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Ensayo I

Jhon Anderson Martínez


1721513003
Intensificación I
Profesor Rubén Darío Zuluaga
Universidad de Caldas - 2018
Elogio de la Dificultad /sobre la Incertidumbre (reflexiones)

No cabe duda que el paso de las épocas ha traído una serie de cambios
monumentales para la sociedad actual, una gran cantidad de transformaciones en
su estilo de vida, su pensamiento, su comportamiento, etc. Sin embargo, a pesar
de todas las facilidades que hoy en día tenemos y la gran cantidad de
conocimiento que poseemos, existe una brecha, un vacío que todavía hace que
dividamos nuestro ser, en pequeñas fracciones que se utilizan individualmente
cuando alguna es necesaria.
La sociedad avanza constantemente, y esto no es malo, por el contrario,
demuestra todas las capacidades que el ser humano puede llegar a lograr. El
problema es que está avanzando a una velocidad tan descontrolada que no
tenemos tiempo siquiera de asimilar los acontecimientos. Esto hace que perdamos
nuestra identidad y nos convirtamos en una masa uniforme y gris que se rige bajo
un sistema y tiene una rutina de quehaceres estipulados cual máquina
programada.
No hay que negar que el último siglo y los que lo habitamos poseemos un inmenso
contraste con lo que hasta hace unos años se podía presenciar. Ahora las ideas
se pueden expresar con más libertad (aún no todas), la multiculturalidad cada vez
incrementa, y las presiones dogmáticas en cuanto a nuestra forma de vida han
disminuido exponencialmente. Sin embargo, conservamos el mismo patrón con el
que han crecido las generaciones a lo largo de la historia: Tenemos una serie de
acciones ya programadas que se desarrollan en el transcurso del día, y esto con
un incentivo que justifica todos nuestros quehaceres, alguna meta por cumplir,
algún sueño por conseguir, para así poder alcanzar la tan anhelada felicidad.
Uno de los grandes problemas de estos tiempos modernos es que pareciera que
el factor humano se está desvaneciendo, ya que poseemos círculos sociales con
los que pasar nuestros minutos de ocio, cuando por fin el ser puede alejarse del
mundo sistemático y así nutrirse de un poco de humanidad.
Si uno se pone a reflexionar sobre estas afirmaciones podrá darse cuenta que no
son ajenas a la realidad, y los resultados parecen salidos de un filme de horror.
Las relaciones sociales no son más que una manera de satisfacer aquellas
egoístas necesidades, se solicita compañía, amor, escucha y muchas otras cosas
que el otro pueda proveernos.
Y aunque procuramos estar atentos al otro, en el subconsciente realmente no es
relevante, ya que tenemos una vida y unos conflictos propios que atender. Se
exhibe una cara ante el exterior, pero realmente no es la que en el interior
realmente sentimos. Los sentimientos reales son aislados y escondidos para que
nunca salgan a la vista del resto. Quizá sea por esto que hoy en día se sufra de
estrés y depresión con tanta facilidad.
Afortunadamente, para quienes están sumergidos en el mundo de la creación, y
sobre todo la creación artística, este patrón de progreso todavía no está insertado
en sus cabezas en su totalidad. Todavía tienen la posibilidad de comunicarse
consigo mismos, explorar a través de sus mundos internos y sumergirse en sus
creaciones buscando una refrescante desvinculación parcial de la cotidianidad,
sus sentimientos son reales y no temen exhibirlos al público. Son la perfecta
oposición de un sistema que se rige a partir de números y códigos, en donde todo
se registra pero nada se analiza y nada se resuelve.

Sin embargo, no es mucho el tiempo que los creadores artísticos puedan presumir
su libertad, pues la manipulación sobre nuestras vidas avanza y consume todo a
su paso, obligándonos a cumplir con sus parámetros para continuar con nuestro
día a día.

Tal vez el hecho de poder ser y hacer lo que verdaderamente nos apasiona y para
lo que realmente creemos que tenemos razón de existir en este mundo, cosa que
pareciera esencial y lógica, terminará siendo esa fantasía utópica llamada felicidad
que tanto perseguimos sin resultado alguno.

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