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Kairós'como'origen'de'la'disciplina'histórica.'
Adrián'Alonso'Enguita'
Universidad#de#Oviedo#(doctorando).#
Máster#en#Filosofía#Teórica#y#Práctica.#UNED.#
Máster#en#Ciencias#de#la#Antigüedad.#Universidad#de#Zaragoza.#
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Los griegos se referían al tiempo desde una doble perspectiva que desembocó en una
doble acepción: el chrónos y el aión. Chrónos es el tiempo objetivado, mensurable y
homogéneo. Aión alude al tiempo cualitativo e inconmensurable de la duración. Ahora bien,
estas dos líneas no transcurren paralelas en el pensamiento griego (así sucede en el
pensamiento filosófico del siglo XX) sino que se complementan. La una necesita de la otra y
al tiempo que la complementariedad que compartían se fue diluyendo, algunos significados se
fueron perdiendo.
El uso del término chrónos es ya fácil de encontrar en la poesía homérica para hacer
mención al intervalo de tiempo estando cerca en su etimología a las palabras que designaban
unidades de tiempo, a saber1: émar, el día; sémeron, el hoy; hóra, la hora de un momento del
día, de la estación e incluso del año; meís, el mes lunar; étos y eniautós, el año... todos ellos
referenciando a magnitudes. Chrónos será el concepto elegido para designar el tiempo
ilimitado, el tiempo más abstracto. Su dios, claro, será Krónos.
Este dios devora, como sabemos, a sus hijos una vez logra derrocar a su padre, Urano,
para evitar la profecía que aventuraba su caída en desgracia a manos de uno de ellos. Krónos 87#
es el dios tirano y destructor, el devorador, el que desde una muerte a otra logra afianzar su
eternidad2. Es el dios de la destrucción temporal mostrándose despiadado para con toda ENERO
amenaza. 2015
Aión, por su parte, no es el dios de la destrucción, ese que avanza de hijo devorado en
hijo devorado, de muerte en muerte para lograr su inmortalidad, sino que es el dios de la vida.
No nace, siempre está. No corre peligro. No teme a nada. Aión es fuerza vital, es duración.
Mas con el tiempo aión pasó a referirse a las grandes eras o edades. Es viejo, pero es joven a
su vez. Es lo más viejo y lo más joven. Heráclito se refiere a él como a un niño jugando: es
vida3. El sol es siempre el mismo, pero es nuevo cada día. El juego lo corona, el juego lo hace
rey, rey viejo, rey nuevo, nuevo comienzo4. Es la serpiente mordiéndose la cola, el eterno
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1
Debemos mucho al artículo de Antonio Campillo Meseguer, 'Aión, Chrónos Y Kairós: La Concepción Del
Tiempo En La Grecia Clásica', La (s) otra (s) historia (s): una reflexión sobre los métodos y los temas de la
investigación histórica, /3 (1991), 33-70 39.
2
Amanda Núñez, 'Los Pliegues Del Tiempo: Kronos, Aión Y Kairós', Escuela de Arte Número 10, (2007b), 1-9
1.: «El dios que mata para conservar su eternidad».
3
Es uno de los fragmentos más enigmáticos y que a Nietzsche más atormentaron. Dice: «Aión es un niño que
juega, que mueve las piezas en el tablero: reino de un niño». D.K., 22 B 52. En otro pasaje parece definirlo
cuando afirma: «Lo mismo es vida y muerte, velar y dormir, juventud y vejez; aquellas cosas se cambian en éstas
y éstas en aquéllas» G. S. Kirk, J. E. Raven, & M.Schofield, Los Filósofos Presocráticos : Historia Crítica Con
Selección De Textos (Madrid: Gredos, 1999) DK 22 A 88.
4
Núñez, 'Los Pliegues Del Tiempo: Kronos, Aión Y Kairós', cit., 2.: «Aión: viejo y joven a la vez. Dios de la
vida y no de la vida que muere».
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retorno, la vuelta indefinida de ese fuego heraclíneo que consume y devuelve a la vida. El
aión se cierra en sí mismo, es presente infinito, es constante vuelta y repetición. El chrónos es
presente, pero presente finito, relativo y, sin embargo, ilimitado. El chrónos es también
repetición (habremos de ver el porqué).
El tiempo se pensará como «la suma actual (en acto, esto es, llevada a término) de
todos los ahoras o instantes y como la suma virtual (en potencia, esto es, no llevada a término
nunca) de esos mismos instantes o ahoras»7. Suma actual como aión, suma potencial como
chrónos. La pregunta inmediata es la pregunta por su relación, cómo interactúan, si es que lo
hacen, una concepción y otra.
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está su decrepitud. Aión es joven, pero es también viejo, mejor aún, es antiguo. La Historia
será de lo viejo, pero pretenderá ser de lo antiguo, y esta será la dialéctica que mantendremos
hasta el final del escrito. «Kronos: el tiempo del reloj, del antes y el después. Aión, el tiempo
del placer y del deseo donde el reloj desaparece…»9.
Veamos que el chrónos del que no dejamos de hablar es el tiempo que Newton
llamaría absoluto, es el tiempo mensurado y espaciado (el marcado en el reloj); dicho de otro
modo más ajustado a las necesidades actuales: es el tiempo numerado. Al introducir el
número se matematiza, se objetiviza y se estandariza. Pero numerado no es exactamente lo
mismo que mensurado y Platón no deja de advertirlo, razón por la cual añade que el chrónos 89#
es imagen móvil del aión en tanto avanza según el número. No sería necesaria la
puntualización si no fuese algo que chrónos no llevase adjunto a su carácter de ENERO
2015
mensurabilidad. La problemática que añade el ser definido junto al número cobrará toda su
dimensión en Aristóteles.
Decía el Estagirita en la célebre definición del tiempo, esa definición que supera la
propuesta por Platón, que chrónos es el «número del movimiento según el antes y el
después»13 (arithmós kinêseôs katà tò próteron kaì hy’steron), definición que se puede leer
como una reducción del tiempo a mensurabilidad, cantidad y calculabilidad pero que desde
aquí nos llevaría a equívocos. Arithmós (número) queda en equivalencia con la kínesis
(movimiento) en esta lectura, mas Marramao propone que queden en relación, concretamente
en relación biunívoca, y así evitar las aporías que siguen al pensamiento del tiempo como una
cuestión objetivada en Aristóteles cuando el movimiento es, podríamos decir, prácticamente
el opuesto. Al relacionar número y movimiento el Estagirita está lanzando el tiempo en brazos
del alma, y no de la eternidad fría y externa. No hay relación posible fuera de un alma
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9
Ibid.
10
Platón, Diálogos. Vol.6, Filebo ; Timeo ; Critias (Madrid: Gredos, 1992) 37d.
11
[...] eikó [...] kinetón tina aionos. Timeo, 37d 5-6.
12
Giacomo Marramao, Kairós: Apología Del Tiempo Oportuno (Barcelona: Gedisa, 1992) 41.
13
Aristóteles, Física (Madrid: Gredos, 1995) IV, 19b 1-2.: «Porque el tiempo es justamente esto: número del
movimiento según el antes y después».
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(Aristóteles habla del alma como psique) que es el agente14 que numera y mensura. Dice
Marramao: «el alma, la psique, es indispensable como numerante del tiempo»15. Desaparece
de este modo el tiempo absoluto y objetivo que transcurre independientemente de las almas
que lo sufren. Todo el pasaje de la Física dice:
«Un signo de esto es el hecho de que distinguimos lo mayor y lo menor por el número, y el
movimiento mayor o menor por el tiempo. Luego el tiempo es un número. Pero «número» se puede
entender en dos sentidos, ya que llamamos «número» no sólo lo numerado y lo numerable, sino
también aquello mediante lo cual numeramos. Pues bien, el tiempo es lo numerado, no aquello
mediante lo cual numeramos. Aquello mediante lo cual numeramos es distinto de lo numerado»16.
Sin agente que numere no hay número, y sin número no hay numerable ni numerado,
en definitiva, sin alma que numere no hay tiempo alguno en tanto ha de ser numerado. El
tiempo es, recordemos, el número del movimiento, y sin agente que numere no cabe tiempo a
numerar. Necesitamos el alma, la psique, el individuo que no permite volar al tiempo hasta
hacerse externo y ajeno. Más adelante lo explicita Aristóteles cuando dice:
«¿Existiría o no el tiempo si no existiese el alma? Porque si no pudiese haber alguien que numere
tampoco podría haber algo que fuese numerado, y en consecuencia no podría existir ningún número,
pues un número es o lo numerado o lo numerable. Pero si nada que no sea el alma, o la inteligencia
del alma, puede numerar por naturaleza, resulta imposible la existencia del tiempo sin la existencia del
alma, a menos que sea aquello que cuando existe el tiempo existe, como sería el caso si existiera el
movimiento sin que exista el alma; habría entonces un antes y un después en el movimiento, y el
tiempo sería éstos en tanto que numerables»17.
El tiempo se dirige y reduce al alma en un giro que retomará san Agustín varios siglos
más tarde. El libro IV de la Física quedará vinculado de esta forma, en el alma, a las
Confesiones de san Agustín. Recuperemos de nuevo las palabras de Aristóteles: «pues una 90#
parte de él ha acontecido y ya no es, otra está por venir y no es todavía, y de ambas partes se
compone tanto el tiempo infinito como el tiempo periódico» 18, que bien podría pasar por ser ENERO
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un pensamiento agustiniano. La idea de que el tiempo se descompone y disuelve en la nada
tanto si se considera en «ahoras» o en «partes» es propiamente aristotélica porque estas partes
se alargan hacia adelante y hacia atrás, es decir, hacia el pasado que ya-no-es y hacia el futuro
que todavía-no-es: el ya-no y el aun-no. El aión es eterno presente, pero el chrónos es
constante destrucción, destrucción de ahoras que son ya pasado o que todavía no son. El
tiempo, entonces, es nada, es esa tercera vía entre el ser y el no-ser.
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14
David Farrell Krell, Of Memory, Reminiscence, and Writing: On the Verge (Indiana University Press, 1990)
13.: «Memory as such he classifies as an affection or pathos; recollection or reminiscence he celebrates as an
activity».
15
Marramao, Kairós: Apología Del Tiempo Oportuno, cit., 104.
16
Aristóteles, Física, cit., IV, 219b 4-10.
17
Ibid., IV, 223a 21-28.
18
Ibid., IV 217b 34-35.
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crisis que delimita. Pero el número no se vincula con lo que numera. El límite sí. El número
no es algo contenido en lo numerado aunque lo determine: continúa en su independencia. Al
decir «tres manzanas» determino las manzanas, pero el «tres» nada tiene que ver con las
manzanas. Cuando digo que el «chrónos es el número del movimiento según el antes y el
después» estoy diciendo que el tiempo es movimiento en el pasar, en el fluir del «ahora» que
una vez numerado queda determinado, pero no delimitado pues el número nada tiene que ver
con el tiempo ni con el movimiento. Numeramos y determinamos en función del «antes» y del
«después», esto es, en función del «fluir», del «pasar», pero, insistimos, no limitamos (no
segmentamos). El «ahora» se queda sin barreras y el tiempo sin segmentos. Solo queda el
continuo. Perdemos la abstracción matemática para ganar el continuum que resulta ser
objetivo y subjetivo, físico y psíquico.
«Según Aristóteles, el «ahora» -el instante temporal- nunca es, en su esencia, un límite (como el punto
geométrico), puesto que, al ser un pasar, se abre hacia los dos lados del aún-no y del ya-no»19.
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remite a lo ya dado. Aristóteles redujo el tiempo, como dijimos, al alma: el tiempo es número
del movimiento, y el número solo se puede dar en el alma (Ricoeur interpreta al Estagirita
desde otra perspectiva: será el tiempo objetivo y ajeno frente a Agustín que mostrará el
tiempo interior 24). Heidegger dirá que el tiempo solo se puede medir desde el Da-sein -
porque el Dasein es tiempo, devenir, nunca eternidad-, ese ser-en-el-mundo, ese ser-ahí,
arrojado, lanzado y eyectado a la existencia, ese ser concreto y particular. Todo ello se resume
en una proyección desde el pasado hacia el futuro que se retuerce sobre el pasado. Tenemos
un círculo donde «presentimos» el futuro como presentimos hasta cuándo y dónde va a durar
el flujo de voz. En el futuro el pasado se puede repetir y el ya-no se vuelve a repetir una vez
más.
Anticipamos porque proyectamos sobre el futuro el pasado vivido. Entra aquí de lleno
la tradición cerrando el círculo del tiempo que se vuelve a repetir. Cobra todo su sentido la
sentencia de Agustín cuando afirmaba que el tiempo «traslada el futuro en pretérito». El
pasado pasa a ser memoria -estudiaba cómo la vida feliz será reconocida porque habita ya en
la memoria, vida feliz que no es sino el encuentro de Dios, luego Dios está ya en la memoria
y de ahí la importancia de la intentio como segundo movimiento frente a la distentio-, la
memoria configura lo que habrá de venir que solo se significará desde el pasado. La
anticipación es, en este sentido, el bagaje de la memoria. Esta es la única opción, estamos
adelantando lo que vendrá, para la Historia de salir viva del juego de tiempos.
Llegamos así al punto en que sin el alma no habría tiempo, pero el alma es una
consecuencia del tiempo, del ahora temporal. Y del mismo modo habremos de decir que la
eternidad se concibe desde el pensamiento del tiempo, a imagen del tiempo. La eternidad es
un ahora absoluto, una abstracción, si se quiere, de cada uno de los ahoras. Se piensa el aión
como un eterno presente, esto es, como una semejanza del ahora. Sin tiempo no habría
eternidad. Y ya tenemos la paradoja. Chrónos y aión como formas de mirar el ahora: el ahora
actual y el ahora homogéneo. Y es el ahora el puente, la intersección, el «no lugar» (metaxy)
de Platón y la epoché de Husserl.
Para Aristóteles el tiempo va ligado al movimiento según el número, no hay uno sin el
otro. Pero el tiempo no mide o numera, el tiempo es medido y numerado en el movimiento
«ya que lo que se mide o numera es la sucesión abstracta homogénea e infinita de los
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24
No se deje de consultar el tercer volumen de la inmensa obra de Paul Ricoeur al respecto del estudio del
tiempo en Aristóteles, Agustín, Husserl, Kant y Heidegger. Paul Ricoeur, Tiempo Y Narración. Iii: El Tiempo
Narrado (Mexico: Siglo XXI, 2006) 641-777.
25
Meseguer, 'Aión, Chrónos Y Kairós: La Concepción Del Tiempo En La Grecia Clásica', cit., 48.
26
J. P. Vernant, Los Orígenes Del Pensamiento Griego (Barcelona: Paidós, 1992).
27
Marcel Detienne, Maestros De Verdad En La Grecia Arcaica (Madrid: Taurus, 2005).
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28
instantes o ahoras» . Los instantes, la intersección de la eternidad y el tiempo, son los átomos
de la sucesión temporal. Pero son instantes abiertos, sin limitar. No son partes limitadas, son
fluir, son un continuum.
Es aquí donde entra la epoché, la desconexión, en este estado extraño del presente
entre el ya-no y el aun-no -Husserl, en un ejercicio semejante al de Agustín (al cual cita
explícitamente en las primeras líneas de sus Lecciones...29), optará por dilatar el presente dos
movimientos: retención y protención-. El presente se encuentra desenfocado, fuera de la vía,
fuera del flujo. «Nuestra experiencia del tiempo es auténtica en tanto en cuanto está fuera del
tiempo que vivimos»30. Se abandona, se suspende el tiempo para poder anticipar el futuro en
su giro hacia el pasado cerrando el círculo. El tiempo, por tanto, está fuera de sí en su origen.
«En el camino que iba desde san Agustín a Heidegger, la pregunta «¿Qué es el tiempo?» acabó
transformándose en «¿Quién es el tiempo?», y la respuesta era evidentemente desde el principio: el
tiempo somos nosotros mismos»31.
Kairós.
El movimiento para esta época clásica (el tiempo de los griegos), por tanto, no es el de
la dicotomía interioridad/exterioridad en el sentido de la creación de una subjetividad -que
llegará en Agustín-, sino el de la disociación de dos dimensiones en la temporalidad, a saber,
la del tiempo-sucesión (chrónos) y la del tiempo-duración (aión). No son, como decimos,
dimensiones de exterioridad e interioridad, es más, en su dialéctica se dan al tiempo
objetividad y subjetividad, se da el plano psíquico y cosmológico. El chrónos, así, se refiere al
número, ya lo hemos estudiado. El aión se refiere a la energía de la vitalidad (su metáfora es
la del crecimiento, su imagen es el círculo). No será hasta Agustín que la tensión se rompa y 93#
se introduzca la noción de distensio animi, el tiempo interior de la conciencia, que se dilata en
la temporalidad mundana32. La conciencia entra en juego y se lanza una nueva reflexión que
ENERO
da lugar a toda la filosofía moderna que pasará, en su reflexión acerca del tiempo, por 2015
Bergson, Husserl y, por supuesto en la obra fundamental, por Heidegger. Aristóteles ya había
adelantado, a su manera, todo lo venidero al anunciar que el número solo podía existir desde
el numerante, el alma, ya lo hemos visto. Mas ahora nos interesa jugar con una noción
ignorada por la filosofía, querida por las artes, que permitirá la confluencia del aión y del
chrónos: el kairós.
El kairós es también una divinidad33, pero una divinidad menor, un daimon más bien.
Tiene pocas imágenes porque poca es la atención que ha recibido. Se le representa como un
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28
Meseguer, 'Aión, Chrónos Y Kairós: La Concepción Del Tiempo En La Grecia Clásica', cit., 52.
29
Edmund Husserl, Lecciones De Fenomenología De La Conciencia Interna Del Tiempo (Madrid: Trotta, 2002)
[3], 25.
30
Marramao, Kairós: Apología Del Tiempo Oportuno, cit., 112.
31
Ibid., 117.
32
Silvia Magnavacca, 'Elementos Fundamentales Para Una Lectura Actual De San Agustín', Etiam: Revista
agustiniana de pensamiento, 1 (2006), 1-19 5. En la dispersión en la multiplicidad de lo mundano se aventura
una caída del Dasein, un olvido en la cotidianidad de la identidad y del ser.
33
Imagen recogida de Meseguer, 'Aión, Chrónos Y Kairós: La Concepción Del Tiempo En La Grecia Clásica',
cit. Vemos en ella a la divinidad Kairós con su balanza desequilibrada, en este caso a causa de su acción (el
desequilibrio es según lo mensurable, no según su propia medida subjetiva), su mechón de pelo sobre la frente y
las alas a sus pies y en su espalda.
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34
adolescente de pies alados , ya sabemos, una divinidad rápida. Y no solo eso, es hijo de
Zeus, esto es, es hijo del que destrona a Krónos, dios del tiempo. También es hijo de Tyche, la
diosa de la fortuna. Está entre el tiempo y la fortuna: es la oportunidad. Y es veloz: es la
oportunidad que hay que coger al vuelo, esa oportunidad35 que no hay que dejar escapar. Es
calvo y tiene tan solo un mechón sobre su frente. Pero es bello, la belleza, claro, siempre es
oportuna. Su vínculo es con las artes36. Y tiene una balanza desequilibrada en su mano
izquierda. No es el equilibro mensurable, no es el equilibrio abstracto. Es su propio equilibrio
y por ello nosotros vemos su balanza desequilibrada.
- fugaz, pasajero, extraño, pero sobre todo, oportuno. No avisa, simplemente llega. Se
aprovecha o no. Es la medida justa para poder apresarlo. Mucho es exceso. Poco es defecto.
En uno y otro caso escapa. El kairós exige la medida precisa. El kairós exige el lugar
adecuado. La oportunidad es temporal y es espacial.
- No es presente porque ya pasó o porque se avecina. Es una indecisión. Cada ocasión tiene su
propia medida. No hay magnitud37.
No puede ser previsto por la ciencia porque solo deja señas, escuetas pistas. Y sin embargo
reconocerlo es esencial al hombre. Es en su reconocimiento que el hombre decide su destino,
decide su identidad. Se le necesita para acertar en la acción y en la decisión. Tan solo una vez
intentado el apresamiento se podrá dirimir si era esa la ocasión. No sirve, pues, como vemos,
para la vida contemplativa, para la reflexividad del filósofo sosegado y pensativo. «El poco
interés de los filósofos griegos por el kairós se corresponde con su poco interés por la vida
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34
Núñez, 'Los Pliegues Del Tiempo: Kronos, Aión Y Kairós', cit., 2.
35
Que no el oportunismo. Para Maquiavelo, como para Tucídides, el buen político debe contar, entre sus
virtudes, con el don de la oportunidad: debe ser capaz de ver el momento justo para realizar lo conveniente.
36
Aquí está su ligazón con las técnicas, con las disciplinas científicas más prácticas. Son la retórica, la medicina,
la política (phrónesis) y, avanzamos hacia ello, con la historia. Acerca del movimiento del kairós en la retórica
es indudable que la referencia es A. L. Eire, Esencia Y Objeto De La Retórica (Ediciones Universidad de
Salamanca, 2000).
37
De aquí que sea phrónesis y no episteme.
38
Meseguer, 'Aión, Chrónos Y Kairós: La Concepción Del Tiempo En La Grecia Clásica', cit., 61.
39
Recogemos las imágenes del artículo de Ibid. En este caso vemos al Kairós agarrado de los pelos por un joven,
un joven que quiere su oportunidad, que mira a lo que viene, y agarrado por el brazo por un anciano, un anciano
que le avisa de que ya no es su momento, de que ha de marcharse. Y en su mano la balanza, desequilibrada para
los estándares, equilibrada según su subjetiva armonía.
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40 41
práctica» . El kairós sirve a la moral y a la política. Sirve también al arte. En estos campos
sí que es útil, sí que es eficaz, y sí que dirimirá la virtud de la torpeza. En la contemplación de
las Ideas no parece tan fértil su participación. El tiempo, nos dicen en el estoicismo, ha de ser
vivido en su unicidad, en su concreción, como fin y no como medio para lograr alguna otra
cosa: desechar el chrónos y abrazar el kairós. La búsqueda de la verdad no está circundada en
su ascenso por el kairós. La vida práctica es un constante rondar la ocasión para alcanzar el
éxito. Son los médicos y los retóricos los que primero le dan importancia. «No basta decir lo
justo, hay que decirlo en el momento y lugar adecuados»42. También es esencial en la labor
del estratega43 como lo es en la del auriga44.
El kairós penetra en el tiempo, quiebra el tiempo y lo pone en suspenso. Es, una vez
más, la epoché de Husserl. La eternidad del aión penetra en el chrónos a través de esta puerta
abierta gracias al kairós. «Con los pies alados, como Hermes, el mensajero de los dioses, esta
divinidad veloz que va y viene, une dos mundos en un solo instante»45. Aquí el aión se
confunde con el instante, «con el niño que juega al tres-en-raya y súbitamente logra la
victoria»46. La temporalidad de la tempestividad. La templanza. La mezcla de opuestos. El
tempus, la mezcla de elementos. La eternidad se humaniza y se hace comprensible al alma, el
alma que vive en un presente que ya no se desvanece en la nada sino que es un fluir, más que
un fluir, un instante, un paso en lateral, un momento de suspensión. La oportunidad: la
decisión. Agarramos al kairós por su mechón o se escapa. No avisa de su llegada. No es
previsible, no es mensurable. Solo aquí es posible la sublimación y solo aquí es posible el
éxtasis. En el kairós encontramos la catarsis tras la suspensión del tiempo. Es en el kairós que
las dos eternidades, la propiamente eternidad y el tiempo cronológico, confluyen. Es en el
95#
pliegue donde el tiempo aiónico y el tiempo cronológico chocan e interacción, justamente en
nuestra alma.
ENERO
2015
El kairós es un instante, pero también es un lugar. No es el espacio duración aiónico,
pero tampoco es el tiempo del reloj. Es otra cosa, es el «lugar-tiempo donde se nos arrebata de
Kronos y se nos sitúa en Aión»47. Es la puerta de entrada en el chrónos, en ese transcurrir
lánguido que todo lo mata para poder seguir siendo eternidad. Introduce vida en la eternidad.
Es el acontecimiento. Es el pliegue en la línea, en la flecha. Es el aión apareciendo de puro en
el chrónos. Su balanza va por libre porque nuestras medidas abstractas le son indiferentes, y
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40
Ibid., 64.
41
Aristóteles, Ética a Nicómaco (Madrid: Tecnos, 2009) 1104a.: «Si este es propiamente el sentido general de
lo que aquí se dice, habrá que tener más cuidado al considerar los casos particulares que escapan a la
peculiaridad de los oficios o directivas. Será necesario allí considerar, siempre, lo que se refiere a la
oportunidad, como ocurre con las profesiones del médico o del piloto».
42
Meseguer, 'Aión, Chrónos Y Kairós: La Concepción Del Tiempo En La Grecia Clásica', cit., 65.
43
Para N. Maquiavelo era esencial en la actividad del Príncipe. Prever y agarrar la oportunidad, que no el
oportunismo. Véase M. Kerkhoff, Kairos: Exploraciones Ocasionales En Torno a Tiempo Y Destiempo (San
Juan, Puerto Rico: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1997) 131.
44
El auriga Adrasto contaba con dos caballos: Airón y Kairós. Meseguer, 'Aión, Chrónos Y Kairós: La
Concepción Del Tiempo En La Grecia Clásica', cit., 65.
45
Núñez, 'Los Pliegues Del Tiempo: Kronos, Aión Y Kairós', cit., 3.
46
Kirk, Raven, & M.Schofield, Los Filósofos Presocráticos : Historia Crítica Con Selección De Textos, cit., B
52.
47
Núñez, 'Los Pliegues Del Tiempo: Kronos, Aión Y Kairós', cit., 4.
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es por ello que la filosofía no le ha prestado demasiada atención, mucha más el arte. Tiene su
propia medida. Su propio espacio. Su propio tiempo.
¿Queremos saber qué es el pliegue? La sentencia más hermosa nos lo enseñará: «Como si el
navío -escribe bellamente Deleuze- fuera un pliegue en la mar»48. Usemos un ejemplo de una
de esas novelas que han marcado una época y a varias generaciones, puesto que en ella se
expresa con exactitud lo que la música y el músico logran. Citamos de la novela On the road,
de John Kerouac:
«...y entonces llegó al final de la canción, y para esto eran precisos muchos preparativos, y durante ese
tiempo se podían mandar mensajes a García alrededor de todo el mundo porque ¿qué importaban a
nadie? Porque aquí estábamos tratando de los precipicios y abismos de la pobre vida beat en las calles
humanas dejadas de la mano de Dios, y eso dijo y eso cantó: «Cierra... tus», y el grito llegó hasta el
techo y lo atravesó y alcanzó las estrellas... «O-o-o-ojo-o-o-os»... y se bajó del estrado a pensar. Se
sentó en un rincón y no hizo caso a nadie. Miraba hacia abajo y sollozaba. Era el más grande»49.
Sollozaba. Sollozaba porque él también fue presa del hechizo que a todos invadió y
alcanzó la prometida catarsis que todos esperaban. Los sollozos, los aplausos, las miradas
perdidas y la extenuación... Todos ellos son las descargas50 que el hechizo permite alcanzar51.
No nos interesa aquí el estudio de las masas sino el estudio del kairós, y no hay mejor imagen
del kairós que la que nos presenta Kerouac en este momento. Y así insiste Núñez52 en la
implicación del kairós con las artes. El momento oportuno es el momento que encuentra el
saxofonista, el momento de hechizar, el momento de suspender el tiempo. En el arte tenemos
un magnífico ejemplo de la potencia del kairós. Por mucho que los pitagóricos -y tras ellos
Platón- tratasen de mensurar la música no lograrían nunca sujetar del mechón a la divinidad
alada que de nuevo volvería a huir. Explicar las proporciones de las notas musicales no
explica el momento oportuno de su ejecución, la magia de su hechizo. Y la misma 96#
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54
cuenta en kronos, se cuenta por kairós» . Se narra, se relata. Es el universo de la historia. La
historia no predice sino que recupera los sucesivos kairoi, los pliegues que han de ser
memorables. Dice Jesús Ezquerra55 que la filosofía se encuentra entre la historia y la poíesis.
El poeta canta los arquetipos, los modelos: Aquiles el de los pies ligeros y asolador de
ciudades, y Héctor el matador de hombres y el domador de caballos. La historia, sin embargo,
nace con pretensiones humildes. Hístor es el sustantivo del que deriva historikós. Hístor es el
que ve, el que ha visto56. Ve y narra. Ve y relata. Es la llegada de la subjetividad. «La relación
de esa fuerza consigo misma, su autoafección, su pliegue, es el origen de la subjetividad»57. Y
así dice Herodoto: historíes apódexis58. Expondrá lo que ha visto. Homero no hace historia y
por tanto no narra en prosa como sí hace el que narra. Homero acude al hexámetro dactílico
porque no hace historía sino epos 59. El historiador está sujeto a lo que ha pasado. El poeta
está sujeto a lo que podría pasar60. Y así la filosofía está a medio camino de una y de otra.
Mientras la historía ofrece lo singular e irrepetible -el kairós- la poíesis nos lleva al
significado, nos lleva a la comprensión. Uno acude al momento fugaz, a la oportunidad. El
otro acude a la totalidad, a la eternidad. Y termina Ezquerra diciendo: «El sentido exento,
abstracto, desligado de la tierra, desarraigado, esta vacío, muerto. Por otro lado, las
singularidades despojadas de todo sentido están, aunque vivas, ciegas»61. Quedan ligados, así,
aión y kairós. Uno sin otro, al más puro estilo kantiano, resulta estéril. Es la filosofía,
entonces, la que media, la que liga a uno y a otro (metaxy). El lugar de encuentro y
desencuentro entre la totalidad y la singularidad es, claro, la filosofía62.
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hechos memorables e irrepetibles, tan solo contaríamos con la cronología (línea) o con la
mitología (círculo). Ni una ni otra son la historía que inaugura Herodoto y sublima
Tucídides64.
El kairós, ese instante asimétrico, es el que nos permite llegar a la Historia. La Historia
como recuento de pliegues, como disciplina de lo memorable. Ni el chrónos ni el aión nos
permitirán acceder a lo que hoy la historiografía nos ofrece. La concepción del tiempo que
agarremos nos abrirá un sendero que nos llevará hacia la mitología o hacia la cronología, aión
y chrónos, pero no hacia la Historia. Tan solo en el punto donde confluyen ambas podremos
abrir un espacio para el historiador. Herodoto, como Tucídides tras él, dieron un paso lateral
para suspenderse en ese tiempo-flujo y del que se «separaron» para poder plegar el tiempo
desde la eternidad, para poder penetrar el chrónos desde el aión. Y aquí se puede entender la
posición del historiador que no ceja en su choque con el filósofo, y el esquema que planteaba
Ezquerra cobra todo su sentido: entre la totalidad y la singularidad solo cabe la filosofía. Aión
y chrónos han sido el caballo de batalla de los griegos, y ambos se pueden resumir, como
hemos visto, en el concepto del ahora, del instante, del momento de intersección; démosle
nombre: nyn. El nyn, este presente actual, ha de ser confrontado con el concepto de kairós. El
nyn, el ahora cerrado, limitado como Aristóteles nos había demostrado que no era posible
limitar. El ahora del nyn es el ahora del chrónos y del aión, incapaces de abrirlo y de evitar la
aporía, incapaces de confluir sin la llegada del otro ahora, del kairós.
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puede dar una idea de la complejidad que trae consigo y cómo a partir de ella se llega a la subjetividad. Ezquerra
Gómez, 'Reflexión O Pliegue. (Las Dos Muertes Del Sujeto)', cit.
64
Más allá de la ingenuidad en cuanto a su proyecto, Tucídides anuncia que escogerá los hechos (aunque los
considere los imprescindibles) y embellecerá los discursos (que también elegirá). Esas elecciones serán los
pliegues -el ejemplo meridiano es la Oración Fúnebre- que ni serán cronología ni serán mitología. Él es
consciente de no ser un tejedor de cantos. Dice: «tal vez la falta del elemento mítico en la narración de estos
hechos restará encanto a mi obra ante un auditorio» Tucídides, Historia De La Guerra Del Peloponeso
(Madrid: Ediciones Akal, 1989) I, 22, 4.
65
Tucídides es a este respecto mucho más «científico», buscando la narración que resulte fluida en la dinámica
causa-efecto necesaria y regular. Herodoto es el que remite con mayor frecuencia a lo singular.
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ENERO
2015
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
Sigamos el análisis que hace Vernant1 para poder establecer una dialéctica de
la mano de Platón en lo que a la imagen concierne. La cuestión es la siguiente: para el
ateniense podemos encontrar dos tipos de artes, por un lado las demiúrgicas y por el
otro las imitativas. Dice:
Sóc. - ¿Y no acostumbramos también a decir que el artesano dirige la mirada hacia la idea
cuando hace las camas o las meses de las cuales nos servimos, y todas las demás cosas de la
misma manera? 325
[...] [Qué nombre darías al artesano] que produce todas aquellas cosas que hace cada uno de
los trabajadores manuales. [...] ¿Te parece que no existe un artesano de esta índole , o bien que Agosto
2017
se puede llegar a ser creador de estas cosas de un cierto modo, y de otro modo no? [...] Si
quieres tomar un espejo y hacerlo girar hacia todos lados:pronto harás el sol y lo que hay en el
cielo, pronto la tierra, pronto a ti mismo y [...].
Gla. - Sí, en apariencia, pero no en lo que son verdaderamente.
Sóc. - [...] En tal caso el arte mimético está sin duda lejos de la verdad, según parece; y por eso
produce todas las cosas pero toca apenas un poco de cada una, y este poco es una imagen2.
Sóc. - Concédeme, entonces, en atención al razonamiento. Que hay en nuestras almas una
tablilla de cera, la cual es mayor en unas personas y menor en otras, y cuya cera es más pura en
1
J.-P. Vernant, 'Image Et Apparence Dans La Théorie Platonicienne De La Mimêsis', Journal de
Psychologie normale et pathologique, 2 (1975), 133-160.
2
República. 596b - 598b. Seguimos Platón, República, ed. Gredos (Madrid, 1988b).
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
unos casos y más impura en otros, de la misma manera que es más dura unas veces y más
blanda otras, pero que en algunos individuos tiene la consistencia adecuada.
Teet. - Concedido.
Sóc. - Pues bien. digamos que es un don de Mnemósine, la madre de las Musas, y que, si
queremos recordar algo que hayamos visto, oído o que hayamos pensado nosotros mismos,
aplicando a esta cera las percepciones y pensamientos, los grabamos en ella, como si
imprimiéramos el sello de un anillo. Lo que haya quedado grabado lo recordamos y lo sabemos
en tanto que permanezca su imagen [Eidolon]. Pero lo que se borre o no haya llegado a grabarse
lo olvidamos y no lo sabemos3.
aquí donde Vernant recuerda que el eidolon arcaico se presentaba como imagen del
sueño, aparición suscitada por un dios y fantasma de un difunto, es decir, como
imágenes, copias incompletas. Son semejantes, pero no lo Mismo. Y su presencia es la
manifestación de la ausencia, pretender lo contrario sería tanto como engañar, sería
confundir, en el caso del Teeteto, el recuerdo con el objeto que provocó el recuerdo.
No se puede confundir, no se debe confundir, y para ello necesita recordar que no es
el modelo: mientras el eidolon arcaico lo hacía con la marca de la ausencia, este
eidolon platónico lo hace con «el estigma de un no ser realmente irreal»5
El límite del eidolon es, como decimos, la identidad, es decir, su estigma de
irrealidad. El juego está entre lo Mismo y lo Otro. El eidolon es siempre lo Otro,
siempre imitación. Pero hay diferentes tipos de eidolon, las imágenes, como hemos
dicho, pueden ajustarse al original o pueden escapar a él. Una nueva dialéctica se
3
Teeteto 191d. Seguimos Platón, Diálogo V: Parménides, Teeteto, Sofista, Político, ed. Gredos (Madrid, 1988a).
4
Crátilo 432c. Seguimos Platón, Diálogos Ii: Gorgias, Menéxeno, Eutidemo, Menón, Crátilo, ed. Gredos
(Madrid: Madrid, 1987).
5
Vernant, 'Image Et Apparence Dans La Théorie Platonicienne De La Mimêsis', cit., 9.
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
abre y es la semejanza la que funcionará como elemento diferenciador. Leamos el
Sofista:
Extr. - Se distingue en ella, por una parte, una técnica figurativa. Ésta existe cuando alguien,
teniendo en cuenta las proporciones del modelo en largo, ancho y alto, produce una imitación
que consta incluso de los colores que le corresponden.
Teet. - ¿Y qué? ¿Acaso todos los que imitan no intentan hacer eso?
Extr. - No aquellos que elaboran o dibujan obras monumentales. Si reprodujeran las
proporciones auténticas que poseen las cosas bellas, sabes bien que la parte superior parecería
ser más pequeña de lo debido, y la inferior, mayor, pues a una la vemos de lejos y a la otra de
cerca
Teet. - Perfectamente .
Extr. - ¿Pero acaso los artistas no se despreocupan de la verdad y de las proporciones reales, y
confieren a sus imágenes las que parecen ser bellas?
Teet. - Perfectamente.
Extr. - ¿No será justo llamar figura [EIKON] al primer tipo de imitación, pues se parece al
modelo?
Teet. - Sí.
Extr. - ¿Y esta parte de la técnica imitativa no deber á llamarse tal como antes dijimos,
figurativa?
Teet. - Así se llamará .
Extr, - ¿Y qué? Lo que aparece como semejante de lo bello sólo porque no se lo ve bien, pero que
si alguien pudiera contemplarlo adecuadamente en toda su magnitud no diría que se le parece,
¿cómo se llamará? Si sólo aparenta parecerse, sin parecerse realmente, ¿no será una apariencia 327
[PHANTASMA]?6.
Dos tipos de imitación: por un lado la que se parece al modelo, por el otro la
que aparenta parecerse. Ambas imágenes, pero no ambas semejantes a la realidad. La
mejor manera de entender esto es con un ejemplo ya clásico de Deleuze que desliza
que si bien Dios nos hizo a su imagen y semejanza, el pecado original nos dejó sin
semejanza; ahora seríamos no más que imagen pero a una distancia desmedida,
insoluble, infinitamente desproporcionada. Este es el concepto clave: desproporción.
Tanta que estaríamos en una también infinita deuda que tan solo el sacrificio más
extremo, a saber, el del hijo del mismo Dios, podría cubrir7. Es por esto que nosotros,
en este ejemplo que nos propone el francés, seríamos phantasma, nunca eikon. En
nosotros ya no hay proporción con aquello de que somos imagen.
Volvamos a la memoria, esa creadora de imágenes: lo que construye la memoria
son imágenes eikásicas, mientras que la imaginación lo hará pero de imágenes
phantasmáticas. ¿Cuál es el estatuto ontológico de ese eikon? La imagen es en sí
6
Sofista 236a
7
Gilles Deleuze, Lógica Del Sentido, ed. Plaidós (Barcelona, 2005).
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
misma la marca, la señal de lo que ya no está, pero es en sí misma un algo que sí está
presente. Es un no-ser en lo que es. Es señal y objeto a la vez. Mantiene una relación
con la marca primera pero se independiza y ya no es más esa marca primera, ¡pero
retrotrae a ella! Es sin ser. Necesitamos que el eikon sea verdadero, es decir,
proporcionado, una más: semejante, y así escapar de la imaginación en los caprichos
del alma y asignar cierta fidelidad.
Resumamos cuanto tenemos hasta ahora: dos artes, demiúrgicas y miméticas, y
entre estas las eikasicas y las phantasmáticas, cesuradas por la semejanza. Su
desarrollo en el pensamiento es interesante, comenzando por las variaciones que
Aristóteles en su Parva Naturalia introduce al entender que es el alma el que cambia
el estatuto ontológico de la imagen al moverse de la imagen en sí como objeto
autónomo (phantasma) a la imagen como signo que apunta por semejanza (eikon) en
un viaje de asociaciones hacia el pasado, hacia la ausencia, que en mucho debe al
movimiento del silogismo8. Sin embargo nos permitiremos avanzar en los siglos
hasta llegar a Paul Virilio tratando de poner en funcionamiento las herramientas
conceptuales que Platón nos ha ofrecido con las propias del autor francés.
328
8
Aristóteles, Parva Naturalia, ed. Alianza (Madrid, 1993) 450b.: «Y si hay en nosotros alguna cosa semejante a
una impresión o a una pintura, ¿por qué la sensación de esta cosa misma sería el recuerdo de otra cosa, y no de
esta cosa misma?»
9
Paul Virilio, La Velocidad De La Liberación (Bueno Aires: Manantial, 1998a) 39.
10
Paul Virilio, El Cibermundo, La Política De Lo Peor (Madrid: Teorema, 1997a) 16. «Se puede incluso llegar
más lejos y decir que la velocidad es un medio: No es simplemente un problema de tiempo entre dos puntos, es
un medio que está provocado por el vehículo».
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
Tenemos entonces el primer concepto: la «velocidad». Pero este nos lleva a
otros dos: el «vector» y el «trayecto». El primero remite al vehículo, ya sea, como
decimos, el carro o la televisión; el segundo al desplazamiento. Según este
desplazamiento, es decir, este trayecto, tendremos una proximidad concreta, la cual
puede ser de cuatro tipos: la primera es la proximidad inmediata, la que sucede en la
plaza entre la gente que se ve y se oye; la segunda es la metabólica, la cual es la que
pende de la tracción animal, del caballo o cualesquiera medios «biológicos»; la
tercera es ya la mecánica, es decir, la que viene dada por la revolución de los
transportes; la cuarta, en la que estamos ya inmersos, es la revolución de las
transmisiones, es la electrónica.
La velocidad correspondiente a cada proximidad es la propia conforme al
grado de aceleración que el vehículo (vector) imprime al desplazamiento (trayecto):
velocidad mínima, relativa, de liberación y absoluta. La velocidad, claro, depende de
las relaciones espacio-temporales. ¿Qué es la aceleración? Es «el movimiento que
inclina la relación entre el espacio y el tiempo hacia este último»11. El tiempo va
comiendo terreno al espacio, va poco a poco «desespacializándose», perdiendo su
ligazón con el espacio hasta dejar a cero su rozamiento, momento en que se dará la 329
velocidad absoluta, pero que llevará a una serie de paradojas que están por venir. A
menor rozamiento, mayor velocidad y mayor aceleración. Toda aceleración,
entonces, nos lleva a lo inmaterial, a la imposición del tiempo sobre el espacio, sobre
lo extensivo, y solo nos va dejando con lo intensivo. Avanzaremos hasta dar plena
significación a estos conceptos.
Conforme cambian las relaciones espacio-temporales, conforme se acelera el
vector y el trayecto se acorta, cambia la percepción de la historia. Será la velocidad la
que sirva para «concebir» más que para desplazarse. Y es la historia la que nos
demuestra, dice, que hay un constante aceleramiento, es decir, una constante
conquista del tiempo sobre el espacio hasta el extremo de los nuevos medios de
comunicación en que la materia, la extensión, va tocando el cero, se disuelve. El
tiempo causa-efecto, una vez pierde el espacio en el sentido más bergsoniano, rompe
11
En este acercamiento al pensamiento de Virilio debemos mucho al trabajo de Leonardo Oittana, 'Velocidad Y
Comunicación. La Revolución De Las Transmisiones Según Paul Virilio', (Universidad Nacional de Rosario,
2012) 7.
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
en simultaneidad y adviene en hiperrealidad12 la cual es simulacro, muy particular,
muy especial, pero simulacro. Y es en esta simultaneidad donde nos encontramos
con que la velocidad en aumento conlleva una movilidad en disminución. A mayor
velocidad, primera paradoja, menor movimiento13.
La cuestión es la de la duración en el sentido opuesto a la segmentación muerta.
Hablamos del tiempo: frente al riachuelo que fluye, el agua embotellada y
mensurable. La duración de un beso frente al cronómetro del velocista. Bergson nos
recuerda que el tiempo es un continuo heterogéneo14, que no se puede cesurar, que
no cabe numeración, que no hay instantes, en definitiva, que no es como el espacio, a
saber, medible y discontinuo. Esto es la velocidad: la condición de aparición, la
condición de percepción, la intuición de la realidad que se extiende o acorta. ¿Cuánto
duró el beso? Una eternidad. Una aceleración de la velocidad. Porque la velocidad
crea un modo de ver, una forma de entender y de significar la realidad.
«El mundo está antes dentro de nosotros que fuera. Pero si realmente está fuera, en la
geografía y en el espacio-mundo, también existe a través de mi conciencia del mundo. Esta
conciencia del mundo, que me desplaza a mí, que estoy animado, es mi movimiento y la
naturaleza de mi movimiento»15. 330
12
Leonardo Oittana, 'La Desaparición De Lo Real O El Éxtasis De La Comunicación', La Trama de la
Comunicación, 17 (2013), 255-269; 267.: «Hiperrealismo: o sea, desmaterialización de la realidad, dominio del
signo sobre lo significado, estallido de la referencia, precesión de los simulacros».
13
Otras que se manejan en la obra de Virilio son las de «localidad global», «paisaje sin horizonte» o la de
«espacio virtual».
14
Gilles Deleuze, Bergsonismo (Madrid: Cátedra, 1987) 41.: «Todo es actual en una multiplicidad numérica: no
todo es ella está “realizado”, pero todo en ella es actual; sólo de dan relaciones entre actuales, sólo diferencias
de grado. Por el contrario, una multiplicidad no numérica, por la que se definen la duración o la subjetividad,
se hunde en otra dimensión puramente temporal y no ya espacial: va de lo virtual a su actualización, se
actualiza creando líneas de diferenciación que corresponden a sus diferencias de naturaleza».
15
Virilio, El Cibermundo, La Política De Lo Peor, cit., 44.
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
La revolución de los transportes es la que comienza a conquistar el cuerpo
territorial. La revolución de las transmisiones con las medios de masas nos lleva a la
conquista definitiva, tan radical que el tiempo se escapa del espacio y se alcanza la
conquista del cuerpo, no ya territorial, sino social. La revolución de los transportes se
está anclado todavía al aeropuerto, a la vía del tren, a la autopista. Todo esto se deja
atrás con las ondas electromagnéticas. Hoy, con la realidad virtual, se pasaría a la
última conquista, la del cuerpo biológico, convertido en soporte de cascos para ser
evitado, sustituido, simulado en una nueva esfera.
El tiempo no puede ser entendido, como denunciaba Bergson, al modo en que
se entiende el espacio. El tiempo pierde la línea. No hay continuo entre espacio y
tiempo16. Solo hay accidentes, acontecimientos sin causa visible, sin profundidad.
Queda la duración sin cesuras, pero la velocidad de la luz la comprime. La velocidad
lleva a la duración a una compresión que se agota en el tiempo real. No es capaz de
extenderse. Todo es simultáneo por la actividad de la luz. Hoy ya tenemos «la
capacidad de alcanzar la barrera de la luz»17. Todo es interacción en tiempo real. No
hay historia, tan solo interactividad. La duración es de tiempo real. «A partir del
momento en que se entra en la interactividad, ya no habrá más antes ni después, hay 331
solo durante. Y ese «durante» tiene la rapidez de un rayo»18. Pero es un durante que
prácticamente no dura. El acento hay que ponerlo, entonces, en los mensajes, no en
los bienes. De acuerdo en este caso con McLuhan dirá que a lo que nos vemos
abocados es a una implosión debido a la revolución de la velocidad.
La velocidad, una y otra vez volviendo sobre la velocidad. Es momento ahora
de clasificar las velocidades para dar mayor concreción al concepto. No hablamos de
la velocidad del físico, sino de la velocidad en la cual se aparece la realidad, la
condición de aparición. Y dice: «las verdaderas distancias, la verdadera medida de la
Tierra está en mi alma. La medida de la geografía existe solamente para los
geógrafos, para los cartógrafos, dedicados a relevar la distancia de un punto a otro.
16
Herni Bergson, Materia Y Memoria. Ensayo Sobre La Relación El Cuerpo Con El Espíritu (Buenos Aires:
Cactus, 2010) 296.: «Ahora bien, creo que nuestra entera vida interior es como una frase única empezada desde
el primer despertar de la conciencia, frase sembrada de comas, pero en ninguna parte cortada por puntos. Y
creo en consecuencia también que nuestro pasado está por completo allí, subconsciente, quiero decir, presente
a nosotros de tal manera que nuestra conciencia no tenga necesidad de salir de sí ni de agregarse nada
extraño».
17
Virilio, La Velocidad De La Liberación, cit., 15.
18
Paul Virilio, Amanecer Crepuscular (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2003) 148.
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
Para el ser viviente, esa distancia métrica no será nunca la dimensión del mundo»19.
Esta distancia viene dada por la velocidad.
Es en el tránsito del terreno al territorio que se empieza la conquista del
tiempo hacia el espacio. Son los medios de transporte, desde el primitivo carro a los
derivados del vapor y a la aceleración intensificada del motor de explosión. Es el
movimiento del vehículo el que se impone sobre el recorrido. No se puede evitar el
espacio físico, se conquista pero se necesita. Prevalece el trayecto, pero se realiza
todavía sobre el espacio.
Virilio encuentra en la carrera espacial y en la salida de la gravedad terrestre el
momento de tránsito, el momento cuando la velocidad relativa entra en velocidad de
liberación. La aceleración del automóvil se da sobre una superficie material así como
la del tren, mientras que la del avión sería ya paradójica: sin ser de liberación, está ya
a punto de escaparse. Es un tiempo el de estos transportes lineal, cronológico. Hay
antes y después, hay línea temporal que da un criterio secuencial. La línea es la del
trayecto del vector -coche, tren...- frente al eterno retorno de los astros que primaba
en la antigüedad. Es una línea euclídea, es una sucesión de ahoras, de instantes. Se
avanza desde el pasado hacia el futuro, como un coche que sale de un lugar hacia 332
otro. Esto es lo que hace la historia: un relato lineal que se mueve desde el pasado
hacia el futuro.
Esta línea se rompe, queda estéril en un mundo donde la velocidad de
liberación nos ha llevado a la velocidad absoluta. Virilio insiste en el simbolismo del
cohete que emancipa el trayecto ante la superficie física y anuncia la velocidad
absoluta donde no hay más antes/después, solo hay tiempo real. La superficie del
terreno se sustituye por la superficie lumínica de la pantalla, una «perspectiva en la
que la antigua línea horizonte se repliega en el marco de la pantalla»20.
Para Virilio vivimos en una estereorealidad, una realidad en estéreo, escindida,
y dice de ella: «como los graves y los agudos que da una sensación de profundidad,
de relieve, tenemos ahora una espacio actual y un espacio virtual. Así que es
necesario trabajar con esta realidad en estéreo, con este relieve de la realidad»21.
Espacio actual y virtual. Esta es la dupla en la que se mueve nuestro presente
19
Virilio, La Velocidad De La Liberación, cit., 89.
20
Ibid., 13.
21
Virilio, Amanecer Crepuscular, cit., 72.
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
histórico. Nunca más el par verdad/mentira, ser/no ser. Ahora, dice, nos movemos
entre la actualidad y la virtualidad22. Descifrar su encaje es su proyecto.
El tiempo se contrae, la linealidad que «dura» se acelera en una «agitación del
instante». Es lo que llama el «vértigo del tiempo» donde «mañana el presente ya no
pasará más; a lo sumo, casi no lo hará»23. Es el límite de la aceleración donde
llegamos al final del mundo lineal. La información circula a la velocidad de la luz en
tiempo real. Esta es la temporalidad de la era posindustrial, la era de la revolución de
las comunicaciones que ha tocado el límite. Es la información el último relieve de la
materia, digamos mejor, más bien es una cualidad de la energía -que junto a la masa
serían sus dos dimensiones-.
Finalizando la temporalidad tradicional se acaba paradójicamente la mímesis:
no cabe representación, no hay esa re-presentación que es imitativa de la realidad
desde el momento en que no se sostiene la realidad. La realidad necesita de una
linealidad que muestre un pasado-presente-futuro. La realidad deja de estar
constituida por un continuo que se relata alfabéticamente como causa-efecto. Lo que
se nos presenta ahora es una tiranía del tiempo-luz: «el instante reemplaza al
presente»24. Este tiempo del instante, en su misma naturaleza, no dura; es una 333
22
Paul Virilio, Ciudad Pánico. El Afuera Comienza Aquí (Buenos Aires: Zorzal, 2006) 135. Responde Virilio a
qué es lo virtual: «un simulador de la pérdida de gravedad experimentada, en el transcurso del siglo veinte, en
la ingravidez de los primeros viajes astronáuticos»
23
Virilio, La Velocidad De La Liberación, cit., 181.
24
Oittana, 'Velocidad Y Comunicación. La Revolución De Las Transmisiones Según Paul Virilio', 36.
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
Santiago-. Hoy, en la revolución de las comunicaciones, tan solo quedan llegadas, ni
siquiera partimos porque tampoco hay movimiento. Siempre en una llegada25.
Lo real queda conmocionado en el momento en que el aquí y el ahora son
puestos en entredicho. La velocidad está trastocando la misma percepción de lo real.
La temporalidad está logrando emanciparse, independizarse de la extensión,
quedando entonces como pura intensión. Es el paso «del tiempo extensivo de la
historia al tiempo intensivo de la instantaneidad sin historia»26, es decir, sin memoria.
En esta obra, Un paisaje de acontecimientos, explica cómo el término es acuñado por
Agustín cuando dice que para Dios no hay historia, sino una simultaneidad
copresente de acontecimientos, todos al mismo tiempo, todos simultáneos. No hay
pasado y futuro porque todo se da al tiempo, y por tanto lo que tenemos es el todo
dado ya, sin orden. No hay progreso ni duración, no hay cúmulo que vaya a ser la
tradición y la memoria.
Dice Virilio en la entrevista que le concedió a Olivier Morel que el tiempo real
de las transmisiones en vivo viene causado por el tiempo universal27. La idea que
maneja es la instantaneidad y la de la inmediatez, el acontecimiento que es
inminente, que es instantáneo, que carece de recorrido. El tiempo se vuelve un 334
25
Virilio, La Velocidad De La Liberación, cit., 29.: «Asistimos a las primicias de una «llegada generalizada»,
en la que todo llega sin que sea necesario partir, redoblándose, en este fin de siglo XX, la supresión del viaje (es
decir, del intervalo de espacio y de tiempo) producida en el siglo XIX, con la eliminación de la partida, con lo
que el trayecto pierde los componentes sucesivos que lo constituían, en beneficio de la sola llegada»
26
Paul Virilio, Un Paisaje De Acontecimientos (Buenos Aires: Paidós, 1997b) 132.
27
Paul Virilio, 'Un Paisaje De Acontecimientos', in Olivier Morel (ed.), (México: UAM-X, 2000), 243-255 243.
28
Ibid., 244.
29
Ibid., 247. «La pérdida de referentes: la instantaneidad y la inmediatez, es la pérdida de indicios y la pérdida
de la memoria»
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
desrealizan y saturan de información. No hay censura, hay saturación de
información, es decir, desinformación.
Si la realidad es aquello de lo que se puede realizar una copia, una
representación, lo «hiperreal» será lo que anule esta posibilidad. Hiperreal hace
referencia al exceso, a una reproducción de la realidad que por exceso la suple, la
hace desaparecer. Su intensidad es tal que diluye la realidad y con ella la
representación, la misma ilusión de la apariencia. Recordemos cómo el límite de la
imagen de Crátilo estaba, precisamente, en el mismo Crátilo.
El juego se va cerrando cuando nos damos cuenta que lo real no produce la
imagen como copia, como simulacro, sino que la imagen se va adelantando a la
realidad. El simulacro se anticipa a lo real. El simulacro crea lo real. Sus efectos son la
realidad. La realidad tradicional deja de ser una referencia y pasa a ser lo producido
por los medios. El signo se anticipa al hecho, construye el hecho, y serán estos los
acontecimientos del paisaje que señalaba Agustín en Dios.
No cabe la falsificación pues no hay distancia entre Crátilo y su imagen. Es la
identidad absoluta o, más bien, un nuevo Crátilo tan real como el primero. No hay
diferencia, no hay distancia entre original y copia, entre presentación y 335
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
acontecimientos, todo está dado al tiempo, a la vez. La presencia, que debiera ser en
un aquí y en un ahora determinados, pierde el aquí y se encuentra hacinado con el
todo en un ahora que es el tiempo real.
«Si el espacio es lo que impide que todas las cosas ocupen el mismo lugar, esta prisión
repentina trae todas las cosas precisamente a ese «lugar», ese lugar que no tiene localización.
El agotamiento del relieve físico, o natural, y de todas las distancias temporales «enchufa«
toda localización y toda posición. Al igual que lo acontecimientos televisados en vivo, los
lugares se vuelve intercambiables a voluntad»32
Nos encontramos en esta simultaneidad que nos lleva a lo que Virilio llama
tele-presencia. Es esa situación paradójica en la cual una persona puede estar en dos
lugares al mismo tiempo, actuando, operando. El reportero está en medio del
huracán pero está también en la imagen de la pantalla. Está en un tiempo cronológico
pero a su vez en un tiempo instantáneo. Esta es la estereorrealidad. La realidad es
doble, se desdobla. Coexisten dos velocidades, la relativa y la absoluta. Es la posición
del hombre con su continuo temporal, pero es también la posición del Dios en su
paisaje de acontecimientos.
336
El hombre acelerado hasta la velocidad absoluta lo tiene todo: es ubicuo pues
está en todos los lugares y todos los lugares están en él, y lo están en la inmediatez.
Es el hombre-planeta de Virilio que viene a recordar la Aldea Global de McLuhan. El
hombre se vuelve divino y «no hay más relieve que el acontecimiento»33, ese mismo
que se da al tiempo que el resto, que todos, ese que no tiene pasado ni futuro, tan
solo un ahora que no dura, es decir, el instante.
El acontecimiento34 ni es particular ni es general. Es otra cosa, es un suceso
singular. Está en la historia, pero ejemplifica su final. Todo se reúne en él, todo se
aglutina. Nada se le escapa porque pasado y futuro están en él. No hay más pasado
ni futuro. Es singular. No lineal, sucesivo, causal, predecible ni deducible. No tiene
nada tras de sí ni ante sí. No cabe explicarlo. No hay larga duración, solo duración
instantánea. No hay representación pues solo hay exposición, es decir, presentación.
La representación ha de ser del pasado, pero no hay ya más pasado. Solo tiempo real.
Tiempo real en una desaparición vertiginosa. Simultaneidad. Desaparición.
32
Paul Virilio, 'La Ciudad Sobreexpuesta', Lugar a dudas, 3 (2009); 8.
33
Virilio, Un Paisaje De Acontecimientos, cit., 117.
34
En esta línea se encuentra el libro de Slavoj Zizek, Acontecimiento, pero previamente lo podemos encontrar en
La lógica del sentido de Deleuze.
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
Es la última proximidad, la de la revolución de las comunicaciones: no la
espaciotemporal, sino tan solo la temporal. Es una temporalidad del instante, que
queda desarraigado, «señala el advenimiento de una temporalidad global, de un
“tiempo-mundo” [que Virilio denomina] virtualización»35. Es un tiempo que no tiene
que ver con el tiempo histórico y por ello es un tiempo que es ajeno a la memoria 36.
La narración se va perdiendo en tanto se pierde la linealidad y la secuencialidad,
cualidades que se deben a una extensión sea en el espacio, pero también sea en el
tiempo. Ahora es un tiempo real, un tiempo sin duración que son meros instantes, y
lo que hay sin informaciones, no narraciones37. Y esta información se da en la interfaz
que pasa a sustituir la superficie del suelo. La superficie es la del interfaz, y la
interfaz es información. Esta información es solo trayecto, pero trayecto que tan solo
es instantáneo.
¿Cómo se logra esto? Nos recuerda Virilio que en la actividad policial la
imagen, en este caso la huella dactilar, va sustituyendo poco a poco al testimonio. La
verdad no está en el que vio allí, sino en la suspensión temporal que supone la huella
dejada o la imagen tomada por la cámara que hacen que el tiempo quede abolido. Es
la imagen de la fotografía la que se convierte en la verdad como «instrumento de tres 337
35
Oittana, 'Velocidad Y Comunicación. La Revolución De Las Transmisiones Según Paul Virilio', 50.
36
Virilio dice que lo global se vuelve local y viceversa. Es un juego donde pretende ir más allá que la mera
globalización hacia lo que él llama «glocalización».
37
Virilio, La Velocidad De La Liberación, cit., 90. «Tras la línea del horizonte y la superficie de la pantalla
trans-horizonte, es ahora el volumen del espacio cibernético el que domina. La información telemática pasa a
ser así la tercera dimensión, el relieve de la realidad sensible, pero de una realidad que se escapa del espacio
real de nuestra geografía habitual para resurgir en el tiempo real de la emisión/recepción de señales
interactivas».
38
Paul Virilio, La Máquina De Visión, ed. Catedra (Madrid, 1998b) 59.
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
material y reacción como defensa y ataque, también en ámbito militar. La realidad es
analizada por una máquina; es a esto a lo que llama Virilio la «automatización de la
percepción».
Es la máquina automatizando las tareas propias de la mirada humana. Es esta
mirada la que necesita de una imagen, y es esta imagen la que dejará de necesitarnos
a nosotros. La máquina que ve, la máquina de visión que deja de producir la imagen,
o que produce la imagen de síntesis, es decir, una imagen para la máquina, una
visión de una máquina para una máquina de nos deja de lado: ella analiza, ella
responde, ella actúa. Nosotros dejados, nosotros excluidos. No habrá salida gráfica.
¿Qué capta el aparato? Solo desde nuestra propia imaginería podemos
adivinarlo. La cuestión es, entonces, la de descubrir si estas imágenes se manejan en
la dialéctica objetividad/subjetividad o a la de su actualidad/virtualidad. La
objetividad se va perdiendo, cosa que aprendemos de la física relativista, en favor, y
esto nos lo enseñan las ópticas electrónicas, es decir, de nuevo relativistas, de lo
factual (relativo a los hechos)/virtual (proyección de los rayos de luz en el
dispositivo).
La dialéctica se complica, no queda claro dónde está lo factual y dónde lo 338
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
que observa, que percibe, y al percibir ella, nosotros dejamos de hacerlo. Y lo hace
por medio de la sorpresa, no del suspense41, pues es un medio que no trabaja en una
linealidad que mueva una temporalidad y, por tanto, unas motivaciones, una
causalidad. Se pierde la causalidad al romperse la linealidad. No hay antes que lleve
al después, tan solo simultaneidad. Solo accidentes. Solo sorpresas.
La imagen se muestra y es la de la imagen en tiempo real, lo que significa «en
directo». La verdad y falsedad lo son del tiempo cuando este se autoproclama real.
Pasado y futuro se desvanecen pues no hay espera ni memoria: «en efecto, cuando se
percibe, en el radar o vídeo, un ingenio que amenaza “en tiempo real”, el presente
mediatizado por la consola contiene ya el futuro de la llegada próxima del
proyectil»42. Es la máquina la que, no solo ve por nosotros, sino que relata el futuro
en el presente. Y al igual ocurre con el pasado, ese tiempo diferido que conserva el
pasado en el presente.
El ejemplo lo encuentra en la guerra disuasiva que, sin ser real, siendo solo
virtual, es capaz de mantener una tensa paz a costa de la noción de verdad. La guerra
es transferida, dice Virilio, de lo actual a lo virtual, y es así que se renuncia al
exterminio a costa de un gasto militar extenuante pero único garante de la paz. 339
41
Cita Virilio a Hitchcock cuando decía que en la tv no cabe el suspense, tan solo la sorpresa. Ibid., 85.
42
Ibid., 86.
43
Dice Virilio: «lo verdadero y lo falso dejarán de tener curso, y lo actual y lo virtual ocuparán
progresivamente su puesto». Ibid., 88.
44
Aunque es capaz de construir su tiempo, de hacer sus cortes y de extender y contraer la duración. La referencia
es Gilles Deleuze, La Imagen Movimiento: Estudios Sobre Cine 1, ed. Paidós (Barcelona, 1984).
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
que se mueve en el instante, que niega la dialéctica tradicional pasado-presente-
futuro, juega con un tiempo intensivo.
Extensión, a saber, dependiente de la materia (pensemos el volumen,
apuntemos al intervalo de tiempo); intensión, a saber y a la contra, sin materia, sin
extensión (pensemos en el punto de ebullición del hierro, independiente de la
cantidad o del volumen, propiedades extensivas, apuntemos al instante de tiempo).
El intervalo, la causalidad, el suspense, frente al instante, el accidente, la sorpresa.
Pura intensidad de la imagen que por eso mismo deja de ser imagen: «la
imagen aquí ya no es más que una palabra inútil»45. Es tiempo real, es tiempo
intensivo al margen de la materialidad, al margen, dice, de la extensión, es decir, ¡al
margen del objeto! Ya no hay imagen como representación, solo la hay como
presentación. Pura presentación, pura virtualidad. «La imagen se impone sobre el
objeto [...] lo virtual se impone sobre lo actual»46. Es una imagen sobre sí misma que
no apunta a nada fuera de ella misma. No hay demora, no hay espera, y la noción de 340
45
Virilio, La Máquina De Visión, cit., 94.
46
Ibid., 95.
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
Si no es un arte mimético habría de ser demiúrgico. La imagen de tiempo real
presenta sin representar y por tanto construye. La máquina de visión construye
nuestra percepción: no nos ayuda, no nos amplifica, sino que crea una realidad.
Suplanta una realidad creando otra. Lo que nos queda es la «interfaz» lumínica que
está en constante refresco, es decir, constante actualización. No hay, de nuevo,
linealidad, solo instantaneidad, paisaje de acontecimientos. No hay extensión, por
tanto, tan solo queda la exposición. La máquina de visión construye una realidad en
tiempo absoluto acortando, disminuyendo despiadadamente, el «fuera de cámara».
Ella es la realidad47.
Sin embargo el demiurgo platónico tiene una referencia que es la Idea, el
modelo. La máquina de visión no tiene una Idea sino una visión sin mirada, una
omnisciente vista automatizada de instantes sin pasado ni futuro, siquiera presente.
La Idea es eterna, está por encima del tiempo, de la linealidad del tiempo. La
eternidad es precisamente la ausencia de tiempo cronológico. No hay orden en el
instante, solo acontecimiento sin diseño. Es vista, es ver, pero no mira, no da
causalidad, no hay motivación, en definitiva, no hay voluntad porque no hay sujeto
que intervenga. Sin sujeto no hay cortes en la imagen y sin cortes no se toca el 341
tiempo, no se palpa48 (como sí se hace en una película que acorta y alarga -duración-
el tiempo) , y en este caso no hay diferencia entre realidad y ficción, entre lo factual y
lo virtual. Una vez que lo que se muestra en la imagen logra, en su emisión en
tiempo real, negar lo que no se muestra, una vez que se arroga el derecho de decir
que es la realidad, la única realidad, consigue una totalidad de la percepción. Ha
creado una realidad exponiendo un mundo en su totalidad tanto espacialmente
(puesto que el resto es negado) como temporalmente (pues todo se muestra
simultáneamente a velocidad luz).
La imagen en el nuevo mundo se desliza a la demiurgia construyendo,
sustituyendo, creando una percepción que espera la re-presentación encontrándose
no más que una presentación, una exposición en tiempo real la cual, al igual que la
47
Aquí cobra todo su sentido la famosa obra de Jean Baudrillard, La Guerra Del Golfo No Ha Tenido Lugar
(Barcelona: Anagrama, 1991) 22.: «Con lo que la información «en tiempo real» se sitúa en un espacio
completamente irreal, que muestra por fin la imagen de la televisión pura, inútil, instantánea, en el que se pone
de manifiesto su función primordial, que consiste en llenar el vacío, el colmar el agujero de la pantalla del
televisor a través del cual se esfuma la sustancia del acontecimiento».
48
Christian Gundermann, ' La Libertad Entre Los Escombros De La Globalización ', Ciberletras: Revista de
crítica literaria y de cultura, 13 (2005).
La ubicación de la «imagen» en la dialéctica platónica tras la filosofía de Virilio | Adrián Alonso Enguita
Idea platónica, escapa al tiempo causal, en este caso no hacia la eternidad, sino hacia
la pura intensidad. El demiurgo es hoy la máquina de visión; su modelo es el instante
sin intervalo y totalizador.
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Es, entonces, su obra una advertencia ante el poder de esas entidades y una guía para
Junio
defenderse de ellas, que es tanto, como se va trasluciendo, como defenderse de este 2017
Vemos que se ocupa largamente del videojuego Call of Duty: Modern Warfare 3,
pero también de videojuegos preparados para los soldados con traumas tras la
experiencias en situaciones de guerra, de vídeos colgados en el canal Youtube, de
instalaciones artísticas de vídeo e incluso de la película Gravesend donde se trata la
cuestión mentada anteriormente del mineral coltán. Si atendemos específicamente al
videojuego Call of Duty: Modern Warfare 3, al cual regala la parte más extensa y
387
potente del libro, habremos de recordar su contexto: vino ya en su lanzamiento en
Inglaterra precedido de cierta polémica al mostrar imágenes que, se acusó en su Junio
2017
momento, podrían rememorar los atentados del metro de Londres. Sus ventas, sin
embargo, fueron muy altas colocándolo entre los más vendidos del año (por ejemplo,
en España quedó posicionado como el primero en ventas). Este dato justificaría que
haya sido tomado como piedra de toque sobre el que volcar su análisis del poder de
las imágenes. Nos gustaría, de todas formas, comprobar si el mismo análisis es
fecundo en otro tipo de juegos más colaborativos. No olvidemos que entre los más
vendidos de la historia, muy por encima del Call of Duty, se mezclan algunos que
pudieran responder con mayor o menor fortuna al análisis propuesto, como el
mismo Tetris, pero otros como el Wii Sports o el New Super Mario Bros. se resistirían.
¿Cuál es este análisis? Väliaho argumenta que los juegos de disparos en primera
persona (first-person shooter games) consiguen lo que denomina una «affective capture»,
literalmente una «captura afectiva», donde la capacidad racional se ve mermada y
entramos en un estado de casi trance (logra apoyo visual a partir de fotos de niños
qué ve o de qué está haciendo, tan solo ha de anticipar, de prever lo que llegará en el
diseño dado y así, argumenta, «we do not embody such images as something
occuring now here and now but something that is to come, something we
automatically foresee» (p. 41). El pasado, dice, se va vaciando en la actividad de las
imágenes para construir un futuro perfecto. Es contra este proceso contra el que nos
habríamos de rebelar, contra la ideología neoliberal que a través de la imagen
perpetúa su poder.
En estos términos podemos ver que lo que sucede al jugador es que se adapta al
medio y aprende a predecir lo que vendrá ignorando lo que sucedió. Es capaz de
anticipar el acontecimiento venidero, lo cual Väliaho identifica con la lógica del
neoliberalismo, a saber, un estado donde la crisis constante requiere de una
anticipación y de una prevención que no permiten el lapso, la parada, el minuto de
reflexión, de proyección, de programa o de proyecto. No hay proyectos de futuro en
reflexión. La misma imagen nos obliga a plantear, no una crisis como la del
videojuego, sino un problema de fondo: la propia estructura política de nuestra
sociedad, donde el absurdo nos lleva a que la arena es separada por verjas.
¿Qué decir del apartado estético? Este es el que atrae, el que nos acerca al
videojuego, a la imagen concreta presa del sistema. Es en el apartado estético,
interpretamos, donde la imagen que quiere llevarnos al simbolismo y por tanto a la 390
reflexión y la que pretende trazar un futuro sin proyecto, han de entablar su batalla. Junio
2017
Sin embargo, el libro trata del apartado epistémico, y es aquí donde se muestra
poderoso nuestro autor. Como decimos: ágil y preciso. Sin embargo nos hubiera
gustado leer acerca del simbolismo propio de las imágenes, las evocaciones que son
más eficaces para ese moldear y cuáles nos pudieran ser útiles en nuestra protección
frente al moldeo. Podría parecer que estuviésemos pidiendo un manual de defensa,
pero es más bien un catálogo de imágenes, un pincel más fino en vez de brochazos
sustentados con algunos ejemplos. Es más, nos hubiera gustado un esfuerzo más
atrevido encarnado en una investigación acerca de los medios en los que se da la
imagen. Atendiendo al mantra del casi profeta McLuhan, el medio es el mensaje, nos
atrevemos a sugerir que no se puede acometer un estudio de las mismas sin atender
previamente al medio en que se emiten, entendiendo que es precisamente el formato
en que nos llegan un poderosísimo instrumento de conformación y de emisión de
información. Como decía McLuhan, cuando llega la pólvora y con ella el cañón, da
igual que lo use un malvado dictador o un benévolo demócrata, las ciudades
Bibliografía
391
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