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1. Introducción
El papa Francisco ya se encuentra en suelo chileno y, a partir de esta semana, visitará diversas
ciudades de nuestro país. La visita de Su Santidad estará marcada por la defensa de las
poblaciones indígenas y de un claro mensaje de esperanza a favor de la protección del medio
ambiente.
En efecto, ha sido el propio presidente del Poder Judicial, Dr. Duberlí Rodríguez, quien por
ocasión de la apertura del año judicial, ha anunciado la inmediata implementación del Primer
Juzgado Especializado en Derecho Ambiental en Puerto Maldonado, la primera ciudad que
será visitada por el Santo Padre.
La Constitución Política del Estado en su artículo 2 inciso 22, dentro del catálogo de derechos
fundamentale, incorpora por primera vez el “derecho a gozar de un ambiente equilibrado y
adecuado al desarrollo de su vida”. En tal sentido, nuestra carta política ha elevado a nivel
fundamental dicho derecho, siendo ello así, el Estado tiene el deber de efectivizar su plena
vigencia, así como prever los mecanismos de su garantía y defensa en caso de vulneración a
este bien jurídico.
Los ilícitos penales más comunes son aquellos referidos a la contaminación del ambiente,
tráfico ilegal de residuos peligrosos, delitos de minería ilegal, delitos de financiamiento de la
minería ilegal, tráfico ilícito de insumos químicos y maquinarias destinadas a la minería ilegal,
tráfico ilegal de especies de flora y fauna silvestre, tráfico ilegal de especies acuáticas, tráfico
ilegal de recursos genéticos, delitos contra los bosques o formaciones boscosas, tráfico ilegal de
productos forestales maderables, de alteración del ambiente o paisaje y delitos de utilización
indebida de tierras agrícolas.
Urge una adecuada protección al medio ambiente por parte de todas las autoridades, con el
fin de que se repriman con severidad todas las violaciones a los bienes jurídicos que provocan
la contaminación y depredación de los recursos naturales.
Es importante también precisar que, en las investigaciones penales por los delitos tipificados,
será de exigencia obligatoria la evacuación de un informe fundamentado por escrito por la
autoridad ambiental, antes del pronunciamiento del Fiscal o Fiscal de la Investigación
Preparatoria en la etapa intermedia del proceso penal. El informe será evacuado dentro de un
plazo no mayor de 30 días contados desde la recepción del pedido del Fiscal de la Investigación
Preparatoria o del juez, bajo responsabilidad. Dicho informe deberá ser merituado por el fiscal o
juez al momento de expedir la resolución o disposición correspondiente.
No está demás precisar que poco a poco se debe crear conciencia ambiental y para tal efecto,
es necesario repotenciar los Comités de Ecoeficiencia y las Comisiones Distritales de
Gestión Ambiental en las 34 Cortes Superiores de Justicia en el Perú, a fin de ingresar a un
proceso de modernización vinculado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible – ODS, el
Acuerdo Nacional y el Plan Bicentenario del 2021.
Según el portal del Ministerio del Ambiente, se precisa que la protección del medio ambiente
tiene una historia muy reciente en nuestro ordenamiento jurídico, pues recién la Constitución
Política del Estado de 1979 y la actual de 1993 hicieron evidente su protección al más alto nivel.
3. A modo de conclusión
Nuestra carta política ha elevado al nivel fundamental dicho derecho, siendo ello así, el Estado
tiene el deber de efectivizar su plena vigencia, así como prever los mecanismos de su garantía
y defensa en caso de la vulneración a los bienes jurídicos.
Por tal razón, la implementación del Primer Juzgado Especializado en Derecho Ambiental en
Puerto Maldonado y, por ende, en todo el Perú, significa la consolidación de una mejor
protección de nuestros recursos naturales, así como también la investigación y posterior sanción
a quienes contaminen nuestro medio ambiente. Se corre traslado.
1. Introducción
De los últimos acontecimientos legales-ambientales se habla muy poco. Obviamos delitos que
deberían de preocuparnos, pues no son sancionados pese a estar tipificados; más aún si
tomamos en cuenta las catastróficas repercusiones que son producto de su
incumplimiento; y es que sobre legislación ambiental se habla muy poco en las aulas de las
facultades de Derecho y ni mencionar sobre el ámbito penal–ambiental, tema del que propongo
en este artículo se le dé la prioridad que este merece.
Encontramos pues omisiones que casi no son sancionables por las entidades fiscalizadoras
ambientales (EFA), sanciones que se pierden en el tiempo durante el trámite brindado a nivel
administrativo que nuestro sistema legal ofrece, fiscalías especializadas en materia ambiental
que pareciera necesitan poner las barbas en remojo y darle mayor relevancia a su accionar
sancionador. La norma existe, pero entonces: ¿Por qué tanta dificultad al momento de
aplicarlas?
2. Justificación
En la actualidad los temas vinculados al medio ambiente se han incrementado: basta con
revisar el amplio cuerpo normativo que el Perú presenta respecto a los recursos naturales, es
más, hallamos que su desarrollo está acompañado de prácticas científico–tecnológicas, no
siendo ajeno en el ámbito del derecho.
Años atrás era difícil poder apreciar un procedimiento adecuado que permita un buen accionar
por parte de las entidades pertenecientes al Estado ante daños, faltas o descompensaciones
para con el medio ambiente, los tiempos cambian y somos vivos espectadores de lo que se
viene provocando en el territorio donde vivimos. Nos encontramos pasivos, observando el
acontecer ambiental sin mayor preocupación alguna, mientras nuestra riqueza y calidad de vida
se va agotando con el transcurso de los días.
Lamentablemente los esfuerzos para contrarrestar estos daños son pocos, a pesar de que el
Perú está catalogado como uno de los países con mayor cantidad de recursos naturales, se
observa una escasa aplicación de la legislación ambiental y afines, en especial en el campo del
derecho penal-ambiental. Esto muestra, entonces, el poco valor de persecución delictiva
ambiental que se le brinda al mencionado campo, limitándose el ius puniendi ante los ilícitos
ocasionados por determinados agentes, dicho esto, es necesario no solo “tomar conciencia”,
sino verificar cuál es la situación legal ambiental actual que se aplica en nuestro Estado y la
problemática que impide darle la prioridad que se merece.
El Estado peruano empieza a darle importancia a la temática ambiental desde el año 1990 con
la publicación del Código del Medio Ambiente y los Recursos Naturales. De esta manera,
se le da lugar a la protección del bien jurídico medio ambiente. Siendo una de las primeras
legislaciones que se enfocaban en la materia, marcó un precedente a fin de seguir
implementando instrumentos, buenas prácticas así como la implementación de una correcta
política ambiental, actividades que si bien es cierto no se dan como desearíamos vienen
implementándose (de manera sosegada). Resultados tales como el de preservación de
diversidad biológica, sistemas de gestión ambiental e incluso el uso del derecho penal como
medio de control aplicado al campo de la legislación ambiental para el resguardo de esta;
muestran que su inducción a la legislación peruana no ha sido en vano.
El mencionado Código tenía en su cuerpo normativo –Capitulo XXI–, las iniciales tipificaciones
ambientales, y no es hasta pocos meses después de su uso que este queda sustituido por el
Código Penal de 1991, que recoge figuras delictivas prescritas en el primero. A la fecha la
tipificación penal-ambiental existente es la del Código Penal de 1991, pero ante el poco éxito a
nivel de aplicación, el 2 de octubre de 2008, mediante Ley 29263se modifica el Título XIII
“Delitos Ambientales”, dividiéndolo en cuatro capítulos que se enfocan de la siguiente
manera:
Este capítulo expone los tipos de contaminación ocasionados contra el medio ambiente, así
como sus formas agravadas, haciendo énfasis en el aspecto de responsabilidad penal producto
de la omisión respecto al incumplimiento de normas en el manejo de residuos sólidos, tráfico
ilegal de residuos peligrosos e inclusive sobre la obstaculización para con las entidades
fiscalizadores en materia ambiental.
El segundo capítulo presenta un enfoque más relevante: el de los recursos naturales. Aspecto
de vital importancia si es que de medio ambiente se habla, teniendo un ámbito más complejo
por su propio contenido, que sanciona el tráfico ilegal tanto de flora y fauna silvestre
protegida, el tráfico ilegal de especies acuáticas de flora y fauna silvestre protegidas, la
depredación de flora y fauna silvestre protegida, el tráfico ilegal de recursos genéticos,
sus formas agravadas, los delitos contra los bosques o formaciones boscosas, el tráfico
ilegal de productos forestales maderables, la obstrucción de procedimiento, formas
agravadas, utilización indebida de tierras agrícolas, autorización de actividad contraria a
los planes o usos previstos por la ley y la alteración del ambiente. Véase pues el número de
elementos que integran este capítulo, su campo científico-legal puede incluso causar
desconocimiento para los propios fiscales y profesionales del derecho. A su vez nótese que
este capítulo empieza a dar cuenta sobre la interacción social–ambiental–económica.
El tercer capítulo toma relevancia no solo en cuanto a los temas ambientales propiamente
dichos, sino que involucra a quienes laboran de manera negativa en el sector ambiental,
incluye delitos tales como el de responsabilidad de funcionario por otorgamiento ilegal de
derechos, responsabilidad de los representantes legales de las personas jurídicas y la
responsabilidad por información falsa contenida en informes; es así que, la legislación no
solo aborda la punibilidad en cuanto al daño al medio ambiente, sino también a aquellos
individuos que sean desleales para lo confiado en sus labores.
Capítulo IV – Medidas cautelares y exclusión o reducción de penas (Art. 314 C, 314 D)
Sobre el último capítulo, tenemos presente a las medidas cautelares, que el juez cree por
conveniente dictaminar respecto de los delitos del Título XIII, y cómo olvidar al tan notorio
derecho penal premial, que beneficia a quienes se encuentren dentro del proceso siempre y
cuando adopten actitudes que le “faciliten” o mejoren el avance del proceso de
investigación.
Las entidades de fiscalización ambiental (en adelante EFA), son aquellas entidades públicas de
ámbito nacional, regional o local que tienen como atribuidas alguna o todas las acciones de
fiscalización ambiental, en sentido amplio. Estas forman parte del Sistema Nacional de
Evaluación y Fiscalización Ambiental (en adelante SINEFA), por lo que si bien ejercen sus
competencias con independencia funcional del Organismo de Evaluación y Fiscalización
Ambiental (en adelante OEFA), en tanto se rigen por sus propias normas; deben cumplir con
las normas establecidas en la Ley 29325 – Ley del SINEFA, con las disposiciones y
lineamientos que el OEFA emite en su calidad de ente rector del SINEFA, de estos se
desprenden:
Para la práctica de la fiscalización ambiental a su cargo, estas han de cumplir con una serie de
condiciones tales como: aprobar una tipificación de infracciones y sanciones ambientales;
aprobar los instrumentos legales y técnicos; contar con el equipamiento técnico necesario, y
recurrir a laboratorios acreditados o de reconocida competencia técnica; cumplir con la
elaboración, aprobación, ejecución y reporte de su Plan Anual de Fiscalización Ambiental
(PLANEFA); contar con mecanismos que permitan medir la eficacia y eficiencia del
ejercicio de la fiscalización ambiental; reportar al OEFA el ejercicio de las acciones de
fiscalización ambiental realizadas.
4.2.1. El OEFA
Creado en el año 2008 mediante Decreto Legislativo 1013 – Decreto Legislativo que aprueba
la Ley de Creación, Organización y Funciones del Ministerio del Ambiente, inicia sus
actividades de fiscalización ambiental a partir del año 2010, como organismo público técnico
especializado, adscrito al Ministerio del Ambiente, encargado de la fiscalización ambiental y
de asegurar el adecuado equilibrio entre la inversión privada en actividades económicas y la
protección ambiental, siendo además el ente Rector del Sistema Nacional de Evaluación y
Fiscalización Ambiental presenta como funciones:
La responsabilidad penal recae sobre el sujeto activo ya siendo esta una persona natural o
jurídica (en su gran mayoría son jurídicas), mientras que el sujeto pasivo viene a ser el
afectado producto de la comisión del delito, usualmente una colectividad de individuos que
han de constituirse como parte civil dentro del proceso, con la finalidad de que se les haga
entrega de la reparación civil fijada en la sentencia expedida por el juzgado correspondiente.
Usualmente los delitos ambientales son cometidos por personas jurídicas, y por tanto, he ahí la
interrogante: ¿las personas jurídicas pueden delinquir? Conforme al principio societas
delinquere non potest no lo podrían hacer al no presentar dolo, es más siendo todo un conjunto
sistematizado ¿cómo aplicaríamos la pena? A simple vista no habría como atribuirle cargos en
su calidad de persona jurídica; pero si bien no pueden delinquir tampoco se les exime de
responsabilidad alguna, ya que el juez puede adoptar para estos casos medidas tales como
lo que prescriben los artículos 105, 23 y 27 del Código Penal.
El informe fundamentado es el documento con valor jurídico, que ha de ser elaborado por la
autoridad ambiental competente acorde con la afectación producida en el ilícito penal, puede
ser brindada a solicitud de la autoridad fiscal encargada del caso; es pues un requisito de
procedencia en las investigaciones por la presunta comisión de delitos ambientales, es decir,
una condición de valor legal para el ejercicio válido de la acción penal contra el o los
imputados.
Por citar un ejemplo veamos el sector minero. Gran y mediana minería está a cargo del OEFA,
mientras la pequeña y artesanal minería queda bajo supervisión de la Dirección Regional de
Energía y Minas, la que muchas veces presenta un alto grado de desconfianza en sus
labores, por sus altos índices de corrupción; gracias a los presuntos cupos que toman de las
pequeñas mineras a fin de no accionar contra ellas, limitando una buena y correcta supervisión
por parte de la mencionada entidad.
El Ministerio Público no está ajeno a la situación, y es que las pocas fiscalías especializadas en
esta materia así como el poco personal no pueden cubrir a totalidad las denuncias formuladas,
la complejidad de la aplicación dificulta al personal fiscal la identificación propia del ilícito penal
trabajando teorías que en muchas ocasiones no son acertadas, requiriendo ayuda del OEFA
en la mayoría de oportunidades.
Recordemos que en derecho ambiental vamos más allá de la propia legislación ya que se tiene
que trabajar con recursos naturales, tema del cual no se profundiza en aspectos de acusación
para con el Ministerio Publico, es más, estas fiscalías no se encuentran dentro de las zonas de
influencia de las actividades realizadas por las empresas o ni siquiera se ubican dentro de las
capitales de departamento. Por citar un ejemplo el caso de la Fiscalía Especializada en
Materia Ambiental de Áncash se encuentra lejana de la capital del departamento,
exactamente a unas cinco a cuatro horas de la capital de Áncash.
De otro lado las zonas donde se desarrollan los ilícitos ambientales son ricas en recursos
naturales tales como agua, minerales, flora, fauna y demás, pero el problema surge cuando
algunos pobladores de dichas zonas defienden a quienes extraen algunos de los mencionados
recursos, impidiendo el acceso tanto de las mismas entidades de fiscalización ambiental,
prensa e inclusive al propio personal fiscal.
6. Conclusiones
[1] VILLAVICENCIO, Felipe. Derecho Penal Parte General. Grijley. Lima. 2010, p. 93.
[5] Véase.