Professional Documents
Culture Documents
MARISA RAU
Contorneando el problema
Coincidimos con Grisolía cuando afirma: Como hemos visto, la mayoría de los
estudios epidemiológicos se basan en medidas de conducta (por ejemplo,
condenas por actos criminales) que raramente especifican el diagnóstico de los
pacientes violentos. Este punto es crucial, aunque sea necesario cometer
crímenes para entrar en la categoría de psicópata o de personalidad antisocial
y la gran mayoría de los criminales no entren en esta definición. Sostiene que
entre los reclusos violentos ocurre que aunque todos son criminales, la mayoría
no entran en la definición de personalidad antisocial ni de psicópata y lo
ejemplifica aludiendo a un estudio sobre jóvenes varones estadounidenses
donde la frecuencia de condenas por crímenes (descartando los relacionados
con accidentes de tránsito) oscila entre el 25-47%, mientras que tan solo el 3%
de ellos resultan catalogables en términos de personalidad antisocial. Lo mismo
ocurre en poblaciones violentas de reclusos: aunque todos son criminales, la
mayoría no entran en la definición de personalidad antisocial ni de psicópata.
No debe perderse de vista que la escala de Hare nace del estudio de población
reclusa y para ser aplicada a la misma. Por lo tanto si bien es útil para
catalogar el riesgo de reincidencia en comportamientos delictivos violentos no
aporta a la diferenciación diagnóstica de la estructura subjetiva subyacente en
los sujetos (a la que hiciéramos mención al comienzo de este trabajo) e incluso
ella arroja pocos casos de psicopatía entre los abusadores sexuales de niños
(a diferencia de los resultados obtenidos sobre violadores o delincuentes
mixtos). Quiere decir que para los casos de psicopatía no asociado a violencia
física la PCL-R no es confiable. A modo de ejemplo, sabemos que el pedófilo
se autojustifica como aquel que ama a los niños y por eso no los maltrata. Sin
embargo son fieles exponentes de la perversión de tipo psicopática.
¿Basta esto para bajar los brazos y sostener que la terapia es ineficaz o
contraproducente para los delincuentes psicópatas? Creemos que no, que más
bien habría que revisar los supuestos en los que se basan los tratamientos
convencionales y desarrollar otras terapéuticas e investigaciones que permitan
reorientarlas de acuerdo a los resultados obtenidos.
Diagnóstico = Tratamiento
adecuado al
Peligrosidad + clínico interno
psicopatológico
(lo general, (lo singular)
escala Hare y (lo particular)
otras)
Por supuesto esto implica hacer a un lado los supuestos basados en que la
mera instrucción intelectual y desarrollo de aptitudes laborales o habilidades
social tendrán una incidencia positiva en el posterior comportamiento de los
llamados psicópatas, es decir acorde a las normativas morales de la sociedad.
Ellos no son minusválidos a la hora de comprender las reglas sociales, la
problemática es mucho más compleja como para seguir ateniéndonos a tales
criterios epistémicos, tan antiguos como inapropiados.
La meta más realista y a la vez más productiva sería que tales sujetos asuman
la responsabilidad sobre sus comportamientos (desplazando a un rol
secundario los análisis sociales que cognitivamente realicen sobre los motivos
de su acción). En otras palabras, que se inaugure el campo de una elección
posible que involucre directamente su propia subjetividad. Una elección que
rompa el circuito de la repetición y reintegre el sentido de su acción a un campo
simbólico donde una variedad de opciones son posibles. Donde la implicación
subjetiva no pueda ya más, ser dejada de lado o pasar, para el propio sujeto,
inadvertida. ¿ Qué mejor manera para quebrar lo predeterminado y devolver la
libertad (de elección, de sentido, de acción) que reinaugurar el campo del libre
albedrío a consecuencia de un trabajo sobre la subjetividad y su capacidad de
simbolización? Si no estamos frente a una enfermedad mental en los términos
que al comienzo hemos definido, queda abierta la posibilidad de reintegrar al
sujeto (único e irrepetible) al sentido de su acción brindando una nueva
posibilidad de elección. Una donde el "nombre propio" pueda ser reinventado,
escapando a la condena de ser construido sobre la magnitud del quehacer
criminal.
Acordamos con la opinión vertida por Roca y Montero tras pasar revista a los
programas institucionales que diversos países destinan a delincuentes
psicópatas: Con esta definición tan genérica de técnicas aplicadas (…) no es
posible esperar resultados positivos; si los hubiera sería un milagro, no el
efecto de un tratamiento que en realidad no existe.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
HEY HENRI, BERNARD P., BRISSET CH,: Tratado de psiquiatría, Masson SA,
Barcelona, 1978.