You are on page 1of 4

24/9/2018 Los preciosos dones de Dios - Por el presidente M.

Russell Ballard

Los preciosos dones de Dios


Abril 2018 Conferencia general
Por el presidente M. Russell Ballard
Presidente en funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles

La vida puede estar llena de fe, gozo, felicidad, esperanza y amor cuando
ejercemos la mínima cantidad de fe verdadera en Cristo.

Hermanos y hermanas, acabamos de participar en una asamblea solemne, una


práctica que puede remontarse a la Biblia, cuando el antiguo Israel se congregaba
para sentir la presencia del Señor y celebrar Sus bendiciones1. Tenemos el
privilegio de vivir en una época en la que esta práctica antigua ha sido restaurada
por medio del profeta José Smith2. Les insto a escribir en su diario personal lo que
sintieron sobre esta ocasión sumamente sagrada en la que han participado.

Recientemente despedimos a nuestro querido amigo y profeta, el presidente


Thomas S. Monson. A pesar de que todos lo extrañamos, estamos profundamente
agradecidos porque el Señor ha llamado a un nuevo profeta, el presidente Russell
M. Nelson, para que presida Su Iglesia. De una manera ordenada, ahora hemos
comenzado un nuevo capítulo en la historia de nuestra Iglesia. Este es un don
precioso de Dios.

Cuando todos nosotros sostuvimos al presidente Nelson con la mano en alto,


fuimos testigos ante Dios y reconocimos que él es el legítimo sucesor del
presidente Monson. Al alzar la mano, prometimos escuchar su voz según él reciba
la guía del Señor.

El Señor ha dicho:

“Daréis oído [re riéndose al Presidente de la Iglesia] a todas sus palabras y


mandamientos que os dará según los reciba…

“porque recibiréis su palabra con toda fe y paciencia como si viniera de mi propia


boca”3.

Conozco a nuestro nuevo profeta y presidente desde hace más de 60 años. He


servido con él en el Cuórum de los Doce durante 33 años y soy testigo de que la
mano del Señor lo ha estado preparando para llegar a ser nuestro apóstol
presidente y profeta a n de administrar todas las llaves del Santo Sacerdocio en la
Tierra. Ruego que cada uno de nosotros lo sostenga completamente a él y a sus
consejeros, y siga su dirección. También les damos una afectuosa bienvenida al
élder Gong y al élder Soares como miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles.

Después de la resurrección de Jesús, un acontecimiento que celebramos este


glorioso n de semana de Pascua, Él se apareció a Sus discípulos y dijo: “¡Paz a

https://www.lds.org/general-conference/2018/04/precious-gifts-from-god?lang=spa 1/4
24/9/2018 Los preciosos dones de Dios - Por el presidente M. Russell Ballard

vosotros! Como me envió el Padre, así también yo os envío”: Como me envió el


Padre, así también yo os envío”4. Noten que hay una acción de dos partes: Dios
envía a Su Hijo; el Hijo envía a Sus siervos —hombres y mujeres mortales— para
que lleven a cabo la obra de Ellos.

No nos debe sorprender el descubrir que aquellos que son llamados a hacer la
obra del Señor no son humanamente perfectos. Hay relatos de las Escrituras que
describen incidentes sobre hombres y mujeres que fueron llamados por Dios para
realizar una gran obra —buenos hijos e hijas de nuestro Padre Celestial llamados a
servir en sus asignaciones en la Iglesia, que se esforzaron por dar lo mejor de sí y,
sin embargo, ninguno de ellos era aún perfecto. Lo mismo sucede con nosotros
hoy en día.

Dada la realidad de nuestras debilidades y limitaciones humanas, ¿cómo seguimos


adelante en nuestra tarea de apoyarnos y sostenernos el uno al otro? Comienza
con la fe: una fe verdadera y sincera en el Señor Jesucristo. La fe en el Salvador es el
primer principio de la doctrina y el Evangelio de Cristo.

Hace varios años visité la Tierra Santa. Mientras pasábamos por una planta de
mostaza, el director del Centro de BYU en Jerusalén me preguntó si alguna vez
había visto un grano de mostaza. Le respondí que no, así que nos detuvimos. Me
mostró los granos de la planta de mostaza; eran sorprendentemente pequeños.

Recordé las enseñanzas de Jesús: “… porque de cierto os digo que si tuviereis fe


como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y
nada os será imposible”5.

Si tenemos una fe tan pequeña como un grano de mostaza, el Señor puede


ayudarnos a mover las montañas del desaliento y la duda en las tareas que nos
aguardan a medida que servimos con los hijos de Dios, entre ellos los miembros de
nuestra familia, los miembros de la Iglesia y aquellos que aún no son miembros de
ella.

Hermanos y hermanas, la vida puede estar llena de fe, gozo, felicidad, esperanza y
amor cuando ejercemos la mínima cantidad de fe verdadera en Cristo, aun un
grano de mostaza de fe.

El élder George A. Smith recordó un consejo que le dio el profeta José Smith: “Me
dijo que no debía desalentarme nunca, fueran cuales fueran las di cultades que me
rodearan; que si estaba hundido en el pozo más profundo de Nueva Escocia, con
todas las Montañas Rocosas apiladas encima, no debía desalentarme sino
sobrellevarlo, ejercer la fe y mantener el valor, y al nal saldría a la cima”6.

Debemos recordar la declaración de Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me


fortalece”7, y saber que este es otro don precioso de Dios.

Además de los dones que he mencionado, existen muchos, muchos más. Menciono
ahora solo unos pocos: El don del día de reposo, la Santa Cena, el servicio a los
demás y el don inigualable de nuestro Salvador que Dios nos dio.

https://www.lds.org/general-conference/2018/04/precious-gifts-from-god?lang=spa 2/4
24/9/2018 Los preciosos dones de Dios - Por el presidente M. Russell Ballard

El poder del día de reposo es experimentar en la Iglesia y en el hogar la delicia, el


gozo y el calor de sentir el Espíritu del Señor sin ningún tipo de distracción.

Demasiadas personas casi viven en línea con sus dispositivos inteligentes: las
pantallas iluminan su rostro día y noche y los auriculares en los oídos bloquean la
voz suave y apacible del Espíritu. Si no apartamos tiempo para desconectarnos,
podríamos perder oportunidades de escuchar la voz de Aquel que dijo: “Quedaos
tranquilos, y sabed que yo soy Dios”8. Ahora bien, no hay nada de malo en
aprovechar los avances de las tecnologías inspiradas por el Señor, pero debemos
ser prudentes al utilizarlas. Recuerden el don del día de reposo.

La bendición de recibir la Santa Cena en la reunión sacramental nunca debe


convertirse en rutina o simplemente algo que hacemos. Tan solo son 70 minutos
en toda una semana en los que podemos hacer una pausa y hallar más paz, gozo y
felicidad en nuestra vida.

Tomar la Santa Cena y renovar nuestros convenios es una señal que le damos al
Señor de que siempre nos acordamos de Él. Su expiación es un don misericordioso
de Dios.

El privilegio de prestar servicio a los hijos del Padre Celestial es otra oportunidad de
seguir el ejemplo de Su Hijo Amado sirviéndonos unos a otros.

Algunas oportunidades de servicio son formales: en nuestra familia, nuestros


llamamientos de la Iglesia y nuestra participación en organizaciones de servicio
comunitario.

Los miembros de la Iglesia —tanto hombres como mujeres— no deberían dudar, si


es su deseo, en postularse como candidatos a cargos públicos en cualquier nivel
del gobierno, donde sea que vivan. Nuestras voces son esenciales e importantes
hoy en día en nuestras escuelas, en nuestras ciudades y en nuestros países. Donde
existe la democracia, tenemos el deber, como miembros, de votar por hombres y
mujeres honorables que estén dispuestos a servir.

Muchas oportunidades de prestar servicio son informales —sin una asignación— y


se presentan cuando tendemos la mano a otras personas que conocemos en el
trayecto de la vida. Recuerden que Jesús le enseñó al intérprete de la ley que
debemos amar a Dios y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, utilizando al
Buen Samaritano como ejemplo9.

El servicio nos da la oportunidad de comprender la vida y el ministerio de Cristo. Él


vino para servir, como enseñan las Escrituras, “así como el Hijo del Hombre no vino
para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”10.

Posiblemente Pedro ha ofrecido la mejor descripción del ministerio terrenal del


Salvador en tres palabras cuando se re rió a Jesús, quien “anduvo haciendo
bienes”11.

El Señor Jesucristo es el don más preciado de todos los dones de Dios. Jesús dijo:
“Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”12.

https://www.lds.org/general-conference/2018/04/precious-gifts-from-god?lang=spa 3/4
24/9/2018 Los preciosos dones de Dios - Por el presidente M. Russell Ballard

Ne captó la importancia de nuestro Salvador cuando declaró: “… hablamos de


Cristo, nos regocijamos en Cristo, predicamos de Cristo, profetizamos de Cristo y
escribimos según nuestras profecías, para que nuestros hijos sepan a qué fuente
han de acudir para la remisión de sus pecados”13. Debemos hacer que Cristo sea el
centro de nuestra vida en todo momento y en todo lugar.

Debemos recordar que es Su nombre el que aparece en nuestros lugares de


adoración; somos bautizados en Su nombre y somos con rmados, ordenados,
investidos y sellados en matrimonio en Su nombre. Tomamos la Santa Cena y
prometemos tomar Su nombre sobre nosotros, y llegar a ser verdaderos cristianos.
Por último, en la oración sacramental se nos pide “recordarle siempre”14.

Al prepararnos para mañana, domingo de Pascua de Resurrección, recordemos


que Cristo es supremo. Él es el Juez justo, nuestro el Intercesor, nuestro bendito
Redentor, el Buen Pastor, el Mesías prometido, un Amigo verdadero y mucho,
mucho más. Ciertamente Él es un don muy preciado de nuestro Padre para
nosotros.

En nuestro discipulado, tenemos muchas exigencias, preocupaciones y


asignaciones. Sin embargo, algunas actividades siempre deben ocupar el centro de
nuestra membresía en la Iglesia. “De manera que”, manda el Señor, “ocupa el o cio
al que te he nombrado; socorre a los débiles, levanta las manos caídas y fortalece
las rodillas debilitadas”15.

¡Esa es la Iglesia en acción! ¡Esa es la religión pura! ¡Ese es el Evangelio en el sentido


verdadero: cuando socorremos, levantamos y fortalecemos a quienes tienen
necesidades espirituales y temporales! Para hacerlo, se necesita que los visitemos y
ayudemos16 a n de que su testimonio de fe en el Padre Celestial y en Jesucristo y
Su expiación se arraigue en sus corazones.

Ruego que el Señor nos ayude y bendiga para que atesoremos nuestros muchos y
preciados dones de Dios, incluyendo nuestra membresía en Su Iglesia restaurada.
Ruego que estemos llenos de amor por los hijos del Padre Celestial y que podamos
ver sus necesidades y estemos dispuestos a responder sus preguntas y
preocupaciones acerca del Evangelio de forma clara y amable, lo cual aumentará la
comprensión y el aprecio del uno para con el otro.

Testi co que Jesucristo es nuestro Salvador. Lo que se nos enseñará en esta


conferencia general lo recibiremos por la inspiración de apóstoles y profetas, de
Autoridades Generales y hermanas líderes que son O ciales Generales de la Iglesia.
Que el gozo y la paz del Señor permanezcan con cada uno, es mi humilde oración
en el nombre del Señor Jesucristo. Amén.

© 2018 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechos reservados.

https://www.lds.org/general-conference/2018/04/precious-gifts-from-god?lang=spa 4/4

You might also like