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LAMENTACIONES

INTRODUCCIÓN

«Es una advertencia muda de que el pecado, a pesar de todo su encanto y excitación,
conlleva las cargas pesadas de la aflicción, pena, miseria, aridez y dolor. Es la otra cara
de la moneda de “comamos, bebamos y alegrémonos”.» Charles R. Swindoll

Al leer aun el primer versículo, el lector se da cuenta del tema del libro de las
Lamentaciones. Se trata de uno de los problemas más complejos y
devastadores de la existencia humana. El sufrimiento y dolor comunal,
causados por la destrucción de Jerusalén y el templo, se ven en los cinco
capítulos-poemas. Entretejidos en el cuadro de destrucción y dolor se
encuentran unos versículos señalando la causa de la tragedia y un llamado a la
esperanza.
TRASFONDO HISTÓRICO
¿Qué habría provocado estos lamentos? El libro mismo provee un solo
nombre, Edom (4:22). Sin embargo, las alusiones a eventos incluidos en 2
Reyes 25; 2 Crónicas 36:11–21; y Jeremías 39 y 52 son suficientemente
evidentes para establecer la relación histórica.
En el año 587 a. de J.C. Nabucodonosor capturó Jerusalén. Destruyó la
ciudad, incluyendo el templo; derribó los muros; llevó cautiva a toda la
población, salvo los pobres y débiles. Al llegar a Babilonia mató a los
dirigentes del pueblo (comp. Rey. 25:18–21).
Más allá del sufrimiento físico hubo pérdida espiritual. Para el pueblo
escogido parecía como si se hubiera terminado toda la esperanza de su
salvación y llamado: “El aliento de nuestra vida, el ungido de Jehová” (4:20)
estaba en el exilio y sus hijos muertos. Los sacerdotes y los profetas ya no
dirigían los actos religiosos ni entregaban la palabra viviente de Dios. La tierra
entregada al pueblo de Dios estaba bajo el control de extranjeros.
FECHA Y LUGAR DE COMPOSICIÓN
No hay acuerdo en cuanto a la fecha de composición. La destrucción de
Jerusalén, en 587 a. de J.C. es la fecha más temprana para la composición.
Algunos fijan una fecha después del tiempo de Nehemías. Otros escogen
fechas distintas para los cinco poemas. Mayormente las fechas citadas están
ubicadas entre 587 y 536 a. de J.C. La lectura del libro da la impresión de que
la tragedia hubiera sucedido recién. El que escribe concluye que fue
compuesto durante el intervalo entre la destrucción de Jerusalén y la salida a
Egipto bajo Johanán (Jer. 43:5–7). Esto fija la fecha entre 587 y 586 a. de J.C.
Al parecer del que escribe, los poemas fueron compuestos en Jerusalén. Se
basa en la proximidad de la fecha de composición a los acontecimientos y la
intensidad del lenguaje. Otros escogen Egipto o Babilonia.
AUTOR
Se ha escrito mucho sobre la identificación del poeta. Los manuscritos hebreos
no llevan ningún nombre. Sin embargo, el de Jeremías está ligado al libro por
una tradición muy antigua que empezó antes de la era cristiana.
La Septuaginta, la Vulgata Latina y la Árabe, el Tárgum Jonatán y el Talmud,
todos lo atribuyen a Jeremías. Orígenes y Jerónimo comparten la opinión.
Hay argumentos para establecer a Jeremías como autor y para negar que lo
fuera. El poeta era testigo ocular de la destrucción de Jerusalén. Hay mucha
semejanza entre el estilo y las expresiones de Jeremías y Lamentaciones. Los
autores de ambos demuestran el mismo temperamento sensitivo.
A la luz de estos argumentos y el peso de la tradición, es probable que
Jeremías compusiera Lamentaciones. Sin embargo, no podemos ser
dogmáticos. Podemos decir que quienquiera que fuera, vivió en la época de
Jeremías, compartía el verdadero espíritu profético y era testigo del
asolamiento de Judá. Era un hombre de fe y de profunda percepción espiritual.
TÍTULO Y ESTILO LITERARIO
Originalmente, este rollo pequeño no llevaba título. El usado por los hebreos
es la palabra característica de lamentarse (¿Cómo?), con que empiezan los
caps. 1, 2 y 4. Es la misma manera en que empieza la endecha fúnebre. El
Talmud indica que el título más antiguo es qinot, que significa endecha
fúnebre. Basada en el último título, la Septuaginta usa threnoi, que significa
lamentaciones.
Lamentaciones está compuesto de cinco poemas, cada uno formando el
contenido de un capítulo. Los primeros cuatro son acrósticos con variación
de estilo. El ritmo es típico de los lamentos: una línea más larga de tres o
cuatro acentuaciones seguida por una más corta de dos o tres acentuaciones.
Los caps. 1 y 2 contienen 22 versículos de tres líneas cada uno. La primera
palabra de cada versículo empieza con una letra sucesiva del alfabeto hebreo.
El cap. 4 es igual, salvo que los versículos son de dos líneas. El cap. 3 es el
más compacto en su elaboración. Sus 66 versículos están divididos en 22
grupos de tres versículos que comienzan con la misma letra. Aún el cap. 5,
que no está en orden alfabético, está afectado por la forma. Contiene 22
versículos de una línea cada uno.
Se ha preguntado: ¿Por qué el uso del acróstico alfabético? Algunos sugieren
que era para facilitar el aprendizaje de memoria, pero parece que no sería de
mucha ayuda en este caso.
La forma acróstica tiene, por lo menos, dos propósitos; permite la expresión
cabal de la angustia y contrición al cubrir todo desde aleph hasta tau (de la a
hasta la z). Lamentaciones es una mezcla precisa y delicada de forma y
contenido. Los acrósticos, endechas, quejas y descripciones de los
sufrimientos se combinan para expresar el juicio y la esperanza de un pueblo
que necesitaba pasar por el juicio antes de experimentar la gracia de Dios.
CARACTERIZACIÓN DE LOS CAPÍTULOS
A pesar de un cierto parecido entre los capítulos, cada uno tiene su propio
carácter general.
El cap.1 describe la ruina de Jerusalén y la humillación de los exiliados. Un
observador lamenta la destrucción de Jerusalén, describiéndola como una
viuda desamparada, que llora su gloria pasada y lamenta su condición de
destituida (1:1–11). En la segunda mitad, la ciudad se presenta, llorando y
dando salida a su aflicción a causa del mal que le ha sobrevenido debido a su
propio pecado (1:12–22).
En el cap. 2, el poeta lamenta la destrucción que ha resultado al haberse
derramado la ira divina (2:1–12). Vio, como una de las causas del desastre, la
negligencia de los profetas al no amonestar al pueblo en cuanto al juicio
inminente (2:14). La única esperanza para el pueblo descansaba en la
contrición y la suplicación ferviente a Dios (2:13–22).
El cap. 3 presenta a la nación personificada, deplorando la tragedia
experimentada (3:1–20). Encuentra alguna consolación en la seguridad del
favor divino y la misericordia para con los que le buscan (3:21–39). Se insta a
la nación a examinar críticamente su manera de vivir y a volver a Dios en una
actitud de arrepentimiento (3:40–52). Al darse cuenta de que Dios había
escuchado su oración, la nación pedía venganza sobre sus enemigos (3:55–
66).
El cap. 4 recuerda los días mejores de antaño, juntamente con los horrores del
sitio de Jerusalén (4:1–12). Los profetas y sacerdotes llevan su
responsabilidad por la caída de la nación. Al mismo tiempo, la nación entera
pecó, y el castigo incluía la cautividad (4:13–20). La actitud de Edom iba a ser
juzgada (4:21, 22).
El cap. 5 es una confesión de pecado y un reconocimiento de la soberanía de
Dios. Es más como una oración que un lamento. El poeta insiste en que Dios
se dé cuenta de lo que ha acontecido, que ha traído desgracia a su pueblo (5:1–
18). El poema termina con una expresión de esperanza. Es una plegaria por la
restauración al estado de antaño, cuando el pueblo gozaba de la presencia de
Dios y sus bendiciones (5:19–22).
Comentario
I. EL CÁNTICO DE UNA CIUDAD ENLUTADA (Cap. 1)
1. La Aflicción y La Perversidad de la Ciudad (1:1–11)
Aquí se nos presenta la desolación completa de Jerusalén, siendo los versículos 1–11 la
narración de un observador. La ciudad que antes era muy poblada ahora es una viuda
afligida; la señora… ha sido hecha tributaria, abandonada por sus ídolos y traicionada
por sus aliados (vv. 1–2). El pueblo ha ido en cautiverio por su pecado, y ya no hay
peregrinos que vayan a adorar en Sion (vv. 3–9). Los babilonios se han llevado las cosas
preciosas del santuario (v. 10), y el pueblo sufre hambre (v. 11).
2. EL LLANTO, LA CONFESIÓN Y LA ORACIÓN DEL
PUEBLO (1:12–22)
A. La Súplica de la Ciudad (1:12–17)
Este pasaje habla de la angustia inigualable de Jerusalén. El versículo 12 ha venido a ser
«una expresión clásica de dolor»1 y nos recuerda el lamento de nuestro Señor sobre la
misma ciudad por su rechazo obstinado. El lenguaje también es apropiado a la condición de
Cristo en la cruz, con los soldados endurecidos, el establecimiento religioso y el pueblo
observando insensiblemente Su sufrimiento, como si fuese un espectáculo público.
El pueblo judío reconoce que es JEHOVÁ (v. 15) quien ha traído la devastación, y
aunque Sion extiende sus manos pidiendo misericordia, no tiene quién la consuele; se ha
convertido en objeto de abominación (v. 17)
B. La Confesión (1:18–19)
En su confesión, los judíos admiten que JEHOVÁ es justo enviándoles en cautiverio;
que se han rebelado contra Su palabra, y que sus «amantes» paganos —las naciones
gentiles— le han engañado.
C. La Oración de la Ciudad (1:20–22)
Judea ora pidiendo que Dios dé el pago por la maldad de sus crueles enemigos, sin
dejar de reconocer sus propias rebeliones entre sus muchos suspiros.
II. EL CÁNTICO DE UN PUEBLO QUEBRANTADO (Cap. 2)
A. El Antagonista del Pueblo (2:1–13)
2:1–7 Estos versículos describen lo que Dios ha hecho a Judá: derribó el templo (el
estrado de Sus pies, v. 1), destruyó las ciudades (v. 2), rehusó hacer retroceder al
enemigo, como si Él mismo fuese enemigo de Judá (vv. 3–5), trató el templo como si fuera
un simple huerto, hizo cesar el sistema sacrificial en Sion y desechó al rey y al sacerdote
(vv. 6–7).
2:8–13 Ha dejado la ciudad en ruinas, los nobles están desterrados, los profetas no
reciben la palabra de JEHOVÁ, los ancianos hacen duelo y las vírgenes bajan sus cabezas
en vergüenza (vv. 8–10). Los niños desfallecen de hambre en las plazas; caen y mueren
(vv. 11–12). La calamidad del pueblo es mayor que cualquier cosa que el profeta pueda
imaginarse para consolarle (v. 13). «Virgen hija de Sion» es lo que pueblo debiera haber
sido, no lo que realmente era.

1
(1:12–17) R. K. Harrison, Jeremiah and Lamentations («Jeremías y Lamentaciones»), pág. 210.
B. La causa de la Ira de Dios: los Falsos Profetas no Advirtieron al Pueblo
(2:14)
Los profetas de Judá han visto vanidad y locura. En vez de exponer el pecado del
pueblo, se han inventado profecías y extravíos.
C. La Angustia del Pueblo (2:15–16)
Los vecinos de Judá saborean la caída de Jerusalén. Baten sus manos, silban, y dicen
con placer sádico: ¡«Este es el día que esperábamos; lo hemos hallado, lo hemos visto»!
D. El Cumplimiento de las amenazas de Dios (2:17)
JEHOVÁ… ha cumplido Su palabra. Humilló a Su pueblo y enalteció el poder (o
cuerno [BAS, margen], que en hebreo es una forma figurada de hablar) de los adversarios
de Judá.
E. La Respuesta del Pueblo (2:18–19)
Los padres se congregan para clamar al Señor incesantemente por sus pequeñitos, que
desfallecen de hambre en los todos los rincones de las calles.
F. Ruego por la Misericordia de Dios (2:20–22)
Las mujeres comen el fruto de sus entrañas a causa del hambre. Las calles están
abarrotadas de muertos porque Dios ha convocado a los babilonios como si se tratase de un
día de solemnidad.
III. EL CÁNTICO DE UN PROFETA SUFRIENTE (Cap. 3)
A. Un Clamor de Desesperación, (3:1–18)
Alternando entre yo y nosotros, el profeta traza un paralelo entre sus propias
experiencias y las de su pueblo. Describe el enojo de Dios bajo las figuras de tinieblas,
incesantes golpes de Su mano (vv. 1–3); vejez prematura, huesos quebrantados,
confinamiento en amargura, oscuridad, y muerto viviente (vv. 4–6); encarcelamiento
inevitable, oración sin respuesta (vv. 7–9); animal que acecha, ataque de arco (vv. 10–12);
heridas profundas, escarnio, dieta de amarguras (vv. 13–15); dientes rotos, vestido de
ceniza (v. 16); pérdida de memoria, de paz y de prosperidad, habiendo perecido toda
esperanza de auxilio divino (vv. 17–18).
B. Una Confesi6n de Fe (3:19–39)
Con una oración a Dios pidiendo que Él se acuerde de su aprieto amargo, aun con
persistente depresión por su miseria (vv. 19–20), el profeta quita su vista de sobre sí mismo
para ponerla en el Señor. La esperanza revive cuando recuerda que las misericordias de
JEHOVÁ… son nuevas cada mañana, y que Su fidelidad es grande2 (vv. 21–24).
Menciona lecciones que ha aprendido en la escuela de la aflicción: es bueno esperar en
silencio la salvación del Señor y someterse a Su yugo desde temprano en la vida (vv. 25–

BAS Biblia de las Américas


2
(3:19–39) Si el lector permite una nota personal, los versículos 22–23 tienen un significado
especial para el editor. Mi padre amaba citar: «Por la misericordia de JEHOVÁ no hemos sido
consumidos» (v. 22), y el himno favorito de mi madre: «Grande es Tu Fidelidad», está basado en el
versículo 23. Sólo después de que los dos hubieron partido con el Señor nos dimos cuenta de que
sus sentimientos —cada uno característico de su personalidad— eran apropiadamente colocados
seguidos en Lamentaciones capítulo 3.
27); aceptar el castigo divino y los golpes e insultos humanos sin responder (vv. 28–30); el
rechazo de Dios no es final ni sin causa; Su compasión y misericordias siempre vienen
después (vv. 31–33); el Señor no aprueba la opresión, injusticia, ni torcer el derecho (vv.
34–36); Él es soberano, Su Palabra prevalece y todo está a la merced de Su voluntad.
Lamentarse cuando Él castiga el pecado es un egoísmo sin sentido (vv. 37–39).
C. Una Súplica por Arrepentimiento (3:40–42)
El camino que lleva a la bendición se halla en autoexaminarse y volverse a JEHOVÁ. El
pecado que no se confiesa, no es perdonado.
D. El Dolor de la Intercesión (3:43–51)
El tema vuelve a los sufrimientos de Jeremías y su pueblo. Dios ha perseguido y
matado sin compasión, no ha escuchado sus oraciones y les ha convertido en la escoria de
la tierra (vv. 43–45). Todos sus enemigos se burlaban mientras que el pueblo de Dios
experimentaba temor, peligro y asolamiento. La devastación de su pueblo hizo al profeta
llorar sin cesar (vv. 46–51).
E. Un Cántico de Confianza (3:52–66)
Cazado como un ave, atado en una cisterna, cubierto de agua, el profeta creyó que
había llegado el fin (vv. 52–54). Oró fervientemente desde las más bajas profundidades, y
Dios respondió, diciéndole: «no temas» (vv. 55–57). Ahora le pide al Señor que considere
cómo le han maltratado —venganza, oprobio, maquinaciones, insultos, dichos y
canciones contra él— y que juzgue su causa. La justicia demanda que sus enemigos sean
castigados, malditos, perseguidos y quebrantados (vv. 58–66). «Endurecimiento de
corazón» (v. 65) en otras versiones se traduce por «Embotamiento de corazón» (BJ), y
«Ceguedad de corazón» (VM), como «cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el
corazón de ellos [los judíos]» (2 Co. 3:15). Probablemente no se refiere a «endurecimiento,
sino a ceguera de corazón, que conduce a la destrucción».3
IV. EL CÁNTICO DE UN REINO ARRUINADO (Cap. 4)
A. El Poder Degradante, Desmoralizador y Engañoso del Pecado
(4:1–20)
El profeta compara la gloria anterior con la penosa condición presente de Jerusalén. El
templo está destruido, las madres abandonan a sus pequeñuelos (vv. 3–4), el pueblo muere
de hambre (v. 5), el castigo (VM) se prolonga (v. 6), los príncipes son irreconocibles por
las calles (vv. 7–8), el canibalismo se ha apoderado hasta de las mujeres piadosas (v. 10),
y la ciudad que se consideraba inexpugnable ha caído (v. 12). Todo ha sido consecuencia
de los pecados de sus profetas… sus sacerdotes y del pueblo (vv. 13–16). En vano
esperaron socorro de Egipto (v. 17). Los babilonios les asediaron de repente (vv. 18–19), y
el rey Sedequías, el ungido de JEHOVÁ, fue apresado (v. 20).
B. El Poder Destructor del Pecado (4:21–22)
La hija de Edom se regocijó sobre la caída de Jerusalén, pero será severamente
castigada y sus pecados descubiertos. En cambio, Sion será restaurada.

VM Versión Moderna de H. B. Pratt


3
(3:52–66) C. F. Keil, «Lamentations», en Biblical Commentary on the Old Testament (Comentario
Bíblico al Antiguo Testamento), XX:455.
V. LA ORACIÓN DE UNA NACIÓN PENITENTE (Cap. 5)
A. Apelación Final (5:1–14)
En estos versículos el pueblo lamenta las terribles condiciones que le han sobrevenido:
el precio alto de las necesidades básicas (v. 4); el trabajo forzado (v. 5); la opresión (v. 8);
el hambre y el peligro (vv. 9–10); las atrocidades cometidas contra vírgenes, príncipes y
viejos (vv. 11–12); el duro trato para con los jóvenes, muchachos y ancianos (vv. 13–14).
B. Confesi6n Completa (5:15–18)
A causa de todos estos horrores, el gozo de Judá ha cesado, su danza se ha convertido
en luto, la corona… cayó de su cabeza y el monte de Sion… está asolado.
Se confiesa la razón de todo esto: «¡Ay ahora de nosotros! porque pecamos».
C. La Única Esperanza (5:19–22)
Finalmente el pueblo le pide a Dios les haga volver a Él para que sean restaurados y
renovados. Es curioso que en muchos manuscritos hebreos, el v. 21 se repite después del
22, aparentemente para que el libro termine con una nota de esperanza y no de melancolía.4
Realmente la comprensión correcta del versículo 22 hace que la repetición del anterior sea
innecesaria:
«Esta conclusión está completamente de acuerdo con el carácter del libro de
Lamentaciones, en el que el lamento y la súplica han de prolongarse hasta el final, aunque
no sin un elemento de esperanza. Pero éste sin elevarse a la altura de victoria gozosa sino,
como lo expresa Gerlach: “meramente una luz tenue a lo lejos, como la estrella de la
mañana entre las nubes, que por sí misma no disipa las sombras de la noche pero anuncia
que la salida del sol se aproxima y que éste obtendrá la victoria”».5
1

4
(5:19–22) Una repetición similar, para la lectura adaptada de la sinagoga, ocurre al final de los
libros de Eclesiastés, Isaías y Malaquías.
5
(5:19–22) C. F. Keil, Op. cit., XX:455.
1
MacDonald, W. (2004). Comentario Bíblico de William MacDonald: Antiguo Testamento y Nuevo
Testamento (439). Viladecavalls (Barcelona), Españ a: Editorial CLIE.

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