You are on page 1of 2

Enero 1

Habiéndome convencido de que debía volver a mí mismo, penetré en mi interior, siendo tú mi guía,
y ello me fue posible porque tú, Señor, me socorriste. Entré y vi con los ojos de mi alma, de un modo
u otro, por encima de la capacidad de estos mismos ojos, por encima de mi mente, una luz
inconmutable; no esta luz ordinaria y visible a cualquier hombre, por intensa y clara que fuese y que
lo llenara todo con su magnitud. Se trataba de una luz completamente distinta. Tampoco estaba por
encima de mi mente, como el aceite sobre el agua o como el cielo sobre la tierra, sino que estaba
en lo más alto, ya que ella fue quien me hizo y yo estaba en los más bajo, porque fui hecho por ella.
Sólo la conoce el que conoce la verdad.

Enero 2
Despierta, hombre por ti Dios se hizo hombre. Despierta, tú que duermes, surge de entre los
muertos; y Cristo con su luz te alumbrará. Te lo repito: por ti Dios se hizo hombre.

Enero 3
Óyeme, escúchame, atiéndeme, Dios mío, Rey mío, Creador mío, mi esperanza, mi realidad, mi
honor, mi morada, mi patria, mi salud, mi luz, mi vida. Óyeme, escúchame, atiéndeme con ese estilo
tuyo que tan pocos conocen. Ahora te amo sólo a ti; a ti sigo. Sólo a ti busco.

Enero 4
Dios mío, sana y abre mis ojos para advertir tus señales. Destierra de mí toda la ignorancia para que
pueda reconocerte. Enséñame a dónde debe prestar atención para verte, para que pueda hacer lo
que me pidas…

Enero 5
Recibe a este fugitivo, Padre misericordioso, porque ya he sufrido bastante, ya he servido bastante
a los que no te aman, ya he sido suficientemente engañado, por cosas falsas. Recíbeme a mí, tu
servidor, que trata de huir de las cosas que, aunque aún las extraño, me recibieron cuando huía de
ti. Que tu puerta quede siempre abierta para el que venga a golpear en ella.

Enero 6
Dios, Padre nuestro, nos pides que recemos y nos concedes aquello que te pedimos, ya que, cuando
rezamos, vivimos mejor y somos mejores: escúchame porque ando a tientas en estas tinieblas;
extiéndeme tu mano, ilumíname con tu luz, apártame de los errores. Con tu guía, haz que retorne
dentro de mí, para que pueda subir a ti. Amén.

Busca mejor algo verdadero que decir y no por qué maldecir, algo que enseñar y no algo que objetar.

Enero 7
Si a ti encuentran por la fe quienes se refugian en ti, dame la fe. Si lo hacen por el esfuerzo virtuoso,
dame la virtud para lograrlo. Si por medio de la fuerza, otórgamela. Padre, haz que te busque.
Protégeme del error y que, al buscarte, ninguna otra cosa se me presente en lugar tuyo, porque
nada deseo más que a ti. Sí, con todo, hay en mí el deseo de algo detestable, purifícame y hazme
capaz de verte.

Hay ojos tan sanos y bien dispuestos que, apenas abiertos, pueden contemplar la luz del sol sin
parpadear. Para ellos, la luz es la salud sin que necesiten enseñanza; sólo alguna advertencia: les
basta creer, esperar y amar.
Otros, al contrario, se deslumbran con el resplandor de la misma luz que con tanta insistencia
desean contemplar y, al no conseguir lo que quieren, retornan frecuentemente con gozo a las
tinieblas.

Enero 9
Enséñame cómo se llega hasta ti, desde dónde se llega hasta ti. Yo lo ignoro; indícamelo tú,
muéstramelo tú y dame el alimento para el viaje.

Enero 10
Hay un lamento oculto que no puede ser oído por el hombre; pero, si el corazón está invadido por
un deseo tan ardiente que la herida del hombre interior llegue a expresarse con voz más clara,
entonces se investiga la causa y el hombre dice dentro de sí: “Tal vez se lamenta por esto o tal vez
le sucedió esto otro”. Pero ¿quién puede comprender esto lamentos, sino aquel ante cuyos ojos y
oídos se lamenta? Porque, si bien los hombres pueden oír los lamentos de un hombre,
frecuentemente lo que oyen son los lamentos de la carne; pero no oyen al que llora en su corazón.

Enero 11

You might also like