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Texto: Antígona

Titulo: Las leyes humanas versus las leyes divinas


Las leyes humanas versus las leyes divinas:

Esta tragedia narra la vida de Antígona, hija de Edipo y Yocasta y princesa de Tebas,
quien se encuentra en un grave dilema ético: su hermano Polinices ha muerto luchando
contra su propia ciudad en una guerra civil. Creonte, rey de la ciudad y tío de Antígona,
prohíbe bajo pena de muerte la sepultura su sobrino, porque lo considera un traidor de su
pueblo. Antígona, muy respetuosa de las tradiciones, trata de enterrar a su hermano pues de
acuerdo con las creencias de la cultura griega, si un cuerpo no era enterrado, su alma estaba
condenada a vagar eternamente por la tierra. Antígona es capturada mientras sepulta a su
hermano y es sentenciada a ser enterrada viva. Hemón, hijo de Creonte y prometido de
Antígona, trata de hacer entrar en razón a su padre, quien no es capaz de ceder en la
ejecución de las penas. Finalmente, Creonte se arrepiente de su rigidez, pero es muy tarde,
ya que Antígona y Hemón se han quitado la vida. Luego, también Eurícide, su esposa, se
suicida al enterarse de la muerte de su hijo.

A lo largo de la obra surgen muchos temas dignos de ser desarrollados; como son la
valentía de Antígona para defender sus ideales y la de Hemón para enfrentar a su padre, la
cobardía de Ismena al no apoyar a su hermana y la sabiduría de Tiresias para ayudar a la
ciudad de Tebas. Al mismo tiempo destacan en esta obra aspectos como la importancia de
la autoridad, el respeto por lo sagrado y quizás lo más relevante, las consecuencias del
poder de algunos en la vida de las demás personas. Si bien estamos hablando de una obra
de hace más de dos mil años, lo que acabamos de decir responde perfectamente a aspectos
observables en nuestra época, la época contemporánea: la falta de organización social y el
abuso o exceso de poder de parte de muchas personas de nuestro tiempo que para lograr
objetivos inmediatos, pasan por encima de las creencias y costumbres de las personas a
quienes gobiernan. Esto nos permite realizar un paralelo sobre lo que presenta Sófocles con
lo que observamos en nuestra propia realidad. ¿Necesitamos hoy de leyes divinas?
Los griegos siempre fueron muy respetuosos en su relación con los dioses, acatar lo
que decían sus leyes y las costumbres que de ellas venían, era un deber sagrado. Una de
esas costumbres era la de enterrar a sus muertos. Antígona cree que su hermano merece
sepultura, aunque esto vaya en contra del decreto de Creonte: “como que no era Júpiter
quien me las había promulgado, ni tampoco Justicia, la compañera de los dioses
infernales, ha impuesto esas leyes a los hombres, ni creí yo que tus decretos tuvieran
fuerza para borrar e invalidar las leyes divinas, de manera que un mortal pudiese
quebrantarlas. Pues no son de hoy ni de ayer, si no que siempre han estado en vigor y
nadie sabe cuando aparecieron”1. En este fragmento se observa que Antígona le da mayor
importancia a las leyes divinas que a las leyes humanas. Se ve su valentía para encarar a
Creonte y hacer valer esta ley que provenía de las costumbres griegas que siempre habían
estado vigentes.

Si comparamos esto con el mundo de hoy, podemos observar que esta tensión entre
las leyes humanas y las leyes divinas también se encuentra presente. En la actualidad hay
gente que rompe las leyes humanas por obedecer sus leyes divinas. En el caso de los
misioneros católicos en China, por ejemplo, donde no hay libertad de culto, coincidiremos
en que ellos rompen la ley china con tal de cumplir su ley divina, la cual es llevar la palabra
de Dios a los que no la conocen. Otro ejemplo claro es la organización Al Qaeda. A pesar
de ser considerada una red terrorista en la mayoría del mundo, ellos están convencidos que
lo que están haciendo es heroico, que sigue las enseñanzas de su profeta y la voluntad de su
dios. Por otro lado, también existe gente que aunque pertenece a una religión que tiene una
postura sobre ciertos temas (divorcio, aborto, eutanasia, anticoncepción, etc.), prioriza o
niega estas posturas por su propia comodidad, desconociendo las consecuencias que
presentan para la sociedad.

1
Sófocles. “Antígona”. En Tragedias. Madrid: Edaf, 1985. Pág.314.
En la obra, esta oposición se encarnan en dos personajes: Creonte personifica el poder
terrenal, dicta las leyes y vela por que se cumplan en cada rincón de la ciudad. Tiresias, por
su parte, representa el poder espiritual. Tiene la misión de hacer que las leyes divinas se
cumplan y que las leyes dictadas por el rey sean acordes a lo estipulado por los dioses. Al
igual que en “Edipo, Rey”, en que Tiresias da a conocer los designios del oráculo, en esta
tragedia aconseja a Creonte sobre cómo debería actuar con respecto a la desobediencia de
Antígona, pero este no le hace caso sino hasta el final de la obra. En los tiempos actuales, la
religión predominante en cada país también influye en la política, y vela por que se
cumplan sus enseñanzas. Los “Tiresias” de nuestra época son los sacerdotes, rabinos,
pastores u otros líderes espirituales, quienes nos guían, nos aconsejan y nos alumbran en
nuestro diario vivir y se preocupan de que sus intereses sean tomados en cuenta cuando se
trata de legislar, sin embargo, muchas veces tienen mayor influencia las “leyes humanas” y
sus sugerencias no son tomadas en cuenta, hasta que las consecuencias se hacen presentes y
es ya demasiado tarde.

Como podemos ver en el final de la obra, todos los personajes cercanos a Creonte
terminan quitándose la vida; y por ende la vida de Creonte pierde su sentido. Esto ocurre
porque Creonte no se arrepiente a tiempo de su condena hacia Antígona. Este pasaje revela
cómo las decisiones no solo afectan a las personas que las toman, si no que inciden en todos
los que los rodean. Esto también es visible en “Edipo, Rey”: cuando Edipo se da cuenta de
que él es el asesino de Layo se va de Tebas para que esta deje de sufrir la peste que la
afectaba; el crimen de Edipo no solo lo perjudicó a él, sino a todo el pueblo tebano.
En el mismo sentido, se ven hoy decisiones personales que afectan al grupo mucho
más allá de las personas directamente relacionadas con cada caso particular. Por ejemplo,
con respecto al creciente aumento de las tasas de divorcio, puede observarse cómo hechos
completamente privados e íntimos, afectan a la sociedad en su conjunto. En Chile y en el
mundo, la Iglesia Católica trató de que no se aprobara la ley de divorcio. En este caso, se
nota especialmente la tensión entre las leyes humanas y las leyes divinas. En el momento
que se aprobó esta ley, se ha observado un aumento de los quiebres en la familia, que es el
núcleo de la sociedad. Los quiebres familiares pueden generar problemas, especialmente en
los hijos. En EEUU, entre los años 1979 y 1996, el 63% de los suicidios de menores de
edad, el 90% de los adolescentes vagabundos, el 71% de los casos de abandono escolar y el
85% de los reos menores de edad, fueron criados en hogares donde uno de los padres no
estaba presente.2 ¿No es como para arrepentirse de no haber escuchado a los “Tiresias de la
actualidad” en su debido momento?

Lo que queremos transmitir a fin de cuentas es que toda sociedad necesita de leyes
divinas que nos guíen y que le den un sentido a nuestra vida, Como dijo Benedicto XVI:
“Un mundo en el que Dios no existe se convierte en todo caso en un mundo de la
arbitrariedad y el egoísmo”3. Cuando Dios no está presente, todas las personas velan por
sus propios intereses sin percatarse que sus acciones repercuten en quienes los rodean.
Finalmente, el círculo vuelve a cerrarse y los perjudicados somos nosotros mismos. Es por
esto que conviene estar alerta a lo que dicen las leyes divinas, las buenas acciones también
contagian al resto de la sociedad.

2
http://fathersforlife.org/divorce/chldrndiv.htm . 5 de agosto de 2007.
3
http://www.zenit.org/article-24437?l=spanish. 5 de agosto de 2007.

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