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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

Jean-Marie Domenach

LA
PROPAGANDA
POLÍTICA

Edición Original: 1950


Edición Electrónica: 2014

lanuevaeditorialvirtual.blogspot.com

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

INDICE

INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................................. 3
CAPÍTULO I: EL AMBIENTE.............................................................................................................................. 7
COAGULACIÓN NACIONAL Y CONCENTRACIONES URBANAS. ...................................................................................... 7
LA INVENCIÓN DE NUEVAS TÉCNICAS ................................................................................................................... 9
CAPÍTULO II: LAS DOS FUENTES DE LA PROPAGANDA ................................................................................. 12
LA PUBLICIDAD ............................................................................................................................................ 12
LA IDEOLOGÍA POLÍTICA ................................................................................................................................. 13
CAPÍTULO III: LA PROPAGANDA DE TIPO LENINISTA.................................................................................... 17
CAPITULO IV: LA PROPAGANDA DE TIPO HITLERIANO................................................................................. 27
CAPITULO V: REGLAS Y TÉCNICAS ................................................................................................................ 36
1. REGLA DE LA SIMPLIFICACIÓN Y EL ENEMIGO ÚNICO .......................................................................................... 40
2. REGLA DE LA EXAGERACIÓN Y DESFIGURACIÓN ................................................................................................. 45
3. REGLA DE LA ORQUESTACIÓN ...................................................................................................................... 46
4. REGLA DE LA TRANSFUSIÓN ......................................................................................................................... 53
5. REGLA DE LA UNANIMIDAD Y DEL CONTAGIO ................................................................................................... 55
LA CONTRA-PROPAGANDA.............................................................................................................................. 64
CAPÍTULO VI: EL MITO, LA MENTIRA Y EL HECHO ........................................................................................ 71
CAPÍTULO VII: OPINIÓN Y PROPAGANDA .................................................................................................... 86
CAPÍTULO VIII: DEMOCRACIA Y PROPAGANDA ........................................................................................... 99
ANEXOS...................................................................................................................................................... 106
1)- GOEBBELS SOBRE LA PROPAGANDA ........................................................................................................... 106
2)- MAO TSE-TUNG SOBRE LA PROPAGANDA .................................................................................................... 132

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Introducción
La propaganda política es uno de los fenómenos dominantes en la
primera mitad del siglo XX. Sin ella serían inconcebibles las grandes
conmociones de nuestra época, la revolución comunista y el
fascismo. Fue en gran parte gracias a ella que Lenin pudo establecer
el bolchevismo; y esencialmente a ella Hitler debió sus victorias,
desde la toma del poder hasta la invasión del 40. Los dos hombres
que han marcado más profundamente nuestra reciente historia son,
antes que hombres de estado y jefes militares, dos genios de la
propaganda que proclamaron la supremacía de esta arma moderna.
"Lo principal, dijo Lenin, es la agitación y la propaganda en todas las
capas del pueblo”. Hitler, por su parte, afirmó; "La propaganda nos
permitió llegar al poder y nos dará la posibilidad de ampliarlo”.
En su libro Le Pouvoir et L´Opinión. Alfred Sauvy observa,
justamente, que ningún estado moderno de corte fascista ha caído
sin intervención exterior, y ve en ello la prueba del poder de la
propaganda política. Podría decirse que, principalmente, se trata de
la consecuencia de la acción de la policía política. Pero la propaganda
precedía a la policía o al ejército y preparaba su labor. La policía
alemana poco podía hacer fuera de las fronteras de su país; la
anexión sin combate de Austria y Checoslovaquia y el derrumbe de
las estructuras militares y políticas de Francia son, en primer lugar,
victorias de la propaganda. En la jerarquía de los poderes del
totalitarismo moderno la propaganda política ocupa,
innegablemente, el primer puesto, antes que la policía.
Durante la Segunda Guerra Mundial la propaganda acompañó
siempre a los ejércitos y con frecuencia los precedió. En España, las
brigadas internacionales tenían sus comisarios políticos. En Rusia, la
Wehrmacht tenía "compañías de propaganda". La Resistencia
francesa nunca hubiera sacrificado miles de hombres, y de los
mejores, para imprimir y difundir folletos o volantes de contenido
frecuentemente muy pobre, si no hubiera tenido la oscura intuición

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de que ese esfuerzo era vital. Después llegó el armisticio; pero la


propaganda no cejó en su esfuerzo. Contribuyó a la conversión de
China al comunismo más que las divisiones de Mao Tse-tung.
Radios, diarios, películas cinematográficas, folletos, discursos y
afiches, enfrentan las ideas, se impugnan los hechos y se disputan los
hombres. Muy de nuestra época es esa historia de los prisioneros
japoneses que, en 1949, retornan de la URSS convertidos al
comunismo después de una permanencia en campos de "educación
política", y que cuando desembarcan son esperados, Biblia en mano,
por los ardientes predicadores de la otra doctrina, para someterlos a
una "reeducación democrática".
Ciertamente, desde que hay rivalidades políticas, es decir, desde el
principio del mundo, la propaganda existe y desempeña su papel.
Fue una verdadera campaña de propaganda la que Demóstenes
realizó contra Filipo, o Cicerón contra Catilina. Napoleón, muy
consciente de los procedimientos que hacen admirar a los jefes y
divinizar a los grandes hombres, había comprendido perfectamente
que un gobierno debe preocuparse, ante todo, por obtener el
asentimiento de la opinión pública. "Para ser justo no basta con
hacer el bien; es necesario, además, que los gobernados estén
convencidos de ello. La fuerza se funda en la opinión. ¿Qué es el
gobierno? Cuando le falta la opinión, nada."
En todos los tiempos los políticos, los hombres de Estado y los
dictadores han tratado de lograr la adhesión a su persona y a su
sistema de gobierno. Pero entre las arengas del Ágora y las de
Nuremberg, entre los graffiti electorales de Pompeya y una campaña
de propaganda moderna, no hay punto de comparación. La ruptura
se halla muy próxima a nosotros. La leyenda napoleónica misma, tan
preponderante que cuarenta años más tarde llevaba al poder a un
nuevo Napoleón, no puede compararse con el mito que rodea a los
jefes modernos. Aun la propaganda del general Boulanger [1]

1 )- Ver http://es.wikipedia.org/wiki/Georges_Boulanger

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actualiza los viejos tiempos: caballo negro, cancioncillas, imágenes


de Epinal ... [2]
Treinta años más tarde, las formidables olas de la propaganda
tendrán como vehículo la radio, la fotografía, el cine, la prensa de
gran tirada, los afiches gigantescos y todos los nuevos
procedimientos de reproducción gráfica. Al conjunto de los medios
empleados en todos los tiempos por los hombres políticos para hacer
triunfar su causa, y que se relacionaban con la elocuencia, la poesía,
la música, la escultura y, en suma, con las formas tradicionales de las
bellas artes, sucedió una técnica nueva que emplea medios puestos a
su disposición por la ciencia, para convencer y dirigir las masas
formadas en el mismo tiempo; es una técnica de conjunto, coherente,
que puede ser sistematizada hasta cierto punto.
El vocablo con que se la designa es contemporáneo del fenómeno. La
palabra propaganda es uno de esos términos arbitrariamente
extraídos de las fórmulas del latín pontifical; fue empleado por la
Iglesia en los tiempos de la Contrarreforma (de propaganda fide) y
casi no rebasó los límites del vocabulario eclesiástico (Colegio de la
Propaganda) hasta que, a fines del siglo XVIII, irrumpió en la lengua
laica. Pero aun entonces conservó su resonancia religiosa, que solo
en el siglo XX perdió definitivamente. Las definiciones que de ella
hoy pueden darse poco tienen en común con su primer sentido
apostólico: "La propaganda es una tentativa para ejercer influencia
en la opinión y en la conducta de la sociedad, de manera que las
personas adopten una opinión y una conducta determinadas". [3]
Según otra definición, “la propaganda es el lenguaje destinado a la
masa. Emplea palabras u otros símbolos a los cuales sirven como
vehículo la radio, la prensa y la cinematografía. La finalidad del
propagandista es ejercer influencia en la actitud de las masas en

2 )- Ver http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen_de_%C3%89pinal
3 )- BARTLETT, Political Propaganda.

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puntos que están sometidos a la propaganda y que son objeto de


opinión”. [4]
La propaganda puede compararse con la publicidad en cuanto tiende
a crear, transformar o confirmar opiniones y usa algunos de los
medios propios de ésta; pero se distingue de ella porque persigue un
fin político y no comercial. Las necesidades o las preferencias que
suscita la publicidad están enderezadas a un producto particular,
mientras que la propaganda sugiere o impone creencias o reflejos
que a menudo modifican el comportamiento, el psiquismo y aun las
convicciones religiosas o filosóficas. La propaganda por consiguiente,
influye en la actitud fundamental del ser humano. En este sentido
puede comparársela con la educación; pero las técnicas que emplea
habitualmente y, sobre todo, su designio de convencer y subyugar,
sin formar, la hacen su antítesis.
Sin embargo, la propaganda política no es una ciencia que pueda
condensarse en fórmulas. Primeramente, porque actúa en
mecanismos fisiológicos, psíquicos e inconscientes demasiado
complejos, algunos de los cuales son poco conocidos; luego, porque
sus principios dimanan tanto de la estética como de la ciencia:
enseñanzas de la experiencia, indicaciones generales que sirven de
base a la invención; y cuando no hay ideas, talento o público, ya no
se trata de propaganda ni de literatura. La “psicagogía”, es decir, la
dirección del alma colectiva, tiene mucho de las ciencias modernas.
Pero ¿puede llegar a ser ella misma una ciencia? Esa es la pregunta
que deberemos formularnos. Por tanto, no intentaremos codificarla,
aun en su estado actual. Creemos y esperamos, que no permanecerá
encadenada a las reglas funcionales que le reconoceremos.

4 )- Propaganda, communication and public opinion, Princeton.

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CAPÍTULO I: EL AMBIENTE
La propaganda política, tal como la examinamos, es decir, como una
empresa organizada para influir y dirigir la opinión, no aparece sino
en el siglo XX, al término de una evolución que le da, al mismo
tiempo, su campo propio: la masa moderna, y sus medios de acción:
las nuevas técnicas de información, y comunicación. Aun cuando la
intención del propagandista y algunos de sus procedimientos siguen
siendo, en general, los mismos desde el origen de las sociedades
políticas, el alcance de su influencia aumentó a tal punto que es
preciso hablar de un salto cualitativo.

Coagulación nacional y concentraciones urbanas.


Hay dos hechos esenciales que caracterizan la evolución de la
humanidad en el siglo XIX: la formación de naciones cada vez más
unificadas en su estructura y en su espíritu, y una evolución en la
demografía y el hábitat.
En grandes extensiones de Europa y de América, el sujeto se
convierte en ciudadano. Poco a poco es llamado a votar y a hacer
guerras que ya no conciernen sólo a especialistas y mercenarios. Por
lo menos teóricamente, sus responsabilidades se amplían con la
participación en la vida pública. La política exterior ya no interesa
solamente a las cancillerías, sino que estremece a la opinión
nacional. Y la opinión deviene, a su vez, un medio de política
exterior. Se apuesta a su excitación o a su calma; se la utiliza para
sostener la política propia o presionar en la del adversario. El
desencadenamiento de la guerra de 1870, con el despacho de Ems,
[5] las ediciones especiales de los diarios, y la repentina aparición de
los chauvinismos, son síntomas evidentes de esa coagulación

5 )- Ver: http://es.wikipedia.org/wiki/Telegrama_de_Ems

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nacional y significan que la opinión pública entra en una nueva


etapa.
Al mismo tiempo se produce una revolución completa en la
demografía y el hábitat. Entre 1800 y 1900 se duplicó la población
mundial. La de Europa aumentó en un 165 % entre 1800 y 1932. Este
nuevo poblamiento se concentra sobre todo en las ciudades
industriales, en provecho de las cuales, en algunos países, se
abandona el campo. Esta enorme agitación disuelve a las células
tradicionales: la casa, que era la morada, el patrimonio de la familia,
se convierte en un lugar de paso donde se vive hacinado, el "barrio"
impersonal remplaza a la aldea y la parroquia. Estas comunidades
intermediarias que enmarcaban al individuo, constituían para él una
sociedad particular, con su propia historia, que le filtraba los
acontecimientos del mundo. Su desaparición lo dejó aislado,
desorientado, frente a una sociedad nacional, en rápida evolución,
expuesto inmediatamente a las solicitaciones exteriores. La miseria,
la inseguridad de la condición obrera, el temor a la desocupación y a
la guerra crean un estado de permanente inquietud que la
sensibilidad del individuo exagera y lo lleva a buscar refugio en las
certidumbres de la masa. "Individuos reducidos a una vida animal
(debería decirse también psicológica y moralmente) privada,
adhieren a lo que irradia un cierto calor humano, es decir, a aquello
que ha agrupado ya a muchos individuos. Experimentan la atracción
social de una manera directa y brutal” [6]
De esta manera, la dislocación de los antiguos cuadros, el progreso
de los medios de comunicación, la constitución de aglomeraciones
urbanas, la inseguridad de la condición industrial, las amenazas de
crisis y de guerra, a las que se agregan los múltiples factores de
uniformización progresiva de la vida moderna (lenguaje, vestimenta,
etc.), todo contribuye a crear masas ávidas de información,
influenciables y susceptibles de reacciones colectivas y brutales. Al

6 )- JULES MONNEROT, Sociologie du Communisme, Gallimard, pág. 359 .

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mismo tiempo las invenciones técnicas suministran los medios de


actuar inmediata y simultáneamente en las masas nuevas.

La invención de nuevas técnicas


El escrito, la palabra y la imagen, tales son los sostenes permanentes
de la propaganda .Pero su empleo estaba limitado: en el caso del
escrito, el más potente vehículo de propaganda, por lo caro de su
precio y la lentitud de su distribución; en el de la palabra, por el
alcance de la voz humana; y en el de la imagen se reducía a los
dibujos o pinturas reproducidos por procedimientos costosos. Ahora
bien; los descubrimientos dan a esos tres sostenes un alcance
prácticamente ilimitado.

1. Alcance del escrito impreso. Los ideólogos del siglo XVIII usaron
libelos, libros (y aun una enciclopedia) para una propaganda
revolucionaria de efecto seguro. En las cercanías del 48 se asistió a
un florecimiento parecido. No obstante, aparte las excepciones que
examinaremos más adelante, el precio del libro lo hacía objeto de
lujo reservado a una élite y los plazos de impresión retrasaban
forzosamente la actualidad de folletos o panfletos menos costosos. El
vehículo de propaganda mejor adaptado era el diario. Ya Hegel decía
que la "lectura del diario es la plegaria matutina del hombre
moderno". Los diarios de opinión aparecieron con la Revolución
Francesa y desempeñaron en ella un papel activo. Sin embargo,
hasta mediados del siglo XIX los diarios fueron muy caros y
estuvieron reservados a una élite. Se difundían sobre todo por
suscripciones y éstas eran un signo de riqueza. El diario costaba 5
centavos cuando la jornada de trabajo se pagaba 30 centavos. En
1825 Le Constitutionnel tenía doce mil suscriptores y el Times,
diecisiete mil, lo que parecía enorme. El diario de esa época era de
una presentación austera, de un estilo ponderado que hoy nos parece
fastidioso.

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El diario moderno debe su existencia a los siguientes factores:


a) Invención de la rotativa, lo que aumentó la tirada y disminuyó el
precio.
b) Utilización de la publicidad, lo que aportó nuevos recursos.
c) Rapidez en la distribución (el ferrocarril, el automóvil y el avión,
permitieron transportar los ejemplares a todas partes en un tiempo
mínimo.
d) Rapidez en la información (el telégrafo remplazó a la paloma
mensajera; se constituyeron grandes agencias de información).
Así se creó la prensa moderna, cuyo bajo precio y presentación la
hacen un instrumento popular y una potencia de opinión formidable.
Pero al mismo tiempo que aumentaron su tirada y su influencia, los
diarios se convirtieron en "negocios", sometidos a la servidumbre del
capitalismo o del Estado, y dependieron de agencias de información
que también estaban controladas.

2. Alcance de la palabra. Demóstenes trataba de cubrir con su voz el


ruido del mar, y Jaurés con la suya, poderosa, podía sobreponer las
interrupciones en las reuniones públicas. La invención del micrófono
permitió a la voz humana cubrir las dimensiones de salas inmensas,
de vastos locales, de estadios, etc.
La radiofonía ha liberado definitivamente a la palabra de toda
limitación. Una voz puede ser transmitida simultáneamente a todos
los puntos del mundo. El aumento constante de radioemisoras
tiende a devolver a la palabra hablada el predominio que en un
momento había perdido frente a la palabra impresa. Sin la radio, ni
Hitler ni el general De Gaulle hubieran desempeñado el papel
histórico que les cupo.

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3. El alcance de la imagen. El grabado, tan importante, por ejemplo,


en la leyenda napoleónica, se ha beneficiado con los nuevos
procedimientos de reproducción.
La invención de la fotografía permitió una reproducción directa y por
ello con más fuerza probatoria, susceptible también de una tirada
ilimitada. El cine dio una imagen aún más verídica y más
sorprendente, que no se aparta de la realidad más que por la falta de
relieve.
En una masa cuya gran parte ha sido recientemente trasplantada,
sustraída a sus formas de vida, a su moral, a su religión tradicional, y
que como consecuencia de ello se ha hecho más sensible y más
maleable, las técnicas de difusión vuelcan directamente, por el
escrito, la palabra y la imagen, las novedades del mundo entero. Le
entregaron la historia cotidiana del mundo sin darle el tiempo ni los
medios para ejercer un control retrospectivo; se adueñaron de ella
por el temor o la esperanza, y la arrojaron, a su vez, a la palestra. Las
masas modernas y los medios de difusión son el origen de una
cohesión de la opinión, sin precedentes. Ph. de Felice, en un libro
reciente, ha querido mostrar que todos los pueblos y todas las épocas
han dado muestras de delirio colectivo. Pero entonces se trataba
solamente de bruscos y salvajes arrebatos, de repentinos
enardecimientos que se extinguían después de causar algunos
estragos. En nuestros días la masa está en un estado de cristalización
latente, y la neurosis colectiva, aunque sus formas delirantes se
mantengan limitadas, alcanza más o menos en profundidad, pero
con permanencia, a un gran número de individuos. Aun en los
sujetos en apariencia normales no es raro observar accesos
inquietantes de excitación y de depresión, extrañas alteraciones de la
lógica y sobre todo, una deficiencia de la voluntad que se manifiesta
por una plasticidad singular ante las sugestiones de origen interior o
exterior. [7]

7 )- P H. DE FELICE, Foules en délire, extases collectives, Albin Michel.

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CAPÍTULO II: LAS DOS FUENTES DE


LA PROPAGANDA
La publicidad
No intentaremos dilucidar si la propaganda es la madre de la
publicidad o a la inversa. Hasta la época moderna apenas se
distinguían. La propaganda de Cesar, de Carlomagno o de Luis XIV
era, al fin de cuentas, una publicidad personal, realizada por los
poetas, historiógrafos e imagineros, y por los grandes hombres
mismos, con sus actitudes, sus discursos y sus frases "históricas".
Durante mucho tiempo la propaganda y la publicidad marcharon
tomadas de la mano; su evolución fue paralela.
Al principio se recomiendan las doctrinas como el farmacéutico
recomienda sus ungüentos; se describen las características y se
explican los beneficios. A la publicidad informativa, que marcó los
comienzos del arte publicitario, corresponden los programas y
exposiciones de sistemas que pulularon en el siglo XIV. Muchos son
los procedimientos comunes a la propaganda y a la publicidad: al
anuncio corresponde "la profesión de fe", a la marca de fábrica el
símbolo y al eslogan comercial el eslogan político. Parecería que
fuera la propaganda la que se inspirara en las invenciones y los éxitos
de la publicidad y copiara un estilo que se supone que agrada al
público. Es así como los partidarios de Boulanger distribuyen juegos
de la oca, como las grandes tiendas, con la diferencia de que las
imágenes y leyendas glorificaban al general.
El progreso de la técnica pronto llevó la publicidad a un nuevo
estadio: aquél en que se buscó "impresionar" más que convencer;
sugestionar, más que explicar. El slogan, la repetición, las imágenes
atractivas, ganaron terreno, progresivamente, a los anuncios serios y
demostrativos: de informativa, la publicidad pasa a ser sugestiva. A
incitación de los Estados Unidos, principalmente, se aplicaron
nuevos modos de presentación, nuevas técnicas, que pronto se

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

apoyaron en investigaciones fisiológicas, psicológicas y aun


psicoanalíticas. Se especuló con la obsesión, con el instinto sexual,
etc. La propaganda política, como ya veremos, no tardó en adoptar
tales procedimientos.
Al mismo tiempo, la publicidad tiende a convertirse en una ciencia;
sus resultados son controlados y prueban su eficacia. La plasticidad
del hombre moderno se pone así en evidencia: difícilmente escapa a
un cierto grado de obsesión y a ciertos procedimientos de atracción.
Es posible guiarlo hacia tal producto o tal marca, y no solo imponerle
ese producto en lugar de otro, sino crearle su necesidad. Formidable
descubrimiento que será decisivo para los ingenieros modernos de la
propaganda: el hombre medio es un ser esencialmente influenciable;
ha llegado a ser posible sugerirle opiniones que tendrá como suyas;
"cambiarle las ideas" literalmente. Y lo que es posible en materia
comercial, ¿por qué no ensayarlo en el campo político?
Todo un sector de la propaganda política continúa viviendo en
simbiosis con la publicidad. Las campañas electorales en los Estados
Unidos, por ejemplo, son apenas diferentes de las campañas
publicitarias. Los famosos desfiles con orquestas, muchachas y
carretones, no son sino ruidosa publicidad. Sin embargo, otra rama
de la propaganda política, sin dejar de inspirarse en los
procedimientos y estilos publicitarios, se apartó de la publicidad
para adoptar una técnica propia. Es esta propaganda, de naturaleza
más amplia y más caracterizada, la que estudiaremos
particularmente, por ser la que influyó más profundamente en la
historia contemporánea.

La ideología política
La propaganda de tipo publicitario se limita a campañas más o
menos espaciadas, de las cuales el caso típico es la campaña
electoral. Se trata entonces de destacar ciertas ideas y ciertos
hombres con procedimientos bien delimitados; expresión normal de
la actividad política. La fusión de la ideología con la política da otro

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tipo de propaganda, de tendencia genérica, ligada estrechamente con


la progresión táctica que actúa en todos los planos de lo humano; no
se trata ya de una actividad parcial y pasajera, sino de la expresión
misma de la política en movimiento, como voluntad de conversión y
de conquista. Esta propaganda está ligada con la introducción de las
grandes ideologías políticas conquistadoras (jacobinismo, marxismo,
fascismo) en la historia y con el enfrentamiento de naciones y
bloques de naciones en las nuevas guerras.
Esta propaganda política data desde la Revolución Francesa. [8] Fue
de los clubes, de las asambleas, de los comités revolucionarios de
donde salieron los primeros discursos de propaganda, los primeros
encargados de la propaganda (que eran, entre otros, los comisarios
en los ejércitos). Fueron ellos los que emprendieron la primera
guerra de propaganda y la primera propaganda de guerra. Por
primera vez una nación se rebelaba y se organizaba en nombre de
una doctrina considerada inmediatamente como universal. Por
primera vez una política interior y exterior era acompañada por la
expansión de una ideología, y por eso mismo, la propaganda
emanaba de ella naturalmente. La Marsellesa, el gorro frigio, la
fiesta de la Federación, la del Ser Supremo, la red de clubes
jacobinos, la marcha sobre Versalles, las manifestaciones en masa
contra los Asambleístas, el patíbulo en las grandes plazas, las
diatribas de L'Ami du Peuple, [9] las injurias del Padre Duchesne;
[10] todos los recursos de la propaganda moderna se inauguraron
entonces.

8)- El vocablo mismo se empleó entonces, ya que, en 1793, se formó en Alsacia una asociación
que tomó el nombre de “Propaganda” y se encargó de difundir, las ideas revolucionarias.
9 )- Ver: http://es.wikipedia.org/wiki/L%27Ami_du_peuple_%281789%29
10)- Le Père Duchesne (El Padre Duchesne) fue un diario extremista publicado durante la
Revolución francesa y editado por Jacques René Hébert entre 1790 y 1794. El título fue editado
después decenas de veces por diferentes personas (incluso con algunas ligeras variantes), por
ejemplo en 1830, 1848 y durante la Comuna de París (1871).

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

De la Revolución procede también un nuevo tipo de guerra. Todas


las energías se movilizarán progresivamente en esta batalla hasta
llegar al estado de guerra total que Ernst Jünger creyó alcanzado en
1914, pero al que no se llegó, realmente, sino en la última guerra.
Desde 1791, la ideología se une a las armas en la conducción de las
guerras, y la propaganda se convierte en auxiliar de la estrategia. Se
trata de crear la cohesión y el entusiasmo en el bando propio, y el
desorden y el miedo en el del enemigo. Al abolir cada vez más la
distinción entre el frente y la retaguardia, la guerra total ofrece a la
propaganda, como campo de acción, no solo los ejércitos, sino las
poblaciones civiles, puesto que quizá sea más segura la acción en
éstas para mejor afectar a aquéllos, puesto que se puede llegar a
sublevar esas poblaciones y hacer surgir en la retaguardia del
enemigo nuevos tipos de soldados, hombres, mujeres y niños espías,
saboteadores y guerrilleros.
Nunca se destacará bastante hasta qué punto las guerras modernas,
al favorecer la exaltación, la credulidad y el maniqueísmo
sentimental, han preparado el terreno a la propaganda. El
"atiborramiento de cráneo" del 14-18 abrió el camino a las mentiras
groseras. De las guerras recientes surgió todo un vocabulario de
intimidación, toda una mitología de conquista; las guerras sirvieron
como laboratorio a las técnicas de la "psicagogía", así como lo fueron
para los aparatos mecánicos. La propaganda se ligó con la guerra de
tal manera que la sustituye naturalmente, después de 1947 alimenta
la "guerra fría" como alimentó "la guerra de nervios" en 1939. La
propaganda actual es la guerra proseguida con otros medios.
Este vínculo de la ideología con la guerra fue adoptado, llevado a otro
plano y perfeccionado por el marxismo-leninismo. El marxismo
sustituyó progresivamente, con una estrategia revolucionaria de
masas, al blanquismo [11] y a la insurrección espontánea del tipo de

)- El blanquismo fue un movimiento doctrinario y activista a favor, primero, de la República y,


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una vez lograda ésta, del comunismo en Francia; que estuvo vigente durante el siglo XIX,
penetró de manera dominante entre los intelectuales y estudiantes y se caracterizó además por

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

las Jornadas de Junio. [12] El movimiento obrero, otro factor


decisivo en el siglo XIX, quiso crear una comunidad supranacional
con su mitología propia. No hemos de olvidar que el partido de
masas fue inventado por la socialdemocracia, y que ésta ensayó una
cierta cantidad de técnicas de propaganda (desfiles, símbolos, etc.)
que fueron corrientemente usadas después. Pero Lenin va mucho
más lejos: quiso infundir dinamismo, mediante la agitación y la
propaganda, a esas masas socialdemócratas caídas en manos de los
políticos aburguesados. Lenin y Trotsky lograron, en plena guerra,
descomponer el ejército y la administración con una combinación de
insurrección y propaganda, y realizaron la revolución bolchevique.
Como escribe J. Monnerot: "Los poderes destructores que contienen
los sentimientos y resentimientos humanos, pueden entonces ser
utilizados, manipulados por especialistas, como lo son, de manera
convergente, los explosivos puramente materiales". La lección no
será desaprovechada.
De esta manera, la propaganda fue secularizada, en cierto modo, por
el jacobinismo y las grandes ideologías modernas. ¿Pero acaso no ha
retornado, por un atajo, a su origen? Aún hoy se trata de una fe que
debe propagarse — de fide propaganda —, de una fe totalmente
terrestre, es cierto, pero cuya expresión y difusión tienen mucho de
la psicología y la técnica de las religiones. La primera propaganda del
cristianismo debió mucho al mito escatológico. Las nuevas
propagandas políticas también se nutren de una mitología de
liberación y salvación; pero están ligadas al instinto de poder y al
combate, a una mitología guerrera y revolucionaria al mismo tiempo.
Empleamos aquí el vocablo mito en el sentido que Sorel le dio: "Los
hombres que participan de los grandes movimientos sociales
representan su acción en forma de imágenes de batallas, en las que
siempre triunfa su causa. Propongo denominar mitos a estas

su férrea disciplina combativa y revolucionaria. Debe su nombre al escritor, político y líder de


esta facción, el francés Louis Auguste Blanqui.
12 )- Referencia a la Revolución de 1848.

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

construcciones". Estos "mitos" que llegan a lo más profundo de lo


inconsciente humano, son representaciones ideales e irracionales
vinculadas al combate; ejercen en la masa una potente acción
dinamogénica y cohesiva.
Las grandes propagandas beben mucho en las mismas fuentes. Las
inspira una misma historia militar y revolucionaria, que es la de
Europa, y una misma aspiración a la comunidad perdida. Pero es
muy diferente la manera en que ordenan y orientan los viejos sueños
reprimidos y agudizados por la sociedad moderna.

CAPÍTULO III: LA PROPAGANDA DE


TIPO LENINISTA
El marxismo podría caracterizarse por su poder de difusión; es una
filosofía capaz de propagarse en las masas, primero, porque
corresponde a un cierto estado de la civilización industrial, y luego
porque se basa en una dialéctica que puede reducirse a formas
extremadamente simples. Es cierto, sin embargo, que el marxismo
no habría tenido tan amplia y rápida expansión si Lenin no lo
hubiese transcripto en un método práctico de acción política.
La conciencia de clase es para Marx la base de la conciencia política.
Pero, y éste es el aporte fundamental de Lenin, la conciencia de clase,
librada a sí misma, se confina en "la lucha económica", es decir, se
limita a una conciencia "tradeunionista", a una actividad puramente
sindical y no llega a convertirse en conciencia política. Antes es
necesario despertarla, educarla y llevarla a la lucha en una esfera
más amplia que la constituida por las relaciones entre obreros y
patronos. Esta tarea recae en una élite de revolucionarios
profesionales, vanguardia consciente del proletariado. El partido
comunista debe ser, precisamente, el instrumento de esa relación de
la élite y la masa, de la vanguardia y la clase. Lenin sustituye la

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

concepción socialdemócrata del partido obrero, tal como se la


conoció sobre todo en Alemania e Inglaterra, por la concepción
dialéctica de una cohorte de agitadores que sensibilizan y conducen
la masa. En esta perspectiva, la propaganda, entendida en un sentido
muy amplio — que va de la agitación al adoctrinamiento político —
se convierte en correa de trasmisión, en vínculo esencial de
expresión, rígido y muy elástico al mismo tiempo, que conecta
continuamente la masa con el partido y la lleva, poco a poco, a
reunirse con la vanguardia en la opinión y en la acción .
La propaganda de tipo bolchevique puede reducirse a dos
expresiones esenciales: la revelación política (o denuncia) y la
consigna.
Fiel a la palabra de Marx, según la cual "ha de hacerse a la opresión
real más dura aún de lo que es agregándole la conciencia de la
opresión, y a la vergüenza más denigrante aún haciéndola pública",
Lenin invitó a los socialdemócratas "a organizar revelaciones
políticas en todos los campos". [13] Esas "revelaciones" tienden a
esclarecer, tras los sofismas con que las clases corruptas envuelven
sus intereses egoístas, la verdadera naturaleza de sus apetitos y el
fundamento real de su poder, y a dar a las masas una
"representación clara" de ello". Ahora bien, dice Lenin, no es "en los
libros donde el obrero podrá hallar esta representación clara; no la
encontrará sino en las exposiciones vivaces, en las revelaciones
candentes de lo que ocurre en un momento dado en torno a
nosotros, de lo que se habla o cuchichea y que se manifiesta en tales
o cuales hechos, cifras, veredictos, etc. Estas revelaciones políticas
abarcan todos los campos y son la condición necesaria y fundamental
para formar las masas con miras a su actividad revolucionaria." Es
ésta la aplicación concreta del plan de desencantamiento marxista:
ante cualquier acontecimiento que afecte la vida de las masas, el
propagandista leninista debe ir de la apariencia a la realidad

13 )- Que faire? Oeuvres choisies, 2 vols, t. I, pág. 229 y sigs.

18
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

entendida en términos marxistas, la cual se encuentra al nivel de la


lucha de clases, e impedir que los espíritus se desvíen o se hundan en
explicaciones superficiales o contrarias.
Una guerra, una huelga, un escándalo político son buenas ocasiones
para ello; pero con más frecuencia algunos hechos mínimos muy
concretos serán los analizados desde sus causas para demostrar
cómo, lo que parecía un mero accidente, se relaciona con la
explicación política general del partido comunista. Así el partido
comunista francés se dedicó a demostrar los "crímenes del plan
Marshall” [14] tomando como base una penuria parcial, como un
cierre de fábrica o el retraso en el suministro de agua en una comuna
rural.
Tomemos el ejemplo de una desocupación parcial que afecta la
actividad de las peluquerías. El cliente pensará que las peluquerías
son demasiado numerosas, que están de moda los cabellos largos o
aun que los cabellos crecen menos ese año. Todas son explicaciones
simplistas y hasta mitológicas que rechazará el propagandista
comunista. Éste le hará admitir con facilidad al cliente que si las
peluquerías están vacías es porque las personas no tienen más que el
dinero indispensable para sus necesidades vitales, de lo cual inferirá
que los asalariados están insuficientemente pagados, y que si esto
sucede es porque el dinero que les corresponde es llevado, por medio
de diversos impuestos y tasas, a alimentar un presupuesto devorado
por los preparativos militares que impone a Francia la política
atlántica, la que no es más que una defensa de los intereses del
capitalismo internacional … Éste es solo un ejemplo imaginado por
nosotros de esta argumentación sistemática con la cual un

14)- El Plan Marshall (denominado oficialmente European Recovery Program o ERP) fue el
plan de Estados Unidos para la reconstrucción de los países europeos después de la Segunda
Guerra Mundial, que a la vez estaba destinado a contener un posible avance del comunismo. La
iniciativa recibió el nombre del Secretario de Estado de los Estados Unidos, George Marshall, y
fue diseñada principalmente por el Departamento de Estado, en especial por William L. Clayton
y George F. Kennan.

19
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

propagandista, formado en el método de Lenin, debe esforzarse en


relacionar la parte con el todo y denunciar infatigablemente y en
todos sus detalles las injusticias que suscita el régimen capitalista .
La consigna nos lleva al aspecto combativo y constructivo de esta
propaganda. La consigna es la representación verbal de una fase de
la táctica revolucionaria. Verdadero concepto motor, expresa tan
clara, breve y eufónicamente como le es posible, el objetivo más
importante del momento, ya se trate, en el período revolucionario,
del aniquilamiento del adversario o de la unificación de la masa
("Todo el poder a los soviets", "Tierra y Paz", "Pan, Paz, Libertad",
"Por un gobierno de amplia unión democrática", etc.) o bien, en el
período de "construcción socialista", de la planificación ("Cumplir y
superar el plan cuatrienal", etc.) .
Se ha de cuidar que la táctica del comunista no se estanque en una
consigna superada por las circunstancias. Acerca de esto, Lenin
muestra, en un artículo de 1917 intitulado "Acerca de las consignas",
que la consigna "Todo el poder a los Soviets" fue justa, pero que dejó
de serlo cuando los otros partidos representados en los Soviets se
aliaron con la burguesía contrarrevolucionaria. Una consigna no es
una excitación huera; condensa la línea política del momento: "Toda
consigna debe deducirse del conjunto de particularidades de una
situación política determinada." Las consignas jalonan plataformas
sucesivas que permiten obligar a las otras fuerzas políticas a
definirse por o contra la colaboración en objetivos concretos y
seductores para las masas.
Toda consigna debe corresponder no solo a la situación política, sino
también al nivel de conciencia de las masas. Su valor depende de la
repercusión que tenga en esta conciencia y para ello debe interpretar
aspiraciones latentes con el tema más favorable. "Se nos acusa de
crear la opinión de las masas, argumentaba Trotsky. El reproche es
inexacto; solo intentamos formularla." Lenin supo unir y expresar las
dos reivindicaciones fundamentales de los millones de campesinos-
soldados del ejército ruso en dos palabras: "Tierra y Paz". En esto

20
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

radica el éxito propagandístico de la revolución bolchevique. Trotsky


comenta este éxito, tanto más fulminante cuanto que los
bolcheviques eran apenas un puñado y carecían casi de poder: "La
pobreza de los medios de que disponía la agitación bolchevique era
impresionante. ¿Cómo entonces, con un aparato tan débil y dada la
cantidad insignificante de las tiradas de la prensa, las ideas y las
consignas del bolcheviquismo pudieron imponerse al pueblo? El
secreto del enigma es muy simple: las consignas que corresponden a
la necesidad aguda de una clase y de una época se abren millares de
caminos. El medio revolucionario, llevado a la incandescencia, se
distingue por una alta conductibilidad de las ideas."
Para trabajar el ambiente, con el objeto de propagar en él
revelaciones y consignas, el bolcheviquismo distingue dos clases de
agentes: los propagandistas y los agitadores. El autor de esta
distinción famosa fue Plejanov, quien dijo: "El propagandista inculca
muchas ideas a una sola persona o a una muy pequeña cantidad de
ellas; el agitador inculca solo una idea o una pequeña cantidad de
ellas, pero, en cambio, las inculca a toda una masa de personas." En
un comentario a esta definición, [15] Lenin dice que el agitador,
partiendo de una injusticia concreta engendrada por la contradicción
del régimen capitalista, "se esforzará por suscitar el descontento y la
indignación en la masa por esta injusticia irritante, dejando al
propagandista la tarea de dar una explicación completa de esta
contradicción”. Es por esto que el propagandista actúa
principalmente por escrito y el agitador de viva voz". No obstante,
Lenin teme visiblemente dejar que se transforme en una distinción
teórica lo que es una distinción práctica, fundada esencialmente en
aptitudes de temperamento. Por otra parte, será fácil encontrar estas
dos familias a lo largo de la historia de las revoluciones, sean éstas
sociales, políticas o aun religiosas. Hérbert y Marat eran agitadores;
Robespierre y Saint-Just, propagandistas. Mussolini no pudo nunca

15 )- Que faire?. Oeuvres choisies, t. I, pág. 1126 y sig.

21
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

superar el estado de agitador. Hitler, por el contrario, era un agitador


que supo elevarse al nivel de sistematización teórica del
propagandista.
Hay un punto en el cual Lenin insiste en varias ocasiones; [16] según
él no se trata sólo de agitar y catequizar a la clase obrera, como
generalmente se conforman con hacer los socialdemócratas, sino que
se ha de "llegar a todas las clases de la población como
propagandistas, como agitadores y como organizadores”. Es preciso
practicar denuncias, revelaciones políticas vivientes que interesen al
pueblo entero: obreros, paisanos, pequeños burgueses, "y para ello
es necesario que tengamos «nuestros hombres» socialdemócratas,
en todas partes y siempre, en todas las capas sociales, en todas las
posiciones que permitan conocer los resortes interiores del
mecanismo de nuestro Estado".
El papel de estos hombres es, en primer lugar, hacer propaganda y
agitación con todos los recursos, tratando de adaptar sus argumentos
al medio en que actúan. Una de las características de la propaganda
comunista es la muy grande diversidad de su prensa. En la Unión
Soviética hay diarios para cada región y cada profesión; dicen todos
lo mismo, pero lo dicen de manera apropiada a las diversas
mentalidades. Por otra parte, la propaganda no es posible sin un
aporte constante de información. Es éste el segundo cometido de los
especialistas comunistas: alimentar las revelaciones políticas por un
flujo continuo de noticias extraídas de todos los sectores
profesionales y sociales. Cada célula funciona como una antena de
información y, en los regímenes soviéticos, los diarios poseen una
multitud de "corresponsales populares" ubicados en todos los niveles
de las actividades del país. Ese trabajo de información es para la
propaganda comunista un indiscutible elemento de superioridad; les
permite, en particular, reaccionar mucho más rápido que las
propagandas adversas, desconcertarlas y, a menudo, adelantárseles.

16 )- Particularmente en Que faire? (¿Qué Hacer) y en La enfermedad infantil del comunismo.

22
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

Los partidos comunistas han conservado de Lenin la "pasión de las


revelaciones políticas" organizadas "ante el pueblo entero". Para
ellos, no es del caso practicar, en un régimen burgués, esa política de
alianzas y de compromisos que acaparan las fuerzas de los otros
partidos; definidos como enemigos irreconciliables del régimen,
deben hacer estallar continuamente, en las filas del adversario, las
minas que este mismo les ha preparado inconscientemente .
Todo paso en falso de un gobierno, toda debilidad de una mayoría,
toda injusticia y todo escándalo, son así "desenmascarados",
"denunciados", y sistemáticamente remitidos al tema político
central.
Esta vasta y constante empresa se desarrolla desde el más modesto
taller, pasando por los consejos municipales y generales,
asociaciones profesionales y salas de tribunales, hasta en el recinto
del Parlamento. En éste los elegidos por el comunismo disponen de
una tribuna en la cual las "denuncias" que lanzan cobran más
resonancia. En el II Congreso, La Internacional comunista recordó a
cada diputado del partido que no era "un legislador que buscaba un
lenguaje común con los otros legisladores, sino un agitador del
partido enviado al campo enemigo para aplicar allí las decisiones del
partido". Pero los diputados comunistas deben apoyar y acordar
también las consignas del partido mediante proposiciones
aparentemente concretas, según la consigna que ya en 1924 daba el
Bureau político: "Los elegidos deben presentar proyectos puramente
demostrativos, concebidos, no con miras a su adopción, sino con
fines de propaganda y agitación" .
Sin embargo, Lenin sabía que ejércitos de propagandistas y
agitadores, aunque se contasen por millones, no bastaban para
conquistar la victoria si su acción no estaba respaldada por una línea
política adecuada y por realizaciones prácticas. Sin actos que la
apoyen, una propaganda no pasa de ser un mero verbalismo que crea
ilusiones peligrosas e inmoviliza el desarrollo de la táctica en una
etapa ya sobrepasada.

23
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

En el régimen capitalista, esta actividad se manifiesta en la lucha por


las reivindicaciones, en la acción de los sindicatos y las agrupaciones
de toda índole, pero también en las realizaciones concretas,
testimonio de una voluntad inequívoca que prefigura ya la futura
sociedad socialista. Es éste el papel de "muestra-testigo" que han
desempeñado en Francia, por ejemplo, las municipalidades
comunistas, desarrollando las obras sociales, las colonias de
vacaciones, construyendo viviendas y campos de deportes. De esta
manera, la propaganda es autenticada con actos, y esto es primordial
para la masa de aquellos a quienes una larga experiencia ha
inspirado dudas sobre el valor de los programas políticos.
Es incontestable que la propaganda política, en su forma moderna,
ha sido inaugurada por el bolcheviquismo y especialmente por Lenin
y Trotsky. Lenin, con su genio de propagandista y agitador, lanzó en
1917 las consignas que imprimieron el ritmo a las etapas de la
conquista del poder. Trotsky, en una innovación sin precedentes, se
dirigió por radio a las "masas sufrientes", pasando por sobre sus
gobernantes. Se realizó una propaganda y una agitación de una
intensidad inaudita entre el proletariado, el campesinado y el
ejército. Los círculos políticos, los "diarios de fábrica" y los oradores
de plaza, proliferaron. Los agitadores actuaron entre los elementos
fieles al régimen zarista, expandieron subterráneamente la inquietud
y produjeron la división. Cuando la revolución se instaló en
Leningrado y en Moscú, esta actividad, en lugar de reducirse, se
amplificó para extender y consolidar el poder de los Soviets. Se
enviaron "comisarios políticos" a las unidades militares para que
comentasen las órdenes y las ubicasen en el contexto político
general. [17]
Recorrieron el ejército "equipos volantes" de jóvenes comunistas:
fueron a las municipalidades rurales y permanecieron allí un tiempo

17)- Cf. el notable libro de ROBERT GOUDIMA , L'Armée rouge dans la paix et la guerre,
editado Por Défense de la France

24
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

durante el cual ofrecieron funciones teatrales y de canto y dieron


conferencias políticas. Se creó así una vasta red psicopolítica que
alcanzó los rincones más alejados del país por múltiples vías (prensa,
radio, teatro, cine, diarios locales y de fábrica, conferencias, mítines,
etc.). La dirección de esta actividad polifacética se confió a una
dirección llamada "agitprop" (abreviatura de agitación y
propaganda), con representantes en todos los niveles, aun en la
célula de base, que será siempre una rama esencial de la actividad
comunista. Más tarde, las revoluciones comunistas fueron
acompañadas por un similar trabajo de penetración y de
adoctrinamiento ideológico. Los guerrilleros yugoslavos y chinos lo
realizaron a la par de la organización de sus ejércitos. Esta actividad
no ha sido descuidada nunca, aun en condiciones muy difíciles. "Era
raro — escribió Djilas, un jefe de guerrilleros yugoslavos — encontrar
una unidad que no tuviera su prensa". [18]
La técnica leninista de la propaganda política fue puesta en práctica
en todos los partidos comunistas del mundo. Es fácil encontrar, en
cada país, las aplicaciones particulares. Es de hacer notar, sin
embargo, que en los regímenes soviéticos o de inspiración soviética
es imposible delimitar con precisión el campo de la propaganda. Esta
no es más que un aspecto de una actividad total que abarca desde la
instrucción primaria hasta la producción industrial y agrícola,
incluyendo la literatura, el arte y las diversiones. Toda la actividad
del ciudadano se convierte en objeto de propaganda. Ya Zinoviev
decía: "Entre nosotros la agitación y la propaganda se basan en la
instrucción... La agitación, la propaganda y la instrucción forman un
todo que debe realizarse según la concepción leninista de la
enseñanza." Después "el espíritu de partido", según la terminología
de Zhdanov, invadió la ciencia, "la música, la crítica literaria, etc.,
cosas todas que tienen como función formar al "hombre soviético

18)- El trabajo de agitación y de propaganda (Informe al V Congreso del Partido Comunista


Yugoslavo).

25
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

nuevo" y sitúan al individuo en el centro de una red de influencias


convergentes.
La escuela [19] se convirtió en uno de los pilares de esta propaganda
total. Después, los "seminarios políticos", las "escuelas de
perfeccionamiento" y los "círculos de estudio" formaron centenas de
miles de "propagandistas" o "agitadores" que dictan cursos políticos,
dan charlas en las fábricas, en los koljoses, [20] en los
establecimientos de comercio y en toda suerte de instituciones; son
enviados, asimismo, a las minas, al campo y a todos los lugares de
trabajo, en los momentos en que se pide a los trabajadores un
esfuerzo extraordinario. Las obras de Marx, Engels, Lenin, Stalin y el
"Compendio de Historia del P. C (b), "libro de cabecera de todos los
comunistas", son la base de la enseñanza. Este enorme trabajo es
patrocinado por innumerables asociaciones culturales que
constituyen un enjambre de "rincones rojos" en las fábricas, de
"isbas de lectura" en el campo, por sociedades patrocinantes del
ejército, por clubes deportivos, etc.
El esfuerzo de la propaganda está destinado, en gran parte, al
desarrollo de la producción, especialmente en las democracias
populares. Discursos, filmes, cantos, afiches, gráficos de los
progresos, condecoraciones al obrero destacado y entusiasta
(udarnik), proclamación de las metas alcanzadas y superadas, todo
crea una mística del plan cuyas variadas manifestaciones invaden la
calle y los lugares de trabajo .
La propaganda triunfa aquí al punto de que se diluye en el conjunto
de las actividades políticas, económicas e intelectuales de un Estado.
Cada una de estas actividades presenta una faz propagandística. La
obsesión que de ello resulta, ciertos procedimientos de puesta en
escena colectiva, la dirección centralizada de los instrumentos de

19)- En el examen de "madurez" — equivalente al del bachillerato francés — que hubo en Moscú
en mayo de 1950, dos de cada tres temas eran de propaganda.
20 )- Granjas colectivas.

26
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

difusión, la censura, la explotación de las noticias, conforman una


utilización coercitivamente totalitaria de la propaganda.

CAPITULO IV: LA PROPAGANDA DE


TIPO HITLERIANO
La aportación de Hitler y Goebbels a la propaganda moderna es
enorme. Ya hemos visto que no la inventaron, pero la transformaron,
y la perfeccionaron. El mundo conoce hoy cómo acabó esa gigantesca
maquinaria. Sin embargo, una gran parte de la técnica y de los
procedimientos que fueron innovaciones del nazismo en materia de
propaganda, subsisten al margen del clima en que prosperaron, y
nada puede impedir que pertenezcan desde entonces al arsenal de la
propaganda política.
Media un abismo entre las concepciones leninista e hitlerista de la
propaganda. En la perspectiva leninista la propaganda es la
traducción de la táctica, pero las metas que propone, a pesar de ser
fines tácticos, no dejan de ser, al menos hasta cierto punto, las
realmente perseguidas. Cuando Lenin dice Tierra y Paz, lo hace
porque intenta realmente distribuir la tierra y de firmar la paz;
cuando Thorez proclama Mano tendida a los católicos, intenta
realmente acordar una alianza con los católicos, aun cuando este
entendimiento sea solo una etapa provisional en la conquista del
poder. Pero cuando Goebbels, después de haber predicado un
marcado anticlericalismo, proclama que el pueblo alemán hace la
guerra "en defensa de la civilización cristiana", lo que hace es
anteponer una realidad fáctica a una intención por demás ambigua.
El hitlerismo amplió la concepción leninista de la propaganda. Hizo
de ella un arma en sí, de la que se sirvió indiferentemente para una
amplia gama de fines. Las consignas leninistas se basan en una

27
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

argumentación de índole racional, aun cuando, en definitiva, se


relacionan con los instintos y los mitos fundamentales. Pero cuando
Hitler lanzaba sus invocaciones sobre la consigna de "Sangre y
Suelo" a una multitud exaltada que le respondía con los Sieg Heil, lo
que se proponía era sobreexcitar, en lo más profundo de esa masa, el
orgullo y el entusiasmo por el poder. Esta propaganda no necesita
siempre objetivos racionales concretos. Se dispersa a veces en gritos
de guerra, imprecaciones, amenazas, profecías vagas, y hasta
promesas utópicas porque bajo su influencia el ser humano
responder sin reflexionar. Sin embargo, basta hacer la historia de las
variaciones sucesivas que experimentaron los temas de la
propaganda hitleriana durante la última guerra – desde la conquista
del espacio vital hasta la defensa del pueblo, pasando por la nueva
Europa de los Urales al Atlántico y la salvaguardia de los valores
cristianos – para ver que la propaganda de Goebbels se ajusta más a
una Realpolitik que a una concepción ideológica abstracta.
A partir de entonces la propaganda deja de estar ligada a una la
progresión táctica de una ideología para convertirse en una táctica de
la realidad política en sí, en un arte particular con sus leyes propias,
tan utilizable como la diplomacia o los ejércitos. Si se la considera en
razón de su fuerza intrínseca, es una verdadera "artillería
psicológica” en la que se emplea todo aquello que tenga valor
práctico, y en la que "la idea" constituye solo el marco de referencia.
Los dictadores fascistas comprendieron perfectamente que la
coagulación de la masa moderna ofrecía a sus objetivos inmensas
posibilidades, y la utilizaron intensamente, con un certero
conocimiento de la condición humana. "El hombre moderno — decía
Mussolini — está asombrosamente dispuesto a creer". Hitler, por su
parte, descubrió que la masa, al coagularse, cobra un carácter más
sentimental, más femenino. "En su gran mayoría — dijo — el pueblo
se encuentra en una disposición de ánimo y un espíritu a tal punto
femeninos, que sus opiniones y sus actos son determinados mucho
más por la impresión producida en sus sentidos que por la pura
reflexión". Ésta es la razón del éxito de la propaganda

28
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

nacionalsocialista en la masa alemana; el predominio de la imagen


frente a la explicación, de lo sensible frente a lo racional. Ya
tendremos ocasión de revistar los procedimientos que contribuyeron
a llevar la masa a un estado receptivo. Todo el mundo ha oído hablar
del redoble de tambor que acompañaba a Hitler cuando ascendía a la
tribuna en el Congreso de Nuremberg y del teclado que había en su
atril para permitirle cambiar la iluminación a su gusto.
También se comprende, desde este punto de vista, que el nazismo
haya hecho, de muy buen grado, un llamado a la mujer, en su
sentimiento más irracional, y que lo haya hecho con éxito.
Por una parte, la propaganda hitleriana echa sus raíces en las zonas
más profundas del inconsciente colectivo, exaltando la pureza de la
sangre, remontándose, mediante la cruz gamada, hasta la más
antigua mitología solar. Por la otra, utiliza sucesivamente temas
diversos, y aun contradictorios, con la sola preocupación de orientar
a las muchedumbres en la perspectiva del momento. Jules Monnehot
notó perfectamente ese carácter, irracional y discontinuo al mismo
tiempo, de la propaganda nacionalsocialista. "Los hitlerianos — dijo
— habían echado mano de todos los temas utilizables en Alemania,
todos aquellos a los cuales una mínima coincidencia con sus
intenciones del momento los hacía útiles". [21]
Sin embargo, debemos preguntarnos cómo una tal discontinuidad no
perjudicó la propaganda, hitleriana, puesto que logró no solo
movilizar un pueblo, sino afectar gravemente a varias naciones
europeas. Es cierto que su esfuerzo fue colosal. En este terreno Hitler

21)- JULES MONNEHOT cita, entremezclados, los siguientes: "materialismo genético,


pangermanismo, geopolítica, transposición de la guerra de clases a guerra de Estados, arianismo
contra semitismo, socialismo prusiano contra capitalismo occidental y bolcheviquismo asiático,
pueblos proletarios contra pueblos capitalistas, el "suelo y la sangre" contra "el espíritu y el
dinero", "idealismo, libertad y democracia nórdicos" contra desidia y corrupción francesas,
pureza contra impureza racial, pueblo arraigado contra finanzas sin partido, y, a último
momento, defensa de Europa contra los judíos, los anglosajones y el bolcheviquismo*
(Sociologte da Communisme, 367) .

29
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

y Goebbels no dejaban nada librado al azar. Toda manifestación


estaba cuidadosamente preparada. Hitler había llegado a notar que
las horas de la noche eran las más favorables a la influencia de una
voluntad ajena. El público también estaba "preparado”. Las
comunidades que no eran del Estado fueron desarticuladas con el fin
de evitar toda intermediación y que el individuo estuviese
directamente en contacto con la propaganda.
El partido y el jefe estaban presentes en todas partes; en la calle, en
la fábrica y hasta en las casas en las paredes de las habitaciones. La
prensa, el cine y la radio difundían la propaganda sin cesar. Por
último, también es innegable que ciertos elementos de esa
propaganda correspondían ya sea a una constante del alma germana,
o bien a una situación creada por la derrota, la desocupación y una
crisis financiera sin precedentes.
Esto explica muchas cosas, pero no todas, y en particular no explica
la influencia ejercida por la propaganda hitleriana en naciones que
no eran alemanas. Para que la propaganda nazi haya podido triunfar
así, para que haya podido entusiasmar a algunas masas que
hubieran debido, normalmente, permanecer fuera de su alcance, se
ha de admitir que su acción se ejercía menos en el campo de los
sentimientos y de la razón que en otra región, en zonas fisiológicas e
inconscientes en las que pasiones y costumbres, contradictorias a la
luz de la lógica pura, encuentran asidero y equilibrio. El escritor ruso
Chajotin, intenta esclarecer el éxito de la propaganda nazi con una
interpretación de la teoría de los reflejos condicionados de Pavlov.
Veamos, brevemente descripta, la experiencia básica. Pongamos un
terrón de azúcar ante un perro previamente inmovilizado y el perro
segregará saliva. Asociemos luego la presentación del terrón de
azúcar con el sonido de una bocina y hagámoslo varias veces. El
perro continuará segregando saliva normalmente. Ahora, si en una
tercera fase, nos limitamos a hacer sonar la bocina sin mostrar el
terrón de azúcar, el perro seguirá segregando saliva. Habremos
determinado un reflejo condicionado, es decir, que el sonido de la

30
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

bocina habrá sido asociado lo suficiente con la aparición del azúcar


como para provocar, por sí solo, la salivación. La bocina se convierte
así en un agente condicional. Anotemos, sin embargo, que este
excitante de segundo grado no conservará siempre su eficacia. El
agente condicional complejo (la bocina) tiende, en efecto, a perder
su valor como sustituto del agente condicional simple (el azúcar) si
no se los asocia nuevamente, de cuando en cuando, es decir, si no se
repite, a intervalos, la experiencia primitiva.
Pero si proseguimos aún esta misma experiencia, es decir, si
continuamos empleando nuestros excitantes según un ritmo regular,
la salivación del perro no aumentará. Muy al contrario, obtendremos
una inhibición de las funciones reflejas que puede extenderse a todo
el organismo y engendrar un estado de somnolencia. Digamos por
fin, que un estado parecido se puede obtener de otra manera. En este
caso ya no es la repetición sino la intensidad del excitante la que
actúa para inhibir los reflejos normales de un individuo. Así, la
aparición repentina de una serpiente puede inhibir los reflejos de
fuga en el pájaro que, fascinado, irá a caer en sus fauces.
Solo nos queda ahora aplicar esto a nuestro tema. Hagámoslo
primero con la publicidad. Para recomendar un agua gaseosa en las
paredes del subterráneo, la publicidad recurre a una mujer que surge
de entre las burbujas; es evidente que no hay ningún vínculo de
orden racional entre el agua mineral X y la linda mujer. Se trata,
solamente, de condicionar al futuro cliente de manera que,
volviendo a nuestra comparación, salive, desde ese momento, cada
vez que oiga el nombre del agua X, que le evocará inmediatamente la
imagen de una linda mujer que surge del agua. Asociaciones
parecidas se crean más naturalmente con marcas de jabón o de
medias. En este caso la publicidad juega la carta segura del instinto
sexual.
La propaganda política también puede utilizar el instinto sexual. La
representación de las entidades nacionales por mujeres agradables,

31
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

como la Marianne, [22] responde a ese reflejo. Pero fue sobre todo
en el instinto de poder que se fundó el condicionamiento en gran
escala realizado por e! nazismo. Para mayor claridad distinguiremos
las dos fases que corresponden a las dos experiencias que acabamos
de analizar. Primero determinar los reflejos y hacerlos funcionar, y
luego utilizarlos con el ritmo necesario para crear el estado de
inhibición.
1° Se trata de determinar los reflejos condicionados que constituirán
el engranaje de esta propaganda; en este caso, de asociar el objeto
deseado por la masa con el partido que se lo propone como finalidad:
la grandeza del Reich y la felicidad de todos los alemanes se asocian
al partido nacionalsocialista. Pero sería fastidioso y de efecto
mediocre acumular explicaciones y razonamientos en sucesivas
oportunidades, para demostrar, en cada caso, que ésos son los fines
perseguidos por el partido. Resulta mucho más expeditivo sustituir
progresivamente el agente condicional simple, que es la grandeza del
Reich, por tal o cual individuo que se propone conquistar esta
grandeza: o tal o cual frase o imagen que lo resumen y evocan. De tal
manera, la idea que se tiene que propagar está ligada a un rostro, a
un símbolo, a un slogan o a un lema. Basta de programas detallados
y demostraciones complicadas: la cruz gamada y el saludo hitleriano
bastan, además del retrato del jefe difundido en millones de
ejemplares. Sin embargo, como ya hemos visto, el símbolo, el
excitante secundario, perdería su poder si no fuera revivificado,
renovado por nuevas asociaciones con la excitación primaria. Por
esto el terrón de azúcar se distribuye fragmento por fragmento:
programas sociales, nuevos objetivos, nuevas conquistas, nuevos
planes, nuevas iniciativas… en realidad, el ciclo de refuerzo de la
asociación primaria no tiene fin.

22 )- La Marianne es un emblema nacional en Francia. Es una figura de mujer que representa la


libertad y la razón como una alegoría a la "Diosa de la Libertad".

32
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

2° No obstante, los símbolos no son solamente recuerdos de


promesas o evocaciones de grandeza. También constituyen
llamamientos al poder en los fuertes y evocaciones de desazón en los
débiles. Se conoce el mecanismo fundamental de este fenómeno. El
R. P. Fessard lo analizó a la luz de la dialéctica hegeliana del amo y el
esclavo: "Si la voluntad del esclavo continúa subyugada mucho
después del desenlace del combate, y sin que se ejerza efectivamente
la mayor fuerza del amo, es porque el terror de la muerte le arranca
el mínimo consentimiento que lo liga a la voluntad del vencedor.
Cuando sea necesario, algunos castigos parciales refrescarán el
recuerdo de ese momento de angustia en el que cambió la libertad
por la vida y lo obligará nuevamente a una adhesión infinitesimal".
[23] Lo que el R. P, Fessard describe aquí es, con otras palabras, la
inhibición condicionada. Pero lo que él no dice es que estos
recuerdos de inhibición pueden conseguirse mucho más
económicamente y mucho menos violentamente. En efecto: la
propaganda suministra sustitutos que, para evocar la desazón,
remplazan a los castigos, o por lo menos, dan excelentes resultados
cuando se sabe asociarlos con ellos de modo conveniente. Estos
sustitutos son los cantos, símbolos y slogans. De este modo el poder
de Hitler se asocia con la cruz gamada y ésta se reproduce en todas
partes, de manera que al verla, el partidario recuerde siempre el
momento de exaltación y el adversario el momento de desazón en
que vio avanzar hacia él, agrupados detrás de esa bandera, la
multitud de uniformes pardos. La cruz gamada, esta simple imagen,
se convierte en un instrumento de presión, que provoca
inconscientemente este razonamiento: "Hitler es la fuerza, la única
fuerza real, y puesto que todo el mundo está con Hitler, es preciso
que yo, hombre de la calle, haga lo mismo si no quiero ser aplastado"
.

23 )- G. F ESSARD, Autorité et Bien Commun (Recherche de Science religieuse) .

33
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

Se ve toda la importancia del ritmo con el que Goebbels realizaba su


propaganda. Ésta no cesaba jamás, ni en el tiempo ni en el espacio, y
constituía una pantalla sonora y visual permanente que tenía al
pueblo en pie de acción. Pero variaba de intensidad. Si el objetivo
parecía lejano "se ponía el espíritu del pueblo a fuego lento", según la
expresión empleada, para que estuviese lista en el momento
oportuno. Ciertas campañas tendían inevitablemente a su fin en un
crescendo a veces muy largo, que los acontecimientos podían hacer
más lento. Al Anschluss, [24] por ejemplo, le precedió una campaña
de cinco años. En otras ocasiones la gradación era más rápida y más
dramática, como en las pocas semanas que precedieron la invasión
de Checoslovaquia. Pero en todos los casos el golpe final se asestaba
súbitamente y sin aviso previo. De esta manera se mantenía al
individuo en un estado continuo de tensión hasta la hora H. En
cuanto al adversario, sometido a un perpetuo alerta, psíquicamente
desarticulado, casi adormecido, como el perro de Pavlov, de tanto
esperar el golpe no reaccionaba cuando éste caía sobre él. En
realidad, es de admirar la manera como ejecutaba esa orquesta de
propaganda; la música no se interrumpía jamás. Siempre había en la
sinfonía una frase en suspenso que podía retomarse. Si la política
internacional no convenía, se sacaba a relucir nuevamente alguna
cuestión interna.
Durante la guerra sucedió lo contrario. El tema ario germánico dio
paso al mito majestuoso de la nueva Europa heredera de los valores
cristianos, erigida frente a la barbarie bolchevique. No hay
contradicción, jamás se vuelve atrás para retomar el camino; se trata,
simplemente, de un nuevo instrumento. Fue así como la propaganda
antisoviética, bruscamente interrumpida en 1939, se reanudó en
junio de 1941. Pero la orquesta hizo tanto ruido que solo algunos
individuos empecinados en reflexionar advirtieron una
discontinuidad. La regla impone, precisamente, no dar tregua para

24 )- La incorporación de Austria al Tercer Reich.

34
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

reflexionar. Los llamados a las urnas se suceden, así como las


proclamas de combate y la lista de nuevos objetivos que deben
alcanzarse.
La confirmación de las experiencias de Pavlov es, por lo tanto,
bastante evidente. Pero en este mismo sentido del estímulo continuo
se estableció una suerte de alternancia regular: al azúcar se agregaba
el castigo. Cuando el enemigo parece renuente, se lo acaricia;
después, cuando recobra la respiración, se lo amenaza de nuevo...
Fue así como, inmediatamente después de Munich, cuando la
opinión mundial creyó que podía darse un respiro. Hitler pronunció
dos de sus más violentos discursos. Los oyentes y los interlocutores
advirtieron siempre la habilidad con que alternaba la seducción y la
agresividad, lo que se ha llamado su Gespraechstechnik, un arte de la
conversación que, por otra parte, ya a Napoleón no le era
desconocido.
Entonces, si en lugar de repetir el estímulo se crea una alternancia en
la excitación, se obtiene, en vez de la simple inhibición, ese estado
psíquico ambiguo e inestable que P. Janet describió en su libro De
l´Angoisse a l´Extase. Esto se relaciona con un mismo estado
psicológico ambivalente que comprende todos los grados, desde el
miedo hasta el entusiasmo.
Es cierto que entre los hombres que siguieron a Hitler hasta el fin y
murieron por él hubo muchos que no simpatizaron con él. Pero el
procedimiento y el ritmo mismo de su propaganda los había
hipnotizado literalmente y arrancado de sí mismos. A decir verdad,
no lo amaban ni lo detestaban; estaban fascinados por él.

35
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

CAPITULO V: REGLAS Y TÉCNICAS


La propaganda política ya tiene una historia. El uso que de ella
hicieron comunistas y nazis, por otra parte de manera muy diferente,
es particularmente precioso para discernir ciertas reglas de la
propaganda. Lo intentaremos aquí de la manera más objetiva
posible, descartando todo falso pudor. Y por si ocurriere que tal
propósito indignara a alguien, que se nos permita recordar que hubo
una época, no muy lejana — precisamente aquella en que este
estudio comenzó a forjarse en la acción antes de ser redactado — en
que la propaganda no era una curiosidad ni una actividad de
segundo orden, sino una lucha de todos los días. El hecho de que hoy
atravesemos en Europa occidental por un período de propaganda
parcial y atenuada, no impide que hayamos vivido, y que aún
podamos vivir nuevamente, una época de propaganda total.
Nadie podría pretender confinar la propaganda en un cierto número
de leyes funcionales. La propaganda es polimorfa y cuenta con
recursos casi ilimitados. Como dijo Goebbels: "Hacer propaganda es
hablar de la idea en todas partes, hasta en el tranvía". El verdadero
propagandista, el hombre que quiere convencer, aplica toda suerte
de fórmulas, según la naturaleza de la idea y la de sus oyentes; pero
actúa principalmente por contagio de su fe personal, por sus
cualidades propias de simpatía y de elocución. Estos elementos no
son fácilmente mensurables, y, sin embargo, la propaganda de masas
no tendría efecto si no fuese sostenida por un esfuerzo tenaz y
múltiple de propaganda individual.
La propaganda individual se expresa por la simple conversación, por
la distribución de volantes y diarios, o más sistemáticamente, por el
de puerta en puerta, método que consiste en llamar sucesivamente a
todas las puertas de un barrio y ofrecer diarios o formular peticiones,
y si es posible, convertir esto en el principio de una conversación.
La toma de la palabra nos pone en el camino de la propaganda de
masas. Éste es un procedimiento favorito del "agitador" comunista,

36
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

que aprovecha un incidente cualquiera para pronunciar un discurso


tan breve y claro como sea posible.
Los basamentos técnicos de la propaganda de masa son potentes y
cuantiosos. Nos es imposible tratarlos detalladamente aquí.
Contentémonos con un simple recuento.
Material impreso. El libro, costoso y de larga lectura, sigue siendo
a pesar de todo un instrumento básico. Piénsese en la importancia
del Manifiesto comunista y de las obras de Lenin y Stalin en la
propaganda comunista, y en la tirada de Mein Kampf en Alemania.
El panfleto, arma predilecta de la propaganda en el siglo XIX, es hoy
utilizado por los comunistas, pero se destina sobre todo a los
intelectuales.
El periódico es el instrumento principal de la propaganda .impresa,
desde los grandes cotidianos hasta los periódicos de barrio o de
fábrica, distribuidos y expuestos (periódicos murales) .
Y por fin el afiche y el volante, que deben ser redactados en forma
breve y contundente. El volante tiene la ventaja de ser poco
engorroso y de fácil distribución anónima. Cuando el volante se
reduce a un slogan o a un símbolo, toma el nombre de mariposa.
La palabra. El principal instrumento de difusión de la palabra es,
evidentemente, la radio. Las radioemisoras, principalmente las de
onda corta, fueron utilizadas durante la guerra, y se las usa aún, con
fines de propaganda interior y exterior. Se ha comprobado que la voz
humana confiere a la argumentación vida y presencia, de las que
carece un texto impreso, y que la refuerza considerablemente. En los
Estados Unidos se ha llegado a examinar las voces de los locutores
en función de su poder de seducción. La radio puede ser puesta
temporalmente, en periodo electoral, a disposición de los partidos
políticos, pero con mucha más frecuencia es utilizada por los
gobiernos, que la emplean para sostener sus concepciones y su
política en audiciones dirigidas a sus ciudadanos o a pueblos

37
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

extranjeros. La influencia de la radio puede acrecentarse aún


mediante la "audición colectiva".
El altavoz se utiliza en las reuniones públicas, pero también puede
desplazarse a voluntad De esta manera fue usado en el frente de
guerra en los años 1939 y 1940 y durante la guerra civil en China.
Con frecuencia se lo instala en un camión. Durante la campaña
electoral de junio de 1950, el partido socialista belga usó camiones
equipados en esa forma; se detenían de pronto en una localidad, y
después de algunos discos que ponían sobre aviso a la población, un
orador exponía ante el micrófono. Este método tenía la ventaja de
permitir entrar en contacto, en cualquier lugar, con mucha gente que
no asistía a reuniones políticas.
En Viet-Nam, el gobierno francés utilizó también camiones con
altavoces, pero en este caso se trataba de un bazar ambulante que
servía para atraer a la población.
El canto es también un vehículo de propaganda, así se trate de
cantos revolucionarios, políticos, épicos o de canciones satíricas, que
son un arma favorita de las oposiciones. Recordemos, por una parte,
La Marsellesa y La Internacional, y por otra, el éxito de las
canciones satíricas divulgadas por las emisiones francesas de la
B.B.C.
La imagen. Hay muchas clases de imágenes: fotos, caricaturas y
dibujos satíricos — emblemas y símbolos — y retratos de los jefes. La
imagen es, sin duda, el instrumento de más efecto y el más eficaz. Su
percepción es inmediata y no exige ningún esfuerzo. Si se la
acompaña con una breve leyenda, remplaza ventajosamente a
cualquier texto o discurso. En ella se resume preferentemente la
propaganda, tal como lo veremos al tratar de los símbolos.
El espectáculo. El espectáculo, finalmente, es un elemento esencial
de la propaganda. En la Revolución Francesa, cuando se hizo de

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

David [25] un "gran señor de las fiestas de la República", se tuvo el


sentido de las manifestaciones de masas organizadas con una
grandiosa puesta en escena (Fiesta de la Federación, del Ser
Supremo). Napoleón aprendió la lección. En cuanto a Hitler, supo
organizar admirablemente manifestaciones gigantescas con un estilo
de una solemnidad religiosa y deportiva a la vez: Congreso de
Nuremberg, desfile de antorchas (notemos el papel desempeñado
por los proyectores, las iluminaciones, las antorchas; todo lo que es
llama y luz en la noche llega a lo más profundo de la psique
humana).
La propaganda se introdujo hasta en la liturgia fúnebre. Ningún otro
espectáculo impresiona tanto el alma moderna, ni le inspira tanto
ese sentimiento de comunión religiosa al que aspira; es el único —
Péguy lo ha destacado— que logra con cierto fasto nuestra república
civil y laica. Goebbels organizaba con cuidado y con un estilo
impresionante las exequias de los jefes del partido.
Aunque sin caer en románticas suntuosidades de la puesta en escena,
hay pocas manifestaciones políticas que no incluyan hoy una parte
espectacular; para atraer y distraer a las muchedumbres, sin duda,
pero también, y más profundamente, porque ello responde a su
nostalgia de una liturgia colectiva desaparecida.
El teatro, que desempeñó un gran papel en la Revolución Francesa,
recobró su eficacia de propaganda durante la Revolución
bolchevique. En sketchs muy simples, preparados para diversos
auditorios (ejército, campesinos, etc.), se destacaban los méritos y el
porvenir de los obreros y campesinos revolucionarios, en contraste
con la torpeza de sus enemigos. Con la misma intención se
representaron farsas inspiradas en el folklore.
Con frecuencia el teatro inspiró la técnica de la propaganda; así
sucedió con los coros hablados que se originaban en las

25 )- Jacques-Louis David (1748 –1825) influyente pintor francés de estilo neoclásico,

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

manifestaciones, o que hasta Hitler y Mussolini animaban; también


en las "conferencias dialogadas", en las que un compinche se encarga
de desempeñar, más o menos groseramente, el papel de
contradictor. El espectáculo ocupa un lugar cada vez más grande en
los desfiles y mítines, en los que figuras carnavalescas encarnan al
enemigo; carrozas decoradas representan las escenas ideales del
porvenir, en las que se representan sketchs simplificados, reducidos
a veces a gestos solamente, suerte de pantomimas políticas.
El cine, por último, es un instrumento de propaganda
particularmente eficaz, sea que se lo utilice por su valor documental
— reproduce la realidad con su movimiento y de ahí que le confiera
una autenticidad indiscutible —, o bien como el teatro, para propalar
ciertas tesis a través de una vieja leyenda, un tema histórico o un
libreto moderno. Las películas de actualidades más o menos
orientadas y ciertos reportajes pertenecen a la primera categoría. En
la segunda, los nazis habían realizado un modelo de propaganda
antijudía con El judío Süss. La mayor parte de las películas
producidas en la URSS o en las democracias populares son de
propaganda y exaltan la epopeya militar de la lucha contra los
fascistas alemanes o las grandes tareas de la construcción socialista.
Después de esta rápida revista de los principales vehículos de
propaganda vamos a examinar las reglas principales de su
funcionamiento, reglas y usos que, a título indicativo, pueden
inferirse de la historia reciente de la propaganda política.

1. Regla de la simplificación y el enemigo único


En todos los campos, la propaganda se esfuerza en primer lugar por
lograr la simplicidad. Se trata de dividir su doctrina y sus
argumentos en algunos puntos que serán definidos tan claramente
como sea posible. Toda una gama de fórmulas está a disposición del
propagandista: manifiestos, profesiones de fe, programas,

40
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

declaraciones, catecismos, los que, bajo una forma generalmente


afirmativa, enuncian una cierta cantidad de proposiciones en un
texto breve y claro.
Es significativo que en los orígenes de las tres grandes propagandas
que han modificado perdurablemente el mundo, encontremos tres
textos de esta clase: la fe católica fue condensada en el Credo o
Símbolo de Nicea; la Revolución Francesa redactó una Declaración
de los derechos del hombre y del ciudadano, que constituyó, por así
decir, el alfabeto de su propaganda y que, sobreviviéndole aún hoy,
es testimonio todavía de la vitalidad de sus principios. Estos dos
textos son de una densidad y claridad admirables; no se podría
encontrar en ellos una palabra de más. Los dos están compuestos de
frases cortas y rítmicas, de suerte que pueden ser fácilmente
recordados. El marxismo, a su vez, se apoya en un documento más
largo, el Manifiesto comunista, en el cual Marx y Engels
condensaron su doctrina en fórmulas de efecto.
Este esfuerzo para precisar y resumir es una necesidad previa de
toda propaganda. Lo encontramos tanto en un texto célebre como la
Declaración de catorce puntos del presidente Wilson, como, con
éxito diverso, en los muchos programas, manifiestos y profesiones de
fe electorales que son comunes en la vida política.
Siempre tendiendo hacia una mayor simplificación, encontramos la
consigna y el slogan, tan breves y bien "acuñados" como sea posible,
según una técnica que ha desarrollado la publicidad. La consigna,
como vimos, tiene un contenido táctico: resume el objetivo que debe
alcanzarse. El slogan hace un llamado más directo a las pasiones
políticas, al entusiasmo, al odio: "Tierra y Paz" es una consigna; "Ein
Volk, ein Reich, ein Führer", [26] un slogan. "Ni un centavo, ni un
hombre para la guerra de Marruecos" es una consigna; "Doriot al

26 )- "Un pueblo, un imperio, un líder" en alemán.

41
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

poder. Rex vencerá" son slogans. Por lo demás, la distinción no es


siempre tan clara.
En fin, caso extremo, una doctrina o un régimen se resumen en un
símbolo: símbolo gráfico (S.P.Q.R.R.F., la inicial de los soberanos
reinantes, etc.); símbolo imagen (bandera, banderín, emblemas o
insignias diversas en forma de animales u objetos: cruz gamada, la
hoz y el martillo, símbolo plástico (el saludo fascista, el puño
levantado, etc.); símbolo musical (himno, frase musical) .
El símbolo, que en un principio era sobre todo figurativo, como el
hacha del lictor y el gorro rojo de la Revolución Francesa, se alejó
progresivamente de la realidad que representaba en provecho de la
facilidad de reproducción. La cruz gamada es un símbolo solar
prehistórico que no tiene más que un vínculo poético con el nazismo.
Lo mismo las diferentes clases de cruces adoptadas estos últimos
años, como la cruz de Lorena, por ejemplo, símbolo de la Francia
Libre, que evocaba un territorio martirizado. Su valor residía "sobre
todo en su simplicidad (la cruz es el símbolo más simple y
susceptible de ser reproducido con mayor facilidad). La "V" inglesa,
adoptada como símbolo aliado, fue un éxito perfecto. Por ser la letra
inicial de "Victoria" tenía un valor figurativo directo, y a la vez podía
representarse con un símbolo gráfico extremadamente simple y
cómodo para reproducir en las paredes, con un símbolo plástico (los
dos dedos o los brazos levantados) o bien con uno sonoro (los ...—,
transcripción de la V en alfabeto morse, que anunciaban las
emisiones de la B.B.C. para los territorios ocupados), y por este
camino la V adquiría, por fin, un valor poético, ya que se confundía
con el tema inicial de la Quinta Sinfonía de Beethoven, que evoca los
golpes que el Destino da en la puerta .
En el capitulo precedente analizamos el mecanismo por el cual estos
diversos símbolos evocan de por sí todo un conjunto de ideas y
sentimientos. Recordemos, en todo caso, que la reducción a fórmulas
claras, a hechos y cifras, causa siempre mejor efecto que una larga
demostración. Es seguramente una debilidad de ciertos partidos

42
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

políticos el no haber llegado jamás a condensar su doctrina y su


programa en algunas fórmulas y símbolos llamativos que la memoria
pueda conservar.
Por otra parte, una buena propaganda no se asigna más que un
objetivo principal por vez. Se trata de concentrar el tiro en un solo
blanco durante un período dado. Los hitlerianos practicaron
perfectamente este método de concentración que fue el ABC de su
táctica política. Aliados primero a los partidos burgueses contra los
marxistas, después a la derecha nacionalista contra los partidos
burgueses y, finalmente, al eliminar a los nacionalistas, se las
arreglaron siempre para tener un único enemigo.
Concentrar en una sola persona las esperanzas del campo al cual se
pertenece o la aversión que se siente por el campo adverso es,
evidentemente, la forma de simplificación más elemental y más
beneficiosa. Los gritos de "¡Viva Fulano!" o "¡Abajo Zutano!"
pertenecen a los balbuceos de la propaganda política y le
proporcionaron siempre buena parte de su lenguaje de masas.
Reducir la lucha política a una rivalidad de personas, es sustituir el
difícil enfrentamiento de tesis, el lento y complejo mecanismo
parlamentario, por una suerte de juego del cual los pueblos
anglosajones aman el aspecto deportivo, y los pueblos latinos el lado
dramático y pasional.
La individualización del adversario ofrece muchas ventajas. Los
nazis transformaban cada escrutinio en un "combate contra el último
opositor". Los hombres prefieren enfrentar a personas visibles más
bien que a fuerzas oscuras. Particularmente cuando se los convence
de que su verdadero enemigo no es tal partido o tal nación, sino el
jefe de ese partido o de esa nación, se matan dos pájaros de un tiro:
por una parte se tranquiliza a los propios partidarios, seguros de
tener enfrente no una masa resuelta como ellos, sino una multitud
engañada conducida por un mal pastor que la abandonará cuando se
abran sus ojos; por otra parte se puede esperar que se divida el
campo contrario y se desprendan algunos elementos. Por lo tanto, se

43
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

atacará siempre a individuos o pequeñas fracciones, nunca a masas


sociales o nacionales en conjunto. Fue así como Hitler no pretendió
jamás combatir a la clase obrera marxista, sino a algunos "judío-
marxistas que tiran de los hilos"; jamás a la Iglesia, sino a "una
camarilla de curas hostiles al Estado". En su propaganda dirigida a
los católicos y a los socialistas, los partidos comunistas actúan según
esta regla. [27]
Se advierten en esto las razones de la enorme importancia que han
tomado en la propaganda las nociones de camarilla, complot,
conspiración. Los grandes procesos políticos como el del incendio del
Reichstag o el proceso de Rajk [28] sirven para autenticar la realidad
del complot denunciado y convencer a la masa que tiene contra ella,
efectivamente, solo una camarilla de espías, saboteadores y
traidores.
Se tratará, en la medida de lo posible, de confinar a ese lote ínfimo
de adversarios reconocidos en una sola categoría o en un solo
individuo. La propaganda hitleriana presentó la "conspiración de los
demócratas, plutócratas y bolcheviques contra Europa", como
dirigida por el "judaísmo internacional”. Cuando esta categoría
parece, insuficientemente homogénea se la crea de modo autoritario
uniendo los adversarios en una enumeración repetida con tanta
frecuencia como sea posible, para divulgar la convicción de que
"todos son dignos de meterlos en el mismo saco". La propaganda

27)- La propaganda comunista acostumbra aislar a ciertos adversarios, a los que transforma en
"cabeza de turco", y machaca sin piedad atribuyéndoles personalmente la responsabilidad de
decisiones y hechos que rebasan a menudo los límites de su acción o de su conocimiento. . . De
ahí este título de L'Humanité del 13-1-48 dirigido contra el ministro socialista Lacoste: "Para
Petite- Rosselle que grita su dolor, el grisú que mató a seis mineros estaba descubierto desde
hace muchos días. Lacoste no podía ignorarlo."
28)- El incendio del Parlamento alemán (Reichstag) del 27 de febrero de 1933 fue rápidamente
aprovechado por Hitler para consolidar su poder. Lászlo Rajk, destacado comunista húngaro,
creador de la AVH (la policía política del régimen comunista húngaro), fue acusado de ser un
agente secreto Titoista y de pretender restaurar el "orden capitalista" en Hungría. Tras un
simulacro de juicio, fue ejecutado por los propios comunistas el 15 de octubre de 1949.

44
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

comunista emplea con frecuencia enumeraciones inesperadas en las


que se confunden en una misma detestable mezcolanza, un político
radical, un arzobispo y un filósofo existencialista. Esto es lo que
llamaremos método de contaminación, por el cual un partido sugiere
que las divisiones de sus adversarios no son sino artificios destinados
a engañar al pueblo, cuando en realidad se coligan contra él.
Una forma en que la propaganda hitleriana explota el sentido del
enemigo es una táctica de extraordinaria eficacia psicológica y
política. Es el arte del bluff llevado al límite que consiste en adjudicar
al adversario los propios errores o la propia violencia. El resultado es
generalmente desconcertante.

2. Regla de la exageración y desfiguración


La exageración de las noticias es un procedimiento periodístico
corrientemente utilizado por la prensa partidista, que hace resaltar
todas las informaciones que le son favorables: así se trate de una
frase aventurada por un político, como del paso de un avión o de un
navío desconocido, transformados en pruebas amenazantes. Otro
procedimiento frecuente es el uso hábil de citas desvinculadas de su
contexto.
La propaganda hitleriana se sirvió sistemáticamente de la noticia
como medio para dirigir los espíritus. Las informaciones
importantes no se daban nunca en bruto. Cuando aparecían ya
estaban preparadas, cargadas de un potencial de propaganda. Un
ejemplo de esto lo da la manera como la prensa alemana presentó
una huelga declarada en los Estados Unidos, y que nos refiere Walter
Hagemann. No se decía: "los huelguistas rechazan un laudo arbitral
de Roosevelt", sino "los huelguistas responden con un rechazo del
laudo arbitral a la torpe política social de Roosevelt". Como se ve, la
exageración comienza en la etapa de la información, y se acentúa,
generalmente, en el título y en el comentario.

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

La preocupación constante de los propagandistas hitlerianos fue


siempre lo elemental. Toda propaganda, se dice en Mein Kampf,
debe establecer su nivel intelectual según la capacidad de
comprensión del más limitado de aquéllos a quienes se dirige. Su
nivel intelectual deberá ser, entonces, tanto más bajo cuanto más
grande sea la masa de hombres que deba convencer. De ahí la ironía
pesada, la burla cínica, los brulotes que caracterizaban la elocuencia
hitleriana. Jules Monnerot subrayó que los tiranos modernos
tuvieron el don de "lo primario" y volvieron a escribir su doctrina en
un "lenguaje de masas". Según el cuadro de todos los grandes
propagandistas confeccionado por Bruce L. Smith [29] uno solo de
ellos había cursado estudios universitarios humanistas, el doctor
Goebbels.
Sin caer en excesos, es cierto que la propaganda exige una expresión
que sea comprendida por la mayoría. En primer lugar deberá
presentarse la idea en términos generales y de la manera más
contundente, tratando de matizar y detallar lo menos posible. No se
le creerá a quien comienza por establecer límites a sus propias
afirmaciones. Para quien busca el favor de las muchedumbres vale
más no decir "Cuando yo esté en el poder, los funcionarios ganarán
tanto, el salario familiar será aumentado en tanto, etc., sino más bien
“Todo el mundo será feliz”.

3. Regla de la orquestación
La primera condición de una buena propaganda es la repetición
incesante de los temas principales. Goebbels decía: "La Iglesia
católica se mantiene porque repite lo mismo desde hace dos mil
años. El Estado nacionalsocialista debe actuar de la misma manera."
Sin embargo, la repetición pura y simple fatigaría pronto. Se trata,

29 )- The political communication specialists of our times, Princeton.

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

entonces, de insistir con obstinación en el tema central


presentándolo bajo diversos aspectos. "La propaganda debe limitarse
a una pequeña cantidad de ideas repetidas siempre. La masa solo
recordará las ideas más simples cuando le sean repetidas centenares
de veces. Los cambios que se introduzcan nunca deberán afectar el
fondo del mensaje uno se proponga divulgar, sino solamente la
forma. Es por esto que la consigna debe presentarse bajo diferentes
aspectos, pero figurar siempre condensada en una fórmula invariable
como conclusión". [30] Esto no es una invención, sino la
sistematización de un procedimiento conocido ya por el viejo Catón,
quien terminaba todas sus arengas con "delenda Carthago", y que
usaba también Clemenceau cuando introducía en todos sus discursos
la famosa fórmula: "Hago la guerra."
La persistencia del tema, junto con la variedad de su presentación, es
la cualidad rectora de toda campaña de propaganda.
En esta materia los partidos comunistas ofrecen un modelo por la
obstinación con que repiten un mismo tema, abordándolo desde
ángulos diferentes. Si se toma la colección de L'Humanité de 1948, se
advierte que, desde el 1° de enero, fecha en la que desea a sus
lectores un feliz año, un "año de victoria contra el plan de ruina del
partido americano", no hubo editorial o artículo de fondo en el cual,
no importa respecto de qué asunto, no se criticara el plan Marshall.
Ese leitmotiv aparecía tanto en la página humorística, como en los
comentarios y las crónicas cinematográficas, deportivas, etcétera.
La orquestación de un tema dado consiste en su repetición por todos
los órganos de propaganda en formas adaptadas a los diversos
públicos, que deben ser tan variadas como sea posible. “Para un
público diferente, siempre un matiz diferente", prescribía una de las
directivas de Goebbels, quien llevaba su afán de adaptación al

30 )- HITLER, Mein Kampf.

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

público al extremo de anotar en su Diario que "la propaganda en el


terreno de la cultura es siempre la más eficaz con los franceses".
Como en una campaña militar, cada uno combate con sus propias
armas en el sector que se le asigna. La campaña antijudía de los nazis
la realizaban simultáneamente los diarios, que informaban y
polemizaban, las revistas que publicaban sesudos artículos sobre la
noción de raza, y el cine, que producía películas como El judío Süss.
Cuando los nazis tuvieron en sus manos los medios para influir en
toda la opinión europea, su técnica de orquestación alcanzó su
máxima amplitud. En esa época todas las semanas aparecía en Das
Reich un editorial del Dr. Goebbels que inmediatamente era
reproducido por los diarios y las radios alemanes, por los diarios del
frente y por la prensa de todos los países ocupados, en idiomas y
registros diferentes, con las correcciones que requerían las diversas
mentalidades nacionales.
También el partido comunista practica, a su manera, una excelente
orquestación. Los temas fundamentales son precisados cada semana
en un memorándum del Bureau político, y cuyo texto es siempre
claro y conciso, desarrollado por toda la prensa comunista y sus
oradores, hasta llegar al último escalón, en la base, donde aparecen
en los afiches, petitorios, propaganda oral, propaganda de puerta en
puerta, etc. Es así como las grandes campañas emprendidas por el
partido comunista (contra el plan Marshall, contra la bomba
atómica) repercuten en todos los rincones del país y alcanzan, de una
manera u otra, a casi todos los ciudadanos.
Una gran campaña de propaganda triunfa cuando logra expandirse
en ecos infinitos, cuando consigue que en todas partes se discuta un
mismo tema de las más diversas maneras, y cuando establece entre
los que la han iniciado y aquéllos en quienes ha repercutido un
verdadero fenómeno de resonancia cuyo ritmo puede ser mantenido
y amplificado. Es evidente, por otra parte, que para obtener esta
resonancia el objetivo de la campaña ha de corresponder a un deseo
más o menos consciente en el espíritu de las grandes masas.

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

Conducir y desarrollar una campaña de propaganda exige que se siga


de cerca la progresión, que se la sepa alimentar continuamente con
informaciones y slogans nuevos, y que se la reanude en el momento
oportuno bajo una forma diferente y tan original como sea posible
(reuniones, votos, obtención de firmas, manifestaciones de masa,
etc.). Una campaña tiene su duración y su ritmo propios; debe
"prenderse", al principio, de un acontecimiento especialmente
importante, desarrollarse en forma tan progresiva como sea posible y
terminar en apoteosis, generalmente con una manifestación masiva.
Son verdaderos fuegos de artificio, donde los cohetes se suceden,
cada vez más cargados, hasta caldear el entusiasmo y llegar a una
cima que habrá de alcanzarse con el lanzamiento del último. La
rapidez es en todos los casos el factor primordial de una campaña de
propaganda. Es preciso encontrar revelaciones y nuevos argumentos
continuamente, a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, la
atención del público se desplace ya hacia otra parte. Sus respuestas
sucesivas no lograrán superar la marea creciente de las acusaciones,
y su único recurso será arrebatar la iniciativa, si es que puede
hacerlo, y atacar aún con más rapidez.
Los hechos imponen a veces una duración mucho más larga, como
en el caso de la campaña de revisión del proceso Dreyfus,
magníficamente abierta con el panfleto de Zola, y que se desarrolló
de modo coordinado, apelando a todos los medios para influir en la
opinión pública.
El país fue conmovido en lo más profundo, con intensidad que
ninguna otra campaña había logrado antes. Es cierto que entonces se
trató de una suerte de conflagración, en la cual las pasiones
desempeñaron muy pronto un papel capaz de provocar un
movimiento de opinión más espontáneo, como no lo son
generalmente las modernas campañas de propaganda.
Las campañas nazis, en particular, eran manejadas desde el principio
hasta el fin con un método minucioso. Retomando la tradición
bismarckiana, Goebbels obtuvo, mediante la coacción, lo que el

49
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

Canciller de Hierro consiguió gracias a la corrupción con su famoso


"fondo para reptiles": el completo servilismo de la prensa. Los
instrumentos de la orquesta se encadenan unos con otros, según una
partitura escrita de antemano. Citemos, por ejemplo, la manera de
preparar las campañas contra Checoslovaquia y Polonia. Fueron los
diarios de las regiones fronterizas los que empezaron dando
informaciones sobre las atrocidades sufridas por las minorías
alemanas. Estos relatos fueron reproducidos más tarde por todos los
diarios cual sí hubiesen provenido de distintas fuentes, y, por ende,
con una apariencia de veracidad suplementaria. Es el mismo recurso
del vendedor de baratijas que hace elogiar su producto por un
pretendido cliente, que no es otro que su compinche.
Esta gigantesca estrategia de la opinión incluye hasta "misiones
especiales". En todos los países, a ciertos diarios y algunos
comentaristas radiales, se les encarga el lanzamiento de "globos de
ensayo". La manera de reaccionar de la opinión nacional e
internacional es una preciosa indicación para orientar la política. El
"globo de ensayo" se emplea, sobre todo, en la propaganda de guerra
o para preparar un cambio de política exterior. Son éstas, a veces,
"misiones sacrificadas". Si la reacción de la opinión pública es
desfavorable, o si las circunstancias cambian súbitamente, el diario o
el informador encargado de lanzar el globo de ensayo es
desautorizado y acusado de falta de seriedad, o aun de "provocador"
al servicio de! adversario .
Hay países en los que algunos diarios tienen la misión de hablar al
extranjero en términos más serenos, y mesurados que los empleados
para uso interno. Este era el caso de la Frankfurter Zeitung en
Alemania. Goebbels había llevado la división de tareas al punto de
hacer que, algunas veces, actuaran aparte los recursos de la
propaganda oral. Su ministerio había realizado ensayos según los
cuales un rumor lanzado en Berlín llegaba dos días después a las
ciudades renanas, y volvía, al quinto día, a Berlín, pero modificado
en su forma. Esto le hizo servirse en algunas ocasiones de este medio
indirecto para explicar así lo que no podía explicarse oficialmente.

50
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

En su Diario cuenta sus dificultades en el caso del "peligro amarillo".


Este viejo tema de la propaganda germana, que habían retomado los
nazis, no podía ser tratado públicamente sin correr el riesgo de
dividir al Eje; por lo tanto, había que "renunciar a explicaciones
públicas tratando de divulgar en el pueblo nuestras verdaderas
razones por medio de la propaganda oral". Esta puede utilizarse
también para amortiguar los choques. Goebbels, por ejemplo, cuidó
que se anunciara primero, "bajo cuerda", la reducción de las raciones
alimentarias, con el objeto de evitar un choque cuyo contragolpe
sería perjudicial para la moral del pueblo y entorpecería la
propaganda que entonces se realizaba para lograr un aumento de
rendimiento.
Sucede que algunos temas deben abandonarse porque son
contradichos por los hechos o por la propaganda del adversario. En
este caso el propagandista no reconoce su error, es una regla
evidente que la propaganda no debe contradecirse. El propagandista
se limita a guardar silencio en aquellos puntos en los que está débil.
La disimulación o la desfiguración de las noticias favorables al
adversario se ha convertido en un procedimiento casi universal,
Hagcmann examinó cerca de cincuenta mil órdenes enviadas por
Goebbels a la prensa y comprobó que la cuarta parte de ellas eran
consignas de silencio. Pero el silencio se acompañaba comúnmente
con ofensivas de diversión. El mismo autor cuenta que, en 1935,
cuando las persecuciones antisemitas escandalizaban a la opinión
extranjera, Goebbels desencadenó en la prensa alemana una
campaña contra la persecución de los católicos irlandeses por parte
de los ingleses. La diversión es una táctica favorita de la propaganda
de guerra, pero la utilizan también los propagandistas en tiempos de
paz, y Goebbels, a decir verdad, había llegado a ser un maestro en la
materia.

51
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

En su biografía de Goebbels, [31] Curt Ries se detiene con razón en el


examen de un hecho destacado del comienzo de su carrera.
Goebbels, que era diputado y periodista a la vez atacaba
violentamente a sus adversarios aprovechando abiertamente su
inmunidad parlamentaria. Cuando ésta le fue levantada, se lo
demandó por difamación, y lejos de defenderse, decidió contraatacar
lanzando furiosas acusaciones y denunciando a jueces y fiscales. El
tribunal, como hipnotizado, condenó a Goebbels por ultraje a pagar
200 marcos de multa y olvidó el fondo del proceso.
La condición esencial de una buena orquestación es, en todos los
casos, adaptar con cuidado el tono y la argumentación a los
diferentes públicos. Esto, que parecería darse por descontado,
resulta con frecuencia difícil para propagandistas de formación
intelectual, que no pueden hablar el lenguaje que conviene a las
muchedumbres de campesinos u obreros. En esto también Hitler se
había convertido en un maestro por el arte con que variaba sus
efectos: ante sus antiguos compañeros evocaba el heroísmo de las
luchas pasadas; ante los campesinos, hablaba de la dicha familiar;
ante las mujeres, de sus deberes de madres alemanas, etc. Napoleón,
a quien puede considerarse uno de los precursores de la propaganda
moderna, especialmente por su habilidad en la concisión y el slogan,
sabía también dirigirse tanto a sus tropas como a los académicos o a
los musulmanes de Egipto en los términos adecuados. Es interesante
comprobar que los nazis trataron de usar el mismo procedimiento
con las diversas religiones que quisieron atraer.
La "defensa de la civilización cristiana" nunca llegó a "prender"
seriamente en la Iglesia católica ni en la protestante. Goebbels
apuntaba al mismo tiempo a los musulmanes; se recordará cómo usó
para su propaganda al Gran Mufti de Jerusalén. Las compañías de
propaganda de la Wehrmacht tenían la consigna especial de mostrar

31 )- CURT RIES, Joseph Goebbels, eine Biographie, Edit. : Europa, Zurich

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

a los tártaros de la URSS una foto en la que se veía al Gran Mufti


conversando con el Führer.

4. Regla de la transfusión
Los verdaderos propagandistas no creyeron nunca que se pudiera
hacer propaganda partiendo de cero e imponer a las masas cualquier
idea en cualquier momento. Por regla general, la propaganda opera
siempre sobre un sustrato preexistente, se trate de una mitología
nacional (la Revolución francesa, los mitos germánicos, etc.), o de un
simple complejo de aversiones y de prejuicios tradicionales:
"chauvinismos”, "fobias" o "filias" diversas.
Es un principio conocido por todo orador publico el de no
contradecir frontalmente a una muchedumbre, comenzando por
declararse de acuerdo con ella, por colocarse en su corriente, antes
de doblegarla. El gran publicista norteamericano Walter Lippmann
escribió en Public Opinion: "El jefe político apela en primer lugar al
sentimiento preponderante de la muchedumbre (...). Lo que importa
es aproximar, por medio de la palabra y de asociaciones
sentimentales, el programa propuesto a la actitud primitiva
manifestada en la muchedumbre." Este método lo encontraremos
fácilmente en los más grandes oradores de la Antigüedad:
Demóstenes y Cicerón. Los modernos especialistas de la propaganda
no han hecho más que extenderlo en forma sistemática a las grandes
masas, lo cual ya había sido perfeccionado por la publicidad. El
señalamiento y la explotación de los gustos del público, aun en lo que
a veces tienen de más turbio y absurdo, con el objeto de ajustar a
ellos la publicidad y la presentación de un producto, constituyen la
más grande preocupación de los técnicos de la publicidad. Lo
esencial es comenzar por dar razón a la clientela, declarando, por
ejemplo, que tal dentífrico blanquea los dientes o que tal aceite es

53
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

más denso que otro, lo que no constituye de ninguna manera una


cualidad verdadera para un aceite o un dentífrico.
Existen en la psiquis de los pueblos sentimientos conscientes o
inconscientes que la propaganda capta y explota. Ya tuvimos ocasión
de ver cómo Hitler había utilizado simultáneamente todos los viejos
mitos germánicos y los rencores surgidos de la derrota. La
germanofobia francesa fue explotada sucesivamente durante treinta
años por los partidos de derecha, la Resistencia y el partido
comunista. En Europa, durante la guerra, los nazis excitaron
sistemáticamente los viejos antagonismos nacionales, a veces con
éxito (croatas contra serbios), a veces sin él, cuando se trataba solo
de un particularismo atenuado (autonomismo bretón) y llegaron a
tratar de reavivar en Francia la tradición anti-inglesa de Juana de
Arco y de Napoleón.
Sería erróneo, por lo tanto, ver en la propaganda un instrumento
todopoderoso que oriente las masas en cualquier dirección. Aun el
"atiborramiento de los cráneos" se hace en un sentido bien
determinado. Esto lo saben bien los periodistas que no ofrecen a sus
lectores más que informaciones escogidas y digeridas a fin de
tranquilizarlos y afirmarlos en sus convicciones. Todo el arte de "los
diarios de opinión" consiste en sugerir al lector, mediante la
selección y la presentación de las noticias, argumentos que sirvan
como respaldo a su propio partidismo, y en saber inspirar ese
sentimiento reconfortante que se expresa con frases como: "Estaba
seguro que era así", "Ya lo había dicho yo", "Hubiera apostado a eso",
etc.
La propaganda desempeña siempre un papel de partera, aun cuando
sean monstruos los que ayude a dar a luz. Pol Quentin, en su libro
sobre la propaganda política [32] expresó muy bien esta necesidad de
ir en la dirección de las opiniones preconcebidas y de los prejuicios, a

32 )- La Propaganda politique, Plon

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

veces infantiles, de los arquetipos ancestrales, cuando dijo: "Ninguna


energía, aunque fuese potencial, debe perderse en una actividad en la
que ganar tiempo es primordial. Una campaña política que haga de
la rapidez lo primordial, tratará de conectar en algunos puntos sus
programas nuevos con la fuente de energía mental que constituye ese
estereotipo preexistente. Será así beneficiada por una verdadera
«transfusión» de la convicción, como cuando un médico de
renombre vende su clientela a otro más joven."
Huelga decir que el resentimiento y la amenaza deben descartarse en
el lenguaje de la propaganda, cuando se quiere convencer y atraer.
"Franceses, tenéis mala memoria", es una frase que ha dejado un mal
recuerdo, y el slogan usado cuando el empréstito de la Liberación, en
octubre de 1944, "Hay medidas más radicales que el empréstito", fue
una propaganda muy mala.

5. Regla de la unanimidad y del contagio


Desde que existe la sociología se ha puesto en evidencia la presión
del grupo en la opinión individual y los múltiples conformismos que
nacen en las sociedades. Esas observaciones fueron confirmadas por
los psicólogos modernos y particularmente por los especialistas
norteamericanos en opinión pública. Es sabido por todos aquellos
que practican los "sondeos de opinión", que un individuo puede
tener sobre un mismo asunto, y muy sinceramente, dos opiniones
muy distintas, y a veces hasta contradictorias, según opine en tanto
que miembro de un grupo social (Iglesia, partido, etc.), o bien a
título personal. Está claro que dos opiniones contrarias subsisten en
el espíritu del sujeto sólo por la presión de los diversos grupos
sociales a los que pertenece. La mayoría de los hombres desean, ante
todo, armonizar con sus semejantes: Rara vez osarán perturbar la
armonía que reina en torno de ellos expresando una idea contraria a
la de la generalidad; de lo que se infiere que una gran cantidad de

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

opiniones públicas son, en realidad, una adición de conformismos,


mantenidos porque el sujeto cree que su opinión es también
unánimemente sostenida por quienes lo rodean. La tarea de la
propaganda será entonces la de reforzar esa unanimidad, y aun la de
crearla artificialmente.
Gallup cuenta una leyenda que ilustra muy bien esta habilidad
elemental. Es la historia de tres sastres de Londres que, otrora,
dirigieron una petición al Rey, firmándola: "Nosotros, el pueblo
inglés". Todas las proclamaciones, todos los manifiestos comienzan
así, con una afirmación de unanimidad: "Las mujeres de Francia
exigen...", "el pueblo de París reunido en el Velódromo de Invierno”.
Es divertido ver, algunas veces, dos partidos políticos de tendencias
opuestas reunir, con pocos días de intervalo y en la misma sala, al
"pueblo parisiense", o dirigirse igualmente al gobierno en nombre
del "unánime sentimiento popular".
Esa misma preocupación lleva a los partidos a inflar la cantidad de
sus manifestantes en proporciones increíbles, y a veces absurdas. Se
trata siempre de crear ese sentimiento lleno de exaltación y de miedo
difuso, que lleva al individuo a adoptar las mismas concepciones
políticas que parece compartir la casi totalidad de las personas que lo
rodean, sobre todo si de esas concepciones se hace una ostentación
no desprovista de amenaza. Crear la impresión de unanimidad y
virilizarla como un medio de entusiasmo y amenaza al mismo tiempo
es el mecanismo básico de las propagandas, como ya hemos podido
entreverlo cuando examinamos el manejo de los símbolos y la ley del
enemigo único.
El estudio de las sociedades de abejas permitió a Espinas formular
una "ley de contagio psíquico". Según él, es el espectáculo del
centinela encolerizado lo que desencadena el furor de la colmena.
Trotter confirma que el animal que forma parte de un rebaño es más
sensible a la reacción de otros individuos que a los estímulos
exteriores. Esta ley de la simpatía inmediata, este dejarse llevar
gregario, se encuentra también en las sociedades humanas, y se

56
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

observa de manera particularmente clara en las sociedades


infantiles. Algunos procedimientos de propaganda parecen ajustarse
a esta ley del contagio. Para provocar el asentimiento, para crear la
impresión de unanimidad, los partidos recurren con frecuencia a las
manifestaciones y a los desfiles de masas. Se ha destacado con
frecuencia, y particularmente a propósito de las manifestaciones
hitlerianas, que era muy difícil para un espectador indiferente o aun
hostil no ser arrastrado a pesar suyo. El simple desfile de un
regimiento, con la banda a la cabeza, ya es bastante para alterar a los
bobos. Un grupo de hombres disciplinados, de uniforme, que
marchan ordenadamente y con aire de resolución, produce siempre
un gran efecto en la muchedumbre. Cuenta Chajotin que durante las
jornadas de Leningrado a principios de la revolución bolchevique,
cuando el pánico se había apoderado de la multitud, se estableció el
orden por el efecto casi inmediato de "desinhibición" que produjo el
desfile de una sección militar con máscaras antiguas.
A decir verdad, el ejemplo humano, la aureola del apóstol, la
convicción del prosélito y el prestigio del héroe, son irremplazables
cuando se trata de ganar apoyo. Gabriel D'Annunzio practicó, con un
estilo heroico, una mezcla romántica de rebelión y de propaganda.
Más humildemente y con más frecuencia, la mayor parte de los
convertidos deben su convicción a militantes, a hombres con ideas
firmes y consagrados a ellas. El progreso de las grandes creencias
políticas se debe mucho al "contagio del ejemplo", al contacto y a la
influencia personal. No de otra manera progresó el cristianismo. En
todo caso, es así como logran arraigarse profundamente. La masa
moderna, deprimida y sin confianza en sí misma, es atraída
espontáneamente por aquellos que parecen poseer el secreto de una
dicha que le es esquiva, y que sacian su sed de heroísmo, por los
"modelos", los iniciados, los poseedores del porvenir. Y cuando el
ejemplo humano es colectivo, su influencia es más grande aún. La
iglesia católica siempre hizo que sus sacerdotes y sus monasterios
avanzaran a la par. Las religiones políticas del mundo moderno
también crearon sus órdenes y sus conventos: agrupaciones de élites,

57
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

escuelas de cuadros, campamentos de jóvenes, etc. No hay mejor


agente de propaganda que una comunidad de hombres que vivan
según los mismos principios, en una atmósfera de fraternidad.
Las ideas de amistad, de salud y de alegría son el común
denominador de todas las propagandas. Rondas infantiles, jóvenes
en un estadio, segadores que cantan, son otros tantos moldes del
cine de propaganda de todos los países que especula con el deseo de
felicidad y de libertad, y con la necesidad de evasión del ciudadano
pegado a su oficina o a su máquina, privado de verdaderos contactos
humanos. Desgraciadamente, sabemos por experiencia cuan mísera
y angustiosa realidad pueden disfrazar esos alegres cuadros.
La propaganda dispone de toda clase de recursos para crear la
ilusión de unanimidad. Curt Riess cuenta, por ejemplo, cómo
Goebbels, antes de la toma del poder, consiguió salvar una situación
comprometida. En noviembre de 1932 los nazis estaban de capa
caída; habían perdido dos millones de votos y treinta y cuatro bancas
en el Reichstag. Goebbels decidió entonces dar un gran golpe.
Concentró toda la propaganda del partido en las elecciones parciales
de Lippe-Detmold, un distrito de 150.000 habitantes. Los astros del
partido, uno tras otro, contribuyeron a trabajar metódicamente el
distrito. La maniobra tuvo éxito y los nazis triunfaron en Lippe-
Detmold. La opinión pública creyó que había habido un vuelco en la
tendencia general y que se había desencadenado un verdadero alud
hitleriano. Los banqueros e industriales volvieron a financiar a los
nazis, y el 30 de enero Hindenburg llamaba a Hitler a la Cancillería.
Esto demuestra la importancia de lo que con justicia se ha llamado
las "elecciones piloto". El fascista belga Léon Degrelle quiso repetir la
misma operación cuando la famosa elección de Bruselas, en 1937.
Pero sus adversarios presintieron el peligro, y le opusieron el
candidato más destacado que pudieron encontrar, Van Zeeland,
quien renunció a su banca ex profeso para librar la batalla. Ellos
también concentraron en Bruselas todo su esfuerzo de propaganda, y
el rexismo sufrió un revés del que no pudo restablecerse.

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

Los escritores, científicos, artistas y deportistas de renombre,


también desempeñan, en esas ocasiones, un papel de
"personalidades piloto". El público que los admira, a veces
ciegamente, se deja impresionar de muy buen grado por sus
predilecciones políticas, sin darse mucha cuenta de que no se trata
de lo mismo. Es ésa una verdadera transferencia de confianza y de
admiración, que emplea la publicidad cuando tal o cual estrella o
cantor de moda recomienda una marca de jabón o de sombrero. La
adhesión de los intelectuales es uno de los medios que la propaganda
prefiere para usar como aval. Despierta la simpatía de la
muchedumbre con mucha más amplitud de lo que generalmente se
cree, sobre todo en países como Francia, en los que el prestigio de las
élites culturales es aún muy grande. Se sabe que, en este aspecto, los
partidos han ido a veces a buscar sus referencias hasta en la historia:
"Garibaldi hubiera votado por no", "Pasteur hubiera votado por sí"',
etc.
El medio de contagio más divulgado es, con toda evidencia, la
manifestación de masa, así se trate de un mitin o de un desfile. Es
fácil discernir en ellos los elementos destinados a integrar en un
cuerpo único a la multitud: Las banderas, estandartes y ornamentos
crean un decorado imponente, con tanto más poder de exaltación
cuanto que el color que domina es por lo general el rojo, cuyo efecto
fisiológico ha sido muchas veces subrayado.
Los emblemas e insignias que se reproducen en los muros, en los
banderines, y que se encuentran también en los brazaletes y en las
solapas de los adeptos producen un doble efecto: fisiológico
inmediato de fascinación el primero, y casi religioso el otro; porque
estos símbolos contienen una significación profunda, como si
poseyeran el poder reunir de por sí tan grandes masas en torno de
ellos en una suerte de culto ritual.
Las inscripciones y divisas que condensan los temas del partido en
slogans que se repiten en los discursos y en los gritos de los
asistentes.

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

Los uniformes de los militantes completan la decoración y, sobre


todo, crean una atmósfera de heroísmo.
La música contribuye grandemente a ahogar al individuo en la masa
y a crear una conciencia común. Ph. de Felice analizó muy bien el
efecto misterioso que la música engendra en la muchedumbre. "Su
poder sugestivo, dice, se ejerce en la vida psíquica latente, es decir,
en un conjunto de instintos y de tendencias comunes a todos los
hombres. Uno se explica entonces que sea particularmente apta para
crear en ellos, más allá de sus divergencias individuales, estados
colectivos en los que se mezclan y confunden tendencias idénticas
adormecidas". Según el mismo autor, en la música instrumental (en
la que predominan generalmente los instrumentos de percusión), la
acentuación del ritmo aumenta aún el efecto exaltante y cohesivo.
Todo el mundo oyó hablar del desencadenamiento casi automático
del delirio místico, por la prolongación de una melopea obsesionante
de cantos y de tamboriles, en ciertas sectas religiosas primitivas. Es
difícil sustraerse al imperio de algunas frases musicales, hasta para
los individuos más evolucionados. Esta emoción, esta comunión
culmina con el himno, canto simbólico del partido o de la nación, del
cual, cada nota, por decir así, se oye directamente con el pecho, y es
repetida en coro por los asistentes con una religiosa gravedad. El
canto colectivo es el medio más seguro de fundir una muchedumbre
en un solo bloque, y de inspirarle el sentimiento de que constituye un
solo ser. Bandas, himnos, cantos, gritos, todos estos "tóxicos
sonoros" son los ingredientes esenciales del delirio de !a multitud .
Y si es de noche, proyectores y antorchas aumentan la fascinación y
contribuyen a crear una atmósfera religiosa en la que flotan los
mitos. En su penetrante estudio El psicoanálisis del fuego, Gastón
Bachelard mostró cómo el fuego provocaba en el hombre diversas y
profundas ensoñaciones. El fuego causa un efecto exaltante y
amenazador al mismo tiempo, muy en la línea de la propaganda
hitleriana, que lo utilizaba en sus desfiles de antorchas y sus
manifestaciones nocturnas.

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

Y por fin, los saludos, los "sentado y de pie", el diálogo con los
asistentes, los vivas y los minutos de silencio, constituyen esa
gimnasia revolucionaria que Chajotin aconseja a los conductores de
muchedumbres. Ph. de Felice establece un paralelo entre estos
procedimientos y los empleados por los profetas orientales. "Los
efectos fisiológicos y psíquicos de una gesticulación llevada al
frenesí, son comparables con los de una intoxicación. Los desórdenes
funcionales producidos en el organismo por este medio provocan
vértigo y, finalmente, una inconsciencia total que permite las peores
locuras. Sucede a veces que una agitación corno ésta se apodere de
las asambleas políticas y sea causa de escenas tumultuosas que
recuerdan los espectáculos que ofrecían las cofradías de los derviches
vociferadores".
Entre el "conductor" y la muchedumbre se establece una relación
que Le Bon calificaba como "hipnosis". Es cierto que el gran hombre,
por lo menos en política, se ha devaluado considerablemente. La
muchedumbre busca en aquel que admira, menos las cualidades
naturales que lo distinguen de ella que aquello por lo cual él resume
sus deseos y sus sueños, traduciendo y devolviéndole como un eco, lo
que ella le sugiere y espera de él.
El conductor de muchedumbres, el conductor de masas, responde a
la definición que Víctor Hugo daba del profeta: por desgracia no
designa siempre las estrellas. El contacto, el fluido que circula entre
él y aquellos que encarna, es una realidad, a pesar de que escapa a
todos nuestros instrumentos de medida.
La acción del conductor de muchedumbres es casi siempre
multiplicada por una cohorte de adeptos organizados. Ya Nerón
había creado grupos de especialistas encargados de provocar los
aplausos.
Las "brigadas de aclamación", organizadas o espontáneas, se
encuentran en todas las manifestaciones de masas. Repartidas de
modo conveniente, agitan la muchedumbre y la caldean
progresivamente. En cada mitin, en cada desfile, se distingue

61
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

siempre a los "conductores" de los "conducidos", los "activos" de los


"pasivos", como dice Chajotin, quien cree poder establecer entre
ellos una proporción casi regular, según la cual, los "activos"
constituirían alrededor del 8% de la población total. Toda la tarea de
la propaganda consiste entonces, tanto en sus fases extremas, que
son las manifestaciones públicas, como, por otra parte, en su trabajo
cotidiano, en conquistar a los "pasivos", movilizarlos y llevarlos
progresivamente a seguir a los "activos".
Quienquiera que haya asistido a una poderosa manifestación de
masa, desfile o mitin, habrá podido advertir los métodos que
acabamos de analizar, empleados con más o menos éxito e
intensidad. Cuando a todo lo ancho de una avenida avanza una masa
compacta con banderas a la cabeza, cantando sus himnos, son muy
pocos los espectadores que no sienten vibrar algo en lo más profundo
de su corazón. Entonces los adversarios prefieren alejarse para huir
del influjo. La organización de esas manifestaciones requiere un
cuidado particular, pues su duración y su ritmo son esenciales para
crear el “delirio de muchedumbre". Los hitlerianos utilizaban, sobre
todo, procedimientos de índole fisiológica que llevaban a sus límites
extremos. Cuando se realizaba una gran manifestación, en el estadio
de Nuremberg, por ejemplo, comenzaba desde la mañana con la
llegada de los primeros asistentes; después, a partir de las 12 y 30,
las delegaciones se sucedían y ocupaban su lugar detrás de las
bandas de música, de las cuales, cada ejecución era motivo para
aclamaciones y saludos. Alrededor de las 19 llegaban los dignatarios
del partido y había una nueva gesticulación. Entonces comenzaba un
período de recogimiento durante el cual la espera se hacía cada vez
más insistente y solemne. Después llegaban Goebbels y Goering, y,
por fin, el mismo Hitler, quien era saludado con una gigantesca
ovación. En los primeros minutos ante el micrófono, el Führer
parecía ensayar su voz, buscando el contacto pasional con aquella
muchedumbre que ya no se contenía después de haberlo esperado
durante horas.

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

Sería un error creer, además, que el delirio multitudinario es un


estado simple que se mantiene en una exaltación creciente. Se trata,
en lo esencial, de un estado rítmico que comprende períodos de
tensión a los que siguen bruscos relajamientos. La puesta en escena
de un desfile o de un mitin debe tomar en cuenta ese ritmo. Los
oradores cuidan muy bien interrumpir sus discursos en un pasaje
feliz, o en una frase irónica que distienda bruscamente la sala y
provoque la risa, lo cual es el mejor medio de unir a una
muchedumbre: inspirarle el sentimiento de una suerte de
complicidad alegre. Hay maneras de organizar e imprimirle un ritmo
a una manifestación.
La unanimidad es, al mismo tiempo, una demostración de fuerza.
Uno de los fines esenciales de la propaganda es manifestar la
omnipresencia de los adeptos y su superioridad frente al adversario.
Los símbolos, las insignias, las banderas, los uniformes, los cantos,
forman un clima de fuerza indispensable para la propaganda. Se
trata de mostrar que "uno está allí" y que "se es el más fuerte". No
podrían explicarse de otra manera los esfuerzos que realizan los
partidos para imponer sus oradores, sus gritos o sus cantos, y
"quedar dueños del terreno", a veces a costa de sangrientas disputas.
Los uniformes, los graffiti y los himnos producen una impresión de
presencia difusa que afirma a los simpatizantes y desmoraliza a los
adversarios. Sin embargo, la demostración de fuerza, frecuentemente
útil se vuelve algunas veces contra quienes la organizan, si una
contra-propaganda eficaz sabe explotar la indignación naciente
contra las brutalidades o los entorpecimientos de la libertad de
expresión. Las demostraciones de fuerza no son, por otra parte,
siempre violentas.

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

La contra-propaganda
La contra-propaganda, es decir, la propaganda en cuanto combate la
tesis del adversario, puede caracterizarse por algunas reglas
secundarias que le son propias:
1. Reconocer los temas del adversario. La propaganda adversaria se
"descompone" en los elementos que la constituyen. Aislados y
clasificados por orden de importancia, los temas del adversario
pueden ser fácilmente combatidos. En efecto, despojados del aparato
verbal y simbólico que los hace impresionantes, quedan reducidos a
su contenido lógico que es, por lo general, pobre y, a veces, hasta
contradictorio. Podrá entonces atacárselos uno por uno y quizás
oponerlos entre sí.
2. Atacar los puntos débiles. Es éste un precepto fundamental de
toda estrategia. Contra una coalición de adversarios, el esfuerzo
deberá cargarse, naturalmente, en el menos sólido, en el más
vacilante, y en él se concentrará primero la propaganda. Este método
fue utilizado sistemáticamente por la propaganda de guerra. Durante
la primera guerra mundial los alemanes se ocuparon, sobre todo, de
desmoralizar a los rusos, mientras que los aliados llevaban su
principal esfuerzo contra Austria-Hungría. Asimismo, de las tesis
adversarias, la más débil deberá ser la más violentamente
contraatacada. Encontrar el punto débil del adversario y explotarlo
es la regla fundamental de toda propaganda.
3. Cuando la propaganda adversaria es poderosa, no atacarla
nunca de frente. "Con frecuencia la propaganda contemporánea —
anota justamente Pol Quentin— juzga necesario combatir la opinión
existente para rectificarla y poner las cosas en orden lo más
rápidamente posible, y la ataca de manera frontal. Este error es la
causa del 90 % de los fracasos sufridos por la propaganda en
cuestión, buena, a lo sumo para reforzar la opinión de la gente ya
convencida y como consecuencia, para dar magistrales golpes en el
agua. Esta propaganda desconoce el principio básico según el cual,

64
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

para combatir una opinión, se debe partir de esa opinión misma,


hallar un terreno común." Es éste un corolario evidente de la "ley de
transfusión".
La discusión racional de los temas del adversario se interpreta
generalmente como un signo de debilidad. Esto no es posible sino
cuando uno se coloca en la perspectiva de ese adversario y adopta su
lenguaje, lo que siempre es peligroso. No obstante, el método que
comienza por hacer concesiones al adversario para llevarlo, poco a
poco, a conclusiones inversas a las suyas, es practicado generalmente
por los contradictores en las reuniones públicas y por los
especialistas "de puerta en puerta".
4. Atacar y desdeñar al adversario. El argumento personal, como ya
hemos visto, va más lejos, en esta materia, que el argumento
racional. Uno se evita con frecuencia el trabajo de discutir una tesis
desdeñando a quien la sostiene. La "diversión personal" es un arma
clásica en la tribuna del parlamento y en las reuniones públicas o en
las columnas de los diarios; la vida privada, los cambios de actitud
política y las relaciones dudosas son sus municiones ordinarias. La
historia reciente de Francia está llena de hombres de Estado y de
políticos que, más o menos comprometidos realmente en escándalos,
fueron "metidos en el baile" y “ejecutados" por feroces campañas de
prensa. Hubo algunos, sin embargo – Clemenceau es un modelo –
que lograron mantenerse no reconociéndose jamás culpables, y
devolviendo golpe por golpe.
Cuando se encuentran, en el pasado de un partido o de un hombre
político, declaraciones o actitudes que contradicen sus declaraciones
o actitudes presentes, el efecto es, sin duda, aún más grande; no solo
el hombre y el partido se desacreditan (nada es más despreciable que
los "veletas" o aquellos que "dan vuelta su chaqueta"), sino que
también se ven obligados a explicarse y justificarse, colocándose en
una situación de inferioridad. Es éste el pan cotidiano de toda
propaganda.

65
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

5. Demostrar que la propaganda del adversario está en


contradicción con los hechos. No hay replica que confunda más que
la que proporcionan los hechos. Si es posible hacer que una foto o un
testigo, aunque sólo sea en un único punto, contradiga la
argumentación del adversario, éste se verá desacreditado en su
totalidad. Con frecuencia es difícil probarlo incontestablemente,
pues los relatos de viajes son contradictorios, y las fotos pueden ser
arregladas. Se recurrirá entonces, tanto como sea posible, a
investigadores o a testigos cuyo pasado o vinculaciones sean garantía
de neutralidad.
En todo caso, nada vale más, como arma de contra-propaganda, que
la desmentida de los hechos formulada en términos tan netos y
secos como sea posible. Una desmentida así no tiene réplica cuando
los hechos alegados se obtienen en fuentes de información
controladas por el adversario mismo.
6. Ridiculizar al adversario, caricaturizando su estilo y sus
argumentaciones o haciéndolo objeto de bromas y de breves
historias cómicas; con esos "chistes" que desempeñaron tan grande
papel en la contra-propaganda oral realizada por los anti-nazis
alemanes. La burla es una reacción espontánea cuando la
propaganda se hace totalitaria y suprime las propagandas
adversarias. Es, sin duda, el arma de los débiles, pero la rapidez con
que se propagan las bromas que ponen en ridículo a los poderosos, y
la suerte de complacencia que encuentran, a veces entre los mismos
adeptos de éstos, la convierten en un agente corrosivo cuyos efectos
no son desdeñables. En todos los tiempos los chansonniers
estuvieron en el partido de la oposición.
No nos es posible enumerar los múltiples medios de poner en
ridículo a un adversario; aunque con frecuencia groseros, son sin
embargo eficaces. La risa, sin duda, relaja a los hombres en tensión,
devuelve la salud a sus reflejos y produce un efecto inmediato de
desinhibición.

66
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

7. Hacer que predomine el propio "clima de fuerza”. Es importante y


es cierto que por razones materiales, pero también psicológicas, no
dejar que el adversario "tome la punta" y cree una impresión de
unanimidad en su provecho; él también intenta imponer su lenguaje
y sus símbolos, dotados en sí mismos de potencia. Con frecuencia se
busca herir en lo que el adversario tiene de más querido, por ejemplo
el nombre que lleva, y que es el primero de sus símbolos. Los
"degaullistas" llamaron "separatistas" a los comunistas, y éstos
respondieron con el apodo de "gogos". La palabra parece haber
conservado su valor mágico primitivo, y el hecho mismo de
nombrarla es de la más alta importancia. La denominación es una
bandera y un programa a la vez.
A veces, cuando adversario no consigue hacer desaparecer el nombre
que se le ha dado con una intención infamante, lo vuelca en su favor
y se sirve de él como de un titulo glorioso; eso fue lo que hicieron los
whigs y los tories en Inglaterra. En época más cercana, quienes eran
llamados maquisards terminaron por aceptar de muy buen grado la
denominación de "terroristas"; tenemos aún el epíteto de
"staliniano"', primero lanzado como una injuria, que fue tomado por
los comunistas como un título de gloria. En otro caso, los
propagandistas hitlerianos lograron imponer su lenguaje, forjando, a
propósito del bombardeo de Coventry, el verbo "coventrizar" para
designar el aniquilamiento de una ciudad. Los ingleses intentaron en
vano responder con verbos tomados de nombres de ciudades
alemanas.
Siempre en la misma línea, tropezamos con aquello que Chajotin
llamó "la guerra de los símbolos". El jefe de Frente de Bronce, del
cual transcribe el relato, explica cómo trató de oponer a las cruces
gamadas, cuyas imágenes proliferaban en los muros, las tres flechas,
símbolo de las juventudes socialistas; al grito de Heil-Hitler el de
Freiheit, al saludo fascista, el saludo del puño en alto. Durante la
ocupación asistimos a la creación de un símbolo desprovisto de toda
significación y de toda fuerza de atracción: la gamma de la Milicia. Al
contrario, la cruz de Lorena del gaullismo era un símbolo claro y,

67
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

lleno de sentido, y presentaba, además, respecto de todos los otros,


una gran superioridad gráfica. Quizás se recuerde que contra la
gamma se emplearon dos métodos. Se le sobrepuso una cruz de
Lorena que la testaba automáticamente, o bien se la ridiculizó de una
manera muy simple: inscripta en una circunferencia y con dos
puntos marcados como ojos, la gamma se convertía en la faz del
idiota perfecto.

Las reglas bajo las cuales hemos ensayado resumir los diferentes
procedimientos de que se vale la propaganda política, no tienen nada
de normativo. Ciertamente, hay constantes de la psicología colectiva
que no pueden desconocerse: en ese sentido, de las reglas
enumeradas se desprende un cierto número de indicaciones que
siguen siendo válidas para toda clase de propaganda. Otras, al
contrario, son más bien "recetas" que tuvieron éxito una vez y que
empleadas en otras condiciones, o simplemente porque ya fueron
empleadas, corren el riesgo de perder su eficacia. No obstante, es
probable que aparezcan recetas parecidas y que, fundándose en la
inmensa facultad de olvido que caracteriza a la masa, con la cual
cuentan como cosa segura las propagandas, otros partidos y otros
regímenes puedan tomar por su cuenta algunos elementos ya
utilizados.
Es demasiado evidente que poner en marcha una propaganda o una
contra-propaganda requiere medios poderosos. No es nuestra

68
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

intención discutir aquí esquemas de organización; solo queremos


destacar que la propaganda no es posible sin un esfuerzo constante
de información, que atañe no solamente a los hechos susceptibles de
alimentarla, sino también al estado de los sectores de opinión a los
cuales va dirigida. El Osvag, organizado en los principios de la
revolución bolchevique, llegó a trasladar las informaciones recogidas
a cartas geográficas, para obtener así verdaderas "cartas de
meteorología política". "Todos los acontecimientos de importancia
que se referían a la situación económica y política — como el
transporte, los disturbios agrarios, la agitación antigubernamental o
antisemita, etc. — eran marcados en colores, lo que daba una
orientación topográfica rápida y sobre todo revelaba claramente una
interdependencia de ciertos factores políticos, económicos y
sociales." [33] Goebbels seguía con especial atención hasta la
estadística de los suicidios.
Un esfuerzo de información similar debe realizarse en el caso de los
resultados de las campañas de propaganda. Cuando las elecciones no
permiten apreciar el rendimiento de una propaganda, ese control,
que es muy útil se hace difícil. Los "sondeos de opinión" son hoy de
uso corriente y dan preciosas informaciones, pero su manejo y su
interpretación son siempre delicados. En Inglaterra las "cartas al
editor" permiten conocer en cierta medida la sensibilidad de la
opinión frente a tal o cual tema. Y finalmente, los informes de los
agentes de la administración o de la policía dan indicaciones, pero a
menudo resultan falseadas.
Es evidente que la propaganda no actúa en campo cerrado; su
terreno, la opinión pública, es susceptible de ser influido por otros
factores, y especialmente por las decisiones del gobierno. Si tales
decisiones entran en contradicción con la propaganda, ésta se verá
en dificultades. Y lo que es válido para un gobierno lo es también
para un partido que corre el riesgo de ver objetados sus votos en el

33 )- S. CHAJOSTIN. Op. cit., pág. 143

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

Parlamento. El ministro de propaganda del Reich, Goebbels, recibía


consultas de los otros ministros acerca de todas las decisiones
susceptibles de tener una repercusión en la opinión pública. A veces
se oponía a que se adoptaran algunas, en particular cuando se
trataba de aumentos de precio de artículos esenciales; otras veces,
cuando la medida era inevitable (el retiro de las campanas, por
ejemplo), la hacía posponer hasta que el partido hubiese tenido
tiempo de explicarla satisfactoriamente a la población.
La propaganda no se realiza de manera aislada, sino que exige una
política coherente y el coordinarse con esta política. Hacia fines de la
Primera Guerra Mundial, Lord Northcliffe había conseguido hacer
comprender a su gobierno que la propaganda de guerra a su cargo no
era posible sin que se definiese una política precisa traducida en
actos en el presente y que se asignasen objetivos para lo por venir. La
propaganda, cuando no se libra a un bluff mentiroso, cuando se
utiliza sanamente, solo es, en suma, la explicación y la justificación
de una política; pero en cambio, obliga a la política a definirse y a no
contradecirse, lo que significa hacerle un gran servicio.
Los perfeccionamientos de la técnica — imprenta, radio y cine —, la
estatización, o el control estatal de los grandes canales de difusión,
confieren de por sí, es evidente, una enorme superioridad a la
propaganda de los gobiernos en los regímenes de partido único. La
contra-propaganda, en tal caso clandestina, queda reducida a medios
limitados: graffiti, máquina de escribir, y sobre todo al mimeógrafo,
que es su instrumento favorito.
No hay que subestimar tampoco la importancia que cobra en esas
circunstancias la contra-propaganda oral. Sucede también, como
bajo la ocupación alemana, que una contra-propaganda disponga de
imprentas en las cuales edita sus diarios; por fin, las emisiones
radiofónicas provenientes del extranjero, los volantes y folletos
lanzados por paracaídas pueden ser de una ayuda considerable. Pero
parece que en tales circunstancias el peor enemigo de una
propaganda sesgada es ella misma; la repetición acaba por fatigar y

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

el abuso de las falsas noticias destruye su crédito. La propaganda


política organizada, obsesionante y mentirosa ¿no llega a un punto
en que se debilita a sí misma y en que, para abatirla, hay que usar
armas de otro orden?

CAPÍTULO VI: EL MITO, LA MENTIRA


Y EL HECHO
La propaganda política de tipo moderno no es, simplemente, el uso
perverso de las técnicas de difusión masiva, puesto que precedió a la
invención de la mayor parte de esas técnicas. Su aparición coincide
con la de los grandes mitos que arrastran a un pueblo y lo aglutinan
en una común visión del mañana. Hubo, en primer lugar, la eclosión
del mito revolucionario, a fines del siglo XVIII, en Francia; vino
después, a mediados del siglo XIX, la cristalización, más lenta, pero
no menos trastornadora, del mito socialista y proletario. El primero,
después de haber explotado como una serie de cohetes de acción
retardada en los diversos países de Europa, fue perdiendo
progresivamente su virulencia hasta fines del siglo XIX, cuando aún
daba vida a la III República en su nacimiento, y conoció, antes de
pasar al estado actual de culto histórico, un momento de
rejuvenecimiento con el asunto Dreyfus. En cuanto al segundo,
después de haber sido la causa de grandes batallas civiles, en junio
de 1848, de la Comuna y de innumerables huelgas, pasó a manos del
marxismo primero, y luego del leninismo. Hoy agita a grandes masas
en el Extremo Oriente.
La potencia con que estos dos grandes mitos-revolucionarios se han
expandido por el mundo sirvió de enseñanza a los pensadores
políticos. Les hizo comprender qué ayuda podían ser estas
representaciones motrices cuyo contenido, ideológico y sentimental
al mismo tiempo, actúa directamente en el alma de las

71
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

muchedumbres. Georges Sorel fue el primero que advirtió el hastío


que amenazaba a una social-democracia puramente verbalista y
parlamentaria y propuso, como remedio, que se recurriese a los
mitos violentos, capaces de plegar, realmente, los trabajadores a la
Revolución. "Mientras el socialismo sea una doctrina enteramente
expuesta con palabras, será muy fácil desviarla hacia un justo medio;
pero esta transformación será manifiestamente imposible cuando se
introduzca el mito de la huelga general, que entraña una revolución
absoluta." Estas son las reflexiones de Sorel que, explotadas más
tarde por Mussolini, llevaron a éste a construir el fascismo sobre
mitos nacionales del pasado (grandeza de la Roma antigua) y sobre
mitos conquistadores del porvenir (exaltación de la fuerza y de la
guerra, de la vocación imperial de Italia, etc.). La reanimación de los
mitos del pasado y la creación de los mitos del porvenir caracterizan,
desde entonces, a las propagandas fascistas, sea la de Hitler, la de
Mussolini o la de Franco.
En esta primera mitad del siglo XX se observa por toda Europa una
reacción contra el abuso del pensamiento racionalista o liberal del
siglo XVIII francés. A decir verdad, tal pensamiento había sido
patrimonio de una élite. Entran en escena masas que no se
reconocen en la sociedad liberal, sin cuadros naturales y sin valores
comunes que le ofrece la burguesía capitalista, como tampoco en el
funcionamiento opaco y complejo del régimen parlamentario.
El tedio no es solamente la clave stendhaliana de una psicología
individual; es también un factor decisivo de la psicología colectiva
moderna. Las masas se aburren. En la Francia del siglo XIX, esto es
evidente después de la caída de Napoleón. El segundo Napoleón
juega esta carta y gana, pero al sueño de gloria se agrega el sueño de
dicha de las masas sufrientes y el sueño de comunidad de las masas
alienadas. El socialismo se presenta entonces como un "ideal", como
una "mística" "antes de ser una filosofía y, con Marx, una doctrina de
acción, y lo seguirá siendo en una proporción considerable. G. Le
Bon hizo notar "hasta qué punto la imprecisión de las doctrinas
socialistas es uno de los elementos de su éxito". Y de esta esperanza

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

de liberación, de esta necesidad de fraternidad, siempre defraudadas


y a veces ahogadas en sangre, van a posesionarse los fascismos. Todo
un mundo privado de alegría se libra a la influencia de los mitos; su
función es la de acercar el deseo oscuro, informulado, a su
satisfacción; entre aquél y ésta no subsiste más que un breve
intervalo que colmará la lucha y el sacrificio. Las imágenes, los
cantos, los discursos, las banderas al viento y los desfiles
amenazantes abolieron ya esa distancia. La meta está casi en
nuestras manos y disfrutamos de antemano la dicha que nos
proporciona. Millones de hombres viven en la tierra prometida
gracias a esta exaltación poética de la muchedumbre, que decuplica
su fe y se anticipa sin esfuerzo al porvenir. El mito es una
participación anticipada que colma por un momento el deseo de
dicha y el instinto de poder. El mito es, indisolublemente, promesa y
comunión.
En esto la propaganda entronca con la poesía y se nutre de ella. A la
creación y al embellecimiento de mitos nacionales se consagraron las
más grandes obras poéticas de la Antigüedad, es decir, las de
Homero y de Virgilio. En nuestros días, la propaganda ha
reemplazado a la poesía épica en su función primitiva, que era la de
"contar historia" a un pueblo, historias de su pasado y de su
porvenir, y con ello darle un alma común, como lo hizo Pisístrato
basándose en los poemas homéricos.
La propaganda ha tomado de la poesía, como ya hemos visto, una
gran cantidad de sus procedimientos: la seducción del ritmo, el
prestigio del verbo y hasta la violencia de las imágenes. Aun en su
manejo se encontrarán fácilmente algunos artificios de la progresión
dramática, con sus sobresaltos, sus tiempos fuertes y débiles, golpes
de efecto teatral administrados para excitar el temor o la esperanza.
Creemos, de buen grado, que algunos de los aspectos de la
propaganda moderna revisten más bien una función poética que
política, que es la de hacer soñar al pueblo con las grandezas pasadas
y un mañana mejor. No es por azar que a estas formas extremas se
les aplica naturalmente los nombres de "delirio", de "sueño

73
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

despierto", ni tampoco que hayamos podido calificar como


"sonambulismo" la actitud de las muchedumbres hipnotizadas.
Gustave Le Bon había notado en la muchedumbre un mecanismo
natural de exageración. La propaganda habría entonces liberado, en
muchísimos casos, verdaderos sueños colectivos que alimentaría por
los procedimientos que examinamos antes. La propaganda política
ha captado esta ensoñación que sobre su origen y porvenir anida en
cada hombre, ensoñación de infancia y acariciado deseo de dicha.
Con la ayuda de los mitos de los que se alimenta y que amplifica,
acercó, como en un sueño, hasta lo absurdo, el deseo y la aversión de
su objeto, que en estado de vigilia los hombres no osan o no pueden
alcanzar. Esta suerte de ensoñación no es forzosamente malsana;
existe en todos los pueblos. Pero, estimulada por un sabio
maquiavelismo, termina en acción.
Como el sueño, la propaganda contribuye a hacernos vivir otra vida,
una vida por procuración. La política puede desempeñar aquí el
mismo papel exultorio que el deporte, y la muchedumbre "proyecta"
su deseo de aventuras y de heroísmo tanto en un hombre de Estado o
en un jefe de partido, como en un gran campeón del ciclismo. Toda la
habilidad de la propaganda consiste en hacernos creer que ese
hombre de Estado, ese jefe de partido, ese gobierno, nos
"representan" no solo al defender nuestros intereses, sino al asumir
nuestras pasiones, nuestras preocupaciones, nuestras esperanzas. O.
Mannoni, estudiando las reacciones de los pueblos primitivos
colonizados, dedujo, en una perspectiva freudiana, una ley que es
válida para los pueblos "primitivos", al par que inspira a la
propaganda política en las naciones más evolucionadas. "El jefe no
es reconocido verdaderamente como tal, sino cuando el sujeto tiene
el sentimiento (aunque sea ilusorio, no importa) de que lo
comprende, de que adivina lo que va a hacer, de que actuaría de la
misma manera en su lugar (…) Un gobierno que tenga ciertas
cualidades — honestidad, clarividencia, capacitación — satisfará al
sector de la población que posea las mismas cualidades. No será
popular sino el día en que el hombre de la masa, incapaz de juzgar de

74
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

esa manera, pero llevado por sentimientos mucho más fuertes y


mucho más oscuros, consiga ponerse inconscientemente en su lugar,
hasta ilusionarse y creer que el gobierno actúa movido por
sentimientos idénticos a los suyos. Si esta identificación es
imposible, a pesar de que sea bastante fácil de lograr en tiempos
normales, el gobierno se convierte en el objeto de la proyección de
todos los malos sentimientos y no puede actuar ya, según piensa la
masa, más que por maldad, bajos intereses, traición o imbecilidad."
[34]
Todos los jefes de Estado se esfuerzan por obtener esta "proyección"
de la masa en su persona, algunos forzando la adhesión popular con
procedimientos líricos y casi mediúmnicos, como Hitler y otros,
como Roosevelt y Churchill, invitando a sus conciudadanos, en un
nivel de familiaridad, a compartir sus preocupaciones y sus
esperanzas. Recuérdese las famosas "charlas del hogar" durante las
cuales Roosevelt se dirigía regularmente por radio a cada
norteamericano como a un amigo que era necesario asociar en sus
penas y en sus proyectos. La argumentación del tipo "Yo soy uno de
tantos" o "Colóquese usted en mi lugar", es el recurso favorito de los
hombres de Estado en los países democráticos. [35] En circunstancias
trágicas, esta proyección en el jefe es favorecida por la necesidad de
buscar refugio junto a un "padre" que proteja. La explotación de este
sentimiento constituía la base de la propaganda paternalista de
Pétain.
Sin control, si dispone a su antojo de todos los medios de difusión,
una propaganda así pronto pretende imponer su sueño a todos y
hacerlo pasar por realidad a cualquier precio, es decir, sustituir hasta
en sus menores detalles la realidad por otra a la cual se deben plegar

34 )- C. M ANNONI , Psychologie de la Colonisation, Col. Esprit, Editions du Seuil.


35)- Se conoce la agradable franqueza que afectaban los candidatos norteamericanos durante las
elecciones presidenciales. Truman presentaba a su hija y a su mujer a los electores en los
términos siguientes: "He aquí la hija del jefe, y aquí la jefa del jefe".

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

los hombres y los hechos. De ahí el uso corriente, que se ha hecho en


cierta forma normal, de la censura y de la noticia falsa.
La censura, para impedir la divulgación de noticias contrarias a la
causa que se defiende y a los hechos que se pretenden establecidos, y
la falsa noticia, para crear, tomando como base un acontecimiento
real deformado, o hasta un acontecimiento fraguado en todas sus
partes, los hechos que irán a apoyar la tesis que se sostiene. La
propaganda de guerra que inventó el "atiborramiento de cráneos"
introdujo en las costumbres este doble método en épocas difíciles en
que los gobiernos estimaron que era un deber patriótico servirse de
la información como de un arma de guerra, entre otras. Después, la
censura, oculta o declarada, continuó reinando de modo permanente
en una gran parte del mundo.
En cuanto a la noticia falsa, ha sido utilizada con descaro por los
todos como medio de persuasión o de provocación, y hace estragos
con bastante regularidad también en la prensa de los países
democráticos, donde prefiere con frecuencia el tono condicional al
afirmativo. [36] La prensa de la tarde suministra todos los días un
contingente especialmente importante de este tipo de noticia.
Contra la falsa noticia la desmentida carece generalmente de fuerza,
puesto que es muy difícil desmentir sin que parezca que uno se
defiende "como un acusado", y sucede que cuanto más grosera es la
falsedad, mayor es su efecto y más difícil resulta rectificarlo, ya que
el público se hace naturalmente la siguiente composición de lugar:
"no se atreverían a afirmar una cosa así si no estuvieran seguros de
ello". Hitler sabía que la credibilidad de una mentira aumenta con
frecuencia en función misma de su enormidad. Refiriéndose a la

36)- No daremos más que un ejemplo de falsa noticia de este orden, aparecida en 1949 en un
gran cotidiano reputado por la seriedad de su información. El título era afirmativo. Secuestro
de niños en Berlín, pero el texto de la información era condicional. "Una cierta cantidad de
niños habrían sido secuestrados en Berlín..." La noticia se refería a una información aparecida
en un diario alemán que no fue confirmada. El título, sin embargo, que no estaba en condicional,
grabó en el espíritu del lector el recuerdo de un hecho particularmente odioso.

76
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

prensa de su época dijo: "La mentira más imprudente siempre deja


rastros aun cuando se la reduzca a la nada. Esta es una verdad que
conocen todos aquellos que se han hecho maestros en el arte de
mentir y que continúan trabajando en su perfeccionamiento." ¿Hasta
qué punto la propaganda, cortando, arreglando e inventando los
hechos, puede sustituir a la realidad? Es posible hacer vivir a un
pueblo en un universo mitológico enteramente fabricado, en un
mundo que nada tiene en común con el mundo, que ha roto de una
vez por todas con sus criterios de veracidad. La propaganda, ora
inventando los hechos, ora interpretándolos, logró seguir toda la
evolución de la guerra, aun en los acontecimientos que le eran más
desfavorables. Tomemos, por ejemplo, el giro de esta guerra que fue,
precisamente, el más trágico para Alemania, Stalingrado.
En una primera fase, la propaganda nazi acompañó la marcha
victoriosa y declaró que ocuparía Stalingrado cuando quisiera.
Cuando las fuerzas alemanas fueron cercadas, declaró que la batalla
de Stalingrado sería conducida hasta el fin y que su suerte estaba
ligada a la de Alemania. Por fin cuando las fuerzas alemanas son
aniquiladas, ya no es cuestión de la conquista de Stalingrado sino
que el sacrificio de trescientos mil hombres se transforma en
epopeya.
No obstante, el uso abusivo de la censura y de la información
falsificada termina por ir contra la propaganda. Cuando se hace
evidente que una propaganda monopoliza la información para
dirigirla a su antojo, se produce una reacción casi espontánea. Se
buscan otras fuentes de información que no estén profanadas, o que
por lo menos permitan oír el tañido de otra campana. Bajo la
armadura oficial de la información dirigida se constituye entonces
una red clandestina de información en la que las noticias se
trasmiten de boca a oreja. "Existe una necesidad de informar a los
otros de lo que uno ha oído decir, necesidad cuya función social es

77
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

evidente en la sociedad en la cual la transmisión de noticias de boca


en boca era el medio de información principal". [37]
Parece que muy recientemente, aun en poblaciones desvinculadas de
las técnicas modernas de difusión, como en Laponia y en la Guayana
las noticias se transmitían "sin discriminación y con una gran
fidelidad”. [38] Pero el uso de los grandes medios de difusión ha
embotado esta facultad primitiva y deteriorado esa red oral de
información que funcionaba otrora con relativa exactitud por una
suerte de autocontrol espontáneo. Las noticias transmitidas fuera del
circuito del Estado son frecuentemente propaladas por oposición a
las noticias oficiales, lo que les imprime la marca de un cierto
coeficiente pasional; además, son más o menos conscientemente
exageradas para poder luchar contra la autoridad de que disponen, a
pesar de todo, la prensa y la radio, y adquirir así credibilidad. De lo
cual se deduce que las informaciones orales en las sociedades
civilizadas son generalmente inexactas, "rumores" o "chimentos" que
se amplifican tanto más cuanto que la información oficial persiste en
ignorarlos. Cuando por un abuso de propaganda la autoridad de la
información masiva se debilita, la circulación de los rumores se
intensifica y se crea así, casi naturalmente, una información
clandestina que suministra noticias de sentido contrario, pero —
aunque sea inconscientemente— tan deformadas y mendaces como
las de la propaganda oficial.
El exceso de información dirigida suscita entonces una fuerza de
sentido inverso que, aunque de poder menor, estorba en forma
considerable la propaganda oficial y hace que, a veces, deba
contemporizar. Los mismos nazis advirtieron el peligro, ya que
algunos alemanes tendían a escuchar las radios extranjeras. Esta
práctica se hizo en un momento casi oficial por intermedio de un

37)- E. y F. ZEBNEH, "Rumeurs et opinión publique", Cahiers internationaux de Sociologie, vol.


V, Editions du Seuil.
38 )- Op. Cit.

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

boletín especial, reservado en principio a los altos funcionarios, pero


que pronto circuló en todas las oficinas de los ministerios. En su
Diario, Goebbels reacciona varias veces contra la proliferación de las
informaciones "de boca en boca" y de los "boletines confidenciales".
Su conclusión es pragmática: "… en los períodos agitados hay que
saciar siempre la sed de noticias, de una manera u otra".
Consecuentemente, Goebbels hacía recoger metódicamente los "se
dice” en circulación y organizaba una contra-propaganda para
neutralizarlos, por vía oral, o por la prensa, la radio, el cine, o bien
echaba mano de "testigos" extranjeros, generalmente reporteros
simpatizantes, y como en casos así las profecías, predicciones y
horóscopos se multiplicaban, incluso no vacilaba en hacer dar de
Nostradamus una interpretación oficial que fuese favorable a los
designios del Reich.
Un ejemplo particularmente notable de su virtuosidad es el
siguiente: a fines del verano de 1943, el rumor público divulgaba la
noticia de la ejecución de muchas altas personalidades del régimen.
Goebbels contraatacó dando a sus secciones especiales la consigna
de hacer circular el rumor de que Himmler mismo acababa de ser
arrestado y juzgado, lo que causó una gran sensación. Cuando llegó
el momento oportuno, hizo reaparecer a Himmler por todas partes,
lo cual, por contragolpe, echó por tierra todo lo que se decía sobre el
asunto. Fue destruir un falso rumor mediante otro rumor más falso
todavía, pero cuya falsedad se podía demostrar.
Todos los países ocupados y sometidos a la propaganda del Reich
conocieron ese recurso masivo contra las radios extranjeras, de las
"informaciones confidenciales” y ese pulular de rumores,
frecuentemente fantasiosos, de relatos adornados, de profecías y
horóscopos.
Esta reacción espontánea frente a los excesos de la información
orientada es apenas uno de los aspectos del descrédito que parece
haber afectado a la propaganda en la medida misma que aumentaba
su potencia. Ya durante la guerra de 1914, los soldados del frente

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

apabullaban con sus sarcasmos el Boletín de los ejércitos. Los


chismes y los "atiborramientos de cráneos" eran severamente
juzgados. El lenguaje popular es instructivo. A él se deben dos
términos que están entre los más usados en estos últimos años,
"baratín" y "bla-bla-bla", que expresan muy bien una repugnancia
profunda por los discursos de propaganda. Esta repugnancia no se
da solo en los indiferentes; parece que, por lo menos en Francia,
cuanto más sinceramente convencido está un medio, más rechaza la
propaganda exagerada o enfática de su propia causa.
Nosotros mismos pudimos comprobar en el maquis que allí los
diarios de la Resistencia y las emisiones en francés de la BBC
despertaban menos interés que entre los simpatizantes de las
ciudades. Esta comprobación hizo que un oficial decidiera divulgar
con regularidad un boletín mimeografiado en el maquis del Vercors,
[39] que se limitaba a dar una visión sintética de la situación basada
en las informaciones recogidas en todas las estaciones emisoras
extranjeras. Toda intención de propaganda había sido excluida de
esas síntesis redactadas con el tono sereno de una explicación.
Aunque la esperanza de la victoria se afirmaba siempre, no por ello
se disimulaban los aspectos sombríos de la situación. A veces, ese
boletín de información estaba complementado por un anexo en el
cual se presentaban, en una sinopsis, los temas de la propaganda
nazi y "vichista" y los argumentos que podían oponérsele. El efecto
de este boletín en la moral de los combatientes clandestinos fue muy
superior al de los pequeños diarios impresos por la Resistencia o
lanzados en paracaídas por los aliados.
Esta actitud correspondía a un sentimiento profundo. Buena parte
de la población europea, saturada de propaganda, llegó a condenar
todas las "propagandas" a la misma execración. La falsedad y la
petulancia de la propaganda fueron tales que la mejor contra-

39)- La colección de estos boletines se publicó más tarde, XAVIER DE Virieu, Radio-Journal
Libre, ed. Jean Cabut

80
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

propaganda debía limitarse a exponer los hechos con simplicidad y


franqueza. Churchill lo comprendió inmediatamente, y ayudado por
el lado deportivo del espíritu del pueblo inglés se reveló como un
político de genio. En vez de insistir en victorias imaginarias, presentó
siempre en los Comunes un estado crudo de la situación, sin ocultar
los ataques muy duros sufridos por las ciudades inglesas ni las
primeras derrotas de los ejércitos británicos rechazados hacia
Egipto. En lugar de la "guerra fresca y alegre" prometió a los ingleses
"sangre, sudor y lágrimas", pero esta franqueza hizo mucho más que
las fanfarronadas. Un hombre que no disimula las flaquezas de su
causa, un hombre que, llegado el momento, reconoce sus errores y
promete remediarlos, inspira más confianza que el matamoros que
repite incansablemente sus hechos heroicos.
Nuestra época, que supo de los éxitos fulminantes de una
propaganda fundada en la mentira y el bluff, manifestó al mismo
tiempo los signos de su ineficacia profunda. Los discursos
inflamados, los "comunicados" mendaces, las tiradas líricas,
agudizaron, al final, la sed de hechos. Goebbels mismo lo expone en
su Diario: "El interrogatorio de los prisioneros ingleses hechos en
Saint Nazaire [40] muestra que prestaban más atención a las
informaciones que a los comentarios. De ello deduzco que debemos
modificar completamente nuestras emisiones en lenguas extranjeras.
Han pasado ya los tiempos de las grandes declaraciones." Tanto se
ha mentido ya que la verdad simple y desnuda aparece como la más
poderosa de las armas de propaganda. Que se haga exactamente eso
que se decía que se iba a hacer, es algo que hoy, por contraste,
resulta motivo de asombro.
Goebbels se asombraba de un método singular practicado en algunos
puntos del frente por los soviéticos. "En mi sector del frente — decía
— de los grupos armados del centro, los bolcheviques se han
dedicado, por medio de altavoces, a una de las propagandas más

40 )- Se trata del raid de comandos efectuado en 1943.

81
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

extrañas: anuncian que atacarán dentro de cuatro días. El enemigo


reveló ya una vez sus intenciones de esta manera, y atacó
efectivamente el día anunciado. Asombra esta extraña concepción de
la propaganda, pues, actuando así, el enemigo solo ha logrado
aumentar mucho sus pérdidas." En realidad, este tipo de propaganda
no tiene nada de raro; naturalmente siempre y cuando las pérdidas y
las bajas no le importen demasiado a la conducción. Hasta llegó a ser
habitualmente practicado desde el primer momento por los
bolcheviques quienes, como lo comprobaba Ludovic Naudeau en su
diario El Acuerdo, "actúan a plena luz, abiertamente, audazmente,
hablan sin rodeos, sin disimular sus intenciones (...); su propaganda
llegaba a fijar de antemano el día en que empuñarían las armas, el
día en que tomarían el poder".
Predecir lo que se hará y hacerlo realmente es, sin duda, la habilidad
suprema de la táctica política; de ello se desprende una impresión de
seguridad, de fuerza irresistible que llega a paralizar al adversario.
Goebbels hubiera podido notar que este método que lo asombraba
en tiempos de guerra, había sido empleado en tiempos de paz por
Hitler, que no vaciló en revelar en Mein Kampf sus planes y
proyectos más importantes.
A los pueblos les gusta soñar, pero también llega un momento en que
ya no quieren que se les cuenten más historias y comienzan a exigir
hechos, cifras, testimonios. El estilo mismo de los discursos de los
artículos se ha despojado del énfasis y el período para buscar las
frases breves y cortantes, las fórmulas de efecto con valor
mnemónico. Se rechaza pronto, sin leer, un folleto cuya presentación
hace pensar "que huele a propaganda", y cuando uno es engañado,
provoca un agudo resentimiento.
Algunas propagandas se vieron muy debilitadas por haber sido
desmentidas acerca de un solo hecho, como la propaganda
antisoviética en Francia que, no contenta con denunciar al régimen
de la URSS, pretendía, antes de la guerra, que carecía de fuerza y que

82
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

su ejército se desmoronaría en el primer ataque. El desempeño del


ejército rojo dio a esta afirmación una completa desmentida.
No cabe duda de que esta propaganda resultó por esto desacreditada
en su conjunto ante muchos franceses. Muchos síntomas indican que
una gran parte de las poblaciones europeas sienten repulsión por
todo lo que sugiera propaganda. La repugnancia por ella es,
seguramente, uno de los factores esenciales del abstencionismo
electoral. Los partidos políticos harían bien en no apostar más por
una facultad ilimitada de olvido de las masas. Ya es tiempo de
recordarles que la propaganda no es únicamente la enunciación de
un programa atractivo que no entrañe ningún compromiso o la
puesta en marcha de habilidades tácticas, porque los recursos de la
mentira terminan por agotarse y los mecanismos psíquicos mejor
armados se descomponen bruscamente, y que, para ser eficaz, una
verdadera propaganda debe progresar de plataforma en plataforma;
dicho de otra manera, que uno no se lanza hacia objetivos nuevos
sino cuando tiene los pies bien plantados en un terreno ya
conquistado. La mentira es al fin perjudicial para la propaganda, y si
el mito le es esencial, los hechos no lo son menos.
"Propaganda" es una de las palabras más desacreditadas de la lengua
francesa. El uso que de ella se ha hecho nos acostumbró a considerar
la propaganda como un método de perversión y de mentira. Esta
reacción, en el fondo, es sana; pero sus consecuencias son temibles,
pues la propaganda, que es una función política natural, se hace
vergonzante; se mezcla entonces en la información y se oculta detrás
de las "noticias" v las estadísticas. Ya nadie quiere oír hablar de
"propaganda", y no hay más que "documentación", "información" y
"reportajes". La propaganda es cada vez menos poética y más
estadística. Pero un cuadro de cifras o un despacho de agencia
pueden mentir tanto como un discurso, y la falsificación es entonces,
con frecuencia, más difícil de descubrir.
Se ha hecho notar que en nuestros días, cuando bastan algunas horas
para que un despacho o hasta una fotografía den la vuelta al mundo,

83
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

es prácticamente imposible conocer la verdad sobre las cuestiones


más importantes, y como en la Edad Media, se escucha con avidez al
viajero que vuelve de Oriente o de América para saber "lo que
realmente pasa". Los medios de información, ya estén en manos de
las potencias estatales, ya en las del dinero, son vehículo, como de un
veneno secreto, de una propaganda que no se atreve a decir su
nombre, a tal punto que un autor inglés, C. F. E. Lamodey, la ha
definido como una "excitación esencialmente oculta". Y ésta, por ser
menos violenta que la propaganda descarada, a la larga pervierte los
espíritus, los divide, los desampara, les quita la posibilidad de
agruparse en torno de una realidad admitida y de tener, sobre el
mundo exterior; las referencias constantes que le son necesarias para
formar su juicio y situar su acción.
Para remediar esta perversión solapada de los canales de
información, sería necesario, primero, separar la función de
propaganda de la de información. Por cierto que es difícil, en el
estado actual del mundo, establecer un estatuto universal de la
información y una autoridad internacional que tenga poder para
verificar los hechos confirmados y desmentir públicamente las falsas
noticias. Por lo menos, es en esta dirección que se debería avanzar,
en escala nacional primero, con un estatuto de los medios de
difusión capaz de asegurar la integridad de la información. De todas
maneras, la ambigüedad en eso es deplorable. La propaganda es
necesaria, y creemos que un partido o un gobierno pueden
desarrollarla sin necesidad de recurrir a la mentira, pero no debe
permitirse por más tiempo que se oculte detrás de la información y la
corrompa.
A decir verdad, esta distinción entre la propaganda y la información
es cada vez más difícil de establecer, debido a la división del mundo
en bloques antagónicos. De un lado, una censura rigurosa elimina
todo medio de contacto con el exterior; los diarios y las películas
extranjeras llegan allí solo en pequeña cantidad y rigurosamente
expurgados. Las informaciones y los comentarios están orientados
en un mismo sentido por las consignas del Estado y del partido.

84
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

Literatura, educación, cine, artes plásticas y hasta las ciencias


corresponden a una sola doctrina y se emplean igualmente en la
propaganda. Del otro lado, la circulación de las informaciones es, sin
duda, mucho más libre, y la censura, aparentemente no existe. Pero
la opinión tal vez dependa allí más que en ninguna otra parte, de los
instrumentos de difusión masiva, éstos, gobernados por la ley del
lucro, tienden a halagar el gusto de las masas y a orientarlas en el
sentido de sus prejuicios. Es indudable que las informaciones son
suministradas en cantidad considerable y sin que un control del
Estado intervenga para detenerlas o deformarlas; pero justamente
son tan precisas y tan detalladas que nadie tiene tiempo de leerlas;
por tanto, conviene, para comodidad del lector, hacer resúmenes.
Una vez admitido este principio, es tentador seguir la tendencia
natural del público a la simplificación, para lo cual basta con dar
títulos, tan sonoros como sea posible, sensacionales, es decir,
demagógicos; de allí a caer en la propaganda pura y simple no hay
más que un paso que se está siempre a punto de dar.
Si se agrega que ciertas "cadenas" de diarios y revistas están ligadas a
intereses financieros, se advierte que la selección de las noticias
desempeña aquí también, aunque de una manera menos radical y
más sutil, su efecto de propaganda. Así se hace cada vez más difícil
aislar la propaganda política. Hasta se puede preguntar si ella no
tiende a desaparecer en provecho de una suerte de propaganda de
civilización. Es una concepción total de la vida lo que cada uno de los
dos campos mundiales quiere propagar, tanto por el arte, por el cine
y la literatura, como por los medios de expresión propiamente
políticos. Al "realismo socialista", a la "literatura de partido", a todos
los vehículos de la doctrina marxista, se oponen las películas de
Hollywood, los "digest", [41] la "prensa del corazón", ciertos tipos de

41)- JOHN BAINBRIGDE analizó de manera excelente, en el New Yorker, los temas
fundamentales desarrollados por los digestos de una manera muy sistemática. Sin ser, en su
mayor parte, directamente políticos, todos implican, finalmente, una misma actitud política
(artículo reproducido en Esprit, en julio de 1948, con el título de "Le petit magazine"). Un
análisis igual podría hacerse de la producción corriente de Hollywood.

85
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

novelas populares que son vehículo, no de una doctrina


caracterizada, sino de un mismo estilo de vida, de una mentalidad
común.
No se puede disimular los muy graves peligros que resultan de esta
contaminación de todos los medios de expresión por una
propaganda oculta o declarada. Hay grupos de pueblos que tienden
así a aislarse en mentalidades heterogéneas, a suprimir todo punto
común, toda comprensión y aun todo conocimiento de la mentalidad
adversa. Actuando así, las propagandas crean el clima psíquico
propicio al estallido de las guerras.

CAPÍTULO VII: OPINIÓN Y


PROPAGANDA
Expuestas las razones que anteceden, ¿hemos de pronunciar una
condena general de la propaganda? No planteamos todavía la
cuestión fundamental de sus relaciones con el ser humano al que
pretende influir, pues nos preocupa poder aprehender sus más
diversas y agudas manifestaciones. Hemos de preguntarnos ahora en
qué medida la propaganda es esa "violación psicológica" a la cual el
individuo no podría resistir. En una palabra, aún tenemos que ubicar
la propaganda con relación al individuo, su receptividad y sus
posibilidades de defensa.
En primer lugar, ¿el mero proyecto de influir en la opinión pública
en un sentido determinado, es admisible? A muchos les parece que
basta con tener confianza en el "buen sentido" de la opinión
individual juiciosamente esclarecida. Que cada uno pueda tener su
propio parecer y, es probable, se hallará con él muy cerca de la
realidad objetiva, si, precisamente, no intervienen presiones
exteriores para falsearlo... Esta confianza en la salud natural de la

86
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

opinión es una tesis frecuente, en particular entre los teóricos


políticos anglosajones. Podríamos responder con el publicista
norteamericano Walter Lippmann que, "aunque todo se centra en la
libertad de los ciudadanos, ésta no constituye, de ninguna manera,
una garantía de objetividad en la opinión pública moderna (...)
puesto que esta opinión se corresponde, en realidad, con un mundo
desconocido". Es cierto que la complejidad de muchos problemas
económicos y sociales excede la comprensión de la opinión pública. Y
sin embargo, cuestiones tan poco accesibles como el presupuesto
nacional, la relación de los salarios y los precios y el equilibrio
demográfico, determinan cada vez más la vida política real de un
Estado moderno.
Las realidades extranjeras presentan dificultades de apreciación que
con frecuencia son aún más grandes. Aparte de tratarse de países con
una mentalidad que parece extraña en un primer contacto, con una
historia y un idioma generalmente mal conocidos, la batalla de las
informaciones, la falsificación de las noticias y la censura
contribuyen a propagar la oscuridad y a aumentar la incomprensión.
Al individuo le cuesta entonces mucho trabajo formarse una opinión.
Por otra parte, es raro que intente realmente tener un juicio propio.
Aun en aquellos asuntos que le son accesibles, comienza por tomar
referencias en el grupo social en que vive, en su diario, con sus
parientes y amigos. Los trabajos de los sociólogos han puesto en
evidencia el aspecto colectivo de la opinión, al punto de que Jean
Stoetzel pudo dar de ésta una definición que elimina todo elemento
de juicio personal y hace de ella un fenómeno puramente social.
"Opinar — dice — es, para el sujeto, situarse socialmente con relación
a su grupo y a los grupos externos. Es entonces no solo legítimo, sino
recomendable interpretar la significación de su opinión
relacionándola con la opinión pública." Esto es lo que hacen los
investigadores cuando obtienen en sus sondeos una media
estadística que se supone representa a la opinión pública sobre tal o
cual asunto. Sin embargo, estos sondeos difícilmente captan la
opinión de un individuo integrado en un grupo, sino más bien una

87
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

opinión ya abstracta, puesto que es artificialmente deducida y


llevada sin más al plano nacional o internacional.
El sondeo de opinión obtiene la media de lo que ya es una media. De
allí sus limitaciones y sus posibilidades de error. En efecto; la
opinión neta se obtiene al nivel del grupo al que pertenece el sujeto;
pero como esos grupos son por lo general múltiples — familia,
sindicato, partido, salón, etc. — el individuo puede emitir opiniones
diferentes en cada uno de esos diversos niveles y, a veces, hasta
contradictorias. Salvo en ciertos momentos de crisis en que cristaliza
una opinión de partido (crisis política o revolución) o una opinión
nacional (guerra extranjera), la opinión del individuo se sitúa
alrededor de la media de opiniones diversas, o de esquemas de
opiniones más o menos sólidamente formadas al nivel de los
diversos grupos sociales. A veces esta media no se alcanza y la
opinión individual oscila entre las diversas actitudes que se le
sugieren.
A veces el "mundo" del individuo se circunscribe a un pequeño grupo
de hombres que han adquirido ante sí mismos "una importancia
grandiosa". Esto lo confirmó Gallup. "La tendencia de la mayoría a
seguir lo que los psicólogos llaman «la impresión de la totalidad»
(impression of universality) – dice – debe ser interpretada como la
tendencia a seguir, no la opinión del conjunto de la nación, sino del
pequeño grupo íntimo que representa el mundo bien delimitado del
elector. [42]
Esta tendencia a opinar con el grupo ha sido bautizada por los
psicólogos con el nombre de "tipicalidad". Un individuo es "típico"
cuando se alinea naturalmente con la opinión media de su grupo, y
es "atípico", al contrario, cuando rechaza esta opinión. Ahora bien;
aparte de una cierta proporción de "típicos" y de "atípicos" absolutos,
es decir, de hombres que regularmente admiten o rechazan la

42 )- Citado por P. REIWALD, Op. cit., pág 104

88
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

opinión del grupo a que pertenecen, "tipicalidad" y "atipicalidad" no


están regularmente distribuidas. Algunos pueden ser típicos en
ciertos grupos y atípicos en otros. Así, un joven burgués convertido al
comunismo será atípico en su familia, con la cual entrará en
conflicto, pero será perfectamente conformista, típico, en su partido;
o bien alguien que es un nacionalista extremo en su asociación de
veteranos de guerra y que se convierte en antimilitarista en su
fábrica. La opinión que se forma al nivel de un grupo es
considerablemente modificada por la perspectiva propia de ese
grupo.
El grupo reacciona con exceso en el sentido de la sobreestimación o
de la subestimación según su interés propio, su mentalidad, su
tradición. Es lo que Alfred Sauvy llama las "desviaciones ópticas" de
la opinión. Da de ello una ilustración clarísima referente al margen
que separa el índice psicológico del índice real del costo de vida y, en
particular, comparando las variaciones que afectan ese índice
psicológico en función de diversos grupos sociales. A una pregunta
formulada en marzo de 1947 por el Instituto Francés de la Opinión
Pública — "Estima usted que, en conjunto, ¿son los precios
industriales o los agrícolas los que han experimentado después de
la liberación el alza más importante?" — se respondió así:

El examen de este cuadro muestra que las respuestas dadas por los
agricultores y la población metropolitana son casi inversamente

89
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

simétricas, y que las respuestas de la población rural representan,


más o menos, la media.
Se ve, entonces, que la opinión, por una parte, no tiene ese carácter
original, auténticamente personal, que algunos le confieren, sino que
existe con relación a uno o varios grupos; y, por otra, se advierte que
no refleja naturalmente la realidad, sino más bien, al contrario, da de
ella una imagen deformada por los intereses comunes al grupo, así se
trate de intereses de clase, de intereses profesionales o de intereses
nacionales. Influir en la opinión no es, por lo tanto, invadir
injustamente la autonomía personal, sino influir en fuerzas en sí
mismas colectivas, que resultan también de las presiones sociales y
en las cuales el individuo está comprometido solo de modo
secundario. Influir en la opinión no es tampoco deformar, por
fuerza, la verdad, sino modificar una visión que es común que esté ya
bastante alejada de la realidad, y la cual, mediante esa influencia,
puede ser acercada a aquélla. Esto es suficiente para justificar el
proyecto de propaganda, aunque no, por supuesto, todos sus modos
de aplicación.
Podemos investigar ahora en qué medida el individuo está expuesto
a la propaganda y qué posibilidades tiene de rechazarla. Acerca de
esto las experiencias son aparentemente contradictorias.
La formidable propaganda nazi aseguró durante algún tiempo la
victoria de Hitler, a la vez que ante su pueblo, mucho más allá de sus
fronteras. El régimen hitleriano resistió hasta que el Führer
desapareció entre las ruinas de la Cancillería, y la propaganda fue,
sin duda, el cimiento de esta extraordinaria cohesión. No obstante, la
misma propaganda hitleriana, a pesar de su perfección técnica y su
gran aparato, conoció el fracaso. La experiencia prueba que una
propaganda, por poderosa que sea y aunque aliente la certidumbre
de la victoria, puede ser detenida por una propaganda bien
organizada en sentido contrario. Por tanto, ninguna propaganda es
invencible cuando encuentra otra propaganda que la enfrenta. Esto

90
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

abate la creencia en el poder total de ciertas propagandas, a las


cuales, se supone, es imposible sustraerse.
Sin embargo, aunque la experiencia prueba que ninguna propaganda
es invencible de por sí, parece demostrar su omnipotencia como
técnica. [43] Parecería, entonces, que la propaganda política
manejada con prudencia tiene un rendimiento asegurado y aun
traducible en cifras, como lo es el rendimiento de una publicidad.
Esta conclusión abre un horizonte terrorífico, puesto que si
realmente es posible "preparar" la opinión y conquistarla mediante
una campaña bien llevada, la opinión política en la que se fundan las
democracias es tan superficial y cambiante como el sentimiento que
hace que un cliente deje una marca de dentífrico por otra mejor
perfumada o mejor presentada. Uno no ve, en caso de que esta
conclusión se confirmara, cómo pueda quedar en pie ninguna
justificación de los regímenes parlamentarios.
Por fin, una vez más, recuérdese que la propaganda nada puede si no
encuentra un terreno favorable. En la Alemania de 1932, y por lo
general en todos los países, las clases medias, cepas nuevas sin
tradición ni inserción definida, son más permeables a la propaganda
que las otras clases sociales; amenazadas por la miseria y la
proletarización, como lo estaban entonces en Alemania, formaban
una masa particularmente inestable.
La opinión tiene sus amarras que la atan al grupo y al individuo a la
vez, y resiste mucho mejor cuando está ligada a un grupo más
estructurado. Pero existe también, por debajo de la opinión recibida,

43)- Una experiencia, dirigida por el psicólogo norteamericano Collier, tiende a probar que esta
influencia de la propaganda se ejerce aun en gente previamente advertida. Collier realizó,
primero, un test sobre las actitudes de un grupo de estudiantes respecto de la propaganda nazi;
luego mostró ante ellos los resortes de esa propaganda, y, por fin, los dejó directamente en
contacto con el material de propaganda. El segundo test probó que la actitud del grupo había
evolucionado en un sentido más favorable al nazismo. (Ver la relación de esta experiencia en
Théorie et problemes de psychologie sociale, por DAVID KRECH y R. S. CRUTCHFIEL , t. II,
pág. 434, P.U.F.) .

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

superficial y cambiante, una "opinión profunda", que no deja de


soportar, inconscientemente, los contragolpes de la presión de
grupo, pero que está auténticamente vinculada a la persona, a su
temperamento, a su experiencia, a sus creencias religiosas y
filosóficas y a su voluntad propia. Se ha intentado explicar y
disculpar de varias maneras el fracaso de la encuesta Gallup que,
cuando las elecciones presidenciales en los Estados Unidos en
noviembre de 1948, predijo un 44,5 % de votos para Truman,
mientras en realidad tuvo más del 50 %. Su adversario, Dewey, había
sido beneficiado por una poderosa campaña de prensa, y
generalmente se lo daba como ganador, por cuanto "la impresión de
totalidad" debía normalmente actuar en favor de él. Sin embargo, fue
vencido. Se habló de un vuelco de última hora en la opinión.
Quedaría aún por explicar el porqué de ese vuelco. Como ningún
hecho de envergadura lo justificaba, se ha de suponer que por sobre
las razones que hacían responder a los electores interrogados por
Gallup que votarían por Truman o Dewey, había una razón más
profunda, aunque no formulada, que se manifestó a último momento
merced a influencias, reflexiones y hechos quizá, en apariencia,
insignificantes. Ese nódulo personal de la opinión no había podido
ser descubierto por el sondeo de Gallup. Los sondeos difícilmente
pueden ir más allá de la esfera sociológica de la opinión clara,
explícita, que no es forzosamente la que se expresará el día del
escrutinio o en el momento de una crisis. Es exacto que en esa esfera,
según la definición de Jean Stoetzel, "opinar es para el sujeto
situarse socialmente respecto de su grupo y de los grupos externos";
pero esto es válido solamente en esa esfera, y nos parece excesivo
aplicar a la opinión una definición cuyos límites son los de un
método de investigación.
La opinión individual no es únicamente ese campo cerrado de los
sociólogos en el que se juega una suerte de partida entre los diversos
grupos que se arrojan la pelota; sufre, a la vez que una circulación
lateral, una vertical que, en la medida de su arraigo en la persona,
originará una dinámica de la opinión opuesta siempre a que su

92
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

importancia sea por entero mensurable y su expansión


matemáticamente previsible.
Una de las funciones esenciales de la propaganda es asegurar esa
manifestación de la opinión profunda ese paso de lo oscuro a lo
expresado, de la indecisión a la toma de partido, a la creencia de que
un hombre o un programa son la mejor "representación", o por lo
menos la menos mala lo que uno desea interiormente, y que, como
consecuencia, hay que votar por ellos. Esta función se ejerce en la
enorme masa de indecisos, en aquellos que tratan de formarse una
convicción. Es raro que estos individuos sean por completo
indiferentes. Casi siempre hay en ellos un punto de vista más o
menos inhibido por razones personales o sociales, una opinión
adormecida que corresponde despertar y atraer a la propaganda.
Ésta no actúa ex nihilo. Como lo hemos visto al estudiar la "ley de
transfusión", construye basándose en una plataforma que ya existe;
parte de una idea, de un sentimiento, de una simple palabra ya
formados y acogidos en el corazón de aquéllos a los cuales apela.
El impulso que da es a veces mínimo, pero basta para transformar
enteramente una actitud política, ya que ésta tiene arraigo, en
especial, dentro de un sector de opinión ambivalente que de la
misma manera puede ser llevado a una actitud contraria.
En su libro Le Pouvoir et l”opinion, Alfred Sauvy analiza las
actitudes de derrotismo y coraje y discierne cinco variantes:
1° Trabajar por la derrota.
2° Esperar la derrota y regocijarse cuando llega, pero no obstante,
sin trabajar por ella.
3° Temer la derrota sin resistir a ese temor.
4° Combatir el temor de la derrota y alimentar la esperanza.
5° No considerar ninguna posibilidad de derrota.

93
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

En los grupos 1° y 2° las propagandas adversarias han de vérselas


con convencidos y ejercerán, cada una por su cuenta, una acción de
mero mantenimiento y confortación. En el grupo 2° la propaganda
enemiga podrá causar más efecto tratando de hacer pasar del
sentimiento al acto, de una esperanza vergonzosa a una traición
práctica. De la misma manera, la propaganda amiga intentará llevar
el grupo 4° al grupo 5° y transformar a sus partidarios en fanáticos.
Pero el grupo que ofrece un terreno ideal para la propaganda es el 3°.
Quienes temen la derrota, pero no descartan esa idea, son tan
vulnerables a la propaganda enemiga, que explota el segundo
aspecto — el sentimiento de la posibilidad de una derrota — y busca
transformarlo en sentimiento de la fatalidad de esa derrota, como a
la propaganda amiga, que centrada en el primer aspecto — el miedo
a una derrota — busca transformar ese miedo en una decisión de
defenderse sin pensar en retroceder.
Se ve así el papel esencial de la propaganda en ciertas zonas móviles
de opinión, que frecuentemente son las más vastas, y se comprende
que, en épocas de crisis, pueda hacer oscilar de un extremo a otro a
una masa inestable. Esta ambigüedad de la opinión estaba, en
particular, expandida en Alemania cuando millones de hombres
tenían que escoger entre la solución socialista y la solución nazi, y
escogieron en el fondo por las mismas razones: el sentimiento de que
se tenía que salir de una crisis, de un bloqueo interior y exterior de la
situación, que se debía eliminar la desocupación y encontrar salida
para Alemania.
Esta masa vacilante, aunque caracterizada por una misma tonalidad
de opinión, no formaba evidentemente un grupo caracterizado. El
papel de una propaganda es el de someterla a la influencia de un
grupo activo. Esta influencia puede ser más o menos marcada. Para
desencadenar y sostener una campaña de opinión, generalmente se
constituyen asociaciones, comités y ligas que se fijan fines de política
interior o exterior y presionan en el Parlamento y en el gobierno por
diversos medios: campañas de prensa, conferencias, reuniones
públicas, petitorios, etc. Unos representan intereses profesionales

94
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

más o menos disimulados; otros persiguen fines patrióticos,


culturales, religiosos o internacionalistas. Existen en cantidad a
veces considerable y su influencia no es desdeñable. Pero, en tanto
que en los países latinos ese tipo de acción está generalmente
confinado en estrechos círculos, y se ejerce a veces de manera
subterránea, en las naciones anglosajonas, donde los partidos
políticos no asumen la función de propaganda tanto como en nuestro
país, es mucho más visible y popular.
Fue así que los comités de las sufragistas, por ejemplo, lograron
obtener el voto para la mujer después de campañas tenaces y con
frecuencia tumultuosas. En los Estados Unidos esos grupos se
esfuerzan por hacer triunfar una idea o un hombre, empezando por
crear las condiciones sociológicas de ese éxito; los métodos
empleados recuerdan a veces el comienzo de una moda, la creación
de un esnobismo, más que a una campaña de propaganda de estilo
europeo. Esos centros de influencia tienen, por cierto, una eficacia de
propaganda superior a la de las grandes "máquinas" políticas.
Roosevelt, para lanzar el New Deal, creó una organización especial y
apeló a todos los recursos de la propaganda. Un millón quinientos
mil voluntarios habían sido rápidamente instruidos, provistos de
documentación y condecorados con la insignia simbólica del águila
azul; un cortejo de doscientos cincuenta mil militantes "águila azul"
había desfilado por Nueva York, el 14 de setiembre de 1933,
escoltado por doscientas orquestas.
A esta influencia, de tipo bastante aproximado al de la publicidad,
puede substituírsela por la acción más brutal de la muchedumbre. La
muchedumbre constituye un grupo artificial en el que se aglomeran,
de manera provisional, miembros de grupos diversos: un mitin, un
desfile, como ya lo hemos visto, pueden arrastrar a los pasivos pero,
si bien esta influencia es exaltante, raramente es durable, a no ser
que la excitación de la muchedumbre se repita con regularidad y se
haga obligatoria. En efecto, cuando el individuo retorna a la vida
normal, vuelve a estar bajo la influencia de su familia, de sus amigos,
de sus compañeros de trabajo, etc. Esas influencias diversas

95
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

constituyen, evidentemente, el obstáculo primordial al desarrollo


ilimitado de una propaganda. Hemos visto que un individuo puede
ser típico en un grupo, atípico en otro, o incluso típico en dos grupos
de opinión opuesta.
Es así como la propaganda tropieza con "tipicalidades” contrarias, y
puede fracasar si no llega a crear y fortificar la de su grupo, es decir,
a crear su propio conformismo de pensamiento y de actitud. Se ha
destacado a menudo que la intensa campaña norteamericana,
realizada por la gran mayoría de la prensa contra la reelección de
Roosevelt, no había influido en los electores. En una escala menor,
existe en Francia una región en la cual, por razones locales, el diario
comunista es el más divulgado y donde, sin embargo, la población,
católica en su mayoría, vota por el M.R.P., lo cual prueba que la
influencia del diario no pudo hacer mella en la cohesión del grupo
religioso.
Ese pluralismo de las influencias sociales, que Durkheim llamó el
"entrecruzamiento de los grupos", es el obstáculo principal que se
opone al triunfo de la propaganda totalitaria. Ésta se apoya en un
grupo único, el partido del gobierno; los otros grupos, son
suprimidos o, preferentemente, absorbidos por el partido único, de
manera que sus influencias, en vez de oponerse a la del partido
único, se ejerzan en el mismo sentido y lo refuercen. Ciertas
comunidades, a las que su estructura y tradición hacen
impenetrables para la propaganda única, son disueltas (asociaciones
religiosas, monasterios, logias masónicas, ciertas corporaciones
profesionales, estudiantiles, etc.); a otras, que pueden hacer sombra,
pero que por su carácter natural son necesarias se les reduce su
existencia a la mínima expresión (este es el caso, principalmente, de
la célula familiar); y otras, por fin, son simplemente anexadas
(sindicatos, asociaciones culturales, movimientos juveniles). Cuando
así reina el grupo único, cuya presión es reforzada además por la
presión convergente de los grupos secundarios subordinados, se le
hace muy difícil al individuo resistir la propaganda.

96
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

La opinión individual no puede formarse y expresarse más que en


cierta esfera social, cuya fuerza le sirve como cobertura. Advertimos
por esto cuál es la razón profunda de la "regla de unanimidad" y del
"clima de fuerza": no es tanto el placer de ostentar su fuerza y de
entregarse a groseras manifestaciones de violencia, cuanto la
necesidad de mantener una esfera de expresión visible, un campo
social que la opinión necesita para afirmarse. La democracia, de la
cual las definiciones idealistas ya no cuentan, reposa en un equilibrio
de fuerzas.
Por cierto, sería inexacto abstraer también esas fuerzas. En el juego
de influencias al cual está sometida la opinión pública y en la forma
en que reacciona, entran muchos factores individuales y sociales. Es
verdad que la propaganda clandestina de la Resistencia francesa no
recibió su gran impulso sino cuando la potencia militar de los aliados
se hubo afirmado. Sin embargo, comenzó inmediatamente después
de la derrota, sin esperar que se dieran las condiciones de la
Liberación. Una cierta cantidad de hombres, apoyados en sus
tradiciones religiosas, nacionales, políticas y familiares, se negaron a
desesperar y se impusieron la tarea de propagar su fe, al mismo
tiempo que la de forjar un instrumento de combate.
La propaganda hitlerariana en Francia tropezó con dos tipos de
resistencia. Una espontánea, antes que nada individual, reacción de
patriotismo, de honor, de fe política y humana, favorecida por el no
conformismo tradicional del temperamento francés, al que irritan las
disciplinas y las coacciones; la otra, organizada, era la propaganda y
la acción de los movimientos clandestinos. Una "tipicalidad”
frecuente en Francia ofreció una oposición al nazismo en el mismo
sentido que la "tipicalidad" que desarrollaban los movimientos de
Resistencia encarnando cada vez más el deber patriótico y la
esperanza de la victoria, y creando en su favor la impresión de
totalidad. Pero sin una fuerza organizada, sin una contra-
propaganda poderosa, la suma de las reacciones individuales, de los
descontentos, de los disconformismos, sólo hubiera opuesto al

97
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

enemigo una multitud de puntos de apoyo rápidamente rebasados, y


no un frente orgánico continuo.
La propaganda ejerce entonces en la opinión una acción doble,
magnética y protectora. Forma la opinión individual y la lleva a
expresarse en público; protege esta expresión al crear las condiciones
lógicas, psíquicas y sociales de una opinión colectiva, atractiva,
segura de sí misma. Esta doble función puede asumirse de muy
diferentes maneras. La propaganda hitleriana conquistaba y
aglutinaba a los individuos por el mito, el llamado a las fuerzas del
inconsciente y modificaba la estructura social para eliminar los
obstáculos que entorpecían su expansión. Otras actúan mediante la
explicación racional y la exposición de los hechos, sin renunciar, no
obstante, al mito, que se origina forzosamente en todos los niveles de
la propaganda, y aunque no fuese más que el mito de la opinión
pública misma.
Lamartine había profetizado “la era de las masas”; Le Bon creía en la
era de las muchedumbres y Tarde en la era de la opinión pública.
Nuestra época es todo eso: era de las masas, arrastradas por las
sectas de agitadores, según los preceptos leninistas, fijados en
multitudes exaltadas por la técnica hitleriana, diluidos en una
opinión pública pasiva y amorfa, embebida en los productos
digestibles de la técnica norteamericana. En todos los casos, la
propaganda se despliega en colectividades invertebradas. Si hay que
resistirla, no es posible hacerlo sino en una soledad trágica, o bien
sólidamente apegado a comunidades con vocación y voluntad. La era
de las masas es también la era del hombre aislado. No es imposible,
tampoco, que un día suceda a esta era la era de los monasterios, de
las comunidades y de las órdenes.

98
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

CAPÍTULO VIII: DEMOCRACIA Y


PROPAGANDA
Las posibilidades inauditas de la propaganda política hicieron, y
continúan haciendo pesar sobre el mundo, una espantosa amenaza.
Ya aparecieron verdaderas "epidemias psicológicas"
deliberadamente provocadas, y ya hay "ingenieros de almas" que
fabricaron en serie individuos de mentalidad teleguiada. La moderna
psicagogía sustituyó los artificios y las sutilezas de los demagogos de
todos los tiempos con una estrategia de masas que, según la
expresión de J. Monnerot, "extiende las operaciones combinadas a la
dimensión invisible".
¿Era de masas?, nos preguntábamos. Sí, ya que la propaganda se
hace para las masas; pero también, y cada vez más, aquélla permite
prescindir de éstas y reduce la espontaneidad de su contribución.
Detrás de un símbolo se ponen en movimiento ejércitos y
muchedumbres; el motivo de un editorial da a millones de hombres
la misma idea que conviene en un mismo día. Una secta que se
apodera de las estaciones radiofónicas y de las imprentas tiene a su
disposición los medios más poderosos para influir en las masas y
puede, desde entonces, pretender encarnarlas y actuar en su nombre.
Es cierto que la influencia potencial de las masas ha aumentado.
Pero, ¿y su influencia real? La propaganda política no es acaso,
precisamente, el mejor instrumento que, en manos del Estado o de
las potencias del dinero, permite neutralizar esta influencia,
adormecerla y explotarla en su provecho?
En una famosa anticipación, A. Huxley hizo la sátira de los espíritus
prefabricados. En ella, desde su nacimiento, el niño es condicionado
por los altavoces que oye su inconsciente, después por la es cuela y la
sociedad que lo orientan de manera infalible hacia el casillero que le
está destinado. Huxley predicó la educación contra la propaganda, la
formación de espíritus dotados del poder de elección, de hombres

99
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

conscientes y responsables. Como Descartes lo enseñó, contra la


invasión de la mentira y el mito hay que levantarse y fortificar la
facultad de rechazo, sin la cual no existe la moral ni tampoco la
inteligencia: la facultad de mantenerse en suspenso para examinar,
para sustraerse al prejuicio — aunque sea éste compartido por cien
millones de hombres —, la facultad de resistir al llamado devorador
de los mitos, "seductores refugios que remplazan, para cada uno, la
grandeza conquistada por la grandeza aclamada, el esfuerzo, interior
por el servilismo cómodo”. [44]
La libertad no se enseña, pero la educación nos prepara para ella. La
libertad, como todas las cosas humanas, no funciona válidamente
sino en un fondo de costumbres adquiridas. Para completar nuestro
análisis del condicionamiento, hemos de agregar esta otra
experiencia: los animales de Pavlov son tanto más receptivos cuanto
más tiempo han sido acostumbrados a la domesticación, como
sucede con los perros cachorros criados en jaulas; y al contrario,
serán tanto más refractarios cuanto más tiempo hayan vivido
libremente y el "reflejo de libertad” esté más desarrollado en ellos. La
enfermedad tiránica no existe fuera del hombre, y ninguna técnica es
más bacilar que otra: está en el hombre, y es allí donde hay que
cuidarla preparando, no autómatas, sino ciudadanos responsables.
En esto, precisamente, la propaganda puede ayudar al esfuerzo de
los ciudadanos por retomar el control de la vida política y rechazar
los embaucamientos que proliferan hoy al nivel de todos los sistemas
y de todos los regímenes. En una Mémoire confidentiel publicada
durante la ocupación, Francisque Gay expresó la convicción de que
"una cierta propaganda al servicio de un ideal de libertad puede
contribuir poderosamente, sin duda, a devolvernos el sentido de las
disciplinas necesarias, pero, al mismo tiempo, a suministrarnos los
medios de resistir el asalto de las fuerzas niveladoras". Las
democracias no supieron inventar a tiempo esta propaganda y no

44 )- E. MOUNNIER , "La Révolution contre les Mythes", Esprit, marzo de 1934

100
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

ofrecieron a la ideología conquistadora del fascismo ninguna


resistencia organizada hasta que la guerra las obligó a movilizar la
energía psíquica como a los otros.
Iremos más lejos. Quienes pretenden servir a la democracia y se
niegan sistemáticamente a recurrir, a la propaganda, están en plena
contradicción. No hay verdadera democracia sino cuando el pueblo
se halla al corriente de lo que sucede y es llamado a conocer y a
participar de la vida pública. "La democracia total, la democracia,
simplemente, exige amplia, muy amplia divulgación de los
conocimientos. El soberano debe ser esclarecido. No se trata
únicamente de instrucción, de formación intelectual, sino de
conocimiento de los asuntos públicos." En vez de hacer esto — como
lo destaca Alfred Sauvy, autor de las líneas que acabamos de citar —,
los gobiernos, por lo general, mantienen a la nación al margen de los
asuntos del Estado, según el principio expresado con ironía por
Valéry, de que "la política es el arte de impedir que la gente se meta
en lo que le concierne".
El secreto que impera en las empresas capitalistas parece ser
también la regla en lo que atañe a los asuntos del Estado. Apenas si
de cuando en cuando los gobiernos informan al Parlamento; y hasta
se ha destacado que el mismo Parlamento no abrió jamás un debate
de fondo sobre cuestiones claves como las del alojamiento, o la
relación de precios y salarios. Democracia curiosa, que ni siquiera se
digna explicar al pueblo los problemas de los cuales dependen su
vida y su salud. El debate público se limita a las disputas que desde
hace un siglo son el tema tradicional en las elecciones, mientras los
verdaderos problemas del Estado moderno no son discutidos, ni
siquiera planteados, sino que siguen constituyendo el privilegio de
algunos especialistas. No es sino en las crisis graves, a menudo
demasiado tarde, cuando los gobiernos se deciden a "decir la verdad
al país", y la conmoción que de ello resulta no siempre produce un
efecto salvador.

101
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

La higiene política exige que se "abran" ampliamente las


instituciones, que se publiquen ante el pueblo los componentes de la
vida política. En su libro tan notable Le Pouvoir et l'Opinion, Alfred
Sauvy ha bosquejado en grandes líneas esta obra de información y de
propaganda nacional: la creación de una oficina de documentación,
el uso de la radio para poner al público al corriente de las grandes
cuestiones económicas, sociales y demográficas, una amplia
extensión del derecho de réplica, "que podría llegar hasta la
inserción obligatoria de un cierto número de hechos indiscutibles",
etc. Muchas razones justifican la existencia de una franca
propaganda nacional, aunque bastaría para ello con la existencia de
propagandas más o menos disimuladas que sirven a intereses
profesionales que es frecuente logren imponerse a expensas del
interés general. Alfred Sauvy tiene mucha razón en pensar que si
existiese una propaganda así, permitiría evitar que los gobiernos
cediesen con precipitación a presiones demagógicas, y llevarían la
nación a una política coherente con objetivos de largo alcance.
Se dirá que el público está harto de propaganda. Esto es indiscutible,
como ya lo hemos visto. Pero, precisamente, por repugnancia ante
los excesos de la propaganda, uno se apega de muy buen grado a los
hechos, y son éstos, en primer lugar, los que deben ser expuestos e
interpretados. Está por nacer un nuevo estilo de propaganda de la
repugnancia por los embaucamientos y las extralimitaciones. "Los
métodos de expandir rumores y de excitación no durarán mucho
tiempo. Ha llegado el momento de explicar. H. D. Laswell destacó
recientemente la importancia de lo que él denomina una
presentación balanceada, una presentación que sitúa las alternativas
y hace así posible una evaluación independiente de los hechos." [45]
Y sin embargo, tan inteligente, tan concreta como pueda ser esta
propaganda informativa de estilo nuevo, será, en nuestra opinión,
insuficiente. Una verdadera democracia vive de la participación del

45 )- ERNST KRIS, Some problems of war propaganda.

102
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

pueblo, y no solo de su información. Ahora bien; nuestros regímenes,


laicos en lo religioso, lo son también, si así puede decirse, en lo
político. Una república, nacida entre el fervor del pueblo, amada,
defendida, disputada, se reduce a un sistema formal y no asocia más
a los ciudadanos a su vida y a su porvenir. Jean Lacroix lo expuso
con claridad: "La democracia por interpósita persona o democracia
indirecta, ya no basta; votar cada cuatro años y luego remitirse a los
elegidos, parece un fraude. Después de un siglo la idea democrática
evolucionó en el sentido de una participación más activa, a una
democracia más directa, más comprometida con la vida cotidiana y
todos los actos del hombre (…). Ya no basta con formas
democráticas; ahora se quiere ritos democráticos. Reuniones de
masas, fiestas y juegos tienden a constituir una suerte de liturgia, de
la cual sienten la exigencia sobre todo los jóvenes. Las magníficas
presentaciones de los sokols en Checoslovaquia, las grandes
manifestaciones en la Rusia Soviética, los Congresos de Nuremberg
— no importa lo que se piense de su contexto — fueron otras tantas
ocasiones para descubrir la inmensa importancia del espectáculo en
los movimientos de las ideas democráticas. Es con sus gestos y sus
actitudes, con todo su cuerpo, como el hombre moderno quiere
participar, es decir, tomar parte en la democracia. No hemos
comprendido todavía en Francia lo que será, lo que no puede dejar
de ser la propaganda democrática. Por propaganda entendemos
siempre una suerte de atiborramiento de cráneo intelectual, contra
lo cual justamente nos rebelamos. Pero la verdadera propaganda
democrática no irá necesariamente de arriba abajo, del gobierno a
los gobernados, del Estado a la Nación; será, más bien, por los gestos
y las actitudes, la participación viviente de las masas en la vida
democrática de la Nación." [46]
Si la transformación de la conciencia política en conciencia religiosa
es la característica totalitaria por excelencia (mas ¿no es acaso, en

46 )- "De la démocratie libérale a la démocratie massive", Esprit, marzo de 1946

103
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

gran parte, una reacción ante la "laicización" liberal de la


democracia?), no es menos cierto que todas las sociedades humanas
se mantienen por una "piedad" común, por cierto respeto, cierto
fervor enderezado a algo de "sagrado" en ellas. No hay política sin
"mística" y Charles Péguy bastante nos dijo de lo que fue esa mística
republicana cuando aún estaba próxima a su fuente revolucionaria.
Otra está por nacer, ya que no creemos que un régimen pueda vivir
asumiendo únicamente los asuntos cotidianos. "Solo subsistirán los
países políticamente unánimes", escribía asimismo, Jean Lacroix. No
se trata de esa unanimidad en la superficie o de esa fusión mística
que realizan los regímenes de terror y de locura, sino de una
unanimidad profunda, situada por debajo de las disputas políticas y
de los enfrentamientos partidarios, a un nivel en el cual puedan
comulgar los ciudadanos de una misma nación. Es evidente que para
esta unanimidad cívica hacen falta condiciones materiales y
psicológicas que no nos corresponde plantear aquí. Pero también
será necesario — y esto sí concierne a nuestro tema — que el pueblo
se asocie a la construcción de su porvenir, y no solamente a las
controversias electorales. ¿Hay algo más exaltante acaso que la
valorización de los recursos nacionales, que seguir paso a paso los
progresos del equipamiento de regiones todavía atrasadas, que
trabajar en el mejoramiento progresivo del nivel de vida de una
nación? El plan se ha hecho ley en las naciones modernas y ha
significado, al mismo tiempo, el encadenamiento lógico de las
realizaciones técnicas y el agrupamiento de las energías en la
perspectiva de un gran mito. Hubiera podido imprimir un ritmo a los
esfuerzos de los franceses y darles un sentido colectivo; en cambio se
ha hecho una administración. Si se hubiera propuesto a los jóvenes
franceses, como grandes tareas nacionales, la ampliación del Canal
de los Dos Mares o la reforestación de las Landas incendiadas ¿no se
habrían entregado a ello con el mismo entusiasmo con que se
dedican a campamentos de scouts o a partidos locales de fútbol? Es
cierto que el mito ha demostrado su malignidad cuando se apodera
de todo el hombre para hacer de él un delirante fanático, pero
cuando está enmarcado por una política razonable y al servicio de

104
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

una ciudad que sigue siendo compleja en su estructura y abierta a los


valores no políticos, el mito es un elemento de juventud y de
cohesión, un seguro de porvenir nacional.
Nuestra propaganda, estrecha, tímida, no lo ha comprendido. Cómo
tan bien decía Saint-Exupéry en su carta al General X...: "Su
enfermedad no es, de ninguna manera, la carencia de talentos
particulares, sino la interdicción que sobre ella pesa de apoyarse en
grandes mitos rejuvenecedores, sin parecer trivial."
"La propaganda no es francesa – escribe Gertrude Stein en Paris-
France – no es de seres civilizados intentar hacer creer a los otros lo
que cree uno mismo." Es verdad que existe entre nosotros un sentido
crítico, un respeto por las opiniones del prójimo, un desprecio
irónico de los fanatismos, que son un obstáculo y, por lo común un
obstáculo sano, para la propaganda. No obstante, la historia
muestra, y más que ninguna otra la historia de Francia, que cuando
uno cree verdaderamente en alguna cosa, trata de hacerla creer a los
otros. Si Francia no supo organizar su propaganda y ofreció tantas
posibilidades de maniobra al "Mariscal Psychologos" que no era el
último de los auxiliares de Hitler, quizás haya sido porque los
franceses no creían verdaderamente en el porvenir de su país, en la
superioridad de su causa; quiero decir que no creían en ello con esa
fe sin la cual la vida no continúa ni se da. Y al principio de la
propaganda se da esa fe casi biológica que sostiene el esfuerzo de un
pueblo. La propaganda es una manifestación natural de las
sociedades que creen en ellas, en su vocación, en su futuro.
Es natural que una especie de estremecimiento sacuda a los mejores
al ver el uso que algunas propagandas hacen de las técnicas
modernas de difusión. Pero ¿vamos a romper por eso las máquinas?
¿Se piensa acaso que la verdad, en nuestro mundo, solo tiene que
aparecer para ser reconocida? Hemos aprendido a expensas de
nosotros mismos que no es suficiente, para que la verdad sobreviva,
conservarla en el corazón de algunos iniciados. La verdad, para
existir y conquistar, necesita un clima favorable. Sería vano creer que

105
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

se le pueda crear ese clima, ese campo de fuerza, en un siglo en que


todos los problemas se plantean en términos masivos, sin recurrir al
poder de la propaganda; como sería vano creer que se pueda,
prescindiendo de la propaganda, por no sé qué mística de la
virginidad de la opinión pública, hacer fracasar las empresas de los
impostores.

****************************************

ANEXOS
1)- Goebbels sobre la propaganda

Disertación de Joseph Goebbels ante la Escuela Superior Política


del Partido, del 9 de Enero de 1928.

El tema que está en debate esta noche es muy controvertido. Al


enfocarlo desde mi punto de vista lo hago no sin dejar de ser
consciente de que este enfoque es subjetivo.
En realidad, discutir sobre la propaganda tiene muy poco sentido. La
propaganda no es una cuestión teórica sino un hecho práctico. Por
ejemplo: no es posible investigar por la vía del método analítico cual
sería la mejor propaganda y cuál sería la peor. La propaganda buena
es la que conduce al éxito y la propaganda mala es la que, aún siendo
todo lo brillante que se quiera, pasa de largo errándole al éxito
deseado. Y esto es así porque la propaganda no tiene por objeto ser
brillante sino ser exitosa.
Es por eso que, con conocimiento de causa, me niego a ponerme a
discutir sobre propaganda – sea con quien fuere. El hacerlo no

106
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

conduce a ningún resultado. Si una propaganda ha sido buena, el


hecho quedará demostrado cuando haya tenido la oportunidad de
actuar durante cierto tiempo sobre la clase de personas que se
proponía motivar y reclutar para su idea. Y si una propaganda ha
sido deficiente, eso es algo que también resultará evidente en ese
mismo momento. De modo que, si la propaganda conquistó al
círculo de personas que se proponía ganar, entonces probablemente
fue buena. Si no lo hizo, entonces probablemente era mala.
Por eso es que nadie puede venir y decirnos “la propaganda de
ustedes es demasiado cruda, demasiado vulgar o demasiado
brutal”. O que no es suficientemente decorosa. Porque todas éstas no
son características decisivas de la diversidad posible de la
propaganda. La propaganda no tiene por qué ser decorosa, ni tiene
tampoco por qué ser suave, blanda o humilde. Lo único que tiene que
ser es eficaz.
Debido a ello es que, al análisis de los distintos aspectos de la
propaganda le he agregado a propósito un segundo tema: el de la
convicción. Porque, de no ser así, toda esta exposición le erraría al
objetivo de esta noche. No nos hemos reunido aquí para construir
hermosas teorías sino para hallar y para darle forma, en conjunto, a
un modo práctico de estructurar nuestra tarea cotidiana.
¿Qué es la propaganda? ¿Qué sentido tiene en la vida política? Esto
es lo que en nuestro círculo nos interesa por sobre todo. ¿Cómo debe
ser una propaganda y qué función cumple dentro del marco de un
Movimiento? ¿Es un fin en sí misma o sólo un medio para un fin?
Este es el conjunto de cuestiones que debemos esclarecer y ello sólo
será posible si partimos de aquello a lo cual la propaganda se refiere
– es decir: si partimos de la idea – y proseguimos luego con aquellas
cosas sobre las cuales la propaganda debe actuar – es decir: los seres
humanos.
En principio y en sí mismas, las ideas son atemporales. No están
atadas a un ser humano y menos aún a un pueblo. Las ideas son
como palabras-clave o esquemas-resumen de cierta tendencia

107
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

genérica que existe y opera en el seno de un pueblo. Tal como suele


expresarlo el lenguaje cotidiano, las ideas “flotan en el ambiente”.
Luego, cuando alguien viene y expresa con palabras aquello que
todos llevan en el corazón, cada uno siente: “Sí. Eso es lo que
siempre quise y he deseado”. Justamente eso es lo que le sucede a
quien ha escuchado uno de los grandes discursos de Adolfo Hitler.
He conocido a personas que, después de asistir por primera vez en su
vida a un acto de Hitler, terminaron diciendo: “Todo lo que he estado
buscando desde hace años lo ha expresado este hombre con
palabras. Por primera vez veo aparecer a una persona que le ha
dado forma a lo que yo quería”.
Ante la adversidad la mayoría se calla y se muerde los labios. Pero,
en medio de esa adversidad, de pronto aparece alguien que se
levanta y le da forma, con palabras, a la agonía producida por la
desgracia. Es en esa persona que se hace realidad la frase de Goethe:
“... y cuando el Hombre enmudeció en su agonía, un Dios me
concedió al Poder de expresar lo que padezco”.
Al principio de todo Movimiento político hay una idea. No es
imprescindible que esta idea haya sido expuesta de un modo crítico y
sesudo en un grueso libro. No es necesario que haya sido vertida por
escrito de una manera políticamente formal y en numerosos
párrafos. De hecho, es posible constatar en la Historia que la mayoría
de los grandes Movimientos universales surgió cuando sus dirigentes
supieron unir a sus seguidores alrededor de una fórmula bien
definida y fácilmente comprensible. Pueden ustedes verificar esto en
el caso de la Revolución Francesa, en el Movimiento cromwelliano,
en el budismo, en el mahometanismo y en el cristianismo. La
intención de Cristo se expresa de un modo simple y claro: “Ama a tu
prójimo como a ti mismo”. Fue bajo esta fórmula concentrada que
reunió a sus discípulos. Y justamente porque esta doctrina fue
sencilla, breve, clara y comprensible, pudo la gran masa reunirse
alrededor de ella como bajo una bandera y precisamente por eso
terminó, al final, conquistando al mundo.

108
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

Pero la idea – resumida y brevemente formulada – se desarrolla


luego para convertirse en un sistema de pensamiento. El creador de
una idea no se limita a poner en una sola frase toda su convicción
sino que la aplica a todas las manifestaciones de la vida diaria y la
convierte en el leitmotiv de toda la actividad humana. La idea
ingresa así a la política, a la cultura, a la economía y a la totalidad de
los ámbitos abarcables por el espíritu humano. Cuando ello sucede,
la idea se expande para convertirse en una cosmovisión.
Podemos constatar esto en todos los grandes Movimientos
revolucionarios. Al principio está la idea enunciada de un modo
resumido y expresada claramente en una fórmula. Después, la idea
se amplía progresivamente para terminar convirtiéndose en una
especie de espejo que refleja – con una polarización bien específica –
toda la vida y la actividad de los pueblos.
Cuando de una persona decimos que tiene una cosmovisión no lo
hacemos porque esa persona sabe mucho o ha leído mucho. Lo
hacemos porque esa persona considera todos los fenómenos de la
vida desde una óptica precisa, midiendo todas las cosas con un
patrón de medida exactamente determinado. Si a la cuestión del
sentido de mi existencia respondo convenciéndome
responsablemente de que debo amar a mi prójimo como a mi mismo,
entonces soy cristiano.
Kant dijo en una oportunidad: “Actúa de tal modo que la norma de
tu vida pueda, sin dificultad, llegar a convertirse en una norma
universal”. Esto implica que soy nacionalsocialista, no tan sólo
cuando en materia política quiero esto o aquello, sino cuando a la
totalidad de las cuestiones de la vida diaria las considero desde una
óptica nacionalsocialista. En todos los ámbitos tendré que proceder
de tal modo que el interés de la comunidad prevalezca por sobre mis
egoísmos personales. Tendré que darle prioridad al interés del
Estado, anteponiéndolo a todo mezquino interés sectorial. Y
también, en todo caso, tendré que exigir la garantía de que un Estado
así sustentado tenga, a su vez, la posibilidad de proteger mi propia

109
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

vida. Por lo que seré nacionalsocialista tan sólo si considero todas


las cosas que se me plantean – sean éstas de índole política, cultural
o económica – desde este preciso punto de vista.
De este modo, a una obra de teatro no la juzgaré exclusivamente con
el criterio de considerar si ofrece algo agradable o divertido sino
preguntándome: ¿Sirve esto a mi pueblo? ¿Fortalece esto a mi
comunidad para que, recíprocamente, la comunidad pueda a su vez
fortalecerme, ayudarme y brindarme oportunidades? Si me niego a
considerar a la economía como tan sólo un medio contingente para
hacer dinero y si, en consecuencia, quiero organizar a la economía de
tal modo que contribuya al logro de un pueblo sano, fuerte y capaz,
exigiendo simultáneamente de ese pueblo una conciencia social
solidaria; pues entonces estoy considerando a la economía desde una
óptica nacionalsocialista.
Si una idea, después de ser formulada en forma breve y concisa, se
desarrolla hasta convertirse en una estructura mental que abarca
todas las manifestaciones, impulsos, deseos y acciones de los seres
humanos; entonces esa idea se ha hecho cosmovisión.
Ahora bien; al final de este desarrollo que convierte la idea en
cosmovisión está el Estado. En el momento en que la convicción ya
no es tan sólo propiedad exclusiva de un pequeño grupo delimitado;
si ha conseguido imponerse como Poder político, es decir: si no son
tan sólo unos pocos en el seno del pueblo que se limitan a exaltarse y
a hablar sino que el punto de vista en cuestión se ha convertido en
algo común y corriente para los gobernantes – o sea, para los
círculos que se hallan en la esfera del Poder – y si esa concepción no
se limita ya a predicar pensamientos sino que pasa a realizarlos de
un modo práctico; entonces la idea – pasando por ser cosmovisión –
se ha hecho Estado. En otras palabras: la cosmovisión se convierte
en factor político en el momento de tomar el Poder y cuando deja de
ser tan sólo una teoría para pasar a influir efectivamente en la vida
mediante la determinación práctica de las cosas cotidianas.

110
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

Lo que debemos determinar ahora es quién resulta ser el portador,


quién el transmisor y quién el guardián de la actividad espiritual.
La idea vive siempre en el individuo. Siempre se busca a un
individuo vivo, a modo de intermediario, para comunicar su gran
fuerza espiritual. Siempre cobra vida en algún cerebro y siempre
busca salir a través de una boca. Pero, si bien la idea es predicada por
el individuo, este individuo nunca se dará por satisfecho con
quedarse siendo el único convencido, el único esclarecido. Pueden
ustedes constatarlo por si mismos: cuando uno sabe algo, ese saber
no se queda en nuestra mente como un dorado tesoro en el fondo de
un lago tranquilo. El saber busca una vía de comunicación. Por eso
uno se pone a buscar personas que comprendan ese saber. Uno
empieza a pensar en que todo el mundo debería enterarse. Una
persona se siente terriblemente sola cuando ha comprendido algo y
no puede compartirlo.
Si, por ejemplo, descubro un hermoso cuadro en alguna galería de
arte, sentiré también la necesidad de comunicárselo a otra persona
para compartir con ella la vivencia. Y si, sorpresivamente, me
encuentro con un buen amigo, ¿qué hago? Pues le digo: “Acabo de
descubrir un cuadro sensacional. Ven. Tengo que mostrártelo”.
Cuando hay una idea viviendo dentro de un individuo, el individuo
siente también la necesidad de comunicarla a los demás. Hay algo
misterioso que vive y que funciona dentro de nosotros obligándonos
a comunicarnos con los otros. Mientras más grande sea esa idea y
mientras más coherentemente esté formulada, mientras más referida
esté a la realidad de todos los días, tanto mayor será nuestro deseo
de desarrollarla para los demás.
Si mi convicción es tan sólo la de que el pueblo debería ser
gobernado bajo el principio de que el bien común está antes que el
egoísmo particular, entonces solamente me pondré en contacto con
aquellas personas que, por su actividad política, pueden ser
relacionadas con ese principio fundamental. Pero, en el momento en
que me doy cuenta de que la fórmula no tiene validez tan sólo en su

111
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

forma abstracta sino que es de aplicación también a la vida


cotidiana, pues en ese momento sentiré la necesidad de
comunicársela a aquellas personas que estén relacionadas con la
economía. Y si veo que las palabras resultan exactamente igual de
válidas para la vida cultural, tendré también el deseo de
comunicarlas a las personas que tienen alguna importancia dentro
del ámbito cultural.
Sin embargo nunca encontrarán ustedes que es posible unificar a
una gran masa de personas meramente alrededor de una frase. La
idea tiene que proyectarse en forma diversificada sobre todos los
ámbitos del quehacer humano. De este modo se ve cómo la idea
aislada se amplía convirtiéndose en cosmovisión y cómo el portador
de esa idea – el individuo – abre cada vez más sus brazos hacia la
comunidad. Así es como, a partir de este individuo, crece una
organización, un Movimiento.
Cuando esto último se produce, la idea no yace ya enterrada en el
corazón del individuo. Pasa a ser patrimonio de muchos. Surgen
cuatro, cinco, diez, veinte, treinta, cincuenta, ochenta, cien y cada vez
más personas. Y aquí está el gran secreto de las ideas: se propagan
como un incendio. En realidad, resulta imposible detenerlas en su
carrera triunfal. Son como una especie de fluido que pasa a través de
las estructuras más sólidas. En dónde la idea ve una hendidura en el
organismo que quiere conquistar, pues por allí penetra y al cabo de
poco tiempo termina influenciando a todo el cuerpo que aún
dominan los otros. Y esos otros no pueden hacer nada por evitarlo.
Creerán, al principio, poder apagar ese fuego usando las
herramientas del Poder. Intentarán con ello frenar la carrera triunfal
de la idea. Probablemente hasta lo conseguirán por uno, dos, diez y
hasta veinte o cincuenta años. Pero esos años no significan
absolutamente nada dentro del gran contexto de la Historia
universal. Es totalmente irrelevante en ella si algo sucede hoy,
mañana, o dentro de unos cuantos años.

112
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

Los otros pueden tener éxito en frenar temporalmente la carrera


triunfal de una idea mediante el recurso de emplear los medios del
Poder. Pero, bien mirado, ni siquiera consiguen eso. Lo que sucede
en realidad es que promueven la idea porque, al usar los medios del
Poder, no tienen más remedio que destruir y terminan derribando lo
que caería ya de todos modos. Al final no pueden sino sentarse y ver
como de la estructura aparentemente sólida se van cayendo las
partes que no le pertenecen para dirigirse hacia otra dirección. Así es
como, de pronto, del individuo surge una nueva comunidad, un
Movimiento o – si ustedes quieren – un partido.
Inicialmente todo Movimiento será partido. Esto no quiere decir que
está condenado a adoptar la forma y los métodos de acción de los
partidos demoliberales. Bajo “partido” entendemos a una fracción, a
parte del pueblo. Cuando la idea se extiende, se transforma en
cosmovisión, se traslada a la comunidad y comienza por ser partido.
Tarde o temprano, sin embargo, el partido siente también la
necesidad de agruparse organizadamente. Entonces es cuando, de
pronto, alguien propone: “Tú opinas igual que yo, pero trabajas
aquí mientras yo lo hago allá y, al final, no sabemos nada el uno del
otro. En realidad, esto no tiene sentido. Sería mucho mejor que nos
uniéramos y tú dijeras que te dedicas a este campo específico
mientras yo me dedico a aquél.. ¿No sería bueno encontrarnos
todos los meses para intercambiar opiniones?”
En este momento aparece la organización. De la relación informal se
desarrolla, progresivamente, un organismo cohesionado y el partido
pasará al ataque para imponer sus ideales. Un partido que no se
dedique a eso podrá, ciertamente, predicar sus ideales pero jamás
en la vida llegará a realizarlos.
Para ejemplificarlo con un caso del pasado reciente: con frecuencia
se le reprocha a nuestro Movimiento el que estaría perdiendo el
carácter de tal. Se dice que habríamos metido en un lecho de
Procusto a ese grande, ilimitado, amplio y siempre dinámico
contexto espiritual que es el Movimiento Nacional. De este modo,

113
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

supuestamente, no habríamos podido evitar la necesidad de eliminar


las partes sobresalientes de este lecho – es decir: las patas, o sea: su
base – por tener que renunciar a partes esenciales de la idea nacional
en beneficio de la organización. Por lo tanto, lo que el Movimiento
nacionalsocialista presentaría hoy no sería nada más que un
sucedáneo del Movimiento Nacional.
En realidad, el Movimiento Nacional ha sucumbido precisamente a
causa de este dilema. Porque, con el criterio de nuestros críticos, al
final llegaríamos a una situación en que cualquiera podría declarar
que un determinado aspecto del Movimiento Nacional es su coto
especializado particular y, con ello, todos los que no desean
participar de ese coto quedarían estigmatizados como
antinacionales.
Justamente así es como ha sido el Movimiento Nacional antes de la
guerra. Si hubiese tenido un jefe político – un organizador – y si este
jefe hubiese incorporado la idea amplia de una organización política
firmemente disciplinada (y la idea nacional era más amplia que la
idea marxista), entonces la idea triunfadora del 9 de Noviembre
hubiese sido la nacional y no la marxista. El marxismo triunfó
porque comprendió mejor las necesidades políticas. Porque se forjó
esa afiladísima espada con la que, después, arruinó al Estado. Si en
lugar de ello un gran organizador popular hubiera sabido hacer
surgir un gran Movimiento Nacional – y lo que estaba en discusión
en ese momento era si nuestro pueblo habría de vivir o sucumbir –
entonces el Movimiento Nacional habría triunfado sobre el
marxismo.
A ese Movimiento Nacional le faltó, pues, organización. Fue una
cosmovisión pero no supo darle a esa cosmovisión también la forma
de un partido y afilar una cortante espada con la cual fuese posible
conquistar al Estado.
Es que el Estado necesita de una cosmovisión. También el
cristianismo conquistó al Estado y recién en el momento en que
hubo conquistado al Estado comenzó a concretar hechos realmente

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

políticos. Naturalmente, pueden ustedes, y con justicia,


reprocharme: “Sí pero, en el momento en que el cristianismo
conquistó al Estado también comenzó a dejar de ser cristiano”. Es
cierto; pero ése es el trágico destino de todas las grandes ideas. En el
momento en que resultan arrastradas a la vida del pecado y de los
egoísmos que constituyen lo “humano-demasiado humano”; en el
momento en que deben ser puestas sobre el terreno de los hechos
concretos; en ese mismo momento no hay más remedio que bajarlas
de la región de las estrellas con lo que, forzosamente, pierden toda su
magia romántica.
Porque es en ése momento que empieza la vida práctica. Y esta vida
no es deliciosamente dorada sino simplemente natural. No podemos
discutir aquí si la vida como tal puede, o no, ser cambiada. El hecho
es que en millones de años la vida como tal ha sido siempre la misma
y, previsiblemente, en millones de años no cambiará tampoco. El por
qué esto es así, eso se lo tienen que preguntar ustedes a Alguien
superior. El hecho es que, en el momento en que la idea adopta
formas prácticas, lamentablemente hay que cortarle las alas
angelicales y tiene que desaparecer su aura de romanticismo.
Si en aquél entonces se hubiera tenido el coraje de despojar la idea
nacional de su magia romántica; si se la hubiese puesto sobre este
mundo de duras realidades en forma descarnada; entonces es muy
cierto que no sería hoy tan romántica como aún lo sigue siendo en la
cabeza de algunos hiperpatriotas. Pero habría creado un estado de
cosas en Alemania en el cual millones de niños no tendrían que
morirse de hambre. Y a mí me importa más que mi pueblo tenga de
qué vivir y no que una idea resplandezca muy brillantemente en el
cerebro de algunos soñadores.
Pueden ustedes ver, pues, que un Movimiento necesita tener una
organización si se quiere conquistar el Estado. Y sucede que tiene
que conquistarlo si es que quiere realizar algo positivo e histórico.
He podido ver muchas veces como, de repente, aparece uno de esos
apóstoles peregrinos para decir: “Sí; todo lo de ustedes es muy lindo

115
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

y muy bueno pero, en realidad, su Movimiento debería ocuparse de


eliminar definitivamente los barbarismos de nuestro idioma”. Y
después viene otro y dice: “Sí; todo esto es muy lindo y muy bueno,
pero en el programa de ustedes hay que incorporar un párrafo que
diga que alopatía es perjudicial, por lo que hay que combatirla
para sustituirla por la homeopatía”.
Si nuestro Movimiento se dejase desorientar por estos apóstoles, al
final terminaría viniendo el judío y ése sí que se saldría todos los días
con algo nuevo. Tanto aportaría de novedoso que, al final, no
quedaría ni uno solo de nosotros. Y en ese momento el Movimiento
habría perdido completamente su razón de ser. Seguramente la
alopatía tendrá sus fallas pero la homeopatía también tiene las suyas.
Y, en definitiva, no es para nada misión de un Movimiento
revolucionario combatiente el andar resolviendo los problemas de la
alopatía y la homeopatía. El objetivo del Movimiento es conquistar el
Poder. Por eso tiene que redactar su programa de tal manera que
todo militante honesto pueda salir a defenderlo sin reservas.
Es muy cierto que en la actualidad se está perpetrando un desastre
demencial con las instituciones culturales alemanas. Y sé muy bien
que este desastre está envenenando el alma de nuestro pueblo. Pero
supongamos que viene alguien y me dice. “Hay que hacer algo.
Ustedes tienen que hacer algo. Si quieren combatir al cine moderno,
entonces tienen ustedes que construir un cine propio. Aunque sea
modesto y aunque cuente, provisoriamente, con un solo proyector.
Si ven como hoy los niños resultan envenenados en las escuelas por
una lectura que no es apta para ellos entonces tienen ustedes que
comenzar por conquistar las almas infantiles para inyectarles el
antídoto”. Y a todos estos argumentos puedo refutarlos diciendo:
“Puede usted durante diez años inyectar antídotos contra todo lo
que se difunde, y un buen día un único decreto del Ministro de
Cultura es capaz de destruir toda su obra. Si en lugar de inyectar
antídotos se hubiera puesto usted durante diez años a reclutar
militantes, entonces el Movimiento ¡habría conquistado ya al
Ministerio de Cultura! Todo lo demás es mero remiendo”.

116
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

Recién cuando un Movimiento ha conquistado el Poder político es


que puede lograr algo positivo; y recién entonces lo que se logre
podrá también perdurar. Recién entonces podrá disponer de los
medios para defender al Estado cultural que dirige. Porque, en el
mismo momento en que el Movimiento o el partido conquista el
Poder del Estado, en ese mismo momento la cosmovisión se hace
Estado y el Movimiento se hace pueblo.
Porque el pueblo no es lo que comúnmente llamamos los “sesenta
millones de habitantes”. Esos sesenta millones no son, en si, sino
una horda desorganizada. Si entre ellos uno dice “hala” el otro dice
“hola”. Yo no llamo pueblo a eso. Un pueblo requiere conciencia de
ser pueblo. No es tan sólo el instinto lo que constituye a un pueblo.
Recién cuando se me ha hecho claro que soy miembro de un pueblo,
recién cuando conscientemente soy alemán, recién entonces
pertenezco al pueblo alemán. El gran príncipe elector no dijo
“Piensa, o considera, que eres alemán” – sino: “No olvides que
eres alemán”. Este no olvidar implica una toma de conciencia previa
y esta conciencia es imprescindible para ser pueblo.
Adolfo Hitler tuvo mucha razón aquella vez, ante el tribunal de
Munich. Le preguntaron: “¿Cómo se atrevió usted a intentar la
implantación de una dictadura contra 60 millones de habitantes
con esa ridícula minoría?” A lo cual respondió: “Cuando todo un
pueblo se ha vuelto demasiado cobarde y quedan tan sólo mil
hombres que quieren algo grande y que tienen la fuerza para
construir un Estado, pues entonces el pueblo está formado por
solamente esos mil”. Y es cierto; porque si los demás toleran que la
minoría conquiste el Estado, entonces no tienen por qué no tolerar
que esa minoría les instaure una dictadura.
Lo mismo sucede con un Movimiento. Si un Movimiento tiene la
fuerza suficiente como para conquistar al Estado, entonces tendrá
también la fuerza para darle forma. Desde el punto de vista político,
seré el último en ponerme a lloriquear por el hecho de que hoy nos
gobierna el marxismo. Mientras no tengamos la fuerza para

117
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

superarlo, el marxismo hasta tiene el derecho político de


gobernarnos. De lo que yo me sorprendo es de lo poco que hace uso
de este derecho. Yo procedería de otra forma. Pero esto responde a
una trágica malinterpretación que los marxistas tienen de su propia
cosmovisión. Porque no les reprocho a los señores, allá en la Jefatura
de Policía de Berlín, que empleen los medios de su Poder contra
nosotros. No. Para nada. Lo que les reprocho es tan sólo que se
autodenominen demócratas y que afirmen que impera la más
absoluta libertad de opinión y expresión. Considero que esa es la
estafa. Ésa es la mentira y la hipocresía de estos señores. Porque, en
verdad, son dictadores.
Si un Movimiento tiene la fuerza para conquistar las posiciones de
Poder del Estado, entonces tiene también el derecho de constituir al
Estado según su propio criterio. El que quiera negarle ese derecho a
un Movimiento no es más que un teórico alejado de la realidad. En
política no deciden las pretensiones jurídico-morales sino el Poder.
Un Movimiento que lo ha conquistado tiene el derecho de constituir
para si al Estado. Por ende, pueden ustedes ver ahora cómo hay una
doble tríada que se cierra tanto en lo ideal como en lo personal: de la
idea a la cosmovisión y de la cosmovisión al Estado; del individuo al
partido y del partido al pueblo.
Ahora bien; cuando he adquirido certeza sobre algo, lo que importa
no es si esa certeza es absolutamente cierta más allá de toda duda
cartesiana posible. Importa muchísimo más que encuentre personas
dispuestas a luchar conmigo por la cosmovisión de cuya rectitud
estoy profundamente convencido. Este ganar, este conquistar
personas para algo que considero correcto, eso es lo que se llama
propaganda.
Al principio está la convicción. Esta convicción emplea la
propaganda como medio para hallar el material humano que, a su
vez, transformará la convicción en política. Entre la idea y la
cosmovisión está la propaganda. Entre el individuo y el partido está

118
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

la propaganda. Y entre el partido y el pueblo está otra vez la


propaganda.
En el momento en que me he convencido de que algo es correcto y
comienzo a hablar de ello hasta en el tranvía, en ese momento estoy
ya haciendo propaganda. Porque, en ese preciso instante, busco ya a
otras personas para convencerlas de la misma verdad. La
propaganda se inserta, pues, entre el individuo y la multitud; entre la
idea y la cosmovisión. La propaganda no es sino la avanzada de la
organización. Una vez que la organización está cumplida, la
propaganda se hace la avanzada del Estado. Y siempre es tan sólo un
medio para un fin.
Mientras que en el ámbito de la idea debo crear algo permanente,
resistente, indestructible; la propaganda se adapta siempre
dinámicamente a las circunstancias dadas. La propaganda es
completamente maleable. En esta región se expresará de un modo
distinto al de aquella región. Y no importa que esté planchada,
doblada y almidonada sino que cumpla con su papel de mediador
entre el individuo y la multitud.
Si me paro en el tranvía y me pongo a conversar con el guarda, haré
esto de un modo diferente a lo que haría si me pusiese a conversar
con el juez de la Corte Suprema. Si no hiciese eso, el juez me
consideraría falto de juicio y el guarda del tranvía no me entendería.
Es decir: no se puede limitar a la propaganda. Se orientará de
acuerdo a como es el que quiero ganar.
En este sentido quisiera relatarles el hermoso caso de un camarada
de Berlín que milita por la idea nacionalsocialista desde 1919 y quien
– como hemos de reconocérselo en teoría – se ha roto la crisma
tratando de atravesar esa pared que nosotros ya no queremos
romper con nuestras cabezas. Comenzó repartiendo por la calle las
publicaciones más combativas que se editaban en el Berlín de aquél
entonces. Reconocía lo primitivo y lo desagradable del método pero
... no había más remedio y se ponía a leer estos panfletos y periódicos
en el subterráneo. Todo el mundo podía darse cuenta de que el buen

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

hombre era sólo un iluso y, cuando se paraba “olvidándose” el


periódico en el asiento para que otro lo recogiera, regularmente le
sucedía que un pasajero lo detenía diciéndole: “¡Oiga! ¡Se olvidó su
periódico!”. Ante ello, lleno de enojo, le daba el periódico al guarda
exclamando: “¡Toma! ¡Aquí tienes hermano alemán!”. Y el guarda,
seguramente, habrá pensado que se trataba de un fugado del
manicomio.
Así este hombre, poco a poco, ha tenido que reconocer que los
métodos habituales y corrientes entre amigos y camaradas no
producen absolutamente ningún efecto entre personas que no se
conocen para nada.
En otras palabras: es imposible establecer o enseñar los principios de
la propaganda. La propaganda es algo que se sabe o que no se sabe
hacer. Es un arte. Es como tocar el violín. Es muy cierto que toda
persona aproximadamente normal puede aprender a tocar el violín
hasta cierto nivel. Pero más allá de ese nivel hay un punto en dónde
uno debe decirle: “Más allá de aquí no podemos seguir. Lo que hay
para aprender de aquí en más, eso sólo lo puede aprender un genio.
Y genio es algo que usted no es. De modo que tendrá que
conformarse con lo que pudo aprender hasta aquí”.
Del mismo modo puedo enseñarle los fundamentos más primitivos
de la propaganda a cualquier persona normalmente inteligente, pero
hay un momento en que, forzosamente, llego a un límite. Alguien o
es un propagandista o no lo es. Y es incorrecto considerar a un
propagandista con cierta conmiseración. Hay personas que dicen que
no es sino un buen tamborillero. En esta denominación hay una
buena dosis de envidia y de reconocimiento de la incapacidad propia.
Los que así hablan son generalmente los filosofastros que juntan a
las masas pagando para que otros batan el parche.
Habrán ustedes podido apreciar – y esto es algo que ya nadie puede
negar – que nuestro Movimiento tiene buenos oradores. Y, puesto
que los otros no tienen esos buenos oradores, van y dicen: “...y
bueno; al fin y al cabo no son más que buenos tambores

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

redoblantes”. Durante años a Hitler se lo ridiculizó llamándolo “el


tambor mayor de la unidad nacional”. Y cuando resultó que ese
tambor tenía ideas que no encajaban para nada en la utilería
consuetudinaria de los tan despectivos señores, de repente resultó
que era un “político enloquecido” al cual había que hacer
desaparecer a toda costa.
Es directamente estúpido despreciar al propagandista. El
propagandista tiene una función específica dentro del partido. Y es
una gran suerte que nuestro partido – naturalmente, en
comparación con los demás – sea aún tan joven y tenga aún tan
pocos jefes realmente grandes y decisivos. Es bueno que así sea.
Porque así los jefes realmente importantes de nuestro Movimiento
están obligados, no sólo a trabajar en ésta o en aquella función
específica, sino a ser de todo simultáneamente: propagandistas,
organizadores, oradores, escritores. El verdadero dirigente de
nuestro Movimiento debe saber tratar a la gente, debe saber
conseguir dinero, debe saber escribir artículos y debe saber hacer
toda una infinidad de cosas más. Es por eso que resulta tan falso
decir que Hitler es solamente un tambor mayor. Lo grande en él, lo
que lo distingue de todos los demás y la ventaja que con él tenemos
nosotros sobre todos los demás, es que es un político que, al mismo
tiempo, también es un propagandista mientras que los otros ni son
políticos ni entienden absolutamente nada de propaganda.
De modo que pueden ustedes ver cómo la propaganda se halla en
una relación bilateral, tanto con la cosmovisión como con la
organización. Una vez que a través de una lucha agotadora hemos
conseguido tomar la idea y la cosmovisión del individuo y volcarlas
hacia una gran comunidad, la propaganda tiene ahora la función de
transmitir esas convicciones a una comunidad más grande aún: tan
grande que pueda conquistar al Estado.
Quisiera ilustrar esto con un ejemplo. ¿De qué serviría si lo que
queremos y hemos aceptado como correcto se limitase a
fatasmagorear en el reducido número de nuestros cerebros? Los

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

pocos terminarán hasta dudando de lo correcto de su idea si los


muchos no vienen a sumarse a ella. Y si no tuviésemos a las personas
– desde el más modesto militante de las SA que reparte periódicos
hasta el mayor orador y jefe del partido – nuestra hermosa
convicción no nos serviría para nada. Porque, en un caso así, la
convicción no sería sino un tesoro de los pocos que estamos aquí. Los
demás seguirían con sus estupideces y, al final, el pueblo alemán
terminaría sucumbiendo a causa de todo ello.
La propaganda es absolutamente necesaria, aún cuando sea tan sólo
medio para un fin. Si no existiese, la idea no podría nunca llegar a
conquistar el Estado. Es fundamental tener la posibilidad de
transmitir a una multitud de personas lo que uno ha llegado a
considerar correcto y verdadero. La función de un propagandista
realmente talentoso será la de formular lo que muchos cerebros han
llegado a pensar. Y deberá hacerlo de tal forma que pueda llegar a ser
entendido, tanto por la amplia capa de las personas cultas como
hasta por el más insignificante hombre de la calle.
Que ello es posible es algo que todos ustedes podrán constatar y, una
vez, yo mismo pude llegar a verificarlo cuando escuché a Hitler
hablar en Jena. El público estaba compuesto, mitad por profesores y
estudiantes universitarios, y mitad por obreros militantes del Frente
Rojo. Al final de la exposición sentí una irresistible curiosidad por
hacerle un par de preguntas a un representante de cada sector. Lo
hice y pude convencerme de que, tanto el profesor universitario
como hasta el más humilde obrero habían comprendido
perfectamente todo lo que Hitler había dicho. Es realmente algo
grande que nuestro Movimiento cuente con estas herramientas
oratorias, capaces de transmitir el contenido de un pensamiento en
una forma accesible y comprensible para las grandes masas.
En cuanto al estilo de la transmisión en sí, hay que tener presente
que se constituirá de acuerdo con el temperamento del
intermediario. Sería completamente equivocado pretender cortar a
todos los intermediarios con la misma medida. Así como las ideas

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

son grandes y extensas, así de diferentes son también los individuos


que habrán de asimilar esas ideas. Cuando escuchen opiniones sobre
nuestros oradores podrán ustedes apreciar como a cierta persona le
gusta un orador y a la otra le gusta el otro. Sería, sin embargo, un
error creer que, por ello, deberíamos enseñarle al moderado a ser
exaltado y al exaltado a ser moderado. Lo único que se lograría con
ello sería que, al final, ninguno estaría en condiciones de brindar
nada. Porque el moderado intentaría hacerse el temperamental y no
conseguiría hacer vibrar el alma de nadie porque la pose le queda
mal; y el temperamental intentaría volverse moderado con lo que, a
su vez, tampoco entusiasmaría a nadie y todos terminarían yéndose a
casa insatisfechos.
Es por eso que mientras más grande se haga nuestro Movimiento,
tanto más tendrá que albergar bajo su techo a mentalidades distintas
y es tan sólo natural que en cada una de esas mentalidades la imagen
del Movimiento se refleje también de un modo diferente. No hay dos
cosas iguales bajo el sol. Todo se diferencia. Por ello, la imagen
reflejada por una persona es necesariamente distinta a la que refleja
la otra.
Ahora bien, si la propaganda se hace medio para atraer al ámbito de
una idea a un séquito cada vez mayor, entonces la idea se hará cada
vez más amplia y más inestable. A partir de ese momento no se
resignará a residir en cerebros individuales sino que querrá abarcar a
la gran totalidad. Es en ese momento que, de las fases aisladas de
esta evolución espiritual, surge un programa bien definido.
Es con satisfacción que podemos constatar en nuestro Movimiento
que nos hallamos en esta etapa. No encontrarán ustedes jamás a
millones de personas dispuestas a dar su vida por un libro. Jamás
hallarán personas dispuestas a morir por un programa económico.
Pero millones de personas estarán dispuestas a dar su vida por un
evangelio y nuestra doctrina está convirtiéndose cada vez más en un
evangelio.

123
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

Sucede que todo aquello de lo cual nos hemos convencido y que


proviene de los más distintos sectores aislados, se ha concentrado
convirtiéndose en una gran fe que vive tan indestructiblemente en
nuestros corazones que cada uno de nosotros está dispuesto, si es
necesario, a dar su vida por ella. Nadie se hace matar por la jornada
de ocho horas. Pero vale la pena morir por una Alemania que sea del
pueblo alemán.
De modo que pueden ustedes ver cómo se desarrolla de un modo
cada vez más claro y más preciso lo que Hitler formuló con
previsoras palabras ya en 1919: “Libertad y Pan”. Pueden ustedes
apreciar también como el Movimiento se libera cada vez más de las
mezquindades humanas; como crece y se consolida progresivamente
convirtiéndose en una poderosísima consigna. Vendrá el tiempo en
que ya no se nos preguntará: “¿Qué postura tienen ustedes frente a
la jornada de ocho horas?” Cuando la desesperación caiga sobre
Alemania la gente nos preguntará: “¿Pueden ustedes devolvernos la
fe?” Si a partir de la idea individual expandida en cosmovisión el
Movimiento consigue formular un evangelio con una estructura tan
clara e intergiversable que todos se declaren dispuestos a dar su vida
por él, entonces, en ese momento, el Movimiento estará ante las
puertas de la victoria.
Pero esto no se consigue en el gabinete de estudio sino en la lucha.
En la amarga lucha en la que cotidianamente uno choca contra el
adversario y observa cómo hizo este adversario para llevar al pueblo
por el camino equivocado. Cuando, por ejemplo, leo los diarios, debo
confesar que he aprendido más del Berliner Tageblatt que de
cualquier otro. Es un diario ejemplarmente dirigido por judíos.
Jamás le he encontrado, desde el punto de vista judío, ni un solo
desliz. En cambio, las publicaciones nacionales frecuentemente le
erran al blanco.
Quisiera ahora tratar a grandes rasgos las características más
esenciales de la propaganda.

124
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

Ya hemos visto que la propaganda no es una cosa en si sino tan sólo


un medio para un fin. Tiene por función transmitir la convicción de
la cosmovisión nacionalsocialista al pueblo o a cierta masa del
pueblo. Si nuestra propaganda cumple con este objetivo, entonces es
buena. Si no lo cumple, entonces es mala.
Si todos los nacionalistas intelectualosos le reprochan a Hitler el
haberle dado – hasta 1923 – una forma demasiado estrepitosa,
gritona y plebeya a su propaganda, Hitler puede hoy responder:
“Munich tenía que volverse nacionalsocialista. Si lo he logrado,
entonces mi propaganda fue buena. Si me hubiese propuesto
agradarles a ustedes, entonces hubiera sido mala. Pero
complacerlos no fue, para nada, mi objetivo”.
Es por eso que no se puede juzgar el método de una propaganda
cuando la misma todavía está en desarrollo. El juicio es pertinente
tan sólo cuando ha transcurrido el tiempo fijado por quien la dirige.
No pueden ustedes decir, por ejemplo, que nuestra propaganda fue
incorrecta porque en Berlín nos condujo a la prohibición del partido.
Eso sería falso. Porque si bajo un Jefe de Policía judío nuestra
propaganda no nos llevase a ser reprimidos, entonces ni siquiera
sería una mala propaganda. Sería algo mucho peor: sería inofensiva.
La proscripción es la mejor prueba de que somos peligrosos para el
régimen. Y cuando se levante la proscripción, que no nos venga nadie
a decir que el judío ha terminado por reconocer que era injusta. La
proscripción se levantará recién cuando el judío vea que no ha
conseguido con ella lo que quería. Pueden ustedes protestar todo lo
que quieran. El judío envainará el sable blandido contra un método
de propaganda recién cuando se dé cuenta de que es mejor no
combatir en absoluto, o cuando crea que el sable ha cumplido con su
función.
De lo que se trata siempre es del éxito. La propaganda no es para
intelectualosos. Es para hombres prácticos. No tiene por qué ser
linda, ni tiene por qué satisfacer a los teóricos. Yo, por mi parte, no
me esfuerzo en absoluto por pronunciar hermosos y estéticos

125
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

discursos, o por hablar de tal forma que las mujeres se pongan a


llorar de emoción. El objeto de un discurso político es el de
convencer a las personas que nos escuchan de aquello que
consideramos correcto.
Cuando hablo en la provincia lo hago de un modo distinto a como lo
hago en Berlín. Cuando hablo en Bayreuth hablo de cosas distintas a
las que menciono en los Salones Pharus. Y esto no es una cuestión de
teoría sino de práctica. No queremos un Movimiento de exquisitas
cabezas huecas sino un Movimiento capaz de llegar a la gente.
La propaganda no tiene por qué ser tremendamente espiritual. Lo
que tiene que ser es particularmente efectiva. No es misión de la
propaganda el hacer grandes descubrimientos intelectuales. Esos
descubrimientos se hacen en otra parte. Los podré hacer junto a mi
escritorio pero jamás los haré en un salón de actos. En el salón de
actos los tengo que transmitir. No entro al salón de actos para
encontrar brillantes conclusiones sino para transmitirle a los demás
aquellas conclusiones que he llegado a considerar correctas. Lo que
sí puedo encontrar en el salón de actos son los métodos con los
cuales podré comunicarles a los demás aquello que considero
correcto.
Es por eso que, en primer término, el propagandista tiene que tener
un profundo conocimiento de la idea a transmitir. Este conocimiento
no puede adquirirlo durante la ejecución de su propaganda. Eso es
algo que debe poseer antes de ponerse a hacer propaganda. Lo que
puede aprender después, en el contacto cotidiano con la gente, es la
mejor forma de explicar ese conocimiento a los demás. Por eso es
que en sus discursos o en sus carteles el propagandista le hablará al
campesino en una forma distinta a como lo hace con los empresarios
y se dirigirá a los médicos en forma diferente que a los enfermos.
Dispondrá, en una palabra, su propaganda de acuerdo al que quiere
ganar.
Pueden ustedes constatar como los criterios empleados por los
demás partidos para juzgar a la propaganda le erran al objetivo y

126
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

como la mayoría de los reproches que se le han hecho a la


propaganda del NSDAP surgen de una concepción totalmente
equivocada de la propaganda. Si alguien viene y me dice:”Su
propaganda no tiene nivel moral” ni siquiera me tengo que tomar el
trabajo de entablar una conversación con él. No es cuestión de que la
propaganda tenga, o no, cierto nivel. La cuestión es que conduzca al
objetivo deseado.
Cuando hace tiempo comenzamos aquí en Berlín, el primer objetivo
que les señalé a ustedes fue: “a esta ciudad que no nos conoce le
imprimiremos nuestro nombre. Tendrá que querernos u odiarnos
pero, sea como fuere, tendrá que conocernos”. A ese primer objetivo
lo hemos alcanzado. Se nos odia y se nos aprecia. Pero cuando
alguien menciona la palabra nacionalsocialista ya nadie pregunta
“¿y eso qué es?”
Si hemos logrado ese primer objetivo entonces también hay que
saber que el amor se puede convertir en odio y que el odio puede
volverse amor. Lo que nunca más habrá es indiferencia. Porque la
lucha más difícil de todas es la lucha contra la indiferencia. Si hoy en
esta ciudad tengo a dos millones de personas que me odian a más no
poder, que me persiguen y que me calumnian, entonces por lo menos
sé que de esas personas puedo llegar a ganar algunas. Y hemos
podido comprobarlo en más de una oportunidad: los que hoy con
más vehemencia defienden nuestra idea son justamente los que ayer
más sangrientamente la combatían. Vean ustedes, pues, que de lo
que se trata es de que la propaganda cumpla con su objetivo. Es
incorrecto medir a la propaganda con cualquier otro patrón de
medida que no le corresponde.
Quisiera aclarar esto otra vez con un ejemplo. Supongamos que estoy
mirando a una persona y alguien me pregunta: “¿Qué te parece esa
persona?” Supongamos que yo contestara: “Me parece buena
persona pero no sabe tocar el piano”. Con toda seguridad el otro me
replicaría: “Sí, pero ni falta que le hace. Es un mayordomo. ¿Por qué

127
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

no averiguas si es, o no, un buen mayordomo?” Y esa pregunta sería


la correcta. Exactamente lo mismo sucede con la propaganda.
Nuestra propaganda sigue una línea absolutamente recta. Como
Adolfo Hitler me lo dijera muy acertadamente cierta vez, en una
concentración popular no es imprescindible pronunciar un discurso
doctrinario. La concentración popular sirve para transmitirle a la
gente las bases más esenciales. Si los grandes capitostes nos dicen:
“Ustedes no son más que propagandistas” nosotros tenemos que
responder: “¿Acaso Cristo fue otra cosa? ¿Acaso no hizo
propaganda? ¿Acaso Mahoma fue otra cosa? ¿Acaso se puso a
escribir sesudos folletos? ¿No fue más bien hacia las personas para
decirles lo que quería? ¿Acaso Buda y Zaratustra no fueron
propagandistas?”
Ciertamente es un hecho que los filósofos de la Revolución Francesa
crearon los fundamentos intelectuales para la misma. Pero ¿quién
fue el que puso en movimiento esa revolución? Pues, fueron Danton,
Robespierre y los demás. Y estos hombres ¿acaso han escrito libros o
actuaron más bien en las asambleas masivas? Miren ustedes a su
alrededor y observen a nuestra propia época. ¿Ha sido acaso
Mussolini una rata de biblioteca? ¿No es más bien un gran orador?
Cuando Lenin viajó de Zurich a San Petersburgo ¿qué hizo? ¿Se fue
de la estación del tren al gabinete y se puso a escribir un libro o se
dedicó más bien a hablarle a miles de personas? Al fascismo y al
bolcheviquismo no los ha formado otra cosa que no sea el gran
orador, el gran escultor de la palabra.
No hay ninguna diferencia entre orador y político. En la Historia se
verifica que el gran político ha sido siempre un buen orador.
Napoleón, César, Alejandro, Mussolini, Lenin. Pueden ustedes citar
al que quieran. Todos fueron grandes oradores y grandes
organizadores. Y si se concentra en un solo hombre la tríada de
talento organizativo, talento oratorio y talento filosófico, es decir: la
capacidad de comprender, la capacidad de transmitir lo
comprendido y la capacidad de hacer marchar en un solo frente a las

128
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

personas a las que se les ha transmitido la capacidad de comprender,


entonces tienen ustedes completa la figura del estadista genial.
Si alguien viene hoy a decirme: “Usted no es más que un demagogo”
pues le contesto: “La demagogia, en el buen sentido de la palabra,
no es nada más que la capacidad de transmitirle a la amplia masa
del pueblo aquello que quiero transmitir”. Naturalmente, puedo
amoldarme al sentir de la gran masa, pero me volveré demagogo en
el mal sentido de la palabra recién cuando siga a la masa que debo
conducir y haga esto no sólo en la forma sino también en el
contenido de lo que quiero, terminando por decir solamente lo que
la gente quiere escuchar.
Y no pueden ustedes decir que en esto la situación ha cambiado. Que
antes habían sido los oradores los constructores de Movimientos
pero que hoy, cuando todos vivimos en la era de la prensa, la tarea la
realizan los escritores. Hay una prueba contundente que demuestra
la falsedad de esta teoría.
Es muy cierto que hoy la prensa hace mucho. Pero, si ustedes
analizan la prensa hábilmente escrita, verán que cada editorial o
artículo de fondo es un pequeño discurso. El marxismo no hubiera
cosechado ningún triunfo con sus editoriales si no hubiera sido por
el hecho de que cada una de ellas es un discurso de propaganda en
miniatura. Esas editoriales fueron escritas por agitadores. Sentados
en sus gabinetes o en bares llenos de humo, estos agitadores
escribieron sus artículos, no de un modo espiritual, elevado y
estético, sino con pensamientos brutales y burdos que cualquiera
podía entender. Es por eso que la prensa roja está tan extendida
entre las masas.
Y es por eso que nosotros también debemos aprender de este
ejemplo tan evidente. El marxismo no triunfó porque tuvo grandes
profetas. Los que tuvo no fueron profetas. El marxismo triunfó
porque pudo poner al servicio de su delirio a agitadores del calibre
de un August Bebel y de un Lenin. Fueron ellos los que hicieron
triunfar al marxismo. Si el Movimiento nacional, con su mejor

129
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

fundamento doctrinario, hubiera tenido también los mejores


oradores, entonces hubiera sido él el vencedor.
Con todo, vienen los eternos insatisfechos a decirnos: “Ustedes sólo
critican. Lo que ustedes hacen no es más que criticar; pero hacer las
cosas mejor eso es algo que tampoco ustedes saben hacer”. Vienen
muchos a decirme: “El Angriff de ustedes es todo negativo. Lo que
ustedes escriben es totalmente negativo. ¡Escriban por fin algo
positivo!”. Sí, es cierto. Pero resulta que no estoy, para nada, en
condiciones de decir algo positivo del señor Bernhard Weiss. [47]
Todo lo que se me ocurre es absolutamente negativo. Tampoco se me
ocurre nada positivo para decir de esta república. Ni siquiera estoy
en condiciones de emprender algo positivo por ella. Me han
proscripto. Podría hacer algo positivo, quizás, pero solamente con la
condición de hacer desaparecer primero todo lo negativo que tiene.
Ni el estadista más genial podría construir un Estado si en el sitio
dónde debería alzarse se encontrase esta república.
Durante 60 años el marxismo no ha hecho otra cosa que practicar la
crítica negativa y el resultado es que el 9 de Noviembre de 1918
conquistó al Estado en Alemania. Hitler dijo alguna vez: “Sáquenme
de encima a esos sabelotodos políticos que tienen la idea fija de lo
positivo”. Es que algo positivo podremos hacer tan sólo cuando nos
hayamos sacudido de encima lo negativo que nos oprime.
Un dirigente político no aparece en la realidad mágicamente,
saliendo de un laboratorio. Se hace grande con la masa y mientras
más grande se haga la masa tanto más crecerá el dirigente por sobre
ella hasta que, al final, terminará arrastrando a la masa consigo. Y la
masa es una mayoría débil, perezosa y cobarde de personas. En
realidad, a las grandes masas nunca se las conquista del todo. Hay
que disponer lo mejor que es dado hallar en ellas para que esto
elementos defiendan la carrera exitosa de la masa. Pero determinar

47 )- Jefe de Policía de Berlín por esa época.

130
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

esencial y fundamentalmente la ruta de ese éxito es siempre función


de una única y genial cabeza.
Podemos estarle agradecidos al destino el que nos haya deparado esa
cabeza que se destaca por sobre todas las demás de tal manera que
cada uno se decide de buen grado a subordinársele para ayudarle.
Esta es la mejor prueba de que este Movimiento triunfará algún día.
Porque si los demás sacan su sabiduría de decisiones mayoritarias y
frente a ellos aparece un Movimiento en dónde es uno el que marca
el camino a seguir, entonces ese Movimiento tiene que vencer.
Vencerá porque es natural. Pueden ustedes observar la vida dónde y
cómo les plazca. Siempre verán que se cumple el gran principio
espiritual de la organización de nuestro Movimiento: el principio de
mando.
La misión de dirigentes y militantes es la de llevar esta convicción,
cada vez con mayor profundidad, al corazón de nuestro desgarrado
pueblo. Cada uno debe tener todo esto en claro. Cada uno debe
pensarlo bien y hasta el final. Todo entre nosotros debe ser claro. No
hay nada ante lo cual podamos capitular. Y si todo está claro,
entonces no todos necesitan ser oradores excepcionales. Teniendo
las ideas claras cualquiera podrá formularlas concretamente en un
par de palabras y, si lo hace, será un propagandista. Y cuando
tengamos a un ejército de propagandistas, empezando por el
militante más modesto hasta el jefe de mayor jerarquía; cuando este
ejército de propagandistas le transmita a las grandes masas
populares todas estas convicciones claras y cristalinas, entonces
vendrá, por fin, el día que la cosmovisión se hará Estado. Vendrá,
por fin, el día en que la organización se adueñará de las herramientas
del Poder. Y ese día dejaremos de ser meros accesorios de una
colonia esclava para volvernos miembros de un Estado al que
nosotros definiremos y al que nosotros daremos forma política.
La misión que tenemos sobre este mundo es la de crear una base
sobre la cual nuestro pueblo pueda vivir. Cuando esa misión esté
realmente cumplida este pueblo nuestro se alzará hacia las alturas de

131
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

aquellos logros culturales que garantizan la inmortalidad en los


anales de la Historia.

2)- Mao Tse-tung sobre la propaganda

Discurso ante la Conferencia Nacional del Partido Comunista de


China sobre la labor de propaganda, del 12 de marzo de 1957

Camaradas:
Nuestra conferencia ha tenido un feliz desarrollo. En su curso se han
planteado numerosos problemas, lo que nos ha permitido conocer
muchas cosas. Haré ahora algunas observaciones sobre temas que
ustedes han estado discutiendo.
Vivimos ahora un período de grandes cambios sociales. Desde hace
mucho tiempo la sociedad china se encuentra en medio de grandes
cambios. La Guerra de Resistencia contra el Japón fue un período de
grandes cambios y la Guerra de Liberación, otro. Pero los cambios
actuales son, por su carácter, mucho más profundos que los
anteriores. Estamos construyendo el socialismo. Cientos de millones
de personas se han incorporado al movimiento de transformación
socialista. Las relaciones de todas las clases entre sí se hallan en
proceso de cambio. Tanto la pequeña burguesía agraria y artesanal
como la burguesía industrial y comercial han sufrido mutaciones. Se
ha transformado el sistema económico-social; la economía individual
ha devenido en economía colectiva y la propiedad privada capitalista
está siendo transformada en propiedad pública socialista. Cambios
de tal magnitud, por supuesto, tienen que reflejarse en el
pensamiento de la gente. El ser social determina la conciencia. Ante
estos grandes cambios en el sistema social, la gente reacciona de
distinto modo de acuerdo a las clases, capas o grupos sociales a que

132
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

pertenece. Las grandes masas del pueblo los respaldan cálidamente,


pues la vida misma ha demostrado que el socialismo es la única
solución posible para China. Derribar el antiguo sistema social y
establecer uno nuevo, el socialismo, es una gran batalla, un inmenso
cambio en el sistema social y en las relaciones entre los hombres.
Debe decirse que la situación es básicamente saludable. Pero, el
nuevo sistema social acaba de establecerse y su consolidación
todavía requiere tiempo. No es dable suponer que un sistema nuevo
pueda consolidarse totalmente en el momento en que se establece;
ello es imposible. Tiene que ir consolidándose paso a paso. Para su
consolidación definitiva, es necesario no sólo realizar la
industrialización socialista del país y perseverar en la revolución
socialista en el frente económico, sino también llevar adelante, en
forma ininterrumpida y con duros esfuerzos, la lucha revolucionaria
socialista y la educación socialista en los frentes político e ideológico.
Además, se requiere el concurso de diversos factores internacionales.
En China, la lucha para afianzar el sistema socialista, la lucha para
decidir si vencerá el socialismo o el capitalismo, llevará todavía un
período histórico muy largo. Pero todos debemos tener claro que el
nuevo sistema socialista se consolidará indefectiblemente.
Lograremos construir un país socialista que cuente con una
industria, una agricultura, una ciencia y una cultura modernas. Este
es el primer punto que quería tratar.
En segundo término, la situación de los intelectuales de nuestro país.
No disponemos de estadísticas precisas sobre el número de
intelectuales chinos. Se calcula que hay alrededor de cinco millones
de todo tipo, entre intelectuales de alta categoría e intelectuales en
general. De estos cinco millones, la absoluta mayoría son patriotas,
aman nuestra República Popular y están dispuestos a servir al
pueblo y al Estado socialista. Un pequeño número de intelectuales no
gusta mucho del sistema socialista ni se siente muy feliz con él.
Todavía se muestra escéptico respecto del socialismo, pero no deja
de ser patriota frente al imperialismo. Los intelectuales hostiles a
nuestro Estado son muy pocos. A ellos no les agrada nuestro Estado

133
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

de dictadura del proletariado y añoran la vieja sociedad. A la primera


ocasión que se les presenta, agitan las aguas y provocan disturbios,
intentando derrocar al Partido Comunista y restaurar la vieja China.
Entre la línea proletaria y la burguesa, entre la socialista y la
capitalista, se obstinan en seguir la segunda. Y como seguir esta línea
es impracticable, de hecho están dispuestos a entregarse al
imperialismo, al feudalismo y al capitalismo burocrático. Tales
individuos figuran en los círculos políticos, industriales y
comerciales, culturales y docentes, científico-tecnológicos y
religiosos, y son extremadamente reaccionarios. Constituyen sólo el
1, 2 ó 3 por ciento de los cinco millones. La abrumadora mayoría, o
sea más del 90 por ciento, apoya en diverso grado el sistema
socialista. Muchos de ellos aún no tienen muy claro cómo trabajar
bajo el socialismo y cómo comprender, manejar y resolver tantos
problemas nuevos.
Respecto de la actitud de los cinco millones de intelectuales hacia el
marxismo, se podría decir que más del 1o por ciento – comunistas y
simpatizantes – están relativamente familiarizados con el marxismo
y, bien plantados sobre sus pies, se sitúan firmemente en la posición
del proletariado. Ellos sólo representan una minoría de ese total de
cinco millones, pero constituyen su núcleo y tienen gran fuerza. La
mayoría desea estudiar el marxismo y ya ha aprendido algo, pero aún
no lo conoce bien. Entre esta mayoría hay algunos que, siendo
todavía escépticos y careciendo de una posición firme, vacilan en
cuanto se levanta una tormenta. Este sector de intelectuales, que
constituyen la gran mayoría de los cinco millones, mantiene una
posición intermedia. Aquellos que se oponen obstinadamente al
marxismo o le tienen odio representan una mínima proporción. Hay
algunos que, si bien no lo declaran abiertamente, de hecho
desaprueban el marxismo. Habrá gentes de este tipo durante mucho
tiempo y debemos permitirles que lo desaprueben. Por ejemplo,
algunos idealistas pueden apoyar el sistema político y económico del
socialismo, pero disienten de la concepción marxista del mundo. Lo
mismo ocurre con los patriotas de los círculos religiosos. Ellos son

134
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

teístas y nosotros ateos. No podemos forzarlos a aceptar la


concepción marxista del mundo. En resumen, sobre la actitud de los
cinco millones de intelectuales hacia el marxismo, puede decirse lo
siguiente: Los que aprueban el marxismo y están relativamente
familiarizados con él son una minoría, los que se oponen a él son
también una minoría y la mayoría lo aprueba pero no lo conoce bien,
y esta aprobación se da en muy diversos grados. Se presentan, por
consiguiente, tres posiciones: apoyo resuelto, vacilación y oposición.
Tal situación perdurará por largo tiempo; esto debemos reconocerlo,
pues si no, puede suceder que exijamos demasiado a los demás y nos
asignemos a nosotros mismos tareas muy pequeñas. La tarea de los
camaradas encargados de la propaganda es divulgar el marxismo.
Esto debe hacerse gradualmente y en forma apropiada, de manera
que la gente lo acepte gustosa. No podemos obligar a la gente a
aceptar el marxismo; lo único admisible en este sentido es la
persuasión. Estaría muy bien que, en un período de varios planes
quinquenales, un buen número de intelectuales llegara a aceptar el
marxismo y lograse comprenderlo mejor a través de su trabajo y de
su vida, a través de su práctica en la lucha de clases, en la producción
y en las actividades científicas. Y esto es lo que esperamos.
En tercer término, el problema de la reeducación de los intelectuales.
Nuestro país tiene escaso desarrollo cultural. Para un país tan
inmenso como el nuestro, cinco millones de intelectuales son
demasiado pocos. Sin intelectuales no podríamos hacer bien nuestro
trabajo, y esto nos impone hacer lo debido para unirnos con ellos. La
sociedad socialista se compone principalmente de tres sectores: los
obreros, los campesinos y los intelectuales. Intelectuales son aquellos
que se dedican al trabajo mental; su actividad está al servicio del
pueblo, o sea, al servicio de los obreros y campesinos. En lo que
respecta a la mayoría de los intelectuales, pueden servir a la nueva
China lo mismo que sirvieron a la vieja China, y servir al proletariado
lo mismo que sirvieron a la burguesía. Cuando los intelectuales
servían a la vieja China, el ala izquierda se resistía, el sector
intermedio vacilaba y sólo el ala derecha permanecía firme. Ahora,

135
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

cuando se trata de servir a la nueva sociedad, la situación se presenta


a la inversa. El ala izquierda permanece Firme, el sector intermedio
vacila (estas vacilaciones en la nueva sociedad no son las mismas que
en el pasado) y el ala derecha se resiste. Los intelectuales son
también educadores. Diariamente nuestros periódicos educan al
pueblo. Nuestros escritores y artistas, científicos y técnicos,
profesores y maestros, todos están enseñando a sus educandos, al
pueblo. Como son educadores y maestros, antes que nada ellos
mismos deben ser educados. Tanto más cuanto que el presente
período es de grandes cambios en el sistema social. En los últimos
años, ellos han recibido cierta educación marxista y algunos han
estudiado con empeño y logrado notables progresos. Pero la mayoría
está aún muy lejos de haber reemplazado totalmente su concepción
burguesa del mundo por la proletaria. Algunos han leído unos
cuantos libros marxistas y se creen muy doctos, pero como lo que
han leído no les ha penetrado ni prendido en la mente, no saben
utilizarlo y sus sentimientos de clase siguen como antes. Otros son
muy engreídos y, habiendo leído algunas frases librescas, se
consideran gran cosa y se hinchan de orgullo, pero cada vez que se
levanta una tormenta asumen una posición muy diferente a la de los
obreros y de la mayoría de las masas trabajadoras del campesinado.
Vacilan mientras éstos permanecen firmes, se muestran equívocos
mientras éstos son francos y directos. Por lo tanto, es erróneo
suponer que el que educa no necesita a su vez recibir educación ni
tampoco aprender, o que reeducación socialista significa tan sólo
reeducar a los demás – a los terratenientes, capitalistas y
productores individuales – pero no a los intelectuales. Los
intelectuales también necesitan reeducación; no sólo deben
reeducarse aquellos que aún no han cambiado su posición básica,
sino que todos deben aprender y reeducarse. Yo digo "todos", y eso
incluye a los que estamos aquí presentes. Las situaciones están en
constante cambio, y para adaptar su pensamiento a las nuevas
situaciones, uno debe aprender. Incluso quienes tienen una mayor
comprensión del marxismo y se mantienen relativamente firmes en
la posición proletaria, deben continuar aprendiendo, asimilar cosas

136
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

nuevas y estudiar problemas nuevos. A menos que eliminen de sus


cabezas lo que no es sano, los intelectuales se hallarán por debajo de
su tarea de educar a otros. Por supuesto, debemos estudiar mientras
ensañamos, ser alumnos y maestros a la vez. Para ser un buen
maestro, primero hay que ser un buen alumno. Son muchas las cosas
que no pueden aprenderse a través de los libros solamente, y que es
necesario aprender de los productores – los obreros y campesinos –
y, en las escuelas, de los estudiantes, de aquellos a quienes uno está
enseñando. En mi opinión, la mayoría de nuestros intelectuales está
dispuesta a aprender. Es nuestra tarea ayudarles en el estudio, de
todo corazón y de manera adecuada, sobre la base de su buena
disposición; no debemos forzarlos a estudiar recurriendo a métodos
compulsivos.
En cuarto término, el problema de la integración de los intelectuales
con las masas de obreros y campesinos. Dado que su tarea es servir a
las masas de obreros y campesinos, los intelectuales deben, antes
que nada, entenderlos y familiarizarse con su vida, su trabajo y sus
ideas. Estimulamos a los intelectuales a que vayan a las masas, a las
fábricas y al campo. Es cosa muy mala que uno nunca en la vida se
vea con obreros o campesinos. Los funcionarios del Estado,
escritores, artistas, maestros e investigadores científicos deben
aprovechar toda oportunidad para acercarse a los obreros y
campesinos. Algunos pueden ir a las fábricas o al campo sólo a dar
una vuelta y echar un vistazo. Esto se llama "ver las flores desde un
caballo al trote" y de todos modos es mejor que no ver nada. Otros
pueden permanecer allí durante unos meses llevando a cabo
investigaciones y haciendo amigos; esto se llama "desmontar para
ver las flores". Hay otros más que pueden vivir allí durante un
tiempo considerable, digamos dos o tres años o aún más, lo cual
puede ser llamado "establecerse". Algunos intelectuales viven ya de
hecho entre obreros y campesinos; por ejemplo, los técnicos
industriales, en las fábricas, y los técnicos agrícolas y maestros de
escuelas rurales, en el campo. Ellos deben cumplir bien con su
trabajo y fundirse con los obreros y campesinos. Es preciso que el

137
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

acercarse a los obreros y campesinos se convierta en una práctica


generalizada, es decir, que lo haga gran número de intelectuales.
Naturalmente, no podrán hacerlo el ciento por ciento de ellos, pues
algunos, debido a una u otra razón, no están en condiciones de ir; sin
embargo, aspiramos a que vaya el mayor número posible. Tampoco
pueden ir todos al mismo tiempo, pero sí por grupos y en diferentes
períodos. Esta experiencia de hacer que los intelectuales entren en
contacto directo con los obreros y campesinos la tuvimos ya en la
época de Yenán. En aquel tiempo, muchos intelectuales en Yenán
tenían ideas muy confusas y se presentaban con toda clase de
opiniones peregrinas. Celebramos una reunión con ellos y les
aconsejamos ir a las masas. Posteriormente, muchos fueron y
obtuvieron excelentes resultados. Los conocimientos adquiridos por
los intelectuales en los libros serán incompletos, y a veces
sumamente incompletos, mientras no los integren con la práctica. Es
fundamentalmente a través de la lectura de libros como los
intelectuales reciben la experiencia de nuestros antepasados. Desde
luego, es indispensable leer libros, pero la sola lectura no resuelve los
problemas. Hay que estudiar la situación actual, las experiencias
prácticas y materiales concretos, y hacer amistad con obreros y
campesinos. Forjar esta amistad no es cosa fácil. También hoy hay
personas que van a las fábricas o al campo, y unas obtienen
resultados y otras no. Lo que aquí está de por medio es la posición o
actitud que se adopte, un problema de concepción del mundo.
Abogamos por "que compitan cien escuelas", es decir, por que en
cada rama del saber pueda haber múltiples tendencias y escuelas;
pero en cuanto a la concepción del mundo, en la época actual sólo
existen esencialmente dos escuelas, la proletaria y la burguesa. Es la
una o la otra: la concepción proletaria del mundo o la burguesa. La
concepción comunista del mundo es la concepción del proletariado y
de ninguna otra clase. La mayoría de nuestros intelectuales de hoy
proviene de la vieja sociedad y de familias no pertenecientes al
pueblo trabajador. Algunos, a pesar de su origen obrero o
campesino, no dejan por ello de ser intelectuales burgueses, pues
recibieron una educación burguesa antes de la Liberación y su

138
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

concepción del mundo sigue siendo en esencia burguesa. Si no se


deshacen de lo viejo reemplazándolo por la concepción proletaria del
mundo, seguirán teniendo puntos de vista, posiciones y sentimientos
distintos a los de los obreros y campesinos y se sentirán
desadaptados entre los obreros y campesinos, quienes, a su vez, no
les abrirán su corazón. Si los intelectuales se integran con éstos y se
hacen sus amigos, estarán en condiciones de apropiarse del
marxismo que han aprendido en los libros. Para adquirir una
verdadera comprensión del marxismo, hay que aprenderlo no sólo
en los libros, sino también y principalmente a través de la lucha de
clases, del trabajo práctico y del íntimo contacto con las masas
obreras y campesinas. Si, además de leer libros marxistas, nuestros
intelectuales logran cierta comprensión del marxismo a través del
íntimo contacto con las masas obreras y campesinas y mediante su
propio trabajo práctico, todos tendremos un lenguaje común: no sólo
el lenguaje común del patriotismo y del sistema socialista, sino
también probablemente el de la concepción comunista del mundo.
En este caso, todos trabajaremos mucho mejor.
En quinto término, la rectificación. Rectificación significa corrección
del modo de pensar y del estilo de trabajo. Campañas de rectificación
dentro del Partido Comunista se han llevado a cabo en tres
ocasiones: durante la Guerra de Resistencia contra el Japón, en el
curso de la Guerra de Liberación y en los días posteriores a la
fundación de la República Popular China. Ahora, el Comité Central
del Partido Comunista ha resuelto que se inicie este año otra
campaña de rectificación dentro del Partido. Personas no
pertenecientes al Partido pueden tomar parte o no en ella, según sea
su deseo. Esta campaña está dirigida principalmente a criticar las
siguientes tendencias erróneas en el modo de pensar y en el estilo de
trabajo: subjetivismo, burocratismo y sectarismo. Al igual que en la
campaña de rectificación efectuada durante la Guerra de Resistencia,
el método consistirá, primero que todo, en estudiar una serie de
documentos y, sobre esta base, examinar cada cual sus propias ideas
y su trabajo y desplegar la crítica y autocrítica con el fin de descubrir

139
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

los defectos y errores y de estimular lo que sea bueno y correcto. En


el curso de la campaña, por un lado, debemos ser estrictos,
efectuando concienzuda y no superficialmente la crítica y autocrítica
de los errores y defectos para luego corregirlos; por otro, debemos
proceder con la suavidad de una brisa, siguiendo el principio de
"sacar lecciones de los errores pasados para evitarlos en el futuro, y
tratar la enfermedad para salvar al paciente", y oponernos al
procedimiento de "acabar con el tipo de un mazazo".
El nuestro es un Partido grande, glorioso y correcto. Esto es
innegable. Pero aún tenemos defectos, y esto también es innegable.
No debemos considerar como positivo todo lo que hemos hecho sino
únicamente lo que es correcto; al mismo tiempo, no debemos
negarlo todo, sino sólo lo erróneo. Si bien los éxitos constituyen lo
fundamental de nuestro trabajo, no son pocos los defectos y errores.
De ahí la necesidad de una campaña de rectificación. ¿Se minará el
prestigio de nuestro Partido si criticamos nuestro propio
subjetivismo, burocratismo y sectarismo? Pienso que no. Por el
contrario, esto servirá para elevarlo. Así lo demostró la campaña de
rectificación realizada durante la Guerra de Resistencia, pues
acrecentó el prestigio de nuestro Partido, de los camaradas
militantes y de nuestros cuadros veteranos, y también permitió que
los nuevos cuadros lograran grandes progresos. ¿Cuál de los dos
temía a la crítica, el Partido Comunista o el Kuomintang? El
Kuomintang. Este prohibió la crítica, pero no pudo salvarse de la
ruina. El Partido Comunista no teme a la crítica, pues somos
marxistas, la verdad está de nuestro lado y las masas básicas los
obreros y campesinos – están con nosotros. La campaña de
rectificación es, como decíamos, "una amplia campaña de educación
marxista". Por rectificación entendemos el estudio del marxismo en
todo el Partido a través de la crítica y autocrítica. Podremos sin duda
aprender más marxismo en el curso de la campaña de rectificación.
La responsabilidad de dirigir la transformación y la construcción de
China recae sobre nosotros. Cuando hayamos rectificado nuestro
modo de pensar y nuestro estilo de trabajo, gozaremos de mayor

140
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

iniciativa en las tareas nuestras, seremos más capaces y trabajaremos


mejor. El país necesita de mucha gente que sirva de todo corazón al
pueblo y a la causa del socialismo y que tenga voluntad de
transformaciones. Así debemos ser todos los comunistas. Antes, en
la vieja China, hablar de reformas era un crimen que se pagaba con
la decapitación o la cárcel. No obstante, hubo reformadores resueltos
que, sin temor a nada y desafiando toda clase de dificultades,
publicaron libros y periódicos, educaron y organizaron al pueblo y
sostuvieron inflexibles luchas. Nuestro Poder, la dictadura
democrática popular, ha pavimentado el camino para un rápido
desarrollo económico y cultural del país. Sólo han pasado unos pocos
años desde el establecimiento de nuestro Poder y ya puede verse
todo un cuadro de florecimiento sin precedentes de la economía, la
cultura, la educación y la ciencia. En la lucha por construir una China
nueva, los comunistas no tememos ninguna dificultad. Sin embargo,
no basta con nuestros solos esfuerzos. Necesitamos de muchas
personas no militantes del Partido que tengan grandes ideales y que,
siguiendo el rumbo del socialismo y el comunismo, luchen junto con
nosotros valientemente por la transformación y construcción de
nuestra sociedad. Es tarea muy ardua asegurar una vida mejor a los
centenares de millones de chinos y hacer de un país económica y
culturalmente atrasado como China, otro próspero, poderoso y con
elevado nivel cultural. Precisamente para poder asumir esta tarea
con mayor eficacia y trabajar mejor junto con todos aquellos que, sin
ser militantes del Partido, tienen altos ideales y están decididos a
hacer reformas, debemos desplegar campañas de rectificación tanto
ahora como en el futuro y desprendernos constantemente de cuanto
haya de erróneo en nosotros. Los materialistas consecuentes son
intrépidos; esperamos que todos los que luchan a nuestro lado
asuman valientemente sus responsabilidades, superen las
dificultades y no tengan miedo a los reveses o las burlas, ni vacilen
en hacernos a nosotros los comunistas críticas y sugerencias. "Quien
no teme morir cortado en mil pedazos, se atreve a desmontar al
emperador": Este es el espíritu intrépido que nos exige la lucha por
el socialismo y el comunismo. Por nuestra parte, los comunistas

141
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

debemos brindar facilidades a los que cooperan con nosotros,


establecer con ellos buenas relaciones de camaradería en la tarea
común y unirnos con ellos para luchar juntos.
En sexto término, el problema de la unilateralidad. Ser unilateral
significa pensar en términos absolutos, es decir, enfocar los
problemas metafísicamente. En la valoración de nuestro trabajo, es
unilateral considerarlo todo positivo o todo negativo. Hay todavía no
poca gente dentro del Partido Comunista, y mucha fuera de él, que
aborda las cuestiones de esta manera. Considerarlo todo positivo es
ver sólo lo bueno y perder de vista lo malo, es admitir únicamente los
elogios y no las críticas. Presentar nuestro trabajo como si fuera
totalmente bueno es contradecir los hechos. No es cierto que todo
sea bueno; todavía existen deficiencias y errores. Pero tampoco es
cierto que todo sea malo; pensar así es, igualmente, ir en contra de
los hechos. De ahí la necesidad de hacer análisis. Negarlo todo es
creer, sin ningún análisis, que nada se ha hecho bien y que la
grandiosa empresa de la construcción socialista, esta gran lucha en
que participan centenares de millones de personas, es un embrollo
sin nada digno de elogio. Esta manera de abordar las cosas es
sumamente errónea y perjudicial y sólo contribuye a desalentar a la
gente, aunque muchas de las personas que adoptan este enfoque se
diferencian de las que son hostiles al sistema socialista. En la
valoración de nuestro trabajo, es erróneo tanto el punto de vista de
que todo es positivo como el de que todo es negativo. A los que
incurren en esta unilateralidad los debemos criticar, pero,
naturalmente, con una actitud de ayuda, partiendo del principio de
"sacar lecciones de los errores pasados para evitarlos en el futuro, y
tratar la enfermedad para salvar al paciente".
Hay quienes arguyen que, como se trata de una campaña de
rectificación y como a todo el mundo se le pide expresar sus
opiniones, la unilateralidad es inevitable y que, por tanto, al
proponer evitar la unilateralidad, parece que, en realidad, se quiere
impedir que la gente hable. ¿Es acertada esta observación? Es difícil
exigir que no haya en nadie un mínimo rastro de unilateralidad. La

142
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

gente siempre examina y trata los problemas y expresa su criterio a


la luz de su propia experiencia; por eso, es ineludible que a veces
muestre un poco de unilateralidad. Sin embargo; ¿no deberíamos
pedirle que supere gradualmente esa unilateralidad y mire los
problemas con una visión más o menos completa? En mi opinión, se
le debe pedir. Si procediéramos en otra forma, si no exigiésemos que
de día en día, de año en año, hubiera un mayor número de gente
capaz de enfocar los problemas con una visión más o menos
completa, nos estancaríamos y estaríamos dando carta blanca a la
unilateralidad, lo cual equivaldría a ir en contra del propósito de la
campaña de rectificación. Unilateralidad significa violación de la
dialéctica. Pedimos que gradualmente se divulgue la dialéctica y que,
paso a paso, todos aprendan a manejar este método científico. A
algunos de los artículos que ahora aparecen lo que les sobra en
grandilocuencia les falta en contenido, pues no saben analizar los
problemas y carecen de argumentos y fuerza convincente. Es
deseable que cada vez haya menos artículos de este tipo. Al escribir
un artículo, uno no debe estar pensando todo el tiempo "¡Qué
brillante soy!", sino considerar a sus lectores en absoluto pie de
igualdad. Si uno dice algo erróneo, la gente lo refutará, así tenga
muchos años de militancia revolucionaria. Cuanto más aires se dé
una persona, menos caso le hará la gente y menos se molestará en
leer sus artículos. Debemos cumplir honestamente con nuestro
trabajo, tratar las cosas con espíritu analítico, escribir artículos que
tengan fuerza convincente y nunca darnos ínfulas para amedrentar a
la gente.
Hay quienes sostienen que la unilateralidad se puede evitar en un
escrito extenso, pero no en un ensayo corto. ¿Necesariamente tiene
que pecar de unilateralidad un ensayo corto? Como ya he dicho,
muchas veces es difícil eludir la unilateralidad y no hay nada de
terrible en que se deslice por ahí una brizna de ella. Exigir que todo
el mundo enfoque los problemas con una visión completísima
significaría estorbar el desarrollo de la crítica. No obstante, pedimos
que cada uno se esfuerce por enfocar los problemas con una visión

143
Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

más o menos completa y por evitar la unilateralidad tanto en los


artículos largos como en los cortos, incluidos los ensayos. Algunos
preguntan: ¿Cómo es posible hacer análisis en un ensayo de unos
pocos cientos o de mil a dos mil caracteres? Yo respondo: ¿Por qué
no? ¿Acaso no lo logró Lu Sin? Método analítico es método
dialéctico. Cuando decimos análisis, nos referimos a analizar las
contradicciones en las cosas. No es posible ningún análisis acertado
sin un conocimiento íntimo de la vida ni una comprensión real de las
contradicciones que se hallan sobre el tapete. Los ensayos de Lu Sin
escritos en los últimos años de su vida son de una extraordinaria
profundidad y vigor y están exentos de unilateralidad, precisamente
porque ya en ese entonces él había asimilado la dialéctica. A algunos
escritos de Lenin también se los puede llamar ensayos cortos; son
satíricos y mordaces, pero no tienen nada de unilateral. Casi todos
los ensayos de Lu Sin apuntaban al enemigo, mientras que los de
Lenin estaban dirigidos unos al enemigo y otros a camaradas. ¿Se
puede escribir ensayos al estilo de Lu Sin contra los errores y
defectos en el seno del pueblo? Creo que sí. Por supuesto, debemos
trazar una línea divisoria entre el enemigo y nosotros, y no adoptar
una posición hostil hacia nuestros camaradas tratándolos como a
enemigos. Hay que hablar en un lenguaje lleno del ardiente deseo de
defender la causa del pueblo y de elevar su conciencia política, y en
ningún momento ridiculizándolo o atacándolo.
¿Qué hacer cuando la gente no se atreve a escribir? Algunas personas
dicen que, aun cuando tienen algo sobre qué escribir, no se atreven a
hacerlo por temor de ofender a otros o de ser criticadas. Pienso que
esos recelos bien pueden descartarse. El nuestro es un Poder
democrático popular, y esto asegura un ambiente propicio para
escribir en interés del pueblo. La política de "Que se abran cien flores
y que compitan cien escuelas" ofrece nuevas garantías para el
florecimiento de la ciencia y el arte. Si lo que usted escribe es
correcto, no tiene por qué temer a la crítica y, a través del debate,
puede aclarar aún más sus correctos puntos de vista. Si, en cambio,
lo que escribo es erróneo, la crítica puede ayudarle a corregir, y en

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

eso no hay nada de malo. En nuestra sociedad, la crítica y la contra-


crítica revolucionarias y combativas constituyen un método eficaz
para poner al descubierto las contradicciones y resolverlas,
desarrollar la ciencia y el arte y asegurar el éxito en todo nuestro
trabajo.
En séptimo término, ¿"apertura" o "restricción" de la expresión de
opiniones? Este es un problema de orientación. "Que se abran cien
flores y que compitan cien escuelas" es una orientación fundamental
y a largo plazo, de ningún modo transitoria. En la discusión, han
expresado ustedes su desacuerdo con la "restricción", y yo pienso
que tienen toda la razón. El Comité Central del Partido opina que lo
que debe haber es "apertura" y no "restricción".
En la conducción de nuestro país se puede adoptar uno de estos dos
métodos u orientaciones: "apertura" o "restricción". "Apertura"
significa dar a la gente la posibilidad de expresarse libremente, de
manera que se atreva a hablar, criticar y debatir; significa no temer a
las opiniones erróneas ni a las especies venenosas; quiere decir
alentar el debate y la crítica entre personas de criterios divergentes,
permitiendo tanto la libertad de crítica como la de contra-crítica;
significa no reprimir las opiniones erróneas, sino convencer a la
gente mediante el razonamiento. "Restricción" quiere decir no
permitir que nadie manifieste opiniones divergentes e ideas
equivocadas, y "acabar con el tipo de un mazazo" si llega a hacerlo.
Lejos de resolver las contradicciones, este método no hace sino
agravarlas. De estas dos orientaciones, "apertura" y "restricción", hay
que elegir una. Nosotros optamos por la primera, pues ésta es la
orientación que contribuye a consolidar nuestro país y a desarrollar
nuestra cultura.
Con esta orientación de "apertura" nos proponemos unir en torno
nuestro a los varios millones de intelectuales y hacer que cambien su
actual fisonomía espiritual. Como ya he dicho antes, la abrumadora
mayoría de nuestros intelectuales quieren progresar, y desean y
pueden reeducarse. La política que adoptemos a este respecto jugará

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

un papel muy importante. El problema de los intelectuales es, ante


todo, de orden ideológico, y los métodos rudos y coercitivos en el
tratamiento de los problemas ideológicos sólo traen perjuicios y no
ventajas. La reeducación de los intelectuales, y en especial la
transformación de su concepción del mundo, es un proceso que
requiere largo tiempo. Nuestros camaradas deben comprender que
la reeducación ideológica supone un trabajo prolongado, paciente y
minucioso, y que no se puede pretender que con unas cuantas
conferencias o reuniones la gente cambie su ideología, formada a lo
largo de décadas de vida. La única forma de hacer que acepte algo es
la persuasión, en ningún caso la coacción. Con la coacción sólo se
consigue someter, jamás convencer. Es inútil todo intento de
imponer las cosas por la fuerza. Este método sólo puede utilizarse
con el enemigo, pero nunca con camaradas o amigos. ¿Qué hacer si
no sabemos convencer? Bueno, entonces tenemos que aprender.
Debemos aprender a vencer toda clase de ideas erróneas a través del
debate y el razonamiento.
"Que se abran cien flores" es un medio para desarrollar el arte y "Que
compitan cien escuelas", un medio para desarrollar la ciencia. Esta
política no sólo es un buen medio para impulsar la ciencia y el arte
sino que, si se le da una aplicación más amplia, puede ser un buen
método para todo nuestro trabajo, y nos permitirá cometer menos
errores. Hay muchas cosas que no entendemos y que, por tanto,
somos incapaces de resolver, pero, por medio del debate y la lucha,
llegaremos a comprenderlas y a saber cómo solucionarlas. La verdad
se desarrolla a través del debate entre puntos de vista divergentes. El
mismo método puede adoptarse con respecto a todo lo que sea
venenoso, antimarxista, porque el marxismo será desarrollado en la
lucha contra lo antimarxista. Esto es desarrollo en lucha de
contrarios, desarrollo que corresponde a la dialéctica.
¿No se ha hablado siempre de lo verdadero, lo bueno y lo hermoso?
Sus contrarios son lo falso, lo malo y lo feo. Sin estos últimos, no
existirían los primeros. La verdad existe en oposición a la falsedad.
Tanto en la sociedad humana como en la naturaleza, un todo se

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

divide invariablemente en partes diferentes, sólo que el contenido y


la forma varían según las condiciones concretas. Siempre ha de
haber cosas erróneas y fenómenos feos. Siempre existirán contrarios
como lo correcto y lo erróneo, lo bueno y lo malo, lo hermoso y lo
feo. Lo mismo sucede con las flores fragantes y las hierbas
venenosas. La relación entre lo uno y lo otro es la de unidad y lucha
de contrarios. Sin comparación no puede haber diferenciación; sin
diferenciación ni lucha no puede haber desarrollo. La verdad se
desarrolla en lucha con la Falsedad. Es así como se desarrolla el
marxismo. El marxismo avanza en lucha contra la ideología burguesa
y pequeñoburguesa y sólo a través de la lucha puede avanzar.
Estamos a favor de la "apertura", pero ésta, lejos de ser excesiva ha
sido insuficiente hasta ahora. No debemos temer a la "apertura" y
tampoco a las críticas ni a las hierbas venenosas. El marxismo es una
verdad científica; no tiene miedo a la crítica ni puede ser derrotado
por ella. Igual ocurre con el Partido Comunista y el gobierno
popular: No temen a la crítica ni pueden ser derrotados por ésta.
Siempre habrá cosas erradas y de esto no hay por qué asustarse.
Recientemente se ha llevado a escena algunos absurdos e
inmundicias. Hay camaradas que se han mostrado muy preocupados
con esto. En mi opinión, no importa mucho que haya un poco de ese
género de cosas; en unas cuantas décadas ellas desaparecerán por
completo de los escenarios, y aunque se quiera, ya no se las podrá
ver. Debemos promover lo correcto y oponernos a lo incorrecto, pero
sin temor de que la gente entre en contacto con cosas erróneas. No
solucionarán ningún problema las simples órdenes administrativas
en que se prohíbe a la gente tener contacto con fenómenos
anormales y feos e ideas erróneas, así como ver absurdos e
inmundicias en escena. Por supuesto, no estoy propiciando la
divulgación de tales absurdos e inmundicias, sólo digo que "no
importa mucho que haya un poco de ese género de cosas". La
existencia de unas cuantas cosas erróneas no debe ser motivo de
extrañeza ni temor, pues más bien permitirá que la gente aprenda a
luchar mejor contra ellas. Ni siquiera las grandes tormentas tienen

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

nada de temible. Es en medio de grandes tormentas como progresa


la sociedad humana.
En nuestro país subsistirá por largo tiempo la ideología burguesa y
pequeñoburguesa, las ideas antimarxistas. Se ha establecido en lo
fundamental el sistema socialista. Hemos obtenido la victoria básica
en la transformación de la propiedad de los medios de producción,
pero todavía no hemos logrado la victoria completa en los frentes
político e ideológico. En el terreno ideológico, todavía no se ha
resuelto en definitiva la cuestión de quién vencerá: el proletariado o
la burguesía. Aún debemos sostener una lucha prolongada contra la
ideología burguesa y pequeñoburguesa. Es erróneo ignorar esto y
abandonar la lucha ideológica. Todas las ideas erróneas, todas las
hierbas venenosas y todos los absurdos e inmundicias deben ser
sometidos a crítica; en ninguna circunstancia podemos tolerar que
cundan libremente. Sin embargo, la crítica debe ser plenamente
razonada, analítica y convincente, y no burda y burocrática, ni
metafísica y dogmática.
Desde hace mucho tiempo se ha venido criticando profusamente el
dogmatismo. Esto es necesario, pero con frecuencia se descuida la
crítica al revisionismo. Tanto el dogmatismo como el revisionismo
son contrarios al marxismo. Indefectiblemente, el marxismo
avanzará, progresará con el desarrollo de la práctica y no
permanecerá estático. Quedaría sin vida si se estancara y
estereotipara. No obstante, nunca se deben violar los principios
básicos del marxismo; violarlos conduce a cometer errores. Es
dogmatismo enfocar el marxismo desde el punto de vista metafísico,
considerándolo como algo fosilizado. Es revisionismo negar los
principios básicos del marxismo, la verdad universal del marxismo.
El revisionismo es una variedad de la ideología burguesa. Los
revisionistas borran lo que distingue al socialismo del capitalismo, a
la dictadura del proletariado de la dictadura burguesa. Lo que
preconizan no es, de hecho, la línea socialista, sino la capitalista. En
las circunstancias actuales, el revisionismo es más pernicioso aún
que el dogmatismo. Una importante tarea que actualmente

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Jean-Marie Domenach La Propaganda Política

encaramos en el frente ideológico es desplegar la crítica al


revisionismo.
En octavo y último término, los comités del Partido a nivel de
provincia, municipio y región autónoma deben tomar en sus manos
el problema ideológico. Este es un punto que algunos de los
camaradas aquí presentes querían que yo tratara. En muchos
lugares, los comités del Partido aún no han tomado en sus manos
este problema, o han hecho muy poco al respecto. La razón principal
es que están muy atareados. Pero deben hacerlo indefectiblemente.
Por "tomar en las manos" quiero decir que este problema debe ser
colocado en el orden del día y ser estudiado. En nuestro país, las
vastas y tempestuosas luchas clasistas de las masas, características
de los períodos de revolución, en lo fundamental han llegado a su
fin; pero todavía hay lucha de clases, principalmente en los frentes
político e ideológico, donde ésta se presenta incluso muy enconada.
El problema de la ideología ha pasado a ser de singular importancia.
Los primeros secretarios de los comités del Partido en todos los
lugares deben ocuparse personalmente de esta cuestión, que sólo
podrá ser resuelta correctamente cuando le hayan prestado seria
atención y la hayan estudiado. En todas partes deben convocarse
reuniones sobre el trabajo de propaganda, similares a la que estamos
celebrando aquí, para discutir sobre su labor ideológica y sobre todos
los problemas vinculados con ésta. A tales reuniones no sólo deben
asistir camaradas del Partido sino también gente de fuera de él,
incluyendo a personas de diferentes opiniones. Esto no traerá daño
sino ventajas para tales reuniones, como lo ha demostrado la
experiencia de la presente conferencia.

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