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Libro IV de los Salmos (Sal.

90–106)

Bendición necesitada Salmo 90 – 94


Salmo 90. Condición caída del hombre. Moisés medita sobre la fragilidad del hombre, y de su muerte por causa del pecado, 1-
10. Pide la intervención de Dios en favor del pecador, 11-17.
Según el título del salmo, se trata de una “oración de Moisés, varón de Dios” (cf. Dt. 33:1). Se ha dicho que el Sal. 90 es una
melodía del poder y del propósito de Dios, pero con las notas disonantes de la debilidad y la brevedad de la vida humana. Quizá
sea el poema más magnífico que jamás se haya escrito sobre la vanidad de esta vida, contemplada a la luz de la viva fe del
poeta en las promesas de Dios. Tanto las naciones como las personas cambian, envejecen y perecen. Sólo Dios permanece
inmutable y eterno en su majestad.
Salmo 91. El hombre redimido en comunión con Dios. Su dependencia de Dios, 1-2, a medida que está "al abrigo del Altísimo",
"bajo la sombra del Omnipotente", será de seguridad, 3-8, triunfo y regocijo, 9-16. Satanás entendió que este Salmo se aplicaba
a Jesús, 11-12 (cf. Mt. 4.6).
Debido a que el salmista estaba convencido de que hay una completa seguridad cuando se confía en el Altísimo, encontró
ánimo para percatarse de que Dios lo libraría de los diversos y amenazadores ataques de los impíos. Sabía que él había
comisionado a sus ángeles para que le brindaran protección.
El Sal. 91 contiene un mensaje de consuelo para todos los que pasan por momentos de angustia, especialmente para "el pueblo
de Dios que observa los mandamientos divinos", y para los que experimentarán el "tiempo de angustia" y los peligros de los
últimos días. El tema del salmo gira en torno de la seguridad de quien deposita su confianza en Dios.
Salmo 92. Canto de alabanza por el reposo final. (Canto para el día de reposo). Es el resultado de la "obra" redentora de Dios,
4; su conquista de los enemigos de su pueblo, 5-9; y su favor para con los suyos, 10-15. La aplicación de este salmo es para
todo momento. Sin embargo, su cumplimiento es milenial.
Salmo 93. El reino milenial del Señor (cf. Ap. 11.15-18). El reinado del Señor sobre la tierra empieza con santidad, 5.
Este es uno de los salmos de “entronización” (o “salmos teocráticos” como a veces se les llama), que celebra el reinado de Dios
sobre la tierra. Otros salmos de entronización son: 47, 95–99. Sin duda, fueron usados en el culto israelita para alabar la
soberanía de Dios; pero a la vez son imágenes proféticas de la consumación de los tiempos, en que el Señor establecerá su justo
gobierno milenial sobre la tierra por medio del Mesías. En el salmo 93, el salmista exalta el reino del Señor, quien ha establecido
su trono muy arriba de los océanos y mora en su santo templo.
Salmo 94. El juicio de los impíos. Oración pidiendo venganza sobre los impíos, 1-13. Los justos tienen su consuelo, 14-23, ya
que sus enemigos y los enemigos de Dios son destruidos.
Este salmo reconoce el hecho de que la venganza pertenece a Dios. El salmista invocó al Señor para que descargara su venganza
sobre los orgullosos que de manera insolente oprimen a los justos. El escritor confiaba en que el Altísimo no desampararía a
su pueblo, sino lo libraría, porque los impíos no tienen parte en el reino de Dios.

Bendición anticipada Salmo 95 - 100


Salmo 95. Adoración y gozo, ante la realidad del advenimiento del Rey-salvador de Israel. Tiene derecho de gobernar, en virtud
del derecho de propiedad que tiene sobre la tierra, 1-5, y el hombre, como resultado de la creación y de la redención, 6-7a.
Quienes están por entrar al descanso del reino, que tengan en cuenta la advertencia de aquellos que desobedecieron y que por
lo tanto perdieron el derecho al descanso de Canaán 76-11 (cf. He. 3.7-11).
Este “salmo de entronización” invoca al pueblo para que reconozca que el Señor es un gran rey sobre los dioses. (Otros salmos
de entronización son: 47; 93; 96–99.) Pero tras exhortar a la congregación para que adore a su Creador, el salmista le advierte
contra el pecado de manifestar incredulidad, como en los días del peregrinaje por el desierto, cuando no pudieron experimentar
el reposo de Dios.
Salmo 96. La segunda venida. El Señor es supremo, 1-6. La creación lo celebra, 7-13. El "cántico nuevo" se basa en una
redención totalmente consumada, para beneficio del hombre sobre la tierra (cf. Sal. 98.1-3).
En este salmo, que trata del reino del Señor, el salmista invocó al pueblo en todo lugar y a todos los elementos de la naturaleza,
para que alabaran a Dios, debido a que él es más grande que todos los dioses paganos y porque reinará con justicia y verdad.
Salmo 97. El reinado del rey, 1-5. Están a la vista los resultados de su reinado, 6-12.
Este es un salmo didáctico basado en una visión del Señor. El salmista tuvo un vislumbre de la magnificente venida de Dios en
todo su esplendor. Mediante la descripción de la venida del Todopoderoso para reinar y castigar con justicia a sus enemigos,
el salmista exhortó a los santos a que odiaran el mal y se regocijaran en el Señor (cf. 2 P. 3:10–11, 14).
Salmo 98. El nuevo canto de triunfo. Se convoca a toda la creación para celebrar el establecimiento del reino del Señor sobre
la tierra, por medio de un nuevo canto, 1-9.
En este salmo, el escritor exhorta a toda la tierra a que cante y alabe al Señor, quien reina, porque ha hecho cosas maravillosas
al salvar con su poder a Israel y porque juzgará al mundo con justicia.
Salmo 99. Reinado terreno del Señor. El Señor es el gobernante de la tierra, 1-3. "El es santo" es la consigna, 5, 9. Su gobierno
será de justicia, 4-5; sus procederes, de rectitud, 6-9.
El salmista animó a todos a que exaltaran al Señor con alabanzas por dos razones: porque él es santo y por sus misericordiosas
respuestas a las oraciones de su pueblo.
Salmo 100. Israel alaba al reino. Este llamado a la alabanza se basa en la deidad del Rey y de la redención que los suyos tienen
por su mediación, 2, y por su benevolente pacto de misericordia, 5.
El título afirma que el salmo (o cántico) es de “alabanza” (“de acción de gracias”, NVI99). Se usaba en el templo al presentar
los sacrificios de alabanza (“ofrendas de paz”, Lv. 3). Las expresiones en este salmo son un reflejo de los salmos de
entronización que le antecedieron (Sal. 47; 93; 95–99), los cuales celebran el gobierno divino. El salmista exhorta a la
congregación a servir al Señor con alegría porque él es el Creador, y la anima a entrar en su templo con muchas acciones de
gracias, porque él es bueno y fiel.

Bendición disfrutada Salmo 101 - 106


Salmo 101. El Rey de justicia y su gobierno. Como profeta, David habla del verdadero carácter del Rey, 1-3, y del gobierno de
su reinado de justicia, 4-8.
Al hablar al Señor, el rey David afirmó que estaba decidido a mantener la pureza en su reino aun a costa de quitar la maldad
de sí mismo, su corte y su capital. Cuando la justicia prevaleciera, el Señor se complacería de habitar en medio de su pueblo.
Así que, en un sentido, este salmo es como la carta magna por la que David gobernaba bajo el escrutinio de Dios.
Salmo 102. Cristo como Rey en su rechazamiento. La referencia de He. 1.10-12 a los versículos 25-27, demuestra que está
predicho el ejercicio de corazón del Dios-Hombre.
El título singular de este salmo señala un uso privado y devocional del mismo por los santos sufrientes. Las ideas que aparecen
aquí evocan las que ya se expresaron en los salmos 22, 69, 79. El salmo 102 también presenta similitudes con algunas
declaraciones de Isaías 40–66. Con la esperanza de que Dios contestara rápidamente su oración, el salmista lamentó que se
encontraba abrumado y en gran apremio debido al hostigamiento del enemigo. Sin embargo, encontró consuelo en el hecho de
que Dios permanecería con él y no lo abandonaría, verdad que ha llevado a muchas generaciones de santos a rendir alabanza a
Dios.
Salmo 103. Israel alaba al reino por la bendición de una tan completa salvación, 1-7; por el carácter bondadoso del Señor, 8-
18; y por el reino por él establecido, 19-22.
Después de revisar las misericordias recibidas de Dios, David encontró esperanza en la relación pactal de su pueblo con el
Señor, a pesar de que era pecaminoso y débil. Con esa confianza, el salmista invocó a toda la creación pidiéndole que bendijera
a su Señor.
Este salmo, que es una celebración de la liberación divina, parece hablar de la respuesta de Dios a la oración del salmo 102.
Salmo 104. El mundo milenial alaba al Creador, el Mesías-Cristo, 1-9 (cf. 4 con He. 1.7) por sus obras, las que demuestran su
amor y grandeza, 10-35.
El salmo 104 comienza de la misma manera que el 103, con las palabras “Bendice, alma mía, a Jehová”. Este salmo es una
gloriosa alabanza a la maravillosa creación divina y al sostén de ella. Mientras que el salmo 103 alaba la misericordia hacia su
pueblo a través de la historia, éste describe el poder, sabiduría y bondad divinos hacia toda la creación. El salmista habla de
que Dios extiende los cielos como la luz, de su control soberano sobre las profundidades, de que adorna a la tierra para que sea
morada del hombre, de que ordena la sucesión del día y la noche para propiciar la vida, y de que prepara a los mares para que
preserven la vida marítima. Enseguida, alaba a Dios, quien gloriosamente reina sobre la creación y la renueva por su Espíritu.
Con base en lo anterior, el salmista suplica a Dios que quite a los pecadores que no están en armonía con la creación.
Salmo 105. Pasado histórico. Se recuerdan las maravillas del éxodo de Egipto.
Describiendo algunos aspectos de la historia de Israel (de Abraham a la peregrinación por el desierto), al ir conduciendo el
Señor de manera milagrosa a su pueblo en cumplimiento de sus promesas pactales, el salmista alaba la grandeza del amor de
Dios por los suyos.
Salmo 106. Pasado histórico. Se llama la atención sobre la bondad y la paciencia de Dios durante el viaje por el desierto.
A pesar de la fidelidad de Dios hacia Israel (Sal. 105) su historia está llena de actos de infidelidad e ingratitud. El salmo 106 es
un salmo confesional que describe algunas de las experiencias de rebelión de los israelitas y los juicios de Dios sobre ellos.
Enseguida, el salmista eleva una oración pidiendo al Señor que libre a su pueblo de su cautividad. En Nehemías 9 se encuentra
una confesión similar. Además, este salmo presenta similitudes con Isaías 63 y Ezequiel 20.

Conclusión. Que el tener vidas victoriosas, progreso hacia la madurez espiritual y un gozo abundante, sean las consecuencias
de nuestro estudio del Cuarto Libro de los Salmos: los Salmos 90 al 106.

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