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aprendizaje infantil 1
La práctica psicomotriz
educativa
y sus influencias en el aprendizaje
infantil
Sumario
I.- Presentación 1
Fundamentación de la elección del tema 1
Introducción 3
II.- El aprendizaje 4
¿Qué entendemos por aprendizaje? 4
Aspectos evolutivos favorecedores del proceso de aprendizaje en el niño 7
VI.- Bibliografía 38
La práctica psicomotriz educativa y sus influencias en el
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I.- Presentación
Sin embargo a nivel del profesorado estos estudiantes, lejos de haber sido
diagnosticados en forma adecuada, son de inmediato catalogados como
disléxicos, susceptibles de realizar un trámite de exoneración de idiomas y de
solicitar tolerancia en la escritura. Deben cargar con este rótulo que se les ha
impuesto, producto de la visión que nuestra sociedad tiene respecto al
aprendizaje académico.
El importante peso social que recae cada día con mayor fuerza sobre la
educación formal, y por lo tanto sobre el aprendizaje de la lecto – escritura y del
cálculo, ha llevado, erróneamente, al establecimiento de una íntima relación entre
los procesos de aprendizaje a nivel general y el aprendizaje propiamente escolar,
como si fuera su única manifestación, sin considerar que cada uno de nuestros
actos, aún en sus mínimas manifestaciones, están marcados por estos “procesos
de aprendizaje”.
Una madre, en una entrevista personal, cuyo hijo desde hace dos años
concurre a un jardín donde se trabaja en educación psicomotriz, comenta con
gran entusiasmo los acelerados progresos de su hijo en distintos aspectos de su
vida.
“Es increíble los adelantos que A. ha tenido en estos dos últimos años
desde que comenzó a ir a psicomotricidad. Al principio era un niño muy tímido,
introvertido, que hablaba muy poco y en voz baja. Ahora es todo lo contrario.
Incluso anda por todos lados, corre, trepa, salta, y parece haber perdido el miedo
que antes le producían algunas actividades que no se animaba a hacer.
Los días que tiene educación psicomotriz llega a casa muy contento, con
muchas ganas de jugar, de pintar, y de contarnos lo que hizo en el jardín.
Las observaciones han sido realizadas, a lo largo del año lectivo 2001, en
el marco de la práctica psicomotriz educativa que se ha desarrollado en el Jardín
de Infantes “Enriqueta Compte y Riqué”. Allí se trabajó con niños de tres años de
edad que concurrían a la sala con una frecuencia semanal.
Introducción.
El tránsito por cada una de estas etapas depende tanto de sus propios
factores constitucionales como de las influencias recibidas desde el entorno. De
ahí que resulte imprescindible que el niño cuente con una adecuada estimulación,
la que según diversos autores se inicia mucho antes de su nacimiento, y se
fortalece desde los primeros encuentros entre la madre y el bebé, mediados por la
mirada, la voz, la sonrisa, el contacto corporal.
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II.- El aprendizaje
(1).- Hilgard, E. R., y Bower, G. H., “Theories of learning”, 1975. Obra citada por Rebollo.
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(2).- Rebollo, M. A., y Scaffo, S., “El Aprendizaje”, 1994.
Muy diversos son los estímulos que provenientes de fuentes tanto internas
como externas afectan en mayor o en menor grado el sistema nervioso central.
Por ello se necesita la capacidad para seleccionar determinados estímulos e
inhibir otros. Esto permite así limitar la información que llega y que debe ser
procesada posibilitando una mejor adaptación.
Cada nueva situación supone, por su originalidad, una diferencia con los
referentes, una ruptura con las estructuras anteriores. Supone un impacto
desestructurante. Los referentes son cuestionados, conflicto que se resuelve en la
medida en que son resignificados, en que se rescata, se moviliza y se pone en
juego el pasado. Reconociendo tales diferencias y experimentando dichos
desequilibrios es posible aprender.
Según Piaget, durante los dos primeros años de vida, la resolución de los
problemas en busca de la adaptación a los cambios ambientales, se efectúa
apoyándose en forma exclusiva en las percepciones y en los movimientos. Esto
es consecuencia de la falta de lenguaje y de función simbólica. Se trata de una
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(4).- Quiroga, “Matrices de aprendizaje. Constitución del sujeto en el proceso de
conocimiento”
Cada niño tiene sus propios ritmos, sus propias actitudes, manifestaciones
corporales muy originales de cada uno. Cuentan con una historia personal que es
única, así como vivencias actuales y posibilidades de evolución muy particulares.
El contexto familiar en que viven, los vínculos sociales, los juegos, las vivencias,
lo van “moldeando” aportándole ciertas características que incrementan tales
diferencias.
Núria Franc (8) la concibe como una práctica que busca “promover el
desarrollo armónico de la persona, la integración de sus diferentes funciones y el
acceso y sostén de la comunicación... El medio que utiliza es el movimiento a
partir y a través del cual el niño construye su conciencia corporal y desarrolla sus
capacidades de orientación, organización y estructuración del espacio y del
tiempo y sus habilidades motrices.” Parte de la espontaneidad manifestada en la
actividad motriz y en el juego, lo que permite la expresión psicomotriz que está
sustentada por el lenguaje corporal. Éste se encuentra constituido por el tono, la
postura, y el movimiento, y expresa emociones, sentimientos, habilidades,
destrezas, y conocimientos. Posibilita la integración de la conciencia corporal, la
orientación y estructuración del espacio y del tiempo, y el desarrollo de las
habilidades motrices.
Esta práctica plantea un abordaje educativo a la vez que grupal, razón por
la cual su aporte resulta ser un excelente facilitador de todo proceso de
socialización en el niño. Resulta muy beneficioso compartir esta actividad con
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(8).- Franc Batlle, Núria, “La intervención psicomotriz en educación”, Revista
Iberoamericana de Psicomotricidad y Técnicas Corporales, Nª 1, Febrero 2001, pág. 9
los compañeros de clase partiendo del reconocimiento de que cada uno debe ser
aceptado en el ámbito educativo tal como es, con sus particulares características
que lo hacen un ser único, y excepcional.
Es así cómo concebimos esta práctica. Sin embargo otros autores han
trazado diferentes líneas de trabajo, cada una con sus particulares características
y modos “de hacer” del psicomotricista. Encontramos así a L. Picq, y a Pierre
Vayer (12), para quienes la educación psicomotriz es una acción psicológica que
utiliza los medios de la educación física con el fin de mejorar o normalizar el
comportamiento del niño. Para ellos únicamente puede ser concebida integrada
en una pedagogía activa a la vez que relacional, que está pensada en función del
niño y del contexto educativo en que se inserta y no en función de unos métodos
ya existentes. Por este motivo la conciben formando parte del conjunto de las
actividades educativas en general.
(10).- Aucouturer, Bernard, “La acción como transformación”, Barcelona, Abril de 1997
(11).- Lapierre, André, y Aucouturier, Bernard, “El cuerpo y el inconsciente en educación y
terapia”, prólogo
(12).- Vayer, Pierre, “El niño frente al mundo”, 2ª edición, 1985.
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(14).- Aucouturier, Bernard, y cols., “La práctica psicomotriz. Reeducación y Terapia”, 1985,
pág. 146
El psicomotricista busca canalizar las pulsiones por la vía motriz, así como
la expresión de las fantasías y temores, haciendo evolucionar las diversas
situaciones que se plantean hacia producciones más elaboradas, que al ser
deseadas y creadas por los niños serán mejor integradas y favorecerán su
desarrollo.
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Su mirada sobre la acción del niño es un espejo gratificante en el que éste
se reconoce como sujeto que juega y disfruta. Esta mirada es necesaria e incluso
reclamada por el niño, quien desde lo alto del espaldar llama la atención del
adulto con diversas verbalizaciones. “Mirá dónde estoy”, “qué alto que estoy”,
“qué grande”.
Se vive aquí la comunicación con el adulto y con los demás niños a través
de las posturas, los gestos, la mímica, y verbalizaciones, la relación con y
mediante el objeto, así como todo tipo de actividades simbólicas tales como
imitaciones, disfraces, maquillaje, y construcciones donde se recrean situaciones
de la vida cotidiana y se pone en juego la vida imaginaria.
El lugar de la distanciación
Considera que “el ser humano es una unidad psico – afectivo – motriz...
Nosotros, en nuestro discurso, en nuestro lenguaje, podremos seguir
refiriéndonos al cuerpo como el aspecto físico de nuestro ser, y lo mismo
podremos referirnos a atributos como el pensamiento, el sentimiento o la
voluntad, por esquematismo, sin que ello quiera decir que creemos en la
explicación dualista y que atribuimos estas funciones superiores al espíritu
humano... Esta concepción unitaria del individuo humano como un ser
encarnado, es la que subyace bajo el planteamiento de la psicomotricidad.”
Una vez que esta identidad ha sido adquirida, aceptada por el otro, y no
amenazada, la agresividad que naturalmente se vuelca sobre el mundo exterior
tiende a desaparecer. Se trata de una búsqueda y una defensa de la identidad. Con
ella surge la aceptación profunda de las capacidades y limitaciones personales, y
por contraste las de los demás, lo que lleva al reconocimiento y aceptación de los
límites personales y sociales, con relación a sí mismo, al espacio, y al tiempo. El
niño está preparado ahora para otro tipo de actividades, otra forma de
conocimiento sobre el mundo. Logra separar el pensamiento de la acción, siendo
ya posibles los aprendizajes escolares.
Las construcciones con maderas son cada vez más evolucionadas, pasando
desde el simple agrupamiento del material a construcciones horizontales para
luego buscar la verticalidad. Progresivamente se adquiere mayor complejidad y
estabilidad en las construcciones, y se comienzan a priorizar la simetría y los
aspectos estéticos de las mismas.
Las sesiones abiertas y los talleres de juego en que los padres son
invitados a observar y participar en la sala junto a los niños son experiencias
igualmente enriquecedoras, ya que apuntan a mantener la coherencia educativa y
a rescatar la capacidad de juego de los adultos que desemboca en una mejor
comprensión de los aspectos del desarrollo y del valor del juego y el cuerpo en la
acción.
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Lo trabajado en la sala se ve fortalecido cuando existe cierta coherencia
con lo que ocurre en el seno de la familia. Esto no significa que el núcleo familiar
deba trabajar de igual manera, pero sí que acompañe el proceso que el niño vive
en cada sesión, mediante la escucha, los límites, así como las posibilidades de
expresión, de juegos, y de disfrute que tienen un valor indiscutido en los
procesos del desarrollo.
VI.- Bibliografía
Angulo, M., Giosa, B., y Henig, I., “Aprender a Aprender en el marco de la
Práctica Psicomotriz Educativa”, 2º Congreso Regional de Atención
Temprana y Psicomotricidad”, Montevideo, 1997.
Vayer, Pierre, “El niño frente al mundo”, Ed. Científico – Médica, 2ª edición,
Barcelona, 1985.
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