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Habría que entender que la gracia es una realidad histórica y que la historia misma es
gracia. Es decir, la historia de la salvación no es paralela a la historia humana. Tampoco
se puede entender la historia como un escenario en el que se realiza la salvación: “Dios ‘entra’
en la historia para realizar la salvación y corregir la historia”; esto sería una visión
reduccionista y hasta maniqueísta (corriente filosófica que pensaba que había dos principios:
uno bueno y uno malo, los cuales estaban relacionados) de la historia. Más bien, debemos
entender que Dios se sirve de todos los acontecimientos humanos (con todo lo positivo y
negativo que ellos puedan tener) para ir construyendo algo bueno: la salvación de los
hombres. La historia misma es el medio en donde Dios hace historia de Salvación.
Es un texto de compromiso. Es decir, busca aclarar y especificar todos los detalles para
que nada se preste para malentendidos y así satisfacer todos los intereses o preocupaciones.
Los textos de compromiso están cargados de oraciones subordinadas, de modo que el exceso
de subordinación a veces hace perder de vista la idea central del texto. La afirmación
fundamental es, entonces, que LA IGLESIA REALIZA LA OBRA DE SALVACIÓN: Así
como el Padre envió a Cristo, él envió también a los Apóstoles no solo para que
anunciaran sino también para que realizaran la obra de la salvación.
La Iglesia sólo es Iglesia si actúa unida a Jesucristo, nunca actúa separada de él. Para
ser Iglesia debe estar, necesariamente, unida a Cristo.
Entonces, ¿por qué podemos afirmar que la Iglesia realiza la obra de la salvación?
Porque ella es el cuerpo del Cristo Total y, por lo tanto, actúa siempre unida a Él. La Iglesia
es Cristo, aquí y ahora, realizando su obra de salvación. Esta es la teología que está detrás
del libro de los Hechos de los apóstoles. Por lo tanto, debemos entender que si la Iglesia
realiza la obra de la salvación es por ser el cuerpo de Cristo. También debemos entender que,
desde la teología de la SC, es incorrecto decir que la liturgia se hace en nombre de Cristo,
porque algo se hace en nombre de alguien cuando ese alguien no está. Afirmarlo así sería
decir que somos una entidad separada de él. Si se actúa en nombre de Cristo quiere decir que
la Iglesia no es Cristo.
Aldazábal (Vocabulario básico de Liturgia) dice que este término hace referencia a
“recuerdo” [ZikhkharonanámnesisconmemoratioMemorial]. No se trata de un
recuerdo subjetivo asimilable con una evocación, sino que se trata de una obra que es
productora de salvación en cuanto que hace presente aquí y ahora el acontecimiento
que se está celebrando y que no es repetido, sino que es re-presentado (se hace presente
una vez más) y “actualizado”: Hoy se realiza el acontecimiento.
Aunque algún hecho debe ser entendido, desde las categorías humanas, como pasado,
en Dios esa categorización no existe porque todo es presente. Por eso, Mazza (un autor de
Liturgia) dice que el memorial es como ir al pasado porque nos lleva a una realidad que, para
nosotros está en el pasado pero que es parte del eterno presente de Dios. Celebrar el Memorial
es entrar en el tiempo de Dios, es decir, el eterno presente.
Por lo anterior, puede decirse que el memorial es, simultáneamente, Evocación del
pasado (dimensión evocativa), realización en el hoy (dimensión conmemorativa) y anuncio
del futuro (dimensión escatológica). Si no tiene las tres dimensiones, no es memorial.
Para volver a SC, hay que decir que la Iglesia realiza la salvación porque ella es
Cristo que le da valor salvífico a la obra humana, porque su palabra es eficaz y porque
ella entra en la dinámica del eterno presente de Dios. Finalmente hay que decir que el
único sujeto que puede hacer el memorial es Cristo mismo. No es correcto decir que
hacemos memorial de Cristo, es Cristo mismo quien hace memorial de su propia
Pascua. Sin embargo, la Iglesia lo hace por cuanto ella es cuerpo de Cristo. Es decir, la
Iglesia, cuerpo de Cristo, es sujeto del memorial. Si me aparto de la Iglesia no puedo
realizar el memorial. Aquí está el elemento fundamental para hablar de la validez de
los sacramentos: celebro válidamente los sacramentos en la medida que hago lo que la
Iglesia quiere que haga.