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\:ClÓN PSICOLÓGICA y SAl-U D: CONTROL DEL ESTRÉS Y CONDUCTAS DI RJrSeO

2.2.1. Patrones de conducta

En general, se asume que la presencia del patrón de conducta Tipo-A (con


sus tres componentes: competitividad, impaciencia y h ostilidad ) y sobre todo
del componente hostilidad, y la ausencia del patrón d enominad o «dureza »
(con sus tres componentes: controt comp romiso y reto), aumentan el valor
amenazante de las situaciones potencialmente estresantes. Esto sucede, pro­
bablemente, porque bajo la influencia de la hostilidad, la competitividad y la
ausencia de retos, se perciben más amenJ zantes de lo que en realidad son;
porque como consecuencia d e la falta de control y de compromiso, no se per­
ciben recursos personales suficientes para en frentarse a ellas con eficaci3 ; y
porque, debido a la impaciencia, se pretende afrontMlas con la máxim3 urgen­
cia.
La presencia del patrón de conducta Tipo-A, o de alguno o algunos de sus
componentes, pu ede favorecer, en oca siones, un re ndimiento más alto en
determinados contextos (('.g. en el ámbi to lab oral) , pero al mismo tiempo,
puede contribuir a deteriorar 1<1 salud de la persona que está rind iendo, lo que
a largo p lazo favorecerá, así mismo, déficits de rendimiento.
El p roblema, en estos casos, es que los beneficios de las conductEls Tipo-A
(e.g. t ner éxito en una operación comercial) suelen ser más inmediatos que
sus posibles perjuicios (problemas cardiovasculares), consolidándose, ase este
patrón de conducta que aumenta la vulnerabilidad de las personas a sufrir
estrés y padecer sus efectos adversos.

2.2.2. Estilos de afrontamiento

Así m ismo, se ha observado la importancia de los estilos de ,lfrontamien­


to como elementos moderadores de la relación entre las situaciones poten­
cialmente estreSJntes y la aparición del estrés y sus consecuencias. Los estilos
de afrontam iento, más o menos estables, indican una disposición e pecífic:\
para hacer frente a las situaciones estresantes (véase Sandin, 1995). Esta di s­
posición puede afectar la valoración que las personas hacen de las situaciones
potencialmente estresantes y de sus propios recursos para manejarlas.
Por ejemplo, la tendencia J valorar como amenazantes las situaciones
ambiguas (Muris y De Jong, 1993), puede determinar que se perciban má s
situaciones amena zantes, o la tendencia a negar, evitar o escapar de la s itua­
ción es tresante (Kobasa, Maddi, Donner, Merrick y White, 1984), puede con­
tribuir a que las personas perciban como muy amenazante cualquier itua­
ción potencialmente estresante y tengan muy deteriorada la autoconfian za
respecto a los recursos propios para manejar la situación en lugar de evitarla
o escapar de ella. En líneas generales, los estilos caracterizados por la nega­
ción, la huida, la evitación, la autoculpación y la confrontación irracionat

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