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JONÁS: UNA HISTORIA DE PERDÓN

Una de las historias más famosa de la Biblia es la narrativa de Jonás. Según los eruditos
bíblicos esta novelesca narración no solo es reconocida a nivel religioso o eclesiástico, por
su gran mensaje para la fe, sino que muchos expertos en literatura la han elogiado por la
genialidad con la que su autor ha construido dicha trama.
Recuerdo que, en una de mis clases del seminario, Predicación Narrativa, el profesor nos
pidió que por favor seleccionáramos una historia bíblica; misma con la que trabajaríamos
durante todo el semestre para diseñar un sermón al estilo de monologo. En ese momento
pensé: “la historia de Jonás es una buena opción, todo mundo la conoce y su mensaje es
sencillo”. Pero ¡oh sorpresa! Una vez elegida la historia, el maestro nos pidió que
hiciéramos una investigación bíblico-teológica sobre la misma y me percaté de que el
mensaje que la Biblia busca transmitir no es el mismo que yo había pensado toda mi vida.
Por esto, quisiera compartir con todos ustedes lo que los investigadores bíblicos dicen
acerca del mensaje de Jonás.

La soberanía de Dios ante la desobediencia del hombre


Según yo, y mis clases de escuela dominical, el mensaje que la Biblia pretendía comunicar
en la trama de Jonás era claro: “Por más rebelde que sea el hombre, siempre la soberanía de
Dios saldrá triunfante; así que lo mejor es obedecer a Dios desde el principio”. Sin
embargo, entre los eruditos que consulté para preparar mi sermón narrativo, los que
apoyaban mi tesis eran minoría; además, noté -en los que me secundaban- que su
interpretación estaba basada en una lectura superficial del texto y además despegada del
contexto (situación en la que se originó y/o se desarrolla la narración).

Una parábola en el Antiguo Testamento


Por otro lado, fue grande mi sorpresa al percatarme de que los eruditos no solamente
proponían un mensaje distinto sobre la historia; sino también un acercamiento
interpretativo diferente. En resumen, los biblistas sostienen que la narrativa de Jonás se
puede interpretar de tres maneras distintas: históricamente, alegóricamente y como una
parábola.
Interpretar a Jonás como un personaje histórico es situarlo en la primera mitad del s. VIII a.
C., por el tiempo de Jeroboán II (2 Re 14:25). El problema, para algunos biblistas, es que en
este tiempo Nínive no era la capital de Asiria; por tanto, no era posible que tuviera las
extraordinarias dimensiones con las que es descrita en el 3:3. Además, no hay evidencia
histórica con la que podamos comprobar que alguna vez Nínive se convirtió al judaísmo.
Por lo anterior, muchos han optado por una interpretación alegórica. En esta perspectiva,
básicamente, se pretende transponer todos los elementos de la narración (uno por uno) al
plano de la realidad. En la mente de los eruditos que defienden esta postura: Nínive
representa al mundo pagano; mientras que Jonás al pueblo de Israel. Así que, como Israel
(Jonás) se niega a cumplir su tarea misionera, es devorado por la tragedia del exilio (gran
pez). Después del exilio es reafirmada la misión al pueblo, el cual comparte con Jonás ese
sentimiento de enojo; es decir, no acepta el perdón de Dios para con los paganos. Sin
embargo, esta perspectiva presenta serias complicaciones; por ejemplo: Israel no marchó
voluntariamente al exilio, pero Jonás sí pide que lo lancen al mar; por otro lado, los
marineros de la historia de Jonás no encuentran un equivalente con la del pueblo de Israel.
Por último, la tercera manera de interpretar la historia es viéndola como una parábola
didáctica. La mayoría de los comentaristas proponen que la mejor opción es interpretarla de
esta manera, es decir, como una construcción literaria que, aunque se fundamente en ciertos
elementos históricos; tiene como objetivo último, más que comunicar una historia, dejar un
mensaje significativo en las personas que la escuchen o la lean. Así pues, la pregunta sobre
el mensaje seguía sin responderse; pero mi asombro al encontrar una parábola en el Antiguo
Testamento era muy grande, pues hasta ese momento yo sólo había oído hablar de las
parábolas de Jesús; las cuales se encuentran en los Evangelios del Nuevo Testamento.

Un llamado a la reconciliación
Después de haber realizado aquella investigación, todo parecía muy claro, me convencí de
que Jonás no era una historia que pretendía recordarnos que la soberanía de Dios siempre
será más grande que la rebeldía humana, pues, aunque esto sea cierto, el librito de Jonás
tiene otras intenciones: es un llamado a la reconciliación. En el contexto de la narrativa,
Jonás es llamado a predicarle a Nínive, ciudad capital del Imperio Asirio; mismo que
representaba el enemigo clásico de Israel y recordado por ser cruel en extremo.
Por esto, el escritor bíblico de Jonás fue inspirado por Dios para trazar esta maravillosa
historia, probablemente en el siglo IV a.C.; por medio de la cual Israel pudiera comprender
que ya era tiempo de perdonar a su opresor histórico y dejar el pasado atrás. En otras
palabras, el mensaje de Dios era claro: es tiempo de reconciliarse con el prójimo, ya es
momento de reconciliarse con los asirios. En este sentido, dicen los eruditos bíblicos, la
fuerza teológica del relato está en el último capítulo del libro: la famosa escena de la
calabacera o la planta. Aquí, luego de que Dios ha perdonado a los habitantes de Nínive y
Jonás reclama un castigo de acuerdo a su predicación (destruir la ciudad); el texto continúa
diciendo:
“Entonces Jonás se fue al oriente de la ciudad e hizo una enramada. Luego se sentó
bajo la sombra de la enramada mientras esperaba ver lo que le acontecería a la
ciudad. Ahora bien, el Señor Dios proveyó que una planta frondosa creciera allí y
pronto extendió sus anchas hojas sobre la cabeza de Jonás y lo protegió del sol.
Esto le trajo alivio y Jonás estuvo muy agradecido por la planta.
¡Pero Dios también proveyó un gusano! Al amanecer del día siguiente, el gusano se
comió el tallo de la planta, de modo que se marchitó. Así que cuando el sol se
intensificó, Dios proveyó un viento abrasador del oriente para que soplara sobre
Jonás. El sol pegó sobre su cabeza hasta que se sintió tan débil que deseaba
morirse y exclamó: «¡Es mejor morir que vivir así!».
Entonces Dios dijo a Jonás:
—¿Te parece bien enojarte porque la planta murió?
—¡Sí —replicó Jonás—, estoy tan enojado que quisiera morirme!
Entonces el Señor le respondió:
—Sientes lástima por una planta, aunque tú no hiciste nada para que creciera.
Creció rápido y murió rápido. Pero Nínive tiene más de ciento veinte mil habitantes
que viven en oscuridad espiritual, sin mencionar todos los animales. ¿No debería
yo sentir lástima por esta gran ciudad?” (Jonás 4:5-11 NTV)
Según el relato, Jonás está muy enojado porque Dios ha destruido la planta que le hacía
sombra; pero era una planta creada por Dios y no por Jonás. La intención de esto es que
Jonás y el pueblo de Israel reflexionen en lo absurdo de su actitud, ¿cómo son capaces de
conmoverse por aquellas cosas que ellos no han creado (la planta) ?; pero ¿esperan que
Dios no tenga misericordia de una nación entera que también es su creación (Nínive)?
Así pues, la última intervención divina en el relato, le recuerda a Jonás que los habitantes
de Nínive también son creación de Dios; y no sólo los seres humanos, sino los animales que
la habitan: ¿Cómo pretender entonces que la ira divina arremeta sin misericordia contra su
creación? Podemos decir que el mensaje del relato, no solo es un llamado a la
reconciliación con los ninivitas; sino con la creación entera, cuando dice: “Pero Nínive
tiene más de ciento veinte mil habitantes que viven en oscuridad espiritual, sin mencionar
todos los animales” (4:11). Esta historia nos invita a ver al prójimo, aunque sea de una etnia
o ideología distinta, y a toda la naturaleza como lo que son: creación de Dios.
En la voz de Jonás se recoge el sentimiento judío hacia los ninivitas, quienes al mero estilo
de los fariseos, pensaban: Dios debería ser menos paciente, más severo y menos amoroso.
Sin embargo, el Señor los llama por medio de esta parábola a la reconciliación; a entender
que el mal realizado por los asirios en el pasado se debía a que “viven en oscuridad
espiritual” (Jonás 4:11), y así mismo, esta historia reafirma que el mal se vence con el bien;
y no viceversa. Además, la oscuridad espiritual en la que se encontraba Nínive en parte era
responsabilidad del pueblo de Israel, puesto que al resistirse en compartir el mensaje de la
Ley de Dios con ellos; entonces no era posible para los asirios conocer otra alternativa de
vida.

Conclusiones
En resumen, después de aquella investigación bíblico-teológica que mi profesor me pidió
realizar, termine convencido de que el mensaje de Jonás se alejaba mucho de lo que yo
había pensado durante mucho tiempo; lejos de afirmar la soberanía de Dios sobre la libertad
humana, o sobre la rebeldía del hombre, era y sigue siendo un llamado a la reconciliación
con toda la creación. La historia de Jonás es una invitación a perdonar aún a los que nos
han dañado en el pasado, incluso, nos insinúa que si tenemos la posibilidad de ayudarles a
mejorar lo hagamos.
Hoy, vivimos en una sociedad en la que se habla mucho de libertad, derechos y
merecimientos; pero se habla poco de respeto, compasión, empatía y reconciliación. Es
tiempo de que el mensaje de esta grandiosa parábola nos hable. Jonás, aunque fue escrita y
pensada para el pueblo judío, en nuestra sociedad actual todavía tiene mucho que
enseñarnos; sigue siendo Palabra de Dios buscando ser recibida para transformar las
realidades del ser humano. Su mensaje nos invita, como latinoamericanos, a hacer un lado
el pasado y dejarnos de ver como los que alguna vez fueron conquistados por los europeos,
dejar de vernos como los que siempre son sometidos, como los que tienen preguntas y no
respuestas; quizá el mundo está como está porque muchos de nosotros, egoístamente,
hemos permanecido callados ante una sociedad que pide a gritos una alternativa de vida
distinta. A todos aquellos que somos de fe, nos invita a no sentirnos superiores ante aquellas
personas que aun no han conocido el mensaje transformador del Evangelio; incluso nos
hace responsables, cuando menos en parte, de su desdicha y su maldad, pues gracias a
nuestra egolatría y a nuestra pasividad, todavía hay en nuestro entorno millares de personas
que viven la vida sin esperanza y sin sentido.
Por último, debo admitir esta interpretación sobre el libro de Jonás me resultó desafiante y
revitalizadora. En la primera manera de interpretar el texto, donde la soberanía de Dios se
impone ante la rebeldía o desobediencia humana, yo jugaba un papel pasivo dentro de la
historia que al fin y al cabo terminaría haciendo lo que a Dios le placiera; pero cuando me
veo a mí desde esta segunda perspectiva hermenéutica, en la que el Señor apela a mi
conciencia para hacerme ver la necesidad de reconciliarme con mi prójimo y con la
creación entera, entonces ejerzo mi libertad y tomo un papel activo dentro de la situación.
Así, la pregunta retorica con la que cierra el libro tiene más sentido, cuando yo soy alguien
activo dentro de las situaciones de la vida, incluso puedo imaginarme a Dios
preguntándome hoy y en mi lenguaje: “Si te he perdonado tanto a ti que fallas aun
conociéndome, ¿por qué no debería perdonar aquellas personas que sin conocerme te han
hecho daño?”

Bibliografía Consultada
Abrego de Lacy, J. M. (1993). Los libros proféticos. Pamplona, España: Verbo Divino.
Beauchamp, P. (1981). Los Salmos noche y día. Madrid, España: Cristiandad.
Dominic Crossan, J. (10 de Mayo de 2018). Las parábolas como pedagogía participativa.
Obtenido de Blog de Estudios Bíblicos:
https://blogdeestudiosbiblicos.wordpress.com/2014/07/13/las-parabolas-como-
pedagogia-participativa-john-dominic-crossan/
Monloubou, L. (1987). Los profetas del Antiguo Testamento. Estella, España: Verbo Divino.
Mora, V. (1981). Jonás. Estella, España: Verbo Divino.
Ravasi, G. (1989). Los profetas. Bogota, Colombia: Ediciones Paulinas.
Schokel, L. A., & Sicre Díaz, J. L. (1980). Profetas (Tomo II). Madrid, España: Cristiandad.

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