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Dirección
Miguel Simón Mata
Autores
Javier de la Cruz Pardo, Miguel Yanes Puga, Cristina Patricia Sánchez Rojas y Miguel Simón Mata
Colaboraciones textos
Cristina Pardo Calle, Gloria García Fernández y José Luis Vizoso Ramírez de Verger
Otras colaboraciones
Antonio Castellano Torrejón, José Antonio Garrido García
Cartografía y SIG
Carolina Saldaña Díaz
Fotografía de portada
Javier Hernández Gallardo
Fotografías
Agustín Madero Montero (AMM), Amelia Garrido Campos (AGC), Antonio Herrera (AH), Antonio Rodríguez
Mariscal (ARM), Antonio Ruiz Ruiz (AR), Archivo Consejería de Medio Ambiente (CMA), Carlos Palacín (CP),
Carlos Serrano Nuñez (CSN), Cristina Patricia Sánchez Rojas (CPS), Elena Diéguez (ED), Enrique García Barros
(EGB), Francisco Bruno Navarro Reyes (FBN), Francisco Martín Barranco (FMB), Francisco Sánchez Piñero
(FSP), Fundación Gypaetus (FG), Gabriel Blanca (GB), Gonzalo Muñoz (GM), Ildefonso Alcalá (IA), Javier de
la Cruz (JC), Javier Hernández Gallardo (JH), Javier Milla López (JM), Javier Olivares (JO), Javier Pérez López
(JPL), José Ángel Gómez Palomares (JAGP), José Antonio Garrido (JAG), José Bayo Valdivia (JB), José Luis
Sánchez Balsera (JLS), José Luis Vizoso Ramírez de Verger (JLV), José Manuel Castro (JMC), José Manuel Martín
Martín (JMMM), José Miguel Barea Azcón (JMB), José Miguel Molina (JMM), Juan Carlos Braga (JCD), Juan
Carlos Delgado Santabárbara (JCD), Juan Carlos Feixas (JCF), Juan Manuel Delgado Marzo (JMD), Luis García
Cardenete (LGC), Manuel Otero Pérez (MOP), Marta Vázquez Arias (MVA), Miguel Ángel García Arias (MAGA),
Miguel Rouco (MR), Miguel Villalobos Megía (MV), Miguel Yanes Puga (MY), Pablo Barranco (PB), Programa
de Actuaciones para la Conservación del Alimoche en Andalucía (PCCAA)
Diseño y maquetación
Luciano Rosch. ESTUDIO GRÁFICO
AM GRAPHIS
Impresión
Artes Gráficas GANDOLFO
ISBN
978-84-92807-40-6
Depósito legal
SE-3777-2010
Agradecimientos
Amelia Garrido Campos, Antonio Ruiz Ruiz, Borja Nebot Sanz, Carlos Barrero Rodríguez, Carlos Salazar
Mendías, Elena Ballesteros Duperón, Fidel Fernández Rubio, Francisco Bruno Navarro Reyes, Francisco
Javier Pérez López, Francisco Jesús Martín Barranco, Francisco Sánchez Piñero, Francisco Suárez Cardona,
Gabriel Blanca López, Leonardo Gutiérrez Carretero, Luis García Cardenete, María del Carmen Pérez
Alvarado, Mario Ruiz Girela, Marta Vázquez Arias, Javier Alba Tercedor, Jorge Garzón Gutiérrez, José Ángel
Gómez Palomares, José Antonio Mancera, José Manuel Tierno de Figueroa, José María Gil Sánchez, José
Miguel Barea Azcón, Juan Carlos Delgado Santabárbara, Juan Lorite Moreno, Juan Manuel Delgado Marzo,
Juan Ramírez Román, Juan Ramón Fernández Cardenete, Julio Miguel Luzón Ortega, Octavio Infante
Casado, Pablo Barranco Vega, Pascual Rivas Palomo y Susana Molinero Herranz
Para citar este trabajo se sugiere: de la Cruz, J.; Yanes, M.; Sánchez, C.P. y Simón, M. 2010. Ambientes semiáridos
del sureste andaluz. Altiplano estepario. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía. Sevilla.
Presentación
En los actuales ambientes semiáridos y esteparios de medio natural. Las interacciones ecológicas subyacentes al
Andalucía oriental está el registro de los primeros homínidos semiárido y sus procesos físicos, únicos en Europa occidental,
conocidos para el sur de España, como también los del Argar se traducen en unos paisajes impresionantes, retadores pero
y una dilatada sucesión de culturas que, desde la Bastetania sugerentes, marcadamente atractivos. Por eso en este libro,
al tiempo actual, han venido explotando el territorio. A además de ciencia, técnica y una meritoria recopilación de
este intenso y reconocido uso suele achacarse en exclusiva información relativa a estos medios, hay también espacios
el aspecto -e incluso las condiciones físicas- del mismo. Pero para el vínculo emotivo al paisaje; para esos lugares fotogé-
con ser cierta la prolongada presencia humana y su intensa nicos y hechos metáfora por los poetas de la Andalucía más
actividad modificadora del espacio, no lo es menos que árida como Celia Viñas o Julio Alfredo Egea.
este tipo de ambientes han estado siempre presentes en la
cuenca mediterránea de forma ajena al hombre, ocupando
Además, no puede olvidarse que a las estepas del se-
mayor o menor extensión en función de las circunstan-
miárido corresponden algunas de las comarcas andaluzas
cias paleoclimáticas. Una gran cantidad de evidencias
más deprimidas demográfica y económicamente. Esta
biogeográficas, palinológicas, arqueológicas e incluso his-
doble circunstancia, la de unos territorios escasamente
tóricas así lo atestiguan, y ello, junto a su emplazamiento
desarrollados y altamente valiosos para la conservación
geográfico, está detrás de su elevada singularidad actual.
de la naturaleza, requiere el tratamiento del desarrollo
sostenible. Éste es principio inspirador de buena parte
Coincide la publicación de este libro con el Año Mundial de la política territorial de la Junta de Andalucía y, más
de la Biodiversidad, una iniciativa promovida por la Asamblea específicamente, de la Consejería de Medio Ambiente y su
General de las Naciones Unidas con el fin de incrementar Programa de Conservación, Protección y Restauración de
la atención internacional sobre el problema de la pérdida de los Ambientes Esteparios Semiáridos del Sureste Andaluz,
diversidad biológica. Tal diversidad entraña gran parte de la del cual, precisamente, esta obra es uno de sus resultados.
riqueza que, entre los valores del medio natural, presentan
estos ecosistemas. No podía ser de otra manera, ya que los
territorios más áridos de Andalucía suponen uno de sus En este contexto, el presente libro, destinado exclusi-
núcleos fundamentales de biodiversidad. Entre las estepas vamente al Altiplano -primero de una serie de dos entre
y las altas cadenas montañosas se reparte la mayoría de los que acabará abordándose la totalidad de los ambientes
organismos endémicos más originales de Andalucía, los semiáridos-, constituye ya un elemento de referencia para
cuales se corresponden frecuentemente con aquellos de mayor la preservación de la integridad ecológica y los valores
grado de amenaza. Pero su aportación a la diversidad en el naturales de estos territorios, de forma compatible con su
contexto europeo no es únicamente taxonómica sino también desarrollo sostenible y, siempre que sea posible, mediante
ecológica, paisajística, geomorfológica y climática, lo que los la difusión y el conocimiento de su patrimonio ecológico,
convierte en territorios de gran importancia para la gestión del paisajístico y cultural.
5
Euchloe bazae. JO
Indice
Índice
Antecedentes 10
Introducción 12
Ámbito de estudio 22
Criterios de delimitación 22
Zonificación 25
Primera fase: el Altiplano estepario 37
7
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
El Altiplano estepario
1. Objetivos 41
2. Marco metodológico 45
8
Cortijo en el sureste de Jaén. MY
Índice
El Altiplano, tierra dura. He aquí un vasto territorio, cumbres, en palabras de la poetisa Celia Viñas, alme-
también conocido como la hoya, de Guadix, de Baza, riense de vocación...
de Huéscar y sus prolongaciones, en continuidad común
Prefiriendo aquí el nombre que describe aquello que el
del gran surco Intrabético. Y es en este aparente antago-
nismo semántico, donde el territorio encuentra su más territorio es en sí mismo, antes que aquel que designa lo que
perfecta dimensión geográfica. Así es el Altiplano. Por resulta respecto al medio circundante, en cualquier caso el
un lado, espacio predominantemente llano y dispuesto Altiplano ha sido y sigue siendo uno de los principales y más
a notable altura sobre el nivel del mar, mientras que por extensos espacios de índole esteparia en el contexto europeo,
otro, constituye también hoya, depresión intramontana una estepa tempranamente reconocida como tal desde los pio-
circundada por unas sierras con respecto a las cuales neros estudios sobre este tipo de medios en la Península Ibérica
queda, ciertamente, a muy inferior cota. Cementerio de (Willkomm, 1896; Reyes-Prósper, 1915; Cuatrecasas, 1929).
Se me muere esta tierra entre las manos
con vocación de luna deshojada,
cementerio de cumbres, tierra dura
donde sólo las rocas sueñan sangre
y en los barrancos humedad de axila...
Celia Viñas
El Altiplano es estepa interior y aunque aún pobremente cambios muy importantes en las últimas décadas. Buena parte
conocido y reconocido, atesora, ya se ha escrito, una elevada de esta evolución es necesaria e ineludible por orientada al de-
singularidad y diversidad ecológica, geomorfológica y paisajís- sarrollo de uno de los territorios más desfavorecidos socioeco-
tica. Ello no es sino el resultado ancestral de una sinergia de nómicamente de Andalucía. Pero algunos de tales cambios,
hostilidades biogeográficas, climáticas y edafológicas, a las que se sin embargo, vienen arrastrando consigo la pérdida, en gran
añade el intenso uso humano del territorio. Un uso vehemente medida irreversible, de una parte de los valores naturales más
y antiquísimo, pues no en vano de aquí proceden los primeros importantes del Altiplano. Y es precisamente para intentar
conjugar ambos factores, conservación y desarrollo, el motivo
registros conocidos sobre el poblamiento humano de Andalucía.
por el que la Consejería de Medio Ambiente gesta y propone
Ahora bien, la historia natural y humana del Altiplano, el Programa de Conservación, Protección y Restauración del
sustancialmente similar durante siglos, ha experimentado Altiplano Estepario.
Atardecer en el sureste de Jaén. JM
Objetivos
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Objetivos
Abejaruco. JM
El objetivo general del Programa de Conservación, Protección y Restauración del Altiplano estepario es
contribuir a preservar la integridad ecológica y los valores naturales de este territorio de forma compatible con su
desarrollo sostenible, mediante la puesta en valor de sus funciones ecológicas, paisajísticas e histórico-culturales.
2. Describir las principales características del poblamiento humano del Altiplano en lo relati-
vo a sus circunstancias históricas, culturales, sociales y económicas, así como la evolución
reciente y las perspectivas futuras en los usos del territorio.
3. Realizar una descripción y caracterización del medio natural en el ámbito del Programa,
con especial atención a los aspectos climáticos, orográficos, geomorfológicos, edafológicos,
hidrológicos, faunísticos, botánicos, forestales y a los procesos de desertificación.
4. Revisar y sintetizar el estado actual de conocimiento sobre los valores naturales más impor-
tantes de la zona, especialmente acerca de la distribución y los requerimientos ecológicos de
aquellos elementos considerados prioritarios en la normativa comunitaria y/o actualmente
en procesos de rarefacción, así como de los elementos singulares del paisaje.
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Objetivos
5. Poner a punto un modelo matemático de valorización relativa del territorio, capaz de identificar
las zonas de mayor relevancia desde el punto de vista de la conservación de la biodiversidad
y su grado de amenaza.
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Niño jugando en un acúmulo de esparto recolectado, Jódar. MY
Marco
metodológico
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Marco metodológico
La metodología y las referencias concretas empleadas en cada una de las aproximaciones realizadas en el
presente trabajo se exponen en los respectivos capítulos. Ahora bien, en general el desarrollo del Programa
se ha articulado en torno a tres fases complementarias y sucesivas. Éstas han sido la colecta de información,
el tratamiento de la misma y el diseño de un documento estratégico.
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Marco metodológico
Cuando se entendió necesario, se ha contado igualmente con expertos externos que asesoraron sobre
determinados aspectos del Programa de Conservación, en especial aquellos elementos singulares que podían
condicionar la sectorización del territorio.
Por otro lado, se ha diseñado un indicador sintético desde el punto de vista del valor relativo de conserva-
ción del territorio. Para ello se han establecido y ponderado los parámetros implicados, integrando geográ-
ficamente el valor correspondiente a los mismos sobre cuadrículas de 1x1 km. Finalmente se ha sectorizado
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
48
Marco metodológico
Figura 2.1. Secuencia metodológica para el desarrollo del Programa de Conservación, Protección y Restauración
RESULTADO 1: RESULTADO 3:
Prospección Caracterización y diagnosis
Expertos Documento de directrices de
de campo general del Altiplano gestión para la Conservación,
Protección y Restauración del
Altiplano.
Información preexistente RESULTADO 2:
Delimitación de zonas
de importancia para
la conservación de la
biodiversidad en el Altiplano
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Vista aérea de parte de la hoya de Baza. JH
Límites del
ámbito de estudio
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
¿Hacia dónde viajan los límites de un paisaje? ¿Qué palabra ondula frente
al ojo que intenta describirlo, hacerlo sentido a partir de la reanudación
de la memoria? El llano tiene la ventaja de perderse en su extensión: alisa
la mirada y la perturba. Siempre retorna polvoriento al mismo sitio.
Alberto Hernández Cobo.
El Altiplano es una depresión situada en el extremo oriental del surco Intrabético, que comprende los
territorios de la hoya de Guadix-Baza, adentrándose por el norte en el valle del Guadiana Menor hacia Jaén,
y hacia Almería por sus prolongaciones naturales de Fiñana, Serón y Chirivel. Se trata de un conjunto geo-
gráfico caracterizado por su relieve relativamente suave, en vivo contraste con el cinturón de sierras béticas
que lo circundan, y por su elevada altitud media, que oscila entre los 600 y 1.300 m.s.n.m.
Una vez aplicados los criterios técnicos para la definición geográfica del Altiplano, los límites del ámbito
de estudio resultan los siguientes:
En el Noroeste, el Altiplano penetra en la provincia de Jaén a través de la depresión del río Guadiana
Menor. Este extremo limita al oeste con las sierras de La Golondrina y La Cruz, en Sierra Mágina, llegando
casi hasta la misma ciudad de Jódar; la parte más norteña coincide con la carretera A-322, y al este con el
mismo Guadiana Menor. En dirección este, se encuentra la única excepción de solapamiento con un Parque
Natural. Esto sucede en terrenos de cuatro montes públicos incluidos dentro del Parque Natural Sierra de
Cazorla, Segura y Las Villas, en concreto: “Terrenos comunales” y “Cerro de Hinojares” del Ayuntamiento
de Hinojares, y “Peñas de Caja” y “Grupo de Montes de Cumbres de Poyatos” del Ayuntamiento de Huesa.
Continuando hacia el este, el Altiplano limita con la Sierra del Pozo y Sierra de Castril (ambas Parques
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Límites del ámbito de estudio
Naturales), así como por un continuo de sierras no incluidas en espacios naturales protegidos como son las
de Duda, de Moncayo, de la Sagra, Bermeja, Montilla, de Jureña, de Alcatín y de los Tornajos.
La parte más oriental está delimitada de norte a sur por la Sierra del Oso, Sierra Áspera y Sierra de la Zarza,
todas ellas muy cercanas a la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.
Al sur el Altiplano limita con Sierra Nevada, Sierra de Baza, Sierra de Gor, Sierra de las Estancias, Filabres
y Orce, así como con Sierra María, con la excepción de los tres pasillos que se abren hacia el Mediterráneo
por la provincia de Almería. El pasillo más occidental transcurre entre Sierra Nevada y la Sierra de Baza
por Dólar, Huéneja y Fiñana, terminando en terrenos de los municipios de Abla y Abrucena. El central,
se encuentra entre la Sierra de Baza y Filabres por un lado, y la Sierra de Lúcar y de las Estancias por otro,
incluyendo municipios tales como Alcóntar, Serón o Tíjola. El último y más oriental es el localizado entre
la Sierra de las Estancias al sur y la Sierra de Orce y Sierra María al norte, a través de Chirivel, Vélez-Rubio
y Vélez Blanco.
Por el oeste, el límite del Altiplano lo conforma, a grandes rasgos, la línea de núcleos de población cons-
tituida por Guadahortuna, Torre-Cardela, Moreda (Morelábor), Darro, Diezma y La Peza, estos últimos en
la base de las sierras de Arana y Huétor.
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Fuente: Ortoimagen del satélite SPOT HRVIR. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía, 2005
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Límites del ámbito de estudio
Todos estos territorios se extienden sobre una superficie de 485.288 hectáreas, en su mayor parte corres-
pondientes a la provincia de Granada, pero englobando también terrenos de Jaén y Almería (Tabla 3.1.). Ello
supone algo más del cinco por ciento de la superficie total de la comunidad autónoma andaluza.
La ubicación del Altiplano lo convierte en zona de tránsito desde Andalucía hacia el levante ibérico, lo
que permite establecer interesantes relaciones económicas a través de las principales vías de comunicación.
Esto se realiza fundamentalmente a través de la autovía A-92 que une la capital andaluza con la ciudad de
Almería, pasando por Guadix y el pasillo de Fiñana; así como su ramal A-92 N que partiendo de Guadix,
pasa por Baza y el pasillo de Chirivel hasta confluir finalmente con la autovía del Mediterráneo A7, que ver-
tebra todo el Levante. El pasillo central que comunica el Altiplano con Almería por Serón y Tíjola también
presenta una vía de comunicación importante, la A-334, carretera de la red autonómica andaluza que une
Baza con la autovía del Mediterráneo y la costa almeriense.
Entre las provincias y los municipios existe una demarcación territorial intermedia, la comarca. Se trata
de una unidad administrativa que representa a una agrupación de municipios limítrofes con características
geográficas, económicas, sociales e históricas afines (Ley Orgánica 2/2007, de 19 de marzo, de reforma del
Estatuto de Autonomía para Andalucía). El Altiplano además de ocupar parte de tres provincias se extiende
por un total de diez de estas comarcas, tres de las cuales, las de Baza, Guadix y Huéscar (Tabla 3.2.), repre-
sentan en su conjunto más de dos tercios de la superficie total de éste.
En estas diez comarcas y dentro de los límites del Altiplano se localizan un conjunto de 72 municipios
(total o parcialmente incluidos), de los cuales 52 pertenecen a la provincia de Granada, 10 a Almería y otros
10 a Jaén. De los 72 municipios tan solo 18 están completamente contenidos en el Altiplano, todos ellos en
Granada. En Jaén, sólo Hinojares y Huesa superan el 80 por ciento de superficie municipal incluida, y en
Almería únicamente María supera el 70 por ciento de inclusión (Tabla 3.3.).
No obstante, todos los municipios no son igualmente representativos, existiendo una amplia variación en
el porcentaje de superficie municipal incluida en el Altiplano, con casos como el de Píñar (3,39%) o Peal de
Becerro (0,01%), que tienen una ínfima representación en el ámbito de estudio. Desde el punto de vista del
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Tierras de María en el extremo nororiental del Altiplano, cerrado por las sierras del Oso y Áspera. JMD
tratamiento estadístico (p.e. análisis demográficos, económicos, cinegéticos, etc), ello supone un problema
pues estos municipios con una baja proporción de superficie incluida con respecto a su término municipal,
generan “ruido” en el tratamiento estadístico y desvían los valores medios hacia lo que realmente son otros
contextos geográficos. Sirva como ejemplo el caso del municipio de Úbeda que, con una baja proporción
de superficie incluida (2,17%), presenta además considerables diferencias paisajísticas (VV.AA., 2005) y
socioeconómicas con el resto del territorio.
Tabla 3.2. Relación de las comarcas y municipios con superficie incluida en el Altiplano
GRANADA BAZA 24,88 Baza, Benamaurel, Caniles, Cortes de Baza, Cuevas del Campo, Cúllar, Freila, Zújar
GUADIx 24,68 Albuñán, Aldeire, Alicún de Ortega, Alquife, Beas de Guadix, Benalúa de Guadix, Cogollos
de Guadix, Cortes y Graena, Darro, Dehesas de Guadix, Diezma, Dólar, Ferreira, Fonelas,
Gor, Gorafe, Guadix, Huélalo, Huéneja, Jérez del Marquesado, La Calahorra, La Peza,
Lanteira, Lúgros, Marchal, Polícar, Purullena, Valle del Zalabí, Villanueva de las Torres
HUéSCAR 20,54 Castilléjar, Castril, Galera, Huéscar, Orce, Puebla de Don Fadrique
IZNALLOZ 8,32 Alamedilla, Gobernador, Guadahortuna, Montejícar, Morelábor, Píñar, Pedro Martínez,
Torre-Cardela
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Límites del ámbito de estudio
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Con el fin de evitar que este tipo de municipios, con escasa representación territorial en el Altiplano,
participen de determinados análisis, se han estimado dos criterios de consideración en este ámbito. Tales
criterios son:
Tener al menos el 20% de su término municipal incluido dentro de los límites del Altiplano.
Tener al menos 3.000 ha dentro del Altiplano, aún cuando esta superficie resulte inferior al 20% del
término municipal.
* municipios que no cumplen los criterios indicados, a efectos de su inclusión en los análisis socioeconómicos.
Fuente: Elaboración propia.
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Límites del ámbito de estudio
* municipios que no cumplen los criterios indicados, a efectos de su inclusión en los análisis socioeconómicos.
Fuente: Elaboración propia.
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
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Límites del ámbito de estudio
Una vez aplicados estos criterios se obtiene un total de 62 municipios territorialmente representativos,
en base a los cuales se realizarán los tratamientos estadísticos relativos al medio humano y socioeconómico
(Tabla 3.3.). De estos municipios, 48 pertenecen a Granada, 7 a la provincia de Almería y otros 7 a la de
Jaén. En cualquier caso, los límites físicos al resto de efectos son los que han sido anteriormente expuestos
en el apartado 3.1.
El pasillo entre las sierras de Mágina y Cazorla, surcado por el río Guadiana Menor, constituye la contribución giennense al Altiplano estepario. MY
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La zona más árida del Parque Natural de Cazorla,
Segura y Las Villas foma parte del Altiplano. JLS
Figuras de
protección
del territorio
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
“Dame retama
amarga hiel de tus leñosas venas
para mezclar el vino de mi sangre roja.
Dame, esparto
de tu lanza cruel que al cielo hiere
el aguijón que despierte mi cansado cuerpo.”
Juan J. Alarcón
La gran diversidad biológica, geológica y paisajística de Andalucía dota a esta región de uno de los pa-
trimonios naturales más ricos y mejor conservados de Europa. Dicha diversidad y la posibilidad de compa-
tibilizar la conservación de la naturaleza con el aprovechamiento ordenado de los recursos naturales y el
desarrollo económico, fueron motivos suficientes para que en 1989 se creara la Red de Espacios Naturales
Protegidos de Andalucía (RENPA) con la publicación de la Ley 2/1989, de 18 de julio, por la que se aprueba
el Inventario de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía y se establecen medidas adicionales para su
protección. Este inventario incluye las figuras de la normativa estatal entonces vigente (Ley 4/1989, de 27 de
marzo, de Conservación de los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestre) como Parques, Reservas
Naturales, Monumentos Naturales y Paisajes Protegidos, así como otras tres figuras propias, Paraje Natural,
Parque Periurbano y Reserva Natural Concertada.
Además, en el contexto normativo andaluz las figuras legales de protección de la RENPA se comple-
mentan con la figura legal denominada “Zonas de Importancia Comunitaria (ZIC)” de acuerdo con la
modificación del artículo 2 de la Ley 2/1989, producida mediante el artículo 121 de la Ley 18/2003. Esta
nueva figura legal corresponde a todos los espacios naturales protegidos que integran la Red “Natura
2000” en Andalucía.
La denominada Red Natura 2000 se configura como una red ecológica europea de Zonas Especiales de
Conservación (ZEC) y su creación viene establecida en la Directiva 92/43/CEE del Consejo de 21 de mayo,
relativa a la conservación de hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres, conocida como Directiva
Hábitats. Además ésta recoge expresamente la integración en la Red Natura 2000 de las Zonas Especiales
de Protección para Aves (ZEPA) ya clasificadas como tal o las que se clasifiquen en un futuro en virtud de la
Directiva 79/409/CEE del Consejo, de 2 de abril de 1979, relativa a la Conservación de las Aves Silvestres,
conocida con Directiva Aves.
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Figuras de protección del territorio
Hoy en día, la RENPA se configura como un sistema integrado y unitario de todos los espacios naturales
ubicados en el territorio de la Comunidad Autónoma de Andalucía que gocen de un régimen especial de
protección en virtud de la normativa autonómica, estatal y comunitaria, o de convenios y normativas inter-
nacionales. Además, puede incardinarse, total o parcialmente, en otras redes similares de ámbito territorial
superior, ya sean nacionales o internacionales.
La RENPA es la red de carácter regional de espacios protegidos más importante en número y superficie
de la Unión Europea. Está constituida, en 2007, por 150 espacios protegidos entre Parques Nacionales (2),
Parques Naturales (24), Parques Periurbanos (21), Parajes naturales (32), Paisajes Protegidos (2), Monumentos
Naturales (37), Reservas Naturales (28) y Reservas Naturales Concertadas (4), en los que se encuentran los
ecosistemas más representativos del territorio andaluz.
Los Monumentos Naturales son espacios o elementos de la naturaleza constituidos básicamente por
formaciones de notoria singularidad, rareza o belleza, así como las formaciones geológicas, yacimientos pa-
leontológicos y demás elementos de la gea que reúnan un interés especial por la singularidad o importancia
de su valores científicos, culturales o paisajísticos (Ley 4/1989, de Conservación de los Espacios Naturales y
de la Flora y Fauna Silvestre). En el territorio se localizan dos Monumentos Naturales, uno en Castril y otro
cercano a Guadix (Tabla 4.1.), ambos dentro de los límites del Altiplano.
El ámbito de estudio está rodeado por un conjunto de sierras que mayoritariamente se corresponden con
espacios naturales protegidos, en concreto siete: P. N. Sierra de Huétor, P. N. Sierra Mágina, P. N. Sierras de
Cazorla, Segura y Las Villas, P. N. Sierra de Castril, P. N. Sierra María – Los Vélez, P. N. Sierra de Baza y el Espacio
Natural de Sierra Nevada. La unidad paisajística del Altiplano estepario considerado en el Atlas de los Paisajes
de Andalucía (Moreira et al., 2005) se solapa con cinco de ellos, si bien y tras aplicar los criterios de delimitación
de este proyecto únicamente un Parque Natural está incluido dentro de sus límites, el de las Sierras de Cazorla,
Segura y Las Villas. Otros cuatro (Sierra de Castril, Sierra María - Los Vélez, Sierra de Baza y Sierra Nevada)
conforman parte del límite del ámbito de estudio, y otros dos quedan en su inmediata periferia (Mágina y Huétor).
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Este Monumento cuenta con una superficie de 5,2 hectáreas íntegramente en el término municipal de Marchal.
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Figuras de protección del territorio
El Parque es nacimiento oficial de dos de los ríos más importantes de la Península Ibérica: el Guadalquivir,
que vierte sus aguas en el Atlántico, y el Segura, que lo hace en el Mediterráneo.
La importancia de este espacio reside en los bosques de quercíneas extendidos por todo el Parque Natural,
desde las cotas inferiores hasta los 1750 m y en todos los tipos de hábitats, desde los de suelo más pobre y cli-
ma más árido, hasta los de suelo de máxima calidad y clima mesófilo, que sirven de protección a una amplia
flora endémica entre la que sobresalen Viola cazorlensis, Aquilegia cazorlensis, Geranium cazorlense, Erodium
cazorlanum, Erodium astragaloides, Hormathophylla spinosa, Erysimun cazorlense y Narcissus longispathus,
sumando hasta un total de 24 especies endémicas.
Este Parque Natural es el único que presenta parte de su territorio incluido dentro de los límites descritos
para el Altiplano (apartado 3.1.). En concreto 4.650 ha en el sector más suroccidental, en torno al munici-
pio de Hinojares, lo cual supone poco más del 2% del Parque Natural. Esta superficie incluida del Parque se
corresponde con la zona más árida del espacio.
El Altiplano se solapa con el P.N. de Cazorla, Segura y Las Villas en las zonas más áridas de éste. MY
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La principal característica de este espacio natural es su espectacular relieve, fruto de la naturaleza caliza
del suelo, las numerosas precipitaciones en las cumbres y la acción de las aguas corrientes. Esto permite la
concurrencia de ecosistemas acuáticos con abundantes saltos, cascadas y cuevas, como la de San Fernando,
que tiene las galerías de mayor longitud y profundidad de la provincia de Granada, o la Cueva del Muerto,
donde se pueden contemplar notables formaciones de estalactitas y estalagmitas. Sobre su abrupta topografía
crece una vegetación dominada, en las zonas bajas, por especies del género Quercus, encina fundamental-
mente, y por masas de pino carrasco, las cuales son sustituidas por quejigos, fresnos y arces en las áreas más
húmedas. El pino salgareño domina las partes altas de la sierra, dejando paso, a su vez, a la sabina rastrera y
a las comunidades de tipo almohadillado-espinoso o piornales en las crestas y roquedos.
Esta sierra presenta una estructura masiva y alargada que se levanta como una isla, constituyendo una
zona boscosa de altísimo interés, por el contraste que ofrece con el entorno inmediato de la provincia. Estas
formaciones forestales son las mejor conservadas de la provincia de Almería, con rodales de vegetación
arbustiva y subarbustiva y cultivos agrícolas dando lugar a una alta variedad de hábitats que enriquecen la
comunidad faunística presente en el espacio. Destaca el grupo de los invertebrados con 244 taxones cen-
sados, de los que un 15% son endémicos en distinto grado, así como su elevado interés desde el punto de
vista florístico, con numerosos endemismos locales, béticos y manchego levantinos debido a su ubicación
biogeográfica. También son destacables los yacimientos arqueológicos del Paleolítico y Neolítico, así como
las pinturas rupestres del Parque.
68
Figuras de protección del territorio
Esta sierra constituye una mole con altitudes superiores a los 2.000 m, que se eleva por encima del Altiplano,
participando por su ubicación de los endemismos béticos filábrides y nevadenses. El Parque encierra entre sus
límites amplias y densas masas arboladas de pinares autóctonos de pino silvestre (Pinus sylvestris) y pino negral
(Pinus nigra salzmannii) y, en menor medida, encinares mezclados con rodales y manchas mixtas de bosque
caducifolio de acerales (Acer opalus subsp. granatense) y serbales (Sorbus aria). Asimismo, se pueden encontrar
tejos relícticos en peligro de extinción (Taxus baccata), acompañados por matorral almohadillado de alta mon-
taña y formaciones rastreras de sabina y enebro junto a pastizales en las zonas de mayor cota. También, son de
gran interés los hallazgos arqueológicos, testimonio de su intenso y antiguo poblamiento.
Es uno de los espacios naturales protegidos más extensos de Andalucía, pues cuenta con una superficie
de 171.829 hectáreas de las que 86.208 han sido declaradas como Parque Nacional. Constituye uno de los
macizos montañosos de mayor altitud de toda Europa occidental, tras Los Alpes, y es el techo de la Península
La zona cacuminal de Sierra Nevada constituye la máxima elevación de la Península Ibérica y sirve de ho-
rizonte sur al Altiplano. En la imagen, cara norte de los picos Mulhacén, Veleta y Alcazaba. JMD
69
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Ibérica pues alberga sus dos mayores cotas, el Mulhacén (3.482 m) y el Veleta (3.398 m), además de otros veinte
picos por encima de los 3.000 m.s.n.m. Su relieve tiene un extraordinario interés geomorfológico debido a
las formas de modelado glacial y periglacial existentes.
La diferencia altitudinal con la consiguiente variación de las condiciones climatológicas, su historia geoló-
gica y su estratégica situación geográfica dotan a este Espacio Natural de una enorme riqueza botánica, siendo
el área con mayor concentración de endemismos del continente europeo. Presenta 2.100 especies vegetales,
de las que 116 se encuentran amenazadas. Asimismo representa el límite suroriental de distribución para
distintos elementos faunísticos, vinculados a medios marginales en el contexto meridional ibérico, como los
robledales y pastizales de alta montaña.
Sus principales comunidades vegetales son los encinares, bosques caducifolios de castaños y melojos,
pinares de alta montaña y el piornal en cotas más altas, donde las especies adoptan una forma almohadi-
llada para preservarse de las bajas temperaturas invernales y los helados vientos. Los innumerables cursos
de agua que discurren por Sierra Nevada están flanqueados por bosques en galería formados por choperas
y saucedas. En los «cascajares», acumulaciones de piedras sueltas, y en los «borreguiles», pastizales de alta
montaña propios de suelos húmedos, se localizan la mayor parte de las más de 60 especies que de manera
exclusiva crecen en Sierra Nevada. Además, en este macizo habitan un alto número de especies de inverte-
brados, entre los que, por ejemplo, se han inventariado 116 mariposas diurnas (Carrión y López, 2002). Una
parte importante de esta fauna es endémica, caso de 15 mariposas como Plebicula golgus o la muy conocida
Parnasius apollo nevadensis, al menos 37 coleópteros como el Iberocardium loquinii, y 90 especies de insectos
acuáticos (Molero et al.,1992).
70
Figuras de protección del territorio
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Además de los Parques mencionados, otros dos se encuentran en la proximidad del Altiplano, si bien no
sirven de límite a éste. Se trata de los Parques Naturales de Sierra de Huétor y Sierra Mágina.
Situada al sur de la provincia de Jaén, la Sierra Mágina constituye el macizo más elevado de la provincia
de Jaén, alcanzando los 2.167 m en el pico de Mágina. En su superficie, de 19.961 ha, están incluidos 9 mu-
nicipios con una población aproximada de 36.000 habitantes, si bien no existe ningún núcleo poblacional
en su interior. Sobre su relieve escabroso, de pronunciadas pendientes y profundos barrancos, se asienta una
valiosa vegetación mediterránea, que incluye especies de distribución muy restringida en el sur de la Península
Ibérica y otras exclusivas de esta sierra como Jurinea fontqueri o Helianthemun frigidulum. Por otro lado, la
naturaleza caliza de las rocas ocasiona un paisaje escabroso donde abundan los lapiaces, torcales, dolinas y
otras formas propias del llamado modelado kárstico.
Según la Directiva 92/43/CEE, las Zonas de Especial Conservación (ZEC) son espacios delimitados
para garantizar el mantenimiento o, en su caso, el restablecimiento, de un estado de conservación favo-
rable de los tipos de hábitats naturales de interés comunitario, así como de los hábitats de las especies
de interés comunitario.
72
Figuras de protección del territorio
La mayor parte (62%) de los LIC se localizan en espacios incluidos en la actual Red de Espacios Naturales
Protegidos de Andalucía (RENPA), suponiendo la práctica totalidad de la superficie que constituye la RENPA
(99’38%). Los núcleos de población en el interior de estos LIC suman algo menos de 100.000 habitantes.
Además, la población comprendida por LIC que no gozan de ninguna figura de protección se encuentra lige-
ramente por encima de los 14.000 habitantes. En cuanto a la titularidad del territorio propuesto, destaca que
los montes públicos suponen más del 26%, unas 654.943 hectáreas. A esta superficie de titularidad pública
se añade la correspondiente a las zonas marinas, 84.178 hectáreas, y la superficie que aportan los tramos de
ríos incluidos en la propuesta.
De esta propuesta de Lugares de Interés Comunitario, únicamente seis casos se localizan parcialmente
en el ámbito de estudio y otro se encuentra incluido totalmente, sumando el Altiplano un total de 11.697 ha
declaradas como LIC (Tabla 4.2.).
73
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Único lugar de interés comunitario incluido por completo en el ámbito de estudio. Este tramo
discurre por las provincias de Jaén y Granada, desde el límite suroeste del P. N. Cazorla, Segura y Las
Villas hasta la presa del embalse del Negratín. Este tramo del Guadiana Menor es importante para
el Calandino.
Tabla 4.3. Tipos de hábitat presentes en el LIC Río Guadiana Menor-Tramo Superior
Tramo del Guadiana Menor perteneciente a la provincia giennense y que transcurre desde su unión con
el Guadalquivir hasta la altura donde recibe las aguas del río Ceal. A lo largo de su recorrido coincide con
territorios del Altiplano hasta aproximadamente su intersección con la carretera A-322. Al igual que el tramo
superior, es importante para el Calandino.
Tabla 4.4. Tipos de hábitat presentes en el LIC Río Guadiana Menor-Tramo Inferior
Pequeño LIC serrano de 1.190 ha situado entre el nordeste del P.N. Sierra de Baza y el propio municipio
de Baza, presentando en el Altiplano un tercio de su superficie. Se caracteriza por sus amplias extensiones de
pastizales áridos, siendo asimismo importante para el hábitat 6110 de la Directiva 92/43/CEE. No presenta
ninguna especie de fauna de la directiva pero si una de flora, Festuca elegans.
75
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Conjunto de Sierras al este del P. N de Castril y al sudeste del P. N. de Cazorla, Segura y Las Villas. En
concreto, esta formado por las siguientes: de Duda, Seca, de la Sagra, Bermeja, Montilla, de Jureña, de los
Tornajos, de la Taibilla y parte de las sierras de la Encantada y de Marmolance. Todas ellas suman más de
46.000 ha, de las que algo más de 5.000 ocupan el Altiplano, convirtiéndose en el LIC con mayor represen-
tación territorial del ámbito de estudio.
64 30 Megaforbios eutrofos hidrófilos de las orlas de llanura y de los pisos montano a alpino 1%
76
Figuras de protección del territorio
Este espacio es imprescindible para los hábitats 6173 y 8230 e importante para los hábitats 6175, 9533 y
9561 de la Directiva 92/43/CEE . Los hábitats más destacables son los brezales oromediterráneos endémicos
con aliaga y los encinares de Quercus ilex y Quercus rotundifolia. Asimismo presenta otros elementos de al-
to interés como nutria paleártica, galápago europeo, galápago leproso, sapillo pintojo ibérico (Discoglossus
galganoi) y Atropa baetica.
Situado al norte del P. N. de Huétor, este LIC posee casi 20.000 ha de las que un millar aproximada-
mente se localizan en el Altiplano en su parte más oriental, al norte de Diezma y oeste de Darro. Además
el arroyo Anchurón (o de Frontina), incluido en el LIC, penetra en el Altiplano por el sur de Darro y
hasta el norte de Belerda (Guadix). Se trata de un lugar importante para hábitats como los brezales oro-
mediterráneos endémicos con aliaga o los matorrales arborescentes de Juniperus spp. Por otro lado es muy
importante para el cangrejo de río autóctono (Austropotamobius pallipes) y otro invertebrado, la doncella
de ondas rojas (Euphydryas aurinia), habiéndose citado potencial presencia de lince ibérico (Lynx pardi-
nus) en este entorno.
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Localizado al nordeste de la provincia de Almería, penetra en el ámbito de estudio únicamente 370 hectáreas
por el oeste y suroeste de Topares. Comprende dos zonas donde la geología condiciona en gran medida la diferen-
ciación de sus comunidades vegetales. Al norte, en el entorno de rambla Mayor, se abre hacia el este una extensa
depresión conocida como Los Barrancos en la que dominan los afloramientos de margas yesíferas colonizados
por comunidades de Gypsofila. Al sur, predominan los afloramientos calizos sobre los que se asientan encinares
y pinares mesógenos de pino carrasco. Los hábitats más característicos de este espacio son los brezales oromedi-
terráneos endémicos con aliaga y las zonas subestépicas de gramíneas y anuales Thero-Brachypodietea.
Lugar de interés comunitario que coincide completamente con el Parque Natural homónimo. Por tanto,
el territorio del LIC se superpone con el Altiplano en la misma zona que el Parque Natural.
Esta figura cuenta con una larga lista de hábitats del anexo I de la Directiva 92/43/CEE, entre los cuales
destacan por su abundancia (cobertura) los brezales oromediterráneos endémicos con aliaga, los prados alpinos
y subalpinos calcáreos, los encinares de Quercus ilex y Quercus rotundifolia, o los pinares (sud-) mediterráneos
de pinos negros endémicos. En cuanto a las especies del anexo II en este espacio residen cinco quirópteros:
murciélago ratonero grande (Myotis myotis), murciélago ratonero pardo (Myotis emarginata), murciélago de
cueva (Miniopterus scheibersii), murciélago de bosque (Barbastella barbastellus) y el murciélago ratonero forestal
(Myotis bechsteinii), así como topillo de Cabrera (Microtus cabrerae) y nutria paleártica (Lutra lutra).
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Figuras de protección del territorio
Tabla 4.9. Tipos de hábitat presentes en el LIC Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas
72 10 Turberas calcáreasa del Cladium mariscus y con especies del Caricion davallianae 1%
64 30 Megaforbios eutrofos hidrófilos de las orlas de llanura y de los pisos de montano a alpino 1%
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Respecto a otros grupos de vertebrados cuenta con galápago europeo (Emys orbicularis), galápago leproso
(Mauremys leprosa), sapillo pintojo ibérico (Discoglossus galganoi) y tres peces: el calandino (Leuciscus albur-
noides), la boga de río (Chondrostoma polylepis) y la colmilleja (Cobitis paludica). Los invertebrados incluidos
en el anexo II presentes son la mariposa isabelina (Graellsia isabellae), la doncella de ondas rojas (Euphydryas
aurinia), el caballito del diablo (Coenagrion mercuriale) y el cangrejo de río autóctono (Austropotamobius
pallipes). Y, por último, este LIC posee tres especies vegetales en el citado anexo Aquilegia pyrenaica ssp. ca-
zorlensis, Atropa baetica y Crepis granatensis.
En cuanto a las ZEPA, en estos momentos Andalucía cuenta con 62 zonas declaradas, lo que supone,
más de 1.500.000 hectáreas designadas, así como otras dos propuestas. De estas 62 ZEPA en el entorno del
Altiplano se localizan cinco. Éstas son ZEPA ES0000035 Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, ES6110003
Sierra María - Los Vélez, ES6140002 Sierra de Castril, ES6140004 Sierra Nevada y ES6160007 Sierra Mágina.
Todas ellas coinciden totalmente con los espacios naturales del mismo nombre.
De las cinco zonas de especial conservación para las aves únicamente la de Cazorla, Segura y Las Villas
se superpone con el Altiplano, y al coincidir totalmente con el Parque Natural, la ZEPA también lo hace en
la misma superficie que el LIC.
Chova piquirroja. JM
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Figuras de protección del territorio
81
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Tabla 4.10. Aves del anexo I presentes en las distintas ZEPA del entorno del Altiplano
ORDEN ESPECIES
FALCONIFORME Culebrera europea (Circaetus gallicus)1,2,4,5, milano negro (Milvus migrans)1, milano real
(Milvus milvus)1,3, alimoche común (Neophron percnopterus)1,3, buitre leonado (Gyps
fulvus)1,2,3,4, águila real (Aquila chrysaetos)1,2,3,4,5, aguililla calzada (Hieraaetus pennatus)1,2,4,
búho real (Bubo bubo)1,2,4,5, águila pescadora (Pandion haliaetus)1, cernícalo primilla (Falco
naumanni)1,2, halcón peregrino (Falco peregrinus)1,2,3,4,5, águila–azor perdicera (Hieraaetus
fasciatus)1,4,5, aguilucho lagunero (Circus aeruginosus)4, aguilucho pálido (Circus cyaneus)2,4
1-ZEPA Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas; 2-ZEPA Sierra María–Los Vélez; 3-ZEPA Sierra de Castril; 4-ZEPA Sierra Nevada; 5-ZEPA Sierra Mágina
Fuente: Datos obtenidos de Consejería de Medio Ambiente, 2003. Elaboración propia.
Las Áreas Importantes para las Aves son espacios no protegidos legalmente, pero en los que se encuentran
presentes regularmente una parte significativa de la población de una o varias especies de aves consideradas
prioritarias por BirdLife. Fueron delimitadas por este organismo conservacionista internacional, cuya repre-
sentación española recae en SEO-BirdLife, y se seleccionaron de manera que juntas formaran una red en el
conjunto de la distribución biogeográfica de cada especie prioritaria. Según BirdLife estas Áreas Importantes
para las Aves deben considerarse como el mínimo esencial para asegurar la supervivencia de tales especies
en su área de distribución (BirdLife International, 1995).
Aunque no se trata de espacios legalmente protegidos y, por tanto, no son jurídicamente vinculantes, existe
una extensa jurisprudencia del tribunal de Luxemburgo en el sentido de atribuirles condición de referencia
para apreciar si un estado miembro de la UE ha declarado suficientes ZEPA en número y extensión.
82
Figuras de protección del territorio
En España se encuentran delimitadas un total de 391 IBA, de las cuáles 55 están en Andalucía y de éstas,
siete se localizan total o parcialmente en el Altiplano. Se trata de las Sierras de Cazorla y Segura, Puebla de
Don Fadrique-Las Cañadas, Sierra María-Los Vélez, Hoya de Baza, Hoya de Guadix, Sierra Nevada y Sierras
al Sur de Jaén.
Esta área es una de las mejores zonas para aves esteparias de Andalucía, con sisón, alcaraván,
ganga ortega, calandria (una de las mejores zonas de España), terrera común (abundante), terrera
marismeña, cogujada común, cogujada montesina, collalba negra, collalba rubia y carraca. Además,
también sostiene rapaces nidificantes como el águila real, águila-azor perdicera, halcón peregrino y
búho real.
Área seleccionada por su importancia para las aves esteparias como el sisón, alcaraván, ganga
ortega, calandria, terrera marismeña, cogujada común, collalba negra y carraca. Se encuentra casi
totalmente incluida en el ámbito de estudio con la excepción de poco más del 3% que se queda al
este de La Jamula (Baza).
Área localizada entre las provincias de Granada y Almería, que destaca por la población de cernícalo
primilla y la presencia de otras aves esteparias como el sisón, el alcaraván o la ganga ortega. Más del noventa
por ciento de la IBA se encuentra incluida en el Altiplano (45.000 ha), con la excepción de pequeños terri-
torios que se corresponden por un lado con el entorno de la Sierra del Alcatín y por otro con la zona al este
y nordeste de Bugéjar (Puebla de Don Fadrique).
83
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Sierras calizas de media y alta montaña, con escarpes y formaciones kársticas que destacan por su pobla-
ción de rapaces tanto forestales como rupícolas, con culebrera europea, águila real, aguililla calzada, halcón
peregrino y búho real. La mayor parte de la IBA se halla fuera de los límites del Altiplano. No obstante, más
de 24.000 ha se superponen con el mismo, repartidas entre el norte del P. N. Sierra María – Los Vélez y el
pasillo de Chirivel a los Vélez.
Extenso grupo de alineaciones montañosas entre las provincias de Jaén, Granada y Albacete. Sus más de
250.000 ha tienen alta importancia para las rapaces, pues acogen alimoche común, buitre leonado, águila
real, aguililla calzada, halcón peregrino y búho real. También cría la chova piquirroja. Esta IBA se superpone
con el ámbito de estudio en dos zonas: la primera entre Hinojares y Pozo Alcón; la segunda en tres pequeñas
áreas, al norte de Castril, al norte de Fátima (Castril) y en el entorno del Canal de San Clemente (Huéscar),
suponiendo en su conjunto casi 9.500 ha incluidas en el Altiplano.
IBA que se extiende por las provincias de Granada y Almería. Posee una interesante comunidad de aves de
montaña con especies como el acentor alpino (Prunella collaris), que encuentra en esta área su única zona de
cría en la mitad sur peninsular. Entre las rapaces destaca el águila real, águila-azor perdicera, aguililla calzada,
halcón peregrino, azor común y búho real. El Altiplano se superpone con ésta en unas 9.000 ha, en el entor-
no de Cortes y Graena, Polícar y Beas de Guadix, lo que tan solo supone el 3,6% de la superficie de la IBA.
Área de media montaña con 200.000 ha fundamentalmente a lo largo de la provincia de Jaén, pero que
también transcurre por la de Granada. Se trata de una área muy importante para el águila-azor perdicera, así
como para otras rapaces rupícolas como el águila real, el halcón peregrino y el búho real. Además también
crían especies como la chova piquirroja, la collalba negra, la collalba rubia o el roquero solitario. Esta IBA
es la que presenta una menor representación dentro del ámbito de estudio puesto que tan solo se superpone
en 650 ha con el Altiplano, en concreto al sureste de la ciudad de Jódar.
Casi el 90% de la superficie considerada IBA en el Altiplano lo es debido a la presencia de aves esteparias,
lo cual resulta indicativo de la importancia del territorio para este grupo de aves. La Consejería de Medio
Ambiente, en coordinación con la Delegación Andaluza de SEO-BirdLife, ha realizado una delimitación de
mayor detalle sobre la base de las IBA en aquellas zonas de especial importancia para las aves esteparias, a
las que ha denominado ZIAE (Yanes y Delgado, 2006; apartado 8.3.2.). Cuatro de estas zonas están íntegra-
84
Figuras de protección del territorio
85
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
mente dentro del Altiplano, suponiendo una superficie menor y más ajustada que las IBAs, cuya delimitación
tienen casi ya una década (Viada, 1998).
En caso de que la Consejería de Medio Ambiente decidiera proponer alguna ZEPA de índole esteparia
sobre este territorio, podría utilizar la delimitación de alguna o algunas de estas ZIAE, en buena medida
coincidentes con las IBA.
A pesar de los valores naturales, culturales y paisajísticos del Altiplano, de lo expuesto en el presente
capítulo se deduce la escasa superficie protegida de la que dispone este territorio. En la actualidad y hasta la
aprobación definitiva de la Red Natura 2000, suma un total de 4.658 ha, una cifra ligeramente inferior al 1%
del Altiplano. La mayor parte de esta superficie se corresponde al retazo más estepario del P.N. de Cazorla,
Segura y Las Villas, quedando los dos Monumentos Naturales y el LIC del curso alto del Guadiana Menor
como las únicas figuras que se localizan íntegramente dentro del Altiplano.
86
Figuras de protección del territorio
Este ínfimo 1% de superficie protegida contrasta vivamente con el casi 20% del territorio andaluz bajo
alguna figura de protección en la Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía (RENPA), al igual
que ocurre con las figuras europeas denominadas LIC y ZEPA. Esta situación asimétrica, desproporcionada,
contrasta con la figura no protegida legalmente, pero útil como referencia, de las Áreas Importantes para las
Aves (IBA), donde el porcentaje de superficie considerada como tal en el Altiplano es similar al total andaluz,
incluso ligeramente superior (Tabla 4.12.).
La RENPA es la mayor en superficie total protegida de cualquier comunidad autónoma en España, y una de
las que mayor proporción suponen sobre el conjunto de su territorio. Por tanto, esta Red se encuentra próxima
a lo que pueden ser los máximos de este tipo de políticas. No obstante, en su diseño se observa un evidente
sesgo hacia los espacios de montaña y zonas húmedas, en detrimento de ecosistemas y paisajes propios de
las estepas interiores de Andalucía, en línea quizá con lo que aún hoy es la percepción que el gran público
tiene de este tipo de medios. Actualmente, se observan signos importantes de que esta percepción social está
cambiando, y la consideración como protegidos de alguno de estos espacios en el Altiplano les permitiría
aprovecharse de las políticas e inversiones que, en cuanto a uso público, acompañan a la RENPA.
En este sentido, se podría ampliar puntualmente la RENPA sobre algunas zonas del Altiplano, consideran-
do la posibilidad de declarar un Parque Natural de mediano tamaño en este ámbito (p.e. Badland de Gorafe
y Negratín, o montes de Cortijo Conejo) y, especialmente, incrementando el número de espacios acogidos
a las figuras de Monumento Natural y Paraje Natural. Igualmente debería estudiarse la posibilidad de consi-
derar una nueva ZEPA sobre alguna de las IBA existentes, o sobre alguna de las Zonas de Importancia para
las Aves Esteparias (ZIAE), delimitadas con información más actualizada (Yanes y Delgado, 2006; apartado
8.3.). El desarrollo de opciones de uso público asociadas a esos posibles nuevos espacios naturales protegidos,
así como el vinculado a paisajes y georrecursos catalogados en el Altiplano (capítulo 11), supondría, sin duda,
una vía de desarrollo local y sostenible aún por explotar.
87
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
88
Figuras de protección del territorio
Badlands de Gorafe y del Negratín; al fondo el embalse de Negratín y cerro Jabalcón. CPS
89
Apuntes sobre la
prehistoria, historia
y gestión cultural
del medio
Los ecosistemas y paisajes actuales del contexto mediterráneo no pueden entenderse sin la acción del
hombre, pero es que, además, en pocos territorios ibéricos esta acción dio comienzo tan temprano para
acabar siendo históricamente tan intensa como en el caso del Altiplano. Como se verá más adelante, éste
es, por otro lado, un espacio geográfico sometido durante los últimos miles de años a un complejo conjunto
de condicionantes climatológicos, edafológicos, hidrológicos y, en suma, ecológicos. Por ello, para valorar
correctamente el rol desempeñado por el actor humano sobre tal escenario, resulta imprescindible asimilar
la presencia activa de una impresionante sucesión de culturas y civilizaciones que, desde la prehistoria, han
venido actuando aquí como uno de los principales agentes modeladores del medio natural.
A través de la gestión cultural, la huella de la prehistoria y, sobre todo, de la historia humana, está en el
paisaje y en los ecosistemas como parte ineludible de estos. E ignorarlo es errar.
Una parte de su registro es interpretable también actualmente en diversos museos y yacimientos reparti-
dos por el Altiplano, aportándole un valor añadido y conformando, junto con sus valores biológicos y pai-
sajísticos, un conjunto de recursos que a medio y largo plazo pueden resultar trascendentes en el desarrollo
sostenible de este territorio.
En referencia a este patrimonio cultural del Altiplano, estrechamente vinculado con los aspectos geográfi-
cos, ecológicos y etnológicos, tráigase aquí el reciente Estatuto de Autonomía de Andalucía, en cuyo artículo
33 se afirma que “todas las personas tienen derecho, en condiciones de igualdad, al acceso a la cultura, al disfrute
92
Apuntes sobre la prehistoria, historia y gestión cultural del medio
de los bienes patrimoniales, artísticos y paisajísticos de Andalucía, así como el deber de respetar y preservar el pa-
trimonio cultural andaluz”. Un derecho y un deber, en suma, que pasan por conocer y reconocer la herencia
cultural acumulada, desde los albores de la prehistoria hasta el pasado más reciente.
La cuenca sedimentaria de Guadix-Baza está dividida en dos grandes sectores: la formación de Guadix,
con sedimentos mayoritariamente fluvio-torrenciales, y la formación de Baza, con sedimentos lacustres
(apartado 7.3.). Durante el Plio-Cuaternario esta cuenca había sido endorreica, con uno o dos lagos centrales
que colectaban las aguas de las altas cumbres Béticas (Sierra Nevada, Sierra de Baza, Sierra de Castril, etc.).
A lo largo de la evolución de este sistema, se fueron depositando abundantes sedimentos fósiles de aquellos
vertebrados que se han ido sucediendo en su entorno, sobre todo mamíferos, los cuales brindan posibilida-
des para una cierta reconstrucción de la historia paleobiológica de la región durante los últimos millones de
años (p.e. Bernis, 2001).
Una reconstrucción que lo es también del escenario evolutivo, ecológico y cultural de la más temprana
humanidad en el Altiplano, cuyos yacimientos lo han convertido en un escenario privilegiado de relevancia
mundial. Mucho después ya, en el revolucionario Neolítico, el hombre comienza a desarrollar culturalmente
sus primeras capacidades agrícolas y pastoriles. Le siguen, a partir del tercer milenio a.C., las escalonadas y
cada vez más evolucionadas edades del Cobre, el Bronce y el Hierro, y con ellas una capacidad creciente de
modificar el medio natural y darle una gestión cultural.
93
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Estatigráficamente se constata una ocupación por homínidos ya en el final del Pleistoceno Inferior en
Venta Micena, Orce (Gibert et al., 1983), y a comienzos del Pleistoceno Medio en Cúllar (Ruiz-Bustos, 1976;
Ruiz-Bustos et Michaux, 1976). En Venta Micena se registra el homínido más antiguo de la Península, con
datación superior al millón de años, posiblemente hasta 1,6 millones de años (Gibert, 1984, 1985; Torres et
al., 2002). Cuatro restos se han encontrado y atribuido a este primer homínido por sus descubridores: tres
de ellos procedentes de Venta Micena (un fragmento de cráneo y dos de húmero) y uno de Barranco León
(esmalte dentario).
El registro antropológico del cráneo de Venta Micena, así como la importante ocupación del Guadalquivir
plantea el posible paso del estrecho por grupos de Homo erectus, de procedencia africana. Con un aprove-
chamiento sistemático de guijarros de cuarzo en el Altiplano, se trata de grupos humanos bien adaptados al
medio como cazadores-recolectores, que encontraban abastecimiento de recursos cinegéticos en los grandes
mamíferos que acudían a las lagunas interiores y riberas del gran río colector (Ramos, 1998). Los restos líticos
encontrados en diversos lugares de la región de Orce, una vez aceptados por la comunidad científica, evi-
dencian la ocupación humana de esta zona en fechas muy tempranas, citándose como la primera ocupación
humana conocida para Europa (Querol y Martínez, 1996).
94
Apuntes sobre la prehistoria, historia y gestión cultural del medio
Durante más de 1,5 millones de años el hombre vivió como cazador-recolector en las estepas de clima
cálido. Estas condiciones además de en África se dieron también en ciertos puntos de Europa, como en el
Altiplano. En este contexto el ser humano era parte de una comunidad de grandes mamíferos compuesta por
elefantes (Mammuthus meridionales), rinocerontes (Stephanorthinus etruscus), hipopótamos (Hippopotamus
antiqus), caballos (Equus altidens), ciervos (Megaloceros solilhacus) y bóvidos (Cervus, Bos), junto a animales
carnívoros (Megantercon whitei), como demuestran los yacimientos de Fuente Nueva y Barranco León, con
una antigüedad aproximada de 1,3 millones de años.
El salto a la agricultura en el Altiplano, si bien pudo producirse algo antes, no está perfectamente reconocido
hasta el cuarto milenio a.C. En varios yacimientos como el del Cerro de la Virgen o el de Malagón, se han
encontrado restos de semillas cultivadas ya en el nivel Cobre antiguo (Buxó, 1997), en concreto variedades
de trigo (Triticum aestivum/durum), cebada (Hordeum vulgare) y habas (Vicia faba minor). Posteriormente,
en los estratos correspondientes a la plenitud del Cobre e incipiente Bronce de estos mismos yacimientos, el
espectro de semillas se amplia a otras variedades de trigo (T. compactum, T. diccocum, T. monoccocum), ce-
bada (H. v. nodum) y leguminosas como determinadas variedades de guisante (Pisum sativum ssp. elatium) o
las vezas (Vicia sp.). En el caso del Cerro de la Virgen, análisis antracológicos y palinológicos revelan que en
este período se produce una reducción en la flora silvestre y un incremento en los cultivos de cereal, mientras
que simultáneamente los restos de fauna silvestre disminuyen en favor del ganado (Rodríguez, 1992; Buxó,
1997). Por tanto, en la Edad del Cobre comienza a desarrollarse, si bien aún en proporciones relativamente
discretas, la cultura agroganadera en el Altiplano.
La cultura argárica
Aparece en la Edad del Bronce y tuvo su mayor manifestación y expresión en los poblados del sureste
peninsular, formando una de las sociedades de mayor relevancia en la Europa del II milenio a.C. En un
primer momento, debido a su desarrollo cultural se entendieron como colonizadores, pero actualmente se
piensa que no constituyeron sino una continuidad autóctona de la cultura almeriense de Los Millares con
influencia oriental.
La argárica se caracteriza por ser una de las primeras sociedades urbanas de Europa occidental. Además
aportó un conjunto de importantes cambios en distintos ámbitos como la cerámica, los útiles líticos y fun-
damentalmente los objetos de metal, completando un mayor desarrollo de la metalurgia del cobre. Por otro
lado también aportaron cambios sociales, comenzando a delimitar jerarquías sociales, desarrollando una
estructura aristocrática y militar en su sociedad, y sustituyendo el enterramiento colectivo en necrópolis por
la inhumación individual o familiar junto a ajuares en el interior de las propias casas.
95
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
bosques. Gracias a los restos carbonizados, se sabe que en torno al 2100 a.C. se extendieron los fuegos provo-
cados, quizás para aumentar los pastos, y en el 1800 a.C. la vegetación había cambiado sustancialmente: los
bosques existentes tan solo unas centurias atrás habían desaparecido y se transformaron en comunidades
de matorral y espinosas. Las evidencias apuntan, por tanto, a que éste pudo ser el primer momento en que la
acción humana produjo grandes modificaciones en el sureste ibérico (Carrión et al., 2003), trayendo además
pésimas consecuencias para la cultura que las provocó, cuyos valedores muy probablemente se vieron abo-
cados a emigrar o acabar fundiéndose culturalmente con otros pobladores.
En tanto persistió, la cultura argárica se expandió principalmente desde Almería hacia Jaén por occiden-
te y en las hoyas de Guadix y Baza, encontrándose los principales yacimientos en Almería, Granada (en el
Altiplano) y Murcia. Un ejemplo importante es la localidad de Galera, que cuenta con siete yacimientos
arqueológicos correspondientes a este período entre los que el más significativo resulta El Castellón Alto.
Precisamente en este yacimiento, al igual que en el cercano de Fuente Amarga, se han encontrado restos de
sogas y cestería elaboradas con esparto (Buxó, 1997), las cuales anteceden en más de un milenio el extendido
uso ibérico que Plinio dató en la primera guerra púnica.
96
Apuntes sobre la prehistoria, historia y gestión cultural del medio
Cuando da comienzo la historia, en los nebulosos tiempos de la protohistoria, el Altiplano estaba desvincu-
lado de la influencia celta y, sobre todo, tartésica, tan relevante en el occidente andaluz. Por tanto, y de manera
necesariamente simplificada, la protohistoria puede hacerse coincidir aquí con la gestación de la Bastetania,
concediendo así al pueblo ibero la condición de primera cultura autóctona ya plenamente histórica del Altiplano.
La cultura ibérica
La formación de la cultura ibérica, de especial importancia en el Altiplano, debe interpretarse como con-
secuencia de la influencia de los pueblos coloniales, fundamentalmente griegos y fenicios, sobre la población
indígena (Ministerio de Cultura, 1983).
Si bien son escasas las fuentes escritas existentes, el Altiplano y su entorno debió corresponderse con
la llamada Bastetania, cuya ciudad epónima sería Basti, situada en Cerro Cepero, cerca de la actual Baza
(Adroher et al., 2002). Todo el territorio de la Bastetania desempeñó un papel clave en la época ibérica en
Andalucía oriental y el sureste murciano-manchego, controlando las diferentes rutas que comunicaban la
costa mediterránea con la Alta Andalucía y la rica zona minera en torno a Cástulo (Linares, Jaén).
El término Bastetania aparece por primera vez cuando los romanos se ven en la obligación de controlar un
territorio que escapa a lo que sucede en otras áreas próximas. Se desconoce si este espacio llegó a contar con
una entidad clara y quizás ni siquiera con una organización política, como puede deducirse de la variedad de
límites que asignan cada uno de los autores clásicos. Algunos opinan que Basti podría ser su capital, aunque
no fuese el asentamiento más grande, incluso se le puede considerar como de pequeñas dimensiones (menos
de 6 hectáreas, frente a localidades con 44 hectáreas; Adroher, 1999).
En cualquier caso, parece que el Altiplano encaja dentro de los límites de tal región Bastetana, que ha sido
aceptada como aquella existente entre las actuales provincias de Granada, Almería, suroeste de Murcia, sur de
Albacete, oeste y sur de Jaén y oeste de Málaga, la cual debió conformar una entidad socio-cultural, religiosa y
económica propia (Adroher, 1999). Aunque por otra parte no muestra una respuesta homogénea a la presencia
romana, lo cual sugiere que no se trató de una entidad políticamente compleja sino, más bien, de una asocia-
ción de poblados que, dependiendo de las circunstancias, se amoldaban a las situaciones, tal y como ocurrió
también en otros ámbitos geográficos de la cultura íbera previa a la romanización (Ruiz y Molinos, 1993).
Los oppida
El siglo IV a.C. supuso un periodo de especial esplendor para los bastetanos, que levantaron numerosas
ciudades fortificadas u “oppida” (“oppidum”, en singular), los núcleos de población básicos de los que dependían
97
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
directamente el resto de asentamientos (Adroher et al., 2002). Éstas pueden ser consideradas como verdaderas
ciudades, ya que agrupan cantidades importantes de población.
En el Altiplano parece apreciarse cierta linealidad en la distribución de los principales oppida y sus explo-
taciones asociadas. De sur a norte sobresalen Acci (la actual Guadix), Basti (Baza), Tutugi (Galera) y Molata
de Casa Vieja (Puebla de Don Fadrique), destacando la curiosa equidistancia entre estos cuatro oppida, de
35 kilómetros. En cualquier caso, toda el área de estudio estuvo dentro del ámbito de la cultura y la sociedad
iberas, encontrándose oppida desde las riberas del Guadalquivir, en el extremo noroccidental del territorio
hasta el levante almeriense. Parte de estos oppida son reconvertidos después a villas y ciudades romanas,
mientras otros caen abandonados tras la colonización romana, en los albores de la era cristiana.
La economía de estos oppida estaba sustentada en un modelo agrario caracterizado por el dominio del
cereal y una importancia notable de la ganadería, mayor ésta en cuanto menor fuera el potencial agrícola
del asentamiento (Ruiz y Molinos, 1993). Las especies ganaderas por entonces utilizadas eran sustancial-
mente las mismas que en la actualidad: vacuno, equino, bovino, caprino y porcino. También, a tenor de los
hallazgos zooarqueológicos en distintos yacimientos, la carne de caza sigue jugando un papel importante en
la alimentación del pueblo íbero.
Las necrópolis
Se localizaban normalmente junto a los oppida. Incluso se ha loca-
lizado más de una necrópolis en algunas de estas ciudades, caso entre
otras de Basti a la que corresponden Cerro del Santuario y Cerro Largo.
98
Apuntes sobre la prehistoria, historia y gestión cultural del medio
La civilización romana
La importancia de la huella ecológica romana en el Altiplano es sin duda mucho menor a la que alcanzó en
otros ámbitos de la geografía andaluza. Según González-Román (1999), Acci constituye la única gran colonia
romana en lo que hoy es la provincia de Granada, considerándola como la ciudad romana por antonomasia
en el contexto del ordenamiento jerárquico de los estatutos jurídicos, si bien este autor reconoce también
otros dos centros más en el Altiplano: Basti y Tutugi, herederas todas de antiguas oppida.
Por tanto, característica de esta región durante el período cultural romano fue la relativamente escasa
densidad de poblamientos y población, notablemente inferior a la del Alto Guadalquivir. Ello probablemente
se debiera a que en las intrabéticas no se producía un excedente agrícola de la importancia del generado en
el Alto Guadalquivir. A pesar de no ser un verdadero núcleo de producción directa de excedentes agrícolas,
se han encontrado materiales de prestigio, lo cual indica que sus pobladores tenían algún tipo de excedente,
y parece ser que tal factor productivo no fue sino el metal, sobre todo procedente de las cordilleras costeras
almerienses y de la zona del Marquesado del Zenete (Asenjo, 1999). De hecho, en el Zenete se ha demostrado
la existencia de dos importantes asentamientos mineros, al menos desde el siglo IV a. C.
Probablemente debido a esta riqueza metalúrgica Julio César estableció en Acci la capitalidad de la zona.
Ahora bien, la explotación del metal no es en sí misma suficiente para explicar la presencia de vasijas griegas y
otros materiales foráneos, por lo que se piensa que el comercio pudo jugar un papel importante en la economía
de la zona, emplazada desde antiguo en un pasillo de comunicación relevante. Esto explicaría la presencia de
pequeños asentamientos en las depresiones intrabéticas de Guadix-Baza, que servían de conexión entre las pro-
ducciones vitícolas de la costa y los centros de distribución de excedentes agrícolas del Alto Guadalquivir.
En cualquier caso, la sociedad visigoda asume el pasado romano y la influencia bizantina, alcanzando
un cierto nivel de desarrollo y estableciendo en Toledo la capitalidad ibérica. Pero en la segunda mitad del
siglo VIII comienza a debilitarse, cayendo en una crisis económica y social agudizada por los conflictos
bélicos entre distintos linajes nobiliarios (p.e. Castillo, 2006). El sistema sólo necesitaba para derrumbar-
se del empuje de un nuevo poder cargado de vigor como el musulmán. Así, en un impresionante y rápido
99
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
proceso de ocupación, entre los años 711 y 716, el Islam arrebató a los godos el control de la mayor parte
de la Península Ibérica. Comienza Al Andalus, y de esta manera una crucial etapa en la historia de España
y el Altiplano.
A lo largo del devenir histórico de Al Andalus, dos ciudades cercanas al Altiplano, Elvira y Granada,
se reparten su capitalidad (Peinado y López de Coca, 1987). Cada gran territorio o cora tenía una ciudad
de importancia que solía denominarse hadra (sede) junto a otras ciudades menores. La cora que incluía
los territorios del Altiplano cuando dependió de Elvira se extendía por casi toda la actual provincia de
Granada, parte de Almería, Jaén y Córdoba, si bien con la excepción de Baza y Huéscar, que dependían
de la cora giennense. Baza en un principio tuvo cora propia pero después fue incluida en la ya mencio-
nada giennense, si bien manteniendo circunstancialmente gobernadores propios (Peinado y López de
Coca, 1987).
De esta época es poco lo que se conoce sobre otras ciudades de la cora de Elvira y del reino de Granada,
aunque según al-Idrisi y al-Himyari, cronistas de la época, las otras ciudades importantes fueron Baza, Guadix
y, ya fuera del Altiplano, también Almuñecar, Loja y Priego de Córdoba. Las tres primeras calificadas como
urbes de medianas dimensiones y las otras dos más pequeñas. Tanto Guadix como Baza estaban amuralladas,
y según al-Idrisi en Baza existían soberbios edificios. En el noroeste del Altiplano, otro municipio, Jódar, fue
también circunstancialmente capital de la Cora de Jaén.
Tan solo durante un pequeño lapso de tiempo, entre los años 1145 a 1156, se constituyó en el Altiplano
un Reino de Taifas sobre Guadix, Baza y sus dominios, si bien con la invasión almohade todo este territorio
pasaría definitivamente al Reino Nazarí de Granada, en el que se mantendría hasta el final del dominio
islámico.
Con el cambio de religión y la llegada masiva de nuevos colonizadores se produce un drástico cambio
cultural con efectos en la percepción y gestión del territorio. El agua es extremadamente importante en el
Islam, pues se considera origen de la vida y se le adjudica un sentido purificador del hombre. Proporcionar
agua a otros hombres e incluso a otros seres, como animales y plantas, se considera zakat o limosna piadosa.
Este concepto trascendente de purificación en relación al agua explica algunas características del modelo
de organización social en Al-Andalus. Así, tal circunstancia está detrás de la importancia concedida al abas-
tecimiento de agua a las ciudades, y mezclado con ideas estéticas o poéticas, se manifestó en la arquitectura
del agua que ornamentaba las construcciones más suntuosas. Pero sobre todo y fundamentalmente se tradujo
en un importante desarrollo de la agricultura en regadío.
En realidad, sin despreciar el precedente ibero y, sobre todo, romano, la extensión de la agricultura irrigada
puede considerarse una aportación fundamental de los árabes al Mediterráneo occidental. Con ellos, una
nueva y más productiva forma de entender la agricultura se va instalando en Al-Andalus a partir del siglo IX.
En las culturas que anteriormente se habían sucedido en el Altiplano, los regadíos se limitaron en general
a pequeñas superficies ubicadas en las proximidades de fuentes y poblamientos humanos. Por el contrario
en la baja edad media y para amplias zonas del Reino Nazarí, la escasa documentación conservada revela
que una parte importante de las tierras en cultivo recibían aporte de agua de riego. Un agua tomada en la
100
Apuntes sobre la prehistoria, historia y gestión cultural del medio
cabecera de los discretos pero abundantes ríos del Altiplano, para después conducirla mediante acequias
hasta su distribución por gravedad entre los cultivares.
Además, la hidráulica agraria nazarí era un sistema muy superior al simple hecho físico de regar los vegetales
y ordenarlos agrícolamente. Por lo general, respondía a planteamientos y diseños perfilados en su estructura
fundamental desde el principio. Su implantación era objeto de decisiones sociales tomadas bien por un de-
terminado grupo humano, por ejemplo los vecinos de una alquería, bien por la representación del Estado.
Con el agua, los agrosistemas del Altiplano, y muy especialmente los del período nazarí, alcanzaron una
notable complejidad e incorporaron gran cantidad de nuevas especies agrícolas. Aunque también se cultiva-
ba cereal en secano y su economía comercial a finales del siglo XV estaba basada en la exportación de seda,
pasas y, en menor medida, almendra y aceite, lo cierto es que el Islam aportó a Europa plantas como el sorgo
(Sorgohum vulgare), el arroz (Oryza sativa), la caña de azúcar (Saccharum officinarum), el algodón (Gossypium
herbaceum), el limón (Citrus limonum), la lima (C. aurantifolia), el pomelo (C. paradisii), el plátano (Musa
paradisiaca), la sandía (Citrullus lanatus), la espinaca (Spinacia oleracea), la alcachofa (Cynara scolymus) o la
berenjena (Solanum melongena).
Las conducciones de agua y sus sistemas de regulación a pequeña escala, alcanzan un desarrollo notable durante el período
musulmán en el Altiplano. En la imagen, alberca en Cañada de Cañepla, María, una de las primeras fuentes del Guadalquivir. JMD
101
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Únicamente en las zonas más septentrionales del Altiplano, que fueron fronterizas entre los siglos XIII
al XV, el complejo sistema agronómico musulmán se abandonó antes, por razones de seguridad, en favor de
otros aprovechamientos más extensivos y, sobre todo, de la ganadería, en una estrategia similar a la seguida
por los colonos cristianos (Argente, 1991). A lo largo de todo este período se suceden momentos de una
relativa tregua con otros de mayor tensión, en los que se producen incursiones e incluso conquistas y recon-
quistas de plazas. Como resultado de ello se conocen algunos episodios de intensas deforestaciones, como
las acaecidas en Cabra del Santo Cristo e incluso, ya en el tramo final de la conquista castellana, también
en Baza (Cano, 1974; Argente, 1991).
Torres de observación militar construidas durante el período nazarí. Este tipo de estructuras constituían una red de puntos de vigilancia, interco-
nectados entre sí y con los centros de gobierno, cuyos restos aún pueden reconocerse repartidos por distintos puntos del Altiplano. Izqda: Atalaya
de Jódar. IA; Dcha: Torre de Castril, en Benamaurel. JC
102
Apuntes sobre la prehistoria, historia y gestión cultural del medio
En el caso de Granada, los Reyes Católicos no concedieron señoríos a instituciones eclesiásticas u órdenes
militares, sino únicamente a aquellos nobles y oficiales de la Administración Real a quienes desearon agradecer
los servicios prestados. Se acrecentó igualmente el papel del campesinado, en gran parte integrado por moriscos,
quienes mantuvieron las prácticas agrarias nazaríes y aumentaron el uso de las tierras de realengo (Mignon,
1982), también llamadas baldíos, que con la anexión a Castilla pasaron a propiedad de la Corona. Así por ejem-
plo, se conoce que una Real Cédula de 1523 posibilitó en Baza el reparto de tierras montaraces y su reversión
a cultivo entre todos los residentes en la ciudad, que por aquel entonces mantenía un censo de 3.600 vecinos.
No obstante, durante las primeras décadas del Renacimiento la fisonomía de los paisajes no debió ex-
perimentar todavía cambios relevantes con respecto al período inmediatamente anterior, coexistiendo lo
musulmán y lo castellano en provecho y enseñanza mutua. Sin embargo, conforme avanzaba el siglo XVI
comenzaron a producirse cambios drásticos asociados a la roturación de montes (los Montes de Granada)
para el cultivo de nuevas tierras de cereal en secano (Garrido, 2008), al hundimiento del mercado de la seda,
la protección del viñedo y el vino, y fundamentalmente, las sucesivas oleadas migratorias de la población
musulmana tras el imperativo de convertirse al cristianismo (Guzmán, 2004).
Isletas de encinar entre cereales en los Montes Orientales, una imagen ilustrativa
de los terrenos roturados al monte para su puesta en cultivo. MY
103
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Aunque quizá resulte una excesiva simplificación histórica, existe un cierto consenso en que el cristiano viejo
llega más familiarizado con una agricultura extensiva y de secano, complementada por la ganadería, mientras
que el musulmán había sido más hortelano. La masiva expulsión de moriscos realizada entre los años 1569 y 1571,
cuyo hueco fue cubierto, al menos en parte, con campesinos procedentes de Extremadura y la Alta Andalucía
(Ladero, 1989), devino a partir de la segunda mitad del siglo XVI y durante el XVI en el abandono de parte del
regadío y sus canales de abastecimiento, que quedan en algunos casos relegados a simples objetos arqueológicos.
Ahora bien, otras huertas se mantienen y posteriormente, entre los siglos XVIII y XIX, comenzarán a incorporar
nuevos elementos vegetales traídos de América, tales como la patata (Solanum tuberosum), tomate (Lycopersicum
esculentum) o maíz (Zea mays), permaneciendo así en lo sustancial hasta tiempos casi contemporáneos.
Las informaciones aportadas en las Relaciones Topográficas mandadas hacer por Felipe II en 1575, revelan
que la mayor parte del territorio mantenía su condición forestal. Mayoritariamente no arbolada pero forestal,
tal y como continuaría durante al menos otros dos siglos más. Parte de esos montes eran gestionados para
la producción de esparto, como consta en las citadas Relaciones al menos para el municipio de Jódar. Por
entonces, en los montes del Altiplano debía pastar una notable cabaña ganadera, pues la Mesta ya se había
constituido en 1273, y con la reconquista llega este modelo ganadero al territorio, de efecto nada despreciable
como agente modelador del espacio y los sistemas naturales.
El ovino fue en todo tiempo, y sigue siendo, la principal cabaña ganadera en el Altiplano. MY
Siglo XVIII
En los años centrales del siglo XVIII comienza el ocaso del Antiguo Régimen en lo que se refiere a las
estructuras de uso del territorio. Por entonces ya se había producido la consolidación y evolución definitiva
de los señoríos (Soria, 1995), y simultáneamente había tenido lugar la fijación jurídica de la propiedad mu-
nicipal, ya fueran bienes de propios o comunales (Guzmán, 2004).
104
Apuntes sobre la prehistoria, historia y gestión cultural del medio
En estos momentos comienza la modernización de la agricultura en otros países de Europa, incluso en algunas
zonas de España, pero el Altiplano permanece ajeno a estos cambios. El principal uso del secano era el cultivo
del cereal, complementado con algunas especies de leguminosas destinadas al autoconsumo. Sin embargo,
también existían regadíos importantes, intensamente aprovechados desde al menos el período nazarí. Utilizando
como referencia las tres localidades de mayor tamaño en el ámbito de estudio, según el Catastro del Marqués
de la Ensenada, realizado en 1752 (Tabla 5.1.), el regadío alcanza proporciones relevantes en las vegas de Baza y
Guadix, localidad esta última donde incluso constituye la superficie agrícola mayoritaria. Pero los regadíos de
Baza resultaban más extensos y, aparentemente también más diversos que los de Guadix, constando por entonces
el cultivo, además de hortalizas y cereal, también de lino (Linum usitatissium), cáñamo (Cannabis sativa) y maíz
(p.e. Cano, 1974). En Jódar, por el contrario, la mayor parte de la pequeña superficie de regadío se destinaba a
olivar (Alcalá, 2008), y es precisamente en este siglo cuando el olivo comienza a cultivarse también en localidades
del Altiplano granadino, donde había sido árbol casi meramente testimonial hasta entonces (Guzmán, 2004).
Tabla 5.1. Uso del suelo en el siglo xVIII en las tres ciudades de mayor población
Por entonces la mayor parte del territorio permanecía inculto (Tabla 5.1.), en coadyuvante concurrencia
de la aspereza del terreno y la adversa climatología, con una demanda aún discreta por parte de una pobla-
ción que no comenzará a crecer significativamente hasta finales del XVII y a lo largo del XIX (Figura 6.3.
en capítulo siguiente).
Siglo XIX
El siglo XIX supone el triunfo definitivo de las ideas
liberales sobre el sistema ya envejecido del Antiguo
Régimen. A éste correspondía una estructura so-
cial estamental e inmovilista, mientras que ahora
comienza a fraguarse otra sociedad más abierta y
dinámica, pero también escasamente igualitaria: la
sociedad de clases.
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
aportan al medio rural una mentalidad capitalista. Bien al contrario, los primeros continúan manteniendo
en régimen de arrendamiento una parte importante de sus tierras o destinándolas a pastos para el ganado.
Tanto estos arrendatarios como los propietarios menores siguen desarrollando en ellos prácticas agrarias muy
similares a las de siglos anteriores (Guzmán, 2004).
Durante el siglo XIX, la superficie cultivada en el contexto andaluz alcanza el máximo histórico, su-
perior incluso al momento inmediatamente anterior a la crisis de mediado el siglo XX (Guzmán, 2004).
Las necesidades de una población en significativo aumento demográfico y el proceso desamortizador
favorecieron esta situación. Y es que éste es el siglo de las desamortizaciones, fundamentalmente a tra-
vés de las leyes de Mendizábal, en 1837, y Madoz, en 1855, un proceso de gran trascendencia social y
ecológica en el conjunto del Estado. Aunque el mecanismo desamortizador funcionó particularmente
mal en la provincia de Granada (Gómez, 1983), por oposición a, por ejemplo, la vecina Jaén (López-
Cordero, 1998), lo cierto es que también supuso cambios de propiedad y explotación de nuevas tierras
en el Altiplano. Sólo en lo que respecta a la desamortización de bienes eclesiásticos, las tierras afectadas
alcanzan superficies de 1.796, 1.181 y 499 fanegas, en las localidades de Baza, Guadix y Huéscar, respec-
tivamente (Gómez, 1983).
La mayor parte de las nuevas tierras se destinan al cultivo de cereal en secano, aunque a finales de siglo
también había aumentado el olivar, en parte sobre terrenos tomados al monte pero fundamentalmente
en las vegas, y si bien aún suponiendo una superficie total no superior a las 4.000 ha en todo el Altiplano
(Morell, 1888; Guzmán, 2004). A lo largo del siglo se produce un incremento aún mayor de la superficie de
viñedos, pero éste quedó definitivamente segado hacia el final de la centuria, cuando se extiende la plaga de
la filoxera (Guzmán, 2004). Por otro lado la mesta había desaparecido oficialmente en 1836, con todo lo que
entrañaba de símbolo, y ello coincide en el Altiplano con una disminución de la cabaña ganadera, asociada
al ya comentado incremento de tierras en cultivo (Álvarez y García-Baquero, 1981).
Pero el aumento de la superficie cultivada se muestra relativamente efímero, pues se había logrado am-
pliándola hacia zonas de manifiesta marginalidad, sin mejora alguna en las técnicas agronómicas. Su aban-
dono posterior, incluso a lo largo del mismo siglo, le devolvería la condición forestal en forma de retamales,
tomillares, comunidades halófilas y, de forma más lenta y culturalmente manejada, también de los espartales.
Además, desde el punto de vista demográfico y social, provoca en algunas localidades la ruptura del frágil
equilibrio entre necesidades de mano de obra y población jornalera, agravada por el aumento poblacional
experimentado entre este siglo y el precedente (Figura 6.3.).
106
Apuntes sobre la prehistoria, historia y gestión cultural del medio
Para la gran masa jornalera, el esparto gana importancia como recurso entre campañas agrícolas, lo que
llega a provocar incluso movimientos migratorios en el interior del Altiplano, por ejemplo desde las zonas
de Almería y Granada hacia la ciudad de Jódar, por entonces sede de una importante industria de manu-
factura espartera, destinada sobre todo a cubrir la creciente necesidad nacional de capachos para almazara
(Alcalá, 2008) Esta población inmigrante trae consigo prácticas culturales desconocidas hasta entonces
en Jódar, como la horadación de viviendas trogloditas, que llegan a alcanzar la cifra de 406 en el año 1889
(Alcalá, 2007). De hecho, aunque se pueden encontrar referencias históricas anteriores, las cuevas habitadas
se expanden también por otras zonas del Altiplano fundamentalmente a lo largo del siglo XIX y durante la
primera mitad del XX (Moreno, 1971).
Por otro lado, éste es el siglo del desarrollo del ferrocarril en España. La línea ferroviaria que unía
Granada con Murcia, por Baza, se inaugura en 1885 y otro tanto ocurre, en 1899, con la que conecta el
centro de la Península con Almería, atravesando ambas el Altiplano e incrementando notablemente la
capacidad de movimiento de personas y bienes (Maluquer, 1899). De hecho, el ferrocarril se convierte en
el principal medio de transporte de mercancías en el Altiplano, ejerciendo un cierto efecto dinamizador
de la industria local en las principales ciudades, una función que seguiría desempeñando hasta mediado
el siglo XX.
Y también en este siglo estuvo a punto de producirse un hecho fundamental que hubiera podido cambiar
radicalmente la percepción y situación actual del Altiplano. En 1833 y bajo la tutela de Javier de Burgos, Ministro
de Fomento con la Reina Regente Ma
Cristina, se realizó la división admi-
nistrativa de España en provincias, tal
y como se mantiene en la actualidad.
Pues bien, en aquel momento se es-
tudió muy seriamente la creación de
una nueva provincia que, englobando
una parte importante del Altiplano
y de la actual provincia de Almería,
tuviera su capitalidad en la localidad
de Baza (Izquierdo, 1992). Finalmente,
aquella idea quedó desestimada, ad-
judicándose este rango únicamente
a las ciudades de Granada y Almería.
De haberse consumado el proyecto
muy probablemente el posterior de-
sarrollo urbano, industrial y de servi-
cios hubiese sido mucho mayor en el
Altiplano, y estos apuntes lo habrían
sido bajo el epígrafe de historia de la Viaje inaugural de la línea del ferrocarril Baeza-Almería, a su paso por el último tramo construido,
el Puente de arroyo Salado, en el Altiplano giennense. 12 de mayo de 1899. En J.A. Cerdá, I. Lara y M.U. Pérez
provincia de Baza. (2001). Del tiempo detenido: Fotografía etnográfica giennense del Dr. Cerdá y Rico.
107
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Siglo XX
En el comienzo del siglo XX y durante la práctica totalidad de su devenir posterior, las provincias de
Granada, Jaén y Almería fueron fundamentalmente agrícolas. En los albores de este siglo, al menos el 80%
de la población activa granadina dependía de las tareas agrarias, en su mayoría arrendatarios, diminutos
propietarios y jornaleros. Era, en consecuencia, habitual que los jornaleros de Granada emigraran estacional-
mente a Jaén y Andalucía occidental para trabajar, ya fuera en invierno al olivar y desde finales de primavera
en los trabajos de siega, allí fenológicamente previos a los del Altiplano.
Por entonces, la vivienda troglodita queda definitivamente consolidada en amplias zonas del Altiplano,
especialmente en las comarcas de Guadix y Baza, así como en el sureste de Jaén. Algunas bajo la estructura
de casa-cueva, que aún en la actualidad conservan una excelente representación y valoración social, cons-
tituyen seña de identidad territorial e incluso se ofrecen como un atractivo turístico y hostelero (Urdiales,
2003). Pero otras, entonces más frecuentes, no fueron sino simples oquedades horadadas sobre el sustrato
natural, sin mayor obra, y cuyas barriadas constituyeron auténticos focos de miseria e insalubridad heredados
del siglo anterior (Costa, 1891).
108
Apuntes sobre la prehistoria, historia y gestión cultural del medio
El caciquismo llega en estas primeras décadas del siglo XX a su máxima expresión (Cuenca, 1982), por lo
que la Segunda República trae importantes expectativas en cuanto a una posible solución de lo que se dio en
llamar “el problema de la tierra”. Así, la Ley de Reforma Agraria de 1932 tenía previsto repartir en Andalucía
unos 2,4 millones de hectáreas. Sin embargo, a lo largo de todo el bienio reformador no se repartieron más
de 22.000 ha en toda Andalucía, y de ellas únicamente en torno a 700 en Granada y 2.500 en Jaén, si bien
en su mayoría fuera del ámbito del Altiplano. Estas cifras aumentaron en 1936, bajo el gobierno del Frente
Popular, ascendiendo a 1.300 y 8.300 ha, respectivamente, aunque quedando muy por debajo de las casi 90.000
ha que suman en este momento las tierras expropiadas en las provincias de Andalucía occidental, donde el
latifundio venía suponiendo, desde tiempos históricos, una mayor superficie relativa (Florencio, 2006).
En 1936 el escenario general de miseria e intensa conflictividad social desemboca, al igual que en el resto
del Estado, en la última guerra civil española. La totalidad del Altiplano queda inicialmente en el bando
republicano, donde permanecería hasta el final de la contienda, ocupando el centro geográfico de lo que fue
la Andalucía republicana durante el transcurso de la guerra. Precisamente esta circunstancia lleva, en 1937,
a establecer en la localidad de Baza el cuartel general del Ejercito Popular de Andalucía (Carmona, 1999).
Durante la guerra se realizan algunas experiencias de colectivización de la tierra, si bien éstas, al igual que
ocurrió en el siglo anterior con la desamortización, no alcanzan una especial significación territorial en las
provincias de Granada y Almería, siendo mayores en Jaén (Tussel, 2004).
Inmediatamente después del dramático conflicto civil, la década de los cuarenta surge como la época de
mayor miseria en la historia reciente de España. Los antiguos propietarios recuperan inmediatamente su tie-
rras, dentro o fuera de la legalidad, y en toda Andalucía oriental se produce una severa depresión agraria, con
retroceso en los rendimientos de cereal y olivar, así como una disminución de la cabaña ganadera (Florencio,
2006). En Jaén y Granada se constata que la superficie de olivar permanece prácticamente estancada en-
tre 1940 y 1955 (Guzmán, 2004; Florencio, 2006). La producción agraria no abastecía las necesidades de la
población, y simultáneamente se produjo un retroceso de la producción industrial, estrangulada por falta
de materias primas, capitales y tecnología, un descenso del nivel de vida, la caída de los salarios y hambre
generalizada. El régimen respondió con el racionamiento, lo que a su vez hizo florecer el estraperlo, todo ello
en un marco económico de férreo intervencionismo estatal (Martínez, 2006).
El Servicio Nacional del Trigo, creado por el gobierno de Burgos en plena guerra civil, comienza operando
como monopolio en la compraventa del cereal, desarrollando posteriormente severas funciones de interven-
ción en los mercados (Martínez, 2006). Si bien menos abundantes que en el valle del Guadalquivir, su red
de silos repartidos por toda la geografía nacional tiene también en el Altiplano algunos exponentes, inútiles
ya a su originaria función y abandonados, pero aún relativamente bien conservados y ofreciéndose como un
recurso susceptible de recibir nuevos y distintos usos.
Una estructura administrativa similar que merece especial mención aquí debido a su estrecha relación
con el Altiplano es el Servicio Nacional del Esparto, creado unos años después, en 1948, y dependiente
del Ministerio de Agricultura, por un lado, y del de Industria y Comercio, por otro (Servicio Nacional
del Esparto, 1950). Su función principal, análoga a la desarrollada anteriormente con los cereales, fue la de
109
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
ejercer control estatal sobre la producción y manufactura del esparto, que por entonces llegó a alcanzar una
importancia crucial para sectores como la industria papelera o la oleícola. Pero además, desarrolló toda una
serie de experiencias técnicas orientadas a cuantificar y mejorar la producción espartera, así como a la res-
tauración de los propios espartales abandonados (Servicio Nacional del Esparto, 1951 y 1953). Precisamente
una parte de estos trabajos se realizaron en el Altiplano, especialmente en el monte Atochares, en t.m. de
Benamaurel, donde varios miles de hectáreas fueron dedicadas casi exclusivamente a este tipo de experien-
cias forestales. Ello devino, por primera vez, en una nueva aunque breve perspectiva esteparia en la gestión
forestal del Estado. Tal perspectiva, que heredó e incorporó el milenario bagaje cultural asociado a la gestión
de los atochales, condicionó localmente el paisaje actual, y constituye aún hoy uno de los escasos referen-
tes técnicos para la gestión y restauración de comunidades vegetales en ámbitos esteparios del SE Ibérico
(apartado 13.3.).
Pero la industria del esparto, que llegó a ser muy importante en el Altiplano, se derrumba casi totalmente
entre finales de los años 50 y los 60, debido a la entrada de otras fibras y, sobre todo, de los materiales sintéticos,
lo que deja a los jornaleros sin su actividad principal entre campañas. Ello, unido a la escasa productividad
inherente a la mayor parte de las tierras agrícolas y a la apertura de nuevas posibilidades laborales en la ciudad,
110
Apuntes sobre la prehistoria, historia y gestión cultural del medio
En cualquier caso, esta población, a cuyo análisis se dedica específicamente el capítulo siguiente, es albacea
del efecto enriquecedor, por alternante y acumulativo, que ha tenido la sucesión cultural en el Altiplano, de
su efecto modelador sobre el medio y de lo que supone y puede suponer su registro (prehistórico e histórico)
como potencial recurso para el desarrollo sostenible.
111
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
yACIMIENTOS ARQUEOLógICOS
La importancia arqueológica del Altiplano no debe pasar inadvertida, ya que presenta además un buen nú-
mero de lugares visitables y otros que están en proceso de serlo. Todos ellos constituyen recursos de interés
que, ofertados complementariamente a otros valores y peculiaridades del territorio, albergan una utilidad
potencial para el desarrollo local que ha sido sin duda insuficientemente explotada hasta la actualidad
La más importante representación de los yacimientos prehistóricos del Altiplano se encuentra en la loca-
lidad granadina de Orce, donde se localizan los yacimientos de Venta Micena, Fuente Nueva y Barranco
León, exponentes de los primeros pobladores homínidos (Gibert, 1985, 1986; Torres et al., 2002). Estos sólo
pueden visitarse durante la campaña de excavación, del 15 de junio a principios de Agosto.
A lo largo de los badlands del río Gor se conservan en torno a 200 tumbas, que según García y Spanhi (1959) se
agrupan en once necrópolis megalíticas construidas entre el 4.000 y el 2.000 a.C. Casi todas ellas constan de un
espacio funerario principal o cámara a la que se accede por un pasillo o corredor. En cada una se enterraban los
miembros de una fracción de la comunidad durante un largo período de tiempo configurándolas como verda-
deros panteones colectivos, cuyo carácter monumental queda patente por su ubicación, su fábrica en grandes
bloques de piedra y por la acumulación de tierra que, dispuesta sobre estos, conforma una pequeña colina o
túmulo. Estas necrópolis se distribuyen por los términos municipales de Villanueva de las Torres, Gorafe, Guadix
y Gor. Actualmente tres de ellas están siendo objeto de intervenciones de valorización que culminarán en la
creación de un Museo Monográfico en la localidad de Gorafe.
En el Altiplano se encuentra también uno de los yacimientos más importantes de la cultura argárica, El
Castellón Alto, incluido dentro de la Red Andaluza de Yacimientos Arqueológicos (RAYA) y localizado en la
margen izquierda del río Galera, a un kilómetro del actual núcleo de población.
De la época ibera se pueden visitar los vestigios de la antigua Basti en el Cerro Cepero, de Baza, así como los Cas-
tellones de Ceal, en la ribera del río Guadiana Menor, éste último de los más importantes del entorno y que tuvo
su origen en el control de la ruta comercial que introducía productos del mediterráneo en el valle del Guadalquivir.
También en el sureste de Jaén, si bien sobre la ribera de otro río, el Jandulilla, están los yacimientos de la Loma del
Perro y xandulilla. Por otro lado, aunque todavía no visitable si bien lo estará en un futuro, se encuentra la Necrópolis
de Tútugi (Galera), ciudad íbero-romana situada en la confluencia de los ríos Orce y Barbatas. Se trata posiblemente
de la mayor necrópolis ibérica de España con más de 130 túmulos, alcanzando algunos los 20 m de perímetro y 4,5
m de altura. Además en uno de estos apareció la Diosa de Galera, actualmente en el Museo Arqueológico Nacional.
112
Apuntes sobre la prehistoria, historia y gestión cultural del medio
MUSEOS ARQUEOLógICOS
Además de por la abundancia y riqueza de sus yacimientos, el Al-
tiplano se caracteriza por la presencia de Museos en los que con-
serva parte de sus restos paleontológicos, prehistóricos y arqueo-
lógicos hallados. Algunos de ellos se localizan en municipios con
menos de 2.000 habitantes, como es el caso de Orce y Galera.
En el sureste de Jaén se encuentra el Museo de Jódar. Creado en 1997 por la Asociación Cultural “Saudar”
en colaboración con el ayuntamiento de Jódar, el museo se estructura en tres salas y un aula de cultura
en la que se expone la imagen de Jódar en el tiempo. Dos de las salas son de carácter etnológico mos-
trando artes y costumbres populares, especialmente en lo relativo a la artesanía e industria del esparto.
La otra sala es arqueológica y tiene representación de las culturas ibera, romana y musulmana. Quizás lo
más destacable pertenezca a la época ibera ya que en el museo se encuentran varios molinos harineros
domésticos, uno de ellos completo y montado, urnas funerarias que aún contienen sus cenizas originales,
así como monedas, fábulas y falcatas.
En 1988 y tras varios intentos fallidos la corporación municipal de Vélez Rubio materializó el proyecto de
Museo Comarcal Velezano “Miguel Guirao”, actualmente incluido en la Red Andaluza de Museos. éste con-
serva una colección de piezas que muestran la evolución desde las fases más primitivas de la prehistoria
hasta objetos contemporáneos de la cultura popular. La finalidad de este Museo es tanto la exposición
de la colección del patrimonio arqueológico de la comarca y otros lugares del sureste ibérico, como la
concienciación sobre la necesidad de su protección y conservación.
113
La ciudad de Guadix y su entorno. JH
Sociedad y
población actual
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La actual situación demográfica y social de la población humana en el Altiplano es una realidad fruto de
un largo proceso histórico que se remonta, cuando menos, a la estructura social y el crecimiento demográfico
de los siglos XVIII y XIX. Pero fundamentalmente tiene su más inmediato origen en el masivo fenómeno
migratorio sufrido durante la segunda mitad del siglo XX.
De ahí que, a partir de los años sesenta del pasado siglo, con el incipiente desarrollo económico y la aper-
tura de nuevas posibilidades laborales en las ciudades, el modelo socioeconómico que en el Altiplano llevaba
manteniéndose de forma sustancialmente similar durante siglos, salta por los aires. Y con él arrastra una parte
muy importante de la población. De aquellas riadas de gente emigrante proceden los lodos demográficos que
ahora se reparten por el Altiplano, y a cuyo análisis se destina precisamente este capítulo.
116
Sociedad y población actual
Población actual
En el análisis demográfico y socioeconómico se consideran los 62 municipios seleccionados por cumplir
alguno de los criterios determinados con anterioridad (apartado 3.2.). Se trata de tener al menos el 20% de su
término municipal incluido dentro de los límites de la unidad o disponer de más de 3.000 ha en el Altiplano
aún cuando esta superficie sea inferior al 20% de su término.
Para determinar el número de habitantes del Altiplano se ha utilizado el padrón municipal del ejercicio
2005, registro administrativo donde figuran los vecinos de cada municipio. A nivel estadístico facilita el re-
cuento de la población y el conocimiento de la estructura demográfica. Hasta la aparición de la Ley 4/1996,
de 10 de enero, por la que se modifica la Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases del Régimen Local,
en relación con el Padrón Municipal, este último se revisaba anualmente y se renovaba completamente cada
5 años; pero con ella y hasta la actualidad, se implantó una gestión continua e informatizada de los padrones,
basada en la coordinación de todos ellos por el Instituto Nacional de Estadística.
Guadahortuna. MY
117
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Según el padrón de 2005 (Tabla 6.1.), el Altiplano cuenta con un total de 163.120 habitantes. Por pro-
vincias, más de dos tercios se localizan en Granada, con 111.737, mientras que en la provincia de Jaén se
encuentran 29.468 y en Almería 21.915.
dEnSIdad PoBLaCIonaL
118
Sociedad y población actual
situadas entre 0 y 50 hab/km2 son bajas, entre 51 y 100 hab/km2 medias, y superiores a 100 hab/km2
altas (Puyol et al, 1992). El Altiplano con sus 20 hab/km2 se muestra como un área de baja o muy ba-
ja densidad poblacional, donde más del 85% de los municipios presentan densidades bajas, e incluso
casi el 75% de ellos por debajo de los 25 hab/km2. Poco más del 10% mantienen una densidad me-
dia y tan solo uno presenta densidad alta, el municipio de Benalúa, debido a su pequeña superficie.
Al comparar la densidad del área de estudio con la provincia de Granada, 68,1 hab/km2, se advierte que
esta área se encuentra bastante por debajo de los niveles provinciales y aún más, si se compara con la densidad
total en Andalucía, 89,6 hab/km2, o la nacional, 82,3 hab/km2.
119
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
120
Sociedad y población actual
A nivel comarcal (Figura 6.1.), todas las unidades territoriales de este tipo que tienen superficie en
el Altiplano se hallan, según Puyol et al. (1992), en la categoría de baja densidad, siendo la de Huéscar,
con 9,6 hab/km2, la de menor densidad poblacional entre todas las comarcas granadinas (González et
al., 2007).
121
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Término municipal.
Entidad colectiva.
Entidad singular.
Este parámetro analiza los asentamientos de población, teniendo en cuenta su número, tamaño y dis-
tribución en un determinado ámbito territorial, que en el mayor de los casos son ciudades, villas, aldeas,
barriadas y caseríos.
En el Altiplano existe un promedio de 4,2 entidades singulares por municipio, estando la gran mayoría
de los términos municipales cercanos a esta media. Destacan, no obstante seis municipios con una única
entidad y otros con un alto número de ellas, como Vélez Rubio (28 entidades singulares), Serón (20), Quesada
(12) o Caniles (11).
El número de habitantes empadronados en 2005 por municipio oscila desde los 233 habitantes de Polícar a
los 22.220 de Baza (SIMA, 2006). Algo más de un tercio de los municipios tienen menos de 1.000 habitantes
y más de la mitad de ellos presentan entre 1.000 y 3.000 hab (Tabla 6.3.). Por otro lado, también hay que
reseñar que en tan solo tres municipios (Baza, Guadix y Jódar) se aglutina un tercio de la población.
En la comarca de Baza abundan los núcleos diseminados, si bien no suponen una proporción relevante en relación al total poblacional. JH
122
Sociedad y población actual
<1.000 24
1.000 - 2.000 13
2.000 - 3.000 14
3.000 - 5.000 4
5.000 - 10.000 4
10.000 - 20.000 1
>20.000 2
dISTRIBuCIÓn dE La PoBLaCIÓn
En base a los datos del Nomenclátor de 2005, una vez analizados los municipios incluidos, puede afirmarse
que de forma mayoritaria la población se agrupa en los núcleos principales (o capitales), ya que en promedio
el 86,9% de la población reside en el núcleo principal del término municipal.
En primer lugar, municipios con la población distribuida en varias entidades sin que exista un
importante peso específico del núcleo principal respecto al total, no llegando dicho núcleo
principal al 50% de la población municipal. Este es el caso de Alcóntar (29,2% para el núcleo
principal), Castril (34,7%) o Cortes de Baza (45,4%).
En segundo lugar, están los municipios con varias entidades singulares, pero en los que al menos
el 70% de la población se hallaría en el núcleo. Destacan Alamedilla (5 y 97,4%), Fiñana (5 y
95,8%), Huesa (5 y 94,6%) y Orce (3 y 92,6%).
Por último, destacar que sólo seis municipios tienen una única entidad singular y el 100%
de población en el núcleo, son Albuñán, Beas de Guadix, Lanteira, Marchal, Polícar y
Jódar.
124
Sociedad y población actual
125
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
dISPERSIÓn – ConCEnTRaCIÓn
Una población es más dispersa cuanto más homogéneamente se reparta por un territorio, mientras que
un poblamiento será más disperso cuanto mayor sea el número de asentamientos de población por unidad
de superficie. El modelo del Altiplano es del tipo “concentrado-disperso” (Vinuesa et al., 1994), definido por
un elevado número de asentamientos, en los que la mayor parte de la población aparece localizada en un
número muy reducido de ellos.
Ser un área bastante despoblada, sobre todo la zona nororiental, lo cual está relacionado con las
condiciones físicas (más de 1.000 m.s.n.m.) y agrarias (tierras por lo general poco productivas)
del territorio.
Tener sus municipios pocos vecinos, con la excepción de aquellos que son cabeza de comarca.
Dinámica de la población
A diferencia de lo que ocurrió durante los siglos XVIII y XIX (apartado 5.4.), la evolución de la población
desde mediados del siglo XX en el Altiplano se caracteriza por un descenso continuo de los efectivos pobla-
cionales, una característica común a la gran mayoría de los municipios del entorno rural andaluz.
Para el total de los 62 municipios del ámbito de estudio, la población censada alcanzaba los 292.089
habitantes en 1950, mientras que en el 2001 había descendido hasta los 161.281 habitantes, cifra similar a
la de 1860.
126
Sociedad y población actual
A pesar de existir un paralelismo entre la evolución demográfica de los municipios del Altiplano y el total
provincial granadino, puede observarse una diferencia contrastada (Figura 6.3.) a partir de la década de los
ochenta del pasado siglo, momento en la que la provincia de Granada retoma una tendencia poblacional
ascendente, mientras que en el Altiplano continúa descendiendo.
Algo similar sucede al comparar el Altiplano con el total autonómico andaluz, ya que ambos muestran un
crecimiento continuo hasta 1950, momento en el que se produce la divergencia. Por un lado, la comunidad
autónoma mantiene un crecimiento constante a lo largo de las décadas, sólo con una cierta ralentización
entre los años 60 y los 70, y por otro, la situación ya mencionada del Altiplano, cuya población continúa
decreciendo.
Las cifras vegetativas (nacimientos-defunciones) del Altiplano en el período 1996-2004 fueron negativas
(Tabla 6.4.), presentando únicamente datos positivos nueve municipios. Esta situación es consecuencia
de un envejecimiento de la población de la zona, condicionante añadido a una tendencia nacional des-
cendente en las tasas de natalidad (González et al., 2007). Las comarcas de Huéscar y Vélez son las más
afectadas por un crecimiento vegetativo negativo, mientras que las de Mágina e Iznalloz son las únicas
con datos positivos.
A estos datos hay que sumar un saldo migratorio también negativo, circunstancia que agrava el despobla-
miento. La situación más preocupante en el Altiplano es el saldo migratorio (Tabla 6.4.), ya que está cifrado en
más de siete mil habitantes mientras que el vegetativo no asciende a dos mil. El origen de este saldo migratorio
negativo se encuentra en el escaso dinamismo económico de las últimas décadas en esta zona (González et
al., 2007), siendo especialmente grave la situación de las comarcas de Guadix y Cazorla, que han perdido
más de tres mil habitantes en estos ocho años.
127
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Tabla 6.4. Evolución comarcal de la población del Altiplano entre 1996 y 2004
El despoblamiento del Altiplano comienza en de la década de los 50 del siglo XX, ya que hasta ese
momento el saldo natural (nacimientos-mortalidad) compensa las pérdidas por emigración e incluso
aumenta la población (Carvajal, 1986). En los años 50 los municipios del Altiplano albergaban una
población cercana a los 300 mil habitantes, y desde entonces la emigración se ha convertido en el factor
que modela la evolución demográfica del Altiplano (apartado 5.5.), si bien no siempre se ha presentado
con la misma intensidad.
En este proceso de emigración y su consiguiente descenso demográfico destacan las cifras del período
comprendido entre 1960 y 1981, cuando se produjo una pérdida media del 30% en los municipios del
Altiplano, llegando casi al 35% si se amplia el período desde 1950 a 1981. En el ámbito municipal, la
pérdida de población en el período
1960-1981 fue incluso mayor del
cincuenta por ciento en municipios
como Villanueva de las Torres o
Puebla de Don Fadrique, y superó
casi el setenta por ciento en Gor. No
obstante, a partir de 2001 parece evi-
denciarse una ligera tendencia a la
estabilización de la población, e in-
cluso un ligero crecimiento (SIMA,
2006).
A mediados del siglo XX, el ferrocarril y los primeros coches de línea llevaron hacia la emigración
a un tercio de la población del Altiplano. Autor anónimo, imagen cedida por IA.
128
Sociedad y población actual
Descenso mayor de 500 habitantes Incremento menor de 500 habitantes Límite del Altiplano
Descenso entre 500 y 250 habitantes Incremento entre 500 y 1.000 habitantes Límite autonómico
Descenso menor de 250 habitantes Incremento mayor de 1.000 habitantes Límite provincial
Municipios
129
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Actualmente en el Altiplano se está produciendo otro fenómeno demográfico significativo. Se trata del in-
cremento de la población emigrante residente empadronada (Figura 6.4.). Este aumento del flujo migratorio es
especialmente relevante en las comarcas alme-
rienses del Alto Almanzora y Los Vélez y en
la granadina de Baza, donde municipios como
Vélez-Rubio o Freila tienen empadronados
a más de cien extranjeros por cada mil ha-
bitantes, superando el 10% de la población.
Esta situación coincide con el incremento
de la actividad agrícola en estas comarcas
durante los últimos años (apartado 12.1.).
En términos más globales, durante el período 1996-2005 el Altiplano ha multiplicado casi por 18 veces la
población inmigrante, mientras que Andalucía lo ha hecho en poco más de 4 y la provincia granadina en 6,
si bien la proporción de inmigrantes en ambas todavía supera ampliamente a la del Altiplano.
130
Sociedad y población actual
> 20 inmigrantes/ 1.000 habitantes 61 - 80 inmigrantes/ 1.000 habitantes Límite del Altiplano
21 - 40 inmigrantes/ 1.000 habitantes 81 - 100 inmigrantes/ 1.000 habitantes Límite autonómico
41 - 60 inmigrantes/ 1.000 habitantes > 100 inmigrantes/ 1.000 habitantes Límite provincial
Municipios
131
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Estructura biológica
La despoblación es un fenómeno que afecta directamente a la estructura poblacional, provocando un
envejecimiento progresivo. Tal envejecimiento influye en aspectos sociales y económicos determinantes en
diversos sectores de la actividad económica.
La composición por edades de una población es un dato importante ya que explica una serie de cuestiones
demográficas (natalidad, mortalidad, migraciones) así como socioeconómicas (población activa, desempleada,
etc.).
De forma general, la población puede clasificarse en tres grupos de edad: niños (0 a 14), jóvenes y
adultos (15 a 64), y mayores (mayores de 65). En función de esta clasificación se calcularán los distintos
índices de juventud o vejez. El envejecimiento de una sociedad se plantea cuando el número de habi-
tantes mayores de 65 dividido entre el de menores de 15 es mayor a 0,5. Pues bien, en el Altiplano este
cociente es de 1,24.
Asimismo, una población tiende al envejecimiento cuando la fracción mayor de 65 años (índice de enve-
jecimiento) supera una cifra entre el 10% y el 13%, según autores, del total poblacional. En los municipios
incluidos en el Altiplano la población mayor de 65 años supone algo más de un 20% del total, por lo que puede
concluirse que está caracterizada por un elevado índice de envejecimiento. Tal índice es bastante superior a
la media andaluza y también a las provinciales de Almería, Granada y Jaén (Tabla 6.5.).
El estudio económico del Altiplano de González et al. (2007) expone como conclusión que el envejeci-
miento es una característica propia de la provincia de Granada, siendo este fenómeno más intenso en las
comarcas del Altiplano. Además el envejecimiento de la población se produce a mayor ritmo en las comarcas
más despobladas.
132
Sociedad y población actual
La otra particularidad reside en que casi en la mitad de los municipios el sexo predominate es el masculino
(30 sobre 62), originándose principalmente este fenómeno en los municipios más pequeños, concretamente
en los que tienen menos de 3.000 habitantes, donde predomina el sexo masculino (29 sobre 51).
< 1000 24 14
1.000 – 2.000 13 6
2.000 – 3.000 14 9
3.000 – 5.000 4 0
5.000 – 10.000 4 1
10.000 3 0
Fuente: SIMA, 2006. Instituto de Estadística de Andalucía. Elaboración propia.
133
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Según los rangos de Rm ofrecidos por Vinuesa (1994), se puede considerar que hay una tendencia hacia
tasas altas de masculinidad, ya que en 30 de los 62 municipios este rango se supera o está sobre el límite
(Tabla 6.7.). Esta particularidad de municipios pequeños (menores de 3.000 habitantes) caracterizados por
una población envejecida y en buena parte de las ocasiones con predominancia masculina, es una situación
demográfica particular, propia de zonas con poco desarrollo urbano y mayor porcentaje de población rural
(Vinuesa, 1994).
Una de las características más patente de esta zona es su economía deprimida, la cual determina el citado
despoblamiento y envejecimiento de la población. No obstante, se han encontrado dificultades presentes
en los análisis económicos de los municipios del Altiplano como son, por un lado, la inexistencia de datos
en determinados municipios y, por otro, la difícil cuantificación de indicadores económicos típicos. A tal
efecto se ha creado aquí un índice que sirva como herramienta para poder cuantificar económicamente los
distintos ámbitos andaluces: municipal, provincial y regional.
134
Sociedad y población actual
distintos ámbitos. A tal fin es frecuente la utilización como parámetro sintético la renta per cápita o alguna
de sus variantes. En el Sistema de Información Multiterritorial de Andalucía (SIMA, 2006) aparece el
parámetro denominado renta familiar por habitante, si bien resulta de difícil aplicación aquí debido a que no
se ofrece cuantificado para todos los municipios del Altiplano. Además, las cifras aportadas son intervalos
y no valores absolutos.
Con objeto de solventar este problema, en el presente trabajo se ha diseñado y empleado un indicador
económico (IE, en adelante), sintético y metodológicamente homogéneo para todos los municipios, construido
en base a la información disponible.
El primer parámetro implicado, la renta neta declarada, es el sumatorio de cuatro tipos de rentas, que son:
Rentas netas del trabajo: Es el importe de la diferencia entre los rendimientos del trabajo y los
gastos fiscalmente deducibles, siendo los primeros la cuantía de las contraprestaciones, cualquiera
que sea su denominación o naturaleza, que se deriven exclusivamente del trabajo personal por
cuenta ajena del sujeto pasivo, y que no tengan el carácter de rendimientos empresariales o
profesionales.
Otro tipo de rentas netas: Incluyen los rendimientos netos (es decir, el importe íntegro minorado
en la cuantía de los gastos deducibles) que procedan del capital inmobiliario, capital mobiliario,
imputación de rentas en régimen de transparencia fiscal, rendimientos irregulares, e incrementos
y disminuciones de patrimonio.
135
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
ÁMBITO IE (euros)
ALMERÍA 12.976,1
GRANADA 13.986,6
JAÉN 11.735,8
ALTIPLANO 9.550,5
ANDALUCÍA 14.159,6
Una vez aplicado el indicador económico en los municipios del Altiplano, parece que éste presenta un nivel
económico muy inferior a la media provincial de Granada, Jaén y Almería (Tabla 6.8.). La renta neta media
declarada (IE) andaluza es superior en más de un 30% a la del Altiplano. Esta situación se acentúa al excluir
del análisis a las dos ciudades con mayor número de habitantes del Altiplano, Baza y Guadix, descendiendo
entonces el índice económico hasta los 8.630,9 euros.
En el ámbito de estudio muestra notorias diferencias entre zonas y comarcas. Ejemplo de esto es la zona
noreste, donde comarcas como las de Mágina, Montes Orientales y Cazorla se encuentra sensiblemente por
debajo de la media del Altiplano
136
Sociedad y población actual
A nivel municipal, se observa que tan solo 10 de los 62 municipios se encuentran por encima de la media
del Altiplano. De estos destacan los dos con mayor número de habitantes, Guadix y Baza, cabeza de sus
respectivas comarcas, y que son los únicos que superan los doce mil euros. No obstante, en 2003 ninguno de
los municipios del Altiplano superan a sus respectivas medias provinciales.
El análisis de la actividad económica de una zona permite evaluar e intuir el desarrollo económico de
la zona en función de la importancia relativa de los tres sectores. Sin embargo, hay que tener en cuenta
que estos análisis tienen como referencia los impuestos y que por tanto cualquier actividad sumergida no
queda recogida.
137
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La población activa es la que desempeña una actividad remunerada o tiene intención efectiva de desempe-
ñarla, separando entre ocupados y desocupados o parados, mientras que la inactiva es aquella que consume
sin producir (Bielza et al, 1993). El límite real entre ambos grupos se muestra difuso ya que, por ejemplo,
hay mujeres que ayudan a sus maridos en las labores agrícolas o comerciales pero se declaran amas de casa,
también jubilados que trabajan, etc.
Dentro del grupo de los activos se pueden considerar varios niveles: pleno empleo, empleo eventual y paro.
El empleo eventual es típico en el medio rural andaluz, como sucede con los jornaleros que trabajan exclusiva-
mente durante las campañas agrícolas. Un modo para poder cuantificar y comparar la fracción de población
activa es mediante la tasa de actividad, que calcula la fracción de población activa respecto al total poblacional.
Para analizar la actividad en el Altiplano, así como su posible comparación con otros ámbitos, se ha
utilizado el parámetro:
Siendo la población activa total, según SIMA (2006), aquella integrada por las personas de 16 o más años,
residentes en viviendas familiares, que suministran mano de obra para la producción de bienes y servicios
económicos (población activa ocupada) o que están disponibles y hacen gestiones para incorporarse a dicha
producción (población activa parada).
Y siendo la población total el conjunto de los habitantes según censo (SIMA, 2006), las cifras de población
que se incluyen en este apartado tienen una consideración puramente estadística, ya que las cifras oficiales
de población son únicamente las que se derivan del procedimiento de gestión de los padrones municipales.
Aquí se ha seleccionado el censo en lugar del padrón debido a que la tasa de actividad se viene calculando
en Andalucía con los datos censales (SIMA, 2006).
Como puede observarse en la Tabla 6.9., existe una diferencia en este parámetro de ocho puntos entre
el Altiplano y la provincia de Almería, dos con la de Granada, y casi cuatro con respecto al conjunto de
Andalucía. Los datos resultantes de este parámetro muestran una menor índice de actividad en el Altiplano
que en el contexto general andaluz, aunque los valores se igualan algo más al compararlos con los provinciales
de Granada y sobre todo Jaén. Posiblemente el menor grado de actividad tenga relación con el envejecimiento
de la población descrito anteriormente, así como con la existencia de una importante población jornalera
que hunde su raigambre en la evolución social del siglo XIX (apartado 5.4.). En el caso de Jaén destaca el
hecho, además, de que las localidades de Huesa y fundamentalmente Jódar, sufren los niveles de desempleo
agrícola más elevados de la provincia.
138
Sociedad y población actual
La misma tendencia existe cuando se analiza la actividad por sexos (Tabla 6.10.), destacando que las
cifras obtenidas son bajas, de forma general para toda Andalucía, lo cual indica una estructura econó-
mica heterogénea, en la que las mujeres se excluyen pasando a formar parte de la población inactiva
(Castelló, 2004).
Tabla 6.9. Índice de actividad 2001 Tabla 6.10. Índice de actividad por sexos 2001
Fuente: SIMA, 2006. Instituto de Estadística de Andalucía. Fuente: SIMA, 2006. Instituto de Estadística de Andalucía. Elaboración propia.
Elaboración propia.
Siendo la población activa desocupada: Población activa total - población activa ocupada
Al comparar los valores de esta tasa en los distintos ámbitos (Tabla 6.11.), se observa que el área de estudio
se sitúa más de 9 puntos porcentuales sobre la media andaluza y de la provincia de Granada, y más de quince
respecto a la provincia de Almería (SIMA, 2006), así como cerca de 17 puntos por encima de las cifras
nacionales para este año (Instituto Nacional de Estadística, 2001).
Al alto paro que registra esta zona habría que sumarle, además, el efecto de una baja tasa de actividad
femenina, que encubre una cifra aún más elevada de desempleo.
139
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Ahora bien, en el Altiplano, la importancia del sector primario asciende en detrimento del terciario,
manteniéndose el secundario, lo que resulta indicativo de que en esta zona el sistema agrario tiene una mayor
importancia relativa, sólo comparable con las cifras de la provincia de Jaén.
Al clasificar los municipios incluidos por sectores, en cuarenta y seis de ellos el terciario es el que man-
tiene ocupada a más población, en catorce municipios el predominante es el primario, y sólo en dos lo es el
secundario. No obstante, a la hora de interpretar correctamente esta información, es necesario tener presente
que una parte importante de la población activa es jornalera, y su trabajo es eventual en el sector agrario,
limitado a las campañas agrícolas estacionales.
Por todo ello y a modo de síntesis, puede afirmarse que el Altiplano es un territorio escasamente poblado,
con una población, además, envejecida, donde el 20% de sus habitantes tiene más de 65 años. Esto supone
un balance vegetativo (nacimientos-defunciones) negativo, donde el proceso de feed-back demográfico está
140
Sociedad y población actual
también condicionado por un saldo migratorio negativo que agrava tal escenario. No obstante, en los últimos
años esta preocupante situación se está paliando en parte con el incremento de la población inmigrante,
que ha aumentado considerablemente durante la última década. En el contexto económico, el Altiplano se
muestra como un área deprimida, prisionera de sus propios condicionantes demográficos, con un promedio
de renta inferior en un 30% a la media andaluza, con una menor tasa de actividad, mayor tasa de paro y una
actividad económica aún muy centrada en el sector primario.
Las casa cueva se están manifestando como una oferta de alojamiento turístico de creciente demanda. JC
141
Tierras de labor bajo la nieve en Cabra de Santo Cristo. JLS
Medio físico
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Medio físico
Las características del medio físico constituyen el principal condicionante en la génesis de cualquier terri-
torio y, junto a la acción humana, también en la evolución de su historia natural. El caso objeto de estudio,
el Altiplano, es un ejemplo de ello, pues se ha conformado bajo unas condiciones geológicas muy específi-
cas y heterogéneas. Su historia geológica propició una climatología extrema que a su vez ha tenido y tiene
fuerte impronta sobre otros parámetros del medio físico, tales como los suelos o las geoformas. El conjunto
de parámetros físicos condiciona el devenir de la biota sobre el territorio, provocando que las formas de vida
adquieran determinadas adaptaciones evolutivas. Y las características del medio físico también influyen in-
tensamente en el desarrollo de las poblaciones humanas, de lo cual es excelente ejemplo el Altiplano, donde
la escasez de agua, los rigores climáticos y la abundancia de suelos pesados o esqueléticos han limitado la
capacidad productiva humana. De la misma manera el hombre, a su vez, es responsable de algunos patrones
y tendencias en la evolución del medio físico y biótico.
En el presente capítulo se presentan los parámetros físicos de mayor relevancia en el ámbito de estudio:
relieve, clima, geología, geomorfología, suelos y el agua. En el caso de los suelos, además de una caracterización
del territorio, se aportan datos sobre su faceta productiva, y en el caso del agua se incide en la problemática
de su gestión en el marco de la nueva cultura del agua.
144
Medio físico
7.1. El relieve
En términos ecológicos, el relieve no es sino el conjunto de formas y perfiles que accidentan la superficie
del territorio, y, como tal, puede ser analizado desde sus componentes o como factor condicionante de las
principales variables ambientales.
En Andalucía las tres grandes unidades de relieve (Sierra Morena, depresión del Guadalquivir y cordillera
Bética) condicionan el clima, el desarrollo edáfico, la escorrentía, la organización de la red de drenaje, la ero-
sión y la bioclimatología, configurándose como vertebradoras de la capacidad de uso de los recursos naturales,
y condicionante de algunos de los riesgos más frecuentes de las regiones mediterráneas (p.e. Moreira, 2005).
Los principales componentes físicos del relieve son la pendiente y la altimetría, aunque la orientación o la
longitud de laderas también se constituyen como descriptores adecuados desde el punto de vista ecológico.
En virtud de todos ellos el relieve andaluz se caracteriza por su elevada variedad y heterogeneidad, mostrando
un amplio elenco de formas tales como la alta montaña, montañas medias, amplias llanuras, valles encajados,
paisajes alomados, acantilados, costas y, como no, altiplanicies (Perles y Mérida, 2000). El Altiplano objeto
de interés aquí es el de mayor superficie en el contexto andaluz y en él confluyen distintos componentes, a
cuya descripción se destina precisamente este apartado.
Las cordillera Bética constituye el conjunto montañoso más importante de Andalucía, ocupando el sur
y este de la región. Una de las principales características de esta cordillera es su composición heterogénea,
formada por diferentes alineaciones claramente separadas por amplios espacios llanos. Debido a la presencia
de extensas llanuras intramontanas se emplea el término de sistemas béticos, que engloba tanto a las alinea-
ciones montañosas como a las llanuras intramontanas.
En la Bética se reconocen dos alineaciones montañosas. Una con localización más meridional y mayores
altitudes, la cordillera Penibética, que ocupa desde la Serranía de Ronda hasta la Sierra de las Estancias. La
otra más septentrional y de cotas inferiores, la cordillera Subbética, que va desde la Sierra de Grazalema hasta
la Sierra de María, al este, y las de Cazorla y Segura, al norte. La Penibética supera los 3.000 m.s.n.m. en Sierra
Nevada (Mulhacén 3.478 m, Veleta 3.392 m y La Alcazaba 3.266 m) así como en otras sierras los 2.000 m, como
145
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
sucede en Tejeda (2.066 m), Baza (2.269 m) o Gádor (2.249 m). La Subbética únicamente rebasa los 2.000 metros
en el sector más oriental, por ejemplo en La Sagra (2.381 m), Mágina (2.164 m) o Arana (2.027).
Entre ambas alineaciones montañosas se extiende una continuidad de depresiones que, debido a su forma
de pasillo, reciben el nombre de surco Intrabético. Éste abarca, de oeste a este, las depresiones de Ronda,
Antequera, Loja, Granada, Guadix, Baza y Huéscar, siendo las tres últimas aquellas que conforman la ma-
yor parte del Altiplano. Al igual que sucede con las sierras béticas, esta sucesión de depresiones aumenta
en altitud y amplitud hacia el oriente, mientras que las occidentales están en torno a los 500 y 600 m, y las
orientales se alcanzan alrededor de los 1.000 m, convirtiéndose en auténticas altiplanicies.
Además de la altitud, el gradiente oeste-este marca la amplitud de las depresiones, y así, mientras las más
occidentales cuentan con apenas 10 km de anchura, las orientales de Baza o Huéscar superan los 30 km (Perles y
Mérida, 2000). Por último, otro aspecto del surco Intrabético es la continua conexión entre depresiones, justificando
el sentido de corredor o pasillo, si bien el Altiplano se encuentra relativamente aislado por la Sierra de Huétor.
Por tanto, el Altiplano se configura, en términos de relieve, como la depresión intrabética a mayor altura,
aislada geográficamente del resto de depresiones y rodeada por las mayores cumbres de Andalucía. Todo ello
contribuye a configurar un área muy continentalizada, donde la influencia térmica marina se ve obstaculi-
zada, y donde la humedad acusa el efecto Foehn, consecuencia de la barrera que ejercen las elevadas sierras
circundantes sobre los vientos atlánticos y mediterráneos.
Pendientes
La pendiente es el principal componente del relieve, condicionante de multitud de procesos naturales
o acelerados por la actividad humana (Moreira, 2005). Y en el territorio andaluz las pendientes extremas,
aquellas más abruptas o más planas, no son las predominantes (Perles y Mérida, 2000).
Panorámica de La Calahorra. Contraste entre las acusadas pendientes de Sierra Nevada y la llanura del Altiplano. JMD
146
Medio físico
Uno de los rasgos fundamentales del Altiplano, como su propio nombre indica, es la abundancia de am-
plias áreas llanas o levemente onduladas, que en este caso suponen la mitad de su superficie. Sin embargo,
el Altiplano andaluz presenta la particularidad de tener en la parte central una zona de pendientes medias
asociadas a geoformas inestables y fácilmente erosionables. No obstante, tan solo una quinta parte del terri-
torio supera el 15% de pendiente. Esta circunstancia, que justifica la denominación de Altiplano, contrasta
intensamente con la de las provincias en las que se encuadra, que destacan por las altas pendientes típicas
de la cordillera Bética.
En un análisis territorial (Tabla 7.1.) se observa que las zonas más llanas (pendientes entre 0-3%) se co-
rresponden con los cauces de agua, ya que el 40% de la superficie que ocupa este intervalo está representado
por terrazas, ramblas y llanuras de inundación. El intervalo de pendiente de 3-7% es el que ostenta la mayor
representación, estando muy ligado a una de las unidades geomorfológicas más importantes del Altiplano,
los glacis, que suponen más del 40% de este intervalo. El intervalo entre 7-15%, conforma las pendientes
medias-bajas; en éste se incluyen la mayoría de los badlands y ramblas del Altiplano (Tabla 7.2.). La suma de
estos intervalos supone casi el 80% de todo el territorio del Altiplano.
Los espacios con pendientes entre el 15-30% se localizan fundamentalmente entre las depresiones accita-
na y bastetana, ocupando los ríos Guadalentín, Guadiana Menor, Fardes y Guadahortuna, aunque también
algún tramo en el Castril y Guardal, así como el piedemonte de algunas sierras.
Las pendientes mayores tienden a localizarse en el centro-oeste del Altiplano, entre las hoyas de Guadix
y Baza, teniendo representación mayoritaria en los tramos finales del río Fardes, Guadahortuna y su unión
con el Guadiana Menor, así como en los alrededores de éste al norte del embalse del Negratín y su posterior
depresión, ya en la provincia de Jaén. El intervalo entre 30-45 % resulta muy escaso en el Altiplano aparecien-
do representado únicamente en la bases de las sierras Orce, Castril, La Sagra y del cerro Jabalcón, tratándose
fundamentalmente de piedemontes.
Las pendientes más pronunciadas, aquellas superiores al 45%, están ligadas a las proximidades de los cauces
de mayor importancia. En la provincia de Granada se localizan por un lado en las inmediaciones de los ríos
Guardal, Guadalentín, Castril y Guadahortuna, y por otro en los picos Jabalcón y El Mencal. En la provincia
147
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
148
Medio físico
Distribución de pendientes
de 0 a 3%
de 3 a 7%
de 7 a 15%
de 15 a 30%
de 30 a 45%
> 45%
149
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Vista desde la peña Cambrón, en el sureste de Jaén, una de las áreas con mayor pendiente media del Altiplano. MY
de Jaén, que es la que cuenta con mayor representación de este intervalo, aparece en varios montes públicos
del entorno del Guadiana Menor como Dehesas del Guadiana, Bernales, Baldíos o Terrenos Comunales de
Hinojares; todos ellos caracterizados por la presencia de pendientes acusadas y geoformas inestables.
Tabla 7.2. Porcentaje superficial de las unidades geomorfológicas en los diferentes intervalos de pendiente
Fuente: SINAMBA, 1997; Mapa geomorfológico. Junta de Andalucía, 2005. Elaboración propia.
Altimetría
La altimetría es otro de los componentes de mayor importancia del relieve, e interviene sobre el clima
imponiendo notables gradientes térmicos altitudinales, p. e. en las solanas béticas 0,33o/100 m con valores
más acusados en invierno (Pita, 2003). Además, la disposición del relieve en Andalucía, en orientación SW-
NE, propicia que en la región predomine la influencia atlántica sobre la mediterránea. Esta última influencia
150
Medio físico
está restringida al ámbito costero y a las penetraciones que encauzan los valles que vierten al mediterráneo,
sólo alcanzando cierto desarrollo en el levante almeriense.
El Altiplano, además de caracterizarse por su perfil relativamente llano, también lo hace por la otra premisa
que define a ésta y todas las altiplanicies: la altitud a la que se encuentra. En este caso la mayor parte del terri-
torio se halla entre los 600 y 1.200 m.s.n.m., encontrándose más de cuatro quintas partes por encima de los 800
m y siendo el intervalo altimétrico de mayor representación el de 1.000 a 1.200 m (Figura 7.1., Tabla 7.1.).
Figura 7.1. y Tabla 7.3. Porcentaje superficial del Altiplano en los intervalos de altura
ALTITUD % ALTIPLANO
200-400 0,01
400-600 2,89
600-800 16,04
800-1.000 37,15
1.000-1.200 40,60
1.200-1.400 3,26
1.400-1.600 0,06
La zona más baja del ámbito de estudio (400-600 m) se corresponde con la depresión del Guadiana Menor
desde la presa del Negratín hacia el sureste de Jaén, donde acaba confluyendo en el valle del Guadalquivir.
La zona central, surcada por todos los cauces de cierta importancia, se encuentra entre los 600 a 800 m.
Este rango altimétrico adquiere especial significación en la confluencia de los ríos Castril, Guardal y Baza
con el Guadiana Menor, y que también se caracteriza por su escasa pendiente. El grueso de la franja central,
y principalmente en la hoya de Baza, se corresponde con el intervalo entre los 800 y 1.000 m.
151
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
152
Medio físico
Mapa hipsométrico
200 - 400 m
400 - 600 m
600 - -800 m
800 - 1.000 m
1.000 - -1.200 m
1.200 - 1.400 m
1.400 - -1.600 m
153
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Ramblas en Guadix y Fonelas. Al fondo el cerro del Mencal, una de las principales154
elevaciones del interior del Altiplano. JH
Medio físico
Los territorios que alcanzan una mayor altura (1.000 y 1.200 m) son los del extremo oriental y occidental,
destacando tres zonas. La primera y de mayor extensión es la franja nororiental, Puebla de Don Fadrique,
Orce y María. Las otras dos están en el pasillo de Guadix a Fiñana y en el entorno de Guadahortuna, todas
relativamente llanas.
Por último, sólo unas pocas hectáreas se localizan por encima de los 1.200 m, todas ellas en las proximi-
dades de los límites serranos del Altiplano, salvo tres excepciones interiores: la parte más alta de la Sierra de
Marmolance (1.519 m), y los cerros Jabalcón (1.488 m) y El Mencal (1.447 m).
En suma, el Altiplano se configura como la depresión intrabética más oriental, circundada por las cum-
bres más elevadas de la región. El relieve actual tiene origen en la captura por el Guadalquivir, a través del
Guadiana Menor, de la antigua cuenca endorreica (apartado 7.3.), lo cual actualmente se traduce en un
gradiente altitudinal desde las sierras hacia el Guadiana Menor (centro del Altiplano), perdiendo altura
conforme este río avanza hacia su desembocadura en el Guadalquivir.
7.2. El clima
Los climas del planeta son el resultado del funcionamiento de un sistema fundamentalmente
físico, en el que sus distintos elementos actúan e interactúan de forma conjunta, configurando las
principales características del clima y ejerciendo una notable influencia sobre las comunidades ve-
getales, animales y humanas. Los climas pueden agruparse de forma sistemática sobre la base de las
propiedades que tienen en común y con posibilidad de empleo de muchas variables. Según Fernández
(1995), existen gran número de clasificaciones de las escalas climáticas y la nomenclatura varía de
unos autores a otros.
Existen una serie de factores climáticos que afectan a amplias regiones de la Tierra produciendo las gran-
des clases de clima (p.e. Cuadrat y Pita, 1997; Domínguez et al., 2000). Estos factores se concentran en tres
grupos: astronómicos, geográficos y meteorológicos.
Los factores astronómicos se corresponden básicamente con la Latitud, que actúa de forma periódica
confiriendo a los climas sus ritmos estacionales en función del grado de inclinación de los rayos solares. Los
factores geográficos son fijos e invariables, actuando de forma continua y generando las diferencias locales
que, incluso entre zonas muy próximas, pueden tener cierta importancia (Domínguez et al., 2000); se trata
por un lado del relieve y, por otro, de la distribución y situación relativa de tierras y masas de agua. El tercer
factor, el meteorológico, es el que actúa de una forma aparentemente más aleatoria y define las grandes re-
giones climáticas; éste incluye aspectos como la composición de la atmósfera, las masas de aire, los vientos
y los frentes.
155
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
En el marco regional, Andalucía se localiza en una latitud comprendida entre los 36o 00 ́N y los 38o 44 ́N,
y por tanto bajo el dominio de los climas subtropicales, en una franja de transición entre los climas de latitud
media y tropical (Pita, 2003). En este contexto general, similar al de otros puntos de la cuenca mediterránea,
la región andaluza muestra unos rasgos climáticos particulares derivados de la conjunción de los factores de
carácter geográfico y termodinámico. El hecho más destacable en relación a los factores termodinámicos
es la posición de Andalucía, situada en el flanco más meridional de las latitudes medias, lo cual determina
una cierta marginalidad respecto del flujo circumpolar del oeste que recorre en altura estas latitudes y es
el principal responsable del tiempo en esta zona. Dentro de los geográficos destacan por su importancia la
disposición del relieve y la altimetría, ya abordados en el apartado anterior, y la naturaleza de la superficie,
esta última, aunque de menor importancia, tiene un efecto regulador de la temperatura tanto del Atlántico
como del Mediterráneo y del propio contraste entre ambos.
En función de todos estos factores se genera un determinado clima manifestado a través de sus
principales elementos, que son aquellos más directamente experimentados por los seres vivos: las
precipitaciones y las temperaturas. Asimismo, la variabilidad climática se refleja principalmente en
156
Medio físico
modificaciones del paisaje y de sus elementos, con componentes que se manifiestan a corto y medio
plazo. Estos últimos son los que mayor relevancia adquieren, provocando que tales modificaciones
generen cambios en niveles superiores relacionados con las especies que habitan los ecosistemas y con
su distribución (Ruiz et al., 2002).
Para analizar la distribución espacial de las variables climáticas se han utilizado los modelos de superficies.
Estos modelos se han obtenido mediante interpolación espacial de series de datos (1971-2000) recogidas en
estaciones climáticas y proporcionadas por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.
Con objeto de poder analizar las variables climáticas más importantes del área de estudio se han selec-
cionado una serie de estaciones de la Red Secundaria de Estaciones del Instituto Nacional de Meteorología
(Tabla 7.4.). La selección de tales estaciones se ha realizado en función de tres premisas: 1) disponer de in-
formación de calidad, 2) mostrar homogeneidad en los datos, y 3) constituir, en su conjunto, una adecuada
representación de todo el territorio.
PROV CUENCA ESTACIÓN MUNICIPIO TIPO UTM-x UTM-Y ALTITUD HOJA HUSO
(m.s.n.m.) 50.000
AL Guadalquivir Vélez Blanco-Topares VéLEZ BLANCO Termo-Pluvio 567807,6 4190539,8 1192 930 30
Segura Vélez Rubio I L VéLEZ RUBIO Termo-Pluvio 581143,1 4167469,6 842 974 30
gR Guadalquivir Benamaurel BENAMAUREL Pluvio 526465,5 4162231,6 727 972 30
“Los Atochares”
Caniles CANILES Pluvio 524403,3 4143142,6 911 994 30
“Freila-Negratín” FREILA Termo-Pluvio 502458,7 4157418,8 650 971 30
Guadix GUADIx Termo-Pluvio 487844,9 4128581,9 905 1011 30
“Instituto Técnico”
Huéscar HUéSCAR Termo-Pluvio 541450,0 4183928,8 940 950 30
“C.P.C. Huéscar”
Orce - “Fuente Nueva” ORCE Termo-Pluvio 552604,2 4174339,6 960 951 30
Alamedilla ALAMEDILA Pluvio 478264,7 4159221,7 863 970 30
JA Guadalquivir Cabra de Sto. Cristo CABRA DE Termo-Pluvio 483416,3 4174409,7 840 948 30
“Estación” STO. CRISTO
157
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Estas series de datos procedentes del INM han sido obtenidos y analizados mediante el programa Agroclima
(TRAGSA), que cuenta con información desde 1950 a 2003. Esto servirá para completar la información
derivada de los modelos de superficie de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.
Las precipitaciones
En Andalucía pueden establecerse cuatro grandes dominios en términos pluviométricos: >750mm / entre
750 y 500mm / entre 500 y 250mm / <250mm. El primero y por tanto el más lluvioso se localiza en las sie-
rras de Aracena, Cazorla-Segura y Grazalema. En el segundo se incluye la mayoría de Andalucía: valle del
Guadalquivir, Sierra Morena y parte de la costa mediterránea. El tercer dominio es el que recibe precipitaciones
por debajo de los 500 mm, correspondiéndose éste con las depresiones y altiplanos interiores de las cadenas
béticas. Y por último la costa oriental almeriense, con precipitaciones inferiores a 250 mm (Pita, 2003).
El Altiplano por tanto se halla incluido en el tercer dominio y fundamentalmente entre las isoyetas de 300
y 400 mm en contraste con las sierras circundantes del norte y oeste, bastante más húmedas y que actúan
como barreras. No obstante, existen diferentes rangos de precipitación bien marcados geográficamente.
Por ejemplo las zonas con registros más bajos, inferiores a los 300 mm, se localizan fundamentalmente en
la parte central de las hoyas de Guadix, Baza y Huéscar. En ello juega un papel importante la barrera que
Sierra Nevada supone para los frentes que entran desde el Mar Mediterráneo, en el fenómeno conocido como
efecto Foehn. La gran cadena montañosa obliga a elevarse a las masas de aire húmedo, lo que provoca que
En el sureste de Jaén, los frentes atlánticos son responsables de un mayor nivel de precipitaciones que en el resto del Altiplano. MY
158
Medio físico
éstas se enfríen y que el vapor de agua que contienen se condense y precipite sobre la sierra. A sotavento, el
aire ya seco desciende rápidamente, aumentando la presión atmosférica y la temperatura debido al gradiente
adiabático y generando un efecto de sombra de lluvia sobre la zona central del Altiplano.
Las precipitaciones más abundantes se recogen a lo largo de los bordes oeste y noroeste del ámbito de
estudio, alcanzando el Altiplano los valores más elevados en el entorno de las Sierras de Cazorla y Segura
pudiendo superarse los 600 mm.
Al igual que en toda la región mediterránea el verano es la estación más seca, sin embargo en el Altiplano
éste no se caracteriza por la ausencia total de precipitaciones. Esta particularidad es debida a la existencia
de episodios de lluvia de escasa cuantía producto de la termoconvección derivada de la continentalidad y
la fuerte insolación. Dichos eventos suponen en torno al 10% de la precipitación recibida en la estaciones
seleccionadas, cifra superior a la regional que suele aproximarse al 3% y que muy raramente supera el 6%
(Pita, 2003).
159
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
160
Medio físico
ESTACIÓN E F M A M J JL A S O N D TOTAL
VéLEZ RUBIO 25,4 26,4 31,3 32,5 37,7 29,2 7,1 9,5 27,5 52,3 42,9 23,6 345,4
VéLEZ BLANCO-TOPARES 32,4 30,8 28,4 31,6 43,7 21,6 5,5 8,6 27,6 42,1 40,8 28,9 341,8
ALAMEDILLA 37,9 33,5 32,2 36,0 36,6 26,7 2,3 6,4 15,4 34,3 34,2 38,6 334,0
BENAMAUREL 29,5 33,6 28,2 25,7 35,1 19,1 5,3 7,6 23,1 34,1 28,8 32,7 303,0
CANILES 34,5 37,1 27,1 30,6 31,0 16,2 5,0 8,0 23,9 38,0 31,3 30,4 313,2
FREILA 27,1 24,8 24,8 31,9 37,9 18,6 6,2 10,1 19,7 34,3 28,1 27,9 291,3
gUADIx 31,7 25,5 27,4 28,6 38,9 28,2 4,1 8,7 20,8 32,7 29,0 30,4 305,7
hUéSCAR 27,9 29,2 23,4 24,1 31,1 22,4 8,5 7,1 16,6 35,2 30,2 25,5 281,2
ORCE 20,6 33,5 26,0 21,0 37,2 3,9 5,5 3,3 48,3 37,8 33,3 34,0 304,2
CABRA DE STO. CRISTO 29,3 40,0 35,7 45,6 33,3 22,1 5,8 6,9 17,6 36,8 33,3 32,4 338,6
De forma general, las precipitaciones en el área de estudio son escasas, pero se reparten en un amplio pe-
ríodo que se extiende desde septiembre hasta mayo e incluso junio (Tabla 7.6.). De estos meses, aún siendo
la primavera la estación más lluviosa, es octubre el mes en el que se obtienen los valores máximos, si bien
en una cuantía pareja a mayo. Julio es el mes más seco y le sigue agosto con un ligero aumento en la media
acumulada.
Otro rasgo común a la región andaluza y que se acentúa en el Altiplano es el escaso número de días
en el que se acumulan la totalidad de las precipitaciones (Tabla 7.7.). A nivel regional el número de
161
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
días de lluvia es inferior al 25% del total de días del año, alcanzando valores cercanos al 15% en el
litoral del sureste. De las estaciones analizadas en el Altiplano se obtiene un porcentaje aún inferior,
alrededor del 11%.
Las precipitaciones en el Altiplano muestran una elevada irregularidad interanual, es decir concurren
años o grupos de años más lluviosos y otros excepcionalmente secos. Además, también es típico en la zona
la existencia de fuertes variaciones interanuales en determinados meses, generalmente los más pluviosos
pero fundamentalmente septiembre y octubre. Esta irregularidad llega a ser tal que las medias de precipita-
ción de algunos meses en ciertas estaciones supera en la muestra una desviación típica de 40, por ejemplo
la desviación típica es de 68.3 para el mes de septiembre en Orce o de 53.8 para octubre en Vélez Rubio.
Por último, destacar dos características del Altiplano comunes a las zonas bajo clima mediterráneo semiá-
rido: la poca cantidad de agua que cae en cada día de lluvia y los episodios de torrencialidad.
Así, por un lado, son habituales las precipitaciones de poca intensidad, recogiéndose en el Altiplano
(estaciones seleccionadas) apenas 8 mm de media por día de lluvia, mientras que la media andaluza supera
los 10 mm. Situación extrema es la de Benamaurel que con 58,5 días de lluvia/año, sólo recibe 300 mm;
con 4 días menos de lluvia se encuentra por ejemplo Alanís (Sierra Norte de Sevilla) que recibe más de
800 mm.
Y por otro la torrencialidad de algunos episodios de lluvia, porcentaje que la precipitación máxima en
24 horas (para un periodo de retorno de 100 años) supone respecto a la precipitación de todo el año. Estos
valores son máximos en Almería, donde existen registros de precipitación máxima diaria similares a la pre-
cipitación total media anual. En el Altiplano también se producen en ciertas ocasiones, como por ejemplo
en septiembre de 1989 cuando en Orce cayeron 170 mm en 24 horas, o en octubre de 1973 con 130 mm en
Alamedilla. La torrencialidad en esta zona puede generar impactos muy negativos ya que tales episodios se
producen en un medio condicionado por las escasas precipitaciones y donde abundan los materiales de alta
erodibilidad como las margas o los yesos del trías
162
Medio físico
Insolación y temperaturas
La intervención de los factores termodinámicos y la latitud subtropical en la que se encuentra la región pro-
porciona abundantes situaciones anticiclónicas y una insolación muy elevada. Todo el valle del Guadalquivir
y los espacios costeros superan las 2.800 horas de sol al año, e incluso las 3.000 horas en algunos enclaves del
golfo de Cádiz y la costa Almeriense. El resto de la región queda incluida en el intervalo entre 2.800-2.600
horas de sol, quedando por debajo de las 2.600 horas sólo aquellos enclaves serranos más elevados, debido al
efecto local de la nubosidad de evolución.
Los altos valores de insolación asociados al elevado ángulo de incidencia de los rayos solares en estas lati-
tudes bajas determinan también valores elevados de recepción de radiación solar, constituyendo una de las
principales características (y también recurso) del clima andaluz, pero además tienen una notable incidencia
en la configuración de las temperaturas y la organización de la vida en de la región.
La escasa nubosidad y elevada insolación en el Altiplano limitan, en unión a otros factores, las comunidades vegetales,
especialmente en zonas con una gran proporción de suelo desnudo de alto albedo, caso por ejemplo de los yesares. FMB
La temperatura media anual regional es muy variada y refleja un gradiente costa-interior, pero sobre todo
el gradiente altitudinal. Tal es así que los valores más bajos (inferiores a 9-10o) se encuentran en los enclaves
montañosos del interior de las cadenas béticas, mientras que algunos puntos de la costa mediterránea pueden
rebasar los 18o, alcanzando incluso los 20o en enclaves del litoral almeriense.
Dentro de estos rangos el Altiplano se encuentra entre las zonas con valores medios anuales más bajos,
comprendidas entre los 11 y los 14oC, estando la mayor parte del territorio en torno a los 13oC. A grandes
rasgos dentro del ámbito de estudio se diferencian tres zonas térmicas: una occidental que se corresponde con
163
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
la hoya de Guadix y tendría una temperatura media anual de 13oC, otra central y la depresión del Guadiana
Menor que sería la más cálida con 14oC, y una última franja más fría nororiental, que se quedaría en los 12oC.
Estas bajas temperaturas se deben en parte a que las sierras que lo aíslan de los flujos húmedos del oeste no
lo hacen del mismo modo de los procedentes del norte y nordeste, acabando por constituir un “laboratorio de
frío” que produce fuertes acumulaciones de masas frías sobre las depresiones debido a los procesos de inversión
térmica que aparecen en ellas y que se hacen efectivos por la escasa humedad relativa existente.
ESTACIÓN E F M A M J JL A S O N D TOTAL
VéLEZ BLANCO-TOPARES 4,88 5,81 7,41 9,28 13,33 17,84 23,23 22,77 18,01 12,46 7,95 5,33 12,36
ORCE 4,96 6,42 8,9 10,66 14,76 18,83 22,58 22,38 18,15 13,17 8,76 6,06 12,97
hUéSCAR 5,00 7,8 10,4 14,7 17,4 19,00 21,2 18,5 18,00 14,9 11,2 6,5 13,72
VéLEZ RUBIO 7,71 8,45 10,02 11,79 14,7 19,33 22,82 23,11 19,89 14,82 10,65 8,13 14,28
gUADIx 5,89 7,81 10,26 11,7 15,71 20,42 24,38 24,44 20,16 14,81 9,38 6,63 14,30
CABRA DE STO. CRISTO 6,14 7,51 9,76 11,13 15,39 21,2 25,05 24,81 21,39 15,46 9,51 6,98 14,53
FREILA 6,23 8,48 11,66 13,98 18,92 23,13 26,81 26,46 21,15 15,67 10,52 7,32 15,86
Por meses, enero resulta el mes más frío y julio el más cálido. La temperatura media del Altiplano en enero
oscila entre los 4-6oC, alcanzando puntualmente los 7oC en el entorno de Vélez-Rubio. Las zonas con tem-
peraturas medias más bajas se localizan en la franja nororiental, la caída de la Sierra de Baza y el entorno de
Guadahortuna, y la más cálida en la depresión del Guadiana Menor y la franja más meridional de la hoya
de Guadix.
En julio, según la distribución espacial, las medias se situarían entre los 22oC y los 27oC, siendo la tempe-
ratura más representativa los 25oC. No obstante, la franja nororiental y el pasillo hacia Vélez Rubio se en-
cuentran en los 23oC, siendo las zonas más frías la parte este de la Sierra de Baza (Caniles) y el pasillo entre
Sierra Nevada y Baza a la altura de Huéneja, con 22oC.
Las temperaturas mínimas medias se producen en el mes de enero y sitúan la mayor parte del territorio
entre los 0-2oC, mientras que la de la depresión del Guadiana Menor estaría en 2-4oC. Las zonas más frías en
las que se alcanzan valores negativos son el contorno de la Sierra de Baza y, más puntualmente, en el límite
con Sierra Nevada y Sierra de Marmolance.
Los valores medios de temperaturas máximas se registran en julio, presentando en el Altiplano distintos
rangos de temperatura que permiten diferenciar tres zonas. El rango más extendido es el de 31-33oC, que
se distribuye principalmente por la hoya de Guadix, sureste de Jaén y franja nororiental. El rango 33-35oC
se localiza fundamentalmente en la hoya de Baza y continúa hacia el valle del Guadalquivir a través del
Guadiana Menor. La zona que presenta una media de temperaturas máximas más elevada y comprendida
entre los 35-39 oC se corresponde con el norte de la hoya de Baza y sus sierras periféricas como son Sierra
164
Medio físico
165
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Bermeja, Marmolance y La Encantada entre otras. Por el contrario, la zona con temperaturas máximas más
bajas, 29-31oC, se sitúa en el pasillo más occidental, el de Fiñana.
Todos estos datos se traducen en una elevada amplitud térmica, entendiendo como tal la diferencia entre
la temperatura más alta y la más baja registrada en un lugar durante un periodo de tiempo determinado.
Atendiendo a este parámetro el área de estudio manifiesta una amplitud térmica de entre 12-14oC, aunque
esta cifra se incrementa hasta los 14-16oC en el eje Caniles-Huéscar, alcanzando valores muy similares a los
del valle de Guadalquivir, en un caso teniendo origen en las bajas temperaturas y en otro en las altas.
Ahora bien, en todos los casos expuestos hasta el momento, temperaturas mínimas, máximas y amplitud
térmica, se ha trabajado con medias que enmascaran parcialmente la realidad climática del Altiplano, en el
que se producen amplios rangos térmicos debido a las temperaturas extremas que sufre el territorio.
En general los inviernos son muy fríos, con medias mínimas absolutas inferiores a 0oC en todas las esta-
ciones de diciembre a marzo, lo que define una alta continentalidad y conlleva, como se verá más adelante,
un periodo de heladas dilatado en el tiempo. La época estival refleja del mismo modo este fuerte contraste,
con un mes de julio en el que la media de las temperaturas máximas absolutas rebasa en todas las estaciones
los 35oC. Uno de los casos más nítidos de oscilaciones extremas es el de Orce, donde las temperaturas medias
de las mínimas absolutas son negativas desde octubre a abril, teniendo ambos meses las máximas absolutas
por encima de los 25oC.
166
Medio físico
Para abordar los periodos cálidos, fríos y de heladas se han utilizado las temperaturas medias de las máxi-
mas y mínimas absolutas.
El periodo cálido se puede definir como el número de meses donde la temperatura media de las máximas
es superior a 30oC, y el periodo frío como el número de meses donde la temperatura media de las mínimas
es menor a 7oC.
FREILA 6 5 3
ORCE 8 7 2
hUéSCAR 5 1 1
VéLEZ RUBIO 6 4 2
VéLEZ BLANCO-TOPARES 8 6 2
CABRA DE STO. CRISTO 6 6 2
gUADIx 6 5 2
La duración del periodo cálido en el ámbito de estudio se cifra entre 1 y 3 meses, siendo la de Freila la
estación con un periodo cálido más prolongado, 3 meses, de junio a agosto ambos inclusive, y la de Huéscar
la que presenta el menor número de meses de periodo cálido, tan solo el de julio. De forma general, todas
las estaciones seleccionadas, con la única excepción de Freila, ven retrasada a julio la entrada de este corto
periodo cálido.
En cambio el período frío varía entre 5 y 8 meses, siendo las estaciones de Vélez Blanco-Topares y
Orce las que presentan la mayor duración, desde noviembre a mayo, mientras Huéscar muestra el menor
número de meses fríos. Pero además de por este dilatado período de frío, el Altiplano se caracteriza por
un elevado número de meses con heladas, cuando la temperatura mínima absoluta está por debajo de los
0oC, presentando Orce el valor máximo con un total de 7 meses y la estación seleccionada en Huéscar
solamente uno.
Por tanto se puede concluir que el Altiplano se caracteriza térmicamente por ser una zona fría en el contexto
andaluz y además continentalizada, en la que se producen una serie de eventos de temperatura extrema tanto
en verano (p.e. 40,8oC en Freila), como en invierno (p.e. –7oC en Orce). Aparte de estos rasgos genéricos,
dentro del Altiplano existe un gradiente térmico reconocible, presentando una zona central más cálida, a
partir de la cual las temperaturas descienden hacia el oeste y fundamentalmente hacia el este, haciéndose
más patente en la franja nororiental. No obstante, la zona más fría se localiza en el pasillo occidental, en los
municipios de Huéneja, Dólar y Ferreira.
167
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
< 250C 27 - 290C 31 - 330C > 350C < 00C 2 - 40C 6 - 80C
25 - 270C 29 - 310C 33 - 350C 0 - 20C 4 - 60C > 80C
168
Medio físico
A nivel regional los valores de ETP más frecuentes son los incluidos entre 800-900 mm. En el valle del
Guadalquivir estos valores son mayores, 900-1.000 mm, mientras que descienden en la zona oriental a los
700-800 mm, con la excepción del sudeste almeriense que los supera y las grandes sierras béticas en donde
la ETP se reduce en gran medida.
El Altiplano en particular se encuentra definido por los 700-800 mm de ETP, sin embargo en el entorno
del Guadiana Menor, de menor altitud y más cálido, estos valores oscilan entre los 800-900 mm, alcanzando
incluso los 900-1.000 mm en los alrededores de Jódar. Por tanto, la evapotranspiración potencial que sufre
el Altiplano es elevada, pero no de las más altas. Ahora bien, al recibir unas precipitaciones escasas el déficit
hídrico registrado en estos territorios es mayor que el de otras zonas con mayor ETP pero también mayor
pluviosidad. Esta relación de escasas precipitaciones y elevada evapotransipración potencial aproxima al
término de aridez, que se puede definir como la relación temporal entre la cantidad de agua que llega al suelo
a través de las precipitaciones y la que escapa por la evapotranspiración (Pita, 2003).
Si se toma como muestra el denominado índice de aridez (UNEP, 1992), definido como el cociente entre
precipitación y evapotranspiración de referencia (P/ET0), se puede estimar el grado de aridez de una deter-
minada zona siguiendo la siguiente clasificación:
En la mayor parte del ámbito de estudio este índice corresponde a la categoría semiárida, abarcando casi
enteramente las hoyas de Guadix y de Baza los valores comprendidos entre 0,2 y 0,5. Ello indica que la eva-
potranspiración triplica los datos de precipitación registrados.
Las zonas limítrofes a las grandes sierras muestran valores superiores en este índice, indicativos de un
menor grado de aridez. Esto se debe a las mayores precipitaciones propias del piedemonte montañoso.
169
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
171
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
En síntesis, puede afirmarse que el Altiplano se engloba dentro del contexto climático mediterráneo, siendo
una de las zonas más secas de la Península Ibérica y caracterizado además por una marcada continentalidad.
Su territorio queda climatológicamente definido por tres rasgos fundamentales que dan idea de la dureza de
las condiciones: escasas precipitaciones, temperaturas extremas y un período de heladas muy prolongado.
Asimismo, gran parte del ámbito de estudio sufre un importante déficit hídrico anual, ya que las precipita-
ciones recibidas no son suficientes para paliar el fuerte efecto evaporativo. Todo ello confiere al Altiplano
una de sus características más destacables: el carácter semiárido de la mayor parte del territorio.
7.3. Geología
La Geología (del griego geo, tierra, y logos, estudio) es la ciencia que estudia la forma interior de la
Tierra, los materiales que la componen, las unidades geoestructurales en las que se puede dividir, sus
mecanismos de formación, los periodos o edades en que tuvieron lugar su génesis y desarrollo, los cam-
bios o alteraciones que éstas han experimentado desde su origen y la distribución que presentan en su
estado actual.
Es uno de los pilares básicos en el estudio del medio físico debido a su cualidad de constituir el soporte
primario de los sistemas naturales y las actividades antrópicas. En este sentido, el componente que mejor
lo define son los materiales, y estos son los que realmente conforman el sustrato primario de las actividades
biológicas, ecológicas y sociales, almacén de recursos (materias primas, agua...) y receptor de subproductos
(residuos, deshechos...; Pedraza, 1981).
El carácter del sustrato y sus funciones son esenciales, por tanto, en la ordenación del territorio, por cuan-
to de ellos puede deducirse la gestión de los recursos y sostenibilidad, evaluaciones territoriales a partir de
las correspondientes unidades cartográficas, conservación del patrimonio geológico, establecimiento de los
usos del suelo, según su vocación y capacidad, así como sus influencias y repercusiones (Ministerio de Medio
Ambiente, 2006).
En Andalucía se pueden diferenciar tres grandes unidades geológicas, que en gran parte coinciden con las
unidades morfológicas citadas en el apartado de relieve (Sierra Morena, depresión del Guadalquivir y cordillera
Bética), aunque algunas de ellas se extienden fuera de los límites de la comunidad autónoma. Éstas son:
1.- Macizo Hercínico de la Meseta o macizo Hespérico. Al norte del valle del Guadalquivir, co-
incidiendo con la unidad morfológica de Sierra Morena, aflora este macizo, constituido por
materiales precámbricos y paleozoicos plegados durante la orogenia hercínica (hacia el final
del Carbonífero medio) que ocupa gran parte de la Península (Julivert et al., 1974).
2.- Cordillera Bética. Se eleva en la parte mas meridional y ocupando la mayoría de la superfi-
cie, coincidiendo en gran parte con la unidad morfológica del mismo nombre. Como unidad
172
Medio físico
geológica, se prolonga hacia el Este, ya fuera de la comunidad andaluza, por las provincias
de Murcia, Albacete, Alicante y sur de Valencia, continuando bajo el Mediterráneo para
aflorar en Ibiza y Mallorca. Se trata de una cadena de plegamiento alpino formada durante
el Mioceno y que a su vez está constituida por dos grandes unidades: las zonas externas y las
zonas internas.
3.- Depresiones Neógenas. Es la tercera unidad geológica y la que presenta mayores diferencias
en cuanto a su coincidencia con las unidades morfológicas. Se trata de las áreas que quedaron
“deprimidas” después de la orogenia alpina y que fueron rellenadas por sedimentos producto
de la erosión de los nuevos relieves.
173
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
El estudio de la geología del Altiplano aquí presentada se centra en los periodos geológicos en que tuvo
lugar su origen y evolución, las unidades geológicas que lo componen, mecanismos de formación y materiales
que lo constituyen (litología).
El Altiplano estepario se localiza, desde un punto de vista geológico, en el ámbito de las cordillera Bética,
formando parte de dos grandes unidades geológicas o geoestructurales en Andalucía: las depresiones Neógenas
y la cordillera Bética.
Las depresiones neógeno-cuaternarias, las más abundantes (82,8% del Altiplano), se localizan en el de-
nominado surco Intrabético, en las depresiones intramontanas denominadas Guadix-Baza y del Almanzora.
Los relieves de sierra que las rodean se encuentran localmente representados por materiales pertenecientes
a las zonas internas y externas de la cordillera Bética (17,2%).
A grandes rasgos la historia geológica del Altiplano comienza con la orogenia alpina que da lugar a la
formación de la cordillera Bética y de depresiones intramontanas entre los relieves emergentes. Hasta ese
174
Medio físico
momento el mar alcanzaba el límite sur del macizo Hercínico y se estaba produciendo una acumulación de
sedimentos marinos en su fondo.
Tras la retirada del mar empieza a formarse toda una red de abanicos aluviales que van a dar lugar a la
red hidrográfica, en principio orientada hacia el norte y posteriormente, debido a la reactivación de los
movimientos tectónicos en el sector oriental, se produce un basculamiento generalizado hacia el noroeste
de toda la cuenca, produciéndose un cambio en la dirección de la red de drenaje que pasa de desaguar al
Mediterráneo a canalizarse hacia el Atlántico por el Guadalquivir a través del Guadiana Menor (Goy et
al., 1989).
Este basculamiento supuso un gran arrastre de materiales blandos que se habían ido acumulando en
capas a lo largo del tiempo, como margas, yesos, arcillas y arenas; sobre las cuales se fueron acumulando en
los siglos posteriores sedimentos cuaternarios, formados por los arrastres aluviales que, al sufrir el ataque
de unas lluvias por aquel entonces torrenciales y muy abundantes, formaron el actual paisaje abarrancado
(Rodríguez, 2006).
175
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
PALEOZOICA 590
Triásico 248 - Aumento del nivel del mar y acumulación de sedimentos en el mar Tethys
- Andalucía durante el Triásico (facies Keuper) era una extensa llanura costera.
MESOZOICA
Secundaria Jurásico 206 - Hundimiento de la cuenca e instalación de ambiente marino en extensas zonas
entre las placas Africana y Europea
Neógeno Mioceno Inferior 23 - Se forma la cordillera Bética (emergen grandes relieves) debido a la orogenia alpina
Plioceno Inferior 5 - Continúa la regresión marina y formación de un gran lago endorreico de agua
dulce.
- Colmatación de cuencas interiores con acumulación de margas, carbonatos,
evaporitas y rocas detríticas en medio continental.
- Individualización de las hoyas de Guadix y la de Baza
- Formación de glacis en los piedemontes Béticos.
- Emergen los relieves Subbéticos.
- Se abre el estrecho de Gibraltar
Superior 3,5 - Comienzan a formarse abanicos aluviales y fluviales con una dirección hacia el
norte
Cuaternario Neógeno Pleistoceno Inferior 1,8 - Desarrollo de abanicos aluviales y glacis al pie de los relieves Béticos
Medio 0,7 - En las depresiones de Guadix-Baza se produce el relleno de las cuencas con
calizas y tobas lacustres.
- Desarrollo de travertinos y encajamiento de la red hidrográfica
Superior 0,12 - Basculamiento hacia el Oeste pasando los lagos a ser una cuenca exorreica
hacia el Guadalquivir a través del Guadiana Menor, al encajarse la red fluvial
sobre depósitos de glacis.
- Desarrollo del modelado fluvio-coluvial, denudativo, kárstico...
Holoceno 0,01 - Depósitos en las zonas de inundación de los cursos fluviales actuales
Fuente: Pérez-López y López-Chicano, 1989; Vera, 2004; Mapa geológico. Junta de Andalucía, 2005. Elaboración propia.
176
Medio físico
Unidades geoestructurales
CORDILLERAS BÉTICAS. ZONAS EXTERNAS CORDILLERAS BÉTICAS. ZONAS INTERNAS NEÓGENOS Y CUATERNARIOS
Subbética interno Complejo nevado-filabride. Manto Mulhacén Depresiones postorogénicas Límite del Altiplano
Subbética medio Complejo nevado-filabride. Manto Veleta Límite autonómico
Subbética externo Complejo alpujarride. Manto superior
Límite provincial
Prebética interno Complejo alpujarride. Manto intermedio
Prebética externo Complejo alpujarride. Manto inferior
Términos comunes Complejo malaguide
Complejo dorsaliano
177
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Periodos geológicos
SECUNDARIO
TERCIARIO
CUATERNARIO
Cretácico Plioceno
Plioceno-Cuaternario
178
Medio físico
Depresiones neógenas
En Andalucía, las depresiones neógenas o post-orogénicas son áreas que quedaron deprimidas después de
la orogenia alpina (colisión entre las zonas internas y las externas hace unos 15 millones de años, durante el
Mioceno medio) y corresponden a extensas cubetas sinclinales. Se fueron rellenando por potentes sedimentos
de materiales postorogénicos Neógenos (Mioceno superior, Plioceno) y del Cuaternario (Pleistoceno), como
producto de la erosión de los nuevos relieves (Vera, 1994), alcanzando localmente espesores de hasta 4.000 metros.
La más extensa de estas depresiones es la depresión del Guadalquivir, localizada entre el macizo Hercínico
de la Meseta y el borde septentrional de las cordillera Bética. Pero además de ésta, se incluyen también un
conjunto de superficies ubicadas dentro de la cordillera Bética (cuencas intramontañosas) que tienen impor-
tantes rellenos sedimentarios de materiales neógenos postorogénicos. Entre ellas destacan por su amplitud
y potencia de relleno sedimentario, de Oeste a Este, las depresiones o cuencas de Ronda, Granada, Guadix-
Baza, Almería, Sorbas y Huércal-Overa.
Figura 7.5. Cuencas intramontañosas de la cordillera Bética tras la orogenia alpina en Andalucía
Córdoba
Jaén
Huelva
CUENCA DE Granada CUENCA
RONDA CUENCA DE SORBAS-TABERNAS
GRANADA
Almería
Málaga
Cádiz
179
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
En el Altiplano, las depresiones neógenas constituyen el 83% (401.906 ha) del territorio, distribuidas en
varios dominios paleogeográficos diferentes. Se extiende principalmente por las cuencas intramontañosas
de Guadix-Baza en la provincia de Granada y la del río Almanzora en Almería. Localmente se observan
afloramientos de este tipo entre la Sierra de las Estancias y los Filabres, así como en parte de las cuencas de
los ríos Guadiana Menor y del Guadahortuna, al sur y sureste de la provincia de Jaén. Estos últimos poseen
una distribución irregular y suelen ocupar las partes más deprimidas del relieve.
La depresión de Guadix-Baza, la más extensa en la zona de estudio, queda limitada al sur por las sierras de
Baza (zona Bética-complejo Alpujárride), de las Estancias (zona Bética) y Orce (zona Subbética), y al norte
por las de Castril y del Pozo (zona Prebética) y otras sierras más orientales (zona Subbética). Se trata de una
cuenca cuyas formaciones son tanto fluviales como lacustres o evaporitas, con unos materiales cuyas edades
datan desde el Neogéno (Mioceno superior y Plioceno) hasta el Cuaternario.
180
Medio físico
denominado bad-lands (tierrras malas). Este modelado tan peculiar le confiere a este espacio unas características
físicas muy singulares (Águeda et al., 1983). Tradicionalmente han sido despreciados por el hombre, si bien
últimamente están adquiriendo el reconocimiento que merecen como enclaves de interés paisajístico,
geológico, botánico y faunístico.
La sedimentación en estas cuencas se inició en el Neógeno. Durante el Mioceno superior ésta ocu-
rrió en medios marinos para, al final del Mioceno superior y el Plioceno, retirarse el mar de las cuencas
más alejadas de las costas actuales y comenzar el depósito de importantes volúmenes de sedimentos
continentales.
A su vez, los sedimentos del Cuaternario son muy numerosos y extensos. Se pueden distinguir varios
niveles según sus características sedimentarias y morfológicas: Cuaternario antiguo, Cuaternario medio y
los depósitos aluviales. El antiguo se presenta como nivel de colmatación del interior de la depresión y en los
bordes como depósitos de pie de monte con costras; el medio se corresponde con las terrazas y glacis locales;
y los depósitos aluviales están asociados a los cauces de los principales ríos, en especial cuando el sustrato está
constituido por rocas blandas.
A una escala de mayor detalle, la depresión de Guadix se considera individualizada del resto de las depre-
siones béticas orientales desde el Plioceno basal, atendiendo a criterios paleogeográficos (García-Aguilar,
1986), ya que sólo es a partir de entonces cuando esta cuenca posee su propio nivel de base representado por
el lago endorreico de la formación Gorafe-Huélago (Vera, 1970).
Los últimos materiales marinos encontrados en esta cuenca, de tipo somero, son del Mioceno superior. La
retirada del mar y el levantamiento de la Sierra de Baza ocurre en el Mioceno superior y el Plioceno inferior.
Comienzan a formarse entonces abanicos aluviales y fluviales con una dirección de la escorrentía hacia el
Norte. Los depósitos más recientes de esta cuenca se corresponden con la instalación de amplias llanuras
aluviales con sistemas de canales trenzados. Litológicamente la hoya de Guadix corresponde a un régimen
fluvial dominante donde se depositaron materiales detríticos y los suelos que se desarrollan a partir de esos
materiales son diferentes a los de la hoya de Baza.
Separada de la depresión de Guadix por el relieve del Jabalcón y por la Sierra de Baza se encuentra la
depresión de Baza. Dichos límites fijan a grosso modo la repartición litológica de los depósitos, ya que en
la cuenca de Baza el régimen dominante es lacustre con contactos eventuales con el marino y deposición
de materiales de precipitación química. Está ocupada principalmente por capas margo-yesíferas (Vera,
1970). Los estudios llevados a cabo en esta área por Goy et al. (1989) sugieren la presencia del mar al
menos en el sector suroriental de la cuenca durante el Plioceno inferior, posteriormente el mar se retira
dando paso, durante el Plioceno, a un gran lago interior alimentado por una cuenca endorreica (Sanz de
Galdeano y Vera, 1992).
En el Pleistoceno este gran lago interior se rompió aproximadamente en el lugar conocido como Cerrada
del Negratín, a la altura de la actual cabecera del embalse del Negratín (Rodríguez, 2006), y basculó hacia
el oeste, pasando a depositarse sistemas de abanicos aluviales que dejaron en su brutal arrastre materiales
blandos que se habían ido acumulando en capas a lo largo del tiempo, es decir, dejaron depósitos de 1playa-
181
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
A la altura del actual embalse del Negratín se produjo durante el Pleistoceno la ruptura de la cuenca endorreica,
conformándose el río Guadiana Menor, que pasó a drenar la mayor parte de las aguas del Altiplano. FMB
lake hacia el centro y el sector occidental de la cuenca, sobre los que se siguen acumulando posteriormente
depósitos cuaternarios. Este basculamiento generalizado hacia el noroeste de toda la cuenca, produjo un
cambio en la dirección de la red hidrográfica que pasa a desaguar hacia el Atlántico.
Según García-Aguilar (1986), en la depresión de Guadix-Baza se localiza “el registro sedimentario más
continuo de los medios continentales de los últimos siete millones de años de la historia de la Tierra que existe en la
Península Ibérica y en toda Europa occidental”.
CoRdILLERa BéTICa
La otra unidad geológica representada en la zona de estudio es la cordillera Bética. Constituye el extre-
mo más occidental del conjunto de las cadenas alpinas europeas y ocupa más de la mitad de la superficie de
Andalucía.
Dentro de la cordillera Bética se diferencian dos dominios principales: las zonas externas que se sitúan al
norte y zonas internas al sur. En las zonas externas se separan tres subdominios paleogeográficos principales
(García et al., 1980); al norte se sitúa la zona Prebética y al sur la zona Subbética, entre ambas, la zona intermedia;
ésta última presenta formaciones terciarias con características paleogeográficas y tectónicas muy distintas
1
Playa-lake: zona llana, de sedimentos detríticos de tamaño limo y arcilla, asociados a evaporitas, ocupada previamente por un lago endorreico desértico.
182
Medio físico
Peñón de Alamedilla. La diferente naturaleza y dureza de los materiales geológicos determina la modelación del paisaje. FMB
a las unidades que la rodean. En las zonas internas se diferencian tres complejos o unidades principales: el
Nevado-Filábride, el Alpujárride y el Maláguide.
La representación de la cordillera Bética en el Altiplano se limita a áreas más o menos puntuales perte-
necientes a las zonas basales de los sistemas montañosos que rodean la zona de estudio. En total suponen un
17,2% de la superficie del mismo y se circunscribe a una pequeña porción de las zonas externas (14,3% de la
superficie de estudio) y aún menor de las zonas internas (2,9%).
7.3.2. Litología
Como se ha expresado anteriormente, la orogenia alpina hizo emerger grandes relieves procedentes de
antiguos sedimentos marinos (del Mesozoico y Cenozoico). A su vez, el proceso que ha dado lugar a las de-
presiones post-orogénicas tras su formación es la gran acumulación de sedimentos marinos y continentales
del Neógeno y Cuaternario (Vera, 1994).
Por ello, resulta lógico que el 98% de la superficie del Altiplano esté constituida por materiales sedimen-
tarios (475.602 ha). Tan solo un 2% corresponde a afloramientos de rocas metamórficas (9.687 ha) que se
localizan puntualmente en las zonas externas e internas de la cordillera Bética, debido a que se producen
al comienzo de la orogenia alpina mantos de corrimiento y grandes presiones que metamorfizan y hacen
emerger materiales Paleozoicos (VV.AA., 2005).
183
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
2
Rocas sedimentarias: producidas como consecuencia de fenómenos de alteración, transporte y sedimentación sobre cualquier tipo de roca anterior, por lo
tanto los minerales que las componen pueden ser los mismos que existían en la roca anterior después de haber sufrido disgregación física, transporte y sedimen-
tación, o bien pueden ser minerales formados por alteración química de otras preexistentes.
3
Rocas metamórficas: formadas por la presión y las altas temperaturas. Proceden indistintamente de la transformación de rocas ígneas y de rocas sedimentarias.
184
Medio físico
Los materiales blandos y poco consistentes de origen sedimentario son los depósitos por excelencia en las
depresiones del Altiplano. Es el caso de arcillas, arenas, calizas, margas, conglomerados y otros materiales
análogos.
Las principales unidades litológicas de las depresiones neógenas son las siguientes:
5
Las distintas litologías se definen de forma somera a pie de página. Fuente: Mapa litológico. Junta de Andalucía, 2005. Elaboración propia.
Conglomerados, arenas y arcillas: se encuentran en los bordes de las principales sierras que rodean al
Altiplano, expandiéndose en envolvente de la unidad anterior dejando al sur Sierra Nevada, Sierra
de Baza y Sierra de Gor, al este Sierra María y Sierra de las Estancias y finalmente, al norte, la Sierra
de Cazorla. Estos materiales procedentes del Cuaternario ocupan la mayor extensión en el Altiplano,
con una superficie aproximada de 206.500 ha (43%).
Calcarenitas, margas, yesos y calizas: procedentes del Neógeno (Mioceno superior–Plioceno), afloran
de manera local en el Altiplano ocupando una extensión del 5% aproximadamente. Se localizan
4
arenas: material compuesto de partículas cuyo tamaño varía entre 0,063 y 2 mm de Ø. La roca consolidada y compuesta por estas partículas se denomina
arenisca. normalmente depositadas en cauces o riberas de los ríos, indicativas de corrientes fluviales importantes.
arcillas: la fracción más fina del suelo, de tamaño < 0,002 mm de Ø. depende de su naturalza le confiere al suelo distintas características, pero en general
plasticidad en mojado y dureza en seco. Están asociadas a las llanuras de inundación de los ríos y lagunas con aguas estancadas. Suelen ser rocas muy blandas.
Calcarenitas: arenisca con aglomerante calcáreo y grano calizo o no.
Calizas: roca sedimentaria porosa de origen químico y grano muy fino, cuyo componente mayoritario es el carbonato cálcico. Cuando tiene alta proporción
de carbonatos de magnesio y calcio se le conoce como dolomita. fueron depositados en extensas llanuras de mareas y zonas marinas muy poco profundas. Con
frecuencia presentan fósiles.
Conglomerados: roca sedimentaria de tipo detrítico formada por cantos redondeados de tamaño mayor a la arena (>2 mm) unidos por un cemento de elemen-
tos más finos de la misma naturaleza o de otra distinta.
Lutitas: roca detrítica (resultante de la erosión y arrastre por el agua) integrada por partículas del tamaño de la arcilla y del limo.
Margas: roca sedimentaria, generalmente blanda constituida hasta un 90% de carbonato cálcico y arcilla en proporciones variables.
yesos: roca salina de precipitación química (evaporita) compuesta principalmente por sulfato de calcio hidratado y cristalizado con algunas impurezas.
Sedimentados en zonas de laguna y albufera e incluso charcas de llanuras costeras. Son indicativos de condiciones de aridez y climas cálidos ya que requieren para
su formación una evaporación intensa que concentre las sales y facilite su precipitación.
185
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
186
Medio físico
Unidades litológicas
METAMóRFICAS
Metamórficas
SEDIMENTARIAS
Calcarenitas, margas, yesos y calizas
Arenas y margas
Areniscas, limos y conglomerados rojos
Arcillas abigarradas, areniscas rojas, yesos y calizas
Arcillas, calizas y niveles detríticos
Arcillas, margas y dolomías
Alternancia de arcillas y dolomías rojas
Dolomías, calizas y calizas con sílex
Calizas colíticas y dolomías
Calizas y dolomías
Calizas y margas
Calizas, margas y areniscas
Calizas, margas, areniscas y arcillas rojas. Dorsal externa
Calizas, margas, areniscas y arcillas rojas. Dorsal interna
Calizas, margas, calizas con sílex y margas radiolíticas
Conglomerados, arenas y arcillas
Conglomerados, arenas, lutitas y calizas (fluviales y lacustres)
Facies turbídicas
Margas y calizas margosas
Margas, areniscas y silexitas
Olistostromas con matriz margosa
Rocas carbonatadas poco metamórficas
Carbonatos
Formaciones de naturaleza esencialmente carbonatada
Escala 1:400.000 Fuente: Mapa litológico. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía, 2005
187
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
zonaS ExTERnaS
La zona Subbética está constituida por rocas sedimentarias de edades comprendidas entre el Triásico y el
Mioceno inferior y plegadas en la orogenia alpina. Para la parte ocupada por el Altiplano, la composición de
materiales data desde el Jurásico al Cretácico. Cabe destacar como unidades litológicas dominantes las calizas
y margas del Cretácico con una extensión aproximada del 3% de la superficie de la zona de estudio. De forma
general, los materiales pertenecientes a este dominio ocupan el sector noroccidental de la zona de estudio,
desde la Sierra de la Cruz hasta La Sagra, y en el sector oriental define la alineación de las Sierras de Orce y
María. También se observan afloramientos puntuales alrededor del Guadiana Menor y el Guadahortuna, al
sur de Sierra Arana y en el cerro del Jabalcón.
La zona Prebética está constituida por materiales que datan desde el Trías al Mioceno inferior, plegados y con
facies más neríticas5 y marginales que en la zona Subbética. En los alrededores del Altiplano aflora formando
las Sierras de Cazorla, del Pozo, Castril y de la Seca, penetrando de manera puntual al norte del perímetro
del Altiplano en los bordes con las sierras anteriormente citadas. Las tres primeras están constituidas por
facies casi enteramente detríticas en el Cretácico mientras que la de la Seca se corresponde con un dominio
sedimentario con características mixtas entre el prebético y subbético, denominándose también “unidades
intermedias”. Las formaciones litológicas de esta unidad son muy puntuales y no son representativas de la
5
facies nerítica: los sedimentos se depositaron en un mar poco profundo.
Carbonatos: minerales o rocas con el radical Co3-2. Incluye a los carbonatos cálcicos (calcita)y cálcico-magnésicos (dolomita) que son muy abundantes y otros menos frecuentes.
arcillas abigarradas: sucesión de capas delgadas de arcillas del Triásico de diversos colores colocadas al azar
188
Medio físico
zona de estudio. No obstante, a título informativo, la litología dominante de esta zona está formada por
calizas, margas y areniscas o carbonatos, ambas del Cretácico.
La zona Intermedia, o términos comunes, se encuentra entre las formaciones de Sierra María y la ram-
bla de Chirivel, al sur del río Guadahortuna y entre las sierras occidentales y el cauce del Guadiana Menor
(representando un 8% del territorio, 37.218 ha). En la zona intermedia del Altiplano hay una confluencia
de distintas unidades litológicas que datan desde el Triásico al Neógeno. En estas zonas abundan los aflora-
mientos de sustratos geológicos especiales tales como margas yesíferas, yesos y depósitos salinos, además de
areniscas y calizas. Las unidades litológicas predominantes son:
́́ 6
Arcillas abigarradas, areniscas rojas, yesos y calizas, sedimentos típicos del Triásico (facies de Keuper).
Es una de las dos unidades litológicas dominantes dentro de este grupo con un 3,5% de la superficie.
Se encuentra situada al sur del río Guadahortuna.
zonaS InTERnaS
El complejo Nevado-Filábride constituye la entidad tectónica más profunda de las zonas internas. Sus aflo-
ramientos únicamente aparecen de manera muy puntual en los bordes del Altiplano, en los límites con Sierra
Nevada y al sur de la Sierra de Baza. Está formado por asociaciones de materiales metamórficos distribuidos
en diferentes unidades alóctonas y mantos, con un zócalo paleozoico y una cobertura triásica, manto del
Veleta y manto del Mulhacén. Las unidades litológicas que se pueden encontrar son despreciables por tratarse
de pequeñas superficies limítrofes con la cadena montañosa y no ser representativas de la zona de estudio.
6
La facies turbidítica comprende el conjunto de sedimentos que fueron transportados a través de los valles submarinos y se depositaron en el medio marino
profundo formado un cuerpo sedimentario característico.
189
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
rambla de Chirivel y puntualmente también en pequeños afloramientos en la cuenca del río Almanzora y
en el cerro Jabalcón.
7.4. Geomorfología
La Geomorfología estudia las formas de la superficie terrestre, los factores que contribuyen a su desarrollo
y los procesos que la originan (Costa and Baker, 1981; Ministerio de Medio Ambiente, 2006). Constituye una
disciplina de síntesis que permite comprender los procesos físicos que se desarrollan sobre un territorio. Está
condicionada por la historia geológica y climática y responde a la estructura y composición de las rocas.
En los estudios del medio físico la geomorfología se centra en la caracterización de las formas concretas
del terreno, sus funciones y dinámicas actuales. Desde la última mitad del siglo XX, un gran sector se ha
enfocado particularmente en encontrar relaciones entre procesos y formas.
Los procesos geomorfológicos dejan su impresión distintiva sobre las formas del terreno y cada proceso
geomorfológico desarrolla su propio conjunto característico de formas de relieve.
Los desencadenantes de los procesos geomorfológicos pueden dividirse en dos grandes grupos:
́ Factores endógenos: como la geología y la fuerza de la gravedad que actúa como equilibradora de los
desniveles; es decir, hace que las zonas elevadas tiendan a caer y colmatar las zonas deprimidas.
De la interacción de estos elementos resultan los procesos morfogenéticos, que son los procesos de meteo-
rización, erosión, transporte y sedimentación responsables del modelado del relieve.
190
Medio físico
Sistemas morfogenéticos (12): que agrupan en conjuntos territoriales aspectos geomorfológicos que
hacen alusión a la génesis dominante en las principales unidades fisiográficas: tres en el marino-con-
tinental (litoral, estuarino y eólico), ocho en
el continental (fluvial, lacustre, fluvio-
gravitacional, denudativo, estructural-
denudativo, kárstico-denudativo, glaciar-
periglaciar y volcánico-denudativo) y el
sistema antrópico que se encuadra en los
dos y tiene un origen artificial más que
geomorfológico.
191
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Sistemas morfogenéticos
192
Medio físico
Los sistemas morfogenéticos de medios áridos como el Altiplano se caracterizan por un amplio predomi-
nio de las acciones mecánicas sobre las físico-químicas o bioquímicas. Tal predominio se debe a los rigores
climáticos y a la insuficiente protección proporcionada por la vegetación frente a dichas agresiones.
Los sistemas morfogenéticos más importantes presentes en el Altiplano son los siguientes:
En Andalucía los sistemas morfogenéticos presentan un diferente grado de protección por la legislación
ambiental, no siempre coincidente con su grado de fragilidad. Así, algunos de los mejor representados en la
zona de estudio como es el denudativo sólo está protegido en un 5% y el fluvial en un 6% en toda la comu-
nidad autónoma.
Sistema denudativo
La denudación está asociada a una erosión y un transporte, y supone tanto pérdida de suelo, vegetación,
materia orgánica..., es decir, conlleva una degradación y una eliminación.
En general, el modelado de tipo denudativo (erosivo) por las aguas está siempre presente en climas como
el mediterráneo, de hecho se considera uno de los factores más importantes en los procesos de degradación
de los suelos en estos ambientes (Martínez-Mena et al., 2001), si bien, puede aparecer mezclado con otros
tipos de procesos morfogenéticos.
Este modelado es predominante sobre todas aquellas formaciones litológicas que se podrían denominar
blandas, al ser más fácilmente erosionables, en las que los procesos son más o menos dinámicos en función
de factores como la pendiente y la erosividad de las lluvias.
193
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
194
Medio físico
Unidades gemorfológicas
FORMAS ANTRóPICAS
Embalses
Escombreras y suelos alterados
SISTEMA LACUSTRE
Cubeta de relleno endorreico
SISTEMA VOLCÁNICO
Relieves residuales volcánicos
SISTEMA DENUDATIVO
Bad lands-cárcavas
Cerros sobre conglomerados
Cerros sobre margas. Areniscas y/o conglomerados
Cerros y colinas cónicas (trías con yesos)
Colinas con aristas agudas
Colinas con fuerte erosión
Colinas en piedemonte
Colinas sobre lutitas y yesos
Colinas sobre rocas conglomeráticas
Colinas y cerros calizos
Colinas y lomas de disección
Llanuras y lomas
SISTEMA FLUVIAL
Cañón o valle encajado. Barrancos Rambla
Conos de deyección/ Abanicos aluviales Terraza alta
Escarpe en red fluvial Terraza baja
Lecho fluvial actual y llanura de inundación Terraza en general
Llanura aluvial- coluvial Terraza media
Piedemontes
195
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Tabla 7.15. Distribución de las diferentes unidades geomorfológicas del sistema denudativo
Las principales unidades geomorfológicas del sistema denudativo en el Altiplano son las colinas con fuerte
erosión que ocupan un 12% de superficie total, estando localizadas principalmente en las depresiones post-
orogénicas; son frecuentes en el interior de la hoya de Guadix-Baza, además de encontrarse al pie de las sierras
subbéticas triásicas, donde están sometidas a fuertes procesos de erosión hídrica. Una importancia similar
tienen los bad-lands y cárcavas, con aproximadamente el 11% de la superficie. El desarrollo de infinidad de
quebradas y barrancos de laderas verticales y acarcavadas provocados por los efectos de la escorrentía en
cabecera y la erosión remontante en los cauces da lugar a este tipo de paisaje. Cabe destacar igualmente la
presencia de colinas y lomas de disección dispersas a lo largo de ambas depresiones y las llanuras y lomas del
sector más oriental de la hoya de Baza.
Estas morfologías claramente erosivas se desarrollan sobre materiales sedimentarios blandos del Neógeno-
Cuaternario (Tabla 7.16.). En el Altiplano el sistema denudativo se desarrolla fundamentalmente sobre con-
glomerados, arenas, lutitas y calizas, en 106.014 ha (representa el 22% de la superficie total) y se localiza en las
zonas centrales de las hoyas de Guadix y Baza, llegando al extremo más oriental. Lo siguen en importancia
los conglomerados, arenas y arcillas con 32.855 ha (7%), en contacto con los anteriores. Estos dos tipos de
materiales mayoritarios, junto a calcarenitas, margas, yesos y calizas (17.654 ha); arcillas abigarradas, areniscas
rojas, yesos y calizas (11.713 ha) y calizas y margas (8.509 ha), representan el 90% de los materiales que con-
forman este sistema definido por los procesos erosivos.
196
Medio físico
BADLANDS
Los badlands o malpaís son los típicos paisajes de cárcavas de las zonas áridas y semiáridas que caracterizan
al sureste ibérico. En ellos la vegetación es muy reducida o inexistente, y los suelos consisten en una capa de
regolita de pocos centímetros de profundidad que no permiten las actividades agrícolas debido a la activa
dinámica de los procesos geomórficos superficiales y a sus geoformas (Bryan and Yair, 1982).
Su nombre en inglés, badlands (tierras malas), alude al concepto que tradicionalmente se tenía y aún se tiene
de estas tierras, pero en las últimas décadas su visión está cambiando y se comienzan a considerar zonas de
gran relevancia desde el punto de vista ecológico, con un alto interés paisajístico, geológico, botánico y faunís-
tico, llegando a catalogarse bajo diferentes figuras de protección en la legislación ambiental autonómica.
Se consideran laboratorios naturales (Abrahams and Parsons, 1994) que ofrecen en miniatura y en interva-
los de tiempo cortos muchos de los procesos y formas de los paisajes fluviales normales, incluyendo todos
los tipos de laderas, sus redes de drenaje y sedimentos asociados (Bryan and Campbell, 1986; Mota et al.,
2004). Sus superficies baldías facilitan la observación de todos los procesos erosivos (Campbell, 1989;
Howard, 1994; Bryan, 2000; Cantón et al., 2001; Martínez-Mena et al., 2001) y permiten conocer el funcio-
namiento de los sistemas geomórficos (Gregory and Walling, 1973; Payá y Cerdà, 1992).
197
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Sistema gravitacional-denudativo
Se corresponde con las fisiografías en las que su génesis se vincula a la acumulación de depósitos de grave-
dad en laderas (modelado de vertientes) como son canchales y derrubios de ladera; o a coberteras detríticas
ocasionadas o retocadas por arrastres masivos de materiales en condiciones de gran torrencialidad alternadas
durante el Cuaternario con periodos de semiaridez, que dieron lugar a la formación e incisión de los deno-
minados glacis (VV.AA., 2005). Estos últimos con una representación mucho mayor en la zona de estudio.
En Andalucía, muchas de las montañas del sudeste semiárido aparecen con sus bases tapizadas de suaves y
prolongados planos inclinados llamados glacis de acumulación, más o menos erosionados. Estos planos inclinados
llegan a ser espectaculares paisajes subdesérticos en zonas como las laderas de Sierra Alhamilla, en Almería,
o en las depresiones interiores de Guadix y Baza, pero son también frecuentes al pie de muchas de las monta-
ñas de Jaén, Granada y Almería, y menos en las de Málaga, Córdoba y Sevilla (Moreira y Rodríguez , 2001).
Este sistema es el segundo en extensión en la zona de estudio, con 140.277 ha (representa el 29% de la
superficie total).
El plano muestra la distribución espacial de las cuatro unidades presentes en el Altiplano. Las superficies
de las distintas fisiografías de este sistema vienen representadas en la Tabla 7.17.
198
Medio físico
Tabla 7.17. Distribución de las diferentes unidades geomorfológicas del sistema gravitacional-denudativo
Los glacis de las depresiones post-orogénicas están constituidos por conglomerados de matriz arcillosa. En
el Altiplano están localizados principalmente en los bordes de las dos hoyas, constituyendo los materiales de
relleno de las ramblas y lechos de ríos actuales. Continúan extendiéndose por el norte hasta las estribaciones
de la Sierra de las Estancias.
Son formas que se modelan en el Cuaternario y tienen gran importancia en el Altiplano por su signi-
ficación morfológica, su amplio desarrollo superficial y su influencia directa en la formación y evolución
de los suelos.
medida que se acerca uno al centro de la depresión; así en las zonas medias el glacis modernos la erosión continúa y se inicia un nuevo ciclo erosivo sobre
espesor medio desciende a 2-3 m y en las zonas centrales alcanza hasta menos estas nuevas formas en donde la erosión remontante se acelera y esas amplias
de 1m. Se estima un valor medio de 1 m de espesor en la hoya de Guadix. superficies cuaternarias empiezan a ser desmanteladas, aflorando el sustrato
neógeno sobre el que se asientan. Estos nuevos glacis ocupan amplias su-
El tamaño de los cantos (conglomerados) sigue una secuencia paralela al perficies del centro de la depresión, al sur de Baza; aparte de toda la zona
espesor de los glacis, con diámetros que van de 5 a 30 cm; el cemento es existente entre la Sierra de las Estancias y los cauces del Golopón y Gallego.
poco abundante formado por arenas y arcillas principalmente rojas, siendo
localmente calcáreo-dolomítico (Martínez et al., 1992), pudiendo llegar a
formar costras calcáreas. Al descender hacia el centro de la depresión, los
cantos se reducen de tamaño, pasando a ser de pocos centímetros a algunos
milímetros al final del glacis (zona central).
Por tanto los glacis del Cuaternario reciente o moderno se originan después
de desarrollarse la red fluvial actual. Están compuestos por conglomerados,
arenas, limos y arcillas, pero estos presentan una abundante matriz arcillosa
rojiza depositados al pie de macizos montañosos o formados a expensas de El río Golopón atraviesa una zona de glacis del cuaternario reciente, en cuya formación ju-
los glacis del Cuaternario antiguo. Posteriormente a la formación de estos garon un papel relevante los cambios de pendiente que conformaron la red fluvial actual.
199
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Sistema fluvial
Este sistema, que abarca el 19% de la superficie (92.724 ha; Tabla 7.18.), corresponde con aquellas formas
que han sido generadas por procesos de erosión-acumulación causados por la red hidrográfica superficial y
por la arroyada en manto, dando lugar a morfologías muy características en las que predominan las llanuras
y los planos inclinados.
Tabla 7.18. Distribución de las diferentes unidades geomorfológicas del sistema fluvial
Las ramblas representan un 4% de la superficie aunque se extienden por todo el Altiplano debido a su
condición de linealidad. Esta unidad está constituida por depósitos aluviales (cantos, gravas, arenas, limos y
arcillas), abarcando especialmente toda la cuenca tributaria del Guadiana Menor, así como las ramblas de
Chirivel y Fiñana entre otras.
Con la misma extensión se encuentran los conos de deyección o abanicos aluviales generados al final de los
valles torrenciales, en las zonas de piedemonte, donde la pendiente de las laderas enlaza con una zona llana,
como Sierra Nevada. En el Altiplano están distribuidos al sur de la hoya de Guadix y en la parte oriental de
la hoya de Baza, al borde de Sierra Nevada y de Sierra María y Sierra de Orce, respectivamente.
Se pueden localizar pequeñas terrazas irregularmente distribuidas y constituidas por materiales aluviales
producto de la erosión de los materiales de relleno y de los relieves circundantes al valle de Almanzora y en
las proximidades de Guadix. Las fisiografías de terrazas reflejan la reciente evolución del encajonamiento de
la red fluvial actual y de la importancia que las llanuras de inundación de los ríos llegaron a tener.
200
Medio físico
RAMBLAS
Las ramblas constituyen un rasgo geomorfológico típico de áreas de clima semiárido y árido. Son caracte-
rísticas del sureste español (Pulido, 1991) y están muy bien representadas en el Altiplano. La palabra rambla
procede del árabe “rámla” que significa arenal. Se puede definir atendiendo a su etimología como el cauce o
parte del cauce de un río, muy arenoso y seco de ordinario, cuyo depósito de arena proviene de las avenidas
(Catalina, 1993). Por otro lado el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española define el término
como lecho natural de las aguas pluviales cuando caen copiosamente o bien como suelo por donde las aguas
pluviales corren cuando son muy copiosas (RAE, 2001).
Desde un punto de vista técnico, las ramblas se pueden caracterizar por ser cursos de agua propios de zonas
áridas o semiáridas normalmente secos, salvo en las avenidas medias o grandes, con un cauce largo y ancho,
de poca pendiente, de sección en forma de U abierta, con un perfil transversal convexo, con gran trans-
porte de materiales sólidos (fundamentalmente acarreos finos) y con una distribución de sus sedimentos
en estratos paralelos heterogéneos (del Palacio, 2002). Se forman por la interrelación de cuatro factores:
geológicos, morfológicos, climáticos y antrópicos.
El comportamiento hídrico tan singular que presentan, unido al hecho de que sus cuencas media y baja
suelen tener una topografía suave y cauce ancho, hacen que las ramblas mediterráneas hayan sido utilizadas
también como vías de comunicación, lugar de aprovechamiento hídrico de las aguas subterráneas, al for-
marse acuíferos subálveos (situados debajo del lecho del río) por la gran permeabilidad del lecho, e invadidas
para uso agrícola y/o urbano (Pulido, 1991). Con frecuencia el típico y aparente paisaje natural de ramblas
mediterráneas tiene su origen no sólo en los elementos naturales de fisiografía y clima sino en el propio ma-
nejo ancestral del territorio por parte del hombre.
201
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Buenos ejemplos de estas llanuras de inundación formadas en los grandes ríos aparecen en el Altiplano en
las confluencias del río Fardes y el Guadix o la del río Guardal con el Castril y el Guadiana Menor, donde
adquieren una importante extensión.
Sistema estructural-denudativo
Las formas dominantes en este sistema están generadas por las estructuras de plegamiento (colinas, cerros
o montañas), o por depósitos de materiales consolidados (como relieves tabulares -horizontales).
En el Altiplano se extiende a través de una superficie de 37.396 ha (Tabla 7.19.), presentando prin-
cipalmente tres unidades geomorfológicas dominantes que están localizadas en la fracción de la zona
externa de la cordillera Bética asentadas sobre facies turbidíticas1 del Paleógeno y las depresiones post-
orogénicas.
Las colinas estructurales se revelan como la unidad más abundante, abarcando aproximadamente un 4% de
la superficie total. Se encuentran emplazadas al sur del río Guadahortuna, presentando pequeñas segmentos
de relieves anticlinales y sinclinales dispersos entre ellas.
Sobre la misma zona externa pero al sur de la provincia de Jaén, se encuentran pequeñas sierras sobre
margas. Finalmente, los cerros estructurales, por el contrario, se encuentran dispersos por toda la hoya de
Guadix-Baza en forma de pequeños enclaves puntuales.
1
Los sistemas turbidíticos comprenden el conjunto de sedimentos que son transportados a través de los valles submarinos y se depositan en el medio marino
profundo formado un cuerpo sedimentario característico.
202
Medio físico
Las rocas sedimentarias son las más abundantes en el Altiplano. Entre ellas las mayoritarias son
conglomerados, arenas y arcillas con 206.489 ha (43%) y el 33% conglomerados, arenas, lutitas
y calizas (fluviales y lacustres).
Las unidades geomorfológicas más extendidas y características del sistema denudativo (deter-
minado por los procesos erosivos) del Altiplano son las colinas con fuerte erosión, bad lands – cár-
cavas, colinas y lomas de disección y llanuras y lomas, que se desarrollan (en más del 50%) sobre
conglomerados, arenas, lutitas y calizas.
203
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
➢Las unidades geomorfológicas más extendidas y características del sistema fluvial del Altiplano
como son los conos de deyección/abanicos aluviales, piedemontes, lecho fluvial actual y llanura de
inundación, y llanura aluvial - coluvial, se desarrollan (en más del 60%) sobre conglomerados,
arenas y arcillas, excepto las ramblas que se distribuyen en la misma proporción sobre los dos
tipos de materiales principales (conglomerados, arenas y arcillas, y por otro lado conglomerados,
arenas, lutitas y calizas).
7.5. Suelos
El suelo es un recurso natural de esencial gestión para la conservación de otros recursos naturales con él
relacionados, tales como el agua, la vegetación natural o los hábitats, así como para asegurar una producción
agraria sostenible.
No obstante, la necesidad de gestión choca con el escaso desarrollo de información edáfica expresada
territorialmente, de forma que es muy difícil evaluar adecuadamente el potencial productivo de este recur-
so natural y los riesgos que los diferentes usos del mismo puedan entrañar, así como identificar los cuerpos
edáficos que podrían ser considerados especialmente significativos en el contexto territorial de Andalucía
y su interés como georrecurso.
El suelo es un sistema físico complejo, abierto y dinámico, que se forma en la superficie de la tierra a lo largo
del tiempo como consecuencia de la meteorización del material geológico y condicionado fundamentalmente
por el clima, pero también por otros factores como el relieve y los organismos vivos. Una vez formado sigue
un proceso evolutivo a lo largo del tiempo (cuya escala es de miles a millones de años) durante el cual se van
204
Medio físico
desarrollando toda una serie de propiedades que se dirigen a incrementar su profundidad, a enriquecerlo en
elementos finos (arcillas), nutrientes y materia orgánica y que contribuyen a un mejor desarrollo estructural,
factor de gran importancia en el comportamiento hídrico de los suelos (Simón, 1993), y más aún en zonas
semiáridas como la mayor parte del Altiplano.
205
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
escala 1/400.000 y con el mapa de suelos E 1/100.000 elaborado por el Ministerio de Medio Ambiente para
el Proyecto LUCDEME de lucha contra la desertificación (1985-1997) que emplea procedimientos estricta-
mente edáfológicos en su realización.
Para la descripción de los suelos se ha seguido la clasificación FAO, 1974 que sirve de base para de-
finir las unidades edafológicas en el mapa de suelos de Andalucía, 1989 y su última modificación que
es la Clasificación de la Base Referencial Mundial del Recurso Suelo (WRB) de 1998 llevada a cabo
por la FAO-ISRC-ISSS (referida como clasificación FAO, 1998); la cual permite la clasificación de los
suelos utilizando esencialmente los horizontes de diagnóstico basados en los procesos formadores de
los mismos.
Tipología de suelos
El Altiplano, como ambiente semiárido que es, se caracteriza por la gran diversidad de suelos estrechamente
relacionados con la litología, geomorfología y una gran fragmentación espacial.
Existe una variedad de tipologías de suelos con desigual representación: Cambisoles, Regosoles, Fluvisoles,
Luvisoles, Litosoles, Vertisoles, Xerosoles y Solonchaks. Los suelos más extendidos por el Altiplano se mues-
tran en la Tabla 7.20. Hay que tener presente que aunque en la distribución espacial se haga mención expresa
a un tipo de suelos por simplificación, esto significa que aquel es el dominante, si bien suele venir asociado
a otros que pueden alcanzar también una superficie significativa.
Los Cambisoles, Regosoles y Fluvisoles suponen en su conjunto el 90% de toda la superficie del Altiplano,
por lo que se describen más detalladamente a continuación.
206
Medio físico
CaMBISoLES
Se clasifican dentro del grupo “suelos condicionados por una edad limitada” (FAO-ISRIC-SICS, 1998).
Presentan cierto grado de evolución con perfil tipo ABWC. Se caracterizan por tener un horizonte subsuper-
ficial con evidentes signos de alteración respecto a los horizontes subyacentes en cuanto al color, estructura
o contenido en carbonatos (horizonte cámbico).
Se extienden por todo el Altiplano, bordeándolo y ocupando grandes superficies en el sopié de las sierras
circundantes. Se desarrollan sobre distintas litologías de textura media y fina (de limo arenosa a limo arcillo
arenosa) y en relieves relativamente suaves, o en las zonas de mayor pendiente protegidos de los procesos
erosivos por la cubierta vegetal.
Los Cambisoles son los suelos pardos y tierras pardas de muchas clasificaciones. Son, junto con los Regosoles
con los que forman asociación, los suelos de mayor predominio en el Altiplano. Esto es debido al clima y a
la roca madre fundamentalmente.
Dentro de los Cambisoles los de mayor extensión son los cálcicos. Están ampliamente representados por
todo el Altiplano. De forma testimonial aparecen en el sur algunas pequeñas manchas de Cambisoles eútri-
cos (sobre cuarcitas) y algún Cambisol vértico en el extremo noroccidental.
Los Cambisoles cálcicos son los más abundantes dentro la zona de estudio, distribuidos sobre 208.684 ha
(43% de la superficie total). Se caracterizan por la presencia de carbonato cálcico, que en algunas ocasiones
puede alcanzar valores considerables. Todos estos suelos son básicos, con valores de pH elevados. En ocasio-
nes presentan ligeras cantidades de sales, heredadas de la roca madre.
Se encuentran ampliamente distribuidos en el Altiplano, ocupando el sopié de las sierras calizas. También
en terrazas, cubetas, depresiones y cuencas cerradas. En el caso del Altiplano, estos suelos aparecen sobre
distintos sustratos litológicos, lo que les confiere características particulares.
207
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
208
Medio físico
LITOSOL (I)
Litosoles, Luvisoles crómicos y Rendsinas con Cambisoles cálcicos (19)
209
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Arenas
Areniscas calcáreas
Derrubios
Calizas y dolomias
Limos
Yesos
210
Medio físico
Los suelos asentados sobre limos son los más abundantes (31,8% de la superficie total del Altiplano), ocu-
pando terrazas o parte de cuencas cerradas. En el ámbito de estudio se pueden localizar entre las dos hoyas
principales, Guadix y Baza, y a lo largo de grandes superficies en la periferia del Altiplano.
Los desarrollados sobre calizas y dolomías se distribuyen de forma esporádica a través de toda la super-
ficie (21.274 ha), ocupando laderas de montañas en las proximidades de las sierras calizas que rodean al
Altiplano.
Los Cambisoles cálcicos desarrollados sobre yesos y margas abigarradas del Triásico (4,0%) se localizan en el
extremo noroccidental y en mayor superficie en el extremo nororiental. En contacto con estos últimos, sobre
cuencas endorreicas, se localizan los Cambisoles con propiedades gleycas y drenaje deficiente sobre derrubios.
La pedregosidad de estos suelos es variable y condiciona su uso. Generalmente constituyen las áreas dedi-
cadas al cultivo de cereales en secano con baja producción, aromáticas y en las zonas de mayor pendiente se
dedican al cultivo de olivar y almendros; también matorral tipo garriga, encinar y repoblaciones de pinos.
Sus limitaciones más importantes son la sequía estival severa, riesgo de erosión en zonas de pendiente, alto
porcentaje de caliza activa en algunas zonas, así como presencia de yesos y, en general, drenaje deficiente.
REGoSoLES
Este grupo de referencia se encuadra dentro de “suelos poco evolucionados condicionados por la topo-
grafía” (FAO-ISRIC-SICS, 1998). Constituyen un conjunto de suelos cuyas principales características son
por exclusión.
Se trata de suelos desarrollados sobre materiales no consolidados y que presentan una escasa evolución
(perfil tipo AC y normalmente con horizonte A ócrico), fruto generalmente de su nueva formación sobre
aportes recientes no aluviales o por localizarse en zonas con fuertes procesos erosivos que provocan un con-
tinuo rejuvenecimiento del mismo.
Aparte de estas características comunes, presentan una gran variabilidad debida a la naturaleza del ma-
terial original y su posición fisiográfica. Se han formado sobre una gran diversidad de materiales, tales como
arcillas, margas, calizas margosas, margas con yeso, conglomerados, derrubios, esquistos, filitas y arenas, es
decir, rocas en general poco cementadas.
Los Regosoles representan el segundo grupo de suelos en importancia de la zona de estudio (36% de la
superficie). Se extienden por el centro y oeste del Altiplano y en menor proporción por el extremo oriental,
sobre relieves colinados y fuertemente ondulados o en grandes cárcavas. Este tipo de suelos dominan en los
bad-lands del Altiplano. Están asociados con los Cambisoles cálcicos y en las zonas de mayor erosión con
los Litosoles (Leptosoles).
Dentro de los Regosoles, los dos tipos que están representados en este ámbito son Regosoles calcáricos y
Regosoles eútricos, siendo los primeros el suelo dominante.
211
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Los Regosoles calcáricos tienen presencia de carbonato cálcico por lo menos entre 20 y 50 cm desde la su-
perficie del suelo. Engloban varias unidades edafológicas, en una de las cuales (9) se asocia con los Regosoles
eútricos. Se pueden subdividir según las características de dichos materiales.
Arenas
Margas
Arcillas y yesos
Margas 67.907,6 14
Arenas 57.631,4 11,9
Arcillas y yesos 48.364,8 10
Así, los formados sobre margas y margocalizas se localizan en los extremos occidental y oriental
del Altiplano (14%). Están escasamente desarrollados, con un alto contenido en carbonato cálcico,
sin presentar signos visibles de lavado y carentes, por tanto, de horizontes de acumulación cálcicos o
petrocálcicos.
212
Medio físico
Los desarrollados sobre arcillas y yesos del Trías (10%) se localizan en la zona central y están muy relacio-
nados con los Cambisoles cálcicos desarrollados sobre esos mismos materiales.
Los desarrollados sobre arenas (11,9%) corresponden tanto a Regosoles cálcáricos desarrollados sobre ma-
teriales silicatados, como a Regosoles eútricos. Morfológicamente ambos se asemejan mucho, diferenciándose
estos últimos por no ser calcáreos entre los 20 y 50 cm de profundidad. Se extienden por una amplia superficie
al norte de Guadix, a ambos lados de los ríos Morollón, Alhama, Guadix y Fardes.
Los Regosoles eútricos se caracterizan por la escasa diferenciación de su perfil tipo AC, erosión intensa, con
el consiguiente rejuvenecimiento constante del suelo, y se corresponden con los badlands. Son débilmente o
no calcáreos en superficie, pudiendo presentar en niveles inferiores un horizonte cálcico; bajo contenido en
materia orgánica y nutrientes; textura entre limosa y arenosa, débilmente estructurados. Presentan capacidad
de cambio baja, saturación en bases, el sodio de cambio puede ser muy alto y el pH elevado.
Por el mínimo espesor de estos suelos y su textura gruesa, la reserva de agua utilizable es pequeña, lo que
origina períodos de sequía muy prolongados. El drenaje es bueno como corresponde a su textura, aunque en
ocasiones se encuentra impedido en profundidad.
Todas estas características justifican la escasa vegetación que presentan y su elevada erosión. Los usos
principales de los Regosoles eútricos han sido históricamente el ganadero y forestal, habiendo constituido
Suelos esqueléticos del tipo Regosol eutrítico, en los badlands de Cuevas del Campo. JC
213
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
asiento para una parte importante de las plantaciones de pino carrasco en el Altiplano. En general, los
Regosoles calcáricos son suelos que presentan pequeña pedregosidad, de tal manera que no se impiden las
labores agrícolas. Su principal uso agrícola es el cultivo de almendros, olivos y puntualmente cereal en se-
cano. Donde la presencia de piedras y afloramientos rocosos es alta, no son cultivables y están colonizados
por una vegetación de matorral subserial xeromediterráneo de porte medio a bajo.
Las limitaciones principales de este grupo de suelos, aparte de la fuerte sequía estival común a todos, son
las derivadas de la topografía y naturaleza del material original, es decir, fuerte erosión, presencia de yesos y,
en ocasiones, exceso de caliza activa.
fLuVISoLES
Los Fluvisoles están clasificados, según la FAO (1998), como “suelos poco evolucionados condicionados
por la topografía”. La posición fisiográfica que ocupan es la de fondos de valles y depresiones, desarrollados
sobre superficies llanas y sin afloramientos rocosos por lo que se han convertido tradicionalmente en suelos
muy aptos para el cultivo, alrededor de los cuales se han establecido los principales núcleos de población. Se
sitúan en terrenos inmediatos a los cursos fluviales, en todas las zonas de inundación de las cuencas fluviales
(son los denominados suelos de vega).
Se trata de suelos profundos, desarrollados sobre depósitos aluviales recientes y estratificados dentro de
los 25 cm desde la superficie y llegando al menos hasta los 50 cm de profundidad.
Presentan un perfil tipo AC de escaso grado de desarrollo donde los horizontes se diferencian fun-
damentalmente por variaciones texturales, debidas a los diferentes aportes sedimentarios en capas
horizontales superpuestas de conglomerados, arenas, limos y arcillas poco o nada consolidados, siendo
éste uno de los caracteres diferenciadores de este tipo de suelo. Son más ricos en gravas cuanto más
próximos al lecho fluvial se sitúen, están saturados en bases, tienen pH básico y contenido variable de
materia orgánica.
Los más extendidos en la zona de estudio son los Fluvisoles calcáricos que están presentes por todo el
Altiplano ocupando la mayoría de cauces actuales (arroyos, cañadas y ramblas) y vegas calcáreas donde se
muestra las sucesivas aportaciones aluviales con dominio de las fracciones gruesas y formas redondeadas,
como arenas y gravas. Dichos suelos abarcan en torno al 11% de la superficie total del Altiplano.
Los suelos de vega calcáreos al ser fértiles están muy antropizados. Generalmente tienen varios horizontes
A, siempre calcáreos, básicos, con complejo de cambio saturado, textura areno-limosa o más fina y estructura
granular a bloques subangulares finos o medianos (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 1990).
Su contenido en macronutrientes es generalmente bueno y la reserva de agua útil para las plantas es elevada
debido a la gran potencia del suelo.
214
Medio físico
Arenas
En cuanto a sus usos, la vegetación natural calcícola húmeda suele ser escasa al estar cultivados intensamen-
te, principalmente de frutales y cultivos de regadío. Muestra escasas limitaciones edafológicas. La principal,
la acusada sequía estival y puntuales indicios de salinidad en proximidad a terrenos yesíferos.
215
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
LuVISoLES
Los Luvisoles pertenencen al grupo “suelos condicionados por el clima que requieren de una estación hú-
meda y otra seca, típico del clima mediterráneo” dentro de la clasificación WBR, 1998. Ocupan relieves planos
o ligeramente ondulados preservados de procesos erosivos muy intensos. Se localizan sobre todo en áreas de
terraza y glacis de erosión. Cartográficamente aparecen asociados o como inclusiones de otros tipos de suelos.
En el Altiplano ocupan aproximadamente el 5% del territorio entre Luvisoles crómicos y Luvisoles cálcicos. Se
trata de suelos evolucionados, con perfil tipo ABtC y relativamente antiguos que se caracterizan por la presencia
de un horizonte subsuperficial árgico o de acumulación de arcillas, con coloraciones pardo rojizas o pardo ama-
rillentas, dando al paisaje una policromía variada y peculiar. No tienen un alto contenido en materia orgánica.
Se desarrollan sobre diferentes litologías que condicionan la variabilidad y propiedades de estos suelos
(principalmente su coloración más o menos roja, textura, pH, etc.). Aparecen especialmente sobre conglo-
merados, areniscas calcáreas y cuarcitas, dando lugar a Luvisoles crómicos, pero también sobre materiales
calizos resultando entonces en Luvisoles cálcicos.
Presentan adecuadas condiciones de fertilidad, tanto física como química y por tanto se encuentran
cultivados prácticamente en su totalidad. Los Luvisoles crómicos son dedicados principalmente al cultivo
de cereales y repoblaciones de pinos. Los luvisoles cálcicos, con mayor índice de fertilidad que los Luvisoles
crómicos, suelen estar dedicados al cultivo del olivar, almendros y cereal. En ambos pueden aparecer enclaves
con bosquetes y matorral mediterráneo.
Las principales limitaciones vienen derivadas de la fuerte sequía estival, la dificultad de laboreo por la
consistencia del suelo e incluso problemas de impermeabilidad. Además, sobre Luvisoles cálcicos puede
aparecer exceso de caliza activa en áreas erosionadas.
216
Medio físico
LIToSoLES (LEPToSoLES)
Según la FAO (1998), se clasifican dentro del grupo “suelos poco evolucionados y condicionados por el
material originario”, cuya característica principal es su constante rejuvenecimiento debido a la erosión que
sufren por la topografía tan accidentada y el sustrato calizo sobre el que se suelen presentar.
Son suelos esqueléticos, poco desarrollados, de perfil tipo AR o AC. Permanecen secos prácticamente
todo el año debido a su escaso espesor y a su bajo contenido en arcilla y limo.
Dichos suelos están situados sobre fuertes pendientes donde generalmente predominan los afloramientos
rocosos sin cobertura edáfica alguna con un alto porcentaje de pedregrosidad. En el Altiplano suponen casi
el 3%. En localizaciones con pendientes más moderadas se asocian con Regosoles, Cambisoles y Luvisoles.
Debido a sus características suelen presentar una vegetación natural de monte bajo o alto mediterráneo
calcícola, tipo garriga, con repoblaciones de pino. Sus usos han estado históricamente orientados hacia lo
forestal y cinegético, así como a la ganadería extensiva.
217
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
En todo ello juega un papel esencial el suelo, por un lado como cimiento de la actividad humana y, por
otro, como soporte y fuente de nutrientes para la cubierta vegetal, surgiendo otra perspectiva en su estudio
como es la fertilidad o productividad.
La fertilidad del suelo se define como la capacidad de éste para suministrar elementos nutritivos a la ve-
getación (Gandullo, 1985).
La productividad del suelo es un aspecto complejo que integra características y propiedades del suelo, en
sentido estricto, con prácticas culturales y con características y propiedades de otros elementos ambienta-
les (vegetación, litología, pendiente, etc.) mutuamente interrelacionados (Ministerio de Medio Ambiente,
2006). Es un término tradicionalmente ligado al de fertilidad, habiendo sido muy discutido porque para
algunos autores la productividad es un concepto puramente económico, no ligado a cualidades intrínsecas
del suelo y en cambio otros autores lo conciben en el sentido de que su potencial de producción agraria o
forestal puede mantenerse y ser útil para evaluar su susceptibilidad de aprovechamiento. En cualquier caso,
está directamente relacionada con el clima y el suelo.
En este último sentido se han desarrollado diversas metodologías destinadas a evaluar la productividad
de los suelos, tanto agraria como forestal.
PRoduCTIVIdad aGRaRIa
La capacidad agrológica se define como la adaptación que presentan los suelos a determinados usos espe-
cíficos. El método tiene en cuenta los condicionantes y limitaciones del suelo para la actividad agraria.
Define ocho clases agrológicas divididas en tres grupos, que de forma esquemática son:
La clasificación se realiza atendiendo a las siguientes características del terreno: pendiente, erosibilidad,
peligro de inundación, profundidad del suelo, estructura del suelo y facilidad de laboreo, drenaje, capacidad
de retención de agua, salinidad, nivel de nutrientes, clima, prácticas de manejo requeridas para los cultivos
y pedregosidad.
218
Medio físico
A pesar del interés para su aplicación en los estudios del medio físico y los planes de conservación y orde-
nación del territorio, sólo se dispone de toda esa información en la zona norte del país y no está publicada la
cartografía de las clases agrológicas para la zona del Altiplano.
El suministro de agua y nutrientes permite elevar la capacidad agrológica de los suelos e introducir nuevos cultivos,
caso de los hortícolas en la hoya de Baza (arriba). JC; Por el contrario, muchos suelos agrícolamente marginales, con
dificultad de laboreo y escasa rentabilidad, han sido abandonados en las últimas décadas (abajo). MY
De igual manera hay varias metodologías para evaluar la productividad forestal. La más utilizada en este
contexto es el “mapa de la productividad potencial forestal de España”, E. 1:200.000, con cartografía digi-
talizada y actualizada al año 2000. Se considera una información básica del medio natural muy importante
para la planificación y gestión territorial.
El concepto de productividad potencial forestal, que nació originariamente como un parámetro sustan-
cialmente económico, representa la máxima productividad, expresada en m3 de madera, de una estación
219
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
forestal con las restricciones impuestas por el suelo y clima de la misma, por lo que tiene también un com-
ponente ecológico asociado.
La metodología seguida para cuantificar la productividad potencial se ha basado en la utilización del Índice
Climático de Paterson (1956), modificado en función de la presencia de distintos substratos litológicos, en
el sentido de considerar a estos como capaces de generar suelos con diferentes características y condicio-
namientos que permitan alcanzar altas producciones de las masas arbóreas instaladas o, por el contrario,
limiten dichas producciones.
Primero se elabora una cartografía de productividad climática, después se define y realiza la cartografía
de clases litológicas isoproductivas y por último se obtiene un mapa de productividad potencial forestal in-
tegrando los dos niveles anteriores de información (Sánchez y Sánchez, 2000).
Las clases de Productividad climática serían siete y a la vez algunas de ellas se subdividen en varias:
I Ia > 9,00
Ib 8,25 – 9,00
Ic 7,50 – 8,25
V Va 2,25 – 3,00
Vb 1,50 – 2,25
Por otro lado, se definen ocho clases litológicas isoproductivas caracterizadas por:
Clase A. Corresponde a litologías que dan lugar a suelos que se pueden considerar como óptimos
para la producción forestal. No tienen limitaciones considerables en ninguna de sus caracterís-
ticas de pedregosidad, textura, fertilidad potencial, pH y caliza activa.
Clase B. Dan lugar a suelos muy adecuados para la producción forestal, si bien pueden presentar
alguna característica limitante, que generalmente es una alta pedregosidad potencial.
220
Medio físico
Clase C. Litologías que dan lugar a suelos aceptables para la producción forestal, aunque presen-
tan limitaciones en algunas de sus características, que en ningún caso llegan a ser excesivas.
Clase D. Los suelos generados por estas litifacies se pueden considerar como mediocres para la
producción forestal, por presentar limitaciones sensibles en algunas o varias de las cuatro carac-
terísticas consideradas. Estas limitaciones son muy acusadas en una de ellas.
Clase E. Suelos deficientes para la producción forestal. Se diferencian de la clase anterior en que
la característica más limitante lo es en mucho mayor grado.
Clase F. Suelos muy deficientes para la producción forestal, por presentar una característica
limitante en grado, o bien dos fuertemente limitantes, pudiéndose destacar la presencia de sales
solubles.
Clase G. Suelos prácticamente improductivos, o litologías que no dan lugar a la creación de suelos.
La cuantificación de los efectos de la presencia de una u otra clase litológica en la productividad climá-
tica obtenida implica la asignación de un coeficiente para cada clase litológica que evalúa, en condiciones
isoclimáticas, el efecto del suelo sobre la productividad potencial.
A 1,66
B 1,44
C 1,22
D 1,00
E 0,77
F 0,55
G 0,33
H 0,00
Fuente: Mapa de productividad potencial forestal. MMA, 2000.
Se ha elaborado la base digital necesaria de estas clases litológicas para integrar esa información con el
mapa digital de las clases productivas climáticas y así obtener el mapa de la productividad potencial forestal
de España.
221
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Las siete clases en que se divide la productividad potencial forestal quedan caracterizadas de forma esque-
mática de la siguiente manera y los valores coinciden con los de productividad climática:
Clase II. Tierras que tienen limitaciones débiles para el crecimiento de bosques productivos
Clase III. Tierras que tienen limitaciones moderadas para el crecimiento de bosques productivos
Clase IV. Tierras que tienen limitaciones moderadamente graves para el crecimiento de bosques
productivos
Clase V. Tierras que tienen limitaciones graves para el crecimiento de bosques productivos
Clase VI. Tierras que tienen limitaciones muy graves para el crecimiento de bosques productivos
Clase VII. Tierras con limitaciones suficientemente graves para impedir el crecimiento de
bosques productivos
El resultado de aplicar todo ello a la zona de Altiplano es la distribución espacial de la productividad fo-
restal que se muestra en el plano adjunto y Tabla 7.25.
Tres cuartas partes de la superficie del Altiplano (354.919 ha) corresponden a la clase V (tierras que tienen
limitaciones graves para el crecimiento de bosques productivos) y junto a la clase IV (tierras que tienen limi-
taciones moderadamente graves para el crecimiento de bosques productivos) suponen más del 90% de la su-
perficie total. En conjunto ambas clases disminuyen la productividad forestal por la litología desfavorable.
Como se ha mostrado a lo largo del apartado, el suelo condiciona el potencial biológico de una zona pero
más todavía lo hace el clima. En zonas semiáridas como el Altiplano, la falta de humedad se convierte en el
fundamental factor limitante del crecimiento vegetal en general.
222
Medio físico
Productividad forestal
Ic (7,50-8,25 m3/ha/año) IIIa (5,25-6,00 m3/ha/año) IVb (3,00-3,75 m3/ha/año) Vla (0,50-1,00 m3/ha/año) Límite del Altiplano
IIa (6,75-7,50 m /ha/año)
3
IIIb (4,50-5,25 m /ha/año)
3
Va (2,25-3,00 m /ha/año)
3
Límite autonómico
IIb (6,00-6,75 m3/ha/año) IVa (3,75-4,50 m3/ha/año) Vb (1,50-2,25 m3/ha/año) Límite provincial
223
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Si se comparan los planos de litología, suelos y productividad potencial forestal se observa como las zonas de
mayor productividad coinciden con los suelos más fértiles de vega (Fluvisoles calcáricos) desarrollados sobre
conglomerados, arenas, arcillas y limos calcáreos del Neógeno y Cuaternario, libres de yesos (clase Ic y II) y en las
zonas de Fluvisoles con presencia de yesos la productividad forestal desciende a la clase III (de 4,5 a 6 m3/ha/año).
La clase V se extiende por las grandes extensiones de las depresiones postorogénicas, sobre sedimentos de
conglomerados, arenas, lutitas y calizas (fluviales y lacustres) del Neógeno-Cuaternario. La clase IV (17%
de la superficie) se circunscribe a las zonas internas y externas de la cordillera Bética.
La clase VIa, la menos productiva del ámbito de estudio, se localiza en una zona muy determinada al
noreste del Altiplano, coincidiendo en fondos de valles con suelos dominantes tipo Cambisoles gleycos que
presentan mal drenaje e incluso encharcamientos en los periodos lluviosos.
En resumen, se puede concluir que, aparte del factor clima, las características edafológicas más frecuentes que
actúan como limitantes, tanto para la capacidad agrológica como para la productividad forestal en el Altiplano son:
El alto riesgo de erosión debido a la pendiente, la escasa cubierta vegetal y al régimen de preci-
pitaciones (escasas, irregulares y torrenciales).
La escasa profundidad de los suelos, que impide el desarrollo radicular y limita la fertilidad y la
capacidad de retención hídrica de los mismos.
La presencia de yesos y la salinidad, que impiden el desarrollo de la mayoría de las especies cul-
tivadas y restringe y dificulta el desarrollo de la vegetación natural salvo en el caso de aquellas
especies particularmente adaptadas a estos medios.
Respecto al estado actual de los suelos, prevalecen aquellos con escasa profundidad útil, lo que resulta indi-
cativo del predominio de los procesos erosivos, favorecido por la escasa cubierta vegetal y la climatología.
En el Altiplano los procesos degradativos o de destrucción de los suelos superan generalmente la tasa de
formación de los mismos, muy ralentizada por la adversidad climatológica. Por ello es importante destacar la
extrema fragilidad de los suelos de estas zonas que se pueden ver abocados a importantes procesos degradativos
si se realiza un uso inadecuado de los mismos, siendo la actividad humana uno de los factores de mayor riesgo.
Respecto al papel desempeñado por los suelos en el funcionamiento de los ecosistemas, existe una ex-
tensa bibliografía que pone de manifiesto el decisivo rol de las propiedades del suelo en la configuración de
224
Medio físico
fitocenosis de medios tan restrictivos como son los ambientes semiáridos aquí tratados. El resultado sería la
presencia de un mosaico de vegetación determinado por las características geológicas, geomorfológicas y
edáficas del paisaje (Mota et al., 2004).
Sin embargo, en el Altiplano el principal factor limitante del crecimiento vegetal en general es la falta
de humedad. Aún con todo, los suelos con un cierto grado de evolución, con una capacidad de retención de
agua útil elevada y cierto equilibrio entre sus distintas propiedades, serán capaces de aprovechar al máximo
la escasa lluvia recibida y la evolución de los ecosistemas será la máxima posible para esas circunstancias
(Simón, 1993).
En este contexto, los montes públicos, cuya superficie (65.182 ha; capítulo 13) es relativamente impor-
tante en el Altiplano, pueden jugar un papel relevante en la conservación de los suelos y la lucha contra la
desertificación (capítulo 10). Entendido el monte público cada vez en mayor medida como un espacio multi-
funcional orientado prioritariamente a la conservación del medio natural, éste de la conservación del suelo
debe ser uno de los principios inspiradores de su gestión. Ahora bien, la repetición de modelos tradicionales
basados en el incremento de la cobertura de arbolado mediante plantación de formaciones homogéneas de
coníferas, responde a cánones de productividad forestal propios de otras latitudes y contextos ecológicos. De
hecho, como se ha mostrado en este apartado, la práctica totalidad del Altiplano tiene limitaciones graves
o moderadamente graves para el desarrollo de formaciones boscosas. Además, en el pasado estos intentos se
225
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
acometieron no raramente sobre hábitats de interés comunitario y ecosistemas de gran singularidad y valor
de conservación. Por ello es necesario un mayor esfuerzo imaginativo en el diseño de nuevos modelos de
restauración de la vegetación en ambientes semiáridos. Unos modelos que permitan conjugar la conserva-
ción del suelo y la prevención de la erosión con la conservación de la biodiversidad, usos y paisajes de este
tipo de ambientes en Andalucía, entre los que el Altiplano destaca por su extensión y potencialidad de sus
montes públicos.
7.6. El agua
El agua es vida. Y es que entre los factores limitantes para la vida silvestre y humana, muy pocos hay tan
fundamentales como el agua. El agua, entendida como recurso natural renovable, resulta imprescindible para
la subsistencia, la actividad y el desarrollo humano (p.e. Rivera, 1998; Frers, 2003).
A escala planetaria, el volumen del agua es de unos 1.360 millones de km3, lo cual pudiera inducir a creerla
un recurso prácticamente ilimitado; sin embargo, únicamente un 3% del agua es dulce y tan solo la mitad
potable (Frers, 2003). Además, gran parte de las aguas dulces se encuentran en forma de hielo o correspon-
den a aguas subterráneas de difícil acceso, con lo que sólo el 0.008% se halla en lagos o ríos. A esto se añade
que el agua de lluvia no se reparte de forma homogénea si no que, bien al contrario, se concentra en gran
medida sobre determinadas latitudes, lo que acaba convirtiendo al agua en un recurso escaso y muy limitado
en grandes superficies del planeta, como son las áridas y semiáridas.
De forma genérica, los balances de agua en las regiones áridas y semiáridas resultan negativos debido a
condiciones climáticas estresantes como son las escasas precipitaciones, muy variables en el espacio y en el
tiempo, la alta radiación solar y la escasa infiltración del agua en el suelo, entre otras. El déficit hídrico se
manifiesta como una gran limitación en estos medios, con claras repercusiones a medio y largo plazo, tanto
desde el punto de vista ecológico como socioeconómico.
En el contexto europeo la entrada en vigor de la Directiva 2000/60/CE del Parlamento Europeo y del
Consejo de 23 de octubre de 2000, por la que se establece un marco comunitario de actuación en el ámbito
de la política de aguas, también conocida como Directiva Marco del Agua (DMA), supuso un punto de in-
flexión en la politíca del agua, estableciendo un nuevo marco comunitario en el que se definen las directrices
para alcanzar una nueva cultura del agua.
Esta Directiva se implanta en España mediante el artículo 129 de la Ley 62/2003 de medidas fiscales, ad-
ministrativas y de orden social. Parte del nuevo enfoque procede de considerar de forma conjunta las aguas
continentales superficiales y subterráneas, de transición y costeras. Además, sus objetivos pretenden la con-
secución de un buen estado del agua, dando protección a los ecosistemas que dependen de ella.
226
Medio físico
La nueva cultura del agua está en consonancia con los criterios y objetivos medio ambientales, debido a que
la protección del medio ambiente es esencial para la calidad de vida de las generaciones presentes y venideras.
Por tanto, puede afirmarse que en la nueva política del agua la principal novedad es el medio ambiente, que
pasa a convertirse en objetivo y pilar fundamental de la gestión hídrica, situándose al nivel de los otros dos
pilares: economía y participación pública. El desafío reside en la necesidad de imbricar estas cuestiones con
un desarrollo económico sostenible a largo plazo.
La Ley de Aguas define la cuenca hidrográfica como la superficie de terreno cuya escorrentía superficial
fluye en su totalidad a través de una serie de corrientes, ríos y eventualmente lagos hacia el mar por una única
desembocadura, estuario o delta. En un nivel inferior se encuentran las subcuencas, que se diferencian de las
anteriores por fluir hacia un determinado punto de un curso de agua.
Por tanto, la demarcación hidrográfica se configura como la principal unidad de gestión a efectos de cuen-
cas, constituyendo el ámbito espacial en el que se aplican las normas de protección de las aguas, y la cuenca
hidrográfica como la unidad de gestión indivisible del recurso.
El territorio del Altiplano se extiende por tres demarcaciones hidrográficas: Guadalquivir, Segura y
Cuencas Mediterráneas Andaluzas, las cuales integran a su vez cuatro cuencas.
4.852,88 100,00
Fuente: Plan Director de Riberas de Andalucía, 2003. Elaboración propia.
227
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La cuenca del Guadalquivir es la principal, con más del noventa por ciento de la superficie del Altiplano,
donde cuenta con representación de tres subcuencas: Alto Genil, Guadalquivir de Guadiana Menor-
Guadalbullón y Guadiana Menor, siendo esta última la más importante y la que vertebra hidrológicamente
la mayor parte del territorio. La subcuenca del Guadiana Menor atraviesa las provincias de Granada y Jaén,
con pequeñas aportaciones de Albacete, Murcia y Almería. Tiene una superficie de 7.251 km2, de los que
algo más del sesenta por ciento se encuentran en el Altiplano.
PLanIfICaCIÓn HIdRoLÓGICa
228
Medio físico
Para ello la planificación se realizará mediante los planes hidrológicos de cuenca y el Plan Hidrológico
Nacional. El ámbito territorial de cada plan hidrológico de cuenca será coincidente con el de la demarcación
correspondiente, en consonancia con lo dispuesto por la DMA.
Un plan hidrológico debe comprender, entre otros, la descripción general de la demarcación hidrológica,
la descripción de los usos, presiones e incidencias antrópicas significativas, los criterios de prioridad y de
compatibilidad de usos, el orden de preferencia y la definición de los sistemas de explotación. También es de
vital importancia en su planificación la identificación y cartografiado de zonas protegidas, la lista de objetivos
medioambientales y un análisis económico del uso del agua.
Los planes de cuenca fueron aprobados por el Real Decreto 1664/1998, y en ellos como ya se ha dicho se
establecen los sistemas de explotación, aspecto de especial relevancia en estos territorios semiáridos, ya que
de forma general en ellos se regula el volumen de agua destinado a actividades agrícolas y posibles cambios
de uso.
La D.H. del Guadalquivir está organizada en 8 zonas hidrológicas, que contienen 15 sistemas de explota-
ción de los recursos. Según esta zonificación la parte del Altiplano correspondiente a esta cuenca coincide
con la Zona 2: Guadiana Menor que incluye los sistemas de explotación de los recursos Hoya de Guadix,
Alto Guadiana Menor y Regulación General.
En la D.H. del Segura la organización es sustancialmente diferente debido a que existen 14 zonas hidráulicas
que contienen 34 subzonas, pero sólo un sistema de explotación para toda la demarcación. En el Altiplano
ocupa parcialmente la zona del Guadalentín y dos subzonas: Valdeinfierno y Los Vélez.
229
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Fuente: Plan Director de Riberas. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía, 2003
230
Medio físico
Un cauce puede examinarse desde cuatro niveles de percepción: el hidráulico, para el que éste es un mero
transportador de agua y sedimentos; el hidrológico, que lo contempla como elemento dinámico asociado a
una cuenca; el ecosistémico, que lo muestra como ecosistema; y, por último, el holístico que tiene en cuenta
los valores metafísicos, culturales y evocadores del río (VV.AA., 2003).
En los últimos tiempos este último nivel perceptivo, el holístico, está cobrando mayor importancia relativa
frente al meramente hidráulico o dinámico. La Junta de Andalucía, en consonancia con la Nueva Cultura
del Agua, entiende y considera a los ríos y humedales como cuerpos vivos, complejos y dinámicos y no sim-
ples colectores. A tal efecto está enfocando sus esfuerzos hacia el respeto de la funcionalidad de los cursos,
recuperando el valor lúdico, estético y simbólico de los paisajes del agua, por otro lado tan característicos de
la cultura mediterránea.
La importancia de los ríos y riberas como elementos imprescindibles del patrimonio cultural, ecológico
y paisajístico andaluz, ha quedado constantemente reflejada en diversos documentos de planificación y
gestión realizados desde la administración andaluza, tales como Plan Forestal Andaluz, que en 1989 plan-
teaba la importancia de la conservación y restauración de riberas, o la Ley 2/89 de Inventario de los Espacios
Naturales Protegidos de Andalucía, que incluye entre los humedales algunos tramos de río. Esta tendencia
ha culminado con el Plan Director de Riberas de Andalucía (VV.AA, 2003).
REd HIdRoGRáfICa
Según el Plan Director de Riberas de Andalucía, la red hidrográfica que recorre el Altiplano cuenta con
aproximadamente 1.500 km lineales de sistemas fluviales, en los cuales aparecen diferentes tipos de cauces
como ramblas, arroyos y ríos.
Tabla 7.27. Relación longitudinal de los cauces por demarcación hidrográfica (km)
DEMARCACIÓN
HIDROGRÁFICA CUENCA SUBCUENCA TOTAL
MEDITERRÁNEA 64,96
ANDALUZA Almanzora 23,59
Andarax 41,36
231
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La mayor parte de esta red fluvial pertenece a la cuenca del Guadalquivir y de forma particular a la sub-
cuenca del Guadiana Menor, que además es la que acoge los cauces de mayor relevancia del Altiplano como
son el Fardes, Guadahortuna, Guadalentín, Castril, Barbata, Guardal, Baza y Guadiana Menor, en el que
desembocan todos los anteriores.
Tanto el río Fardes, que recoge aguas de Sierra Nevada, como el Guadahortuna, que lo hace de la ver-
tiente sur de Mágina, desembocan en el Guadiana Menor aguas debajo de la presa del Negratín; en cambio,
los ríos de la franja más oriental de la subcuenca lo hacen antes de dicho embalse. En la parte oriental de la
subcuenca y de oeste a este, se localiza el río Guadalentín, que capta agua de la Sierra de Segura; el río Castril
que lo hace de la Sierra de Castril y de la Seca; el río Baza de la fracción noroccidental de la Sierra de Baza,
y el Guardal, que recoge el agua de un nutrido grupo de sierras del tercio oriental del Altiplano (de Duda,
Marmolance, La Sagra, Orce, María, Lúcar).
La ínfima representación de la subcuenca del Alto Genil en el área de estudio no presenta ningún cau-
ce, y la subcuenca del Guadalquivir de Guadiana Menor-Guadalbullón sólo posee uno con cierta entidad,
el Jandulilla, en el límite noroccidental del Altiplano. Por otro lado las otras dos demarcaciones, Cuencas
Mediterráneas Andaluzas y Segura, tienen poca relevancia en cuanto al volumen de agua y la longitud total
de sus cauces, en concordancia con la escasa representación que ambas cuencas tienen.
232
Medio físico
Río Jandulilla. MY
En las cuencas mediterráneas andaluzas dos son los cauces más representativos, uno por cuenca. En la
cuenca del Andarax se encuentra el río Nacimiento que capta aguas de Sierra Nevada a través del río Huéneja
y de la Sierra de Baza mediante las ramblas de las Piletas, del Gobernador y del Cortal. En la cuenca del
Almanzora el cauce más notable es el río Alcóntar que a poca distancia aguas abajo y ya fuera de los límites
del Altiplano pasa a denominarse río Almanzora.
La parte de la cuenca del Segura presenta dos cauces de cierta importancia: el río Caramel, que transcurre
por la Sierra del Oso y el río Claro, con origen en Sierra María y al que luego se le une la rambla de Chirivel,
que discurre por el pasillo existente entre las Sierras de María y de las Estancias.
233
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Una de las formas principales de tipificar o clasificar los cauces de cualquier ámbito geográfico es mediante
la caracterización de los regímenes hídricos e hidráulicos. Por un lado el régimen hídrico define el periodo
durante el cual el río lleva agua en su cauce, pudiendo diferenciarse tres tipos: permanente, temporal y es-
porádico. Por otro, el régimen hidráulico aporta información sobre la velocidad de desagüe, la posibilidad
de una mayor o menor infiltración del agua en el suelo y la magnitud y frecuencia de las crecidas, siendo el
factor que mejor lo define la pendiente longitudinal del tramo, y pudiendo diferenciarse así cuatro tipos de
tramos fluviales: tranquilos, rápidos, torrenciales torrentes.
En cuanto al régimen hídrico, son permanentes aquellos cauces que transportan agua durante todo el año,
pudiendo tener déficit hídrico los años secos siempre que la capa freática se encuentre a escasa profundidad
y con volumen suficiente para permitir el desarrollo de especies freatófilas. Los cauces temporales son los
que permanecen secos durante un período inferior a seis meses todos los años en la época de estío, aunque
puedan mantener pozas con agua y/o flujos intermitentes. Si se superan estos seis meses el cauce pasaría a
considerarse como de régimen esporádico, aunque normalmente sigue existiendo un flujo subterráneo que
permite el mantenimiento de la vegetación riparia.
DEMARCACIÓN
HIDROGRÁFICA CUENCA SUBCUENCA PERMANENTE TEMPORAL ESPORÁDICO TOTAL
234
Medio físico
Mejor que nadie lo tiene desde hace tiempo escrito Vicente Gon-
zález Barberán (1977), en la colosal obra “Guadalquivires”, editada Surgencia de Hoya Rasa, en la Cañada
por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir con motivo del de Cañepla, María. JMD
50 aniversario de su creación: “Cuando, en 1488 y 1489, los Reyes
Católicos conquistan sucesivamente las tierras de Huéscar –que
los nazaríes arrebataron a la Orden de Santiago a comienzos del siglo XIV-, Baza y Guadix, su red fluvial
‹‹llegó tarde›› a la geografía castellana. Ya había entonces una tradición de un Guadalquivir cristiano,
hecho y funcionando, de Cazorla a Sanlúcar, desde hacía más de doscientos cincuenta años. Durante ese
tiempo habían escrito muchos sabios –y el mismo Rey Sabio- sus gruesos libros de ciencias y de historia. La
geografía española ya estaba ‹‹hecha››. El río ‹‹degradado›› a Guadiana Menor, como un ‹‹cristiano nuevo››
advenedizo, no tuvo más remedio que unirse ‹‹políticamente›› a la geografía redimida por el Rey Santo, con
silenciosa modestia de afluente. También hasta nuestros días y para siempre.”
En el Altiplano, realmente el río Guadiana Menor no transcurre bajo tal denominación por la provincia de Al-
mería, ni en la mayor parte de Granada, sino que toma este nombre al salir del actual embalse del Negratín,
junto a la confluencia con el Fardes. Es el drenaje a occidente, hacia el Atlántico, de un antiguo gran lago de
agua dulce y fondo plano que ocupaba, desde el Terciario superior, lo que actualmente es buena parte del
Altiplano y que tuvo hasta la Edad Media su última representación en la Laguna de Bugéjar (apartado 7.3.).
La cuenca del Guadiana Menor, mucho más amplia que la del Alto Guadalquivir oficial, recoge en múltiple
cabecera, aguas de las sierras del Pozo, Castril, la Sagra, Baza, Orce, María y otras elevaciones menores. Los
ríos más importantes que se entregan hasta formarlo son el Guadalentín, Castril, Guardal, Baza, Orce y Bar-
bata, éste último firme candidato también a ser la prístina cabecera. Pero el más extenso de los ramales, que
confiere 70 km más de longitud al Guadiana Menor que al Alto Guadalquivir, es precisamente el que viene
de la Cañada de Cañepla, en t.m. de María, en tierras altas del Altiplano.
Con ello, la provincia almeriense le pone al Guadalquivir mucho más que unos escasos 229 km2 de cuenca.
Lo que realmente entrega es el origen más distante, la raíz más profunda en la rizosfera de sus fuentes, lo
cual no es sino entregar, sencillamente... el río mismo. Un Guadalquivir que nacería entonces humildemente
en el Altiplano, sobre la llanura, rodeado de trigo y cebada, que no de pinos serranos.
235
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
A pesar de que la mayor parte del Altiplano pertenece a la cuenca del Guadalquivir (90%), la relación de
proporciones entre los tres tipos de régimen hídrico le acerca más a la situación de la cuenca del Segura, en
gran parte debido a que sus condiciones climáticas son más semejantes a las del Segura que a las de Andalucía
occidental. Ello se refleja en que la proporción de cauces esporádicos es inferior en nueve puntos porcentuales
en toda la cuenca del Guadalquivir que en el Altiplano.
En cuanto al régimen hidráulico, los tramos tranquilos son aquellos que tienen una pendiente longitudi-
nal baja, lo que se correspondería con ríos de baja velocidad y escasa turbulencia que, cuando se desbordan
generan una superficie de inundación amplia pero sin apenas velocidad. Asimismo, se pueden producir
sedimentaciones con aportes de finos y mayor presencia de suelos limosos y arcillosos, y cambios en los nu-
trientes o elementos en suspensión que son reducidos por el agua y una menor cantidad de oxígeno disuelto.
Estos ríos suelen presentar comunidades vegetales especializadas en soportar encharcamientos prolongados
y tolerancia a las sales y suelos compactos.
Los tramos fluviales rápidos tienen una pendiente longitudinal media, así como velocidades elevadas
cuando se producen episodios de crecida.
Los torrenciales presentan pendiente alta y se corresponden con los tramos de transporte de las cuencas.
Por último, los torrentes son aquellos tramos con pendiente muy alta y que presentan una elevada capaci-
dad de transporte sólido en sus crecidas y frecuentemente forman parte de los tramos altos de las cuencas
torrenciales.
236
Medio físico
Fuente: Plan Director de Riberas. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía, 2003
237
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
DEMARCACIÓN
HIDROGRÁFICA CUENCA SUBCUENCA TORRENTE TORRENCIAL RÁPIDO TRANQUILO TOTAL
De los 1.461 km de sistema fluvial que tiene el Altiplano en forma de ramblas, arroyos y ríos, más de la mi-
tad presentan régimen torrencial. En ellos el agua circula a gran velocidad, debido a su pendiente, pudiendo
ser muy activos en el proceso erosivo y de arrastre de materiales. Como ya se ha referido anteriormente, el
Altiplano está asentado mayoritariamente sobre materiales sedimentarios. Si a esto se le añade la gran capa-
cidad de transporte de sedimentos que tienen los cauces de régimen torrencial, el resultado es una sucesión
de fenómenos de socavación y agrandamiento a lo largo de sus trayectorias.
El régimen rápido es el segundo en importancia de esta zona, suponiendo un tercio de la red fluvial. En
este caso, la capacidad de transporte de sedimentos es baja, y el río puede comenzar a depositar parte de los
sedimentos en suspensión y de fondo que trae desde zonas de mayor capacidad de transporte. Cuando el río
recorre un tramo plano, de llanura, existe una alta probabilidad de que se presenten desbordamientos, los
cuales ocupan la zona adyacente, conocida como llanura de inundación. Estas llanuras se aprovechan para
el riego de cultivos hortícolas y choperas, cultivo, este último, con una expansión actual importante.
238
Medio físico
Fuente: Plan Director de Riberas. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía, 2003
239
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
A nivel regional existe una clara diferenciación entre Andalucía occidental, con mayoría de tramos rápidos
y una buena representación de tranquilos, respecto a Andalucía oriental, donde predominan los cauces de
carácter torrencial (VV.AA., 2003). En este contexto destaca la presencia de un área de régimen tranquilo
en la zona central del Altiplano y más concretamente a lo largo del Guadiana Menor y los tramos próximos
al embalse del Negratín del Guardal, Castril y Guadalentín.
Además de la antedicha caracterización física, hídrica e hidráulica, los cauces también pueden tipificarse
en función de sus aspectos bióticos o ecosistémicos, que aportan información sobre la calidad de las aguas.
Aunque estos aspectos se desarrollarán con mayor profusión cuando se describa la vegetación (apartado
9.1.), a continuación se exponen algunos datos someros sobre las formaciones vegetales que ocupan la ribera
de los principales cauces. En el ámbito de estudio predominan dos geoseries, las denominadas EH 11 y EH
8, sumando el resto únicamente un 10% entre todas.
240
Medio físico
El Plan Director de Riberas de Andalucía, siguiendo las directrices europeas (DMA), ha clasificado la
calidad de las riberas andaluzas en 5 tipologías. Éstas son: 1) calidad pésima: degradación extrema; 2) cali-
dad mala: alteración fuerte; 3) calidad aceptable: inicio de alteración importante; 4) calidad buena: ribera
ligeramente perturbada; y por último, 5) estado natural: ribera sin alteraciones.
241
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Para adscribir cada una de las riberas a estas tipologías se han tomado una serie de puntos de referencia-
muestreo, los cuales incluyen información sobre usos del suelo, perturbaciones o la calidad misma entre
otros. Andalucía cuenta con un total de 11.584 puntos de los que 748 se localizan en la zona de estudio
(VV.AA., 2003).
Del análisis de los citados puntos de referencia se desprende que tan solo el 17% de ellos están libres de
cualquier tipo de perturbación, mientras que a nivel andaluz esta cifra es notablemente superior, representan-
do casi un tercio del total. Otra particularidad de las riberas del Altiplano es que más de dos terceras partes
de las perturbaciones que reciben tienen un origen agrario.
Tabla 7.31. y Figura 7.12. Tipología y cuantificación de las perturbaciones en los puntos de muestreo
ALTIPLANO ANDALUCÍA
TIPOLOgíA Agrícola 68,6 51,2
Ganadera 16,0 18,2
Urbana 4,7 5,7
Vehículos 4,3 2,2
Forestal 0,5 0,3
De forma general, puede decirse que el ámbito de estudio presenta unas riberas de baja calidad, estando
valoradas aproximadamente el 65% como malas o pésimas por el Plan Director de Riberas de Andalucía
(VV.AA., 2003).
A nivel de subcuencas, la de los ríos Guadix, Guadahortuna, Guadiana Menor, Guardal, Cúllar y
Chirivel presentan riberas de mala calidad, estando en peor situación las ramblas y arroyos de la zona
más nororiental (rambla del Prado y acequia de Bugéjar), con calidad pésima. Las riberas de la subcuenca
del Fardes muestran diferencias según tramos, aunque mayoritariamente presentan escasa calidad. En la
cabecera, aguas arriba del embalse Francisco Abellán y posteriormente hasta su unión con el río Alhama
se mantiene en buen estado.El tramo medio cuenta con riberas de mala calidad, mejorando a partir de la
unión con el arroyo Huélago.
Por el contrario, las riberas situadas en las subcuencas de los ríos Baza y Castril, así como rambla del
Baúl cuentan con buena calidad. Únicamente se halla catalogada en estado natural la subcuenca del río
Guadalentín.
242
Medio físico
Fuente: Plan Director de Riberas. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía, 2003
243
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Esta situación es, en general, considerablemente peor que la regional, y contrasta fuertemente con la esca-
sa densidad poblacional que sostiene el Altiplano (apartado 6.1.). Normalmente la alteración de las riberas
guarda directa correspondencia con la presión demográfica a su alrededor, pero éste no es el caso para el
conjunto del Altiplano. Sin embargo, esta aparente paradoja, “escasa densidad poblacional vs intenso uso
y deterioro de los ríos”, debe interpretarse en el contexto general del medio físico del Altiplano, en el que el
agua y su entorno inmediato en cauces y llanuras de inundación han sido objeto de un intenso aprovecha-
miento, debido a las limitaciones climatológicas, geomorfológicas, edafológicas y, en definitiva, agronómicas
y ganaderas de la mayor parte del territorio circundante.
Las obras de regulación de los recursos hídricos se acometen con el objeto de poder satisfacer las demandas
de agua, posibilitar un equilibrio en el desarrollo regional y sectorial, incrementando la disponibilidad del
recurso, economizando su empleo y racionalizando sus usos y compatibilidades con el medio ambiente.
De los cauces citados con anterioridad, cinco de ellos presentan obras de regulación, se trata del Fardes,
Guadalentín, Castril, Guadiana Menor y Guardal, todos ellos pertenecientes a la subcuenca del Guadiana Menor.
244
Medio físico
El Negratín, con una superficie de 2.170 ha, se extiende por los municipios de Freila, Zújar, Cuevas del
Campo, Cortes de Baza, Baza y Benamaurel. Con sus 567 Hm3 es el cuarto en capacidad de la Comunidad
Autónoma de Andalucía, sólo superado por los embalses de Iznájar, Guadalcacín y Andévalo. El agua em-
balsada es utilizada para el riego, un total de 336 Hm3, y la electricidad, produciendo 10.000 kW, así como
en otros aprovechamientos como la pesca, los deportes náuticos y el baño. El sustrato geológico donde se
asienta está compuesto por conglomerados y arenas gruesas, margas y yesos triásicos, destacando al norte los
badlands que conforman, junto a la lámina de agua, un sugerente paisaje de profundos contrastes.
Embalse del Negratín, donde toman el nombre de río Guadiana Menor las aguas de
distintos cauces del Altiplano. MY
LaS RaMBLaS
La palabra rambla proviene del árabe “ramla”, que significa arenal, y generalmente se aplica a cauces an-
chos, de sustrato pedregoso, secos y que sólo transportan agua de evacuación muy rápida tras fuertes lluvias
(Mateu, 1989). Estas características hacen referencia a modelos geomorfológicos e hidrológicos típicos de
las zonas más áridas del entorno mediterráneo.
245
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
En sentido longitudinal, una rambla está formada por la cuenca de erosión, el cauce y el lecho de depósi-
tos, mostrando un esquema morfológico afín al de los torrentes de montaña, pero que se modifica en su zona
inferior debido a un proceso de colmatación de la plana aluvial (del Palacio, 2002). Su formación se produce
fundamentalmente por la interrelación entre factores geológicos, morfológicos, climáticos y antrópicos, por
ejemplo el pastoreo excesivo o la existencia de cultivos (del Palacio, 2002).
Esta tipología de cauce es típica del mediterráneo occidental y en particular de las zonas semiáridas y ári-
das del sureste ibérico. En el Altiplano los cauces denominados como tal suponen más de una tercera parte
de la longitud total, lo que da una idea de su importancia.
RéGIMEN %
hIDRÁULICO Permanente 12,23
Temporal 53,12
Esporádico 34,65
Tranquilo 1,85
Rápido 16,88
híDRICO Torrencial 79,62
Torrente 1,65
Fuente: Plan Director de Riberas de Andalucía, 2003. Elaboración propia.
246
Medio físico
en la persistencia de los flujos subterráneos, que en las regiones áridas o semiáridas son responsables del
mantenimiento de un nivel freático perceptible por las comunidades vegetales (González-Bernáldez, 1987). Tal
es así que en algunas cuencas mediterráneas áridas la relación entre recursos superficiales y los subterráneos
es inferior a uno (Suárez y Vidal-Abarca, 1993).
Rambla de Fiñana. JC
En el sureste ibérico aparecen un conjunto de ramblas que vierten al Mediterráneo (exorreicas), junto a
otras emplazadas en el interior y sujetas a la estructura en mosaico del relieve donde se detectan procesos
semiendorreicos (Grupo de Análisis Ambiental, 1990). Las ramblas interiores están ligadas directamente, al
menos en ciertos tramos, al funcionamiento dinámico de los sistemas terrestres adyacentes, constituyendo
lo que González-Bernáldez (1988) denomina “wadi complex”. Estos complejos formados por ramblas o ríos
efímeros de regiones áridas manifiestan una dinámica temporal muy compleja y pueden actuar como sistemas
exportadores o importadores de agua, sedimentos y sales, en distintos momentos.
Una masa de agua puede estar formada por uno o varios acuíferos, entendiendo por tal la capa o capas subterrá-
neas de roca o de otros estratos geológicos que tienen la suficiente porosidad y permeabilidad para permitir ya sea
un flujo suficiente o la extracción de cantidades significativas de aguas subterráneas (p.e. arenas, gravas, granito).
247
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
DEMARCACIÓN
HIDROGRÁFICA CUENCA SUBCUENCA SUPERFICIE %
En el conjunto de las capas subterráneas del ámbito de estudio se encuentran un total de 27 masas de
agua, de las que tan solo dos se hallan íntegramente en el subsuelo del Altiplano: la del Mencal y la del
Jabalcón. Asimismo cuentan con la mayor parte de la masa de agua en el ámbito de estudio las masas de
Guadix-Marquesado, Orce-María-Cúllar, Huéscar-Puebla de D. Fadrique y Baza-Caniles. Con menos del 50%
incluido, pero con una buena representación, se encuentran las de Sierra de Baza y Guadahortuna-Larva.
248
Medio físico
Jérez del Marquesado. La masa de agua subterránea denominada Guadix-Marquesado, al norte de Sierra Nevada,
es la de mayor superficie en el interior del Altiplano. AH
CODIGO DENOMINACIÓN SUP. (ha) % TOTAL MASAS CODIGO DENOMINACIÓN SUP. (ha) % TOTAL MASAS
249
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
250
Medio físico
También resulta particular el caso de las masas de agua denominadas Sierra de Las Estancias, ya que exis-
ten dos con la misma denominación y además parcialmente solapadas. De ellas, la emplazada en una capa
superior es la situada más al sur y casi totalmente en la provincia de Almería.
En lo relativo a la gestión de las masas de agua subterránea, cada demarcación hidrográfica considera
como propias todas las aguas subterráneas situadas bajo los límites definidos por las divisorias de las cuencas
hidrográficas de la correspondiente demarcación. En el caso de acuíferos compartidos por varias demar-
caciones hidrográficas se atribuye a cada una de ellas la parte de acuífero correspondiente a su respectivo
ámbito territorial, debiendo garantizarse una gestión coordinada entre demarcaciones afectadas. A tal efec-
to son acuíferos compartidos los definidos como tales en el Plan Hidrológico Nacional. Esto se produce de
forma nítida en la masa de Orce-María-Cúllar, donde dos tercios de la misma se encuentran en la cuenca del
Guadalquivir y el otro tercio en la del Segura.
Además de la localización y delimitación de las masas de agua subterránea, resulta esencial para la pla-
nificación hidrológica la definición de objetivos medioambientales y el análisis del cumplimiento de dichos
objetivos. Para ello es necesario conocer qué presiones afectan a las masas de agua superficial y el impacto
causado por tales presiones. A partir del análisis de presiones/impactos que sufre cada masa de agua, se eva-
lúa el riesgo de no alcanzar los objetivos medioambientales establecidos, en lo que constituye un proceso
conocido como análisis de presiones e impactos.
251
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Tabla 7.35. Matriz de cálculo del riesgo de las principales masas de agua subterránea
CONDUCTIVIDAD
PUNTUALES
PUNTUALES
CAPTACIóN
CAPTACIóN
INTRUSIóN
INTRUSIóN
CATÁLOgO
NITRATOS
DIFUSAS
DIFUSAS
NIVELES
gLOBAL
gLOBAL
gLOBAL
gUADIx-MARQUESADO 1 0 1 0 1 I0 I0 I0 IP IP R0 R0 REE R0 REE
ORCE-MARíA-CÚLLAR 1 0 0 0 1 I0 I0 I0 IC IC R0 R0 RS R0 RS
SIERRA DE BAZA 1 0 0 0 1 I0 I0 I0 IP IP R0 R0 REE R0 REE
EL MENCAL 1 0 1 0 1 IC IP I0 SD IC RS R0 REE R0 RS
gUADAhORTUNA-LARVA 1 0 1 0 1 I0 I0 IC SD IC R0 R0 RS R0 RS
hUéSCAR-PUEBLA DE D.FADRIQUE 1 0 1 0 1 I0 I0 I0 IC IC R0 R0 RS R0 RS
BAZA-CANILES 1 0 0 0 1 I0 I0 I0 IC IC R0 R0 RS R0 RS
DUDA-LA SAgRA 1 0 0 0 1 I0 IP I0 I0 IP REE R0 REE R0 REE
JABALCóN 0 0 0 0 0 I0 I0 I0 I0 I0 R0 R0 R0 R0 R0
I0= Impacto nulo IP= Impacto probable IC= Impacto comprobado SD= Sin datos RS= Riesgo seguro REE= Riesgo en estudio R0=Riesgo nulo
Fuente: Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, 2005.
De la matriz de cálculo de riesgos se extrae que cinco de las masas subterráneas más importantes del
Altiplano presentan riesgo seguro, es decir, presentan indicios claros de incumplir alguno de los objetivos
medioambientales de la Directiva Marco del Agua. Las presiones más comunes de las masas de este entorno
son la difusa y la captación.
Algunos de los riesgos de las masas de agua subterráneas ya están documentados, por ejemplo en la de
Orce-María-Cúllar, que presenta una alta vulnerabilidad derivada del riesgo de contaminación asociada
a los antiguos vertederos de RSU y los vertidos de aguas residuales urbanas, fundamentalmente de los
núcleos de Cúllar, Orce y Vélez-Blanco, además de un posible riesgo asociado al desarrollo de la agricul-
tura intensiva así como algún foco de origen ganadero (Rubio et al., 2002). En la masa Huéscar-Puebla la
presión es de tipo cualitativo derivado del abonado y uso extendido de la aplicación de fitosanitarios en
el riego (Rubio et al., 2002).
Otro caso es el de la masa de Baza-Caniles, cuyo uso preferente es el agrícola y, en menor medida, el
abastecimiento. La dotación para riego parece insuficiente frente a la demanda teórica total, lo que, uni-
do a la puesta en regadío de nuevas superficies, podría provocar severos problemas de salinización de las
masas (Hidalgo, 2002).
En síntesis, puede afirmarse que el principal riesgo que sufren las masas de agua subterráneas es la so-
breexplotación y contaminación difusa por productos o residuos agropecuarios. Por tanto, con el objeto de
prevenir este riesgo, sería recomendable optimizar las prácticas agrícolas y estudiar, desde una perspectiva
conservativa, las posibles ampliaciones de superficie regable con agua de este origen.
252
Medio físico
Esta segunda etapa de carácter continental tiene a su vez dos fases, que divergen en el Pleistoceno Superior.
En primera instancia, la cuenca de Guadix-Baza se comporta como endorreica, con uno o dos lagos centrales
que atrapaban las aguas de las cumbres Béticas. En la segunda fase, se produce la captura de las aguas del lago
por el río Guadalquivir, a través de su afluente el Guadiana Menor. Hace aproximadamente entre 100.000
y 17.000 años la cuenca deja de ser endorreica para convertirse en exorreica (Calvache and Viseras, 1997),
llegando a conformarse la actual red hidrográfica.
Los últimos vestigios de este gran humedal endorreico han quedado reflejados en el sistema lacustre de
la cubeta de relleno endorreico de Bugéjar (ver también apartado 6.4.3.), y muy puntualmente en pequeños
humedales estacionales de carácter endorreico cuyos vestigios aún subsisten, por lo general en un deficiente
estado de conservación.
HuMEdaLES y CRIPToHuMEdaLES
Las zonas húmedas o humedales encabezan la lista de hábitats prioritarios a proteger en la Unión Europea
por ser uno de los espacios naturales con mayor valor desde un punto de vista ambiental. Es el caso del man-
tenimiento de la diversidad biológica y la conservación de especies en peligro de extinción, así como desde
el punto de vista cultural, histórico y económico (González-Bernáldez, 1987; Williams, 1999).
Andalucía es la comunidad autónoma con mayor número de humedales a nivel peninsular, siendo igual-
mente la que ha protegido un mayor porcentaje de ellos, tanto en número como en superficie (González-
Capitel, 2003). Pese a esto, el grado de protección no es homogéneo, ya que existe un sesgo hacia Andalucía
occidental (Madero et al., 2004).
En el Plan Andaluz de Humedales (VV.AA., 2002) se define el término humedal de la siguiente manera:
“Ecosistema o unidad funcional de caráter predominante acuático, que no siendo un río, ni un lago ni el medio
marino, constituye, en el espacio y en el tiempo, una anomalía hídrica positiva respecto a un entorno más seco. La
confluencia jerárquica de factores climáticos e hidrogeomorfológicos, hace que se generen condiciones recurrentes
de inundación con aguas someras, permanentes, estacionales o erráticas y/o condiciones de saturación cerca o en
la superficie del terreno por la presencia de aguas subterráneas, lo suficientemente importantes como para afectar
a los procesos biogeofísicoquímicos del área en cuestión.
La característica esencial mínima para diagnosticar la existencia de un humedal es la inundación con aguas
someras (formación palustre) o la saturación recurrente cerca o en la superficie del terreno (criptohumedal); lo que
253
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
condiciona otras características fundamentales de apoyo al diagnóstico, que son la presencia de suelos hídricos y/o
vegetación hidrófila. Generalmente, estas propiedades se traducen también en la existencia de unas comunidades
especiales de microorganismos y fauna, así como en aprovechamientos humanos diferentes y en un paisaje con
elevado grado de calidad visual.”
En el ámbito de estudio la existencia e importancia de humedales es casi nula, debido en parte a las
condiciones climáticas (apartado 6.4.1.) y los cambios recientes en el uso del territorio (apartado 6.7.). No
obstante, según el inventario de humedales del Alto Guadalquivir (Ortega et al., 2003) en el sureste de Jaén
existe una que se hallaría dentro de los límites del Altiplano. Denominada como “La Laguna”, cuenta con
aproximadamente 30 ha localizadas en el término municipal de Larva (30SVG8081) y se caracteriza por un
régimen hídrico del tipo estacional ocasional (Ortega et al., 2003).
Con posterioridad a este inventario la Consejería de Medio Ambiente y la Universidad de Jaén llevaron
a cabo el estudio denominado “Lagunas y vías pecuarias en la provincia de Jaén: una oportunidad para la
conservación de humedales” (Madero et al., 2004). En este estudio además de constatar la relación existente
entre humedales y vías pecuarias, se identificó la avifauna y vegetación asociada, así como la concurrencia
de distintos tipos de amenaza o riesgos que pudiesen condicionar la presencia de estas especies o de los pro-
pios sistemas. Con todo esto se establecieron cinco clases de prioridad, que oscilan desde la “muy baja” a la
“muy alta”.
En este último trabajo se atribuye a la Laguna de Larva la categoría de prioridad “muy alta”, lo cual sig-
nifica que:
Mantiene comunidades de hábitat de carácter prioritario y/o especies de aves acuáticas in-
cluidas en el anexo I de la Directiva Aves.
Por último, los autores señalan como la agresión principal de este espacio a la agricultura, ya que actual-
mente la laguna se encuentra transformada casi totalmente en un olivar.
Por otro lado, en la provincia de Jaén han proliferado en los últimos diez años las balsas de riego, que en
algunos casos alcanzan dimensiones muy grandes. Estas estructuras artificiales son generalmente muy cons-
picuas al emplazarse en lugares elevados para regar desde ellas por gravedad. Algunos de estos “humedales”
artificiales pueden acabar naturalizándose parcialmente con el paso del tiempo y albergar elementos de flora
y fauna propios de los humedales naturales.
Consciente del potencial de estos enclaves en un entorno en el que son escasos los humedales, la Consejería
de Medio Ambiente tiene encargada actualmente una asistencia técnica denominada “Balsas Vivas”. Este
trabajo, de carácter experimental, está orientado a determinar hasta qué punto pequeños cambios en su dise-
ño y un presupuesto insignificante en relación a la obra pueden lograr beneficios ambientales significativos.
Estas balsas reúnen una serie de requisitos en cuanto a la calidad del agua y requerimientos alimenticios,
254
Medio físico
Los primeros ensayos de esta asistencia técnica se están llevando a cabo en el entorno del Altiplano, más
concretamente en una gran balsa de 14 ha de superficie en t.m. de Jódar, al sureste de Jaén (30SVG7486 y
30SVG7386). Durante el verano de 2007 se han instalado en este lugar ocho islas vegetadas de 1 m2 de su-
perficie y otras cuatro de 9 m2. Simultáneamente se han iniciado experiencias de retirada de nutrientes.
Instalación de islas con vegetación acuática en la balsa de Las Quebrás, Jódar. AMM
Como se ha constatado, la importancia actual de los humedales naturales en el Altiplano es escasa. Sin
embargo hay un tipo de humedal que posiblemente albergue mayor relevancia que los anteriores, son los
criptohumedales.
Esta definición en el ámbito de estudio aunaría todos los humedales carentes de lámina de agua libre en
la mayor parte de su superficie, que se desarrollen sobre llanuras de inundación relictas de ríos o ramblas,
lagunas colmatadas, antiguas salinas u otras zonas llanas o de escasa pendiente y drenaje difuso, receptoras
de escorrentías y descargas laterales y subterráneas, pero topográfica y funcionalmente independientes de
la red hidrográfica asociada.
En la comunidad andaluza, ya se ha dicho, aún no existe un cartografiado temático de estos humedales, sin
embargo, en buena medida se pueden identificar por su aparente relación con la flora halófila y los saladares.
255
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Por ejemplo, en la vecina Región de Murcia, de los 21 criptohumedales inventariados, 14 son saladares (VV.
AA., 1990).
En el contexto del Altiplano, según Lendínez et al. (2004), este tipo de vegetación halófila estaría presente
en tres enclaves de la hoya de Baza: proximidad del río Baza (Benamaurel y Cúllar), Venta del Peral y arroyo
Salado del Margen.
En la actualidad estos saladares poseen aproximadamente unas 180 ha (Lendínez et al., 2004). A pesar
de su escasa representación territorial resulta muy significativo el número de especies halófilas que mantie-
nen, algunas de ellas muy raras, incluyendo endemismos locales como Limonium minus y Limonium majus
(apartado 9.1.3.).
No obstante, la extraordinaria sensibilidad de estos medios y los abundantes cambios de uso, pueden lle-
var a una subestimación en el número y superficie de estos humedales, que merecerían un futuro inventario
y catalogación.
SaLInaS dE InTERIoR
La constitución geológica de Andalucía, con presencia de sustratos ricos en sal, explica la existencia desde
la antigüedad de numerosas salinas en zonas alejadas de la costa. El inventario andaluz ha cifrado el número
de salinas interiores en 85, de las que 27 aún están activas.
Su carácter marginal y minoritario, si se comparan con las salinas costeras, las ha convertido en grandes
desconocidas. No obstante y a pesar de la escasa representación territorial y sus modestos tamaños, resultan
unos sistemas de gran originalidad y singularidad con notables valores culturales, etnológicos y medioam-
bientales que no deben pasar inadvertidos.
Los rasgos fisiográficos del territorio son factores determinantes para interpretar el patrón de distribución
de las salinas de interior en Andalucía. Las explotaciones salineras sólo pueden aparecer allí donde el terreno
es rico en sales, y éstas se presentan mayoritariamente asociadas a materiales sedimentarios del Trías Keuper
(230-205 millones de años), de elevado contenido en cloruros y sulfatos. Con menor frecuencia pueden aparecer
relacionados con sedimentos evaporíticos más modernos, del Neógeno (20-2 millones de años), depositados
en las depresiones interiores propias de Andalucía oriental. En cualquier caso, bien margas del Trías o bien
sedimentos de cuencas neógenas (apartado 6.4.2.), la presencia de sales en el sustrato se debe a fenómenos
de precipitación por evaporación y desecación de antiguas cuencas marinas (VV.AA., 2004).
Por otra parte, también se detecta una asociación de la distribución de salinas con la de las lagunas es-
teparias. Este fenómeno de desarrollo de complejos lagunares en la depresión del Guadalquivir, conocido
como “endorreísmo bético”, se relaciona con el sustrato geológico de margas yesíferas del Trías y condiciones
de semiáridez local.
Del análisis de la distribución de las salinas en Andalucía se deduce una abundancia creciente conforme
se asciende por el valle del Guadalquivir, con mínimo número en Cádiz y máximo en Jaén, teniendo Sevilla
256
Medio físico
y Córdoba valores intermedios. Esta distribución actual apoya la hipótesis de que la pervivencia de salinas
hasta nuestros días puede explicarse, al menos en parte, por factores de aislamiento comercial, posibilitando
la satisfacción de demandas de escala local orientadas a la ganadería, salmueras para aderezo de aceituna o
la conservación de productos cárnicos de matanza.
En la actualidad se encuentran inventariadas 4 salinas dentro del ámbito de estudio, que son: la de Barchel
en Dehesas de Guadix, la de Chíllar y Mesto en Hinojares y la salina de Jódar. Todas ellas se encuentran
en desuso, con la excepción de la de Chíllar que aún parece mantener un cierto uso marginal. Además, en
el entorno próximo del Altiplano se hayan otras dos en desuso, las de Belerda y el Romeroso, en término
municipal de Quesada, y una en uso, la de Montejícar.
257
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Fuente: Inventario de salinas de interior de Andalucía. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía, 2002
SALINAS INTERIORES
Salina de Barchel (x:499911, y:4158488) Límite del Altiplano
Balsa A.T. “Balsas vivas” (x:474114, y:4186559)
Salina de Chíllar (x:500969, y:4174627) Límite autonómico
Laguna de Larva (x:480457, y:4181713)
Salina de Jódar (x:472806, y:4187778) Límite provincial
Salina de Mesto (x:500399, y:4176378)
258
Medio físico
La salina de Barchel se localiza en torno a los cortijos de Barchel Alto y Barchel Bajo. Actualmente está
arruinada y su acceso es complicado debido a la obra hidráulica del pantano del Negratín. En esta salina el
agua se recogía por medio de una noria, pasándose a una alberca, y luego a unas pozas. Pero, también se ha
detectado la construcción de galerías subterráneas en otro punto distinto al que está el pozo, que probable-
mente se utilizaba cuando la capa freática había descendido ostensiblemente.
Quizás de las cuatro salinas, la de mayor importancia sea la de Chíllar o Chillas. Esta explotación situada
en las proximidades de Hinojares, se encuentra en una rambla cercana al barranco de la Salinilla. Muy cerca
de allí se encuentra el cortijo de Chillas, antiguo solar de la alquería del mismo nombre, que alberga restos
medievales de importancia, asimismo en torno a la misma salina se han identificado cerámicas de la época
del Bronce. En esta salina la sal se extrae de un nacimiento de agua salada, por medio de una presa, situada
a un nivel superior al de la salina. El agua se deriva hacia una acequia que la lleva al calentador y desde éste
a las distintas pozas o piletas en donde se produce la definitiva cristalización.
Aparte de la importancia histórica, cultural y económica de estos sistemas, también se debe incidir en que
los medios salinos del interior ibérico constituyen un ecosistema de gran singularidad en el contexto europeo
occidental, ya que son prácticamente exclusivos de España y aparecen asociados a condiciones semiáridas
propias de áreas esteparias (VV.AA., 2004).
259
Limonium quesadense. AGC
Comunidades bióticas
y biodiversidad
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
“Nace el ave, y con las galas que le dan belleza suma, apenas es flor de pluma...
Nace el bruto, y con la piel que dibuja manchas bellas, apenas es signo de estrellas...
Nace el pez que no respira, aborto de ovas y lamas, y apenas bajel de escamas...
Nace el arroyo, culebra que entre flores se desata, y apenas, sierpe de plata...”
Calderón de la Barca. Siglo XVII
En la actualidad, uno de los conceptos más comúnmente manejados, tanto en el campo de las cien-
cias biológicas como entre los agentes y medios de comunicación social, para referirse al valor natural
de un determinado territorio es el de diversidad biológica, también denominada biodiversidad. Autores
como Wilson (1988) entienden por biodiversidad lo referido al contenido genético total que contiene
un grupo biológico, una comunidad o la biosfera total. Para el World Wildlife Fund (1989) biodiversi-
dad es “la riqueza de la vida sobre la Tierra, los millones de plantas, animales y microorganismos, los
genes que contienen y los intrincados ecosistemas que contribuyen a construir en el medio natural”.
A mayor detalle, la diversidad biológica comprende la variación genética dentro de las especies, tan-
to entre las poblaciones separadas geográficamente, como entre individuos de una misma población
(Primack y Ros, 2002).
Otro concepto de interés es el de comunidad biótica, definido como el ensamble de organismos en todos
los niveles tróficos que viven juntos e interactúan entre sí (p.e. Heatwole, 1982), o también el conjunto de
262
Comunidades bióticas y biodiversidad
especies que habitan en una localidad particular, más las interacciones entre estas especies. Además una
comunidad junto con su medio físico asociado conforman un ecosistema (Primack y Ros, 2002).
La diversidad biológica (biodiversidad) comprende también la variación existente dentro de las comuni-
dades biológicas a las que pertenecen las especies, los ecosistemas en los que existen las comunidades y las
interacciones entre estos niveles (Primack y Ros, 2002).
El ámbito de estudio, como ya se ha mencionado con anterioridad, se encuentra ubicado en la zona occi-
dental de la cuenca Mediterránea. En lo sustancial, esta zona se caracteriza por una alta diversidad paisajística
traducida en paisajes en mosaico. Ello propicia una alta heterogeneidad de hábitat, parámetro que juega un
papel crítico en la generación y mantenimiento de la diversidad específica (Kerr, 1997).
Tal diversidad paisajística es en parte debida a su topografía, clima y compleja geomorfología, haciendo del
mediterráneo una zona excepcionalmente rica en plantas regionales o locales y animales endémicos a niveles
de género, especie o subespecie. Asimismo esta cuenca es un excepcional marco para que sucedan procesos
de especiación en poblaciones aisladas por barreras geográficas y ecológicas. Las montañas mediterráneas
muestran hasta un 42% de endemismos entre sus plantas superiores (Medail and Quèzel, 1997). Por todo ello
Myers et al. (2000) incluyó la cuenca Mediterránea como uno de los 25 puntos calientes de biodiversidad o
“biodiversity hotspots” del mundo, debido a sus aproximadamente 25.000 especies de plantas, de las cuales más
de la mitad son endémicas, y sus 770 especies de vertebrados, de los que 235 son también endémicos (Myers
et al., 2000). Todo esto es el legado de los
muchos procesos de inmigración, extin-
ción, selección y diferenciación regional
(Blondel and Aronson, 1999) acaecidos
en este ámbito geográfico.
263
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
guardan correspondencia con zonas de montaña de buena cobertura forestal (Ballesteros y Barea, 2003). Sin
embargo, la mayor aportación a la diversidad específica proviene del grupo de los invertebrados (Wilson,
1992) y buena parte de los enclaves y parajes que atesoran un mayor número de especies, muchas de ellas
endémicas, son paisajes poco llamativos y a menudo olvidados de las políticas de protección del territorio.
A tal efecto se plantea este capítulo, describiendo la flora endémica y amenazada, los principales grupos
de fauna, los hábitats prioritarios de estos medios, así como los factores de amenaza que puedan suponer una
ostensible pérdida de biodiversidad, fragmentación y disminución de la calidad del hábitat. Por último, se
recalca la carencia de información de detalle que se tiene de algunos grupos.
* La Ley 4/1989, fue derogada por la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio natural y de la Biodiversidad. Esto afecta al Catálogo nacional
de Especies amenazadas, pues pasaría a considerar sólo dos categorías “en peligro” y “vulnerable”, si bien en el momento de esta publicación no
se ha hecho efectivo tal cambio.
264
Comunidades bióticas y biodiversidad
265
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
un documento científico y técnico que refleja el fuera de su distribución original. Se presume que
grado de amenaza de los taxones en él contenidos. un taxón se encuentra en esta categoría cuando
Ambos carecen de carácter legal. prospecciones exhaustivas de sus hábitats, cono-
cidos y/o esperados, en los momentos apropiados,
En Andalucía se han elaborado tres libros rojos, y a lo sargo de su área de distribución histórica,
el de la Flora Silvestre Amenazada de Andalucía no han podido detectar un solo individuo. Las
(Valdés et al., 1999 y 2000), el de los Vertebrados prospecciones deberán ser realizadas en períodos
Amenazados de Andalucía (Franco y Rodríguez, de tiempo apropiados al ciclo de vida y formas de
2001) y el de Invertebrados Amenazados de An- vida del taxon.
dalucía (Barea et al., 2008); además la Consejería
de Medio Ambiente cuenta también con la Lista • Extinto a nivel regional (RE): cuando no hay
Roja de la flora vascular de Andalucía (Cabezu- una duda razonable de que el último individuo
do et al., 2005). Para la evaluación del riesgo de capaz de reproducirse en la región ha muerto
extinción de Libros y Listas Rojas se utilizan los o desaparecido de la naturaleza de la región, o
criterios establecidos por la Unión Mundial para en el caso de ser un antiguo taxón visitante, el
la Naturaleza (UICN), si bien al estar realizados último individuo ha muerto o desaparecido de la
en diferentes años los criterios UICN utilizados naturaleza en la región. La fijación de cualquier
son versiones distintas. límite de tiempo para su inclusión en la lista
como RE es dejado a la discreción de la autori-
Para la realización del apartado de taxones endé- dad regional, pero en ningún caso debe ser una
micos o amenazados se ha utilizado la Lista Roja fecha anterior a 1.500 d.C.
de la Flora Vascular de Andalucía (Cabezudo et al.,
2005) que sigue criterios UICN 2001. En el caso • En peligro crítico (CR): cuando la mejor eviden-
de la fauna, se han utilizado el Libro Rojo de los cia disponible indica que cumple cualquiera de
Invertebrados de Andalucía con criterios UICN los criterios “A” a “E” para en “peligro crítico”, por
versión 2.3 (1994, 2000) y el Libro Rojo de los Ver- tanto se considera que está expuesto a un ries-
tebrados de Andalucía con criterios UICN versión go extremadamente alto de extinción silvestre.
3.0 (1999).
• En peligro (EN): cuando la mejor evidencia
Las categorías de la Lista Roja de la UICN 2001 a disponible indica que cumple cualquiera de los
nivel regional son las siguientes: criterios “A” a “E” para “en peligro” y por tanto
se considera que está expuesto a un riesgo muy
• Extinto (Ex): cuando no hay duda razonable alto de extinción silvestre.
de que el último individuo existente ha muerto.
Se considera que un taxón está extinto cuando • Vulnerable (VU): cuando la mejor evidencia
prospecciones exhaustivas de sus hábitats co- disponible indica que cumple cualquiera de los
nocidos y/o esperados, en los momentos apro- criterios “A” a “E” para “vulnerable” y por tanto
piados y a lo largo de su área de distribución se considera que está expuesto a un riesgo alto
histórica, no han podido detectar un solo indi- de extinción en estado silvestre.
viduo. Las prospecciones deberán ser realizadas
en periodos de tiempo apropiados al ciclo de • Casi amenazado (NT): cuando ha sido evaluado
vida y formas de vida del taxon. según los criterios y no satisface, actualmente,
los criterios para “en peligro crítico”, “en peligro”
• Extinto en estado silvestre (EW): cuando sólo o “vulnerable”; pero está próximo a satisfacer-
sobrevive en cultivo, cautividad o como población los, o posiblemente los satisfaga, en un futuro
(o poblaciones) naturalizadas completamente muy cercano.
266
Comunidades bióticas y biodiversidad
• Preocupación menor (LC): cuando ha sido información suficiente para llevar a cabo una
evaluado según los criterios y no satisface los evaluación de su riesgo de extinción basándose
criterios para “en peligro crítico”, “en peligro”, en la distribución y/o condición de la población.
“vulnerable” o “casi amenazado”.
• No Evaluado (NE): cuando todavía no ha sido
• Datos Insuficientes (DD): cuando no existe clasificado en relación con estos criterios.
Extinto (Ex)
Vulnerable (VU)
(Evaluado)
Datos insuficientes (DD)
No aplicable (NA)
El paisaje vegetal del Altiplano se configura como un mosaico de ambientes de estructura predominante-
mente abierta, que no son sino el fruto del devenir evolutivo, paleogeográfico y climático de sus ecosistemas,
así como de la larga historia que el hombre ha ido protagonizando sobre el territorio.
Fruto de este conjunto de factores condicionantes, pretéritos y actuales, que en su mayoría ya se han
descrito con anterioridad, los espacios del Altiplano manifiestan una teórica potencialidad vegetal, una
vegetación actual, sustancialmente estépica, y un contingente florístico original, especialmente rico en
267
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
elementos endémicos y/o amenazados. Precisamente a describir cada uno de estos aspectos en el Altiplano
se destinan los siguientes apartados.
La existencia de espacios abiertos a lo largo del Cuaternario, coexistiendo con bosques más o menos densos,
aparece como un fenómeno incuestionable en los análisis paleopolínicos. Asimismo notables disyunciones
presentes en el Altiplano, caso por ejemplo de Krascheninnikovia ceratoides o Microcnemun coralloides, o distri-
buciones circunmediterráneas como las de Stipa tenacissima, S. capillata, Lygeum spartum o Hammada articulata,
sólo pueden explicarse mediante la persistencia de áreas esteparias de cierta extensión durante el Cuaternario
(p.e. Suárez et al., 1991; Blanco et al., 1997). Después, por supuesto, la capacidad transformadora del hombre
sobre el medio natural vendría a expandir la estepa, en detrimento de las formaciones boscosas más o menos
abiertas y las desarrolladas arbustedas que debieron ocupar primitivamente una parte significativa del Altiplano.
En ausencia aún de una acción antrópica intensa (por ejemplo al inicio del Neolítico) puede imaginarse
la relación de los vegetales con su medio como un dinámico entramado de interacciones, en el que los facto-
res climatológicos, topográficos, edafológicos y bióticos trabajan sobre unos elementos vegetales cuyo areal
es el resultado de su pasado evolutivo y geobotánico, configurando de manera casi exclusiva la estructura
y función de las fitocenosis. Esta perspectiva ecológica y, por qué no decirlo, más científica, se muestra sin
embargo menos útil para la descripción y, sobre todo, la tipificación de las comunidades vegetales, tanto las
actuales como las pretéritas. De ahí la utilidad de la disciplina fitosociológica.
Tal utilidad está también actualmente fuera de toda duda, encontrando correspondencia a nivel europeo
con los hábitats delimitados en la Directiva 97/62/CE1 y clasificaciones de biotopos como fue anteriormente
el programa CORINE. Además, ha sido utilizada por la propia Consejería de Medio Ambiente para construir
sus modelos de restauración forestal (Valle et al., 2004), reciente documento de referencia para los proyectos
de restauración de la vegetación natural en Andalucía.
1
directiva 97/62/CE del Consejo, de 27 de octubre de 1997, por la que se adapta al progreso científico y técnico la directiva 92/43/CEE, relativa a la conservación
de los hábitats naturales y de fauna y flora silvestres
268
Comunidades bióticas y biodiversidad
La acción humana es el principal factor de alteración de la vegetación climática. En la imagen, un cortijo en el Altiplano almeriense. JMD
menos desarrollados de la dinámica sucesional como respuesta a la alteración acontecida. En la práctica tales
estadíos pueden, no obstante, alcanzar un nivel importante de estabilidad, como es el caso de determinadas
formaciones esteparias, y albergar valores botánicos o de otra índole dignos de ser preservados, circunstancias
ambas que deben ser tenidas en cuenta en los planteamientos de gestión y conservación del medio natural.
Sin perder la perspectiva ecológica, de cara a la conservación y gestión del medio natural del Altiplano
es importante considerar las tendencias en la dinámica sucesional de las comunidades del territorio, lo que
se aborda aquí simplificadamente desde el punto de vista de las “series de vegetación” (Rivas-Martínez et al.,
1997; Valle, 2003), y partiendo de la información proporcionada por la cartografía disponible en Andalucía
para tales series a escala 1:400.000, de la Consejería de Medio Ambiente.
BIoCLIMaToLoGía
La práctica totalidad del área pertenece al termotipo mesomediterráneo en sus variantes inferior y supe-
rior, tanto de ombrotipo semiárido como seco.
269
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Ic: Índice de continentalidad (intervalo térmico anual). Io:Índice ombrotérmico. P: Precipitación media. T: Temperatura media anual
Fuente: Adaptado de Rivas-Martínez, 1996 y Rivas-Martínez et al., 2002; en Valle et al., 2004.
BIoGEoGRafía
Desde el punto de vista biogeográfico, el Altiplano abarca dos unidades más representativas que son la
provincia Bética y la Castellano-Maestrazgo-Manchega, así como una mínima participación de la Murciano-
Almeriense en la zona más meridional (Valle et al., 2004; Rivas-Martínez et al., 1997).
La mayoría del territorio se ubica dentro de la provincia corológica Bética, con claro predominio del sector
Guadiciano Bacense, parte de Subbético al este y norte, así como pequeñas fracciones de otros sectores en la
periferia sur del área, de mínima significación en el análisis del conjunto (Tabla 8.2.). El sector Guadiciano-
Bacense, y más concretamente el distrito Guadiciano-Bastetano (Rivas-Martínez et al., 1997), abarca el no-
reste de la provincia de Granada y parte del norte almeriense, adentrándose puntualmente en la provincia
de Jaén por el valle del Guadiana Menor y suponiendo casi el 70% del territorio.
485.289 100
Fuente: Valle et al., 2004.
270
Comunidades bióticas y biodiversidad
271
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
SERIES DE VEGETACIóN
La vegetación potencial de este territorio pertenece al termotipo mesomediterráneo en sus variantes superior
e inferior. Tienen especial importancia en este contexto las series correspondientes a la encina y la coscoja,
con sus distintas variantes, que en conjunto superan el 95% de superficie del Altiplano (Tabla 8.3.). Las zonas
correspondientes a las series de la encina abarcan algo más de la mitad del territorio y se ubican por lo general
en una amplia banda periférica, rodeando a las series de la coscoja que ocupan las zonas más interiores, en
coincidencia con los materiales del plioceno-cuaternario y zonas de máxima aridez en el territorio.
La series del encinar son la bética basófila de la encina (Paeonio coriaceae-Querceto rotundifoliae S.) y
la manchega de la encina (Bupleuro rigidi-Querceto rotundifoliae S.), propia ya de la provincia Castellano
Maestrazgo Manchega y situada únicamente en el extremo nororiental del Altiplano. La segunda en impor-
tancia es la serie semiárida de la coscoja (Rhamno lycioidis-Querceto cocciferae S.), que se extiende en general
por debajo de los 1.000 m.s.n.m. en sus dos faciaciones (guadiciano-bacense y almeriense con Ephedra fragilis
y termófila con Pistacia lentiscus). Esta última se distribuye por el entorno del Guadiana Menor que consti-
tuye una zona más térmica, de ahí que aparezcan faciaciones de carácter termófilo tanto correspondientes a
la encina (PcQr.t) como a la coscoja (RlQc.t) en la mayor parte del valle de este río, recorriendo el corazón
del Altiplano desde el río Guardal al Jandulilla.
La vegetación edafoxerófila es poco significativa en el territorio, con apenas 10 ha en la zona basal de las
sierras de Baza y Las Estancias, así como en el entorno del pico Jabalcón. Las series edafoxerófilas de este
espacio corresponden a distintas combinaciones de series de la sabina mora (Juniperus phoenicea).
Como se verá en el apartado de la vegetación actual, el grado de desarrollo de las comunidades se aleja de
la etapa descrita como clímax para las series de vegetación del territorio por Valle et al. (2004). Las forma-
ciones medianamente conservadas de coscojar y encinar, que debieran ser más abundantes en consonancia
con la descripción de la vegetación potencial del territorio, ocupan en realidad proporciones muy bajas de
superficie. Según el cuerpo teórico de la fitosociología, las comunidades actuales corresponderían a etapas
degradativas de las series definidas para el territorio (mapa de vegetación forestal E/1:10.000).
A continuación se describen las series de vegetación más representativas del Altiplano para cada ti-
pología. Para ello se han distinguido dos grandes tipos, las series climatófilas y las edafófilas, y dentro
de éstas últimas una subdivisión entre edafoxerófilas y edafohigrófilas en función de las características
puntuales del medio.
272
Comunidades bióticas y biodiversidad
SERIES CLIMaTÓfILaS
Son aquellas cuya dinámica está regida por los fenómenos hídricos propios del macroclima y que se asien-
tan sobre suelos normales. Como se aprecia en la Tabla 8.3., hay cuatro series significativas para el territorio
que se describen a continuación por orden de importancia en el territorio.
Esta serie es propia de las zonas mesomediterráneas de la provincia Bética, generalmente bajo ombrotipo
seco y sobre suelos ricos en bases. Se localiza de forma discontinua en casi todo el contorno del Altiplano
estepario. La comunidad más evolucionada corresponde a un encinar (Paeonio-Quercetum rotundifoliae).
Como orla y primera etapa de degradación de estos encinares aparecen los coscojales (Crataego-Quercetum
cocciferae) que, en ocasiones, ocupan situaciones más desfavorables como crestas y afloramientos rocosos
muy soleados, donde pueden adquirir cierto carácter de comunidad permanente.
En zonas soleadas, las orlas están constituidas por retamales (Genisto speciosae-Retametum sphaerocarpae)
que se sitúan en suelos de poca pendiente, profundos, bajo ombrotipo estrictamente seco.
En zonas con suelos relativamente profundos pero con una acusada xericidad se presentan los espartales (Thymo
gracilis-Stipetum tenacissimae, Sideritido funkianae-Stipetum tenacissimae) o lastonares (Helictotricho filifolii- Festucetum
scariosae, Festuco scariosae-Helictotrichetum
arundani), que proliferan especial-
mente sobre sustratos de naturaleza
margosa.
273
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
En suelos muy erosionados, donde son frecuentes los afloramientos rocosos se sitúa un pastizal-tomillar
(Phlomido-Brachypodietum retusi). Cuando se rotura el matorral, bordes de caminos y pistas forestales, aparecen
comunidades de caméfitos nitrófilo-colonizadores (Artemisio glutinosae-Santolinetum canescentis, Andryalo
ragusinae-Artemisietum barrelieri).
En los claros del matorral y en suelos muy poco evolucionados aparecen pastizales terofíticos efímeros de
desarrollo primaveral (Saxifrago-Hornungietum petraeae, Violo demetriae-Jonopsidietum prolongoi). Estos pas-
tizales terofíticos evolucionan por moderado pastoreo hacia los prados subnitrófilos (Medicago-Aegilopetum
geniculatae, Aegilopo geniculatae-Stipetum capensis), si bien cuando el redileo se hace constante tienden a
transformarse en majadales calcícolas (Poo bulbosae-Astragaletum sesamei).
En el territorio giennense del Altiplano aparece una faciación termófila de esta serie (Pc-Qr.t.; Tabla 8.3.). Esta
faciación es propia del termotipo mesomediterráneo con ombrotipo fundamentalmente seco y se sitúa sobre suelos
ricos en bases. Se localiza al oeste del río Jandulilla,
en las proximidades de Jódar. La mayoría de la su-
perficie de estudio teóricamente correspondiente
a este dominio está actualmente ocupada por cul-
tivos, fundamentalmente olivar y matorral de tipo
espartal o lastonar, por lo que apenas se vislumbra
la estructura original de este dominio. En esta fa-
ciación la serie típica se enriquecería en especies
termófilas como: Pistacia lentiscus, Asparagus albus,
Smilax aspera, Ephedra fragilis, Olea europea var. syl-
vestris, Cytisus fontanesii, Bupleurum gibraltaricum y
otras. Fisonómicamente, tanto la clímax como las
etapas de sustitución son similares a la faciación
típica, es decir, la cabeza de serie es un encinar
(Paeonio coriaceae-Quercetum rotundifoliae) pero,
como ya se ha mencionado, presenta un conjunto
de especies termófilas características dentro de
la misma. La siguiente etapa de sustitución es un
coscojal o lentiscar (Asparago-Rhamnetum oleoidis).
274
Comunidades bióticas y biodiversidad
Bastetano), donde es la serie de vegetación más extendida, presentándose por debajo de los 900 a 1000 m de
altitud. Se adentra en la provincia de Jaén por el valle del Guadiana Menor con altitudes de 600 m y hacia
el este penetra por la cuenca del Almanzora en el sector Almeriense.
Se presenta en todo el dominio del termotipo mesomediterráneo de ombrotipo semiárido, muy condicio-
nado por el sustrato, que suele estar formado por materiales arcillosos, impermeables y compactos, como son
las margas y los yesos, imprimiendo un carácter de xericidad edáfica importante, que se añade a la xericidad
climática general existente en la zona.
Teóricamente, la etapa madura es un coscojal denso (Rhamno lycioidis-Quercetum cocciferae), formado por
especies arbustivas leñosas y a veces enriquecido en pino carrasco (Pinus halepensis) cuando esta formación
presenta claros.
En las zonas de topografía abrupta aparece un pinar de carrasco muy abierto en el que dominan fundamen-
talmente gimnospermas, por su alta resistencia ante condiciones de mayor xericidad, mientras que se hacen
más raros elementos de requerimientos mayores como la coscoja, lentisco y espino negro (Rhamnus lycioides).
Esta faciación de la serie anteriormente descrita, se presenta únicamente en el valle del río Guadiana Menor,
entre las provincias de Jaén y Granada, abarcando la mayor parte de ésta. Desde el punto de vista dinámico
coincide con la faciación típica, pero se diferencia de ésta por la presencia de elementos termófilos como Pistacia
lentiscus, Olea europea var. sylvestris, Ononis
speciosa, etc., debido a que se sitúa en el
horizonte inferior del termotipo mesome-
diterráneo.
275
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
hispanicae-Lygeetum spartii) y en las zonas con menos suelo, a veces con carácter permanente, aparecen
romerales (Paronychio-Astragaletum tumidi). Sobre yesos se presenta el romeral gipsícola (Jurineo pinnatae-
Gypsophiletum struthii), que en suelos decapitados da paso al tomillar subnitrófilo de parameras gipsícolas
(Artemisio herba-albae-Frankenietum thymifoliae).
En las zonas más alteradas por la acción humana aparecen una gran variedad de formaciones de pasti-
zales-eriales (Phlomido lychnitis-Brachypodietum retusi, Plantagini albicantis-Stipetum parviflorae), tomillares
nitrófilos (Andryalo ragusinae-Artemisietum barrelieri) y matorrales halonitrófilos (Pegano harmalae-Salsoletum
vermiculatae).
Esta serie, propia del sector Manchego, aparece en zonas mesomediterráneas, secas o subhúmedas, de
acusada continentalidad, en el norte de las provincias de Granada y Almería. El área de estudio contiene
más de la mitad de los territorios de este dominio en Andalucía, desde los Llanos de Orce y Venta Micena
hacia Topares y los campos de Bugéjar, mientras que en Almería aparece hasta Chirivel.
Esta serie está muy desdibujada, las zonas en las que potencialmente podría aparecer han estado dedicadas
tradicionalmente a los cultivos de secano, cereal y almendro fundamentalmente, por lo que su delimitación se ha
hecho en base a la presencia de numerosas especies castellano-maestrazgo-manchegas que se presentan en estos
territorios, caso de Thymus vulgaris, Thymus membranaceus, Sideritis leucantha subsp. bourgaeana, Vella pseudocytisus,
Onobrychis pedicularis, Onosma tricerosperma subsp. tricerosperma, Santolina chamaecyparisus subsp. squarrosa.
Entre los matorrales, destacan los retamales (Genisto scorpii-Retametum sphaerocarpae), por su originalidad
los romerales (Paronychio aretioides-Astragaletum tumidi) y alternando con ellos, sobre suelos algo más limosos
y/o arcillosos, los espartales (Helictotricho filifolii-Stipetum tenacissimae).
Constituyendo una etapa de degradación muy avanzada de los encinares manchegos aparece un tomillar
(Helianthemo rotundifolii-Thymetum membranacei) y en suelos muy erosionados, en ocasiones como etapa
primocolonizadora en lapiaces y grietas de rocas horizontales, se presenta el yesqueral (Phlomido lychnitidis-
Brachypodietum retusi).
Por último, en zonas de cultivos abandonados o con alteración de los horizonates edáficos (márgenes de carre-
teras, pistas forestales, etc.) es frecuente el tomillar nitrófilo (Plantagini sempervirentis-Santolinetum squarrosae),
y donde concurren acúmulos de sales y cierta hidromorfía, un albardinar (Dactylo hispanicae-Lygeetum spartii).
276
Comunidades bióticas y biodiversidad
Pc-Qr Serie mesomediterránea, bética, seca-subhúmeda basófila de la encina (Quercus rotundifolia): Paeonio 183.020,36 37,71
coriaceae-Querceto rotundifoliae S. Faciación típica.
Pc-Qr.t Serie mesomediterránea, bética, seca subhúmeda basófila de la encina (Quercus rotundifolia): Paeonio 1.843,81 0,38
coriaceae-Querceto rotundifoliae S. Faciación termófila bética con Pistacia lentiscus.
Rl-Qc Serie mesomediterránea semiárida guadiciano-bacense, setabense, valenciano-tarraconense y aragonesa 153.459,52 31,62
de la coscoja (Quercus coccifera): Rhamno lycioidis-Querceto cocciferae S. Faciación guadiciano-bacense
y almeriense con Ephedra fragilis.
Rl-Qc.t Serie mesomediterránea semiárida guadiciano-bacense, setabense, valenciano-tarraconense y aragonesa 53.771,19 11,08
de la coscoja (Quercus coccifera): Rhamno lycioidis-Querceto cocciferae S. Faciación termófila
mesomediterránea inferior con Pistacia lentiscus.
Br-Qr Serie mesomediterránea castellano-maestrazgo-manchega y aragonesa de la encina (Quercus rotundifolia): 78.434,92 16,16
Bupleuro rigidi-Querceto rotundifoliae S.
Bh-Qr Serie supramediterránea bética basófila seca-subhúmeda de la encina (Quercus rotundifolia): Berberido 3.514,68 0,72
hispanicae-Querceto rotundifoliae S.
Ad-Qr.m Serie supra-mesomediterránea filábrica y nevadense silicícola de la encina (Quercus rotundifolia): Adenocarpo 8.902,04 1,83
decorticantis-Querceto rotundifoliae S. Faciación mesomediterránea con Retama sphaerocarpa.
En el extremo nororiental del territorio, el encinar potencial corresponde a la serie castellano-maestrazgo-manchega y aragonesa, si bien, debido a la
profundidad y aptitud del suelo, éste ha sido históricamente roturado a tierras de labor. En la imagen encinas relictas sobre labores en María. JMD
277
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Pc-Qr+Rl-Jp Serie mesomediterránea, bética, seca-subhúmeda basófila de la encina (Quercus rotundifolia): Paeonio 548,64 0,11
coriaceae-Querceto rotundifoliae S. Faciación típica.
Pc-Qr+Rm-Jp.m Serie mesomediterránea, bética, seca-subhúmeda basófila de la encina (Quercus rotundifolia): Paeonio 125,06 0,03
coriaceae-Querceto rotundifoliae S. Faciación típica.
Br-Qr+Rl-Jp Serie edafoxerófila castellano-maestrazgo-manchega y bética nororiental sobre calizas duras de la sabina 129,63 0,03
mora (Juniperus phoenicea): Rhamno lycioidis-Junipereto phoeniceae S.
SERIES EdafoxERÓfILaS
Constituyen las series edafoxerófilas aquellas que obedecen a condiciones ecológicas concretas del suelo
en una localidad puntual más que al macroclima imperante en la zona, y por ello dependen de unas condicio-
nes de especial xericidad. Este tipo de series suponen un porcentaje ínfimo en relación a las climatófilas y se
emplazan en el entorno del cerro Jabalcón y las zonas basales de las montañas que circundan al Altiplano.
278
Comunidades bióticas y biodiversidad
Se localiza, con cierta extensión, en el sector Guadiciano Bacense, en zonas montañosas de materiales
calizos o dolomíticos, bajo termotipo meso y supramediterráneo, como las sierras de Baza y Las Estancias.
En el Altiplano aparece tan solo de forma testimonial (11,35 ha) en la zona basal de las citadas sierras. Esta
faciación aparece entremezclada con las series de los encinares basófilos, y en ella domina, casi exclusiva-
mente, el pino carrasco.
La comunidad más evolucionada corresponde a un pinar (Rhamno myrtifolii- Juniperetum phoeniceae) ge-
neralmente abierto, donde domina el pino carrasco. Los matorrales y pastizales de sus claros son romerales
(Thymo orospedani–Cistetum clusii, Siderito incanae-Lavanduletum lanatae), tomillares (Thymo granaten-
sis–Arenarietum tomentosae) o espartales (Thymo gracilis-Stipetum tenacissimae).
SERIES EdafoHIGRÓfILaS
279
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
mayor extensión en el área de estudio que el resto de esta tipología y endémica del distrito biogeográfico
Guadiciano-Bastetano (sector Guadiciano-Bacense). Dicha serie (EH12) aparece en zonas con afloramientos
salinos y alberga comunidades de notable originalidad e importancia tanto en el contexto del Altiplano como
fuera de éste. Su relevancia será descrita más adelante, cuando se refieran los hábitats de interés comunitario
(apartado 8.2.).
Muy puntualmente cabe citar otras dos geoseries que se presentan en la periferia del área de estudio, con-
cretamente en el valle del Almanzora (Serón); una de carácter basófilo ya descrita (EH8) y otra propia del
sector almeriense (EH 18), aunque no se entra en más detalles por su escasa representación en el territorio
(Tabla 8.4.).
Se describen a continuación cada una de las geoseries de mayor presencia en la zona, ordenadas en función
de la extensión que ocupan en el territorio y en su caso las series concatenadas que las integran.
EH8 Geoserie edafohigrófila mesomediterránea mediterráneo-iberolevantina y bética oriental basófila. 122,41 0,03
EH11 Geoserie edafohigrófila mesomediterránea mediterráneo-iberolevantina meridional semiárida mesohalófila 500.503,40 62,26
EH8 Geoserie edafohigrófila mesomediterránea mediterráneo-iberolevantina y bética oriental basófila 215.723,28 26,83
EH4a Geoserie edafohigrófila supra-mesomediterránea nevadense silicícola. Faciación típica supramediterránea 23.855,99 2,97
EH15 Geoserie edafohigrófila meso-termomediterránea ibérica sobre aluviones inestables basófila 9.929,30 1,24
Esta serie se distribuye por la mitad occidental del Altiplano y se extiende hacia el sur de la comarca de
Baza. Se da bajo termotipo mesomediterráneo y termomediterráneo, con ombrotipo semiárido, por lo que
está bien representada en el territorio. Aparece en arroyos de caudal muy fluctuante, sobre sustratos sedi-
mentarios ricos en sales, que le confieren un carácter mesohalófilo.
280
Comunidades bióticas y biodiversidad
La primera banda, en contacto directo con las aguas de curso lento y poco oxigenadas, está constituida por la
serie Typho -Schoenoplecteto glauci S. Está encabezada por los espadañales Typho angustifoliae-Schoenoplectetum
glauci, aunque en ramblas con sequía esta primera banda está ausente. Destacan también comunidades de
juncial halófilo, que en general están bien conservadas, juncales helofíticos, juncales enanos de Cyperetum
distachyi, bastante raros en Andalucía, y berredas.
La vegetación exoserial corresponde a formaciones hidrofíticas algales (Charetum vulgaris), junto con otras
plantas vasculares sumergidas, adaptadas a la salinidad como las comunidades de Zannichellia contorta.
Esta geoserie se presenta principalmente en la zona más oriental, tanto con carácter lineal como poligonal.
Aparece en niveles medios y bajos de ríos bajo termótipo mesomediterráneo, con caudal permanente aunque
con fuertes estiajes. Está muy extendida en el territorio andaluz oriental debido a la abundancia de cursos de
agua sobre sustratos básicos en este termotipo, aunque se halla muy deteriorada, siendo difícil actualmente
encontrar formaciones naturales de choperas blancas u olmedas de gran extensión.
La primera banda de vegetación es una sauceda de escasa altura dominada por Salix neotricha, y la segunda
banda está encabezada por las choperas blancas de Populus alba. Potencialmente existe una tercera banda,
generalmente destruida por la actividad agrícola, que se correspondería a las olmedas de Ulmus minor.
Esta microgeoserie, endémica del Altiplano, aparece en cubetas de carácter endorreico en las que se pro-
duce una importante acumulación de sulfatos (yesos), que se inundan en invierno-primavera y se secan en el
verano, apareciendo entonces una capa de eflorescencias salinas. Se trata de un tipo de vegetación confinada
a determinados lugares de la depresión de Baza (Galera, entorno del río de Baza, saladares de El Margen de
Cúllar y otros enclaves menores) que se encuentran amenazados por el drenaje de los humedales con fines
agrícolas, el exceso de pastoreo y otros factores adversos. Su reducida superficie, así como la alta tasa de ele-
mentos endémicos y amenazados, demanda actuaciones de protección, conservación y restauración de estas
comunidades (Lendínez et al. 2004, Valle et al. 2004).
281
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
282
Comunidades bióticas y biodiversidad
SERIES EDAFOhIgRóFILAS
EH4a
EH5
EH8
EH11
EH15
EH18
EH12
EH8
SERIES CLIMATóFILAS
Pc - Qr
Pc - Qr.t
RI - Qc
RI - Qc.t
Br - Qr
Bh - Qr
Otras (Bg - PI, Bg - PI.w, Ad - Qr.s, Ad - Qr.m
SERIES EDAFOxERóFILAS
Br - Qr + RI -Jp
Pc - Qr + RI - Jp
Pc - Qr + Rm -Jp.m
Rm - Jp.m
Escala 1:400.000 Fuente: Mapa de series de vegetación. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía, 2005
283
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La vegetación que aparece sobre este tipo de sustratos fuertemente salinos apenas desarrolla porte arbus-
tivo, quedando el límite superior representado por tarayales hiperhalófilos. Las distintas comunidades de
vegetación leñosa o herbácea no se sitúan en bandas como sería propio de la vegetación edafohigrófila, sino
que se disponen en función de la salinidad del suelo.
En cubetas con acumulación temporal de agua, se pueden establecer juncales halófilos de la asociación
Caro-Juncetum maritimi, cercados a continuación por juncales-praderas halófilas de Centaureo dracunculi-
foliae-Dorycnietum gracilis. En estas mismas condiciones pueden encontrarse juncales negros halófilos de la
asociación Schoeno nigricantis-Plantaginetum maritimae.
En ambientes de mayor sequedad y salinidad, aparecen los llamados sapinares, unos matorrales halófilos de
la asociación Cistancho phelypaeae-Arthrocnemetum fruticosi, que en situaciones de mayor grado de salinidad
aparece como variante con Arthrocnemum macrostachyum. En biotopos contiguos, envolviendo a los sapina-
res se pueden encontrar las praderas halófilas de la subasociación endémica del distrito guadiciano-bastetano
Limonio delicatuli-Gypsophiletum tomentosae subas. limonietosum maji, dominadas por saladillos (Limonium spp.).
Las comunidades exoseriales que aparecen en esta geoserie son escasas. Entre ellas cabe citar las de te-
rófitos adaptados a la salinidad y de fenología primaveral, caso de la comunidad de Sphenopus divaricatus y
Campanula fastigiata, o bien estival como Microcnemetum coralloidis.
284
Comunidades bióticas y biodiversidad
En general, la vegetación silvestre predomina en las zonas interiores del Altiplano, coincidiendo en gran
medida con los relieves más inestables y menos aptos para el cultivo, situados en la zona central, mientras
que los cultivos se distribuyen por toda su periferia, mayoritariamente en la base de las sierras limítrofes,
ocupando en buena parte los dominios del encinar, con mejor aptitud agrícola.
En este contexto mayoritariamente estepario y semiárido, cobran especial protagonismo los espartales y
lastonares, así como varias formaciones de matorral más o menos ralo. Junto a ellos, como principales for-
maciones arboladas, destacan los pinares de pino carrasco, la mayor parte con origen en reciente plantación,
así como el encinar, por lo general en estructura adehesada, y los sotos arbolados, dispuestos linealmente a
lo largo de las riberas de los principales cursos de agua.
Además, el Altiplano alberga una serie de formaciones, que si bien ocupan localidades puntuales y super-
ficies menores, son de gran importancia por su singularidad. Su área de distribución relativamente pequeña
y su composición florística las hacen destacables a nivel ibérico y en el contexto europeo. Tal originalidad se
encuentra avalada por su consideración como hábitat de interés comunitario (Directiva 92/43/CEE)2. Entre
ellas destacan las comunidades de saladares, la vegetación gipsófila y determinadas formaciones encabezadas
por los géneros Juniperus o Tamarix.
La descripción de las principales formaciones de vegetación actual se ha realizado tomando como base la
cartografía temática disponible sobre vegetación y usos del suelo de la Junta de Andalucía. Para ello se ha
hecho una primera distinción en función del carácter agrícola o forestal del espacio, y a partir de ahí diferen-
ciando una serie de unidades de vegetación natural. En este apartado se abordará exclusivamente la super-
ficie forestal, tratando posteriormente los cultivos (apartado 12.1.1.) y la evolución en los usos del suelo (10).
El establecimiento de las clases principales se ha realizado a partir del mapa de vegetación de Andalucía
E/1:400.000, con ciertas variaciones en función de las características concretas del territorio y la información
de detalle disponible (véase información cartográfica). De esta manera se han agregado una serie de nuevas
unidades con objeto de caracterizar mejor determinados aspectos relevantes de la vegetación del territorio.
2
directiva 92/43/CEE del Consejo, de 21 de mayo de 1992, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de fauna y flora silvestres
285
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Para la descripción de la vegetación natural, se ha tenido en cuenta la información del mapa de usos y
coberturas E/1:25.000 y la cartografía de la superficie forestal E/1:10.000, realizada para la mayor parte de la
superficie en estudio.
Se tratarán aquí los aspectos más relevantes de la vegetación forestal del Altiplano, según la cual se ha
tipificado un total de 23 unidades de vegetación forestal, algunas de las cuales se omiten en el texto por su
escasa representatividad en el territorio. Para su descripción se han agrupado en 18 clases reunidas en tres
grandes grupos según su estructura, fisonomía y ecología, distinguiendo entre arbóreas, no arbóreas y otras
comunidades como las riparias, acuáticas, formaciones de roquedos o saladares, e incluyendo también las
procedentes de repoblación. En segundo lugar, se ha estimado procedente considerar subunidades dentro de
alguna de las anteriores, en función de la composición florística y especie dominante.
Como puede apreciarse en la Tabla 8.5. las formaciones que ocupan mayor extensión en el territorio son
el matorral en sentido amplio y los pastizales de alto porte (estepas y lastonares), que se traducen para el
territorio como espartal y albardinal, seguidos de las formaciones de coníferas naturales o procedentes de
repoblación, prácticamente todas de pino carrasco, y el encinar abierto.
286
Comunidades bióticas y biodiversidad
288
Comunidades bióticas y biodiversidad
Vegetación actual
Cultivos agrícolas
Garriga degradada
Matorrales calcícolas
Retamales y otros matorrales retamoides
Tomillares, romerales y cantuesales
Encinar
Estepas y lastonares
Mezcla de frondosas y coníferas
Pinus halepensis
Otras formaciones
Escala 1:400.000 Fuente: Mapa de vegetación natural. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía, 2005
289
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
foRMaCIonES aRBÓREaS
De las formaciones arbóreas del territorio la más abundante es la encabezada por el pino carrasco (Pinus
halepensis); especie ampliamente distribuida por todo el ámbito mediterráneo, desde el nivel del mar hasta
los 1.600 m de altitud en algunas localidades. Bajo condiciones climáticas semiáridas, presenta un desarrollo
moderado, apareciendo más bien disperso sobre un estrato arbustivo de densidad variable, sin conformar
estructura de bosque cerrado.
Así, las formaciones de pino carrasco constituyen en el territorio, masas de estructura y densidad variable,
muchas veces con fisonomía adehesada, como en parte de las Dehesas del Guadiana en Jaén o de Castilléjar
en Granada. Es frecuente también encontrar zonas de matorral con pies dispersos de pino carrasco, dis-
puestos sobre medios inestables de considerable pendiente como los badlands. En el Altiplano, se asientan
fundamentalmente sobre terrenos margosos, aunque también sobre calizos y arcillosos, entre los 600 y 1.100
metros de altitud.
Entre las especies acompañantes pueden encontrarse coscoja (Quercus coccifera), lentisco (Pistacia lentiscus),
romero (Rosmarinus officinalis), jara blanca (Cistus albidus) y espino negro (Rhamnus lycioides), o bien gim-
nospermas de mayor resistencia a la xericidad como la efedra (Ephedra fragilis) o el enebro de miera (Juniperus
oxycedrus). Más hacia el valle del Guadiana Menor, el pinar se enriquece en elementos termófilos.
290
Comunidades bióticas y biodiversidad
Formaciones espontáneas de pino carrasco sobre laderas del arroyo Salado, en el sureste de Jaén. MY
Desde Sierra Mágina hasta los confines murcianos se extienden bosques de pino carrasco sobre sustratos
margosos y yesos. Se trata de pinares aclarados con un sotobosque termófilo rico en especies arbustivas como
el lentisco, la sabina mora (Juniperus phoenicea), el enebro de miera, la coscoja o el romero, además caméfitos
como la jara blanca, la salvia (Salvia lavandulifolia) o el tomillo morisco (Fumana thymifolia). En ocasiones
también aparecen elementos gipsícolas como Ononis tridentata o Helianthemum squamatum. Como especies
herbáceas más comunes cabe citar a Stipa tenacissima, Brachypodium retusum y Helictotrichon filifolium.
Las principales formaciones se localizan en la zona giennense del Altiplano, distribuidas por los montes
públicos del entorno del río Guadiana Menor, así como en las zonas norte y centro de la hoya de Guadix-Baza
y hacia el este, en los municipios de María y Vélez Blanco. Hay evidencias de que estas formaciones ocuparon
antaño una superficie mayor en determinadas zonas (Rodríguez-Ariza et al., 1996; Costa et al., 1990; López
y López, 1998), pero existe controversia acerca de su extensión real. En cualquier caso, el dominio de éste u
otro tipo de vegetación es un fenómeno coyuntural dependiente de la escala temporal desde la que se con-
temple (Herrera, 2005), y sin duda su importancia relativa ha debido oscilar notablemente desde la última
glaciación a la actualidad. Ahora bien, tan cierto es que el pino carrasco es autóctono del Altiplano estepa-
rio y en general del sureste ibérico, como que esta especie ha supuesto la base, cuando no el único elemento
vegetal, sobre el que se han sustentado las plantaciones forestales ejecutadas en el territorio durante las tres
últimas décadas (Blanco et al., 1997; Yanes, 2000).
Otros pinares
En la periferia del territorio, en las zonas basales de las sierras limítrofes, se localizan muy puntualmente
formaciones de pinar de otras especies como Pinus nigra, P. sylvestris o P. pinaster, pero en su conjunto apenas
alcanzan 400 ha de superficie.
291
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
En ocasiones se presentan formaciones mixtas con encinas y pinos (1,5% de la superficie), con frecuencia
en el dominio del encinar. El pinar se asienta en exposiciones Sur y Este, donde las condiciones edáficas y
el relieve sean más desfavorables para el encinar. En determinadas circunstancias ecotonales, ambas forma-
ciones conforman un mosaico.
El municipio de Castilléjar alberga zonas que constituyen un buen ejemplo de pinar natural con coscojas
y chaparros de cierta extensión y bien conservados.
Encinar
Según la cartografía disponible, el área relativa al encinar en sentido amplio ocupa aproximadamente
30.500 ha, lo que supone un 6,3% del territorio. Sin embargo las formaciones actuales medianamente con-
servadas son escasas en el territorio, tratándose más bien de restos dispersos de esta formación y pies aislados
entre comunidades procedentes de su degradación (retamales, coscojares, etc.) o cultivos.
Los encinares actuales del Altiplano se reducen fundamentalmente a formaciones adehesas, destinadas a pastizal o cultivares de cereal. JH
292
Comunidades bióticas y biodiversidad
Se disponen en las zonas periféricas del Altiplano, normalmente entre los 900 y los 1.200 m, sobre
materiales de naturaleza margosa o conglomerados. Ocupan las zonas con mejores suelos y generalmente
bajo ombroclima seco, motivo por el cual la mayor parte ha sido sustituida por cultivos, al coincidir con
las zonas de mejor aptitud agrícola. Presentan una estructura mayoritariamente abierta, de matorral
con encinas; aunque variable desde formaciones achaparradas densas a cultivos herbáceos con pies de
encina dispersos.
Es posible diferenciar dos tipos de encinar en función de la unidad biogeográfica a la que pertenecen
(apartado 8.1.1.). Así, la mayor extensión potencial correspondería al encinar bético (serie bética basófila de
la encina: Paeonio coriaceae-Querceto rotundifoliae), mientras que la zona manchega albergaría los encinares
propios de la serie Bupleuro rigidi-Querceto rotundifoliae, más pobres en especies y que actualmente aparecen
aún más desdibujados y sustituidos por cultivos.
Quejigal
La presencia de formaciones con Quercus faginea es anecdótica en el territorio, alcanzando apenas 900 ha.
Se localizan varios rodales en la parte occidental del ámbito de estudio, fundamentalmente en los municipios
granadinos de Guadahortuna y Pedro Martínez, donde las precipitaciones son superiores a la generalidad
del territorio.
293
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Repoblaciones forestales
Mención aparte corresponde a cierta extensión del ámbito de estudio dedicada a plantaciones de especies
forestales, realizadas casi todas entre las décadas de los 70 y 90 del pasado siglo, e incluso algunas más recien-
tes. Se trata mayoritariamente de pino carrasco y, en ocasiones puntuales, otras coníferas o encina. No se
puede precisar numéricamente la extensión que ocupan debido a que en la cartografía utilizada no aparece
diferenciada de las formaciones naturales.
Los montes públicos del territorio, adquiridos en su mayoría entre los años 80 y los 90, fueron repoblados
total o parcialmente con pino carrasco. A estas repoblaciones se suman las superficies acogidas a las ayudas
europeas para la reforestación de tierras agrarias. Éstas suponen para el Altiplano aproximadamente entre
8-9.000 ha. Las repoblaciones en monte público se localizan preferentemente en el entorno del Guadiana
Menor y de la hoya de Guadix, aunque también alcanzan los territorios al norte del Altiplano. En ocasiones
el porcentaje de marras en estas plantaciones es elevado y su desarrollo general escaso, especialmente en las
zonas con condiciones edáficas y climatológicas más adversas, existiendo casos muy llamativos en Galera,
Benamaurel, Castilléjar o Guadix.
En cualquier caso, estos trabajos, más o menos diluidos por las marras, han incorporado al paisaje vegetal
del Altiplano un nuevo modelo de pinares, homogéneos en edad y porte, y mucho más pobres en diversidad
de especies que las formaciones naturales que pretendieron emular. En ocasiones, este tipo de plantaciones
forestales se acometieron sobre hábitats que hoy son considerados prioritarios por la Unión Europea y que
distan de los modernos planteamientos de restauración del medio natural; es, entre otros, el caso de las co-
munidades de yesos y pastizales subesteparios que sustentan comunidades faunísticas de alto valor ecológico
(Sánchez-Piñero et al., 1998).
294
Comunidades bióticas y biodiversidad
Las formaciones de bajo y medio porte dominan el paisaje vegetal en gran parte del Altiplano, especial-
mente el matorral y algunos tipos de pastizal muy representativos de este contexto estepario: los espartales
y albardinares.
Destacan en este contexto determinadas formaciones que, por su originalidad o importancia florística,
han sido designadas como de interés comunitario (Directiva 92/43/CEE). Se trata de las comunidades pro-
pias de saladares y terrenos yesíferos, que por sus requerimientos ocupan superficies reducidas, así como de
pastizales xerofíticos, mucho más abundantes en el territorio (apartado 8.2.).
En función de su porte y ecología se diferencian una serie de tipos principales de comunidades arbustivas
(coscojar, sabinar y enebral), o de matorral y pastizal. Las comunidades climatófilas más relevantes en la zona son
los romerales, tomillares, espartales, albardinales, retamares, lentiscares-coscojares y matorales halonitrófilos.
Coscojar-lentiscar
Son formaciones arbustivas dominadas por la coscoja (Quercus coccifera) o más frecuentemente el lentisco
(Pistacia lentiscus), que aparecen bajo ombrotipo semiárido. A pesar de que una buena parte del territorio
pertenece al dominio teórico del coscojar, las comunidades de coscoja son escasas y aparecen entremezcla-
das con otras comunidades, sobre todo de espartal. Según la cartografía utilizada, las formaciones densas
de coscojar alcanzan unas 300 hectáreas (garriga densa), en ocasiones acompañadas también de encinas.
Otras especies acompañantes son la efedra (Ephedra fragilis), el enebro (Juniperus oxycedrus) y el espino negro
(Rhamnus lycioidis).
Sabinares y enebrales
Las formaciones de sabinas y enebros representan una gran originalidad en el contexto europeo, ya que sólo en
España perviven bosquetes del género Juniperus de cierta entidad (Blanco et al., 1997). Aparte de estar integra-
dos por especies de la familia de las cupresáceas, su peculiaridad radica en una estructura muy abierta, lo que se
relaciona con la ocupación de territorios adversos para otras especies arbóreas debido a sus condiciones de conti-
nentalidad o xericidad. En esta área, las especies mejor representadas son el enebro de miera (Juniperus oxycedrus)
y la sabina mora (J. phoenicea). Por su parte la presencia de sabina albar (Juniperus thurifera), aunque escasa, posee
un alto valor ambiental debido a su carácter relicto ya que el Altiplano es una de las pocas zonas de Andalucía
donde aparece, suponiendo el enclave más meridional para la especie en la Península. Concretamente, se conoce
al menos en los municipios de Alamedilla y Galera, a una altitud de 850-900 m, ocupando laderas expuestas.
295
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Formaciones de sabina mora en el Altiplano almeriense (izqda., Consejería de Medio Ambiente) y notables ejemplares de Juniperus thurifera en la hoya de Guadix (dcha., CPS).
Aparecen comunidades de sabina mora (J. phoenicea) al norte del Altiplano estepario, particularmente en
el noroeste, distribuidas por los municipios comprendidos entre Cuevas del Campo, Huéscar y Vélez Blanco.
Es la sabina más frecuente en la Península, sin embargo no suele ser abundante, presentándose muchas veces
aislada o en rodales poco extensos.
Dos de estos taxones, Juniperus thurifera y J. phoenicea, han sido incluidos en la Lista Roja de la Flora Vascular
de Andalucía (Cabezudo et al., 2005), en la categoría de vulnerable y casi amenazado, respectivamente.
Son formaciones abiertas pero con cierta relevancia en determinadas zonas. Aparecen sobre suelos pro-
fundos, a consecuencia de la degradación del encinar o del abandono de cultivos. Se desarrollan sobre suelos
básicos bajo ombroclima seco y semiárido. En ellas prevalece la retama (Retama sphaerocarpa) y otras legumi-
nosas como la hiniesta (Genista cinerea). Tambien puede acompañar la especie Genista scorpius. En aquellas
zonas de ombrotipo semiárido tiende a refugiarse en vaguadas y en el lecho de las ramblas.
Romerales y tomillares
La cartografía principal empleada distingue entre diversos tipos de matorral bajo (matorrales calcícolas,
tomillares, romerales y cantuesales, matorrales halófitos y gipsófilos, etc) que corresponden a distintos tipos
296
Comunidades bióticas y biodiversidad
En cuanto a los romerales se distinguen dos tipos, los de sustratos básicos bajo ombrotipo seco, pertene-
cientes a la asociación Thymo gracilis-Cistetum clusii, y los de sustratos yesosos bajo ombrotipo semiárido. Los
primeros son muy relevantes por su importancia y originalidad florística, constituyendo un hábitat prioritario
de interés comunitario “Vegetación gipsícola ibérica”. Se trata de formaciones fruticosas tipo romeral o to-
millar, en las que predominan especies gipsófitas. Pertenecen a la asociación Jurineo-pinnatae-Gypsophiletum
struthii, propia del distrito Guadijeño-Baztetano (Peinado et al., 1992), integrada por especies como Gypsophila
struthium, Ononis tridentata, Rosmarinus officinalis, Jurinea pinnata, Launea resedifolia, Helianthemum squa-
matum, Lepidium subulatum, etc. Los depósitos de yesos más valiosos para la conservación de la flora gipsí-
cola se localizan en el sureste ibérico, especialmente en la provincia de Almería (Cerrillo et al., 2002). En
el Altiplano, aparte de alguna de estas zonas almerienses destacadas, las principales comunidades de yesos
se localizan en la hoya de Baza, distribuidas por Benamaurel, Galera, Castilléjar y Cúllar, donde de forma
general aparecen combinadas con espartales o espartales con albardín. También alcanzan cierta extensión
en el sureste de Jaén y la hoya de Guadix.
Bajo ombrotipo semiárido, aparecen tomillares sobre sustratos no excesivamente yesosos, correspondiente
a la asociación Paronychio aretioidis-Astragaletum tumidi. Se trata de una asociación propia de zonas conti-
nentalizadas, extendida por las zonas manchegas, que penetra en el distrito Guadiciano-Bastetano. En ella
predomina el caméfito espinoso Astragalus clusianus, acompañado de plantas como Helianthemum hirtum y
H. cinereum, Fumana thymifolia y F. ericoides, Sideritis funkiana, etc. Una subasociación propia del distrito
297
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
En zonas donde los suelos son arcillosos y presentan una cierta nitrificación e hidromorfía se desarrollan
comunidades halonitrófilas, matorrales fruticosos de las asociaciones Atriplicetum glauco halimi y Salsolo-
Suaedetum verae. Suelen darse en cunetas, bordes de cultivo y vaguadas y predominan especies de la familia
Quenopodiáceas (Suaeda vera, S. pruinosa, Salsola oppositifolia, S. vermiculata, Atriplex glauca, A. halimus,
Hammada articulata) y Zigofiláceas como Peganum harmala y Zygophyllum fabago, especie ésta de distribución
iranoturaniana.
Matorrales espinosos
Se agrupan bajo este epígrafe diversos tipos de matorral espinoso de poca relevancia en el territorio, que en
su conjunto apenas alcanzan un 1% de la superficie total del Altiplano. Se trata fundamentalmente de aula-
gares de Genista scorpius y, en menor medida, de espinares encabezados por Crataegus monogyna, entre otras.
Pastizales xerofíticos
Entremezclados con romerales y tomillares se presentan diversas especies de gramíneas perennes, sobre todo
esparto y albardín, que debido a sus adaptaciones pueden llegar a dominar el paisaje vegetal constituyendo una
298
Comunidades bióticas y biodiversidad
de las formaciones homogéneas más genuinamente esteparias de la Península Ibérica (Suárez et al., 1991). La
especie más extendida es el esparto, y sus formaciones ocupan extensas áreas en el contexto árido y semiárido
en el que se ubican. Otras muchas especies de gramíneas participan en este tipo de comunidades, destacando
Brachypodium retusum que en situación de dominancia forma los llamados cerverales, Helictotrichum filifolium,
Stipa parviflora, etc.
Algunas formaciones de este biotopo se contemplan en la Directiva Hábitat como prioritarias, recogidas
en el apartado “zonas subestépicas de gramíneas y anuales del Thero-Brachypodietea”. Estas formaciones co-
rresponden, para el área de estudio, a pastizales xerofíticos de distintas asociaciones vegetales pertenecientes
en su mayoría a la clase fitosociológica Lygeo-Stipetea y encabezadas por la gramínea Brachypodium boissieri.
La cartografía generada sobre los hábitats de interés comunitario (año 1993) contiene algunas de sus locali-
dades, pero excluye una porción importante de la superficie ocupada por estas comunidades (apartado 8.2.)
que se combinan con el espartal y albardinar, tipos de pastizal dominantes en el paisaje del Altiplano.
Espartal
Son comunidades graminoides de tipo pastizal, constituidas por hemicriptófitos y geófitos y encabezadas
por Stipa tenacissima. Están representadas en el territorio por dos asociaciones según el sustrato sea o no
yesoso. La asociación Thymo gracile-Stipetum tenacissimae aparece relegada a las zonas con suelos potentes
y de poca consistencia pero sin yesos, generalmente bajo ombrotipo seco. Son más frecuentes los espartales
sobre yesos de la asociación Helianthemo squamati-Stipetum tenacissimae, siendo dominante el esparto junto
a especies gipsófilas tales como Lepidium subulatum o Helianthemum squamatum. No obstante, cabe resaltar
que la extensión del espartal se ha potenciado en el territorio, dado que se cultivaba con fines industriales y
artesanales (Servicio Nacional del Esparto, 1951 y 1953).
Espartales en ladera sobre los badlands de Gorafe (izquierda, CPS) y espartal de llanura en Las Quebrás, Jódar (derecha, MY) .
299
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Albardinal
El medio ribereño constituye una singularidad ambiental y paisajística dentro del territorio en que se de-
sarrolla. Este hecho cobra particular relevancia en contextos semiáridos, donde la magnitud de los cambios
con respecto al entorno se acentúa, actuando desde el punto de vista ecológico como una isla de importancia
clave tanto para las formas de vida específicas de tal medio como para aquellas otras que, siendo mayorita-
riamente ajenas al mismo, lo utilizan también como recurso vital. La importancia de la conservación de las
formaciones presentes en estos medios radica tanto en su importancia botánica y ecológica, avalada por las
numerosas formaciones que han sido contempladas en la normativa europea para la conservación de hábitats
naturales, como en su función de mantenimiento de la estabilidad de los cauces y contra la erosión.
Se incluyen en este apartado las comunidades más destacables propias de zonas húmedas, distinguiendo,
en función de sus requerimientos entre vegetación acuática flotante, vegetación típica de ribera (arbustiva,
arbórea o helofítica asociada al borde del cauce) y vegetación halófila continental (saladares). Como variante
de particular importancia en la caracterización del paisaje vegetal de este contexto semiárido destacan las
ramblas y sus formaciones vegetales asociadas.
300
Comunidades bióticas y biodiversidad
La mayor parte de las fitocenosis que integran la vegetación riparia del Altiplano, tienen una distri-
bución más o menos amplia en otras áreas de la Península. Excepcionalmente algunas se restringen a
los territorios del sudeste peninsular como las formaciones halófilas de tarayales y adelfares. Entre las
formaciones de corología restringida presentes en el territorio resulta de gran interés la microgeoserie
hiperhalófila endémica del sector Guadiciano-Bastetano, caracterizada por los endemismos Limonium
majus y L. minus (apartado 8.1.1.).
La similitud del territorio con otros semiáridos se aprecia en la composición de su flora y vegetación, pues
comparte comunidades con territorios aragoneses, o provincias biogeográficas colindantes. Presenta además
un conjunto de endemismos ibéricos como Puccinellia caespitosa o Gypsophila tomentosa y, debido a la conti-
nentalidad menos acusada del territorio y su conexión con zonas más térmicas, incluye taxones y fitocenosis
propias de zonas costeras como Carum foetidum o Centaurea dracunculifolia.
Cabe destacar una serie de localidades de mayor interés en cuanto a flora y vegetación endémica, rara y/o
amenazada de las zonas húmedas, son los ríos Baza, Cúllar y Salado del Margen (para el sector Guadiciano-
Bastetano); y Guadalentín, Castril, Guardal y Huéscar (Salazar et al., 2001).
Vegetación acuática
Entre las comunidades acúaticas más relevantes cabe citar por un lado las formaciones algales pre-
sididas por charáceas, y por otro las formaciones de fanerógamas acuáticas, entre las que destacan las
comunidades de Zannichellia contorta, que habitan cursos de corriente variable, generalmente someros o
bien charcas (Salazar et al., 2002). Esta planta de distribución mediterránea, aparece en la hoya de Baza
con cierta frecuencia dentro de su particular ecología, pero dada la escasez de los ambientes que requiere,
globalmente puede considerarse escasa, por lo que está incluida en la Lista Roja de la Flora Vascular de
Andalucía (Cabezudo et al., 2005).
Vegetación de ribera
La vegetación de ribera predominante está formada mayoritariamente por arbustedas, más resistentes
que el árbolado a la sequía prolongada, así como por formaciones de helófitos, que por el contrario pueden
desaparecer ante determinadas condiciones de sequía, como las de algunas ramblas. Las formaciones ripa-
rias arbóreas son pues escasas en el territorio, particularmente en zonas de sustratos fuertemente salinos.
Éstas se encuentran más bien en la periferia, en ríos de caudal más constante y están representadas por cho-
peras blancas (Rubio tinctorum-Populetum albae), dispuestas sobre todo en las terrazas aluviales, y saucedas
(Salicetum neotrichae). Ahora bien, éstas ultimas suelen ser más bien de porte arbustivo con especies propias
de saucedas basófilas como Salix purpurea, S. neotricha, etc., aunque también incluye especies como Populus
nigra o Fraxinus angustifolia de forma puntual. Algunas de sus localidades han sido integradas en el conjunto
de árboles y arboledas singulares de Andalucía, como los fresnos del “Cortijo el Doctor” en el municipio de
Huéscar (Irurita et al., 2003).
301
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Las numerosas ramblas y ríos del área de estudio se hallan pobladas por formaciones arbustivas de la cla-
se Nerio-Tamaricetea. Entre ellas se hallan tarayales subhalófilos dominados por Tamarix gallica y halófilos
encabezados por Tamarix canariensis.
Más localizados se hallan los adelfares halófilos de la asociación Limonio delicatuli-Nerietum oleandri
(Salazar et al., 2001), que aparecen tan solo en algunos barrancos termófilos con cierta salinidad, del piso
bioclimático mesomediterráneo inferior. Se presentan en suelos de textura gruesa con nivel freático bajo o
aguas de carácter intermitente. A la especie dominante Nerium oleander, le acompañan tarays (Tamarix ca-
nariensis y T. africana) y un buen número de especies halófilas (Limonium delicatulum, L. quesadense, Juncus
maritimus, J . subulatus y otras).
Aparecen también sauzgatillos (Vitex agnus-castus) en localizaciones muy concretas (ríos Guadix y
Fardes), y saúcos (Sambucus nigra), como los de la rambla de Chirivel, incluida también en el inventario
de árboles y arboledas singulares (Irurita et al., 2003). Son frecuentes las formaciones helofíticas encabeza-
das por gramíneas, que pueden aparecer como banda de vegetación más interna del cauce o incluso como
formaciones únicas en determinadas situaciones. Los más representativos son los espadañales (con Typha
domingensis), carrizales (con Phragmites australis), cañaverales (con Arundo donax) y, más puntualmente, los
juncales subhalófilos como los de Molino Baico en Baza, dominados por Scirpus holoschoenus y Juncus acutus
y acompañados de especies halófilas como Juncus maritimus o J. subulatus. Puntualmente también pueden
presentarse zarzales (Rubus spp.).
302
Comunidades bióticas y biodiversidad
Saladares
La vegetación de los saladares cobra particular importancia en este contexto, donde presenta numerosas
comunidades vegetales de alta singularidad, restringidas a puntos muy concretos del territorio. Esta vegeta-
ción no se estructura en bandas sino que se dispone en función de la salinidad del suelo.
Las formaciones de saladares del Altiplano corresponden a la microserie de vegetación halófila, endémica
del distrito biogeográfico Guadiciano-Bastetano, constituida por 13 comunidades vegetales de saladares, to-
das incluidas en la Directiva Hábitat bajo el epígrafe de “Estepas salinas mediterráneas”, y con una singular
composición florística, integrada por más de medio centenar de taxones halófilos (Lendínez et al., 2004).
Entre estas comunidades destacan tres formaciones de praderas y juncales halófilos endémicas de dicha
unidad biogeográfica. Se trata de los juncales Caro foetidi-Juncetum maritimi, desarrollados en cubetas en-
dorreicas de inundación temporal; Centaureo dracunculifoliae-Dorycnietum gracilis en ambientes con menor
grado de humedad y salinidad, y por último la pradera halófila Limonio delicatuli-Gypsophiletum tomentosae
subas. Limonietosum maji dominada por saladillos (Limonium spp.), Gypsophila tomentosa, y dos elementos
exclusivos de los saladares bastetanos, Limonium majus y L. minus. Estas praderas de saladillos son de carác-
ter prioritario en la mencionada Directiva. Tal normativa recoge también, aunque no con carácter priori-
tario, los juncales negros de la asociación Schoeno nigricantis-
Plantaginetum maritimae, presentes tanto en la zona de estudio
como en territorios aragoneses y manchegos, tratándose de
comunidades de bajo porte desarrolladas sobre suelos salobres
húmedos y conformadas por especies como Plantago maritima
o Sonchus crassifolius.
303
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Puccinellia caespitosa, Sonchus crassifolius, taxones todos incluidos en la Lista Roja de la Flora Vascular de
Andalucía (Cabezudo et al., 2005). Esta vegetación halófila, que en ocasiones incluye también cierta cantidad
de yesos, está principalmente representada en cuatro enclaves: las proximidades del río Baza, Galera, Venta
del Peral y arroyo Salado de El Margen.
Comunidades de roquedos
Este tipo de comunidades escasea en el territorio, donde dominan los materiales geológicos de depósito.
Sin embargo se presentan en algunos lugares puntuales, entre los que destaca el pico Jabalcón, monte isla de
1.492 m.s.n.m. y naturaleza calizo-dolomítica. En estos roquedos se presenta la especie Centaurea saxifraga,
planta exclusiva de este accidente topográfico y catalogada como en peligro de extinción (Cabezudo et al.,
2005). Dos asociaciones vegetales destacables son Jasonio glutinosae-Teucrietum rotundifolii y Sarcocapnetum
crassifoliae y, hacia la zona nororiental del territorio las comunidades de Hypericion ericoidis, formaciones
todas recogidas en la Directiva Hábitats.
Los afloramientos de yeso son importantes, ya se ha referido, en cuanto a la originalidad de su flora vascu-
lar, pero también resultan interesantes por sus briófitos y comunidades liquénicas. La flora liquénica de estas
zonas es extremadamente original en el contexto europeo, donde tales hábitats son muy escasos (Llimona
and Hladun, 2001; Casares-Porcel y Gutiérrez, 2004).
304
Comunidades bióticas y biodiversidad
Desde el punto de vista florístico, las áreas yesíferas del sureste destacan en el contexto peninsular res-
pecto a su flora y vegetación liquénica. Guerra et al. (1995) resaltan los afloramientos de yesos del sureste
peninsular, desde Almería a la depresión de Baza, como refugio de briófitos y líquenes raros y amenazados
de extinción. En su trabajo proponen 14 localidades, distribuidas por Almería, Granada, Murcia y Albacete,
que debieran ser protegidas para la conservación de estas especies, muchas de ellas afectadas por actividades
humanas como extracción de yesos, construcción o agricultura. Entre estas localidades se contemplan dos
para el Altiplano estepario: Galera (WG3976) y Benamaurel (WG3069).
De todas las comunidades liquénicas gipsícolas, destacan como más conocidas y frecuentes, las que se
desarrollan sobre suelos de consistencia terrosa. Estas formaciones caracterizan el paisaje de grandes exten-
siones, en las zonas áridas de la Península y atenúan la erosión en estos medios.
Como elemento quizá más destacable en el Altiplano cabe citar la familia Biatorellaceae, integrada por un
cuerpo de especies correspondientes a un sólo género con amplia distribución pero escasamente conocida.
Su localidad tipo se localiza en la hoya de Baza y fue descrita a partir de la especie Biatorella fossarum por
Hafellner y Casares-Porcel (1992).
En el caso del Altiplano, sus peculiares eventos paleogeográficos y sus condicionantes biogeográficos y
ecológicos se traducen en una flora no especialmente cuantiosa en lo que respecta al número de especies;
pero sí extremadamente original, con abundancia de formas endémicas, especies estenócoras, estirpes evolu-
tivamente aisladas y algunas significativas disyunciones de carácter oriental (mediterráneo iranoturaniana
y sáharo-índica).
La riqueza florística de un territorio puede evaluarse en función de la densidad específica areal, por ejemplo
como no de especies/10.000 km2. El valor de este parámetro es de 100 o inferior en el ámbito ártico, 1.000 en
centroeuropa, 1.500 para los países mediterráneos y entre 2.000-4.000 para las regiones intertropicales.
En este contexto, la Península Ibérica destaca como el territorio continental que reúne la mayor diversi-
dad de especies y endemismos de Europa (Medail and Quèzel, 1997; Gómez-Campo, 2002). Según el cálculo
avanzado por Blanco (1998), el número de especies y subespecies en el conjunto de España alcanzaría los
8.300 taxones, cifra que otros autores elevan incluso hasta los 9.000. En cualquier caso, pese a la diferencia en
305
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
las cifras en función de la inclusión o no de infrarangos y del caso particular de las Islas Canarias, la realidad
es que su riqueza florística destaca en el entorno mediterráneo. La razón de esta diversidad se debe a la alta
diversidad local y regional, originada por la amplia gama de condiciones ecológicas y paisajes en espacios
relativamente reducidos (Blondel and Aronson, 1995).
El territorio andaluz destaca particularmente, ya que del total de la flora española un 60% se presenta en
esta región, que supone tan solo un 15% de la superficie total ibérica. La flora andaluza se estima integrada
por unos 4.000 taxones, entre especies y subespecies, mostrándose las provincias orientales como más ricas
en especies que las occidentales (Hernández y Clemente, 1994).
Estas provincias orientales pertenecen a una de las zonas mediterráneas destacadas como “hotspots” o
puntos calientes de biodiversidad, el sureste español (Medail and Quèzel, 1997; Myers et al., 2000). Las causas
de tal diversidad se encuentran en la importante variación espacial de las condiciones ecológicas, marcada-
mente superior en la zona oriental respecto a la occidental.
La ratio de taxones endémicos del sur de la Península Ibérica es considerablemente más alta que en otras áreas
de la región Mediterránea, incluyendo algunas zonas insulares destacables como Sicilia o Córcega. Del conjunto
de los 553 taxones endémicos registrados para el sur peninsular, 528 se presentan en Andalucía (Giménez et al.,
306
Comunidades bióticas y biodiversidad
La flora y vegetación han sufrido profundos cambios a lo largo de la historia evolutiva del territorio.
Actualmente, la flora andaluza es el resultado de su coevolución con animales, de los grandes cambios geoló-
gicos y climáticos, de la elevación de cadenas montañosas y distribución de las tierras emergidas-sumergidas,
y de su posición geográfica y disposición del territorio en que se integra.
Los procesos que más han influido en la composición actual de la flora, tanto a nivel del Altiplano como
a escala peninsular, han tenido lugar a partir del Mioceno (Periodo Terciario), desde hace unos 20 millones
de años (Blanca, 1993). En esta época geológica tiene lugar una continentalización de los climas, que hasta
entonces eran predominantemente de tipo tropical-subtropical, y un descenso de las temperaturas que sería
preámbulo de los posteriores periodos fríos y glaciaciones del Cuaternario.
Desde el Cretácico inferior, momento en el que la Península Ibérica queda geográficamente situada en
su lugar actual, hace unos 110-135 m.a., los mayores condicionantes biogeográficos sobre la flora regional y
del Altiplano han sido:
307
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Choque de las placas africana y europea: este fenómeno es responsable de la orogenia alpina,
todavía activa en la cordillera Bética y en el Rif, y originó cambios importantes a nivel climá-
tico local, concretamente en Andalucía oriental. Con el levantamiento de las sierras béticas
se produjo un efecto barrera en cuanto a las precipitaciones. Este hecho supuso la creación de
nuevos biotopos de carácter árido, además de un aislamiento entre poblaciones de especies
confinadas en los diferentes núcleos montañosos.
Se considera que el clima predominante de estas zonas durante el terciario era relativamente estable,
de tipo subtropical, cálido y uniforme, lo que permitió el desarrollo de bosques lluviosos de tipo lauroide o
siempreverde con lauráceas, palmeras, helechos tropicales, etc. Asociadas a ellas y dominando en situaciones
más septentrionales, se encontraban especies caducifolias y aciculifolias, que alcanzaban casi el Polo Norte.
De entonces se han datado ya géneros que forman parte de la flora actual (Pinus, Fagus, Quercus, Corylus,
Ulmus, Acer y otros). Este cuerpo de flora, junto a géneros hoy extintos, se distribuía por América y Asia aún
no separadas por el estrecho de Bering, conformando la llamada flora artoterciaria, componente principal
de la flora actual del reino Holártico.
Según Meusel (1969), las especies que actualmente cubren la región Mediterránea se originaron, al menos
en parte, a partir de dicha flora por adaptación evolutiva a la sequía (Favarger, 1971).
308
Comunidades bióticas y biodiversidad
Hitos principales
Al inicio del Mioceno, hace unos 25 m.a., se produce una continentalización del clima y un descenso en las
temperaturas. En los bosques mediterráneos de baja altitud comenzaron a entrar elementos más septentrio-
nales de la flora artoterciaria, coincidiendo con la extinción de muchas especies propias de la selva lluviosa.
De esta forma, a mediados del Mioceno, el paisaje estaría conformado a baja altitud por bosques subtropicales
probablemente de tipo laurisilva, mientras que los antepasados de las especies esclerófilas que hoy ocupan la
mayor parte de la región Mediterránea estarían confinados a las zonas más frías y secas.
A partir de mediados del Mioceno comienza un periodo de aridez que alcanza su máximo en el
Messiniense (6,5-5 m.a.). Se inicia entonces una desecación progresiva del Mediterráneo por pérdida de
continuidad con el Atlántico (Figura 8.2.). Simultáneamente, a raíz de la orogenia alpina, tiene lugar la
formación de la cordillera Bética y del Rif, debido al empuje de la placa africana sobre la euroasiática. A
consecuencia de estos hechos la distribución de las tierras emergidas se modifica, quedando la Península
Ibérica conectada al noroeste de África por un puente continental que permite el intercambio de la flora
en ambos sentidos.
La dirección de intercambio entre la flora de ambos continentes varía en función de la aparición de perío-
dos cálidos o fríos. En los fríos, las especies septentrionales que ya habían alcanzado la Península durante el
enfriamiento climático del comienzo del Mioceno, pudieron llegar al Norte de África. En los cálidos, llegan a
la Península Ibérica elementos florísticos procedentes de las regiones esteparias del norte de África y suroeste
asiático (Greuter, 1970), lo que justifica la existencia en la actualidad de numerosas especies ampliamente
distribuidas en dichas zonas que alcanzan sobre todo el sur y sureste peninsular. Tales áreas a un lado y otro
del Mediterráneo, ahora disyuntas, fueron continuas en aquella época.
Pleistoceno 1,7
Mioceno 25
Paleógeno Oligoceno 38
Eoceno 54
Paleoceno 65
MESOZOICO 225
PALEOZOICO 600
PROTEROZOICO 2.600
ARQUEOZOICO 3.900
Fuente: Pérez-López y López-Chicano, 1989; Vera, 2004.
309
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Al final del Terciario se produce el aislamiento definitivo de Andalucía y África por la reapertura del
Estrecho y las posibilidades de intercambio quedarían muy restringidas. A partir de entonces, la flora de
ambos continentes comienza a diferenciarse gradualmente, apareciendo nuevas especies a ambos lados.
Figura 8.2. Distribución de tierras emergidas (punteado) en el sur peninsular y norte de África.
310
Comunidades bióticas y biodiversidad
Sonchus crassifolius, endemismo ibérico amenazado en los saladares de El Margen, Cúllar. CPS
Por otra parte, las adaptaciones más importantes a la sequía que presentan las plantas denominadas xe-
romorfas tuvieron su origen por este tiempo hasta finales del Plioceno, debido a la aridez persistente desde
el Mioceno. Con posterioridad, las condiciones climáticas no favorecieron cambios importantes en este
sentido, pues los periodos cálidos que se sucedieron fueron relativamente cortos y lluviosos. También se si-
túa en este momento el origen de muchas plantas de ciclo corto (anuales o terófitos), adaptadas a la sequía
pasando la estación desfavorable como semilla. De ellas la flora andaluza presenta un elevado porcentaje,
particularmente las zonas más bajas y áridas.
Ya casi en el Cuaternario se inician las glaciaciones en el Hemisferio Norte y tienen lugar grandes osci-
laciones climáticas, con períodos fríos y generalmente secos frente a otros cálidos y habitualmente húme-
dos. Fluctuaron los niveles del mar y se alternaron formaciones abiertas y desarboladas-esteparias o de tipo
landa, con bosques aciculifolios, planifolios y esclerófilos. Durante los periodos fríos dominaron gramíneas,
compuestas, quenopodiáceas, labiadas o rodales de Juniperus, Ephedra y Pinus. En los períodos interglaciares
se recuperaron los bosques a partir de refugios en lugares abrigados o próximos a las costas. Las coníferas
predominaron en montañas, parameras frías y enclaves áridos, y las formaciones esclerófilas ocuparon las
zonas de clima mediterráneo más genuino.
Las áreas costeras jugaron un importante papel como refugio tanto de elementos que ahora son endémicos
de territorios concretos de escasa extensión, tal es el caso de Rosmarinus tomentosus, Lafuentea rotundifolia
y Salsola papillosa, endemismos exclusivos del sureste ibérico y el almeriense Euzomodendron bourgeanum;
así como de especies procedentes de zonas esteparias africanas como Forsskaolea tenacissima, Caralluma
europaea, Launea arborescens, etc., cuyas únicas localidades en el continente se hallan en el sureste ibérico
o exclusivamente en Almería.
311
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
BIOTIPOS CARACTERÍSTICAS
312
Comunidades bióticas y biodiversidad
Algunas plantas evitan la sequía acoplando el ciclo hídricas muy desfavorables, realizando la fotosíntesis
de su vida a los periodos favorables, de manera que todo el año, incluso en condiciones de extrema sequía.
el resto del tiempo sólo persisten en forma de se- En general, poseen sistemas radiculares muy extensos,
milla (terófitos). En los criptófitos y hemicriptófitos tanto en profundidad como en superficie, para
la estrategia es parecida: aunque permanece viva optimizar el aprovechamiento de las lluvias. De igual
una parte de la planta, sus órganos subterráneos, forma presentan modificaciones en las hojas y tallos
los cuales responden rápidamente a los estímulos de dirigidas a almacenar agua y sales, como es el caso
humedad en el suelo. Los hemicriptófitos desarrollan de distintos elementos de la familia Chenopodiaceae
extensos sistemas radiculares mientras que los crip- que habitan en saladares, Sarcocornia fruticosa,
tófitos, por su parte, sobreviven durante los perio- Arthrocnemum macrostachyum (p.e. Salazar et al.,
dos secos en forma de bulbo o rizoma, produciendo 2002), Microcnemum coralloides y especies de los
hojas y flores únicamente durante el invierno y/o la géneros Atriplex, Salsola o Suaeda. Otro mecanismo
primavera. Entre los fanerófitos algunos son capa- es la pérdida de las hojas en la estación desfavorable
ces de escapar al efecto de la sequía gracias a me- como le sucede a Anthyllis cytisoides, que pierde las
canismos muy eficientes para el aprovisionamiento hojas en verano y recurva las ramas protegiendo en
de agua, básicamente raíces profundas capaces de su interior las yemas de renuevo. Igualmente pueden
alcanzar la capa freática; es el caso por ejemplo de desaparecer las hojas por completo o casi, adoptando
Retama spherocarpa o Nerium oleander. los tallos la función fotosintética como en el caso de
Retama spherocarpa o Genista spp. El enrollamiento
Otros vegetales poseen la capacidad de vivir con del borde de las hojas es otra estrategia para optimizar
estrés hídrico moderado en los tejidos sin que ello el contenido de agua, pues crea una microatmósfera
implique disminución del crecimiento. Para ello re- propicia alrededor de los estomas que atenúa la
curren a la acumulación de agua en hojas o tallos,
como en el caso de las plantas suculentas y cacti-
formes. En el Altiplano se relacionan más bien con
plantas de ambientes salinos que desarrollan cierta
suculencia sin alcanzar el biotipo cactiforme. Otra
manera es mediante el ahorro hídrico, a través de
modificaciones estructurales que atañen fundamen-
talmente a las hojas, ya sea disminuyendo su tama-
ño, desarrollando cutículas gruesas, disponiendo los
estomas hundidos en criptas epidérmicas, generan-
do un indumento denso y normalmente blanqueci-
no para reflejar la luz, o bien dejando caer las hojas
durante el periodo seco. Además, también pueden
aumentar la resistencia de las raíces para evitar la
pérdida de agua y acumular en sus tejidos compues-
tos orgánicos que reduzcan el potencial hídrico.
313
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
evapotranspiración, caso de Stipa tenacissima. Otro mismas y su inclinación natural posibilitan la creación
rasgo anatómico es la lignificación de los tejidos de un microambiente favorable para la hoja y la propia
que aporta soporte mecánico sin que sea necesaria planta (Ramírez et al., 2006). La forma en macolla de
la turgencia. También es excepcional la capacidad la planta proporciona al esparto y también al albardín
de plantas no vasculares como musgos y líquenes, (Lygeum spartum), una ventaja adaptativa en estos
capaces de secarse completamente durante largo ambientes al reducir la absorción de radiación (Pugnaire
tiempo y rehidratarse en condiciones de humedad, and Haase, 1996). La capacidad para plegarse de la hoja
activándose de nuevo. de esparto, incluso circadianamente, le permite evitar
pérdidas de agua ante situaciones de alto estrés hídrico.
Además de todas estas adaptaciones y de la eficien- Algunos autores inciden sobre la plasticidad y rapidez en
cia en el uso del agua, la resistencia a la desecación la respuesta fisiológica del esparto para adaptarse a los
aumenta gracias a la capacidad de los vegetales cambios en las condiciones hídricas del medio (Pugnaire
para generar y acumular sustancias protectoras de and Hasse, 1996).
las estructuras celulares ante estados de desecación
(etileno y otros metabolitos). Otras adaptaciones fisiológicas permiten mantener un
mayor contenido de humedad en la hoja del espar-
to, caso de su pared celular rígida y del gran control
Un caso particular: Adaptaciones estomático de las pérdidas hídricas (Maestre et al.,
morfo-fisiológicas del esparto 2007). El esparto presenta además un potente siste-
ma radicular concentrado fundamentalmente bajo la
El esparto posee una serie de características macolla. éste constituye la mayor parte de su biomasa
morfoestructurales y fisiológicas interrelacionadas que le y puede alcanzar profundidades superiores a 50 cm, si
han permitido colonizar de forma exitosa los ambientes bien la mayor parte queda situado entre los 10-20 cm
semiáridos mediterráneos. El mantenimiento de las hojas de profundidad (Puigdefabregas et al., 1999). Tal cir-
muertas en la mata, la capacidad de arrollamiento de las cunstancia permite el aprovechamiento de todas las
314
Comunidades bióticas y biodiversidad
precipitaciones, por ínfimas que éstas sean, así como de dos componentes, por un lado la dificultad para
de otros depósitos hídricos superficiales como el rocío compensar los valores tan negativos del potencial
(Ramírez et al., 2007). A su vez, la forma de creci- hídrico de estos suelos y por otro la toxicidad de
miento típicamente anular de la macolla de esparto, determinados iones como el ión cloruro (Cl-) y el ión
con senescencia de la zona central y expansión radial sodio (Na+), cuya acumulación en los tejidos reduce
de la masa foliar, genera un microambiente favorable la tasa fotosintética, induce la pérdida de pigmentos
para el asentamiento y desarrollo de otros pequeños y provoca el envejecimiento y caída de la hoja.
vegetales (Sánchez, 1995). Finalmente, el esparto
muestra acusadas diferencias interanuales en la pro- Las plantas halófitas presentan modificaciones es-
ducción de inflorescencias y semillas, coincidiendo tructurales y funcionales que incluyen la aparición
por lo general las mayores floraciones con años de de suculencia en hojas o tallos, y células capaces de
alta pluviosidad a final del invierno y principios de la almacenar sales. Tal acumulación permite aumen-
primavera (Haase et al., 1995). tar la presión osmótica interna y seguir extrayendo
agua del medio aunque ésta escasee. Ya se han ci-
tado en el apartado sobre el estrés hídrico determi-
Altas temperaturas nadas quenopodiáceas presentes en el Altiplano que
sirven como ejemplo también en este caso.
Las temperaturas extremas provocan, entre otros
efectos, la reducción de la tasa de crecimiento vege- Las plantas más específicamente halófitas, como el
tal, así como la inhibición de la fotosíntesis y respira- género Limonium, soportan elevados niveles de sal,
ción. La mayoría de las plantas ralentiza su fotosínte- aunque lo más frecuente es la presencia de glándu-
sis a temperaturas superiores a los 30oC, o incluso los las en las hojas que excretan el exceso de sales (p.e.
40oC, pero tan solo muy determinadas plantas xeró- Tamarix). A este fin aparecen células y tejidos secre-
fitas pueden sobrevivir cuando se superan los 50oC. Y tores o estructuras especiales como pelos. El género
en un medio como el Altiplano, en las horas centrales Atriplex, por ejemplo, acumula la sal en las hojas. La
del día durante los máximos veraniegos, la tempera-
tura superficial del suelo puede acariciar casi los 60oC.
Para atenuar el deletéreo efecto de tales temperatu-
ras aparecen adaptaciones como la presencia de ho-
jas estrechas que favorecen la aireación, indumentos
blanquecinos que aumenten el albedo vegetal, epi-
dermis brillantes dotadas de ceras o resinas refracta-
rias, etc. La presencia de aceites aromáticos volátiles
también contribuye con su evaporación a limitar la
pérdida de agua por transpiración y eliminar parte
del calor acumulado. Y sobre todo, la mayor parte de
los organismos de estos medios responde al aumento
de temperatura sintetizando de forma rápida, sustan-
cias que los protegen del choque térmico, por medio
de la protección de componentes celulares esenciales
como determinadas enzimas y ácidos nucleicos.
Salinidad
315
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
excreción de sal permite a algunas plantas la fijación desarrollo vegetal, como el nitrógeno o el potasio, lo
de agua de la atmósfera gracias a las propiedades que puede causar disminución del mismo. Por otra
higroscópicas y así el agua puede pasar al interior parte, los suelos de medios áridos suelen ser pobres en
de las hojas. materia orgánica y, en general, susceptibles a la ero-
sión. Ante tales condiciones, las plantas desarrollan
mecanismos para acceder a los nutrientes por medio
Presencia de yesos de su solubilización, por ejemplo variando el pH, o
bien los obtienen parasitando otras plantas, estrate-
Aunque los mecanismos de adaptación vegetal a gia de los hemiparásitos Cistanche phelypaea y Ci-
los sustratos gipsícolas están peor conocidos que nomorium coccineum, o estableciendo simbiosis con
en otros sustratos, tal y como apuntan Merlo et al. otros organismos como en el caso de las micorrizas.
(1998), existen una serie de argumentos que sugie-
ren adaptaciones muy particulares. Por un lado, los
suelos originados a partir de ciertos tipos de rocas
provocan fenómenos adaptativos en las plantas li-
gadas a ellos, que en el caso de las plantas gipsófitas
parecen traducirse en suculencia foliar, microfilia y
otros rasgos. Por otro, a los afloramientos yesíferos
se vincula una flora especial con alto contenido en
endemismos, lo que induce a pensar que ésta po-
see determinadas adaptaciones fisiológicas que, si
bien no están bien conocidas, le permiten habitar
dichos medios. Según Palacio et al. (2007), las plan-
tas gipsófilas que dominan en estos medios parecen
estar específicamente adaptadas a los suelos yeso-
sos, mientras que otra serie de plantas denominadas
gipsovagas parecen ser especies tolerantes al estrés
derivado de las limitaciones de los suelos que con-
tienen yeso.
Déficit de nutrientes
La flora del sureste ibérico es muy rica y típicamente mediterránea, presentando un elevado porcentaje
de endemismos. Muestra relaciones con la flora norteafricana, del mediterráneo occidental y otros entor-
nos semiáridos o esteparios de la Península Ibérica. Esta zona ha sido destacada (Medail and Quèzel, 1997 y
1999) por albergar una gran riqueza de flora y de endemoflora, siendo las provincias de Almería y Granada
316
Comunidades bióticas y biodiversidad
las de mayor riqueza florística de la región (Hernández y Clemente, 1994). El Altiplano en particular pre-
senta una elevada proporción de endemismos y plantas singulares. De acuerdo con Giménez et al. (2004), las
depresiones semiáridas del sureste peninsular constituyen áreas de gran interés para la conservación de la
flora endémica y requieren de políticas de conservación en concordancia con sus peculiares características,
formas de vida, modos de dispersión y flora endémica.
Específicamente para el Altiplano se puede destacar un componente de menor entidad a nivel regional pero
de gran significación geográfica: el elemento estepario de carácter oriental (sáharo-índico e iranoturaniano),
que otorga notable originalidad a la flora. Parte de este elemento lo constituyen especies de distribución
disyunta (García et al., 2002) como Krascheninikovia ceratoides o bien especies vicariantes de otras presentes
en las zonas áridas del cercano oriente como el género Gypsophyla (Gypsophylla struthium-G. perfoliata).
El área de estudio en su conjunto reúne flora de seis sectores corológicos pertenecientes a tres provincias
biogeográficas diferentes. Los sectores Manchego y Guadiciano-Bacense son los mejor representados en el
área, estando incluida en la zona de estudio la mayor parte de este último.
Las zonas áridas, especialmente los sustratos yesosos y saladares, concentran una importante cantidad de
elementos singulares, entendiendo por ello endemismos y especies relícticas, raras y amenazadas de extinción
(Hernández y Clemente, 1994 ).
317
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
En los apartados siguientes se expone una síntesis de los valores florísticos más destacados del terri-
torio agrupando por un lado los taxones endémicos y por otro los de mayor riesgo de extinción según
la evaluación en base a criterios UICN, de la Lista Roja de la Flora Vascular de Andalucía (Cabezudo
et al., 2005).
fLoRa EndéMICa
El primer tipo de endemismos se debe a que la zona de estudio estuvo inmersa, dentro del contexto penin-
sular, en una zona de confluencia de importantes vías migratorias durante los sucesivos cambios climáticos del
Terciario, actuando como refugio de especies relícticas del Terciario durante las glaciaciones del Cuaternario.
Como elementos relícticos contenidos en la zona se puede hablar por ejemplo de Microcnemum coralloides o
Juniperus thurifera, representativos del componente estepario mediterráneo.
Respecto a los neoendemismos es importante resaltar que las áreas de intercambio de floras y las zonas
de transición suelen entrañar una mayor riqueza de nuevos endemismos. Otro hecho de interés al respecto
es que del aislamiento geográfico, debido a los altos gradientes y condiciones edáficas de estas zonas, cabe
esperar la aceleración de los procesos evolutivos
(Stebbins and Major, 1965; Mota et al., 2003). Dadas
las características del área de estudio y su contexto,
es lógico que el territorio posea una extraordinaria
importancia como parte de una amplia zona po-
tencial de origen de formación de nuevas especies,
uno de los llamados centros de diversidad genética.
Además, en relación con las zonas áridas y según
autores como Stebbins (1972), las comunidades
xerofíticas poseen menos especies, pero el número
de comunidades por unidad de área es mayor que
en las regiones mesofíticas.
318
Comunidades bióticas y biodiversidad
fLoRa aMEnazada
El deterioro progresivo de los ecosistemas puede entrañar la pérdida irreparable de formaciones vegetales
únicas y la extinción de algunas de sus especies. En la actualidad, el desarrollo de técnicas para cultivar
tierras tradicionalmente improductivas y otros avances tecnológicos han ocasionado el cambio de uso
del suelo sobre superficies de cierta entidad, en detrimento de la conservación de importantes valores
naturales de determinadas zonas, consideradas, desde el desconocimiento, como áreas de escaso interés
incluso ambiental. Es el caso, por ejemplo, de la extensión puntual del cultivo bajo plástico, el drenaje y
roturación de tierras para cultivo de hortícolas en saladares, o las plantaciones forestales sobre comuni-
dades gipsícolas.
El grado de amenaza o vulnerabilidad a la extinción es uno de los criterios más importantes en la toma de
decisiones sobre la conservación de la biodiversidad. Y para planificar qué y cómo debe conservarse de forma
prioritaria juegan un papel fundamental las listas de taxones susceptibles de protección. Éstas constituyen un
paso previo y necesario, incluso cuando puedan resultar incompletas en función del grado de conocimiento
de la flora. En el caso del Altiplano, una evaluación preliminar del territorio sobre la base del conocimiento
florístico actual, aún incompleto en algunas zonas, ofrece una primera aproximación a las localidades par-
ticularmente interesantes, cuya conservación es más urgente.
Las principales causas de índole antrópica que ponen en riesgo la supervivencia de numerosas especies del
Altiplano son la transformación del hábitat por causas diversas, contemplando la destrucción y fragmentación
de hábitat, la contaminación y modificación de los cursos de agua y los drenajes de saladares para su puesta
en cultivo, el pastoreo y la explotación de canteras, particularmente las de yesos, ricas en endemismos. A
estos factores se añade el hecho de que, en muchos casos, se trata de poblaciones con pocos individuos y/o
distanciadas entre sí, cuya expansión se ve limitada por la fragmentación de su hábitat óptimo.
La selección de especies que refleja el presente trabajo se basa principalmente en dos fuentes, por un lado
la cartografía 2007 de taxones amenazados elaborada por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de
Andalucía, y por otro la Lista Roja de la Flora Vascular de Andalucía (Cabezudo et al., 2005). De la cartografía
se han extraído los taxones presentes en el ámbito de estudio, agrupándose según la categoría de amenaza
319
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
atribuida en la mencionada Lista Roja, con independencia de su nivel de protección legal. También se han
incluido algunas localizaciones de elementos de la Lista Roja que aún no han sido incluidos en la cartografía
pero cuya presencia ha sido constatada en el área en diversas publicaciones y trabajos de campo. Aparte, se
exponen otros taxones contemplados en la cartografía y calificados como “Otras especies de interés para la
Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía”.
El Altiplano muestra un gran elenco de paisajes contrastados y ambientes ecológicos, dentro del contexto
general semiárido en que se halla. Por eso, y por su pasado biogeográfico, presenta un número importante de
especies particulares con poblaciones muy localizadas. En él tienen cabida un mosaico de llanos, ramblas y
dehesas, al que se incorporan elementos como los montes isla calizos, entre los que destaca el cerro Jabalcón,
con un taxón exclusivo como es Centaurea saxifraga, o los propios ríos, que en este entorno árido constituyen
verdaderas islas para la flora. Pero sobre todo, son los afloramientos salinos, saladares y sustratos yesosos los
que aportan numerosos edafismos, adaptados a estas particulares condiciones ligadas al tipo de sustrato. Buena
parte de los elementos singulares que acogen estos medios se encuentran amenazados de extinción. Se trata
por un lado de taxones más o menos estenócoros, bien exclusivos del territorio como los endemismos locales
(Limoniun majus, L minus, L. quesadense, Haplophyllum bastetanum o Centaurea saxifraga), bien de distribución
restringida al sureste andaluz (Arenaria arcuatociliata o Sarcocapnos baetica subsp. integrifolia) o a nivel ibérico
(Clypeola eriocarpa, Puccinellia caespitosa, Vella pseudo-
cytisus subsp. pseudocytisus). También alberga taxones
muy escasos pero de área de distribución más amplia,
iberonorteafricana, mediterránea o aún mayor como
Krascheninnikovia ceratoides, un elemento común con
las estepas del oriente de Europa; algunos de ellos
tienen en el Altiplano sus únicas localidades para el
territorio andaluz (Microcnemum coralloides) o ibérico
(Clypeola eriocarpa).
320
Comunidades bióticas y biodiversidad
321
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Teniendo en cuenta los taxones incluidos en la Lista Roja y su clasificación según criterios UICN 2001,
se obtienen para el Altiplano un total de 44 taxones (Tabla 8.12.), algunos exclusivos de esta unidad. Dos
terceras partes de estos tienen un nivel de amenaza vulnerable o superior, mientras que siete se consideran
casi amenazados y seis precisan aún de un mayor nivel de conocimiento.
Respecto al nivel de protección legal, solo once taxones se encuentran recogidos en la legislación andaluza,
lo que supone solo un tercio de las recogidas en la Lista Roja elaborada por la Consejería de Medio Ambiente
(Cabezudo et al., 2005). Dos de estos taxones se encuentran catalogados como en peligro de extinción: Vella
pseudocytisus subsp. pseudocytisus, que se distribuye únicamente en dos núcleos aislados en el centro y sur pe-
ninsular, éste último precisamente correspondiente al Altiplano, y con menor grado de estenocoria, Erodium
cazorlanum, endémico de las sierras béticas orientales.
322
Comunidades bióticas y biodiversidad
En cuanto a las ocho especies incluidas en la categoría de vulnerable en la Ley 8/2003 (Tabla 8.12.), dos
de ellas son Buxus sempervirens y Crataegus laciniata, ambas presentes en el área de forma muy puntual, en la
zona limítrofe al norte de la altiplanicie. El resto de especies están totalmente incluidas dentro del territorio
como Limonium majus, o bien parcialmente como Cynomorium coccineum, que habita en el sureste andaluz
desde las zonas áridas del sureste de Jaén y el Altiplano granadino hasta zona de Tabernas-Gérgal, llegando
incluso al litoral. Además, se añade otro taxón consignado como de interés especial en la Ley 8/2003, se trata
de Celtis australis, cuya consideración en la Lista Roja de la Flora Vascular andaluza es de casi amenazado.
Contrastando la protección legal de las especies del Altiplano con el grado de amenaza evaluado en la Lista
Roja, resulta un total de siete especies con protección legal de las 30 incluidas como vulnerable, en peligro
o en peligro crítico. Resalta el hecho de que ninguna de las de máxima categoría de amenaza, en peligro crí-
tico, goza de protección legal y de las once catalogadas como en peligro, solo disponen de ella tres especies.
Según la Lista Roja (Cabezudo et al., 2005), de los 30 taxones considerados como amenazados del Altiplano,
16 ocupan las categorías de mayor riesgo, en peligro crítico y en peligro. Entre los incluidos en la máxima
categoría de amenaza cabe destacar el endemismo Haplophyllum bastetanum, cuyas dos únicas localizacio-
nes se encuentran en la depresión de Guadix, considerablemente distanciadas, así como Clypeola eriocarpa,
endemismo ibérico que llegó a considerarse extinto (Benavides et al., 2001) hasta constatarse su persistencia
en el Altiplano (Giménez-Benavides et al., 2004, Navarro et al., 2002).
323
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
324
Comunidades bióticas y biodiversidad
Distribución de taxones de
flora silvestre amenazada
y/o protegida
Escala 1:400.000 Fuente: Datos obtenidos de Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía, 2007
325
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Los aljezares del Altiplano presentan numerosas especies exclusivas y otras compartidas con otras comu-
nidades de yesos a nivel andaluz, ibérico y mediterráneo. Un notable ejemplo es el endemismo ibérico Vella
pseudocytisus subsp. pseudocytisus, presente únicamente en dos emplazamientos: sobre algunos yesares del Valle
del Tajo y en el Altiplano granadino-sureste de Jaén. Relacionadas con los yesos existen otras dos especies de
distribución disyunta: Astragalus oxyglottis (región Mediterránea y oeste de Asia) y Krascheninnikovia ceratoides
(Eurasia), cuya presencia en la Península se limita a Aragón y el Altiplano. Este último taxón, se consideró
extinto en Granada hasta su reciente redescubrimiento (del Río y Peñas de Giles, 2006); es propio de la flora
irano-turánica y caracteriza los ecosistemas de regiones montañosas áridas en las estepas centroasiáticas.
En los ambientes de saladares y yesos destacan también dos especies de Compuestas; Senecio auricula
propia del sureste ibérico, y Sonchus crassifolius, del centro y sureste de la España peninsular.
Por otro lado, resulta destacable la especie Centaurea saxifraga, endémica de las cumbres del cerro Jabalcón.
Erodium cazorlanum es un elemento endémico de las sierras béticas orientales que aparece en el área de
estudio de forma puntual, con una localización única en Cortes de Baza que merece ser tenida en cuenta.
Esta especie mantiene el grueso de sus efectivos fuera del Altiplano, en las vecinas sierras de Cazorla y del
Pozo, ocupando zonas de mayor altitud.
TaxonES VuLnERaBLES
En esta categoría se encuadran 14 especies con distintos rangos de distribución, incluyendo endemismos
propios de las sierras béticas orientales, ibéricos, del oeste de la región mediterránea o de distribución más
amplia. La ecología que ocupan también es diversa, saladares, roquedos, matorral y ríos o charcas, siendo las
más importantes los saladares, ámbito que concentra casi la mitad de tales especies (Puccinellia caespitosa, P.
fasciculata, Microcnemum coralloides, Dorycnium gracile, Gypsophila tomentosa y Cynomorium coccineum). Como
endemismos andaluces de las sierras béticas se presentan Arenaria arcuatociliata, con óptimo en la zona, y
Sarcocapnos baetica subsp. integrifolia, que sólo presenta dos localidades en el área de estudio, ambas en Quesada.
Se incluyen endemismos ibéricos del centro y sur de España, presentes en las béticas orientales sólo en
Granada (Puccinellia caespitosa) o en Granada y Almería (Gypsophila tomentosa), asociados a saladares o
yesos. Por otro lado está Moehringia intricata subsp. intricata, que se restringe al cuadrante suroriental de
la Península presentando una localidad en el cerro Jabalcón (Zújar), y Guiraoa arvensis, propia del este de
España y cuya distribución en Andalucía se restringe al norte de la provincia de Almería, adentrándose de
forma marginal en el Altiplano sobre herbazales ruderales en suelos margo-yesíferos.
Como ejemplo de amplia distribución se encuentra Puccinellia fasciculata, propia del área paleotemplada,
que se presenta en Andalucía tan solo en la depresión del Guadalquivir y sierras béticas orientales. Para el
326
Comunidades bióticas y biodiversidad
Por último cabe resaltar la presencia de Koelpinia linearis, un taxón de distribución iranoturaniana, que
se presenta en el sur de España únicamente en las provincias de Granada y Almería formando parte de los
pastizales semiáridos.
La Lista Roja incluye también una serie de especies interesantes que han sido evaluadas como próximas a
la amenaza y otras para el que el nivel de conocimiento actual impide diagnosticar correctamente su grado
de amenaza (Tabla 8.12.). El territorio incluye un total de 13 elementos, de los cuales siete se encuentran
próximos a la amenaza y seis con datos insuficientes para su evaluación.
Entre los elementos casi amenazados destacan dos propios de los matorrales xerofíticos, Ephedra nebro-
densis que se instala sobre suelos calcáreos o yesosos, y la sabina negra Juniperus phoenicea ssp. phoenicea, así
como una especie de distribución iberonorteafricana, Loeflingia baetica, que presenta varias localidades en
el entorno de la Sierra de Baza, en torno a los 1000 m.s.n.m.
Aquellos para los que aún no se dispone de información suficiente se corresponden en su totalidad con
flora de hábitats salinos. Se trata de Centaurea dracunculifolia, Plantago crassifolia, Cistanche phelypaea (una
especie parásita de la familia Chenopodiaceae) y Limonium alicunense (descrita en el entorno de los baños de
327
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Alicún de las Torres, en Villanueva de las Torres, y ligada a la acequia de desagüe del balneario). También
presentan varias localidades en el Altiplano la quenopodiácea Camphorosma monspeliaca, propia de la región
Mediterránea, y el endemismo ibérico Onosma tricerosperma, que se presenta de forma puntual en Vélez Blanco.
Finalmente, otro elemento notable fuera de la Lista Roja, pero considerado de interés para la región
(Consejería de Medio Ambiente, Junta de Andalucía; cartografía de flora amenazada, 2007) es el endemismo
bético Helianthemum cinereum subsp. guadiccianum, localmente frecuente en los matorrales del territorio
y que figura como vulnerable en la legislación (Ley 8 /2003). Algunos autores como Rivas-Martínez et al.
(1991, 1997), lo consideran un taxón endémico del distrito biogeográfico Guadiciano-Baztetano, y junto con
Arenaria arcuatociliata forma parte de romerales sobre sustratos pedregosos.
La aprobación por parte de la Comisión Europea en 1992 de la Directiva 92/43/CEE, de 21 de mayo de1992,
relativa a la conservación de los hábitats naturales y la fauna y flora silvestres, supone un paso muy importante
en la política comunitaria en materia de conservación de la naturaleza. El objetivo es la creación de una red
coherente de Zonas de Especial Conservación (ZEC), que garantice la biodiversidad de los hábitats naturales y de
la fauna y flora silvestres en el territorio de la Unión Europea y oblige a los estados miembros a su conservación.
Esta Directiva se traspuso al ordenamiento jurídico español mediante el R.D. 1997/1995 en el que se atribuye a
las Comunidades Autónomas la designación de los lugares de interés comunitario y la declaración de las ZEC.
Mediante esta normativa europea se perfila el mayor sistema de espacios protegidos del mundo y, por primera
vez en Europa, se establecen una serie de objetivos que pretenden, a través de la citada Directiva 92/43/CEE y
la Directiva 79/409/CEE3 para la Conservación de las Aves Silvestres, contribuir a mantener todos los tipos de
hábitats naturales y especies de flora y fauna, frenando con ello la pérdida de diversidad biológica en el continente
europeo. Después de varias prórrogas, la fecha límite para conseguir los objetivos planteados es el año 2010.
3
directiva 79/409/CEE del Consejo, de 2 de abril de 1979, relativa a la conservación de las aves silvestres
328
Comunidades bióticas y biodiversidad
Se entienden pues por hábitats de interés comunitario aquellos ambientes naturales de los Estados miem-
bros a los que resulta de aplicación la mencionada Directiva. Ésta especifica en sus anexos, apoyándose en
gran medida en la perspectiva fitosociológica, aquellos tipos de hábitats susceptibles de protección en fun-
ción de su amenaza de desaparición, distribución natural reducida o representatividad de una o varias de
las regiones biogeográficas contempladas para el territorio comunitario. Dentro de la relación de tipos de
hábitat naturales, detallada en el anexo I, se hace la distinción de “hábitats prioritarios” para determinados
tipos amenazados de desaparición y cuya conservación supone una especial responsabilidad para la Unión
Europea. Dada su importancia, estos se abordan con mayor detalle en el presente apartado.
Para la elaboración de este apartado se ha empleado como fuente principal de información esta versión
oficial de la cartografía de hábitats, elaborada por la Consejería de Medio Ambiente. Además se han compa-
rado las superficies y localizaciones de los hábitats de carácter prioritario con otros trabajos (Rivas-Martínez
y Penas, 2003; Salazar et al., 2001 y 2002; Lendínez et al., 2004) y la cartografía más reciente de vegetación
y hábitats (Inventario de hábitats naturales y seminaturales de España, E/1:50.000. Ministerio de Medio
Ambiente, 2003; Mapa de vegetación forestal de Andalucía, E/1:10.000. Consejería de Medio Ambiente,
2006). Ello ha permitido constatar que la cartografía oficial utilizada aquí como referencia básica, muestra
disparidades en el criterio seguido para la identificación de los hábitats según unidades de cartografiado (hojas
cartográficas E/1:50.000), manifestando notables discontinuidades, especialmente en el caso de los pastizales
xerofíticos mediterráneos. La falta de coincidencia con fuentes posteriores de información cartográfica del
Ministerio de Medio Ambiente y de la propia Junta de Andalucía, muestra que la superficie a considerar
como hábitats de interés comunitario es realmente superior a la de la versión de referencia, particularmente
en otras tipologías prioritarias como son las formaciones de yesos y saladares. Tales diferencias han sido par-
cialmente subsanadas por la Consejería de Medio Ambiente mediante trabajos posteriores de cartografía de
hábitats y vegetación a mayor detalle. A lo largo del presente apartado se describen los hábitats presentes
en el Altiplano sobre la base de la cartografía oficial andaluza y se discuten algunos aspectos relativos a su
nivel de conocimiento e inventario.
Hábitats prioritarios
En el Altiplano se encuentran un total de treinta tipos de hábitat incluidos en la Directiva 92/43/CEE, y siete
de ellos son considerados prioritarios (Tabla 8.16.). Entre estos, son los pastizales xerofíticos mediterráneos los
que se distribuyen por una mayor superficie, ocupando fundamentalmente la zona noroccidental del Altiplano
y enclaves puntuales en los municipios de Orce, María y Vélez Rubio. Otros dos hábitats especialmente
destacables por su singularidad en el contexto europeo son las estepas salinas y las de yesos, que albergan
329
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
formaciones exclusivas del ámbito de estudio y presentan ambas un escaso areal, tanto a nivel local como
ibérico. Los otros cuatro tipos de hábitats prioritarios son las formaciones arbustivas de Juniperus (Rhamno
lycioidis-Juniperetum phoeniceae), algunos bosques de Pinus salzmanii (Junipero phoeniceae-Pinetum salzmanii) y,
restringidos a ambientes muy concretos, la vegetación ligada a manantiales petrificantes y los pastizales rupícolas.
9533 Pinares mediterráneos de pinos negros endémicos (Pinus salzmannii, Pinus clusiana) 7.509.220
853342 +Junipero phoeniceae-Pinetum salzmannii+ Valle, Mota & Gómez Mercado 1988 7.451.875
853341 +Daphno hispanicae-Pinetum sylvestris+ Rivas-Martínez 1964 subas. +pinetosum clusianae+ Rivas Goday 1968 57.345
1310 Vegetación anual pionera con Salicornia y otras especies de zonas fangosas o arenosas 43
1410 Pastizales salinos mediterráneos (Juncetalia maritimi) 25.671
1420 Matorrales halófilos mediterráneos y termoatlánticos (Sarcocornetea fructicosae) 551.960
1430 Matorrales halo-nitrófilos (Pegano-Salsoletea) 465.493
3140 Aguas oligomesotróficas calcáreas con vegetación béntica de Chara spp. 36.579
3150 Lagos eutróficos naturales con vegetación Magnopotamion o Hydrocharition 22.559
3250 Ríos mediterráneos de caudal permanente con Glaucium flavum 309.460
3280 Ríos mediterráneos de caudal permanente del Paspalo-Agrostidion con cortinas vegetales ribereñas de Salix y Populus alba 12.051
4090 Brezales oromediterráneos endémicos con aliaga 138.296.669
330
Comunidades bióticas y biodiversidad
Superficie del Altiplano con algún hábitat de la Directiva hábitats (m2)* 262.590.595
Superficie del Altiplano con algún hábitat prioritario (m2)* 158.012.875
331
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Las formaciones halófilas de carácter prioritario son asociaciones ricas en plantas perennes de estructura
arrosetada (Limonium spp.), o gramíneas tales como Lygeum spartum, que ocupan suelos con formación de
eflorescencias salinas debido a la evaporación de aguas cargadas de sales.
En el Altiplano concurren dos asociaciones propias de estos ambientes: una de carácter endémico local y
otra de distribución más amplia (Rivas-Martínez y Penas, 2003). Ambas se encuentran confinadas a deter-
minados lugares de la hoya de Baza, en las inmediaciones del río Baza, Venta del Peral y Salado del Margen,
en Cúllar (Lendínez et al., 2004), y el de Galera (Salazar com. pers.). De acuerdo con la cartografía oficial
de la Consejería de Medio Ambiente, los hábitats de estepas salinas ocuparían en el Altiplano únicamente
una superficie ligeramente superior a las 19 ha.
Por un lado, se trata de los matorrales halófilos guadijeño-bastetanos y alicantinos (Rivas-Martínez y Penas,
2003) pertenecientes a la asociación Limonio delicatuli-Gypsophiletum tomentosae, definida por los taxones
Gypsophila tomentosa, Limonium delicatulum y Limonium supinum. Más concretamente se describe para el
territorio la subasociación limonietosum maji, endémica del distrito Guadiciano-Bastetano caracterizada por
la presencia de los endemismos locales Limonium majus y L. minus (Salazar et al., 2002). Esta comunidad
entra en contacto con matorrales gipsícolas (Lepidion subulati), pero se desarrolla sobre suelos que retienen
mayor humedad. La distribución de este ambiente prioritario se limita a varios enclaves en la hoya de Baza,
de necesaria protección debido a su escasez, el carácter endémico local y la significativa cantidad de especies
halófilas que sustenta dicha formación (Lendínez et al., 2004).
332
Comunidades bióticas y biodiversidad
Por otro lado se presentan los albardinales (Senecioni castellani/auriculae-Lygeetum sparti), de distribución
más amplia pero que también suponen una superficie escasa en el territorio. Se desarrollan sobre suelos sujetos
a desecación prolongada pero con eflorescencias salinas, sobre todo de sulfatos. Las especies que caracterizan
a la formación son Senecio auricula subsp. auricula, Lepidium cardamines y Limonium dichotomum, además de
Lygeum spartum y con frecuencia Puccinellia fasciculata.
Se debe indicar aquí que la cartografía de 1998, a diferencia de la elaborada posteriormente por el Ministerio,
no incluye la primera de estas dos asociaciones, cuya presencia está constatada en el territorio (Salazar et
al., 2002; Lendínez et al., 2004), y tan solo contempla parcialmente algunas localidades de la segunda, un
conjunto de pequeñas áreas dispersas en Baza, Cúllar y Galera, excluyendo otras importantes cuyo caso más
relevante es Benamaurel. Autores como Lendínez et al. (2004) indican una superficie total para los saladares
de unas 180 ha.
En general, estos hábitats contienen numerosas especies exclusivas de la depresión de Baza o de interés
a nivel regional y nacional, presentando aquí sus únicas localidades andaluzas. De acuerdo a la propuesta
de Lendínez et al. (2004) para la adecuada protección de este tipo de hábitat, sería conveniente realizar una
cartografía de detalle al menos en las localidades más interesantes. Ésta debiera ser la base cartográfica
sobre la que pudiera posteriormente implementarse un sistema de conservación y restauración de estos
hábitats, por ejemplo mediante el establecimiento de una red de microrreservas similar a la existente en
otras comunidades autónomas. En este sentido, merecen especial atención los saladares del arroyo Salado
del Margen, por ser los mejor conservados y extensos, así como los próximos al río Baza y al núcleo de
población de Galera, estos últimos más deteriorados y amenazados por la acción humana (Salazar, 2002
y com. pers.).
La vegetación asentada sobre suelos ricos en yeso posee una extrema originalidad e importancia de cara
a la conservación de la biodiversidad. En la Península Ibérica estas formaciones corresponden a un sólo
orden fitosociológico de carácter endémico (Gypsophiletalia) que integra todas las formaciones gipsícolas
peninsulares, todas a su vez también consideradas ambientes prioritarios en la Directiva Hábitat. Se trata
de formaciones abiertas caracterizadas por la presencia de especies gipsófilas de los géneros Gypsophila y
Lepidium, acompañadas de representantes de los géneros Thymus, Helianthemum, Teucrium, Centaurea,
Jurinea, Santolina y Frankenia.
Entre estas formaciones vegetales, conocidas también como aljezares, pueden distinguirse cuatro grandes
grupos en la Península Ibérica: Meseta, Levante, Ebro y Sureste (Garrido et al., 2004). De ellos, el corres-
pondiente al sureste ibérico, del cual participa el Altiplano, es el más importante en cuanto a la diversidad
de especies.
Se trata de tomillares gipsícolas mesomediterráneos secos, propios del distrito Guadijeño-Baztetano (Jurineo
pinnatae-Gypsophiletum struthii), que se caracterizan por la presencia de Jurinea pinnata, Reseda suffruticosa
y Teucrium pumilum. Según la cartografía de referencia ocupan menos de 22 ha, todas en la hoya de Baza, lo
333
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
cual contrasta enormemente con la información de otras fuentes cartográficas más recientes y las evidencias
sobre el terreno. Realmente este tipo de hábitat puede ocupar actualmente en el Altiplano una superficie de al
menos 9.000 ha en las zonas con mayor cobertura y presentarse con menor protagonismo en otras 11.000 ha
más, fundamentalmente en la hoya de Baza pero también extendiéndose hacia el sureste de Jaén (Inventario
de hábitats naturales y seminaturales de España, 2003), e incluso hacia las zonas más interiores de la hoya
de Guadix (mapa de vegetación forestal, 2006).
Dada la justificada importancia de estas formaciones del Altiplano, tanto en el contexto local como a
mayores niveles, queda patente la necesidad de incrementar los esfuerzos para su correcta cartografía y pre-
servación. En este caso, además, existe una importante representación de sustratos gipsícolas sobre monte
público, susceptibles de ser conservados y/o restaurados con mayor facilidad.
Entre los ambientes prioritarios de la Directiva, existe una representación en el Altiplano de céspedes
calcáreos (Sedetum micrantho-sediformis) que ocupan una superficie próxima a las 41 ha. Estas formaciones,
encabezadas por Sedum sediforme y otras plantas vivaces de hojas suculentas, colonizan litosuelos asentados
sobre afloramientos rocosos calcáreos, con ombroclima desde semiárido a subhúmedo. En el Altiplano estos
hábitats se encuentran exclusivamente en dos enclaves, ubicados ambos en la base de la Sierra de Baza-
Filabres (Serón y Baza).
334
Comunidades bióticas y biodiversidad
La Directiva Hábitat considera prioritaria la conservación de ciertos prados y pastizales muy valiosos en Europa
al constituir un importante refugio de biodiversidad para numerosas especies raras o endémicas. Para la Península
Ibérica dicha Directiva recoge una amplia gama de estos ecosistemas, muchos de ellos exclusivos de España.
En el Altiplano se encuentran diversos tipos de pastizales de carácter xerofítico que en total abarcan una
superficie de aproximadamente 22.400 ha, siendo con diferencia el hábitat prioritario con mayor extensión
sobre el territorio (Tabla 8.16.). Se diferencian seis subtipos, dos de los cuales aparecen de forma marginal al
este del territorio y el resto corresponden a lastonares de Brachypodium retusum y pastizales anuales efímeros
de la asociación Saxifrago tridactylitae-Hornungietum petraeae.
Los lastonares son los más extendidos y comprenden tres asociaciones distintas, siendo Phomido lychnitidis-
Brachypodietum retusi (ramosi) la de mayor importancia superficial respecto al conjunto de hábitats prioritarios
del Altiplano. Le siguen Teucrio pseudochamaepytios-Brachypodietum retusi y Ruto angustifoliae-Brachypodietum
retusi respectivamente, que se distribuyen por la zona oriental del territorio. Este último, de distribución
castellano aragonesa, se introduce puntualmente en el territorio por el extremo nororiental. Pero se trata en
general de formaciones de similar composición florística encabezadas por Brachypodium retusum y desarrolladas
sobre suelos calcáreos, poco profundos y secos. Otras especies características son Phlomis lychnitis y diversos
Allium u orquídeas (Ophrys spp. y Orchis spp.). Según la cartografía oficial andaluza, las formaciones de
Phlomido lychnitidis-Brachypodietum retusi se distribuyen por la hoya de Guadix y el sureste de Jaén, donde
entran a formar parte de una considerable extensión de montes públicos, entre los que están, por ejemplo,
Cortijo Conejo (Guadix), Dehesa del Guadiana (Quesada) o Bernales (Huesa). No obstante, destaca en esta
Panorámica del extremo noroccidental del Altiplano, en Jódar, con pastizales del Thero-
Brachypodietea intercalados con espartales y otros tipos de hábitats. JMD
335
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
cartografía la drástica ruptura de continuidad del hábitat entre hojas contiguas 1:50.000, lo que apunta a la
existencia de severas diferencias en los criterios seguidos por los distintos equipos para su identificación en
campo. De hecho, las otras fuentes cartográficas posteriores apuntan una mayor extensión de este hábitat
en el Altiplano (mapa de vegetación forestal de Andalucía) y de forma muy notable en la zona central de
la hoya de Guadix (Cartografía de los hábitats naturales y seminaturales. Ministerio de Medio Ambiente,
2003), pudiendo alcanzar en total unas 32.500 ha.
Por su parte, los pastizales anuales (Saxifrago tridactylitae-Hornungietum petraeae), desarrollados también
sobre suelos en general calcáreos, colonizan amplias áreas del interior peninsular extendiéndose hacia las
provincias Bética y Murciano Almeriense. En el Altiplano se localizan principalmente en dos zonas, en torno
al municipio de Alamedilla y en buena parte del sureste de Jaén, donde confluyen frecuentemente con los
pastizales de Phomido lychnitidis-Brachypodietum ramosi, anteriormente referidos.
Aunque con una ínfima representación de tan solo 98 m2, concurre en el Altiplano el hábitat de carácter
prioritario conformado por comunidades briocormofíticas que colonizan roquedos o taludes rezumantes y
umbríos, en acequias o manantiales de naturaleza calcárea. La formación vegetal presente en el territorio,
denominada Trachelio coeruleae-Adiantetum capilli veneris, se caracteriza florísticamente por la presencia
de Trachelium caeruleum, Adiantum capillus-veneris, Eucladium verticillatum y Pteris vittata. En general se
distribuye por la zona ibérica meridional, presentando en el Altiplano dos pequeños enclaves ligados al río
Guardal (Castilléjar-Huéscar).
336
Comunidades bióticas y biodiversidad
Campos de Puebla de Don Fadrique. Al fondo, las elevaciones que cierran al norte el
Altiplano albergando bosquetes endémicos de Juniperus spp. FMB
De forma minoritaria aparecen también otras formaciones correspondientes a la asociación Daphno his-
panicae-Pinetum sylvestris en la periferia de la Sierra de Cazorla, concretamente en t.m. de Hinojares.
De las formaciones incluidas en la Directiva Hábitat, resultan también destacables otras de carácter no
prioritario que confluyen en el territorio. Se trata de 23 tipos de hábitats (Tabla 8.16.), que comprenden
ambientes tan dispares como la vegetación halofítica, hábitats de agua dulce corriente o estancada, brezales
y matorrales de zona templada, matorrales esclerófilos, formaciones herbosas naturales y seminaturales,
337
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Fuente: Cartografía de los hábitat de la Directiva 92/43/CEE. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía, 1998
Zonas subestépicas de gramíneas y Estepas salinas mediterráneas (1510) Manantiales petrificantes con formaciones
anuales del Thero-Brachypodletea de tuf (Craoneurion) (7220)
Senecioni auriculae-Lygeetum sparti (151033)
Teucrio pseudochamaeytis-Brachypodietum retusi (52207B) Trachelio coeruleae-Adiantetum capilli-veneris (622027)
Ruto angustifoliae-Brachypodietum retusi (522079)
Saxifrago tridactylitae-Homungietum petraeae (5220E) Vegetación gipsicola ibérica (1520) Bosques mediterráneos endémicos de Juniperus (9561)
Phlomido lychnitidis-Brachypodietum retusi (522076) Jurineo pinnatae-Gypsophiletum struthii (152033) Rhamno lycioidis-Juniperetumphoeniceae (856132)
Pinares mediterráneos de pinos Prados calcáreos kársticos (6110)
negros endémicos (9533) Límite del Altiplano
Sedetum micrantho-sediformis (511021) Límite autonómico
Daphno hispanicae-Pinetum sylvestris (853341)
Junipero phoeniceae-Pinetum salzmannii (853342) Límite provincial
338
Comunidades bióticas y biodiversidad
hábitats rocosos y bosques. Estas 23 tipologías se corresponden con 51 asociaciones vegetales, de las que 14
de ellas son exclusivas o casi exclusivas de Andalucía (Tabla 8.17.).
Las clases más destacables en relación con la superficie que ocupan (Tabla 8.16) son, por este orden, los
brezales oromediterráneos endémicos con aliaga (cód. 4090), las dehesas y encinares de Quercus spp. (cód.
6310 y 9340), la vegetación casmofítica de carácter calcícola (cód. 8211), los roquedos silíceos (cód. 8230), los
matorrales arborescentes de Juniperus spp. (cód. 5210) y las formaciones de ribera correspondientes a los “bos-
ques en galería de Salix y Populus alba” (cód 92A0) y a arbustedas, tarayales y espinales ribereños (cód. 92D0).
Así, entre los matorrales resalta la presencia de los llamados “brezales endémicos con aliaga”, matorrales
primarios de mediano porte y cobertura, con frecuencia almohadillados. En su composición florística do-
minan las labiadas y compuestas, pudiendo llegar a hacerlo las genisteas. Algunos de ellos son propios del
sector biogeográfico Guadijeño-Bacense o compartidos con sectores colindantes, como los romerales de
Cistus clusii o el matorral calcícola caracterizado por Sideritis leucantha subsp. incana, Arenaria arcuatociliata,
Thymus longiflorus, etc.
Entre las formaciones arbóreas más características se encuentran las dehesas y encinares de la asociación
Paeonio coriaceae-Quercetum rotundifoliae (cód. 9340 y 6310), que en condiciones óptimas son densos y ricos
en especies, llegando a albergar un alto número de endemismos béticos.
339
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Sarcocapnetum crassifoliae. Acercándose a la zona manchega, sobre oquedades y grietas prosperan comuni-
dades caracterizadas por Hypericum ericoides (cód. 8230) al que acompañan Galium balearicum y Sideritis
sericea, entre otras.
De arboledas de Juniperus spp. se encuentran varios tipos de formaciones que en teoría se definen como
coscojares, pero de las que participan especies del género Juniperus. Sirva como ejemplo la asociación Rhamno
lycioidis-Quercetum cocciferae, que con frecuencia se halla coronada por la sabina mora (Juniperus phoenicea)
y el pino carrasco (Pinus halepensis).
En el entorno ribereño cabe referir la presencia de saucedas y choperas de la asociación Rubio tinctorum-
Populetum albae (cód. 92A0), dominadas por el álamo blanco, en las que son frecuentes otros árboles como
Populus nigra o Salix neotricha y en ocasiones Tamarix gallica. Por otro lado destaca la presencia de adelfares
(Rubo ulmifolii-Nerietum oleandri) en las ramblas y tarayales encabezados por Tamarix gallica (Tamaricetum
gallicae), ambos englobados bajo el código 92D0.
Otras formaciones de importancia, no por la superficie que ocupan sino por su exclusividad a nivel local
o regional, son aquellas también propias de saladares que, si bien no han sido consideradas como hábitats
prioritarios, destacan por su originalidad y contenido en taxones escasos o amenazados de extinción.
Entre la vegetación halófila de mayor importancia a nivel local destacan, además de la ya citada asociación
prioritaria Limonio delicatuli-Gypsophiletum tomentosae, otras dos formaciones de carácter endémico local
propias del sector Guadiciano-Bastetano (Lendínez et al., 2004). Son los juncales halófilos lacustres Caro
foetidi-Juncetum maritimi (Cód. 1410), desarrollados sobre sustratos yesíferos y bajo ombroclima semiárido, y
Centaureo dracunculifoliae-Dorycnietum gracilis, un herbazal–juncal moderadamente halófilo, definido por
la combinación de Dorycnium gracile, Centaurea dracunculifolia, Lotus corniculatus subsp. preslii y Centaurea
dracunculifolia que acoge una importante cifra de taxones endémicos, raros y amenazados (Lendínez et al.,
340
Comunidades bióticas y biodiversidad
2004; Rivas-Martínez y Penas, 2003, Salazar et al., 2001). Esta última asociación no está incluida en la car-
tografía de referencia pero sí en trabajos de otros estudiosos de la zona (Salazar et al., 2002, Lendínez et al.,
2004) y posteriores cartografías de hábitat (Rivas-Martínez y Penas, 2003), por lo que se puede asumir como
parte del conjunto de hábitats de interés comunitario perteneciente al tipo codificado como 1410.
También como parte de la vegetación halófila cabe hacer mención a otras formaciones halófilas y halonitró-
filas referidas también en los apartados de vegetación. Destacan a este nivel las comunidades de Microcnemetum
coralloidis, muy escasas en el territorio y conformadas prácticamente por la especie amenazada que la nomina.
En el caso de los matorrales halonitrófilos, se presenta la asociación Salsolo oppositifoliae-Suaedetum-verae y
destaca con carácter exclusivo regional Atriplicetum glauco-halimi (cód. 1430), dominado por Atriplex halimus.
Estos se desarrollan sobre suelos compactos y antropizados, en ocasiones con cierto grado de hidromorfía.
Por último, citar también las praderas de almajo salado Cistancho phelypeae-Arthrocnemetum fruticosi (cód.
1420), asociaciones halófilas dominadas por Arthrocnemum fruticosi y en ocasiones por A. macrostachyum,
con presencia de la especie parásita Cistanche phelipaea subsp. lutea.
Tabla 8.17. Relación de asociaciones de hábitats no prioritarios de la Directiva 92/43/CEE presentes en el territorio.
341
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
5210 421014 +Rhamno lycioidis-Quercetum cocciferae+ Br.-Bl. & O. Bolós 1954 (coscojares con +Juniperus)
5334 43345B * +Thymo gracilis-Lavanduletum lanatae+ Pérez Raya 1987
5335 433522 * +Bupleuro gibraltarici-Ononidetum speciosae+ Rivas Goday & Rivas-Martínez 1969
5335 433524 +Genisto scorpii-Retametum sphaerocarpae+ Rivas-Martínez ex V. Fuente 1986
5335 433529 * +Ulici-Genistetum speciosae+ Rivas Goday & Rivas-Martínez 1969
6175 517522 * +Coronillo minimae-Astragaletum nummularioidis+ Pérez Raya 1987
6175 517526 +Seseli granatensis-Festucetum hystricis+ Martínez Parras et al. 1987
6310 531016 Dehesas de +Paeonio coriaceae-Quercetum rotundifoliae+ Rivas-Martínez 1964
6420 542015 +Cirsio monspessulani-Holoschoenetum+ Br.-Bl. 1931
6420 54201J +Lysimachio ephemeri-Holoschoenetum+ Rivas Goday & Borja 1961
6431 543112 +Arundini-Convolvuletum sepium+ Tüxen & Oberdorfer ex O. Bolós 1962
8211 721114 * +Jasonio glutinosae-Teucrietum rotundifolii+ Pérez Raya & Molero Mesa 1988
8211 721185 +Jasiono minutae-Saxifragetum rigoi+ Mota et al.1991
8211 721189 * +Sarcocapnetum crassifoliae+ Cuatrecasas ex Esteve & Fernández Casas 1971
8230 723040 +Hypericion ericoidis+ Esteve 1967
9240 824013 +Daphno latifoliae-Aceretum granatensis+ Rivas-Martínez 1964 (quejigares)
92A0 82A0 Saucedas y choperas mediterráneas
92A0 82A034 +Rubio tinctorum-Populetum albae+ Br.-Bl. & O. Bolós 1958
92A0 82A041 +Aro italici-Ulmetum minoris+ Rivas-Martínez ex G. López 1976
92A0 82A061 +Salicetum discoloro-angustifoliae+ Rivas-Martínez ex G. López 1976 corr. Alcaraz et al. 1991
92A0 82A062 +Salicetum neotrichae+ Br.-Bl. & O. Bolós 1958
92D0 82D021 +Agrostio stoloniferae-Tamaricetum canariensis+ Cirujano 1981
92D0 82D033 +Rubo ulmifolii-Nerietum oleandri+ O. Bolós 1956
9340 834011 * +Adenocarpo decorticantis-Quercetum rotundifoliae+ Rivas-Martínez 1987
9340 834012 +Berberido hispanicae-Quercetum rotundifoliae+ Rivas-Martínez 1987
9340 834015 * +Paeonio coriaceae-Quercetum rotundifoliae+ Rivas-Martínez 1964
9340 834034 +Quercetum rotundifoliae+ Br.-Bl. & O. Bolós 1958
9540 854012 * +Rhamno myrtifolii-Juniperetum phoeniceae+ Molero Mesa & Pérez Raya 1987
Fuente: Inventario de hábitats de interés comunitario de Andalucía, Consejería de Medio Ambiente, 1998. Elaboración propia.
342
Comunidades bióticas y biodiversidad
Fuente: Cartografía de los hábitat de la Directiva 92/43/CEE. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía, 1998
343
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La representación de los sustratos de yesos en el Altiplano es muy superior a lo que sugiere la cartografía actual de hábitats. En la imagen, laderas
en Los Cotos, Pozo Alcón. MY
Centrando la atención en los hábitats prioritarios, la diferencia es muy notable en algunas tipologías,
particularmente en las dos clases más singulares del territorio, las estepas salinas y yesosas, hábitats ambos
estrechamente relacionados con unas especiales condiciones del suelo. También se observan considerables
diferencias en cuanto a la extensión y los límites de determinados pastizales xerofíticos de carácter prioritario,
concretamente del tipo Phomido lychnitidis-Brachypodietum retusi que según otras fuentes cartográficas estarían
mucho más extendidos por el Altiplano. Algunas de estas deficiencias han sido parcialmente subsanadas por
la Consejería de Medio Ambiente en posteriores cartografías temáticas pero aún no están integradas en la
cartografía de referencia para hábitat de interés comunitario.
El caso de la vegetación gipsícola en el Altiplano cobra especial importancia, debido a que su representa-
ción en la cartografía de referencia y en la propuesta de LIC es ínfima en relación al areal que ocupa según,
por ejemplo, la cartografía de vegetación forestal (E/1:10.000) elaborada por la propia Consejería de Medio
Ambiente. A ello se añade que la Comisión Europea considera que en lo concerniente al territorio español,
no se puede afirmar que la Red Natura esté completa en cuanto a este tipo de hábitat prioritario, así como
a otros tantos presentes en el territorio (Diario Oficial de la Comunidad Europea: D.O. L 259 de 21.9.2006).
Por tanto, al menos en el contexto del Altiplano, se entiende muy deseable que desde la Consejería de
Medio Ambiente se acometa una revisión de la cartografía de hábitats, especialmente para aquellos consi-
derados prioritarios, unificando los criterios y la información preexistente, para convertirlos en objeto de
proyectos de restauración sobre monte público y, asimismo, estudiar la posibilidad de arbitrar una red de
microrreservas sobre aquellos enclaves de mayor valor.
344
Comunidades bióticas y biodiversidad
8.3. Fauna
A lo largo de la historia se han descubierto más de 1,5 millones de especies animales y en la actualidad
siguen describiéndose miles cada año. Algunos zoólogos estiman que las especies conocidas hasta hoy
apenas suponen el 20% de las existentes y menos del 1% de todas las que existieron en el pasado (Hickman
et al., 2006).
Ahora bien, la información disponible para los distintos grupos de fauna no es homogénea, existiendo
grandes diferencias entre vertebrados e invertebrados, tanto a nivel del número de especies por catalogar, co-
mo de su autoecología y área de distribución real. Esto es una circunstancia general en la fauna y el Altiplano
no es a este respecto una excepción.
De todas las especies faunísticas del Altiplano serán aquí tratadas con mayor profusión las aves y en parti-
cular dos grupos, las aves esteparias y las rapaces rupícolas. Las primeras, como su propio nombre indica, por
ser exclusivas de medios esteparios, y las segundas por mantener subpoblaciones densas y bien conocidas en
este contexto, nidificando mayoritariamente en el cinturón de sierras circundante pero utilizando de forma
cotidiana el ámbito de estudio. El caso de los inverte-
brados es bien distinto y así la información disponi-
ble no es homogénea ni de gran detalle, a pesar de la
importancia que tienen tanto a nivel de la riqueza de
especies como del alto grado de relación existente entre
determinados grupos y los medios semiáridos.
Invertebrados
La mayor contribución de la fauna a la biodiversidad proviene del grupo de los invertebrados. Suponen en
torno al 97% de las especies animales descritas en el mundo y cerca del 89% son artrópodos (Wilson, 1988).
Los artrópodos son del mismo modo los invertebrados dominantes en sistemas áridos, no obstante la fauna
de estos ambientes incluye también moluscos, anélidos y nematodos, capaces de sobrevivir en condiciones
de elevada salinidad, alta desecación y temperaturas extremas.
345
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Cualquier tipo de hábitat posee una cierta variabili- Por último, para hacer frente a la escasez de recursos
dad, pero en los semiáridos se hace particularmente tróficos de estos ambientes, la fauna ha desarrollado
alta debido a que la escasa dos estrategias marcadamente diferenciadas, como
vegetación no actúa como son las dietas generalistas y especializadas. Las espe-
amortiguador de los cam- cies que han adoptado evolutivamente la estrategia
bios de temperatura o de la de una dieta generalista pueden explotar un vasto
evaporación. Ello acentúa espectro de recursos, lo que constituye una indu-
la importancia de determi- dable ventaja. Asimismo la especialización trófica
nados microhábitats en los aparece también en especies adaptadas a explotar
que se acumulan humedad recursos abundantes y predecibles (Hódar, 1995, Hó-
y nutrientes, o donde se dan dar et al., 1996; Hódar and Sánchez-Piñero, 2002).
condiciones más favorables
de temperatura o insolación La necesidad de estas adaptaciones para sobrevivir
(Sánchez-Piñero, 2006). a condiciones extremas y escasez de recursos trófi-
cos, limita las especies que pueden formar parte de
La fauna de zonas semiá- la comunidad. Tal situación origina en gran medida
ridas y áridas, con objeto la aparición de una fauna integrada tanto por espe-
de adaptarse a las condi- cies exclusivas de este tipo de ambientes como por
ciones extremas, ha evolu- otras generalistas capaces de soportar condiciones
cionado desarrollando una muy diversas. Estos factores ecológicos desempe-
Nido de terrera común, serie de adaptaciones que ñan un papel esencial como determinantes de la di-
orientado al Norte para
pueden agruparse en tres versidad y singularidad faunística que albergan en
minimizar la insolación. JHB
grandes tipos. la actualidad los ambientes semiáridos andaluces.
346
Comunidades bióticas y biodiversidad
La filogenia de los artrópodos revela que la cuenca Mediterránea es un área de historia biogeográfica
compleja donde se repiten eventos de dispersión y vicarianza, la especiación resultante de la separación y
el subsecuente aislamiento de porciones de una población original. En este entorno geográfico se recono-
cen numerosas áreas de endemismos tales como la Península Ibérica, Alpes, Balcanes, Magreb occidental y
oriental o Córcega y Cerdeña entre otros. No obstante, los resultados de los estudios filogenéticos también
muestran que un mismo área puede ser escenario de diferentes historias biogeográficas. Así, mientras la
Península Ibérica resulta ser área ancestral para algunos grupos, muestra una condición biogeográfica deri-
vada en otros (Martín-Piera y Sanmartín, 1999).
Las zonas áridas en general destacan por la importancia y singularidad de su fauna invertebrada, adaptada
a las particulares condiciones del medio. Los invertebrados constituyen el grupo de fauna más importante,
tanto por su riqueza de especies como por la biomasa que suponen. En la Península destacan en este sentido
el área de los Monegros en Aragón y las zonas semiáridas del sureste peninsular, entre las que se encuentra
el Altiplano.
Los artrópodos constituyen el grupo dominante, aunque en estos medios, ya se ha dicho, cuentan también
con representación de otros grupos. Así, la fauna del sureste peninsular incluye moluscos como Iberus gual-
terianus (algunas de sus variedades geográficas) y anélidos como la lombriz de tierra Allolobophora caliginosa,
capaz de sobrevivir en condiciones de elevada salinidad, alta desecación y temperaturas extremas (Sánchez-
Piñero, 2006). Entre los artrópodos se engloba una elevada diversidad de especies de arácnidos, crustáceos,
miriápodos e insectos, con un componente importante de endemicidad. Por ejemplo, los endemismos propios
del sureste peninsular constituyen alrededor de un 11% de las especies de familias de coleópteros dominantes
en el ámbito de estudio (Barea et al., 2008).
A pesar de la importancia de este grupo de seres vivos, los invertebrados del semiárido andaluz han sido
comparativamente menos estudiados y con menor intensidad que el resto de elementos de fauna y flora
vascular. Asimismo debe tenerse en cuenta que esta zona no participa más que mínimamente en la Red de
Espacios Naturales de Andalucía (RENPA), a pesar de sus numerosos y característicos valores naturales,
lo que agudiza, si cabe, la necesidad de estudios detallados. En este sentido, los trabajos desarrollados en el
entorno por Sánchez-Piñero (2002 y 2006), Picazo (1995), Garrido (2005 y 2007) o Arrébola (2002), y en
ambientes semiáridos almerienses por Tinaut y Pascual (2004-2006) o Barranco (1993 y 2004), han supues-
to un importante avance, pero serían necesarios más estudios representativos de todo el Altiplano para el
deseable conocimiento y efectiva conservación de la biodiversidad.
El papel del Libro Rojo de los Invertebrados de Andalucía (Barea et al., 2008; en adelante LRIA) supone
un paso decisivo en favor de la protección de los mismos, pues se trata de una herramienta esencial para
la futura protección directa de, al menos, un número limitado de especies de las que se dispone de mayor
conocimiento. Indirectamente, las acciones encaminadas a la protección de éstas tendrá repercusión
en las numerosas especies que comparten hábitat con ellas y que, si bien son menos conocidas, pueden
presentar similar interés de conservación. Otras referencias importantes en la conservación de los
invertebrados han sido los proyectos desarrollados por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta
347
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Los animales dominantes en los medios áridos y semiáridos son, como en casi todos los ecosiste-
mas, los insectos. En la depresión de Guadix-Baza el 95% de las especies de invertebrados son artró-
podos, dominando las pertenecientes a los órdenes himenópteros y coleópteros. Otros órdenes de
insectos abundantes y de marcada originalidad en estos territorios son los ortópteros, hemípteros y
lepidópteros.
El ámbito de estudio incluye una de las diez zonas más importantes de Andalucía para la conservación
de los invertebrados continentales (Consejería de Medio Ambiente, 2006). Estos territorios destacan por
su riqueza en artrópodos y moluscos continentales amenazados, además de por la diversidad y singularidad
de especies, entre las que se pueden citar endemismos del sureste andaluz como el coleóptero Iberodorcadion
ferdinandi, el ortóptero Omocestus femoralis o el lepidóptero Heterogynis andalusica, propio éste último
de las zonas semiáridas de Granada y Almería. Y también especies raras como Longitarsus tunetanus, que
presenta sus dos únicos emplazamientos en España en las provincias de Zaragoza y Granada, aquí con-
cretamente en Baza. En particular la depresión de Baza posee enorme interés entomológico presentando
una elevada diversidad de entomofauna, con algunos taxones endémicos locales como el mencionado
Heterogynis andalusica o el ropalocero Euchloe bazae, que tiene aquí una subespecie diferenciada de la que
habita en Los Monegros (Back et al., 2005).
Entre los órdenes con mayor número de especies amenazadas en el Altiplano destacan los lepidópteros y
coleópteros, en concordancia con la propia diversidad de dichos grupos a todos los niveles.
En función de la catalogación realizada para la elaboración del LRIA (Barea et al., 2008), según criterios
de evaluación de la UICN (2001), se exponen a lo largo del presente apartado todas aquellas especies amena-
zadas características del Altiplano estepario o de presencia marginal que concurren en la zona, organizadas
en diez grupos: moluscos terrestres y de agua dulce, y artrópodos de los órdenes Aranei, Decapoda, Odonata,
Coleoptera, Lepidoptera, Plecoptera, Ephemeroptera y Orthoptera. Igualmente, se hace mención también a
otras especies de interés no amenazadas que han sido evaluadas para el citado Libro Rojo (categorías casi
amenazada, datos insuficientes y preocupación menor).
Las figuras de protección legal no amparan ninguna de las especies amenazadas aquí tratadas, con excep-
ción del cangrejo de río (Austropotamobius pallipes), incluido en el Catálogo Andaluz de Especies Amenazadas
aprobado por la Ley 8/2003, de 28 de octubre, de la Flora y la Fauna Silvestres.
4
Programa de actuaciones para la Conservación y uso Sostenible de los Caracoles Terrestres de andalucía (I)-2002-2005
5
Programa de actuaciones para la Conservación y uso Sostenible de los Caracoles Terrestres de andalucía -2005-2007
348
Comunidades bióticas y biodiversidad
Los moluscos de esta familia son un grupo diverso perteneciente al phyllum moluscos, de distribución cos-
mopolita e integrado por especies acuáticas de reducido tamaño (habitualmente inferior a 8 mm). La Península
Ibérica en general y Andalucía en particular, constituyen enclaves de gran valor para la conservación del
grupo, debido no sólo a la elevada diversidad de especies, sino también a que muchas de ellas son endémicas
y exclusivas de reducidas regiones geográficas (Arconada and Ramos, 2001). La Península Ibérica junto con
Italia y la región de los Balcanes constituyen centros evolutivos para este grupo de moluscos.
Pseudamnicola falkneri es un endemismo del sureste ibérico que tiene en el Altiplano una de sus tres pobla-
ciones andaluzas. Se localiza también en los municipios de Galera y Orce, en varias fuentes en los márgenes
del río Galera, donde fue descrita la especie.
349
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Milesiana schuelei
Melanopsis sp.
Milesiana schuelei,
Melanopsis sp., Pseudamnicola falkneri
Fuente: Barea et al., 2008
Por su parte, el género Melanopsis (familia Melanopsidae) ha sido evaluado en su conjunto como vulnera-
ble, incluyéndose de esta forma en el LRIA, a la espera de estudios detallados que clarifiquen sus problemas
taxonómicos, debidos a la amplia gama de caracteres intermedios entre tipos o especies. En Andalucía se
reconocen en principio tres especies bien diferenciadas por su concha; M. cariosa, M. lorcana y M. praemorsa,
cuyo estatus taxonómico está en discusión. Las poblaciones del Altiplano aún no pueden atribuirse clara-
mente a ninguna de ellas. Estas especies habitan medios acuáticos de diversa tipología tales como fuentes,
manantiales, acequias o balsas, si bien preferentemente de aguas duras y sustratos rocosos o consistentes.
MoLuSCoS TERRESTRES
En este grupo se encuentran los caracoles y las babosas, cuya principal diferencia radica en la presencia
de concha en el primer grupo y su ausencia en el segundo. Estas especies juegan un importante papel en los
ecosistemas ibéricos como alimento de numerosas especies de reptiles, anfibios, micromamíferos, insectos y
aves, que obtienen de ellos proteína y sales minerales. Otra función importante es la aireación y formación
de suelo. La malacofauna terrestre participa también de la dispersión de semillas, polen y esporas, interviene
350
Comunidades bióticas y biodiversidad
en la fertilización del suelo al reciclar la celulosa de la materia vegetal y facilita la desaparición de sus com-
ponentes inertes. Además destaca la importancia del potencial gastronómico de varias especies.
Por otro lado Helicella zujarensis, hasta el momento solo conocida en Granada, ocupa biotopos de roca
caliza, a una altitud entre los 700-1000 metros. La información disponible acerca de la especie no permite
un correcto diagnóstico de su estado de conservación, por lo que se ha asignado a la categoría de datos in-
suficientes. No obstante, el hecho de que solo haya sido encontrada en este área y no haya sido relocalizada
hace que requiera especial atención y revela la necesidad de estudios de detalle en la zona.
Otro elemento interesante es el endemismo ibérico Chondrina granatensis, localizado en el cerro Jabalcón
(Zújar) y varios puntos de las sierras periféricas a la depresión, donde ocupa superficies de rocas calizas
(Arrébola y Ruiz, 2008). Cabe referir también la presencia de otros endemismos de rango regional o ibérico
no amenazados. Se trata de Iberus gualterianus morfo angustatus y morfo campesinus, ambos de tendencia xe-
rófila y endémicos de Andalucía, así como los endemismos ibéricos Helicella madritensis, Xerocrassa murcica,
Xerosecta promissa e Iberus gualterianus morfo alonensis.
351
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Orculella bulgarica
Orculella bulgarica (cita bibliográfica)
Chondrina granatensis
Fuente: Barea et al., 2008
Helicella zujarensis, Chondrina granatensis
aRáCnIdoS
La araña negra de los Alcornocales (Macrothele calpeiana) es la de mayor tamaño de toda Europa, hasta el
momento sólo conocida en el sur peninsular. Habita zonas de alcornocal o bosques mixtos de altitud media y
no muy fríos (Barea et al., 2008). Aparte de su escasez, su singularidad radica en que junto con M. cretica, son
los dos únicos representantes de la familia Hexathelidae en Europa, mientras el resto de especies se distribuyen
por África central y Asia (Fauna Europaea Web Service, 2004). En el territorio ibérico es la única especie del
género (Iberfauna, 2000-2007). Las localidades más cercanas a la depresión de Guadix-Baza se encuentran
en Sierra Arana y Parapanda, no obstante, presenta localizaciones muy próximas al Altiplano en Diezma y
muy probablemente alcancen el mismo en las zonas periféricas de microclima algo más húmedo.
Por su singularidad y valor científico, ostenta la categoría de vulnerable en el LRIA (Barea et al., 2008).
dECáPodoS
Una especie emblemática tanto de esta zona como de otros muchos cauces calcáreos de Andalucía es el
cangrejo de río (Austropotamobius pallipes). Este endemismo europeo se encuentra en una grave situación a nivel
352
Comunidades bióticas y biodiversidad
En definitiva, no se conoce la presencia actual en el área de estudio, si bien no puede descartarse total-
mente que haya subsistido de forma marginal en algún enclave puntual aislado. Podría considerarse su futura
reintroducción a partir de ejemplares criados en cautividad en aquellos cauces del territorio que aún reúnan
las condiciones adecuadas y estén aislados de la influencia del cangrejo rojo americano.
odonaToS
Dentro de este orden cabe referir varias especies por distintos motivos. En primer lugar, aclarar que la es-
pecie Ophiogomphus cecilia, incluida tanto en la Directiva Hábitats como en el Catálogo Andaluz de Especies
Amenazadas, ya que se creía presente en Andalucía (Guadalquivir y dentro del Altiplano, en el Guadiana
Menor), si bien recientemente, en una revisión de sus citas se ha descartado su presencia en la región. Es
probable que fuese inicialmente confundida con otra especie de la misma familia (Ferreras Romero com.
pers.). Por tanto, en el Altiplano actualmente no hay presencia de ningún odonato amenazado incluido en
el Libro Rojo de losInvertebrados de Andalucía.
Ahora bien, algunas especies del género Coenagrion catalogadas como vulnerables en dicho Libro Rojo
(C. caerulescens, C. mercuriale y C. scitulum) se presentan en entornos relativamente cercanos, como Sierra
Arana, concretamente en el río Fardes, y alguna podría adentrarse en territorio del Altiplano, no obstante
resulta poco probable debido a la ecología de estas especies.
353
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
EfEMERÓPTERoS
Los efemerópteros, también conocidos como efémeras, presentan una forma de vida adulta aérea de corta
duración y un estado juvenil acuático. Los componentes de este grupo desempeñan un importante papel
como detritívoros y filtradores, y se consideran bioindicadores de la buena calidad del agua por su elevada
sensibilidad a la contaminación. En general, se asocian a ríos y arroyos de aguas rápidas, frías y oxigenadas,
por lo que su presencia en el Altiplano está restringida a los pocos hábitats favorables.
Tan solo se conoce una especie amenazada para la zona Torleya nazarita, que presenta en el Altiplano una
única localidad en el río Castril. La distribución de esta especie endémica de Andalucía oriental se limita a
unas pocas localidades en Granada, todas en la cuenca del Guadalquivir.
Otras especies destacables para la zona, por su escasez tanto a nivel local como nacional, son el ende-
mismo iberonorteafricano Pseudocloeon neglectus, distribuido por España y Argelia6, y Rhithrogena marcosi
distribuida por España y Bulgaria7 y cuyas localizaciones conocidas se restringen a las provincias de Jaén y
Granada (Alba Tercedor com. pers.).
oRTÓPTERoS
Los ortópteros constituyen un orden de insectos de tamaño relativamente grande, a menudo de co-
lores atractivos y algunos de ellos con incidencia económica. Comprende formas tan típicas como los
grillos, chicharras, cigarrones y grillotopos o alacranes cebolleros. En general son fitófagos, aunque
existen especies depredadoras. Se reconocen hoy día más de 400 especies de ortópteros para la fauna
iberobalear (Pascual, 2006) de las cuales una buena parte son endémicas y cerca de 200 están presentes
en Andalucía. Entre las especies andaluzas destacan casi una treintena de endemismos de distribución
muy restringida.
6
http://www.gbif.es/ Records 6590480 (argelia) y yuq7zszGv7y1iezEyjoWka (España).
7
http://www.gbif.es/ Records:5ynSmrtMqesmxLySkjBcfa y MSoHq1s+asKlPqq4yzgqow
354
Comunidades bióticas y biodiversidad
omocestus femoralis
VULNERABLE ACRIDIDAE Sphingonotus octofasciatus
dericorys carthagenovae
Dericorys carthagenovae es un endemismo del sureste ibérico que ocupa matorrales xerofíticos del tipo
tomillar-espartal en medios semiáridos y áridos (Barranco y Pascual, 1993).
Omocestus femoralis
Sphingonotus octofasciatus
Sphingonotus octofasciatus,
Dericorys carthagenovae
Sphingonotus octofasciatus es propia de zonas esteparias xéricas del norte de África, Asia y Oriente próximo,
y cuya presencia en la Península se limita a la depresión de Guadix-Baza. En el ámbito de estudio selecciona
355
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
PLECÓPTERoS
Grupo de insectos que presenta una fase juvenil acuática y una adulta
de vida aérea y breve que no suele alejarse de las aguas donde se ha de-
sarrollado. Por lo general están asociados a cursos de agua rápidos, fríos
y oxigenados. Por estos condicionantes, los plecópteros son escasos en
zonas áridas y las especies presentes no son particularmente destacables
Ejemplares de Sphingonotus octofasciatus. PB en general.
356
Comunidades bióticas y biodiversidad
CoLEÓPTERoS
Entre las zonas de mayor interés para la conservación de los coleópteros se encuentra sin duda la depre-
sión de Guadix-Baza, por su importancia y riqueza en especies (Sánchez-Piñero, 2002 y 2006; Consejería de
Medio Ambiente, 2005-2007). Esta cuenca sedimentaria posee una rica e interesante fauna de coleópteros
endémicos y característicos de estos ecosistemas, debido especialmente a sus condiciones extremas y escasez
de recursos, lo que supone una importante limitación para la colonización general de la fauna.
Las especies de coleópteros amenazados que tienen poblaciones en esta área son Iberodorcadion ferdinan-
di, Ocladius grandii, Longitarsus tunetanus y Meloe nanus, así como dos especies de escarabajos peloteros del
género Scarabaeus (S. sacer y S. puncticollis), todos ellos calificados como vulnerables (Barea et al., 2008).
Iberodorcadion ferdinandi es una especie exclusiva de Andalucía, de la que tan solo se conocen cinco lo-
calidades situadas entre las provincias de Granada y Almería, bastante separadas entre sí y asociadas en su
mayoría al entorno del Altiplano, donde es algo más frecuente (poblaciones de Galera, Huéscar y La Puebla
de Don Fadrique) pero siempre confinada al entorno de cursos de agua.
Ocladius grandii es el único representante del género en Europa (Fauna Europaea, 2004)8 y además endé-
mico del sureste español, donde ocupa áreas semidesérticas. Tan solo cuenta con tres poblaciones conocidas
y una de ellas en el Altiplano, concretamente en el Barranco del Espartal (Baza).
8
www faunaeur.org.
357
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Longitarsus tunetanus,
Scarabaeus sacer, Meloe
(eurymeloe) nanus, Scarabaeus
punticollis, Ocladius grandii
Las otras cuatro especies presentan una distribución mediterránea más o menos amplia y su presencia en
Europa se limita en casi todos los casos a la Península Ibérica, caso del ya mencionado Longitarsus tunetanus
exclusivo de zonas esteparias áridas y semiáridas del mediterráneo, y cuya única población andaluza se conoce
también del Barranco del Espartal.
El escarabajo pelotero Scarabaeus puncticollis se distribuye por la zona surmediterránea, Chipre y oriente
próximo. En Andalucía presenta tan solo cuatro localidades confirmadas en la franja oriental, habitando zonas
gipsícolas. En la hoya de Baza se concentra el mayor núcleo poblacional de Andalucía. Con una distribución más
amplia se encuentra otro escarabajo pelotero conocido como escarabajo sagrado (Scarabaeus sacer), que habita
fundamentalmente zonas abiertas circunmediterráneas, colonizando extensas áreas del continente asiático.
Éste ha sido citado en todas las provincias andaluzas, con óptimo poblacional hasta los 500-600 m de altitud,
pero alcanzando máximos próximos a 1000 m, como en esta altiplanicie. En el ámbito de estudio selecciona
margas yesíferas en la hoya de Baza y suelos arcillosos en la de Guadix (Sánchez-Piñero y López, 2008). Ambas
especies de Scarabaeus están bastante repartidas por la Península, tratándose en general de especies raras y
358
Comunidades bióticas y biodiversidad
LEPIdÓPTERoS
Se trata de uno de los órdenes de insectos más diversificados, tras los coleópteros e himenópteros. Con un total
estimado en torno a las 150.000 especies en el mundo, su inventario está aún lejos de acercarse a la totalidad,
tanto en regiones tropicales como en latitudes más septentrionales. En el caso de España se han inventariado
unas 4.120 especies (Martín-Piera y Lobo, 2000), y para el territorio andaluz se cifra actualmente en unas 800.
En el Altiplano destaca particularmente la zona yesífera de la depresión de Baza como área de interés
entomológico por su lepidofauna, además de por otros órdenes de insectos.
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Otras especies interesantes que aparecen de forma más puntual son Euphydryas
aurinia, presente en casi todas las sierras circundantes, Jordanita vartianae y,
probablemente, Iolana iolas; que respectivamente figuran en las categorías de
Heterogynis andalusica, una mariposa riesgo menor, casi amenazado y datos insuficientes para su evaluación en el
endémica de la hoya de Baza. FSP
LRIA. Además, también merece mención la mariposa de la alcaparra Colotis
evagore, distribuida irregularmente en función de su planta nutricia, relativa-
mente frecuente en determinadas zonas del territorio sobre suelos margosos.
La lepidofauna nocturna, más adaptada a las condiciones ecológicas de la estepa semiárida, es la que aporta
mayor entidad a la diversidad entomológica de la zona. Entre las especies nocturnas más importantes de este
territorio destacan varios endemismos y especies raras o de localización puntual. Es el caso de Heterogynis
andalusica, endémica de las zonas yesíferas con vegetación halófita de la hoya de Baza. O también de Coscinia
romeii, endemismo ibérico que tiene en la depresión de Baza su única localización conocida en Andalucía.
360
Comunidades bióticas y biodiversidad
Otras originales especies nocturnas presentes en el Altiplano, aunque no amenazadas, son Eremobastis fulva,
Lasiocampa serrula o Albarracina warionis.
En las zonas yesíferas del Barranco del Espartal también están citadas Caradrina caesaria, típica de zonas
áridas y C. flava, junto a otros nóctuidos como Cryphia gea, Victrix microglossa, Alvaradoia numerica, Cucullia
achilleae, Powellinia pierreti, Pseudohadena chenopodiphaga, Discestra sodae, D. sociabilis, Saragossa seeboldi
y Eremopola lenis (Pérez-López com. pers.), ésta última catalogada como en peligro en el Libro Rojo de los
Invertebrados de España (Verdú y Galante, 2005).
Una herramienta fundamental para la conservación de una especie o un grupo de ellas es conocer los
parámetros que rigen su distribución (Fleishman et al., 2001). En el caso de los invertebrados, tanto la falta
de conocimiento de aspectos básicos de su biología como la falta de inventarios completos suponen una li-
mitación significativa a la hora de establecer tendencias generales para grandes grupos (Barea et al., 2008),
aunque existen ciertas excepciones.
361
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
A pesar de ello, en el LRIA se establecen una serie de tipologías de hábitat para los invertebrados ame-
nazados continentales, por ejemplo aguas epicontinentales, ecosistemas costeros, alta montaña, estepas
subdesérticas, bosques, etc.
De todos ellos los que mantienen un mayor número de especies amenazadas son los cursos de agua (>35),
en segundo los ecosistemas costeros (>25), y en tercer lugar de importancia la alta montaña y las estepas
subdesérticas, ambas con más de 20 especies.
362
Comunidades bióticas y biodiversidad
El Altiplano cuenta con representación de buena parte de ellos, matorrales, sistemas agrícolas y mosaicos,
roquedos, pinares autóctonos y repoblaciones forestales, entre otros. Ahora bien, los que aglutinan un mayor
número de especies son las estepas subdesérticas, con doce especies amenazadas, y los cursos de agua, con
siete especies seguras y otra probable.
El hábitat denominado como estepas subdesérticas por el LRIA es, a grandes rasgos, el objeto principal de
este Programa. Estos sistemas tienen unas características climáticas, geológicas y edafológicas ya descritas
en capítulos precedentes, que generan una importante variabilidad espacial y temporal en las comunidades
de seres vivos, lo que provoca la existencia de comunidades diversas y ricas, en particular de flora e inverte-
brados (Barea et al., 2008).
Coscinia romeii, una especie típica de ambientes esteparios semiáridos ibéricos. JPL
Por otro lado se encuentran las aguas continentales en todas las tipologías ya citadas en el apartado 7.5.
(ríos, arroyos, ramblas, etc.). Éstas albergan especies de invertebrados amenazados, destacando grupos como
los moluscos de agua dulce, libélulas, efémeras o plecópteros. Dependiendo de las especies o grupos este medio
es utilizado en alguna de sus fases del ciclo biológico o durante toda la vida del organismo.
Las especies amenazadas de la fauna invertebrada son altamente vulnerables a ligeros cambios en sus eco-
sistemas, fundamentalmente debido a la especificad de su nicho ecológico, estando documentado el declive
de gran número de especies por cambios en sus hábitat, caso por ejemplo de algunos escarabajos ibéricos
(Lobo, 2001), ortópteros endémicos griegos (Kati et al., 2006) o mariposas de los pastos calcáreos alemanes
(Wenzel et al., 2006).
363
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Para cada especie se pueden citar o identificar una serie de amenazas, en gran medida determinadas por el
hábitat que ocupa. Una de las más importantes y conocidas es la intensificación de la agricultura, que afecta
a más de 70 especies amenazadas en Andalucía y está asociada a la aplicación de herbicidas, insecticidas y
fertilizantes químicos, con impacto directo sobre este grupo e indirectamente sobre la escala trófica. Otras
amenazas también importantes son la creación de nuevas infraestructuras, la sobreexplotación de los recursos
hídricos, la contaminación y polución, los cambios en el uso agrícola y el deterioro de cauces.
A lo largo de este apartado se ha hecho evidente que la hoya de Baza posee una muy relevante riqueza en
especies de invertebrados amenazados, fundamentalmente ligados a los sistemas de ramblas yesíferas bien
conservadas. En especial el reiteradamente mencionado Barranco del Espartal, que presenta excepcional ri-
queza y singularidad de especies correspondientes a diferentes órdenes. De hecho, este paraje se sitúa entre las
tres zonas con mayor número de especies amenazadas de Andalucía con un total de 10 (Barea et al., 2008).
Estudios realizados por el Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid (López et al.,
2008) proponen la creación de microrreservas en lugares importantes para determinadas especies de inver-
tebrados como estrategia adecuada para completar la Red de Espacios Naturales Protegidos en Andalucía.
Estos autores en su trabajo sobre lepidópteros consideran que la RENPA abarca territorios suficientes para
El Barranco del Espartal es un enclave que merece protección por su importancia para los invertebrados. CPS
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Comunidades bióticas y biodiversidad
la conservación de este grupo invertebrado, con dos excepciones, ambas en la provincia granadina, la Sierra
de la Sagra y la hoya de Baza. En este sentido el Barranco del Espartal, en plena hoya de Baza, podría ser un
excelente ejemplo de territorio sobre el que implementar una fórmula de protección territorial de este tipo.
También cuentan con gran importancia otros parajes como la Rambla del Grao o varios puntos de la
hoya de Baza, siendo de especial interés los biotopos donde habita Orculella bulgarica, especie en peligro
crítico, así como otros moluscos acuáticos muy localizados y de fácil protección mediante esta figura de
microrreservas.
En cualquier caso, se desea destacar nuevamente la necesidad de emprender nuevos estudios dirigidos a
una mayor prospección entomológica de las zonas semiáridas, en particular del Altiplano. De esta labor muy
probablemente hayan de surgir aún nuevas especies y, sobre todo, nuevas localidades para especies escasas y
amenazadas que de otro modo acabarían desapareciendo sin que, ni siquiera, se haya tenido consciencia de
su presencia en el Altiplano.
Vertebrados
La historia de los vertebrados se despliega a lo largo de 530 millones de años, desde principios del Cámbrico
(Hickman et al., 2006), tiempo durante el cual han evolucionado hasta conformar los mayores y más complejos
animales conocidos. Esta evolución ha supuesto una progresiva diversificación adaptativa, que les ha permi-
tido colonizar ambientes cada vez más restrictivos. En la actualidad los vertebrados habitan medios marinos,
dulciacuícolas, terrestres y aéreos, presentando una enorme variedad de modos de vida (p.e. Kardong, 2006).
Taxonómicamente los vertebrados están todos incluidos en el filo Chordata, subfilo vertebrata, sumando
más de 51.000 especies (Hickman et al., 2006).
En España, según los datos de los diferentes Atlas Nacionales y del Inventario Nacional de Biodiversidad
del Ministerio de Medio Ambiente, el número de especies de vertebrados suma un total de 1.068, incluidos
los peces marinos. Esto le convierte en el país europeo con mayor cantidad de especies descritas, endemis-
mos y proporción más alta de especies en peligro de extinción (Ramos et al., 2002). Tal situación es resultado
de una combinación de procesos geológicos y bioclimáticos, pero también de las sucesivas intervenciones
humanas en el territorio (Tellería, 2002).
La alta diversidad que atesoran España y Andalucía les confiere una gran responsabilidad en la conservación
de la biodiversidad europea de vertebrados, en particular debido a la elevada relación de fauna amenazada.
Tal situación ya quedó recogida en el Libro Rojo de los Vertebrados de España (Blanco y González, 1992),
donde se exponía que el 42% de las especies de vertebrados españoles (peces marinos excluidos) sufrían algún
tipo de amenaza, siendo esta más grave en un 20% de los casos.
A pesar de la extrema y condicionante climatología con la que cuenta el Altiplano (apartado 7.2.) éste
mantiene representación de un tercio de las especies de vertebrados continentales españoles, destacando
especialmente los territorios de ecotono entre la depresión y las sierras circundantes.
365
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
PECES CONTINENTALES*1 10 31 67 67
ANFIBIOS*2 8 17 29 33
REPTILES*2 18 32 52 81
AVES*3 133 206 315 337
MAMíFEROS TERRESTRES*4 48 55 93 107
A continuación se tratan los grupos de vertebrados con mayor relevancia en estos territorios semiáridos.
Tales son las aves esteparias y las rapaces rupícolas, estas últimas, aunque no específicas de estos medios, si
presentan en ellos sus zonas de alimentación. Además se han agrupado bajo el epígrafe “otros vertebrados
de interés” al resto de especies de vertebrados con alto valor en el Altiplano.
aVES ESTEPaRIaS
Se entiende por aves esteparias aquellas que presentan la totalidad o la mayoría de sus efectivos poblacio-
nales en hábitats esteparios, así como también aquellas que, a pesar de ocupar también otros tipos de medios,
alcanzan las densidades más altas en este tipo de hábitat.
El conjunto de aves definidas como esteparias de la cuenca Mediterránea constituye una peculiar combina-
ción de elementos faunísticos asiáticos y norteafricanos, presentando adaptaciones morfológicas, fisiológicas,
etológicas y ecológicas que les permiten ocupar estos singulares ambientes esteparios. Se distribuyen formando
comunidades ligadas a una determinada estructura de la vegetación y, en menor grado en Andalucía, por un
gradiente biogeográfico y climatológico, factores todos que responden a los grandes patrones de distribución
en la Península Ibérica.
Muchas de ellas son formas de vida evolucionadas en ambientes áridos, correspondiendo a grupos con
centros de especiación en el vecino continente africano, y que por tanto son de gran singularidad biológica
y ecológica en el contexto europeo. Una originalidad que se añade al valor de conservación de algunas de
estas especies que suponen una aportación exclusiva o casi exclusiva de España y Andalucía a la biodiversi-
dad en la Unión Europea.
La avifauna de los ambientes esteparios posee una notable singularidad en el contexto de la UE. La re-
ducida representación territorial que tienen estos medios y la composición de sus comunidades, con una
elevada proporción de elementos exclusivos, le confiere una gran originalidad y rareza. La Península Ibérica
presenta algunos de estos escasos enclaves europeos, solamente comparables con los que se encuentran en
el otro extremo del continente.
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Comunidades bióticas y biodiversidad
Las zonas de ecotono entre el Altiplano y las sierras circundantes tienden a ser las de mayor riqueza en especies
de vertebrados. En la imagen, mosaico de pinares, espartales y tierras de labor al pie de la Sierra de Castril. JH
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La Península Ibérica resulta fundamental para las aves esteparias. Esto es así debido a que el 60 % de es-
tas especies mantienen más de la mitad de sus efectivos europeos en territorio ibérico y seis tienen en él la
totalidad o casi de sus efectivos (Tabla 8.27.).
El papel de Andalucía desde el punto de vista poblacional es también destacable para una buena parte de
las especies de aves esteparias. Catorce especies muy probablemente mantengan más del 10% de sus efectivos
ibéricos en esta comunidad. Tres de ellas, además, encuentran más de la mitad de sus efectivos ibéricos en
tierras andaluzas. Cabe destacar que las especies con poblaciones más amenazas en Andalucía son las que
suponen una parte menor de las poblaciones ibéricas, con la excepción de la canastera (Glareola pratincola;
Tabla 8.28.).
De estas especies que cuentan con un mayor grado de amenaza, en el ámbito de estudio, se encuentra la
ganga ortega (Pterocles orientalis) y la alondra ricotí (Chersophilus duponti), la primera se estima mantiene en
Andalucía entre el 5-10% de los efectivos ibéricos, y la segunda aproximadamente el 1%.
En el contexto continental y desde el punto de vista cualitativo España es el país con mayor importancia
para las aves esteparias (Figura 8.9.).
368
Comunidades bióticas y biodiversidad
En la España peninsular, y dejando aparte la avifauna esteparia insular, que en el caso de las Islas Canarias
incorpora especies estrictamente macaronésicas, la distribución de las aves esteparias en la Península se
caracteriza por la escasa riqueza de la región Eurosiberiana, siendo la región Mediterránea la que aglutina el
verdadero núcleo de distribución y Andalucía la región con mayor número de especies (Figura 8.10.).
Desde la perspectiva andaluza se observa que la mitad occidental alberga mayoritariamente estepas ce-
realistas, siendo Sevilla la provincia que presenta un mayor número de especies, con un total de veintitrés,
mientras que en la mitad oriental, representativa de la estepa leñosa, Almería alcanza esta misma cifra.
A pesar de la riqueza específica de este grupo en la Península Ibérica, no existe un nivel de endemicidad
relevante, debido posiblemente a la respuesta de este grupo ante el paleoclima, pues cuentan con una gran
movilidad y ello dificulta la especiación. No obstante, existen dos casos de especies con área de distribución
más restringida, ambas iberonorteafricanas, la collalba negra (Oenanthe leucura) y la alondra ricotí.
La mayor parte de las aves esteparias cuenta con protección legal, con la excepción de la alondra común
(Alauda arvensis), triguero (Miliaria calandra), codorniz (Coturnix coturnix) y perdiz roja (Alectoris rufa), las
dos últimas consideradas también especies cinegéticas.
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Figura 8.10. Número de especies esteparias y amenazadas en las comunidades autónomas peninsulares españolas
Nº AVES ESTEPARIAS
PROVINCIA Nº AVES ESTEPARIAS
AMENAZADAS
Córdoba 21 11
Jaén 20 10
huelva 22 13
Sevilla 23 13
granada 21 11
Almería 23 13
Málaga 19 9
Cádiz 20 11
Altiplano 22 12
Fuente: Yanes y Delgado, 2006. Elaboración propia.
Menos de 15 especies 21 23 25
Entre 15 y 20 especies 22 24
370
Comunidades bióticas y biodiversidad
esteparias son el grupo de vertebrados que acapara la mayor proporción de especies amenazadas; hasta el
60% de las mismas tienen algún grado de amenaza, y el 83% presentan una situación de conservación des-
favorable, siendo el grupo de aves más amenazado en Europa, con un riesgo de desaparecer en las próximas
décadas superior al de cualquier otro grupo ornitológico europeo.
CATEGORÍA TAxÓN
A pesar de las políticas agroambientales desarrolladas en el ámbito de la PAC (Política Agraria Común)
a lo largo de la última década, la situación de las poblaciones de las aves esteparias en Europa no ha dejado
de empeorar. En España la situación es similar ya que las aves esteparias son el único grupo de aves terrestres
que ha acrecentado el número de especies amenazadas desde 1986. Las experiencias de conservación más
recientes indican que es posible desarrollar medidas agroambientales que favorezcan a este grupo sin com-
prometer la viabilidad de una agricultura sostenible (Oñate et al., 2007).
TaxonES En PELIGRo
El Altiplano cuenta con dos especies de aves esteparias catalogadas “en peligro de extinción”, la alondra
ricotí y la ganga ortega.
371
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Alondra ricotí
La ricotí es un aláudido escaso y muy localizado en Andalucía, que se comporta de forma muy estricta
en cuanto a la selección del hábitat, eligiendo estepas de vegetación natural, en terrenos llanos o de suaves
pendientes, y con vegetación de caméfitos u otras leñosas de escaso porte (altura media entre 20 y 40 cm, y
altura máxima entre 60 y 80 cm), así como una importante proporción de suelo desnudo (Garza y Suárez,
1990; Garza et al., 2005; Garza et al., 2006).
La hoya de Baza mantuvo al menos hasta 1988 una población de 11 parejas en dos pequeñas zonas, ambas próximas
a la localidad de Baza, aunque ya desde principios de los noventa no se han vuelto a escuchar reclamos en la zona.
372
Comunidades bióticas y biodiversidad
También en el entorno de Darro, muestreado con resultado negativo, se conocen un par de citas, una en
1990 y otra más reciente en 2005 (Calero et al., 2005). Por último, para los Llanos de Orce se publica también
una observación en 2002 (Palanca, 2004).
A pesar de no existir constancia de reproducción actual en el Altiplano, estas zonas tienen aún característi-
cas para su posible uso invernal por la especie e incluso para una hipotética recolonización futura. Asimismo,
la Consejería de Medio Ambiente, a través del Programa de Actuaciones para la Conservación de las Aves
Esteparias, está realizando una serie de trabajos experimentales orientados a mejorar el hábitat para ésta y
otras especies de aves esteparias. Alguno se ha efectuado en el Altiplano, como es el caso del monte Cortijo
Conejo. Además, en un futuro se pretende actuar en el monte Atochares (término municipal de Benamaurel),
donde existió un núcleo reproductor hasta principios de los noventa (Martín et al., 2006).
Ganga ortega
La otra especie en peligro, la ganga ortega selecciona zonas abiertas de poca cobertura vegetal como bar-
bechos de larga duración, eriales y pastizales, importantes durante los períodos reproductor e invernal. Las
siembras parecen ser seleccionadas negativamente, al igual que los matorrales de cierta altura. En el caso
de las leguminosas son seleccionadas en ciertas ocasiones de forma positiva, mientras que otras lo hacen de
forma negativa (Suárez et al., 1999). La especie utiliza para nidificar las áreas más desnudas y pedregosas, a
veces en límites de campos de cultivo (Castro y Manrique, 2001b).
La población nidificante en
Andalucía se ha estimado en
450 parejas, repartidas en unas
200 parejas en Granada, 100
parejas en Almería y otras 100
en Jaén, y el resto en Andalucía
occidental, no estando presente
en la provincia gaditana (Yanes
y Delgado, 2006).
373
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
374
Comunidades bióticas y biodiversidad
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
TaxonES VuLnERaBLES
Presentes en el área de estudio se encuentran tres de las cuatro especies de aves esteparias consideradas
vulnerables en Andalucía: sisón común (Tetrax tetrax), aguilucho cenizo (Circus pygargus) y alcaraván co-
mún (Burhinus oedicnemus).
Sisón común
Alcaraván común
Aguilucho cenizo
El aguilucho cenizo, especie también paleártica, cría en la Península Ibérica fundamentalmente sobre
cultivos de cereal, aunque también nidifican en oleaginosas, humedales y marjales, brezales de montaña e
incluso en algunos olivares.
La población andaluza en 2001 se estimó entre 1.366-1.505 parejas, principalmente en Cádiz y Sevilla,
siendo muy escaso en el sureste andaluz, llegando a no tener ninguna pareja reproductora en la provincia
almeriense en el 2005. En este año, durante los censos realizados por el Programa de Actuaciones para la
Conservación del Aguilucho cenizo en Andalucía, que lleva a cabo la Consejería de Medio Ambiente, se
detectaron un total de 570 nidos en Andalucía.
376
Comunidades bióticas y biodiversidad
Alcaraván común. JM
Dentro del ámbito del proyecto se ha encontrado una única pareja, localizada en el sureste de Jaén, aunque
hay datos históricos de alguna otra en el norte de la provincia de Granada. Este bajo número de reproductores
llama la atención, máxime cuando casi el cincuenta por ciento del Altiplano se destina a cultivo de cereal.
Esta situación puede explicarse, en gran medida, por el tardío desarrollo del cereal, que imposibilita la ocul-
tación de nidos cuando los aguiluchos llegan procedentes de África (A. Madero com. pers.).
Como puede observarse en la Tabla 8.23. en el Altiplano están presentes cinco especies casi amenazadas:
cernícalo primilla (Falco naumanni), carraca europea (Coracias garrulus), camachuelo trompetero (Bucanetes
githagineus), terrera marismeña (Calandrella rufescens) y collalba negra (Oenanthe leucura).
Cernícalo primilla
Falcónido típico de la estepa cerealista que ocupa puntualmente también zonas de olivares y pastizales
ganaderos. De forma mayoritaria nidifica en construcciones y muy puntualmente en cortados rocosos. En
Andalucía es más frecuente en el valle del Guadalquivir y Cádiz. En 1995 se cifró la población andaluza en
3.923 parejas, pero los datos recientes de la Consejería de Medio Ambiente 2004/2005 hablan de 3.492 y
3.805 pp., siendo Granada y Almería las provincias que presentaban menor número de parejas.
En el Altiplano la tendencia poblacional parece ser favorable, debido a que las colonias del entorno de
Puebla de Don Fadrique, Huéscar y Guadahortuna están evolucionando positivamente. En cambio, en el
377
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
sureste de Jaén la tendencia se muestra negativa asociada a la implantación generalizada del olivar, quedando
únicamente una colonia con ocho parejas en 2007 en el territorio giennense del Altiplano.
El cernícalo primilla en Andalucía está siendo objeto de programas de reintroducción en localidades con
presencia histórica y actualmente desaparecidas. Uno de estos programas se ha efectuado en el Altiplano,
concretamente en la localidad de Jódar, si bien no obtuvo los resultados esperados en cuanto a la recoloni-
zación del casco urbano.
Carraca europea
378
Comunidades bióticas y biodiversidad
Camachuelo trompetero
La especie se cita por primera vez como reproductor en la Península a principios de los 70 en Almería
(García, 1972) y desde entonces ha protagonizado un proceso expansivo que la ha llevado a ocupar en la
década de los 80 parte de la costa murciana. En la actualidad, se encuentra como reproductora en todas las
provincias costeras del sureste peninsular desde Almería hasta Alicante, con citas recientes en época de cría
en Baleares (AOB, 2003).
La población española se estima entre 4.300 – 5.500 pp. estando en Canarias la mayor parte 4.000 – 5.000
pp. En la Península la mayor parte de la población se encuentra en Almería con 200 – 300 pp. y en Granada
se reproduce de forma reciente en la hoya de Guadix (Gorafe y alrededores), donde además se producen
grandes concentraciones de aves durante el período postreproductivo, en su mayoría juveniles (Fernández-
Ordoñez et al., 2002; Moreno, 2004).
Terrera marismeña
La terrera marismeña presenta una distribución muy amplia, pero limitada al Paleártico meridional ocu-
pando zonas esteparias continentales, mediterráneas y semidesérticas. En Europa nidifica exclusivamente en
la Península Ibérica y Canarias, utilizando llanuras con vegetación espontánea y rala de caméfitos o esparta-
les-albardinales con escasa cobertura vegetal. Los núcleos peninsulares más abundantes están en las costas
atlánticas andaluzas, litoral almeriense y valle del Ebro, presentando también densidades muy elevadas en
algunas comarcas interiores de Alicante (Sánchez, 1991), Granada y Almería (Garza et al., 1989).
379
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La situación de las marismeñas en el Altiplano se caracteriza por varios rasgos: se trata de las únicas
poblaciones exclusivamente interiores de Andalucía, son pequeñas y dispersas (Yanes y Delgado, 2006), y
alcanzan altas densidades tanto en primavera (34,4 - 89,1 aves/10 ha) como en invierno (62,8 – 145,1/ 10 ha;
Martí y del Moral, 2003).
Collalba negra
La collalba negra ocupa una gran variedad de hábitats, si bien todos ellos tienen en común una escasa o
nula cobertura arbórea, la presencia de elementos verticales donde nidificar y, normalmente, una elevada
aridez (Moreno, 1997). En Andalucía aparece tanto en contextos esteparios como en sierras, pero princi-
palmente al sur del Guadalquivir. La población española supone casi la totalidad de la Europea, ya que en
Portugal apenas hay efectivos (BirdLife International, 2004). El ámbito de estudio cuenta con buena parte
de la población andaluza, y por tanto de la ibérica y europea. En concreto en la comarca de Guadix se ha de-
tectado la mayor densidad conocida para la especie (3-8 parejas/km). Esta abundancia se ve incentivada por
la existencia de antiguas viviendas trogloditas horadadas por el hombre, que constituyen un emplazamiento
más seguro para la construcción de sus nidos (Moreno y Soler, 1995).
380
Comunidades bióticas y biodiversidad
de acciones concretas sobre montes públicos y mediante convenio sobre tierras de titularidad privada con
interés para las aves esteparias.
La selección de las áreas que constituyen las ZIAE de Andalucía se ha realizado siguiendo dos pasos:
Primero, considerar toda la información disponible sobre distribución de las aves esteparias en Andalucía,
utilizando:
d) Documentación actualizada.
Segundo, agregar la información disponible sobre las ZEPA andaluzas con valor para las aves esteparias.
De esta manera, se han identificado un total de 23 espacios (Fig. 8.15.) que muestran especial relevancia
para las aves esteparias en Andalucía (Yanes y Delgado, 2006). No obstante, este proceso no está cerrado ya
que desde el inicio del Programa de Conservación de las Aves Esteparias se está mejorando significativamente
la precisión en el conocimiento de este grupo de aves en Andalucía.
Figura 8.11. Distribución de las Zonas de Importancia para las Aves Esteparias en Andalucía (ZIAEs)
381
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Únicamente cinco de estas ZIAE se encuentran actualmente reconocidas como ZEPA, lo que refleja la
relativamente escasa representación de esta figura entre las ZIAE. Sin embargo, la mayoría están consideradas
IBA total o parcialmente (19 de 25; Yanes y Delgado, 2006). La propuesta de trabajo de estas zonas alberga
la totalidad o la mayor parte de las poblaciones de especies estrictamente esteparias “en peligro crítico” y “en
peligro”, así como una fracción importante del resto de especies amenazadas.
Dentro del ámbito se encuentran cuatro ZIAE, todas ellas representativas de la estepa leñosa.
Sureste de Jaén
Área de 10.500 ha dominada por la estepa leñosa seca de espartal-tomillar. Actualmente, con el avance
del olivar el paisaje está conformado por un mosaico de estepa leñosa con olivares y pequeñas parcelas de
cereal.
Se encuentra fuera del límite de la IBA 227, con la excepción del extremo más occidental, donde se solapan
casi 700 ha. Además, al oeste linda con la ZEPA ES6160007.
ESTADO ESPECIES
382
Comunidades bióticas y biodiversidad
Hoya de Guadix
La zona cuenta con una extensión de unas 21.400 ha, y coincide con la IBA 214. Se trata de un área de
estepa mixta leñosa-cerealista con presencia de zonas con pies aislados de encina. Presenta una comunidad
ornitológica de interés, debido a que tiene representación de los dos principales tipos de medios esteparios
(cereal/leñosa).
ESTADO ESPECIES
AMENAZADAS ganga ortega, aguilucho cenizo, sisón, alcaraván, cernícalo primilla, carraca,
collalba negra, camachuelo trompetero, bisbita campestre y curruca tomillera
NO AMENAZADAS alondra común, calandria, codorniz común, cogujada común, cogujada montesina,
collalba gris, collalba rubia, perdiz roja, terrera común y triguero
Hoya de Baza
Con más de 24.000 ha y vegetación predominante típica de la estepa leñosa, esta ZIAE se caracteriza por
la presencia de badlands y terrenos dedicados al cultivo de cereal en secano. Queda casi totalmente inmersa
en la IBA 213.
383
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
ESTADO ESPECIES
AMENAZADAS ganga ortega, aguilucho cenizo, sisón, alcaraván, cernícalo primilla, carraca,
terrera marismeña, collalba negra, bisbita campestre y curruca tomillera
NO AMENAZADAS alondra común, calandria, codorniz común, cogujada común, cogujada montesina,
collalba gris, collalba rubia, perdiz roja, terrera común y triguero
Algo más de 19.500 ha de hábitat mixto, fundamentalmente estepas leñosas y cultivos herbáceos de secano
conforman esta ZIAE, de la que la mayor parte de su superficie (90%) coincide con el territorio de la IBA
211. Es la única de las ZIAE incluida en el Altiplano que se reparte entre dos provincias.
ESTADO ESPECIES
AMENAZADAS ganga ortega, aguilucho cenizo, sisón, alcaraván, cernícalo primilla, carraca,
collalba negra, bisbita campestre y curruca tomillera
NO AMENAZADAS alondra común, calandria, codorniz común, cogujada común, cogujada montesina,
collalba gris, collalba rubia, perdiz roja, terrera común y triguero
384
Comunidades bióticas y biodiversidad
faCToRES dE aMEnaza
La principal amenaza para este grupo de aves es la pérdida de hábitat asociada a los cambios en la superficie
de los distintos usos agrarios. En el oriente andaluz esta pérdida es muy acusada debido al avance del olivar
y al retroceso del cultivo de cereal y de los barbechos. De forma más puntual, en el nordeste del Altiplano
(entorno de Huéscar y Puebla de Don Fadrique) el problema se origina por la transformación de terrenos de
secano a regadío, con el fin de producir hortícolas de verdeo como el brócoli.
La demolición o inadecuada restauración de cortijos abandonados con colonias de cernícalo primilla, es una de las principales amenazas para la especie en el Altiplano. JC
Por último, también destacar que la mayoría de restauraciones de edificios en el medio rural e incluso en
el urbano se ejecuta sin tener en cuenta la existencia de aves reproductoras. Asimismo, en sentido inverso
pero igualmente deletéreo, la demolición de viejos cortijos acarrea la pérdida de lugares de nidificación de
especies asociadas a estos medios como la carraca o la collalba negra, e incluso la pérdida de cuantiosas co-
lonias en el caso del cernícalo primilla.
385
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
RaPaCES RuPíCoLaS
Dentro de los diversos grupos de fauna, las rapaces constituyen uno de los que entraña mayor atractivo para
los amantes de la naturaleza. En el grupo de las rapaces se incluyen tanto especies diurnas como nocturnas.
Bajo este epígrafe se tratarán las especies diurnas, es decir aquellas correspondientes al orden Falconiformes
(del Hoyo et al., 1994), y en concreto las que utilizan como lugar de nidificación los cortados rocosos, reci-
biendo la denominación de rapaces rupícolas.
A diferencia de las esteparias, las aves rapaces tienen orígenes evolutivos inciertos y su afinidad entre
familias permanece relativamente desconocida (Martínez y Calvo, 2006), no estando su filogenia resuelta
(Newton and Olsen, 1993). A pesar de las diferencias taxonómicas y desde un punto de vista ecológico las
rapaces son por lo general aves grandes, carnívoras, con extraordinaria agudeza visual, picos y garras fuertes
y un poderoso vuelo. No obstante, existen diferentes adaptaciones morfológicas a las características de sus
presas y hábitats, pudiendo explotar un amplio espectro de recursos alimenticios desde mamíferos, aves, in-
sectos, reptiles, peces o incluso huesos, caso del quebrantahuesos (Gypaetus barbatus).
Tal y como sucede con las aves esteparias, las rapaces tampoco son un grupo relevante por su grado de
endemicidad. De hecho, el área de distribución de alguna de estas especies está entre las mayores existentes
en las aves, caso por ejemplo el halcón peregrino (Cramp and Simmons, 1977; del Hoyo et al., 1994).
Aunque no con el mismo grado de importancia relativa que la avifauna esteparia, la representación
española de rapaces rupícolas presenta gran importancia en el contexto europeo. Así, al menos seis es-
pecies de rapaces rupícolas tienen una población española superior a la de cualquier otro país europeo
(Tabla 8.35.).
Tabla 8.35. Población ibérica de aves rapaces rupícolas respecto al total europeo
SINGULARIDAD ESPECIES
En el contexto andaluz cabe resaltar al águila-azor perdicera (Hieraaetus fasciatus), por presentar una
mayor amenaza en España y Europa, al encontrarse catalogada como en “en peligro” en ambos contextos
geográficos (BirdLife, 2004).
En España nidifican nueve especies de rapaces rupícolas. De éstas el halcón tagarote sólo se reproduce
en las Canarias, el halcón de Eleonora (Falco eleonorae) en las Baleares, Columbretes y Canarias, y el águila
pescadora (Pandion haliaetus) en los archipiélagos Canario y Balear, si bien es muy posible que esta especie
386
Comunidades bióticas y biodiversidad
vuelva a criar en Andalucía debido a las actuaciones que está realizando la Consejería de Medio Ambiente
a través del Programa de Reintroducción de esta especie en las provincias de Cádiz y Huelva.
Tabla 8.36. Población andaluza de aves rapaces rupícolas respecto al total en España
SINGULARIDAD ESPECIES
De las seis especies rupícolas nidificantes en la península, el Libro Rojo de las Aves Reproductoras de
España (Martí y del Moral, 2003) indica que cuatro de ellas presentan alguna categoría de amenaza y dos no
están catalogadas (buitre leonado, Gyps fulvus, y halcón peregrino, Falco peregrinus). En el ámbito andaluz,
únicamente el buitre leonado no cuenta con ninguna categoría de amenaza en el Libro Rojo de los Vertebrados
de Andalucía (Franco y Rodríguez, 2001).
Tabla 8.37. Especies de aves rapaces rupícolas reproductoras, según contexto geográfico.
ESPAÑA 9 quebrantahuesos, alimoche, águila azor-perdicera, águila real, águila pescadora, halcón
peregrino, halcón tagarote, halcón de Eleonora, buitre leonado
ANDALUCíA 5 alimoche, águila azor-perdicera, águila real, halcón peregrino, buitre leonado
En general, parece existir una cierta tendencia poblacional positiva, ya que si se comparan los Libros Rojos
de las Aves de España de 1986, 1992 y 2004 puede observarse que ha descendido la proporción de especies
amenazadas, todo lo contrario de lo que está sucediendo con las aves esteparias. Aún así, dentro de las especies
rupícolas, tanto alimoche común como águila-azor perdicera parecen estar sufriendo declive poblacional en
el territorio nacional, si bien para la última no tan patente a nivel andaluz.
En el contexto legal, a nivel nacional el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas incluye, en distin-
tas categorías, a todas las especies de aves rapaces reproductoras. En Andalucía el Catálogo de Especies
Amenazadas también incluye todas las especies de aves rapaces nidificantes, pero con alguna modificación,
como es el caso del alimoche común (Neophron percnopterus) que pasa de “interés especial” a “en peligro de
extinción”.
387
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La distribución de estas especies a nivel paisajístico parece tener relación con determinadas caracte-
rísticas del lugar de nidificación como la altitud o el grado de humanización (Martínez y Calvo, 2006). El
águila real (Aquila chrysaetos) y el buitre leonado suelen ocupar los roquedos de los núcleos montañosos
de mayor altitud, mientras que el águila-azor perdicera y el halcón peregrino ocupan los roquedos de áreas
periféricas, de menor altitud y sometidos generalmente a una mayor presión humana (Sánchez-Zapata,
1999). El ámbito de estudio es, en lo sustancial, un área deprimida con respecto a las elevaciones que la
circundan, lo que hace de ella el lugar de alimentación de las rapaces rupícolas que se reproducen en los
cantiles y cortados rocosos de las sierras colindantes, así como en los badlands y cárcavas presentes en el
interior.
En el contexto ornitológico, este territorio destaca por su comunidad de rapaces rupícolas, especialmente
por el número de parejas reproductoras de águila-azor perdicera, águila real y halcón peregrino.
La población de águila-azor perdicera andaluza suma un tercio de la población europea (Balbotín et al.,
2003) contando con 325 parejas reproductoras (Gil-Sánchez et al., 2005) y la cordillera Bética mantiene
actualmente el principal núcleo ibérico (Garza y Arroyo, 1996). En el caso del águila real, las béticas cuen-
tan con más del 50% de la población andaluza, al menos 150 parejas, y la provincia de Granada con una de
las poblaciones más abundantes de Andalucía y, por tanto, de la Península Ibérica (Arroyo et al.,1990; Gil-
Sánchez et al., 2000a). Por último, añadir que esta cordillera sostiene aproximadamente el 85% de las parejas
reproductoras de halcón peregrino de Andalucía, siendo una de las regiones europeas más importantes para
este falcónido (Gainzarain et al., 2002).
Todo esto permite que el águila azor perdicera, águila real y halcón peregrino presenten zonas con den-
sidad relevante dentro del ámbito de estudio. Incluso algunos trabajos realizados en la provincia granadina
afirman que se encuentra en buena medida saturada, tanto para el águila azor perdicera como para la real
(Gil-Sánchez et al., 2000a).
CATEGORÍA TAxON
388
Comunidades bióticas y biodiversidad
Dos especies son consideradas por el Libro Rojo de los Vertebrados de Andalucía como extintas a nivel
regional, el águila pescadora y el quebrantahuesos. Ambas disfrutan por parte de la Consejería de Medio
Ambiente de sendos programas de reintroducción.
Quebrantahuesos
El quebrantahuesos se distribuye actualmente a lo largo de regiones montañosas de Eurasia y África (Cramp and
Simmons, 1980; Del Hoyo et al., 1994). En España a lo largo del siglo XX la especie se extinguió en los principales
macizos montañosos: cordillera Cantábrica, sistema Ibérico, sistema Central, Sierra Morena y sistemas Bético y
Penibético (Hiraldo et al., 1979; Heredia y Heredia, 1991), siguiendo la tendencia general de la población europea.
Actualmente la última población se localiza en la cordillera pirenaica, en toda su extensión. Existe sólo un núcleo
extrapirenaico en los montes vascos, formado por unos pocos individuos territoriales que todavía no han llegado a
reproducirse con éxito. La población pirenaica es la mayor de Europa, con un centenar de parejas (Antor et al., 2004)
El quebrantahuesos estaba ampliamente distribuido en toda Andalucía a finales del siglo XIX y nidifi-
caba en la mayoría de las sierras andaluzas, siendo Sierra Nevada, Sierra de Cazorla y Segura, y la Serranía
de Ronda y su entorno donde presentaba un mayor número de ejemplares. La última pareja reproductora
andaluza se encontraba en 1983 en el Parque Natural Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas, y en 1987 dejó
de verse allí el último individuo territorial conocido.
Trabajos en el Centro de Cría Guadalentín (izqda.) y uno de los quebrantahuesos liberados en el marco
del programa de reintroducción del quebrantahuesos en Andalucía (dcha). FG
El Programa de Reintroducción del Quebrantahuesos en Andalucía tiene como objetivo fundamental re-
cuperar en la región una población permanente de la especie con garantías suficientes de viabilidad genética
y demográfica a largo plazo, contribuyendo con ello a la conservación de la especie en Europa. Entre los años
2006-09 se han liberado 14 ejemplares nacidos en cautividad. El lugar de suelta de estos quebrantahuesos está
en el cercano P.N. de Cazorla, Segura y Las Villas, y durante este tiempo los animales en sus desplazamientos
han sobrevolado el Altiplano en multitud de ocasiones (M.A. Simón com. pers.).
389
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Alimoche común
Este buitre de distribución Euroasiática, ocupa el área circunmediterránea, Oriente Medio, centro de Asia e
India, además del sur del Sahara y las áreas secas de África del este y del sur. En España se distribuye de forma
irregular por buena parte de su territorio, si bien mantiene la mayor población de todo el Paleártico occidental
y, probablemente, una de las más importantes del mundo, dado que la especie se encuentra en declive generali-
zado y/o extinta en buena parte de su antigua área de distribución (Donázar, 2003; 2004). La tendencia general
de la población española en los últimos 20 años ha sido de claro declive, habiéndose extinguido de provincias
como Almería, Huelva, Murcia, Albacete, Madrid, Ávila y Orense. En el año 2000 se realizó un censo nacional
que cifró la población española entre 1.320 y 1.475 pp. para la Península y archipiélagos (Del Moral, 2002).
En Andalucía está ausente como reproductor de las provincias de Huelva y Almería, siendo muy escaso en
Sevilla, Córdoba, Granada y Málaga, algo menos en Jaén y relativamente abundante en Cádiz. En la región,
por tanto, ocupa fundamentalmente el extremo sur y la parte más oriental de los sistemas béticos, además
de unas pocas parejas asentadas en Sierra Morena. Según
el censo realizado entre 1987 y 1988, la población andaluza
constaba de 81 parejas seguras y 9 posibles, mientras que en
el 2000 la población se había reducido a 47 parejas seguras y
9 probables, lo que ha supuesto un descenso en torno al 40%
en 12 años (Franco y Rodríguez, 2001).
TaxonES VuLnERaBLES
En Andalucía tres especies se encuentran en esta categoría, el águila-azor perdicera, el águila real y el hal-
cón peregrino. Aunque en Andalucía consten en la misma categoría, existe una clara diferencia entre los
estatus regional, estatal, europeo y global de estas tres especies. Por un lado, se encuentra la perdicera, que en
Andalucía mantiene aún una buena población, pero su situación no es tan favorable a nivel estatal y europeo
encontrándose “en peligro de extinción”. Por el contrario, las otras dos especies tienen un estatus de mayor
amenaza en Andalucía que en los otros dos ámbitos (estatal y europeo), donde no se consideran amenazadas.
390
Comunidades bióticas y biodiversidad
Águila-azor perdicera
En el Altiplano, la perdicera selecciona las zonas más térmicas ocupando fundamentalmente la hoya de
Guadix y la depresión del Guadiana Menor. En la hoya de Guadix nidifican cuatro parejas y en el sureste de Jaén
otras seis, además de otras tres que solapan parcialmente su territorio con el del Altiplano. En los pasillos hacia
Almería también se produce solapamiento con territorios de esta rapaz, que anida en las sierras circundantes.
Águila real
391
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
392
Comunidades bióticas y biodiversidad
393
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
distribución, ocupando los principales sistemas montañosos y alcanzando una población reproductora de
1.277–1.294 parejas (Arroyo, 2003).
En Andalucía está presente en todas las provincias andaluzas aunque se concentra en Sierra Morena, sus
estribaciones (139-148 pp.) y las cordilleras béticas (151-155 pp.), sumando un total de 290 –303 pp. para toda
la región (Bautista et al., 2006). Los últimos censos realizados en 2006 por la Consejería de Medio Ambiente
apuntan a una cifra ligeramente superior (García, com. pers.). La densidad de esta especie en la cordillera
Bética se ha estimado en 0,43 pp. /100 km2 (Arroyo et al., 1990). En la provincia de Granada el estudio de
Moleón et al., (2002) expone que la productividad y la tasa de vuelo se sitúa entre las cifras más altas de la
Península Ibérica, y que a su vez son mayores que las del resto de Europa, aunque similares a las de la cordi-
llera Bética (Arroyo et al., 1990).
En el ámbito de estudio se localizan 12 parejas con nidificación dentro de los límites y otras 11 en un
entorno próximo (menos de un kilómetro). Por tanto, tendrían la totalidad o parte de su área de campeo y
alimentación en el Altiplano hasta 23 parejas de águila real. Destacar que la mayoría de las parejas se lo-
calizan desde el entorno de Fonelas, hacia la depresión del Guadiana Menor, con 11 parejas reproductoras.
Halcón peregrino
394
Comunidades bióticas y biodiversidad
sobre terrenos calizos (Zuberogoitia, 1997) y alcanzando valores mínimos en el extremo occidental andaluz
(Gainzarain et al., 2002).
Los datos existentes para el Altiplano son un tanto heterogéneos; la parte giennense presenta una
buena actualización, y arroja la cifra de cuatro parejas, todas ellas en monte público, y otras dos más justo
en los bordes del ámbito de estudio, una en Mágina y la otra en el P. N. de Cazorla, Segura y Las Villas.
En la provincia de Granada los datos parecen incompletos (Gil-Sánchez com. pers.), pero al menos tres
parejas se reproducen en la hoya de Guadix-Baza; y, ya fuera del ámbito, dos más lo hacen en las sierras
al norte del Altiplano y otra por el contorno de la Sierra de Orce. En la parte almeriense del Altiplano
nidifican cuatro parejas, una al norte de Sierra María y tres al sur. Además, en torno a otras diez parejas
se localizan en el P. N. de Sierra María-Los Vélez, extendiendo sus territorios de campeo, caza y dispersión
por el área de estudio.
TaxonES no aMEnazadoS
Buitre leonado
395
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
como otras sierras contiguas, desde los que se alimentan de forma diaria, de las carroñas generadas por la nume-
rosa cabaña ganadera del norte granadino (apartado 12.2.). Entre los dos núcleos reproductores del Altiplano
se encuentra desde 2004 el único comedero de aves carroñeras de la Red Andaluza en la provincia granadina.
faCToRES dE aMEnaza
En general, una de las principales amenazas que ha sufrido este grupo de aves es la mortalidad por per-
secución directa por parte del hombre, ya que éste las ha entendido tradicionalmente como competidoras.
Además, los nidos de las rapaces de menor tamaño, y en particular de halcón peregrino, han sido puntual-
mente objeto de expolio para su posterior uso en cetrería.
En el caso del águila-azor perdicera su causa primera de declive es de origen demográfico. El incremento de
la mortalidad adulta se ha revelado como una de las causas principales de regresión de las poblaciones ibéricas,
siendo el índice de mortalidad adulta el parámetro con mayor incidencia negativa en la tasa de cambio anual,
y por tanto, con gran relevancia en la evolución demográfica de las poblaciones (Real and Mañosa, 1997).
En la actualidad, a los problemas tradicionales se le han unido otros, consecuencia de nuevas actividades
económicas. Uno de los que está generando mayor amenaza es el incremento de tendidos eléctricos, que en
las dos últimas décadas ha multiplicado por tres el número de muertes que provoca. Otro problema, aparen-
temente con menor importancia, proviene del incremento de actividades recreativas en el medio natural,
que puede generar severas molestias en época de cría.
En último lugar mencionar la situación producida por los brotes de encefalopatía espongiforme bovina, a partir
de la cual quedó prohibido el abandono de reses muertas en el campo, lo cual supuso un descenso en la disponi-
bilidad de alimento para las aves carroñeras. No obstante, muy recientemente la Unión Europea ha previsto la
posibilidad de autorizar nuevamente estas prácticas en determinadas condiciones, normativa que se encuentra
a la espera de transposición a la legislación nacional.
396
Comunidades bióticas y biodiversidad
Además de los grupos anteriores, cabe también hacer mención a la importancia de otras especies de ver-
tebrados como es el caso de algunos anfibios, reptiles, mamíferos e incluso de otras aves, que destacan por su
grado de amenaza, carácter endémico o ambos simultáneamente.
A pesar de no caracterizarse a priori estos ambientes semiáridos por una alta riqueza específica de verte-
brados, lo cierto es que sirven de hábitat a un cuerpo no desdeñable de especies interesantes. Por ejemplo, el
Altiplano mantiene comunidades de reptiles caracterizadas por una alta endemicidad, principalmente ibé-
rica, un elevado número de quirópteros y otras especies amenazadas según el Libro Rojo de los Vertebrados
de Andalucía (Franco y Rodríguez, 2001), las cuales suponen un total de 62 especies.
Tabla 8.39. Listado de otras especies incluidas en el Libro Rojo de los Vertebrados de Andalucía
*Especies con presencia según años. EN= en peligro; VU= vulnerable; IE = Interés especial; OP= objeto de pesca; OC= objeto de caza
397
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
EN= en peligro; VU= vulnerable; IE = interés especial; OP= objeto de pesca; OC= objeto de caza
*Especies con presencia según años.
398
Comunidades bióticas y biodiversidad
PECES
La mayoría de los sistemas fluviales ibéricos se caracterizan por su variabilidad anual, estando la ictiofauna
epicontinetal ibérica adaptada evolutivamente a estas características (Granado, 2002). Tal adaptación ha
generado que este grupo se caracterice por un alto grado de endemicidad, superior al 55% y que incluso sería
mayor (cercana al 80%) si sólo se tuviesen en cuenta las especies estrictamente continentales (Doadrio, 2002).
Atendiendo al Libro Rojo de los Vertebrados de Andalucía los cauces del Altiplano cuentan con una especie
en peligro, la trucha común (Salmo trutta), cuatro catalogadas en el nivel “vulnerable” (boga del Guadiana,
cacho, calandino y colmilleja) y una en riesgo menor, el barbo gitano (Barbus sclateri). Ninguna de las especies
amenazadas se encuentra incluida en el Catálogo Andaluz de Especies Amenazadas y por tanto no cuentan
con protección legal. Además todas son objeto de pesca, con la excepción de la colmilleja y el calandino.
Fuente: Inventario Nacional de Biodiversidad (Ministerio de Medio Ambiente, 2007). 1 Datos cedidos por
la Delegación Provincial de Medio Ambiente de Granada (año 2007). Junta de Andalucía.
399
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La trucha común presenta una distribución paleártica, habitando tramos altos de ríos y lagunas de mon-
taña con aguas limpias, bien oxigenadas y con temperatura menor de 20oC (Granado, 2001a). Aún no siendo
una especie típica de medios semiáridos, se localiza de forma puntual en el ámbito de estudio, en cauces de
aguas permanentes en la base de Sierra Nevada, en el río Castril y en el Guardal.
En Andalucía está considerada en peligro en el Libro Rojo (Franco y Rodríguez, 2001). Por ello y ante las
amenazas a las que se encuentra sometida, la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía efectúo
un estudio en el que se determinaron diversos parámetros biológicos, entre ellos el genético, con objeto de
conocer el grado de introgresión genética. Actualmente, la especie cuenta en Andalucía con un Programa
de Recuperación, el cual incluye actuaciones de cría en cautividad.
Fuente: Inventario Nacional de Biodiversidad. Ministerio de Medio Ambiente, 2007 Leuciscus pyrenaicus Salmo Trutta
De las cuatro especies con categoría vulnerable, la colmilleja es la que se distribuye por un mayor número
de cuencas ibéricas y la que sufre una mayor regresión, habiendo desaparecido de varios ríos de la cuenca
del Guadalquivir (Doadrio, 2002). En el Altiplano ocupa tramos del Guadiana Menor y Castril con poca
corriente y fondos de arena, grava o limo con abundante vegetación acuática (Granado, 2001b), así como un
par de pequeños tramos en la cuenca del Fardes.
400
Comunidades bióticas y biodiversidad
El barbo gitano ocupa diferentes tramos de río, pero no aparece en aguas frías y rápidas o en zonas em-
balsadas. De todas las especies de peces presentes en el Libro Rojo es el que tiene un área de distribución
mayor, estando presente en la mayoría de los cauces de cierta entidad, como el Fardes, Guadiana Menor,
Guadalentín, Castril, Guardal, Galera y Huéscar.
Los datos de localización de estas especies proceden de fuentes distintas, en el caso de la trucha común
corresponden a información inédita de la Consejería de Medio Ambiente y para el resto de especies se ha
utilizado el Inventario Nacional de Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente.
anfIBIoS
La presencia de este grupo de vertebrados está limitada, como es lógico, por las condiciones climáticas del
Altiplano, a pesar de lo cual se localizan en su interior un total de ocho especies, que son: salamandra común
(Salamandra salamandra), rana común (Rana perezi), sapo común (Bufo bufo), sapo de espuelas (Pelobates
cultripes), sapo corredor (Bufo calamita), sapillo moteado común (Pelodytes punctatus), sapillo pintojo meri-
dional (Discoglossus jeanneae) y sapo partero bético (Alytes dickhilleni).
Las especies citadas con la excepción de las tres primeras están incluidas en la categoría de interés especial
del Catálogo de Especies Amenazadas de Andalucía. Además, el Altiplano mantiene poblaciones de tres de
las siete especies amenazadas incluidas en el Libro Rojo de los Vertebrados de Andalucía, siendo dos de ellas
endémicas de las Península Ibérica.
401
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Posiblemente la especie presente con mayor relevancia en el ámbito de estudio sea el sapo partero béti-
co, debido a que se trata de un endemismo bético con distribución circunscrita a la zona bética oriental y
única especie catalogada como vulnerable en Andalucía (Franco y Rodríguez, 2001), ya que en el caso de la
salamandra tan solo lo está la subespecie longirostris. El partero bético se puede encontrar en el Altiplano
en la base de las sierras del Pozo, Castril, Duda, Marmolance, la Encantada, Baza o María. La otra especie
endémica de la Península Ibérica es el sapillo pintojo meridional (Discoglossus jeanneae), mejor distribuido
que el anterior en el Altiplano, fundamentalmente por la hoya bastetana.
402
Comunidades bióticas y biodiversidad
REPTILES
De igual forma que en la cuenca Mediterránea, la principal característica de la comunidad de reptiles del
Altiplano es que ostenta el mayor porcentaje de endemicidad de todos los grupos de vertebrados (Cheylan e
Poitevin, 1998), ya que casi la mitad de las especies presentes tiene una distribución bética, ibérica o ibero-
magrebí.
403
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Quince de las dieciocho especies de reptiles conocidas para el ámbito de estudio cuentan con protección
legal, todas ellas en la categoría de interés especial en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. Asimismo
cuatro están incluidas en el Libro Rojo de los Vertebrados de Andalucía; dos en la categoría de vulnerable,
lagartija de Valverde (Algyroides marchi) y víbora hocicuda (Vipera latasti), otra en riesgo menor, la culebra
de collar (Natrix natrix), y la culebra de cogulla occidental (Macroprotodon brevis), con datos insuficientes.
Entre todos ellos destaca por su exclusividad la lagartija de Valverde, especie de origen tirrénico y único
representante del género en la Península Ibérica, aparte de uno de los lacértidos continentales con distribu-
ción geográfica más restringida (Rubio, 2002), puesto que únicamente se localiza en el entorno de las sierras
de Alcaraz, Cazorla, Castril y Segura. En el Altiplano posiblemente sólo se encuentra en la parte norte de la
sierra de Montilla y de la Encantada, asociada a puntos de agua en zonas de umbría.
La víbora hocicuda, aunque no muestra tal exclusividad, tiene una corología típica iberomagrebí. En el
área de estudio se encontraría sobre zonas rocosas con baja presencia humana en la base de las sierras, tales
como Sierra Mágina, Baza, Nevada y las pequeñas serrezuelas al norte de María.
Hay dos especies de reptiles que, aun estando en una categoría de amenaza menor en Andalucía, son
escasas en estos territorios semiáridos. Una de ellas es la culebra de collar, presente de forma muy puntual
La endémica y amenazada lagartija de Valverde aparece de forma muy localizada en el Altiplano. LGC
404
Comunidades bióticas y biodiversidad
405
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
aVES
La clase Aves está conformada por más de 9.900 especies que se agrupan en 25 órdenes de aves vivien-
tes (Hickman et al., 2006). En España se reproducen 337 especies, lo que supone buena parte de todas las
existentes de la cuenca Mediterránea (366 sp.; Covas and Blondel, 1998). En el área de estudio nidifican en
torno a las 130 especies, incluyendo esteparias y rapaces rupícolas que ya han sido tratadas con anterioridad.
Ardeidas
Las ardeidas constituyen una familia de aves zancudas de tamaño medio a grande que habitan zonas hú-
medas, nidificando sobre árboles o entre la vegetación palustre (carrizales y eneales). En el Altiplano podrían
encontrar zonas óptimas-subóptimas en determinados puntos de las colas de embalses y balsas donde exista
la vegetación necesaria.
Colas del embalse del Negratín, un hábitat adecuado para la nidificación de ardeidas en el Altiplano. JLV
406
Comunidades bióticas y biodiversidad
En estos medios el avetorillo común (Ixobrychus minutus) aparece de forma puntual, estando citado como
reproductor probable entre carrizos y eneas de la cola del embalse del Negratín, en el paraje conocido como
Junta de los Ríos. Asimismo, es posible que algunos años llegue a reproducirse en alguna balsa de riego con
vegetación suficiente como sucede en el entorno de Huélago (Fernández-Cardenete com. pers.). En esta zona
del Negratín también es posible que ocasionalmente puedan reproducirse la garza imperial (Ardea prupurea)
y el martinete (Nycticorax nycticorax).
Otras rapaces
Fuente: Inventario Nacional de Biodiversidad. Ministerio de Medio Ambiente, 2007. * Especie invernante.
407
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
También es dudosa la nidificación de elanio azul (Elanus caeruleus), considerado vulnerable (Franco y
Rodríguez, 2001), que podría reproducirse en terrenos abiertos con árboles dispersos, como encinares ade-
hesados de la cara norte de la Sierra de Baza, o en la de Sierra Nevada en el pasillo de Fiñana, lugares todos
en los que se han registrado contactos.
Otra especie escasa en Andalucía y en los ambientes esteparios semiáridos es el alcotán europeo (Falco
subbuteo), ave estival que utiliza para la cría pequeños bosques junto a zonas abiertas donde caza. Gil-Sánchez
et al. (1999) la cataloga como vulnerable para la provincia de Granada y estiman un total de doce parejas, de
las que siete se localizarían en la hoya de Guadix y al menos una en la de Baza. Estos autores recomiendan
la realización de un censo específico debido a su delicado estatus.
El autillo europeo (Otus scops) es la única rapaz nocturna considerada como amenazada en el Libro Rojo
de los Vertebrados de Andalucía. Esta nocturna de fenología estival es reproductor común en bosquetes
abiertos, alcanzando las máximas densidades en zonas agrícolas con setos y árboles, sotos fluviales, pueblos
y ciudades (SEO BirdLife, 1999). En ambientes semiáridos las mayores densidades se encuentran en mosaicos
agroforestales y ramblas (Alonso et al., 2003)
408
Comunidades bióticas y biodiversidad
Limícolas
Las limícolas son un conjunto de aves de patas largas que suelen vivir cerca del agua, donde se alimentan
de invertebrados. Junto a gaviotas, charranes y álcidos conforman el orden caradriforme, de escasa repre-
sentación en estos territorios.
Chorlitejo chico. MY
Colúmbidos
Las palomas y tórtolas están representadas en España por siete especies autóctonas, dos de ellas exclusivas
del archipiélago Canario. Las otras cinco se pueden localizar en el Altiplano, destacando la presencia de la
paloma zurita (Columba oenas), considerada en peligro en Andalucía.
409
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
410
Comunidades bióticas y biodiversidad
Caprimúlgidos
Los chotacabras constituyen un peculiar orden de aves, de hábitos nocturnos y plumaje críptico, con una
gran abertura bucal y vibrisas en sus vértices para facilitar la captura de insectos voladores nocturnos.
Coraciformes
Este orden, de origen africano, incluye especies de exuberantes colores y fuertes y prominentes picos. En
el Altiplano se encuentran todos los coraciformes ibéricos, que son el abejaruco común (Merops apiaster), la
abubilla (Upupa epops), el martín pescador (Alcedo atthis) y la carraca europea.
Tabla 8.49. Relación de coraciformes amenazados (excluidos aves esteparias)
Además de la carraca (tratada con anterioridad), la otra especie amenazada es el martín pescador, un ave
escasa en el sureste peninsular (Moreno-Opo, 2003) y que en el Altiplano se limita a los cauces del Guadiana
Menor, Jandulilla, Fardes, Guadalentín y Castril, marcando estos el límite suroriental de su distribución en
la Península Ibérica.
411
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Martín pescador. JM
Piciformes
Dos son las características fundamentales de este orden; una es presentar dos de los dedos dirigidos hacia
delante y dos hacia atrás, y la otra es disponer de un pico muy especializado. El torcecuello (Jynx torquilla) es
el único pícido amenazado presente en el área de estudio, conocido al menos para las choperas y otros bosques
de ribera en tramos medios-altos del río Fardes, cuando dispongan de oquedades aptas para la nidificación.
Paseriformes
Con sus 56 familias y más de 5.900 especies, es el orden más numeroso suponiendo el 60% de todas las
aves (Hickman et al., 2006). Además de las especies de índole esteparia, ya abordadas anteriormente, en el
Altiplano concurren otras ocho especies de paseriformes amenazados.
412
Comunidades bióticas y biodiversidad
El alzacola (Cercotrichas galactotes) junto a la alondra ricotí, anteriormente abordada, son los paseriformes
más amenazados de Andalucía (Franco y Rodríguez, 2001). El alzacola presenta una distribución mediterránea,
limitando su presencia en el Altiplano al término municipal de Abla (Seoane, 2005).
Número de especies
6
5
4
3
2
1
Fuente: Inventario Nacional de Biodiversidad. Ministerio de Medio Ambiente, 2007; Seoane, 2005
413
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
414
Comunidades bióticas y biodiversidad
Según Manrique (1993) la población del sureste semiárido ibérico ha registrado un acusado declive en las
últimas décadas y, aunque en algunos puntos puede seguir siendo relativamente abundante, no aparece en
extensas áreas de hábitat potencial.
El roquero rojo (Monticola saxatilis) se encuentra en Andalucía únicamente en sierras a partir de los 1.400
m. Su reproducción no está confirmada en el Altiplano, y de producirse quedaría restringida a las cotas más
altas.
Por último, otros dos paseriformes amenazados presentan una distribución restringida, en este caso asociada
a cauces. Se trata, por un lado, del avión zapador (Riparia riparia) que nidifica en taludes fluviales cercanos a
cursos de agua con materiales blandos (Palomino, 2001) y que tiene una presencia muy local en Andalucía
oriental (Malo de Molina, 2003), siendo las colonias del Altiplano las más orientales de la región. Por otro,
del zarcero pálido (Hippolais pallida), ligado a cauces con vegetación densa de Tamarix sp. y Arundo donax
(Muñoz-Cobo, 2001), caso de algunos tramos del bajo Guadiana Menor o la zona de la Junta de los Ríos.
MaMífERoS
Las depresiones de Guadix-Baza-Huéscar y sus sierras circundantes constituyen una de las áreas sobre
las que se tiene un mayor conocimiento de la fauna de vertebrados (Casinello, 1989; Pleguezuelos, 1992;
Fernández-Cardenete et al., 2000), y de forma particular sobre su comunidad de mamíferos (Garrido, 1992;
Gil-Sánchez et al., 2001; Garrido y Nogueras, 2002-2003).
La profundidad de los estudios realizados (Mitchell-Jones et al., 1999), sobre todo en quirópteros, así como
la gran variedad de ecosistemas presentes y el relativo mantenimiento de sistemas tradicionales de explota-
ción capaces de mantener una alta biodiversidad (Garrido y Nogueras 2002-2003), facilita que en el ámbito
de estudio se localicen el 75% de los mamíferos terrestres de Andalucía. Según Garrido y Nogueras (2002-
2003) la cuadrícula UTM 50x50 30SVG4, con 46 especies, muestra la riqueza de mamíferos más elevada de
la región Mediterránea ibérica, exceptuando las zonas limítrofes con la región eurosiberiana, en las que se
mezclan elementos faunísticos de ambas (Mitchell-Jones et al., 1999). Asimismo, estos autores encuentran
que la cuadrícula UTM 10x10 VG82 (90% de inclusión en el Altiplano) alberga la comunidad de mamíferos
más rica (35 especies).
Aunque existe predominancia de especies generalistas como el zorro (Vulpes vulpes), jabalí (Sus scofra),
tejón (Meles meles), erizo común (Erinaceus occidentalis), y otras, en el Altiplano se dan cita cinco mamíferos
endémicos ibéricos, tres de ellos bien distribuidos a lo largo de la Península: cabra montés (Capra pyrenaica
hispanica), topo ibérico (Talpa occidentalis) y liebre ibérica (Lepus capensis), y otros dos no tan ampliamente
como el topillo de Cabrera (Microtus cabrerae) y el murciélago ratonero gris (Myotis nattereri).
Este último muestra una situación particular, ya que recientemente se han descrito, tras realizar análisis
tanto genéticos como anatómicos, tres especies a partir de Myotis nattereri. De éstas Myotis escalerae es la
que estaría presente en el sur peninsular y norte de África (Ibáñez et al., 2006).
415
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Soricomorfos (insectívoros)
El musgaño de Cabrera (Neomys anomalus) es una especie ligada a medios acuáticos y encharcados, ricos
en invertebrados. En el área de estudio ha sido citada tan solo en dos ocasiones, una en la vega de Guadix
y otra en el río Fardes (Garrido y Nogueras, 2002-2003), pero también puede estar presente en tramos con
hábitat óptimo del río Castril.
416
Comunidades bióticas y biodiversidad
El topo ibérico es endémico de la Península Ibérica, donde ocupa suelos aptos para ser excavados y abun-
dancia de presas, desde el nivel del mar a los 2.800 m en Sierra Nevada. Las poblaciones del área de estudio
son las más orientales de Andalucía, y posiblemente sufran una fragmentación aún más acusada que la de
por sí ya preocupante para el conjunto del territorio andaluz.
Murciélagos
De forma general el ámbito de estudio parece ser una zona relativamente discreta en poblaciones de
quirópteros, en parte quizá debido a sesgos en la información disponible. Ello se debe a que los murciélagos
de la zona central del Altiplano encuentran unas condiciones ecológicas desfavorables, consecuencia del
carácter semiárido de estos territorios. En general, las especies con hábitos trogloditas son más caracterís-
ticos de zonas forestales (Horacek et al., 2000). Las barreras geográficas, fundamentalmente el estrecho de
Gibraltar, propiciaron que en la segunda mitad del Holoceno, en plena expansión de los medios semiáridos,
las especies de familias más típicamente desertícolas del Magreb, tales como Hipposideridae, Emballonuridae
o Rhinopomatidae, no se instalasen en el sureste peninsular (Aulagnier et Thevenot, 1986; Kowalski and
Rzebik-Kowalska, 1991; Horacek et al., 2000).
417
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
No obstante, los murciélagos suponen más de un tercio de los mamíferos del ámbito de estudio. Tal riqueza,
que en principio podría sorprender para una zona semiárida, posiblemente esté favorecida por la presencia
de superficies forestales en el entorno del Altiplano, aunque mayoritariamente se trata de especies caverní-
colas que se reproducen y alimentan en zonas abiertas o de borde forestal-abierto. Además, de las 17 especies
presentes 12 están incluidas en el Libro Rojo de los Vertebrados de Andalucía.
El quiróptero más relevante de los presentes en el Altiplano es el murciélago ratonero patudo (Myotis
capaccinii), especie en peligro crítico en Andalucía (Franco y Rodríguez, 2001) y que se distribuye por los
países mediterráneos ubicando sus refugios cerca de ecosistemas acuáticos (cursos de agua, pantanos, etc.)
donde tiene sus zonas de caza. Se trata de un troglodita estricto, y termófilo, aunque recientemente se han
encontrado colonias en Andalucía oriental a 1200 m s.n.m. (Almenar et al., 2002). En la zona de estudio,
al igual que en el conjunto de Andalucía, es escaso, conociéndose sólo dos refugios ocupados por colonias,
ambas cerca de embalses (La Bolera y Pedro Abellán). Una de ellas se sitúa en La Peza, y sólo es empleada
como lugar de descanso en los movimientos entre áreas de cría e invernada. La otra está ubicada en Pozo
Alcón y es utilizada por al menos 800 hembras reproductoras, lo que se estima en torno al 32% de la pobla-
ción andaluza (Garrido, 2007).
Otro vespertiliónido interesante es el murciélago ratonero gris, a partir del cual se han descrito varias
criptoespecies gemelas y alopátricas mediante estudios filogeográficos (Ibáñez et al., 2006). Parece que en la
Península habría dos especies, una al norte del Ebro (aún no formalmente descrita) y otra que ocuparía el
resto del territorio peninsular y por tanto se trataría de un endemismo ibérico. Éste es Myotis escalerae, des-
crito en 1904 por Cabrera, que aún no ha sido considerado válido pero para el que en cualquier caso existiría
418
Comunidades bióticas y biodiversidad
desconocimiento sobre el estado poblacional y categoría de amenaza en que podría encontrarse la especie
a nivel andaluz.
También es digno de mención el descenso poblacional que está sufriendo el murciélago ratonero grande
(Myotis myotis; Garrido com. pers.), lo que hay que sumar el riesgo asociado a su conocido gregarismo, por el
que la pérdida de un único refugio puede acarrear severos declives poblacionales (Romero, 2000).
En el Altiplano las dos especies que destacan por la importancia relativa respecto al total regional de
efectivos poblacionales son vespertiliónidos, en concreto el murciélago orejudo gris (Plecotus austriacus) y el
murciélago ratonero patudo. Aunque los datos disponibles para la primera sobre la población andaluza están
incompletos actualmente, la mayor parte de las citas disponibles se concentran en la zona de estudio y sus
sierras circundantes: Cazorla-Segura, Baza, Filabres, Arana o Sierra Nevada (Garrido, 2007).
419
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Las principales poblaciones de murciélagos troglófilos se sitúan en el borde del Altiplano, entre los
bosques de las sierras colindantes, en los medios fluviales, bosques de ribera y cultivos de regadío aso-
ciados a los ríos. Aunque la mayoría de las poblaciones son poco relevantes en el contexto andaluz,
algunas de las colonias sí tienen importancia, debido al tamaño de las poblaciones que albergan. Este es
el caso del Cerro Minero de Alquife, la Cueva de Peña Lentisco en Hinojares o el Túnel de las Huertas
en Pozo Alcón.
La colonia del Cerro Minero de Alquife ocupa una explotación minera abandonada que aprovechaba un
yacimiento masivo de hematites pardos encajados en mármoles triásicos (Garrido, 2007). Los estudios de
Ibáñez et al. (2005) no le conferían la importancia que con posterioridad advirtió un estudio más profundo
realizado por el equipo de seguimiento de murciélagos cavernícolas de la Consejería de Medio Ambiente
de la Junta de Andalucía. Este trabajo cifró el contingente de murciélagos en la cueva en torno a 6.000
ejemplares, el mayor del Altiplano y de toda la provincia de Granada, integrado por murciélago grande de
herradura (Rhinolophus ferrumequinum), de herradura mediterráneo, ratonero grande y mediano (Myotis
blythii), y fundamentalmente murciélago de cueva (Miniopterus schreibersii). Además el área del Cerro Minero
cuenta con un dormidero invernal de chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax) que llega aglutinar a más
de 1.000 ejemplares. Éste es un excelente ejemplo de enclave que podría ser incluido en la Red Natura 2000
como Zona de Especial Conservación.
La Cueva de Peña Lentisco es una sima de 50 m de profundidad en una capa de margas yesíferas del
triásico (Garrido, 2007), dentro del P.N. de Cazorla, Segura y Las Villas. En esta cueva se reproduce una
colonia importante de murciélago grande de herradura y de herradura mediterráneo, aunque es, si cabe, más
420
Comunidades bióticas y biodiversidad
relevante durante el invierno, cuando acoge a 350 individuos de murciélago grande de herradura. La cueva y
su entorno merecerían ser considerada como Área de Especial Conservación en el PORN y PRUG de dicho
espacio protegido, y como Zona de Especial Conservación en la Red Natura 2000.
El Túnel de las Huertas es parte del antiguo trazado del canal principal de la zona regable de Pozo Alcón,
en la actualidad abandonado. Este túnel de 1.500 m es utilizado como depósito de agua para el riego de una
pequeña zona de huertas del entorno, permaneciendo inundado la mayor parte del año. Su colonia de mur-
ciélagos es la segunda más importante del Altiplano en número de ejemplares, con un comunidad reproduc-
tora conformada por 2.000 individuos de murciélago de cueva, 1.000 de ratonero grande, 200 de herradura
mediterráneo, 150 de grande de herradura y sobre todo 800 individuos de murciélago patudo, así como una
población invernante de más de 600 de murciélago de cueva, más de 100 de grande de herradura y más de
100 de murciélago patudo. Cuenta, por tanto, con la mayor colonia reproductora de murciélago patudo de la
región, un tercio de total andaluz, tratándose de una de las poblaciones más valiosas de quirópteros de toda
Andalucía. Este túnel, junto con el tramo del río Guadalentín que constituye su área principal de alimenta-
ción, debiera también ser integrado en la Red Natura 2000 como Zona de Especial Conservación.
Roedores
De modo similar al grupo anterior la comunidad de roedores está definida por la predominancia de espe-
cies eurosiberianas y en buena parte generalistas. En el caso de los roedores se pone de manifiesto por una
mayoría de integrantes de Microtinae frente a Murinae, situación típica de la fauna eurosiberiana (Orsini
et Poitevin, 1984), no existiendo taxa específicamente adaptados a explotar los nichos existentes en medios
semiáridos (Garrido y Nogueras, 2002-2003). Esta situación contrasta con la rica fauna de Murinae, Dipodidae
y especialmente Gerbilidae existente en las estepas magrebíes (Aulagnier et Tevenot, 1986).
Ejemplo de endemicidad entre los roedores ibéricos es el topillo de Cabrera, un endemismo estricto ibérico.
En la actualidad se considera que ocupa un área relicta, con distribución fragmentada entre varios núcleos
del Prepirineo, sistema Ibérico meridional, sistema Central, algunas áreas de la provincia de Zamora y las
sierras béticas orientales (Albacete, Jaén, Granada y Murcia).
421
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
422
Comunidades bióticas y biodiversidad
Carnívoros
Posiblemente los carnívoros más escasos en la zona de estudio sean el turón (Mustela putorius aureolus)
y la nutria (Lutra lutra). El primero fue detectado en la hoya accitana por primera vez en 2003, en los sotos
fluviales del Balneario de Alicún, aunque posteriormente se ha localizado en el Fardes de forma muy puntual.
La especie también puede aparecer en zonas cercanas a Sierra Mágina y sierras de Cazorla y Castril.
Fuente: Fuente: Inventario Nacional de Biodiversidad. Ministerio de Medio Ambiente, 2007; Gil-Sánchez com. pers.
La nutria fue considerada extinta en 2001 en el Altiplano (Gil-Sánchez et al., 2001), si bien actualmen-
te parece haberse recuperado y puede encontrarse en varios cauces como el Guadiana Menor, Jandulilla,
Guadalentín, Castril, Guardal, parte del río Galera y algún tramo del río Fardes (Gil-Sánchez com. pers.).
Nutria. JM.
423
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Artiodáctilos
La situación de los artiodáctilos andaluces amenazados resulta en cierta medida contradictoria, ya que
tanto la cabra montés como el ciervo han sido incluidos en el Libro Rojo de los Vertebrados de Andalucía,
siendo cinegéticas ambas especies y encontrándose en franca expansión territorial. No obstante, se ha en-
tendido que sus amenazas radican en los modelos de gestión y manejo, que les pueden acercar localmente a
situaciones de empobrecimiento o contaminación genética.
La cabra montés es un endemismo ibérico que actualmente se distribuye de forma más o menos homogénea
por la mitad occidental del Altiplano. Tras haber quedado relegada en los años 50 a pequeños núcleos en las
Reservas Nacionales Caza de Sierra Nevada y Cazorla-Segura (Farfán et al., 2004) comenzó a aparecer en
la hoya de Guadix entre 1980 y 1990, localizándose en las cárcavas situadas entre los ríos Guadix y Fardes
424
Comunidades bióticas y biodiversidad
desde los Baños de Alicún hacia el norte (Garrido y Nogueras, 2002-2003). Aún estando catalogada como
vulnerable en el Libro Rojo de los vertebrados de Andalucía está considerada como especie cinegética tras
un importante incremento poblacional. El macho montés tiene una alta valoración y tradición cinegética
en España, lo que es un potencial generador de recursos económicos en las localidades donde se efectúa su
caza.
El ciervo (Cervus elaphus) en el Altiplano tiene una presencia limitada a la base de Sierra Nevada, Sierra
de Baza (Torres, 1998), Cazorla, del Pozo, Castril y La Sagra, en parte debido a que la especie tiene dificul-
tades de expansión en este contexto semiárido, no pudiendo cruzar las depresiones tal y como hace la cabra
montés, mucho más tolerante a las condiciones xéricas. Asimismo, mencionar que las poblaciones de ciervo
de estas sierras provienen de sueltas con fines cinegéticos, como las producidas en la Reserva Nacional de
Caza de Cazorla, coto Maguillo en Sierra Nevada o Romailique en Sierra de Arana.
En general y a modo de síntesis, la comunidad de mamíferos presente en el Altiplano encaja dentro de los
patrones típicos descritos para la fauna mediterránea (Blondel and Aronson, 1999), que se basan fundamen-
talmente en dos características. Por un lado el predominio de especies eurosiberianas, pero con presencia
425
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
significativa de endemismos mediterráneos y, en menor medida, elementos subtropicales. Por otro, la fuerte
transformación del medio natural derivada de la actividad humana (reciente e histórica) lo cual favorece la
aparición de especies introducidas o comensales del hombre, como la rata campestre (Rattus rattus), la rata
gris (Rattus norvegicus), el arruí (Ammotragus laervia) o el gamo (Dama dama), entre otros.
faCToRES dE aMEnaza
Al igual que en el caso de la flora (apartado 8.1.), las causas de riesgo fundamentales para la supervivencia
de vertebrados en el Altiplano son la destrucción y fragmentación de hábitat, asociadas a los cambios de uso
del suelo, la contaminación de los cauces, la modificación y creación de infraestructuras en los cursos de
agua, así como la creación de infraestructuras viales, industriales, energéticas y turísticas.
Las principales amenazas de las especies piscícolas en España y por ende en el Altiplano son la construc-
ción de presas, alteración de cauces, e incluso la extracción de áridos, que afecta directamente a especies
como la colmilleja.
La herpetofauna presenta algunas características que la hacen más vulnerable que otros grupos de verte-
brados ante las alteraciones ambientales, sobre todo los anfibios, pues su piel es muy permeable a los agentes
químicos y sus ciclos biológicos combinan fase terrestre y acuática.
Los anfibios y reptiles continentales están estrechamente ligados a sus hábitats y biotopos de reproducción
debido a su escasa movilidad. Esto les hace especialmente sensibles a cambios locales concretos que impliquen
la destrucción, alteración o contaminación de los mismos. Una actividad antrópica que afecta exclusivamente
a peces y anfibios es la llegada al medio de especies exóticas para su posterior pesca o bien por su uso como
cebo, afectando a las especies piscícolas autóctonas y a los primeros estadíos larvarios de algunos anfibios.
En el Altiplano la pérdida o remodelación inadecuada de antiguas balsas y acequias es también un problema
para peces y anfibios (Garrido y García-Cardenete com. pers.).
Las causas de amenaza para la avifauna son más diversas pues las aves ocupan un rango mayor de biotopos.
Algunas de las más comunes son la alteración, fragmentación o pérdida total de hábitat y los riesgos asociados
a su ecología trófica. Ejemplos de esta última son el uso intencionado de veneno con fines cinegéticos y/o
ganaderos, así como el abuso de biocidas en los modelos agrícolas más intensivos.
Entre los mamíferos, la principal causa de amenaza también es la fragmentación y alteración del hábitat,
existiendo el caso particular de los quirópteros cavernícolas, que tienen su mayor problema de conservación
en el uso de cuevas con fines turísticos o deportivos (espeleología), principalmente en el entorno de Guadix.
Ejemplo paradigmático de la pérdida de hábitat es el caso del raro topillo de Cabrera, el cual ha desaparecido
de algunas localizaciones en Guadix debido a la roturación de los pastizales que ocupaba.
A lo largo del presente capítulo, se ha puesto de manifiesto la diversidad, complejidad y singularidad bioló-
gica del Altiplano. Y de ello se pueden obtener dos conclusiones generales. La primera es la presencia de una
proporción elevada de plantas vasculares e invertebrados endémicos del Altiplano, otros muchos exclusivos
426
Comunidades bióticas y biodiversidad
de estos ambientes en España, e incluso algunos vertebrados que resultan únicos en Europa. La segunda, es
que la flora y fauna presente en estos ambientes tiene un alto grado de amenaza; únicamente entre los verte-
brados en el Altiplano concurren 100 de las 180 especies consideradas amenazadas en el territorio andaluz.
Estos datos evidencian que, en contra de la idea socialmente arraigada de que las zonas áridas del sudes-
te peninsular son ecosistemas pobres originados por degradación de otros medios más valiosos, se trata en
cambio, de ambientes singulares; en gran medida fruto, sí, del uso humano del territorio, pero un uso que
vino a sumarse al proceso evolutivo ya en marcha en el Altiplano desde muchos miles de años antes de que
el hombre alcanzara una capacidad relevante de intervención sobre el territorio. Además de la indudable
diversidad que atesoran estos ambientes semiáridos, la importancia de su conservación va mucho más allá
de preservar determinados elementos de flora y fauna singular, sino que debe considerar al menos una parte
significativa del todo, permitiendo que los ecosistemas semiáridos y sus biocenosis sigan contribuyendo a la
diversidad intrínseca del conjunto de ecosistemas mediterráneos.
El eslizón ibérico es uno de los reptiles endémicos de la Península Ibérica presentes en el Altiplano. LGC
427
Mosaico de usos del territorio en el extremo
occidental de la hoya de Guadix. JH
Usos del suelo y su
evolución histórica
reciente
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
En Alicún se cantaba
“si la luna sale,
mejor entre los olivos
que entre los espartales”
Antonio Machado
Muy probablemente de los baños de Alicún, en Villanueva de las Torres, se trajo D. Antonio esta co-
plilla, cante del norte granadino, escuchada en Alicún y transcrita en Baeza, que bien vale para todo el
territorio comprendido entre ambas localidades. Y es que el típico paisaje de Villanueva, como también
el de Alicún de Ortega, como en Jaén el de Cabra del Sto. Cristo, Jódar, Huesa o Larva, y en general co-
mo el de buena parte del Altiplano, ha estado históricamente integrado por vastos territorios esteparios,
ornados de cerros y ramblas, entre los que se arañaban besanas más o menos ingratas, y donde el olivar
quedaba en lo menos. Aún cuando mitigasen pasadas miserias, que lo hicieron y mucho, ni el esparto,
ni siquiera el grano, nunca pudieron ni pueden competir en la valoración social con el árbol, ya sea éste
olivo, almendro o cítrico.
En los más de ochenta años que separan de la actualidad el Cancionero Aprócrifo de Antonio Machado,
muy poco ha cambiado el espíritu del cante y mucho el panorama estepario. Los cambios en el aprovecha-
miento y los usos que se han sucedido en algunas zonas del extremo noroccidental del Altiplano, y de una
forma especial durante los últimos diez o quince años, se hallan entre los más drásticos y veloces de toda
Andalucía (Martos, 1998; Yanes et al., 2005; González et al., 2007), puntualmente comparables a aquellos
acontecidos también sobre otros territorios semiáridos en el litoral almeriense (Mota et al., 1996).
430
Usos del suelo y su evolución histórica reciente
Sea como fuere, el estudio de los usos del suelo y de su variación a lo largo del tiempo permite el análisis
de múltiples aspectos del territorio, entre ellos las tendencias y ritmos de cambio, la potencialidad econó-
mica, y la evolución de las superficies agrícolas, forestales y urbanas, o de las superficies de agua en un lapso
de tiempo determinado.
En este capítulo se pretende, por un lado, cuantificar los cambios más relevantes acontecidos en el Altiplano
desde la década de los 50 del pasado siglo y, por otro, ofrecer una idea general de las tendencias que a este nivel
ha seguido y sigue el territorio. Esta información servirá de referencia en relación a las implicaciones que tal
evolución haya tenido y tenga en la conservación de los principales valores naturales del Altiplano.
Notas metodológicas
El tratamiento y exposición de los datos de este apartado se aborda a dos niveles: de un lado, mediante
el análisis global del territorio según las distintas categorías, y de otro, mediante un análisis pormenorizado
dentro del área, que aborda con mayor detalle las modificaciones concretas en distintos subámbitos territo-
riales. Como tales se diferencian los territorios giennense y almeriense del Altiplano, así como las distintas
comarcas agrarias granadinas que, por su importancia en el contexto, se tratan de forma individualizada.
Cabe matizar que, con carácter general, no se han tenido en cuenta las áreas agrícolas heretogéneas con-
figuradas por mosaicos de secano y regadío u otras combinaciones que son muy minoritarias y, sin embargo,
dificultarían el análisis y la exposición de resultados.
431
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
En la actualidad los principales usos del suelo en el Altiplano corresponden a la actividad agrícola, rasgo
que se mantiene al menos desde los años 50 del pasado siglo (61,65% de toda la superficie del Altiplano en
2003; 59,61% en 1956). Como se verá mas adelante, la mayoría del territorio agrícola en el Altiplano se destina
a secano, sobre todo a cultivos herbáceos, seguido en importancia por la superficie forestal, con prevalencia
del matorral desarbolado y en menor medida con árboles.
Esta situación contrasta con el patrón general para Andalucía, donde en su conjunto la superficie destinada
a la actividad agrícola (43,9% en 2003) es inferior a la forestal (50,8%), lo que resulta indicativo del carácter
comparativamente más agrario del Altiplano. La evolución del conjunto de Andalucía en el período 1956 a
2003 se ha traducido en una ligera disminución de las áreas naturales y seminaturales, un notable incremento
de las superficies edificadas e infraestructuras y superficies de agua artificiales, y una proporción de superficie
agrícola prácticamente estable (Consejería de Medio Ambiente, 2007a).
En el Altiplano los cambios en los usos del suelo durante el periodo contemplado han sido inten-
sos, afectando al 32,5% de su superficie total. Sin embargo su proporción final de usos, en cuanto a los
cuatro grandes grupos, ha cambiado poco respecto al año 1956 (Tablas 9.1. y 9.2.). Esto se debe a que
buena parte de tales cambios han tenido lugar dentro del mismo grupo de uso (23,1%), si bien no por
ello dejan de tener importantes repercusiones para el medio natural. Es el caso, por ejemplo, de la su-
perficie agrícola, sobre la que se han producido modificaciones tan relevantes como el paso de cereal a
leñosos o la transformación a regadío, circunstancias ambas que cambian radicalmente las condiciones
del hábitat.
Tabla 9.1. Nivel de persistencia hasta 2003 en la superficie de cada tipo de uso del suelo considerado
en 1956, y proporción de su evolución a otros usos durante este intervalo temporal
Los valores se expresan en porcentaje sobre el tipo de uso del suelo en 1956 y muestran la proporción en que cada uso se ha mantenido o
cambiado a otro hasta 2003. En sombreado: proporción que se mantiene desde 1956.
Fuente: Mapa de evolución de usos del suelo 1956-2003. Junta de Andalucía, 2008. Elaboración propia.
432
Usos del suelo y su evolución histórica reciente
Emprendiendo el análisis en función de los cuatro grandes grupos de usos del suelo expuestos con anterio-
ridad, se observa cómo el cambio más llamativo respecto al año 1956 es la disminución de las áreas naturales
y seminaturales en casi tres puntos porcentuales, frente al incremento de superficie del resto de categorías
(Tabla 9.2.).
La superficie agrícola, en contra del patrón general en Andalucía, se ha incrementado en casi dos puntos
porcentuales. Le sigue, como resulta previsible, una subida de las superficies edificadas e infraestructuras que
pasan del 0,48% al 1,31% en 2003. Las zonas húmedas crecen significativamente debido a la construcción de
tres embalses en el territorio durante este período, en detrimento de los cursos naturales que tienden más bien
a perder superficie.
Esta tendencia hacia una mayor dedicación del suelo a usos productivos sucede, curiosamente, sobre un
territorio que ha perdido durante este período una parte importante de su población. Así, también en con-
traposición a la tendencia regional, la evolución poblacional ha seguido durante este tiempo una tendencia
a la baja, presentando en 2001 unos 131.000 habitantes menos (44,8%) que en la década de los 50 del pasado
siglo (apartado 6.1.).
Un ejemplo de transformación de los usos agrícolas del suelo en el Altiplano: Los badlands de Huesa. Arriba, hacia
1925 (autor desconocido; CMA, Delegación Provincial de Medio Ambiente de Jaén); abajo, en 2008. CPS
433
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Tabla 9.2. Distribución de la superficie por grupos de usos de suelo (en orden decreciente según su superficie en 2003)
Fuente: Mapa de evolución de usos del suelo 1956-2003. Junta de Andalucía, 2008. Elaboración propia.
Ahora bien, este análisis global de las variaciones puede enmascarar la relevancia u orientación diferencial
de determinados cambios acaecidos a menor escala en el territorio. Aumentando el nivel de detalle del aná-
lisis, se aprecia cómo evolucionan los cambios dentro del Altiplano y su magnitud en las distintas unidades
territoriales. De este modo cabe hacer distinción entre la componente almeriense del territorio, la giennense
y las comarcas granadinas, conforme a cuya división territorial se analizan también los datos.
Como ya se ha anticipado, considerando íntegramente al Altiplano, se aprecia, respecto al año 1956, una
pérdida importante de territorios forestales que afecta a casi un 3% de la superficie. En sentido opuesto, el
resto de categorías incrementan su extensión: la agrícola en 8.400 ha, la urbana en unas 4.000 y las super-
ficies de agua en 1.500. La contribución principal a esta tendencia radica en los territorios granadinos por
su mayor participación, aunque desigual, llegando a invertirse la tendencia para la comarca de Guadix (ver
434
Usos del suelo y su evolución histórica reciente
plano), donde la superficie forestal aumenta levemente y la agrícola disminuye sensiblemente (2.181 ha).
Otra excepción a esta tendencia general es la provincia de Jaén, donde las superficies de agua disminuyen
levemente (69 ha).
A lo largo de los siguientes apartados se describen los rasgos más importantes en cuanto a los distintos usos
del suelo y sus cambios más notables desde mediados del siglo XX, en cada una de las categorías y territorios.
Superficie agrícola
Como se ha venido apuntando, el cambio más apreciable en el territorio es el crecimiento de la superficie
destinada a la agricultura, hecho que ocurre en detrimento del suelo de carácter forestal y resulta proporcio-
nalmente más apreciable en la comarca de Huéscar. Los territorios con mayor protagonismo en el incremento
de superficie agrícola del Altiplano son esta comarca (61,7% del incremento) y la de Iznalloz (24,9%), segui-
das por la comarca bastetana (19,8%) y el Altiplano almeriense (17,2%). Por su parte, la comarca de Guadix
pierde territorio agrícola mientras la zona giennense permanece prácticamente estable (Figura 9.1.).
Fuente: Mapa de evolución de usos del suelo 1956-2003. Junta de Andalucía, 2008. Elaboración propia.
En cuanto al tipo de usos agrícolas, la tendencia del Altiplano desde el año 1956 muestra por un lado un
mantenimiento de la extensión total de secano y un incremento del regadío próximo a las 5.500 ha (Tabla
9.4.). Esta cifra realmente puede estar muy por debajo de la realidad, debido a la existencia de regadíos en
precario, pendientes de la definitiva autorización administrativa por parte de Confederación, pero que en
la práctica acometen riegos con anterioridad a su cómputo. Ello es especialmente notable en Jaén, y puede
suponer al menos otras 2-3.000 ha más sólo en el territorio correspondiente al Altiplano en esta provincia.
Por otro lado y aunque continúan siendo mayoritarios (aproximadamente el 70% de la superficie actual cul-
tivada), resulta llamativo el claro descenso de los cultivos herbáceos en antagonismo con los leñosos, cuya
proporción se ha cuadruplicado desde 1956 (Figura 9.2.).
435
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
436
Usos del suelo y su evolución histórica reciente
Transformación de superficie
agrícola a forestal y
viceversa (1956 - 2003)
Escala 1:400.000 Fuente: Mapa de usos y coberturas de Andalucía 1956-2003. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía, 2005
437
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Figura 9.2. Evolución de cultivos leñosos y herbáceos de secano y regadío en el período 1956-2003
Fuente: Mapa de evolución de usos del suelo 1956-2003. Junta de Andalucía, 2008. Elaboración propia.
Respecto a los cultivos leñosos el incremento se aprecia tanto en secano como en regadío, en proporciones
similares aunque con distinta importancia superficial, prevaleciendo los leñosos de secano con 55.157 ha
frente a las 9.203 del regadío. Más de la mitad de la superficie dedicada a estos corresponde al olivar, que ha
triplicado desde entonces su extensión, alcanzando las 33.847 ha. El olivar de secano mantiene protagonismo
438
Usos del suelo y su evolución histórica reciente
Otros cultivos leñosos de secano han experimentado en su conjunto un considerable incremento (aprox.
24.000 ha), llegando casi a igualar la superficie destinada al olivar de secano. El tipo mayoritario es el al-
mendro, tal y como se refiere en el apartado correspondiente a la agricultura (apartado 12.1.), si bien aquí la
cartografía empleada no contempla una unidad cartográfica específica para este cultivo, quedando integrado
con otros leñosos (Tabla 9.5.)
439
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Fuente: Mapa de evolución de usos del suelo 1956-2003. Junta de Andalucía, 2008. Elaboración propia.
Los distintos territorios o unidades presentan importantes diferencias individuales entre ellos y respecto
a la totalidad del territorio que se destacan a continuación:
Las mayores diferencias con respecto al conjunto se observan en la comarca de Guadix, donde tiene lugar
un llamativo descenso de los herbáceos en regadío en casi 6.000 hectáreas y un pequeño incremento relativo
de los leñosos (1.715 ha), principalmente de olivar, que no compensa el balance de superficies en regadío.
Asimismo los herbáceos de secano de esta comarca sufren una espectacular disminución (14.328 ha) que no
se ve compensada con el importante incremento de los cultivos leñosos de frutales (6.928 ha) y olivar (1.514
ha). En conjunto la comarca accitana ha perdido territorio agrícola tanto en la modalidad de secano como
de regadío, quedando abandonado o destinado a infraestructuras.
En Baza se mantiene aproximadamente la superficie regada, mientras que crece en el resto de co-
marcas, en mayor medida en la de Huéscar y el Altiplano giennense, respectivamente en unas 2.200 y
3.300 ha.
440
Usos del suelo y su evolución histórica reciente
La comarca de Baza sigue en líneas generales la tendencia del conjunto del Altiplano, salvo para el regadío
de herbáceos, con un leve descenso. Por el contrario, la comarca de Huéscar y la zona almeriense representan
los únicos territorios donde el regadío de herbáceos aumenta. En el caso de Huéscar, estos superan en tres
veces la superficie dedicada al regadío de leñosos.
Respecto a los cultivos leñosos cabe señalar un importante incremento en todos los territorios, especial-
mente en Baza (12.215 ha), Altiplano giennense (10.359) y Guadix (10.176), debido fundamentalmente a la
modalidad de secano, mientras que su regadío sube discretamente, salvo en Jaén (3.605 ha) y Guadix (1.715
ha), donde el ascenso es más notable. En cuanto al tipo de cultivo cabe matizar que, salvo en la comarca de
Iznalloz y la zona giennense, donde el protagonista único es el olivar, en el resto cobran más importancia
los frutales y almendros (Tabla 9.6.).
Arriba: La mayor parte de las tierras de labor en el Altiplano giennense han sido revertidas a olivar en los últi-
mos 15 años. Abajo izqda: Las canalizaciones acercan el agua y facilitan el cambio en los usos agrícolas. Abajo
dcha: Ahoyado para nuevas plantaciones de olivo. MY
441
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Tabla 9.6. Evolución de las superficies agrícolas en sus distintas modalidades, según unidad territorial desde 1956 a 2003
UNIDAD TERRITORIAL SECANO (ha) REGADÍO (ha) LEÑOSOS (ha) HERBÁCEOS (ha)
Superficie forestal
Las superficies de índole forestal, entendidas como las áreas naturales y seminaturales en su conjunto, ocupan en
la actualidad un 36% del territorio del Altiplano. Éstas han disminuido desde el año 1956 en unas 14.000 hectáreas
netas aproximadamente, lo que supone un 3% del territorio (Tabla 9.7.). Sin embargo la cuantía total de pérdida
de superficie forestal en el periodo transcurrido entre los años 1956 al 2003 supera las 27.000 ha, de las cuales un
96,3 % ha sido transformada a superficie agrícola. Tal conversión se ha producido también en sentido inverso, de
agrícola a forestal, pero aunque numéricamente ello pueda compensar parte de la pérdida de superficie forestal,
no es así en cuanto a la calidad del medio. Es el caso de formaciones preexistentes de quercíneas y también, si bien
menos reconocido, de los espartales, formaciones ambas necesitadas de lapsos temporales muy dilatados para
recolonizar espontáneamente la superficie perdida tras una roturación. Y, por supuesto, puntualmente también
de hábitats forestales de extraordinario valor como los conformados por comunidades vegetales gypsófilas y de
saladar. Los campos de cultivo abandonados, bien al contrario, suelen ser colonizados con rapidez por un conjunto
de especies vegetales (Artemisia spp., Retama sphaerocarpa, Capparis spinosa, etc) que alcanzan cierta estabili-
dad en el tiempo pero tienen un valor muy inferior como hábitat singular o utilizado por especies amenazadas.
De cara a las repercusiones que pueda tener la transformación del hábitat para algunas de las especies de flora
y fauna más importantes en el Altiplano, interesa analizar los cambios experimentados en la superficie forestal
en cuanto a su estructura, como pueden ser la conversión del pastizal o matorral a superficie arbolada, la den-
sificación de la misma o, en su caso, el tipo de cultivo al que se ha destinado lo que antes fuese terreno forestal.
442
Usos del suelo y su evolución histórica reciente
Entre los cambios más importantes, tal y como ya se ha apuntado, resalta en primer lugar la importante
fracción de superficie forestal que se ha transformado en agrícola (26.307 ha), en su mayoría de secano y des-
tinada principalmente a cultivos herbáceos. Buena parte de esta superficie correspondía a terrenos forestales
arbolados, con una importante representación de quercíneas (aproximadamente 9.500 ha), lo que supone
una significativa pérdida en el Altiplano.
En segundo lugar, respecto a los territorios que continúan siendo forestales (85,4%), se aprecian varias
circunstancias importantes en la evolución del territorio (Figura 9.3.).
Por un lado, la superficie arbolada ha aumentado significativamente desde los años 50 del pasado siglo,
concretamente en una cuantía próxima a las 20.000 ha, lo que ha sido propiciado fundamentalmente por las
políticas forestales desarrolladas desde aquellos años hasta la fecha. Éstas se han ejecutado fundamentalmen-
te en los montes públicos, en su mayoría adquiridos por la Administración durante este intervalo temporal
(capítulo 13), y posteriormente también en menor medida a través de subvenciones de la Unión Europea
para la reforestación de tierras agrarias. En el incremento de la superficie arbolada, la mayor contribución
parte de las formaciones arboladas densas y el matorral disperso con arbolado, lo que revierte en un mayor
protagonismo respecto al año 56 del matorral y el arbolado denso en detrimento de los cultivos herbáceos
con arbolado de quercíneas que quedan reducidos a menos de la mitad.
El Torreón, en Esfiliana (Alcudia de Guadix): Un temprano ejemplo de transformación del paisaje forestal
mediante plantación de pino carrasco en el Altiplano. Arriba izqda, en 1930 (L. Casado); arriba dcha, en 1932
(autor desconocido); abajo izqda, en 1946 (autor desconocido); abajo dcha, en 2001 (J. González Cordero).
443
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Las coníferas han sido especies preferentes en las reforestaciones, sobre todo el pino carrasco (Pinus ha-
lepensis). De ahí que en la actualidad el componente principal de las formaciones arboladas sean las plan-
taciones densas de coníferas que, desde el año 1956, se han duplicado alcanzando el 80% de la superficie
arbolada densa. Se aprecia pues que casi la mitad de los territorios de coníferas lo eran ya en el 56 mientras
que el resto se trataba de matorral más o menos denso, pastizal y cultivos.
Plantaciones de pino carrasco con 15-20 años de edad en los montes Cortijo Conejo, Guadix (izqda), y Cortijo Nuevo, Jódar (dcha). MY
Por el contrario, la extensión de las formaciones densas de quercíneas se ha reducido en casi cinco veces.
También han disminuido las formaciones de quercíneas en menor densidad, siendo sustituidas en gran parte
por cultivos debido a su mejor aptitud agrícola.
Finalmente, el matorral no arbolado ha ido menguando de forma progresiva, perdiendo más de 21.000
ha, a la par que los pastizales retrocedían considerablemente hasta 1999 (aprox. 2.000 ha) para estabilizarse
luego hasta la actualidad.
Fuente: Mapa de evolución de usos del suelo 1956-2003. Junta de Andalucía, 2008. Elaboración propia.
444
Usos del suelo y su evolución histórica reciente
En la actualidad los medios arbolados han quedado conformados en el territorio como formaciones con
estructura preferentemente de matorral, denso o disperso, con arbolado de coníferas o quercíneas (66% de las
zonas arboladas). En segundo orden de importancia figuran las masas arboladas densas (21%), compuestas en
su mayoría por plantaciones de coníferas. Éstas varían su proporción de unas unidades a otras, registrándose
las mayores extensiones en la comarca accitana y el sureste de Jaén, y la inferior en la comarca de Iznalloz,
donde apenas hay zonas repobladas de estas características. El resto de unidades presentan una importancia
similar en cuanto a la superficie ocupada por estos medios (Tabla 9.9.).
Tabla 9.8. Superficie por categoría de uso, según unidades territoriales, en 1956
ALTIPLANO ALTIPLANO
BAZA GUADIX HUÉSCAR IZNALLOZ
ALMERIENSE GIENNENSE
Fuente: Mapa de evolución de usos del suelo 1956-2003. Junta de Andalucía, 2008. Elaboración propia.
445
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Tabla 9.9. Superficie por categoría de uso, según unidades territoriales, en 2003
ALTIPLANO ALTIPLANO
BAZA GUADIX HUÉSCAR IZNALLOZ
ALMERIENSE GIENNENSE
Fuente: Mapa de evolución de usos del suelo 1956-2003. Junta de Andalucía, 2008. Elaboración propia.
446
Usos del suelo y su evolución histórica reciente
(Tabla 9.10.). Entre la gran cantidad de infraestructuras desarrolladas, destaca la autovía A-92, que supone
el principal eje vertebrador para el desarrollo y la economía de la zona.
Evolución del entorno de La Calahorra, al sur del Altiplano. Nótese, además de las plantaciones forestales en primer plano, también el cre-
cimiento del casco urbano, la construcción del silo de cereales y naves industriales, el incremento de los cultivos leñosos y los acúmulos de
destierro y escoria de las nuevas explotaciones mineras. Arriba, en 1958 (A. Castillo); abajo, en 2001 (J. González Cordero).
El aumento de las superficies de carácter urbano es generalizado, pero se hace más notable en las comarcas
de Guadix y Baza, donde tal aumento tiene lugar mayoritariamente a costa del suelo agrícola. El mayor pro-
tagonismo de dichas zonas está en consonancia con el tamaño y número de habitantes de los municipios de
Guadix y Baza, pero no es exclusivo de éstas. Bien al contrario, en mayor o menor medida la práctica totalidad
de los municipios del Altiplano han visto incrementada la superficie ocupada por su casco urbano.
Algunos autores indican, y lamentan, una notable pérdida de superficie agrícola en zonas de vega en favor
de suelo industrial (Lupiani et al., 2002). Éste es el caso, por ejemplo, de nuevas infraestructuras asentadas
sobre suelos muy fértiles en municipios como Guadix, Benalúa o Purullena, lo cual no parece la planifica-
ción más acertada para tales territorios. De esta manera una parte de los suelos con mayor calidad agrícola
se han perdido de forma irreversible.
447
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Fuente: Mapa de evolución de usos del suelo 1956-2003. Junta de Andalucía, 2008. Elaboración propia.
Ahora bien, el incremento de superficies de agua artificiales va en detrimento de los cursos de agua na-
turales, como muestra la disminución de superficie sufrida en ríos y cauces (Tabla 9.11.). A ello se añaden
determinadas actuaciones destinadas a la actividad agrícola, como las derivaciones de agua para la implanta-
ción de regadíos. Es el caso, entre otros, de las plantaciones de chopos, puntualmente responsables de graves
alteraciones en el cauce y su entorno, provocando la rarefacción o desaparición de determinadas especies de
fauna muy sensibles a los cambios en su hábitat.
448
Usos del suelo y su evolución histórica reciente
La construcción del embalse del Negratín ha supuesto una importante transformación de la zona de confluencia de los distintos cursos del
Altiplano que acaban conformando allí el río Guadiana Menor. Arriba, en 1929 (autor desconocido); abajo, en 2008 (CPS)
449
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Plantación de chopos sobre un antiguo prado que albergaba una de las escasas poblaciones conocidas del
molusco orculella bulgarica, una especie en peligro crítico de extinción. JAG
En lo que atañe a las zonas húmedas, su extensión, según la cartografía utilizada, se mantiene relativamente
estable. Sin embargo cabe hacer mención a una serie de zonas que, inconspicuas por superficialmente peque-
ñas, no han quedado registradas en esta cartografía. Se trata de pequeñas zonas húmedas que suponen hitos
relevantes en este entorno, tal y como se ha referido en otros apartados (8.1.3. Flora y 7.6.4. Humedales). Áreas
de estas características, como son los saladares, están en regresión debido a la acción antrópica (Lendínez et
al., 2004), lo que redunda en una pérdida de biodiversidad de la particular flora de estos ambientes escasos.
Con carácter general, el Altiplano ha mostrado un incremento de las superficies destinadas a uso agrícola
respecto a la década de los 50 del pasado siglo, apartándose con ello del patrón general en Andalucía. En el
Altiplano la transformación de tierras de carácter forestal a agrícola ha sido más intensa, casi el doble, que
el cambio inverso, lo que resulta en casi 13.200 hectáreas netas a favor de los territorios cultivados.
Como se aprecia en el mapa mostrado páginas atrás, la ampliación de la superficie agrícola en detrimento
de la forestal ha tenido lugar de forma bastante repartida en el territorio, pero con intensidad variable según
zonas. El cambio se hace más notable en este sentido hacia la zona nororiental del Altiplano (comarcas de
Huéscar, Baza y Los Vélez), mientras que la hoya de Guadix muestra más bien una tendencia contraria, con
450
Usos del suelo y su evolución histórica reciente
Plantación irrigada de acebuches sobre comunidades naturales de yesos en Cabra del Sto. Cristo, una actuación financiada por fondos
europeos destinados a la reforestación de tierras agrícolas. En la práctica, y debido al escaso interés levantado por esta línea de subvenciones
en la provincia de Jaén, se han empleado para realizar plantaciones de especies arbóreas en terrenos forestales desarbolados. MY
un ligero ascenso de la superficie forestal en unas 200 hectáreas y una pérdida de superficie agrícola similar
al incremento de la superficie dedicada a infraestructuras y edificaciones próxima a las 2.000 hectáreas.
Se observa pues, una marcada tendencia al cambio en algunas zonas que queda diluida en el cómputo
general. Estas modificaciones del territorio tienen lugar, como se ha visto, con orientación opuesta en algu-
nos casos, pudiendo compensarse en su conjunto o, por el contrario, primando alguno de sus componentes
sobre los demás.
Como hechos fundamentales en la transformación del territorio destacan otros tres por suponer modifi-
caciones significativas del hábitat. Se trata, por un lado el incremento del regadío, que entraña un cambio
cualitativo en el uso del agua y las condiciones del medio. Por otro lado, la significativa sustitución de cul-
tivos herbáceos de secano por cultivos leñosos (Figura 9.2.); de hecho, la mayoría de la superficie ocupada
actualmente por cultivos arbóreos correspondía en 1956 a herbáceos de secano; este tipo de cambio supone,
aún conservándose el carácter agrícola en los usos, una drástica modificación del hábitat, incompatible con
la persistencia de formas de vida silvestre amenazada cuyo ejemplo paradigmático son la mayoría de aves
esteparias. Y por último, el notable incremento del territorio ocupado por masas arboladas en los terrenos
forestales.
La reforestación de tierras agrarias se hace notar en el territorio sobre todo en el período comprendido en-
tre 1993 y 1999. En las comarcas granadinas, donde alcanza unas 7.000 ha (Datos cedidos por la Delegación
Provincial de Granada. Consejería de Agricultura y Pesca.), las parcelas sometidas a reforestaciones suponen
un 72% del total provincial, especialmente concentradas en las áreas de Huéscar y Guadix. Como especie
preferente se ha utilizado Pinus halepensis y en menor medida Quercus ilex subsp. ballota.
451
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Nuevas instalaciones de energía eólica en el pasillo entre Sierra Nevada y Sierra de Baza. GM
Por tanto, puede identificarse un denominador común a buena parte de los cambios de uso en el Altiplano:
la arborización del territorio, tanto en lo que respecta al tipo de cultivos como a las comunidades forestales.
La afección de este proceso puede cuantificarse entre 1956 y 2003 en al menos 56.666 hectáreas, un 12% de
la superficie total del Altiplano. Y la introducción de árboles tanto en el suelo agrícola, inherente a los nuevos
y más rentables modelos productivos, como en el monte, en principio bienintencionada y potencialmente
beneficiosa para la restauración y retención de suelos, lleva consigo una alteración del hábitat que disminuye
la calidad del mismo para con la fauna y flora esteparia, llámense plantas vasculares, aves o invertebrados.
En este conjunto de cambios han tenido un papel importante determinadas políticas en el plano agrario
y forestal, entre ellas las ya mencionadas de reforestaciones de tierras agrarias o propiamente las de manejo
de montes públicos, pero también las distintas ayudas agrarias, procedentes de fondos europeos, para la me-
jora de los cultivos y su rentabilidad económica, que se han ido sucediendo en épocas recientes. A esto hay
que añadir la construcción y mejora de infraestructuras que han posibilitado la ampliación de los regadíos,
como el canal del Jabalcón en la comarca de Huéscar, o el embalse de Francisco Abellán en la de Guadix,
así como otras canalizaciones asociadas al río Fardes, en cuyo entorno se han incrementado notablemente
los regadíos sobre todo de choperas y frutales de hueso.
452
Usos del suelo y su evolución histórica reciente
Todos los ejemplos anteriores no son sino una pequeña muestra de cómo pueden afectar a la biodiversi-
dad aquellos cambios en el uso al que el hombre destina el territorio; un espacio que, por otro lado, no debe
olvidarse, normalmente es suyo con el Código Civil en la mano. Es por eso que, conocidos los principales
cambios y tendencias y avanzado ya el conocimiento acerca de la distribución y autoecología de las formas
de vida silvestre más amenazadas, la Consejería de Medio Ambiente haya querido diseñar un programa de
conservación como el aquí desarrollado. Un programa que necesariamente ha tenido que entrar en la des-
cripción y diagnosis de los usos y sus tendencias.
453
Los procesos de
desertificación
Entre los importantes cambios y alteraciones ambientales que afectan a los paisajes de las regiones áridas,
semiáridas y subhúmedas secas, la desertificación constituye una seria amenaza por su incidencia territorial,
ambiental, ecológica y socioeconómica.
Desertificación es un término complejo (Rubio, 1992 y 1995), controvertido, con frecuencia utilizado erró-
neamente y de difícil conceptualización debido a lo impreciso de su significado, pero es lo suficientemente
intuitivo para ser objeto de un antiguo tratamiento mediático sin dar cuenta de su significado estricto (Ibáñez
et al., 1970). La realidad es que tras el término desertificación se esconde todo un conjunto de procesos inte-
rrelacionados (físicos, biológicos, históricos, económicos, sociales, culturales y políticos) que se manifiestan
a diferentes niveles de resolución tanto espaciales como temporales (García et al., 1996; Ibáñez et al., 1997).
La definición más ampliamente aceptada fue formulada por la United Nations Conference on Environment
and Development (UNCED, 1992) y la Convention to Combat Desertification (CCD 1994) como un proceso
que reduce la productividad y el valor de los recursos naturales en el contexto específico de condiciones cli-
máticas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, resultado de variaciones climáticas y actuaciones humanas
adversas.
Las causas que la desencadenan y los factores que la controlan son múltiples y hay que buscarlos en la
acción sinérgica de un amplio conjunto de procesos físicos y antrópicos multiescalados en el tiempo y en
el espacio, como resultado de un feedback positivo (Figura 10.1.), difícil de frenar, que refuerza o amplifica
determinados mecanismos naturales a causa de la intervención humana (Charney, 1975; Scoging, 1991;
456
Los procesos de desertificación
Thomas y Middleton, 1994; Puigdefábregas, 1995b; García et al., 1996; López-Bermúdez, 1996a; Ibáñez et al.,
1997). La desertificación puede considerarse como el paradigma del estado ambiental de extensas regiones
mediterráneas, pudiendo el cambio climático acentuar el problema (Linés, 1990; Boer et al., 1990; Fantechi
et al., 1991; Moreno and Fellous, 1997; Marairota et al., 1998; GCTE, 1998).
La desertificación es, a la vez, una crisis climática, una crisis ecológica y una crisis socioeconómica que
desencadena nuevos mecanismos de degradación ambiental que dificultan e incluso impiden la conservación
de la base de recursos naturales imprescindibles para el desarrollo sostenible. De ahí la necesidad de detener
y mitigar estos procesos de degradación, de recuperar geosistemas que no hayan rebasado el umbral de la
irreversibilidad y de poner en marcha planes y estrategias para la protección y salvaguarda de los recursos
naturales básicos y del medio ambiente de las tierras más amenazadas.
Sistema de explotación no
sostenible
FACTORES Descenso de los ingresos
hUMANOS
Sobreexplotación y Sobrepastoreo y Ciclo de
agutamiento de los Incendios deforestación retroalimentación
recursos social
Descenso de la tierra productiva
Degradación y pérdida de
suelo y vegetación
DESERTIFICACIóN
CAMBIO CLIMÁTICO
Incremento de la
Menor nubosidad subsidiencia del
aire. Aumento de la
temperatura del suelo
457
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La aridificación y degradación de los ecosistemas mediterráneos es, en parte, consecuencia del progresivo
establecimiento de unas condiciones ambientales de aridez desde el Holoceno Superior que ha ocasionado el
descenso de la biomasa vegetal y de la protección del suelo frente al impacto de la lluvia y la erosión. A este
fenómeno natural se le conoce como desertización (Martín de Santa Olalla, 2001).
Por otra parte, se trata de una herencia histórica de la actividad humana sobre el territorio, que arranca
en los tiempos neolíticos con la aparición de la agricultura y las primeras roturaciones del terreno y que se
extiende a través de numerosas fases de crisis ambientales hasta la actualidad (capítulo 5).
Desertificación heredada: define las áreas donde secularmente han incidido desde tiempos remotos los
procesos causantes de la desertificación, provocando sobre el territorio una degradación de la capacidad
productiva de las tierras de tal manera que para obtener producciones agrícolas es necesario emplear ele-
mentos tecnológicos e inputs de alto valor, además de suponer actuaciones sobre el medio de fuerte impacto
ambiental (Moreira et al., 2005). Esta “situación heredada” se considera un fenómeno difícilmente reversible
y que, con frecuencia, conforma actualmente un paisaje de alto valor ecológico (capítulo 11).
La desertificación heredada es un proceso difícilmente reversible, que se ha traducido históricamente en geoformas de alto valor paisajístico y ecológico. CPS
458
Los procesos de desertificación
Desertificación actual: corresponde a otro fenómeno que se manifiesta paralelamente al anterior. Aparece
en zonas donde los procesos que causan la desertificación se encuentran activos, siendo aún su nivel de degra-
dación reversible. En estas zonas es posible mitigar la incidencia de esta problemática mediante la adopción
de medidas correctoras (López-Bermúdez, 2001).
Sensibilidad a la degradación y/o desertificación: se trata de una expresión de la fragilidad de los territorios
ante el problema de la desertificación. En definitiva es la susceptibilidad potencial de un área a degradarse
o que está sufriendo, en la actualidad, procesos asociados a la desertificación.
Riesgo de desertificación: se define como la unión de los tres diagnósticos anteriores. Esta conjunción
permite emitir un diagnóstico general del estado de las tierras respecto a la desertificación junto con las zonas
donde los procesos se muestran más activos, incluso en aquellos casos donde la incidencia de los factores de
riesgo en el medio no muestren señales de deterioro de éste (Moreira et al., 2005).
Por otro lado, hasta hace bien poco los términos desertificación y erosión se consideraban dos caras de la
misma moneda, tanto en la producción científica como en las políticas nacionales y europeas de I+D. Hoy
día el concepto de desertificación es más funcional, pasando a ser considerado como una perturbación que
se produce en climas áridos y que conduce al sistema (hombre-recursos naturales) a una pérdida irreversible
de sostenibilidad (Puigdefábregas, 2001). El efecto actual del hombre sobre ecosistemas y paisajes es muy
grande y parece que jamás ha tenido equivalente en el pasado. Las acciones antrópicas en el medio natural
pueden implicar que dichos cambios sean irreversibles y, a gran escala, es la primera vez que esto sucede en
la dilatada historia de la especie humana (Martín de Santa Olalla, 2001).
En cambio, la erosión consiste en la pérdida de suelo por arranque, transporte y posterior acumulación, bien
por la acción del viento o del agua (López-Bermúdez y Romero, 1998). Este proceso se puede entender como una
forma de degradación del recurso suelo, y por tanto, un efecto o síntoma de la desertificación, pero si bien no
es el único. Otros efectos de la desertificación se producen también sobre el suelo (salinización), la vegetación,
el agua o la atmósfera (p.e. incremento del flujo de calor sensible o incorporación de polvo; Puigdefábregas,
2001). A escala mundial la principal forma de erosión asociada a la desertificación es la eólica, aunque en la
Península Ibérica predomina la erosión hídrica, constituyendo ésta un problema ambiental endémico de la
mayor parte de la España mediterránea y, en particular, del sureste peninsular (López-Bermúdez y Romero, 1998).
La desertificación, a nivel mundial, está causada por un buen número de factores que varían en función de
la región sobre la que se trabaje y que además se encuentran relacionados en mayor o menor medida. Geist y
Lambin (2004) analizaron una serie de estudios sobre la materia, tras lo cual identificaron cuatro categorías
principales de agentes causales de la desertificación. Tales son el aumento de la aridez, los impactos de la
actividad agrícola y ganadera, el fuego, la extracción de madera y de otros componentes de la vegetación, y
por último, los impactos producidos por el aumento de las infraestructuras. En este último pueden diferen-
ciarse los regadíos, las carreteras, las poblaciones y la industria extractiva. Además, estos autores demostraron
que la importancia de los distintos agentes es relativa y que varía en función de las combinaciones entre los
factores socioeconómicos y biofísicos naturales de las regiones. En el sur de Europa el 54% de las situaciones
evaluadas se identifican con una mezcla de factores climáticos y tecnológicos.
459
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La erosión hídrica llega a eliminar por completo la vegetación en zonas con elevadas pendientes. JC
En España, actualmente una parte importante de la superficie del territorio está amenazada por proce-
sos de desertificación, especialmente por el impacto de los incendios forestales, la pérdida de fertilidad del
suelo de regadío por salinización y la erosión. Según el Convenio de las Naciones Unidas de Lucha Contra
la Desertificación (anexo IV), España es uno de los países afectados por procesos de desertificación y las
proyecciones del cambio climático agravarían dichos problemas de forma generalizada, especialmente en la
franja con clima mediterráneo seco, árido y semiárido.
En el momento actual se reconoce que un 31,5 % de la superficie española está afectada gravemente por
la desertificación (PAND, 2000). Según las mismas fuentes, un 42% de la superficie nacional estaría por
encima de los límites de erosión tolerables (la erosión hídrica en condiciones mediterráneas es altamente
460
Los procesos de desertificación
episódica en la actualidad) y afectaría principalmente a las cuencas del Guadalquivir, Ebro, Tajo, Segura,
Júcar y Sur. Las comunidades autónomas más amenazadas son Murcia, Andalucía, Valencia, Castilla-La
Mancha, Aragón, Madrid, Extremadura y Canarias (López, 1992).
El problema de la salinización de los suelos afecta en grado severo a un 3 % y bajo alto riesgo a un 15% de
los 35.000 km2 de regadío existentes en España, especialmente a las cuencas del Guadalquivir, Tajo, Sur y a
lo largo de la costa levantina (PAND, 2000).
El único país de Europa que presenta un riesgo de desertificación muy alto (según el mapa elaborado en la
conferencia de Nairobi de 1997) es España y concretamente la mitad de la superficie de Andalucía oriental
sufre procesos de erosión muy graves (pérdidas de suelo mayores de 200 Tm/ha/año).
Las características ecológicas del extremo oriental de Andalucía, donde existen precipitaciones inferiores
a los 300 litros/año, materiales geológicos fácilmente erosionables, suelos esqueléticos y pobres en materia
orgánica (apartado 7.5.), vegetación arbustiva de cobertura y tamaño muy reducido, junto a una fuerte acción
antrópica (ganadería, agricultura, minería, etc.) que data de tiempos históricos, han modelado el paisaje ac-
tual de estos territorios. Si bien no hay que olvidar que una parte de ellos tiene gran importancia ecológica.
En Andalucía este fenómeno manifiesta dos vertientes. Por un lado está la desertificación “natural o he-
redada”, responsable de los paisajes áridos y desérticos del interior de las provincias de Almería, Granada y
el sureste de Jaén, y por otro la desertificación “actual o inducida”, resultado de las actividades humanas y de
las variaciones climáticas recientes. Con todo, Jaén y Sevilla son, después de Cádiz, las provincias con menor
nivel de desertificación actual de Andalucía, con unos porcentajes medios por debajo del 12%. La desertifi-
cación actual se distribuye por toda la región, con especial incidencia en los ámbitos litorales y prelitorales
de Málaga y Granada, y en los cultivos del interior andaluz (Córdoba, Jaén y Sevilla).
461
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
En la región andaluza las causas principales de este proceso son la existencia de zonas relativamente ex-
tensas con clima semiárido y extrema variabilidad de las lluvias; las prácticas agrícolas intensivas, tanto en
cultivos leñosos como hortícolas, y el progresivo abandono de la agricultura tradicional; el relieve desigual con
fuertes pendientes; la incidencia de los incendios y la actividad minera; así como la explotación insostenible
de los recursos hídricos, pues el 30% del agua consumida en Andalucía procede de acuíferos subterráneos,
en la mayoría de los casos por encima de su capacidad de recarga.
La toma de conciencia sobre el problema de la desertificación no ha sido reciente. Desde hace años se han
realizado estudios sobre el fenómeno, tanto a nivel nacional como internacional. En el ámbito internacional
destaca el Proyecto Medalus (Mediterranean Desertification and Land Use), desarrollado entre los años 1991 y
1999. En España hay que destacar el PAND (Plan de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación),
en el que se establecieron una serie de prioridades de actuación en función de variables como erosión, incen-
dios, aridez o sobreexplotación de los acuíferos. El objetivo fundamental del PAND es contribuir al logro del
desarrollo sostenible de las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas del territorio nacional y, en parti-
cular, la prevención o la reducción de la degradación de las tierras, la rehabilitación de tierras parcialmente
degradadas y la recuperación de tierras desertificadas.
El proyecto LUCDEME (Lucha Contra la Desertificación en el área Mediterránea) surge como iniciativa del
Gobierno Español tras las recomendaciones del Plan de Acción contra la Desertificación de las Naciones Unidas
(DESCOM) para promover estudios y trabajos que permitan conocer la situación real de las áreas afectadas
y sus particularidades, la influencia de los diferentes factores que dan lugar a los procesos relacionados con el
fenómeno de la desertificación y facilitar el diseño de las medidas de acción adecuadas dentro de las premisas del
desarrollo sostenible. Este proyecto se desarrolla en la totalidad de la vertiente mediterránea española. Se esta-
bleció una primera fase que comprendía una superficie de 32.622 km2, que englobaba las provincias de Almería,
Murcia y la vertiente mediterránea de la provincia de Granada. Las principales cuencas que quedan incluidas
en esta primera fase son las cuencas de los ríos Guadalentín
o Sangonera, Almanzora, Adra, Albuñol y Guadalfeo.
462
Los procesos de desertificación
En el desarrollo de este apartado se han tenido en cuenta los cuatro conceptos definidos con anterioridad:
desertificación heredada, desertificación actual, sensibilidad a la degradación o desertificación, y riesgo a la
desertificación.
Para la realización de los análisis sobre procesos de desertificación se ha utilizado la información espa-
cial generada dentro del estudio “Diagnóstico de la Desertificación en Andalucía”, enmarcado dentro del
programa de la Unión Europea Interreg III B. Dicho estudio regional ha sido elaborado por el Servicio de
Información y Evaluación Ambiental de la Dirección General de Participación e Información Ambiental
de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.
Desertificación heredada
Como se ha visto con anterioridad, la desertificación heredada afecta a tierras donde este fenómeno
es un proceso natural al que se han adaptado unas actuaciones humanas sobre el medio desde tiempos
históricos. El diagnóstico de la desertificación natural o heredada se ha realizado a partir del análisis de
distintos factores; clima (precipitación media anual y el índice de aridez), geomorfología (badlands y
ramblas), suelos (esqueléticos y con alto grado de pedregosidad) y vegetación (grado de degradación de
las series de vegetación).
NIVEL SUPERFICIE %
Fuente: Mapa de desertificación heredada. Consejería de Medio Ambiente, 2005. Elaboración propia.
El ámbito de estudio tiene aproximadamente 82.500 ha en el nivel de áreas muy cercanas y/o de-
sertificadas, lo que se traduce en aproximadamente el 17% de su superficie. Este nivel se extiende
especialmente por la zona central de la hoya de Guadix y de Baza, estando su aparición muy ligada
a la presencia de regosoles y, por tanto en estrecha relación también con los badlands. Este rango se
corresponde con las franjas de mayor aridez y los registros más bajos de precipitación en el ámbito de
estudio. Además de la zona central del Altiplano también se encuentran en esta situación las cuencas
del río Almanzora y Andarax.
463
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Desertificación heredada
Áreas muy cercanas y/o desertificadas Áreas alejadas Límite del Altiplano
Áreas potencialmente cercanas Áreas muy alejadas Límite autonómico
Límite provincial
464
Los procesos de desertificación
Las áreas potencialmente cercanas están repartidas por todo el ámbito de estudio, ocupando las campiñas
y la red de ramblas de carácter torrencial del Altiplano. Envolviendo a las zonas que poseen el máximo grado
de desertificación, forman un gradiente de mayor a menor afección desde el interior de la altiplanicie hacia
las cadenas montañosas que la rodean. Dentro de esta categoría se encuentra también una parte importante
de la cuenca del Guadahortuna y, la zona comprendida entre la Sierra del Pozo y el río Jandulilla, donde son
frecuentes los suelos esqueléticos del tipo litosol (apartado 7.5.).
Las áreas más alejadas de los procesos de desertificación son aquellas que están próximas a las grandes
cadenas montañosas, donde los valores de precipitación son más elevados que en el interior de la altiplanicie.
Dichas áreas se distribuyen a lo largo de la franja colindante con Sierra Nevada, Sierra de Baza, Sierra de
Castril, Sierra de Cazorla y al este con Sierra de María y los pasillos geológicos de toda la parte oriental del
Altiplano, incluyendo las serranías del norte de la provincia de Granada. Además, se corresponden con los
fluvisoles calcáreos. Este nivel también aparece en el interior asociado a los cauces de agua más importantes
del ámbito de estudio como son los del Guardal, Guadahortuna, Fardes, Jandulilla y Guadiana Menor, entre
otros. Finalmente las áreas muy alejadas de los procesos de desertificación heredada se encuentran también
de manera muy puntual en el entorno del río Jandulilla y entre la Sierra Seca y Sierra de Moncayo.
Los procesos de desertificación heredada han conformado y moldeado paisajes singulares de gran valor,
como el Monumento Natural de las Cárcavas de Marchal (capítulo 4) o georrecursos como los Badlands del
Negratín o los Abanicos de Capas de Hinojares (capítulo 11).
465
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Desertificación actual
En contraposición a la desertificación heredada existen procesos actuales, tanto sobre zonas naturalmente
desérticas como sobre otras que han sufrido recientemente o están sufriendo degradaciones que están lle-
vando a la desertificación de dichos territorios (Moreira et al., 2005).
Para determinar las áreas actualmente desertificadas o cercanas a la desertificación y dónde los procesos
están actualmente activos, se procedió a la combinación de información referente a clima, aguas subterráneas,
adecuación de uso y capacidad productiva del suelo, usos, biodiversidad y geomorfología. Tras este análisis
se obtuvieron diferentes grados de desertificación: áreas muy alejadas, áreas alejadas, áreas potencialmente
cercanas, áreas muy cercanas y/o desertificadas y áreas no evaluadas.
Para la elaboración del mapa de desertificación actual de Andalucía se han tenido en cuenta igualmente
aquellas zonas afectadas por la desertificación heredada o natural, logrando hacer un diagnóstico general de
todas las áreas afectadas por estos procesos activos en la actualidad. Las áreas desertificadas resultantes se
corresponden generalmente con zonas de producción agrícola tradicional de carácter marginal, gran parte de
las áreas de cultivo que se han abandonado, acentuándose su degradación, y zonas donde sólo pueden subsistir
cultivos altamente cualificados capaces de hacer rentables las inversiones de este tipo de explotaciones intensivas.
NIVEL SUPERFICIE %
De esta manera, se puede decir que el Altiplano está caracterizado por tener más de un cuarto de su superficie
catalogada como muy cercana y/o desertificada. Esta categoría se localiza principalmente en el centro de las
hoyas de Guadix y de Baza, coincidiendo con las zonas afectadas por la desertificación heredada. Además, las
nuevas técnicas agrícolas y los cambios en los sistemas de explotación tradicionales a otros más intensivos, como
se ha mencionado anteriormente, han ocasionado un descenso en el valor de la biodiversidad y un incremento
en las tasas de erosión del suelo, apareciendo por consiguiente nuevas áreas dentro de este nivel de afección.
En las grandes zonas de cultivos herbáceos de secano de las comarcas de Guadix, Baza y Huéscar se con-
centran las áreas muy cercanas y/o desertificadas. Cabe destacar que en segundo nivel de ocupación del suelo
de estas tierras degradadas está el matorral. La degradación de las aguas subterráneas mediante la combi-
nación de información puntual de salinidad, intrusiones y sobreexplotación, asociado todo ello al grado de
permeabilidad que presentan, se puede considerar igualmente como un factor activo dentro de los procesos
de desertificación actual en el territorio (Moreira et al., 2005).
466
Los procesos de desertificación
Las geoformas características dentro de esta categoría son las mismas que las consideradas en el diagnóstico
de desertificación heredada: badlands, cárcavas y otras formas erosivas. Dichas unidades geomorfológicas
se distribuyen principalmente en las proximidades de los principales cauces que drenan este territorio, co-
mo son el Guadiana Menor, Fardes, Guadahortuna, Guardal y Galera principalmente, donde predominan
también las colinas con fuerte erosión.
El 45% del territorio se presenta como áreas potencialmente cercanas a la desertificación. Su distribución
superficial atiende al mismo modelo de distribución que la desertificación heredada; ocupan grandes super-
ficies adyacentes a los límites del ámbito de estudio, envolviendo de manera uniforme las zonas de mayor
grado de afección.
Las áreas alejadas suman el 23% de la superficie. Geográficamente se corresponden con algunos tramos
de los ríos Guadahortuna, Guadiana Menor, Castril, Guardal y Galera, expandiéndose hacia las serranías
del norte y al sur de Guadix principalmente, donde abundan el matorral o las estepas y lastonares que se
alternan con los cultivos agrícolas.
Las áreas menos afectadas por la desertificación actual, definidas como áreas muy alejadas, se concentran
en el extremo sureste de la provincia de Jaén. Esta zona está ocupada principalmente por masas de Pinus
halepensis y se corresponde mayoritariamente con montes públicos. Cabe destacar, dentro de este nivel, la
presencia de una serie de pequeños enclaves localizados a la izquierda del embalse del Negratín y al norte
del río Guadahortuna. La representación espacial de las áreas muy alejadas es ínfima respecto al total de la
superficie del Altiplano, ocupando menos del 3% del territorio.
467
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Desertificación actual
Áreas muy cercanas y/o desertificadas Áreas muy alejadas Límite del Altiplano
Áreas potencialmente cercanas No evaluado Límite autonómico
Áreas alejadas Límite provincial
468
Los procesos de desertificación
El clima se manifiesta como uno de los factores más determinantes en los procesos de degradación del
medio (Moreira et al., 2005), estando situado el área de estudio en una de las regiones más áridas de Europa.
Como ya se ha referido anteriormente (apartado 7.2.), el Altiplano está caracterizado por un régimen de
escasas precipitaciones y amplia variabilidad interanual de las mismas, lo que unido a los altos valores de eva-
potranspiración sitúa al Altiplano en un marco territorial muy sensible a los procesos de desertificación.
Este índice se presenta como fundamental para el estudio de los procesos de desertificación, ya que la
degradación del suelo conduce a una pérdida de la cobertura vegetal y de su capacidad productiva. Dentro
de este factor se evaluaron los siguientes parámetros a partir de la información espacial disponible: litología,
textura, pedregosidad, profundidad del suelo, capacidad de drenaje del suelo, pendiente y su relación con la
erosión del suelo.
La vegetación juega un papel clave en la protección del suelo, siendo su influencia sobre el microclima
palpable. La vegetación ejerce de barrera protectora, reduciendo la insolación directa, favoreciendo la infil-
tración y protegiéndolo de la desecación ocasionada por los vientos. Es importante señalar que la destrucción
de la cubierta vegetal en las regiones mediterráneas está generalmente ocasionada por factores antrópicos.
El ámbito de estudio contiene aproximadamente un 40% de superficie de vegetación forestal según el ma-
pa de vegetación actual E 1/400.000 (apartado 8.1.). El índice de calidad de la vegetación fue determinado
utilizando los siguientes factores: riesgo de incendios, protección frente a la erosión, resistencia a la sequía
y cobertura vegetal. La información necesaria para evaluar tales factores se extrajo del mapa de usos y co-
berturas de 1999.
469
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
470
Los procesos de desertificación
De esta manera y tras el análisis combinado de los cuatro índices anteriormente expuestos, se obtuvieron
varios niveles o rangos de áreas sensibles a la degradación. Tales son: áreas no sensibles, áreas potenciales,
áreas frágiles (3 subniveles) y áreas críticas (3 subniveles).
El Altiplano en su conjunto está caracterizado por la presencia de áreas críticas en el 81% de su superficie.
Se pueden definir como áreas críticas a aquellas que ya están altamente degradadas (desertificación here-
dada) y presentan una amenaza de degradación de las áreas adyacentes. Por ejemplo, zonas muy erosionadas
sujetas a una alta escorrentía y alta producción de sedimentos, que pueden causar inundaciones aguas abajo
y la colmatación de embalses.
Las áreas críticas C1 se extienden a través de todo el ámbito de trabajo, ocupando el 8,23% de la superficie
total del Altiplano. Las C1 aparecen fundamentalmente por la hoya de Guadix, situándose en las vegas fér-
tiles de los cauces principales que riegan la depresión accitana (Fardes, Guadiana Menor o Guadahortuna),
donde los grandes cultivos intensivos han ido desplazando a las técnicas agrícolas tradicionales.
Asimismo, también se localizan en las proximidades de Sierra Nevada y Sierra de Baza, o en el sureste de
Jaén, en la zona próxima al río Jandulilla, donde la expansión del olivar intensivo crece de forma exponen-
cial. Su presencia también se hace patente en las serranías del norte y, de manera más puntual, en pequeñas
áreas limítrofes con Sierra María o Sierra de las Estancias, en la provincia de Almería.
Hay que señalar que las C1 se corresponden geográficamente con las zonas de mayor evapotranspiración y
menores registros de precipitación de toda la zona de trabajo, encontrándose mayoritariamente sobre suelos
de tipo Regosol (apartado 7.5.).
471
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La distribución de las C2 es más amplia, expandiéndose a través de todo el territorio de estudio y alternán-
dose con las C3, con las que comparten el mismo modelo de distribución superficial, ocupando las primeras
el 36,13% del territorio y el 36,84% las segundas.
En conjunto, estas áreas se asientan sobre suelos de tipo regosol eútricos en la comarca de Guadix y cal-
cáreos en la de Baza, fluvisoles en la mayoría de los cauces y vegas de las dos hoyas y por último sobre litoso-
les, presentes en la comarca de Guadahortuna, en el sur de Jaén, en las estribaciones del conjunto de sierras
del norte y en los pasillos geológicos de Sierra María y Sierra de las Estancias. Estas zonas siguen los mismos
patrones climáticos que los anteriores; escasez de lluvias y fuerte evapotranspiración.
En segundo lugar se encuentran las áreas frágiles, caracterizadas por ser muy sensibles en el delicado balan-
ce entre naturaleza y actividad humana, pudiendo desembocar en procesos de desertificación. Se muestran
sensibles a desequilibrios tales como el cambio climático, a gran escala, o los cambios drásticos en los usos
del suelo, a menores escalas. En el ámbito de estudio representan el 15,22% de la superficie total.
Las áreas frágiles de primer orden (F1) se extienden a través del 2,3% de la superficie y se hallan concen-
tradas en la parte del Altiplano del sur de la provincia de Jaén, principalmente en montes públicos, Bernales,
472
Los procesos de desertificación
Las Cumbres, Dehesas del Guadiana, Coto Charrín o Baldíos, y una pequeña porción del Parque Natural de
Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas. Su fragilidad es manifiesta al tratarse de zonas con una amplia super-
ficie forestal, donde la cubierta de vegetación es aún importante pero ecológicamente amenazada a causa de
la sobreexplotación de sus recursos (p.e. sobrepastoreo) y de la expansión de los grandes cultivos en torno a
estos enclaves naturales (constricción del hábitat).
De manera más puntual también se encuentran F1 en distintas zonas de la hoya de Baza, en las inmedia-
ciones del río Guadahortuna y en el conjunto de sierras del norte. Igualmente siguen ocupando parte de los
montes públicos del ámbito de estudio: Cortijo Becerra al norte de Guadix, Maitena al norte de Huéscar,
Monte del Pueblo de Zújar o Monte del Pueblo de Cuevas del Campo entre otros.
El resto de áreas dentro de esta categoría (F2 y F3) están presentes en todo el Altiplano, siempre cercanas
a los ríos, ramblas y pequeños cauces. Su extensión total abarca aproximadamente 62.450 ha.
Las áreas potenciales son aquellas que están amenazadas por procesos de desertificación debidos al cam-
bio climático, el cual puede verse implementado por su combinación con los cambios en los usos del suelo o
incluso por los impactos no locales que son aquellos inducidos por las áreas sensibles a la degradación sobre
zonas adyacentes o lejanas (Kosmas et al., 1999). Igualmente se pueden incluir dentro de este tipo zonas de
cultivos abandonados que no son apropiadamente gestionadas. Es una forma menos severa que la de las áreas
frágiles, ante las cuales sería necesaria una buena planificación para corregir estos efectos.
En el ámbito de estudio dichas zonas se expanden al sur de la Sierra del Pozo, provincia de Jaén, cercana
al Parque Natural de Sierra de Cazorla. El suelo predominante es de tipo litosol albergando principalmente
matorral disperso alternado entre masas de coníferas y frondosas. La superficie ocupada es de aproximada-
mente 8.300 ha (1,7%), estando localizada bajo condiciones de semiaridez.
Por último cabe resaltar la existencia de áreas no sensibles a los procesos de desertificación en el sur de
la provincia de Jaén. Estas áreas se alternan con las áreas potenciales anteriormente descritas, ocupando
tan solo el 0,78% de la superficie del Altiplano. Se localizan al oeste de la Sierra del Pozo, próximas a Larva.
Dichas áreas están caracterizadas del mismo modo por condiciones de semiáridez, ubicándose sobre suelos
del tipo litosol, poco profundos, con vegetación dominante de matorral denso que a veces alterna con masas
arbóreas, principalmente de coníferas.
Riesgo de desertificación
El Servicio de Información y Evaluación Ambiental de la Consejería de Medio Ambiente (Junta de
Andalucía) a partir de los tres diagnósticos anteriores (desertificación heredada, desertificación actual y
sensibilidad a la degradación y/o desertificación), ha definido el estado de las tierras de Andalucía respecto a
la desertificación junto con las zonas donde los procesos que la provocan se muestran más activos (Moreira
et al., 2005). De esta manera, se puede observar que existen distintos niveles de riesgo: áreas cercanas y/o
muy desertificadas, áreas potencialmente desertificables y áreas no desertificadas.
473
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
474
Los procesos de desertificación
Sensibilidad a la desertificación
ÁREAS CRíTICAS
C1
C2
C3
ÁREAS FRÁgILES
F1
F2
F3
OTROS
Áreas potenciales
No sensibles
No evaluado
475
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Fuente: Mapa de sensibilidad a la desertificación. Consejería de Medio Ambiente, 2005. Elaboración propia.
Las áreas muy cercanas y/o desertificadas se clasifican en función de los procesos de degradación a los que
están sometidas: activos, muy activos o áreas de desertificación heredada.
Las áreas que presentan mayor nivel de riesgo son las áreas de desertificación heredada, que se concentran
en el interior del Altiplano. Puede observarse que dichas zonas coinciden con aquellas en las que los procesos
de degradación tienen su origen en el pasado (desertificación heredada) y donde los procesos actuales causantes
de la degradación son más graves. Se extienden a través de los márgenes de los ríos Fardes, Guardal, Cúllar y
476
Los procesos de desertificación
Galera. Igualmente significativas se pueden encontrar áreas de esta categoría en las cuencas del río Andarax
y Almanzora y al sur de la provincia de Jaén. Esta categoría ocupa una superficie de 83.447 ha (17 %).
Las áreas con procesos muy activos ocupan un total de 49.060 ha del territorio de estudio (10%). Están
distribuidas por todo el Altiplano, aunque de manera más concentrada se localizan al norte de Guadix y
formando una banda entre los límites del Altiplano con Sierra Nevada y dicha localidad. También están
presentes en el entorno de la localidad de Huéscar y de Baza y al sur del río Cúllar. Asimismo existen áreas
de este tipo en forma de pequeños enclaves en el noreste y en los límites del pasillo geológico formado entre
Sierra María y la Sierra de las Estancias.
Las áreas con procesos activos tienen poca representación en el ámbito de estudio, tan solo el 0,39% de
la superficie del Altiplano. Se localizan esencialmente en los límites con Sierra Nevada en forma de focos
puntuales.
Al igual que el nivel anterior las áreas no desertificadas se clasifican en tres niveles de sensibilidad diferentes
en función de los procesos de degradación: áreas con fuerte riesgo, áreas con riesgo alto y áreas sin procesos
activos. Este nivel cuenta en el Altiplano con más de 125.000 ha lo que supone el 26% del total del territorio.
Las áreas con fuerte riesgo abarcan en torno al 15% de la superficie de estudio, aproximadamente 74.000
ha del territorio. Su distribución espacial no sigue un patrón determinado, si bien coinciden espacialmente
con zonas de áreas frágiles y de áreas críticas. Se extienden a lo largo de todo el Altiplano y están localizadas
al sur de la Sierra de Castril, en el sureste de Jaén, en las inmediaciones de las sierras del noreste del Altiplano
y al sur de Guadix, principalmente.
También se concentran en los márgenes de los cauces principales que riegan este territorio, como son los
ríos Cúllar, Fardes, Galera, Guadahortuna, Guadiana Menor y Guardal, entre otros.
477
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
478
Los procesos de desertificación
Riesgo de desertificación
ÁREAS NO DESERTIFICABLES
Áreas no desertificadas. Con fuerte riesgo
Áreas no desertificadas. Con riesgo alto
Áreas no desertificadas. Sin procesos activos
NO EVALUADO
No evaluado
479
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Las áreas con riesgo alto constituyen en torno a las 42.200 ha, un 8,7% de la superficie del Altiplano. Su
modelo de distribución es similar a las anteriormente expuestas, si bien aparecen más concentradas en el
sureste de Jaén, ocupando el conjunto de montes públicos citado en la descripción de desertificación actual
y otros del interior del Altiplano, donde las áreas están más alejadas de los procesos actuales causantes de
desertificación.
En el ámbito de estudio, las áreas sin procesos activos están escasamente representadas, tan solo el 2% del
territorio. Cabe destacar que estas zonas coinciden en gran medida con monte público.
Las áreas potencialmente desertificables afectan al 45% del territorio. Se dividen en zonas sometidas a
fuerte riesgo y zonas con riesgo alto. Las áreas sometidas a fuerte riesgo son las más abundantes en el Altiplano
coincidiendo espacialmente con la distribución de áreas críticas (sensibilidad a la degradación y/o deserti-
ficación), presentando una superficie de 198.999 ha (41%) y extendidas por todo el territorio envolviendo a
las áreas muy cercanas y/o desertificadas.
Las áreas con riesgo alto representan aproximadamente el 4% de la superficie, 18.930 ha. Dichas áreas
aparecen dispersas por todo el territorio, encontrándose siempre próximas a las áreas con mayor grado de
riesgo. Se presentan como un conjunto de pequeños enclaves que de manera significativa aparecen más con-
centrados en determinadas zonas del Altiplano, como son el sur de la provincia de Jaén, las proximidades del
río Guadahortuna y en los alrededores de Guadix y de Baza entre otros. Su patrón de distribución coincide
con la distribución espacial de las áreas frágiles a los procesos de degradación.
Por último hay que señalar que para un 1,2% de la superficie del Altiplano no existe evaluación.
En síntesis, la desertificación constituye hoy en día un serio problema global, económico, social y ambien-
tal, que tiene su origen tanto en el pasado como en procesos actuales de degradación. El clima de las regiones
mediterráneas es muy sensible a todo el cambio global y su evolución podría ser considerada como un buen
indicador de las eventuales modificaciones a gran escala (ENRICH/STAR, 1996).
El diagnóstico de desertificación heredada en el territorio de estudio nos muestra que el 17% del territorio
está desertificado, afectando principalmente a la cuenca del Guadiana Menor. Esta cifra contrasta con el
41% de la superficie que está alejada de los procesos de degradación originados en el pasado.
Los procesos de degradación actuales, desertificación actual, actúan tanto en las zonas de desertificación
heredada como con las zonas donde los procesos de degradación son activos en la actualidad. El Altiplano
ofrece cifras alarmantes; aproximadamente el 28% de la superficie se encuentra desertificada y/o muy cercana
a la desertificación y el 45% se corresponde con zonas potencialmente desertificables. Las áreas más aleja-
das son aquellas que ocupan los principales montes públicos, mostrándose como pequeñas “islas naturales”
fuertemente amenazadas por las actividades antrópicas, principalmente agrícolas.
480
Los procesos de desertificación
Todo el cuerpo de conocimientos e información expuesta anteriormente puede ser utilizada como herra-
mienta base para definir futuras actuaciones, ya que se puede diferenciar entre áreas afectadas naturalmente
y aquellas cuya causa son actuaciones recientes y actualmente activas y finalmente aquellas zonas no afecta-
das en la actualidad pero con una fuerte incidencia de procesos que pueden conducir a medio-largo plazo a
situaciones cercanas a la desertificación (mapa de riesgo de desertificación; Moreira et al., 2005).
Para el caso del Altiplano, las cifras hablan por sí solas. Dentro de las áreas muy cercanas y/o deserti-
ficadas el 17% está desertificado y un 10% de la superficie está sometida a procesos muy activos. El 15%
del territorio de estudio está constituido por áreas no desertificadas con un fuerte riesgo de desertificarse
y un 41% del total lo conforman áreas potencialmente desertificables que están sometidas a fuerte riesgo
de desertificación.
En la actualidad existe una voluntad manifiesta de las Administraciones Públicas para unificar fuerzas y
luchar contra la desertificación mediante programas, proyectos y todo un conjunto de planes de actuación
que apuntan a la protección del medio natural, la concienciación ciudadana, la planificación, investigación,
etc. En todo momento este esfuerzo debe considerar e integrar aquellos valores ecológicos y paisajísticos que
hacen del Altiplano uno de los territorios más originales de la Unión Europea, modelo de sistemas áridos y
fuente de diversidad biológica, geomorfológica y paisajística.
La desertificación es uno de los principales problemas ambientales a los que se enfrentan los países o
regiones con clima árido, semiárido y seco-subhúmedo (Kassas, 1995; Puigdefábregas, 1995; Dregne, 1996;
Darkoh, 1998; Reynolds y Stafford Smith, 2002). Asimismo ha sido citada por la Naciones Unidas (ONU)
como uno de los aspectos del cambio global más importantes a los que se enfrenta la humanidad, prueba de
ello es que, al igual que el cambio climático y la biodiversidad, es objeto de una convención internacional
auspiciada por la ONU, la Convención para la Lucha contra la Desertificación (CLD).
Del mismo modo que para realizar un diagnóstico de la desertificación se diferenció entre heredada y actual,
procede realizar aquí de nuevo el mismo ejercicio, ya que cada concepto no tiene las mismas implicaciones.
481
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
mismas. Esta aridez centenaria ha propiciado un paulatino cambio y evolución no sólo en las comunidades
bióticas sino también en el suelo que se crea y destruye en un proceso lento pero permanente.
Los ecosistemas áridos son especialmente frágiles debido a que la aridez climática es una de las
principales causas de vulnerabilidad de los suelos frente a los agentes de degradación. Sin embargo, los
ecosistemas áridos mediterráneos presentan una capacidad evolutiva que les confiere cierta seguridad
en su preservación.
En el ámbito regional, el Plan Andaluz de Control de la Desertificación establece una serie de zonas con
desertización natural, las cuales presentan especial vulnerabilidad. Estas zonas están caracterizadas en fun-
ción de sus peculiaridades zonales, bien sean climáticas, de relieve o litológicas.
Entre las áreas vulnerables debidas a la climatología se encuentran aquellas zonas con un elevado grado
de aridez. Su existencia viene explicada principalmente por dos factores biogeográficos, por un lado la in-
fluencia biogeográfica que África tiene sobre el territorio andaluz y, por otro, la existencia de un periodo
interglaciar. En la actualidad hay una regresión glaciar hacia el Norte junto con una expansión de las zonas
cálidas ecuatoriales, lo que supone que la franja de influencia desértica también se desplaza hacia latitudes
más norteñas. Esta situación explica la existencia en Andalucía de áreas con fuerte carácter norteafricano.
Las zonas desérticas están penetrando en Europa occidental a través de amplias áreas de carácter árido o
semiárido localizadas principalmente en Almería.
Hammada articulata, a la izquierda (MY) y Vella pseudocitysus, a la derecha (CPS) son dos especies iberonorteafricanas presentes en el
Altiplano, si bien con distinto status: La primera ampliamente distribuida y la segunda amenazada de extinción en Andalucía.
482
Los procesos de desertificación
De forma particular, estas zonas destacan en Andalucía por el importante aporte florístico, en concreto
de elementos norteafricanos de ambientes áridos. Esto se traduce, por ejemplo, en que la provincia alme-
riense es la segunda en número de especies de flora, en torno a las 2.800 (Hernández y Clemente, 1994),
asimismo el sector biogeográfico almeriense mantiene el 10% de los taxones endémicos de Andalucía.
Estos aportes botánicos están representados por la presencia de endemismos ibéricos o bético-mauritanos.
Todo ello hace que estos territorios estén incluidos en el mapa de puntos calientes para la biodiversidad,
que muestra las zonas de importancia clave para la conservación de la biodiversidad del planeta (Myers,
1988).
Desde el punto de vista biofísico, tanto las manifestaciones de la desertificación como sus consecuencias
se inician con la pérdida y/o degradación del suelo y la vegetación, las cuales propician un “efecto cascada”
sobre otros componentes y procesos bióticos. Todo ello genera un deterioro progresivo de la estructura y
funcionamiento del ecosistema. Las consecuencias biofísicas de la desertificación varían entre regiones
en función de la intensidad y el número de agentes causales involucrados, la extensión del área afectada
y la duración de la degradación (Reynolds et al., 2005). Asimismo también existen diferencias dentro de
una misma región, ya que cada ecosistema presenta características internas, componentes y procesos
específicos.
483
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
son sobrepasados, las contribuciones de los gobiernos y la resiliencia social no son suficientes para compensar
las pérdida de productividad de la tierra, lo que genera cambios socioeconómicos que oscilan desde pequeñas
modificaciones en la actividad comercial hasta grandes movimientos migratorios (Fernández et al., 2002),
circunstancias todas que debieran ser consideradas en un enfoque holístico de los usos y las tendencias futuras
de la población y del propio territorio en el Altiplano.
Tabla 10.5. Algunas consecuencias biofísicas y socioeconómicas de la desertificación y las escalas espaciales más relevantes
Dimensión socioeconómica: F = granja/unidad familiar; C = comunidad; N = Nacional; I = Internacional; Fuente: Reynolds et al., 2005.
Dimensión biofísica: P = mancha; L = paisaje; R = regional; G = global.
484
Los procesos de desertificación
El pino sobre la vieja cueva abandonada constituye, en si mismo, una metáfora del
polifacético conflicto hombre-naturaleza en el Altiplano. MY
485
Badlands del Negratín. JH
Paisaje y
geodiversidad
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Paisaje y geodiversidad
“...el clima y el paisaje no son el decorado ante el que se desarrolla la historia, sino
unos protagonistas muy importantes de la trama.”
Juan Luis de Arsuaga
Los ya clásicos estudios sobre preferencias paisajísticas en España han mostrado que la mayoría de per-
sonas seleccionan preferentemente paisajes arbolados y con agua, del tipo de los que abundan por ejemplo
en el Parque Nacional de Sierra Nevada o el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas (p.e. González
Bernáldez et al., 1989 y Gallardo et al., 1989). Las cifras anuales de visitantes en estos espacios naturales así
lo avalan. Sin embargo, entre ambos Parques queda un territorio que sólo puntualmente ofrece árboles y
agua en superficie, el Altiplano. Las palabras de Azorín, que fueron escritas en los albores del siglo XX a la
vista de las desnudas montañas de Alicante, bien pudieron haberse redactado para el Altiplano. Y es que
hasta muy recientemente el paisaje no ha existido en el Altiplano, no se ha considerado más que para salvar
sus adversidades, para domeñarlo en lo posible, como actor que fue, aún sin tener conciencia plena de él, en
el drama cotidiano de sus habitantes.
Afortunadamente los tiempos cambian y la sociedad con ellos. La dependencia humana del medio físico
ha disminuido enormemente en las últimas décadas y actualmente se considera que la biodiversidad, abor-
dada aquí anteriormente, la geodiversidad y el paisaje, como manifestación perceptible e integradora de
estos elementos bióticos y abióticos, conforman un conjunto de recursos naturales y culturales de necesaria
incorporación a los planes de gestión del medio ambiente y el territorio. Como quiera que, además, algunos
paisajes y geoformas propias de ambientes semiáridos muestran un creciente atractivo estético y una marcada
488
Paisaje y geodiversidad
originalidad en el contexto europeo, estos deben entenderse también como recursos fundamentales para el
desarrollo sostenible del territorio.
11.1. Paisaje
El término paisaje es antiguo como los conceptos que ha pretendido delimitar, por lo que históricamente
ha tenido múltiples acepciones. No obstante, hace tiempo que se viene considerando como un elemento
sintético, integrador de otras realidades más elementales, y también como un recurso. En lo que respecta a
España, ya un temprano Hernández-Pacheco (1934) define el paisaje como “la manifestación sintética de las
condiciones y circunstancias geológicas y fisiográficas que concurren en un país”. Casi medio siglo después, González
Bernáldez (1981), ilustre ecólogo y también teórico del paisaje, expone un enfoque de este concepto asociado
a la información que el hombre recibe de su entorno ecológico y añade “el paisaje es un valioso recurso natural
cuya gestión y protección requiere a la vez conocimientos (ciencia) y sensibilidad, pero que, al mismo tiempo, tiene
un valor pedagógico pudiendo utilizarse para el aprendizaje y la formación estética. Poseyendo calidades estéticas
formales, pero sobre todo de carácter expresivo y no formal, ligadas a un pasado y una experiencia.”
Este criterio estrechamente vinculado a la percepción es asumido por la Convención Europea del Paisaje
(2000), donde éste se define como “cualquier parte del territorio, tal como es percibida por las poblaciones,
cuyo carácter resulta de la acción de factores naturales y/o humanos y de sus interrelaciones”. El paisaje tiene,
489
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
por tanto, una carga notable de subjetividad sensorial y cultural. Así, la interpretación del paisaje depende
también de la percepción del entorno según culturas y pueblos (White, 1977). El hábito en la interpretación
de lo percibido lleva a una conciencia del medio por parte de las comunidades humanas, y esta habilidad
puede estar debilitada en culturas urbanas modernas si se compara con las rurales (MAB Canadá, 1977;
Bugnicourt, 1976).
La geomorfología y la vegetación son componentes fundamentales del paisaje, pero el paisaje no se reduce
a aquellos sino que supone una integración de naturaleza, historia y cultura, conformando en cierta medida
la esencia del territorio. Por tanto es dinámico, sujeto a continuos cambios, modelándose y remodelándose a
lo largo del tiempo bajo la influencia de componentes externos naturales, sociales, económicos y culturales
,y percibiéndose a través de medios subjetivos, sensoriales, intrínsecos a cada persona o comunidad (Rubio
y Portillo, 2007).
En las sociedades prósperas el paisaje se está convirtiendo en un elemento de calidad de vida y disfrute,
en un derecho personal y colectivo. Las formas del espacio están siendo consideradas, simultáneamente,
como indicador ambiental y de bienestar, una manifestación de identidad cultural y un recurso económico,
con influencia en cuestiones tan dispares como la localización de actividades, el coste de las viviendas o la
creación de empleo.
Andalucía goza de una gran riqueza y diversidad de paisajes. La geología, orografía, climatología y
demás factores naturales se han unido a la acción humana para dotar al territorio andaluz de una va-
riedad paisajística extraordinaria. Tal riqueza constituye un patrimonio ambiental, cultural, social e
histórico que influye en la calidad de vida de los ciudadanos y puede suponer un recurso de desarrollo
económico. En esta región, el paisaje cobra una dimensión aún más relevante porque se ubica ínte-
gramente en el dominio climático mediterráneo que tiene una presencia escasa a escala planetaria,
siendo muy apreciado por su bonanza ambiental, sus consecuencias en la diversidad biológica, su alto
significado cultural y, sobre todo, por su calidad sensorial en muchos momentos del año. No obstante,
entre sus características debe incluirse también su fragilidad ecológica, tanto con base natural como
por causa antrópica, pues la dilatada ocupación humana de estas tierras y su aprovechamiento han
contribuido a hacer más inestables determinadas situaciones naturales que, a su vez, definen frecuen-
temente su identidad.
El nuevo Estatuto de Autonomía de Andalucía destaca la importancia del paisaje andaluz y del derecho
a su disfrute en sus artículos 10 (3.10), 28 y 33, lo cual no es sino reflejo del aprecio creciente de la sociedad
andaluza hacia sus paisajes. Aumentan el número y calidad de los instrumentos y actuaciones de la política
territorial, agraria, ambiental o del patrimonio, que contienen manifestaciones de sensibilidad y aprecio cre-
ciente hacia los paisajes andaluces. Incluso, con cierta frecuencia, los medios de comunicación dan cuenta
de reacciones sociales ante propuestas perjudiciales para el paisaje propio, apreciado. Afortunadamente, de
un tiempo a esta parte no son ajenos a tal tendencia los paisajes esteparios, semiáridos, desarbolados, tradi-
cionalmente apartados del patrón estético de apreciación mayoritaria y a cuya identidad responden mayori-
tariamente los paisajes del Altiplano.
490
Paisaje y geodiversidad
Este carácter mayoritariamente estepario del paisaje del Altiplano ha quedado nítidamente recogido en
el Mapa de Paisajes de Andalucía, elaborado expresamente para el Atlas de Andalucía (Junta de Andalucía,
2005), y que desarrolla a nivel andaluz las orientaciones y tipologías de los paisajes de Europa según el Informe
Dobris (Agencia Europea de Medio Ambiente, 1995).
En el mapa de paisajes de Andalucía se han interpretado tres niveles de paisaje que son las categorías,
áreas y ámbitos paisajísticos. Las categorías responden a grandes conjuntos de morfología y usos del suelo que
conectan con los tipos de paisaje contemplados para Europa en el informe anteriormente aludido y quedaron
establecidas en 6 tipos distintos, uno de los cuales es precisamente el de los altiplanos y subdesiertos. Las
áreas suponen una subdivisión de las categorías, definiéndose 21 áreas paisajísticas en Andalucía que mar-
can transiciones entre categorías o situaciones geográficas con particular impronta morfológica, de cubierta
vegetal o de utilización del territorio. Y en el nivel inferior, se delimitaron 85 ámbitos paisajísticos distintos
en base a criterios naturales, socioculturales y de ordenación del territorio.
SUPERFICIE
CATEGORÍAS ÁREAS PAISAJÍSTICAS ÁMBITOS PAISAJÍSTICOS
(ha) (%)
491
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Geomorfología y vegetación son los elementos principales del paisaje, que en el Altiplano
tiene un marcado carácter estepario. En la imagen, los badlands de Gorafe. JH
492
Paisaje y geodiversidad
Desde Sierra Nevada, con la Sierra de Baza a la derecha de la imagen, Arana a la izquierda y Mágina al
fondo, aparece nítida la condición del Altiplano como gran cubeta sedimentaria. AH
La evolución del Altiplano como ámbito geológico se describió con detalle en el apartado 7.3. de esta obra.
No procede por tanto repetir aquí lo previamente reseñado. Tan solo resaltar que la evolución geológica del
territorio explica la mayor parte de las características actuales de los paisajes en el Altiplano. Porque este
territorio no es sino una cubeta sedimentaria rodeada de sierras, en la que durante los últimos siete u ocho
millones de años se ha acumulado un importante espesor de sedimentos en ambientes primero marinos,
después lacustres y finalmente fluviales.
El último de estos niveles, originado por extensos sistemas de abanicos aluviales supuso la colmatación de la
cuenca con unos sedimentos de condición extensa y predominantemente llana, sobre los cuales comenzarían a
dibujarse las primitivas redes de drenaje, los cauces que tuvieron un carácter fundamentalmente endorreico en esta
cubeta hasta hace unos 100.000 años. Aproximadamente en tal momento la gran cuenca endorreica es capturada
por el Guadalquivir a través del actual río Guadiana Menor, para acabar desaguando en el océano Atlántico.
493
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
CAMPIÑAS ALOMADAS,
ALTIPLANOS ESTEPARIOS ACOLINADAS y SOBRE CERROS SERRANíAS DE MONTAÑAS MEDIAS
Depresión de Guadix Campiñas altas Montes orientales Límite del Altiplano
Hoya de Baza Sierras Alta Coloma y Mágina Límite autonómico
Sierras de Cazorla y Segura Límite provincial
494
Paisaje y geodiversidad
la red fluvial derivó en otros glacis secundarios o recientes que se extienden hacia el interior del Altiplano.
En su conjunto, los glacis suponen aproximadamente un tercio de la extensión total del Altiplano y sobre
ellos se asientan buena parte de las mejores superficies agrícolas.
El sistema fluvial supone en torno al 19% de la superficie del Altiplano. La unidad geomorfológica quizá
más representativa de los mismos es la rambla, típico curso temporal de agua en ambientes semiáridos con
elevada capacidad de transporte y depósito aluvial. La linealidad de las ramblas se reparte ampliamente por
todo el territorio, rarificándose tan solo en el ámbito paisajístico Montes Orientales. Localmente también
confieren notable impronta al paisaje los conos de deyección generados cuando un valle torrencial contacta
con la llanura, lo que concurre reiteradamente en el contacto entre el Altiplano y la cara norte de Sierra
Nevada. Otro tanto sucede con las llanuras de inundación que coinciden con los paisajes de vega y hortales
tradicionales en muchos pueblos del interior del Altiplano, dispuestos a lo largo de los ríos que acaban con-
fluyendo en el Guadiana Menor.
Junto a la geomorfología, la vegetación es componente principal del paisaje, en este caso mucho más mol-
deable por la acción humana, cuyo influjo se ha signado sobre las superficies agrícolas pero también de una
manera muy intensa en lo que respecta a la vegetación forestal.
El suelo agrícola supone casi el 60% del territorio en el Altiplano y es por tanto un elemento muy importante
en la configuración de su paisaje. El modelo agrario predominante es el cerealista, con aproximadamente
180.000 ha dedicadas a este cultivo, si bien las labores del Altiplano tienen poco que ver con las de la campiña
495
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
en el valle del Guadalquivir. Son menos productivas y su nivel de imbricación con los terrenos forestales
mucho más intenso, manteniendo una proporción de barbecho significativa y, con mayor o menor frecuencia,
también lindes de vegetación silvestre, incluso arbóreas en el ámbito Montes Orientales. En este ámbito
paisajístico y en el de las serranías de Alta Coloma-Mágina y Cazorla-Segura, el olivar adquiere principal
protagonismo en el paisaje agrario, como ocurre también puntualmente con otro árbol cultivado, el almendro,
para ciertas zonas de los ámbitos depresión de Guadix y hoya de Baza, en este último caso fundamentalmente
en los pasillos orientales del Altiplano hacia Almería. El paisaje del Altiplano incluye el aprovechamiento
agrario de los lechos de algunas ramblas, así como laderas cuyas pendientes truncó históricamente el hombre
mediante terrazas o bancales.
Por otro lado, el suelo forestal supone aproximadamente el 40% de la superficie. La vegetación forestal es
predominantemente esteparia, especialmente en el área paisajística Altiplano estepario, donde la formación
más representativa es el espartal, que ocupa vastas superficies de anfractuosos relieves del sistema denudativo
y, en menor medida, del gravitacional-denudativo. El espartal, en sus distintas manifestaciones, es quizá la
más típica cubierta no sólo del ámbito de estudio sino, en general, de las estepas de vegetación silvestre en la
España peninsular (Suárez et al., 1991), y ha sido objeto de una intensa gestión y promoción cultural debido
a las utilidades de su fibra.
Pero el espartal no es la única vegetación del paisaje estepario en el Altiplano. La precipitación de capas de
yeso en situaciones de elevada evaporación de aguas someras, como las acaecidas durante el Plioceno, está en el
origen de los sustratos gipsícolas actuales, caracterizados por condicionar paisajes con importante proporción
de suelo desnudo y una laxa cubierta vegetal de escaso porte, mayoritariamente integrada por caméfitos. Tales
formaciones corresponden a diversas asociaciones florísticas entre las que alguna está considerada como hábitat
496
Paisaje y geodiversidad
prioritario. Estos ámbitos semiáridos suelen presentar también suelos salinos en las áreas donde el agua de
escorrentía deposita las sales que lava previamente. Tal circunstancia, en unión a una elevada evaporación,
origina suelos halomorfos. En el Altiplano estos suelos se forman como consecuencia de la disolución de
sales con origen a su vez en aquellos primigenios depósitos del Plioceno. Los saladares interiores de la hoya
de Baza son los más meridionales de la Península Ibérica, teniendo gran importancia por su carácter relicto
y alta originalidad florística, por lo que también están considerados como hábitat prioritario.
Con independencia de la extensión superficial del paisaje estepario, en el Altiplano también hay espacios
donde el árbol silvestre es elemento del paisaje y en el pasado lo fue en mayor medida. De hecho, desde la
perspectiva fitosociológica (apartado 8.1.1.) la mayor parte del territorio se encuentra en el dominio potencial
del encinar y coscojar. En la actualidad las formaciones de encinar bien conservadas son meramente testi-
moniales y, salvo en el piedemonte de las sierras circundantes, su impronta en el paisaje se reduce a estadíos
aclarados, normalmente en forma de bosquetes isla o de dehesas. Dehesas que no suelen destinarse a pastizal
ganadero, como en otras comarcas andaluzas, sino al cultivo de cereal en secano.
Desde el punto de vista paisajístico, los bosques de mayor entidad en el Altiplano son los pinares de pino
carrasco que ocupan superficies de considerable extensión, especialmente en los montes del sureste de Jaén
pero también en Castillejar, Castril o, más puntualmente, en el Altiplano almeriense. Las repoblaciones fo-
restales se entremezclan aquí con formaciones espontáneas, pinares naturales que adquieren una estructura
abierta e irregular en la que destacan muy viejos ejemplares. El pino penetra también en el suelo agrícola
como dehesa muy laxa, de forma análoga a la quercínea. Los pinares espontáneos de carrasco sobre un solar
de esparto y matorral, frecuentemente entremezclados con las tierras de labor, constituyen un paisaje típico
del norte del Altiplano. Y en la zona central también concurren pinares de carrasco, si bien en este caso bá-
sicamente como resultado de plantaciones forestales relativamente recientes, lo que se traduce por lo general
en masas coetáneas de límites cartesianos y aspecto escasamente natural.
497
UNA IMAGEN DE PORTADA
2
3
E n esta imagen, seleccionada como portada del libro precisamente por su representatividad, un horizonte delimitado por las serranías circundantes y se hace especialmente significativo
se reconocen perfectamente las tres grandes unidades fisiográficas y de paisaje más en las zonas voladas sobre badlands y barrancos, magníficos enclaves para la interpretación
características en este territorio: glacis, badlands y fondos de valle. del paisaje.
Desplomes por
retroceso de laderas
Descalce por
socavamiento basal
Desprendimiento
en masa
Erosión laminar
general, paisajes de muy elevada fragilidad, sensibles tanto a riesgo de avenidas y balance sedimentario, se trata de
las actuaciones que alteren el ciclo del agua a escala local y espacios donde se ha desarrollado considerablemente la
las dinámicas erosivas, como a aquellas otras que supongan agricultura, constituyendo el emplazamiento tradicional de
la introducción de elementos extraños a su naturalidad. modelos agrícolas más intensivos tales como huertas, cítricos
Erosión en surcos
y otros frutales. Los cauces más relevantes, como el río Gor
3 Fondos de valle en la imagen, albergan sotos arbolados que a nivel interno
Es la unidad fisiográfica más joven, en la cual constituyen hitos principales, aportándole diversidad y
pueden distinguirse dos sectores: uno más próximo al naturalidad al paisaje. Su fragilidad está condicionada, en
cauce y más llano, y otro más alejado que enlaza, más o buena medida, por el grado de intrusión que registren, pues
menos suavemente, con el pie de las cárcavas. A pesar de las se trata de zonas muy sensibles a la pérdida de rasgos de
Cárcavas y
limitaciones físicas derivadas del régimen de precipitaciones, identidad propios, caso de la citada vegetación de ribera.
barrancos
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
A la geomorfología y vegetación se suma, en clave horizontal, el uso humano, lo que deviene en un complejo
mosaico de paisajes repartidos por el Altiplano. Bajo el denominador común de su carácter semiárido y la
predominancia del sistema geomorfológico denudativo, el resultado es un paisaje de paisajes donde se entre-
mezclan usos agrícolas y forestales, distintos niveles de intensidad o abandono, preponderancias de distintos
biotipos o de lo abiótico, y atribuyendo mediante sus teselas dispares coloraciones, texturas y formas al paisaje
que, por lo general, siempre acaba encontrando prolongación en los amplios horizontes de la estepa.
11.2. Geodiversidad
La geología constituye uno de los componentes fundamentales del paisaje. Más aún, se trata de la co-
lumna vertebral sobre la que se articulan los demás elementos que en la actualidad lo integran. El “paisaje
geológico” es soporte físico de los ecosistemas terrestres, sí, pero además y sobre todo, está en su génesis y
supone el registro de su origen y de su evolución geográfica, climática y biológica. De ahí la importancia de
la geodiversidad.
Según Serrano y Ruiz (2007) el término “Geodiversidades” se acuñó en los años 40 del siglo XX por Daus
en el marco de la Geografía cultural. La geodiversidad se entendía entonces como la diversidad paisajística y
cultural, como elenco geográfico de lugares relacionados con la intervención humana. Tal concepto es previo
500
Paisaje y geodiversidad
al de biodiversidad, entendida como diversidad biológica. Con la ampliación y profundización del concepto
de biodiversidad se pone de manifiesto la importancia del medio abiótico en el desarrollo de los ecosistemas
y las especies, sin el cual no es posible gestionar ni conservar la naturaleza. En este nuevo avance se considera
a la geodiversidad como sustento de la biodiversidad, conformando ambas la diversidad natural.
El registro geológico acumula una valiosa información acerca de la geografía, los climas, ecosistemas y
paisajes del pasado, que ayuda a interpretar y reconocer los procesos geológicos y biológicos acontecidos
en la actualidad. La geología almacena las claves de la evolución del planeta y la vida, lo que constituye la
memoria de la Tierra, por lo que debe ser considerada un bien común y formar parte del patrimonio natural
y cultural de la humanidad, como queda reflejado en la Declaración Internacional sobre los derechos de la
memoria de la Tierra (Digne, 1991).
El patrimonio geológico es un recurso natural y cultural. Está constituido por formaciones rocosas, es-
tructuras, acumulaciones sedimentarias, formas, yacimientos minerales o paleontológicos, colecciones de
objetos geológicos de valor científico, cultural o recreativo, especialmente adecuados para reconocer, estudiar
e interpretar la evolución de la historia geológica que ha modelado la tierra (Nuche del Rivero et al., 2004).
A su vez, es un recurso no renovable, es decir, finito y agotable que hace imprescindible su protección y con-
servación. Por todo ello en la actualidad se empieza a incorporar también la preservación del patrimonio
geológico a las políticas medioambientales.
Andalucía cuenta con un patrimonio geológico excepcional debido a que en la región se encuentran ro-
cas de todos los periodos geológicos y de distintos orígenes, desde el Precámbrico (más de 540 millones de
años) hasta la actualidad. Posee una gran diversidad litológica, cronoestratigráfica, mineralógica, minera,
paleobiológica y geomorfológica que la convierte en un mosaico de geodiversidad. Todo este importante
patrimonio aglutina valor científico, didáctico y turístico, y demanda una gestión enfocada tanto a su con-
servación como a su puesta en valor.
La importancia e interés de este tipo de patrimonio motivó el diseño de una propuesta de Estrategia
Andaluza para la Conservación de la Geodiversidad (Consejería de Medio Ambiente, 2002), documento
marco de referencia que establece las bases y criterios generales para la conservación del patrimonio geológico.
Una de las primeras acciones derivadas de su puesta en marcha fue la elaboración del Inventario Andaluz
de Georrecursos Culturales (Consejería de Medio Ambiente, 2004), un catálogo abierto y en permanente
actualización de aquellos enclaves que albergan georrecursos de interés científico, didáctico o geoturístico. En
éste se identifican, caracterizan y valoran un total de 588 georrecursos, localidades de interés repartidas en 14
áreas geográficas (Villalobos y Pérez, 2006) y agrupadas según 11 categorías: estratigráfica, sedimentológica,
501
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Los municipios que concentran mayor número de elementos de este tipo son los de Alamedilla, Fonelas,
Villanueva de las Torres y Gorafe en la parte oeste y la zona de Orce, al noreste de la provincia.
502
Paisaje y geodiversidad
ALMERÍA
69 Maláguide de Vélez Rubio Cerro del Castillón Vélez-Rubio Estratigráfica 58,06
GRANADA
291 Serie Oligoceno-Mioceno Arroyo Piletas/Cerro Guadahortuna Estratigráfica, sedimentológica 30,08
del Navazuelo Granadao y paleontológica
295 Cueva Horá Cerro de la Torre Huélago Geoarqueológica y 3,14
paleontológica
297 Serie Miocena del cerro Cerro Molicies La Peza Estratigráfica y 149,94
Molicies sedimentológica
298 Lavas almohadilladas de Guadahortuna Alamedilla Petrológica 3,39
Alamedilla
299 Serie Cretácico superior- Barranco Valencianos Alamedilla Estratigráfica, sedimentológica 51,94
Eoceno de Alamedilla y paleontológica
300 Fluviales de Belerda Solanas de Canales Guadix Sedimentológica 3,14
301 Serie Jurásica de cerro Cerro Mendez Alamedilla Estratigráfica, sedimentológica 25,52
Méndez y paleontológica
302 Manantial de Graena Baños de Graena Cortes y Graena Hidrogeológica 0,29
303 Yacimiento de Fonelas P-1 Cañada de la Langosta Fonelas Paleontológica 11,82
304 Serie Eoceno-Oligoceno de Fuente Caldera Pedro Martínez Estratigráfica, sedimentológica 10,83
Fuente Caldera y paleontológica
305 Depósitos lacustres de Los Llanillos Fonelas Estratigráfica y 37,38
Fonelas sedimentológica
306 Minas de cobre y plomo- Minas de Santa Jérez del Marquesado Geominera 15,26
plata de Santa Constanza Constanza, Los Mogones
307 Glacis de mesa de Bacaire Mesa de Bacaire Fonelas, Guadix y Geomorfológico 17,53
Villanueva de las Torres
308 Minas de hierro del Cerro de Alquife, Llanos Aldeire, Alquife y Lanteira Geominera 282,42
Marquesado del Marquesado
309 Yacimiento de solana del Llano de Zamborino Fonelas Paleontológica y 3,14
Zamborino Geoarqueológica
310 Baños de Alicún Baños de Alicún de las Villanueva de las Torres Sedimentológica, 10,7
Torres geomorfológico y
hidrogeológica
311 Discordancia de Gorafe Río Gorafe Gorafe Estratigráfica 10,95
312 Badland del Negratín El Cerrón Colorado/Lomas Gorafe y Geomorfológico 914,51
de la Bandera y Yeguas Villanueva de las Torres
313 Badland de Gorafe Majada Pelada y Lomas Gorafe Geomorfológico 1.606,44
de Enmedio y las Tablas
317 Depósitos fluviolacustres Ermita vieja Cuevas del Campo Sedimentológica 14,81
de Zújar
503
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
320 Minas de azufre de Llano de los Pozos, Benamaurel y Petrológica, mineralógica y 75,06
Benamaurel Cuevas del Negro Cortes de Baza geominera
321 Peña de Castril Castril Geomorfológico 3,52
Peña de Castril
325 Serie del Albiense superior Castril Sedimentológica y 2,39
de las Hazadillas Cortijo de las Hazadillas paleontológica
326 Yesos de Benamaurel Benamaurel Sedimentológica y 3,6
Llanos de San Marcos geomorfológico
327 Cañón del río Guardal Puente Duda Huéscar Sedimentológica 11,76
328 Sismitas de Castilléjar Cortijo del Cura Galera Sedimentológica 0,85
329 Yesos de Galera Cañada Quitapellejos Galera 8,66
330 Serie del Jurásico inferior Huéscar 10,45
del barranco de la Cueva Estratigráfica, Sedimentológica
del Agua Barranco de la Cueva del y paleontológica
331 Yacimiento de Barranco Agua Orce Paleontológica y 3,13
León Orce geoarqueológica
332 Yacimiento Fuentenueva 3 Orce Paleontológica y 3,13
Yacimiento de Venta Cañada de Vélez geoarqueológica
333 Micena Orce Paleontológica y 3,14
geoarqueológica
JAÉN Llano de la Almeida
451 Serie volcanosedimentaria Cabra del Santo Cristo y Sedimentológica y petrológica 245,17
del cerro Cabeza Montosa Cabeza Montosa Huelma
455 Picos del Guadiana Menor Picos del Guadiana Huesa Estratigráfica, sedimentológica 88,31
y Tectónica
457 Badlands del Guadiana Cortijo Cherín Huesa Sedimentológica y 252,16
Menor geomorfológico
459 Abanico de capas en Arroyo Turillas Hinojares Sedimentológica 33,55
Hinojares
467 Cañón del río Guadalentín Embalse de la Bolera Pozo Alcón Geomorfológico 31,52
La Consejería de Medio Ambiente realiza en su inventario de georrecursos una valoración de los mis-
mos en función de su interés científico, didáctico y turístico. Con ello se les ha pretendido asignar un valor
cualitativo que permitiera, por un lado, analizar comparativamente distintas localidades y, por otro, obtener
criterios con los que priorizar intervenciones propuestas para cada una de ellas (Villalobos et al., 2004).
El interés científico de un determinado georrecurso viene delimitado por su interés para entender la his-
toria geológica de la región y por la atención despertada entre los investigadores, frecuentemente destinada
a conocer tal historia y evaluar los recursos primarios. El interés didáctico corresponde a su valor para la
504
Paisaje y geodiversidad
Fuente: Inventario de georrecursos de Andalucía Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía, 2004
505
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
enseñanza práctica de la geología de los niveles académicos medio y superior, así como en cursos de especia-
lización y reciclaje. Y por último, el interés turístico y su inherente faceta económica responden a la creciente
atención despertada como recursos integrados dentro de estrategias de desarrollo sostenible, de acuerdo con
las políticas europeas de impulso del turismo rural. El resultado de la valoración para los georrecursos del
Altiplano se muestra en la Tabla 11.3.
INTERÉS
CÓDIGO GEORRECURSO
CIENTÍFICO DIDÁCTICO TURÍSTICO
ALMERÍA
69 Maláguide de Vélez Rubio alto medio medio
GRANADA
291 Serie Oligoceno-Mioceno del Navazuelo alto medio medio
295 Cueva Horá alto alto medio
297 Serie Miocena del cerro Molicies bajo medio medio
298 Lavas almohadilladas de Alamedilla alto medio medio
299 Serie Cretácico superior-Eoceno de Alamedilla muy alto medio medio
300 Fluviales de Belerda medio medio medio
301 Serie Jurásica de cerro Méndez alto medio bajo
302 Manantial de Graena bajo medio medio
303 Yacimiento de Fonelas P-1 alto medio bajo
304 Serie Eoceno-Oligoceno de Fuente Caldera muy alto medio bajo
305 Depósitos lacustres de Fonelas medio alto medio
306 Minas de cobre y plomo-plata de Santa Constanza medio alto medio
307 Glacis de mesa de Bacaire medio alto medio
308 Minas de hierro del Marquesado alto alto alto
309 Yacimiento de solana del Zamborino muy alto alto medio
310 Baños de Alicún medio alto alto
311 Discordancia de Gorafe medio medio medio
312 Badland del Negratín alto alto alto
313 Badland de Gorafe medio alto alto
317 Depósitos fluviolacustres de Zújar medio medio medio
320 Minas de azufre de Benamaurel medio alto medio
321 Peña de Castril bajo medio alto
325 Serie del Albiense superior de las Hazadillas alto medio medio
326 Yesos de Benamaurel alto medio medio
327 Cañón del río Guardal bajo alto alto
328 Sismitas de Castilléjar medio medio medio
329 Yesos de Galera medio medio bajo
330 Serie del Jurásico inferior del barranco de la cueva del Agua alto medio bajo
331 Yacimiento de Barranco León muy alto medio medio
506
Paisaje y geodiversidad
INTERÉS
CÓDIGO GEORRECURSO
CIENTÍFICO DIDÁCTICO TURÍSTICO
JAÉN
451 Serie volcanosedimentaria del cerro Cabeza Montosa medio alto medio
455 Picos del Guadiana Menor medio alto medio
457 Badlands del Guadiana Menor medio alto alto
459 Abanico de capas en Hinojares medio alto medio
467 Cañón del río Guadalentín medio alto alto
507
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Los georrecursos de la provincia de Granada muestran, en general, un gran valor científico, englobando
los yacimientos paleontológicos de Barranco León, Venta Micena y Fuentenueva 3 (Orce), el de la Solana de
Zamborino (Fonelas), y otros de carácter petrológico y litológico (Alamedilla); esta última localidad alberga origi-
nales elementos como las lavas almohadilladas y la serie estratigráfica del Barranco Valencianos, propuesta como
localidad tipo del límite Paleoceno-Eoceno. El interés didáctico de todos ellos es alto o medio y su interés turístico
oscila de alto a medio, o incluso bajo en función de otros componentes ajenos a las características geológicas.
Varios tipos de recursos geológicos tienen un gran potencial turístico. Desde un punto de vista geomorfo-
lógico, destacan los impresionantes paisajes erosivos de los badlands de Gorafe, Negratín y Guadiana Menor,
en Granada y Jaén. En este sentido resultan también atractivos recursos hidrogeológicos como los baños de
Alicún y de Cortes-Graena, y cavidades como la cueva de Horá en t.m. de Huélago (Granada). Destacan por
su interés a este nivel otros emplazamientos como el cañon del Guadalentín ubicado en Pozo Alcón (Jaén)
o las minas de hierro del Marquesado, de gran extensión superficial.
Además de los badlands, aguas termales y yacimientos paleontológicos ya referidos, se encuentran otros
elementos con potencial didáctico y científico. Se trata de tipos sedimentológicos como el abanico de capas
en Hinojares, un magnífico ejemplo del relleno de un abanico aluvial formado por capas de conglomerados,
508
Paisaje y geodiversidad
limos y arcillas. También de yacimientos y explotaciones minerales, como las minas de hierro y las de cobre,
plomo y plata de Santa Constanza, en el Marquesado, o las minas de azufre de Benamaurel. Y de uno de los
mejores ejemplos de la actividad volcánica submarina, en el cerro de Cabeza Montosa (Cabra del Santo Cristo y
Huelma, Jaén), donde sobre las rocas volcánicas submarinas se encuentran calizas oolíticas del Jurásico medio;
en este emplazamiento se observan formaciones de guyots (montes submarinos de cimas planas, originados
por acumulación de coladas de lava) y lavas almohadilladas con sedimentos pelágicos marinos intercalados.
Entre las estructuras de tipo tectónico, destacan por su interés y singularidad morfológica los picos del
Guadiana (Huesa). La cueva Horá (Huélago), es también una referencia importante desde el punto de vista
paleontológico y geoarqueológico; se trata de una cueva cárstica labrada sobre calizas, en el límite de contacto
con la hoya de Guadix, cuyo interés principal reside en el hallazgo de un cráneo de homínido del Paleolítico
y diversos fósiles faunísticos.
GRAnAdA Parque Natural Sierra Nevada 306 Minas de Santa Constanza Parcial
Sierra de Castril 325 Albiense superior de las Hazadillas Parcial
Monumento Natural Peña de Castril 321 Peña de Castril Total
A modo de síntesis se puede afirmar que la zona de estudio es rica en elementos geológicos de gran impor-
tancia para entender la historia geológica del planeta y la vida; también de la vida humana, para cuyo registro
algunos de los yacimientos del Altiplano se han revelado entre los más importantes de Europa. Además, otros
georrecursos constituyen elementos de indudable interés paisajístico y excelente potencialidad turística. Por
tanto, avanzar en la preservación de este patrimonio geológico y cultural confiriéndole la importancia que
merece, incluyéndolo en los planes de ordenación y gestión territorial, y promoviendo su uso sostenible es
una de las tareas de futuro que mayor y mejor provecho pueden traer al Altiplano y sus pobladores.
509
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
510
Paisaje y geodiversidad
511
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
512
Paisaje y geodiversidad
513
Ganado ovino en el Altiplano almeriense. JMD
Actividades
económicas
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Actividades económicas
Miguel Hernández
La idea del desarrollo local como proceso reactivador de la economía y dinamizador de la sociedad
propicia un cambio en la concepción del desarrollo rural enfocado hacia el aprovechamiento sostenible
de sus recursos endógenos y potencialidades. En este sentido juegan un importante papel los productos
derivados de la agricultura, ganadería y aprovechamientos forestales que, con una adecuada orientación y
una política de inversiones enfocada al valor añadido de los productos y su comercialización, favorecería
en gran medida la economía de las zonas de origen. La agricultura y ganadería ecológica, o la potenciación
del uso de razas y variedades autóctonas forman parte de la apuesta por el progreso económico del medio
rural. Del mismo modo se verá como existe una oferta cada vez más amplia de alojamientos turísticos,
entre los que destacan las casas-cueva, un elemento arquitectónico original de esta zona. De otra parte,
la zona posee un importante potencial de cara al aprovechamiento de las energías renovables, el cual ya
ha comenzado a explotarse.
516
Actividades económicas
Las tierras de labor sustentan una parte muy relevante de la economía del Altiplano. JLS
12.1. Agricultura
La agricultura ha sido y sigue siendo una actividad básica en el Altiplano, donde un 25,5% de la
población se dedica al sector primario a pesar de que, en principio, buena parte del territorio no es
muy propicio para la actividad agrícola. Tanto la superficie destinada a tierras de cultivo como la
prevalencia en la dedicación al sector primario de buena parte de los municipios, atestiguan la im-
portancia de la agricultura en la zona. No obstante, el desarrollo de la misma está condicionado por
una serie de factores naturales que caracterizan las distintas comarcas del Altiplano. Estos territorios
tienen en su mayor parte una altitud media alta, en torno a los 900-1.000 m.s.n.m. Por ello, a pesar
de la latitud se producen abundantes heladas, sobre todo durante el invierno e incluso en plena pri-
mavera, lo que limita la potencialidad agrícola. La orografía circundante acentúa la continentalidad
y aridez. Otro factor adverso para la explotación del suelo es la presencia de terrenos escarpados en
bastantes zonas, lo que condujo a la proliferación histórica de bancales y dificulta actualmente su me-
canización. La escasez de precipitaciones, en general inferiores a 350 litros/año, y su irregularidad, en
cuanto a cantidad, torrencialidad, distribución temporal y variaciones interanuales, son otros aspectos
limitantes en unión a una alta insolación y evapotranspiración, así como a las fuertes oscilaciones
térmicas (apartado 7.2.). Por otro lado, los abundantes sustratos de suelos pobres y poco profundos,
con abundante contenido en materiales arcillosos, arenosos y yesos también imponen limitaciones
para la agricultura (apartado 7.5.).
517
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Por su parte, el uso y dominio del agua ha supuesto históricamente un factor de producción tan importante
como la propia tierra en las comunidades agrarias del sureste andaluz. Tal circunstancia ha condicionado
la ubicación de los núcleos de población en función de las disponibilidades hídricas, colonizándose prefe-
rentemente las zonas de fondo de valle. Así, junto con la vega de Granada, los términos de Guadix y Baza
concentraban los mayores espacios irrigados de Andalucía ya en la mitad del siglo XIX (Sánchez-Picón,
2001); a considerable distancia quedaban los regadíos costeros, ubicados en los conos de deyección de los
ríos que vierten al Mediterráneo: Almanzora, Andarax, Adra, etc. En la actualidad la superficie en regadío
del Altiplano oscila según las distintas fuentes consideradas entre casi el 11% (Cartografía de Cultivos y
Aprovechamientos; Consejería de Agricultura y Pesca, 2003 b) y el 16% (Inventario de Regadíos; Consejería
de Agricultura y Pesca, 2003), diferencias en parte atribuibles a que los datos del inventario de regadíos se
han elaborado básicamente mediante encuestas y entrevistas directas a las entidades vinculadas a la agri-
cultura de regadío.
Para la caracterización general de la superficie cultivada se emplearán, como referencia principal, los datos
extraídos del mapa de cultivos y aprovechamientos de Andalucía (Consejería de Agricultura y Pesca, 2003) y
puntualmente la cartografía de usos y coberturas del suelo relativos al año 2003, elaborada por la Consejería
de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.
La información referente a los tipos de cultivos procede de los datos estadísticos de ámbito munici-
pal del Sistema de Información Multiterritorial de Andalucía (SIMA), referidos al año 2003 o, en su
defecto, al año más reciente del que se dispusieran datos. De forma complementaria se utilizarán los
datos aportados por las oficinas comarcales agrarias correspondientes. Este tipo de información, refe-
rida a totales municipales y comarcales, presenta la limitación de no poder extraer aquellos datos que
se ajusten exactamente a la realidad física del Altiplano, por lo que los datos expuestos deben enten-
derse como orientativos, es decir, relativos a la superficie total de los municipios que lo integran. Esta
información se agrupa para su análisis y exposición en función de las comarcas a las que pertenecen,
aunque participen de forma parcial en la superficie del Altiplano. De esta forma, salvo las comarcas
granadinas de Guadix, Baza y Huéscar, el resto de datos comarcales referidos en el apartado corres-
ponde a las fracciones comarcales correspondientes a los municipios que integran el Altiplano. Por su
parte, los datos procedentes de la cartografía de usos y coberturas del suelo se muestran agrupando por
un lado los distintos territorios comarcales de Jaén y Almería y de forma individualizada las comarcas
granadinas por su mayor representación.
El regadío se analizará con mayor detalle dadas sus repercusiones económicas y medioambientales par-
tiendo de la información y cartografía proporcionada por el Inventario y Caracterización de los Regadíos de
Andalucía (Consejería de Agricultura y Pesca, 2003 b).
Cabe señalar que existen importantes diferencias entre las distintas fuentes utilizadas, principalmente
por el distinto ámbito de referencia. Así, mientras los datos procedentes de la cartografía son mucho
más precisos por la posibilidad de ajustarlos al territorio concreto, los datos estadísticos presentan la
dificultad de no poder segregarlos de la totalidad del municipio, de forma que pueden estar aportando
ruido, variando considerablemente la proporción relativa de las distintas modalidades de cultivo. Por
518
Actividades económicas
el contrario, estos últimos aportan valiosa información en cuanto a tipologías de cultivo que no con-
templa la cartografía.
Principales cultivos
El Altiplano en su conjunto es una zona eminentemente cerealista, como lo son casi todas las comarcas
o fracciones de éstas que lo integran, a excepción de la provincia de Jaén, cuyo carácter actual es fundamen-
talmente olivarero.
Los cultivos de secano están repartidos por todo el territorio, dominando el paisaje agrícola y partici-
pando también del forestal. La distribución del regadío se concentra en determinadas zonas, destacando el
sur de la comarca accitana, el entorno de los ríos Baza, Guardal y Galera y el municipio de Puebla de Don
Fadrique. De este modo, según la cartografía manejada los cultivos de secano abarcan casi la mitad del
territorio, llegando a superar las 235.000 ha (Tabla 12.1.; Figura 12.1.) mientras que el regadío representa
el 11%, lo que equivale a unas 55.000 ha. Sin embargo, cabe advertir que según el reciente inventario de
regadíos (Consejería de Agricultura y Pesca, 2003) esta superficie podría alcanzar las 76.000 ha y sigue
una tendencia ascendente.
519
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Otra característica fundamental de la zona es la preponderancia de los herbáceos frente a los leñosos con
un 46% frente a un 14%. Ahora bien, la tendencia de los leñosos es al incremento, debido a su mayor ren-
tabilidad (Figura 12.2.). Descendiendo a nivel comarcal y municipal el grado de prevalencia de las distintas
modalidades de cultivo varía. Así se observa una mayor importancia relativa del regadío con respecto al secano
en las comarcas de Guadix y Baza, llegando a predominar en la fracción del Altiplano giennense. Algunos
de los municipios más destacados en cuanto al regadío son Alicún de Ortega, Benalúa, Cortes y Graena,
Dehesas de Guadix, Marchal y Purullena. En cuanto al tipo de cultivos, la mayor aportación a la superficie
520
Actividades económicas
Alpacas de cereal. MY
de herbáceos parte de los municipios de Cúllar, Orce, Pedro Martínez, María, Guadix y Guadahortuna.
Para los leñosos destacan sin embargo Zújar, Cortes de Baza, Caniles y Huesa y de nuevo Cúllar, Guadix y
Guadahortuna.
Figura 12.1. Comparativa de superficies destinadas a secano y regadío por unidad territorial
Fuente: Mapa de usos y coberturas del suelo. Consejería de Medio Ambiente, 2003. Elaboración propia.
521
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
522
Actividades económicas
Cultivos y
aprovechamientos
CuLTiVOS de ReGAdÍO
Chopos
Frutales regadío
Herbáceos regadío
Olivar regadío
CuLTiVOS de SeCAnO
Frutales secano
Herbáceos secano
Olivar secano
OTROS
Improductivo
Sin vegetación
Talas y cortas
Forestal
Escala 1:400.000 Fuente: Mapa de usos y coberturas del suelo. Consejería de Medio Ambiente, 2003. Elaboración propia.
523
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Fuente: Mapa de usos y coberturas del suelo. Consejería de Medio Ambiente, 2003. Elaboración propia.
Otro de los rasgos principales del ámbito de estudio es la marcada especialización de cultivos en cuanto a
las especies vegetales (Tablas 12.2. y 12.3.), pues tan solo tres de ellas superan el 75% de la superficie cultiva-
da. Se trata de la cebada, el almendro y el olivar de aceite, tanto en régimen de secano como de regadío. Este
último cultivo muestra un claro predominio de la variedad “picual” en todo el territorio, salvo en la comarca
de Los Vélez, donde la selección varietal está más repartida, presentando otras como “lechín” y “lechín de
granada” en mayor proporción. De la cebada domina el tipo de ciclo largo llamada “seis carreras”o cebada
caballar, que se destina en general a la elaboración de piensos. El almendro ha experimentado en los últimos
años una creciente expansión, ya que se trata de un producto con excelente futuro y bien adaptado a las
condiciones del territorio (Beas y Pérez, 1994).
Tabla 12.2. Especialización en cultivos herbáceos y leñosos de secano y regadío según municipios, año 2003
RÍO NACIMIENTO Fiñana Cereales de invierno 20 Cebada 8 Almendro 334 Almendro 1.582
Los datos relativos al municipio de Cuevas del Campo figuran integrados con los de Freila. Fuente: SIMA (datos referidos a 2003). IEA, 2006. Elaboración propia.
524
Actividades económicas
BAZA Baza Cebada 800 Cebada 1.200 Olivar 1.700 Almendro 1.300
Benamaurel Cebada 160 Avena 423 Olivar 563 Olivar 242
Caniles Cebada 131 Cebada 2.230 Olivar 805 Almendro 1.500
Cortes de Baza Maíz 40 Cebada 742 Olivar 220 Olivar 1.976
Cúllar Haba verde 120 Cebada 3.197 Olivar 585 Almendro 5.700
Freila Avena 82 Cebada 100 Olivar 480 Almendro 600
Zújar Avena 80 Cebada 270 Olivar 3.056 Almendro 1.130
HUÉSCAR Castilléjar Maíz 115 Cebada 698 Olivar 105 Almendro 450
Castril Trigo 90 Cebada 323 Olivar 309 Almendro 2.900
Galera Maíz 220 Cebada 879 Olivar 61 Almendro 300
Huéscar Cebada 370 Cebada 2.800 Olivar 710 Almendro 1.600
Orce Cebada 170 Cebada 3.810 Olivar 13 Almendro 1.350
Puebla de Don Fadrique Cebada 1.018 Cebada 6.000 Olivar 15 Almendro 2.800
Los datos relativos al municipio de Cuevas del Campo figuran integrados con los de Freila. Fuente: SIMA (datos referidos a 2003). IEA, 2006. Elaboración propia.
525
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
IZNALLOZ Alamedilla Cebada 122 Trigo 870 Olivar 583 Olivar 712
Gobernador Trigo 2 Cebada 705 Olivar 49 Olivar 260
Guadahortuna Girasol 207 Cebada 2.314 Olivar 1.076 Olivar 2.007
Morelabor - -- Cebada 1.003 Olivar 2 Olivar 506
Pedro Martínez Girasol 32 Avena 2.333 Olivar 353 Olivar 1.060
Torre-Cardela - - Cebada 364 Olivar 10 Olivar 219
Cultivo principal Altiplano Cebada regadío 6.171 Cebada secano 37.879 Olivar 32.614 Almendro 56.807
Los datos relativos al municipio de Cuevas del Campo figuran integrados con los de Freila. Fuente: SIMA. IEA, 2006. Elaboración propia.
CULTIVOS Cebada 6.999 Cebada 44.052 Olivar aceite 33.866 Almendro 60.514
Lechuga 1.499 Trigo 24.708 Almendro 3.716 Olivar aceite 25.878
Avena 1.468 Avena 15.488 Melocotonero 1.157 Viñedo vino 567
Guisante seco 1.029 Girasol 1.625 Viñedo vino 467 Cerezo y guindo 129
Maíz 855 Garbanzo 1.266 Cerezo y guindo 210 Alcaparra 52
Cereales de 653
invierno para
forraje
Girasol 572
Superficie orientativa en hectáreas, estimada a partir de los tres cultivos principales de cada municipio
Fuente: SIMA (datos referidos a 2003). IEA, 2006. Elaboración propia.
Cultivos de secano
En el secano se observa que los cultivos herbáceos más importantes son la cebada, el trigo y la avena. La ce-
bada muestra una distribución muy repartida por todo el Altiplano, siendo el cultivo más generalizado en todas
526
Actividades económicas
Cultivos de regadío
Entre los cultivos leñosos predomina de nuevo el olivar para aceite y el almendro, pero con notable supe-
rioridad del primero. Destacan también el melocotonero, el viñedo para vino y en menor medida el cerezo
y el guindo, como muestran las Tablas 12.2. y 12.3. La distribución del olivar de regadío también alcanza la
mayoría del territorio, si bien en buena parte de la comarca accitana domina el melocotonero, y en la zona
de Los Vélez cobra más protagonismo el almendro.
Otro cultivo significativo en la zona es el chopo, que distribuido en torno a las riberas, fundamentalmente
a lo largo del río Fardes, supone una superficie próxima a las 1.900 ha (Consejería de Agricultura y Pesca,
2003 b).
527
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Entre los herbáceos de regadío, de nuevo es la cebada el cultivo dominante, pero la variedad de especies uti-
lizadas en este caso es mucho más amplia, encontrando también una superficie significativa de lechuga, avena
y guisante seco. Otros cultivos relevantes son maíz, cereales forrajeros de invierno, girasol, trigo y haba verde.
El incremento de cultivos de hortícolas al aire libre y en particular de lechuga ha sido muy significativo en
la última década, concentrando la mayor parte de la producción en la comarca de Huéscar. El caso más lla-
mativo es Puebla de Don Fadrique, que ha pasado de apenas 35 ha en el año 1995 a 500 en 2003 (Sima, 2006).
El reciente inventario de regadíos estima una superficie total de hortícolas para dicho municipio próxima a
las 4.800 ha. Según dicha fuente también en la fracción de Los Vélez aparecen superficies de hortícolas de
relativa importancia, con más de 1.200 has en el Altiplano (Consejería de Agricultura y Pesca, 2003).
La superficie de tierras en regadío ha aumentado progresivamente desde el año 56, hecho que se manifiesta
sobre todo en el caso del olivar, con al menos 6.000 ha transformadas de secano a regadío (Consejería de
Medio Ambiente, 2007a) y una tendencia a la densificación del marco de plantación en las nuevas produc-
ciones. Se aprecia una leve tendencia general al incremento en cuanto a la superficie regada en los últimos
cinco años, particularmente en Jaén y la comarca de Baza (capítulo 9).
Las transformaciones al regadío han tenido lugar en su mayoría por iniciativa privada, por medio del
programa de mejora de regadíos, o bien como nuevos regadíos puestos en funcionamiento por particulares o
528
Actividades económicas
comunidades de regantes. Las comunidades de regantes llevan a cabo la gestión de la mayoría de las super-
ficies frente a un mínimo porcentaje de regantes individuales. La antigüedad media de su declaración varía
en cada caso, de las más antiguas con más de 100 años, a las más recientes de la actualidad, aunque una parte
importante proviene de los años 50-60 del pasado siglo.
Respecto a la calidad del recurso cabe decir que se evalúa como buena en
su mayoría. Sin embargo para las comarcas de Guadix y Huéscar, un 36 y 23%
respectivamente, se valora como de calidad regular e incluso en Baza un 12%
es de mala calidad. El coste del agua alcanza un valor medio de 151€/ha para el
conjunto de comarcas integrantes, aunque el valor más frecuente oscila entre
los 59 y 83 €/ha. Acequia en Benalúa de Guadix. JC
529
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Tuberías de salida de la balsa de Las Quebrás, en Jódar, que embalsa aguas del río Guadiana Menor y riega casi 2.000 ha de olivar. MY
El sistema de riego mayoritario es por gravedad, seguido con mucha diferencia por el riego localizado y
puntualmente aspersión, apenas destacable a excepción de la comarca de Huéscar, donde alcanza un 12%
frente al 60% gravitacional y al 27% localizado.
La distribución del agua tiene lugar por turno y en muy baja medida a demanda. Esta se lleva a cabo median-
te distintas infraestructuras según la zona de que se trate: mediante acequia revestida en la zona almeriense del
Altiplano y la comarca accitana, a través de acequia de tierra en la comarca de Baza, y por último en la de Huéscar
y las comarcas restantes prevalece el uso de tuberías. Tanto la antigüedad como el estado de conservación son he-
terogéneos. Así para la comarca de Baza el estado de la red, con una antigüedad entre 50 y 100 años, se considera
malo. En Huéscar una buena parte de la red es de idénticas características, pero también dispone de otra fracción
importante, aunque menor, de red de tuberías (43%) en buen estado de conservación y relativamente recientes, con
menos de 15 años de antigüedad. Para el resto del territorio el estado de conservación de la red es aceptable en general.
Los cultivos con mayor consumo en términos absolutos son, por este orden, los frutales, hortícolas al aire
libre, extensivos de verano y de invierno, y olivar (Tabla 12.4.), resultando un consumo medio por hectárea
estimado en 3.280 m3.
Tabla 12.4. Consumo de agua expresado en m3/ha por cultivo y comarca agraria
Fuente: Inventario y caracterización de los regadíos de Andalucía. Consejería de Agricultura y Pesca. Junta de Andalucía, 2003. Elaboración propia.
530
Actividades económicas
Explotaciones y titulares
La situación actual de la agricultura del Altiplano tiene su origen en los factores físicos comentados pero
también en el factor humano y la política agraria desarrollada hasta la fecha. A este respecto hay que tener
en cuenta circunstancias como la concentración parcelaria llevada a cabo entre los años 60 y 70 en munici-
pios como Dólar, Ferreira y otros. Ésta supuso un cambio progresivo que ha favorecido la mecanización y la
accesibilidad de las explotaciones (Beas y Pérez, 1994). Se definen a continuación una serie de parámetros
relevantes para la caracterización de la agricultura en el Altiplano en cuanto a las características de la ex-
plotación y los agricultores.
En lo que se refiere al tamaño de las explotaciones, la zona posee una marcada tendencia minifundista,
pues el rango de superficie mayoritario corresponde a las explotaciones entre 0,1 y 5 ha, a lo que se suma un
buen porcentaje de explotaciones de tamaño medio, entre 5 y 20 ha. En el caso opuesto se sitúan las explo-
taciones mayores de 50 ha, que resultan minoritarias, con un 9% de porcentaje medio, aunque esto suele
significar en realidad un porcentaje de superficie considerable que, como en el caso de la comarca accitana,
puede suponer casi una coexistencia con el minifundio (Beas y Pérez, 1994). Esta orientación respecto a la
dimensión de las explotaciones también se observa a nivel regional (Tabla 12.5.).
531
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Tabla 12.5. Explotaciones por tamaño en los distintos municipios, expresado en porcentaje según datos del año 1999
% % % % % No TOTAL
MUNICIPIO 0,1 A 5 ha 5-10 ha 10-20 ha 20-50 ha MÁS DE 50 ha EXPLOTACIONES
532
Actividades económicas
% % % % % No TOTAL
MUNICIPIO 0,1 A 5 ha 5-10 ha 10-20 ha 20-50 ha MÁS DE 50 ha EXPLOTACIONES
Cabra del Santo Cristo 57,76 12,45 8,98 7,55 13,27 490
Hinojares 76,02 12,76 7,65 1,02 2,55 196
Huesa 76,94 10,56 7,22 2,99 2,29 568
Jódar 77,75 12,19 5,10 2,96 2,00 1.452
Larva 46,73 14,57 20,60 7,04 11,06 199
Pozo Alcón 69,24 19,70 8,38 2,10 0,59 1.193
Quesada 74,97 13,72 5,27 3,28 2,76 1.954
ALTiPLAnO 53 15 12 10 9
ALMeRÍA 74,77 9,73 6,53 4,90 4,07 34.723
GRAnAdA 69,28 13,10 8,31 5,25 4,07 63.529
JAén 69,48 14,64 8,29 4,41 2,77 98.252
AndALuCiA 65,91 13,44 8,96 6,08 5,61 364.911
Fuente: SIMA, 2006. Elaboración propia.
Se aprecia un desigual grado de mecanización entre los distintos municipios, destacando, como es lógico,
aquellos de mayor superficie, a partir de 10.000 ha, como María, Puebla de Don Fadrique, Huéscar, Orce, etc.,
en los que se registra la mayor cantidad de cosechadoras de todo el territorio y buena cantidad de tractores.
533
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Resaltan por otro lado municipios de menores dimensiones con alta proporción relativa de maquinaria con
respecto a los demás, como es el caso de Purullena o Benalúa. En comparación con Andalucía o los totales
provinciales de Almería, Granada y Jaén, los municipios que integran el Altiplano presentan un valor medio
inferior. Sin embargo destacan 16 municipios por encima de este valor medio de maquinaria por hectárea agrícola.
Respecto al grado de dedicación del agricultor lo más común es que los empresarios agrícolas se dedi-
quen a su explotación como actividad principal. Sin embargo una parte importante de ellos trabaja en su
explotación a tiempo parcial, bien dedicándose a esta actividad de forma secundaria, o bien, en menor
grado, manteniendo otra actividad de forma secundaria, fundamentalmente la ganadería (Figura 12.3.). La
tendencia provincial y regional sigue a grandes rasgos una línea similar, salvo en Almería, cuya medida de
empresarios con dedicación exclusiva es muy superior por la creciente prosperidad económica generada en
torno a la franja litoral.
534
Actividades económicas
Como norma general predomina claramente la tenencia de la tierra en propiedad frente a frecuencias
para arrendamiento en torno al 11% y un nivel de aparcería poco significativo (Tabla 12.4.). El conjunto de
municipios que integran el Altiplano presenta un valor medio de explotaciones en propiedad algo inferior
a las cifras regionales.
Figura 12.4. Superficie de las explotaciones por régimen de tenencia 1999
La edad de los titulares supera en la mayoría de los casos los 55 años, lo que se puede generalizar al conjunto
de los agricultores. Por el contrario, el porcentaje de agricultores menores de 35 años no alcanza el 11%, lo que
pone de manifiesto la ausencia de relevo generacional. Las preferencias de trabajo entre los jóvenes se han
venido orientando más al sector servicios y a la construcción, aunque todavía existe un importante porcentaje
de trabajadores entre los 35 y 55 años, lo que permite presuponer un mantenimiento de la actividad agrícola
a corto-medio plazo. Desde el punto de vista regional y provincial la situación es semejante salvo en el caso
almeriense, que de nuevo despunta por su reciente prosperidad agrícola, ajena a las circunstancias del Altiplano.
536
Actividades económicas
Por último, cabe hacer mención a un aspecto socioeconómico de interés: el empleo generado. Atendiendo
a éste como unidades de trabajo al año, se aprecia una desigual importancia económica de la actividad agraria
en los distintos municipios. Así, entre los que mayor empleo generan pueden señalarse como más represen-
tativos los de Benalúa, Purullena, Alquife y Polícar, pero a excepción de estos, el territorio está en promedio
por debajo de Andalucía. Según el tipo de cultivo los que más empleo generan, representando a su vez los de
mayor productividad, son en primer lugar los cultivos hortícolas al aire libre e invernadero, seguidos de cerca
por los frutales y olivar en regadío. En contraposición, los cultivos extensivos de invierno son los que menos
mano de obra requieren (Inventario de regadíos. Consejería de Agricultura y Pesca 2003).
< 50 Albuñán, Alicún de Ortega, Alquife, Beas de Guadix, Cogollos de Guadix, Diezma,
Gobernador, Hinojares, Huélago, Marchal, Morelábor, Polícar, Torre-Cardela.
50-100 Alamedilla, Alcóntar, Aldeire, Benalúa, Calahorra (La), Castilléjar, Cortes y Graena, Darro,
Dehesas de Guadix, Dólar, Ferreira, Freila, Gorafe, Lanteira, Larva, Villanueva de las Torres.
100-200 Benamaurel, Fiñana, Fonelas, Galera, Gor, Huéneja, Huesa, María, Pedro Martínez, Peza (La),
Purullena, Serón, Tíjola, Valle del Zalabí.
> 200 Baza, Cabra del Santo Cristo, Caniles, Castril, Cortes de Baza, Cuevas del Campo, Cúllar,
Chirivel, Guadahortuna, Guadix, Huéscar, Jódar, Orce, Pozo Alcón, Puebla de Don Fadrique,
Quesada, Vélez-Blanco, Vélez-Rubio, Zújar.
Andalucía: 288.285 Unidades de trabajo/año. (0,04 ud. trabajo por ha agrícola y año) Almería: Granada: Jaén
Fuente: SIMA, 2006. Elaboración propia.
Las plantaciones de hortícolas son el tipo de cultivo con mayor necesidad de mano de obra en el Altiplano. JC
537
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Agricultura ecológica
La superficie dedicada a la producción ecológica en España se ha multiplicado en los últimos años, una
evolución que sitúa a España entre los líderes europeos a este nivel. Por su parte Andalucía, con 519.910
ha inscritas en el año 2006 (un 28,9% más que en 2005), lidera la producción de agricultura ecológica en
España, tanto en superficie como en número de productores y con una tendencia continua de crecimiento,
potenciada por las políticas de fomento y ayudas a la producción ecológica. Esta cifra supone el 57% de la
superficie total de agricultura ecológica en España, porcentaje liderado por el olivar ecológico, que tiene su
mayor extensión en la provincia de Córdoba (Consejería de Agricultura y Pesca, 2006 y 2007).
Se aprecia una marcada especialización a nivel provincial y comarcal respecto al tipo de cultivo. Por ejem-
plo las provincias de Almería y Granada orientan la mayoría de su producción ecológica a los herbáceos de
secano, de lo que participa también el Altiplano, en cuyo entorno destaca la comarca de Los Vélez, orientada
a la producción ecológica de frutales de secano. Como se aprecia en la Tabla 12.7., las comarcas con mayor
protagonismo en la producción ecológica del Altiplano son las de Los Vélez, Baza y Huéscar. A nivel muni-
cipal destacan los municipios de María, Cortes de Baza, Chirivel, Vélez Rubio y Vélez Blanco (Tabla 12.8.),
pertenecientes a las citadas comarcas. Sin embargo con relación al total de superficie comarcal, la represen-
tación de la agricultura ecológica es bastante baja en la actualidad (Tabla 12.7., Figura 12.6.).
Tabla 12.7. Superficie de agricultura ecológica por provincias y comarcas en Andalucía (ha)
538
Actividades económicas
Esta ventaja económica puede acrecentarse aún más en la medida en que se cierre el ciclo productivo por
medio de la potenciación de la agroindustria local y la comercialización de los productos, de forma que el
valor añadido revierta en el propio entorno.
Tabla 12.8. Distribución municipal de explotaciones con agricultura ecológica en 1999
No DE No DE No DE
MUNICIPIO EXPLOTACIONES MUNICIPIO EXPLOTACIONES MUNICIPIO EXPLOTACIONES
María 31 Jódar 4 Gobernador 1
Cortes de Baza 25 Gor 3 Guadahortuna 1
Chirivel 22 Pozo Alcón 3 Huéneja 1
Vélez-Rubio 21 Castril 2 Peza (La) 1
Vélez-Blanco 13 Cortes y Graena 2 Villanueva de las Torres 1
Orce 9 Huéscar 2 Fiñana 1
Puebla de Don Fadrique 9 Morelábor 2 Serón 1
Guadix 8 Beas de Guadix 1 Tíjola 1
Quesada 7 Benalúa 1 Larva 1
Baza 6 Benamaurel 1 Otros municipios del 0
Cúllar 5 Fonelas 1 Altiplano
Cabra del Santo Cristo 4 Freila 1
De lo anteriormente expuesto se puede extraer que en la agricultura de la zona abundan las parcelas de
baja producción, aunque en los últimos años se aprecia un incremento de la intensificación y del regadío, con
un creciente auge de las hortalizas a descubierto que, junto a los invernaderos, son el cultivo más productivo
y que más empleo genera, pero también uno de los que conlleva mayores consumos de agua. Otra de las ten-
dencias más relevantes del entorno es el incremento de los leñosos, sobre todo olivar y almendro.
539
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
12.2. Ganadería
España cuenta con uno de los patrimonios ganaderos más importantes de toda Europa. Tras siglos de
diferenciación genética en un territorio marcado por fuertes contrastes climáticos y orográficos, se han
originado multitud de razas ganaderas. Las diferentes culturas ganaderas ibéricas han sabido seleccionar
sus animales en base a estas diferencias para conseguir en cada caso las máximas adaptaciones y utilidades
(Rodero et al., 1995).
Junto a otros factores históricos, como los distintos episodios de roturación, los conflictos bélicos, las
extracciones de madera para la construcción naval o las desamortizaciones decimonónicas, la ganadería ha
jugado un papel muy importante en el modelado del paisaje ibérico. Esta actividad, conocida desde el Neolítico,
se consolida especialmente como aprovechamiento clave en la Península Ibérica a partir de 1273, cuando
Alfonso X el Sabio crea el “Honrado Concejo de la Mesta de Pastores” concediéndole carta de privilegio.
En la actualidad, en las comarcas o territorios con importancia del sector primario, como es el caso del
Altiplano, la ganadería también tiene una fuerte relación e influencia en el medio natural. Asimismo, existe
una incipiente tendencia a utilizar la ganadería además de como un sector meramente productivo, como una
herramienta de manejo del medio natural, como es el caso de las áreas pasto-cortafuegos, una experiencia
540
Actividades económicas
de silvicultura preventiva que realiza la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía sobre más
de 2.000 ha en este ámbito.
CONEJAS
ÁMBITO BOVINO OVINO CAPRINO PORCINO AVÍCOLA EQUINO MADRE TOTAL
De forma genérica, cuando se analizan los datos ganaderos estos se transforman de cabezas de ganado a
Unidades Ganaderas (en adelante UG), cuya correspondencia depende de la aplicación de un coeficiente.
Bajo esta unidad de referencia el Altiplano contaría en su territorio con el 6,1% de las UG andaluzas, cifra
inferior al 8,7 % anterior (cabezas de ganado) debido a la baja presencia de ganado bovino.
El ámbito de estudio destaca fundamentalmente en el contexto andaluz por su cabaña ovina, que supone
el 16% del total autonómico. Y en cuanto al ganado menor, lo hace por el elevado número de conejas madre
respecto al total andaluz (22%).
CONEJAS
ÁMBITO BOVINO OVINO CAPRINO PORCINO AVÍCOLA EQUINO MADRE TOTAL
541
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
542
Actividades económicas
Figura 12.7. Importancia de los distintos tipos de ganadería en el Altiplano, año 1999
En total, el ovino es el que presenta un mayor número de UG con 41.080, a continuación se encuentra el
porcino con 25.532 y tras ambos el sector avícola con más de 14.000 UG.
La importancia del ovino se hace más patente en las comarcas de Baza y sobre todo Huéscar, donde supone
algo más del 70% de las UG comarcales. Por municipios el que posee mayor número de cabezas de ovino es
Puebla de Don Fadrique seguido por Huéscar, Vélez-Blanco y Baza. Es tal el desarrollo que ha adquirido el
ovino en estas zonas que incluso llega a adquirir preponderancia sobre la agricultura, convirtiéndose en la
principal fuente de ingresos. Asimismo los ganaderos oscenses y bastetanos defienden que los ingresos de la
ganadería son más seguros, ya que obtienen periódicamente producciones más o menos grandes pero seguras
(García, 1990).
543
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Además esta raza ofrece una serie de cualidades y ventajas para estos territorios, como son su elevada
rusticidad, que le permite explotar medios inhóspitos, adaptándose a las condiciones semiáridas y de escasa
vegetación del Altiplano, pastando en terrenos donde la especie dominante es el esparto. Estas condiciones
junto a sus buenos niveles de producción (1.58 corderos/año) han propiciado el mantenimiento de la pure-
za como en ninguna otra de las razas nacionales, debido a que los cruzamientos han fracasado al no poder
adaptarse a las condiciones de los territorios que ocupa esta raza. Además presenta una elevada velocidad
de crecimiento y una carne de gran calidad. Asimismo esta raza cuenta con la cualificación de Indicación
Geográfica Protegida, mención que ha alcanzado gracias al trabajo de la Asociación Nacional de Criadores
de Ovino Segureño, cuya sede se localiza en el municipio de Huéscar.
Fuente: ANCOS.
544
Actividades económicas
Tras el ovino la especie con mayor número de UG es el porcino, sin embargo estos territorios cuentan con
una representatividad muy inferior en el contexto andaluz. No obstante, mantiene una fuerte presencia en
los municipios del noreste del Altiplano, y concretamente en el entorno de la Sierra de María. Por ejemplo,
en los municipios de la comarca de Los Vélez incluidos en el ámbito de estudio el porcino acumula casi el 60%
de las UG, y en el municipio de Vélez Rubio representa más del 70% de su cabaña ganadera. Actualmente
no hay explotaciones de cerdo ibérico extensivo ni de otras razas autóctonas en los territorios que abarca el
Altiplano, existiendo únicamente explotaciones intensivas de cochinos de origen alóctono como el Large-
white, Landrace o cruces varios.
Por último hacer mención de las explotaciones avícolas con carácter productivo, caracterizadas por dos
cuestiones; la primera, su carácter intensivo, y la segunda no presentar especies autóctonas. Existen dos ti-
pos de explotaciones, las de gallinas ponedoras selectas y las broilers (carne). Todas estas explotaciones se
ubican en las proximidades de los centros de consumo local más importantes, destacando por su producción
municipios como Cúllar, Huéneja, Huelma o Dólar.
De todas las especies ganaderas es la bovina, sin duda, una de las más afectadas por el deterioro de las razas
autóctonas en los últimos años, y no sólo en España sino también a nivel internacional (Lauvergne, 1975).
Andalucía cuenta con siete razas autóctonas de bovino amenazadas (Rodero et al., 1995) cinco de las
cuales se pueden encontrar en el Altiplano. Tales son Berrenda en Colorado, Berrenda en Negro, Cárdena
Andaluza, Negra de las Campiñas y Pajuna.
Sin duda en el Altiplano y su entorno, fundamentalmente Sierra Nevada, la raza de bovino más emble-
mática y amenazada es la Pajuna. Esta raza es de origen un tanto incierto, aunque algunos autores la consi-
deran derivada del tronco africano del Atlas que se introdujo en la Península mezclándose con ejemplares
del tronco rubio convexo. Otros como Aparicio (1960), la considera descendiente directa del Bos taurus
primigenius del que conserva su perfil y capa.
La Pajuna cuenta con doble aptitud, cárnica en extensivo y trabajo. Su producción cárnica no destaca
frente a otras razas andaluzas, ya que su ternero pastenco de seis meses tan solo alcanza los 140 kg de peso
medio, lo que pone de manifiesto una escasa precocidad (Rodero et al., 1995). Sin embargo su rusticidad
y adaptabilidad a ambientes con escasos recursos facilita que no tenga muchas competidoras en dichos
545
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
ecosistemas, logrando transformar de manera eficiente recursos de baja calidad, como el propio esparto.
Además, se caracteriza por tener menos requerimientos alimenticios y repartir las zonas de alimentación,
siendo un elemento potencialmente útil de desarrollo sostenible (Luque et al., 2001).
El principal problema al que se ve sometida es la pérdida de pureza genética, fundamentalmente por cruces
con otras razas foráneas como la Charolés o Limusín (Molina et al., 2005). Como consecuencia de esto se
ha convertido en una de las razas bovinas andaluzas consideradas en inminente peligro. En el Real Decreto
1682/1997, de 7 de noviembre, por el que se actualiza el catálogo oficial de razas de ganado de España, ya se
la consideró como de protección especial. En la actualidad la Asociación de Criadores de Ganado Vacuno
de Raza Pajuna cifran el número de ejemplares puros en menos de 200 hembras reproductoras.
Entre el ganado ovino únicamente se encuentra la raza Montesina, también conocida como Ojinegra o
Granadina, que junto a la Ojalada constituyen los representantes actuales del Ovis aries ibericus, que es sin
duda el tronco ovino español más antiguo, el cual ha permanecido estrechamente asociado a los lugares que
ocupa. Aunque existen ciertos núcleos de la raza fuera de Andalucía, las zonas de máxima concentración
son Sierra Mágina y los Montes Orientales de Granada.
546
Actividades económicas
un período de intensificación ganadera que ha permitido altas producciones de proteína a precios baratos,
resultado de una tendencia uniformadora que caracteriza a la agresiva ganadería industrial moderna pero
que conlleva consecuencias nefastas desde el punto de vista ambiental e incluso higiénico-sanitario.
Las historias evolutivas de los animales domésticos se han desarrollado, desde siempre, paralelas a las
del hombre. La convivencia entre el hombre y algunas especies animales puede remontarse a hace más de
40.000 años, si bien la verdadera domesticación se inició con la revolución neolítica, en torno a 10-12.000
años a.C.
De forma genérica se pueden argüir una serie de argumentos en favor de la conservación de razas, bien de
tipo cultural, biológico, práctico o científico.
Desde el punto de vista biológico, la raza es un grupo subespecífico homogéneo de ganado con caracteres
externos definibles e identificables que permiten separarlos “de visu” de otros grupos definidos similarmen-
te dentro de la misma especie (Turton, 1974). También puede definirse como un grupo homogéneo cuya
separación geográfica de grupos fenotípicos similares ha dado lugar a la aceptación general de la identidad
separada.
En el proceso de formación de las razas ha habido dos períodos. El primero, un período natural en el que
el ambiente, la mutación, la recombinación, la selección y la deriva han jugado un papel preponderante. El
segundo, un período artificial, con creación consciente por el hombre de razas, motivado ello por el interés
hacia una mayor adaptación y, en su caso, producción.
La domesticación así como las áreas ecológicas diferenciales han supuesto un aumento de la variabilidad
genética. Según Simón (1984) conviene preservar esta variabilidad genética vista como material genético
animal por una serie de razones:
Variabilidad y flexibilidad genética para responder a requerimientos futuros, incluso del tipo
nutricional humano.
Reserva para superar los posibles límites de la selección dentro de las poblaciones actuales y
dentro de los factores ambientales en que se crían.
Las ventajas prácticas están en relación con el factor productivo, ya que las razas autóctonas proporcio-
nan un mejor uso de la tierra. También pueden ser debidas a la existencia de una demanda por parte de los
consumidores, a criterios de explotación o bien de carácter genético para la mejora de la raza (Rodero et al.,
1995). Por último las razones científicas se explican en que el mantenimiento de la variabilidad animal es
beneficioso en investigaciones de genética, fisiología, bioquímica, inmunología, así como para la evolución,
ortogenia y conducta. En definitiva, la conservación y fomento de las razas ganaderas autóctonas juegan un
papel interesante en los modelos de desarrollo sostenible de las comunidades rurales.
547
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Grupo de bovino moviéndose por zona de ramblas del Altiplano. Algunos ejemplares pertenecen
a razas autóctonas amenazadas, como la Berrenda en Colorado. AH
Ganadería ecológica
La ganadería ecológica tiene como objetivo obtener alimentos de origen animal sin emplear sus-
tancias químicas artificiales ni organismos modificados genéticamente (OGM) durante la cría del ga-
nado, evitando toda forma de deterioro del medio ambiente y respetando el bienestar de los animales
(Caballero, 2006).
Los condicionantes para que una explotación sea certificada como ecológica son los siguientes:
1. Base territorial. Es necesario que el ganadero tenga en propiedad la parcela o finca donde
localizará al ganado.
2. Sistema de cría animal. Al menos han de estar 24 días mamando las crías.
3. Origen. Todos los animales deben de proceder de ganadería en ecológico o de sistema exten-
sivo que tras pasar 5 años se considerará ecológico.
7. Bienestar animal. Las instalaciones deben de cumplir unos rangos espaciales mínimos. Todo
extensivo cumple.
En 1993 se certificó el primer ternero ecológico de España y aunque la finca no esté en el propio Altiplano
si lo está el cebadero para los terneros. Esta instalación se encuentra en la localidad de Purullena, donde los
548
Actividades económicas
terneros se alimentan de pasto o cebada ecológica. La distribución de la carne se hace desde el municipio de
Cortes y Graena, en lotes de 5 kilos de carne ecológica de raza morucha.
Al igual que las razas ganaderas autóctonas, la ganadería ecológica constituye un elemento diferenciador
del producto que entraña un valor añadido y puede contribuir al desarrollo sostenible, de forma respetuosa
con el medio y suponiendo una nueva fuente de recursos para la población rural.
549
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Este es el caso entre las especies comestibles de frutos como las majoletas (Crataegus monogyna), con-
dimentos como el hinojo (Phoeniculum vulgare) y el tomillo (Thymus zygis, T. mastichina), frutos de malva
(Malva sylvestris) empleados como golosina y populares verduras silvestres como el espárrago (Asparagus
acutifolius, A. stipularis), las collejas (Silene vulgaris), los ajosporros (Allium neapolitanum, A. ampeloprasum),
verdolagas (Portulaca oleracea) y vinagreras (Rumex spp.), entre otras pocas.
550
Actividades económicas
Gran parte de las herramientas, maquinaria y utensilios para el trabajo del campo y el hogar, han tenido
y en parte mantienen como materia prima los vegetales, empleándose a menudo los recursos propios del en-
torno para la artesanía o la industria a pequeña escala. Por ejemplo álamo, chopo y pino carrasco (Populus
spp. y Pinus halepensis, respectivamente) para la construcción y carpintería. Retama y sabina negra (Retama
spaherocarpa y Juniperus phoenicea) para herramientas. Para uso tecnológico y agrícola destacan las múltiples
utilidades de la caña (Arundo donax), planta introducida empleada en construcción, armazones, protección
de suelos, utensilios, instrumentos musicales, etc. La hiniesta (Genista cinerea subsp. speciosa) se consideraba
buen material para cubrir techos y se empleó también para la elaboración de cestas, aunque los materiales
más típicos en cestería eran mimbre, caña, olivo y, sobre todo, esparto. Como combustibles se han empleado
distintas especies de árboles y arbustos en forma de leña o carbón; entre las leñosas arbóreas más frecuentes
se encuentran la encina, el pino y el olivo (Quercus ilex subsp. ballota, Pinus spp. y Olea europaea), y entre
las arbustivas la sabina (Juniperus phoenicea.), el lentisco (Pistacia lentiscus), la coscoja (Quercus coccifera) y
otras especies de menor poder calorífico como la retama (Retama sphaerocarpa).
La delimitación de linderos se efectuaba mediante diversas especies, siendo llamativo el uso del cambrón
(Lycium europaeum) común en determinadas zonas secas del territorio y de gran rusticidad. En Jódar, por
ejemplo, se han bordeado muchos terrenos con dicha especie (Mesa, 1996), aunque se trata de una práctica
antigua, actualmente en desuso.
Para la obtención de fibras los materiales más utilizados han sido el esparto (Stipa tenacissima) y el
albardín (Lygeum spartum), si bien este último dejó de emplearse en la década de los sesenta. La manu-
factura del esparto fue muy importante en España y en muchos puntos del sureste, con gran influencia
económica en localidades como Jódar, centrada principalmente en la producción de capachos para la
extracción de aceite. En el siglo XIX Andalucía oriental figuraba, tras Murcia y Albacete, entre las zonas
de mayor producción de esparto, alcanzándose cifras para Granada en torno a los 27 millones de kg en la
campaña de 1950-51, procedente en su mayoría de las comarcas de Guadix, Baza y Huéscar. Esta materia
prima tuvo otras múltiples aplicaciones, desde la fabricación de alpargatas, cordelería y cestería hasta
usos industriales como la fabricación de papel. Pero de este periodo apenas perdura cierta producción,
a pequeña escala, de elementos artesanales que se venden sobre todo al turismo. La aparición de las fi-
bras sintéticas ha ido desplazando a la industria del esparto en general, con mucha mayor incidencia en
lo relacionado con la producción del aceite. A lo largo de la segunda mitad del siglo XX esta industria
decayó a causa de la introducción de estos nuevos materiales y a la modernización posterior de las al-
mazaras. No obstante por su importancia cultural e histórica en el contexto del Altiplano, el esparto se
trata aparte a continuación.
En la historia de los pueblos suele haber unas señas de identidad con las que el conjunto de sus habitantes
se han identificado a lo largo del tiempo, asumiéndolas como parte de su patrimonio cultural. Y así, entre los
principales elementos que signan al Altiplano, caben resaltar sin duda el esparto y sus labores.
551
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La artesanía del esparto es común a otros territorios pero cobra especial importancia en el Altiplano.
De hecho, en muchas necrópolis prehistóricas de España y en particular de Andalucía, se han encontrado
junto a los restos humanos numerosos objetos confeccionados con esparto, pero destaca especialmente su
frecuencia en los yacimientos arqueológicos de la zona, donde, por ejemplo, se han encontrado restos de
calzado elaborado con esparto de una antigüedad de 5-6.000 años (observables en el Museo Arqueológico
de Granada).
Este material lo usaron los griegos, romanos y fenicios para fabricar cuerdas y utensilios diversos. Desde
épocas remotas se empleó en el solar ibérico por su resistencia y el bajo coste de esta materia prima. Como
ejemplo de la importancia comercial que adquirió el producto, se tiene constancia de que a finales del siglo
XIX Inglaterra llegaba a importar unas 200.000 Tm/año, que se empleaban en la obtención de papel de alta
calidad.
Existen una serie de antecedentes históricos, geográficos y literarios que ponen de manifiesto la impor-
tancia adquirida desde la antigüedad por este recurso en la Península Ibérica:
Desde entonces y hasta hace relativamente poco tiempo, esta planta discreta y austera ha contribuido histó-
ricamente al humilde sostén económico de las familias rurales de este contexto geográfico. Datos de mediados
de siglo pasado muestran que la provincia Granadina producía unas 23.000 Tm en una superficie aproximada
de 110.000 ha, destacando fundamentalmente municipios del Altiplano Granadino como Guadix, Gorafe,
Huéscar, Orce, Puebla de Don Fadrique y sobre todo Castilléjar, aunque también cabe destacar otros municipios
552
Actividades económicas
En la actualidad, el volumen de
recolección en el Altiplano, el úni-
co de una cierta entidad que sigue
practicándose en Andalucía, está
estimado en torno a unas 2.000 Tm
entre las provincias de Granada y
Jaén, según las encuestas realizadas
Acúmulo de esparto para la elaboración de estopa en Cabra del Sto. Cristo. JC
en el entorno (apartado 12.5).
Desde el punto de vista de la potencialidad de mercado de la flora silvestre con aprovechamiento tradicio-
nal cabe hacer mención a los productos comestibles derivados de la alcaparrera y a una serie de especies entre
las que destacan el esparto y varias plantas aromáticas. También se recolectan plantas con fines medicinales
como Paronychia suffruticosa o Dorycnium rectum, y para uso artesanal como la enea (Typha dominguensis).
Las plantas aromáticas han sido utilizadas tradicionalmente para alimentación como condimentarias o
con distintos fines medicinales. Asimismo son objeto de manejo industrial, para lo cual se cultivan o, más
frecuentemente, se recolectan en su medio natural, lo que realizado de forma indiscriminada puede suponer
una amenaza para determinadas especies de ambientes restringidos. Muchas especies del mediterráneo, sobre
todo las de ambientes secos y soleados, se caracterizan por la producción de sustancias aromáticas. En este
sentido el sur de España y concretamente el sureste, del que forma parte el Altiplano, poseen relevancia tanto
por la abundancia como por la diversidad de especies presentes entre sus comunidades vegetales.
Estas plantas poseen pues, un importante potencial como recurso económico para el territorio, de hecho se
tiene constancia de cierto volumen de recolección en el Altiplano. Se trata fundamentalmente de Lavandula
latifolia, Rosmarinus officinalis, Salvia lavandulifolia, Thymus zygis y varios taxones endémicos del género Sideritis:
S. leucantha subsp. incana, Sideritis funkiana subsp. funkiana, S. funkiana subsp. talaverana. Las cantidades
recolectadas alcanzan cifras regionales a partir de las 200 Tm (salvo para las especies de Sideritis que es mucho
553
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
menor) y pueden llegar a los 3.000 Tm en el caso de T. zygis. Salvo en el caso del romero, los volúmenes
recolectados proceden en gran medida de las sierras que circundan al Altiplano (Molero y González, 2006).
Cabe destacar la importancia de España como uno de los principales países proveedores de aceites esencia-
les de tomillo, romero y lavanda (Gómez, 1999). Para muchas de las especies presentes en el Altiplano, sería
recomendable analizar las posibles vías de comercialización, de cara al desarrollo de cultivos y la obtención de
esencias, o planta seca para su uso condimentario o medicinal, sobre todo en el caso de las más demandadas
como Thymus zygis o el género Sideritis, muy apreciado por sus propiedades medicinales. La implantación de
especies de este tipo puede suponer una interesante alternativa en terrenos esteparios forestales, donde ya
concurren espontáneamente sobre una superficie estimada en 12.300 ha de formaciones de romeral, cantuesal
y tomillar (mapa de vegetación natural de Andalucía E/1:400.000).
Tabla 12.12. Tipo de aprovechamiento y propiedades de las principales plantas aromáticas recolectadas en el Altiplano
Lavandula latifolia Esencia y flor seca Antirreumáticas, anticatarrales, antisépticas, digestivas, diuréticas, etc. Usada
como desinfectante, antiséptico, calmante de dolores musculares, etc.
Rosmarinus officinalis Esencia y hoja seca Antioxidantes, analgésicas, desinfectantes, estimulantes, etc. En general se
emplea como antirreumático y anticatarral.
Salvia lavandulifolia Esencia, hoja y flor seca Hipoglucemiante. Se emplea en múltiples patologías (de los sistemas digestivo,
respiratorio, circulatorio, genito-urinario, etc.).
Thymus zygis subsp. gracilis Esencia y hoja seca Antiséptico. Empleado como anticatarral, estomacal, etc.
Sideritis funkiana Sumidad florida Antiinflamatoria y antiulcerosa. Empleada para afecciones digestivas
(estomacal, antiulceroso) y como cicatrizante.
Sideritis leucantha Sumidad florida Empleada como estomacal, antiulceroso gástrico y cicatrizante.
554
Actividades económicas
Respecto a la potencialidad del esparto, cabe decir que presenta importantes y diversas posibilidades tanto
desde el punto de vista industrial como artesanal. Ejemplo de ello es el sureste de Jaén, zona de tradición en
la recolección y trabajo del esparto, que aún mantiene un cierto volumen económico relacionado con este
material. Ello se refleja tanto en la existencia de empresas dedicadas a la preparación de la fibra para su em-
pleo en construcción (armazón de escayolas), como en otras dedicadas a la fabricación y comercialización de
objetos artesanales, principalmente sombrillas de playa y, en menor medida, toda una serie de elementos y
utensilios para el hogar, como esteras, leñeras, cestas, etc. Los empresarios de la zona (apartado 12.5.) afirman
que el factor limitante es la falta de material, debido a la dificultad de encontrar entre los habitantes de la
zona quien quiera recogerlo, por la dureza del trabajo, a pesar de que algunos ayuntamientos subvencionan
un porcentaje del jornal. En la confección de piezas de artesanía otro factor condicionante es la elevada edad
media de las artesanas, sobre todo mujeres, que no encuentran relevo entre las nuevas generaciones.
Además del enfoque hacia utilidades tradicionales ya comentadas, existen también otros campos poten-
ciales para el esparto en la fabricación de productos destinados a aplicaciones medioambientales como filtros,
biosacos, acolchados o mulch. Lo más demandado son las mantas orgánicas, fabricadas en materiales varios
como coco o esparto, y que se emplean en la protección de taludes frente a la erosión. Estos acolchados re-
visten el talud, actuando a la vez como protección y soporte para la revegetación del mismo.
Teniendo en cuenta que la extensión aproximada de estepas y lastonares en el territorio supone unas 61.000
ha (Figura 12.8.) y las múltiples aplicaciones derivadas de esta materia prima, el esparto puede tener un aprove-
chamiento muy superior al actual, sobre todo si se consigue un equilibrio entre la rentabilidad de los productos
y los costes de recolección y manufactura, que podrían enfocarse a conseguir mayores salarios por jornal.
En otros tiempos, la atocha fue planta mimada y primada mediante un conjunto de prácticas culturales que
comprendían su plantación en algunos casos, la fragmentación de macollas y el uso del fuego como agente
regenerador de los espartales. El esparto fue fuente inagotable de recursos y sustento del jornalero entre cam-
pañas. Pero hoy no le resta sino una vida espontánea e ignorada, en lo más, por el hombre, que durante las
La totalidad de las sombrillas de esparto que se encuentran en los establecimientos turísticos de la costa oriental
andaluza han sido fabricadas artesanalmente en el altiplano, especialmente en la localidad de Jódar. mY
555
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Fuente: Mapa de vegetación natural. Consejería de medo Ambiente, Junta de Andalucía. 2005
556
Actividades económicas
tres últimas décadas ha venido sustituyendo sus dominios por nuevos cultivares o cubriéndolos de un dosel de
pinos. Esas 2.000 Tm que, aproximadamente, aún siguen colectándose, y los pocos cientos de manos artesanas
que aún lo tejen (manos sobre todo femeninas) son el relicto sobre el que aún se debe intentar reconstruir
una industria artesana. Una industria que puede aunar naturaleza, artesanía y mujer, trinomio de excep-
cional interés que abriría nuevas vías de desarrollo manteniendo vivo el mayor símbolo de identidad local.
557
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
más frecuentes. Otras colmenas utilizadas son las de desarrollo vertical, normalmente de tipo Langstroth o
Dadant, que posibilitan un manejo más eficiente y una mayor productividad al permitir la ampliación de la
colmena mediante la incorporación de nuevos compartimentos melíferos apilados sobre los anteriores. Estas
últimas suponen además importantes mejoras a nivel de calidad de producción y permiten la obtención de
mieles monoflorales, por lo que existe una creciente tendencia a utilizarlas.
En relación al volumen de actividad apícola en el territorio, cabe hacer mención al censo apícola de la
región correspondiente al año 2005 (Tabla 12.13.), desglosado por provincias, que refleja una cifra total de
455.986 colmenas, alcanzando una producción de miel de casi 4.000 Tm/año, mientras que la producción de
cera supone unas 256 Tm/año. También se obtienen en menor medida polen, jalea real, propóleo y veneno,
sustancias con múltiples aplicaciones terapéuticas.
MOVILISTAS FIJISTAS TOTAL MOVILISTAS FIJISTAS MOVILISTAS FIJISTAS MOVILISTAS FIJISTAS MOVILISTAS FIJISTAS
ALMERÍA 74.604 2.275 76.879 5,0 0,5 373.020 1.138 0,0 0,0 0 0
CÁDIZ 12.000 14.900 26.900 14,8 7,5 177.000 111.750 0,6 1,0 6.600 14.155
CÓRDOBA 41.901 2.021 43.922 3,0 2,0 125.703 4.042 0,5 1,0 20.951 2.021
GRANADA 44.757 2.200 46.957 15,0 7,0 671.355 15.400 1,5 2,5 67.136 5.500
HUELVA 61.832 3.919 65.751 7,0 3,0 432.824 11.757 0,7 0,9 43.282 3.527,0
JAÉN 37.130 4.589 41.719 18,0 10,0 668.340 45.890 0,6 0,6 22.278 2.753
MÁLAGA 67.417 0 67.417 6,5 0,0 438.211 0 0,5 0,0 33.709 0
SEVILLA 82.692 3.749 86.441 10,0 8,0 826.918 29.995 0,4 0,4 33.077 1.500
ANDALUCÍA 422.333 33.653 455.986 8,8 6,5 3.713.371 219.972 0,5 0,9 227.033 29.456
Como valores orientativos de la cantidad de colmenas en el Altiplano se puede recurrir a los datos munici-
pales disponibles más recientes, procedentes del censo agrario de 1999 (IEA), que indican una cifra de 1.920
colmenas repartidas en 20 de los municipios del territorio. No obstante, la oferta de asentamientos apícolas
en los montes públicos de la Comunidad Autónoma (según BOJA 109, 2008) permite para los montes del
territorio una cifra de hasta 5.565 colmenas, lo que sugiere un aprovechamiento potencialmente superior a
las cifras del año 1999.
La producción en las comarcas del Altiplano, a pesar de sus características climáticas, ha sido bien apro-
vechada por los apicultores de la zona, que han adaptado sus colmenas para sacar el máximo partido a los
cortos periodos de floración, lo que redunda además en la obtención de mieles de prevalencia monofloral,
de excelente calidad. Dentro del sector 6 (Figura 12.9.), la localidad granadina de Huéscar destaca por el
incremento del número de apicultores inscritos. Este municipio se encuentra entre los de mayor número de
colmenas de la provincia.
558
Actividades económicas
tipos de colmenas movilistas más utilizadas (de izquierda a derecha): LaYens , dadant o industriaL y LanGstroth
o perfección (dos finales). imágenes cedidas por el centro apícola de marchamalo, Guadalajara.
Es importante destacar la certificación de la denominación de origen “Miel de Granada”, única miel con
este reconocimiento en Andalucía y una de las tres que existen en el contexto nacional. De ésta participa
la parte del Altiplano correspondiente a la provincia de Granada, con especial aportación del municipio de
Huéscar. La zona de producción protegida por la denominación abarca todos los municipios de la provincia,
aunque la mayoría de los apicultores y de colmenas se concentra en Huéscar, Granada, Ugíjar, Motril, Lanjarón
y Otívar. En 2003 se registraban unas 17.000 colmenas y 64 apicultores adscritos (Programa Nacional de
Medidas de Ayuda a la Apicultura, España 2005-2007). Este producto ha sido incluido en la lista de alimentos
europeos con denominación de origen (D.O.) o indicación geográfica protegida (I.G.P.; DOUE, 2005).
559
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La miel protegida por esta denominación se refiere a la extraída de colmenas de cuadro móvil, tanto de
desarrollo vertical como horizontal, y en asentamientos no inferiores a 25 unidades de producción. La de-
nominación engloba varios tipos de miel, entre los que figuran la miel multifloral, miel de la sierra y varios
tipos de miel monofloral (de castaño, romero, tomillo, cantueso, azahar y aguacate), aunque de éstas, las de
mayor importancia en el Altiplano son las de romero, tomillo y milflores.
560
Actividades económicas
una alternativa económica equiparable a otros usos tradicionales, al menos en determinadas zonas rurales
de accidentada orografía donde la agricultura e incluso la ganadería tienen un carácter marginal (Fungesma,
2001; Vargas, 2002).
Andalucía es una de las tres comunidades autónomas cinegéticas por excelencia en España (Metra, 1985).
Tal importancia de la caza es debida a varios factores determinantes como la heterogeneidad fisiográfica del
territorio, el clima mediterráneo, la diversidad faunística, la existencia de espacios naturales poco alterados
y de zonas agrícolas todavía no excesivamente intensificadas. El arraigo de la caza en Andalucía convierte a
la actividad cinegética en un formidable instrumento para la conservación del medio natural y el desarrollo
rural, con gran repercusión económica y social, contribuyendo al desarrollo de Andalucía y sobre todo al de
las zonas más deprimidas (Consejería de Medio Ambiente, 2007b).
La importancia de esta actividad en Andalucía se refleja en el alto porcentaje de su territorio sobre el que
se llevan a cabo prácticas cinegéticas (92,3%) y el gran número de cotos existentes, unos 9.000. Además en los
últimos quince años se han expedido más de 250.000 licencias de caza (Guirado y Ortega, 2002). En esta región
coexisten dos modelos de explotación cinegética, el que se practica en régimen de autoconsumo por parte de
sociedad de cazadores locales sin ánimo de lucro, y el que se basa en la puesta en valor de los recursos cinegéticos
para obtener de ellos una renta adicional a los ingresos agrícolas y/o ganaderos. El primero es el modelo más
extendido, pero el segundo se está generalizando cada vez más (López-Ontiveros y García, 1991; Mulero, 1991).
Según la Ley 8/2003, de 28 de octubre, de la Flora y la Fauna Silvestres, la lista de especies cazables en
Andalucía asciende a 40 (10 mamíferos y 30 aves). Aunque numéricamente más importantes las aves, el
interés cinegético de los mamíferos andaluces es mayor, por dos razones fundamentales. En primer lugar
porque las especies de caza mayor son ungulados, de importancia económica muy superior, y en segundo
lugar, porque el conejo y la liebre ibérica se encuentran entre las especies más abundantes y populares de
Tres cuartas partes de la superficie del Altiplano tienen aprovechamiento cinegético. En la imagen, acotado en Torrecardela. MY
561
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
caza menor (Vargas y Muñoz, 1996). Esta situación contrasta con la del resto de países europeos, donde la
diversidad de mamíferos de interés cinegético es más restringida y, por consiguiente, tiene menos importancia
relativa que la de aves (Aebischer, 1997).
Con la reciente normativa en materia cinegética, Ley 8/2003 y Decreto 182/2005, de 26 de julio, por el
que se aprueba el Reglamento de Ordenación de la Caza, se ha producido un cambio en la filosofía medio-
ambiental y de gestión de los recursos naturales, ya que está siendo definida y aplicada tratando de integrar
y unificar en torno a objetivos bien definidos los distintos mecanismos de conservación y aprovechamiento
de recursos.
Por tanto, en el contexto cinegético actual toda actividad cinegética deberá operar en un marco de con-
servación, tanto de los hábitats de las distintas especies como de la biodiversidad y calidad del paisaje. Todo
ello asegurando un uso y aprovechamiento ordenado de los recursos naturales que permitan el desarrollo
económico sostenible, así como el cumplimiento de fines de carácter social, cultural y deportivo.
Con objeto de establecer unas directrices básicas y optimizar la gestión de la fauna cinegética por parte
de la Administración, se han determinado unas unidades territoriales con características similares deno-
minadas áreas cinegéticas que servirán para optimizar. Cada una de estas áreas cinegéticas se entienden
como un territorio geográfico de extensión variable, ambientalmente homogéneo, que alberga especies
cinegéticas cuyas densidades se inscriben dentro de unos márgenes definidos, con una vegetación y usos
similares, y a su vez distintos de otras vecinas. Por estos motivos, las áreas cinegéticas constituyen unida-
des coherentes de gestión, en las cuales se puede establecer un patrón común de gestión y ordenación de
las actividades cinegéticas (Consejería de Medio Ambiente, 2007b). Su creación está contemplada en la
Ley 8/2003.
Los pasos preliminares para definirlas han sido los mismos que en la elaboración del Atlas de Andalucía,
donde se aplicaron a nivel de región las orientaciones y tipologías que para la representación de los paisajes de
Europa venían expresadas en el informe Dobris de la Agencia Europea de Medio Ambiente, interviniendo en
su configuración los aspectos físico-naturales y culturales. En su proceso de delimitación se ha interpretado un
mosaico de imágenes de satélite, identificando 81 unidades homogéneas. Los límites de éstas se han ajustado
a la realidad territorial, reflejando la situación geográfica mediante criterios morfológicos, cobertura de la
vegetación y utilización del territorio. Para su comprobación se han relacionado con aspectos concretos como
capas de información geológica, geomorfológico, humedad relativa, vegetación, usos del suelo, elementos
socio-culturales y de ordenación del territorio.
Estas áreas naturales básicas diferenciadas se unieron, atendiendo a su tamaño, ubicación o expresión lineal,
formando 40 unidades representativas. En éstas se analizaron los aprovechamientos cinegéticos, comparando
su analogía en función de especies, niveles de captura de cada una de ellas y grupos más representativos.
Según ello, las áreas limítrofes que no presentan diferencias significativas en ningún grupo de especies
562
Actividades económicas
cinegéticas se agruparon, cruzándolas con los límites administrativos, resultando 23 áreas cinegéticas que
presentan continuidad de territorio, características físicas, biológicas y ambientales comunes y, además, están
caracterizadas por especies o grupos de especies cinegéticas representativas.
Sobre las áreas cinegéticas la Consejería de Medio Ambiente establecerá planes de ordenación especí-
ficos, los planes de caza por área cinegética. De estos planes se pretende que proporcionen una ordenación
más racional de los recursos, utilizándose como instrumentos básicos de planificación, ordenación y gestión
cinegética en ámbitos territoriales geográfica y ecológicamente homogéneos sean cinegéticos o no, que estén
identificados en el Plan Andaluz de Caza, y a los que obligatoriamente habrán de ajustarse los planes técnicos
de caza incluidos en su ámbito territorial. La aprobación de los planes de caza por áreas cinegéticas se lleva
a cabo previo informe del Consejo Andaluz de Biodiversidad y con sometimiento a información pública.
Actualmente dichos planes se encuentran en proceso de elaboración.
La caza en eL aLtipLano
563
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Áreas cinegéticas
Campiña del valle del Guadalquivir Desiertos Sierra de Baza Límite del Altiplano
Depresión de Baza Sierras de María y Estancias Sierras de Cazorla Límite autonómico
Depresión de Granada Sierra Nevada Valle Almanzora Límite provincial
Depresión de Guadix Sierra sur de Jaén
564
Actividades económicas
De forma genérica y para todo el territorio andaluz, la Ley de Flora y Fauna Silvestres dispone que
la caza únicamente pueda realizarse en terrenos cinegéticos, estableciendo tres tipos, diferenciables en
función del tipo de aprovechamiento. Tales son: reservas andaluzas de caza, cotos de caza y zonas de caza
controlada.
Las reservas andaluzas son zonas de aprovechamiento cinegético declaradas por ley con el fin de promover
y conservar hábitats favorables para el desarrollo de poblaciones cinegéticas de calidad. Los cotos de caza son
la modalidad de aprovechamiento mayoritario, entendiéndose como tales la superficies continuas de terreno
susceptibles de aprovechamiento cinegético declarado por la CMA a instancia de parte. Finalmente, las zonas
de caza controlada son un modelo de aprovechamiento con carácter temporal, sobre terrenos no declarados
ni reservas andaluzas de caza ni cotos de caza, en los que se considera conveniente establecer, por razones de
protección, conservación y fomento de la riqueza cinegética un plan técnico de caza.
Como sucede de forma generalizada en Andalucía, el modelo de aprovechamiento más extendido y casi
único en el Altiplano es el de coto de caza, si bien, dentro de los límites del ámbito de estudio entra parcial-
mente una zona de caza controlada, localizada en el término municipal de Fiñana.
ALMeRÍA 81 1 0
GRAnAdA 399 0 0
JAén 31 0 0
565
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Dentro del modelo de aprovechamiento cinegético de coto de caza la normativa andaluza diferencia tres
modalidades: privados, deportivos e intensivos.
Son cotos privados aquellos terrenos dedicados al aprovechamiento cinegético por sus titulares, con o sin
ánimo de lucro. Los cotos deportivos son los que se constituyen sin ánimo de lucro con idéntica finalidad
que los anteriores, pero cuya titularidad corresponde a la Federación Andaluza de Caza o a cualquier entidad
deportiva andaluza federada dedicada a la caza. Por último, los intensivos tienen como fin prioritario el ejer-
cicio de la caza mediante sueltas periódicas de piezas criadas en granjas cinegéticas o en los que se realizan
habitualmente repoblaciones de especies y manejo intensivo de la alimentación.
En el Altiplano en torno al 95% de los acotados son privados, destacando la baja proporción de deporti-
vos. Sin embargo, los deportivos presentan una superficie media algo más de cinco veces mayor que la de los
privados. Además, aún no teniendo la titularidad de los cotos privados, una parte importante de estos son
explotados por sociedades locales de cazadores, lo cual hace difícil o casi imposible cuantificar la proporción
de cotos o superficie gestionadas por dichas sociedades.
ALMeRÍA 79 2 0
GRAnAdA 386 9 4
JAén 27 4 0
En los planes técnicos todos los acotados han de especificar su aprovechamiento principal, ya sea caza
menor o mayor, y además si existe o no aprovechamiento secundario y su tipo. De forma generalizada el
aprovechamiento principal en el Altiplano es la caza menor, con casi el 96% de los casos. Respecto al se-
cundario, aproximadamente el 40% de los cotos presenta un aprovechamiento secundario de caza mayor,
circunstancia que no concurre en el resto.
566
Actividades económicas
Aunque el Altiplano no sea una de las zonas con mayor relevancia cinegética en el contexto andaluz, sí
es reseñable la gran superficie sobre la que se realiza este aprovechamiento, aproximadamente 368.000 ha,
lo que supone un 75% del territorio objeto de estudio. Más del 75% de los municipios tienen acotada más de
la mitad de su territorio, e incluso municipios como Tíjola, Freila, Cogollos de Guadix, Cuevas del Campo
o Torre Cardela presentan aprovechamiento cinegético en la totalidad de su superficie.
especies cineGéticas
Las especies de caza menor con mayor interés en el Altiplano son el conejo (Oryctolagus cuniculus), la
perdiz (Alectoris rufa), la liebre (Lepus granatensis), la paloma torcaz (Columba palumbus) y la tórtola común
(Streptopelia turtur).
La tórtola común y la paloma torcaz sustentan el grueso del aprovechamiento cinegético estival en el altiplano. mY
567
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Un caso particular es el de la paloma zurita (Columba oenas), que como se ha visto con anterioridad (apar-
tado 8.3.2.) está catalogada “en peligro” en el libro rojo de los vertebrados de Andalucía (Franco y Rodríguez,
2001), pero a su vez permanece incluida en el anexo III de especies objeto de caza de la Ley 8/2003. Esta
especie tiene en el Altiplano uno de los principales enclaves reproductores andaluces, de gran importancia
para la especie en la región.
El conejo es una de las especies más características de la Península Ibérica. Presenta una amplia dis-
tribución geográfica ocupando multitud de hábitats diferentes, pudiendo llegar a ser muy abundante
si dispone de refugios y recursos tróficos suficientes. En los últimos tiempos su población descendió
drásticamente por el azote de la mixomatosis (aparece en la década de los 50 del pasado siglo) y de la
neumonía hemorrágico vírica (en la década de los 80). Actualmente, en el Altiplano se extiende por
todo el territorio, preferentemente en las zonas con mosaico de montes y cultivos, si bien existen di-
ferencias importantes de densidad de unas comarcas a otras, con signos evidentes de recuperación en
unas y otras en las que sus poblaciones aún permanecen muy por debajo de su potencial. En concreto en
el entorno de la Sierra de Baza la población se está recuperando observándose una densidad promedio
de 0,5- 10 individuos/ha (Proyecto Sierra de Baza, 2004-2007). Es el caso también de algunos términos
de los Montes orientales, mientras que en amplias zonas del Altiplano sus densidades aún distan de
las que había en el momento de la entrada de la neumonía. Aparte de las enfermedades, existen otros
factores que inciden de forma negativa en la recuperación del conejo como son la pérdida de superficie
y calidad de su hábitat, la excesiva presión cinegética y la incidencia de predadores generalistas sobre
núcleos de baja densidad.
La perdiz roja en Andalucía viene experimentando desde hace tiempo un cierto declive a causa del dete-
rioro de su hábitat, de las modernas técnicas y calendarios agrícolas, y de la excesiva presión cinegética. Sin
embargo, este hecho no se refleja en los resultados obtenidos hasta el momento en el programa de seguimiento
del conejo y la perdiz roja en Andalucía que la Consejería de Medio Ambiente realiza desde 1998.
En una situación distinta a la perdiz roja se encuentra la liebre ibérica, que desde finales de la década de
los 80 parece encontrarse en un proceso expansivo en Andalucía (Consejería de Medio Ambiente, 2007b),
aunque todavía no se conoce exactamente cuáles son los factores determinantes de dicha tendencia.
De las especies migratorias cinegéticas, sin duda la tórtola común es la que se encuentra en una situa-
ción más delicada, ya que el declive experimentado por sus poblaciones es paulatino pero constante desde
la década de los 70. Las principales causas de su disminución son el deterioro de los hábitats europeos de
reproducción y de invernada, al sur del Sahara, el descenso de la superficie cerealista y el efecto negativo de
las modernas prácticas agrícolas.
En el caso de las especies de caza mayor, la zona cuenta con una especie muy valorada como es la cabra
montés (Capra pyrenica), y otra más abundante y que aporta el mayor número de piezas abatidas como es el
jabalí (Sus scrofa).
La distribución de la cabra montés en Andalucía, aunque es irregular y asociada a los núcleos monta-
ñosos, se ha expandido hacia casi todas las provincias (excepto Huelva) de forma natural, encontrándose
568
Actividades económicas
cabra montés y jabalí son especies de caza mayor ampliamente representadas en el altiplano. Jm
las mayores densidades en el núcleo de Sierra Nevada. Andalucía acoge la mayor parte de ejemplares de la
subespecie Capra pyrenaica hispanica, distribuida en cerca del 11% de la superficie de su territorio. El hecho
de ser una especie endémica, las variedades existentes y su interés deportivo le confieren el más alto valor
cinegético en España.
El jabalí se distribuye ampliamente por toda la península desde los ambientes más xéricos hasta los bosques
húmedos de la zona norte, alcanzando su máxima densidad poblacional en el centro, Extremadura y norte-
sudoeste de Andalucía. En la región andaluza ha ampliando progresivamente su distribución, colonizando
todas las zonas forestales y haciendo incursiones en zonas agrícolas, con el consiguiente daño y conflicto de
intereses.
En los cotos de la zona más oriental del Altiplano está presente otro bóvido, pero éste de forma puntual.
Es el arruí (Ammotragus lervia), especie de origen norteafricano que fue introducida en España en 1970, en
concreto en Sierra Espuña (Murcia), donde se soltaron 16 machos y 19 hembras. Esta pequeña “población”
inicial ha crecido y extendido su área de distribución hasta las cercanas sierras almerienses, granadinas y
giennenses (Serrano et al., 2002). El arruí puede causar problemas de dos tipos: el primero los daños que
ocasione en especies vegetales debido a sus hábitos alimenticios, como ya ha sucedido en la isla de la Palma
(Canarias), y el segundo debido a que al estar incluida como especie objeto de caza puede generar expec-
tativas cinegéticas en conflicto por competencia con la endémica y más sensible cabra montés, que ocupa
ambientes similares.
569
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
El ámbito de estudio, como se ha visto en apartados anteriores, muestra en lo sustancial una fuerte depen-
dencia del sector primario, tanto agrícola como ganadero. Por ello parece necesario incidir en el desarrollo
de la estrategia de la diferenciación mediante la “calidad”, ya que de forma generalizada en el mercado agroa-
limentario actual surgen continuamente competidores capaces de producir a costes menores.
Además, el Plan de Modernización de la Agricultura Andaluza, continuando con su apuesta por la calidad
y una vez alcanzado el objetivo perseguido con el distintivo de calidad “Alimentos de Andalucía”, conside-
ra que conviene avanzar en tal línea, basando las futuras actuaciones en la promoción de los productos de
calidad certificada dentro del objetivo general de mejora de la calidad de las producciones. Para ello se ha
puesto en marcha un plan para la promoción de productos agroalimentarios bajo una nueva marca “Calidad
Certificada” (propiedad de la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía) que tiene por
finalidad garantizar la calidad de dichos productos elaborados o distribuidos por personas físicas o jurídicas
debidamente autorizadas, así como facilitar su distinción, promocionando tanto el producto como los pro-
cesos de calidad en el mercado local, nacional e internacional. Por otro lado, el consumidor está exigiendo
calidad, seguridad y respeto al medio ambiente, así como la credibilidad de este tipo de producciones, por lo
que es fundamental basar cualquier política de calidad agroalimentaria en los criterios de imparcialidad que
deben regir en los organismos certificadores.
3. Productos autorizados para el uso de la marca de garantía de producción integrada, regulada por
el Decreto 215/1995, sobre producción integrada en agricultura y su indicación en productos
agrícolas.
570
Actividades económicas
4. Productos agroalimentarios y pesqueros cuya calidad esté certificada por organismos de certifi-
cación acreditados en el cumplimiento de la Norma Europea EN-45.011, del Comité Europeo de
Normalización.
La autorización del uso de la marca se concederá de forma singular, para el producto o productos que se
solicite y no para toda la gama de artículos que elabore el solicitante. Además, la autorización tiene carácter
temporal, siendo válida por un período de cinco años. La renovación debe ser solicitada dentro del último mes
de vigencia y se otorga por un período de cinco años. Las autorizaciones no pueden transmitirse a terceros
y pueden suspenderse por el incumplimiento de cualquiera de las prescripciones enunciadas en la presente
disposición y sus normas de desarrollo; por alteración de alguna de las condiciones o características tenidas
en cuenta para la concesión de la autorización; o bien por la utilización fraudulenta de la marca “CC” así
como cualquier otro uso de la misma no autorizado.
Actualmente el Altiplano presenta una serie de productos distinguidos con esta marca de calidad (Tabla 12.18.).
571
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Denominación de Origen
En el contexto de la reorientación de la PAC,
es conveniente fomentar la diversificación de
la producción agrícola para conseguir un mayor
equilibrio en el mercado entre oferta y demanda.
La promoción de los productos que presenten
determinadas características puede resultar muy
beneficiosa para el mundo rural, especialmente
para las zonas menos favorecidas y más apartadas,
al asegurar la mejora de la renta de los agriculto-
La marca “calidad certificada” constituye una distinción de
res y el establecimiento de la población rural en
calidad del producto amparada por la unión europea. Jc
esas zonas.
Además, como se ha referido anteriormente, los consumidores últimamente tienden a conceder mayor
importancia a la calidad respecto a la cantidad de su alimentación. Esta situación se refleja, entre otras
cosas, en una incipiente y progresiva demanda de productos agrícolas y alimenticios con origen geográfico
determinado.
Tras un análisis de las prácticas existentes, la Unión Europea creyó adecuado determinar dos niveles
diferentes de regencia geográfica, las indicaciones geográficas protegidas y las denominaciones de origen
protegidas.
Cuya calidad o características se deban fundamental o exclusivamente al medio geográfico con sus
factores naturales y humanos, y cuya producción, transformación y elaboración se realicen en la
zona geográficamente delimitada.
Que posea una cualidad determinada, una reputación u otra característica que pueda atribuirse
a dicho origen geográfico, y cuya producción y/o transformación y/o elaboración se realicen en la
zona geográfica delimitada.
572
Actividades económicas
El Altiplano cuenta con cuatro productos Denominación de Origen y dos Indicaciones Geográficas
(Tabla 12.19.).
iGP Cordero Cordero de las Sierras Todo el Altiplano menos Montes Orientales
de Segura y La Sagra
Aceite de oliva virgen extra obtenido de frutos sanos y maduros del olivo de las variedades principales
Picual, Lucio y Loaime y secundarias Escarabajuelo, Negrillo de Iznalloz, Hojiblanca y Gordal de Granada,
cultivadas en la zona delimitada.
Los aceites obtenidos proceden de la molturación conjunta de variedades principales y secundarias, por
tanto se trata de aceites multivarietales que se enriquecen de las connotaciones aportadas por las diversas
variedades. De sus características organolépticas destaca el carácter fuerte que proporciona la variedad pre-
dominante Picual que se suaviza por la presencia de las variedades Lucio, Loaime y otras secundarias que
aportan aromas frescos que recuerdan a frutas diversas, sabor dulce y colores más dorados.
La zona geográfica de la DO se encuadra dentro de la comarca de los Montes de Granada (Iznalloz), com-
prendiendo un buen número de municipios del Altiplano, tales como Alamedilla, Alicún de Ortega, Darro,
Dehesas de Guadix, Diezma, Fonelas, Gobernador, Guadahortuna, Morelábor o Villanueva de las Torres.
Aceite de oliva virgen extra, obtenido a partir de las aceituna del olivo de la variedad Picual y la variedad
autóctona Royal. Ello le otorga algunas de sus características fundamentales, como una acidez no superior a
0,7o; un índice de peróxidos que no rebasa de 18; una humedad y unas impurezas que no superan el 0,1%.
Se trata de aceites de gran estabilidad, muy afrutados y ligeramente amargos. El color varía del verde
intenso al amarillo dorado, dependiente de la época de recolección de la aceituna y de la localización del
olivar dentro de la comarca.
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Son aceites vírgenes de gran estabilidad, muy afrutados y ligeramente amargos. El color varía dependien-
do de la época de recolección y de la situación geográfica dentro de la comarca, desde el verde intenso al
amarillo dorado.
La zona geográfica es la comarca de Sierra Mágina, aunque incluidos en el Altiplano únicamente se en-
cuentran los municipios de Cabra de Santo Cristo, Jódar y Larva.
Miel elaborada por la abeja melífera a partir de néctar de las flores o de las secreciones procedentes de las
partes vivas de las plantas o que se encuentren sobre ellas, que las abejas liban, transforman, combinan con
sustancias específicas propias, almacenan y dejan madurar en los panales de la colmena, procedentes de las
colmenas ubicadas en la zona delimitada.
Los tipos de miel son: miel monofloral de castaño (Castanea sativa), miel monofloral de romero (Rosmarinus
officinalis), miel monofloral de aguacate (Persea americana), miel monofloral de naranjo o azahar (Citrus
sp.), miel monofloral de cantueso (Lavandula stoechas), miel de la sierra y miel multifloral. Todas ellas con
unas características fisicoquímicas generales de humedad menor de 17,5% e hidroximetilfufural menor de
10 mg/kg.
La zona de asentamiento de las colmenas y extracción de miel abarca todos los términos municipales de
la provincia de Granada.
574
Actividades económicas
La miel producida en las colmenas granadinas dispone de una denominación de origen para toda la provincia. cs
La Indicación Geográfica únicamente admite corderos de raza Segureña, considerada como un ecotipo
configurado a partir del tronco “entrefino” del ovino español y seleccionado, a partir del siglo XIII, en la
antigua provincia marítima de Segura de la Sierra.
Como ya se ha referido en el apartado de ganadería, la raza presenta una gran rusticidad y adaptación a
medios ecológicos abruptos e insuficientes, y los corderos obtenidos de ella muestran una relativa precocidad
en su crecimiento, debido al consumo íntegro de la leche producida por las madres dedicadas exclusivamente
a la producción de crías.
Los animales adultos mantienen un pastoreo durante casi todo el año, pernoctando en apriscos o directamente
a cielo abierto. Se aprovechan pastos de rastrojeras de cereal y leguminosas forrajeras, pastizal y praderas perma-
nentes de regadío, utilizando en cada época la potencialidad de la zona de producción. El pastoreo se puede com-
plementar, cuando sea necesario, con la administración de materias primas autorizadas por la legislación vigente.
El régimen alimenticio de los corderos es exclusivamente lácteo en sus primeras tres semanas de vida y
mixto hasta el destete, que se realiza entre los 40 y 50 días de edad. La alimentación posterior al destete se
realiza con los concentrados elaborados a base de materias primas nobles: cereales, leguminosas, vitaminas y
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
minerales autorizados por la legislación vigente. Además los corderos con destino a sacrificio no acuden con
los adultos a la zona de pastoreo. También está prohibido el empleo de productos que puedan interferir en el
ritmo normal de crecimiento y del desarrollo del animal, así como el de derivados animales reciclados.
En cuanto a la calidad, diversos autores han realizado trabajos sobre distintos caracteres del referido ecotipo
ovino, dejando demostrado que este tipo de cordero proporciona una carne con unas características diferen-
ciales de calidades debidas a la influencia del manejo de los factores de producción, siendo la consecuencia
última la obtención de una carne con especiales cualidades de jugosidad y textura, que le diferencian en esta
banda de peso del resto de los ovinos españoles. Estas características le han otorgado la tradicional reputación
que ostenta, consiguiendo una especial demandada en la zona de reproducción.
La Indicación Geográfica Norte de Granada tiene derecho a la mención “Vino de la Tierra”, que agrupa
a vinos blancos, rosados y tintos de la zona Norte de la provincia de Granada que se ajustan a una serie de
requisitos.
Blancos Chardonnay, Baladí verdejo, Airen, Torrotés, Palomino, Color amarillo pajizo, con notas afrutadas,
Pedro Ximénenz, Macabeo y Sauvignon Blanc. suave y aterciopelado al paladar.
Rosados Color desde el rosa pálido al rosa fresa.
Tempranillo, Monastrell, Garnacha tinta, Cabernet Franc, Intensidad media, finos y de carácter afrutado.
Cabernet Sauvignon, Pinot Noir, Merlot y Syrah.
Tintos Color rojo cereza brillante, aromáticos, con
poca acidez y gran cuerpo
Fuente: Consulta Web Ministerio Medio Ambiente, Rural y Medio Marino, junio 2008.
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Actividades económicas
Las hortalizas cuentan con varios productos de calidad al igual que los frutales (melocotones). También es
la situación de los viñedos, que a pesar de contar con una escasa representación en la zona en la actualidad
disfrutan de una situación muy interesante tras la aprobación de la Indicación Geográfica “Tierra Norte de
Granada”, y en particular la bodega Pago de Almaraes, en Benalúa de Guadix, premiada durante dos años
consecutivos en el Challenge Internacional du Vin en Francia, con medalla de Plata (2006) y Bronce (2007).
Desde el punto de vista del sector ganadero parece que el enfoque de calidad y originalidad está bien
desarrollado, de manera especial desde la reciente inclusión como Indicación Geográfica de la raza ovina
segureña, Además, tal y como se ha expuesto en el apartado de ganadería, tiene también importancia el
número de unidades ganaderas de porcino, fundamentalmente en la comarca de Los Vélez, que si bien aún
no tiene denominación de origen o indicación geográfica, sí ha conseguido incluir por el momento varios
productos en el Catálogo de Calidad Certificada.
Sin embargo llama la atención la falta de diferenciación de dos de los principales cultivos de la zona, el
cereal y el almendro. El almendro, cultivo típico e histórico de la zona, actualmente no cuenta con ningún
tipo de mención de calidad ni de originalidad a pesar de contar en Guadix con una de las nueve plantas de
Borges. Además, la localidad no cuenta con una partidora de almendras que podría atraer fábricas de turro-
nes u otras iniciativas empresariales.
El caso del cultivo de cereal es similar, si bien resulta más difícil su diferenciación. No obstante se podría
vincular a la producción ecológica y sostenible en favor de la conservación de las importantes comunidades
de aves esteparias presentes en la zona, y de forma especial las poblaciones de ganga ortega. Una experiencia
similar es la que lleva a cabo SEO-BirdLife en las zonas esteparias semiáridas del valle del Ebro. En 2001 la
ONG desarrolló un estudio sobre la viabilidad y el mercado de productos ecológicos locales de las mejores
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
cebada (izqda.) y almendras (dcha.), dos de los principales productos agrícolas del
altiplano y ambos sin ningún distintivo específico de calidad. mY
estepas del valle del Ebro en Aragón (Monegros y Belchite) bajo una marca de calidad vinculada a la
conservación de las aves esteparias en la que comercializan pasta ecológica a partir de trigo duro con este
marchamo ecológico.
A día de hoy y tras haber finalizado la explotación de la última salina interior del Altiplano, puede afirmarse
que el tejido industrial asociado a aprovechamientos tradicionales de estos medios semiáridos se restringe
a unas pocas empresas que trabajan el esparto o las plantas aromáticas. Como contrapunto a esta situación
está surgiendo una dinámica de creación de alojamientos de turismo rural, algunos plenamente insertos en
la estepa semiárida. A comentar estos aspectos se destinan las páginas siguientes.
Sector secundario
Los restos de la antaño importantísima industria del esparto se reducen actualmente a dos tipos de empresas,
las destinadas a su manufactura como estopa y las de comercialización de la artesanía de esparto. Actualmente
578
Actividades económicas
sólo existen cuatro empresas, dos de producción de estopa y otras dos de artesanía, todas ellas localizadas en
el sureste de Jaén, concretamente en las localidades Cabra de Santo Cristo y Jódar respectivamente.
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Tabla 12.21. Manufactura de esparto para la industria de la escayola, empresa Cayetano García del Moral
Objeto Fabricación, producción y distribución del esparto y sisal para la industria de la escayola. Empresa con
experiencia de varias generaciones
Producción Manufacturan aproximadamente 1.000 toneladas de esparto, y entre 500 y 600 toneladas de sisal. La
estopa la produce bien con esparto únicamente, bien mezclada con sisal en proporción 7(esparto): 3(sisal)
Comercialización Venden el producto a nivel nacional e internacional. La producción se encuentra por debajo de la
demanda del mercado.
Recolectores Todos los esparteros (recolectores) son de origen nacional, en concreto de cada localidad de origen del esparto.
Zona de recolección Benamaurel, Cúllar, Fonelas, Castilléjar, Zújar, Gorafe, Jódar y Huesa
Precio del esparto Las empresas abonan el esparto a 0,25-0,30 Euros€/kg, pero el recolector frecuentemente recibe una
aportación extra de su Ayuntamiento (procedente de ayudas PER-EPSA).
Proceso El esparto recolectado (todo el año) se mete en agua durante 30 días, se deja secar y se ata en haces
para un mejor transporte a la nave. Una vez allí, se pasa por una máquina que lo aplasta y otra que lo
desgaja en fibras que enrolla para su posterior comercialización
Otras salidas Actualmente, además de sus clientes en la industria de la escayola, existen nuevas potencialidades
tales como la cubierta mediante mantas orgánicas de taludes de carretera.
Comentarios El dueño de la empresa destaca la dificultad que tienen para comprar esparto, ya que hay poca gente
personales que lo recolecte. También tiene mucho interés por descubrir algún producto que ablande el esparto
para que éste tenga una recolección más fácil, o que se investigue sobre alguna máquina con la que se
pueda segar sin dañar la planta.
Tabla 12.22. Manufactura de esparto para la industria de la escayola, empresa “Esparto García Vilchez”
Producción Manufacturan entre 800 y 900 toneladas de esparto, aunque también utilizan sisal (fibra de pita). La
estopa la produce bien sólo con esparto, bien mezclada con sisal en proporción 8(esparto): 2(sisal)
Ayudas Han recibido ayuda para la construcción de una nave en Benamaurel mediante los fondos FEDER Altiplano
n trabajadores
o 5 en la nave de Cabra, un chofer y 3 extendiendo esparto, sin incluir recolectores.
Proceso Idem
Comentarios Como en el caso anterior, el empresario resalta que si tuviese más materia prima produciría y vendería más.
personales
580
Actividades económicas
La utilización de la fibra de esparto para fabricar productos o útiles artesanos es una práctica ancestral
como demuestran los numerosos datos históricos y hallazgos arqueológicos. Pero esta práctica está desapa-
reciendo debido a la falta de relevo generacional. La edad media de las personas que saben tejer cordelería,
punto capacho o pleita excede los sesenta años.
Comercialización Vende el producto a nivel regional, nacional, europeo e internacional. Si hubiese más esparto y
mujeres para trabajarlo, vendería más de la mayoría de sus productos
Recolectores Todos los esparteros (recolectores) son del propio lugar donde se recoge el esparto
Precio del esparto El esparto para artesanía es más caro que el destinado a estopa, ya que requiere mayor calidad y una
selección previa. Su precio aproximado está en torno a 0,60-0,70 Euros€/kg.
Proceso El esparto para artesanía se recolecta de junio a septiembre, se pone a secar, se remoja durante 24
horas y se trabaja mojado, oreándose la pieza acabada.
Otras salidas Actualmente está enviando capachos a Miami (EEUU) para nuevas almazaras de uso tradicional.
Comentarios El empresario resalta, como los anteriores, que podría vender más producto pero que no dispone de mano
personales de obra suficiente.
Fuente: Elaboración propia.
581
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La pleita es una tira de esparto trenzado en varios ramales cosidos entre sí y que puede tener más o menos anchura
en función del número de ramales unidos; la pleita la fabricaban generalmente mujeres y se vendía por metros
para fabricar espuertas, serones, aguaderas, alfombras, persianas y otros objetos. El punto capacho es otra forma
de tejer objetos de esparto, en este caso en espiral y conformando estructuras circulares, la forma requerida en los
capachos antaño imprescindibles para la moltura de la aceituna y la obtención del aceite de oliva; el punto capacho
sirve para la elaboración de capachos, esteras, alfombras, cestas y actualmente también de sombrillas playeras, las
cuales constituyen actualmente el mayor volumen de objetos de esparto producidos artesanalmente en el Altiplano.
De un tiempo a esta parte las industrias de estopa y en menor medida también las empresas que comercializan
la artesanía del esparto han comenzado a utilizar otra fibra vegetal, el sisal, que mezclan con el esparto obtenien-
do un producto más resistente e incluso lo utilizan por separado en función de los requerimientos del cliente.
La fibra del sisal procede de varias especies de plantas del género Agave, originarias de zonas semiáridas
americanas. En el caso de las empresas del sureste de Jaén esta fibra se está importando desde África oriental,
donde existen plantaciones de sisal.
eL aprovechamiento de aromáticas
Al igual que el esparto, las plantas aromáticas han tenido históricamente un aprovechamiento industrial
en el Altiplano, donde las esencias eran obtenidas sobre el terreno mediante rudimentarios alambiques.
Actualmente la recolección de plantas aromáticas silvestres que, si bien a una escala discreta, aún sigue
582
Actividades económicas
practicándose, tiene como destino industrias foráneas. Por ello, aquí tan solo se describe una modesta iniciativa
empresarial de este tipo de aprovechamiento en ecológico que se lleva a cabo en el Altiplano.
Objeto Cultivo, recolección y distribución de plantas aromáticas ecológicas: orégano, salvia, hipérico, menta
piperita, hinojo y otros
Producción No tiene el dato de cuánto produce, si bien si podría vender más si tuviese una mayor producción
Ayudas Ninguna
n trabajadores
o Sólo la propietaria
Recolectores La propietaria
Precio del producto Para asociaciones de productos ecológicos y otros comercios la bolsa de 30-40 g a 1,5 euros. Si vende
a particulares puede hacerlo hasta a 3 euros.
Proceso Recolecta en dos períodos junio (plena floración) y octubre-noviembre, una vez cortado lo hace
manojos lo cuelga boca a bajo y lo deja secando, Después ella misma lo envasa en bolsitas
Otras salidas Ahora mismo no busca más salidas a su producto, porque no podría abastecer más mercado.
Sector terciario
El turismo en el medio rural se considera una actividad muy relevante por su función de generador de
ingresos, promotor de infraestructuras y de intercambios entre el medio rural y el urbano, siendo un factor
determinante para el desarrollo de las zonas más desfavorecidas.
aLoJamientos ruraLes
Según la normativa vigente se definen como alojamientos turísticos en el medio rural a los estableci-
mientos de alojamiento turístico y las viviendas de alojamiento rural. Tales alojamientos deben poseer las
siguientes condiciones:
Dentro de los establecimientos de alojamiento turístico en el medio rural se encuentran las casas rurales,
los establecimientos hoteleros y apartamentos turísticos rurales, los complejos turísticos rurales y otros esta-
blecimientos que determine la normativa. De todos ellos destacan las casas rurales, edificaciones situadas en
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
el medio rural que, por sus especiales características de construcción, ubicación y tipicidad, presten servicios
de alojamiento junto a otros complementarios, y hayan sido declaradas como tales por la Administración
turística.
Aplicando la normativa andaluza, el Altiplano cuenta con más de 200 establecimientos definidos como
rurales, siendo destacable el número de casas rurales, con casi 60. No obstante, lo más característico de estos
territorios es la existencia de cuevas o casas-cuevas, cuyo original modelo de vivienda tradicional es vestigio
de la antigua forma de vida troglodita de algunos habitantes de la zona.
Las casas-cueva fueron horadadas a mano (pico y espuerta) por sus ancestrales moradores, desempeñan-
do funciones similares a una vivienda normal, pero con la ventaja de una temperatura interior mucho más
constante, en torno a 18o todo el año.
A finales del siglo XV comienzan en Andalucía las referencias a este tipo de cuevas habitadas, que se corres-
ponden con la herencia nazarí que dejó un gran número de pequeñas ciudadelas trogloditas en el Altiplano.
En la edad moderna se incrementa el número de referencias al respecto, posiblemente manteniendo una
relación con la expulsión de los moriscos. Pero de forma general, la expansión de las cuevas (trogloditismo
actual) se produce principalmente durante el siglo XIX y primera mitad del XX, coincidiendo con etapas de
expansión demográfica, inmigración y puesta en cultivo de nuevas tierras. En cambio, a partir de los 60 se
produce un declive en la ocupación de cuevas-vivienda y su sustitución por casas-vivienda, por tratarse en
ocasiones de infravivienda, aunque la asociación entre cueva e infravivienda no siempre es correcta, espe-
cialmente en aquellas zonas andaluzas, cuyo mejor ejemplo es el Altiplano, en las que culturalmente estaba
muy asumida la utilización de la cueva como vivienda.
alojamiento rural casa-cueva La Granja, benalúa. Jc ruinas de una antigua cueva en huesa. mY
584
Actividades económicas
Se consideran actividades propias de turismo activo las relacionadas con actividades deportivas que se
practiquen sirviéndose de los recursos que ofrece la naturaleza, y a las cuales es inherente el factor riesgo
o un cierto grado de esfuerzo físico o destreza. Estas actividades se pueden llevar a cabo bajo una serie de
condicionantes medioambientales que han de cumplir las empresas de turismo activo, fundamentalmente
cuando se desarrollen en vías pecuarias, terrenos forestales o espacios naturales protegidos.
La oferta en el Altiplano no es muy abundante, si bien concurren al menos un par de iniciativas: recorridos
en piraguas en el embalse del Negratín y en 4x4 por los badlands de Gorafe, visitando en este último el parque
Megalítico de Gorafe y los pueblos más característicos de la cultura troglodita. Por otro lado, la empresa Tío
Tobas, ofrece además de sus casas-cueva una serie de actividades, como rutas ecuestres (Ruta Marquesado-
Valle del Zalabí, del Llano Planta, del Zalabí, de los Molinos), tiro con arco y otros.
La Consejería de Turismo, Comercio y Deporte de la Junta de Andalucía en su web oficial cuenta con
un apartado específico en el que orienta al turista sobre qué visitar en distintas localidades andaluzas. En él
diferencia tres grupos: museos, monumentos y otras visitas.
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Fuente: Datos obtenidos de la Consejería de Turismo, Comercio y Deporte. Junta de Andalucía. Elaboración propia.
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Actividades económicas
Aún con las limitaciones de este listado, que no incluye ningún recurso en los municipios del Altiplano
giennense, la Consejería refiere un total de 42 puntos de interés, de los que 13 son museos, 18 monumentos
y 11 construcciones incluidas en otras categorías, que fundamentalmente se emplazan en las localidades de
mayor tamaño. De todos ellos cabe destacar dos visitas fundamentales. Por un lado el Museo de Prehistoria
y Paleontología de Orce, que recoge más de dos décadas de excavaciones en el yacimiento paleontológico de
Venta Micena, y por otro el yacimiento del poblado argárico del Castellón Alto.
eL CASTiLLO de LA CALAHORRA
Construido entre 1509 y 1512 sobre las ruinas de otro castillo de origen árabe y en la única colina que, al pie
de Sierra Nevada, domina las extensas llanuras de Marquesado. Este castillo-palacio inició una revolución en
la arquitectura española de la época, pues fue la primera obra edificada de estilo renacentista en la Penín-
sula Ibérica, comenzando el abandono de la estética gótica y militar predominante en toda Europa.
Se trata de un edificio de planta rectangular, que presenta torres cilíndricas acabadas en cúpulas en los
cuatro ángulos. El exterior es austero con muros de un sillarejo enrojecido por el polvo de las minas de
Alquife. Por el contrario, el interior destaca por su distinguido patio renacentista de dos pisos, con doble
galería de arcadas, bellas balaustradas de mármol de Carrara y una escalera de alto valor artístico. Además,
las dependencias interiores están cubiertas por diversos artesonados.
Junto a las galerías, escalera y artesonado lo más destacado del palacio es la iconografía de portadas y
vanos, que exponen temas míticos y grutescos del primer renacimiento realizados en Italia.
Este castillo se encuentra protegido por el Decreto de 22 de abril de 1949, sobre protección de castillos
españoles, y por la Ley 16/1985, de 25 de junio, sobre el Patrimonio Histórico Español, además del recono-
cimiento especial que la Junta de Andalucía otorgó en 1993 a los castillos de la Comunidad Autónoma de
Andalucía.
Castillo de La Calahorra. AH
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Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Andalucía tiene un alto potencial para el aprovechamiento de las energías renovables, especialmente
en lo que a solar y eólica se refiere, lo que en unión al fomento institucional de este tipo de energías, ha de-
rivado en un interés creciente por la instalación de infraestructuras de aprovechamiento energético. Esta
tendencia ha tenido una notable incidencia en el Altiplano, habiéndose tramitado en los últimos años más
de un centenar de expedientes para la instalación de parques eólicos y casi otras tantas para instalaciones
de aprovechamiento de energía solar, tanto de tipo fotovoltaico como termosolar.
La instalación de esta clase de infraestructuras supone una oportunidad económica para el territorio,
en especial para la propiedad del terreno. Por otro lado, la sustitución de combustibles fósiles por fuentes
de energía renovables conlleva, en principio, repercusiones favorables para el medio ambiente como es
la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Todo ello está en consonancia con las actuales
políticas de fomento de energías renovables y de ahorro y eficiencia energética y con la Estrategia Andaluza
ante el Cambio Climático. No obstante, dichas actividades pueden incidir negativamente en la conser-
vación de la biodiversidad, bien por su impacto directo, más o menos severo, bien por el efecto sinérgico
que puede causar sobre el territorio la profusión de estas instalaciones. Por este motivo, tales actividades
deben ir acompañadas de una valoración individual y global de su impacto potencial sobre las comuni-
dades bióticas y ser ordenadas de forma que se minimice o atenúe la afección a los valores naturales más
importantes del territorio.
Energía eólica
En consonancia con el contexto actual y debido a sus características geográficas, topográficas y climato-
lógicas, el Altiplano ha sido objeto de gran cantidad de proyectos de este tipo de instalaciones, si bien una
parte importante no ha logrado superar los requisitos ambientales establecidos u otros trámites administra-
tivos. Pero incluso las que obtienen Declaración de Impacto Ambiental (D.I.A.) favorable (Tabla 12.26.),
encuentran una limitación importante para su implantación definitiva que es la evacuación de la energía
generada. En general, la capacidad global de evacuación solicitada suele superar la capacidad de la actual red
de transporte, lo que unido al bajo nivel de electrificación de estas zonas hace necesaria una regulación a la
hora de autorizar las instalaciones solicitadas. Para satisfacer esta demanda se ha llevado a cabo una zonifi-
cación regional que regula el procedimiento para priorizar el acceso y conexión a red eléctrica mediante las
llamadas Zonas Eléctricas de Evacuación, “ZEDE”.
En el Altiplano, la principal zona designada en la actualidad es la ZEDE de Huéneja. Dicha ZEDE está
integrada por 27 municipios de las provincias de Granada y Almería, presentando una potencia máxima ins-
talable de 375 MW. Para ella se han presentado, según informe de la Agencia Andaluza de la Energía (2007),
39 proyectos, de los que 15 se conectarán con la línea de 400 kW que atraviesa la zona. Fuera de zonas ZEDE
existen también instalaciones; algunas como Los Morrones en Zújar, tienen punto de conexión eléctrica
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Actividades económicas
Tabla 12.26. Distribución de parques eólicos con D.I.A. favorable, por municipios
589
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Fuente: Datos cedidos por la Delegación Provincial de Medio Ambiente de Granada y Almería. Consejería de Medio Ambiente, 2007
Parques eólicos
Las alteraciones ambientales que pueden suponer este tipo de instalaciones se evalúan de forma inde-
pendiente en cada proyecto, pero hay que señalar, dada la cantidad de instalaciones proyectadas, que el
potencial lesivo es mayor en su conjunto debido a los efectos sinérgicos. A este respecto se recomienda
la realización de una planificación estratégica del sector eólico en la provincia que tenga en cuenta los
factores clave para compatibilizar intereses económicos y ambientales. Con este fin, SEO/BirdLife ha ela-
borado una evaluación ambiental preliminar para la provincia de Granada, por encargo de la Consejería
de Medio Ambiente.
Las mayores afecciones potenciales de estas instalaciones recaen sobre avifauna, quirópteros y paisaje.
Respecto a ellas hay que señalar, según los principales territorios definidos, varias incidencias de mayor
importancia: En el Marquesado las instalaciones proyectadas de igual o distinto promotor superan los 300
aerogeneradores. Teniendo en cuenta su ubicación, en la depresión entre la Sierra de Baza y Sierra Nevada,
ambos espacios protegidos, es innegable la afección, sobre todo de la quirópterofauna y las aves esteparias.
Por otro lado la baja integración paisajística podría ir en detrimento de las actividades de turismo rural o de
590
Actividades económicas
naturaleza basadas en este entorno. En cuanto a la zona de Orce, lo más relevante es el solapamiento con
zonas importantes para la flora y las aves esteparias, además de incluir ámbitos con hábitats prioritarios. La
zona de Caniles presenta varias especies de aves esteparias y supone una zona de conexión entre varias ZIAE
(Zonas Importantes para las Aves Esteparias).
Respetar cumbres y crestas principales, y evitar impacto sobre los hitos orográficos más re-
presentativos y sobresalientes.
591
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Tener en cuenta las zonas más importantes para las especies amenazadas del territorio y los
espacios protegidos circundantes.
Evitar los espacios declarados o propuestos de la Red Natura 2000, así como las Áreas
Importantes para las Aves (IBA) y los espacios importantes para aves con un estado de con-
servación desfavorable en Europa. Por último, realizar estudios detallados de las alternativas
de localización donde se detecten aquellos posibles impactos asociados a la implantación del
proyecto (SEO/ BirdLife 2006).
Energía solar
El sur de España, con una radiación solar de hasta 1.800 kW/hora por metro cuadrado, ofrece condiciones
ideales para las instalaciones de aprovechamiento de energía solar, en particular las fotovoltaicas. La inversión
en instalaciones solares fotovoltaicas tiene el objetivo de producir energía para ponerla en el mercado a través
de las compañías eléctricas. Estos proyectos y sus ingresos están garantizados por el Real Decreto 436/20041
que obliga a las compañías a adquirir toda la energía producida por dichas instalaciones a un precio prefijado,
lo que permite amortizar la inversión en un plazo relativamente corto, aunque ésta sea inicialmente elevada.
La fórmula de producción del huerto solar, consistente en un recinto en el que pequeñas instalaciones foto-
voltaicas de uno o más propietarios comparten infraestructuras, está tomando auge, y resulta especialmente
ventajosa en zonas con alta radiación y numerosas horas de sol.
La superficie del Altiplano muestra casi en un 50% de su territorio pendientes inferiores al 7%, que en gran
parte se encuentran desprovistas de vegetación arbórea. Es por tanto una zona de excelentes características
para la implantación de estas infraestructuras, lo que unido al relativamente bajo coste del terreno rústico
ha ocasionado un importante volumen de solicitudes, sobre todo para la instalación de huertos solares.
1
real decreto 436/2004, de 12 de marzo, por el que se establece la metodología para la actualización y sistematización del régimen jurídico y económico de la
actividad de producción de energía eléctrica en régimen especial.
592
Actividades económicas
593
La central térmica solar ANDASOL, emplazada en La Calahorra-Aldeire, es la mayor de su tipo en Europa. JH
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
El volumen de solicitudes para instalaciones de energía solar en los municipios del Altiplano supera las 80,
la mayoría de tipo fotovoltaico (en el momento de redacción del presente documento no se dispone de datos
para Jaén), destacando los municipios de Darro, Huéscar, Cúllar y Guadix entre otros (Figura 12.13.). Como
referencia, cabe indicar que solo para los municipios granadinos del Altiplano, han obtenido ya autorización
administrativa casi 40 instalaciones con dimensiones de hasta 20 ha, y al menos 10 de ellas se hallan en
fase de puesta en marcha. Respecto al tipo termosolar, el Altiplano acoge también la mayor central de este
tipo en Europa, con 220 ha de superficie y 50 MW de potencia, situada en la zona del Marquesado entre los
municipios de La Calahorra y Aldeire.
En el caso de las instalaciones para el aprovechamiento de energía solar cabría marcar una serie de reco-
mendaciones, enfocadas sobre todo a las instalaciones no sometidas a procesos de evaluación.
Como norma general, cabe señalar la consideración de una planificación y ordenación territorial de dicha
actividad en consonancia con la Ley 2/20072, para minimizar las posibles afecciones, teniendo en cuenta una
serie de medidas, como por ejemplo las ya citadas en el caso anterior sobre evitar los terrenos de naturaleza
forestal o aprovechar los caminos existentes.
2
Ley 2/2007, de 27 de marzo, de fomento de las energías renovables y de ahorro y eficiencia energética de andalucía.
594
Actividades económicas
Respecto a la energía solar fotovoltaica, se aconseja además utilizar de forma preferente en la instalación
los módulos de producción estructurados sobre seguidores de doble eje frente a las instalaciones fijas, ya que
a diferencia de las fijas, que precisan del allanado del terreno, las instalaciones con seguidor no suponen
movimiento de tierra y optimizan el aprovechamiento de energía, como indica la Figura 12.14. Las cifras
respecto al uso de paneles sin seguidor pueden suponer un aporte energético de hasta el 40%.
Fuente: http://www.solaria-solar.com
595
Los montes públicos:
un espacio de
referencia
Julio A. Egea
”La nueva política podría suponer una renovación que deje atrás clichés y estereotipos:
los espacios arbolados no son los únicos merecedores de interés y protección. Es necesario
conocer mejor, proteger y aprovechar nuestras interesantes formaciones herbáceas,
arbustivas e incluso esteparias. Debe fomentarse la diversidad biológica, la estabilidad
y la respuesta a nuevas necesidades.”
Los espacios de naturaleza forestal, los montes, en definitiva, han constituido históricamente una par-
te indispensable del paisaje, la cultura y la economía de los pueblos. Y entre ellos, tal papel lo han venido
desempeñando de forma destacada los montes del común, dehesas boyales, realengos, etc., y entendidos ya
como tales desde la segunda mitad del siglo XIX, también los montes del Estado.
El primero en reconocer y admitir la propiedad particular y la del Estado sobre la tierra y, por ende, sobre los
montes, fue el Imperio Romano (Menéndez, 1954-1958). En el período romano tuvo importancia la propiedad
denominada “compascua”, que se trataba de terrenos dedicados al pastoreo y aprovechamiento comunal, con
carácter gratuito y un número máximo de cabezas de ganado estipulado en sesenta (Bauer, 1980).
598
Los montes públicos: un espacio de referencia
Con la llegada a España de los visigodos como aliados de Roma, estos firmaron un pacto en el que las
tierras, independientemente de su superficie y todo lo relacionado con el aprovechamiento de las mismas
se repartieron entre los hispano-romanos y los visigodos, imputándose a los últimos la propiedad de las dos
terceras partes, a las que de forma general siguieron dando uso colectivo (Schwappach, 1883).
El período islámico es uno de los peor conocidos desde el punto de vista de la historia forestal (capítulo 5)
en la Península Ibérica. Pero sin lugar a dudas, el hito de mayor importancia y trascendencia para la historia
de la propiedad forestal española se produce con la reconquista y posterior distribución del terreno recuperado
al Islam. Con el fin de facilitar el poblamiento de los nuevos territorios, los reyes concedieron libertades y
privilegios que quedaron plasmados en documentos legales, fundamentalmente Fueros y las denominadas
Cartas Pueblas. En estos documentos pueden diferenciarse tres grandes categorías de propiedad en función
de los estamentos sociales que combatieron al Islam: rey, nobleza y clero (Rabal, 1883; Niemeier, 1915).
Desde los Reyes Católicos hasta finales del siglo XVII alcanza gran importancia el pastoreo, fundamen-
talmente de ovino (Menéndez, 1954-1958). En España el ejercicio del pastoreo se entendía asociado a las
migraciones que llevaban el ganado a las montañas en verano, y de regreso a los valles en invierno. En 1273
Alfonso X el Sabio reunió a “todos los pastores de Castilla” en una asociación nacional denominada “El
599
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Honrado Concejo de la Mesta de Pastores”, otorgándoles Carta de Privilegio. La Mesta alcanzó gran poder
durante el reinado de los Reyes Católicos debido a que, con Ley de 1501, los pastores podían arrendar por
tiempo ilimitado terrenos nunca utilizados para este fin, incluso contra la voluntad del propietario. Bajo tal
normativa se impulsó el auge de la ganadería lanar y su industria, pero acarreó un efecto dramático tanto
para la agricultura como para la silvicultura (Klein, 1936).
Desde otra perspectiva, la política forestal llevada a cabo por los Borbones en el siglo XVIII fue notable,
dictándose normas que obligaban a destinar parte de los beneficios que generaba la marina en la conserva-
ción y protección de los bosques, ya que estos constituían la base constructiva fundamental para la primera
(Bauer, 2003).
A lo largo del siglo XIX se produjo uno de los hechos más relevantes de la historia forestal, la desamortiza-
ción. Ésta comenzó con las Cortes de Cádiz en 1812 y prosiguió con la Ley de Mendizábal de 1837 por la que
se declararon “propiedad nacional los bienes raíces, rentas, derechos y acciones de las comunidades e institutos
religiosos, que dispuso se sacarán dichos bienes a pública subasta” (Vicens, 1957-1959). Con ello se pretendía que
las tierras fueran a manos de los agricultores, como sucedió en Francia tras la revolución, pero en España los
agricultores tenían una economía débil que no les permitió su adquisición yendo a parar, en general, a manos
de la burguesía. En este proceso se produjeron talas masivas de superficie forestal, generando importantes
repercusiones especialmente en masas de frondosas. Aunque en el ámbito del Altiplano, y precisamente
por su tardía reconquista, este proceso tuvo menor trascendencia que en otras zonas de Andalucía y España
(capítulo 5), se estima que este proceso de cambio de titularidad de fincas rústicas afectó a una extensión
equivalente al 25% del territorio nacional (Bauer, 2003). La consecuencia de este proceso fue la publicación
del Catálogo de Montes.
La primera Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes de España fue fundada en 1848, siguiendo
el modelo alemán, y con la finalidad de constituir un cuerpo de ingenieros capaces de llevar a cabo la gestión
y defensa del Medio Natural Forestal de España. Tal cuerpo se creó por Real Orden en 1853 y se formaliza
finalmente por Real Decreto en 1854, con los primeros titulados.
600
Los montes públicos: un espacio de referencia
El Patrimonio Forestal Español, formalizado en el año 1935 y promulgado en la Ley del 10 de marzo de
1941, tiene una gran importancia en la evolución histórica posterior del terreno forestal en España. Entre
sus objetivos se encuentran la ampliación del Patrimonio Forestal del Estado y la restauración de la cubierta
vegetal. En esta ley se relaciona la casuística de montes, terrenos y fincas que deberán pasar a formar parte
del mismo, y se hace mención especial a las distintas vías de adquisición de montes, terrenos y demás bienes
y derechos para la consecución de los objetivos estipulados. Años más tarde es aprobada la Ley de 8 de junio
de 1957, de Montes, que persevera y ahonda en este espíritu.
El año 1978 se convierte en punto de inflexión no solo de la historia forestal reciente, sino de todo el
panorama político y administrativo español. Tal año se aprueba la Constitución Española, que define una
estructura del estado organizada en comunidades autónomas, las cuales se constituyen como entes autónomos
e independientes en aquellas materias que relacionen y aprueben sus respectivos Estatutos de Autonomía.
En Andalucía es la Ley Orgánica 6/1981, de 6 de diciembre, actualmente sustituida por el nuevo Estatuto
de Autonomía aprobado por Ley Orgánica 2/2007, de 19 de marzo, de reforma del Estatuto de Autonomía
para Andalucía.
La relación de todas aquellas fincas de naturaleza rústica que son transferidas a la Comunidad Autónoma,
y que por tanto, pasan a formar parte del patrimonio de la misma, se detallan en el anexo del Real Decreto
1096/1984, de 4 de abril, de traspaso de funciones y servicios del Estado a la Comunidad Autónoma de
Andalucía en materia de conservación de la naturaleza. A partir de este momento, comienza una nueva etapa
en la cual la Comunidad es propietaria de las mismas y responsable de su gestión y conservación.
Estando aún vigente la Ley de Montes del año 1957 de ámbito nacional, es aprobada en Andalucía la Ley
2/1992, de 15 de junio, Forestal de Andalucía, que se inserta en el ordenamiento jurídico andaluz, promovien-
do la integración necesaria con las normas sobre ordenación del territorio, conservación de la naturaleza y
patrimonio de Andalucía. Años más tarde nació su Reglamento de desarrollo, a través del Decreto 208/1997,
de 9 de septiembre, por el que se aprueba el Reglamento Forestal de Andalucía.
Por otro lado, la protección y conservación de los recursos naturales de Andalucía debe entenderse
como un auténtico compromiso colectivo, capaz de movilizar, en un esfuerzo conjunto, a los sectores
públicos y privados, así como a la sociedad andaluza en su conjunto. Para avanzar en el cumplimien-
to de ese objetivo, la Comunidad Autónoma de Andalucía asumió la tarea de diseñar, a través de un
amplio proceso participativo, un marco legal que defina un conjunto de instrumentos jurídicos como
medios de acción pública, capaces de fomentar una cultura de la conservación y el uso compatible de
los recursos naturales. Este planteamiento ha tenido su reflejo en la Ley 8/2003, de 28 de octubre, de
la Flora y la Fauna Silvestres.
601
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La Asamblea de las Naciones Unidas, en Declaración de sesión especial de 1997, enunció el concepto
de monte en cuanto a su funcionalidad, determinando que “la conservación y el desarrollo sostenible de todos
los tipos de bosques son fundamentales en el desarrollo económico, social y la protección del medio ambiente”. En
España, pocos años después, esta concepción se plasmaría en la Ley 43/2003, de 21 de noviembre, de Montes,
tras la que se reorienta la conservación, desarrollo y aprovechamiento de los espacios forestales en relación
con la realidad social y económica actual, reflejado en el marco normativo configurado por el Estado de las
Autonomías.
Así, la Ley 43/2003, de Montes, redefine el concepto de monte, detallando el mismo en cuanto a la
funcionalidad del terreno que pueda cumplir funciones ambientales, protectoras, productoras, culturales,
paisajísticas o recreativas. Sin embargo, se detectaron en esta norma legal ciertas carencias concernientes a
la correcta definición de atribuciones así como en la propia ordenación de los mecanismos de protección y
conservación de los montes, afectando a la protección de los sistemas administrativos de registro y catálogo
de los distintos tipos de montes. Debido a ello nace la Ley 10/2006, de 28 de abril, por la que se modifica la
Ley 43/2003, de 21 de noviembre, de Montes.
Ya han pasado muchos años desde la publicación del último Catálogo de Montes. Por ello e impulsado
por la Ley 2/1992, Forestal de Andalucía y la Ley de Montes 43/2003, la Consejería de Medio Ambiente de
602
Los montes públicos: un espacio de referencia
la Junta de Andalucía ha iniciado y continúa su largo proceso de actualización y revisión del Catálogo de
Montes de Andalucía, siendo éste el registro público de carácter administrativo que contiene la información
sobre todos los montes públicos. Toda la información que, sobre montes públicos del Altiplano, se ofrece en
los apartados posteriores se encuentra ajustada al estado actual del Catálogo de Montes de Andalucía.
En cualquier caso, las nuevas definiciones y tendencias en la interpretación de la función de los montes
públicos pasan por considerar estos territorios como espacios multifuncionales, en los que desempeña un
rol fundamental su utilidad social, así como las posibilidades que brindan contra la erosión y la desertifi-
cación, y cada vez en mayor medida, también para la conservación de la biodiversidad (Comunicación de
la Estrategia Forestal para la UE, aprobada el 10 de marzo de 2005). Los montes públicos, por su carácter
de utilidad pública y en el caso de los de la Junta de Andalucía, por ser propiedad y competencia directa de
la Consejería de Medio Ambiente, han de entenderse desde esta perspectiva. Y por ello deben constituir
espacios de referencia en las actuaciones de conservación, protección y restauración de los ambientes este-
parios semiáridos, unas palabras que también han servido para titular el conjunto de esta obra y constituyen
principio inspirador de la misma.
Con la entrada en vigor de la Ley 43/2003, la protección de los montes se ve directamente amparada por
la inclusión de los mismos en el Catálogo de Montes, reforzando los motivos de catalogación, en especial
aquellos referidos a la conservación de la diversidad biológica. Por ello se analiza a continuación la situación
de los montes en el Altiplano.
En primer lugar, es importante resaltar que la Consejería de Medio Ambiente está procediendo a la re-
gularización de los montes, con objeto de que sus realidades física y jurídica coincidan, agrupándolos bajo
criterios de gestión. En este trabajo se nombran y muestran los montes según se relacionan en el Catálogo
de Montes de Andalucía. Con este nuevo concepto de monte, los afectados por la zona de estudio ascienden
a un total de 100.
La relación de montes públicos (Tabla 13.6.) que forman parte del Altiplano es aquí resultado de un análisis
pormenorizado en el que se han incluido todos los espacios forestales que cumplen los siguientes requisitos:
➢ Montes cuya superficie se vea afectada por uso o gestión pública y pertenezcan a cualquier
entidad pública.
➢ Montes cuya superficie dentro del ámbito de estudio sea superior a 5 ha y/o tenga al menos un
10% de inclusión en el Altiplano (el Reglamento Forestal de Andalucía, establece en su art.
2 del Título Preliminar que se considera superficie forestal aquella superior a 5 ha).
603
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
➢ Montes incluidos en la superficie del Altiplano que contengan hábitats prioritarios o especies,
tanto animales como vegetales, clasificadas como vulnerables, en peligro y/o en peligro crítico
en sus respectivos libros rojos.
Bajo estos criterios se encuentran un total de 100 montes, ya se ha dicho, que forman parte del
Altiplano, lo que supone una superficie de 62.846 ha, cifra en torno al 13% del total del ámbito de es-
tudio. La distribución de la superficie de montes públicos según provincias se muestra en la Tabla 13.1.
y Figura 13.1.
Granada es la provincia que aporta mayor superficie de monte público, si bien ésta es únicamente un 13%
del total provincial en el Altiplano. La mayor proporción de monte público con respecto a la aportación
provincial corresponde a Jaén, con el 40%, y la menor a Almería, en torno al 9%.
ALMeRÍA 37 6.339
GRAnAdA 39 35.066
JAén 24 21.442
Figura 13.1. Proporción de superficies de monte público según provincias, con respecto al total
604
Los montes públicos: un espacio de referencia
bajo los principios que regían aquellos momentos de la historia forestal reciente en España, sustancialmente
para la plantación y, en su caso, aprovechamiento posterior de masas de coníferas. También a tal fin,
se consorciaron con el Estado una parte de los montes propiedad de los ayuntamientos a partir de ese
momento histórico.
Ahora bien, entre los 100 montes públicos incluidos en el Altiplano existe una clara diferencia en cuan-
to a la fecha de adquisición entre los montes de titularidad de la Consejería de Medio Ambiente y los de
Ayuntamientos. Así, estos últimos pertenecen a las Administraciones locales desde tiempo inmemorial, y la
mayoría no disponen de título de adquisición, mientras que los primeros han sido, por lo general, adquiridos
más recientemente.
El modo y la fecha de adquisición de estos montes varían en función de la provincia en la que se encuen-
tren y de la titularidad de los mismos (Figura 13.2.).
Fuente: Datos cedidos por la Consejería de Medio Ambiente, 2008. Elaboración propia.
Entre los montes que son actualmente propiedad de la Junta de Andalucía en el Altiplano giennen-
se se encuentran tres que forman parte de la masa montuosa de la Sierra de Segura (anotaciones en
la Certificación Registral de cada uno de los montes), adquiridos mediante donación a la Orden de
Santiago como recompensa tras la Reconquista, y posteriormente administrados por el Negociado crea-
do en Sevilla con este objeto y después por La Marina. En el año 1941 con la Reforma del Patrimonio
Forestal del Estado, se incluyeron estos montes por ser “...terrenos eriales baldíos, pantanosos, esteparios,
ejidos, costas y márgenes de propiedad indeterminada y de uso público” (Ley de Patrimonio Forestal del
Estado, 1941). Los montes afectados por esta situación son “Cerro de Hinojares” en t.m. de Hinojares,
“Cerros del Pozo” de Pozo Alcón y “Poyo de Santo Domingo” de Quesada. El resto de montes de la
Junta de Andalucía en el Altiplano se adquirieron mediante escrituras de compra y venta desde el año
1974 hasta 1991.
605
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
606
Los montes públicos: un espacio de referencia
Localización y titularidad
de los montes públicos
Junta de Andalucía
Ayuntamiento
Ayuntamiento con convenio
de cooperación
Escala 1:400.000 Fuente: Catálogo de montes públicos de Andalucía a escala de detalle. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía, 2008
607
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
En el Altiplano granadino, y salvo alguna excepción con origen en la expropiación a anteriores titulares,
la mayoría de los actuales montes de la Junta se compraron desde finales de los años 80 hasta mediados de
los 90. Las adquisiciones se realizaron principalmente con dos objetivos: ampliar el patrimonio del antiguo
Instituto Andaluz para la Reforma Agraria (IARA) y atenuar el paro agrícola, en acuciante incremento por
entonces. Los montes fueron repoblados total o parcialmente con especies del género Pinus, y puntualmente
algunos montes esparteros quedaron sin plantar para seguir permitiendo el aprovechamiento de esta fibra,
manufacturada en algunas localidades granadinas (al igual que otras giennenses; apartado 12.3.) y, en mayor
medida, comercializada hacia empresas papeleras, tarea esta última que decayó hasta desaparecer debido a
la competencia que supuso el esparto importado de Marruecos.
En Almería fueron las expropiaciones en los años 1970 y 1980, y fundamentalmente la compra de terre-
nos en las décadas de los 60, 70 y principios de los 90, las que permitieron configurar el actual inventario de
montes de la Junta en el ámbito del Altiplano correspondiente a esta provincia.
Por otro lado, entre los montes municipales, que pertenecen a las Administraciones locales desde tiempo
inmemorial, pueden distinguirse inicialmente tres tipos: los consorciados, los no consorciados y los que
A ambos lados del embalse del Negratín se encuentran dos de los más extensos montes públicos del Altiplano. En primer término, monte “del
Pueblo de Cuevas del Campo” (GR-70011-AY), al fondo, monte “del Pueblo de Zújar” (GR-30048-AY), que incluye el cerro de Jabalcón. MY
608
Los montes públicos: un espacio de referencia
tienen convenios de cooperación. A partir de los años 40 empezaron los primeros consorcios y posteriormente
convenios, entre montes públicos de ayuntamientos y la Administración Central para la repoblación de zonas
sin vegetación arbórea en cumplimiento de la Ley sobre Patrimonio Forestal del Estado. En la actualidad se está
procediendo a la rescisión de estos convenios y consorcios en virtud de la Ley 2/1992, Forestal de Andalucía, y
su sustitución por los convenios de cooperación previstos en el Reglamento Forestal de Andalucía, al amparo
de la Ley Forestal. Es por ello que actualmente se consideran solo dos grupos: los que poseen convenios de
cooperación y el resto.
Los convenios de cooperación (convenio tipo entre ayuntamientos y Consejería de Medio Ambiente)
tienen entre sus objetivos principales la realización, por parte de la Consejería, de los proyectos de ordena-
ción de los montes convenidos. Actualmente el 40% de los montes de ayuntamientos dentro del Altiplano
poseen convenios de cooperación.
13.3.2. Potencialidad de los montes públicos para la conservación del medio natural
El monte es un espacio multifuncional tal y como define la Ley de Montes 43/2003, en su artículo 4: “...los
montes desempeñan una función social relevante, tanto como fuente de recursos naturales como por ser proveedores
de múltiples servicios ambientales, entre ellos, de protección del suelo y del ciclo hidrológico; de fijación del carbono
atmosférico; de depósito de la diversidad biológica y como elementos fundamentales del paisaje”. Esta situación
obliga a la Administración a su conservación y, en su caso, restauración desde esta perspectiva. Por ello el
monte público se convierte en un espacio de referencia, en herramienta territorial clave de las políticas de
gestión del medio natural, cuyas líneas maestras deben encontrar, antes que en ningún otro lugar, directa
correspondencia en el manejo de estos espacios forestales.
La novedosa figura de monte protector (Ley de Montes, 43/2003) afecta tanto a los montes públicos como
a terrenos forestales de titularidad privada. Bajo esta denominación se incluyen aquellos montes “situados en
áreas forestales declaradas de protección o aquellos que se encuentren en las áreas de actuación prioritaria para los
trabajos de conservación de suelos frente a procesos de erosión...”, entre otros. En general, todos los montes que
participan del Altiplano quedarían incluidos dentro de este grupo de montes protectores por ser esta zona
históricamente problemática en cuanto a la erosión (apartado 10.2.).
En gran parte condicionado por los pírricos niveles de productividad potencial forestal de la mayoría de
montes del Altiplano (apartado 7.5.), la lucha contra la erosión ha sido uno de los principios fundamentales,
quizá el que más, en la gestión de sus montes públicos durante las últimas décadas. Y es importante que así
siga siéndolo.
Entre la década de los 70 y hasta principios de los 90 del pasado siglo, los montes públicos giennenses en
el Altiplano fueron objeto de un gran número de proyectos de restauración hidrológica. En tales proyectos
609
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
se ejecutaron plantaciones prácticamente monoespecíficas de Pinus halepensis bajo las que se mantuvieron
y desarrollaron espontáneamente distintas especies arbustivas. Además, se construyeron obras de fábrica
como diques y albarradas, en parte actualmente deterioradas, con objeto de frenar la erosión remontante en
las cuencas. En la provincia de Granada, cuyos montes fueron, en general, adquiridos en fechas ligeramente
posteriores, también han abundado las plantaciones del mismo patrón, si bien escasean las obras de fábrica,
pues estos montes granadinos se imbrican en mayor medida con zonas de cultivo en fondo de rambla.
Ahora bien, el problema de la desertificación, aún siendo relevante en el contexto general del Altiplano y
sus montes, lo es mayor en el conjunto del territorio que en el interior de estos espacios públicos. Un análisis
sobre los valores obtenidos para los conceptos de desertificación heredada y actual (capítulo 10) apoya esta
aseveración. Ambos conceptos de desertificación resultan aproximaciones que integran su reversibilidad, es
decir la capacidad de intervención humana para corregirlas. Así, las áreas con desertificación heredada son
aquellas en las que secularmente han incidido los procesos causantes de la desertificación, provocando una
degradación de la capacidad productiva, siendo un fenómeno muy difícilmente reversible y que, con frecuencia,
conforma medios de alto valor paisajístico. Por el contrario, la desertificación actual aparece en zonas donde
los procesos que causan la desertificación se encuentran activos, siendo aún reversible su nivel de degradación.
En las Tablas 13.2. y 13.3. se exponen los resultados obtenidos para ambos conceptos de desertificación en
todos los montes públicos del Altiplano y según provincias, y en la Figura 13.3. se muestra la proporción de
superficies con ambos tipos de desertificación sobre el total de montes y del Altiplano en su conjunto.
610
Los montes públicos: un espacio de referencia
Figura 13.3. Proporción (%) de áreas con desertificación heredada y actual (desertificadas, cercanas
o potencialmente cercanas) sobre el total de la superficie de montes públicos y del Altiplano
Fuente: Datos cedidos por la Consejería de Medio Ambiente, 2008. Elaboración propia.
De este conjunto de resultados destaca especialmente el hecho de que, mientras la desertificación heredada
en los montes públicos es proporcionalmente superior a la del conjunto del Altiplano (81,75% de la superficie
evaluada vs. 58%, respectivamente), el comportamiento de los montes es el inverso desde el punto de vista
de la desertificación actual (60,5% vs. 73%). O lo que es lo mismo, que los montes públicos albergan una
proporción importante de áreas con procesos seculares de erosión y desertificación, entre las que se incluyen
una parte significativa de los territorios de mayor valor paisajístico como los badlands de Gorafe y el Negratín,
éste último en Cuevas del Campo, el monte Cortijo Conejo en Guadix y Atochares en Benamaurel, pero
sin embargo se trata de espacios donde los procesos actuales de desertificación, aquellos más susceptibles de
manejo, alcanzan menor entidad que en el conjunto del territorio objeto de estudio.
El comportamiento además parece diferir notablemente entre algunas provincias. Así por ejemplo la pro-
porción de monte público alejada o muy alejada de la desertificación actual se encuentra en Jaén en el 71,1%
de la superficie total, mientras que esta cifra desciende a valores del 24,2 y 19,4% en Almería y Granada,
respectivamente.
La Directiva 92/43/CE, relativa a la Conservación de los Hábitats Naturales y la Flora y Fauna Silvestre,
delimita aquellos hábitats susceptibles de protección en función de su amenaza de desaparición, distribución
natural reducida o representatividad de una o varias de las regiones biogeográficas propias del territorio co-
munitario (apartado 8.2.). Pero además, entre estos hábitats, distingue algunos que define como prioritarios
611
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
por encontrarse amenazados de desaparición y suponer su conservación una especial responsabilidad para
la Unión Europea.
Con objeto de analizar la potencial importancia de los montes del Altiplano en la conservación y restau-
ración de este tipo de ambientes considerados prioritarios por la normativa comunitaria, se ha cruzado la
cobertura de montes públicos con la de los hábitats prioritarios incluidos en el área de estudio.
Figura 13.4. Superficie de monte público con hábitats prioritarios, según provincias
De esta manera se obtiene un total de 37 montes públicos que incluyen hábitats prioritarios, re-
partidos sobre una superficie de 5.209,20 ha. Por provincias, Jaén es la que muestra mayor presencia
de hábitats prioritarios en el interior de montes públicos (56% del total), seguida de Granada (32%) y
Almería (12%).
Los hábitats prioritarios con mayor presencia en monte público dentro del Altiplano son tres, si
bien todos ellos correspondientes a la misma clase. Se trata, en primer lugar, de las zonas subestépicas
de gramíneas y anuales del Thero Brachypodietea + Phlomido lychnitidis-Brachypodietum ramosi (48%);
en segundo, de las zonas subestépicas de gramíneas y anuales del Saxifrago tridactylitae-Hornungietum
petraea (36%); y en tercero las zonas subestépicas de gramíneas y anuales del Thero-Brachypodietea +
Teucrio pseudochamaepytis-Brachypodietum retusi (13%). El resto de hábitats prioritarios (Tabla 8.16.)
suman tan solo poco más del 3% del total, lo que resulta muy indicativo de la potencial importancia
que para la conservación de los hábitats prioritarios de índole esteparia pueden tener los montes públi-
cos en este contexto geográfico y ecológico, una circunstancia que hasta ahora no ha tenido peso en la
gestión de estos espacios públicos.
612
Los montes públicos: un espacio de referencia
Tierras rojas entre Hinojares y Pozo Alcón. Al fondo, monte “Cerro de Hinojares” (JA-10002-JA). JC
Los terrenos forestales del Altiplano, debido a los peculiares eventos paleogeográficos y a sus condicio-
nantes biogeográficos y ecológicos, sostienen una flora extremadamente original y amenazada, con profu-
sión de formas endémicas, especies estenócoras, estirpes evolutivamente aisladas y algunas significativas
disyunciones de carácter oriental (apartado 8.1.3.). Y la mayor parte de ellas (Tabla 8.12.), son especies de
carácter estepario.
La superposición entre la distribución conocida para estas especies y la superficie de monte público, permite
evaluar la importancia de los montes para su conservación. A estos efectos se han cruzado ambas capas, de
forma análoga a lo realizado para los hábitats prioritarios.
Tabla 13.4. Montes del Altiplano con especies de flora amenazada (categorías en peligro crítico, en
peligro y vulnerable según Cabezudo et al., 2005) y número de estas especies, según provincias
ALMeRÍA 2 2
GRAnAdA 14 37
JAén 9 16
Fuente: Datos cedidos por la Consejería de Medio Ambiente, 2008. Elaboración propia.
613
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
614
Los montes públicos: un espacio de referencia
Como se observa en la Tabla 13.4., es la provincia de Granada la que destaca con el mayor número de mon-
tes que albergan especies de flora amenazada. Desde el punto de vista cuantitativo, destacan especialmente
los montes GR-50026-AY “Cerros del Pez” (t.m. de Galera, con convenio de cooperación con la Consejería
y 13 especies de flora amenazada) y GR-30037-AY “Atochares” (Benamaurel, con convenio con el ICONA
y 7 especies). Le siguen en importancia, con 3 especies de flora amenazada, los montes de Jaén JA-30104-AY
“Dehesa del Guadiana” (Quesada) y JA-70043-AY “Terrenos Comunales” (Hinojares). Las especies de flora
amenazada que aparecen en mayor número de montes públicos son Cynomorium coccineum, presente en 13
montes, y Limonium quesadense, en 5 montes.
Tabla 13.5. Montes del Altiplano con especies de fauna amenazada (categorías en peligro crítico, en peligro y
vulnerable según Franco y Rodríguez, 2001 y Barea et al., 2007) y número de estas especies, según provincias
ALMeRÍA 28 54
GRAnAdA 35 132
JAén 21 102
Los vertebrados son, entre la fauna amenazada, las especies que, por tener una mayor área de distribu-
ción, concurren en mayor medida en los montes públicos. Así, las especies que solapan en mayor medida
su área de distribución con los montes públicos son todas aves, en concreto la ganga ortega (Pterodes
orientalis), presente en 38 montes, el halcón peregrino (Falco peregrinus) en 28, y el águila real (Aquila
chrysaetos), en 25 de ellos.
La información relativa a la fauna y flora amenazada, así como a los hábitats prioritarios, avala,
por tanto, el importante papel que pueden desempeñar los montes públicos en la conservación de la
biodiversidad en el Altiplano. En el capítulo siguiente se hará una diagnosis de la importancia relativa
del territorio desde esta perspectiva, y tanto ésta como sus parámetros base se suministran también en
formato digital, incluyendo las localizaciones concretas de las especies y comunidades de mayor nivel
615
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
a modo de epíLoGo
Para la restauración del medio natural desde esta óptica se entiende procedente avanzar en la natura-
lización de las masas de pinar de pino carrasco, en la ampliación de la superficie ocupada por la dehesa de
encinas más o menos abierta, y en la restauración de los medios abiertos, especialmente hacia el modelo
de estepa leñosa de esparto y caméfitos, prestando una especial atención a las manchas de hábitat prio-
ritario delimitadas como tales en la Directiva Hábitats y presentes en estos montes. Este modelo general,
obviamente, debe compaginarse en aquellos montes con mayor riesgo de erosión con acciones tendentes
a atenuar ésta.
Con carácter general para los montes más llanos, la tendencia del manejo debiera dirigirse a configurar
paisajes en mosaico en el que se imbricaran por un lado las llanuras abiertas, laxamente cubiertas por ma-
torral de caméfitos y esparto, admitiendo bajas densidades de pies arbóreos de encina o pino carrasco, en
mayor densidad en las zonas de transición con las masas arbóreas y nula hacia el centro de las mismas; por
otro, las masas de pino carrasco, que mejorarían sustancialmente aumentando la cobertura de matorral y
616
Los montes públicos: un espacio de referencia
Manejo de la vegetación esteparia en el corredor Mágina-Cazorla. Se trata del proyecto mejor dotado entre los
ejecutados en el Altiplano para el fomento de especies y hábitats esteparios sobre monte público. MY
reduciendo la de pies arbóreos, desde densidades máximas en torno a 400 pinos/ha a únicamente pies aisla-
dos en los ecotonos; por otro, la dehesa de encinas, que ha recuperado recientemente parte de la superficie
perdida; y finalmente, según zonas, otras teselas integradas por la vegetación espontánea de la cabecera y
cajas de las ramblas, la propia de los afloramientos de yesos y saladares, así como pequeñas parcelas de cereal
y leguminosas grano. Todo ello constituiría un modelo paisajístico multifuncional y ecológicamente valioso.
Y superpuesto a este modelo, como parte integrante del mismo, se entiende importante el mantenimiento de
usos tradicionales como la caza o la ganadería extensiva (ésta última actualmente objeto de un aprovecha-
miento experimental en parte del citado monte Ctjo. Conejo), y la recuperación de otros, como el cultivo en
secano de pequeñas parcelas de cereal y leguminosas grano con destino a alimentación de las aves esteparias
y, en general, la fauna silvestre.
En definitiva, en un escenario territorial como es el Altiplano, intensamente utilizado por el hombre (ca-
pítulo 5), socioeconómicamente deprimido (6), climatológicamente semiárido (7), albacea de una extraor-
dinaria diversidad y originalidad biológica (8), actualmente incurso en intensos procesos de transformación
en los usos del suelo (9) y sensible a los procesos de desertificación (10), a buen seguro no hay otra función
más prioritaria de sus montes que la de servir de garante a la preservación de los suelos y la biodiversidad, y
hacerlo, en la medida de lo posible, de manera que ello constituya un elemento de desarrollo local y susten-
table en el tiempo.
617
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Figura 13.5. Un ejemplo de experiencias forestales en montes de carácter estepario: Esquema del procedi-
miento empleado en el transplante de macollas de esparto (año 2006, monte Ctjo. Conejo, Guadix), en lo sus-
tancial similar al propuesto por los ingenieros del antiguo Servicio Nacional del Esparto (1953). (MY)
1
2
4
8
1. Preparación de un atochar senescente mediante desbrozadora de cadenas. Esta actuación facilita la individua-
lización y entresaca de las atochas objeto de transplante. Además, rejuvenece el espartal para su tratamiento
posterior como hábitat adecuado a la alondra ricotí y otras aves esteparias amenazadas.
2. Preparación de barro de tierra y estiércol cribados, para embarramiento de las raíces en las atochas levantadas.
3. Selección y levantamiento de atochas con cepellón, mediante herramienta manual.
4. Embarrado del cepellón de la atocha.
5. Acopio de atochas en pequeñas cantidades, en cajas individuales para cada trabajador. Una vez llena, el pro-
pio trabajador transporta la caja con 8-10 atochas a la zona vecina de transplante, posibilitando que la planta
(protegida por el embarrado) no permanezca más de 1- 2 horas fuera de la tierra.
6. Ahoyado. Primero “marcado” por la máquina, que levanta y esponja el terreno, para ser luego acabado ma-
nualmente por el trabajador en el momento de plantar cada atocha.
7. Plantación de la atocha transplantada.
8. Estado final de una atocha tras su trasplante.
618
Los montes públicos: un espacio de referencia
SUPERFICIE SUPERFICIE %
PROVINCIA MUNICIPIO TITULAR NOMBRE CMPA COD CMPA
INCLUIDA (ha) DEL MONTE (ha) INCLUSIÓN
619
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
SUPERFICIE SUPERFICIE %
PROVINCIA MUNICIPIO TITULAR NOMBRE CMPA COD CMPA
INCLUIDA (ha) DEL MONTE (ha) INCLUSIÓN
GRAnAdA Alicún de Ortega CMA Señorío de Alicún de Ortega GR-10133-JA 785,64 785,64 100,00
Baza CMA Cuevas del Quemado GR-10058-JA 41,41 41,41 100,00
Narvaez y Otros GR-11001-JA 5,19 3.769,86 0,14
Beas de Guadix CMA Cerro Lares GR-10085-JA 117,71 117,71 100,00
Ayto Monte de Beas GR-30094-AY 366,83 366,83 100,00
Benamaurel Ayto Atochares GR-30037-AY 5.638,98 5.638,98 100,00
Castilléjar CMA Los Barranquitos GR-10077-JA 535,88 535,88 100,00
Ayto Terrenos Comunes GR-70005-AY 1.533,82 1.533,82 100,00
Castril Ayto Las Hazadillas GR-30050-AY 114,89 1.513,10 7,59
La Salobre-Las Almontaras GR-30071-AY 64,54 210,80 30,62
Cortes y Graena Ayto Lote 300 (Parcelación Cortes y Graena) GR-30038-AY 778,90 793,29 98,19
Cuevas del Campo Ayto Monte del Pueblo de Cuevas del Campo GR-70011-AY 4.537,76 4.537,76 100,00
Cúllar CMA Los Censos GR-11131-JA 229,84 277,76 82,75
Ayto Coto de la Vizcaína GR-50022-AY 35,66 149,23 23,90
Las Guindaleras y El Periate GR-50023-AY 73,90 96,53 76,56
Monte de Cúllar GR-50024-AY 167,33 539,77 31,00
dehesas de Guadix CMA Mesillas y Ramblas de la Higuera GR-10127-JA 432,39 432,39 100,00
Fonelas Ayto Cortijo de Mesina GR-30023-AY 611,78 611,78 100,00
Galera Ayto Cejos del Llano de la Tejera GR-50025-AY 1.903,98 1.903,98 100,00
Cerros del Pez GR-50026-AY 2.176,20 2.176,20 100,00
Guadix CMA Cortijo Conejo GR-11052-JA 2.081,51 2.081,51 100,00
Rambla Seca GR-11054-JA 1.466,37 1.466,37 100,00
Ayto Monte de Guadix GR-70003-AY 392,11 392,11 100,00
Huéneja CMA Cortijo de París (II) GR-11109-JA 9,83 46,75 21,03
Huéscar CMA Sierra Bermeja GR-11005-JA 641,81 3.037,26 21,13
Sierra Seca GR-11120-JA 35,20 863,06 4,08
Ayto Solana y Sierra del Muerto GR-30001-AY 18,93 297,23 6,37
Jérez del Marquesado Ayto Monte del Pueblo de Jérez del Marquesado GR-30003-AY 26,03 6.925,36 0,38
Marchal Ayto Terrenos Comunes GR-30102-AY 483,36 483,36 100,00
Morelábor Ayto Cerro del Polvorín GR-70012-AY 12,71 12,71 100,00
Orce CMA La Encarba y otros GR-11011-JA 413,55 3.492,95 11,84
Ayto Sierras de Orce GR-30034-AY 378,96 2.697,03 14,05
Pedro Martínez Ayto La Jurisdicción o El Mencal GR-50033-AY 312,91 312,91 100,00
Peza (La) Ayto Monte de la Peza GR-30009-AY 1.717,53 6.107,26 28,12
Polícar Ayto Cortijada de Polícar o Solana Río Alhama GR-21005-AY 56,93 56,93 100,00
Valle del Zalabí Ayto Sierras de Charches GR-50003-AY 1,17 4.278,02 0,03
Rescinto GR-50031-AY 634,24 932,46 68,02
Villanueva de Las Torres CMA El Romeral GR-11048-JA 516,83 516,83 100,00
Zújar Ayto Monte del Pueblo de Zújar GR-30048-AY 5.712,96 5.712,96 100,00
620
Los montes públicos: un espacio de referencia
SUPERFICIE SUPERFICIE %
PROVINCIA MUNICIPIO TITULAR NOMBRE CMPA COD CMPA
INCLUIDA (ha) DEL MONTE (ha) INCLUSIÓN
JAén Cabra del Sto. Cristo CMA La Cabrita JA-10140-JA 166,21 166,21 100,00
Dehesa de San Pablo JA-10196-JA 47,65 47,65 100,00
Las Cumbres JA-11011-JA 336,23 336,23 100,00
El Ceacejo JA-70062-JA 10,29 223,22 4,61
Hinojares CMA Cerro de Hinojares JA-10002-JA 323,13 647,66 49,89
Ayto Terrenos Comunales JA-70043-AY 1.873,61 1.873,61 100,00
Huesa CMA El Gomer JA-11208-JA 137,50 137,50 100,00
Charrín JA-11502-JA 1.410,54 1.410,54 100,00
Ayto Baldíos JA-30008-AY 3.548,10 3.548,10 100,00
Peñas de Caja JA-30009-AY 603,33 607,76 99,27
Bernales JA-30110-AY 2.664,11 2.664,11 100,00
Jódar CMA Cortijo Nuevo JA-10501-JA 884,07 884,07 100,00
Ayto Los Pinares JA-30007-AY 97,66 1.535,78 6,36
La Lancha, Fontanarejo y otros JA-30035-AY 16,45 118,96 13,84
Larva CMA Chillón JA-10198-JA 57,69 57,69 100,00
Peña Negra JA-11188-JA 180,03 180,03 100,00
Pozo Alcón CMA Cerros del Pozo JA-10006-JA 11,31 3.392,66 0,33
Los Cotos JA-10202-JA 1.237,52 1.237,52 100,00
Cañadilla del Mojón del Chaparral JA-10511-JA 2,44 2,44 100,00
Quesada CMA El Molejón JA-10081-JA 4,00 4,00 100,00
Coto de los Viudos JA-10207-JA 386,59 386,59 100,00
Poyo de Santo Domingo JA-11007-JA 10,00 7749,89 0,13
Cortijo del Pino y Otras (Las Cumbres) JA-11012-JA 348,44 348,44 100,00
Ayto Dehesa del Guadiana JA-30104-AY 7.084,93 7.228,85 98,01
Fuente: Catálogo de montes públicos de Andalucía a escala de detalle. Consejería de Medio Ambiente. Junta de Andalucía, 2008.
621
Diagnosis territorial
y biodiversidad:
el Valor de
Conservación
Sisón. JMD
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Miguel de Unamuno
A lo largo de los capítulos precedentes se ha pretendido caracterizar el territorio desde distintas aproxi-
maciones. El medio físico, el paisaje, las biocenosis y el fundamental factor humano, tanto en lo que respecta
a la población como a los usos del territorio y su evolución, han sido tratados con la suficiente profusión
como para hacer de este documento una herramienta de consulta fundamental en el futuro conocimiento
y gestión del Altiplano estepario.
624
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
Esta importante diversidad biológica es, junto al interés por compatibilizar su preservación con
el desarrollo económico y social en el territorio, la causa última que llevó a la Consejería de Medio
Ambiente de la Junta de Andalucía a impulsar este trabajo. Un proyecto en el que ahora toca discernir
dónde y cómo se encuentran las zonas del Altiplano con mayor relevancia para la conservación de la
biodiversidad.
El objetivo de la información generada es, una vez integrada en un sistema de información geográfica,
servir para la sectorización del territorio y la delimitación de áreas prioritarias en cuanto a su importancia
para la conservación de la biodiversidad, arbotante sobre el que ha de apoyarse una parte sustancial del do-
cumento estratégico propuesto en el capítulo 15 de este trabajo.
625
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
flora y fauna que alberga un determinado marco geográfico, se pueda delimitar en él aquellas zonas
de mayor riqueza y/o contenido en especies raras. Pero, este planteamiento tropieza con dos escollos
importantes: el coste excesivo (económico, metodológico y temporal) que supone el muestreo de todos
los grupos taxonómicos, y la notable escasez de información sobre la mayoría de estos grupos. Esto ha
planteado la utilización de los taxones mejor conocidos y/o más fáciles de muestrear como indicadores
del interés global de dicha zona (p.e. Murphy y Wilcox, 1986; Lawton, 1996; Bibby et al., 1992, 2000;
en este ámbito Yanes et al., 2005). Sin embargo, es necesario que la elección del taxón indicador sea
acertada en el sentido de que éste sea lo más representativo posible de la biodiversidad, es decir, que
las zonas más ricas en especies del taxón indicador, también lo sean en el resto de taxones, incluyendo
además especies raras o vulnerables a la extinción (Prendergast et al., 1993; Reid, 1998). Esta relación
no es a veces muy directa entre distintos taxones (Kerr, 1997; Chase et al., 2000) y la disonancia suele
guardar relación con la escala de trabajo (Grand et al., 2003). A pesar de esto, la falta de información
sobre la mayoría de grupos taxonómicos y la imposibilidad material en la mayoría de los casos de aco-
meter un estudio de la distribución de todas las formas de vida en un territorio más o menos extenso,
predispone a que los criterios finales para la selección de lugares susceptibles de protección se apoyen
inevitablemente en taxones indicadores conspicuos, casi siempre aves.
Existen evidencias sobre la relación entre la riqueza de aves, en su mayoría relativamente fáciles de
observar y censar, y la riqueza total de especies. Por ejemplo Bibby et al. (1992) encontró una notable
coincidencia a nivel mundial entre zonas con una apreciable diversidad y singularidad de aves y con una
alta riqueza en otros grupos taxonómicos de animales y plantas. Y aún más tempranamente, Murphy
y Wilcox (1986) habían demostrado que criterios de protección a escala regional basados en las aves,
garantizaban también una protección adecuada a especies con valor de conservación de otros grupos
taxonómicos. Por tanto, entre éstas se pueden delimitar buenos indicadores del valor del territorio en
el ámbito de estudio.
Ahora bien, el nivel de conocimiento actual sobre otros grupos taxonómicos en el territorio, aunque dista
de ser el óptimo, es lo suficientemente adecuado como para incluir también taxones de distintos grupos como
especies indicadoras. No es éste el caso de vertebrados como los reptiles o anfibios, bien conocidos pero entre
los que no se encuentra en el territorio ninguna forma de vida de especial rareza, singularidad o sensibilidad.
Pero sí de otros vertebrados, plantas vasculares y determinados grupos de invertebrados. Además, entre estos
últimos grupos existen, a diferencia de las aves, un importante número de especies marcadamente estenó-
coras e incluso endémicas del territorio, especies que por otro lado presentan un elevado nivel de amenaza
y son buenas indicadoras, en su escasez y pequeña área de distribución, del emplazamiento actual de zonas
de gran importancia para la conservación de la biodiversidad (New, 1995; Grand et al., 2003; Gjerde et al.,
2003). A delimitar y describir estos taxones y las biocenosis de las que forman parte, se dedicó una parte
importante del capítulo 8.
Por ello, en el presente trabajo se utilizan como indicadoras todas las especies de flora y fauna silvestre
que cumplen los dos requisitos siguientes: 1) estar catalogadas en sus respectivos libros rojos de Andalucía
(Franco y Rodríguez, 2001; Cabezudo et al., 2005; Barea et al., 2008) con categoría de amenaza vulnerable
626
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
pLantas vascuLares
Las plantas vasculares suponen una de las principales aportaciones al conjunto de la diversidad y sin-
gularidad biológica del Altiplano. Aproximadamente el 30% de las especies integrantes de la flora en las
hoyas de Guadix y Baza son exclusivas de zonas áridas (Sánchez et al., 1998). Además, entre ellas concurre
un gran número de especies originales, en su mayoría distribuidas sobre pequeñas superficies y sujetas a
procesos de rarefacción por los cambios de uso y la fragmentación del hábitat (Cabezudo et al., 2005; del
Río y Peñas, 2006).
Como especies indicadoras se han seleccionado un conjunto de 30 taxones vegetales, los cuales se mues-
tran en la Tabla 14.1.
627
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
invertebrados
El Altiplano estepario es una de las diez zonas más importantes de Andalucía para la conservación de los
invertebrados continentales (Consejería de Medio Ambiente, 2006), destacando por su riqueza en artrópodos y
moluscos continentales amenazados, así como por la riqueza y singularidad de las especies presentes. El Libro Rojo
de los Invertebrados de Andalucía (Barea et al., 2008) reconoce al menos 23 especies amenazadas en este territorio,
si bien tan solo para 9 de ellas existe información disponible a escala 1x1 km. Éstas se indican en la Tabla 14.2.
Tabla 14.2. Especies de invertebrados consideradas indicadoras. Nivel de amenaza según Barea et al. (2008)
peces
A pesar de que los cauces de aguas permanentes son relativamente escasos en el Altiplano y están muy
condicionados por los usos circundantes (apartado 7.6.), entre la ictiofauna local se encuentran 5 especies con
628
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
un grado de amenaza de nivel vulnerable o en peligro según el Libro Rojo de los Vertebrados de Andalucía
(Franco y Rodríguez, 2001), todas ellas con distribución conocida a escala 1x1 km.
Tabla 14.3. Especies de peces consideradas indicadoras. Nivel de amenaza según Franco y Rodríguez (2001)
aves
Las aves son, en general, el grupo faunístico más utilizado como indicador en la literatura científica. En
el Altiplano destacan dos grupos, las aves esteparias y las rapaces rupícolas, suponiendo entre ambas casi el
90% de las 9 especies de aves que cumplen los requisitos establecidos en este trabajo para ser consideradas
indicadoras (Tabla 7.4.).
Por un lado, las aves esteparias son muy sensibles a los cambios en el uso del suelo y constituyen el conjunto
ornitológico con un mayor grado de amenaza en Andalucía (Yanes y Delgado, 2006). Por otro, la posición de
las rapaces en los tramos superiores de la pirámide trófica y su relativo gran tamaño, las han hecho intensa-
mente utilizadas como indicadores en programas de diseño de reservas, gestión del territorio y seguimiento
de procesos ambientales (p.e. Morrison, 1986; Williams et al., 1996).
Tabla 14.4. Especies de aves consideradas indicadoras. Nivel de amenaza según Franco y Rodríguez (2001)
629
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
mamíferos
Finalmente los mamíferos, con 10 especies, suponen algo más del 15% de todas las consideradas aquí como
indicadoras para el cálculo del Valor de Conservación. La mayor importancia dentro de este grupo recae en
las distintas especies de murciélagos amenazados, sobre cuyo conocimiento en el Altiplano se ha avanzado
en los últimos años de forma significativa (Garrido, 2007).
Tabla 14.5. Especies de mamíferos considerados indicadores. Nivel de amenaza según Franco y Rodríguez (2001)
630
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
631
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Como resultado de todo ello puede garantizarse la existencia de información uniforme relativa a todo
el territorio en el caso de las aves, y para el resto de especies indicadoras delimitadas en el apartado 14.2.2.,
cuando menos un nivel aceptable de conocimiento sobre su distribución y casuística. Un conocimiento que
está sustentado básicamente en la previa labor de inventario realizada, durante la última década, por los
distintos programas y proyectos emprendidos por la Consejería de Medio Ambiente.
En el caso de algunas aves, debido a su mayor movilidad y requerimientos espaciales, se han establecido
una serie de “buffer” o áreas de influencia. Así, para las aves rapaces se ha establecido un radio de 1’5 km
desde el emplazamiento del nido, asignando el valor de la especie a todas las cuadrículas intersectadas por
tal radio. Éste es el caso también del alimoche, actualmente extinto como reproductor en el Altiplano, pero
cuyos últimos nidos han recibido igual tratamiento. Para la alondra ricotí, también extinta como reproduc-
tora, se han considerado las citas correspondientes a período reproductivo como las de invernada en los
últimos diez años (Calero et al., 2005; Martín et al., 2006). En esta especie y la ganga ortega se ha empleado
632
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
la información del Programa de Conservación de las Aves Esteparias en Andalucía, utilizando igualmente
un radio de 1,5 km alrededor de UTM conocidas.
Tras recopilar toda la información preexistente, se diseñó una base de datos para introducir de forma es-
tandarizada esta información de forma que fuese operativa su incorporación a un Sistema de Información
Geográfica, el cual ha sido construido mediante el programa ArcGIS.
Una vez obtenida la base de datos cartográfica y con el objeto de asegurar la calidad de la misma, el cóm-
puto analítico fue revisado y validado con datos de contraste, revisando uno a uno los valores de la base de
datos original, contrastando de este modo la geometría final obtenida en la reconstrucción espacial.
Con anterioridad se ha apuntado la delimitación de “hotspots” como zonas que contienen una gran riqueza
específica o en las que se produce concentración de especies raras o amenazadas, como la metodología más
utilizada en la actualidad. Sin embargo, algunos investigadores han propuesto la inclusión de otros criterios
en la selección de estas áreas prioritarias o la combinación de varios de ellos, pues a veces no coinciden los
patrones de distribución de la riqueza y de la endemicidad o rareza (Prendergast and Eversham, 1997; Kerr,
1997). Para este análisis se ha optado por el diseño de un índice propio que, atendiendo a los valores nor-
malmente utilizados para la delimitación de áreas importantes, se adaptara de forma más específica a los
objetivos del trabajo. Esta premisa indujo a establecer un índice que integra cuatro parámetros: Endemicidad,
Vulnerabilidad, Exclusividad y Singularidad taxonómica.
La Endemicidad (Eni) porque precisamente es ésta una de la características más relevantes del territorio
desde el punto de vista de la diversidad biológica. Los hábitats esteparios, especialmente los desarrollados
sobre yesos y saladares, albergan numerosos endemismos (p.e. Gómez-Campo, 1987; Suárez et al., 1991;
Valdés et al., 1999 y 2000); por ello en el Altiplano andaluz concurre una importante proporción de taxones
endémicos de este territorio, Andalucía y el sureste ibérico. Pero además, también lo hace otro conjunto de
especies que se distribuyen únicamente por ésta y otras zonas esteparias de Andalucía, la Península Ibérica, y
en algún caso el norte de África y el extremo oriental del Mediterráneo, como reflejo paleogeográfico de los
procesos de colonización, fragmentación y especiación acaecidos desde la desecación del mar Mediterráneo
en el período Messiniense, hace aproximadamente 6 millones de años (p.e. Suárez et al., 1991).
La Vulnerabilidad (Vui) porque, en general, este tipo de taxones sufren intensamente las consecuencias
de los drásticos cambios de uso que manifiestan las estepas en el contexto andaluz e ibérico, encontrándose
entre ellas un gran número de formas de vida silvestre amenazadas, catalogadas como tales en los respectivos
libros rojos.
633
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La Exclusividad (Exi) porque confiere un valor complementario a los dos parámetros anteriores, en el
sentido de que una parte de los taxones tiene además una distribución muy restringida, limitada a uno o
unos pocos enclaves en Andalucía.
Y, por último, la Singularidad taxonómica (Sti), con la que se pretende dar mayor valor a aquellos indi-
cadores en los que, además, concurre una originalidad importante desde el punto de vista taxonómico. Es
decir, a aquellas especies cuya hipotética extinción supusiera, por ejemplo, la pérdida de todo un género o
buena parte del mismo.
Recogiendo estos cuatro parámetros, el algoritmo utilizado para la estima del Valor de Conservación en
cada unidad territorial es el siguiente:
Siendo:
Eni. el valor (entre 0-1) de Endemicidad de cada especie, de acuerdo a la siguiente escala.
Vui el valor (entre 0-1) de Vulnerabilidad de cada especie según su catalogación en el Libro Rojo de los
Vertebrados Amenazados de Andalucía (Franco y Rodríguez, 2001), de acuerdo con la siguiente escala.
En peligro 0,80
Vulnerable 0,60
Exi el valor (entre 0 y 1) de Exclusividad de cada una de las especies contactadas en este muestreo,
siendo éste calculado como 1-fi, siendo a su vez fi la proporción de unidades geométricas de infor-
mación (cuadrículas UTM 1 x 1 km; apartado 6.2.4) en que aparece dicha especie sobre el total del
Altiplano andaluz.
Sti el valor (entre 0 y 1) de Singularidad taxonómica de cada especie siendo éste calculado como 1/ número
de especies de su género en Andalucía.
Aparte de los parámetros cuantificados, este algoritmo incluye implícita la riqueza de especies indicadoras,
dado que es un sumatorio que toma valores superiores cuanto mayor sea el número de especies que confluyan
en cada unidad territorial.
Finalmente, el valor obtenido del sumatorio en cada unidad geométrica de información se ha dividido por
el de mayor valor y posteriormente multiplicado por 100, con objeto de obtener valores comprendidos entre
0 y 100, más manejables e intuitivamente descriptivos.
634
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
La sola presencia de una especie crítica motiva que se asigne a ésta la máxima importancia, es decir el
valor 1. Se pretende con ello garantizar que su relevancia no quede en ningún caso diluida en el tratamiento
matemático enunciado en el punto anterior, puesto que en sí misma confiere importancia capital al terri-
torio y debe entrañar máxima precaución a la hora de evaluar y acometer actuaciones o transformaciones
sobre el mismo.
Las especies consideradas como críticas y presentes en este territorio son las 8 que estando consideradas
como “en peligro crítico de extinción” en los respectivos libros y lista roja de Andalucía (Franco y Rodríguez,
2001; Cabezudo et al., 2005; Barea et al., 2008), se dispone de información sobre su distribución a escala 1x1
km. A ellas se ha añadido una novena especie, la alondra ricotí que, si bien fue considerada en 2001 única-
mente como “en peligro”, se trata de uno de los vertebrados más escasos de Andalucía, con solo 19 machos
territoriales en toda la región (Martín et al., 2006).
14.2. Resultados
635
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Posteriormente, a los efectos de facilitar el análisis de los datos y, sobre todo, para simplificar los criterios
de gestión que hayan de proponerse en cada una de las clases, todos los registros obtenidos en el Valor de
Conservación se han agrupado en cuatro clases: 0, >0-20, >20-40 y >40-100. En la Tabla 14.7. se muestran los
valores frecuenciales obtenidos en la distribución del Valor de Conservación mediante esta clasificación.
636
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
SIN VALOR DE CONSERVACIÓN 307,9 (6,4) 2.130,2 (43,9) 219,2 (4,5) 2.657,3 (54,8)
CON VALOR DE CONSERVACIÓN 201,1 (4,1) 1.675,4 (34,5) 319,1 (6,6) 2.195,6 (45,2)
SIN VALOR DE CONSERVACIÓN 307,9 (6,4) 2.130,2 (43,9) 219,2 (4,5) 2.657,3 (54,8)
>0-20 191,3 (3,9) 1.270,0 (26,2) 217,7 (4,5) 1.679,0 (34,6)
>20-40 9,8 (0,2) 293,0 (6,0) 67,3 (1,4) 370,1 (7,6)
>40-100 0,0 (0,0) 112,4 (2,3) 34,1 (0,7) 146,5 (3,0)
Ahora bien, si tomando como unidades las cuadrículas de 1x1 km se analiza la proporción de territorio con
Valor de Conservación (Figura 14.3.), se observa que el patrón es diferente según provincias (Chi2= 61,245;
2 g.l., p= 0,000). Tal diferencia se debe a la mayor proporción de cuadrículas con Valor de Conservación en
Jaén (Figura 14.3.), significativamente mayor que las de Granada (Chi2= 55,637; 1 g.l., p= 0,000) y Almería
(Chi2= 44,830; 1 g.l., p= 0,000). Sin embargo, entre esta última y Granada no parece haber diferencias sig-
nificativas (Chi2= 1,817; 1 g.l., p= 0,178).
Figura 14.3. Frecuencia de cuadrículas de 1x1 km con Valor de Conservación en las tres provincias. A tal efecto se han
considerado las cuadrículas que corresponden íntegramente a cada una de ellas (n= 5.372), excluyendo aquellas compartidas
637
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
638
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
40 - 100 %
20 - 40 %
< 20 %
Valor 0
639
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
A este fin se ha utilizado un modelo de regresión lineal, considerando como variable dependiente el Valor de
Conservación. Las variables consideradas independientes han sido las superficies edificadas, agrícolas, forestales
y de zonas húmedas, Espacios Naturales Protegidos (RENPA + LIC), hábitats de interés comunitario y hábitats
prioritarios de la Directiva 92/43/CEE, montes públicos y zonas de desertificación heredada muy cercana o
desertificada. También se consideró como variable independiente en el modelo la longitud de los cursos de agua.
La unidad de muestreo empleada para cada una de las variables es la cuadrícula de 1x1 km de lado. Debido
a la falta de normalidad en los datos (Figura 14.2.), estos se transformaron logarítmicamente según la expre-
sión x’= log (x+1) y el análisis se ha realizado mediante el paquete comercial Statistica v.6.
Los principales resultados de la aplicación de este modelo (Tabla 14.8.) muestran que existe un cuerpo de
variables que intervienen significativamente de forma positiva en el Valor de Conservación. Se trata, por
un lado, de las superficies forestales y montes públicos, por otro de las zonas húmedas y cursos fluviales y,
finalmente, de los hábitats de interés y considerados prioritarios en la Directiva 92/43/CEE. Por el contrario,
una variable interviene negativamente en el Valor de Conservación y, paradójicamente, se trata de aquella
que delimita los escasos territorios considerados como espacios naturales protegidos en el Altiplano. El resto
de variables, tales como las superficies edificadas, agrícolas y desertificadas, no parecen influir significativa-
mente en el Valor de Conservación a esta escala territorial.
640
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
Estos resultados, si bien robustos, deben tomarse con precaución en lo que respecta a su hipotético carácter
predictivo, pues realmente el bajo valor obtenido para R2 en el modelo tan solo permite explicar una parte
pequeña de la varianza total en la variable dependiente, en este caso el Valor de Conservación. Otros factores
no considerados en el presente trabajo deben estar jugando también un papel relevante en la distribución
territorial del Valor de Conservación a esta escala, probablemente vinculados al peculiar pasado evolutivo
del territorio. En cualquier caso, a continuación se analiza por separado el comportamiento de las variables
que, como independientes, han intervenido en el modelo y su relación con el Valor de Conservación.
La distribución geográfica del Valor de Conservación en función de las cuatro grandes clases de usos del
suelo previamente consideradas (capítulo 9, Tabla 9.2.) muestra, según el modelo, una significativa relación
positiva con las zonas húmedas y terrenos forestales, mientras que parece independiente de las zonas edificadas
y agrícolas. Un sencillo análisis tomando como unidades las cuadrículas de 1x1 km revela idénticos resultados
al comparar la proporción de cuadrículas con Valor de Conservación y sin éste, tanto en el caso de las zonas
húmedas (Chi2= 49,782; 1 g.l., p= 0,000) y forestales (Chi2= 15,851; 1 g.l., p= 0,000), como en el de las super-
ficies edificadas (Chi2= 3,290; 1 g.l., p= 0,070) y agrícolas (Chi2= 0,033; 1 g.l., p= 0,857). En la Tabla 14.9. se
muestra la proporción de superficies en función de estas principales clases de uso del suelo en el Altiplano, y
en las Tablas 14.10. y 14.11. la tipología desglosada de usos para las clases agrícola y forestal, respectivamente.
641
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Tabla 14.9. Distribución del Valor de Conservación en función de los principales usos del suelo
642
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
Matorral disperso con pasto y roca o suelo 191,0 65,2 27,3 283,5 12,9
Matorral disperso con pastizal 122,4 34,9 14,5 171,8 7,8
Matorral denso 64,8 17,9 11,4 94,1 4,3
Matorral disp. arbolado: coníferas. Disperso 39,9 6,6 5,9 52,5 2,4
Formación arbolada densa: coníferas 34,4 0,0 0,0 34,4 1,6
Matorral denso arbolado: coníferas densas 23,7 5,6 0,0 29,3 1,3
Matorral disp. arbolado: coníferas. Denso 21,6 6,5 0,0 28,1 1,3
Cultivo herbáceo arbolado: quercíneas. Disperso 16,6 0,0 0,0 16,6 0,8
Matorral disp. Arbolado: quercíneas. Disperso 15,7 0,0 0,0 15,7 0,7
Formación arbolada densa: otras frondosas 5,8 5,6 0,0 11,4 0,5
Matorral denso arbolado: coníferas dispersas 10,1 0,0 0,0 10,1 0,5
Pastizal con claros (roca, suelo) 9,5 0,0 0,0 9,5 0,4
Matorral denso arbolado: quercíneas dispersas 8,7 0,0 0,0 8,7 0,4
Talas y plantaciones forestales recientes 8,3 0,0 0,0 8,3 0,4
Formación arbolada densa: coníferas 0,0 4,4 3,2 7,5 0,3
Pastizal continuo 5,7 0,0 0,0 5,7 0,3
Áreas con fuertes procesos erosivos 1,6 2,4 1,3 5,3 0,2
Otros terrenos forestales 18,7 20,1 13,1 51,9 2,4
El 54,5% de toda la longitud de la red hidrográfica muestra algún Valor de Conservación según el algoritmo
empleado (Tabla 14.12.). Analizado según cuadrículas ello supone una proporción mayor que la del conjunto del
territorio (Chi2= 40,206, 1 g.l., p=0,000), y viene a demostrar, también desde esta perspectiva, la importancia
para la conservación de la biodiversidad que tienen aquellos cursos de agua que atraviesan ambientes semiáridos.
Tabla 14.12. Longitud (m) de cursos fluviales con Valor de Conservación y proporción
de éstas con respecto al total de la red hidrográfica
643
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
644
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
En cuanto a la importancia relativa de los distintos cauces, destaca el hecho de que tan solo cinco de
ellos suponen en su conjunto el 29’2% del Valor de Conservación asignado a la totalidad de la red hi-
drográfica del Altiplano (Tabla 14.13.). Se trata de los ríos Guadiana Menor, Guardal, Fardes, Castril y
Guadalentín. El Guadiana Menor, a cuya subcuenca pertenecen los demás, y el Guadalentín, destacan
por albergar entre ambos el 41,5% de los registros para la clase de mayor Valor (entre 40-100) en cauces
fluviales, mostrando el papel fundamental de estos dos cursos para la conservación de la biodiversidad del
Altiplano. En proporción a su longitud en el Altiplano, éste último río y la rambla Seca destacan, además,
por la alta representación de la clase de mayor Valor de Conservación (62,96 y 49,85% de su longitud,
respectivamente).
645
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Vista aérea del río Guadalentín en su descenso hacia el embalse del Negratín. JH
646
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
647
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
En cualquier caso, desde el punto de vista de la conservación de la biodiversidad, puede asumirse que los
actuales espacios naturales protegidos, además de poco relevantes en términos de número y superficie, son,
en su conjunto, escasamente importantes para la conservación de la biodiversidad en el Altiplano.
Tabla 14.14. Distribución del Valor de Conservación en los espacios protegidos legalmente
SÓLO RENPA 0,0 (0,0) 0,2 (0,0) 0,0 (0,0) 0,2 (0,0)
RENPA+RED NATURA 2000 4,3 (0,2) 9,7 (0,4) 2,1 (0,1) 16,0 (0,7)
SÓLO RED NATURA 2000 15,7 (0,7) 1,7 (0,1) 0,9 (0,0) 18,3 (0,8)
SIN PROTECCIÓN LEGAL 181,0 (8,4) 1.663,9 (77,0) 316,1 (14,6) 2.161,0 (100)
TOTAL ALTiPLAnO 201,1 (9,3) 1.675,4 (77,5) 319,1 (14,8) 2.195,6 (101,6)
Fuente: Elaboración propia.
Área del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas en el interior del Altiplano. MY
648
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
Un caso particular de espacio no protegido son las Zonas de Importancia para las Aves Esteparias (ZIAE).
Ya descritas anteriormente (apartado 8.3.2.), no suponen figura alguna de protección del territorio sino
únicamente un instrumento de trabajo sobre el que sostener acciones posteriores de la Consejería. Como
entre éstas se encuentra precisamente la toma de decisiones sobre el territorio, se ha considerado interesante
analizar también la relación que el Valor de Conservación muestra con respecto a estas ZIAE. Ahora bien,
la distribución de las aves esteparias amenazadas constituye el principal criterio de delimitación de las ZIAE
y estas aves, por otro lado, intervienen también en el algoritmo del Valor de Conservación. Por ello ambos
parámetros no son independientes ni debieran en puridad ser tratados como tales estadísticamente.
Ahora bien, las aves esteparias suponen únicamente el 6,4% de las 63 especies amenazadas que intervienen
en el algoritmo y su distribución coincide con el 54,5% de las cuadrículas con Valor de Conservación asignado.
Sin embargo, el 70,6% de la superficie considerada ZIAE en el Altiplano (75,4 km2) muestra algún Valor de
Conservación (Tabla 14.15.), lo que resulta una cifra notablemente superior al 45,2% de promedio general
para el conjunto del Altiplano (Chi2= 488,105, 1 g.l., p=0,000). Ello, aún con las limitaciones metodológicas
referidas en el párrafo anterior, permite afirmar que las ZIAE parecen ser, hoy por hoy, territorios de mucha
mayor importancia para la conservación del conjunto de la biodiversidad, y no solo de las aves esteparias,
que la escasa representación de espacios naturales protegidos concurrentes en el Altiplano.
Cañadas-Los Llanos 149,8 (6,8) 11,5 (0,5) 0,0 (0,0) 168,6 (31,7)
Hoya de Baza 76,5 (3,5) 16,2 (0,7) 21,4 (1,0) 118,3 (22,2)
Hoya de Guadix 91,5 (4,2) 35,6 (1,6) 8,3 (0,4) 141,2 (26,5)
Sureste de Jaén 74,1 (3,4) 23,6 (1,1) 2,0 (0,1) 104,2 (19,6)
649
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
SuPeRFiCie BAJO FiGuRA de PROTeCCiÓn LeGAL SuPeRFiCie Sin FiGuRA de PROTeCCiÓn LeGAL
(RenPA o Red natura 2000) (RenPA o Red natura 2000) Límite del Altiplano
RENPA
40 - 100 20 - 40 < 20 40 - 100 20 - 40 < 20 Límite autonómico
Red Natura 2000
Límite provincial
650
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
651
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La Directiva 92/43/CEE, relativa a la Conservación de los Hábitats Naturales y la Flora y Fauna Silvestres,
delimita en su anexo I la relación de hábitats susceptibles de protección en función de su amenaza de des-
aparición, distribución reducida y/o representatividad de las distintas regiones biogeográficas. Y delimita
también aquellos considerados como prioritarios por estar más amenazados.
Uno y otro tipo de hábitats han intervenido de forma positiva en el modelo de regresión lineal ejecutado
sobre el Valor de Conservación, resultando, efectivamente, indicativos de territorios importantes para la
conservación de la biodiversidad. Además, ambos tipos de hábitats se comportan de forma similar, no exis-
tiendo diferencias significativas entre sí en la proporción de cuadrículas con Valor de Conservación (Chi2=
0,391, 1 g.l., p=0,532).
SUPERFICIE (km2)
1410 Pastizales salinos mediterráneos (Juncetalia maritimi) 0,6 0,0 1,5 2,1
1420 Matorrales halófilos mediterráneos y 12,4 18,8 10,2 41,3
termoatlánticos (Sarcocornetea fructicosae)
1430 Matorrales halo-nitrófilos (Pegano-Salsoletea) 14,1 1,1 7,4 22,6
1510* estepas salinas mediterráneas (Limonietalia) 5,0 1,4 12,1 18,5
1520* Vegetación gipsícola ibérica (Gypsophiletalia) 10,2 1,0 3,7 14,9
3140 Aguas oligomesotróficas calcáreas con vegetación 1,3 0,6 0,7 2,6
béntica de Chara spp.
3150 Lagos eutróficos naturales con vegetación 0,5 0,6 0,6 1,7
Magnopotamion o Hydrocharition
3280 Ríos mediterráneos de caudal permanente del 0,0 0,6 0,6 1,2
Paspalo-Agrostidion con riberas de Salix y Populus alba
4090 Brezales oromediterráneos endémicos con aliaga 4.455,6 569,8 548,2 5.573,6
5210 Matorrales arborescentes de Juniperus spp. 762,6 5,5 52,1 820,2
5335 Fruticedas, retamares y matorrales mediterráneos 108,1 0,0 0,0 108,1
termófilos: retamares y matorrales de genisteas
6110* Prados calcáreos cársticos del Alysso-Sedion albi 9,3 0,0 0,0 9,3
652
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
6220* Zonas subestépicas de gramíneas y anuales del 5.648,1 516,2 499,7 6.664,0
Thero-Brachypodietea
6310 dehesas perennifolias de Quercus spp. 221,0 0,0 0,0 221,0
6420 Prados húmedos mediterráneos de hierbas altas del 84,2 36,4 4,8 125,4
Molinion-Holoschoenion
8211 Vegetación casmofítica: subtipos calcícolas 2.586,8 443,0 4,3 3.034,1
8230 Roquedos silíceos con vegetación pionera del 299,0 0,0 200,3 499,3
Sedo-Scleranthion o del Sedo albi-Veronicion dillenii
92a0 Bosques galería de Salix y Populus alba 209,9 64,4 45,6 320,0
92D0 Arbustedas, tarayales y espinales ribereños 96,3 59,3 21,6 177,2
(Nerio-Tamaricetea, Securinegion tinctoriae)
9340 encinares de Quercus ilex y Quercus rotundifolia 2.964,5 75,7 452,3 3.492,5
9533* Pinares mediterráneos de pinos negros endémicos 83,0 0,0 200,7 283,6
(Pinus salzmannii, Pinus clusiana)
9540 Pinares mediterráneos de pinos mesogeanos endémicos 0,0 0,0 72,9 72,9
9561* Bosques mediterráneos endémicos de Juniperus sp. 314,1 32,5 146,4 493,0
Tabla 14.18. Distribución del Valor de Conservación en los distintos tipos de hábitats prioritarios
653
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
654
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
Formaciones de saladar entre Baza y Benamaurel, hábitat con una elevada concentración de especies raras y amenazadas. MY
Tabla 14.19. Distribución del Valor de Conservación según proximidad a la desertificación heredada
Áreas muy cercanas y/o desertificadas 272,5 (12,4) 64,0 (2,9) 28,1 (1,3) 364,7 (16,6)
Áreas potencialmente cercanas 770,2 (35,1) 158,7 (7,2) 58,5 (2,7) 987,5 (45,0)
Áreas alejadas 632,1 (28,8) 146,9 (6,7) 59,8 (2,7) 838,7 (38,2)
Áreas muy alejadas 4,2 (0,2) 0,5 (0,0) 0,1 (0,0) 4,7 (0,2)
655
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
ÁReAS MuY ALeJAdAS O ALeJAdAS ÁReAS POTenCiALMenTe CeRCAnAS ÁReAS MuY CeRCAnAS Límite del Altiplano
40-100 20-40 <20 40-100 20-40 <20 40-100 20-40 <20 Límite autonómico
Límite provincial
656
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
Las áreas con desertificación heredada muestran una mayor proporción de cuadrículas con Valor
de Conservación y propenden la formación de estructuras singulares en el paisaje. JC
La mayor parte de los terrenos forestales en el Altiplano es de titularidad privada, si bien existen 100 montes
públicos, propiedad de la Junta de Andalucía o los ayuntamientos, que suponen una superficie total de 62.847
ha. El 51,2% de las cuadrículas de 1x1 km con monte público muestran algún Valor de Conservación, lo que
supone una proporción mayor que la del conjunto del territorio (Chi2= 27,797, 1 g.l., p=0,000) y también
mayor que la de los terrenos forestales de titularidad privada (Chi2= 5,817, 1 g.l., p=0,016). Aunque no debe
descartarse que el nivel de prospección y conocimiento de los montes públicos sea superior al del resto de
terrenos forestales, lo cierto es que los montes públicos se revelan como territorios de importancia para la con-
servación de especies singulares y amenazadas, tal y como ya se apuntaba previamente en el capítulo 13.
Tabla 14.20. Distribución del Valor de Conservación en terrenos forestales según propiedad de los montes
657
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Tabla 14.21. Distribución del Valor de Conservación en montes públicos según titularidad y provincias
ALMeRÍA
Monte público ayuntamiento 996,0 (2,9) 0,0 (0,0) 0,0 (0,0) 996,0 (2,9)
Monte público CMA 864,8 (2,5) 91,4 (0,3) 0,0 (0,0) 956,2 (2,7)
GRAnAdA
Monte público ayuntamiento 10.629,4 (30,4) 2.724,5 (7,8) 1.793,5 (5,1) 15.147,4 (43,4)
Monte público CMA 2.884,9 (8,3) 1.326,2 (3,8) 343,5 (1,0) 4.554,6 (13,0)
JAén
Monte público ayuntamiento 7.095,9 (20,3) 2.382,1 (6,8) 297,6 (0,9) 9.775,6 (28,0)
Monte público CMA 2.917,7 (8,4) 474,4 (1,4) 91,8 (0,3) 3.483,9 (10,0)
ALTiPLAnO
Monte público ayuntamiento 18.721, (53,6) 5.106,5 (14,6) 2.091,1 (6,0) 25.919,0 (74,2)
Monte público CMA 6.667,5 (19,1) 1.892,0 (5,4) 435,3 (1,2) 8.994,7 (25,8)
TOTAL 25.388,7 (72,7) 6.998,5 (20,0) 2.526,4 (7,2) 34.913,7 (100)
El monte “Atochares”, en Benamurel, tiene una notable proporción de cuadrículas con alto Valor de Conservación. JC
658
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
SuPeRFiCie de MOnTe PÚBLiCO SuPeRFiCie FueRA de MOnTe PÚBLiCO Límite del Altiplano
40-100 20-40 <20 40-100 20-40 <20 Monte de Ayuntamiento Límite autonómico
Monte de Junta de Andalucía Límite provincial
659
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Todas las superficies a las que el algoritmo ha asignado un Valor de Conservación son importantes para
la preservación de la biodiversidad. Por tanto, aquellas actuaciones, obras y proyectos que siendo proce-
dentes supongan, por su propia naturaleza, un riesgo severo para el medio natural debieran, en principio,
quedar exclusivamente limitados al 54,8% del territorio para el que el modelo no ha asignado un Valor de
Conservación.
Para el 45,2% restante del Altiplano, el modelo sí ha asignado un cierto Valor de Conservación. Por ope-
ratividad, esta fracción se ha subdividido a su vez, tal y como se viene aplicando desde el apartado anterior,
en tres niveles de importancia: >0-20, >20-40 y >40-100.
Al primero de ellos, el más extenso con mucha diferencia (1679,0 km2; 34,6% del territorio), corresponde
la mayor parte del área de distribución de las especies amenazadas de aves esteparias, rapaces, murciélagos,
peces y/o invertebrados, así como las localizaciones de algunos taxones vegetales también amenazados. Casi
dos tercios de esta clase se solapan con superficies agrícolas, lo que complica su gestión, y tan solo un tercio
corresponde a terreno forestal. En cualquier caso, su importancia es, obviamente, la menor entre las que
disponen de Valor asignado y las precauciones de gestión debieran ser fundamentalmente de índole general,
horizontal, relativas sobre todo al seguimiento de tendencias, el control de los cambios en los usos agrícola
y forestal sobre extensiones importantes y la aplicación exhaustiva de la normativa ambiental en materia
de prevención.
El segundo, ya muy inferior en cuanto a extensión territorial en el Altiplano (370,1 km2; 7,6%), corresponde
a territorios muy importantes para la conservación de la biodiversidad, donde por lo general concurren espe-
cies amenazadas singulares y exclusivas, o bien varias especies amenazadas de forma simultánea. Los terrenos
agrícolas y forestales se reparten aproximadamente a medias esta superficie, y entre estos últimos un total de
70 km2 se encuentran sobre monte público, bien propiedad de los ayuntamientos, bien de la propia Consejería
de Medio Ambiente, lo que muestra la conveniencia de priorizar la conservación de la biodiversidad sobre
otros posibles usos en los montes implicados, así como de acometer en ellos programas de restauración que
integren y fomenten su Valor de Conservación. En el resto del territorio comprendido en esta clase, debiera
extremarse el análisis de las posibles afecciones de aquellas obras y proyectos que pudieran elevarse a informe
de la Consejería de Medio Ambiente.
Y, lógicamente, la mayor importancia recae en las cuadrículas correspondientes a la clase con mayor Valor
de Conservación asignado. Se trata de aquellas superficies con presencia de alguna especie en peligro crí-
tico de extinción en Andalucía, o donde se produce una especial concentración de formas de vida silvestre
amenazada. En su conjunto suponen tan solo 146,5 km2, es decir, únicamente el 3% de la superficie total
660
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
del Altiplano, y sobre ellas es perfectamente factible asumir como prioritario, antes que ningún otro condi-
cionante, el mantenimiento de la diversidad biológica. Además, 25,3 km2 de este nivel se encuentran sobre
monte público, constituyendo unas superficies que, por su facilidad de gestión, debieran adquirir carácter
modélico a efectos de la conservación de la biodiversidad.
Además, para no limitar la utilidad futura del modelo debiera irse incorporando al mismo aquella información
de nuevo cuño relativa al descubrimiento de otras localidades de especies amenazadas, distintas a las conocidas
en la actualidad y sobre las cuales se ha ejecutado territorialmente el algoritmo del Valor de Conservación.
Pero desde esta perspectiva sintética, instrumentada sobre el mencionado algoritmo, es posible hacer unas
recomendaciones básicas, potencial y específicamente dirigidas a la gestión del territorio según las distintas
clases consideradas.
En principio no requiere mecanismos especiales de prevención, sin perjuicio de todos aquellos ya contem-
plados en la legislación ambiental de aplicación general en Andalucía.
En este tipo de superficies procede, si cabe, extremar el celo en la aplicación de la normativa ambiental
común en materia de prevención. Complementariamente, dentro del esfuerzo planificador de la Consejería
de Medio Ambiente, podría darse desarrollo a las siguientes recomendaciones:
Control, en la medida de lo posible, de cambios en los usos agrícola y forestal que supongan
alteraciones sobre extensiones importantes de terreno.
661
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Desautorización, en general, de cualquier obra o actuación que suponga deterioro de las con-
diciones del hábitat en estas superficies. Cuando ello sea materialmente imposible, deben
arbitrarse las medidas correctoras y/o compensatorias que aseguren el mantenimiento de las
especies y comunidades afectadas.
Especial control, en la medida de lo posible, sobre los cambios en los usos del suelo cuando
estos entrañen alteraciones significativas en el hábitat.
Declaración de espacios naturales protegidos, a nivel RENPA y/o Red Natura 2000, con objeto
de cubrir una parte representativa de estas superficies.
Se trata de territorios críticos para la conservación de la biodiversidad, y por tanto en ellos debiera conferirse
carácter prioritario a tal característica, lo cual no resulta especialmente complejo debido a su escasa extensión
superficial. Esto debe traducirse en las mayores precauciones y concretamente en las siguientes recomendaciones:
Desautorización de cualquier obra o actuación que suponga deterioro de las condiciones del
hábitat en estas superficies.
Prohibición de cambios en los usos del suelo, arbitrando compensaciones del lucro cesante
para la titularidad de los terrenos cuando ésta proceda en derecho.
Declaración de espacios naturales protegidos, a nivel RENPA y/o Red Natura 2000, con objeto
de cubrir una elevada proporción de estas superficies.
662
Diagnosis territorial y biodiversidad: el Valor de Conservación
El enfoque del modelo del Valor de Conservación, ya se ha dicho, permite la aproximación desde un solo
parámetro a la importancia diferencial del territorio para la conservación de la biodiversidad. Ello tiene varias
utilidades evidentes. La primera es su celeridad como aproximación, la segunda su condición unitaria, y la
tercera su carácter sintético, integrador de una gran cantidad de información recopilada sobre la distribución
y la importancia relativa de las especies amenazadas en el Altiplano.
Ahora bien, siendo una herramienta de utilidad en la conducción de los esfuerzos de planificación y
gestión de la Consejería de Medio Ambiente para con el territorio, no supone una solución definitiva
si no se tienen en cuenta los factores espacio-temporales que inciden sobre la delimitación inicial. Por
eso se ha ofrecido abierto, sustentado en un Sistema de Información Geográfica y aportado en soporte
digital. El modelo tal y como se presenta en este trabajo puede resultar lo suficientemente sólido como
para ser utilizado por la Consejería durante varios años. Pero su utilidad mantendría la máxima calidad
en tanto se fuera incorporando al mismo, con la mayor frecuencia posible, toda aquella información
generada en un futuro en cuanto a nuevas localidades de especies amenazadas, grados de amenaza y
cambios taxonómicos, con respecto a las ahora consideradas y debidamente expuestas en los apartados
precedentes.
Por tanto, se entiende que en condiciones ideales, una revisión al menos bianual de las entradas numéricas
al algoritmo, incorporando los nuevos conocimientos generados durante tal período, se traduciría en una
mayor longevidad y calidad de su utilidad como herramienta de gestión.
Pero además, el carácter abierto del modelo presenta otra utilidad añadida, la de permitir el ensayo
de nuevos teatros numéricos por parte de la propia Consejería. De esta manera puede ser manejado por
sus técnicos, alterando el peso relativo de los distintos factores implicados, suprimiendo algunos o agre-
gando otros, de forma que resulte también útil en otros escenarios de gestión. En definitiva ésta es una
herramienta sintética y dinámica, cuya prestaciones potenciales resultan tan diversas y elevadas como su
poseedor desee explotarlas.
663
Medidas para una
estrategia de gestión
territorial del Altiplano
estepario y sus
montes públicos
Pablo Neruda
Como se ha comentado reiteradamente a lo largo de anteriores capítulos, las zonas esteparias y/o semiáridas
se han entendido tradicionalmente en España como áreas marginales, escasamente útiles, una consecuencia
lamentable de la degradación de ecosistemas de mayor calidad y, por tanto, objeto de redención. Y desde
luego, para los pobladores de la historia reciente del Altiplano ello no deja de ser, en gran medida, cierto.
La combinación de una climatología difícil con unas tierras ya de por sí mayoritariamente ásperas al cul-
tivo, se tradujo en la segunda mitad del siglo XX en el abandono de una parte importante de los discretos
aprovechamientos del campo, generándose un importante fenómeno de emigración y, después, el paulatino
envejecimiento de la población. Pero simultáneamente se mantuvo e incluso aumentó la concentración de
la población y los usos en unos cuantos enclaves. Es decir, a lo largo del último medio siglo, el Altiplano ha
sufrido un proceso dual de abandono e intensificación en los usos del territorio, éste último manifestado con
mayor intensidad en los últimos 10-15 años y que mantiene su tendencia creciente en la actualidad, poten-
ciada con nuevos usos de índole energética, industrial y otros.
Sin embargo, como también ha tenido ocasión de demostrarse en las páginas precedentes, este territorio es
especialmente importante para la biodiversidad, en especial para la conservación de distintas formas de vida
y comunidades esteparias que encuentran en el Altiplano el único, el principal o uno de los más importantes
enclaves de su área de distribución europea. Además, estos fenómenos de abandono e intensificación se han
traducido en un incremento del riesgo de erosión de los suelos.
666
Medidas para una estrategia de gestión territorial del Altiplano estepario y sus montes públicos
Por ello, en el presente capítulo se presenta un conjunto de medidas propuestas como Programa de
Conservación, Protección y Restauración de los Ambientes Esteparios Semiáridos del Sureste Andaluz:
Altiplano estepario. Se pretende con ellas establecer un marco estratégico de referencia para la gestión terri-
torial en este espacio geográfico andaluz, especialmente en todos aquellos aspectos que resultan del ámbito
competencial directo de la Consejería de Medio Ambiente.
Esta propuesta puede entenderse como de máximos. Se trata de un Programa horizontal, como lo es el
Medio Ambiente en el conjunto de políticas de la Junta de Andalucía, lo cual requiere la implicación de
las distintas administraciones y busca la confluencia en sinergia de diversos Planes, Programas y Proyectos.
Nace de la voluntad de preservar los valores y usos de la estepa semiárida en el Altiplano, de una forma
compatible con el desarrollo local y la diversificación de la actividad económica en el territorio. Y lo hace
con un planteamiento global, si se quiere arriesgado, pero perfectamente incardinado en los principales
instrumentos de planificación de la Consejería de Medio Ambiente. En su diseño se han recogido las
medidas que, afectando al territorio del Altiplano y dentro de lo que eran los objetivos del presente trabajo,
667
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
están contempladas en los dos principales documentos estratégicos de la Consejería de Medio Ambiente: La
Estrategia Andaluza de Desarrollo Sostenible y el Plan de Medio Ambiente de Andalucía.
Ambos instrumentos de planificación tienen una perspectiva holista, integral, que es también inherente
al presente documento, si bien en este caso circunscrito al ámbito territorial del Altiplano estepario. Por
operatividad, se estructura en puntos concretos configurando un conjunto desmembrable en sus partes, para
que pueda ser también parcialmente acometido según las prioridades coyunturales, cuando así lo aconsejen
las circunstancias políticas, sociales o económicas. Cada una de las propuestas concretas se acompaña de un
indicador de correspondencia con las medidas de la Estrategia Andaluza de Desarrollo Sostenible (EADS)
y/o el Plan de Medio Ambiente de Andalucía (PMA), a las cuales, en su caso, corresponden o desarrollan.
Pero la tendencia general en el planeta, a la que no resultan ajenas las estepas semiáridas andaluzas, es
hacia el empobrecimiento de la biodiversidad, constituyendo tal circunstancia efecto e indicador de los mo-
delos no sostenibles de desarrollo.
Por ello es necesario avanzar en el mejor conocimiento de la distribución, los requerimientos vitales y las
relaciones ecológicas de las principales especies y comunidades, así como, fundamentalmente, utilizar el ya
existente para garantizar su conservación y restauración, truncando esa tendencia negativa y asegurando
que las nuevas iniciativas de desarrollo rural sean compatibles con tales valores ambientales.
668
Medidas para una estrategia de gestión territorial del Altiplano estepario y sus montes públicos
Modelizar, planificar y desarrollar corredores ecológicos que permitan la conexión entre po-
blaciones, comunidades y ecosistemas de interés biológico. [EADS: 1.05]
La red de espacios naturales protegidos de Andalucía (RENPA) es la mayor en superficie total protegida
de cualquier comunidad autónoma en España, y una de las que mayor proporción suponen sobre el conjunto
de su territorio. Esta red se encuentra próxima a lo que han de ser los máximos de este tipo de políticas. No
obstante, en su diseño se observa un cierto sesgo hacia los espacios de montaña y zonas húmedas, en detri-
mento de ecosistemas y paisajes propios de las estepas interiores de Andalucía. Ello podría corregirse con la
declaración de algún nuevo espacio natural protegido en este ámbito, permitiendo que pueda así beneficiarse
de las políticas e inversiones que, en cuanto a uso público, acompañan a la RENPA.
669
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Badlands de Gorafe. MV
Considerar los espacios seleccionados también como LIC y engrosar así el ínfimo contenido
actual de la Red Natura 2000 en este territorio. [EADS: 01-03; PMA: 1.M.02]
Incrementar la superficie incluida en Red Natura 2000 de los hábitats prioritarios de la Directiva
92/43 CEE, especialmente del hábitat 1520, Vegetación gipsícola ibérica (Gypsophiletalia).
Revisar los límites del LIC Sierras del Nordeste para incluir el hábitat 9530, Pinares mediterráneos
de pinos negros endémicos de la Directiva 92/43 CEE, situados en la Sierra de Marmolance.
670
Medidas para una estrategia de gestión territorial del Altiplano estepario y sus montes públicos
Potenciar el papel de las vías pecuarias como corredores de biodiversidad, en lo posible, entre
los anteriores espacios. [EADS: 01.05; PMA: 12.M.12 y 13.M.14]
Como afirma la propia Estrategia Andaluza de Desarrollo Sostenible, los paisajes de Andalucía son en
los últimos años, paradójicamente, objeto de un aprecio creciente y de una paulatina pero constante de-
gradación. Estas palabras son especialmente descriptivas de la situación actual de los paisajes de tipología
esteparia, predominantes en el contexto del Altiplano. Ante esta paradójica situación cabe plantearse
una serie de medidas orientadas a preservar en lo posible los elementos más representativos del paisaje
del Altiplano.
671
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Incorporar los componentes del paisaje como recurso, para que los planes y programas que se
desarrollen sobre el territorio tengan el fundamento del análisis del paisaje y su entendimiento
como resultado de la intervención humana sobre el medio. [PMA: 5.M.57]
Diseñar procesos a escala local y comarcal que recojan, mediante sistemas de participación,
las preferencias paisajísticas de las poblaciones a escala local y comarcal, aprovechando para
trabajar en la apreciación de los valores paisajísticos esteparios y su potencial creciente como
elemento de desarrollo sostenible. [EADS: 7.01]
Geomorfología, vegetación y usos confieren a los paisajes del Altiplano una notable singularidad en el contexto europeo. En la imagen, paisaje agroforestal en Purullena. JC
Garantizar que las nuevas infraestructuras que se proyecten sobre el territorio tengan un im-
pacto paisajístico mínimo. [PMA: 5.M.63]
Mantener y mejorar el paisaje agrario y forestal del Altiplano, respetando su carácter sustan-
cialmente estepario mediante la conservación y restauración de sus elementos singulares, co-
munidades vegetales y construcciones rurales, fomentando la diversidad de hábitats y usos, todo
ello bajo la consideración del paisaje como un factor importante del desarrollo rural. [EADS:
7.06 y 11.08]
672
Medidas para una estrategia de gestión territorial del Altiplano estepario y sus montes públicos
El carácter ecológica y fisonómicamente estepario del Altiplano y su clima semiárido, constituyen las
dos características naturales más importantes de la mayor parte de su territorio. Ello explica que una parte
muy significativa de sus especies más importantes, así como de sus interacciones ecológicas y sus paisajes,
estén estrechamente relacionadas con ambas características del medio. E, igualmente, permite interpretar
que las transformaciones dirigidas a alterar sustancialmente estas condiciones, aún cuando resulten a veces
ineludibles por razones de índole social o política, se traduzcan en pérdida de biodiversidad. Para atenuar, en
lo posible, esta tendencia general y optimizar posibles beneficios sobre las poblaciones locales, se propone
esta serie de medidas.
Actualizar, en el ámbito del Altiplano, la cartografía oficial existente para el hábitat 1520 (ve-
getación gipsícola ibérica) de la Directiva 92/43 CEE.
Recuperación de hábitats naturales degradados, con especial atención a los tres hábitats de
índole esteparia considerados prioritarios en la Directiva Habitat (1510: estepas salinas medite-
rráneas -Limonietalia-; 1520: vegetación gypsícola ibérica –Gypsophiletalia-; 6220: Zonas subes-
tépicas de gramíneas y anuales del Thero-Brachypodietea). [EADS: 01.08; PMA:14.2.M.01 y 02]
673
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
En el horizonte de la nueva cultura del agua, delimitada en lo sustancial por la Directiva 2000/60/CEE, la
principal novedad es el medio ambiente, que pasa a convertirse en objetivo y pilar fundamental de la gestión
hídrica, situándose al nivel de los otros dos pilares, economía y participación pública.
Pero además, en un contexto semiárido como éste, los vínculos entre el agua y el territorio son estrechos,
explicando por sí solos una parte significativa de los procesos evolutivos en paisajes y usos que se vienen
manifestando en el Altiplano durante los últimos años. El desafío reside, ya se ha escrito, en la necesidad de
imbricar estas cuestiones con un desarrollo económico sostenible a largo plazo. Con objeto de avanzar en
tal línea se proponen también una serie de medidas específicas.
674
Medidas para una estrategia de gestión territorial del Altiplano estepario y sus montes públicos
Aplicar una política de gestión de la demanda, sobre todo agrícola, por su importancia cuan-
titativa, especialmente en una zona semiárida como es el Altiplano. Los nuevos regadíos
deberán quedar supeditados a la disponibilidad de recursos sostenibles, requiriéndose la op-
timización de los aprovechamientos tanto en el seno de los Comités de Gestión del Distrito
Hidrográfico como en las Comunidades de Regantes. [EADS: 4.02; PMA: 7.M.7]
Controlar, vigilar y mejorar la calidad de las aguas y la conservación de los hábitats, mante-
niendo el caudal ecológico, a fin de permitir la conservación de la flora y fauna asociada a
este elemento, entre las que se encuentran distintas especies amenazadas. [EADS: 4.09]
675
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
La agricultura constituye el pilar fundamental sobre el que se asientan economía y sociedad del
Altiplano. Además ésta, junto a la ganadería, se encuentra detrás de una parte significativa de los valores
ambientales del territorio. Sin embargo los agrosistemas del Altiplano manifiestan, en general, cambios
significativos en los últimos años que están afectando a tales valores y a otros potenciales elementos de
desarrollo futuro. De ahí que ante estos grandes cambios de uso sea necesario definir un mínimo marco
estratégico que, si bien consciente de que la viabilidad del mundo rural en un espacio tan deprimido co-
mo el Altiplano pasa indefectiblemente por el desarrollo agrario, establezca criterios de sostenibilidad y
compatibilidad ambiental.
Desarrollar las características del nuevo modelo agrario europeo basado en una agricultura
y ganadería sostenibles, de carácter multifuncional, competitivo pero capaz de conservar el
paisaje, mantener los espacios naturales y contribuir a la vitalidad del mundo rural y la biodi-
versidad. [EADS: 5.01; PMA: 5.M.13 y M.14]
676
Medidas para una estrategia de gestión territorial del Altiplano estepario y sus montes públicos
Promover la agricultura integrada y la adecuación tecnológica como avance hacia los objetivos
de sostenibilidad. [EADS: 5.05; PMA: 5.M.11]
677
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Prevenir, en el marco de las Declaraciones de Impacto Ambiental sobre nuevos regadíos su-
periores a las 100 ha o modernización de los mismos, los posibles impactos que en enclaves de
especial importancia para la conservación de la biodiversidad, pudieran suponer tales actua-
ciones, estableciendo las garantías necesarias para su preservación.
La mayoría de zonas semiáridas y de una forma especial el Altiplano se encuentran entre las zonas menos
desarrolladas de Andalucía según los parámetros socioeconómicos. Se hace pues necesario avanzar en el
desarrollo rural de este ámbito geográfico, un desarrollo que depende ineludiblemente tanto de la moderni-
zación y el ajuste a las necesidades de una sociedad en evolución de los sectores preexistentes, entre los que
destaca la agricultura y una modesta industria, como de la diversificación de sus fuentes de ingresos, incor-
porando nuevos elementos compatibles con la conservación de los valores y recursos naturales. Su paisaje,
geodiversidad y biodiversidad suponen, en este contexto, potencialidades que es necesario ir transformando
en fuente de rentas para las poblaciones locales.
678
Medidas para una estrategia de gestión territorial del Altiplano estepario y sus montes públicos
Promover políticas que ofrezcan incentivos a la po- Algunas empresas comercializan objetos de artesanía de
esparto confeccionados en el Altiplano, Jódar. MY
blación local para actividades productivas, agrícolas,
forestales, ganaderas, industriales, comerciales y de
turismo rural, compatibles con la conservación de la biodiversidad y los recursos naturales.
[EADS: 6.04, 19.01 y 19.05]
Incluir en los Planes de Desarrollo Sostenible de los Parques Naturales que circundan el Altiplano,
medidas concretas que promuevan la conservación y el uso sostenible de los valores esteparios
de este territorio que, aunque en la mayoría de los casos actualmente no forma parte de tales
espacios protegidos, corresponde a los términos municipales que los integran.
Ordenar las actividades extractivas mineras, favoreciendo aquellas que se realicen en las zonas
de menos impacto ambiental. [EADS: 6.05; PMA: 5.M.45]
679
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Apoyar, mediante programas específicos, la creación de nuevas empresas del sector medioam-
biental así como el crecimiento de las preexistentes, y la demanda de bienes y servicios asociados
al mismo, tanto en el sector público como en el privado. [EADS: 21.05]
El turismo es uno de los asientos principales de la economía andaluza. El grueso de la oferta y su desarrollo
asociado se ha concentrado tradicionalmente en la franja litoral, si bien en las últimas dos décadas, este proceso
viene alcanzado también unas proporciones notables en zonas de interior cercanas al Altiplano. Es el caso,
entre las ciudades próximas, de la propia capital granadina o de las localidades de Úbeda y Baeza, en Jaén.
680
Medidas para una estrategia de gestión territorial del Altiplano estepario y sus montes públicos
681
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Difundir los procesos y dinámicas ambientales, así como su relación con el contexto social
con especial atención a la escala geográfica del Altiplano. Especialmente útiles son, en este
sentido, los catálogos de buenas prácticas. [EADS: 17.02 y 5.12; PMA: 5.M.07]
La educación ambiental fomenta el conocimiento de los valores ambientales del territorio por parte de su población, en especial de los más jóvenes. MY
682
Medidas para una estrategia de gestión territorial del Altiplano estepario y sus montes públicos
Las distintas políticas sectoriales manifiestan, con frecuencia, una notable incidencia sobre el medio
ambiente y los valores ambientales del territorio en el Altiplano. De ahí que, en materia de desarrollo soste-
nible resulte imprescindible incardinarlas, trascen-
diendo así las estrictas competencias de la
Administración Ambiental. Esta necesidad se
recoge tanto en el Plan de Medio Ambiente
de Andalucía como en la Estrategia Andaluza
de Desarrollo Sostenible, y está siendo objeto
de ensayo mediante los Planes de Desarrollo
Sostenible que, vinculados a espacios natura-
les protegidos y su área de influencia, ya han
comenzado a ejecutarse en parte del territorio
comprendido por el Altiplano. No obstante, en
tanto se desarrollan y expanden territorialmente
este tipo de planes, es posible delimitar unas di-
rectrices básicas que faciliten la compatibilidad La coordinación de las administraciones entre sí y con los agentes sociales
optimiza la ejecución de actuaciones de desarrollo sostenible. JC
y sostenibilidad del desarrollo.
Consolidar el carácter horizontal del medio ambiente en la acción de todas las administra-
ciones públicas. [EADS: 22.01]
Avanzar en la coordinación entre las distintas administraciones públicas, y entre éstas y los
agentes sociales y económicos más representativos del Altiplano, en la ejecución de sus polí-
ticas, planes y programas, así como en sus labores de evaluación y seguimiento en lo relativo
a los aspectos ambientales. [EADS: 22.02]
683
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Los planteamientos modernos en Andalucía en relación al monte público, atribuyen a éste un carácter
multifuncional en valores y usos, fundamentalmente como reservorio de biodiversidad y territorio conserva-
dor de suelos, de flora, fauna, geodiversidad y paisaje, así como, en lo posible, también importante elemento
de uso público y generador de riqueza local.
Por ello, las medidas estratégicas esquemáticamente desarrolladas a lo largo del presente capítulo cobran
una especial significación en los montes públicos de titularidad de la Junta de Andalucía, pues es en estos
donde con mayor garantía y responsabilidad pueden desarrollarse, al tratarse de ámbito competencial ex-
clusivo de la Consejería de Medio Ambiente.
Desde una perspectiva más amplia, los montes del Altiplano deben entenderse, en gran medida, como
complemento biogeográfico y ecológico de aquellos otros emplazados en las sierras que lo circundan, donde
son mayores las pendientes y el riesgo potencial de erosión, y muy distintas las condiciones climáticas, bió-
ticas y, en definitiva, ecológicas. En el Altiplano, la pendiente es, por lo general, menor, y las condiciones
climáticas y edáficas mucho más complicadas para el desarrollo de las comunidades vegetales. Asimismo,
los montes del Altiplano se encuentran incursos, a modo de islas, en un entorno cambiante, sometido a un
proceso dual de abandono e intensificación. Por ello, se entiende que, además de las medidas generales para
Los montes públicos en el Altiplano se encuentran en su mayoría circundados por tierras agrícolas. MY
684
Medidas para una estrategia de gestión territorial del Altiplano estepario y sus montes públicos
Promover convenios de gestión sobre terrenos forestales de titularidad privada, siempre que
concurran circunstancias de especial interés forestal y/ ecológico.
Ejercer el derecho de tanteo en aquellas fincas que, por sus especiales características forestales
y ecológicas, debieran pasar a titularidad pública. [PMA: 14.5.M.3]
Agregar o, en su caso, segregar los distintos montes públicos de manera que conformen uni-
dades de gestión más operativas como objeto de Planes de Ordenación y de cara al Catálogo
de Montes Públicos de Andalucía. [PMA: 14.5.M.2]
Elaborar los Planes de Ordenación de los Recursos Naturales de los ámbitos provinciales de
Jaén, Granada y Almería, atendiendo en ellos al carácter del Altiplano como unidad biogeográ-
fica y multiprovincial, adaptando a esta realidad los criterios básicos de gestión de los montes.
[EADS: 3.19; PMA: 14.2.M.3]
685
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Elaborar los Proyectos de Ordenación de los montes del Altiplano y los Planes Técnicos de
Ordenación. En ellos se debe atender al carácter multifuncional de los montes y se considera
importante utilizar el Valor de Conservación y la sectorización del territorio aquí propuesta,
como instrumento técnico para el análisis y diseño de los proyectos forestales en cada monte.
[EADS: 3.19; PMA: 14.2.M.4]
Fomentar los Planes de Lucha Integrada para el control de plagas y enfermedades forestales,
bajo criterios de mínimo impacto ambiental y con especial precaución en aquellos montes con
presencia de especies de insectos amenazadas. [PMA: 14.4.M.1]
686
Medidas para una estrategia de gestión territorial del Altiplano estepario y sus montes públicos
Reforestar aquellas áreas forestales sometidas a procesos erosivos actuales. Éstas, limi-
tadas a zonas en pendiente, deben ser objeto de incremento de la cubierta arbórea y de
actuaciones que favorezcan la densificación del matorral. [EADS: 3.07; PMA: 14.1.M.4,
M.5 y M.6]
Introducir el elemento arbóreo en las áreas forestales que carezcan de él. En este sentido,
sobre zonas llanas, donde son mínimos los riesgos de erosión, debe primarse la recuperación
de sistemas de dehesa laxa de encina, pino carrasco y, en su caso, sabina albar, especialmente
en la comarca de Guadix, donde históricamente han formado parte del paisaje agroforestal.
[PMA: 14.1.M.5]
687
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
prevención resulta fundamental, y así unos y otros deben contar con un Plan de Prevención de Incendios,
que se encaja con el importante desarrollo alcanzado en Andalucía por el Plan INFOCA.
Elaborar planes de restauración de zonas afectadas por los incendios forestales, aprovechando los
mismos para adecuar los modelos de restauración a aquellos propios del entorno semiárido y los
paisajes esteparios. [PMA: 14.1.M.7]
Los potenciales recursos naturales renovables del monte son numerosos y diversos: pastizales, matorral,
hongos, recursos cinegéticos y melíferos, madera, paisaje, georrecursos y biodiversidad. Pero en todo caso,
su aprovechamiento debe hacerse eludiendo el riesgo de agotarlos y manteniendo íntegra su capacidad de
regeneración. Se trata, en términos económicos, de rentabilizar su explotación sin poner en peligro la ren-
ta futura, manteniendo el capital natural. El valor relativo y las prioridades de los distintos recursos deben
quedar definidos en el Plan de Ordenación de los montes.
Trabajos de restauración forestal y manejo de la vegetación esteparia en el corredor Mágina-Cazorla, sureste de Jaén. MY
688
Medidas para una estrategia de gestión territorial del Altiplano estepario y sus montes públicos
Fortalecer, en el caso concreto del monte, la coordinación entre las distintas administra-
ciones y demás sectores implicados, con el fin de potenciar la sostenibilidad de sus recursos.
[EADS: 3.02]
Realizar ensayos técnicos en monte público sobre modelos de restauración de hábitats estepa-
rios considerados prioritarios en la Directiva Hábitat. A este nivel se consideran precedentes
los trabajos realizados en el monte Cortijo Conejo, en Granada, y los ejecutados en los montes
Las Cumbres y Cortijo Nuevo, en Jaén. [PMA: 14.1.M.3]
689
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
690
Medidas para una estrategia de gestión territorial del Altiplano estepario y sus montes públicos
aromáticas son ejemplo de recursos que pudieran ser susceptibles de tal tratamiento. [PMA:
14.2.M.12]
691
Referencias
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Decisión de la Comisión, de 19 de julio de 2006 , por la Ley 18/2003, de 29 de diciembre, por la que se
que se adopta, de conformidad con la Directiva aprueban medidas fiscales y administrativas.
92/43/CEE del Consejo, la lista de lugares de Ley 2/2007, de 27 de marzo, de fomento de las
importancia comunitaria de la región biogeo- energías renovables y del ahorro y eficiencia
gráfica mediterránea [notificada con el número energética de Andalucía.
C(2006) 3261], Anexo 2: Lista de tipos de hábi-
Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio
tats y especies respecto a los cuales la comisión
Natural y de la Biodiversidad.
no puede afirmar que la red esté completa.
Ley Orgánica 2/2007, de 19 de marzo, de reforma del
Decreto 215/1995, de 19 de septiembre, sobre
estatuto de Autonomía para Andalucía.
producción integrada en agricultura y su
indicación en productos agrícolas. Orden de 30 de septiembre de 2002, por la que se
regula el procedimiento para priorizar el acceso
Decreto 109/2000, de 21 de marzo, por el que
y conexión a la red eléctrica para evacuación
derogan el Decreto 23/1989, de 14 de febrero,
de energía de las instalaciones de generación
por el que se regula la concesión y uso distintivo
contempladas en el Real Decreto 2818/1998,
de calidad, Alimentos de Andalucía, para los
sobre producción de energía eléctrica por ins-
productos agroalimentarios y pesqueros.
talaciones abastecidas por recursos o fuentes de
Decreto 242/2001, de 6 de noviembre, por el que se energías renovables, residuos y cogeneración.
regula la marca Calidad Certificada para los
Orden de 14 de marzo de 2003, por la que se aprueba
productos agroalimentarios y pesqueros.
el mapa de comarcas de Andalucía a efectos de la
Decreto 20/2002, de 29 de enero, de turismo en el planificación de la oferta turística y deportiva.
medio rural y turismo activo. Orden de 19 de septiembre 2003, por la que se aprueban
Decreto 182/2005. Reglamento de ordenación de la los distintivos de los alojamientos turísticos en el
caza. Junta de Andalucía. medio rural y de los mesones rurales.
719
Ambientes semiáridos del sureste andaluz: el Altiplano estepario
Orden de 1 de abril de 2005, por la que se establecen las la oferta de asentamientos apícolas de los montes
normas de utilización de la mención “Vino de la pertenecientes a la Comunidad Autónoma
Tierra Norte de Granada” para los vinos origina- susceptibles de realizar aprovechamientos durante
rios de la zona geográfica del norte de la provincia el período 2008/2012.
de Granada.
Orden conjunta de las Consejerías de Turismo y
Deporte y de Medio Ambiente, de 20 de marzo
de 2003, por la que se establecen obligaciones y Fuentes de Información
condiciones medioambientales para la práctica
de las actividades integrantes del turismo activo.
Cartográfica
Real Decreto 728/1988, de 8 de julio, por el que se
establece la normativa a que deben ajustarse las Cartografía de flora amenazada de Andalucía (versión
denominaciones de origen, específicas y genéricas 2007). Consejería de Medio Ambiente. Junta de
de productos agroalimentarios no vínicos. Andalucía.
Real Decreto 339/1990, de 30 de marzo, por el que se re- Cartografía de los hábitats de la Directiva, 1993-1998.
gula el catálogo nacional de especies amenazadas. E/1:50.000. Consejería de Medio Ambiente. Junta
de Andalucía.
Real Decreto 1126/2003, de 5 de septiembre, por el que se
establecen las reglas generales de utilización de las Cartografía de los hábitats naturales y seminaturales
indicaciones geográficas y de la mención tradicio- de España, 2003. E/1:50.000. Ministerio de
nal “vino de la tierra” en la designación de los vinos. Medio Ambiente.
Reglamento (CEE) no 2092/91 del Consejo, de 24 de Cartografía de vegetación forestal de Andalucía
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y alimenticios y demás normativa de aplicación. del suelo en Andalucía desde 1956 a 2003.
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Altiplano
estepario Altiplano estepario
Ambientes semiáridos del sureste andaluz
Ambientes
semiáridos del
sureste andaluz
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