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IES López-Neyra

Dpto. de Música
HISTORIA DE LA MÚSICA

TEMA V: EL ROMANTICISMO, EL NACIONALISMO Y EL


POSTROMANTICISMO

El Romanticismo se extiende a lo largo del siglo XIX. Las ideas derivadas de la Revolución
Francesa (1789) circulan durante todo el período, extendiéndose por Europa con el autoproclamado
emperador Napoleón Bonaparte a la cabeza. Tras su derrota, el liberalismo burgués y el nacionalismo se
extendieron como modelo político, forjándose las unificaciones de Italia y Alemania.
El progreso, la industrialización, el avance de los medios de transporte y la exploración de
tierras lejanas configuró una nueva imagen del mundo y del individuo. La explotación obrera trae como
consecuencia el movimiento del proletariado. Como consecuencia se publica el Manifiesto Comunista de
Marx y se crea la I Internacional.
Mientras, comienza el colonialismo africano, florece el imperio inglés y Estados Unidos se
afirma como una primera potencia gracias a la llegada masiva de inmigrantes europeos a sus tierras.
En España, el siglo comienza con la Guerra de la Independencia, a la que sucede un desfile de
monarcas que se enfrentarán a distintas tentativas republicanas y se verán obligados a ceder ante el
poder de la Constitución. La Iglesia española, arruinada desde la desamortización de Mendizábal, no es
capaz de mantener las capillas musicales, por lo que el Estado tiene que tomar el relevo en la promoción y
transmisión del oficio musical. Así, se crea en 1830 el Real Conservatorio de Madrid, única escuela
estatal durante todo el siglo, al que fueron agregándose otras por iniciativa de los poderes locales.
Además, se construye el Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela, lo cual centraliza en la capital la
enseñanza y el mercado del arte musical. La iniciativa social también contribuirá al desarrollo de la vida
musical en el país, creándose revistas, liceos, ateneos, sociedades de músicos y orquestas autogestionadas.
El adjetivo romántico proviene de romance, cuyo significado literario original es el de cuento o
poema medieval que trataba de personajes o sucesos heroicos, escrito en alguna lengua romance. Así, la
palabra romántico lleva la connotación de algo remoto, legendario, fantástico. Los artistas románticos
muestran especial predilección por los temas relacionados con la Naturaleza, especialmente en su
aspecto más salvaje y misterioso, por lo exótico, lo dramático, lo tenebroso, la pasión y lo infinito.
Aunque el Romanticismo fue una manifestación internacional, Alemania y Francia fueron la
patria de estas ideas, manifestadas en las obras de escritores como Víctor Hugo, Goethe o Schiller, y en
España, Zorrilla, Espronceda, Larra o Bécquer.
Como siempre, los factores políticos y sociales van a determinar la temática y los distintos
movimientos artísticos del siglo. Así, el progreso de las comunicaciones, que permite acercar el campo a
la ciudad, y la colonización, que pone en contacto a Europa con países lejanos y exóticos, unidas al hastío
generalizado y el rechazo a la miseria moral de la hipocresía burguesa, explican el gusto romántico por el
paisaje natural, por lo extraño y lo espiritual, por el sentimiento y la libertad, huyendo de la realidad y
construyendo un lenguaje subjetivo que tiene su más alta expresión en el arte musical. Durante el
Romanticismo, los artistas se expresan a través de su obra mostrando estados de ánimo, sentimientos y
emociones por encima de ataduras formales y estéticas. Se considera a la música como la más
romántica de las artes, como vehículo de expresión de los sentimientos, como el lenguaje del alma. Así,
el romanticismo se dirige más al corazón que a la razón, y la obra del artista romántico es fiel reflejo de
su vida. Por otra parte, los sentimientos nacionales se manifiestan en música a través del uso del folclore
y la canción popular.
Los cambios producidos en la sociedad europea alentaron a los músicos a deshacerse de los
lazos de sus patronos y ejercer su profesión de manera libre y personal, especializándose según su
actividad: compositores, intérpretes, directores...De esta manera, la música depende cada vez menos de
los gustos de los mecenas que encargan las obras y los músicos componen según su propio criterio. El
público de su tiempo, aunque más formado y exigente, en ocasiones no entenderá esa expresión personal
y no valorará determinados músicos hasta tiempo después.
Durante el Romanticismo las artes se aproximan y se mezclan. Así, se intenta hacer a la
música poética y pintoresca, creando formas que suprimen las barreras entre música y literatura y
producen imágenes en el oyente. Es el caso del lied, de la música programática y de la “obra de arte total”
que persigue el drama wagneriano.
La música del XIX experimenta con la disonancia y el cromatismo, juega con el ritmo y el
tempo en un continuo movimiento y centra la expresión en la melodía. Muy a menudo se utiliza un
motivo melódico como elemento unificador en las obras. Es el caso del leit-motiv y de los temas cíclicos
que se repiten en todos los movimientos de algunas obras sinfónicas. Predominan las estructuras libres,
además de exaltar el sentimiento por encima de la forma. Las frases melódicas huyen de la simetría, las
dinámicas se exageran en pro de la expresividad, las texturas exploran nuevas armonías y tienden a
caer o a transformarse las formas demasiado racionales y concretas como la forma sonata.

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1.-LA MÚSICA INSTRUMENTAL EN EL S. XIX

La música instrumental se convierte, durante el Romanticismo, en el medio preferido para


expresar lo que la palabra no es capaz de transmitir. La música con texto resultaba excesivamente
definida, demasiado racional para el músico romántico. No es, por tanto, casual, el redescubrimiento de la
obra de Bach ni el reconocimiento de Beethoven como creador y perfeccionador de la sinfonía, el cuarteto
y la sonata.
La música se convierte así en un arte introspectivo que, bajo una nueva sensibilidad, se asimila
esencialmente como sonido, con poder evocador propio.
El encuentro del poder expresivo de la música instrumental se produce a través de la orquesta,
que aumenta en tamaño y extensión, incorporando nuevos instrumentos y multiplicando los existentes, y
el piano, que, muy mejorado técnicamente, se convertirá en el instrumento romántico por excelencia,
tanto en el escenario como en la música doméstica burguesa. La música de cámara ocupará un lugar
permanente en la vida musical romántica, bajo formas clásicas que plantean grandes exigencias a oyente e
intérprete.

1.1.- El piano romántico.

El piano experimenta durante esta época grandes progresos técnicos que lo hacen adecuado para
expresar la fantasía, el virtuosismo, la sonoridad y la expresividad que necesitaban los compositores
románticos. Gana tal importancia que está presente en la orquesta y es esencial en el concierto y en otras
formas como el lied.
El piano se pone de moda en este período porque es capaz de expresar dos cualidades
románticas antagónicas pero complementarias: la brillantez, que va unida al papel virtuosístico de los
intérpretes, y la intimidad, ya que es un instrumento adecuado para el hogar y proclive a la individualidad.
Los compositores hacen que los intérpretes recorran el piano usando escalas y arpegios a gran
velocidad. Se mezclan sonidos y acordes por medio del pedal, que hace que éstos queden flotando en el
aire aunque se suelten las teclas, y se reducen al teclado composiciones operísticas y sinfónicas.
Como consecuencia de la gran importancia que tuvo este instrumento surgieron grandes
industrias de pianos.
La producción pianística sigue dos caminos:
A) Formas de larga duración:
 conciertos, en los que se igualarán los papeles de orquesta y solista y en los que los
compositores se esforzarán por demostrar, además de la habilidad de los intérpretes,
todas las posibilidades técnicas y expresivas del instrumento.
 variaciones
 sonatas
B) Formas breves: son obras muy libres y de corta duración, con carácter improvisatorio, esto es,
que permiten que el músico se exprese siguiendo su inspiración. En estas formas los compositores
pretenden mantenerse al margen del sentimentalismo y del virtuosismo vacío. Algunas de las formas más
cultivadas son:
 balada, composición de carácter lírico y melancólico.
 preludio, pieza que por primera vez se utiliza como una obra en sí misma y no como
introducción a otra.
 rapsodia, obra de carácter fantástico
 nocturno, pieza de carácter intimista y sentimental.
 estudio, pieza destinada a desarrollar la técnica del intérprete.
 formas de danza, como la mazurca y la polonesa, de origen polaco, y la polca, de
origen checo
Existe una cantidad enorme de compositores que se dedicaron a estas formas. Algunos de ellos
lo hicieron de forma exclusiva.
Félix Mendelssohn (1809-1847)fue un genio precoz. Realizó giras por Europa como pianista.
Su hermana Fanny vivió a su sombra. También compositora, se duda si algunas de las obras firmadas por
él son obra suya. La muerte de Fanny afectó hasta tal punto al compositor que dos meses después
falleció. Su sensibilidad y elegancia para la música son visibles en sus Romanzas sin palabras, melodías
libres y variadas de carácter lírico.
Franz Schubert (1797-1828) recibió sus primeras lecciones de parte de su padre. De origen
austríaco, se trasladó a Viena, donde estudió música en su capilla musical. Con 26 años comenzó a sentir

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los primeros síntomas de una infección venérea que sabía podía quitarle la vida, lo que hace a la música
de sus últimos años más triste y melancólica. Entre sus obras destacan los Momentos musicales y sus
ocho Impromptus, que poseen una rica melodía y una forma perfecta.
Fréderic Chopin (1810-1849), compositor y pianista polaco, fue un célebre artista reconocido
en vida. Siendo un niño dio su primer concierto, emprendiendo una gira incesable que se vio truncada
por su mala salud, que le llevó a la muerte a los 39 años. Vivió en Varsovia, Viena, París, y durante el
tiempo que mantuvo relaciones con la escritora George Sand permaneció en Mallorca. Con una
inspiración arrebatada, se expresa a través del piano, componiendo casi exclusivamente para este
instrumento. Destacan sus Nocturnos, Estudios y Polonesas. Las cualidades más destacadas de su música
son un lenguaje armónico rico y variado y una bella melodía puramente romántica, dentro de lo más
profundamente sentimental, íntimo, heroico y exaltado.
Robert Schumann compuso incansablemente durante toda su vida, pues su carrera como
pianista se interrumpió dramáticamente por una lesión irreversible en sus manos que él mismo se provocó
por un exceso de “entrenamiento”. Su mujer, Clara, se convirtió en la mejor intérprete de su obra,
influyendo en la vida y las composiciones de Schumann de forma decisiva. A los 42 años, el compositor
sufría grandes fiebres, depresiones e imsomnios que lo llevan a ser ingresado en un asilo donde se niega a
recibir visitas, ni siquiera de su esposa, y donde muere pocos años después. El piano fue siempre su
instrumento favorito, dedicándose a él casi por entero. Su obra más destacada es Carnaval. En su música
predominan los contrastes, las formas libres y un ritmo impulsivo y persistente.
El húngaro Franz Liszt (1811-1886) completó con sus hazañas como compositor y director su
deslumbrante carrera como concertista, iniciada a los once años. Su vida tumultuosa y cosmopolita dio
como fruto una música ecléctica e impulsiva. A los 36 años conoce a una princesa rusa, quien estará a su
lado el resto de su vida. Suegro de Wagner, que se casó con su hija Cosima, trabajó como maestro y
director de la música de éste. Con Liszt el piano llega a su cumbre. Su obra más importante son las
diecinueve Rapsodias Húngaras, basadas en melodías nacionales. Algunos rasgos de su música son la
influencia del folclore húngaro y de factores literarios (de hecho, es el creador del poema sinfónico), un
virtuosismo endiablado, casi milagroso y un atrevido uso de la armonía.
Los compositores nacionalistas también aportaron grandes obras a la literatura pianística en las
que aplicaron nuevas técnicas y lenguajes para el instrumento. Entre otros, cabe destacar al ruso
Mussorgski con sus Cuadros de una exposición o al español Isaac Albéniz con la magnífica suite Iberia.

1.2- La música sinfónica en el s.XIX .

La característica definitoria de la música sinfónica del Romanticismo es el enriquecimiento que


paulatinamente experimenta el colorido de la orquesta, que crece incorporando nuevos instrumentos
(como la tuba, el saxofón, el gong y la marimba) y multiplicando el número de los ya existentes. Así, las
secciones de viento y percusión irán adquiriendo cada vez más peso, lo que llevará a duplicar la cantidad
de instrumentos de cuerda. La música nacionalista aportará algunos sonidos hasta entonces ajenos a la
orquesta, como el de las castañuelas o la pandereta, que se convertirán en instrumentos habituales de la
plantilla orquestal a partir de ese momento.
El eslabón entre la orquesta clásica y la del siglo XIX es la orquesta de Beethoven.

Los compositores románticos desarrollaron la música orquestal en dos variantes:


-la de la música pura, en la que las formas clásicas evolucionarán de acuerdo a los nuevos
lenguajes. Es el caso de la sinfonía y el concierto, que se escribió fundamentalmente para piano.
-la de la música programática, inspirada y conducida por un texto literario, género que dará
lugar a formas no convencionales como el poema sinfónico.
También se escriben oberturas, suites y ballets, a medio camino entre ambos conceptos
musicales.

Evolución de la sinfonía.
Siguiendo las huellas de Beethoven, casi todos los músicos de este período se expresan a través
de la sinfonía, marcando distintas líneas en la composición del género:
1.- La que parte del respeto a la forma, ligando la sinfonía clásica al nuevo uso del timbre y la
armonía. Es el caso de los románticos tempranos, como Schubert (sinfonía Inacabada) y Mendelssohn
(sinfonías Italiana y Escocesa) y en la segunda mitad del siglo, Brahms.
2.- La sinfonía postromántica, caracterizada por la ampliación de la forma y el gigantismo de la
orquesta. Son representativas de este estilo las sinfonías de Bruckner, que comienza a utilizar los temas
de manera cíclica y recurrente, y Mahler (Sinfonía de los Mil). En otro orden muy distinto se mueven las
sinfonías de Tchaikovsky (sinfonía Patética), más sentimentales y efectistas.

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3.- La sinfonía de corte nacionalista, de la que obtenemos un buen ejemplo en la producción de


Dvorak (Sinfonía del Nuevo Mundo).
4.- La sinfonía programática. A medida que avanza el Romanticismo, los músicos se liberan del
corsé que supone la sinfonía, con lo que denominamos música programática, un tipo de música sinfónica
que sigue un tema o programa literario o artístico, que es el que conduce la obra. La música programática
es fruto de esa necesidad de relajar las formas. Ya Mendelssohn (en su obertura, luego convertida en
música incidental para el teatro, El sueño de una noche verano) y Schumann (sinfonía Renana) recurren a
la asociación de determinadas imágenes en sus obras, pero de forma difusa en comparación con Berlioz,
quien instaura el género con la Sinfonía Fantástica, que él subtituló Episodios de la vida de un artista.
Utiliza con frecuencia la técnica de la idea fija, un tema musical que personaliza a alguien o algo, y que se
repite varias veces a lo largo de la obra.

El poema sinfónico.
El principal compositor de música programática posterior a Berlioz fue Liszt, que creó el poema
sinfónico, obra para orquesta en uno o varios movimientos a través de la cual se ilustra musicalmente, sin
auxilio de la palabra, un argumento o idea preliminar, inspirándose en elementos poéticos y descriptivos
Su forma es libre, pues se adapta a las necesidades del programa a desarrollar. Los más famosos poemas
sinfónicos de Liszt son Orfeo o Mazepa.
Ligada al Romanticismo, pero ya en el siglo XX, esta forma musical tiene una vida especial a través del
compositor Richard Strauss. Famoso director de orquesta, fue reconocido universalmente como la figura
dominante de la vida musical alemana durante la primera mitad del siglo. Sus poemas Así habló
Zaratustra, Don Juan o Las alegres aventuras de Till Eulenspiegel, se mueven dentro de programas tanto
filosóficos como descriptivos.
Los nacionalistas también lo toman como horma favorita, pues la presencia de lo literario
permitía la narración o descripción de temas nacionales. Encontramos bellos ejemplos en Scherezade, de
Rimsky-Korsakov o Cuadros de una exposición de Mussorgski.

El ballet.
El término ballet toma hoy en día distintos significados: como conjunto de profesionales de la
danza que trabajan como compañía (p.ej. “Ballet Nacional de España”); como sinónimo de danza clásica,
pues éste fue el término utilizado para designar a la danza culta, sistematizada y profesionalizada que se
creó en Francia durante el Barroco; y como forma musical escénica para orquesta en la que se desarrolla
un argumento a través del baile, que es la que en este tema nos ocupa.
La revolución estética que supone el Romanticismo pronto aflora en el ballet, que, en el siglo
XIX, mostraba una marcada tendencia hacia lo fantástico, lo sentimental, lo sobrenatural y el rendimiento
incondicional a la mujer. El nuevo espiritualismo se dispara con el estreno del ballet La sílfide en 1832, el
cual evocaba las brumas de Escocia, a través de las cuales surgía una etérea figura que se deslizaba sobre
las puntas de manera ligera y silenciosa.

Se trataba de María Taglioni, delicada bailarina que salía a escena vestida con un corpiño
ajustado, un tutú a la altura de las rodillas, moño sobre la nuca y mallas de color rosado que terminaban
en unas zapatillas de raso con puntera reforzada. Todo ello, unido a sus movimientos continuos y
alargados, contribuía a darle un aspecto inmaterial e ingrávido que se adaptaba perfectamente al
imperativo romántico. Pronto le salieron competidoras, como Carlota Grissi, que marcó un hito con su
interpretación del ballet Giselle Y Fanny Elssler, quien se hizo célebre interpretando el brío de danzas
españolas como la cachucha. Otro título destacado fue Coppelia, compuesto por Leo Delibes.

En Rusia, las escuelas imperiales de danza (San Petersburgo, Moscú, Varsovia), ofrecían una
educación muy disciplinada que daba la misma importancia a los bailarines masculinos y femeninos. El
ballet ruso cosechó grandes éxitos gracias al coreógrafo Marius Petipá, quien vivió sus más brillantes
momentos trabajando en colaboración con Chaikovsky (La bella durmiente, Cascanueces, El lago de los
cisnes) y Minkus (Don Quijote, La bayadera).

En España se desarrolla la escuela bolera, danza académica nacional española cuyos


movimientos surgen de la síntesis entre los pasos del baile tradicional (bolero, seguidilla, fandango...) y el
ballet francés. Lola Montes y Mariano Camprubí son algunos de los nombres que pusieron de moda la
estética del baile español en los escenarios de todo el mundo.

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2.- MÚSICA VOCAL EN EL SIGLO XIX

2.1.- El lied romántico

La palabra lied significa canción en alemán. Se trata de una forma vocal compuesta para voz
solista y piano, ambos con el mismo protagonismo, es decir, el piano no se limita a acompañar a la voz,
sino que se complementan.
El lied consiste en la unión entre poesía y música. Generalmente es una composición breve en
la que se le pone música a un poema de alta calidad. El piano crea una atmósfera apropiada subrayando el
contenido del texto. Es esta estrecha conexión entre literatura y música la muestra de ese espíritu
romántico de unión entre las artes, en la que se alimentan unas de otras.
El lied es una forma bastante libre que presenta distintas estructuras. Algunas de las
modalidades más usadas son la forma ternaria (ABA), el rondó (ABACA) y el lied estrófico (AA'A''...).
Los lieder se presentan en ciclos que aúnan varias canciones bajo un mismo título.
Aunque el siglo XIX es el gran período del lied, en el que alcanza su plenitud, podemos
encontrar sus precedentes en la canción trovadoresca (el minnësinger), la chanson o el madrigal.
El iniciador del género fue Schubert, que compuso más de 600 lieder. Él dio forma al lied
romántico, aunque esta música le proporcionó poco éxito en vida. Sus ciclos más característicos son La
bella molinera y Viaje de invierno.
Schumann fue otro destacado cultivador del lied. El carácter de sus lieder es más expresivo.
Una de sus obras más importantes es Amor de poeta.
En los 260 lieder que compuso, Brahms se acercó más a la música popular. Entre sus obras
destacan las Romanzas de Magelone.
Mahler, por su parte, renueva esta forma musical componiendo cinco ciclos de lieder para voz
y orquesta, en un intento por encontrar en la sinfonía el espíritu del lied y viceversa. La orquesta de
Mahler es muy rica y variada y utiliza todo tipo de timbres, y los textos suelen ser bastante pesimistas.
Entre sus obras destaca La canción de la Tierra.
En España la canción era una práctica muy extendida entre profesionales y aficionados.
Durante el Romanticismo existía una enorme demanda social de canciones para ser interpretadas en los
salones, acompañadas de piano, guitarra o ambos instrumentos. Eran obras muy marcadas por la música
popular como las seguidillas, y presentaban gran conexión con la zarzuela. Un buen ejemplo lo
encontramos en la obra de Sebastián de Iradier.

2.2.- La ópera en el s.XIX

La forma operística se adapta muy bien al concepto romántico de unión entre las artes. Así, se
produce una nueva relación entre libreto y música, y la evolución estética del género irá abandonando el
virtuosismo vocal a favor del elemento dramático y la expresividad del lenguaje.
La ópera del XIX se desarrolla a través de tres núcleos principales: Francia, Italia y Alemania.

En FRANCIA, la influencia de la Revolución hace crecer a una clase media cada día más fuerte
que comienza a ir a la ópera y demanda sus gustos y aficiones.
Son varios los fenómenos operísticos que nacen en este país:
- La Gran Ópera, que es la ópera seria francesa y se caracteriza por su espectacularidad.
- La Ópera Cómica, el género preferido por la sociedad burguesa, que usa el diálogo
hablado.
- La Ópera Lírica, un tipo de ópera intermedio entre las anteriores, cuyo representante más
destacado es Bizet con Carmen.
- La Opereta, género menor heredado de la ópera bufa y el vodevil, de carácter satírico y
frívolo, que incluye numerosos bailes y está pensado para un público menos culto. El más famoso
cultivador del estilo es Offenbach (Orfeo en los infiernos).

En ITALIA, el Romanticismo entra más lentamente y la distinción entre ópera bufa y seria
todavía se mantiene por un tiempo.
- El tránsito lo realiza Gioachino Rossini, que inicia una nueva ópera inspirada en el bel
canto, concepto muy italiano que se centra en la explotación de la melodía y el virtuosismo de los
cantantes. Entre sus obras destaca El Barbero de Sevilla o Guillermo Tell. Su música se caracteriza por el
empleo de oberturas animadas y vibrantes, en las que explota todos los recursos de la orquesta, melodías

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intensas, espontáneas y populares y estructuras muy claras. También nombraremos a Gaetano Donizetti
con Don Pasquale y a Vincenzo Bellini con Norma.
- Giuseppe Verdi (1813-1901), el gran genio de la ópera italiana del siglo XIX, hace
avanzar el género considerando la ópera como un modo de contar el drama humano y, por ello,
reclamando en sus libretos situaciones emocionales fuertes y violentas. Parte de temas de interés para el
pueblo italiano, a veces relacionados con el Risorgimento, del que se convierte en un símbolo. Verdi
enriquece la orquesta tanto en color como en textura y armonía y da gran importancia al coro dentro de la
acción. Algunos de sus títulos más relevantes son Rigoletto, El Trovador, La Traviata, Aída y Otello,
todas ellas demostración de su gran aportación al teatro lírico.
- El verismo es el último período de la ópera italiana. La ópera verista pretende exponer y
pintar la realidad tal como es, describir momentos reales de la vida y las emociones primarias de los
protagonistas, de la misma forma que se hace en el realismo literario. Su mayor representante es
Giacomo Puccini con títulos como La Bohème y Tosca.

La ópera en ALEMANIA encuentra durante el Romanticismo su propio camino, independiente


de la influencia italiana. Weber es el iniciador del género, pero será Richard Wagner (1813-1883) quien
establezca las características del nuevo estilo, que él denominará drama musical. Su idea es conseguir una
obra de arte total, es decir, aquella en la que se da la unión entre todas las artes. Se basa en la mitología
alemana y hace de la orquesta el punto crucial de sus óperas, dándole gran importancia y aumentando el
número de sus componentes. En cuanto a su melodía, denominada melodía infinita, está pensada para ser
interpretada sin interrupciones, eliminando la separación entre números y dándole continuidad a través de
la utilización del leit motiv , motivo musical asociado a un personaje o situación del argumento.
Entre sus obras destaca Tannhäuser, Lohengrin, Tristán e Isolda o la tetralogía El anillo de los
nibelungos (El oro del Rhin, La Walkiria, Sigfrido y El ocaso de los dioses). Para representar esta obra
Wagner necesitaba un teatro especial que le fue facilitado por su amigo el rey Luis II de Baviera, en
Bayreuth, ciudad que hoy se ha convertido en centro de peregrinación de los seguidores del compositor,
especialmente en los días del festival que en verano allí se celebra.

2.3.- La música teatral en España

En España, como en el resto de los países de Europa, el teatro musical nace en el siglo XVII,
pero aquí se impusieron desde el principio las formas teatrales cantadas y habladas por delante de la
ópera, toda cantada. De estos géneros, la zarzuela ha sido el de mayor trascendencia y proyección.
Recordaremos que la zarzuela, forma teatral española de carácter cómico en uno o varios actos,
en el que se alternan las escenas habladas y cantadas, comienza su andadura en el Barroco sobre obras
escritas por Calderón para ser representadas en el Palacio de la Zarzuela, de ahí su nombre. Se trataba de
un género cortesano en el que pesaba más el diálogo que las intervenciones musicales. Juan Hidalgo
(Celos, aun del aire, matan) y Sebastián Durón son algunos de los músicos responsables de la misma.
La zarzuela en el siglo XVIII deja de ser un espectáculo para la corte y se extiende al público de
los corrales. Ello implica un incremento de los elementos populares de las zarzuelas. El músico que mejor
representa el cambio en la primera mitad del siglo XVIII es José de Nebra (Viento es la dicha del amor),
que conoce en Madrid el estilo español y el italiano.

Pero la gran época de la zarzuela española estaba por llegar con la restauración del género en el
Romanticismo, motivada especialmente por la búsqueda de una alternativa a la hegemonía de la ópera
italiana. La recuperación del género tuvo como principal responsable a Barbieri, que con Jugar con
fuego determina el modelo de la nueva zarzuela. Ésta incluye partes para solistas (romanzas y cuplés),
coros e instrumentos (preludios e intermedios), y se fundamenta en la danza popular, la tonadilla y el
folklore.
La evolución de la zarzuela a lo largo del siglo da lugar a distintos formatos:
-La Zarzuela Grande (1830): se divide normalmente tres actos, compuestos de cinco o seis
números de música cada acto. Van precedidas de un preludio, al que le sigue un gran coro. Son
frecuentes los temas de carácter histórico español, y predomina el texto cantado sobre el hablado.
Algunos autores representativos, además del ya citado Barbieri son: Rafael Hernando, Joaquín
Gaztambide, Cristóbal Oudrid y Emilio Arrieta (Marina).
-El Género Chico (1880): a diferencia de la zarzuela grande, se compone de un solo acto. Hay
menor presencia de números corales, que son, frecuentemente, al unísono. Los números son más breves
que en la zarzuela grande, es de carácter marcadamente popular y predomina el texto hablado sobre el
cantado. El tema principal es el amor. Este género es un fenómeno muy típico de Madrid. En él los

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personajes hablan incorrectamente, de forma castiza, y hablan de cuestiones de su tiempo. El baile se


emplea sistemáticamente: vals, habanera, mazurca, chotis, tango y naturalmente, el pasodoble.
Los compositores más importantes del Género Chico son: Federico Chueca con sus obras La
Gran Vía y Agua, azucarillos y aguardiente, Tomás Bretón con La verbena de la paloma y Ruperto
Chapí con La Revoltosa.

A comienzos del siglo XX el Género Chico comienza su decadencia y con ello la zarzuela
desemboca en su tercer periodo, que se extiende hasta los años cincuenta. El Género Chico fue
erosionado por nuevas variantes líricas; pero la zarzuela grande resurgió, aunque tuvo como gran enemigo
la invención del cinematógrafo. Tras la Guerra Civil el género se desvió hacia la revista.
Los maestros de esta última generación fueron Amadeo Vives con su obra Doña Francisquita,
Pablo Luna con El niño judío, Francisco Alonso con Las Leandras, Pablo Sorazábal con sus obras La
del manojo de rosas y La tabernera del puerto y Federico Moreno Torroba con Luisa Fernanda.

3.-EL NACIONALISMO.

El nacionalismo musical comprende aproximadamente la segunda mitad del siglo XIX y la


primera del XX. Es un fenómeno característico de los países periféricos de Europa, donde los
compositores reivindican un puesto dentro de la gran tradición clásica centroeuropea. Se inspiran en las
tradiciones, leyendas, historia y paisajes de su país. Para conseguir esa evocación hacen uso de los cantos,
melodías, cadencias, ritmos y danzas populares, recogiendo literalmente los motivos del folklore o
adaptándolos como punto de partida para sus obras para alcanzar una “música clásica” propia o
nacionalista. Ello tiene como efecto inmediato la incorporación de nuevos instrumentos musicales
autóctonos y la realización de amplios trabajos de investigación musicológica. Además, los compositores
se verán atraídos por otros pueblos distintos al suyo, especialmente por el exotismo de España y Oriente.
Conforme avanza el siglo XX se va imponiendo lo que se conoce como segundo nacionalismo, un
nacionalismo musical más desarrollado en el que nos encontramos con obras más elaboradas, donde el
elemento popular es menos explícito. Por otra parte resulta complicado hablar de un lenguaje puramente
nacionalista en los grandes maestros del momento, pues al mismo tiempo estarán presentes influencias del
impresionismo y, posteriormente, del neoclasicismo.
Con el Nacionalismo, países sin una trayectoria musical significativa cobran importancia:
-En CHECOSLOVAQUIA destacan Dvorák (Sinfonía del nuevo mundo, de inspiración
norteamericana) y Smetana.

-En NORUEGA hay que nombrar a Grieg con su famosa suite Peer Gynt, que el compositor
creó para ser interpretada incidentalmente en la obra homónima de Ibsen.

-FINLANDIA encuentra su representación en Sibelius.

-En RUSIA, el “Grupo de los Cinco” marcará el destino de la música del país. Impulsados por
Glinka y unidos por lazos amistosos, buscaron un lenguaje propio. El grupo estaba formado por
Balakirev, César Cui, Borodin (El príncipe Igor), Rimsky-Korsakov (Capricho Español, Sherezade) y
Mussorgsky (Boris Godunov, Cuadros de una exposición).

-HUNGRÍA crea escuela con la obra de Bartok y Kodaly.

-También en AMÉRICA surge una importante corriente nacionalista, representada en Gerswhin


(Porgy and Bess) en Estados Unidos o Villalobos en Brasil.

-En ESPAÑA, al igual que en otros países de Europa en la segunda mitad del siglo XIX, muchos
músicos se interesaron por la música de su país, intentando crear una música propia con toques
personales. El resultado final fue una mezcla entre música culta de tradición centroeuropea con música
popular española, con especial incidencia en la andaluza.
La manifestación más evidente de esta reivindicación fue la zarzuela, sin olvidar la obra de los
virtuosos instrumentales Francisco Tárrega, quien puso a la guitarra moderna en las salas de concierto, y
el violinista Pablo Sarasate.
El sinfonismo español de la segunda mitad del XIX no escapa a esta influencia, especialmente en
las obras de la corriente denominada Alhambrismo, inspirada en el folclore andaluz y árabe, según una
moda también existente en la arquitectura del momento (de ladrillo con motivos geométricos orientales),

Romanticismo, Nacionalismo y Postromanticismo. 7


IES López-Neyra
Dpto. de Música
HISTORIA DE LA MÚSICA

así como en la literatura (como se puede observar en los “Cuentos de la Alhambra” de Washington
Irving).
Pero la música nacionalista española alcanza proyección internacional con las grandes figuras de
la primera mitad del siglo XX, quienes, impulsados por Felipe Pedrell, trabajaron distintos estilos que
llevaron la música española a su plenitud.
Los catalanes Isaac Albéniz y Enrique Granados nos legaron un piano muy personal, de
acuerdo a su temperamento. Así, la escritura compleja, brillante y virtuosística de la suite Iberia de
Albéniz contrasta con la expresividad íntima y sentimental de Goyescas, de Granados. Otros grandes
músicos de esta primera mitad del siglo XX fueron Joaquín Turina (con piezas orquestales como
Sinfonía sevillana y Danzas fantásticas) y Joaquín Rodrigo (autor del Concierto de Aranjuez, para
guitarra y orquesta).
Manuel de Falla (1876-1946) es tal vez el músico español más importante de todos los tiempos.
Nacido en Cádiz, desarrolló la mayor parte de su carrera artística en París. La obra de este genial músico
va mucho más allá del nacionalismo musical, puesto que estando en la vanguardia europea también tiene
elementos impresionistas y evolucionó hacia el neoclasicismo. Podemos señalar cuatro obras más o
menos nacionalistas: La vida breve, título de la única ópera compuesta por Falla; El sombrero de tres
picos, ballet basado en la novela de Pedro Antonio de Alarcón que Falla compuso a petición del
empresario ruso Diaghilev; El amor brujo, de marcado carácter andaluz, tanto en el argumento como en
la música, como podemos observar en la Danza ritual del fuego o en la Canción del fuego fatuo; y las
Siete canciones populares españolas, magnífico conjunto de piezas nacionalistas, armonizadas y
arregladas para voz y piano.

Romanticismo, Nacionalismo y Postromanticismo. 8

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