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Historia e interpretación.

Romanticismo y actualidad

Gerardo Guzmán // Profesor y Licenciado en Música orientación Composición,


Facultad de Bellas Artes (FBA), Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Doctorando
en Arte, FBA, UNLP. Profesor Titular de Historia de la Música III, FBA, UNLP. Profesor
Titular de Elementos Técnicos e Historia de la Música, Conservatorio “Gilardo Gilardi”,
Dirección de Educación Artística de la Provincia de Buenos Aires. Director de la Escuela
de Arte de Berisso.

En Europa y durante el siglo XIX el peso bles tradicionales, junto con otros, novedo-
de los estudios de una nueva disciplina sos y vacilantes, a modo de una totalizante
que acababa de fundarse, la Historia, con- entropía.
dujo al pensamiento científico y filosófico Al respecto, Michel Foucault señala:
a establecer y dimensionar, por primera La gran obsesión que atravesó el siglo XIX,
vez, una mirada panorámica del pasado como se sabe, fue la historia: temas del
completo de Occidente. Esta perspectiva, desarrollo y de la detención de procesos
inédita como punto de vista observacional, políticos y culturales, temas de la crisis y
se construyó no como crónica sino como de los ciclos, temas de la acumulación del
relato retrospectivo y al mismo tiempo, pasado, gran sobrecarga de muertos, en-
teleológico, causal y selectivo, hecho que friamiento amenazador del mundo. El siglo
encarnó en un historiador. XIX encontró en el segundo principio de la
Dentro del campo del arte, el paradigma termodinámica lo esencial de sus recursos
moderno y hegemónico del viejo continen- mitológicos.1
te desde el que se formularon estos prin- El sentido de temporalidad, vector prin-
cipios, favoreció como contenido central a cipal del dinamismo de la Europa moderna,
las obras y los autores que poseían carac- se vislumbra en este relato construido con
teres de novedad, originalidad, progreso proyectos interpretativos del ayer y anun-
y vanguardia. Dichos atributos proponían cios fulgurantes del futuro. Consecuen-
la retroalimentación del sistema político, temente, se sistematiza una inexplorada
social, económico y cultural en formas ar- noción de interpretación (al igual que se
ticuladas con el pasado desde tres lugares cristalizan los principios generales de cul-
posibles: como planteo de una búsqueda tura y arte), realizada a partir de los pro-
de superación, como vivencia de conte- pios postulados de los estilos imperantes
nidos de orden mítico supuestos sobre el en el siglo, es decir, el Romanticismo y el
rigor racional, y como transparencia de los Positivismo. Desde estos modelos se des-
niveles tensionantes entre discursos esta- prendieron conceptos, como afectivización

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estética, progreso tecnológico y propiedad la mirada de Foucault y de los pensadores imaginario irradiado, aun cuando esta
intelectual de la obra, que en el campo mu- mencionados, la compleja idea por la cual perspectiva pueda operar como una mera
sical generaron un trabajo de ediciones y la interpretación tenderá a centrarse en disquisición filosófica, actuante sobre ras-
revisiones de estilos anteriores, efectuados el Sujeto de la interpretación más que en gos que seguramente podrían ser descritos
con los criterios normativos del siglo XIX. el Objeto, en los hechos o, aun en ciertos y demostrados fácticamente como genera-
Entendemos que para tratar este tema casos, en el algo a interpretar. Sin dudas, les, dentro de estilos, géneros o marcas es-
la figura de Hegel resulta determinante. la emergencia del Sujeto en el Romanticis- pecíficas de autor. No obstante, es también
Es preciso señalar que el pensador alemán mo, al menos en sus etapas iniciales, será cierto que la obra misma se transforma, en
postula la pérdida de la autonomía aris- una fuente verificadora del comienzo, tan el período Romántico, en una compleja red
totélica del Ser, un Ser definido por sus vital en nuestros días, de esta actuación de signos, dada su emergencia material y
esencias y accidentes y en algún sentido que vincula las relaciones humanas con el sus proyecciones estéticas particulares,
inmóvil, aislado y absolutamente propio. mundo y con sus producciones naturales y con lo cual la explicitación previa de reglas
La dialéctica hegeliana impelerá a este artificiales. interpretativas sería sólo factible para un
Ser a una dimensión racionalmente móvil, pequeño grupo de iniciados. La interpreta-
continua, redefinida y proyectiva por la cir- ción romántica cursará su derrotero a partir
cularidad dialéctica de su configuración y La música en el circuito de elementos mucho más abiertos, intuiti-
su funcionamiento. Como es sabido, la sín- de la naciente interpretación vos y de plena correspondencia emocional
tesis final, instancia especulativa y decan- para obviar esquemas, tratados teóricos
tada de la relación antagónica entre tesis Las obras musicales –en particular las o cualquier premisa que pudiera ser pre-
y antítesis que conforma el proceso total, académicas–, las partituras y las ideas im- reglada y codificada con anterioridad a la
se concibe a sí misma como origen o tesis plicadas entre ellas, así como los niveles interpretación misma.
de otro circuito a iniciar. La interpretación, productivos y fácticos de las piezas, bus- Sin embargo, es valioso destacar en este
a partir de este principio hegeliano y como carán consustanciarse en el intérprete y, punto el paradójico, o en realidad conse-
modelo explicativo no sólo ontológico, sino por ende, y a posteriori, en las audiencias. cuente, concepto de método y revisión,
fenomenológico del mundo, cobrará en el Estas operaciones convertirán al circuito de tarea compleja efectuada por un mediador
siglo XIX un recorrido que no se detendrá actuantes en una cadena ideal de compren- entre el creador y el intérprete. Este revisor,
hasta abarcar todos los procesos del hom- siones, aprehensiones e inferencias en las especie de traductor mediato o inmediato
bre, sean estos filosóficos, lingüísticos, que, como constructo principal, pretenderá del compositor, establecerá en su propia
políticos, religiosos, sociales o culturales. siempre surgir la prístina e intocable pre- producción, plasmada en la grafía de la
Para Foucault, el modelo hegeliano se sencia del proyecto compositivo. partitura (signos agógicos, de intensida-
enraíza, vacila y ramifica en la obra Nietzs- Los Tratados de Interpretación tan ca- des, fraseos, resolución de adornos, etcé-
che, Marx y Freud.2 Sin tener en cuenta es- racterísticos del Barroco o Clasicismo tem- tera), una versión propia y personal aunque
pecificaciones más detalladas, seguramen- prano –con sus prescripciones, consejos, supuestamente fiel y segura de las comple-
te excesivas para este trabajo, digamos codificaciones y recetas–, entrarán en una jas e intrincadas intenciones poiéticas. Las
brevemente que lo que aportan aquéllos especie de cono de sombra, entre otros mismas estarán implicadas en una lógica
para una visión inédita del mundo es el aspectos, porque en la performática musi- estilística, genéricamente llamada románti-
sentido inacabado, permanente y hasta cal tenderán a escindirse los desempeños ca, por lo cual la metáfora, la demarcación
infinito del problema interpretativo. Esto inherentes a compositores e intérpretes- y el acotamiento de aspectos productivos
resulta, por una parte, implicante de una ejecutantes. Al mismo tiempo, se desata en relación con el tiempo y el espacio de la
duda hacia las palabras, hacia el lenguaje una nueva situación, que Foucault señala composición, el estilo literario, la adjetiva-
como estructura ínsita y opaca para con un en su trabajo Nietzsche, Marx, Freud que es ción profusa y la acentuación en aspectos
afuera más allá de su propia entidad; por el enorme desarrollo y la capacidad sígnica contenidísticos conducirán, frecuentemen-
otra, este acaecer resulta entrevisto como de la cultura decimonónica, su apertura y te, a la creación intersubjetiva de un ar-
peligro expectante hacia un camino que si sus alcances, y su consecuente imposibili- tefacto lingüístico, explicativo, paralelo y
se extendiera sin fronteras nos llevaría al dad de acceder a normatizaciones absolu- superpuesto al texto musical. Esta concep-
terreno de la locura –bien por una pérdida tas o, en todo caso, apriorísticas. ción interpretativa se ponderará como la
de sentidos originales, bien por esta eterna Efectivamente, el planteo de origina- línea principal que guíe las investigaciones
obligatoriedad del lenguaje de especular lidad que las obras pretenden detentar musicológicas de los revisores, quienes co-
consigo mismo– y anularía toda posibilidad muestra una dificultad inicial de normar cri- mienzan a acopiar material desde la Edad
de referencialidad con un mundo por fuera terios compositivos e interpretativos en re- Media hasta la contemporaneidad, con
de su propia transparencia óntica. lación con esa unicidad, novedad e irrepe- especial interés en la producción musical
Se introducirá, lentamente, a partir de tibilidad. Esta cuestión se sobrepone como efectuada desde el Barroco.

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Por otra parte, esta incipiente intención cantantes o los conductores dilucidarán y estuvo prevista, codificada y pautada por
revisora revela el nacimiento de una con- arribarán a condiciones de producción mu- manuales y técnicas de retórica, oratoria y
ciencia europea sobre la historicidad en el sical que, usual y voluntariamente, podrán movimiento. Estos tratados alcanzaron ac-
desarrollo, la comprensión y el despliegue tener coincidencias con las intenciones ciones que regulaban desde la danza hasta
de un relato, en este caso, el de la música, compositivas. Sin embargo, sus procedi- los comportamientos y las actitudes que
cuyas intenciones gráficas, sintácticas y fi- mientos analíticos, sus intereses y acentos, debían implementar la aristocracia o la alta
nalmente, semánticas, pretenden ser com- sus aspiraciones de exposición –en cuanto burguesía en diversas ocasiones, como
prendidas, corregidas y alumbradas con la a un público y un espectáculo que central- encuentros, visitas, banquetes, bailes, ca-
propia luz de una sensibilidad sin dudas y, mente lo constituyen como comunicador– y cerías, actividades públicas, conductas en
en muchos casos, extemporánea respecto sus elecciones estilísticas, transitarán por la vida cotidiana, presencias de la realeza,
de las líneas de producción y ejecución ori- caminos que podrán ser, incluso, comple- entre otras. Ante estas circunstancias, es
ginarias de las diferentes épocas. La exis- tamente divergentes con los problemas a posible pensar: ¿cómo fue la gestualidad
tencia de numerosos revisores afirma esta resolver y las preocupaciones organizacio- de los intérpretes de la música?
búsqueda de enmienda o, en todo caso, de nales intrínsecas a la tarea creativa. Y desde aquí tendríamos que advertir
acotamiento de esa multiplicidad de impli- Con relación a estas consideraciones que los estudios gestuales del siglo XIX
cancias sígnicas que presentan las obras surgirá otro componente articular que vin- avanzaron a partir de lógicas interpretati-
románticas, hecho que luego se extiende culará al autor, la obra y los intérpretes: la vas auto referenciadas en las que el con-
a todos los repertorios anteriores, identi- gestualidad interpretativa, un dato no me- cepto de emoción, expresión de sentimien-
ficándolos con los criterios interpretativos nor que se vuelca también sobre las obras tos, anhelante identificación entre obra y
del siglo XIX. y los autores de diversas épocas, con resul- intérprete, aspiración extática y subliman-
tados que requieren una breve reflexión. te, y otros tópicos, se insertaron en la mira-
Desde una perspectiva cognitiva y corporal da generalizada, naturalizada y legitimada
Los intérpretes musicales totalizante, la Musicología o la Psicología entre público y músicos para establecer de
y la gestualidad de la Música –por fuera de otros niveles qué manera el intérprete se conecta con la
gestuales atinentes al discurso musical o la obra y qué extrae de él mismo y de ésta.
El compositor detentará, durante el siglo grafía–, estudiaron profundamente el tema Acordamos con la idea de una dramaturgia
que nos ocupa, las condiciones de suje- del gesto musical y entendieron su existen- del gesto, mas ésta deberá estar en acuer-
to absoluto, será dueño de un sistema de cia y su eficacia en la actualización signifi- do con los datos estilísticos generales que
signos, de un código personal incompleto cativa del proceso del discurso sonoro, tan se buscan potenciar, transmitir y signifi-
de comunicar por cualquier traducción es- o más importante que el desarrollo psico- car. De hecho, en el campo de la Dirección
crita de índole material o normativa. No motriz específico, la lectura o la memoria. Orquestal (o en el de la ejecución vocal e
es azarosa, por tanto, la efectiva y central Es más, el gesto estaría en directa asocia- instrumental) existirán, durante el período
posición que empieza a tener la figura del ción con la envergadura y las posibilidades que nos convoca, intentos de establecer
intérprete, el cantante, el instrumentista, hermenéuticas del músico para crear com- escuelas interpretativas más o menos ri-
el director de orquesta, y su problemática petencias atentas al despliegue de los ni- gurosas y estandarizadas a partir de cier-
relación con el autor (subsumido e identi- veles semánticos de una determinada obra tos principios positivistas, abundantes de
ficado en su obra). El intérprete y los pú- y, por ende, al plano de la comunicación de explicitaciones psico motrices, habilitantes
blicos accederán a éste por las oralidades, los mismos ante y hacia la audiencia. de una apertura hacia el logro de destrezas
cómplices secretos, transferencias perso- Estudios actuales arrojan una referencia del mismo orden, pero también hermenéu-
nales, referencias a maestros en contacto para nada despreciable: el 93% de nuestra ticas de los contenidos expresivos de las
con los autores, intuiciones o analogías, comunicación total se genera en dimensio- obras, o sería mejor decir, de los autores
aunque también y, desde mediados de si- nes, territorios y niveles de implicancia no en sus obras.
glo, por intentos metódicos impulsados por verbal. Pero debemos, también, introducir La compleja construcción musical de
un cientificismo positivista disparado hacia el problema de la historicidad o la estilís- este tiempo obligará –sobre una atmósfera
todas partes. tica del gesto. Esta gestualidad de la que de época que en los ámbitos de estudio y
La importancia del intérprete crecerá hablamos, ¿supone una pertinencia de de- producción sostienen e incluso promueven
toda vez que, de desempeñarse sólo como sarrollo histórico? ¿Podría hablarse de una las nociones de talento natural, vocación,
sujeto transmisivo, releve con precisión estilística de la géstica? inspiración y otros dones singulares apa-
–no únicamente estética sino además, Como es sabido, desde aproximada- rentemente innatos y en algunos casos, de-
axiológica– las intenciones del compositor, mente el siglo XVI, la gestualidad, en tanto finitivamente reacios a cualquier didáctica
o en tanto pueda demostrar dotes pro- elemento social e identificativo de una de- o transferencia–, a la efectivización de téc-
ductivas propias. Los instrumentistas, los terminada clase, no sólo existió sino que nicas, métodos, estudios, ejercicios y otros

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entrenamientos propedéuticos al dominio tóricos. De este modo, aquel modelo ha
experto de estos desempeños. Las escue- podido presuponer y describir ciertas cons-
las definitivamente sistematizadas de la tantes estructurales, operativas y proyec-
géstica, la postura corporal, la gestualidad tuales, reiteradas y constantes, actuantes
del bateo o la motricidad, vinculadas a la por sobre insularidades estilísticas e histó-
recuperación de la obra en una respuesta ricas. Sobre esta base, podría entonces jus-
interpretativa a partir de dichas acciones, tificarse la apropiación de la interpretación
se normatizan a partir de 1860, aproxima- romántica válida para todos los tiempos.
damente. Devienen como resultado de in- Sin embargo, debe hacerse una distinción
tentos positivistas de sistematización de central entre las actuaciones del universo
los aprendizajes y de nuevos estudios ati- poiético y las propias del territorio de la
nentes a la psicología, la biología y la ana- hermenéutica.
tomía, con lo cual los repertorios alcanza- En este sentido, la afectación emocional
dos por esta modalidad de interpretación de las obras no debería liberarse de ele-
no serán sólo los propios de ese tiempo y mentos estéticos atinentes a un modo parti-
estilo, sino que natural y fatalmente alcan- cular de decir, ocurrente y significativo para
zarán a todas las músicas. cada tiempo y lugar. A la hora de la interpre-
Sin duda, esta situación imprimirá a la tación, y más allá de las marcas generales,
versión un rasgo romántico, mensurable entendemos que los rasgos de idiolectos
en el tipo de sonido, fraseo, articulación, específicos se imponen a aquellos.
criterios de intensidad y agógica, orgánico Una alusión se refiere al rol del autor
instrumental, entre otros aspectos condu- como figura referente de las aspiraciones
centes a un tipo de tratamiento eminen- interpretativas. Del mismo modo que pre-
temente expresivista, metaforizado en la guntamos por la irradiación de las opera-
enunciación de su materialidad o sintaxis, ciones de traducción en relación con un pa-
atento a un contenido emocional, narrati- sado, debería conocerse sobre qué figura
vo o descriptivo, y resultante en rasgos de nuclear de ese pasado recaen los atributos
dudosa validez para otras épocas y estéti- de propiedad y subjetividad. A propósito
cas. Una especie de ceguera y de espíritu de ello, el compositor –y en mucha menor
de época reduccionista, en presupuestos medida, el intérprete– parece consagrarse,
o estudios históricos e interpretativos in- como decíamos antes, en tanto depositario
completos o sesgados, se expandirá por de la idea de Sujeto de la Historia, “el que
músicas y estilos diversos. En virtud de es- realiza efectivamente la acción”, así lo co-
tas apreciaciones, la interpretación gestual menta Carl Dahlhaus en Fundamentos de la
que vemos actualmente (en particular en Historia de la Música.3
nuestro medio) en obras de autores del Ro- Y nos preguntamos: ¿quién detentará
manticismo implica, tal vez, la permanencia consecuentemente el rol de Objeto de la
de algunas corrientes que, posiblemente Historia? Y nos tentamos a decir: la obra.
fundadas como decíamos sistemática o De este modo, con la emergencia y la con-
aun empíricamente en el siglo XIX, se man- fluencia del máximo de experticias musi-
tienen vigentes e infieren que la totalidad cales en la figura del autor, sostenidas por
de las músicas demandan un romántico esa fulgurante irradiación subjetiva de sus
acercamiento a su sonido y contenido para obras, carreras, vidas y auto definiciones,
ser correctamente transmitidas. el compositor alcanzará el lugar de centro
El modelo psicoanalítico ha admitido, de absoluto; y se establecerá, a partir de esta
algún modo, las miradas románticas de di- ecuación casi paradigmática y nuevamente
versos pasados y presentes, con relación al romántica, la noción por la cual devendrá
abordaje y la emergencia de los postulados en un mejor y autorizado intérprete, que
subjetivos, afectivos o sentimentales des- refleje las ideas del compositor con la ma-
de dicha óptica, al considerar un posible yor diafanidad, eficacia e incluso, reveren-
paradigma psíquico totalizante y esencial, cia posibles. ¿Serán posibles, entonces,
encabalgado por los diferentes cortes his- las interpretaciones infinitas que propone

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Foucault? ¿Estarán éstas revestidas de un de comentarios sobre el creador y sus as- lida en su momento la visión del revisor y
continente pragmático o quedarán siempre pectos interpretativos. Igualmente, es váli- luego ésta resulta innecesaria, toda vez que
en el plano de lo especulativo? ¿Son con- do interrogar por qué razón en un mundo dichos signos se establecen como elemen-
ciliables las ideas del compositor con las como el actual, dudoso de absolutos, cer- tos articulados e interpretables dentro de
ideas propias de un determinado intérpre- tezas o sujetos fuertes, las ediciones origi- un código que se inserta en las comunida-
te? ¿Cuál es el límite hermenéutico? nales cobran tal relevancia. Inferimos que des musicales con irradiada comprensión y
se trata de un problema que deviene, más traductibilidad, o bien, en el devenir de un
que de las sospechas sobre la validación de contrato interpretativo menos determinista.
Reflexiones acerca un perfilado sujeto (sea este compositor o
de la interpretación intérprete), de una voluntad de pulcritud
contemporánea sobre las interferencias efectuadas por un Las estéticas relacionales
revisor, que sí es sospechado.
En nuestros días, aunque no habitualmente Al mismo tiempo, no es casual que estas Del mismo modo, otras corrientes deveni-
en nuestros entornos locales de formación ediciones–que de hecho no se hacen solas das de la Teoría de la Recepción, como la
o producción, las líneas interpretativas de y suponen, por lo tanto, la existencia de Estética Relacional propuesta por Nicolas
músicas del pasado (desde el medioevo un investigador– hayan tenido su primera Bourriaud,5 proponen un inédito valor por
hasta el propio Romanticismo) efectuadas vigencia en las épocas del estructuralismo una poética ya no sólo del autor sino, tam-
sobre la base de criterios revisionistas o de dominante. En efecto, las tendencias pres- bién, del intérprete y de los públicos. ¿De
autenticidad histórica, proponen un atento criptivas sobre la axiología de los caracte- qué modo puede existir una poética del me-
cuidado a los modos y los espacios de de- res intrínsecos de la obra, del texto puro y diador entre el autor y el público? ¿Podría
finición performática, supuestamente exis- sin contaminaciones posteriores al autor, existir, incluso, una poética del destinata-
tentes en las propias épocas de producción casi emergido de un ambivalente compo- rio? ¿Importan a los fines interpretativos
de las obras ejecutadas. Los reparos hacia sitor –anómino, prolijo y aséptico–, apunta las condiciones de estudio, de ensayo, de
la figura del Director piramidal, en el que a proponer al texto musical liberado, no selección, de recorte y de actos productivos
todo confluye y al que todo se reduce, que- tanto de una pertenencia subjetiva, como generales que el cantante, el instrumentis-
da un tanto velada por un estilo más dia- situado en términos de construcción autó- ta o el actor realizan en su instancia preper-
loguista y coloquial, y librado a un respeto noma entre creador y receptor. formativa, o lo que interesa es nada más
menos reverencial por el compositor y la En el Urtext, paradojalmente, la fortale- que su condición y su experticia esencial de
partitura. Por esta razón, también el texto za subjetiva se desplaza del compositor al mediador entre autor y audiencia por me-
musical es entendido no como un corte de- intérprete, quien se transforma en aquel dio de un texto?
finitivo y absoluto, sino como una escritura agente cuyo deber, por momentos verti- A menudo se ha considerado que la úni-
dinámica participante de otras tantas que ginoso y hasta angustiante, consiste en ca voz posible de ser escuchada es la del
el escritor (compositor) pudo consignar o detectar las líneas interpretativas de un creador, en tanto éste se transparenta me-
en todo caso, incluir y resignificar en un texto que casi nada dice acerca de fraseos, diante su propia obra ensamblada con un
conjunto hipertextual de gran complejidad articulaciones, tempos o intensidades, intérprete, o bien a modo de explicitación
y abarcabilidad. especie de grafía esquelética, ávida de pública, oral u escrita de aquélla. El traduc-
Y no nos referimos sólo al convalidado ser alimentada. Este texto, por otro lado, tor del texto original, en su rol tradicional
sentido de apertura de Apocalípticos e In- obliga a su traductor a un diálogo directo y de intercesor, está habitualmente conmina-
tegrados, que propone Umberto Eco,4 sino tajante con el autor, a sumergirse en inda- do y relegado a hablar por el autor, a callar
más bien al respeto intrínseco de los com- gaciones poiéticas propias, a formular un su interno proceso creativo, en desmedro
ponentes gráficos, morfológicos, confor- íntimo recorrido histórico desde el redac- de la validación que adquiere su desarrollo
mantes de un determinado texto. Sin em- tor primero a su presente, y a generar, por performático, su ejecución y su interpre-
bargo, la utilización actual y convalidada medio de consultas a maestros, audición tación. La voz del músico intérprete, del
de las Ediciones Urtext pareciera entronizar de grabaciones, análisis musicales y de actor, es siempre y solamente su voz imi-
al sujeto creador por cualquier intento de otras ediciones, una posible historia de la tando la voz secreta y asimilada de otro en
revisión posterior. Podríamos preguntar interpretación, en todo caso de su propia y su específica tarea de aludir a él mediante
por qué, en un momento de fuerte y exten- selectiva historia, y de cómo ésta se incluye la señal pertinente a su dominio, sea ésta
dida yoicidad como es el Romanticismo, en el hipertexto hermenéutico. música, texto o movimiento
los Urtext no formaban parte habitual de Igualmente, la necesidad de dar luz, des- ¿Para qué más?, ¿qué pretende decirnos
los estudios instrumentales o vocales (o de la óptica romántica, a la enorme expan- el actor, el bailarín o el músico por fuera de
directamente no existían) y los estudiantes sión de signos que, según señala Foucault, su misión traductora de un creador plasma-
se formaban con las ediciones plagadas se despliegan durante el siglo XIX, conva- da en el mismo texto literario, coreográfico

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o musical?, ¿a quién importa su proceso creador, su rastreo acerca de la obra y el discurso legalizado, esto es, el acting per-
poiético? Su discurso oral, escrito o corpo- autor, hasta la escena física y objetual en formático frente al público, con su materia
ral por fuera del escenario, ¿nos dice algo la que ocurren y decantan estas indagacio- estética específica como única discursi-
más y valioso sobre su arte y el del artista nes, inauguran una perspectiva que avan- vidad autorizada, a fin de llevar a aquél
que interpreta? ¿Qué ocurre en los casos za no sólo por andariveles desconocidos hacia el terreno de su propia ontología
de los artistas performers del body art, del por las audiencias, la crítica o los mismos hermenéutica. En consecuencia, el oyente
bioarte o de otras experiencias similares productores, sino que tienden a poner en y la audiencia son enfrentados no sólo a la
en las que el cuerpo del agente escénico relieve, valorizar y legitimar las decisiones obra de un autor, mediante la transmisión
no interpreta un texto previo, sino que su hermenéuticas jugadas en el ámbito de una corporeizada del intérprete, sino también a
completa entidad corpórea funciona como poética del intérprete e inclusive como de- la voz en tanto lengua natural y eficiente de
el mismo texto en las que el intérprete, con- cíamos anteriomente del destinatario, del éste, que es oída, de manera autónoma y
cluida la acción de la pieza, no retorna a una público. previa, y otorga a su entidad total la visibili-
ontología propia por fuera de un personaje Esta situación no es nueva. Como refería- dad de un proceso creativo propio y tan in-
dramático recién encarnado, ideado por el mos, los músicos compositores-intérpretes transferible como la del productor primero.
productor de una obra, ya que él mismo es del pasado, desde el Barroco, pasando por
ese productor, ese personaje y esa obra? los espectaculares y mediáticos pianistas o
Inferimos que ante estas manifestacio- violinistas románticos como Liszt, Tausig o El Don Carlos de Viena, en el 2004
nes las condiciones específicas de la auto- Paganini, hasta los músicos autores-impro-
grafía y la alografía propuestas por Gérard visadores de nuestro tiempo, son ejemplos La Ópera del Estado de Viena presentó en
Genette o Nelson Goodmanse redefinen en de conjunciones interesantes que anudan 2004 Don Carlos, de Giuseppe Verdi,7 con
instancias complejas, condensadas y sinte- en un mismo sujeto instancias productivas su escritura original de 1867, cantada en
tizadas.6 Pero aun sin avanzar hacia estos e interpretativas. Las miradas poshistóri- francés y con inclusión del ballet previsto
procesos podría decirse, provisoriamente, cas, cercanas a la ficcionalidad permanente para la primera representación en París.
que continúa vívida la cuestión sobre las de los eventos, la cultura del simulacro o la La versión, dirigida por Bertrand de Billy,
posibles injerencias poéticas de los intér- transparencia de los procesos particulares constituyó un acontecimiento histórico
pretes. Las miradas actuales de historia- o sociales, comunicantes de los espacios porque ésta primordial ideación verdiana
dores, periodistas, críticos o realizadores de lo público y lo privado, también tienen nunca se había presentado luego de su es-
cinematográficos, impactadas por las no- que ver con estos nuevos territorios por treno parisino.
ciones de globalización y sus procesos ri- investigar. La producción, musicalmente pensada
zomáticos, como licuación del sujeto fuerte El descubrimiento, por momentos obs- como de gran verosimilitud poética, de
característico de la modernidad, margen, ceno o pornográfico, de los dispositivos excelencia interpretativa y en un ámbito
red, desterritorialización y culturas diver- de sostén de las estructuras más sólidas de enorme tradicionalismo, resulta ras-
sas, se abocan a menudo a registrar el de un determinado discurso –las conexio- gada por el nivel escénico, que arrastra a
ámbito productivo de artistas e intérpretes. nes y cañerías palpables en un espacio menudo a la partitura. La puesta de Peter
Los desvelos afectivos, sus entornos fami- arquitectónico, las flojedades de las esce- Konwitschny, atravesada desde el Rena-
liares y amistosos, sus órdenes o desórde- nografías incompletas o de los decorados cimiento español por múltiples tiempos
nes creativos, sus agendas, sus comidas y burdamente ficcionalizados, la emergencia históricos, genera una impresionante con-
salidas, su preparación previa a la escena, de los backstages en filmes, obras litera- fluencia de verosimilitudes, ficcionalidades
sus procesos asimilantes de una obra y un rias y performances– interrogan de modo y cruzamiento de roles, al efectuar en el
autor, o su completa historia personal, son inédito los procesos productivos. Del mis- interior de la sala, durante la Escena del
reflejados con minuciosidad en los relatos mo modo, los viajes, relatos y aventuras de Auto de Fe, transmisiones de video en vivo
o crónicas entramadas en una especie de fans –mostradas en sus peripecias por me- de ficticios acontecimientos revoluciona-
micro historia. dio de travesías territoriales, emprendidas rios (previstos por el argumento y visibili-
La búsqueda de un autor por medio de para asistir al recital de sus ídolos–, dan zados habitualmente en el escenario) que
su indagación productiva, o tal vez mejor, cuenta de esta vasta atención a una póiesis ocurren simultáneamente en el exterior
el encuentro de un autor como resultado de emergente de lo que, en teoría, no debe ser del teatro, protagonizados por público, ac-
una derivación o decantación interpretati- visto, de lo excedente o no interesante. tores e intérpretes de la ópera. Asediados
va de su propia poética, se vislumbra como Por estas vías narrativas tiende a reve- por periodistas, cámaras y fotógrafos, los
objetivo posible de estas pesquisas. En el larse una especie de doble ficcionalidad. cantantes-personajes y el pueblo ingresan
caso del intérprete y su aparición perfor- Se busca el apartamiento de una alografía a la sala y generan en la audiencia un mo-
mática, su manifestación en cuerpo y voz, mera y tajante, destinada, únicamente, a mento sumamente interesante, tenso y de
su relato hablado, su narración del proceso hacer hablar al intérprete desde el propio gran dramatismo, en el que los asistentes a

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la ópera parecen ser no sólo testigos sino la hora de prescribir sus límites, alcances Más allá de que los maestros se desve-
participantes de una verdadera revuelta o implicancias axiológicas y que ha marca- len por lograr en sus discípulos esta trans-
popular. Dadas estas instancias dramáti- do derroteros por momentos carcelarios en parencia para con un creador, la misma
cas el tempo de la ópera, el texto musical, intérpretes y audiencias, en particular los resultaría imposible de establecer por ra-
resultan interrumpidos o modificados en su académicos. zones intrínsecas de diferente orden: des-
cronología. Como sea, las experiencias performá- de los aspectos atinentes a la motricidad
Este ejemplo, mencionado entre otros ticas, como la de Viena, posicionan en un del individuo, las condiciones acústicas
tantos que ocurren en nuestros tiempos, lugar especialmente poético a agentes es- de los instrumentos y de las envolventes
pretende dar cuenta de fricciones y corri- pectaculares a menudo considerados meros espaciales, hasta los niveles cognitivos y
mientos altamente significativos en los que recreadores o pasivos observadores de los emocionales de la estructura intrapsíquica
el teatro, el ballet, la ópera, los conciertos hechos estéticos, sobre todo, en géneros del intérprete, con lo cual, y en consecuen-
y otras experiencias alográficas redefinen, tan pautados por la tradición, como la ópe- cia, la versión resultante cobra recortada
revisan, extreman o dirigen aspectos ficcio- ra, en este caso decimonónica. y clara entidad en el sujeto que se vuelca
nales o incluso paródicos de los géneros en sobre el autor.
cuestión, hacia destinos en los que apare- Tal vez haya obra acotada a límites, haya
cen cooptados artistas y públicos.8 Enten- Breve conclusión sujeto creador, haya una historia de la in-
demos, entonces, que en este caso no ocu- terpretación (que aun no se escribió del
rren, solamente, corrimientos temporales, A nuestro juicio –y corriéndonos, con una todo) que señale estilos y preceptos, pero
de vestuario o de sentido visual en general. atención específica, al mundo actual–, la el emergente es la misma, posible e infini-
Hablamos de producir un tipo de inter- interpretación es siempre patrimonio de un ta interpretación de un intérprete. Al decir
vención que articule movilidades, actua- sujeto interpretante, aun se proponga éste de Foucault: “Me parece que es necesario
ciones, voces o corporeidades manifiestas –y románticamente–, renunciar a su propia comprender algo que muchos de nuestros
y alternativas en intérpretes y asistentes identidad para perderse, diluirse, en el es- contemporáneos olvidan, esto es que la
no previstas en un supuesto texto origi- píritu o las intenciones estéticas y técnicas hermenéutica y la semiología son dos fero-
nal, constructo plagado de dificultades a de una obra, de un autor. ces enemigos”.9

Notas cavallo, de 1892, resuelta en su original, con una segun-

1 Michel Foucault, (1966) El cuerpo utópico. Las heteroto- da vista en la que el coro, que participa en una repre-

pías, 2010, p. 63. sentación callejera, actúa como otro público respecto

2 Michel Foucault, (1970) Nietzsche, Marx, Freud, 2010. de la audiencia del teatro. En el Prólogo y a telón cerra-

3 Carl Dahlhaus, (1978) Fundamentos de la Historia de la do, Tonio, uno de los protagonistas, advierte al público

Música, 1997. de la sala, adelantándose hacia la cuarta pared y en una

4 Umberto Eco, (1968) Apocalípticos e Integrados, 2011. inédita apelación teatral, de las diferencias respecto de

5 Nicolas Bourriaud, (2006) Estética Relacional, 2008. lo que van a presenciar en la representación y en la vida

6 Gérard Genette, (1987) La obra de arte, 1997; Nelson real. Al comienzo de la ópera y ya en escena, el payaso
Goodman, (2000) Los lenguajes del arte, 2010. Canio, invita a la gente del pueblo (el coro) y efectúa la

7 Giuseppe Verdi, (1867) Don Carlos [DVD], 2005. misma aclaración.

8 Reseñemos, al respecto, la ópera I Pagliacci, de R. Leon- 9 Michael Foucault, op.cit., 2010, p. 49.

Bibliografía
BOURRIAUD, Nicolas: (2006) Estética Relacional, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2008.
DAHLHAUS, Carl: (1978) Fundamentos de la Historia de la Música, Barcelona, Gedisa, 1997.
ECO, Umberto: (1968) Apocalípticos e Integrados, Barcelona, Debolsillo, 2011.
FOUCAULT, Michel: (1970) Nietzsche, Marx, Freud, Buenos Aires, Anagrama, 2010.
__________ (1966) El cuerpo utópico. Las heterotopías, Buenos Aires, Nueva Visión, 2010.
GENETTE, Gérard: (1987) La obra de arte, Barcelona, Lumen, 1997.
GOODMAN, Nelson: (2000) Los lenguajes del arte, Madrid, Paidós, 2010.

Discografía
VERDI, Giuseppe: (1867) Don Carlos [DVD], Viena, TDK, 2005.

HISTORIA E INTERPRETACIÓN. ROMANTICISMO Y ACTUALIDAD ARTE E INVESTIGACIÓN 8 131

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