ofrecer fo rm as de ac
ción, proyectos de vi da
co rp or en es tru ct ur as al , qu e in -
te rn at iv as .
Se gú n esto, ¿h as ta qu é
pu nt o los hi pp ie s co ns
un desafío a la sociedad tit uy er on
, o si m pl em en te ~e de se
de ella? Aunc1ue su ac nt en di er on
tit ud co nt es ta ta ria se re
cu ltu ra l, sus so lu ci on es du je se a lo
, m ot iv ad as po r la dr
fantaseosas y no pr op us og a fu er on
ie ro n un a so lu ci ón re al
Ta m po co pr ov oc ar on un ac ep ta bl e.
m ov im ie nt o social de en
Su de sp ol iti za ci ón fu e ve rg ad ur a.
causa de qu e no pasa
vo ca r un a re vo lu ci ón se n de pro-
bu rg ue sa clasista. C ua nd
llegó a los pr ol et ar io s o la dr og a
se pe rd ió to do signific
m iló al alcohol co m o ad o y se así•
ot ra m an ife st ac ió n más
m o y evasión. de machis-
Pe ro si el hi pp is m o fu e
un a su bc ul tu ra ef ím er a
1narginación y un a co nt po r au to -
ra cu ltu ra in tr an sc ed en
litización, fu e ta m bi én te po r apo-
un a pr ec ul tu ra , o sea,
m ie nt o significativo pr un movi-
ofético de la nu ev a cu
gestación. En te nd ám on ltu ra en
os . El ca m bi o cu ltu ra
ve rif ic an do es in de pe nd l qu e se es tá
ie nt e de l m ov im ie nt o
dr og a no es ca us a de te hi pp ie . La
rm in an te de este ca m bi
qu e pu ed a ser oc as io na o, po r m ás
lm en te un fa ct or co ad yu
ci de nt e ha da do ya su va nt e. Oc-
ap or ta ci ón a la hi st or ia
los m om en to s de su au y vivimos
to de si nt eg ra ci ón . V ol va
da r a ~f cL uh an , qu ie n m os a recor-
de cí a qu e O cc id en te na
ice práctica-
108
mente con la impren ta, la impre nta aboca a la técnica y
c'-sta a la electri cidad. La electri cidad es la negaci ón de la
impren ta, abrien do camin o a una nueva forma de comu-
11icación de tipo oral. Los hippie s fueron totalm ente mclu-
hanian os. Identif icados con lo tribal, encon traron en la
electri cidad una .estruc tura adecua da. El rock electró nico
se volvió el medio para comun icar su mensa je, no tanto
racion al, cuanto vivenc ia! y emotiv o. Los hippie s se mo-
vieron en los mass-media como el pez en el agua. Pese a la
precar iedad de medio s económ icos y de su recono cida po-
breza, public aron un buen númer o de revistas "under -
groun d" y conqu istaron un medio tan difícil y podero so
como es la radio. Convi rtiend o en image n su person a mis-
ma, fueron noticia , al obliga r a las revista s ilustra das a
ocupar se de ellos. Su influen cia creció tanto que provoc ó
un nuevo estilo de vida.
Kónig disting ue entre moda y estilo. Este último en-
vuelve a todo el ser human o, y es más estable y durade ro
que la simple moda pasaje ra. Las pautas de un estilo son
config uracio nes de la misma vida cultur al. Los hippie s
reunie ron estas condic iones, pues el descub rimien to de una
droga sería algo demas iado intens o como para no ocasio-
nar modifi cacion es cultura les.

El mito bíblico de la torre de Babel narra el origen de


la plural idad cultura l. :tsta se debió a un antigu o pecado,
cuand o el hombr e preten dió penetr ar por sí mismo en el
arcano de Dios. El castigo divino fue la confus ión de las
lengua s y, consec uentem ente, la divisió n cultur al. Desde
entonc es queda la nostalg ia por recobr ar la unidad primi-
genia, al mismo tiempo que la human idad se vio precisa da
a lanzar se hacia la diferen ciación . Este ha sido el camino de
la histori a. Un prime r mome nto de diferen ciación (las
cultur as animis tas eran aún bastan te simila res entre sí pese
a su distan cia geográfica). En las cultur as antigu as, la di-
ferenc iación alcanz a su más alto grado. Entra en escena la
guerra . Aun cuand o el nacion alismo fuese un invent o tar-
dío, Occide nte lleva en sus misma s entrañ as el etnoce n-
trismo y la destru cción de todas las cultura s. Todo el mun-
do deberá occide ntaliza rse para poder contin uar hacia ade-
lante. El unifon nismo imperi alista va creand o una nueva
109
un ida d; pe ro cu an do ya se está
a pu nto de log rar se descu-
bre qu e Oc cid en te est á en pro
ceso de de sin teg rac ión . La
nu ev a cu ltu ra será, po r el co ntr
ari o, un a cu ltu ra cósmica.
El ter cer mu nd o, lla ma do tam
bié n .. la cu ltu ra de l silen-
cio", pu est o qu e los op rim ido
s son pri va do s de l uso de la
pa lab ra, co mi en za ah ora a
ha bla r. La s co mu nic aci on es
un ifo rm an ; las gra nd es cap ita
les son cosmopolitas; las
un ive rsi da de s eu rop ea s alb erg
an a est ud ian tes de tod as
las razas. Es lo qu e nu est ro Va
sconcelos lla ma ra "'la raz a
cósmica' '. tst a era tam bié n la
visión ev olu tiv a de Th eil -
ard de Ch ard in.
Se ha no tad o siempre, como me
ncionaremos, un a corre-
lac ión en tre rel igi ón y cu ltu ra.
Ca da cu ltu ra ha po seí do
su pro pia rel igi ón y ést a ha co
nfi gu rad o a su vez los valo-
res cu ltu ral es. Esto se observa
de mo do especial en el
jud aís mo , pu es conocemos cla
ram en te su ori ge n cu ltu ral
y religioso. La rev ela ció n co
mienza co n la his tor ia de est a
cu! tur a: Ab rah am , mi em bro de
cie rto cla n de un a tri bu
nó ma da <lel desierto, es lla ma do
pa ra for ma r cíe su descen-
de nc ia "u n gr an pu eb lo' \ y
éste se va co nfi gu ran do . La
Bi bli a nos rev ela leyes, co stu mb
res e his tor ia de este pu e-
blo. Viviendo en tre las tri bu s
po lite íst as de l desierto, sien-
do de po rta do a las poderosas
cu ltu ras an tig ua s, conservó
bu en a pa rte de la visión sac
ra pro pia de las cu ltu ras
animistas: Es to mi sm o lo recog
ió el cristianismo, inc lus ive
ha sta nu est ros días. Ah ora , cu
an do la ev olu ció n socioló-
gic a ha de jad o atr ás el mu nd
o de las cu ltu ras an im ist as,
se ha bla de desacralización
y de secularización. Así, el
cristianismo, de ja de ser un a
"re lig ión " en el sen tid o es-
tri cto del tér mi no . El mu nd
o sacro, pro pio de las religiones
a nimistas, en do nd e se da la sep
ara ció n en tre lo sacro y lo
pro fan o, co n su tie mp o sag rad
o (fiestas), y sus lug are s
sag rad os (sitios religiosos de
pe reg rin aci ón ); co n sus im-
purezas y rit os, tod o est o ha qu
ed ad o atrás. Po de mo s pres-
cin dir de ello. En el cristianism
o po pu lar de nu est ra pa tri a
nos qu ed an aú n rem ini sce nc ias
de tod o esto: ~n dic ion es
de semillas, an im ale s, casas, au
tomóviles, pe reg rin aci on es,
milagros, ap ari cio ne s, cu lto a im
ágenes, danzas, etc . .. Pe ro
la secularización pro pia de l
mu nd o cie ntí fic o oc cid en tal
es int ran sig en te. El mu nd o sac
ro se ha ido de fin itiv am en te
y no tenernos po r qu é ten erl
e lástima. Más aú n, ah ora es
cu an do po de mo s co mp ren de r
me jor lo ve rda de ram en te
110
r,encial del cristianismo y purificarlo de estas prácticas.
Los cxégetas interpretan los mitos de la Biblia como
111imples géneros lite·rarios sujetos a una sana hermenéutica.
Nace Cristo "al llegar la plenitud de los tiempos", es
dcc:ir, cuando la humanidad había llegado a la organiza..
d6n. El alfabeto fonético se ha inventado y la escritura
ha dado origen a las grandes culturas. La religión judeo•
( ristiana es religión del Libro. Pero nace también cuando
la cultura occidental está en albores. El imperio romano
domina al mundo conocido. Hay proceso de aculturación
en la Palestina. Por lo tanto, la naciente Iglesia crecerá
.iuntamcnte con la cultura occidental. Al principio, el pro-
blema fue el de liberar la revelación cristiana del marco
l'fgido de la cultura semita. Recordemos las dificultades
de San Pablo al fundar comunidades cristianas entre los
judíos helenizantes de la diáspora. Hay fuerzas retrógra-
das que quieren identificar al cristianismo con una cultura;
pero el primer concilio, el de Jerusalén, acuerda que la
Iglesia es "católica", es decir, universal, no ligada a nin-
guna cultura determinada. Los judaizantes pretendían obli-
gar a los neoconversos procedentes del paganismo a la
observancia de costumbres judías y a aceptar los valores
culturales de aquella cultura nacionalista y formal; pero
quedaron desde entonces fuera de la ortodoxia. San Pedro,
inclusive, deja la amada Jerusalén, y se cambia a Roma,
capital del imperio, no sin visión histórica.
Fue una lástima que esta actitud no se mantuviera cuan•
do la cultura occidental iba dominando a todo el mundo;
desde Constantino, y la Edad l\fedia, el cristianismo fue
la ideología dominante. Así tuvo la Iglesia su "cultura
metafísica•• en el Occidente feudal. Fue entonces cuando
la Iglesia se occidentalizó. Se volvió juridicista y organi.
zativa: el Derecho Canónico, calcado del derecho romano;
el racionalismo escolático, dentro de la lógica aristotélica;
en fin, la Iglesia católica y apostólica se volvió uromana,.,
no en el sentido del reconocimiento del primado pontificio,
sino, además, porque apoyó el nuevo imperio carolingio,
sustituto del viejo imperio romano. Desde entonces, de.
fender los valores del cristianismo fue sinónimo de la
defensa de la cultura occidental, y en su labor misionera
"cristianizar., a los pueblos paganos fue occidentalizarlos.
Pero la Iglesia tampoco acompañaría todas las viscisitu-
111
des de esta cul tur a. Co n el paso del
feu dal ism o a la bur.,.
gue sía nace la ref orm a pro tes tan te. apo
yan do a las nue vas
clases progesistas. La Iglesia católica,
en cambio, se ma n-
tien e def end ien do al feudalismo rur al
y los valores me-
dievales, por lo que la nac ien te bur gue
sía tuv o tam bié n
que luc har con tra el pod er del clero.
La rev olu ció n fran -
cesa, y pos teri orm ent e el rac ion alis mo y
el cap ital ism o, obli-
gar on a la Igle sia a ma nte ner se a la def
ensiva. No fue sin o
has ta Ma rita in y Jua n XXIII que la
Igle sia sale def init i-
vam ent e del mo do feu dal de ver la
vid a, pre cis am ent t
cua ndo el cap ital ism o da las pri me ras
señales de su auto•
des truc ció n. Ta l vez por esto, mie ntr as
que en la revolu-
ció n ind ust rial · el pro tes tan tism o fue
más progresista quf
el catolicismo, aho ra se está dan do una
inversión. Res ulta
más fácil par a la Iglesia católica des
pre nde rse de estruc-
tur as capitalistas, a las que nun ca apr
obó del tod o, que
a las iglesias lute ran as com pro me tida
s con la burguesía
nor tea me rica na dec ade nte .
Per o la Igl esi a deb erá tam bié n desocc
identalizarsc. An tf
la nue va cul tur a uni ver sal y por con
sig uie nte "ca tóli ca'\
ten drá la opo rtu nid ad úni ca de ser lo
de ver dad . admi,
tien do el plu rali sm o cul tur al den tro
de ella misma. E~
curioso, el con cili o Va tica no II hac e
por vez pri me ra los
elogios de la técnica, cua ndo la juv ent
ud xip itec a den un-
cia los ·vicios otr ora criticados; la ref
orm a litú rgi ca, ve~
nid a de los países lute ran os, va por la line
rac ion alis ta, cua ndo la juv ent ud exige
a dela sob ried ad
rito s barrocos, vi-
suales y emotivos; los cur as mo der nos
nos qui tam os tú-
nicas y sotanas y los obispos sus pec
torales, cua ndo los
xip itec as los pon en de mo da; los clé
rigos nos lan zam os
alo cad am ent e a la. act ivid ad, cua ndo ret
orn a la con cie nci a
tras cen den tal y la mística. De jam os
de ser metafísicos,
cua ndo vue lve la inq uie tud ont oló gic
a; reconocemos el
proceso de sec ula riza ció n pre cis am ent
e cua ndo ent ra · en
crisis el sec ula rism o filosófico libe ral.
Los hip pie s enc uen tran el plu rali sm
o cul tur al. Áfr ica
pro por cio na el ritm o, las vivencias em
otiv as 'fuertes y las
drogas tribales; ori ent e da el yoga,
la me dita ció n y el
has his h; Am éric a Lat ina no occ ide nta
liza da -lo s indíge~
nas - da el nat uri sm o, hongos y pey ote
. . . Ta l vez estos
con tine nte s apo rte n tam bié n a la Igle
sia su pro pia vis ión
del mu ndo , que será sin dud a enr iqu
ece dor a.
112
La teología actual valora lo que deno1nina "signos de
los tiempos", es decir, acontecimientos de la historia con-
temporánea que unidos a otros semejantes, marcan el
camino que habrá que recorrer la historia. La historia
es vista como la acción de Dios en el mundo, en favor de la
liberación del hombre integral. Es continuar la acción en-
carnante de Cristo. Es la fuerza del Espíritu que impulsa
el retorno al Padre. Cristo, en determinado momento de la
historia, se encarna, haciéndose uno con el pueblo, para
que tomase conciencia de sí y se decidiese a ser agente
de su propio destino. El concepto lineal de la historia apa-
rece por vez primera con el judaísmo. Las culturas ani-
mistas pensaban más bien el eterno retornó de lo idéntico.
En esto coinciden marxismo y cristianismo; en la idea
finalista. Los cristianos deben10s, pues, prestar atención a
estos "signos de los tiempos", que son reconocidos como
"lugares teológicos"; la teología se vuelve reflexión de fe
sobre el acontecimiento, así los cristianos nos comprome-
temos a acelerar el proceso de la historia, en la construc-
ción del reino de Cristo en el mundo.
Para mí, el movimiento hippie fue uno de estos "sig-
nos" proféticos, pese a la inmadurez en que vivieron. Será
Jabor nuestra aprender humildemente de ellos, en sincera
escucha; pero con conciencia crítica, para discernir entre
las manifestaciones auténticas de la nueva cultura, y las
ilusiones propias de su juventud irreflexiva o de su alo-
cada imaginación alucinada.

113
CAP1TULO II. EL RESCATE DE LA VIDA
NATURAL
Cuando uno visita una tienda donde venden "pósters"
cuando uno hojea las revistas "underground" de la épo
hippie no puede menos que llamar la atención la repetiti
insistencia sobre temas de vida natural o de críticas m
o n1enos irónicas hacia la vida "civilizada." U no de ell<
por ejemplo, pintaba en el plano del fondo a enorm
máquinas-satélites que provocaban una tremenda expi
sión atómica con bombardeos de rayos lasser; luego, en
plano medio, estaba un mono enarbolando un hueso
manera de utensilio, es el principio de la vida propiamen
humana dentro del proceso evolutivo. Por último, en
primer plano, dos hippies, uno rubio y otro negro, ,
larga cabellera, torso desnudo y sendas espadas. El me
saje parece ser el siguiente: el hombre nace· con la técnic
.es el "horno faber"; pero ahora ella misma lo está co
<luciendo hacia su autodestrucción. Los hippies pretendf
salvarlo volviendo a la Yida natural Otro póster simi1;
describe todo el proceso evolutivo, desde el mono, has
esa caricatura de hombre, lleno de fórmulas matemátic
en la cabeza y objetos de consumo, de traje y corbat
Por últin10, una pareja hippie sale de esa locura y retorr.
feli1. a Ja vida natural. Es la era de Acuario. f.ste tambié
es el tema <le la reciente obra teatral de Oceransky: Sirnii
La niitología de los orígenes, la vida natural y el retorn<
Un amigo hippie me contó en cierta ocasión su teorí
de ''la quinta generación", aunque se trataba más bien d
categorías lógicas que propiamente generacionales. Cok
caba la primera generación en el campo: allí había arme
nía natural; el autoritarismo del padre se justificaba po:
las mismas exigencias objetivas de las labores rurales, pue
existe un tiempo determinado para sembrar o para cose
char. L a segunda generaci6n emigra a la citidad y queda
allí e.orno lumpen proletaria, sufriendo las consecuencia~
de adaptación para esta nueva vida. La tercera generación
se establece plenamente en la ciudad. La cuarta generación
podrú gozar de los bienes urbanos, pero al mismo tie1npo
comienba a percibir desazón e incomodidadei. La quinta
114
111·11t·1 ;u iún volverá de nuevo al campo, mediati1ada por la
e 11lt111a urbana.
E" así como esta generación de las flores se dispone a la-
hrn r la tierra adoptando la forma de vivir propia de los
11111ivos de la región. Tal vez sea el inicio de una primera
tni~ración urbana al agro, después de aquella aparente de
lo, ricos en sus chalets de fin de semana. Ante los pro•
hlc•mas ocasionados por el hacinamiento y gigantismo de
um·stras ciudades, es probable que se fomente en el futuro
un espíritu aventurero similar, que por otra parte contri•
l,11ida a dinamizar el proceso de desarrollo agrario y su.
pcrar esa arbitraria separación entre campo y ciudad.
Pocos fueron los muchachos que se establecieron en for-
ma duradera en el campo; pero la mayoría hizo incursiones
mfts o menos largas en lugares apartados y de belleza
uatural. Algunos venían de Estados Unidos. Un nuevo
1.urismo sin cámaras fotográficas que viene a aprender ese
,11:te olvidado de vivir que todavía poseen los indígenas
del sur.
El campo volvió a los hippies al realismo de la tierra.
Pudieron percibir que no todo era poesía bucólica en estos
lugares; que también en el campo se da enajenación y mi-
seria. Pero su pereza, irresponsabilidad e inmadurez afec-
tiva, por una parte, y la represión del "sistema" por otra,
hicieron fracasar una experiencia que posiblemente hubie•
se contribuido a rehabilitar a algunos de ellos.
Justamente con este retiro al campo, la "'vuelta a la na-
turaleza" trae consigo una forma más natural de vida. El
yoga volverá a centrar la atención en el cuerpo; retornan
antiguas dietas vegetarianas. El vegetarianismo hace a sus
practicantes más pacíficos y bondadosos. Observemos que
los animales carnívoros son más agresivos que 'los herbí•
voros. Esto está en consonancia con el pacifismo generado
por la marihuana. Muchas veces, el vegetarianismo puede
ser racionaliladón ante precariedad de recursos que no
posibilitan comprar actualmente la carne. Hoy, en tiempos
de escasez, como en Oriente. se pone de moda esta dieta.
He escuchado ya argumentos en pro del vegetarianismo en
barrios proletarios donde la carne es inaccesible. Sin em-
bargo, los . defensores del vegetarianismo piensan que ésta
es la forma "natural,, de alimentación del hombre. Puede
ser saludable, a no ser porque disminuyan las reservas del
115
:atlticuerpos no enco ntra dos en las prot eí-
orga nism o y 105 getal.
nas de orig en vee.s para reso lver esta dific ulta d, don
de en-
Pero es enta flc 'tl natu rism o es una cien cia elab
orad a
tra el naturisJ:J'.lº·r algu nos médicos (Kh üne, Van
der, Le•
en O ccid ente Pº tll de resc atar la vida natu ral dent
ro de
zaet a), y que t:!~ó!l· Insis te en que la salu d es el
esta do
nues tra dviliz:e1-c:ibl"e y que la enfe rme dad aparece
cua~ do
natu ral del hotl l tia natu ral de vida . Por esto
pref iere
se rom pe la fo:;
11 tiva: baño s de sol, de aire, de agua .
la medicina pre '{ dieta adec uada . Con estas prácticas
es
de luz; ejer ció05 ~getarianismo. En cam bio, la med
icin a
más posi ble el v etl los micr obio s com o caus a
de enfe r•
escolástica -insi ste cllf?ª más por cura r. El hom bre
de h~y,
med ad y se pre º e;to, vive en cond icion es de sana
torio .
débi l y pred iSPu :arm acol ógic o mul tipli ca y enca
rece los
El comercialistJ1° ~s term inan a la larg a por into
xica r al
prod ucto s, los ctlªt o la med icin a natu rista pref iere
. o. p "' es . . las an•
orga nism OJ :o,ed1c1na1es.
cestrales plan t~s i!Jlbito sexu al imp era el natu rism
o hip~
Tam bién en e1 ¿istas escandinavos, los actuales hipp
ies
pie. Com o los 1111 ¡1.dismo es la form a natu ral de vida
del
aseg uran que el ~ 0 rbosidad fue una cost umb re adqu
irida
hom bre y que 1~ Siem pre que pued en tom arán
sus ba•
con la civilizaC1 11'¡ 0s arro yos ·de Hua utla , las play
as de
ños desn udos , eJl ces se prac tica gene ralm ente sin
11 gran -
Cipo lite, etc. toto '(/ para algu nos de ellos, educados
en
des inco nvenieílteS~Íó n sexu at tien e un e.fecto Iiber
ador.1
amb ient :s ~e teP;piaron sin dific ulta d el cont rol nat~
l. a
Los h1pp1es ;1c tLlral. Un póst er pint aba a un v1e10
base del ritm o ?ª en un islote, arro jand o al mar
las
arru gado , solitilr1?t1{ltiles. Incl usiv e las razo nes natu
ristas
últim as píld oris f \_¡r, sobr e todo en México, las
drogas
les hici eron pre. etédcas. Ama n la vida y los niños,
odia n
natu rale s a las 510:vdad, la com ida sinté tica v la Coca
-cola.
el artif icio de Jil et ta razó n para usar el pelo ·largo. U
no de
Incl usiv e alegaJ1 e; prin cipio lo usé co1no prot esta y
rebel-
ellos me dijo : ¡I~ la drog a y creía que el pelo me servía
día; lueg o le toP 3
de C~Iifornia se pei:mi~en estos bañO!I_ nudista~.
1 En varia s pl_aylls
eaJtzado por perio dista s del Elysmm l!1c.,
Un infor me crít~cO ,A.dtJe~ture apare ce e~ el libro de
Jerry Hopkrns:
publi cado en Nudi st , ~1ula , Buenos Aires, 1969.
El L,bro Hipp ie, id,

ll6
, umo antena s para captar ciertas vibraciones; después lo
usé porqu e me gustó y. ahora, porqu e es lo natura l.''
Esta, pues, ha sido la forma descub ierta por los hippie s
que ellos trataro n de llevar con la mayor radica lidad po-
gible. Se sobree ntiend e que este gusto por lo natura l fue
una reacció n contra la forma civiliz ada de vida. Lanza ron
críticas tremen das contra la civilización, tal vez concor-
dando con las mentes más lúcida s de los actuale s cientí-
ficos y filósofos, como vamos a ver.
Una carica tura de Los Angeles Free Press mostra ba a una
sorpre ndida ranita ante un hombr e de traje y corbat a que
en Jugar de cara tenía una calavera. De dicha calave ra sa-
lía un alamb re con un botón que el indivi duo apreta ba
entre sus dedos. Efecto de este dispositivo es que el cráneo
de la calave ra había volado en pedazos por una explos ión
en forma de minib omba atómica. Al pie de la carica tura
se leía: "Hom bre demos trando su superi oridad sobre los
anima les/' Expres ión plástica de la actitud hippie hacia
la técnica. A diferen cia de los animales, el hombr e apren-
dió a n1anip ular el mundo para poder subsistir. Pero pre-
cisame nte con sus inventos prodigiosos está llegan do a
autode struirs e. La bomba es el invent o más obvio al res-
pecto y recuer do a Jasper s en su ensayo sobre la bomba
atómic a. 2
Con el surgim iento de la cultur a occide ntal; la técnica
pasó a un plano cualita tivame nte diferen te. Marx fue uno
de los· primer os en percibir esta transfo rmació n y descu-
brir que con la revolución indust rial se modif icaban cua-
litativ ament e las relaciones técnicas de produc ción, enaje-
nando más el trabajo de los obrero s al alejarl os de su
propio produc to. Sin em~argo, Marx partici paba en buena
parte de las ideas corrientes de su siglo y espera ba que
una vez suprim ida la explotación capital ista, con sus
respectivas relacio nes sociales de produc ción, la técnica ha-
bría de traer el bienes tar del hombr e.
Pero en la actual idad parece que las cosas no se han de-
senvue lto confor me a la visión optimi sta de los profet as
decimonónicos. Nadie pone en duda la explos ión cien-
tífico-técnica de nuestros días. Oppen heime r asegur aba
1
Karl Jaspers , La Bomba Atómica y el Futuro del Hombr e, Cua-
dernos Tauru&, Madrid , 19.58. Igualme nte puede verse su visión de
la técnica, en: Origene Senso della Storia> op. cit., II parte.

117
que 9 ,l'í) de Jo¡ científico s experime ntales engendra dos por
la hunnida d_. viven todavía. La ma)'or parte de los in-
,1entos :~cnico~ de toda la historia se realizaro n en los
último120 años. Fourastié expone algunas cifras revela-
doras: ie 1943 a 1964, la velocida d máxima de las máqui-
nas colli ucidas por el hombre se ha multiplic ado por 40;
la pote:acia de e:xplosivos se ha multiplic ado por 10 millo-
nes; la1eguridad del funciona miento de aparatos electró-
nicos se ha m-..i tiplicado por 10; la cantidad de informa-
ción t::rnsmisil>!e por un sólo hilo, por I 000, etc ... 3
Anteest o, lc11 actitudes siguen siendo divergen tes. Hay
por ej ~oplo, qllienes piensan que Ja técnica abre paso a
todo 1..-..n mundo espiritua l, como sucede entre gente de la
Iglesia., sobre t odo a partfr del reciente concilio, expresa-
mente :i "Gau:liu m et Spes": la técnica es participa ción
del poder creador de Dios; "ha logrado dilatar y sigue dila-
tando E: campo de su dominio sobre casi toda la · natura-
leza '' ( ¡83)"; h 1 abierto nuevos caminos para perfeccio nar
la cultua "(#5});" transform a ]a faz de la tierra e intenta
ya la coi quista de los espacios interplan etarios". La Iglesia
<le 1a e 1il actu al se suma tardíame nte al número de sus
apologi~ta s, pr~dsam ente cuando las mentes más lúcidas
comien2a n a cutstiona rla.
Para ?oder echar a andar toda la maquina ria exigida
por las ft bricas actuales se necesita gran centralis mo, mono-
polio, y consigui entemen te un consider able aumento de la
burocrac ia. El individu o ha pasado a formar parte de
la máqtJina , en lugar que ésta le sirva a él. La técnica
sería, según sus objetante s, la destrucci ón de lo viviente,
la ruinade l hombre. Se habla del "demoni smo" de la téc-
nica, lo cual no quiere decir que sea obra del demonio ,
sino algo creado por el hombre y no querido por él. Como
al apre11diz de brujo, se le ha escapado la obra de sus
manos. A.. este propósito recordam os el mundo futuro des-
crito por la ciencia ficción de Farenhe it 451, o mejor aún
el Munllo feliz de Aldous Huxley, donde el hombre fu-
turo, ~ngendra do en probetas , es condicio nado desde su
base fetal para el trabajo que va a desempe ñar. Un mundo
perfectaill.ente "aceitad oº del que se habrá excluido toda
rebelión -y en el que se consume su droga especial: el

• París, 1965.
•. Jean Jourastié: Les 40 OOOHeures, Laffont-G onthier,
)18
"soma'' , inocua e ídeal para los fines de semana .
Entre estas dos actitude s hacia la técnica, no podría
faltar tampoc o la eterna voz de los amante s del término
medio: la técnica -nos dicen- en sí misma no es ni
buena ni mala, depend e del uso que se le dé. La técnica
no es más que un medio, y siempre que el medio se abso-
1utiza se pierde el sentido del todo. Hay que fijarse en
el "para~q ué" más aún que en el "cómo'' . El hombre de
hoy, lanzado a produc ir artificios, máquin as que crean
máquin as, ha olvidad o pensar hacia dónde vamos.
Cabría pregunt arnos por qué el hombre modern o se lan-
zó tan imprud enteme nte en la peligrosa aventur a del
tecnicismo. Tal vez entonce s se descubr an ciertos móviles
más o menos inconscientes que guían nuestro modo de ac.
tuar .4 Jean Brun nos habla a este propósi to de una actitud
mística dionisia ca de superac ión del espacio y tiempo. Esas
tendenc ias perennes de volver al huevo origina l o por el
contrar io, lanzarse hacia la totalida d. El hombre transfie re
a la máquín a las funcion es normale s de sus órganos,
para crear un organis mo fuera de sí, y perder su individ ua-
lidad. Por esta razón, la máquin a se vuelve erótica.lS Al
no aceptar al Dios vivo, el hombre modern o se inclina ha-
c.ia los ídolos, obra de sus m anos, que él ha absoluti zado.
hasta llegar a postrars e ante ellos. Su religios idad se satis-
fará en los vértigos de velocid ad de las máquin as para eva-
dirse extática mente y sentir, como el indígen a con la dan-
za, la fusión de la individ ualidad en el Todo.
Estos mismos móviles inconsc ientes están también pre-
sentes en lo que conside ramos una consecuencia negativ a
de la técnica: la contam inación ambien tal. El Dr. Fernand o
Césarm an nos describe sicoana líticame nte el por qué del
Ecocidia.6 Según él, la destruc ción que hacemo s de la na-
turaleza no es simplem ente un resultad o casual debido a
exceso de cu ltivo, sino que tal vez estén influye ndo algunas
necesidades reprimi das. El autor parte del impulso que
4
Es curioso observar que la Biblia es más b ien pesimista respecto
a la técnica, sobre todo en los primeros libros: la descende ncia de
Caín fue la que se dedicó al progreso (Gen. IV, 17-24): la torre
de Babel, en donde la tentación es llegar a Dios p or los esfuerzos de
la civilización (Gen. XI) .. .
& Jean Brun, El retorno de Dionisios, Ed. Extempo ráneos,
México,
1971.
11
Ecocidio, Cuaderno s de Joaquín Mortiz, México. 1972.
ll9
tien e el niñ o. de alim ent ars e. En el
úte ro se tuv o una
vivencia de ple na gra tifi cac ión sin frustra
ciones y ent onc es
se formó ciert:a ima gen del mu ndo ext
eri or como un pa-
raís o gratifica.1te. Per o luego irá des
cub rien do que no
sie mp re la na ura lez a nos tra ta así. El
ham bre es posible,
los ele me nto s t veces se com por tan
de for ma hostil. El
hom bre deberc1 hac er esfuerzos par a dom
ina r el me dio , y
obl iga rlo a qu e nos dé lo que deseam
os. Ent onc es el niñ o
se sie nte fru st.n do y rea cci ona rá con
agresió n par a casti-
gar a la ma dre rechaz ant e, en act itu
d can iba list a. De sde
luego, el chi co crecerá; per o hab rá que
dad o una fan tas ía
inconsciente q 1.:~ inf lui rá pos teri orm ent
e en su vida. Por
ello, desean1os :ies tru ír lo que nos trat
a. de ext e rmi nar .
Per o par adó jic .amente, si lo des tru in1
0s, nos des tru imo s a
nos otr os mi sm a, por lo que nue stro
s deseos se fru stra n
por seg unda ve. y aho ra la fan tasía nos
pin ta un mu ndo
básicamente ma lo al que nos ten em os que
someter.
El ecocidio nos mu est ra has ta qué ext
rem o pue de con•
<lucirnos la téc11ica, o me jor , el tec
nicismo, que es un
val or pertenecien.te a una det erm ina da
cul tur a. Per o últi -
ma me nte , los m ismos defensores de los
valores tecnicistas
ya tien en que r~c-ono cer estos ext rem
os y ent onces arg uye n
de otr a forma. Dic en que estos ext rem os
se exp lica n por que
no hem os des arr olla do nue stra organi
zación pol ític a al
mis mo ritm o q11e nue stra tecn olo gía .
Ellos creen que la
mis ma técnica niás avanzada será la que
resuelva los pro -
blemas que ell a mis ma ha creado. Per
son alm ent e no creo
esto. El tecnicismo, de con tin uar en
la dirección que
lleva, nos con duc irá má s fác ilm ent e al
"m und o feliz" de
Hu xle y. Est e aut or tam bié n Jo pie nsa
así y por eso, des-
pu és de pin tar nos en su nov ela el est
ado de salvajismo
pri mit ivo , por u n.a par te, y el est ado
de supercivilización
ena jen ada por el otr o, sie nte la nec esi dad
de ima gin ar otr a
terc era pos ibil ida d y lo hac e en su nov
ela.ficción La isla.1
Un a peq ueñ a isla per did a en el Pad
fico J en la que se
han inte gra do a ]a. par los mo der nos des
cub rim ien tos cien-
tíficos, con una vid a lo más ape gad a a
lo nat ura IJ baj o la
sab ia filosofía, de base pan teís ta, del vie
jo rajá . Los hab i-
tan tes de la isla., ma dur os, sencillos y
ualivianados'' com o
lo pod ría ser un bue n hip pie , se opo nen
a la exp lota ció n
' La edición esp año la está a cargo de
Edh asa, Bar ~lo na, 1971 .
12{)
de su petróleo para no sucumbir al imperialismo enaje-
nante. Para que las coincidencias con la vida hippie sean
más marcadas, se les permite tomar de vez en cuando los
clásicos hongos alucinantes, que les abren a la contempla·
ción trascendental. Tal vez esta tercera posibilidad de vida
sea la única alternativa posible si se quiere conservar no
sólo la salud mental, sino inclusive la misma superviven•
cia humana.
Recientemente, publicado por la Potomac Associated
Book, salió a la luz pública un estudio considerado como
fundamental. Un grupo de especialistas de todo el mundo
bajo la dirección del Dr. Dennis L. Leadow, y que se
denomina el "Club de Roma" se dedica a estudiar los
problemas más graves de nuestro tiempo, tales como el de
la pobreza, la destrucción del ambiente, el desarrollo ur-
bano incontrolado, la pérdida de fe en las instituciones,
la inseguridad en los empleos, la inflación y otros tras•
tornos monetarios, la enajenación de los jóvenes, etc ... 8,
descubriendo que estos problemas se interrelacionan y que
por tanto habría que estudiarlos precisamente en esa su
interrelación. Para estos fines hicieron un "modelo del
mundo'' con ayuda. de computadoras tomando los datos
más seguros.
Concluyeron que en caso de continuar al mismo· ritmo
el crecimiento de población, la producción de alimentos,
la industrialización, el consumo de recursos naturales v, la
contaminación del ambiente, los límites de crecimiento
<le nuestro planeta se habrán alcanzado en los próximos
cien años. Entonces lo más probable será una fuerte decli-
nación en la población por muertos de ha1nbre. y la parálisis
de la industria. Sin embargo. es posible superar esta crisis.
Para ello haría falta alterar el crecimiento y alcanzar el
equilibrio, asignando a cada persona· un consumo limitado
y dando a cada cual las mismas oportunidades, . para que
todos satisfagan sus necesidades básicas, siendo preciso co•
menzar en esta misma década; de lo contrario, ya sería
tarde.
La humanidad se duplica cada 30 años. Esto quiere de-
cir que de continuar a este ritmo demográfico, en el año
2 000 serán 7 billones de personas y cuando los bebitos que
8
Los limites del crecimiento, FCE, México, 1974.

121
ahor a está n naci endo llegu en a la anci anid ad, se
encon~
trará n ccn una pob lació n cuat ro veces may or de la
que los
vio nacer. Ima gino cuál será ento nces la situa ción
de po•
breza. Clar o que el crec imie nto econ ómi co tam bién
au-
men ta sene jant eme nte; pero ya vemos cóm o no se
dirig e
a rem edii .r los gran des prob lema s sociales, sino que
por el
contrariCJ, vem os aum enta r la dife renc ia entr e país
es po-
bres y pise s ricos: "Th e rich get rich er, the poo
r get
chil dren ", nos dicen.
Sab ienflo que más de la mita d de los hom bres apar
eci-
dos sobr e el plan eta está n ahor a vivos, y que la
gent e
sigue mul tipli cándose, hem os ele pens ar, en prim er
luga r,
en cóm o dim enta r a la pobl ació n futu ra. Des de lueg
o que
será n nece sarias refo rma s radi cale s de los actu ales siste
mas
socioeconc,micos. ¿Pero bast ará para erra dica r el
ham bre
con esto r En Zam bia, Africa, mue ren 260 niño s de
cada
nlil. Estu iios conf iable s nos dice n que la tierr a
agrí cola
disp onib le es a lo sum o de 3.2 billo nes de hectárea
s, de
la cual la mita d está en Jugares civilizados; la otra
mi-
tad requ erirá de cuan tioso s gastos para pod er apro vech
arla .
La tierr a :n able dism inuy e con el urba nism o, la eros
ión y
la cont amin ació n. Pero aun cuan do pudi ésem os apro
vech ar
toda esta tierr a y se dupl icas e la prod ucci ón agrí
cola ,
resu ltarí a insu ficie nte para el futu ro. Sob re todo depe
nde
de nues tra deci sión actu al: o nos dedi cam os bási cam
ente
a prod ucir alim ento s, o pref erire mos egoí stam ente
prod u-
cir bien es supe rfluo s cuyo consumo se recl ama más
y más
gracias a que la pub licid ad capi talis ta nos los pres
enta
com o indispen sabl es.
Los apol ogis tas de la técn ica reto rnar án conf iado s
espe-
rand o en ella. Pero para la técnica se requ iere n com
bus-
tible s y recursos. Y aqu í de nuev o inte rvie nen los
lími tes
del crec imie nto. Nue stro plan eta disp one de l,lna cant
idad
dete rmin ada de recursos natu rale s no reno vabl es
y éstos
se irán acab ando . La cant idad de meta les que que
dan en
el mun do ya no es sufic iente para satisfacer la dem
anda .
De con tin11ar el cons umo en la mism a prop orci ón,
se ago~
tará n en men os de un siglo y esto incluyendo desc
ubri -
mien tos espe ctac ular es, de los cual es los mism os geól
ogos
desc onfí an. Ya los países petr oler os árabes, al sabe
r que
las rese rvas de petr óleo conocidas está n calc ulad
as para
unos cuar enta años, com ienz an a pe~ ibir el pod
er de
122
que disponen y utilizan sus recursos como arma para no
dejarse explotar por el imperialismo. La crisis de ener-
géticos ha comenzado; pero aún así, se siguen producie ndo
coches de alto consumo. Nuestra "socieda d de desperdi•
do" entrará en crisis, pues debemos pensar en producir
cosas que duren y cuyos desperdicios se puedan aprove-
char, en vez de producto s desechables -y la moda de lo
efímero.
Y con esto entramo s a otro problem a más. Los recursos
gastados podrán ser utilizados de nuevo en una buena
parte; pero queda otra que no sólo se desperdicia, sino
que pasa a contami nar atmósfera, agua y tierra. Sólo re-
cienteme nte hemos tomado conciencia de esto, y por cierto
que mucho tenemos que agradecer a los hippies, pues ellos
pusieron de moda el tema de la ecología en el dominio
de la opinión pública. Crecen exponen cialment e los con-
taminant es mensura bles. Los medios para controla r la con•
taminaci ón resultan muy costosos y aunque a la fecha no
sea posible calcular los límites de contamin ación que pue-
de soportar nuestro planeta, sabemos que ese límite existe
-el medio también es limitado---, y que está más cerca de
lo imaginado. La vida de la biósfera deberá ser contada
más en décadas que en siglos o milenios.
En seguida los investigadores pasan a trabajar con el
"modelo del mundo'', siguiend o las interrela ciones de to-
dos estos problema s. Van consider ando minucios amente
todas las posibilidades, tomando inclusive los datos más
conservadores, para concluir en la crisis que se avecina.
La tecnología, de cierto, no resolverá esos problemas. Más
aún, ha provocad o efectos colaterales que perjudic an más
de lo que benefician. La tecnología sin límites pide un
precio mayor del que el hombre puede pagar. Los auto-
res reconoce n que no toda tecnolog ía es mala. "Más que
oposición ciega al progreso, es oposició n al progreso cie-
go". La crisis será inevitabl e mientras permane zca el
mismo marco de valores culturale s, pues toda nuestra cul-
tura se desarroll a según el principio del consumo incon-
trolado y de lucha contra los límites presupon iendo un
mundo ilimitado e inmenso. Pero ahora reconocemos los
límites del planeta y debemos aprende r a vivir de ellos.
Lo único que puede salvar al mundo será, precisamente,
el cambio cultural.
123
A propós ito de la reunió n de Estras burgo, a la que asis• ·:¡
tió el presid ente Echeverría, se ha vuelto a hablar de este ·,'!
estudi o. Sus conclusiones, parcializadas, han servido de .
orient ación a la actual polític a demog ráfica tan critica da.
Se objeta que el contro l natal se está llevan do según crite-
rios burgu eses, puesto que al tratar de dismin uir los naci-
miento s sin las radica les reform as de estruc turas económico-
sociales, se preten de que los ricos sigan mante niendo su
situación de privile gio sin compa rtir los bienes limita dos
con una poblac ión en crecimiento. Se habla de que los
países socialistas no se quejan de sobrep oblaci ón, sino que
procu1·an aprovechar toda la mano de obra que tienen ,
tan abundante como la de China . Inclus o, más que la
sobrep oblaci ón sea causa del hambr e, se insiste en que
es el h ambre la causa de la sobrepob1aLión, puesto que
cuand o una agrupa ción de seres vivos está en peligr o de
extinc ión, su instint o vital la hace ser más fecund a.
Todo esto no obsta para que las conclusiones del estu-
dio sean válidas. Se ha insistido en el contro l natal como
remed io ante la crisis; pero el estudi o insiste más en el
cambi o de valores cultur ales. Propu gna el estado de equi-
librio en que los nacim ientos se iguale n a las muerte s; en
donde se haya estabil izado el capita l indust rial, orient ado
h acia lo que es realm ente necesario; que en vez de viajes
a la luna o carrer a armam entista, se dirija a resolver el
proble ma de la alimen tación ; que se produ zcan máqui nas
que duren, en vez de declar arlas pronta mente obsoletas; que
se aprove chen los desperdicios; que dismin uya la indus-
tria, para evitar la contam inació n y el agotam iento de re-
cursos y que sea dirigida a lo más necesario. Esto ocasio nará
desocu pación , que si es repart ida podría posibi litar en
todos un aumen to del ocio creativo: la cultur a menta l
y moral, el arte, la religió n, el atletis mo, la investigación
científica . . . así vemos que la descripción de esta so-
ciedad futura coinci de bastan te con la vida que, por intui-
ción, señala ron nuestr os xipitecas.

Una de las figuras más contro vertid as y una de las mente s


más lúcida s de nuestr o país, es la de Ivan Illich, presti-
giado directo r del CIDO C en Cuern avaca. Hace poco se
public ó una confer encia suya pronu nciada et\ París. Sus
124
conclusiones concuerdan con lo que se está diciendo:
nuestra tecnología está alcanzando un cierto umbral, por
Jo que ahora la producción destruye más riqueza de la
que pone a nuestra disposición; los transportes hacen per-
der más tiempo de lo que nos permiten ganar; la medi-
cina crea más enfermedades de las que cura; la genera-
lización de la enseñanza escolar destruye la competencia
natural en provecho de una "educación" que es por esen-
cia un producto escaso.
Él Jiga esta crisis al crecimiento desmesurado de las
"herramientas., en nuestra cultura occidental. Estas "herra-
mientas" (que incluyen todo instrumento, inclusive las ins-
tituciones) han comenzado a servirse de los individuos, en
vez de que éstos se sirvan de aquéllas. Y critica radical-
mente las instituciones de nuestra cultura occidental:
La medicina, por ejemplo, hasta hace quince años pres•
taba indiscutibles servicios; pero ahora dedica más de la
mitad de sus esfuerzos a curar los males que ella misma
provoca. En los países pobres ha abusado de medicamen•
tos para curar enfermedades a las que la medicina nativa
ya hada frente. En los países ricos ha creado una raza
de hombres débi1es y enfermizos. Igualmente sucede con
otras instituciones. Pasando cierto umbral, los costos au-
mentan y sólo benefician a una escasa minoría. Los correos,
por ejemplo, en un principio prestaban iguales servicios
a todos por una módica suma. Hoy se confiere enorme
ventaja a los raros usuarios de teletipos y ratlioteléfonos.
En los transportes, el ferrocarril permitía desplazarse a
igual velocidad a pobres y a ricos. Ahora, el progreso del
transporte redunda en beneficio de los que pueden hacerlo
en aviones y ha aumentado Jas distancias al hacer proli-
ferar los barrios lejanos, haciendo perder más tiempo del
que se ganaría. Pone como ejemplo el caso de ?\.féxico:
hacia fines de los años treinta, el 90% de las ciudades
de más de 2 000 habitantes estaban comunicadas por ca-
minos y carreteras prácticamente indestructibles si no se
sobrepasaban los 30 Kms. por hora. Pero estos coches ya
están desapareciendo. El gobierno da preferencia a las
vías de rápida comunicación, necesarias a la industria y
que en los dos estados estudiados no prestaban utilidad
al 99% de la población, la cual jamás ha superado los
25 Kms. por hora. La modernización da más privilegios
125
a la mino ría de ricos.
Igual mente sucede con la indus tria de la habita ción. La
inmen sa mayo ría de los mexic anos hacen sus propi as habi-
tacioues. El mono polio de la indus tria habita ciona l ab-
sorbe la mayo r parte de las subve ncion es públic as desti-
nadas a constr uir vivien das popul ares. l\fejo r sería repar tir
tales subve ncion es entre los usuar ios mismos y fabric ar,
1nás bien, cierto s eleme ntos aprovechables. Esto da. ade-
n1ás, mayo r satisfacción, ya que el indiv iduo mismo se
constr uye el propi o "nido ".
Todo esto se debe al mono polio radica l que tienen los
admin istrad ores de las herram ientas . Habr ía que arreb atar
el privil egio de educa ción, medic ina, constr ucció n, trans-
porte . . . y acaba r con el mito de la especialización. L a
ciencia, desde hace 150 años, parec ió exigir la divisi ón
del trabaj o y la especialización. A medid a que el ta1naño
de las máqu inas aume nta, se va viend o que dicha especia•
lización empo brece al indiv iduo y acrec ienta las desigual-
dades. Con los actua les adela ntos ya podrí an los profa nos
diagn ostica r y curar la mayo r parte de sus enferm edade s,
cuyo secret o se nos oculta ahora por todo el esotér ico
ritual médico.
En la enseñ anza se ha roto al equil ibrio del saber y el
poder . Se separ a arbitr ariam ente la educa ción obten ida
por la integr ación natur al a nuest ra cultu ra (p. ej. cuan-
do apren demo s a habla r), de la instru cción progran1atla
por nuestr as institu cione s (p. ej. cuand o apren demos a
escribir). La educa ción result a muy costosa y privil egio
para pocos. El mito de los diplom as para mane jar "herra -
mient as''y que consi deran a aquéllos que no pasaron por
las institu cione s educa tivas, como no ''educ ados" .
Es igualm ente alarm ante la conta minac ión ambie n tal.
La ciencia es incap az de preve er los efectos de los insecti-
cidas, los ingred ientes quími cos de los alime ntos y las
píldor as antico n ceptiv as comb inado s. lllich conoce y con-
cuerd a con el estud io del "Club de Roma" que acaba mos
de expon er. Se aveci na la crisis. Tal vez algún aconteci-
mient o inesp erado provo que de golpe la pérdi da de fe en
las institu cione s más presti giada s y obligu e a los homb res
a otro tipo de vida 1nás fruga l e iguali tario. T al vez
entonces, bajo la amen aza de estos peligros, la h uman ida<l
se cteje caer en una dictad ura tecno crátic a, q.ue subor •
l 2li
<linaria aún más el individu o a la máquina . Los ingenie-
ros del futuro planearía n el tipo de hombre condicio nado
que requerirí a esa enorme maquina ria planetari a que se-
ría la sociedad. Pero también es posible que se modifiqu en
nuestros valores culturale s, en dirección de una sociedad
que Illich denomin a .. convivial ." Para llegar aquí no se
requerirí a la propieda d pública de los medios de produc-
ción, como pretende el marxism o ortodoxo . Solamen te
la propieda d pública de estos medios conduce casi inevi-
tablemen te al stalinism o, donde la subordin ación de los
individu os a la herramie nta alcanza sus límites más am-
plios. Cierto que esta sociedad "convivencia}" deberá ser
una sociedad sin clases, con oportuni dades iguales para
todos; pero el autor prefiere dejar para todos el uso más
que la propieda d jurídica de las herramie ntas.
Sin incurrir en una romántic a vuelta al primitivi smo,
Illich acepta la técnica y las grandes institucio nes para
· las esferas realment e necesarias; pero propone herramie n-
tas más sencillas y durables para que todos puedan fami-
liarizarse con ellas. Que la "caja de herramie ntas" esté a
disposici ón de cualquie ra y que se fomente el trabajo crea-
tivo con una frugalida d humanis ta; que todos se pongan
de acuerdo en las áreas que convend ría explorar , y en un
clima de libertad y naturalid ad, cada cual desarroll e su
trabajo creador, principa l fuente de satisfacciones.
Como vemos, el tipo de sociedad en la que concluye
Illich, así como la acerba crítica a la sociedad de consumo
irrestrict o, concuerd a también bastante con los ideales
hippies: esa vida más apegada a lo natural; en la que
cada cual fomente su espíritu creativo, haciendo su pro-
pio hogar, muebles, ropa, etc., curando su propio cuerpo y
educand o a sus propios hijos en un ambiente de . libertad
Y· relacione s humanas . tste es el genuino espíritu: de las
comunas y, llevado a escala nacional , tal vez sea la única
forma de escapar al endeuda miento externo y evitar cual-
quier imperiali smo económic o.

Han quedado patentes las coinciden cias entre el ideal


h ippie y las ideas expuesta s por investiga dores serios, que
abocan también a un cambio de los valores culturale s de
nuestra sociedad tecnocrát ica. Ahora habrá que señalar

127
cier tas deficier:cias. Se crit icó a los mu
cha cho s que iba ri
a inst alar se al cam po de eva dir la rea
lida d. A esto res-
resp ond iero n (llos que el cam po era la rea
lida d y no esa
vid a de arti fi <io cita din a. Per o su pos tura
se torn ó dog-
mát ica, pro po: nien do la tota l abo lici ón
de las ciudades y
de la ind ust ria Alg unos enu me ran con
bas tant e real ism o
las acti vid ade s urb ana s no nec esa rias:
com ien zan , desde
luego, con la ind ustr ia de aliment os sint
étic os, tan odi a-
dos por ellos; ~ero lue go aña den las dro
gas com o cigarri-
llos; gra n parte de la ind ust ria farmaco
lógica, jug uetes
infa ntil es, arm as, div ersi one s ena jen ant es,
etc . . . Per o lle-
gan a pro pug tar una reg resi ón a la
com uni dad feu dal
pre urb ana . Tem end o en cue nta la explosi
ón dem ogr áfic a,
ya no es pos ible.. com o pre ten den , la org
anizac ión del pla -
net a en peq ueiías com uni dad es agrícolas.
Ade más, la ide a
del cam po de muchos de ellos, pro ven ien
tes de la burgue~
sía, no pas a de ser un suefio de rom ant
icismo buc ólic o:
flores, paj aril lo~ salu d y tran qui lida d.
Per o el cam po es
nue stro sub des arro llo: des nut rici ón, falt
a de higiene, de
edu cac ión , del it1cue nci a y buena dos is de
ena jenación. Ir
al cam po imp lica rá con trib uir a din ami
zar lo y rem edi ar
sus pro blem as, a.provechando la edu cac
ión urb ana .
P ero hay crít icas que van más a fon do, al
den unc iar su
act itud nat uris ta com o un mo vim ien to
reg resivo: ado pta n
formas cor resp ond ien tes a la era pre ind
ustr ial; pre tend en
vol ver a la fase agrícola de la hist oria , e
inclusive, al paraí~
so, bañ and ose oes nud os en la sier ra, sin
preocupaciones
por el trab ajo. Has ta aqu í lleg a su lógi
ca, si no es que
aún más lejos.0 La vue lta a las cul tur as
ind íge nas qui zás
imp liqu e un ret( )mo a la infa nci a (am or
a los niñ os, los ·
cue ntos, los jueg os), nostalgia de la ma
dre ausent e, que
dej aro n al sali r del hog ar y, por fin, reto
rno a1 sen o ma-
tern o. Rec uer do la crít ica más mo rda
z de esta act itud
hip pie, en un cua dro colg ado en una com
una : den tro de
una bot ella , que par a má s ten ía la form
a de un gen ero so
pec ho ma tern o, un hip pie des nud ito en
me dio de la nat u 4

rale za, des hac iéndose en lán gui do lag rim


eo. Su aut ora ha~
bía escrito con ing enu ida d o iron ía:
"Er es pur o amo r,
chavito."
0
Se uota esto en algu nas cubi erta s d e
discos: Gra nd Fun k nos
llev a a las cal'e rnas ; Man dril, hasta las
copa s de los árboles selvá-
ticos y las oscu ras rafees de los oríg enes
. •
128
Existe en nosotros ese anhelo por el paraíso perdido.
Fromm da una interpretación en este sentido del mito
bíblico del Génesis. El hombre comenzó a ser hombre
-dice- en el momento en que abandonó la armonía per~
fecta con la naturaleza al adquirir conciencia de sí. La
historia del hombre comenzó con aquel acto de libertad,
desobedeciendo una orden, por el cual decidió en favor
del conocimiento y perdió la inocencia (Ine-sciencia, el
no-saber). La naturaleza perdió así su carácter coercitivo,
dejando de ser determinada por mecanismos instintivos y
comenzó la aventura del hombre, único ser para quien
su propia vida es problema.10 Ya no podrá regresar al esta-
do prehumano de armonía con la naturaleza. Dos ángeles
con espadas de fuego guardan la entrada del paraíso. Des-
de ahora tendrá que seguir desarrollando su razón hasta
.hacerse dueño de la naturaleza; su único camino será se-
guir adelante en un proceso mayor de humanización, ase-
gurar la vigencia de un orden en que coincidan la con-
ciencia y la inocencia, el hombre y la naturaleza. Pero
queda siempre esa nostalgia hacia el estado originario.
A esta interpretación psicoanalítica, podría añadir otro
factor que creo se encuentra también presente en el mito:
en aquel primer instante en que el hombre a parece, o sea,
cuando alguna especie de mono toma conciencia de sí,
era aún más posible continuar el proceso humanizante
conservando la armonía de instinto y razón, aunque tam~
bién quedaba otro camino fascinante: el conocimiento
del mal, fruto de la seducción del diablo. Hubiese sido
posible que nuestras tendencias evolutivas se fortaleciesen
aún más, de forma natural. Sin embargo, estamos cons-
cientes de que en nosotros las fuerzas regresivas son ma•
yores que las progresivas. Lo más natural debería ser que
tendiésemos sin esfuerzos a ser nosotros mismos, a alcanzar
nuestro verdadero yo. Pero hay una fuerza que nos impide
evolucionar y que hace que nuestro proceso de nacer re•
vista el carácter desgarrador de una muerte. La condena,
o sea la consecuencia de ese pecado primigenio de optar
contra la evolución, fue cabalmente el tener que morir.
No creo que se refiera tanto a la muerte biológica, como
a la muerte como categoría existencial. Desde entonces,
10 Psicoanálisis de la sociedad conte~poránea, FCE, México, 1967,
cap. III. pág. 27 SS.

129
evoluci onar s eá luchar contra esa tendenc ia necrofílica a
la regresión.
Césarm an, qcien también coment a este pasaje en forma
psicoanalítica.., ve en la manzan a el símbolo del pecho
matern o y és1:e. a su vez, símbolo de la naturaleza, grati-
ficante o frus t1mte. Al romperse la imagen de un mundo
plenam ente gnt íficador, sobreviene la frustración y, en
venganza, se ·come la manzan a", es decir, el hombre
reacciona en. art:itud canibal ista hacia la madre rechazan-
te, de donde Il~.S vendría la tendenc ia a destruir la natu-
raleza. En la Eblia aparece claro que un pecado human o
provoca hostilic ad en la naturale za. Después del pecado
de Adán, el cad go: "Por haber comido del árbol que yo
te había proh.i\i do comer, maldito sea el suelo por tu
causa: Con fat~a sacarás de él el aliment o todos los <lías
de tu vida. E~inas y abrojos te produci rá .. . ". Igual-
mente, despué s del pecado de Caín: "Aunqu e labres el
suelo, no te da1i más su fruto .. . ", y con el Diluvio, Im
pecados del hoI11bre eran demasiado grandes y la natura-
leza se le reveli en forma de inundaciones. San Pablc
dirá más tarde q1e "la creación fue sometid a a la vanidad.
no espontá neamen te, sino por aquél que la sometió ... "
Es decir, el futuro del hombre histórico es lanzars{
hacia adelante, ¡enosamente, en un proceso de humani za.
ción que también afecta a la naturale za; pero con fuerte:
tendenc ias regresivas y similares resonancias ecológicas . . E:
movimi ento hippie tiene ese cuño necrofílico de retorne
a la vida natural prehum ana. Un tanto especial, pues s1:
vida depend e fundam entalme nte de la ciudad. Más bier.
pretend en "un enclave arcaico en el corazón de la
ciudad" .
Ni el tecnicismo deshum anizant e, ni el retorno román-
tico, ya imposible,. aceptan do de nuevo la sumisión a la
naturaleza. Entre ambas posiciones extremas, están aq ué-
llos que se preocup an seriamente del problem a. El hombre
necesita de la naturaleza y no sólo para satisfac:er sus nece-
sidades básicas (Sllstento, aire, etc ... ), sino para exigen~
das vitales de índ()le espiritu al: contem plación del campo,
ejercicio al aire libre. . . Pero la natural eza también debe
ser domina da y sometida pues a veces nos resulta hostil.
La técnica puede ayudam os en esto, inclusive para la
contemplación (la fotografía, los microscopi9s, satélites
130
y demás, nos han mostrado nuevos aspectos de la na-
111 raleza); pero debemos controlar nuestras propias crea-
• iones a riesgo de que terminemos por autoaniquilarnos.
St' requiere un replanteamiento ético de nuestra conducta.
li;1cia. la naturaleza, para no dejarnos llevar por intereses
c·goístas, de forma inconsciente, sin importarnos las conse-
n1encias de nuestros actos para otros hombres y otros
1icmpos. Inclusive habría que plantearnos esta ética en
l'orma política. Los campesinos son desplazados por los
chalets de ricos que quieren gozar del campo los fines de
semana; los países ricos pretenden frenar la industrializa•
dón de los países pobres "porque esto destruiría el equili-
brio ecológico", etc. Deberemos, además, revisar nuestros
valores culturales, pues lo que consideramos normal o
inevitable, se observa que es sólo la visión de la vida de
una determinada cultura en vías de desaparición.

131
CAPITULO III: LA RECO~QUISTA DEL
OCIO

Hay, como diría Max '\'Veber, una afinidad electi,


entre los temas y estilos prominentes de la subcu
tura hippie y ciertos incipientes problemas de ide1
tidad, trabajo y oci~ que se ciernen ominosamen•
a medida que la sociedad industrial occidental :
mueve hacia una época de cibernetización acelerad
vertiginosa abundancia material y oportunidades m
sivas históricamente sin precedentes para el ocio ere
tivo y el enriquecimiento de la persona humana.

STUART HAI

La cita que encabeza este capítulo encierra todo lo cp: .


queremos decir. Durante mi convivencia con grupos hi]
pies me llamó la atención cómo saben disfrutar de la vid:
Sólo están dispuestos a realizar actividades que les guste
y en las que puedan ejercer su espíritu creativo, sin jn
portarles la cuantía de renumeración económica que d
aquí se pudiese derivar. Conviven con su familia y am
gos, son dueños de su propio trabajo, prefieren la man1
factura y las labores artísticas, dedican buen tiempo
la contemplación, al cultivo del cuerpo y al arte. Ademt
critican en sus padres y adultos en general, la actitu
materialista y enajenada ante el trabajo rutinario. ¿D
dónde se deriva esto?
Pienso que buena parte se debe a racionalizaciones se
ciales: hay una concatenación causal entre la guerra d
Vietnam, la inflación monetaria, la devaluación del dóla
y el desempleo. Problemas que no sólo afectaron a N ortt
américa, sino que también nos fueron importados. Le
menos dotados de la burguesía serán quienes sufran la
consecuencias y para no reconocer esto, se tuvo que cfü
frazar. A esto habría que añadir las racionalizaciones psfcc
lógicas, pues sabemos que la droga conduce hacia la holg~
zaneda y la pasividad, rasgos patológicos que tuvieron qu
ser convertidos en valores para no producir•frustración.
132
En un primer momento, fue un rechazo claro y radical
al trabajo del "sistema." Cuando los primeros "beat-
njks" realizaron su "drop-out", renunciaron a cualquier
tipo de trabajo remunerativo, por estar convencidos de
que así se liberarían del control del "sistema'' y que con-
tribuirá a su derrocamiento en uno de sus puntos neurál-
gicos, al renunciar a consumir y renunciar a producir.
Era una especie de boicot o de huelga de brazos caídos,
que de generalizarse podría causar trastornos.
Nuevamente las críticas hippies bada el trabajo tal co-
mo se da en nuestra sociedad coinciden con las que han .
hecho otros pensadores. lVIarx constató cómo en el capita-
lismo se despoja al trabajador de su propio trabajo por
parte de quienes tienen la propiedad de los medios de
producción. El capitalista se enriquece a costa del trabajo
del obrero, y aunque es verdad que en la actualidad la
explotación del trabajador no sea tan despiadada, sigue
vigente el mismo principio: el uso del hombre por el
hombre. No gana más quien más trabaja, como el propie-
tario, quien se lleva la porción mayor sin estar siquiera
presente en la fábrica. Por tanto, se devalúa el trabajo y
las actividades del hombre.
Además, respecto a la distribución y el consumo, no se
produce para satisfacer una necesidad social, sino que
se busca la utilidad misma, encargándose a la publicidad
el crear, en todo caso, necesidades artificiales para obligar
a consumir más y más. La libertad de mercado es sólo apa-
rente, pues ya de antemano se ha reglamentado quiénes
serán los que pueden satisfacer óptimamente sus nece-
sidades y quiénes deberán contentarse sólo con lo mínimo,
aunque sean quienes más trabajen.
Con la industrialización y el maquinismo ·el trabajo
obrero se empobrece más: la división del trabajo, el ale-
jamiento del producto de trabajo que aún se conserva
cercano en la etapa de la manufactura, convierten al hom-
bre en un engranaje de la gran maquinaria. Esto es con-
secuencia de la industrialización misma v, no del sistema
sodoeconómico, por lo que esta enajenación también se
da en las actuales sociedades socialistas occidentales.
Erich Fromm ha tratado con profundidad este tema.'
L Psicoanálisis de la sociedad contemporánea> FCE, México, 1987,
cap. V.

155
Según él, nu es tr a so
ciedad es tá en fe rm a
no se tr at a de ad ap y po r lo ta n to
ta r al in di vi du o a
ad ap ta r és ta a la s ne su cu ltu ra , si m
cesidades del ho m br
qu e esto se de be rí a e. D e pa so di n
te ne r en cu en ta en
tos de re ha bi li ta ci ón ci er to s tra ta m ie n
de dr og ad ic to s. L a en
re su lt ad o ce nt ra l de aj en ac ió n es e
los efectos de l ca pi ta
so na lid ad . Po r en aj en lis m o sobre la pe r
ac ió n en ti en de un m
cia en la qu e la pe od o de ex pe ri en
rs on a se si en te a sí
ex tr añ o y no co m o m is m a como ur
cr ea do ra de sus pr op
nu es tr a so ci ed ad la en io s actos. E r
aj en ac ió n es casi to ta
de l tr ab aj o im pi de l. L a vastedaC:
qu e ca da in di vi du o
pu ed a ve r el co nj un en lo pe rs on a:
to , ni si qu ie ra el di re
presa, el cu al tr at a si ctor de un a ero•
em pr e co n gigantes:
di al , la fi rm a de la co el m er ca do m un-
mpetencia, el si nd ic at
m os cosas y las ac o, etc. C om pr a-
um ul am os si n qu e
pe rs on a, y lu eg o la se as im ile n a 1a
s de se ch am os po rq ue
m od a. Po r eso nu es ya pa sa ro n dt
tr a sociedad de co ns
un a so ci ed ad de desp um o es a la ve1
erdicio.
El hi pp is m o ta m bi én
realizó, a su ni ve l,
al tr ab aj o de nt ro de estas críticas
este "s is te m a" . Pe ro
su cr íti ca a la pe rs on ta m bi én alcanzó
a m is m a de l tr ab aj ad
el an si a de bi en es m or "f resa": po r
at er ia le s el ho m br e
al oc ad am en te a la ac m od er no se la nz a
tividad. E n vez de tr
vive pa ra tr ab aj ar , ab aj ar pa ra vivir,
la ti en do la id ea de
es tá en la s cosas y qu e la felicidad
no en el ho m br e m
pr eocu pa rs e po r "ser ismo. E n vez de
" más, el ho m br e
"t en er '' m ás o, al m de ho y an he la
enos, "h ac er " más. Pe
fr ut o del ser y po r es ro la ac ci ón es
o el activismo es el vi
m od er no , qu ie n hu ye cio de l ho m br e
de sí m is m o refugi
pr op ia s obras. án do se en sus
Pascal di jo qu e m uc
ha s tr ib ul ac io ne s vi en
ho m br es no sa be m os en po rq ue los
qu ed ar no s qu ie to s en
taciones. Hemos ol vi nu es tr as ha bi -
da do el ocio, y es
qu e un ua ba jo al ie na na tu ra l, pu es to
do tr ae co1no co ns ec
un ocio al ie na do . Si ue nc ia ta m bi én
el ho m br e tr ab aj a si
re la ci ón co n lo qu e n un a ve rd ad er a
es tá ha ci en do ; si co
mercancías de un m m pr a y co ns um e
od o en aj en ad o, ta m bi
co m pa ra rá pa rt id os én co ns um ir á y
de fu tb ol , películas,
E l ho m br e ac tu al es revistas, etc .. .
pasivo pa ra el ocio y
de "e st ar de ocioso m ás .b ie n tr at a
", si n ha ce r na da ,
pr ep ar ar su cu er po si no si m pl em en te
pa ra el tr ab aj o del
R ec ue rd o un a an éc do dí a :i gu ient e.
ta personal. D ur an te
el campeo-
134
nato mund ial de futbo l celeb rado en Méxic o, me encon-
traba con algun os xipite cas en las afuera s de la ciuda d,
una noche en la que los autos de los aficio nados volví an
frustr ados despu és de ver perde r a nuest ra selección na•
cional. Enton ces tuvim os una reflex ión sobre este de-
porte : no nos referí amos, desde luego, al hecho de prac•
ticar un depor te, algo muy salud able. sino que veíamos,
por el contra rio, cómo el juego se ha ido alejan do de la
perso na. Ahor a el juego lo realizan dos oncenas y los es-
pecta dores partic ipan proye ctánd ose desde sus butacas, supo•
niend o que se es de los privil egiad os asistentes (la mayo ría
debe contentarse con segui rlo por televi sión o por transis-
tor). La indus trializ ación del depor te ha alej ado al puebl o
de la pelota. El futbo l educa para la pasivi dad, por lo que
no es extra ño que sea favorecido por las dictad uras tipo
brasil eño. Apare ce en la socied ad ejerci tada, reglam entad a,
depri mida, que lo neces ita para que no desap arezca del
todo su sentid o de la vida.2 He tomad o el futbo l sólo
como un ejemp lo de la divers ión enaje nada. Podrí amos
contin uar con los "comi cs", las telenovela s, el cine. Holly -
wood e inclusive, el rock comercial. Aristó teles pensa ba
que el ocio era el fin de la vida del homb re en el mund o.
Natur almen te se tratab a del ocio creador, n.o de estar "apla-
tanad o" en un sillón consu miend o progr amas idioti:zantes
de televisión. Era la ''atara xia" griega, discip lina filosó-
fica orden ada a procu rar sereni dad menta l y biene star
físico: ]a oració n y vida contemplat iva, el arte., las rela-
ciones huma nas, la identi ficación con la naturaleza, el ejer-
cicio al aire libre, el cultiv o de la cultu ra. . . esto es
el ocio que el homb re se debe procu rar.
Natur almen te que para obten er un n1,íxim o de ese ocio
("otiu m", en latín) el homb re deber ía dedic ar parle de su
tiemp o y energ ías para procu rarse el susten to n ecesar io.
Esta activi dad forzosa, más bien priva ción de la verda dera
vida huma na, era el "no-o cio", el "nec-o tium" , el "nego-
cio", visto siemp re en funci ón del ocio. ltste sería el estado
"natu ral" del homb re, descr ito en la mitol ogía bíblica
como el paraíso terren al, estad o en el que no se daba la
dicoto mía ocio-t rabajo : el homb re vivía en ocio creati vo
' Puede n verse al respecto "l•oot- ball y alienación", de José
Sebreli, en el libro El futbol, Ed. Jorge Alvarez, Buenos Aires, 1967 o
"Il Foot Ball" de F. J. Buyten dijk, Ed. Vita e Pensei ro, Milano , 19.54.

135
cu ltiv an do el jar dín de l .Edén qu
e Dios le dio. El tra ba jo
coe rci tiv o es vis to co mo castig
o po r el pe cad o de ha be r
rot o la arm on ía na tur al.
Co n el feu dal ism o me die val
la sep ara ció n en tre el
"o tiu m" y el "nec~otium" se ace
ntu ó má s sup on ien do la
ex plo tac ión de l ho mb re po r el
ho mb re. En ton ces los pri -
vil egi ado s -lo s "li br es "- po día
n tra nq uil am en te va car en
el ocio, de jan do a los "si erv os"
la tar ea de l "ne go cio ", de
do nd e se ori gin a la div isi ón en
tre tra ba jos serviles y art es
lib era les. Sig uie nd o la an tig ua
tra dic ión jud ía, la Igl esi a
cat óli ca ins ist e en la n ecesidad
de l oci o pa ra todos, salva-
gu ard an do un mí nim o: el rep oso
del sép tim o día . D esde
lue go qu e aq uí el oci o del qu e
se tra ta es el oci o cre ati vo ,
po r lo qu e no se pro hib en las
art es lib era les .
· Co n el p aso de l rég im en feu
da l al bu rgu és se da un a
cur ios a inv ers ión de tér mi no s:
mi en tra s qu e en el feu da-
lis mo las clases pri vil egi ada s se
de dic ab an al ocio, ah ora
la nu ev a clase do mi na nte , im bu
ida de l lab ori oso y ah orr a-
tiv o esp íri tu pro tes tan te, se vu elc
a al "ne go cio " pro du cti vo ,
ob lig an do tam bié n al pro let ari
ad o a tra ba jar más y más.
En cam bio el Ium pe n, los ma
rgi na do s de la act ivi da d
pro du cti va , viv en en un a des ocu
pac ión forzada. El neg oci o
de jó de est ar en fun ció n de l
ocio pa ra inv ert irs e la di•
rec ció n.
An te el gra ve pro ble ma de la de
soc up aci ón -q ue ah ora
est á alc anz and o pro po rci on es
ala rm an tes - lo jus to ser ía
qu e no s rep art iésemos tod os má
s equ ita tiv a1n ent e tan to ~l
ocio como el "ne go cio ''. Cr eo qu
e tod os sal drí am os ga na n-
do . Pe ro los val ore s cu ltu ral es
vigentes, int roy ect ado s po r
la pu bli cid ad cap ita lis ta, nos ha
cen tra ba _jar más y más,
no sólo pa ra satisfacer ne cesida
des básicas, sino pa ra con-
sum ir mu cho s ob jet os sun tua rio s
o pa ra po de r pe rte ne cer
al costoso gu eto de los ricos.
"L a au tom ati zac ión qu e ha ce po
sib le el no tra ba jo -d ice
He nri Le fev re- , la bu rgu esí a dir
ige nte la cap ta pa ra su
uso. No am plí a los ocios, sin o sub
ord iná nd olo s a la plus-
va lía, po r el sesgo de la ind ust
ria liz aci ón y de la comer~
cialización de las div ers ion es y
de los espacios de éstas.
Esteriliza, al con sag rar lo a su
pro pio ocio sin cap aci da d
cre ati va, el no tra ba jo. Su sci ta
· est a rev ue lta sin tom áti ca,
1a rei vin dic aci ón de l n o tra baj o,
qu e qu ed a ma rgi na l (co-
mu nid ad es hippies). Lo s 'valores'
de l tra ba jo ..degeneran,
136
-y nada los reemplaza ... llega el momento en que la bur-
guesía mantendrá el trabajo en los países industriales, en
vez de dejar aparecer el no trabajo. Resulta que los espa-
cios de trabajo, de no trabajo y de ocio se embrollan en el
espacio mundial de una manera paradójicamente nueva,
que apenas comienza a tomar forma y repartición". 8
Jean Fourastié escribió un magnífico libro titulado Les
40 000 Heures, 4 cuya tesis es que con la automatización
disminuyen las horas del trabajo del hombre. De las 700 000
horas que dura aproximadamente toda nuestra vida, sólo
trabajaremos 40 000. Ya en el ambiente laboral mexicano
se está promoviendo, tal vez antes de tiempo, la semana de
40 horas para todos. El problema planteado a los sociólo-
gos es, precisamente, el cómo emplear el tiempo libre. A
esto los hippies supieron dar una posible respuesta. Ellos
no "tienen" tiempo libre, sino que viven en el ocio. La
droga conduce, es cierto, a la pereza e irresponsabilidad;
pero favorece la creatividad. por lo que esto no obsta para
que puedan proporcionar buenos aportes sobre cómo em~
plear el tiempo libre. Ellos mismos confeccionan su propia
ropa, proyectando su individualidad en el vestido, cons•
truyen sus propios muebles y su propia casa (ya se ha
comprobado que cuando los inquilinos hacen ellos mismos
su hogar viven más felices), curan ellos mismos sus enfer-
medades, prestan más cuidado al propio cuerpo, conversan
mucho con sus hijos, los educan, gustan de la meditación y
de la contemplación de la naturaleza y, sobre todo, se dedi~
can al arte, liberados del mito occidental de especializa•
dones tediosas de la escuela. Tratan tan sólo de liberar
las capacidades creativas latentes en todo ser humano,
en un ambiente de comunicación interpersonal.
Además de ser un medio para obtener remuneración eco-
nómica y de ganarse la subsistencia, el trabajo es realizador
del hombre y fuente de satisfacciones. En lo posible ha-
bría que dedicarse al trabajo adecuado a nuestras inclina-
ciones y aptitudes. ¡Cuántos "juniors" de la burguesía
serían felices si se dedicaran a mecánicos, por ejemplo, y
no pueden hacerlo por el "decoro" y "dignidad" clasista!
Entre el pasivismo hippie y el activismo "fresa", Thei-
s El pensamiento ,na.rxisla y la ciudad, Ed, Extemporáneos, Mé-
xico, 1973, penúltima página.
" Ed. Gonthier, París, 1965.

137
lard de Chardin propugnaba: "el equilibrio de las activ1•
dades y las pasividades". No debemos subvalora r la con-
templación, sin descuidar la acción. Es el fenómeno curioso
de la Iglesia actual: grupos activistas, inclinados al com-
promiso político con toda la metodología científica, y
grupos carismáticos, "pentecostales", dedicados a la con-
templación pura, pidiendo a Dios que venga la justicia.
Si fue mérito del hippismo descubrir el ocio creativo,
su falla estuvo en no haber previsto el modo de lograr su
subsistencia. Forjaron la utopía de una posible sociedad
del ocio, en la que cada cual se dedicase a lo que le gustare,
pasando el tiempo en música, droga y amor, como en
Woodstock o Avándaro.
En 1967 hubo una especie de "reunión cumbre" entre
los líderes del movimiento, en la casa flotante del filósofo
Allan Watts. Entre los presentes estaban Allen Ginsberg,
Gary Snyder, Timothy Leary y miembros del "San Fran-
cisco Oracle". Se discutió precisamente sobre el trabajo
y el dinero. Snyder preveía en el futuro que la tecnología
habría de provocar un desempleo masivo y que entonces
todo sería proporcionado gratuitamente por la m isma so-
ciedad. "En realidad la economía norteamericana podría
regalarle a cada uno una renta mínima y le costaría pro-
bablemente menos de la décima parte de lo que se va en
obra social", y Watts añade de paso q ue costaría menos
sobornar a toda Asia, que hacer allí la guerra.6 Lo que se
les olvidó a estos líderes fue que ese ocio sería en prove-
cho de la explotación laboral del tercer mundo.
Otro caso simi]ar se tuvo en aquel mismo año en Haight-
Ashbury, cuando fue asediada por varias centenas de mi-
llares de jóvenes de cabello largo. Atraída por la publicidad
de la nueva vida, llega toda una avalancha humana, con
los problemas q ue se pueden imaginar. Entonces se orga-
nizan los "diggers ., para repartir comida gratuita en los
parques. Recibieron ayuda de todo el territorio nacional,
h asta que la comunidad descubrió que era una especie de
centro turístico y p ensó explotarse a sí misma fabricando
souvenirs. El hippie, quien rechaza a la sociedad y la
critica, vive de ella. Abbie Hoffman escribió su "Róbate
(i " Una histor ia social de los hippies", por Wa:rren Hinckle, en la

a ntología de Margaret Randall: Los hippies, Ed. Siglo KXI, México,


1968.

138
este libro", en donde se describe cómo vivir a costa del
"sistema" . Allí se indica dónde conseguir comida gratuita,
libros, concierto s. . . Y hasta un búfalo vivo.
El problema de la subsisten cia fue el factor determi~
nante en el fracaso xipiteca. Entre nosotros, se aprendió el
"taloneo" , moderna y jovial forma de mendicid ad. Otros
ensayan con la desocupa ción disfrazad a; pero en lugar de
vender chicles, venden varitas de incienso en la Zona
Rosa; otros, más ingenuos , pensaron en vivir de la música,
sin tomar en cuenta la excesiva oferta de buenos músicos
que ahora hay y que para poder vivir de ella necesitarí an
costosos aparatos eléctricos. Hubo quien probó suerte en
el campo hasta que se dio cuenta de que allá no todo era
poesía bucólica. No faltaron quienes obtuviero n " feria"
operando fuera de la ley: tráfico de droga, prostituc ión.
Otros más se metieron al teatro, o donde pudieron ; pero
la m ayoría encontró manera de abrirse paso con la ma-
nufactura .
l\tféxico es país que se presta para esta actividad . El
sentido artístico innato, el mercado turístico, la artesanía
indígena. El gobierno favorece este trabajo y promuev e la
creación de un estilo propio, ya apreciado en el mundot
que al tiempo que conserve lo autóctono , pueda ser utili-
zado según las exigencia s del tiempo actual. Lástima que
esta política favorezca a los privilegiados propietar ios de
talleres en los poblados indígenas , h aciendo objetos en
serie, contra los que tienen q ue competir los pobres arte~
sanos manuales. En este tiempo, el espíritu ·creativo de
los xipitecas, su mentalid ad y gusto pequeño burgués,
conocedo r de las exigencia s del mercado, sus contactos con
la població n indígena, pudieron contribui r a la creación
de un estilo propio que ahora asimila la moda "zon-
rosada'' en brazaletes , anillos de chaquira, morrales, ob-
jetos de p iel, etc. Sin emb argo, todos ellos tienden de una
manera u otra, a abrirse paso por el campo del arte, sobre
todo, la música moderna, el negocio más gigantesco de
nuestros días.

La sociologí a del arte insiste en la correlaci ón existente


entre arte y cultura. El arte es un factor insustitui ble para
el cambio de valores y base para la transform ación de la

139
su pe re st ru ct ur a id eo ló gi
ca y co ns ec ue nt em en te
pr in ci pa le s m ov im ie nt os social. Lo s
in no va do re s de la hi st
si do ac om pa ña do s o pr ec or ia ha n
ed id os po r al gú n m ov im
tís tic o qu e les ha se rv id ie nt o ar-
o de ex pr es ió n. Pl at ón
un a modificación del di jo qu e
rit m o m us ic al tra ía co
tra ns fo rm ac ió n po lít ic a nsigo un a
pa ra le la . La m ús ic a ac om
m om en to s em ot iv os de pa ña los ·
un gr up o y les sirve pa ra
sión. El hi m no , po r ej em da r cohe-
pl o, en ar de ce a los co m
la m ús ic a sa gr ad a recoge ba tie nt es ;
el es pí rit u y en ge ne ra l
m ús ic a pa ra cu al qu ie r tene1nos
m an ife st ac ió n masiva.
El arte, ad em ás , es un a
fo rm a de catarsis social,
m en to s de im po te nc ia pa en m o-
ra re al iz ar un ca m bi o, pu
le ra m ás fáciln1ente es es se to-
ta s m an ife sta ci on es co
como inofensivas. ns id er ad as
La m ús ic a po pu la r es ex
pr es ió n cu ltu ra l de l pu eb
la suel e co nt ra po ne r a la lo . Se
m ús ic a "c ul ta "; pe ro es
pe rs pe ct iv a clasista. En to es un a
re al id ad , la m ús ic a cu
un a el ab or ac ió n m ás pe lta es só lo
rf ec ta de l m is m o se nt im
pu la r. Po r desgracia, co ie nt o po -
n la ac tu al di vi sió n de
le s, la m ús ic a "c ul ta " fu clases socia-
e ar re ba ta da al pu eb lo ,
de el la un pa tri m on io ha ci en do
el im in at or io : los rid íc ul
tos elitistas, con tra je de os concier-
et iq ue ta y pr et ex to pa ra
ci ón de joyas, ju nt o co ex hi bí - ,
n el m ito de qu e es un
"d ifí ci l'' , sólo accesible a m ús ic a
a pe rs on as "c ul ta s" .
En la ac tu al id ad , co n lo
s gr an de s m ed io s de co
ci ón al servicio de un a m un ic a-
es tru ct ur a ec on óm ic a en
ap ar ec e la m ús ic a co m er aj en ad a,
ci al , "g as tro nó m ic a" , co
no m in a St ra ni er o- Li be ro mo la de-
vi ci , la cu al ah og a ta nt
sica cu lta co m o la m is o la m ú-
m a m ús ic a po pu la r. Es
ga st ro nó m ic a es un pr od ta m ús ic a
uc to in du st ria l qu e no
n in gu na in te nc ió n ar tís pe rs ig ue
tic a sin o Ja satisfacción
m an da s de l m er ca do , y de las de-
re su lta un in st ru m en to
co ac ci ón ideológica de l eficaz de
ci ud ad an o de un a so ci ed
sas. La ca nc ió n de co ns ad de ma•
um o fo rm a pa rte de la
tu ra y es en la estru ct su pe re str uc - ·,¡
ur a ec on óm ic a de l sis te
se de be n bu sc ar la s ra zo m a do nd e
ne s de qu e és ta se a as
ot ra fo rm a.6 í y no de
Es ta m ús ic a "g astro nó m
ic a"
popular, pr in ci pa lm en te en ha bf a sofocado a la m ús ic a
N or te am ér ic a, y el colo
nialis-
e Cf.: Um be rto Ec
o, Ap oc alí pti co s e integ
de masas, Ed . Lu me n, rados ante la cu.lt1-'ra
Ba rce lon a, 1968 . "L a ca
pp. 313·334. nción de co ns um o" ,

14 0
mo cultural nos importaba una canción melódica estan-
darizada y facilona, encarnante ella misma de todo ese
mundo "fresa" que la produjo. Inclush·e el jazz, que pudo
considerarse como música popular, pues naci6 de los mú-
sicos negros callejeros, se había institucionalizado. Se im-
ponía ya algo nuevo, sobre todo cuando la joven genera-
ción iba despertando. El detonador fue Bob Dylan, trovador
judío a quien se le ocurrió que con la música también se
podía cornunicar algo. Y ése algo fue precisamente lo que
toda su generación deseaba decir sin saberlo. Ginsberg
aulló con su poesía; Dylan desde las primeras estrofas de
Blowin' in the Wind o Times they are a'changing, sacu-
dió la conciencia adormecida de la joven burguesía y los
Bcatles hicieron la identificación del nuevo mensaj-e con
la generación "beat". No sólo la letra resultó revoluciona-
ria. La música misma fue contestataria. Rompiendo con
los 1noldes melodiosos, propios para oídos habituados a
Jo tranquilo y seguro de las estructuras vigentes, la nueva
músic:a electrónica resulta agresiva, caótica y sensual.
El rock expresa la sexualidad descarnada. Ahora -como
afirma Parménides García Saldaña- el chavo blanco quie-
re "coger" y esto, naturalmente, es un atentado contra la
propiedad privada. Se trata de una subversión al "sistema"
o la sanidad familiar. Es un atentado contra la concep-
ción pequeño burguesa de la virginidad.
La base estaba en la vieja música negra norteamericana:
aquellos primeros esclavos afrkanos encontraron en la
música una añoranza de su tierra, un ritmo que les faci-
litaba el trabajo y un vehículo de comunicación, puesto que
sus esclavjzadores tenían buen cuidado de no poner juntos
a negros del mismo dialecto. Adoptaron a medias la len-
gua de sus explotadores e igualmente a medias los instru-
mentos musicales blancos. En los· oficios religiosos, adop~
tan los cantos luteranos, con la expresividad sensual
africana, dando origen a los bellos "spiritualsº. Posterior-
mente, en el barrio de las Linternas Rojas en los prostíbu-
los de Nueva Orleans, nacerá el Jazz. lviientras, los blancos
tenían su música "folk", el "count.ry". Cuando el --coun-
try" se encuentra con el "blues", nace el "rythm & blues",
del cual Ray Charles fue el gran maestro. Esto dará origen ·
al rock cuando los negros tomen conciencia de su explo-
tación y decidan reclamar reinvindicaciones raciales.
l{l
Elvis Presley sac6 el rock <le los guetos y los Beatles
le pusieron electricidad. Pronto surgió toda una pléyade ,
1
de grandes genios: Rolling Stones, Jimmy Hendrix, Janis
Joplin, The Doors con Jim Morrison, The Mothers of .'(
Invention con Frank Zappa, The Animals con Eric Bur- \
don; Traffic, Jefferson Airplane, etc ... , nombres que
quedarán registrados en los anales de la música.
El natural rechazo de los adultos a este nuevo género ·;
musical favoreció los mensajes contestatarios y aumentaron
los impedimentos, por lo que en varias ocasiones tuvo
cierto aire de clandestinidad. Un movimiento musical ..
potencialmente subversivo tuvo por fuerza que ser re-
primido. La droga daba ocasión para el1o.
Pero la joven generación tomó esta música como su him-
no y los empresarios pronto percibieron una nueva fuente
de ingresos. Descubrieron que podían dominar sin mayo-
res problemas este grado de disidencia y de pronto se puso
de moda lo "subversivo", pues no pasaba de palabras. Los
músicos, quienes al principio trataron de crear concien-
cia, fueron atrapados y el rock cayó de nuevo en la comer-
cialización. Conjuntos mercantiles se cuelan como falso
"underground" prefabricado y los pocos mensajes autén-
ticos de quienes, como Lennon y otros más, trataron de
politizar al rock, quedaron absorbidos por el todo, per-
diendo su capacidad de impactar.
"Mientras los conjuntos de música experimental o poli-
tizada crean que pueden difundir sus ideas dentro del
marco de la industria de la condencia, tienen auténticas
posibilidades de infiltrarse en ella. Pero en este caso, tales
conjuntos serán empaquetados y etiquetados, serán objeto
de una publicidad incrementadora de los beneficios y la
mayoría de la gente ya sólo les comprará debido a la in-
tensificación de la publicidad. Hasta el momento todavía
no ha sido analizado si el empaquetado y etiquetado
mata simultáneamente todos los contenidos que debían ser
comunicados al público, reduciéndolos a un producto de
venta. Ahora bien, este proceso no es un problema de la
industria discográfica sino una cuestión general de la fun-
ción del trabajo dentro de la industria que actúa. sobre la
conciencia".7

'1 Roldf-Ulrich Kaiser, El mundo de la música pop, Barral Editores,

Barcelona, 1972, pág. 237.

142
Marx percibió cómo en la actualidad el poder lo de-
:enta quien posee la propiedad de los grandes medios de
roducción. l\1cLuhan diría que el poder está en manos
le quien posea los grandes medios de comunicación, aun-
que en la realidad ambas cosas sean lo mismo. La joven
generación cada vez lee menos. La era de la imprenta ha
terminado y nuestra comunicación ya es audiovisual. Los
poetas jóvenes transmitieron sus ideas a través de la mú-
sica. Con su música conquistan la industria discográfica
y gracias a ella, la radio. Su aspecto pictórico nutrió la
gran prensa ilustrada, hasta el punto de que algún ob-
servador opinara que el hippismo fue creación de la gran
prensa. Sobre todo su n1úsica fue el arma que el sistema
no pudo destruir. "No podrán quitarnos nuestra música",
gritará desafiante Eric Burdon.
El rock es la música de la completa expresividad. Los
n1ejores vocalistas no serán quienes modulen mejor la voz,
sino quienes mejor se entreguen. AErica devolvió a Oc-
cidente el cuerpo. El rock reproduce el ritmo del orgasmo,
y los negros norteamericanos pudieron expresar en él sus
sentimientos raciales, como en J.\,[éxico parece que expre-
sará por fin un renacer del espíritu indígena. El rock
posee fuerte capacidad asimilativa, la "country", la tro-
pical, el jazz (Chicago, sobre todo). Algunos músicos com.o
Zappa o Paul McCartney. tienen influencias de Stock-
hausen o Stravinsky (desde la aparición del rock eléctrico
se venden más discos de la música culta electrónica). Es
una música internacional, propia del espíritu cosmopolita
de la joven generación.
El rock, por último, está democratizando la música. Los
ídolos de la canción provienen ya de todos los estratos so-
dales y visten como su público. Nace del pueblo y en el
pueblo debe permanecer. Quienes prefieren tocar en los
"night-clubs" de la burguesía) están condenados a perder
autenticidad.
No sólo en la música destacaron nuestros xipitecas. La
característica del arte actual es la de amalgamar varias
ramas del arte sin la atomización occidental. En el mismo
rock muchas veces la letra es poesía pura; los músicos se
deben presentar dando show, lo cual los acerca al teatro
y hasta al ballet (Pink Floyd). La ópera.Rock ha tenido
algunas obras de interés: pienso en Hair, que describe la
143
filosofía hippi e, que en Acapu lco escandalizara a sus asis--.;
tentes. Tomm y, de los Who, es una fábul a que encar na la ·:-
joven generación, sordo muda ·y ciega por los traum as socia- :·1
les; pero que adqui ere la ilumi nació n interi or. Jesucristo }
superestrella, de Andr ew Lloyd Webb er y Tim Rice, to- .
ma el etern o tema de la Pasió n según San Juan, conven-··.·
cidos de que en la actua lidad un Jesuc risto polém ico
reactu alizad o podrí a tener el mism o éxito taquil lero de i
y./
cualq uier superestrella. La magnificencia de Broad way y:·;
el largo metra je cinem atográ fico corro boró la prueb a. ~
Además de la ópera , tambi én el teatro fue camp o explo- )
rado por estos muchachos. Ya no se trata tanto de ac- j
tuar simpl emen te, sino de dar y transm itir un mensaje, -i:
plena mente convencidos de él. Oceransky es ejemp lo mexi- ·..;J
cano de esto: Conejo blanco; el cuent o de Alicia en el pa{s)i
de las maravillas, en el que Alicia come un hong o y ve :,~
el mund o de otra mane ra, encon trand o su verda d en el ;~
mund o de los niños y los locos; Simio, el mito de los oríge- .:'~
nes y el retorn o a la vida natur ista. Se trata del happe ning, A
catarsis y libera ción: hacer del teatro un templ o, un mitin , ·;;/i<.,
un evento. _::~
Pasan do a las artes plásticas, la pintu ra sicodélica, espe- ~~~
cíe de un surrealismo alucin ógeno de contornos distorsio- )_
nados y much o colorido. El eleme nto repeti tivo es propi o .·-~:
de estas- drogas y las alusiones al subconsciente prete nden·::'.;·
manifestax ·e l mund o tal como podrí a verlo un droga do.· ::"
Elige n princ ipalm ente el póster, o cartel artístico, que,..,
permite gran divulgación. Este géner o de arte tuvo in~:·
fluenc ia en el estilo publi citari o actua l, llama do "pop" .
Por fin, el cine recib irá ia influe ncia de este movi mient o ·
mític o y creativo del nuevo homb re del maña na .


144
CÁP1 TULO IV: EL HOl\. fBRE NUE VO

~o hace falta ser demas iado conoc edor de la realid ad


locial para percib ir que nuestr a socied ad está enferm a.
esde Fromm sabemos que las sociedades puede n tambi én
ufrir neurosis. Nuest ra civilización occide ntal -dijo
~ reud- sólo ha sido posibl e gracia s a una buena dosis de
¡repres ión. No nos extrañ e, pues, encon trar al homb re de la
calle frustr ado y enajen ado. En nuestr a socied ad, el indi-
viduo ideal es el mejor domes ticado a los cánon es del
"sistem a'' . Claro que los impul sos de indivi dualid ad no
desap arecen del todo; lo que sucede es que entonc es brotan
en forma espon tánea, como rebeld ía o agresi vidad.
La ética de base en nuestr a cultur a es autori taria, lega-
lista, extrín seca, descan sando sobre el princi pio del de-
ber. Esta ética inform a la mayor parte de nuestr as insti-
tucion es y gracia s a ella hemos podid o obten er toda una
magní fica estruc tura, auge econó mico, poder ío milita r y
desarr ollo técnico. Pero esto ha sido a costa de 1a salud
menta l de nuestr os ciudad anos. Se ha dado un trastrue~
que de valore s y tenernos en nuestr a socied ad la posesi ón
de bienes econó micos como fin de esta vida y medio para
obten er felicid ad. El deseo de lucro condu ce a la compe-
tencia desen frenad a, a la explo tación y a que todo se valore
en dinero. Dentr o de este ambie nte, no es posibl e la exis-
tencia de los genuin os valore s hun1anistas.
Much o se ha hablad o sobre la enajen ación. 1viientras
que para Marx son las relaci ones de produ cción las que
la determ inan, para Heide gger se trata más bien de la ena-
jenaci ón existe ncial: el homb re perdid o en la banal idad
de la vida cotidi ana, que va de aquí para al1á preten diend o
saberl o todo y curios eándo lo todo, esclavo de conve ncio-
nalism os inútile s y de las misma s institu ciones que se su-
pone fueron hecha s para él. 1.ste es precis ament e el
"squa re", que en e] "calic he" xipite ca fue traduc ido como
"fresa " o "cuad rado".
Reacc ionand o contra este tipo de homb re nace el
hippie. Es posibl e que el r epent ino éxito de su movim iento
se deba a que su actitu d, despre ciada por todos pero envi-
diada en el fondo , repres ente los anhelo s escond idos de la
145
mayo r parte de los adult os: una vida de liber tad total Y:-~
ausen cia de respo nsabi lidad es. ,
Siend o un movi mien to antir racio nal no se le pued e pe~·-;
dir una filosofía sistemática. Sin emba rgo pode mos mos-- ·:
trar algun as actitu des frecuentes, cond ensad as en algun os.:.
princ ipios de vida: ·i
"Haz lo tuyo" ; ''Sé tú mism o" -Pos ibilit ar que se ma- ;;
nifies te 1a persona como tal; hacer lo que realm ente quier e :;
uno hacer ; liber arse de los conv encio nalis mos y tabúe s de ·f
la ética tradic ional . t:sta es una reacc ión contr a el colee- ·:¡
tivismo despe rsona lizan te en que vivimos. Precisa1nente los/J
Estad os Unid os, dond e se rinde culto al indiv idual ismo , :íl
es dond e la organ izaci ón se ha vuelt o más asfix iante . Se -~~
sigue predi cand o la ética indiv idual ista prote stant e, se ala_-l
ba el "espí ritu de Amé rica"; mien tras que en la práct ica }
la socialización de las instit ucion es llega cada vez a nue- ;~
vas esferas. Se sigue alaba ndo las excel en cias de la fruga li- ··:-
dad y del ahorr o, pero los princ ipios vigen tes en la pro- ~;
ducc ión y el consu mo se orien tan hacia el despi lfarro y la ·,
publi cidad se ha vuelt o la base de la vida social.
"Let it be'': ªDéja lo ser" -Hay que dejar ser a la pro- _
pia indiv idual idad. ¡Corr ecto! Pero esta liber tad plena
tiene ya un límit e, que es el respe to a los demás. Deja r .
ser a los otros es el princ ipio comp leme ntari o al princ ipio
anter ior. El movi mien to hippi e no fue nunc a mono lítico ,.·:
sino que bajo cierto s rasgos simil ares se encer raba un plu-
rahsrno de gran diver sidad . No se admi ten líderes, ni con-
signas. Cada cual tira "su onda " y "sigu e su patín " por
más desr.abcllado que este sea. Las religi ones más exóticas, i
diversas dieta s alime nticia s y las actitu des de vida más
disím iles coexi sten en el seno de una misma comu na. Des-
de luego que tamp oco faltan los dogm ático s que prete nden
impo ner a los demá s su fanat ismo ; pero no es la tónic a
gener al. La mayo ría no quier e comp rome terse dentr o de la
coexistencia. Se evade la d ialéct ica y nadie se sient e res-
ponsable de los demá s. Es el relati vism o de los valor es (''él
lo piens a así").
"Be lle-re No1.1.,1 " : "Viv e el mom ento prese nte" -Esta r en
el "aqu í" y en el "aho ra'', sabio princ ipio para mant ener
la salud , sobre todo estarido droga do. Cuan do uno se
"clav a" dema siado en a1gún pensa mien to, se le decía:
"¡cám ara!" : es decir "atenci(>n", "aqu í y ahor~ " son los
146
gritos del pájaro de La isla de Huxley, y el título del
vademecum hippie.1 "El futuro aún no existe, el pasado
ya se fue." También aquí se pretende reaccionar contra el
"fresa" condicionado por sus recuerdos, víctima del senti-
miento patológico de culpabilidad que lo ata constante-
mente al pasado, o bien, preocupado y ansioso por lo que
pueda venir, hasta el extremo de dejar escapar el momento
presente, que en resumidas cuentas es el único que im-
porta, pues es el que tengo a la mano. Hay que vivir en
el "ahora'' existencial con toda intensidad. Es el mismo
principio del Zen, antigua disciplina oriental de gran uti-
lidad para la salud mental y emocional.
Pero una cosa es realmente no inquietarse por el futuro
y otra distinta es la irresponsabilidad de quien no quiere
prever 1as cosas. Nuevamente la racionalización de la dro•
ga ha llevado a los muchachos al fatalismo, muy arraigado
en el pueblo mexicano. Todo está determinado y yo nada
puedo hacer para modificar los acontecimientos. Interpre-
tan en este sentido frases bíblicas como: "No os preo-
cupéis sobre el qué comeréis y qué vestiréis. Las aves del
ciclo. . . los lirios del ca1npo ... " Ahora son los signos zo-
diacales los responsables de mi mal carácter y la astrolo-
gía dirá que está todo ya preestablecido en las estrellas.
Sin embargo, este principio en si mismo es positivo y
una de las cosas que llama la atención al tratar a estos
muchachos,. es su serenidad y calma. Cuando un "fresa"
llega a sus ambientes de quietud y silencio, se le nota
inmediatamente que viene "muy acelerado", es decir, mo-
lesta su nerviosismo, impaciencia y actitud razonadora.
"Todos somos uno" -Al hablar del individualismo hi¡r
pie, que no le importan los demás, notamos en muchos de
ellos la actitud del "valemadrismo". Ese tratar de ser "él
mismo" sin importar lo que otros digan. Cada cual ha de
vestirse como quiera, pues no somos "hechos en serie...
Pero entonces puede pensarse que se trata de un indivi-
dualismo rígido como en el que fuimos educados, propio
del egoísmo competitivo y explotador. No, ahora se trata
de respetar el modo como los demás ven la vida y se ob-
serva en n1uchos un interés por el amor.
Este principio, "todos somos uno", revela el monismo
1
"Remember. Be Here Now", J.ama Fundation, N. Y., 1971.

147
pan teís ta, pro fes ado por muchos. Se pie nsa
que la di versi{
dad es sólo apa rien cia y que tod os form
am os una uni dad :;
metafísica. El "eg o" es el "ka rma ", el
pec ado y el ma t:;.
"T ú ere s yo", dic en ellos, y trat an de viv
irlo. En la prác•<
tica , asp iran al ver dad ero com uni star ism
o: no sen tir a lot'.
d-e má s com o "los-otros", sin o com o "nos-o
tros". De ntr o de;: _
la act ual estr uct ura social esto res ulta
difí cil y no hay :;
pac ien cia par a esp era r a que ven ga el cam
bio social. Ha~./
brf a que bus car una for ma de vid a
en la que éste pu+>
diese ser el prin cip io de base y de aqu
í se pen só en "la :\
com una ".
::Ú
.. ~·-~i
. ·,
·:·y.¡,
La for ma com una l de vid a tien e ya su "•\¡¡
his tori a y cue nta ij
con exp erie nci as valiosas en otra s par tes
del mu ndo . Exis;;--~
ten, inclusive, pub lica cio nes inte rna cio nal
es que sirv en de'.1}
con tac to ent re ellas. Se trat a de una for ma
ava nza da de co-:-j
ope rati vis mo aco rde con nue stro proceso
de socialización, ,A
y alg uno s pie nsa n que pue de ser de util ida
d par a Lat ino • /
am éric a actu al.
La mo tiva ció n por la que los xip itec as . /:·
lleg aro n a· este :\
exp erim ent o no fue mu y ma dur a: exi stía
dad es afectivas y eco nóm icas al aba ndo nar
n fue rtes necesi. >
pre ma tura me n• _:
te el hog ar y esta for ma de vid a les dab
a má s pro tecc ión ,:. :.,
dis min uía los gastos y pod ían rep arti r me
jor sus ganancias~ :
a la vez de que les dab a con cien cia de
esta r exp erim en• .
tan do una nue va vid a. El trab ajo en casa
per mit e ma yor ·i
des arro llo de tod os en un am bie nte de cre
ativ ida d y liber~ ·
tad, ade má s de per mit ir más tiem po ded
ica do a las reia...
don es hum ana s. Ha y que desplazarse
a las ciu dad es 10· .
me nos posible, pue sto que es frec uen te
que tales com una s
se esta ble zca n en el cam po. Descub rier on
que no es nece• .
sar ia la posesión de mu cho s bie nes par
a ser feliz: libr os, ·
discos y los mÚebles necesarios con fec cio
nad os por e110!
mismos. Si se pue de tener un espacio par
a sembrar las ..
ver dur as de con sum o inte rno , mu cho me jor.
Lue go se pen só,.
que no hab ría que env iar a los niñ os
a la escuela, que
ellos mismos hab ían aba ndo nad o. Dec idie
ron edu car los a
su ma ner a, después de cue stio nar la
pro pia edu cac ión
rec ibid a. Pie nsa n que mu cho s adu ltos ,
es decir, los abu e-
los de los rec ién nac ido s, se sien ten frus
trad os cua ndo los
hijo s han crecido. cNo ser ía ent onc es la
educa<;ión de los
148
pequeñines de la comuna una actividad adecuada a las
personas maduras? Las comunas, además, deberían de orga-
nizarse conservando cada cual cierta especialización. En-
tonces, la comunicación entre ellas, de diversas áreas de
trabajo aparte de ventajas económicas ayudaría muy bien
a una educación constante. El trabajo en casa no falta,
da ocasión para la creatividad y empleo del ocio. El am-
biente es original y agradable, la libertad respetuosa es
la regla y convida a la fraternidad.
En los Estados U nidos se lograron resultados - positivos
de este experimento. Lograron suprimir el dinero, vol-
viendo al trueque entre comunas. Alguna gente de dinero
se arriesgó en empresas semejantes y su sentido de organi- .
zación era grande. Hace poco, en Colorado, hubo un en-
cuentro de comunas diseminadas por todo el territorio,
muchas veces en lugares secretos para evitar publicidad y
huéspedes desagradables.
En ~.féxico también tuvimos algunos experimentos simi-
lares. Fueron conocidas las de Acopilco, Perote, Oaxaca,
Banderillas y demás. Pero una cosa son las ideas, y otra
es la práctica, sobre todo cuando falta madurez y realis-
mo. Es así como vimos tristemente fracasar la mayoría.
de estos experimentos: muchos parásitos abusaron de la
hospitalidad; falta de trabajo, pereza, "aplatanamiento"
derivado de la droga; dificultades con los vecinos del lugar
o con la policía, sobrepoblación, hacinamiento, inmadu-
rez afectiva, desorden, indisciplina y carencias económicas
fueron las causas principales. Sólo alguna que otra, más
disciplinada, ha logrado subsistir hasta hoy. Esto es una
lástima. Tal vez estas experiencias en la nueva forma co-
munal de vida hayan sido el mejor aporte del movimiento.
Es decir, la posibilidad de que convivan dentro de la misma
localidad varios matrimonios adultos. En nuestro l\féxico
viejo tenemos cierto precedente con las vecindades de pa•
tio común. Tal vez también se deba tener la cocina y co-
medor en común. Un trabajo artesanal en la misma loca-
lidad, y llegar a la misma economía comunitaria. Acaso
esto traiga las reformas buscadas para un nuevo tipo de
familia, de educación infantil, aparte de las indudables
ventajas económic.a.s y de organización de la vida.

149
Una de las obje cion es más frecu ente s hacia. la form a
'.
com unal de vida es que de este n1odo se favo rece ría
la
prom iscu idad . No nos extr aña, pues dond e más se ha cen-
.
trad o la represión en la cult ura occi dent al es, precisa-
.
n1en te, en la esfera sexu al, hast a el pun to de llega r
a
cree rse que lo que dio pie a nues t_ra civilización fue precisa-

men te esta repr esió n. 2
Entr e nosotros, el sexo es visu aliza do desde una pers-
.
p ectiv a sicológica o mora lista . En cam bio, en las cultu ras
·
anirn istas el sexo se revis te de cará cter sacro. A manera
de ejem plo Rog er Caillois estu dió los ritos sexuales
de :
la tribu bant ú de los Tho ngas . Con tra ciert as inte rpre
ta- .
don es de la escuela freu dian a orto doxa que teme raria
~
men te proy ecta en los salvajes los com plejo s de la vida
.
civilizada, obse rvam os cóm o en estos pueb los lo sexu al
es
visto con natu ralid ad: no se dan inhi bicio nes, sino que
la pola ridad sexu al prov ee de mod elos y es base de
la
bipa rtici ón de la natu ralez a y de la socie dad en pare
s
com plem enta rios y antagónicos. La sexu alida d nu tre todo
un arse nal antr opológico-religioso: ritos de puri ficac ión,
de iniciación, prác ticas mágicas, orgí as ritu ales colectivas
,
etc. Para i1us trar lo dich o, citar é el sigu iente ejem plo:
el . auto r obse rvó que cuan do hay una 1nue rte, se pien
sa
en una mald ición sobr e la tribu , la cual afec ta princ
i-
palm ente a los hom bres en su líqu ido semi nal, fuen te
de
la vida. Por esto, para puri ficar se, todo el pueb lo, comen-
zand o con los más ünpu ros (los fami liare s o los transgre~
sores), debe n tene r relaciones sexu ales proc ura'n do que
el
líqu ido sem inal caiga fuera . Con éste, 1a muj er se unta
el omb ligo, y lueg o todo el mun do va al río a tene
r
un baño puri ficat orio . L as viud as debe n ir a "des parr
a-
mar la mald ición " fuer a del pueb lo. Con pret exto
de
visit ar a un p arien te va a otra alde a, y sedu ce a un hom
-
bre, proc uran do retir arse ante s para que el sen1en caig
a
fuer a. Si lo logr a, "ha venc ido al duel o". Si el hom bre
se da cuen ta del timo, llam a a su s amig os y por la fuerz
a
' Aquí habrí a que citar la obra de Freu d: Malestar en
la cultura.
Marc usc cree que, en la actua lidad , la civilización ha
alcar uado la
segur idad debid a, por lo que hoy en día esta r epres
ió4 ya resul ta
innec esaria .

150
1 deposita dentro de ella el semen. En este caso la viuda
fue "vencida por el duelo''. 3
Las culturas orientales hicieron énfasis en el control de
los impulsos. entre los que se cuenta la sexualidad. Pero
también aquí se encuentra estrechamente unido lo sexual
y lo sagrado. Pienso en el texto hindú del Ka1nasutra,
adornado con las posturas sexuales 1nás diversas. En Oc-
cidente la sexualidad ha sido devaluada, por una parte,
por los 1noralistas maniqueos que insisten excesivamente
en la mortificación del cuerpo, recelando del principio
del placer; por otra parte, por los explotadores del morbo
que se valen de ella para aumentar el consumo capitalista.
De estos dos tipos se deriva la hipocresía sexual en la que
vivimos, ya que en casa se nos predica una rígida moral
sexual, mientras que fuera de ella nos topamos con un
ambiente hipererotízado. Los jóvenes viven bombardeados
por ambos extremos, recibiendo además el ejemplo de la
doble vida de sus padres y demás adultos.
La represión del "sistema" descansa en buena parte en
la represión sexual,' por lo tanto, una sana liberación
sexual es ya potencia]mente Tevolucionaria. Sin embargo,
existe también la posibilidad de que las cosas sucedan
en el sentido contrario. Alguien ha observado que la re-
ciente oleada de libertinaje sexual corresponde a los mo-
mentos en que la juventud toma conciencia política.
De los países ricos nos es importada toda una avalancha
tle material pornográfico y de publicidad en favor de dicho
libertinaje. Es posible que se quiera utilizar al sexo como
una especie de droga para enervar la conciencia social
de la juventud. Es precisa una buena dosis de sublitna-
ción sexual (no represión) para una .militancia efectiva.
últimamente se ha tratado de relacionar el psicoanáli-
sis con las ciencias sociales. En esta línea se descubren
nuevas luces sobre el sentido de la sexualidad en la cultura
occidental contemporánea. Recordemos un viejo libro del
Dr. René Allendy titulado Capitalismo y ~exualidad.5

3 L'Homme et le sacré", Gallimard, París, 1950.


' Cf.: Luigi de Marchi, Represión sexual y opresión social, Ed.
Hormé S.A.E., Paidós, Buenos Aires, 1969.
~ Data de 1931. Puede encontrarse un resumen en la obra de
colaboración intitulada también Sexo y capitalismo, Jorge .Alvarez,
Buenos Aires, 1964.
151
Aun que el auto r, freu dian o radi cal, no conoce
dem asiado··
de econ omí a, trat a de pon er en relie ve la
corr elac ión ·
exis tent e entr e Ja tend enc ia al dine ro tal com
o apa rece
en el capi talis mo y nue stra s formas neu róti cas
relaciona• ·
das con la sexu alid ad. El sexo y el dine ro -di
ce- solici• ·
tan la mayor par te de los deseos del hom bre.
En nuestro
siste ma econ ómi co actu al, hay conflicto entr e
la riqu eza ·
-ún ico inst run1 ento de dom inación - p or una
part e y la
sexu alid ad y el amo r por la otra . Si triu nfa
la riqu eza,
exis te la ame naz a de mec aniz ació n de la vida
hum ana ,
como lo estamos ya viviendo. La muj er resu lta
la víct ima i
más desfavorecida, pue sto que en ella se une
la dom ina•
ción sexu al y la dom inac ión económica. Es por
ello que
tien e que ven ders e por dine ro, inclusive en
la 1na yoría
de los consentiznientos legales de mat rim onio .
"La cons-
tant e preo cup ació n eco nóm ica que n o pod ría diso
ciar se de
la vida sexu al da siem pre al amo r un perf ume
de pros•
titu ción ."
Nuestros inst into s, segú n el auto r, tien en dos
tend en-
cias. U na cen tríp eta, en los procesos digestivo
s, y otra
cen trífu ga, en don de inte rvie nen las tend enc ias
sexuales.
Seg ún esto; .el proc eso de mad urac ión que se
da en Jas
diversas fases por las que atra viesa la libi do,
correspon-
den a dive rsas acti tude s fren te al dine ro. Así,
en la fase
oral , .si el niñ o ha sido dest etad o ante s de tiem
po provo- ;
cará indi vidu os insatisfechos que recu rrirá n
el día de i.
mañ ana a la men dici dad o a hacerse man tene r.
Con la ..
apa rici ón de los dien tes se pasa a la fase sádico-o
ral, que
si ha sido mal sop orta da, vuelve al indi vidu o crue
l y rece-
loso . De mayor será ban que ro o mil itar ; "mi
litar ism o y
cap itali smo son inse para bles... Si en la fase ana
l trat a el
niñ o de rete ner sus excr eme ntos en un con trol
excesivo,
desp ués será ava ro. Sólo tard íam ente har án su
apa rici ón ,.,
las tend enci as sociales, entr e las que está la sexu
alid ad y
que son las que hac en al indi vidu o gen eros o
e idea lista .
Seg ún pred omi nen las tend enc ias digestivas o las
sexuales,
los indi vidu os será n inte resa dos u obla tivo s.
Se enta bla
luch a entr e amb as tend enci as. Aho ra bien ,
el espí ritu
cap itali sta corr espo nde a las prim eras , de don
de surg en
la agre sivi dad y tend enc ias a la acum ulac ión.
Com o el
dine ro ha reem plaz ado a los alimentos, el niñ o
!ija su ac•
titu d haci a él ante s de hab er pose ído una sola
mon eda .
152
~lás aún, los instint os digestivos puede n ser erotizados,
con lo que se compl ica el proble ma. Así, el concep to de
~ropie dad de la fase anal no resuel ta, se traduc e en celos
/Y en consid erar a la mujer como una posesión. El autor
piensa que el matrim onio aparec e con la propie dad y el
/dinero y, con éstos, la prostit ución.
La prosti tución es don<le la dualid ad sexo-dinero llega
a su forma extrem a. Al poseer una mujer , el hombr e
triunf a sobre ella en prime r términ o, y luego sobre sus
rivales. Su prestigio está ligado a esta domin ación. Pero el
hombr e ante la mujer reacci ona confor me a dos tendencias:
como su esposa y madre de sus hijos, o como objeto de
un a conqu ista sexual. El ideal es reunir en una única per-
sona ambas tendencias; pero tal vez por influjo social,
que subva lora la segund a forma, el hombr e casado bu"i-
cará en otra parte su afirma ción y su potenc ia, utiliza ndo
el arma 1nás eficaz de nuestr a socied ad: el dinero.
Respe cto a la procre ación, el espírit u merca ntilist a de
nuestr o tiemp o tambi én tendrá influe ncia. La descenden-
cia de los ricos es escasa, mient ras que los prolet arios
crían mucho s hijos. En este sistema, tener un hijo era
valora do tambi én en dinero . Hace algún tiempo . tener
un híjo era reditu able, pues se le veía como socio de tra-
bajo y apoyo para la vejez. Ahora , en cambio, el tr'a bajo
cuenta cada vez menos y 1nás impor ta el capita l; además.
el hijo no produ ce sino hasta que llega el tiemp o de sepa-
rarse de la famili a y su educa ción cuesta cada vez más.
El culto de la propie dad, prove niente de los instint os
digestivos, justifi ca todas las injusticias. La limita ción de
la propie dad indivi dual en el domin io financ iero libra-
ría la libido captat iva del hombr e, para fijarla en otros
objeto s físicos, intelec tuales o técnicos. Así que, según el
Dr. Allend y, con el cambi o de estruc turas sociales el hom-
bre se volver á hacia valores espírit ualest mejor arán las
relacio nes con sus semeja ntes y mejor ará igualm ente su
vida sexual, afecta da actual mente por el sentid o de pro-
piedad .
La famili a moder na se (unda sobre la esclav itud do-
méstica de la mujer. El movim ientq de libera ción feme-
n ina ha comenzado; pero hay que tener en cuenta que
buena parte de culpa está en las mujer es mismas, pues su
servid umbre es tambi én intere sada: aprove chan el dinero
153
del hom bre , de aqu í que "los má s fero
ces adv ersa rios déf
las reiv ind icac ion es fem eni nas -no s dic
e Est her Vil ar-; ,
no sea n l os hom bre s, sino las mu jere s
sex ual me nte sati s{
fechas".

ªSi me gusta, lo haré." -Po r falt a ele estu


dio s má s pre -:
cisos, res ulta difí cíl des crib ir alg o de la
con duc ta sex ual
de los hip pie s, asu nto de ind uda ble imp
orta nci a. Se cree
que alg una s dro gas sicoactivas son afro
disi aca s y pue den
me jora r el placer sexual. En otra s oca
siones. en can1bio,
par ece ser que la ma rih uan a lo difi cul
ta,
El mo vim ien to de Jer ry Ru bín en la
Un ive rsid ad de
Berkeley, don de se orig ina ron los H ipp ies,
y los gru pos de
"su bte rrán eos '' descritos por Jac k Ker oua
k, act uar on en ·
esa líne a de com ple ta des inh ibic ión . La
obr a Ha ir hac e
alu sión a esto en la can ció n inti tula da
"Ka ma sut ra'\ que
inv ita a una "or gía sag rad a", per die ndo
el mie do a pal a•
bri tas tale s com o sod om ía", "pe der asta
11
'\ "fel acio " . . . La
pre nsa "un der gro und .. alu de con frec uen
cia a esta acti-
tud , evo can do una ple nitu d de libe rtad
sex ual .6 Sin em-
bar go, en :i\iféxico no pre dom inó esta ten
den cia ent re los
gru pos má s rep rese nta tivo s. Nu estr os xip
itec as fue ron cier-
tam ent e "lib era les" y des inh ibid os por
lo gen era l. Ten -
die ron má s al "na turi smo " sex ual : gus
taro n del nud ism o
en los bafios de la pla ya o de Hu aut la, enc
ont rar on nue vas
formas de rea liza r el coito y die ron un
ma rge n má s am-
plio a la sen sua lida d pre gen i tal com o la
describe la pel ícu -
1a Joe. Stu art Ha ll llam ó a los hip pie s
"po lim orfo s sexua-
les", por su apa ren te ·can dor . El hip pie
apa rec e tam bié n
com o rea cció n ant e la sex ual ida d ado rmi
lad a de la clase
me dia nor tean 1er ican a. El sen tido del
trab ajo , el pod er,
el deseo de luc ro, hiz o rep rim ir esta s
ten den cias cen trí-
fugas. La jov en gen era ció n bus ca nue vas
formas de sex ua-
lida d en los bar rios pro leta rios, sob re tod
o ent re los neg ros
(la pob rez a es eró tica , pue s se liga a
la sup erv ive nci a).
Con el roc k los jóv ene s exp resa n a sus
pad res que aún
viven, que tien en cue rpo , que des ean
hac er uso abi erto
9
Un ejem plo es este anu ncio de cier to
club -"L os Angelelil Free
Love Sod ety' '- que pret end e lleg ar
a 10 000 miemb1·os. A los
suscritos se les env ía un dire ctor io de
todos los dem,\s, y anuncios
de "hap penings", etc.; otra s veces, se
dem and an los servicios de
algún sádico, o se anuncia algú n club
homosex.uM, etc.
154
diosa
de su pote ncia sexual. El rock aten tó cont ra esa
pila r
"car nívo ra y sang uina ria" que es la muj er blan ca,
del siste ma capitalista.7 ·
mu-
Den tro del extr año inun do hipp ie, el núm ero de
. Esto
chachas fue nota blem ente infe rior a1 de los hom bres
an ni
Jes dio ciert as vent ajas . Ord inar iam ente no se pint
d de
!ie arre glan , libe radas del bras siere y de la esclavitu
ejan te
los cosm éticos. Del amb ient e de las com unas, sem
res pu-
al de aque llos prim eros ''per egri nos" de cost umb
la
ritan as que se estab lecieron en Nor team érica, salió
ande ras
max ifald a; pero más com ún es que Jas chic as
o de
usen pant alon es blue jean . El unis ex pued e ser sign
la pre-
inte ntos de más inte grac ión sexu al. Por otra part e,
idad ,
carie dad de recursos las obli gó a entr egar se con facil
la p ros-
y algu nos grup os prom iscu os las emp ujar on haci a
eció
tituc ión. En los amb ient es musicales del rock apar
ona-
un fenó men o curi oso, las "gro upie s.. , muc hach as afici
ad y le
das a dete rmin ado grup o, que le hace n publ icid
com o
sirve n en todo "inc ondi cion ales hast a la cam a",
que
algu ien com entó . Ellas no se vend en por dine ro, sino
con los
se enor gull ecen de pod er tene r relac iones íntim as
ídol os de la canc ión. 8
del
La inm adur ez afec tiva y el aban don o prem atur o
que
hog ar prov ocó la form ació n prec ipita da de pare jas,
el pri-
natu ralm ente fuer on ines tables. Pero cuan do n ace
hipp ies
mer hijo ya se esta biliz an más. En gene ral, los
a sus
dem ostr aron ser buen os padr es y trata n de educ ar
echa-
niño s en un amb ient e de resp eto y libe rtad que ellos
ron de menos.
os
A pesar de toda s sus deficiencias, obse rvam os ciert
n, coin-
valores en la cond ucta sexu al de la jove n gene ració
al":
cide ntes con los prop ugna dore s de la "rev oluc ión sexu
unió n,
hace r más ágil el pape leo y men os coercitiv a la
part i-
gara ntiz ando la educ ació n de los hijos; se decl aran
las
dari os de la libe raci ón fem enin a, trata n de mej orar
las ca-
relac ione s íntimas (cal idad del orgasmo, liber tad en
ep to de
ricia s íntim as, orig inal idad ... ); amp litud del conc
o ser
"pud or"; n o obst ante los abus os, esta actit ud pud
s
" Este tema está bieu desar rolla do en el lihro de Parm énide
García Salclai1a, En la 1"Uta de la onda , ya citad o .
.
8
Cf.: Fabi an Jenny y Byrne John ny, Grou pie, Mayflower Pape r-
back, Lond res, 1970. ·

155
'J-.
"J
beneficiosa, a la larga , para nuest ra cultu ra afect ada def¡
repre sión. Igual ment e, esper amos que la refor ma de eS:,~
tructu ras políti co-sociales habrá de contr ibuir a la resolu-.;\
ción de algun as forma s patol ógica s de la sexua lidad:.f
occid ental . _-;
Sin ,emba rgo, lamen tamo s aún la depre ciació n de Ic/ i
sexua l en la joven gener ación . Al volve rse habit ual y'J
fácil, el libert inaje termi na en el hastío . Es ahora cuan- ·-'¡;
do más se está impo niend o un repla nteam iento mora l - ~
j
sexual.9
Nos hemos h abitu ado a ver la sexua lidad como algo pe-)
camin oso, convi rtiénd ola en tabú. Inclu sive dentr o del ma- \
trimo nio, se ha visto el acto sexua l como algo no caren te \·
de algun a falta y tolera do única ment e en orden a la ·\
pro?e ación . Hay q~e super ar, además, la concepción bi~- ·;1
log1sta de la sexua lidad , que la reduc e a los órgan os gem- :1
tales y más bien habrí a que enfocarla desde el proce so ,,,
de huma nizac ión. Por lo tanto , si un deter mina do ejer- j
cicio de la sexua lidad sirve para const ruir 1a perso na, :1
será éticam ente bueno . Si, por el contr ario, sirve para ·1
destru irla (por egofsmo, agres ivida d, narcisismo, etc ... ), -¡
~m ili 1
Natu ralme nte hay que mant ener la objet ivida d de las J
faltas graves, perju dicia les a la madu rez huma na: pero no '.i
valor emos objet ivam ente todo pecad o sexua l con idént ica '{
medid a. Habr á que tener cuida do siemp re de enfoc ar la ·!
sexua lidad desde las tende ncias oblat ivas de la perso na, q
a la dona ción y al amor. Conc luyen do: ni la repre sión 'í _1

sexua l de nuest ra cultu ra, ni la erotiz ación idolá trica am•


bient al, produ cto de nuest ra socie dad capita lista.

"
• Tal , •ez ilustre el libro d e Marci ano Vidal: M oral de amor
revi¡ta Christ v.s, en
Jexual idad, un resum en del cual aparec ió en la
junio de 1972. ,

156
CAPITULO V: EL DESAFIO DE LA NO
POLtTICA

Los hippies se presentaron como un mov1m1ento de disi•


dencia social con pretensiones revolucionarias; pero no
pasaron de ser un movimiento burgués, idealista y efímero.
Una nueva intuición que les otorga rápidamente una
cumbre espléndida y creativa para decaer más rápido aún.
Alguien los comparó a un fuego pirotécnico, cuyo colo-
rido sólo dura un instante; un invento de la publicidad
que dejó en el vado a sus mismos seguidores. Nos queda
solamente la lección para aprender.
Confundidos en sus inicios con sus precursores beatniks,
llevaban un fuerte contenido de denuncia al "sistema". Se
rompe el "sueño americano". Los Estados Unidos ya no
son para nadie el pueblo idealista, baluarte de la libertad.
Ginsberg ha aullado, la máscara ha caído y el verdadero
rostro del Tío Sam se muestra en toda su fealdad. La
absurda guerra de Vietnam, la complicidad con el fascis-
mo latinoamericano, los escándalos de la política interna,
Watergate ... Se patentiza la crueldad del sistema capita-
lista, dispuesto a hacer perecer al Tercer l\-1undo con tal
de mantener el mismo nivel de consumo suntuario de la
minoría en el poder. La CIA ejerce más control que la Ges-
tapo y la NKVD staliniana juntas; se cuelan noticias
sobre la "verdad" de Cuba y China ... Ahora ya se toma
conciencia de todo esto; la joven burguesía de Norte•
américa despierta y no quiere cooperar; hay motines en
los barrios negros; hay manifestaciones pacifistas; hay re-
vueltas en las universidades de Berkeley y California. Pero
ante el control tremendo y el fracaso de la militancia
disidente, aumenta el sentimiento de impotencia y frus-
tración. ¿Qué puede hacerse? Sólo queda un camino:
"zafarse" del "siste1na", mediante la no cooperación. Así
nació el hippie.
En la historia de la reciente disidencia norteamericana
ha ocupado un lugar importante el movimiento de la
no violencia, sostenido, sobre todo. por Martin Luther
King. Este movimiento tuvo buenos logros en lo que se
refiere a los derechos humanos de la minoría negra. El

157
a.1nbiente de los guetos respiraba aún este clima pacif ,,
que poseía toda una filosofía y que contaba con precurso:
en la India de Ghandi y en otras partes del mundo, cu,f
do la cantante baladista Joan Báez se afilió al movimien;
y le dio publicidad entre la juventud blanca. Se cone ' .;
con Bob Dylan y denuncian las opresiones del "sistema•:·
hasta poner de moda la canción de protesta. Los pad : .
tas que luchaban en favor de los derechos civiles sabf ·:,
que el amor puede ser "un arma caliente". Se precf'.
amar al enemigo y atacar su conciencia. U san todos l ::
modos de presión moral que su ingenio les descubre, ent'J
los que está en primer lugar el boicot y la no cooperació\ ·
Los primeros pacifistas opositores a la guerra de Vie·:,
nam quemaron sus cartillas, prefiriendo la prisión a e,.
operar con lo que su conciencia les hacía ver como ur(
guerra injusta. La objeción de conciencia comenzó a pla ·
tearse en los medios jurídicos. ,
Los hippies nacieron al contacto de las minorías étnil
cas politizadas y de los trovadores de la protesta joved.i
Tomaron del pacifismo no violento su lema de "paz y
amor" y en algunas ocasiones imitaron este tipo de ac. .
dones un tanto espectaculares y provocativas, con s~
verdadero enemigo, la policía local, regalándoles flores,
lustrando sus botas o lavando sus coches. "Tú sólo puedes
protestar con efectividad -leemos en el vademecum hip-
pie 1- cuando amas a aquel contra cuyas ideas estás pro-
testando, de la misma manera como te amas a ti mismo."
1.ste es el principio base pacifista. Se pensó entonces que
si una buena parte de la juventud norteamericana secnn•
daba el movimiento, el ..sistemaH "tronaría". No se tra-
taba de ninguna revolución armada, simplemente del viejo
método de la no cooperación: para aniquilar a la sacie,
dad de consumo, el boicot, no consumir más que lo esen
cial; para terminar con el modo de producción capitalista:
la huelga de brazos caídos; no producir, ni trabajar; ne
enrolarse al servicio militar, salir de la escuela y la fa,
milia; "desconectarse", Hdrop-out". Y algunos de los pri•
meros hippies fueron muy conscientes y politizados. E:
mismo Ginsberg es hoy un conferencista infatigable.
Ahora bien, el método de la no violencia exige un;;
fuerte visión crítica, en compromiso heroico para sufri1
1 Be Here Now, oJJ. cit. •
158
las persecuciones sin responder con agresividad. Organiza-
' ión. unidad, y un fuerte compromiso para llegar hasta las
últimas consecuencias en la presión mqral. El detectar
dónde están exactamente los mecanismos de opresión para
desmontarlos concientizando a los oprimidos o atacando
directamente la conciencia del opresor. Esto es lo que está
haciendo en buena parte el movimiento "chicano" de
César Chávez, y esto es precisamente lo que no pudieron
hacer los hippies, parte por su ideología burguesa, pero
wbre todo por causa de 1a droga.
Al inicio la droga sicoactiva abrió la conciencia a un
nuevo modo de vida, sacudiendo a muchos de su indo 4

Iencia. Jim Morrison pudo entonces cantar: "Ellos tienen


)os fusiles, nosotros tenemos los números. Ellos tienen los
fusiles, nosotros tenemos la mota." Se tenía fe en el ere~
ciente número de adeptos, y que con ayuda de la droga
se obtendría la victoria más fácilmente. Esto fue el equí•
voco. La marihuana produce cambios en la personalidad
en la línea de la pasividad y la pereza. Si ciertamente el
marihuano es mucho menos agresivo que su hermano alco-
hólico, no se trata del verdadero pacifismo, que es activo
y sabe presionar y atacar conciencias. El lema "paz y
amor'' se vació de contenido; el símbolo de la paz, bajo
el cual los primeros pacifistas quemaron sus cartillas, se
volvió un simple dibujo decorativo aun antes de ser comer-
cializado. Por eso Country Joe 1\IIcDonald, del ''Country
Joe and The Fish", pudo cantar también: "Si llevar el
pelo largo y fumar marihuana es hacer la revolución, ya
estuvo que ganamos. ¿Y qué? ¿Es el mundo mejor que como
estaba antes?".
El hippie se abstiene de la política. Ni siquiera se
puede decir que sea apolítico, sino más bien "antipolí-
tico". Tal vez en los inicios del movimiento existía . cierta
politización, pero ante la impotencia y fracaso de sus
acciones espontaneístas, vino la desmoralización. En 1',féxi-
co, nuestros xipitecas aparecieron después del fatídico 68,
cuando la represión violenta y las olimpiadas sofocaron la
movilización popular. Entonces muchos muchachos aman-
tes de soluciones fáciles cambiaron la magia tupamar a por
su mundo de subjetividad, tratando de solucionar los
problemas en la fantasía.
Recurrieron al espiritualismo: "Para cambiar al mundo
159
.-
es prec iso cam biar al hom bre" ; "la revo luci
ón está en Ia._:I,
men te.. ; "pa ra un mun do nue vo se requ iere
un hom bré'.j
nuev o,.; ..par a que el bosq ue sea verd e -dic e el
lVfaha rish i~
May esh Yogi, el swa mi pop desc ubie rto por los
Bea tles -)
cad a uno de los árbo les deb e ser verd e." Los
hipp ies des- i
cub ren el inm enso mun do de la inte rior idad ("no
bus que s··1
fuer a lo que den tro pue des enc ontr ar") . La drog
a les ha·,)
abie rto esta pue rta: si hace mos hom bres más
just os, el ;
mun do será más justo. Tim othy Lea ry acon seja
que todo ':
el mun do deb ería tom ar LSD , y no faltó quie
n prop usie ra ¡
arro jar una bue na porc ión de este ácid o a los
dep ósit os ~-
de agu a pota ble. Con esto ven dría la ilum inac
ión de las ¡
men tes y, con secu ente men te, el mun do nue vo.
·
Pue de resu ltar opo rtun o hac er aqu í una críti
ca a este :
prin cipi o espi ritu alis ta sobr e el qu~ desc ansa
n todas las
religiones. No se desc arta la subj etiv idad , sino
el subj eti-
vismo. Se pue de esta r de acu erdo en ver al peca
do com o
caus a de los prob lem as sociales. La orga nización
de todo s
nue stro s peq ueñ os egoísmos y nue stra pasi vida
d da com o
resu ltad o la inju stic ia del "sis tem a". Pero tam bién
es cier to
que las estr uctu ras püse en una especie de hipó
stasis supe-
rior al hom bre que las creó . Los hom bres. indi
vidu almente
hah land o, no siem pre son culp able s. El mis mo
l\,1arx perc i-
bió que el cap itali sta con frec uen cia no es con
scie nte de
la exp lota ción que se está ejer cien do sobr e el
obr ero, so-
bre todo en peq ueñ as indu strias, y se requ iere un
com plej o
estu dio para descubrir dón de prec isam ente radi
ca la inju s.
ticia. Los hom bres nue vos cam bian en su luch
a por la
tran sfor mac ión de estr uctu ras inju stas. Si tien
e sent ido
hab lar de que hay que cam biar al hom bre para
cam biar
al mun do, tam bién lo tiene, y con mayor fuer
za, el que
sea prec iso cam biar al mun do par a el adv enim
ient o del
hom bre nue vo. í:sta es la crít ica a la esp irítu alid
ad bud ista
-ta n auto riza da en el med io xipi teca -, cerc
ana al fata -
lismo, don de todo está ya predeter min ado y poco
podemo s
h acer para cam biar el desti no. En cam bio, el cris
tian o cree
que Cris to se enca rnó para que el hom bre
tom ara con-
ci~ cia de su situ ació n en favo r de un mun
do nuevo,
don de sea posi ble que todo s nos amemos com
o herm ano s.
y que se com prometa en lu~h ar con tra toda
inju stic ia
para con stru ir ya desd e aho ra el Rei no de Cris
to, cosa que
no com pren de ese cristian ism o espi ritu alist a,
con10 los
160
,,,
mucha chos de la "gente de Jesús" , de proce<lencia hippie ,
y ciertas formas del pentec ostalís mo actual .
A propós ito de esta espirit ualida d xipiteca, Paoli hizo
el siguie nte comen tario: "Los hippie s buscan una contem-
plació n fuera de la cultur a, como una activid ad que nace
y se consume dentro de la person a misma. Aunqu e esto
puede ser una evasión, una negaci ón de la lucha revolu -
cionar ia para liberar al mundo -y es difícil soalayar tal
acusac ión-, en esta actitud se halla recónd ita la virgin i-
2
dad de un sentid o origin al y autént ico de oració n". .

Los hippie s, presen tándos e como contes tatario s del "sis-


tema'\ en realid ad le hiciero n el juego. Es cierto, como
dijimo s, que ya el mero hecho de no reconocer los valores
imper antes es potenc ialmen te revolu cionar io; pero una re-
belión subjet iva puede ser tambié n fácilmente adapta tiva
al "sistema". Los representant es del Orden pudier on alar-
marse un poco a los inicios; pero no tardar on en descub rir
que se tratab a de un movim iento inofensivo, fácilmente
instrum entaliz able (como demos tró Avándaro). Estos bur-
guesitos fantaseosos preten dieron usar el boicot para acabar
con la sociedad de consumo. Pero ésta se rió de ellos al
, ver cómo se iban incorp orando a su tremen da maqui naria
public itaria. ¿Se negab an a consumir? Y la indust ria del
disco hizo fabulosos negocios a costa de ellos, la indust ria
de la moda los usó para la creaci ón de un nuevo estilo, la
p ublicid ad se volvió "sicod élica", se organi zaron costcables
festivales, aparec ieron exóticos bazares donde vendía n una
cantid ad d e curios idades impor tadas de Orient e, pósters,
acceso rios para la droga, revistas, túnicas, boutiq ues, res-
turant es cosmobiológicos, etc. . . Y es natura l. Por su esen-
cia misma, la droga exige un acrecentamiento del consum o
y la creación de necesidades artificia1es. }Jacer que se con-
suma más y más, he aquí el princi pio básico de cualqu ier
drog~, que también lo es de la p ublicid ad capitalista. Por
esto, la droga no ha podido penetr ar fácilmente en los
países socialistas. El princi pio del consum o salió refor-
zado del movim iento.
Droga, místic a escapi sta, liberti naje sexual y fantasías
enso:ñadoras, todo esto, que forma parte del mund o hippie ,
tiene en común que enerva las volunt ades y aparta a los

)aArturo Paoli: La perspectiva polltica de San Lucas, Ed. Siglo


XXI, Buenos ~ires, 1972.
161
retos.J
jóvenes de la preo cupa ción por los prob lema s conc
na J
de la com unid ad. Cua ndo la juve ntud latin oam erica
·este··:i
com ienza a tom ar conciencia polít ica, no!i es imp orta do
os if
mov imie nto, valié ndos e de enor mes medios económic
ione s ·;J
(¿quién patr ocin a toda esta aval anch a de publ icac
misticoides port ador as de confusionismo men tal?) .
;J
ema " .
.. )
En un prin cipio , el hipp ie prot estó cont ra el "sist
logía j
Los muc hach os pret endi eron pone r en crisis la ideo
con- j
impe rant e y abju rar de la burguesía. Dese ando ser
secuentes, ab~n dona ron sus hog a~s y fuer on ~ conv
ivir·)
por)¡
con los marginados. Pero en reali dad nunca de1aron
EO·/j
com pleto su prop ia clase social. Apre ndie ron de los
ader os;J
bres a vivir com o ricos, nunc a asumiero n los verd
pero.~
intereses de las clases marginadas. Se auto marg inar on,
isti~i
para form ar otra min oría apar te que sólo pued e subs
se supo ne;t,.
a costa de la sociedad capi talis ta cont ra la cual
su~}
que prot estab an. Nece sitab an de la burg uesía para
on·,1:
sistir. Por esta razón, las auto ridad es burg uesa s fuer
per~\
indif eren tes. Apa rent eme nte luch an cont ra la droga,
mu-}}
en el fondo no les impo rta. Inclusive se rum ora que
drog,(i{
chos func iona rios están implicados con el tráfico de
y que la poli cía no tiene excesivo inte rés en que
desapa'."\·
ci61( '
rezca esta posi bilid ad de hace r negocio. La apolitiza
za~::
del mov imie nto, apar te de posi bilit ar su instrumentali
esió n>.:
ción, fue causa de que no supi eran en fren tar la repr
rlos..
dirig ida cont ra los nuevos valo res, y term inó por hace
este ,
sucu mbir . Para que el pote ncia l revo lucio nario de
a pre- ·
mov imie nto hubi ese podi do ser efectivo, se requ erirí
a la
sent ar un prog ram a de acci ón que desa fiara realm ente
o IQ,·
sociedad y que no sola men te se evad iera de ella com
ón:.
pret endi eron hacer. De todos mod os, ésta es su lecci
ante la pola rida d a la que nos está cond ucie ndo
el me•.
una
men to actual, ya no es posible la apol itiza ción en ning
ica et
esfera de la activ idad hum ana. La neut ralid ad polít
ión .
un mito burgués, pues el no luch ar cont ra la expl otac
..
es ya ser cómplice de ella. No pued e habe r cam bio cul
.
tura l sin el cam bio de estructur as político-sociales.
so,\
Pero aunq ue la revolució n hipp ie haya sido un fraca
en .de-•i·;,
en el sent ido aquí enun ciad o, qued ándo se tan sólo
argo ,':'.,¡.
nunc ias verb ales y sueñ os idealistas utópicos, sin emb
cto,. -;f.
pud o cont ribu ir a la luch a polí tica en algu nos aspe
En la traye ctori a revo lucio naria gene racio nal -de
Norte- \... .

162
amen ca, movim ientos similares han dado su aport ación ,
sobre todo en el camp o de la expre sivida d, como ha puest o
<le relieve Stuar t Hall. Los beatn iks romp ieron el inmo-
vilismo políti co de la juven tud ameri cana. Desde enton ces
se ha dado una politi zació n crecie nte del "undc rgrou nd".
Después de los 1 'beats " fuero n las manif estaci ones en favor
de los derechos huma nos, las rebeld ías de las unive rsida-
des, la nueva izquie rda, los "Pant eras Negra s", las suble-
vaciones de los gue tos, los pacifictas contr a la guerr a de
Vietnam, para termi nar con el llama do "fenó meno Me
Gove rn". En todo este conte xto hay que ubica r a los
hippi es donde les corres ponde, no siemp re en la desafilia-
ción políti ca, sino más bien en la creac ión de un nuevo
estilo para la políti ca...Las forma s existentes, casi anár-
quica s de los hippie s, son prueb a vivien te de auten ticida d
para esta clase de movim ientos políticos. Talan te libert a-
rio antiid eológ ico. Los hippi es no sólo han ayuda do a
defin ir un estilo, sino que han hecho del esti1o mism o un
princ ipio políti co."
Los hippi es en sus m anifestaciones usan del ingen io,
del humo r, de la alegrí a y la creati vidad . "La políti ca y
activi dad social -dijo Coun try Joe en cierta ocasi ón- de-
ben ser entret enida s, no aburr idas. Cuan do el ala izquie rda
hace cosas, las hace sin energías. Pero cuand o los hippies
hacen algo, mues tran energías, y los radica les apenas se
están fijand o en esto." 8 Lo vemos tambi én en México.
Sólo hasta muy recien temen te la izquie rda se dio cuent a
que el arte es un eleme nto indisp ensab le de la políti ca,
sobre todo el arte joven.4 Hasta ahora , los milita ntes de
izquie rda acusa ban de colonialism o cultu ral a los jóvenes
''onde ros" que gusta n del rock en lugar del folklore. En
Sudam érica la músic a de conte nido social tiene riquís ima
creati vidad . Acaso sea tambi én conve niente que explo remos
las raíces de un rock latino , en españ ol, más adecu ado a
la era electr ónica actua l. Los tristes cartel es comu nistas ,
con los clásicos colores negro y rojo y los símbo los ya des-
prestigiados, tal vez pront o se revist an del colori do y estilo
i Citado por Ralph J. GJeaso n, en "El poder
de la no-pol ítica o
la muerte d e la izq uierda burguesa", en el libro: L os hippie s, e:,,;
-
presión de una crisis de Marga ret Randa ll, Ed. Siglo XXI, México
,
1969.
' Merece menció n especia l el Centro Libre de Experi menatc ión
Tea tral y Artísti ca (CLET A-UN1\.M).

163
la ima gen pub lici tar ia
"po p", pre sta ndo má s ate nci ón a
del me nsa je.
ític a es la ate nci ón
Otr o apo rte hip pie respecto a la pol
s condiciones de vid a.
de viv ir ya en el pre sen te las fut ura
del fut uro . Y vive con
El rad ica l act ivis ta vive en fun ció n
olv ida el presen te. Po r
tal int ens ida d que con fre cue nci a
am arg ado y r esenti do.
esta razón, mu cha s ,:eces se le ve
act itu d rev olu cio nar ia,
La tristeza no tien e por qué ser
da la esperanza. Ha y
sin o má s bien el opt imi sm o que
o viv ien do el pro pio
que pre ocu parse del fut uro, sí, per
sea en las act ual es
presen te y sab ién dol o gozar, aun que
ital ism o per dur e aún -i
est ruc tur as. Es pos ibl e qu e el cap
ir ya aho ra una ante~ .-.;
p or más de un siglo. ¿Po r qué n~ viv
se lucha? Lo s hip pie s, ;t
lad ón de la soc ied ad por la cua l
viv irlo con ant ela ción i:i
pro fetas del cam bio cul tur al, decide n
y su experienci a res ult ó ric a en
descub rim ien tos precisa•:•·;!
vivencia!. Ellos, a su ::.i,
me nte por con ceb irla en for ma 1
de la fut ura soc ied ad,
mo do, tuv ier on cie rta exp erie nci a
pro ven ien te de la bu r.. .-}'$
sin clases, cua ndo un bue n núm ero
rio s. Pu die ron dar se •if
gue sía convivió con com pañ eros pro leta
la vid a en su inmedia.;_)!:
cue nta que la bur gue sía no conoce
niñ o, crece en un -:-:·:.\
tez. El ric o tien de a aisl ars e. De sde
a par ticu lar con com• -/·
pat io enr ejado, asiste a un a escuel
ja ais lad o en coche éJ '~·-
pañ ero s de su mis ma con dición , via
ares selectos. Per o los ·;_
en el cam ión escolar, fre cue nta lug
de se apr ende a sobre~ _:'.'.
niñ os pob res viven en la cal le, don
tricciones sex uales, . se :-: _
vivir en la luc ha. Tienen me nos res
for ma lism os conven- ~:
crí an con mayor esp ont ane ida d, sin
sí mismos, a elu dir · 1a' · \.
cio nal es; apr end en a bas tars e po r
ens eña ron a los ricos . ,:_; ·
pol icía . En la com una , los pob res
de ellos a crit ica r al /.~·
a u sar su cue rpo y apr end ier on
·van gua rdi sta que ellos :;;f-_
"sis tem a" y tod o un bag aje cul tur al : ;,t.
al.
descon ocí an en su am bie nte tra dic ion
tica me nte los cáno: .:~\;
El rad ica l ma rxi sta qu e sigue dog má
ha de clases, sin perci~ -~ ~ .'.
nes ort odo xos est á ate nto a la luc
hab ita en su misma i·
bir al nue vo pro leta rio cul tur al que
!vfientras este activista·:,
casa, y que es su hij o de "gr eña ".
o y los factores ma t~f '
pon e énf asis en el sistema pro duc tiv
de su "co nci enc ia"i:-;
ri ale s con vir tién dol os en par ám etr os
a Marx. de cab eza ,
los jóv ene s de cab ello largo "po nen
la con cie nci a en la r~:;
dan do la pri ma da a la prá xis sobre
nan el cambi<f cul tur a~-
tru ctu rac ión de la soc ied ad. Pro pug
161:
que se cone cta íntim ame nte c<;>n el polít ico; pero pien-
san que en la actu alida d es más fácil com enza r por aqué
l.
"Las sociedades post indu stria les se han desa rroll ado tan-
to que han trans form ado la conc ienci a social. Dep ende
n
cada vez más del trabajo men tal. .. Para un estad io más
eleva do de civilización, se requ iere la 'prod ucci ón'
de
formas de conc ienci a más elevadas que las que actua
l-
men te hay. Nuev as posi bilid ades en el dom inio de la cul-
tura sobr e la natu ralez a. Com o l\1arx vio que la transfor-
maci ón revo lucio naria sólo ocur riría cuan do se diese
cont radic ción entre las relac ione s de prod ucci ón y las
fuerzas prod uctiv as, así los hipp ies ven esta trans form
a-
ción en la cont radic ción entr e los sistemas dom inan tes de
pens amie nto y valores, por una parte , y los valo res y for-
mas de conc ienci a emer gent es que esta mism a sociedad
ha prod ucid o."5
Los hipp ies perc ibier on con clari dad que, de cont inua r
el sistetna de valores vige nte, el hom bre va en cami no de
su auto destr ucci ón. En la tierr a sobr epob lada se están
gasta ndo los recursos necesarios para subs istir, despilfa-
rrados por la sociedad de consumo. Si el hom bre apre nde
a vivir en equi libri o, la tierr a lo podr ía suste ntar vario
s
cient os de miles de años más. Para ello hay que apre
n-
der a vivir en la frug alida d y los hipp ies nos mue stran
que esta form a de vida pued e tamb ién ser bella . Se pre-
cisa toma r conc ienci a hoy mismo. Desde lueg o que pa.ra
esto se precisan prof unda s trans form acion es sociopolíticas
(el ejem plo de Chin a nos ensefia que la racio naliz ació n· es
necesaria para preservar nues tras rique zas). Pero esto
no
es suficiente. Los mismos valo res occid ental es de la indu
s-
triali zació n y cons umo sín freno vale n tanto para los Esta-
dos Unid os com o para Rusi a. Trat an de reme diar pequ
e-
ños prob lema s inme diato s sin mira r a largo alcan ce, hasta
qne de pron to, casi sin prev erlo, apar ece la crisis de ener-
g-éticos. Por lo tanto , hem os de situa r a los hipp ies dond
e
están y no trasl adar su intui ción de camb io de valor
es
c:ultu rales al terre no mera men te polít ico, pues ahí han
desb arrad o.
Hace algu nos años, daba clases en una prep arato ria y
junt o a ella, habí a una casa grab ador a de rock dond e ha-
bitab an unos xipitecas. Yo me mov ía en amb os ambi entes
.
0
Stuar t Hall, op. cit.

165
Aquí, los muc hac hos eran activistas ateos y viol
entos. Allá,
eran con tem plat ivos, misticones y pacifistas
pasivos. La
juv entu d de la déc ada de los sesenta se divi dió
en dos polos, '.
el activista y el expresivo. Pero no tien e que
hab er oposi..- :;:·
ción entr e ambos. Si a los hipp ies les rep ugn
a la violencia .;
física, muc hos activistas tam bién la descart
an en la actua-;~
lida d como imp ract icab le. Per o esto sólo pue
de man tene rse) ;·
a condición de un fuer te com pro miso revolúci
cap acid ad crít ica organizativa, que fue en lo
onario y una:?
Tal vez ésta hay a sido su lección.
que fall aro n~:1,
}f
- ·;~;{ ..\~~~

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t.

166
CAP1TULO VI: SINTONIZANDOSE CON LA
DIMENSIÓN DIVINA

1\-fuchos "chavos de greña" charlando conmigo me confiesan


que gracias a la droga volvieron a creer en Dios. Cuántas
veces los he visto entrar en la iglesia, sencillos y devotos,
con su Biblia bajo el brazo, un crucifijo colgado al cue•
Uo. . . y los ojos inyectados. Esto puede parecer una con-
tradicción hipócrita; pero no tenemos por qué no dar
crédito cuando afirman su convicción, por más que seamos
sumamente cautos para averiguar si su dios descubierto
sea el auténtico Dios bíblico o si se trata más bien de un
ídolo producto de su fantasía eufórica.
La droga puede conducir a una experiencia de tipo
religioso, como ya se puso de relieve en otro lugar. 1 Allí
apuntában10s cómo la droga, al disminuir la ración de
azúcar en el cerebro, restringe la función de la razón
lógica, lo cual se traduce en expansión de la conciencia
trascendental y con ella fenómenos seudomísticos, muy si•
milares a los obtenidos en estado de trance por ayunos,
repetición monótona de letanías y otras prácticas de las
que se ha valido al espíritu visionario testimoniado por
la hagiografía. Huxley nota las semejanzas entre los fenó•
menos alucinatorios de drogas expansivas de la mente, con
elementos decorativos religiosos, tales como los vitrales
de colores brillando en la oscuridad, en candiles, velas,
piedras preciosas, etc ... 2 Hay también posturas que fa-
vorecen el trance: la ''flor de loto" oriental, la postura
cristiana de rodillas, la postración musulmana, "en cucli•
Has" como los mayas. . . Se trata del espíritu numénico
visionario de todos los tiempos, del que no podemos pres-
cindir. El racionalismo moderno, consciente de que el
pensamiento mágico está en contradicci6n con el pensa•
miento científico, lo echó por la borda, arrojando al niño
juntamente con el agua de la bañera.
La nueTa generación está volviendo a este espíritu nu-

1 Pp. 103·105. Citamos a Philippe de Felice: "Poisons sacrés,


luresses divines; y Aldous Huxley. principalmente en: "Cielo e in-
fierno" y "Camino al infierno". .
1 Cielo e infierno, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1970.

167
mé nic o per o con sid erá nd olo ún ica
me nte com o exp lor aci óµ)
de la pro pia sub jet ivi dad . a dif ere
nci a de la me nta lid acl
trib al qu e le oto rga ba un a rea lid
ad obj eti va. Est o últ im o,;
tam hjé n ha suc edi do var ias vec
es en tre nuestros xipitecas-:-L
La s alu cin aci one s les abr ier on el
ape tito de exp eri enc i~,\~
místicas com o las rela,tadas a p~o
pósit~ de los éxt asis . d~'.~
los santos. Ta l vez alg un "re bo te'
de ácido sea con fun did a:;~
po r alg un a vis ión sob ren atu ral ; tal
vez la ign ora nci a reli~Ji.
gio sa y psicológi ca les hay a lle vad
o a pen sar qu e la dro g~;~
rea lm ent e les con ect aba con un
pla no sup eri or. Podría:;~
mo str ar aq uí var ios casos: un mu
cha cho qu e "viaja ba" e1'J
Se ma na San ta, tie ne la mi sm a
ten tac ión de Jud as .y de,,_,,
Pe dro ; otr o ve a un hm nb re pec ado
r con ver tid o en pe rrof ·
otr o mi s ve un ser lm nin oso que
le da un me nsa je; a otro:;·
se le apa rec e la Vi rge n IV.faría, etc
. . . Re cob ran su actua-:j,
Jid ad las vie jas ens eña nza s con oci
das po r cua lqu ier direc~ ·:,;
tor de alm as, cua nd o se hab lab
a de "disce rni mi ent o de·/
esp írit us" , los cua les se mo str aba
n excesivamente cau tos \
res pec to de las vision es. Sa n Ju an
de la Cruz, doc tor de la r~
mística, po nía en gu ard ia a las
per son as qu e pre ten den \
seg uir el riesgoso cam ino de la un
ión con Dios. dic ien do ';(~·,
qu e a veces es el mi sm o dem on
io qu ien pro du ce est as}j
visiones. El dem on io pu ede ser tam
bié n todas estas causas :j)
na tur ales exp ues tas po r Hu xle y.
Fá cil me nte con ect ado con el esp j Íi
írit u nu mé ric o de es• ='~
tos nuevos "m ísti cos ", est á el pen
sam ien to sacro y sob re ::{q
tod o los rito s sacrificiales. ''L a juv
en tud act ual tie ne nece- .\j
sid ad de nue vos rito s", m e dec ía
rel ata rm e aqu ell a esc ena de Wo
un hip pie "ga bac ho " al ·
od sto ck qu e él mi sm o -:!:.!
J
presenció. Po r la no che hac ía frío
gra nd es· ho gu eras. lVIu cho s toc aba
. Se ha bía n enc end ido
n alg ún ins tru me nto mu - :;~
.\1
sical, otr os bai lab an des nu do s alr
ede do r al com pás de un . ..;~
ritr no ancestral. En ton ces un a
chi ca des nu da se arr oja .·'
a la hog uer a, sua vem ent e. com o
si se echase un cla vad o
al agu a. Inm edi ata me nte la sacaro
n. Pro bab lem ent e hay a
inf lui do la ten den cia sui cid a varias
veces no tad a ent re los
"vi aje ros " del áci do; per o mi int
erl ocu tor Je dio un a ex~
pli cac ión rel igi osa: "E sta ba con gre
gad a to<la un a tri bu y · ·
el festival era un act o cul tua l. Est
a trib u exi gía un sacri-
ficio. Ell a lo com pre nd ió y se ofr
eci ó am oro sam ent e com o
víc tim a exp iatori a." Y me vie ne a
la me mo ria el sacrificio
ate rra do r de Sh aro n Ta te, de cuñ
o sat áni co, pd -pe trado
168
l>or Mason y su "familia". ·
· rvn presencia sacerdotal fue recibida muchas veces den-
.ro de este contexto sacro. Recuerdo algunas cere1nonias
1upciales: Túnicas de manta blanca, acaso bordada por el
novio mismo. Descalzos, con un ramo de azucenas, mucho
incienso, flautas y órgano, ambiente religioso y liturgia
solemne. ~.fás tarde, cuando comprendí mejor el sincre-
tismo religioso de muchos de ellos y su inmadurez afectiva,
me negué a administrar el sacramento. Entonces pidieron
de todos modos mi presencia para celebrar de algún modo
su unión. Una vez, en el Valle de las 1\fonjas: una estrella
esotérica en el suelo. Al centro, la Biblia y los cuatro ele-
mentos: un vaso de agua, una veladora para el fuego, un
trozo de roca, y una vara de incienso. El ámbito sagrado,
un círculo de iniciación. Los novios, de blanco, se juraron
5u amor y se entregaron sendas palomas blancas que deja•
ron en libertad. Las palomas hicieron su vuelo, mientras
las guitarras acústicas tocaban una balada religiosa.
En otra ocasión, en una antigua capilla masónica (la
"Casa del Sol"), grand-es vitrales de colores, gruesos cirios
en gran cantidad, el altar, una gran cesta de frutas, flores
blancas y sobre una zalea de borrego, una copa de vino y
otra de agua. Pebeteros perfumados con mirra e incienso,
tapices; en la alberca del jardín, lirios flotantes con vela-
doras. Los novios, de blanco, con sus respectivos signos
zodiacales bordados en colores. Música de clavecín y flauta.
Los concurrentes llevaban varas de incienso, cascabeles o
flores; vestían de ostentosa fantasfa. Allí se leyeron .trozos
del Cantar de los Cantares; se prestaron juramento y fue-
ron rodeados por un lazo de cascabeles.
Otra vez, en una comuna. tuvo lugar el rito de inicia-
ción para imponer el nombre. Dentro del pensamiento
sacro, el nombre de una persona posee una significación
especial. De alguna forma la persona es su nombre, de aquí
el cambiar el nombre de acuerdo a una misión determi-
nada. En medio de una lluvia de pétalos de rosa, se va
irr1poniendo nombre a los candidatos, en sánscrito, lengua
apta en la que el hombre corresponde a las características
y peculiaridades de cada cuaL "'La juventud actual tiene
necesidad de ritos", vuelvo a 'recordar a mi amigo hippie,
y de ritos fantasiosos, barrocos, visuales. Precisamente cuan-
do nuestra forma litúrgica con frecuencia deriva hacia la
169
sob ried ad rac ion alis ta de las iglesias lute
ran as de cul tura
sajo na y cua ndo se inte nta la desacraliza
ción del cristia-
nism o ¿no esta rem os con fun die ndo con
esp írit u sacro y
me nta lida d prim itiv a, ciertas man ifes taci
one s ima gin ati-
vas sofocadas por la dec ade nte cul tur a
occiden tal? Cre o
que hab ría que estu dia r esto seri ame nte
a pro pós ito de ·..
cier tas prácticas del cato lici smo pop ula
r, inte rpr eta das ·
com o fan átic as o sincretistas; per o que
poseen imp orta n-
cia par a rom per la mo not oní a de la
vid a del bar rio o
del pue blo .
.. Tod os som os prim itiv os" . dic en los ant ,,
rop ólo gos cua n- ·~
do estu dia n 1as cul tura s anim ista s. La
mag ia, o sea, _la )
pre ten sión de apo der arse de fuerzas ocu
ltas de la nat ura - .:~
leza en pro vec ho pro pio y no por el cam
ino ard uo ele la )
ciencia, sino por el fácil del rito . Lo not
amo s en la adivi- ·.)
nac ión , los cur and ero s mex ican os y acaso
en alg una s prác- ·;?
ticas sob re nue stro culto a los santos. Tam
cas se dej aro n llev ar de este mis mo esp
bié n los xipite-
írit u. Ah ora se '~
J
trat a del pod er de la me nte y la con cen
trac ión . Recorde- )li~
mo s las ~ongregaciones multitud_inar ias en
Sa~. Lui s Poto~!' '· I
por la sierra. o la céle bre reu nió n de los
"h110s del Sol , ;
en Aspen, Col ora do, por juli o del 71.
Se trat a, en estos --f
casos, de cre ar un fue rte cam po ma gné tico
en favor de la ·1,
paz del mu ndo .
La droga, fina lme nte , ha abi erto las pue .~
rtas de la vid a ,_:,
inte rior . Los mu cha cho s sin tier on ent onc
es sed de esta '}
mis ma vid a y conscientes de los pel igro s
cur ren al ocu ltis mo y a las ant igu as reli
de las drogas, re- ;¡
giones, has tiad os ·}
del mu ndo ma teri alis ta en que vivimos.
La filosofía neo- :j¡
positivista, el con duc tism o psicológico, la
cib ern étic a y la . ·,\;1
ind ustr iali zac ión , mu tila ron al hom bre y
lo dej aro n vad o. ,_.r'.
Ah ora, la jov en gen era ció n siente la nos talg
ia del esp írit u . .·.) :
El recelo hac ia las inst ituc ion es los ale
establecidas. En cambio, se lee a Krishnam
ja de las iglesias .: '>
urti, al Bha gavad~ ·'·
Git a; se escucha a cua lqu ier swa mi que
vie ne a México
con fines proselitistas, se apr end e a me dita
r con la técn ica }.
del Ma llar ishi Maiech, pag and o los $ 500
que cue sta el ,,.;-
des cub rim ien to del "m ant ram " ind ivid ual
, etc ... :{.
Aq uí ven dría bie n hac er una dife ren
cia ent re vid a ·.}·:>•.:
inte rior y vid a esp irit ual . La dro ga o
alg una s técnicas .: \
me dita tiva s pue den abr ir a la vid a inte
rior . E! hom bre T
mo der no está exc esiv ame nte volcado hac
ia afu era y ha ol~
170
vidado el mirar dentro de sí. La droga y la meditación
abren a ese mundo; pero hay diferencia entre ellas. La
meditación trascendental se opone a cualquier tipo de dro-
gas. La marihuana excita la racionalidad y la fantasía,
que es precisamente lo que la meditación trata de acallar.
Pero la vida interior también se distingue de la vida
espiritual. Los antiguos maestros del espíritu distinguían
entre ascética y mística. La vida espiritual predicada por
el cristianismo es precisamente la unión con Dios. Dios
mismo presente en nosotros. Pero no es el Dios del pan-
teísmo oriental, únicamente inmanente, sino un Dios per-
sonal, un Tú diverso del yo humano, por más que al mismo
tiempo sea más íntimo que nosotros mismos. La contem-
plación mística será, precisamente, ir haciendo poco a
poco consciente esa vida de comunión con la divinidad.
La perfecta claridad se dará en el "cielo,., ese estadio del
espíritu posterior a la muerte, donde veremos a Dios .. cara
a cara.,; pero podemos irlo adelantando predisponiéndo-
nos para ello. Los éxtasis son los instantes privilegiados
de una claridad mayor. aunque aún lo veamos como en
un "espejo". La preparación del sujeto sería la ascéúca,
que puede incluir las prácticas meditativas de las diversas
escuelas; mientras que la mística propiamente dicha, sería
una donación de Dios mismo.
La mística es una forma de salir de uno mismo para
perderse en Dios. U na mística errada será la fuga dioni-
siaca de sí mismo para sumergirse en el todo, la desperso-
nalización. Pero Dionisos -dice Jean Brun- "adorado
como el dios de la liberación, no es más que el ídolo de
la fuga". En cambio, el éxtasis auténticamente divino es
personalizante. La filiación monista dominante en el mun-
do ondero conduce a la pérdida de identidad -"todos so•
mos uno". Hay que aceptar el determinismo de un mundo
fatal. Hay que suprimir los deseos y el Yo mismo, pues el
"ego" forma parte del "karma", es decir, del mal. A un
estado similar conducen las drogas, con las que las fron•
teras de la individualidad se diluyen, acentuando la uni..
dad en el todo. El espíritu visionario de la droga, fanta•
seoso, acrítico y fácil de extraviar, no tiene que ver con
la mística genuina, aunque a veces se confunda.
El Papa Pablo VI se refirió en cierta ocasión al con1u•
mo de droga por los jóvenes deseosos de vida interior: use
171
el espí ritu );
trat a de un hec ho que conm ueve prof und ame nte
sima sens i/(
hum ano -di jo- y pon e en peli gro esa deli cadí
Esp íritu :.:~,
bili dad ante el misterioso infl ujo inte rior del
los Dones,. t
divi no, a la que está n dest inad os los Carismas,
Pab lo. La_)
y los Fru tos de la Gra cia de los que hab la San
o a desper- :r
econ omí a del Evangelio, orie ntad a por com plet
ne radi cal- . '.
tar y dila tar el rein o inte rior del espí ritu , se opo
sens ibili dad ";.
men te a toda s las ano mal ías artif icia les de la
cua lqui er {
y la sicología hum ana ; la ebrietas prov ocad a por
al dom inio.::;
clase de inte mpe ranc ia que arre bate al hom bre
opuesto de \
raci ona l de sí mismo, se encu entr a en el polo
unió n con l:
esa otra eb,·ieta.s que inun da al hom bre en com
al. A ella j
Dios, al aum enta r la ínti ma exp erie ncia espi ritu
ías:- "La eti.':·
se refi ere San Am bros io en una de sus poes
de Lau -/.
bíba mus sob-riam ebri etat em spiritus' (Him no ·
des f.8 •·:

•,>

. ~:.
ritu en esa ·. .
La tecn ifica ción occi den tal ha sofocado al espí
jóvenes <le ~:
atm ósfe ra con tam inad a de mat eria lism o. Los
cos de una ::
la nue va gen erac ión, cansados de los valores cadu
les iden.. ·
cult ura y abu rrid os por las relig ione s inst ituc iona
r cam bio,
tific adas con el "sis tem a" y opu esta s a cual quie
al nue va,
deseosas, al mis mo tiem po, de una vida espi ritu
éric as - Ro-
acud iero n al ocu ltism o teosófico. Las sectas esot
sacruces, Mas one ría y frat erni dad es en gen eral
- viví an roo- : :
ron en la ·
men tos de plen a decaden cia. Por eso ·perc ibie
ión una .
curi osid ad por lo m istér ico de la nue va gen erac
adep tos y .·
mag nífic a opo rtun idad para hacerse de nue vos
así les abri eron las pue rtas del herm etismo.
de pen -
El ocultismo, segú n me ente ré, es una corr ient e
s cult uras :·
sam ient o que dice rem ontaTSe hasta las anti gua
aron los
egip cia y bab ilón ica. Fue entonces cua ndo se forj
zodiacales.
anti guo s símbolos y las prim eras inve stigaciones
mon oteí s-
En Egipto, Am ón intr odu ce por vez prim era el
no de la
mo. Su símbo1o, tam bién cono cido com o el ''sig
alqu imis tas
vida ", estu vo en bog a entr e los hipp ies. Los
gua , cuan -
medievales con tinu aron con esta sabi durí a anti
de caballe-
do la cien cia estaba en sus com ienzos. órd ene s
al fuer on
ría y sectas de inic iado s con su resp ecti vo ritu
ltos a los
cons erva ndo estos hallazgos, man teni énd olos ocu
-
ª Cita do por la revista Sefíal, sept., 1971.

172
profanos, mediante la esoteria. Posteriormente, el ocultis•
mo se conectó con la masonería, orientándose a la perfec-
ción mental del hombre y los fenómenos parasicológicos.
Durante el medievo el cristianismo era la ideología oficial
y monopolizaba la ciencia. Tal vez por esto, para liberarse
de su dominio, los teósofos permanecieron en la clandes-
tinidad. Aunque monoteístas, rechazan una religión deter-
minada y prefieren más bien un sincretismo construido
con aportaciones de todas las religiones, principalmente
las más antiguas. La hermenéutir.a de signos cabalísticos
es un estudio arduo y que a la postre no conduce a nin-
gún sitio, pues no se orienta a la transformación del mun-
do. Sus seguidores se sienten iluminados, superiores a los
demás, y guardan hermandad entre sí.
La atracción ejercida por el ocultismo dent1·0 del movi-
miento ondero se debió principalmente al pensamiento sim-
bólico. Occidente tiene signos de perfecta y precisa sig-
nificación lógica. Esto es lo que ha posibilitado la logística
y la cibernética. En cambio, Oriente ha preferido los sím-
bolos y enigmas de significación abierta, las parábolas y
los "koans". Esto abre a un ámbito mental muy sugerente
para que cada cual profundice según le evoque. Hoy en
día está resurgiendo entre nosotros, desde el psicoanálisis,
el surrealismo, el cine y teatro nuevos y las fábulas "páni-
cas" de Alexandro Jodorowsky. 4
Yo recuerdo a uno de nuestros xipitecas, totalmente
impregnado de esoteria. Poseía una magnífica colección
de libros ocultistas que guardaba con veneración. Todo su
discurso era una correlación ininterrumpida de símbolos
y prindpios iniciáticos. Vivía como un asceta con su esposa,
una beduina cuyos ancestros habían permanecido sin mez-
clarse hasta ella; dormían sobre petates y decían hacer el
amor sólo en días de luna llena. Su casa, arreglada con
sumo cuidado y mucho gusto, tenía un altar esotérico,
con la "cruz de Acuario" y otros signos, en el que cons-
tantemente ardía una lan1parita de aceite, de exotismo
oriental, para ahuyentar los malos espíritus. Ante ese altar
se colocaba, a manera de ofrenda, 1a comida vegetariana
que habrían de comer. Su obsesión era sentirse perseguido
por poderes demoniacos, celosos de sus secretos. En Teoti•
' C/.: Marshall McLuhan: Del clisé al arquetipo,, Ed. Diana, Méxi-
co, 1973.

173
hua cán con stru yó un tem plo astrológico
, par a rec obr ar ]~.;
esoteri a tolt eca y pag aba al vel ado r par
a que le dejase-.;
sub ir a la pirá mid e por la noc he, a hac
er su oración. ·
La bib liot eca Kie r comenzó a ven der má
s y más libr o, ·
eso téri cos, has ta que todas las libr ería s
tuv iero n que dedi.:·
car un esta nte par a libr os de este tipo .
Ho y se hab la de
"co smo bio log ía", "cu erp o astr al", "tel equ
ine sia" y otra s :.
pal abr as a las que no estábamos hab itua
dos. Con preten• -~:
siones científicas, exp lota n el sen tim ien to
mág ico de qui e.. ._
nes han per did o la fe en las reli gio nes
inst itucionales; _'
per o que con serv an una sed inm ens a de lo
div ino y lo mi~: -¡
terioso.
La teosofía, decíamos, realiza un sinc reti ·::;\
smo religioso~::~.'.
que en la act ual ida d tien e como base el
bud ism o. El Dr. - ~
Tim oth y Lea ry pre ten dió con ver tirse en
el sum o sacerdote )
de una nue va reli gió n bas ada en el ácid
dro ga sería como el sac ram ent o par a ent
o lisérgico. La :\
rar en com uni ófü :t
Hiz o una fun dac ión ded icad a al estu
dio de reli gio nes _.:.¡
com par ada s.
El bud ism o ha sido la reli gió n más fav ··.:;
orecida en este '.·-:
med io. Nue stro s xip itec as la ado pta n sup
erfi cial men te, en~--~)
ten dié ndo la cad a cua l a su ma ner a y con
me nor entusias- .·:!
mo que sus her ma nos del hip pism o "ga
bac ho" . Y en la .,
Zon a Ros a se emp ezó a ver a los folk
lóri cos · "Ha re-
Kri shn a", pro mo vid os por Har riso n, que
tien en aqu í un
tem plo en una bue na casona, vist en al esti
lo bon zo hin dú,
con la típi ca ton sur a (dis tinc ión ent re el
med io de cabello
larg o en que se mu eve n), son vegetariano
s, dic en no consu~
mir droga, tien en pro hib ido leer otro libr
o que no sea n los
Vedas, ven den incienso, y (lo esencial)
ent ran en tran ce
can tan do ]os nom bre s de Dios, el Har e-K
rish na. Un a reli-
gió n sum ame nte sencilla, que cum ple la
fun ció n de cual-
qui er dro ga par a un pue blo igu alm ent e
sen cill o, al ena-
jen arlo de la realidad.
En México , una inst ituc ión que ha ten
ido gra n éxi to,
y de mu cho infl ujo en la esoteria xip
itec a, ha sido la Gra n
Fra tern ida d Uni ver sal, ent ida d apo yad a
en las enseñanzas
de Serge Rey nol d de la Ferriere, especie
de san tón laico.
Organiza cur sos de Yoga, de med itac ión ,
de astr olo gía; pro -
mu eve el veg etar ian ism o y otra s categor
ías onderas.tt
1
Su libro , muy cono cido entr e los xipi teca
s: Yug. Yoga . Yoghismo,
una matesis de psitologia, Ed. Diana, México,
1969. •
174
I La Sociedad de la Vida Imperson al de Ivléxico publicó
1n libro escrito, según parece, por un antiguo heresiarc a
abalista de nombre Levi. Se trata del Evangelio espiritual
1

fe Jesús el Cristo. Es un evangelio apócrifo, escrito en len-


~uaje poético y que presenta los episodios conocidos de
Ía vida de Jesús desde un contenid o budista o panteísta ,
relatando además, con profusión , su vida oculta, en la que
bretende haber realizado viajes a Persia, la India y Chi-
ha... Naturalm ente este Jesús supersabio y maravilloso
1no pasa de ser un iniciado más entre los grandes maestros
del esoterismo. Hacia el 68, cuando la policía bajó de
1

[Huautla a más de 200 xipitecas, muchos de ellos llevaban


Ieste libro, por lo que quedó la imagen de una minoría
1
religiosa persegui da por su fe y pronto fue el libro obli-
1 gado de todas las comunas .

La tesis religiosa que se derivó por influenci a de este


libro la podría resumir así: conforme al planteam iento
budista, Dios es el Todo y sólo existe en la medida que
existe el mundo, pues es solament e inmanen te. t.l guía
cualquie r acontecim iento de forma predeter minada y fatal
("ni una hoja de árbol se mueve sin la voluntad del
Padre"); en este mundo hemos de ascender en grados de
purificac ión e iluminac ión, hasta convertir nos en Cristo;
pero su estadio no es exclusivo: Buda y Krishna también
lo consiguieron. Más bien, todos llegaremos a serlo; si no
es ahora, en nuestra próxima reencarn ación. Ahora esta-
mos en la t!ra de Acuario y cada era astrológi ca ha tenido
su enviado. Jesús fue el de la era de Piscis, y ahora la
era acuarian a se caracteri zará por tener un profeta colec-
tivo. El gran 1·enacer espiritua l del que los hippies repre-
sentan la vanguard ia. Esta imagen de Jesús Iluminad o pue-
de descubrirse también en la ópera de ]esuc-risto sup·er-
estre.lla.
A propósito de la era Acuario, tal vez sea propio en
este lugar decir algo referente a la astrología. En la intro-
ducción al Evangelio espiritua l de Jesús el Cristo al que he
hecho referenci a, se explica algo de este punto. Las cons•
telaciones zodiacales son grupos de estrellas que desde re-
motos tiempos han servido a los hombres como guías para
orientars e, pues sirven como calendar io: así como el sol
es un· reloj cósmico que nos marca las horas del día y así
como la luna nos puede separar los días del mes, las cons-
175
·Son bas-
telaciones divi den más o men os los meses del año.
ntra s gira
tant e equi dist ante s, y la tierr a las reco rre mie
los astr os
en torn o al sol. En el med ievo se supo nía que
g·ene raci ón
infl uían en la vida del hom bre, sobr e todo en la
una fun-
y corr upc ión. La astro logí a actu al pret end e dar
ce el sol
dam enta ción cien tífic a a todo esto. Según pare
bién otra
tam poco está fijo. El siste ma sola r reco rre tam
en dar
órbi ta, tard and o apro xim adam ente 22 000 años
cide con
una vuel ta com plet a. La vía de su reco rrid o coin
es. Cad a
bast ante exac titud con las cons telac ione s zodi acal
telac ión, co-
m·es, apro xim adam ente , tien e su prop ia cons
Pero hay
rres pon dien te al reco rrid o anu al de la tierr a.
r. Su jn.
una que apar ente men te está fija en el mism o luga
refe renc ia
mov ilism o es sólo apar ente , pue s es la que da la
que mar ca
del reco rrid o del siste ma sola r, y que es la
años, al
las eras astrológicas. Si la órbi ta era de 22 000
años para
di vid irse entr e las doce constelaciones, da 2 000
sen tido in-
cada era. El reco rrid o de esta órbi ta va en
term inó
vers o al del reco n-id o anua l. Seg{1n esto, en 1948
la era Piscis, y entr amo s a la de Acu ario.
cada gru-
Por razo nes de mne mot ecni a, prin cipa lme nte,
que da el
po de estre llas evocó una ima gen, que es la
bién que a
respectivo nom bre. Los astrólogos afir man tam
el prof eta
cada era corr espo nde un prof eta: Abr aham fue
ificio de su
de Aries, el Cor dero , y nos recu erda al sacr
la cult ura
hijo Isaac.. Cur iosa men te con él da com ienzo
pez fue el
sem ita. .Jesu cris to es el prof eta de Piscis. El
Nac ió hace
símb olo de Cris to en el Cris tian ismo prim itivo .
Era y cuan -
uno s 2 000 años, cuan do entr aba Piscis com o
Aho ra, con
do nad a occi dent e con .el imp erio rom ano.
ient o de un
Acu ario , pret end en los simb olist as el adve nim
es cuan do
nuevo prof eta, tal vez colectivo, y curi osam ente
inic iarse la
la cult ura occi dent al está en deca denc ia para
los hipp ies
nue va cult ura cósm ica en gestación, de la cual
son sus prof etas .
crist iano s,
En mis conversaciones con los x.ipitecas más
sefi.ales cós- • ··
me preg unta n si en el Ciel o pud iese n darse
la hist oria ~
micas de los prin cipa les acon tecim ient os de
;piscis?) .·('
sagr ada, asl com o una estre lla (¿la cons tela ción
mar có su J
anu nció el naci mie nto de Jesú s y un eclip se
trar cóm o 1
mue rte. Tod o esto es muy curi oso y pue de ilus
• :f
vivi eron nue stros xipi teca s crist iano s. '

176
Desde que 1a <lroga ocasio nó un cierto desper tar religioso
entre los xipitec as, se dio una clara proyec ción del movi-
miento . La preven ción natura l de estos mucha chos hacia
cualqu ier tipo de institu ción hizo que su sentim iento re-
ligioso perma necier a al marge n de las iglesias estable cidas
y en un prime r 1nome nto se lanzar on a la esoteria. De
aquí se interes aron por el budism o. Pero en '\-léxico, la
tradici ón cristia na era mayor que en los Estados Unido s
y pronto se despertó nuevo interés por Jesú~ y los evange-
lios. Primer o, como dijimos, entend ido en sentid o panteí sta;
pero poco a poco nuestr os xipitec as fueron carnbi ando la
cruz de Amón por el viejo crucifi jo y el Bhaga vad-G ita
por la Biblia . Su amor a la natura leza, a la vida pobre y
sencilla, al espírit u pacífic o y dulce, a los anima les ... les
aseme ja· a bueno s franciscanos. El espírit u de la comun a
se parecí a en ciertos aspectos a las viejas comun idades
religiosas, por más que las rle los xipitecas fuesen sexual-
mente mixtas y estuvie ra ausent e la discip lina monac al.
Person almen te tuve una experiencia con alguno s de ellos
en las afuera s de la capita l. Allí, a la lnz de las velas, se
lefa a San Juan· de la Cruz o Fray, Luis de Grana da, y se
notaba cierto espírit u de servicio, pero gozand o de plena
liberta d.
Veían a la Iglesia católic a burócr ata, tradici onalist a y
dogmá tica; pero en cambio , al leer el libro de los Hecho s
de los Apóstoles, descub ren un aire fresco, espont áneo y
carism ático, con mue.has similit udes con la actual situa-
dón polític a y cultur al. Pronto se identif ican con los
primer os cristianos. Ellos conoce n las persec ucione s injus-
tas. Han encon trado la fe, y esto les da valor para sufrir.
Recue rdo a un m.ucha cho: había sido un calave ra antes
de encon trar a Cristo . Con sus amigos, en Huaut la, hada
fuertes penite ncias de repara ción; fue llevad o preso a cau-
sa de la droga. En la cárcel escribió una nota en la que
decía estar dispuesto a dar testim onio a causa de su Fe
hasta la muerte . Evang elizaba a los demás presos. Un día,
lo encon traron asesina do por la espald a, y detrás de sí,
habían dibuja do una gran cruz con su propia sangre ...
Como los primeros n1ártires del cristianismo, van a los
tribun ales y allí confie san su Fe ("No se preocupe1i por lo
177
qu e de be n res po nd er" , dec ía
Jesús). Y ellos res po nd en
va lie nte me nte a mu ch as arb itr
ari ed ad es de los oficiales.
Re cu erd o a un mu ch ach o qu e
al ser lle vad o a dec lar ar,
acu sa ap oc alí pti cam en te al age nte
del lvl ini ste rio Pú bli co:
"T ú tie nes el ág uil a de la op res
ión -re fir ién do se al escu-
do na cio na l-. pe ro a ti tam bié
n te ne ga rá tu día ." Lu eg o
rom pe un a reg la qu e está sob
re la mesa, hac e un:;i cruz
co n ell a mi en tra s pro fet iza : "C
on la reg la qu e midiereis,
seréis me did o". Te sti mo nio s val
ien tes , lás tim a qu e en rea-
lid ad no fue sen po r con fes ar su
fe, sin o po r causa de Ja
droga. Estos xip ite cas cri sti ano s
no ve ían op osi ció n en tre
su fe y la adi cci ón . Al gu no s sí
se da ba n cie rta cu en ta y
tra tab an de ap art ars e po co a poc
o. Así, fue ron hac ien do
un uso má s dis cre to de ella,
sin tie nd o la nec esi dad de
de jar la. Pe ro ellos con fes aba n
qu e los ho ng os los ha bía n
lle va do a Di os y a cam bia r de
vida.
Lo pri me ro qu e hic ier on estos
xip ite cas cristia no s fue
cam bia r la ide a de Dios. Co mo
dic e Th om as 1\-ierton, el
dia blo tam bié n hace teología y
ha for jad o cie rta im age n
de Di os seg ún sus criterios. An
ali zan do los sím bo los de la
div ini da d ten em os en pri me r
tér mi no un gra n ojo. ,Di os
es alg uie n qu e no s vig ila y no
s co ntr ola . Pie nso en este
sím bo lo co mo se en cu en tra en
los bil let es de dó lar , sob re
un a pir ám ide (cu rio sam ent e las
cu ltu ras con pir ám ide s
ha ri sid o sie mp re tot ali tar ias ,
pu es des de arr iba pu ed en
co ntr ola r me jor al pu ebl o). Qu
é inc óm od os est arí am os al
sen tir no s esp iad os po r un ojo
tra s de la cer rad ura . "U n
mu nd o no s vig ila ", con un a gra
n lup a tri an gu lar . N"osotros,
des de aba jo, solo vemos un ojo
, en tre rayos. Pro yec tam os
e:n Dios la imagen qu e tenemos de la au tor ida d. Ot ras
veces pin tam os a Di os co mo un
an cia no de ba rba bla nca ,
de sex o ma scu lin o, raz a bla nc a
y viejo, pu es no po drí am os
im ag ina r un dio s mu jer , ne gro o
jov en. Di os tie ne la fig ura
de los do mi nad ore s. Lo pin tam
os all á lejos, en tre nu be,s,
fue ra del mu nd o. Un lib ro en
la ma no , una. especie ele
cód igo de der ech o, pa ra qu e a cu
alq uie r tra nsg res ión de su
arb itr ari a ley, im pu est a desde fue
ra, no s lan ce a un a cárcel
pe rpe tua lla ma da inf ier no , en
la qu e los carceleros son
ter rib les dia bli tos con col a de
bu rro y cue rno s. Es ta ima-
ge n, car ica tur iza da des de luego
, 1a po de mo s ve r en los
cu ad rit os qu e tie ne el pu eb lo en
sus cua rto s, rep res en tan do
la mu ert e o un dio s gre co rro ma
no con rayos y tn¡enos, y la
178
balanza en la que siempre domina el mal sobre el bien.
Estos antropomorfismos revelan nuestra idea de Dios.
Pero el verdadero Dios está de parte de la liberación. La
cárcel del infierno no tiene rejas, y sólo están en él quienes
desean estar allí (suponiendo un "allí"). La ley moral no
es un código exterior, sino las tendencias naturales a nues-
tra propia personificación. Dios es la fuerza evolutiva que
impulsa a todas las cosas a su perfección. San Juan le
llamó "El Amor", y es un impulso inmanente en las cosas.
Hemos hecho demasiada insistencia en la tracendencia de
Dios; pero ahora es tiempo de insistir más en su inmanen-
cia. Claro que ambos aspectos han de ser salvados, pues
Dios sigue siendo un Tú para el hombre, y es en el Amor
al otro donde se culmina nuestra perfección.
El hombre tiene tentación de hacer a Dios a su imagen
y semejanza. Así, desenmascarando esta imagen de Dios
Padre según el modelo del clásico padre mexicano, el
diablo vuelve a meter la cola y nuestros xipitecas prefieren
la imagen de un Dios-mamá consentidora, que deja fumar
motita ("Dios dio el verde de los campos al hombre y
vio que era bueno"), al que sólo le importa el amor,
entendido en la forma romántica de Hollywood; un Dios
milagroso, mágico, visionario, que exige nuestra desperso-
nalización al unirnos a l!l; una religión interiorista, pre-
texto para desentendernos del mundo, el "valle de lágri-
mas" que hace de los hombres sus títeres.
Sería ahora el momento de que volviésemos al Dios de
la Biblia, que se reveló al pueblo precisamente en una
situación política, cuando estaban en Egipto padeciendo
•terrible explotación. Y ese Dios no les mandó resignación
y paciencia en los trabajos prometiéndoles un Cielo fu..
turo que les compensara, sino que fue el impulso que 1011
sacó de su inercia y les condujo hacia su liberación.
Pero los hippies fueron descubriendo, poco a poco, que
la droga era opuesta al Evangelio y que podían vivir sin
ella. Asf surgió entonces en los Estados Unidos un fuerte
movimiento conocido como "Jesus Revolution", "Jesus •
People" o "Jesus Freaks". 1\-fanteniendo el prejuicio hacia.'·
las iglesias institucionalizadas, este movimiento no se afi.. :
lia a ninguna de ellas, aunque algunos de sus miembro1 \
individualmente lo estén. El pentecostalismo fue tal ve1 ·.
la iglesia de la cual recibieron más apoyo.
179 .·
David Wilkerson, pastor pentecostal de una parroquia
rural, siente la inspiración de traslada,rse a Nueva York
para trabajar con pandillas de .ióvenes. En este medio, se
encontró con la droga, sobre todo heroína, y su presencia
tuvo resultados espectaculares, como se narra en forma
apasionante en el libro La cruz y el p•u ñal. Convencido de
que la mística podía ser una forma válida de rehabilita-
ción, creó un centro para esto, con resultados sorpren-
dentes. Su experiencia fue inspiradora del movimiento que
estamos reseñando. :M i experiencia personal me induce a
pensar que si es verdad que la Fe en Cristo pudo contribuir
para que se abandonase la droga, esto sólo no basta, sino
que se precisa una forma de terapia. Estos muchachos, ya
cristianizados y pese a su buena voluntad, continúan pre-
sentando los rasgos r.aractereolé>gicos propios del adicto.
Los ambientes de lá ugente de Jesús" son similares a
los de los xipítecas: cafés con pósters de Cristo, mt'lsica
de rock cristiano, llevan el cabello largo, aman la libertad.
Se trata de hacer de la Fe en Cristo algo simpático y
agradable. Como los hippies, toman los medios rle . comu-
nicación: festivales, revistas, botones, pósters, ca lcomanias,
camisetas ... tratan de hacer popular a Jesucristo. Como
los hippies, tampoco trabajan por lo general, sino que
van por el mundo predicando a Jesús y atacando a los
Hare-Krishna, sus rivales. Se les puede encontrar en el
1\fetro o los camiones, con sus canciones-mensaje. Estu-
dian el Evangelio de nuevo estilo imaginativo; se encuen-
tran en un contexto similar al cristianismo primitivo y
discuten problemas semejantes a los de San Pablo, sobre
si se puede o no comer carne (Rom. XIV, I-5), si se debe
usar el cabello largo (I, Cor. XI, 14), si se debe trabajar
(II. Tes. 3, 10-12). Se hacen fervorosas oraciones espon-
táneas, aparecen los Carismas, se habla en Lenguas, bau-
tismos colectivos, profecías . . . Piensan que Jesús va a
volver pronto a arreglar todos nuestros problemas sociales.
Tal vez ésta sea su manera de presentir que se acerca el
fin de algo y el posible comienzo de otra forma de vicla.
Un grupo llamado "Los hijos de Dios", de norteamerica-
nos establecidos en nuestro país, exigen a sus seguidores
abandonar su fan1ilia, y no trabajar -el clásicp "drop-
out". Como en tiempos de los tesalonicenses, igualmente
preocupados por una supuesta próxima venida .de Jesu-
180
cristo, San Pablo les diría aquel la frase: "El que no trabaj e.
que no coma ."
Este movim iento trae nuevo frescor al cristia nimio , ha
ayuda do a much os a dejar la <lroga, tiene buena s posibili-
dades para el ecum enism o y unión entre cristianos; pero
no es la revol ución que se esperaba. Es un movi mient o que
no intere sa más que a los jóvenes, en el que persis te el
gusto por lo vision ario y lo mágic o de sus predecesores
xipitecas. Aho1·a se llama n "car.isn1as" y "leng uas", su
oraci ón es el estado de trance y el despe rtar artific ialme nte
la emoti vidad , contr a lo cual había n puest o la alerta hom•
bres de seria vida interi or. Para mí, orar es sinton izar
nuest ra volun tad con la de Dios, para tener las mism as
"vibra cione s", es conec tarse con la dimen sión divin a, aun-
que no haya ese sentim iento extático, sino que más bien
nos lance a la acción. Notam os en estos much achos , la
1nisma apolit izació n de los hippie s. Ahor a que la Iglesia
latino ameri cana se politi za, nos viene de Estad os Unido s
este movim iento colon izado r, con sus predi cador es anti-
comu nistas , sus novelas de heroís mos detrás del ~'telón
de acero ", sus estam pas cristia nas con la bande ra norte-
ameri cana y predi cando una fe confo rmista , que hace el
juego al capitalismo, esper ando un Jesús caído del Cielo
que mágic amen te arreg le todas las cosas. Han dejad o la
droga , es verda d, pero la han camb iado por otra de nom-
bre "Jesú s". Ellos mism os lo confie san dnica ment e: "An-
tes eramo s drogadictos, ahora somos Cristo adicto s", el
opio del puebl o en servicio de la domin ación .6
. Paral elame nte a este movim iento de jóvenes, y tal vez
influi do por él, entra en México el pente costa lismo en-
tre los adulto s. Hasta hace poco, no sabíamos casi nada
de ellos, se trata de una tercer a fuerza dentr o del cristia•
nismo , pues no se consi deran · ni católicos, ni protes tantes .
Más que propo ner o negar algún dogm a en especial, su
centr o de atenc ión se dirige a reaviv ar la exper iencia pen.
tecostal. No hay ningu na razón para pensa r -dice n ellos -
que los carismas que acom pafiar on a la iglesia primi tiva
hayan desap arecid o el día de hoy. Y aduce n prueb as por
las cuale s se supon e que en todos los perio dos de la his-
toria · ha habid o cristia nos carismáticos. Reacc ionan contr a
8
Cf.: Jean Duchesne: "Jesus Revolu tion" mad~ in USA, Ed.
Marova, Madrid , 1973.

181
el frío formal ismo de las iglesias establecidas, batien do
palmas, y cantan do con entusia smo y espont aneida d. A
veces la. oració n emotiv a ya no encuen tra palabr as y la
lengua se suelta con alguna jerigonza, mientr as el corazó n
contin úa en el Señor. A esto le llaman "habla r en len-
guas", dándos e a veces fenóme nos parapsicológicos, pues
quien así ora, está pronun ciando su oración en alguna
lengua que él desconoce; pero conoci da por otro de los
presentes. El movim iento va cobran do a uge y en Méxic o
alguno s sectores de la Iglesia católic a han mostra do inte-
rés en él. Entend emos perfect amente que el pentecosta-
lismo haya sido la Iglesia más interes ada en el movim iento
hippie , y que d e aquí hayan venido nuestro s "Jesus
Freaks''. Pero al mismo tiempo , se puede percib ir en al-
gunos de los antigu os xipitec as que se van interes ando
cada vez más en la nueva Iglesia, compr ometid a en el
proces o de transfo rmació n del contine nte.

Por su origina lidad y riquez a significativa, yo siempr e vi


en el movim iento hippie un "signo de los tiempo s", como
suele llamar la teologí a actual a alguno s aconte cimien tos
clave que sirven como indica.d ores sobre la direcci ón ha-
cia donde parece ir la histori a.
El hombr e, el "otro-de-Dios", fue creado por ltl para
domin ar al mundo y prolon gar el poder creativ o de Dios.
El hombr e puede encont rar el equilib rio vital para poder
vivir en felicid ad dentro de un mundo bello y satisfac torio;
o puede tambié n su egoísmo conduc irlo hacia su auto•
destruc ción. Un mome nto decisivo fue el primer instant e
en que aparec ió la vida humana sobre el planet a. Tal vez
en una manad a de monos a los que empez ó a faltar el
alimen to en los árboles y tuviero n que bajar a buscar un
nuevo tipo de comida , un buen día, no sabemo s cómo,
aparec ió la chispa de la intelig encia. El hombr e nace en-
tonces, consciente de sí mismo y debe tomar una opción
trascen dente: o seguir el camino · de su instint o natura l,
confor me a las propia s tenden cias, o conoce r el "fruto
prohib ido", el camino fascina nte y tentad or del bien y del
mal. tsta fue la opción tomad a por nuestro s primer os
ancestr os y desde entonc es toda nuestr a penossa- tarea ha
sido reconq uistar la unidad armón ica con la natura leza
182
perdida desde entonces. Tal vez esto ya no sea posible,
sino que el destino del hombre sea suplir el sabio instinto
por su razón. Hoy en día, el homb're debe asumir el do-
minio de su misma potencia reproduct iva y, lo que es
más radical, la genética ha descubier to la forma de que
el hombre pueda dominar su propio futuro biológico y
planear lo que vaya a ser. cultural y biológica mente, en
adelante. Ha prolonga do su misma razón en las computa-
doras por él creadas y ya piensa en permitirle s a las má-
quinas su propia autonomí a. Hemos llegado a momento s
en que habremos igualmen te de tomar decisiones trascen-
dentales para nuestra supervive ncia.
Esa primera opción por el mal no fue impune y llevaba
consigo los gérmenes de la muerte y la autodestr ucción. Ese
pecado originario amenaza la destrucci ón del mundo. Las
injusticia s individua les acumulad as forman los grandes pro-
blemas sociales. Nuestra apatía ha sido cómplice de la
agresivid ad dominado ra. Es entonces cuando Dios se en-
carna, se hace uno con el pueblo, para que el pueblo tome
concienci a de sí y asuma su misión de ser agente de su
propio destino, caminand o hacia Dios en la organizac ión
de su mundo. Esto habría de comprom eter a los seguidores
de Cristo con todos los movimien tos vanguard istas que
acelerase n el proceso de la historia. Sin embargo, no siem-
pre ha sido así, y con frecuenci a la Iglesia católica se ha
identifica do con . la reacción.
El mundo perdió su unidad cultural. Un segundo mo-
mento dialéctico fue la pluralida d cultural, que la Biblia
. ve como efecto de un pecado (la torre de Babel). Ahora
estamos aspirando a la síntesis cultural reunifica dora.
Para comunica rse con el hombre, Dios se eligió un pue-
blo. Cuando la evolución de la humanid ad llegó a des-
cubrir la escritura, se forjó una nueva cultura basada en
el libro. Esta cultura, la semita, tuvo que sobrevivi r entre
las culturas paganas que la rodeaban y sufrió también la
colonizac ión cultural: fue desterrad a a las culturas antiguas
esotéricas de Egipto y Babilonia . En Egipto, donde el pue-
blo se multiplic ó, fue sometido a terrible explotaci ón.
Y fue en esa situación política donde Dios se le reveló
para liberarlos y conducirl os a través del desierto, de la
prueba y de la ausencia, a la "tierra prometid a... Pero
allí prosperó, el pueblo se volvió nacionali sta, teocrático
18!
y legalista, vicios propios de la derecha de todos los tiem-
pos. El mito de la raza superio r y de la cultura de Dios
le estaba cegando, cuando fue víctima de la coloniz ación
de un nuevo imperia lismo.
El imperia lismo de los romano s había invadid o prácti- '
cament e todo el mundo conocid o y también la Palestin a, _.
donde estuvo en convive ncia con la burgue sía local y las :·
clases domina ntes, que eran los fariseos. Ellos sustent aban.·
la autorid ad civil y religiosa. Los romano s les permiti e- ·
.ron manten er su situació n de privileg io y su propia Ley, :
a condici ón de que emplea ran su autorid ad religios a para •
tener sosegado al pueblo. Y desde luego que esto hacíc1; .
falta, pues el naciona lismo religioso no soporta ba la situa- :
ción, y ya se habían levanta do guerrill as, como las de los··
"zelotes". Es entonces cuando aparece Jesús, predicando el ·
"reino de Dios" a este pueblo teocráti co que esperab a,,¡
por las profecías, un líder espiritu al. Lo sigueri las mul- /
titudes y se da una moviliz ación general . Se dice que en ··;
cierta ocasión dio de comer a 5 000, hombre s, que en ese ';
tiempo era ya una buena multitu d. Su tentació n fue de la-':
eJercer el liderato merame nte político y prodam arse rey. -:,
No lo aceptó, por más que su postura tuviese estas implica- \
dones. Desbar ató el teatrito de los fariseos, y nos los bajó de -.:;
"hipócr itas" y "raza de víboras ". Su mensaj e libertad or lle- :,
vaha consigo los gérmen es de destruc ción del Imperio Ro- -::
mano y no solame nte la indepen dencia de Palestin a. Esto ··::
sucedió un poco n1ás tarde, cuando los cristian os de Roma -•
se negaron a adorar al empera dor, atacand o así el princip io :·,
base del Imperio . "A César lo que es de César y a Dios ·:
lo que es de Dios,,, implica ba precisa mente esto. Desde ,·
Cristo, ya nada es sagrado : contra la divinizacic,n de la --~
autorid ad.
Cuando el pueblo elegido lo rechazó, Jesucris to se eligió_: :
su nuevo pueblo, ya no ligado a ningun a -cultura en espe~ _.
cial. Esto cabalm ente quiere decir "católic o.. : univers at
Natura lmente se tuvo la oposici ón de la cultura tradicio nal
que trataba de monopo lizar a Dios. Los "judaiz antes"
pretend ieron impone r a los neoconversos del paganis mo cos-
tumbre s semitas. Pablo se lanzó contra ellos y por estra-
tegia se traslada la sede del cristian ismo a Roma, capital
del nuevo mundo occiden tal. Con la destruc ción del Im- .
perio, la Iglesia todavía fue capaz de desvinct1larse de la ·_ ;

1$4
cultura romana y asumir la de los nuevos pueblos bárba-
ros. La conversión de Consta ntino puso a la Iglesia del
lado de la autorid ad oficial. Se instituc ionalizó y se alió
a la nacient e cultura occidental, europea . Las "misiones
de infieles", entonces, contrib uyeron a la colonización cul-
tural de todo el mundo. Con el cambio de los modos de
producc ión durante la Reform a, cuando el feudalismo co-
mienza a declinar, la Iglesia adoptó una postura conserva-
dora de sus privilegios medievales y esto la mantuv o
cerrada a la Revolu ción francesa con el predom inio bur•
gués, el liberalismo, el capitali smo y el cientificismo. Ape-
nas reciente mente ha dejado el feudalismo, cuando ya
estamos en otro periodo de cambio de modo de produc-
ción. Por esto, el catolicismo podrá más fácilme nte pasar
al socialismo que sus herman os protestantes. Igualm ente
hoy, cuando Occiden te está en decadencia. la Iglesia tiene
posibilidades de recobra r su esencia "católic a". Para ello
deberá favorecer los movimientos de pluralis mo cultura l
y apoyar a la nueva cultura en gestación. Debe des.
occidentalizarse, haciéndose del Tercer mundo para poder
integra r 1a nueva cultura cósmica, que los hippies han
vislumb rado: negros, orienta les y latinoam ericano s estu-
vieron en la onda hippie. Se margin aron de todas las ins-
tituciones, las cuales están occidentalizadas, y trataron · de
vivir nuevos valores no corresp ondient es a la cultura oc..
cidenta l. La era del libro ha termina do. La electricidad
abre a una nueva forma de comuni cación entre los hom•
bres, audiovisual y táctil. La Iglesia, para ser. fiel a su
misión de luz del mundo, deberá estudia r lo que nuestros
xipiteca s entendi eron como la "era de Acuario 't y discern ir
lo que en esto había de fantaseoso e irreal para quedarse
con el vislumbre profético. ·
Los hippies trajeron ciertos elemen tos de la antigua
tradició n .cristiana, precisa mente cuando la nueva Iglesia
los va olvidan do. Prefiere n la liturgia barroca y visual, a
nuestra nueva liturgia de sobried ad raciona lista occidental
europea : túnicas, incienso, contem plación , tonsura , ayu-
nos y abstinencia, pectorales, postura s meditat ivas, inter-
pretacio nes alegóricas de la Escritura, en lugar de nuestras
interpre tacione s cientificistas; pero todo esto con una sig-
nificación diversa a la que estábam os habitua dos en loa
tiempos preconciliares de decaden cia teológica. Se diría
18&
. .:.:•:
que más bien reco bran su sent ido orig inal . Men ción
espe /·~
cial merece la música. Desde que desapareció el
cant «~:
greg oria no con la Mis a en leng uas vern ácul as. la
música: ;
litúr gica resu lta pobr e. Yo estoy conv enci do del
valo r· °'.
espi ritua l de la música "sou l'', mad re del nuev o
ritm o. ;~
Basta con reco rdar los anti guos "spi ritua ls" negr
os. El :.
jazz y simi lares pue den ser un rico fil6n para
la 1núsica ·
sagr ada prop ia para nues tro tiem po.
·
El n1ovimiento hipp ie tuvo pret ensi ones escatológ
icas: _:
"El prin cipi o del fin está )'ª próx imo ", decí an en Aún
hay
flores. Al acercarse el fin de un mile nio, pulu lan
fácil . .
meri te las profecías. Es prob able que la intu ició n
del fin
del mun do, o de la vuel ta de Jesú s, se base adem
ás en
que inco nsci €nte men te se perc ibe el fin de un "mu
ndo '\
es decir, la deca denc ia del capi talis mo y. más aún,
de
toda nues tra cult ura occidental. Ya expu simo s
a este
propósito, la prof ecía cien tífic a del Club de Rom a,
según
la cual se prev é una fuer te crisis haci a el afio 2 030,
de-
bida a la escasez de alimentos, la sobr epob lació n, el
agot a 4

mien to de recursos natu rales , la cont amin ació n y la


crisis
indu stria l. Des de lueg o que la natu rale za se enca rgar
á del
equi libri o; pero noso tros pode mos hace r que no se
pagu e
el precio posi ble de millones de mue rtes. Se prec isan
me-
dida s radi cale s y apen as esta mos a tiem po para evita
rlo.
Chin a se prep ara med iant e una sabi a racionalizació
n; los
países capi talis tas industrializados, en cambio, fom
enta n
el cons umo deso rden ado. Cua ndo las reservas de petr
óleo
está n a pun to de acabarse, se cont inúa n prod ucie ndo
auto s
de 8 cilindros y ya se pien sa en coches indi vidu ales
en lu-
gar de prom over más tran spor te cole ctivo. El 99%
de las
especies de anim ales ya han desaparecido, y ]os inse
ctos
se disp utan nues tro mun do . . .
Sólo que da una esperanza, que el hom bre se sepa orga
-
nizar. Se prec isan radicales tran sfor mac ione s sociopol
íticas,
para term inar con la expl otac ión de una min oría priv
ile-
giada. Estamos en mom ento s de hace r una opci ón
tras-
cend enta l. Cris to no va a veni r de las nub es a rem
edia r
nuestros prob lema s, pero tamp oco es inev itab le el
desas-
tre, como pien san los pesimistas. Pod emo s aún tom
ar el
cont rol dem ográ fico en nuestras manos, y vivir
en un
estado de equi libri o, apro vech ando mej or nues tros
recu r-
sos. Así la tierr a pued e man tene rnos var1os cien
tos de
186
miles de años más. Pero para eso se precisa variar nues-
tros valores cultura les de consumo, trabajo y forma de
vida. Se requier en transformaciones socioeconómicas para
crear estructu ras más justas y orienta r nuestra vida hacia
la frugalidad, la sencillez y el ocio creativo. Tal vez sea
entonces un tiempo de vida más feliz, como enseñar on
los hippies. A nosotros nos toca constru ir nuestra era de
Acuario.

187
1NDIC E

Prólogo, por José Agustín 7


Introdu cción 11

PRIMER A PARTE: l , A PROTES TA

l. Un poco de historia . 17
II. Los xipitecas mexicanos 28
111. Hermen éutica de la aparien cia 52
IV. La revoluc ión sicodélica . 64

SEGUND A PARTF.: LA CONTR ACULT URA

l. Droga y cambio cultura l . 87


II. El rescate de la vida natural . ll4
III. La reconqu ista del ocio 132
IV. El hombre nuevo . 145
V. El desafío de la no política 157
VI. Sintoni zándose con la dimens ión divina 167
Impreso y hecho en México
Print ed and made in Mexico
en los Talle res de
Editorial Galache, S. A.
PriYada del Dr. Márq uez, 81
México 7, D. F.
Edició n de 4 000 ejemp lares
y sobra ntes para reposición
3 • VII - 1975

N!! OO5 2


Enriq ue Marr oquí n
LA CON TRA CUL TUR A COM O PRO TEST A
Este libro tiene com o fuente inme diata las profu ndas
inqu ietud es que desp ertar on en su auto r los
mov imie ntos juven iles que se han pres enta do en los
últim os años. La música, el vestuario, las drogas, el sexo
y ·otra s cuestiones que se encu entra n entre los jóvenes
-y más específicamente entre los mexicanos, que
Marr oquí n nom bra " xipit ecas" -, adquieren su
verdadera dime nsión al ser tratados por un sacerdote
jove n que ha estado muy cerca de sus semejantes y·
busc a com pren der y expl icar su mun do. La
contracultura, com o se ha dado en llam ar a algunas de
tas expresiones de estos movimientos, es para el auto r
una veta constante de búsqueda y encu entro de nuevas
perspectivas que trans form an el mun do
cont emp orán eo; la prote sta es la form a más defin ida
que muestran las nuevas generaciones ante un mun do
que no es de su agrado. Ambos elementos han dado ·
orige n a una serie de "prob lema s sociales", que en
últim a instancia son sólo la representación visib le de la
crisis de la sociedad glob al.
Enrique Marroquín (Méx ico D. F., 1939), es un
sace rdote claretiano , especializado en filoso fía social
en universidades pont ificia s europeas (Salamanca,
Roma y Lovaina), que dura nte tres años ejerc ió su
,:ninisterio entre jóvenes con problemas de ·
drog adic ción , y es actualmente párro co en una zona
marg inad a y maestro en el Insti tuto Supe rior de
Estudios Eclesiásticos.

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